El placer de vivir Noé Epifanio Julián No hace falta asistir a la escuela para practicar la filosofía, lo demostró el hijo de una comadrona y de un pulidor de piedras, Sócrates, el primer filósofo asesinado por la democracia en Atenas. Se le acusó de no creer en los dioses y corromper a los jóvenes por enseñarles a ser libres, pues decía que no hay mejor gobierno que el de uno mismo. Cuando uno lleva correctamente las riendas de su vida descubre que es innecesario que un gobierno ajeno dicte lo que tiene que hacer cada día. La filosofía es un oficio peligroso, capaz de irritar a los representantes del Estado y, en ese sentido, todo aquél que quiera ser filósofo, como Sócrates, corre el grave riesgo de morir asesinado. Esto último no debe asustar a los novatos en el área, porque la muerte es una mentira que el Estado inventó para reglamentar nuestras vidas; si no tuviéramos consciencia de las implicaciones del nacer, conocimiento que no da la familia (célula social que auspicia la supervivencia del poder político), la muerte no nos amedrentaría. La muerte no es nada y nada tiene que ver con nosotros –lo dijo Epicuro, otro filósofo griego, porque cuando nosotros estamos la muerte no está, y cuando la muerte está es que ya no estamos. Entonces, ¿por qué sentir miedo por algo que de ninguna manera nos afecta? Quien esté preocupado consumirá neciamente (con lamentos, sollozos y vituperios) su vida; no obtendrá de ella ningún disfrute y no podrá experimentar la beatitud (felicidad). Sin embargo, ésta última no se encuentra arraigada en su longevidad sino en el mayor número de placeres hasta en su más breve trance. Texto publicado en la revista Valor universitario, año 3, núm. 22, UAEMéx, Toluca, México, 2011. 1 No se debe confundir el placer con el consumismo. El primero se da gratuitamente y lo obsequia la vida; el segundo se debe pagar y Sócrates, según nos enseñó, afirma que de esto no se puede obtener nada bueno. A los que quieran iniciarse en esta materia les tocará descubrir y experimentar la felicidad de vivir, tanto en una academia como fuera de ella. La filosofía no se ejercita en determinadas horas del día ni en un sitio determinado, es una actividad que se ejerce durante toda la vida. ¿Qué es más excitante: una agonía larga y triste, producto de un sometimiento, o una vida feliz que se agita en múltiples aventuras y desafía todos los peligros con el pensamiento? 2