LA CREACIÓN DEL BANCO DE MÉXICO Y LOS PRIMEROS ESFUERZOS PARA SU AUTONOMÍA María del Carmen Dircio Palacios Macedo Puebla, Pue., diciembre de 2018 Introducción El Banco de México se creó el primero de septiembre de 1925 a través de un decreto en la presidencia de Plutarco Elías Calles. Para dimensionar la importancia que tuvo en su momento la creación del Banco de México hay que considerar de forma general los antecedentes y la situación económica y política que se había experimentado en México previo a su fundación. En realidad, la idea provenía de mucho tiempo atrás, pero sin que hubiera las condiciones en que se pudiera materializar. La idea de consolidar una institución bancaria que emitiera dinero uniformemente para el país, nace desde la independencia de México (Rodríguez Garza & Ávila Sandoval, 2001). Durante el siglo XIX la banca era estatal, siendo los valores de los billetes y sus denominaciones diferentes en cada región del país. La necesidad de México de implementar un sistema monetario se volvió urgente tras la gran desestabilización monetaria que causó la Revolución Mexicana. Fue en la Constitución de 1917 en donde en el artículo 28 se estableció que un banco tendría el monopolio de la emisión del dinero, el cual sería el banco central. Antes de 1925, todos los intentos que hicieron los gobiernos para dotar al Estado de un banco de emisión bajo su control terminaron en fracaso (Zebadúa, 1996). Dado que había una falta de confianza de los ciudadanos en el dinero fiduciario, la oferta monetaria disponible se limitaba al oro en circulación, realizándose la mayoría de las transacciones en efectivo. De acuerdo con este mismo autor, el sistema bancario no contaba con recursos suficientes, habiendo sufrido una incautación y severas restricciones sobre el uso de sus reservas que le impedía aumentar los préstamos en el mercado. Así, el autor señala que unos cuantos bancos privados, que disfrutaban de concesiones para emitir billetes, monopolizaban la poca actividad crediticia que había en el país, cobrando altísimos intereses (Zebadúa, 1996). La implicación de estas condiciones en las que operaba el sistema bancario en la economía es que había escasez de capital, de dinero circulante en la economía que permitiera realizar transacciones, y además había desconfianza en las monedas y billetes en circulación, todo lo cual limitaba considerablemente la actividad económica y el desempeño del país. Así, vemos que era muy importante por varias razones la creación de un banco central en México El Banco de México, inició funciones el 1º de septiembre de 1925, con un capital inicial de 100 millones de pesos oro, obtenidos principalmente de la recaudación petrolera y de la política fiscal restrictiva de Calles (Castillo García, 2013). El contar con recursos para la constitución del Banco Central fue de hecho un impedimento importante históricamente. Después de la revolución, no existían los recursos necesarios para constituir el capital inicial. Además, de acuerdo con Castillo, existía una deuda y obligaciones de México con banqueros extranjeros, por tanto, se tuvo que realizar un gran esfuerzo de disciplina fiscal para recaudar los fondos necesarios y que el Banco Central iniciara operaciones (Castillo García, 2013). En el presente ensayo me planteo como objetivos: • argumentar la necesidad en México de fundar un banco central, • explorar sobre las consideraciones que llevaron a los legisladores a su primer diseño institucional y los roles que debía desempeñar, contemplando disposiciones que le daban autonomía, y • entender la importancia de la autonomía del banco central y cómo puede desarrollarse ésta. Para cumplir con mis objetivos, considero que en primer lugar debe tomarse una perspectiva histórica exponiendo brevemente cuáles han sido los orígenes de la banca central en el mundo, y los roles que se le han atribuido en sus inicios. Con esto inicia el presente ensayo. Posteriormente se mencionarán las condiciones económicas previas a la fundación del Banco de México que hicieron muy necesario su establecimiento. Después se describe como fue la creación del Banco de México y sus primeras legislaciones. Luego se expone brevemente cómo fue la operación del Banco de México en sus primeros años. Enseguida, se pone en contexto los primeros años de operación del Banco de México con el panorama económico internacional. Finalmente, se argumenta porqué es importante la autonomía del banco de México. Los orígenes de la banca central en el mundo De acuerdo con Borja, la génesis de la banca central se inicia en 1694, al constituirse el Banco de Inglaterra, que por más de un siglo fue el único en ejercer varias de las funciones que ahora se le atribuyen a un banco central (Borja Martínez, 1996). Se considera que debido a que tuvo un exitoso desempeño, la evolución alcanzada por el Banco de Inglaterra durante los siglos XVIII y XIX influyó de manera significativa en las características que tuvieron gran parte de los bancos centrales europeos constituidos con posterioridad al inglés. Borja Martínez señala que cuando se creó el Banco de Inglaterra, el gobierno británico confrontaba problemas económicos importantes, ante estas circunstancias, autorizó a varios inversionistas privados la fundación de un banco que le diera apoyo financiero. Este banco era una sociedad por acciones, cuyo capital fue dado en préstamo al gobierno, y por su parte el gobierno permitió al banco emitir billetes por un monto igual al del préstamo y en condiciones preferenciales al resto de la banca de emisión. Poco tiempo después, el gobierno le fue encomendando nuevos servicios financieros. De esta forma, acabó actuando con las características de emisor principal, banquero de gobierno y agente exclusivo de éste en la prestación de diversos servicios financieros (Borja Martínez, 1996). Así, durante el siglo XIX en otros países se fueron desarrollando sus bancos centrales, de acuerdo con las características de cada economía y con las distintas condiciones que tenían los sistemas monetario y bancario de cada uno. De esta forma se fueron constituyendo el Banco de Francia en 1800, el Banco de los Países Bajos en 1814, otros bancos más en muchos países de Europa, y el Banco de Japón en 1882. Se dice que los bancos centrales se fueron desarrollando, porque de acuerdo con Rodríguez y Ávila, en realidad lo que sucedió es que determinados bancos comerciales fueron realizando algunas funciones propias de un banco central. Por una parte, estos bancos fueron asumiendo buena parte de las transacciones crediticias requeridas por el Estado, y por otra, gradualmente fueron obteniendo la exclusividad de la emisión monetaria. Lo anterior les fue dando un lugar estratégico dentro del sistema bancario y monetario del país en el que operaban (Rodríguez Garza & Ávila Sandoval, 2001). La necesidad de un banco central en México En México, desde mediados del siglo XIX, se había tenido la idea de crear un banco de Estado o único de emisión que funcionara como un banco central tomando como modelo bancos centrales europeos. No obstante, en México se enfrentaron varias adversidades para que pudiera fundarse una institución de este tipo. En los años veinte, la Revolución Mexicana interrumpió el proceso que se venía dando hacia buscar establecer una banca central. El conflicto armado prácticamente destruyó el sistema financiero del Porfiriato. Los bancos estaban relacionados a diversas facciones revolucionarias los cuales imprimían sus propios billetes, debido a que no había estabilidad, las personas iban perdiendo credibilidad en los billetes, y más bien preferían las monedas de oro y plata. Siendo que estas eran más valiosas por su valor intrínseco, la gente las atesoraba y las sacaba de circulación. En esas circunstancias operó la Ley de Gresham a la inversa. Además, el sistema bancario se descapitalizó gravemente a consecuencia de la Revolución. Victoriano Huerta, al tomar el poder, impuso préstamos forzosos a la banca, que la privaron de una parte considerable de sus existencias metálicas. Huerta convirtió de facto esos títulos en papel moneda, al suspender su convertibilidad y declararlos de aceptación forzosa (Borja Martínez, 1996). El régimen de patrón oro estructurado en la ley monetaria de 1905 era difícilmente sostenible, puesto que las reservas metálicas que lo apoyaban habían tenido quebrantos de significación. Entonces la economía nacional carecía de forma suficiente de medios de pago necesarios. También había la necesidad de regular los cambios internacionales y sostener la convertibilidad de los billetes emitidos por la banca privada. Todo lo anterior, aunado a la rápida depreciación del papel moneda revolucionario, originaba severa astringencia monetaria. La circulación de piezas de oro y plata disminuía en forma creciente al reducirse su acuñación y se atesoradas por las personas. Los bancos habían dejado de efectuar nuevas emisiones de billetes. Esta situación hizo que en 1918 Carranza expidiera un decreto que diera curso legal a la moneda de oro extranjera con el propósito de que su circulación aliviara la escasez de medios de pago en el país (Borja Martínez, 1996). La creación del Banco de México y primeras legislaciones A partir de lo ya expuesto, el Banco de México surge de una necesidad muy clara derivada de problemáticas económicas importantes: la astringencia monetaria, la falta de crédito, el poco control sobre la deuda externa, un sistema financiero muy descapitalizado, y una falta de confianza en los billetes en circulación. En la concepción del Banco de México, se toman elementos de la experiencia histórica de la formación de los bancos centrales en el mundo y de su desarrollo. Además de estos aprendizajes históricos, había de considerarse que existían varias ideas económicas prevalecientes en la época, que los hacedores de las leyes y las instituciones tuvieron que tomar en cuenta. Las ideas keynesianas eran bastante influyentes en la época, y a través de ellas se validaba la adopción de políticas inflacionistas. Estas diferentes ideas implicaban también diferentes modelos para los principios en que había de operar un banco central. Es decir, en su concepción hubo que plantearse si debía darse al banco central la flexibilidad para prestar al gobierno en turno sin preocuparse por la inflación. O más bien había que limitar al banco central desde un inicio respecto a estos aspectos. Así se entiende en esta etapa la autonomía del Banco de México. Los anteriores aspectos tuvieron que ser contemplados, analizados y finalmente materializados en leyes y ordenamientos, por las personas que tuvieron a su cargo las primeras leyes del Banco de México. Alberto J. Pani, entonces Secretario de Hacienda, tuvo un rol determinante en la concepción del banco central y en la ejecución del diseño institucional y la legislación relativa. Pani invitó a Manuel Gómez Morin como colaborador principal en el proyecto de la creación del Banco de México (Garciadiego, 1996). Turrent señala que hubo dos figuras principales que en los orígenes del Banco de México intentaron crearlo y protegerlo al menos en la constitución de su legislación, de un papel inflacionista, que fueron Manuel Gómez Morin y Miguel Palacios Macedo (Turrent Díaz, 1996). De acuerdo con este mismo autor, Manuel Gómez Morin fue el actor principal en la preparación del acta constitutiva, la ley orgánica y los estatutos del Banco de México antes de su inauguración en 1925. La concepción del marco jurídico se apoyó, entre otros, en el principio de la autonomía. Manuel Gómez Morin también fue encargado de la redacción de una nueva legislación bancaria en 1932, como parte del programa hacendario de Alberto J. Pani. Además de Gómez Morin, la comisión para la redacción de la nueva legislación también estaba integrada por otros dos abogados jóvenes de renombre: Eduardo Suárez y Miguel Palacios Macedo. De éste último fue la idea de redactar dos leyes separadas, una relativa a las instituciones de crédito, y la segunda para títulos y operaciones de crédito (Turrent Díaz, 1996). El anterior marco regulatorio fue complementado con la Ley Orgánica del Banco de México preparada por Miguel Palacios Macedo, promulgada en agosto de 1936. Mediante este ordenamiento, Palacios Macedo intentó hacer del Banco de México un banco central cuya operación estuviese “libre de toda nota inflacionista”. (Turrent Díaz, 1996) Sin embargo, este diseño que lo dotaba de autonomía no duró muchos años. En julio de 1941 se promulgaron nuevas leyes bancarias derogativas de las anteriores, con las que se flexibilizaba el mecanismo de creación monetaria, así como otras reformas bancarias que eran más laxas o daban mayor márgen de acción a las instituciones bancarias para prestar al gobierno. La operación del Banco de México en sus primeros años El establecimiento del Banco de México en 1925, sus primeras leyes y su operación los años siguientes a su fundación, tuvieron una gran relevancia. Enrique Cárdenas considera que, durante el periodo comprendido entre 1925 y fines de la década de los treinta ocurrió una transformación total del sistema monetario mexicano, por el establecimiento de sus leyes, de sus componentes y de los instrumentos financieros. Además de que se adoptaron un amplio rango de políticas monetarias y cambiarias (Cárdenas, 1987). En sus inicios, la ley orgánica del Banco de México lo facultaba para regular la circulación de la moneda y el tipo de cambio, y de acuerdo con lo establecido en el artículo 28 constitucional, poseía el monopolio para la emisión de billetes, cuya circulación debía limitarse al doble de la existencia en caja de oro (Rodríguez Garza & Ávila Sandoval, 2001). El Banco de México también ofrecía servicio de tesorería y operaciones bancarias, así como centralizaba las reservas monetarias del país. Contaba además con la autorización de efectuar operaciones comerciales como cualquier banco de depósito de la época, incluso se crearon 26 sucursales en el país (Castillo García, 2013). Entonces, en esta primera etapa el Banco de México se caracterizó fundamentalmente por haber sido, de hecho, un banco comercial más en el país, muy a pesar de que la Ley orgánica que lo creó y sus estatutos respectivos le asignaban funciones de banco central (Rodríguez Garza & Ávila Sandoval, 2001). En virtud de que se le autorizó para realizar operaciones comerciales, el Banco de México promovió el crédito, y tuvo una función de banco comercial ante los bancos privados del país. En un inicio, los bancos privados tenían la opción de asociarse al Banco, pero no los obligaba la ley. Es decir, no era forzoso el uso ni el reconocimiento de la moneda emitida por esta institución (Castillo García, 2013). Por otra parte, aunque se le dio el monopolio de la emisión de billetes, la población tardó en aceptar la moneda emitida por el Banco de México, puesto que traía una inercia de desconfianza del dinero emitido por los bancos en la Revolución. Después de la Gran Recesión en los Estados Unidos, surgen cambios drásticos entre 1931 y 1932. El Banco de México ya no tendría la característica de otorgar créditos a los bancos comerciales, solamente al gobierno y se promulgó una ley del uso obligatorio de la moneda emitida por el Banco Central, quitándole el uso monetario al oro. Al mismo tiempo, se le dio la tarea al Banco de México de otorgar crédito a las instituciones bancarias comerciales, solamente en caso de última instancia. Convirtiéndose entonces en lo que se le llama “Banco de Bancos”. Puesto que era muy necesario el reconocimiento de la moneda nacional, Banxico fue obligado a difundir y promover su uso en todo el país. Fue hasta el comienzo de la década de los treinta que la demanda por el peso comenzó a demostrar síntomas de fortaleza y flujo en el país. El uso de los metales preciosos como moneda era muy común y en 1935 el valor de la plata se elevó tanto que la gente vendía las monedas, esto es, era mayor lo que representaba su valor en plata, que lo que equivalía en posibles transacciones. Por tanto, Banxico decidió promover el uso de billetes y monedas con un valor facial que fuera mucho menor a lo que representa, para que su uso fuera meramente de transacción (Castillo García, 2013). Esta evolución y acciones del Banco de México nos muestran que, en realidad, aunque la institución se crea por decreto, el papel y las funciones que va adquiriendo es un proceso que se fue desarrollando hasta alcanzar su naturaleza de banca central. Justo como el origen histórico de la banca central en el mundo, obviamente adaptado a las características y necesidades de la economía mexicana, y de forma más rápida al aprovechar las experiencias mundiales previas. En este sentido Rodríguez considera que con la legislación de 1931 se abre una transición que culmina en 1935-36 cuando el banco asume plenamente las funciones propias de una banca central, especialmente la de regular la oferta monetaria. (Rodríguez Garza & Ávila Sandoval, 2001) Contexto económico internacional en los primeros años de operación del Banco de México De acuerdo con Fernández, los primeros diez años del Banco de México se inscriben probablemente en una de las décadas más caóticas del sistema monetario internacional (Fernández, 1996). En el mismo año de la fundación del Banco de México, Inglaterra incorpora su sistema monetario al patrón oro, con una cotización para la libra equivalente al nivel que tenía antes de la primera guerra mundial. Con esto sobrevalúa su moneda provocando la salida crónica del oro del sistema. Como consecuencia se contrae la liquidez internacional. El patrón oro vinculaba estrechamente el nivel de precios y el ingreso nacional de los países, al compartir una base monetaria común: el acervo mundial de oro. El sistema monetario impuesto en México fue basado en el patrón oro, aunque en la práctica fue un sistema bimetálico, que se produjo como consecuencia de la gran aceptación de facto de las monedas de plata por parte de la población. Por otra parte, también había de considerarse que los términos de intercambio de México se deterioraron continuamente entre 1925 y 1930 como consecuencia de la caída del precio de la plata y del petróleo (Fernández, 1996). El Banco de México también tuvo que enfrentar las consecuencias de la Gran Depresión de 1929, en donde a nivel mundial se llevaron a cabo compras masivas de oro, que contrajeron severamente la base monetaria mundial causando una deflación. Sin embargo, se considera que la Gran Depresion tuvo un impacto limitado sobre el producto en México. A precios constantes cayó en 3.9% en 1929 y 6.3% en 1930, cuando en otros países, como EUA, fue más de 33% (Fernández, 1996). Enrique Cárdenas considera que el gobierno mexicano desempeñó un papel relativamente activo en respuesta a las condiciones económicas generales, incluyendo aquellas observadas durante la Gran Depresión. Las autoridades monetarias mexicanas cambiaron su curso de acción en la mitad de la depresión, pasando de ser esencialmente procíclicas a perseguir una política monetaria más bien contracíclica. (Cárdenas, 1987) Porqué es importante la autonomía de un banco central Como ya se expuso, en una primera aproximación, la autonomía del Banco Central tiene que ver con que la institución tenga facultades suficientes para resistir los intentos que puedan terminar en un ejercicio abusivo de la facultad de emitir moneda. Este sería un aspecto básico, sin embargo, las funciones de un banco central van más allá, y, por tanto, la autonomía tendría que definirse de forma más amplia, contemplando diversos aspectos que caracterizan una autonomía política, y una autonomía económica. De acuerdo con Arnone et al., las funciones de un banco central son, básicamente, cuatro: la emisión de dinero legal; actuar como banquero del Estado; ser banco de bancos y prestamista de última instancia; y ser conductor de la política monetaria (Arnone, et al 2009). Arnone et al. definen la autonomía política como la capacidad de los bancos centrales para seleccionar los objetivos finales de la política monetaria, en función de los siguientes ocho criterios: “(1) el gobernador es nombrado sin la participación del gobierno; (2) el gobernador es nombrado por más de cinco años; (3) la junta directiva es nombrada sin la participación del gobierno; (4) el consejo es nombrado por más de cinco años; (5) no hay participación obligatoria de los representantes del gobierno en el consejo; (6) no se requiere la aprobación del gobierno para la formulación de la política monetaria; (7) el banco central está legalmente obligado a buscar la estabilidad monetaria como uno de sus objetivos principales; y (8) existen disposiciones legales que fortalecen la posición del banco central en caso de conflicto con el gobierno.” (Arnone, et al 2009) Por otra parte, consideran que la autonomía económica tiene como objetivo evaluar la autonomía operativa del banco central según los siguientes siete criterios: “ 1) no existe un procedimiento automático para que el gobierno obtenga crédito directo del banco central; (2) cuando están disponibles, las facilidades de crédito directo se extienden al gobierno a las tasas de interés del mercado; (3) este crédito es temporal; (4) y por una cantidad limitada; (5) el banco central no participa en el mercado primario de deuda pública; (6) el banco central es responsable de establecer la tasa de política; y (7) el banco central no tiene la responsabilidad de supervisar el sector bancario (dos puntos) o comparte la responsabilidad (un punto).” (Arnone, et al 2009) En cuanto a la importancia de la autonomía, una gran cantidad de artículos de investigación han sugerido que un banco central con estas características puede tener beneficios significativos para el desempeño macroeconómico, inclusive se demuestra empíricamente. Se ha encontrado que la autonomía del banco central puede ayudar a los países a alcanzar menores niveles promedio de inflación, promover la estabilidad del sistema financiero, aumentar la disciplina fiscal. Esto se puede alcanzar sin costos o sacrificios en términos de volatilidad del producto o un menor crecimiento económico. (Arnone, 2009) Los autores recién citados estudiaron la autonomía para 163 bancos centrales. Un aspecto que encontraron que resalta es que, aunque una gran cantidad de países en desarrollo continúan incrementando su autonomía instrumental, el reto principal es aumentar más la autonomía política de los bancos centrales, principlamente asegurándose que los órganos de gobierno de los bancos centrales sean designados sin mucha interferencia política y por periodos largos. (Arnone, 2009) Por su parte, Gil Díaz enmarca el debate de la autonomía de una forma más técnica: en la discusión de la teoría macroeconómica sobre si existe una relación sistemática entre la inflación y el empleo (Gil Díaz, 1996). Señala que debe decidirse si se debe influir en el comportamiento de la economía en el corto plazo, en el sentido de que exista una relación inversa entre el desempleo y la inflación, lo que se le llama la curva de Phillips. Esto lleva también a que se debata si debe existir discrecionalidad o no en la conducción de la política económica. Si esto no es así, no es aconsejable seguir una política monetaria activa, en ese caso más bien lo que sucede es que la política monetaria causa diversos trastornos (Gil Díaz, 1996). Por tanto, el arreglo institucional para la creación de medios de pago tendría que ser uno que impida o al menos controle la acción discrecional, es decir, debe tener un diseño autónomo. Conclusiones 1. La necesidad de crear un banco central en México venía de tiempo atrás, desde la independencia, pero no había podido materializarse hasta que las condiciones fueron propicias. Un impedimento importante fue contar con recursos para la constitución del mismo. 2. Del estudio de los orígenes de la banca central en el mundo, se aprecia en un contexto histórico las funciones que se le fueron atribuyendo a los bancos centrales. Estas funciones se les fueron otorgando de acuerdo con diversas necesidades, siendo al principio importante la de prestamista del gobierno. El primer banco central fue el Banco de Inglaterra en 1694. 3. La Revolución Mexicana prácticamente destruyó el sistema financiero del Porfiriato, estableciéndose la necesidad de la construcción de un nuevo sistema bancario, y de la creación de un Banco Central. El sistema financiero era inestable, estaba descapitalizado, había una falta de confianza en el papel moneda, y falta de medios de pago, puesto que las personas sacaban las monedas de oro y plata de circulación para atesorarlas. Todo lo cual limitaba considerablemente la actividad económica y el desempeño del país. 4. El Banco de México se constituyó en 1925. Se puede decir que la creación del Banco central fue una respuesta institucional a un contexto de crisis. 5. Alberto J. Pani, entonces Secretario de Hacienda, tuvo un rol determinante en la concepción del banco central. Pani invitó a Manuel Gómez Morin como colaborador principal en el proyecto de la creación del Banco de México (Garciadiego, 1996). 6. Hubo dos figuras principales que en los orígenes del Banco de México intentaron crearlo y protegerlo al menos en la constitución de su legislación, de un papel inflacionista, que fueron Manuel Gómez Morin y Miguel Palacios Macedo. La concepción del marco jurídico se apoyó, entre otros, en el principio de la autonomía. En esa etapa la autonomía se entendía como control en la creación monetaria. 7. En sus inicios de la operación del Banco de México éste se encargaba de regular la circulación de la moneda y el tipo de cambio, y poseía el monopolio para la emisión de billetes. También ofrecía servicio de tesorería y operaciones bancarias, así como centralizaba las reservas monetarias del país. Contaba además con la autorización de efectuar operaciones comerciales, por lo que el Banco de México promovió el crédito, y tuvo una función de banco comercial ante los bancos privados del país. En un inicio, los bancos privados tenían la opción de asociarse al Banco, pero no los obligaba la ley. Es decir, no era forzoso el uso ni el reconocimiento de la moneda emitida por esta institución. Entonces, en sus inicios no operaba completamente como un banco central con el concepto que ahora lo conocemos. 8. Fue hasta después, a inicios de la década de los 30´s, que el Banco de México ya no tendría la característica de otorgar créditos a los bancos comerciales, solamente al gobierno y se promulgó una ley del uso obligatorio de la moneda emitida por el Banco Central, quitándole el uso monetario al oro. Al mismo tiempo, se le dio la tarea al Banco de México de otorgar crédito a las instituciones bancarias comerciales, solamente en caso de última instancia. Convirtiéndose entonces en lo que se le llama “Banco de Bancos”. 9. Puesto que era muy necesario el reconocimiento de la moneda nacional, Banxico fue obligado a difundir y promover su uso en todo el país. Fue hasta el comienzo de la década de los treinta que la demanda por el peso comenzó a demostrar síntomas de fortaleza y flujo en el país. 10. Esta evolución y acciones del Banco de México nos muestran que, en realidad, aunque la institución se crea por decreto, y las legislaciones que lo sostienen fueron importantes, el papel y las funciones que va adquiriendo el Banco de México es un proceso que se fue desarrollando hasta alcanzar su naturaleza de banca central. 11. En cuanto a la importancia de la autonomía, una gran cantidad de artículos de investigación han sugerido que un banco central autónomo puede tener beneficios significativos para el desempeño macroeconómico. Un aspecto que se ha señalado es que actualmente, aunque una gran cantidad de países en desarrollo continúan incrementando su autonomía instrumental, el reto principal es aumentar más la autonomía política de los bancos centrales, principalmente asegurándose que los órganos de gobierno de los bancos centrales sean designados sin mucha interferencia política y por periodos largos. Bibliografía Arnone, M., Laurens, B., Segalotto, JF. et al. . (2009). 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