La historicidad y origen de la resurrección de Jesús ha sido objeto de la investigación y el debate histórico, así como un tema de discusión entre los teólogos. Los relatos de los Evangelios, incluyendo la tumba vacía y las apariciones del Jesús resucitado a sus seguidores, han sido interpretados y analizados en diversas formas, y se han visto de manera diversa, como relatos históricos de un evento literal, como relatos exactos de experiencias visionarias, como parábolas escatológicas no literales, y como fabricaciones de los primeros escritores cristianos, entre varias otras interpretaciones. Se ha sugerido, por ejemplo, que Jesús no murió en la cruz, que la tumba vacía fue el resultado del robo del cuerpo de Jesús, o, como era común con crucifixiones romanas, que Jesús nunca fue sepultado. La creencia en un futuro, en general la resurrección de los muertos, era común en el judaísmo del Segundo Templo, y fue un tema largamente debatido entre los judíos religiosos durante el período histórico que vio el surgimiento del cristianismo como una religión distinta. En el contexto del judaísmo de finales del Segundo Templo (c. 516 a. C.–70 d. C.), la resurrección de los muertos era una doctrina sostenida por la mayoría de los judíos palestinos del siglo I. Los fariseos, un popular movimiento religioso dirigido por los rabinos, señaló su creencia en una resurrección que venía en el fin de los días a partir de textos bíblicos tales como Isaías 26:19 y Ezequiel 37:5,1 2 y considerado como un parte clave de la Era Mesiánica, mientras que sus oponentes, los saduceos, no sostenían estas creencias.3 La creencia era especialmente relevante en el contexto del martirio, con la advertencia de los fariseos de serias consecuencias para quienes lo negaran.3 La Mishná, una codificación del siglo III de la farisaica Torá Oral, redactada por Yehudah Hanasí y posteriormente incorporada en el Talmud, contiene numerosas referencias a la resurrección de los muertos, incluyendo lo siguiente en Tratado Sanedrín: Todo Israel tiene una porción en el mundo por venir, porque está escrito: «Tu pueblo son todos justos, ellos heredarán la tierra para siempre; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para que yo sea glorificado». Pero los siguientes no tendrán parte en ella: Quienes sostienen que la resurrección no es una doctrina bíblica, que la Torá no fue revelada por Dios, y un hereje.4 Aunque los desacuerdos sobre los detalles exactos y el momento del evento han persistido,2 (con Maimónides se sugiere que se llevará a cabo después de la inauguración del reino mesiánico y sin la participación de los órganos corporales)2 la creencia en la resurrección ha seguido siendo un factor importante en la escatología judía. En la Baja Edad Media, la creencia en la resurrección de los muertos se convirtió en una parte firmemente establecida de la ortodoxia judía, codificada como la última de los trece principios de fe de Maimónides.2 Es objeto de múltiples oraciones en la liturgia judía diaria,2 incluido en el Elohai Neshama y en la segunda bendición de la Amidá.2