Movimientos y Perspectivas de Género Rodrigo Mardones Carrasco Las instituciones, como el Estado y la Iglesia, no pueden ser entendidas como dispositivos primeros y elementales, ya que no son datos históricos naturales que tienen una dinámica propia, son productos sociales inscritos en ciertas prácticas y ciertos discursos situados históricamente. En ello radica la importancia de comprender su historia, como se (re) inventa y crea nuevas prácticas. En este sentido es importante comprender, cómo el Estado, que se presenta como un ente omnipresente, en verdad asegura no gobernar demasiado. Éste no persigue la acumulación de poder, riqueza o el crecimiento indefinido, ya que éste es más bien el fin del mercado. En este contexto es que surgen los nuevos movimientos sociales, los cuales les dan a la sociedad un nuevo impulso en nuevas formas de hacer política. En este caso me gustaría referirme especialmente a los movimientos de liberación homosexual. Estos movimientos tratan de alzar una voz crítica y alternativa, ejercer focos de resistencia a la normalización e individuación social, cambiar las relaciones de poder existentes en la familia, la sociedad y la política caracterizadas por el patriarcado, autoritarismo, la homofobia, la misoginia, la violencia de género, etc. todo esto ante el hecho de que el cuerpo sufre una inscripción disciplinaria en nuestra sociedad, a favor de la racionalidad y de la inclusión institucional, hablamos entonces de una sociedad disciplinaria, instaurándose un mundo del orden a través del rechazo del otro. El cuerpo es disciplinado al igual que sus tendencias en nuestros tiempos e instituciones, porque es allí, en aquél territorio, donde se forja la trama de nuestra historia personal y colectiva. Porque nuestro cuerpo no es tan sólo biológico o químico, es también social, histórico y político. Es así como los gobiernos, por medio de sus políticas públicas y las instituciones buscan racionalizaral más puro estilo de la Ilustración-los ámbitos de la vida de las personas-entre ellos la sexualidad-, la población entonces aparece por encima de lo demás como el fin último de los gobiernos. Los medios de control y normalización fluyen en las instituciones y los discursos, el poder no se centra tan sólo en el Estado sino que recorre toda la trama social. Los proyectos de gobernabilidad no parecen ser solamente los emanados desde los decretos centrales sino también de un modelo social donde el Estado es facilitador. Es por ello que digo que, en verdad, el Estado se asegura de no gobernar demasiado. El poder es difuso, por lo tanto menos identificable. En este sentido nace un interés en el Movimiento homosexual ya que su mayor apuesta de reivindicación hace alusión directa a sus cuerpos. Pero no podemos aproximarnos a la gestión de luchas de reivindicación sin antes destacar, que la política no es tan sólo dirigida a nuestro entorno o a otros grupos sino que también a nuestros cuerpos. Para Sartre el cuerpo es vivido y experimentado como el contexto y el medio de todos los esfuerzos humanos1. Las reivindicaciones de género, se dan en contextos patriarcales, donde los cuerpos son un producto, y lo racional se transforma en la explicación de los hechos de la vida. La homosexualidad entonces implica una categoría para reconocer lo que nos parece irracional y aberrante. Las actuales organizaciones nacionales como MOVILH o MUMS, más bien recogen las reivindicaciones hacia el estado y la inclusión y visibilización de sus derechos, pero esto escapa de una visión centralista de su quehacer como resistencia, sino que también deben prestar atención a los procesos de disciplinamiento y constitución de subjetividades que reproducen la femineidad o la masculinidad como dicotómicas, las que son representaciones vacías y jurídicas dentro del orden del deber ser, pero no constituyen en sí una necesidad natural ni tampoco una esencia, más bien se trata de una opción cultural disfrazada de verdad natural2. El cuerpo no tan sólo es espacio para el poder, también lo es para la expresión y la resistencia. 1 2 Butler, J. (s/f). Variaciones sobre sexo y género: Beauvoir, Wittig y Foucault. Ibíd.