BLOQUE 5. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788-1833) LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO 5.1. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA: ANTECEDENTES Y CAUSAS. BANDOS EN CONFLICTO Y FASES DE LA GUERRA. 5.2. LAS CORTES DE CÁDIZ. LA CONSTITUCIÓN DE 1812. 5.3. EL REINADO DE FERNANDO VII: LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO. EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS AMERICANAS: 5.1. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA: ANTECEDENTES Y CAUSAS. BANDOS EN CONFLICTO Y FASES DE LA GUERRA. Carlos IV, hijo de Carlos III, sucede a su padre a la muerte de éste en 1788. Casado con María Luisa de Parma y de carácter débil delegó en ésta gran parte de su poder. Además el estallido de la revolución francesa marcará todo su reinado. En principio, y siguiendo el consejo de su padre, mantuvo el equipo de gobierno anterior, cuya figura principal era el Conde de Floridablanca. El objetivo de este gobierno, era continuar con la política reformista inspirada en las ideas ilustradas de la etapa anterior. Pero el estallido de la revolución en Francia en 1789 obligó a Floridablanca, a realizar un cambio en su política suspendiendo las reformas y estableciendo una serie de medidas, “cordón sanitario”, que trataban de evitar la entrada en España de cualquier información procedente de Francia. Así pues, se prohibió la entrada de propaganda revolucionaria, de libros de cualquier clase, se controlaron las aduanas y a los residentes extranjeros, se intervino la correspondencia, se censuró la prensa cerrando algunos periódicos e incluso se prohibió la enseñanza del francés o la salida al exterior de estudiantes españoles. Sin embargo, dichas medidas no lograron evitar que se difundieran las noticias procedentes del país vecino, lo cual, unido a la tensión producida con el gobierno francés y las intrigas de la Corte, acabaron causando la destitución de Floridablanca en febrero de 1792 que fue sustituido por el Conde Aranda. Aranda permaneció 9 meses en el cargo. Frente a los partidarios de la guerra defendió una política de neutralidad consciente de las dificultades financieras y del interés estratégico de la alianza con Francia, para evitar la expansión de Gran Bretaña en el mercado colonial americano. En verano de 1792 la Asamblea Legislativa francesa acusó a Luis XVI de traición y votó su destitución proclamando la República. Dicho acontecimiento, unido nuevamente a las intrigas cortesanas, causó la caída de Aranda en noviembre siendo sustituido por Godoy. Manuel Godoy, valido de Carlos IV y amante de la reina, dirigirá la política española durante el resto del reinado. Godoy era un hombre ilustrado y culto pero sin experiencia política alguna y de baja posición social; esto unido a su gran influencia sobre el monarca le granjeo la enemistad de la corte, sobre todo de la nobleza y del príncipe Fernando que le consideraban un advenedizo. Las primeras actuaciones de Godoy se encaminaron a intentar salvar la vida de Luis XVI presionando a la Convención francesa. Sin embargo, no pudo evitar la condena del rey, que fue ejecutado en enero de 1793. Este hecho desencadenó la declaración de guerra a Francia en marzo de ese mismo año, en la que España se unió a una coalición internacional de la que formaban parte Austria, Prusia, Rusia, Inglaterra y Nápoles, entre otros. Esta guerra se conoce con el nombre de Guerra de la Convención o de los Pirineos, y tras unos primeros éxitos iniciales (campañas del general Ricardos en Cataluña) pronto se convirtió en un desastre militar. Los franceses rechazaron el ataque y atravesaron la frontera, tanto en Cataluña como en el País Vasco. La guerra concluyó con la Paz de Basilea en 1795, por la cual los franceses se retiraron de los territorios ocupados; a cambio Francia obtenía un trato preferencial en el comercio colonial y la parte española de la isla de Santo Domingo. Paradójicamente, Godoy recibió por este acuerdo el título de Príncipe de la Paz. A partir de la firma de la Paz, Godoy decidió dar un giro a la política exterior retomando la tradicional amistad con Francia expresado a lo largo del siglo con los Pactos de Familia. Así pues, en 1796 se firmó el primer Tratado de San Ildefonso por el cual Francia y España se comprometían a prestarse ayuda militar en el caso de que alguna de las dos partes entrase en guerra con Inglaterra. En noviembre de 1796 estalló la guerra contra Gran Bretaña. Los ingleses ocuparon la isla de la Trinidad y el comercio colonial quedó colapsado. La impopularidad de Godoy iba en aumento, a las derrotas militares se unieron la pérdida de apoyo por parte de la reina y las primeras desamortizaciones aplicadas a una parte de los bienes raíces eclesiásticos (hospitales, hospicios, cofradías, casas de misericordia...). Todo ello hizo que en marzo de 1798 Godoy presentase su dimisión al rey, aunque conservó su influencia en la corte. En los años siguientes se sucedieron diversos ministerios (Saavedra, Jovellanos, Urquijo) que intentaron solucionar el principal problema del país, el pago de la deuda y déficit comercial. Las guerras habían provocado la quiebra de hacienda: se habían reducido los ingresos procedentes del comercio americano, y los vales reales, emitidos para obtener fondos, se habían depreciado constantemente. Para paliar el problema el gobierno decidió aumentar la presión fiscal y continuar con las desamortizaciones eclesiásticas. A todo ello hay que unir las permanentes crisis de subsistencia provocadas por las malas cosechas. Mientras en Francia se habían producido cambios políticos. En 1799 Napoleón dio un golpe de estado y se puso al frente de un consulado de tres miembros. Unos años más tarde fue coronado Emperador de los franceses. En 1800 España y Francia firmaron el segundo Tratado de San Ildefonso reforzando la alianza, y en marzo de 1801 Godoy volvió a dirigir el gobierno. Ese año tuvo lugar la guerra con Portugal, llamada Guerra de las Naranjas. Debido a la alianza firmada con Francia tras el tratado de San Ildefonso, España se había comprometido a conseguir que Portugal abandonara sus relaciones de amistad con Gran Bretaña. Tras el escaso éxito de la diplomacia española, el 27 de febrero de 1801 España declaró la guerra a Portugal que concluyó con la Paz de Badajoz, por la cual España obtuvo la plaza de Olivenza y Portugal se comprometió a cerrar sus puertos a los buques británicos. Mientras tanto, las hostilidades entre Francia y Gran Bretaña continuaron y en 1805 tuvo lugar la batalla de Trafalgar que supuso el fin del poderío naval español y la pérdida del control de las rutas oceánicas ahora en manos de los ingleses. Napoleón optó entonces por establecer un bloqueo continental contra Gran Bretaña con el fin de eliminar el comercio británico y organizar la economía europea al servicio de Francia. Así pues, en 1807, España y Francia firmaron el Tratado de Fontainebleau por el cual el gobierno español autorizaba el paso de las tropas francesas por el país con el objetivo de invadir Portugal, que se había resistido a apoyar el bloqueo contra Inglaterra. El tratado también preveía la división de Portugal en tres partes: el norte para la reina de Etruria (a cambio de ceder sus estados italianos a Francia) el sur para Godoy, con el título de Príncipe de los Algarbes, y el centro se reservaba para futuras negociaciones con Gran Bretaña. Ese mismo año tuvo lugar el llamado Proceso del Escorial, que puso fin a una conspiración dirigida por el príncipe Fernando para derrocar su padre. Tras la firma del Tratado de Fontainebleau, las tropas francesas entraron en España llegando hasta Lisboa y obligando a la familia real portuguesa a refugiarse en Brasil. Godoy desconfiando de las intenciones de Napoleón y temiendo que se tratara de una invasión decidió sacar a la familia real de Madrid y llevarla hacia el sur, con el objetivo de escapar hacia América si fuera necesario. La noticia del traslado originó el estallido del Motín de Aranjuez en marzo de 1808. El motín fue una revuelta popular instigada por el partido cortesano, los “fernandistas”, partidarios del príncipe Fernando y enemigos de Godoy que aprovechando el descontento popular causado por las malas cosechas, las epidemias, la presión fiscal y la entrada de las tropas francesas en el país provocaron la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo, que es proclamado rey. Tras el Motín de Aranjuez, Fernando VII regresó a Madrid, donde las tropas de Murat habían llegado unos días antes. Se inició así el primer reinado de Fernando VII que duró dos meses hasta las abdicaciones de Bayona. Carlos IV arrepentido de haber abdicado recurrió a Napoleón para recuperar la corona. Napoleón que no aceptaba a Fernando como rey, los citó a los dos en la ciudad francesa de Bayona. Fernando VII accedió a reunirse con su padre y con Napoleón para conseguir el reconocimiento de su legitimidad como rey por parte del emperador. Tras varios días de negociaciones y amenazas, Napoleón consiguió que Fernando abdicase en su padre y obligó a éste a cederle sus derechos al trono al propio emperador, que decidió ceder la corona española a su hermano, José Bonaparte, proclamado rey como José I. Estos hechos se conocen como las abdicaciones de Bayona. Cuando Fernando partió para Bayona dejó en Madrid una Junta de Gobierno, presidida por su tío el infante D. Antonio, para que junto con el Consejo de Castilla gobernasen en su nombre mientras él estuviera fuera. Tras conocerse la noticia de las abdicaciones, tanto la Junta de Gobierno como el Consejo de Castilla le prestaron su apoyo al nuevo rey, José I. Éste también contó con el apoyo de los afrancesados, intelectuales e ilustrados que consideraban que la política de José I era la única manera de que en España se llevasen a cabo las reformas que el país necesitaba. El pueblo los consideró traidores y en 1814 tras la derrota napoleónica la mayoría se exiliaron y los que se quedaron en el país fueron duramente reprimidos por Fernando VII. Existían dos grupos de afrancesados: Colaboracionistas: pensaban que el cambio dinástico permitiría llevar a cabo las reformas que el país necesitaba. Estaban a favor de una monarquía autoritaria que fuese capaz de realizar reformas pero que al mismo tiempo evitase la revolución. Juramentados: Apoyan a José I para evitar la represión. Piensan que la guerra es innecesaria porque ya estaba perdida de antemano; también creen que es necesario mantener en las zonas ocupadas una administración española para evitar que España se convierta en un país satélite de Francia. Para dar a su reinado un carácter reformista que cambiase gradualmente las bases del Antiguo Régimen, elabora junto a una asamblea de notables reunida en Bayona el llamado Estatuto de Bayona: ⮚ es considerado una Carta Otorgada y no una Constitución ya que no fue elaborado por los representantes del pueblo reunidos en Cortes, sino que es el rey quien “otorga” el nuevo texto a la nación. ⮚ Además no contiene ni declaración de derechos ni división de poderes. ⮚ El estatuto establece un sistema político basado en la monarquía autoritaria. ⮚ El rey es la cabeza del estado y la máxima autoridad en el poder ejecutivo ya que tiene la potestad de nombrar y destituir libremente a los ministros que apenas poseen autoridad. ⮚ El poder legislativo también pertenece al rey; ⮚ las cortes de carácter estamental no tienen iniciativa legislativa y no tienen derecho a introducir reformas o enmiendas a los proyectos de ley presentados por el rey. ⮚ Aunque no existe una declaración de derechos, éstos se encuentran dispersos por todo el texto: libertad de propiedad, libertad de expresión, libertad de industria y comercio, igualdad impositiva, igualdad jurídica, etc. Frente a los afrancesados, la mayor parte de la población rechazó al nuevo monarca levantándose en armas contra las tropas francesas instaladas en España dando comienzo así a la Guerra de la Independencia. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Mientras Carlos IV y Fernando VII estaban en Bayona se produjo de forma espontánea un levantamiento popular en Madrid. El dos de mayo se extendió por la ciudad la noticia de que se preparaba la salida del infante Francisco de Borja, hijo de Carlos IV, y último miembro de la familia real que permanecía en la capital. El pueblo, temiendo un secuestro, se concentró frente al palacio real donde se produjo el choque con las tropas francesas de Murat seguido de incidentes y enfrentamientos por toda la ciudad. En la lucha participó únicamente el pueblo, ya que la mayor parte del ejército y las autoridades legales (Junta de Gobierno y el Consejo de Castilla) no secundaron el levantamiento. Las tropas francesas aplastaron la revuelta desencadenando una dura represión, sin embargo esa misma tarde el alcalde de Móstoles, Andrés Torrejón, dictaban un bando llamando a la lucha contra los franceses. Tras las noticias de las abdicaciones de Bayona se generalizaron en el país una cadena de levantamientos contra las tropas francesas y el nuevo monarca, José I. La pasividad tanto del ejército español como de las autoridades legales (Junta de Gobierno y Consejo de Castilla) frente a la invasión francesa dieron lugar al nacimiento de las Juntas ciudadanas: ⮚ Las Juntas surgieron al margen de las autoridades legales, ante el vacío de poder, y en defensa del país. ⮚ Su creación fue un acto de soberanía ya que asumían la autoridad en nombre del pueblo que por primera vez se convertía en protagonista de la acción política. ⮚ Aunque son soberanas no cuestionaban la monarquía pero rechazaban a un rey francés. ⮚ Las Juntas estaban formadas por miembros de la nobleza, del clero, de la burguesía, de las profesiones liberales etc., es decir, aglutinaban a diferentes grupos ideológicos unidos por su oposición a los franceses y por la defensa de la independencia de España y de la monarquía de Fernando VII “el deseado”. Las juntas locales organizaron las juntas provinciales y en septiembre de 1808 se creó en Aranjuez, la Junta Suprema Central. ⮚ El objetivo de la Junta Central era coordinar la actuación política y militar de todas las juntas para luchar contra los franceses. ⮚ Asumió el poder en nombre del pueblo y se autoproclamó soberana. ⮚ Ni el Consejo de Castilla ni la Junta de Gobierno aceptaron nunca la autoridad de la Junta Central ya que suponía una usurpación del poder soberano que pertenecía al rey y a los funcionarios nombrados por éste. La Guerra de la Independencia abarca desde 1808 a 1814. Se trata de un levantamiento de carácter popular frente al invasor. También fue un conflicto civil entre los afrancesados y los patriotas; y por último fue un conflicto internacional entre Francia, Gran Bretaña y España. El ejército francés era muy superior numéricamente y estaba mejor preparado para la guerra que el español. Sin embargo, los españoles contaban con las guerrillas, con la resistencia en las ciudades y con la ayuda naval británica que permitió el abastecimiento de las ciudades costeras asediadas y el transporte y desembarco de las tropas. Podemos distinguir tres fases en el desarrollo del conflicto: 1. Junio - Noviembre de 1808: ⮚ En esta primera fase se produjo el despliegue del ejército francés que ocupó el norte y el centro de la península. ⮚ El hecho más importante fue la victoria española en Bailén por parte del general Castaños. ⮚ Andalucía quedó libre de los franceses. ⮚ José I abandonó Madrid y se trasladó con la corte a Vitoria. 2. Noviembre de 1808 - Junio de 1812: ⮚ Se caracteriza por la hegemonía militar francesa y por la actuación de las guerrillas. ⮚ Ante las derrotas sufridas, el propio Napoleón decidió intervenir entrando personalmente en España al frente de un gran ejército conocido como la Grand Armée. ⮚ El avance de Napoleón hacia el sur fue muy rápido. Tras la conquista de Madrid y de Zaragoza y se dirigió al noroeste para frenar el avance de las tropas inglesas que habían entrado en España desde Portugal. ⮚ La campaña militar fue un éxito y José I regresó a Madrid. ⮚ Mientras tanto, para ganarse el apoyo de la población, Napoleón dictó una serie de decretos por los cuales abolía el feudalismo, suprimía la Inquisición y reducía el número de conventos. ⮚ Sin embargo, tras el estallido de una nueva guerra en Europa Napoleón tiene que abandonar España. A partir de este momento entran en escena las guerrillas. Las guerrillas son pequeños grupos de civiles y militares que conocen muy bien el terreno y que cuentan con el apoyo de la población civil que le proporciona víveres, información y escondite. Su objetivo consiste en volver a reocupar el territorio conquistado por los franceses e instigar a la población a la resistencia. Los guerrilleros evitan el enfrentamiento en campo abierto, en vez de ello utilizan la guerra de desgaste con emboscadas y enfrentamientos rápidos. Por un lado, minan la moral del adversario y por otro le obligan a una gran dispersión de fuerzas al tener que emplear muchos hombres en misión de escolta, vigilancia y control de la retaguardia. Además, las guerrillas colaboraban con los ejércitos español e inglés y desde 1810 contaban con el reconocimiento legal de la Junta Central. ⮚ Mientras la guerrilla actuaba en las zonas rurales y montañosas, el ejército hispano-británico era derrotado por el ejército francés en Ocaña. Esta derrota militar obligó a la Junta Central a trasladarse a Cádiz que era la única zona de Andalucía no ocupada por los franceses. 3. Junio de 1812 - marzo de 1814: ⮚ En esta fase la guerra coincidió con la campaña en Rusia por lo que Napoleón se vio obligado a retirar parte de su ejército de la península para dirigirlo al frente ruso. ⮚ Aprovechando la debilidad francesa, el ejército hispano-británico recuperó Andalucía. ⮚ A partir de este momento la guerra se convirtió entonces en una gran ofensivo hispano-inglesa en persecución de las tropas francesas en constante retirada hacia el norte. ⮚ Tras las victorias de Arapiles (1812), San Marcial y Vitoria (1813) el ejército hispano-británico entró en el sur de Francia. ⮚ El emperador, derrotado también en Alemania, buscó un acuerdo que garantizase la paz en los Pirineos, y así el 11 de diciembre de 1813 firmó el Tratado de Valençay ( diciembre de 1813 ) por el cual Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España y de las Indias. Éste se comprometía a respetar a los afrancesados y a pasar una pensión vitalicia a sus padres exiliados en Roma. ⮚ A principios de 1814 las tropas españolas se retiraban del sur de Francia y Fernando regresaba al país tras seis años de ausencia finalizando así la guerra. 5.2. LAS CORTES DE CÁDIZ. LA CONSTITUCIÓN DE 1812: Los hechos sucedidos en Bayona (abdicaciones) abren una situación anómala, al no aceptar la mayoría de los españoles al nuevo rey, José I, hermano de Napoleón Bonaparte. La situación será aprovechada por los liberales españoles para llevar a cabo una revolución y terminar con el sistema absolutista. La culminación de este proceso será la aprobación de la primera Constitución española en 1812. José I intentó llevar a cabo durante su reinado un proceso de reformas, contando con el apoyo de un reducido grupo de españoles, conocidos como afrancesados. Éstos, una minoría procedente de las capas ilustradas, pensaban que la nueva dinastía, surgida de la Revolución Francesa, podría acometer la necesaria reforma y revitalización del país. En este sentido, Napoleón reunió en Bayona a un grupo de notables españoles, con la misión de elaborar una Constitución, en realidad Carta Otorgada, conocida como Estatuto de Bayona, que será aprobada en junio de 1808. Esto es un intento de conjugar la autoridad real con una serie de concesiones de carácter liberal. La labor del gobierno josefino fue completada con otras medidas posteriores, entre ellas la supresión de la Inquisición, la reducción del número de conventos, la abolición de los señoríos jurisdiccionales, la eliminación de las barreras aduaneras interiores, la reorganización de la administración y la desamortización de parte de las tierras y bienes de la Iglesia. En la práctica dichas medidas apenas tuvieron repercusión, al coincidir con la guerra y al no controlar el gobierno bonapartista gran parte del territorio peninsular. Mucho más importante es el proceso que tiene lugar entre los españoles que no aceptan al nuevo rey y mantienen su apoyo a la anterior dinastía. Tras las abdicaciones de Bayona y los sucesos del 2 de mayo en Madrid, se crea una situación de vacío de poder, al no aceptar la mayoría de los españoles a José I pese al apoyo que éste recibe de las autoridades “legales”, como el Consejo de Castilla o la Junta de Gobierno creada por Fernando VII para gobernar en su ausencia. En la mayoría del país surgieron Juntas locales, que ocupan ese vacío, y que darán origen a las Juntas Provinciales de Defensa. Éstas, formadas por miembros de las oligarquías locales, gobiernan en nombre de Fernando VII, pero en realidad se hacen depositarias de la soberanía nacional. En Zaragoza, el general Palafox convoca las viejas cortes estamentales del reino de Aragón, que Felipe V había suprimido en 1707, y éstas le nombran Capitán General. La necesidad de coordinar la resistencia lleva en septiembre de 1808 a la formación de una Junta Suprema Central en Aranjuez, presidida por el anciano conde de Floridablanca. Esta junta organizará la resistencia militar, y al mismo tiempo impulsará la reorganización política. Formada por una treintena de miembros, predominan en ella los reformistas moderados, como Jovellanos. La Junta decide agrupar los distintos consejos del reino en un Consejo Supremo, con carácter consultivo. La decisión más importante de la Junta fue convocar Cortes Generales Extraordinarias. Dicha convocatoria se realiza en enero de 1810, aunque no pudo ser la Junta la que la que la realizara. A finales de enero, y ante las derrotas militares, la Junta se autodisuelve en Cádiz y entrega sus funciones a un Consejo de Regencia formado por cinco miembros. Este Consejo tiene un marcado carácter conservador, pero mantiene el programa de la Junta y convoca elecciones a Cortes en junio de 1810 en su convocatoria misma las Cortes tienen carácter revolucionario: por primera vez no las convoca la monarquía, sino un Consejo de Regencia. Además, la convocatoria no se realiza por estamentos, sino que se reunirán en cámara única, siguiendo el ejemplo de la Asamblea Nacional Francesa de 1789. Por último, las elecciones se celebran por sufragio universal masculino. Las elecciones no se pudieron realizar en gran parte del país ocupado por tropas francesas. Los delegados fueron llegando poco a poco a Cádiz. En muchos casos, para representar a las regiones, se recurrió a delegados que vivían en Cádiz. Con todo, las Cortes llegaron a tener unos 300 miembros, entre los que dominaban personas de clase media, con formación intelectual, eclesiásticos, abogados, funcionarios, militares, algunos nobles, y miembros de la burguesía industrial y comercial. Ideológicamente la mayoría eran liberales moderados, con una minoría importante de partidarios del absolutismo (conocidos como “serviles”). Las Cortes abrieron sus sesiones el 24 de septiembre de 1810 en la Isla de León (San Fernando, Cádiz) y ya en la primera sesión se aprobó un texto por el que las Cortes se hacían depositarias de la soberanía nacional, reconociendo como legítimo rey Fernando VII, y afirmando su carácter constituyente. Las Cortes, pues, se arrogan la facultad de elaborar y aprobar una Constitución. Hasta 1813, cuando son disueltas y sustituidas por las Cortes ordinarias, las Cortes de Cádiz llevan a cabo una intensa labor legislativa, que trata de sentar las bases de un sistema liberal en España. En esta labor distinguimos por un lado la Constitución de 1812, y por otro el resto de la obra legislativa. La Constitución fue aprobada, después de largas sesiones de trabajo, el 19 de marzo de 1812, día de San José (por eso se la conoce como “La Pepa”). El texto final es muy extenso, y consta de 10 títulos y 384 artículos. los principales aspectos de dicha constitución son: 1. La soberanía reside esencialmente en la Nación (art. 3) 2. La forma del Estado es una monarquía “moderada” (art. 2) 3. La garantía de las libertades individuales (art. 2 y 4) 4. La igualdad jurídica (art. 248) y fiscal (339) 5. La división de poderes. En este sentido, la Constitución establece que la facultad legislativa reside en las Cortes con el Rey, el cual puede promulgar, sancionar y vetar leyes (con limitaciones); el Poder Ejecutivo recae en el Rey, que nombra y destituye a los Secretarios (Ministros); el Poder Judicial residen los jueces y tribunales. 6. La representación nacional reside en las Cortes unicamerales y elegidas por sufragio universal masculino indirecto (parroquia, partido, provincia) de los mayores de 25 años. Para ser elegible hay que tributar una determinada cantidad. Las Cortes se reúnen un mínimo de tres meses al año, tienen mandato de dos años, no pueden ser disueltas por el Rey, y los diputados gozan de inviolabilidad durante el ejercicio de su cargo. 7. Se reconoce la religión católica como única y oficial. 8. Se establece un ejército permanente y una “Milicia nacional”, cuerpo civil organizado por provincias que refuerza el ejército en caso de guerra y sirve de defensa al Estado liberal. 9. Se reorganiza la administración territorial, en sentido uniformizador y centralizador. Los alcaldes serán elegidos por la población, y el gobierno provincial se encarga a las Diputaciones y a un jefe político nombrado por el Gobierno. 10. Se establece un plan general de Enseñanza. Está Constitución estará en vigor hasta el regreso de Fernando VII, en la primavera de 1814, cuando el rey la anula junto a toda la obra legislativa de las Cortes. Fue instaurada posteriormente durante tres años (Trienio Liberal marzo de 1820 octubre de 1823) y de nuevo estuvo en vigor entre agosto de 1836 y junio de 1837, como consecuencia del motín de la Granja. Posteriormente servirá de base a otros textos constitucionales. Además de la Constitución, las Cortes sacaron adelante una importante labor ordinaria: - La libertad de imprenta, aprobada en octubre de 1810. - La supresión de los señoríos jurisdiccionales, en agosto de 1811. Con la jurisdicción señorial se abolían también los monopolios, pero a cambio se convertían los derechos feudales en derechos de propiedad, con lo que la antigua nobleza reforzaba su poder económico. - La desamortización de los bienes de propios y baldíos (septiembre de 1813), que no llegó a hacerse efectiva. - La eliminación del mayorazgo. - La supresión de los gremios, con lo cual se reconoce la libre producción y el libre empleo. Esto permite la explotación de la mano de obra. - La supresión del Tribunal de la Inquisición (febrero 1813). (Epígrafe 5. 3. Recuperado por Fernando VII durante el sexenio absolutista, no en la década ominosa). Completada su obra, en septiembre de 1813 las Cortes de Cádiz se autodisuelven, y se celebran elecciones para nombrar unos Cortes ordinarias, según la Constitución, que se reúnen el 1 de octubre de 1813. 5.3. EL REINADO DE FERNANDO VII: LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO. EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS AMERICANAS: A. EL SEXENIO ABSOLUTISTA: A partir de 1812 comienza a producirse el derrumbe definitivo del ejército napoleónico en toda Europa. En 1813 las tropas de la coalición antifrancesa avanzan por Francia, y Napoleón negocia con Fernando VII un acuerdo que ponga fin a la guerra en España. El tratado de Valençay se firma el 11 de diciembre de 1813, y por él el Emperador restituía en el trono Fernando VII y retirará sus tropas de la Península, a cambio de la ruptura de la alianza hispano-inglesa. En consecuencia, las tropas del general Lord Wellington debían abandonar España. En virtud de dicho tratado, Fernando VII regresa a España en marzo de 1814, encontrando a su paso manifestaciones entusiastas de la población (“Fernando el Deseado”). En vez de dirigirse directamente a Madrid, el rey atravesó Cataluña y Aragón, llegando a Valencia, donde 69 diputados absolutistas le entregan un documento conocido como “Manifiesto de los persas”, en el que le animan a derogar la Constitución y toda la obra de las Cortes de Cádiz, restaurando el absolutismo (12 de abril). El rey encuentra también el apoyo del ejército, por medio del general Elio, y el 4 de mayo firma el “Decreto de Valencia”, por el cual declara nula y sin valor toda la obra de las Cortes de Cádiz, incluida la Constitución de 1812. El día 10 de mayo el rey entra en Madrid, aclamado al grito de “vivan las cadenas”. El apoyo del ejército, la nobleza y el clero va unido al de la mayoría población. Inmediatamente comienza la represión contra los liberales, y también contra los afrancesados. Muchos españoles se ven obligados al exilio, y son detenidos los más destacados hombres de las Cortes. En los meses siguientes el rey aprobó una serie de medidas destinadas a restaurar el Antiguo Régimen y el orden anterior a 1808. Se suprime la libertad de prensa y se restablece la Inquisición. Se restituyen los señoríos jurisdiccionales y los privilegios de la nobleza y la Iglesia. Se reinstaura la Mesta y la Compañía de Jesús. Está política antirrevolucionaria no es un hecho aislado sino que se ve reforzada en toda Europa con la obra del Congreso de Viena y de la Restauración. Para gobernar el país, el rey regresa a las instituciones tradicionales, encargándose sus ministros de la Administración. Pero en realidad el gobierno ejerce una camarilla, hombres de confianza del monarca, que tratan de impedir a toda costa cualquier cambio. La situación del país era caótica, tras veinte años de guerra y cinco de ocupación. Los campos, ciudades y caminos destruidos, colapso del comercio americano, y un gravísimo problema financiero, con la Hacienda hundida y una deuda desorbitada. El ministro de Hacienda, Martín de Garay, intentó una reforma fiscal que partía de la necesidad de establecer una contribución general, se obligara al clero y a la nobleza a pagar impuestos. La oposición de dichos estamentos paralizó la reforma. A pesar de la represión, los grupos liberales siguieron actuando, especialmente dentro del ejército. Muchos mandos, que habían combatido durante la guerra, pertenecían a estos grupos liberales, y encabezaron una serie de intentos de ocupar el poder mediante golpes de Estado. Surgen así los llamados pronunciamientos, el primero de los cuales lo protagonizó el antiguo guerrillero Espoz y Mina en Pamplona en 1814. Éste fracasa, como también ocurre con los de Díaz Porlier en 1815, Richart en 1816, Lacy en 1817, Vidal en 1818 y la conjuración del Palmar en 1819. En casi todos los casos los responsables pagaron con sus vidas B. EL TRIENIO LIBERAL: El día 1 de enero de 1820 el comandante Riego se pronuncia en Cabezas de San Juan (Sevilla), al frente de un ejército que debía embarcar hacia América, y proclama la Constitución de Cádiz. Tras dos meses de incertidumbre, el golpe es apoyado por diversas guarniciones (Coruña, Barcelona, Oviedo) y finalmente el Rey se ve obligado a jurar la Constitución el 7 de marzo de 1820. En Madrid se formó la Junta Provisional de gobierno, que dará paso a un gabinete liberal, constituido por antiguos miembros de las Cortes de Cádiz, entre los que destaca Agustín Argüelles. Durante los tres años siguientes se sucederán distintos gobiernos liberales, que restablecen las medidas revolucionarias y amplían la obra de las Cortes de Cádiz. Además de reimplantar la Constitución, se elimina la Inquisición, se suprimen los señoríos, se expulsa a los jesuitas, se restablecen las libertades, se impone la igualdad fiscal, se suprimen las órdenes monacales y se desamortizan las tierras de los monasterios. Además se reorganiza el ejército, se restablece la Milicia Nacional, se crea un reglamento general de Instrucción Pública y se implanta un nuevo sistema fiscal, con la creación de una contribución territorial única y directa, que no llegó a ponerse en vigor. El periodo está marcado por la gran inestabilidad gubernamental, debido a diversas causas. Por un lado, la desunión entre los propios liberales, escindidos en dos grupos; por un lado están los “doceañistas o moderados”, partidarios de un gobierno fuerte, de la introducción de una segunda cámara legislativa (Senado) que moderará la Cámara baja, de un sufragio censitario muy restringido, libertad de prensa limitada y defensa del orden social. A ellos se enfrentan los “exaltados o radicales”, partidarios de llevar al límite el desarrollo constitucional: cámara única, sufragio universal, control parlamentario del gobierno, libertad de opinión y prensa anticlericalismo. Su labor la desarrollan a través de las llamadas sociedades patrióticas, desde las que conspiran y presionan al gobierno. Aunque los exaltados son mayoría en las Cortes, los moderados estarán al frente del gobierno hasta las revueltas realistas de 1822 (Argüelles, Martínez de la Rosa), mientras que a partir de esa fecha se harán cargo del mismo los exaltados (Evaristo San Miguel). Otro problema es la actitud del rey, que obstaculiza la labor del gobierno en virtud de sus atribuciones constitucionales, vetando las leyes e incluso solicitando secretamente la intervención extranjera. Un tercer escollo es la actitud de los grupos absolutistas, llamados “realistas”, que desde 1821 forman numerosas partidas armadas. En 1822 hay un intento de golpe de Estado por parte de la Guardia Real que fracasa. Se producen sublevaciones absolutistas en Valencia, País Vasco y Cataluña. Los realistas forman un gobierno, la Regencia de Urgell. Sin embargo el gobierno, con la ayuda del ejército, domina la situación, y en febrero 1823 Espoz y Mina logra ocupar la Seo de Urgell, obligando a la Regencia a refugiarse en Francia. La situación de España, sin embargo, preocupa a las potencias absolutistas europeas. La extensión del movimiento revolucionario a Italia (Nápoles, Piamonte) provocó la intervención austriaca, y en el 1822 el Congreso de Verona decide la intervención en España de la Santa Alianza. Francia envía un ejército los “Cien mil hijos de San Luis” dirigido por el duque de Angulema, que entra en España en abril e invade el país con poca resistencia. El Rey, el gobierno y las Cortes se retiran a Sevilla y luego a Cádiz, hasta que finalmente, en octubre, el rey es liberado e inmediatamente anula la Constitución y restablece el absolutismo. C. LA DÉCADA OMINOSA: El último periodo del reinado es conocido como la ominosa década. Desde 1823 hasta su muerte, Fernando actúa como soberano absoluto. Recuperado su poder, desencadenó una durísima represión sobre los liberales, que golpeó a políticos, funcionarios, hombres de letras y militares. Se suprimieron las sociedades patrióticas y los periódicos, se cerraron las universidades, y miles de personas hubieron de exiliarse. Otros fueron encarcelados y ejecutados, entre ellos el propio Riego. La represión fue de tal calibre que el duque de Angulema intervino y presionó al rey para que aprobara un decreto de amnistía en 1824. Sin embargo, el decreto contenía múltiples excepciones, y de hecho fue casi ineficaz. La represión continuó al menos hasta 1828 y afectó a unas 80.000 personas. La vuelta al absolutismo significó la restauración parcial del Antiguo Régimen. La Constitución es suprimida, y con ella toda la obra del trienio: se restituyen los ayuntamientos de 1820, se revocan todos los nombramientos del trienio, se restaura el sistema fiscal tradicional, se restablecen el diezmo y las órdenes monacales, se anulan las desamortizaciones y se restauran los señoríos jurisdiccionales. Sin embargo, fue imprescindible llevar a cabo algunas reformas: la Inquisición no es restablecida, se crea el Consejo de Ministros, se reducen los gastos y se introduce un presupuesto que intenta controlar la gestión de la Hacienda. El Rey intentó mantenerse alejado de los sectores más reaccionarios, e incluso cuenta con algunos ministros de talante claramente reformista, como Cea Bermúdez o López Ballesteros. Esta política sirvió para dividir a los absolutistas en dos bandos, los “realistas puros o apostólicos”, agrupados en torno al infante don Carlos Mª Isidro, hermano del Rey, y los “moderados reformistas”, que apoyan la gestión del gobierno. La crisis económica se agrava, y la pérdida definitiva de la mayoría de las colonias americanas corta todo el comercio ultramarino. Los intentos de reforma fiscal de López Ballesteros chocan con la oposición de los privilegiados, y el sostenimiento de la Hacienda depende de los créditos, que a su vez ocasiona un aumento de los pagos en intereses. Los únicos avances económicos en el periodo son la aprobación de un Código de Comercio relativamente avanzado 1829, y la creación de la bolsa en 1831. El descontento político es patente también, en primer lugar por parte de los grupos liberales. Entre las conspiraciones liberales, fracasadas, destacan las de Espoz y Mina y Torrijos. Otro frente de oposición viene por parte de los grupos “ultrarrealistas”, que radicalizan sus posturas. En 1826 aparecen grupos armados en el norte, formados por campesinos descontentos y apoyados por clérigos y militares. Ese año aparece un “Manifiesto de los realistas puros”, que apoya el relevo de Fernando VII por el infante don Carlos, Príncipe de Asturias. En 1827 estalló una rebelión general en el Pirineo catalán, la revuelta de los agraviados (malcontents), que llegaron a controlar varias plazas importantes (Manresa, Cervera, Vic). El propio Rey tuvo que viajar a Cataluña donde recibe el apoyo de la burguesía barcelonesa. La revuelta es sofocada, pero el bando realista rompe con Fernando definitivamente. Con el nacimiento de la Infanta Isabel en 1830 estalla el problema sucesorio. El Rey publica la “Pragmática sanción”, (que deroga la Ley Sálica traída a España por los Borbones con Felipe V), que convierte a la infanta en heredada frente al infante don Carlos María Isidro, hermano del monarca. En septiembre de 1832 el Rey cae gravemente enfermo, y se producen los llamados “sucesos de la Granja”. Sucesivas intrigas palaciegas llevan al Rey a suprimir la Pragmática, pero al restablecerse, Fernando vuelve a ponerla en vigor, e inmediatamente destituye a los principales ministros absolutistas (Calomarde), y nombra a Cea Bermúdez jefe del Gobierno. La reina es autorizada a presidir el Consejo de Ministros. Se decreta una amnistía general, se reabren las universidades, se depura el ejército y el infante don Carlos es desterrado. Triunfa pues el bando liberal moderado, agrupado en torno a la reina María Cristina. En septiembre de 1833 muere Fernando VII y su viuda reclama en nombre de Isabel II la Corona de España. LA EMANCIPACIÓN DE LAS COLONIAS AMERICANAS (1810-1824) En estos años se desarrollaron dos procesos contrapuestos: a) En Europa, el retorno a las monarquías tradicionales absolutas después de la derrota de Napoleón. b) En las colonias españolas, el proceso de independencia. En Europa, los países que vencen a Napoléon (Austria, Rusia, Prusia y más tarde Inglaterra y Francia), organizan una política internacional basada en los Congresos como forma de discutir y resolver los problemas comunes. El primero y más importante fue el Congreso de Viena en 1815. Para defender el orden establecido en el Congreso de Viena, Rusia, Austria, Prusia y Francia formaron la Santa Alianza, con la finalidad de intervenir personalmente en los países en los que se desarrollasen movimientos de tipo liberal o nacionalista, en contra de las monarquías absolutistas. Como contrapartida se generó en toda Europa una atmósfera reaccionaria que enfrentará absolutistas contra liberales. Los focos revolucionarios liberales desarrollados en España, Portugal e Italia entre 1820 y 1823 fueron sofocados por la Santa Alianza. Sin embargo, las oleadas revolucionarias de 1830 y 1848 cuestionaron el sistema político de la Restauración defendiendo el liberalismo político y económico en toda Europa. EMANCIPACIÓN DE LAS COLONIAS AMERICANAS Causas: ● Monopolio económico y comercial por parte de la metrópoli que impedía a las colonias tener acceso directo a los mercados europeos. La burguesía criolla era contraria al proteccionismo económico impuesto por la corona española y deseaba implantar una economía liberal. ● Centralización de la política española a través de una fuerte burocracia con la exclusión de los criollos de los cargos políticos, administrativos y militares en beneficio de los peninsulares ● La política regalista llevada a cabo por el Estado tanto en España como en América, que limita los ingresos y los privilegios de la iglesia; así como las noticias que llegan a América sobre las medidas desamortizadoras de Carlos IV, hace que el bajo clero se ponga Se ponga al servicio de la revolución. ● Influencia de los jesuitas criollos expulsados de su tierra natal que se convirtieron en el exilio en los precursores del nacionalismo americano Influencia de la independencia de los Estados Unidos en 1776 y de la Revolución Francesa en 1789. La ideología ilustrada y las reivindicaciones de igualdad y poder político, características del pensamiento liberal, justifican la revolución americana. ● Además el movimiento independentista coincidió con la debilidad social, económica y política que atravesaba España en 1808, invadida por las tropas francesas y dividida ideológicamente entre absolutistas y liberales. La guerra de emancipación fue llevada a cabo por la burguesía criolla, sin participación de los mestizos, negros e indios. El proceso revolucionario tiene, pues, un marcado carácter clasista en el que la mayoría de los ciudadanos quedaban marginados. PROCESO DE INDEPENDENCIA: La primera tentativa revolucionaria tuvo lugar en 1806 y fue obra de Francisco Miranda, un general criollo que fracaso en su intento de invadir Venezuela. Ese mismo año, Inglaterra, que deseaba participar en el mercado colonial de España, atacó Buenos Aires, defendida por las tropas criollas, cuya victoria fortaleció su orgullo de americanos y les reafirmó en sus demandas de soberanía frente al control de la metrópoli. En 1808, tras las abdicaciones de Bayona y durante la Guerra de la Independencia española contra la invasión napoleónica se formaron juntas revolucionarias tanto en España como en las principales ciudades americanas: Caracas, Buenos Aires, Santiago de Chile... Aunque en principio las juntas americanas reafirmaron su lealtad al rey, Fernando VII, a medida que avanzaba la guerra y ante la ausencia del monarca, la elite criolla aprovechó la situación para llevar a cabo el movimiento independentista. Las Cortes de Cádiz y la Constitución liberal de 1812 posibilitaron el restablecimiento de la autoridad española en la mayoría de las colonias y apaciguaron los movimientos independentistas más radicales al establecer un nuevo régimen en España que conllevaba una nueva organización política, social y económica de los territorios americanos. Pero la reacción absolutista de 1814, tras el regreso de Fernando VII, y la intransigencia de la metrópoli ante cualquier proyecto de autonomía, provocó un cambio radical en la dirección de los acontecimientos y significó la reanudación de los enfrentamientos. Así pues, a partir de 1816 tuvieron lugar las grandes campañas militares americanas cuyos principales líderes fueron Simón Bolívar y José san Martín. El general San Martín después de la proclamación de la independencia de Argentina en 1816, y tras las victorias de Chacabuco en 1817 y de Maipú en 1818 logró la independencia de Chile. Desde Venezuela Bolívar organizó una expedición con la que atravesó los Andes y tras la victoria de Boyacá en 1819 constituyó la República de la Gran Colombia integrada por Venezuela, Nueva Granada y Quito. En 1820 España preparó una gran expedición para poner fin a la guerra en América, pero el general Riego la utilizó para realizar un pronunciamiento militar contra el absolutismo fernandino que dio lugar al Trienio Liberal (1820-1823). El éxito del plan de Riego impidió el embarque de las tropas españolas destinadas a América y con ello facilitó a los patriotas americanos la realización de las últimas campañas que les llevarían al triunfo final y a la independencia. Con la ayuda de Estados Unidos y de Gran Bretaña, Bolívar obtuvo una gran victoria en la batalla de Carabobo en 1821; poco después Ecuador pasó a formar parte de la Gran Colombia. En 1823 Nicaragua, Costa Rica y Guatemala formaron la República Unida de Centroamérica. A finales de 1824, tras la batalla de Ayacucho, los rebeldes (San Martín, Bolívar y Sucre) proclamaron la independencia de Perú. En México, el miedo a una revolución igualitaria e indigenista mantuvo a los terratenientes y al alto clero fieles a la metrópoli. No obstante, los intentos de reforma agraria y eclesiástica del Trienio Liberal empujaron a los burgueses y a la iglesia a apoyar el movimiento independentista de Iturbide, que en 1822 se proclamó emperador de México. Cuba, Puerto Rico y Filipinas se independizaron en 1898. CONSECUENCIAS: Sin los territorios americanos, España quedó relegada a un papel de potencia de segunda fila y el resultado fue la perdida de mercados y de remesas de metales preciosos lo que impidió el proceso de industrialización. Los nuevos países americanos se caracterizaron por la inestabilidad política, manifiesta en revoluciones, pronunciamientos militares, guerras civiles y luchas fronterizas. Esta situación no favoreció en absoluto el desarrollo económico y comercial de los nuevos estados americanos, presa fácil del neocolonialismo de Estados Unidos y Gran Bretaña.