FORMALISMO RUSO - TEORÍA LITERARIA El punto de partida del f ormalismo supone, según R oman Jakobson (1921), una reacción, una ruptura con la historia de la literatura precedente, en la que los historiadores “se servían de todo: vida personal, psicología, política, filosofía. En lugar de una ciencia de la literatura, se creaba un conglomerado de investigaciones artesanales […] Si los estudios literarios quieren convertirse en ciencia, deben reconocer el procedimiento como su “personaje” único.” (Jakobson, Q uestions de poétique) Los formalistas fueron los continuadores de una tradición que se interesaba por los aspectos formales y por los procedimientos. ORIGEN DEL FORMALISMO RUSO El Formalismo surgió a partir de dos grupos diferenciados: el Círculo Lingüístico de Moscú, fundado en 1915, y el OPOJAZ (o Sociedad para el Estudio de la Lengua Poética). El primero, dinamizado por R. Jakobson (1896-1982), que marcha a Praga en 1920, realizó estudios sobre la lengua poética y métrica; el grupo se vio desarticulado en 1927. El OPOJAZ estaba constituido por profesionales del lenguaje y teóricos como V iktor Shklovski (1893-1984) o Boris Eichenbaum (1886-1959) TEMAS QUE ABORDARON LA CIENCIA DE LA LITERATURA. El principal problema para los formalistas, expuesto por Eichembaum en 1925, es la propia literatura como objeto de estudio, su carácter intrínseco, porque la ciencia de la literatura tiene que llegar al conocimiento de las particularidades específicas de los objetos literarios. Esto les lleva a preocuparse por la creación de una teoría de la literatura; así, en palabras de Jakobson, “el objeto de la ciencia de la literatura no es la literatura, sino la literariedad, es decir, lo que hace de una obra concreta una obra literaria” (Questions de poétique, 1973). Dicha “literariedad” se concreta a través de procedimientos literarios, que se justifican por cumplir una función. Para hacer ciencia literaria hay que fijarse en los rasgos formales que llevan a descubrir las cualidades intrínsecas de dichos materiales, hay que enfrentarlos con materiales que no puedan considerarse literarios pero que tengan en común con la literatura el lenguaje. LENGUA LITERARIA vs LENGUA COMÚN. La comparación más obvia será con el lenguaje cotidiano, lo que orienta a los formalistas hacia la Lingüística para comparar la lengua en su funcionamiento literario y en su uso común. La finalidad del lenguaje será distinta cuando es usado poéticamente: si en el uso cotidiano la lengua tiene una función práctica y comunicativa, en su uso poético la comunicación no es la principal finalidad: los propios sonidos pueden tener una función autónoma, no vinculada al sentido (Es la línea de los poetas futuristas rusos que buscaban una poesía donde la palabra fuera autosuficiente, la “poesía transmental” o “lenguaje zaum”). Esta concepción del lenguaje poético llevó a los formalistas rusos a desarrollar, en su primera etapa, una preocupación por el sonido y la grafía, con los problemas del metro y el verso. Como consecuencia, acabaron con la dicotomía entre el fondo y la forma, puesto que el sentido, cuando existe, es efecto de la forma, y la forma ya no es un “simple recipiente” del sentido. “Sobre las diferencias entre lenguaje poético y lenguaje estándar, V. Shklovski, en su artículo de 1917 sobre “El arte como artificio”, insiste constantemente en el concepto de automatización, al advertir que “si examinamos las leyes generales de la percepción, vemos que una vez que las acciones llegan a ser habituales se transforman en automáticas”. Igualmente, I. Tyniánov considera que los nexos formales del lenguaje poético son mucho más rigurosos y solidarios que los del lenguaje estándar ya que, según su análisis de las interrelaciones entre los elementos semánticos y rítmicos del poema, el examen de la lengua literaria revela una disposición formal cuyas exigencias no satisface en absoluto el lenguaje cotidiano.” (Jesús G. Maestro · Introducción a la teoría de la literatura – ISBN 84-605-6717-6.) LA DESAUTOMATIZACIÓN. Los formalistas se engloban en una concepción estética general, cuyo principio básico es el de la desautomatización de la percepción de la forma: el receptor de la obra de arte debe percibirla deteniéndose a ello, con atención en el mismo proceso. En los análisis de los formalistas, el enunciado literario logra, merced a la peculiar tensión de las formas del texto, desautomatizar el valor de sugerencia del constituyente verbal desgastado por el hábito de su empleo práctico cotidiano. De esa manera el artificio formal aparece como la garantía más elocuente del arte literario en la famosa fórmula de Shklovski del arte como procedimiento o artificio (“priem”). (Crítica Literaria, García Berrio y Hernández Fernández, pág.60.) Ya Sklovski (1917) había manifestado su oposición al concepto del lingüista Alexander Potebnia (1835-1891) de que la imagen poética hace más asequible la realidad; para el formalista, la imagen poética sirve al poeta como medio para singularizar y hacer extraño el objeto al que se refiere. Esta singularización y “desfamiliarización”, este extrañamiento (Ostranenie) hace que el receptor se fije en lo que dice y en cómo lo dice y, por tanto, provoca la desautomatización, crea una impresión máxima, mediante procedimientos como la metáfora, la comparación, el paralelismo, la hipérbole… Al reforzar la sensación, se combate el automatismo de la percepción, que es el enemigo del arte TEORÍA DE LA HISTORIA LITERARIA. Los formalistas señalan que cuando las formas se automatizan por la repetición de la percepción, pierden su carácter artístico, y surge una nueva forma que la reemplace y cumpla con la función estética. La forma de la obra literaria es una forma dinámica, y los procedimientos, pues, se definen por su función en cada época. Iuri Tinianov (“El hecho literario”, 1924) señala la dificultad que conlleva todo intento de aislar la obra literaria. Años después, en “Sobre la evolución literaria” (1927) desarrolla la noción de “construcción” (el carácter descomponible de la obra literaria en unidades y niveles inferiores) y enfatiza el carácter relativo del hecho literario, puesto que, en el momento en que éste deja de ser percibido como tal en una época concreta, para otra época pasará a ser un fenómeno de otro tipo no literario. Por tanto, las formas evolucionan también de manera autónoma. El concepto de historia literaria de Tiniánov no implica una continuidad, sino, por el contrario, la destrucción de lo ya existente para crear algo nuevo a partir de ello. Se trata de un aspecto dialéctico implícito en todo cambio artístico. En este sentido, Sklovski habla de la “autocreación dialéctica de formas nuevas”, con lo que insiste en la idea de autonomía de la evolución literaria. La evolución literaria se explica en términos de sustitución de sistemas, y éstos cambian cuando cambia la función de los elementos formales.