Subido por robertorado

Apuntes Parábolas-Tesoro escondido y perla de gran precio

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La parábola del tesoro escondido
44. El reino de los cielos es como un tesoro escondido en el campo, que un hombre
halló y volvió a esconder. Entonces, gozoso por ello, va y vende todo lo que tiene y
compra aquel campo.
Los tres párrafos que ahora se relatan son los últimos de la serie de siete. El lugar que
ocupa en todo el grupo, inmediatamente después de la explicación de la parábola de la
cizaña en medio del trigo, explicación dada a los discípulos (v. 36), su contenido mismo y
la conclusión que los sigue en los vv. 51, 52 (“¿Habéis entendido todo esto?”), muestra que
fueron dichas a los discípulos y no a la multitud. Entonces, su propósito debe de haber sido
“revelar” (vv. 10–12a, 16, 17), y no, también “esconder” (vv. 10–17). (Hendriksen).
Ambas parábolas son una unidad (Tesoro escondido y perla de gran precio).
Primero, una persona por casualidad descubre algo tremendamente valioso; y segundo, la persona
vende todo lo que tiene a fin de conseguirlo. Puede ser un arrendatario del campo.
Tierras invadidas por fuerzas invasoras, la gente enterraba tesoros que no siempre podría
buscarlos después. Morían tal vez otros lo encontraban. No es un hombre rico el que lo encuentra
ya que tiene mucho gozo por el hallazgo.
Había leyes que gobernaban el descubrimiento de tales riquezas. Pasaban a ser del dueño del
campo (por ejemplo como el petróleo en EEUU).
El humilde minero Saniniu Laizer halló un tesoro en las profundidades de la tierra
que le cambió la vida repentinamente.
Laizer encontró dos rocas de tanzanita, un mineral típico del norte de Tanzania y una
de las piedras preciosas más raras del mundo, y recibió por ellas unos US$3,4
millones de parte del Ministerio de Minerales.
El atractivo de la piedra preciosa radica en su variedad de tonos, que incluyen verde,
rojo, morado y azul.
Su valor está determinado por la rareza: cuanto más bello sea el color o la
claridad, mayor será el precio.
Laizer extrajo las rocas, de 9,2 kg y 5,8 kg. Hasta ahora, la mayor roca de tanzanita
extraída en el país había pesado 3,3 kg.
Sin embargo, el hombre se cuidó de no llevarse el tesoro, ni se lo dijo a nadie. Más bien fue y
vendió todo lo que tenía y compró el campo. No quería el campo tanto como el tesoro, pero ser el
dueño legal del campo era la única manera de conseguirlo. El tesoro debe haber sido mucho más
valioso de lo que el campo jamás lo fue.
No se está cuestionando la legalidad del acto. El punto focal de la historia es el tesoro; un tesoro
que valía la pena cualquier sacrificio con tal de poseerlo.
Ejemplo del vendedor de camperas con un reloj en uno de sus bolsillos.
No está explicando cómo llegar a ser creyente; no está mostrándonos el camino para ser salvos,
porque uno jamás puede comprar la entrada al cielo.
Estaban tan metidos en su pensamiento materialista que no podían entender el concepto de que
el Reino «venía» a un individuo.
Lacueva dice el tesoro escondido es la bendición que supone servir a Cristo y ser súbdito del reino
de los cielos. Está escondido a los ojos de la carne, pero aquellos que han sido iluminados por el
Espíritu Santo (Ef 1:18 “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la
esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”),
ven el tesoro (Juan 3:3 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”).
Hay personas que no tienen el concepto de querer tanto algo espiritual para dejarlo todo a
un lado a fin de conseguirlo. Hay quienes no entienden la posibilidad de tener esa clase de relación
con Dios en la que el Espíritu de Dios viene con gran poder, y da una intimidad con el Señor como
jamás pensaron posible. Sin embargo, si uno se da cuenta del potencial de la relación con Dios, ¡se
entusiasmará tanto que estará dispuesto a perder la cabeza con tal de tener más de Dios!
Una vez que uno ha experimentado verdaderamente la unción del Espíritu, el dinero, la
reputación, el amor del mundo, el temor del qué dirán y todo lo demás se vuelve insignificante.
¿Fue necio el campesino al empobrecerse para comprar el campo? ¿Cometió el mercader una temeridad
imperdonable al vender toda su hacienda para comprar una sola perla? A primera vista, sí. Pero el financiero
que triunfa es el que sabe cuándo conviene endeudarse. Lo importante es estar completamente seguro del
valor de lo que se compra. (Dood)
Un comentario excelente de esta parábola es la experiencia de Pablo registrada en su nota
autobiográfica: “Sí, y aún más, ciertamente estimo como pérdida todas las cosas debido a la
sublime excelencia de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien he perdido todas estas
cosas y aún las sigo considerando como basura, a fin de poder ganar a Cristo y ser hallado
en él” (Fil. 3:8, 9a). Pablo había dado con este tesoro repentinamente, en forma inesperada
(Hch.9:1–19).
Debiéramos captar su única e importante lección: el valor incalculable de la salvación para
quienes la descubren y obtienen la posesión de ella ¡sin siquiera haberla buscado!
(Hendriksen)
Hay otra razón por la que esta parábola es importante. Muestra el valor de reconocer esta
oportunidad que se da una vez en la vida, y aprovecharla de inmediato.
Uno tiene que poseer la intrepidez para tomar una decisión de hacer lo que sea con tal de
conseguir esta clase de intimidad con Dios, una relación de unción, sabiduría e inteligencia.
¿Alguna vez se ha apoderado de usted algo como esto? ¿Se da cuenta cómo podría cambiar su
vida si usted se entusiasmara de esta manera?
El descubrimiento fue repentino; no tenía precedentes. Simplemente sucedió, y la vida de una
persona cambió de inmediato.
Cuando uno descubre lo que es verdaderamente auténtico, uno se prepara para perderlo todo
a fin de obtenerlo.
El hombre que halló el tesoro captó la importancia de su hallazgo.
Al instante supo que había hallado algo extraordinario. (Gén 28:16 Y despertó Jacob de su sueño,
y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía).
Al hacer ese descubrimiento el hombre de nuestra parábola decidió guardar el secreto.
¿Se nos puede confiar los secretos de Dios? Pero este hombre guardó el secreto. Escondió el
tesoro, y no se lo dijo a nadie.
Nota: no se dejó guiar por los sentimientos. Calculó el costo. Evaluó lo que había encontrado. No
fue una decisión rápida. De momento. Pensó y actuó. No es una tarea fácil vender todo lo que se
tiene. Nos van a hacer preguntas.
El hombre tomó una decisión rápida y astuta. Lo que esta parábola quiere decir es que cuando uno
descubre algo auténtico, ¡no hay que esperar!
Proverbios 2:1-6
“Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti,
Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia,
Si clamares a la inteligencia, Y a la prudencia dieres tu voz;
Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros,
Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios.
Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la
inteligencia.”
- Proverbios 4:7-9
“Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere
inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará, cuando tú la
hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; Corona de hermosura te
entregará.”
Aunque le cueste todo lo que tenga, consígalo.
I Corintios 9:24: ¿”No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero
uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis”.
Antonio Cruz dice:
La parábola de la perla de gran valor
Mat 13:45-46: También el reino de los cielos es semejante a un
mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla
preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.
Las perlas, obtenidas generalmente en el golfo Pérsico o en el Océano Indico, tenían
un precio fabuloso, muy lejos del poder comprador de la persona promedio. Solamente los
ricos podían adquirirlas. Se dice que Lolia Paulina, esposa del emperador Calígula, tenía
perlas que resplandecían en todo su cabello, orejas, cuello y dedos. (Hendricksen)
El artículo en cuestión era una perla muy fina. La versión Reina-Valera la menciona como la «perla
preciosa», mientras que la Nueva Versión Internacional llama la perla de «gran valor». La frase
griega que se traduce gran valor se usa solo en otro lugar en el Nuevo Testamento,
y es en Juan 12:3, que dice: «María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un
perfume muy caro». En ese versículo la palabra que se traduce muy caro es la misma palabra
griega. (Kendall)
La parábola de la perla de gran valor se refiere a alguien que está buscando, mientras que la
parábola del tesoro escondido describe a alguien que no estaba buscando algo sino que de
casualidad tropezó con un tesoro escondido. Kendall
La parábola de la buena perla alude a una búsqueda de una relación especial con Dios, y no
necesariamente a hallar a Cristo el Mesías. Jesús estaba hablando solo a sus discípulos cuando dijo
esta parábola, pero en parábolas anteriores se dirigía a toda persona. El mensaje de la parábola de
la perla de gran valor se dirige a alguien que ya ama al Señor, a la persona que ha llegado a
conocer a Dios y está buscando una relación especial con él. Kendall
En cuanto a ejemplos de quienes descubrieron “la perla de gran precio” después de una
búsqueda diligente, es necesario hacer una reserva muy importante, a saber, que la vida
humana es muy compleja. Por lo tanto, no es fácil, quizás ni siquiera es posible, dividir a
todos los creyentes cuyas historias se relatan en las Escrituras en dos grupos bien marcados
y decir: “El grupo A encontró la salvación sin ni siquiera buscarla; el grupo B la encontró
después de una búsqueda diligente”. En algunos casos cada parábola se podría aplicar en
cierta medida. Con esa reserva se presentan los siguientes ejemplos, dejando que el lector
juzgue acaso, y hasta dónde, ilustran adecuadamente la parábola de la perla de gran precio,
esto es, el descubrimiento después de la búsqueda: Cleofas y su compañero-Emaús (Lc.
24:29), el eunuco etíope (Hch. 8:26–38), Cornelio (Hch. 10:1–8, 30–33), Lidia (Hch.
16:14), el carcelero (Hch. 16:29–34), y los bereanos (Hch. 17:10–12). (Hendricksen).
La parábola también se refiere a la manera en que las personas hallan esta relación especial.
Algunos parecen tropezar con ella, como el hombre que halló el tesoro escondido en el terreno.
Nos guste o no, así son las cosas. Por eso veremos en la parábola de la viña que hay los que
trabajan todo el día por su recompensa, y otros llegan a trabajar a la hora undécima, y sin
embargo reciben el mismo salario. Hay los que simplemente tropiezan con una relación
especial con Dios, aunque no estuvieron buscándola; Dios permite que esto suceda debido a su
soberanía. Uno podría preguntar: «Pero, ¿qué tal de los que han estado esperando, buscando, y
anhelando una relación especial con Dios? ¿Qué de los que dicen: “¿Hasta cuándo, Señor?
¿Cuánto tiempo debe pasar antes de que me suceda esto?”» Esta parábola es para usted. Kendall
Comentario de Kendall:
1) Campos de pericia: Una mirada más de cerca al texto de esta parábola muestra que se refiere
a tres elementos principales. Al primero de estos lo llamo «campos de pericia».
a) Autoridad reconocida
El comerciante era una autoridad reconocida en su campo de pericia. Otros le hubieran
reconocido como un competente hombre de negocios. No sé cuánto sabe usted de la
historia de las perlas, pero en esos días la gente pagaba a los buceadores para que se
sumergieran buscando ostras. Son personas consagradas que saben la Palabra de Dios y
que conocen al Señor, pero que todavía no tienen esa relación especial con Dios por
medio del Espíritu Santo. A veces conocen su Biblia mejor que los que sí tienen una
relación especial con Dios.
b) Ambición refinada
Lo segundo en cuanto al comerciante era que tenía una ambición refinada. Estaba
buscando precisamente perlas finas. No sé cuántos hombres de negocios había en los
tiempos antiguos tan especializados. ¿Cuántos conoce usted hoy así en la iglesia?
¿Cuántos pueden decir como David: «Una sola cosa le pido al SEÑOR, y es lo único que
persigo: habitar en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la
hermosura del SEÑOR y recrearme en su templo» (Salmo 27:4)?
c) Hay que reconocer lo auténtico
Un punto muy importante en cuanto a este comerciante es que él reconoció lo auténtico.
Cuando vio la perla no tuvo que andar por todos lados pidiendo una segunda opinión:
« ¿Qué piensas de esto? ¿Podrías ayudarme a examinar esta perla?» Cuando se saca la
perla de la ostra, está lista. No se puede mejorar. No hay nada más que uno pueda
hacerle. A diferencia de otras joyas que hay que pulir, sin embargo, uno no la reconocería
necesariamente como de gran valor a menos que fuera un experto.
i) El valor de una perla lo determina, primero que todo, su forma: para que sea
realmente valiosa tiene que ser perfectamente redonda. También se valora por la
pureza de su color: tiene que ser muy blanca. Cualquier color amarillento la devalúa.
También su valor crece por su lisura; no puede tener ni rasguños ni asperezas.
Finalmente, se valora por su tamaño: mientras más grande la perla, más valiosa es. La
historia nos dice que
Cleopatra tenía una perla tan grande que, por las normas de hoy, valdría millones.
Leer Mateo 7:6 (No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los
cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.)
Es lo mismo con la persona que está buscando una relación especial con Dios. Sabe lo
que quiere y no tiene, y lo reconoce cuando llega.
(1) http://www.operla.com/perlas.htm - http://www.operla.com/perlas.htm
2) Expectación activa
El segundo elemento esencial de esta parábola es que nos anima a tener una expectación
activa. Esta es una palabra de reto para los que conocemos bien nuestra Biblia, que ese es
nuestro campo de pericia, pero que conocemos tan poco de Dios mismo. Cuando Jesús habló
de este comerciante escogió sus palabras con mucho cuidado. Noten como lo dijo: «Un
comerciante que andaba buscando perlas finas» (Mateo 13:45). Una persona que siempre
está buscando más de Dios se caracterizará por cuatro cualidades:
receptividad, intimidad, perspectiva y obediencia.
a) RECEPTIVIDAD:
¿Qué quiere decir receptividad? Quiere decir que cuando se está buscando a Dios, no se
trata de restringir las maneras en las que Dios va a obrar. Quiere decir que uno no trata de
limitar a Dios siendo selectivo. Debemos darnos cuenta de que no sabemos nada. A la
mayoría de nosotros nos encantaría que la unción de Dios cayera dentro de nuestra zona
de complacencia, pero raras veces es de esa manera. Manténgase expectante y receptivo.
Siga buscando perlas con la esperanza de que un día hallará la perla que llega una vez en
su vida.
b) INTIMIDAD
Intimidad simplemente significa una relación estrecha. Los que están buscando más de
Dios anhelan una mayor intimidad con él, y ya tienen un nivel de intimidad mayor que el
de los que se sienten complacientes en cuanto a su andar con Dios. Me atraen las
personas que tienen una relación íntima con el Señor. El libro de Hechos nos dice: «Los
gobernantes, al ver la osadía con que hablaban Pedro y Juan, y al darse cuenta de
que eran gente sin estudios ni preparación, quedaron asombrados y reconocieron que
habían estado con Jesús» (Hechos 4:13). El objetivo de la intimidad es conocer al Señor
mejor de lo que uno conoce a cualquiera otra persona.
c) PERSPECTIVA
Tener la perspectiva del Espíritu Santo le capacita a uno a tomar las decisiones correctas
que lo llevarán hacia la meta. Pero cuando se abre a Dios y sabe su objetivo de intimidad
y percepción, Dios le muestra su verdadera identidad. La perla de gran valor se podría
describir como el descubrimiento de la verdadera identidad de uno en el Señor. Cuando
usted halla su llamamiento, vive dentro de esa identidad y no tiene que tratar de ser como
otro; es libre.
d) OBEDIENCIA
Hay algo que se llama obediencia activa, opuesta a la obediencia pasiva, que es
meramente hacer lo que se nos ordena. ¿Está usted simplemente esperando ser como el
hombre con el tesoro escondido? ¿Dice usted: «Voy a esperar hasta que me salga al
paso»? ¿Cuánto quiere usted de Dios?
3) Adquirir excelencia: Habla de poner a un lado todo lo que es de importancia secundaria a fin
de aferrarse a lo más excelente.
Al hacerlo así uno logra cuatro cosas:
a) Lo vende todo
b) Lo entrega todo: Una vez que se ha librado de las cosas que le estorbaban, uno
tiene que escoger nunca permitir que esas cosas se interpongan de nuevo en el camino de
la intimidad con Dios. Esto quiere decir negación propia y olvidarse de la estimación
propia. 2 Cor 5:15 “y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino
para aquel que murió y resucitó por ellos”.
c) Lo sacrifica todo: Una cosa es reconocer un estorbo en la vida y rendirlo voluntariamente
a Dios, y otra muy distinta entregar algo que uno quiere en particular. Hay dos clases de
sacrificio. Uno es el sacrificio a regañadientes en el que renuentemente entregamos algo.
La otra clase de sacrificio se hace con gracia y alegría.
d) Lo consigue todo: Al vender, entregar y sacrificar, ¡en realidad uno lo consigue
todo! ¿Qué es lo que consigue? Excelencia. Uno recibe algo tan maravilloso que no se
puede mejorar. No se puede mejorar la perla. No necesita pulimento, ni se puede tallar; es
simplemente perfecta.
Mateo 16:25-26: Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda
su vida por causa de mí, la hallará.
Mat 16:26 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su
alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?.
Juan 12:24-25. “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y
muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.
Juan 12:25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para
vida eterna la guardará.f Efesios 3:8: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos
los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las
inescrutables riquezas de Cristo”.
¡Eso es lo que Dios quiere hacer! ¿Quién sabe lo que sucederá cuando uno reduce todos
los deseos a una sola ambición refinada, exactamente eso que uno ha estado buscando?
Uno lo vende todo para conseguirlo.
CONCLUSION: hay dos maneras de mirar esta parábola. Una es verla como que trata de
nuestra búsqueda de Dios. La otra es verla como que trata de que Dios nos está buscando.
¿Adivina lo que es cierto en cuanto al que halla esa perla? Halla que Dios estuvo siempre
detrás de la búsqueda. Y le agradece que haya estado siempre con uno, que haya logrado
captar la atención de uno y lo haya hecho quererla más que cualquiera otra cosa. Así que
era Dios quien nos estaba buscando.
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