UNIVERSIDAD SAN CRISTOBAL CALIDAD Y HUMANISMO DOCTORADO EN EDUCACIÓN PRIMER CUATRIMESTRE DRA. KRISTAL DEL ROSARIO LICONA ALCALÁN ACTIVIDAD: ENSAYO “LA EDUCACIÓN EN LA COLONIALIDAD” PRESENTA: GÁLVEZ GARCIA DEYSI YANET OCTUBRE DE 2019 INTRODUCCIÓN Los últimos años de la historia social de la población humana ha estado dominado, fundamentalmente, por una forma de pensar racional y de desarrollo progresivo, tratando de conseguir beneficios que lleven a la mejora de la sociedad moderna. Como componente destacado de esta época, y que tiene especial relevancia, está el hecho de la afirmación del sujeto pensante, es decir del sujeto racional. Es el sujeto, por sí solo, por sus propias fuerzas e intereses, independiente de toda autoridad religiosa, sociológica y política, el que debe encontrar la verdad, entendida como correspondencia con la realidad. Es decir, hay una lucha, una afirmación del racionalismo, una afirmación de la autonomía del individuo, de lo que el individuo puede hacer por sí solo. Examinar los antecedentes del fenómeno educativo y comprender que la educación es una práctica y una reflexión que se lleva adelante en un momento histórico determinado, resulta complicado. Esa búsqueda se transforma en caminos alternativos que abran a la reflexión y a la posibilidad de pensar en los problemas educativos actuales de manera dinámica no reduccionista y sin forzar las relaciones de causa-efecto. Es asumir la heterogeneidad, los límites y las diversas racionalidades que ese hacen presentes en el encuentro con los otros. Entender la educación en estos términos permite asumir las paradojas, las contradicciones y “sospechar de las superficies excesivamente lisas” (Puiggrós, 1996). Desde esta perspectiva proyecto historizar las marcas de la “colonialidad” en la educación para luego situar la discusión en torno a la noción de “liberación” que se presentó a partir de mediados del siglo XX y la incidencia que los debates en relación a este último término tuvieron en la noción de “pedagogía de la liberación” desarrollada por Freire. Desde una reflexión contextualizada del problema dialogar y debatir a partir de distintos enfoques, filosóficos, históricos, sociológicos y pedagógicos para comprender los alcances del concepto de “educación liberadora”. DESARROLLO La educación forma una parte muy importante de nuestra sociedad y hoy en día, es un elemento fundamental para el desarrollo de una sociedad y en consecuencia, de una nación. Sin embargo, la educación nunca ha sido, ni es, una constante. El sistema educativo varía en función de la época y de las situaciones vividas en cada una de ellas, y sobre ésta influyen una serie de variables: pensamiento, ideologías etc. Si hay una parte de la educación que resulta impresionante es su propia historia. La educación va de la mano con la evolución del ser humano, ya que todas las sociedades por más primitivas que sean se apoyan en la enseñanza, además la educación está desde que nacemos (se enseña a comer, a caminar, a hablar, etc.). Podríamos asegurar que la educación asume su origen en las comunidades primitivas y el punto de referencia lo encontramos cuando el ser humano pasa de vivir un estilo de vida nómada a establecerse y ser sedentario; donde ya se beneficia de sus primeras labores, como la caza y la pesca, la agricultura y la recolección de sus alimentos y sobre todo de su supervivencia. A nivel mundial los sistemas de educación más antiguos conocidos tenían dos características comunes; enseñaban Religión y mantenían las tradiciones del pueblo. Un ejemplo muy claro es del antiguo Egipto, donde las escuelas del templo enseñaban no sólo religión, sino también los principios de la Escritura, Ciencias, Matemáticas y Arquitectura (Cruz & Karla, 2018). Alcanzaríamos a decir entonces, que La Pedagogía aparece en el momento en que se depuran técnicas y métodos, con el objeto de tener y aprovechar mejor el conocimiento, así como una herramienta para reflexionar los hechos educativos que cada momento histórico requiere. La conquista de América constituye un momento fundacional y decisivo en la construcción del mundo y de la conciencia moderna. En esa conciencia se va a expresar y galvanizar la tradición de pensamiento aportada por la Europa antigua, traducida por las circunstancias entonces emergentes que la volvieron más compleja. La importancia de puntualizar ésta parte es debido a que de aquí nace la modernidad y la organización colonial del mundo, siendo que a partir de esas referencias se vuelve posible discutir y entender cómo la historia de la Latinoamérica actual ha sido construida y cómo es contada. De acuerdo con lo anterior se entiende cómo las necesidades de la Europa del final de la Edad Media abrieron el camino para el desarrollo del capitalismo y de la modernidad expresándose de una manera económica, religiosa, cultural, legal, política, artística, moral, espiritual, educativa, etc. Europa al conquistar el otro mundo, impone una nueva organización de los "saberes, lenguajes, memoria y pensamientos. De este modo se implanta la geopolítica del conocimiento moderno más conocido como el capitalismo. “La doble colonización del tiempo y del espacio, citado por Mignolo en 2001, dio la pauta para que Europa pudiera ser considerado un punto central planetario en todos los ámbitos sociales, es decir llegar a ser un espacio epistémico (Antunes, 2004). Este apoderamiento europeo hacia sus espacios colonizados llevó, desde unos siglos atrás, a luchas revolucionarias de personajes (para muchos países sus héroes) que repudian las injusticias humanas, con el objetivo de poder desanclar esas ataduras que afectan los orígenes de la humanidad, lo cual provocó la pérdida de culturas, tradiciones, lenguas, educación, etc. El concepto de libertad en la historia del pensamiento humano ha tenido muchas vertientes en cuanto a la interpretación dada. Un concepto que parece ser muy sencillo, en realidad es diverso y complejo; desde las definiciones filosóficas, hasta las psicológicas y sociológicas, por ejemplo, nos brindan una diversidad de pensamientos que incluyen las diferentes formas de entender el concepto de educación. Tal como lo indica José Martí en una de sus frases “la educación y la cultura son conceptos que en ocasiones se identifican, tienen la misión de salvar al hombre, hacerlo más hombre, más humanizado, verdaderamente un ser superior por su sensibilidad y su cultura” (Rubín, 2013). Educación y política siempre han estado vinculadas en la historia de "América". Varios de entre los más grandes pensadores y realizadores de las luchas políticas y los movimientos sociales más representativos de las necesidades y de los anhelos de los pueblos colonizados, en la búsqueda de autonomía y soberanía, han tenido presente que la educación, principalmente la educación escolar, es un elemento primordial en la tarea de construir "otro mundo posible". Ahora bien, la educación es un proceso complejo y multifacético, en el que se transmiten conocimientos, habilidades, valores y costumbres de todo tipo, la cual va de la mano con la instrucción y esta se refiere a la acumulación de conocimientos. José Martí lo define de la siguiente manera: la educación se dirige a la esfera de los sentimientos, es decir, de lo afectivo, por lo que establece la diferencia entre educación e instrucción. Esta última nos explica que se dirige al pensamiento (Rodríguez, 2010). Actualmente, solemos relacionar educación con escuelas, docentes, estudiantes, y todo el aparato institucional que se encarga de garantizar la educación de los ciudadanos. Sin embargo, por medio del estudio de la historia de la educación, es posible conocer el origen de estas instituciones y cómo se han desarrollado a lo largo de la historia, hasta tomar la forma que conocemos hoy en día. De acuerdo con los antecedentes de la sociedad, esta se organizaba por tres principales estratos sociales: la clase gobernante, los hombres libres y los esclavos. La clase gobernante estaba compuesta por políticos y sacerdotes, éstos dirigían los destinos de la nación y eran considerados seres divinos. Los hombres libres o semilibres eran los ciudadanos, quienes pagaban tributos estaban al servicio del rey. Por último, estaban los esclavos, quienes casi siempre eran extranjeros y no tenían ningún tipo de libertad y eran considerados propiedad de su amo, quienes podían ser los hombres libres, los políticos o los sacerdotes. Los diversos cambios que se vienen dando desde siglos atrás, han colisionado una atmósfera de pensamientos críticos y autocríticos que le han dado explicación a la importancia del desarrollo del hombre en la educación y, de esa forma, entender su existencia como tal. El papel de la educación específicamente de la escuela, es fundamentalmente romper con los paradigmas y con el esquema mental impuesto, para lo cual es necesario considerar al sujeto como un ser integral, con capacidad de raciocinio, quien comprende claramente su realidad, su posición frente a su grupo social y las condiciones de éste para su convivencia, siendo parte del desarrollo y el devenir tanto individual como colectivo. Para José Martí el educar no es transmitir conocimientos, ni enseñar la lógica de una ciencia, no es sencillamente instruir, es mucho más, es: “preparar al hombre para la vida” Indudablemente una tarea compleja a la que necesariamente hay que incluir una buena dosis de sentimiento y de amor (Rodríguez, 2010). Esto significa que para éste autor el educar es preparar al hombre para enfrentar la vida y obtener un análisis conceptualizado del mismo para comprender su trascendencia y su vigencia. José Martí aportó a la educación un papel fundamental como elemento de transformación sociopolítica y económica en donde los métodos socráticos fueron reinventados para superar las metodologías conservadoras que acompañaban a la intelectualidad más reaccionaria. Para Martí, la educación debía estar encaminada a la liberación, pero basándose en el conocimiento y en la revalorización de la cultura y los valores latinoamericanos, y en manera alguna podía ser privilegio exclusivo de una clase. Para este pensador cubano la educación estaría destinada a la formación de los fuertes, honrados y cultos ciudadanos sin los cuales, la sociedad serían mera apariencia y no realidad viva de los pueblos. Martí critica a fondo la tendencia a la enseñanza memorística y al ritual predominante de la conferencia en las aulas, reclama respeto para la inteligencia de los educandos, para él la educación debía ser conversando con los educandos, ya que les daba la oportunidad de pensar y de expresar sus ideas. Ésta forma de pensar de Martí sería tan eficiente y valioso para la educación actual. Pero triste realidad, aún existe la educación memorística, aunque se diga lo contrario. Lo anterior debido a que, actualmente, no vemos docentes que platiquen con sus alumnos o dejen que los alumnos expresen sus ideas, por lo menos para nuestro país, ya que para las autoridades educativas es importante y necesario cumplir con un tiempo determinado (ciclo escolar) para cubrir la totalidad de un programa educativo sin importar que es lo que se está aportando dentro de las aulas. Para nuestras autoridades educativas lo importante es cumplir con los temas impuestos en un programa de estudios y para los docentes cumplir con un horario de trabajo. Tal situación hace que ninguna de las partes piense en el alumno: sus capacidades, qué siente, qué piensa o qué necesita. En la actualidad, el personaje de la educación es el docente, el cual conduce al educando en la memorización mecánica de los contenidos. Los educandos son así una especie de recipientes en los que se coloca el saber. Es triste saber que, a pesar de que estamos ya en el siglo XXI, en nuestro país la educación no pasa más allá del cumplir y de tratar de quedar bien con el estado. Es triste saber que como docentes no nos importe el pensar de nuestros alumnos en lugar de conocer sus ideales, a pesar de que vivamos la era de la educación moderna, donde se proyecte obtener ciudadanos competentes para enfrentarse a la sociedad actual. La educación debe tener un papel de suma importancia como elemento de transformación sociopolítica y económica. Sin embargo, es posible apreciar también una notoria diferencia entre ellos en lo que se refiere a los alcances y los contenidos mismos de los proyectos pedagógicos. Paulo Freire por su lado proyecta la educación a los oprimidos, a la clase más necesitada. Este pensador se ocupó de los hombres y mujeres «no letrados», de aquellos llamados «los desarrapados del mundo», de aquellos que no podían construirse un mundo de signos escritos y abrirse otros mundos, entre ellos, el mundo del conocimiento (sistematizado) y el mundo de la conciencia (crítica). Porque para Freire el conocimiento no se transmite, se «está construyendo»: el acto educativo no consiste en una transmisión de conocimientos, es el goce de la construcción de un mundo común (Fernández, 1999). Sin duda, no hay mejor ejemplo que Paulo Freire cuando hablamos del poder transformador que tiene la pedagogía. Freire, al igual que muchos profesores chilenos, ejerció la docencia convencido de que el protagonismo de una clase debe estar en el estudiante y en su contexto; en ello está el poder transformador. La perspectiva de la educación de la liberación se ubica en una horizontalidad de las relaciones humanas, y que, por tanto, implica el diálogo y la continua reflexión acerca de la propia realidad a lo largo del proceso educativo. Se considera liberación porque pretende una suerte de reencuentro de los seres humanos con su dignidad. De acuerdo con el pensamiento de Freire, la educación debe convertirse en un espacio de reflexión y crítica, debe partir de un análisis de la realidad que nos rodea, para comprenderla y en un proceso de aprendizaje mutuo estar dispuestos a transformarla, debe ser un acto de permanente liberación, donde cada uno de los actores alcancen no solo la transformación del mundo, sino también su propia transformación en la que la reflexión y la crítica. La educación debe darse en la escuela, la cual, para Freire, es un lugar donde se hacen amigos, no es solamente el edificio, las aulas, el material didáctico, los profesores, los libros, etc. Para éste pensador la escuela es el espacio donde debe existir la armonía en el trabajo, el estudio motivador, el lugar dónde la gente se conoce con la finalidad de obtener el éxito esperado en los proyectos educativos. En nuestra realidad y partiendo de cómo Freire conceptualiza la educación y la escuela, estamos muy lejos de cumplir con esas características en las instituciones de la actualidad, si hablamos principalmente de nuestro México. Para Freire la educación es para la gente que más lo necesita y en nuestra actualidad, considero que es la que menos oportunidades de estudio tiene (muchos niños, adolescentes y jóvenes que trabajan para dar apoyo a sus familias). Además, cuantas veces en nuestras instituciones educativas vemos la violencia, entre alumnos, entre docentes, entre docentes-alumnos y hasta entre padres y docentes. Cómo alcanzar el éxito educativo para los alumnos si nosotros mismos lo evitamos a toda costa. Cabe señalar, que en la actualidad a nosotros como docentes se nos solicita que debemos cuidar esa parte socioemocional con nuestros alumnos y con todo el personal que labora en nuestras instituciones, pero también es importante indicar que la sociedad actual está viviendo una etapa de estrés económico, los problemas sociales, político, cultural, entre otros aspectos que hacen difícil llevar a cabo ésta práctica de armonía. Por mencionar algunos ejemplos: en las escuelas básicas existen los enfrentamientos entre grupos sindicalistas (charros o democráticos), la snte con el cnte, las diferencias de edades entre docentes y alumnos (nivel medio superior y superior), el personal que lleva los problemas de casa a la escuela o bien los cambios administrativos. Lo anterior nos lleva a que en lugar de mejorar nuestra práctica educativa nos lleva a mantener un ambiente hostil dentro de las instituciones educativas. El pensamiento de Freire se escucha hermoso comparado con la vida real dentro de una escuela. Otro de los pensamientos criticables de Freire es la educación a los más necesitados. Es cierto, los gobiernos mundiales han dado prioridad a los individuos de bajos recursos, marginados, abandonados, migrantes, etc. Para que alcancen una educación, pero es bueno mencionar que muchos de ellos son con intereses políticos que fuera de ayudar afectan a dicha población. Hemos observado que en pleno siglo XXI aun existe la deficiencia en la cantidad de población que recibe una educación escolar debido a los problemas sociales y económicos, así mismo la deficiencia educativa que muchas escuelas públicas aportan, no por la falta de capacidad del personal docente, administrativo o directivo si no por la falta de material didáctico, de infraestructura, tecnológico, etc. Según Freire la educación es para crear hombres capaces de enfrentar al mundo pero no a través del engaño de que te doy una buena educación. Todos tenemos y demostramos la capacidad de aprender y todos tenemos el derecho de hacerlo siempre y cuando se den las oportunidades. Para Freire, una persona adulta puede aprender a leer y escribir y eso hará que pueda recuperar el dominio de la vida y podrá analizar la realidad en la que está viviendo, siempre y cuando no llegue a la manipulación por parte de otros, si no que lo debe hacer por su propia cuenta. Ahora bien, para que el individuo se pueda formar a través de la transformación debe existir la aplicación del aprendizaje. Es decir, no puede existir solamente el aprendizaje teórico, si éste no se lleva a la práctica. Un ejemplo claro está en la práctica de los valores aprendidos dentro de la familia o la escuela, ya que una persona que práctica los valores es una persona exitosa en todos los aspectos de su vida. Cómo dijo Freire, “la palabra verdadera es la praxis, porque los hombres deben actuar en el mundo para humanizarlo, transformarlo y liberarlo” (Fernández, 1999). Es importante mencionar desde el análisis de la praxis, que la escuela es un buen sitio donde debemos practicar lo que acá mucho se ha mencionado. La escuela entendida como dispositivo utilizado con una función social determinada: clasificar socialmente a los sujetos a partir de la homogeneización de los mismos. Construir las subjetividades y los cuerpos de quienes habitarán un mismo espacio, en el transcurso de un cierto tiempo del día, a lo largo de un trayecto de sus vidas, en pos de alcanzar el ideal de ciudadanía que los recientes estados modernos exigirán. El sistema escolar, exige a sus partes, que desarrollen su función dentro del horizonte de sentido determinado. Todo se vuelve un momento necesario en el desenvolverse de la Totalidad. Como señala Dussel (2011), las instituciones no son momentos dispersos sino que son sistemas dados dentro de un mundo cotidiano (Bellocchio, 2012). Además, la práctica debe comenzar desde la escuela, porque no es lo mismo lo que pasa dentro que lo que pasa fuera de ella. En el caso de Enrique Dussel se preocupa principalmente por la historia, de forma particular en la construcción de la historia latinoamericana, con un sentido de participación en el proceso histórico hacia la liberación. Su relato se remonta a los orígenes humanos e incluye temas que van desde los sistemas de creencias y cosmovisiones aztecas e incas hasta los orígenes del cristianismo, el Imperio Bizantino y el papel de la iglesia en la conquista española (Bellocchio, 2012). Dussel también explora la compatibilidad del socialismo con la doctrina cristiana y la posibilidad de un socialismo exclusivamente latinoamericano. El único hilo que corre más prominentemente a través de cada sección es la cuestión de la resistencia a la opresión. Dice Dussel en una de sus entrevistas, la obligación cristiana de superar el pecado de la opresión es a través del compromiso con la acción desinteresada hacia el objetivo de la liberación histórica (Dussel, 2010). Se reconoce normalmente a Enrique Dussel por su propuesta de la filosofía de la liberación, su ética, su política o su filosofía de Marx. En la educación liberadora de Dussel la tarea del educador es la de proporcionar, conjuntamente con los educandos, las condiciones para que se dé el conocimiento verdadero, el que se da a nivel de la acción. La educación liberadora implica un acto permanente de descubrimiento de la realidad y busca la emersión de las conciencias de la que resulta su inserción crítica en la realidad. El educador en este tipo de educación debe creer en los educandos y en la capacidad de estos de crear conocimiento, debe concebir el error como algo natural en los procesos educativos y no penalizarlo como falta grave. Por medio de la educación liberadora, tanto educandos como educadores aprenden a percibir de forma crítica cómo están siendo en el mundo con el que y en el que están. La educación liberadora se fundamenta en la creatividad viendo en ella una forma auténtica de propiciar el conocimiento; el diálogo como acto desvelador de la realidad. Para este tipo de educación, en tanto quehacer humanista y liberador, la importancia de la educación radica en que los hombres sometidos a la dominación luchen por su emancipación superando la falsa conciencia del mundo; por ende este tipo de educación no puede servir al opresor. Por lo tanto, la escuela será cada vez mejor, en la medida en que cada uno se comporte como compañero, amigo, hermano. En una escuela, del nivel del que se trate, existirá el éxito alcanzado de los objetivos planteados cuando exista la armonía, el compañerismo, la solidaridad, la motivación, cuando no existan paredes que obstaculicen el camino del trabajo, de la amistad, de la convivencia. En pocas palabras, en una escuela debe ser fácil estudiar, trabajar y crecer porque existirá la felicidad. Si se analiza lo anterior, podemos descifrar que en nuestro país, principalmente en nuestro estado, por hacerlo más puntual, existen muy poco los éxitos esperados en nuestros centros educativos, debido a que lo que menciona Dussel, Martí y Freire, nada de eso se practica o se aplica en nuestras escuelas. Es posible, que estemos más preocupados en nuestros intereses personales y no en los intereses de nuestros alumnos, que son los que en un futuro necesitarán de las buenas enseñanzas. Muchas veces hemos observado que llegamos a la escuela, cumplimos con nuestras actividades y horario de clases sin voltear a ver las necesidades reales de nuestros estudiantes. Para finalizar, es necesario puntualizar que la educación y la instrucción, entonces, funcionan como instrumento de liberación de los pueblos y debería ser la prioridad de los estados para proporcionar al pueblo el acceso a una vida productiva, a la felicidad y al éxito. CONCLUSIÓN Los desafíos de la modernidad conllevan a repensar la formación y el perfeccionamiento del profesor, supone ver y entender las dinámicas del proceso educativo en todos los espacios, el aula ya no es solo el espacio cuadrado, son todos los contextos que marcan una influencia en el estudiante y desde donde se potencializan y se construyen los conocimientos. Toda propuesta en educación está en la obligación de abordar las características que marcan el desarrollo social, cultural, económico educativo de nuestro país; por lo tanto, le compete reflexionar sobre el tipo de sociedad a la que aspiramos y plantear los ajustes que desde la escuela se pueden hacer. La ingenuidad de muchos de nosotros los docentes consiste en pensar que ésta es la educación sistemática de la sociedad que se pretende transformar, y que, más bien, actúa como un instrumento de control social que debe preservarse. En realidad, la educación no tiene autonomía y, por ende, no participa de la transformación social. Una educación ligada a las estructuras políticas y económicas de las clases sociales responde a los intereses y aspiraciones de la clase dominante; no se debe creer que la educación sea únicamente una cuestión técnica y pedagógica y que, por lo mismo, no se deba mezclar con la política. La verdadera educación puede hacer que los seres humanos se trasciendan a sí mismos, se concienticen y constituyan a los individuos en sujetos de acción social, política, además de garantizar la dignidad humana. “El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos”. José ;artí BIBLIOGRAFÍA Antunes, A. (2004). América Latina: educación y colonialidad. Estudios Sociológicos , 151168. Bellocchio, M. (2012). La pedagogía como praxis de liberación, en la filosofiá de Enrique Dussel. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. 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