PALABRAS DE PRESENTACIÓN DEL LIBRO “EL RETORNO DE HENOCH” Parafraseando al Il:.H:. André Roux, ex Gran Maestro de la G:.L:.N:.D:.F:. hay que decir, que a los hombres y mujeres de nuestro tiempo se nos presenta una paradoja: la civilización que hemos implantado es precisamente la causante de los males que padecemos. Tal parece como si eso que llamamos progreso, se hubiese vuelto contra la humanidad. Lo que demuestra que el valor de una época no depende tanto de la civilización como de la genuina cultura; entendiendo por este término la plena realización y exaltación de virtualidades humanas, fundamentada en los grandes Principios trascendentes. Progreso, desarrollo, sana economía, etc, son logros muy deseables, siempre que no se limiten a la mera difusión de la tecnología, cuyo único fin sólo apunta al crecimiento de la producción de cosas, en detrimento de los verdaderos valores del ser humano. Como decía Gabriel Marcel: “cuanto más progresan las técnicas, tanto más retrocede la reflexión…” El progreso al que aspiramos es el que abarque en su integralidad todos los aspectos del ser humano: ser que es perfectible y que puede elevarse hacia lo verdadero, lo hermoso y hacía el bien, es decir hacia los atributos propios de su Ser Real y Verdadero. El llamado progreso y desarrollo de nuestro tiempo, nos ha convertido en verdaderos gigantes súper desarrollados desde el punto de vista material, pero al mismo tiempo en enanos sub desarrollados desde el punto de vista espiritual. Es precisamente esa gran carencia de genuina espiritualidad, la causante de la mayor parte de los males que padecemos. Al perder de vista, la meta de su realidad trascendente, el “alimento del alma”, el individuo se convierte en un neurótico, enfrentado a un medio adverso, totalmente incapaz de colmar sus necesidades anímicoespirituales. ¿Qué puede esperarse de tales insatisfechos por millones? Sencillamente, un conjunto de seres que reaccionan en neurosis colectivas, que van de convulsión en convulsión, directamente a un estado de “epilepsia social”. Y ¿cuál es el remedio que les ofrece el establishment a esas masas inconformes y alienadas? En primer lugar, una publicidad que explota, moldea y altera las ocultas debilidades humanas y hasta sus perversiones, en provecho exclusivo de los intereses crematísticos. Según ellos, el hombre que triunfa es el que compra determinada marca de carro, perfume o zapatos. Triunfar sería tener un yate, un avión jet, tarjetas de crédito ejecutivas, frecuentar los más caros restaurantes; en fin: “vinos, mujeres y canciones”. Sin embargo, ¿por qué entonces continúan habiendo tantísimos ejecutivos depresivos, inconformes, neuróticos y alcohólicos? Sencillamente porque las cosas no son el verdadero remedio para sus males, no importa que las impregnen o las ahoguen en alcohol o en sexualidad exacerbada. Únicamente mediante una verdadera mutación de su psiquis dividida, podrán salir de la crisis y elevarse a otro estadio más evolucionado y confiable. La era que estamos a punto de comenzar dará inicio a una extraordinaria transformación en el orden espiritual de la humanidad. Lo que nuestros antiguos Maestros anunciaron como “El Retorno de Henoch” corresponde a la aurora de esa nueva humanidad, que ya ha comenzado a surgir entre nosotros en dos grandes vertientes: una juventud despierta, de gran perspicacia, con inquietudes trascendentes, un profundo deseo y voluntad de cambio, y el extraordinario papel decisivo que la mujer va a jugar en la reestructuración de un mundo nuevo. En esta sentido, Venezuela está llamada a convertirse en un centro irradiante de altísima cultura espiritual en los próximos años que se avecinan. Preparémonos para esa gran empresa integral que puede llegar a rebasar el tiempo y la historia, porque su proyección es de orden universal, como la raza cósmica que la culminará. Fermín Vale Amesti (Albanashar Al Wali) Caracas, 18 de noviembre de 1994