ICESI MAESTRÍA EN EDUCACIÓN IV SEMESTRE ASIGNATURA: EVALUACIÓN ROBERTO CARLOS BARRAGÁN ROCHA PROFESOR: JOHN ANAYA “No podéis preparar a vuestros alumnos para que construyan mañana el mundo de sus sueños, si vosotros ya no creéis en esos sueños; no podéis prepararlos para la vida, si no creéis en ella; no podríais mostrar el camino, si os habéis sentado, cansados y desalentados en la encrucijada de los caminos.” Celestin Freinet La evaluación: la revisión del camino recorrido Día tras día en la cotidianidad de la escuela nos enfrentamos en la evaluación a preguntas tales como: ¿qué se evalúa? ¿A quién evaluamos? ¿Cómo podemos hacerlo? El afán de lo cuantitativo pareciera ganar la confrontación frente a lo cualitativo. Pero, entonces surge una pregunta más compleja ¿evaluamos para que los estudiantes aprendan a tomar decisiones de forma autónoma y así corresponder a la idea de Kant que ser mayor de edad es hacerse responsable de uno mismo y no cuando se cumplen los 18 años en Colombia? Frente a este último hablaré en la última parte del escrito. Responder a la pregunta ¿qué se evalúa? es responder a las concepciones que habitan en lo que enseñamos y en lo que creemos dentro del proceso de enseñanza/aprendizaje al igual que nos remite a la esencia misma de la escuela (PEI/ horizonte institucional / perfil del egresado). En mi caso particular desde hace unos años trato de evaluar las metas de aprendizaje propuestas, competencias, habilidades sociales y cognitivas, trabajo en equipo, orientación al logro y las capacidades de resolver problemas desde los obstáculos. Frente a la pregunta ¿a quién se evalúa? Tradicionalmente en la historia cercana de los centros educativos se podría decir que a los alumnos (seres sin luz) y precisamente el conocimiento del maestro era el que les permitía salir de la obscuridad. Actualmente en la escuela en la que trabajo se evalúan varios actores; el primero de ellos es el estudiante como sujeto primordial del asunto educativo. Pero cuando profundizamos en la concepción de la evaluación como proceso formativo nos damos cuenta que hay otros actores que deben ser evaluados como los somos los profesores ( eficacia y eficiencia en la orientación de los logros frente a las metas de aprendizaje y el modelo o enfoque pedagógico de la institución educativa), de igual forma se evalúa la institución misma ( PEI) como portadora de una filosofía y una misión-visión que se ofrece a los padres del estudiante y a la sociedad misma. Por último, un actor fundamental son los padres de familia que como representación de la sociedad son los que directamente operan influencia en la formación de hábitos y virtudes que conllevan en acciones en sus hijos. Con respecto a la pregunta ¿cómo se evalúa? O mejor ¿cómo evalúo? Definitivamente podría decir que esta pregunta procedimental se relaciona a las dos anteriores. El describir cómo se evalúa permite visibilizar el qué y a quién se evalúa. Producto de este trinomio podemos encontrar las estrategias y las acciones que facilitan la orientación al logro. En mi caso particular la concepción que desarrollo es la de una evaluación diversa en recursos que permita visibilizar los diferentes estilos de aprendizaje, las diversas formas de pensar y por último que vean en el error una oportunidad de mejoramiento del aprendizaje (fortalezas y debilidades). Los instrumentos que utilizo son el del portafolio, foros, simulaciones, pruebas personalizadas y estandarizadas, preguntas abiertas, juegos simulacros, técnicas artísticas y orales de representación a través de las modalidades de coevaluación, autoevaluación, heteroevaluación y por último procesos de metacognición. Teniendo en cuenta las reflexiones anteriores sobre las preguntas fundamentales que constituyen el marco evaluativo, ahora quisiera adentrarme en las concepciones y creencias que para mí rodean la evaluación. “En la forma que aprendes o eres evaluado determina muchos elementos de la forma como enseñas”, algo así como “en lo que se cree determina lo que uno crea”, a pesar que soy portador cultural de un tipo de aprendizaje memorístico y bastante conductista que me transmitieron en la época escolar, poco a poco como sujeto reflexivo y ahora como profesional en la educación he venido descubriendo que la evaluación es un proceso dinámico , personal-social y que debe responder al contexto y a los retos y metas que se plantea mi disciplina y la institución en la cual trabajo. Mi experiencia desde la investigación formativa me ha llevado a repensarme el tema de la evaluación, dado que cómo acción política hay intrínsecamente un modelo de ciudadano detrás de lo que enseñamos y cómo lo enseñamos. La experiencia de la evaluación como proceso cíclico en el cual todo el tiempo nos evaluamos me llama la atención desde los retos de la diversidad y la multiculturalidad que hoy se dispone desde nuestras aulas de clase. Pero la pregunta clave frente a la concepción de la evaluación no puede reducirse a lo discursivo, finalmente lo que se hace visible desde lo curricular y la evaluación está determinado en las prácticas. Las prácticas evaluativas en las que creo firmemente en la actualidad son las que conducen a la metacognición y a la participación activa de los estudiantes. Evaluar es valorar los avances y dificultades que se plantean en el acto educativo desde lo general (estándar) y desde lo particular (estilos de aprendizaje, inteligencias múltiples y emocional - habilidades comunicativas). DISCURSO SOBRE LA EVALUACIÓN PRACTICAS EVALUATIVAS ( lenguaje del maestro, literatura institucional) ACCIONAR REFLEXIVO DEL MAESTRO COMUNIDAD DE PRÁCTICA EVALUATIVA I.E LAS AMERICAS MODELO ROMÁNTICO- CONSTRUCTIVISTA -SOCIAL COGNITIVO SIELA En mi quehacer educativo despliego estrategias que me hacen mover en los modelos romántico, constructivista y social cognitivo, pero con la esencia de la multiculturalidad y el enfoque problemico. Creo firmemente en el aprendizaje de los estudiantes y en el maestro como un facilitador, acompañante y como potenciador del conocimiento desde lo social con sujetos en un contexto determinado, se enseña y se evalúa en un espacio y tiempo real para permitir una mejor sociedad, un mejor ciudadano que toma decisiones y que se reviste de la virtud del acto educable. Lo más importante es que detrás del modelo evaluativo escogido haya una intención del que, el cómo y el para qué, lo cual permitirá prácticas alineadas, coherentes y pertinentes al modelo institucional.