LA VULNERABILIDAD DE LOS VENEZOLANOS Por Milagros Quijada Quintero Politóloga El 19 de marzo del año 2020, Alicia Bárcena encargada de La Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), indicó que el Coronavirus (COVID-19) tendría efectos devastadores sobre la economía mundial y que los países latinoamericanos y caribeños no estarán ajenos a ellos, llamaba además la atención para que se protegieran a los grupos más vulnerables de la sociedad y con menos recursos por el impacto económico de la pandemia, de tal forma la comunidad internacional y los gobiernos en forma muy responsables tomaron medidas para controlar la expansión de la enfermedad, como lo es la cuarentena que paralizo a los países de sus actividades sociales y económicas. Al revisar el contexto de Venezuela antes de la llegada del Coronavirus (COVID19) ya eran alarmante, entre la inflación, los precios dolarizado de los alimentos, la devaluación de los ingresos de los trabajadores, pensionados y jubilados, el desempleo, la crisis del sector salud y la escases de la gasolina, por lo tanto la noticia logró que la incertidumbre entrara a los hogares venezolanos, pero la situación se agravó al pasar de los días; luego de la prórroga de la cuarentena hasta el mes de mayo se generó un estado de angustia, este panorama da pie para hacer un análisis económico-social, partiendo de los hechos reales de la cotidianidad, sin cifras, ni porcentajes que sustente esta realidad, porque el problema lo vivimos todos. En los momentos actuales bajo la turbulencias de la ola de la pandemia observamos una población de venezolanos que se divide entre aquellos que trabajan percibiendo un sueldo mínimo, más el monto del cesta ticket, los jubilados y pensionados, cuyo ingreso es inferior a los trabajadores activos, los que trabajan en la economía informal, a quienes sus fuentes de trabajo fueron paralizadas y los desempleados, sobreviviendo todos en una entorno más apesadumbrado, para tratar de contrarrestar este inconveniente por su parte el gobierno utilizó sus programas sociales y las empresas privadas hace los posible por sus empleados, pero tampoco es garantía para subsanar el sustento diario de cada hogar. Para ir revisando las causas de esta vulnerabilidad de los venezolano frente a la llegada trágica del Coronavirus (COVID-19) se tendría que mencionar que el artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) no se aplica en consideración a que su texto establece que los trabajadores y trabajadoras tiene derecho a un salario que le permita vivir con dignidad y cubrir las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales. En contradicción a este texto es público y notorio que los salarios no están ajustados al costo real de la canasta alimentaria, forjando cada día una brecha incontrolable de diferencia, impidiendo que no se logre comprar ni siquiera el mínimo de los componentes de la referida canasta. Otros son los casos de los jubilados y pensionados por el Instituto Venezolanos de los Seguros Sociales; así como también la condición de los trabajadores informarles es más grave todavía porque no cuentan con ninguna protección, esta descripción sugiere que estamos en presencia de un dinamismo económico destructivo para la dignidad humana. Ahora bien las consecuencias de las medidas por los asuntos pandémicos causan estragos por ello es el deber del gobierno de Venezuela cumplir con el orden constitucional y aplicar el artículo 86 de la Constitución Nacional la cual sostiene que toda persona tiene derecho a la seguridad social como servicio no lucrativo, que garantice la salud y asegure la protección en contingencia de enfermedad, invalidez, enfermedades catastróficas, necesidades especiales, riesgos laborales, perdidas laborales, pérdidas de empleo, desempleo, carga derivadas de la vida familiar y cualquier otra circunstancia de prevención social. El Estado tiene la obligación de asegurar la efectividad de este derecho, creando un sistema de seguridad social universal e integral. Al persistir el estado actual de una parte de la población venezolana, el gobierno estaría faltando a su función de garante de la vida y a la seguridad de la persona razón que se sostiene en momento cuando el Secretario General de las Naciones Unidas Antonio Guterres, denunció el 23 de abril del año en curso que la pandemia Coronavirus (COVID19) es una emergencia de salud pública, pero es mucho más, es una crisis económica, social y humana que se está convirtiendo en una crisis de derechos humanos, reflexionando este pronunciamiento es propio para afirmar, que si una persona no tiene los recursos económicos necesarios para alimentarse, cuidar su salud y proteger a su familia, su existencia es vulnerable, entonces por deducción podemos afirmar que una gran parte de la población de los venezolanos están en situación de vulnerabilidad, premisa que se confirma al mirar la situación circundante del país. La vulnerabilidad de los venezolanos hace pertinente el momento para recapacitar sobre lo escrito por Leonardo Boff, reconocido teólogo, filósofo y ex sacerdote franciscano, de origen brasileño, quien dice, “La economía no puede independizarse de la sociedad pues la consecuencia será la destrucción de la misma sociedad y del bien común. El ideal a ser buscado, es una economía de lo suficiente para toda la comunidad de vida” Dedicado a Edward Quijada, Ana Elisa de Quijada y su descendencia Mi Familia