Del Estado-nación moderno con aspiraciones cosmopolitas hemos pasado a la sociedad universal transnacional, donde la escala de valores no está determinada por la identidad nacional cultural sino que, como sucede en la Ideología Americana su identidad viene determinada por la particularidad misma de ser precisamente indio, negro, judío, etc… Así como átomos aislados cuyo punto en común es constituirse como una suerte de superproletariado, la coexistencia de una multiplicidad de comunidades étnicas, religiosas o de estilos de vida restringen la libertad abstracta que posee el individuo en su capacidad como ciudadano del Estado-nación. En palabras de Alain Finkielkraut en La derrota del pensamiento (1987) "no se aspira a una sociedad auténtica, en la que todos los individuos vivan cómodamente en su identidad cultural, sino a una sociedad polimorfa, a un mundo abigarrado que ponga todas las formas de vida a disposición de cada individuo. El capitalismo tardío multiculturalista tiene un síntoma, el racismo posmoderno contemporáneo, que muestra la contradicción propia del proyecto ideológico liberal-democrático. La diversidad cultural se acepta cuando actúa en beneficio de una particularidad específica: la sociedad capitalista burguesa. Es decir, nos parece completamente legitimo la multiplicidad de comidas étnicas, de ropa o de música, pero se denuncia al Otro real por fundamentalista. La forma de negación del individuo viene dada por la forma ideal de la ideología del capitalismo global, el multiculturalismo: una forma de racismo negada, invertida que afirma tolerar la identidad del Otro, concibiendo al Otro como una comunidad cerrada hacia la cual, el multiculturalista mantiene una distancia que se hace posible gracias a su posición universal privilegiada. Senegal se independizó en el año 1960, luego de más de cien años de dominio francés. Ese mismo año, en África se liberaron otros 16 países. Además, fue unos de los principales exponentes de la corriente política-literaria de la Negritud, entendiéndose, en palabras del historiador Fernando Esteche, “como un movimiento de rebelión contra la negación o nulificación europea del mundo africano y su gente”. “En los años 60 del siglo pasado, África exportaba alimentos a razón de 1,3 millones de toneladas anuales. En la actualidad, África tiene que importar el 25% de los alimentos que consume. (...) Para darle cabal dimensión a la tragedia africana debemos decir a riesgo que se pasó de ser exportadores a ser importadores de alimentos”. Senegal es el segundo país, luego de Nigeria, con la mayor cantidad de emigrantes del continente africano: cerca del 16% de su población se encuentra en la diáspora. La situación se agravaba con el Decreto firmado por Macri (el DNU 70/2017) del 30 de enero de 2017 que modificaba la Ley N° 25.871. En concreto, se ponían más límites para el ingreso al país y se facilitaba la expulsión de los inmigrantes. Según el CELS, aquella persona migrante que subsista de la venta callejera, podía ser denunciada penalmente por su actividad económica o por resistir un desalojo en la vía pública y ello implicaría su clasificación como “expulsable”. Pero la Justicia declaró inconstitucional al DNU porque era incompatible con “los estándares constitucionales y de derechos humanos que forman parte de las condiciones de vigencia de los instrumentos internacionales en la materia”. Parte de los organismos que criticaron el DNU fueron: el Comité Contra la Tortura de la ONU, el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Relator Especial de la ONU sobre Discriminación Racial. En cuanto al multiculturalismo me interesó en particular la visión de Alain Finkielkraut en La derrota del pensamiento de1987. Que nos hablaba sobre que en realidad el multiculturalismo en la versión capitalista internacional no busca homogeneizar a los ciudadanos para construir lo que podríamos Llamar una nación sino que busca formar pequeños grupos o pueblos muy heterogéneos que conviven sí pero que finalmente no terminan de integrarse como un país que puede ser diversos y dentro de su identidad cultural particular pero con lazos que los convocan y los agrupan como miembros de una misma nación 2 La problemática en este caso y es aplicable a casos similares por otras colectividades es que al no terminar de homogeneizarse nunca a las diversas culturas como una sola nación esto lleva a la discriminación y segmentación convirtiendo a la multiculturalidad en algo más bien negativo y que puede llevar hacer un problema incluso legal como en el caso de la deportacion para quienes lo padecen. 3 (a) Aplicación de la Ley nacional o Ley de origen de las personas procedentes de países con una cultura diferenciada a las cuestiones relativas al tradicional «estatuto personal» de los ciudadanos que habitan en Europa. Al fin y al cabo, es la conexión que recoge todavía hoy art. 9.1 CC. (b) Aplicación a las situaciones privadas internacionales, de la Ley de la residencia habitual (= Ley del país de acogida), pero, al mismo tiempo, con la procedente toma en consideración, a título de informaciones jurídicas (legal data) o a título de pautas de comportamiento morales (moral data) de la diversidad cultural y jurídica de ciertos grupos de personas (A. Eherenzweig). Para alcanzar la multiculturalidad y la interculturidad jurídica, el Derecho internacional privado arranca de dos grandes principios: (a) El respeto total e irrenunciable de los derechos humanos contenidos en los instrumentos legales internacionales en vigor para España y en la Constitución y Leyes españolas, así como del principio de igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley; (b) La defensa del derecho a ser diferente de estos colectivos de segunda generación que habitan en España, del derecho al libre desarrollo de la personalidad de estos individuos (art. 10 CE 1978) y del derecho al «respeto a la vida privada y familiar» (art. 8 CEHD de 4 noviembre 1950). Con este objetivo, el Derecho internacional privado ha empleado diversas técnicas.