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Ausencia 2021

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Mauricio Osorio Pefaur
AUSENCIA
Registros, Ritmos, Hallazgos
1
Mauricio Osorio Pefaur
AUSENCIA
Registros, Ritmos, Hallazgos
ausencia. REGISTROS, RITMOS, HALLAZGOS.
© Mauricio Osorio Pefaur
© Ediciones Ñire Negro
1ª Edición, 2021
RPI:
ISBN: 978-956-8647-82-7
Ilustración de portada: Ramón Contreras @Kenacano.
Fotografía de solapa: Antonia Osorio Mancilla
www.nirenegro.cl
nirenegro@gmail.com
Impreso en Coyhaique, región de Aysén. Otoño austral 2021.
Chile.
hay una ausencia germinal.
de la que nace el amor.
anunciándose como lluvia.
repentina.
transformándose en búsquedas.
intensas llagas, provocación
febril.
hallazgos, certezas,
más ausencia.
I
REGISTROS
7
Esta pena azul
Esta pena azul es una caricia que se acumula
da cierto calor que irradia en lágrimas
da cierta nostalgia que enciende el alma
Esta pena azul es una criatura que se retuerce
desgarra su carne como la marea una playa
se hace ausencia en el costado
9
En un espacio que es este
En un espacio que es este,
las horas se estiran y curvan
duermo mientras me desintegro
y en el sueño paso a ser
de este espacio que es otro.
En otro espacio aquí enfrente
un animal me observa absorto.
Mis aleteos le parecen modernos
mientras los suyos son solo recuerdo.
Memoria débil que escurre
en el espacio mismo que olvida.
El animal busca comida en mi cuerpo y así,
en este espacio despierto.
10
El alma no crece como las plantas
El alma no crece como las plantas. Debe soportar alegrías
y tristezas así, de un tamaño dado. El alma se ensancha
hasta reventar casi, con aquella hija que encuadra el mundo en la belleza. Y se expande con las que a tu lado su
propia luz extienden sobre el sol. Por fin el alma se hace
trizas con un leve y sonoro balbuceo del hijo que juega
sobre sus pies temblorosos que caminan entre el pequeño bosque de plantas.
El alma no crece como las plantas, pero está ahí, latiéndonos, explotando y de nuevo volviendo sobre su memoria
alada, más alma, indefinible y certera.
11
Llagas azules
Un desparramo cesante,
de aparejos sin tiempo
yace en el corredor.
Llagas azules se secan bajo el sauce.
Buen provecho tiene la leve brisa
arreando moscas
sobre el cuajo velludo.
La zaranda llena de quesos
madura su aroma lejos del sol.
Manuel carga uno a uno los sacos de trigo
espantando a las gallinas que se ufanan entre la paja
en una trillada propia a los granos abandonados
La maldad dormita a media tarde,
nadie ha podido ver que se alojó entre las parras.
Parientes y perros buscan sombra inútilmente,
porque fantasmas tristes ocupan todos los reparos.
12
Tu lenta y pesada ausencia,
habita los mallines,
arde bajo la tierra
echa raíces en el aire.
Camina corriente arriba.
Pastosa fue tu partida.
Pampa seca,
lejano dolor
de bosques rojos.
Una estela de otoños,
viaja a la deriva,
son recuerdos colgados en el viento.
13
Hondazos
Piedras en su tamaño,
una a una recogía el primo
yo creía que la noche las moldeaba
con sus manos negras
sobre una tabla gruesa de rocío.
Los hondazos certeros silbaban la mañana
apagando el canto de zorzales distraídos
alguna loica teñía de piedra su muerte
y los conejos perdían sus patas en la huida.
Voy recordando ese sol de mediodía
sobre las lomas secas del abuelo,
el sonido de las vainas llenas de arvejas,
el humo en el fogón oscuro,
las aves dentro del perol hirviente.
La horqueta se mueve al ritmo desgarbado del primo,
del bolsillo sobresalen sus gomas arteras.
Todo el cuadro se me aparece ahora
como sangre que brota de una herida recién abierta
impetuoso, el hondazo silba frente a mi rostro
y soy el ave distraída que se desploma.
14
Los pueblos adentro del país
Vistos desde buses vacilantes,
los pueblos del norte grande
son escenarios abandonados
donde otra historia, la de un país antiguo
dejó de ser vivido.
En el sur habitan pueblos sobre un desierto húmedo
pasadas de frío sus casas,
multitud de ancianas entre los arbustos.
En las ciudades crecidas
se manifiesta el colectivo humano
sobre una realidad imaginaria
llamada boom su éxito-miseria,
soledad de consumo llamada nuevo siglo.
Nuestro patrimonio, ¡ah!
¡Qué belleza abandonada!
Si tan solo resonara la memoria,
lo vivido, no los restos, no las costras.
A fuerza de flashes llenos de nostalgia
Se impregna de vida plástica lo perdido.
Los pueblos adentro del país respiran ahogados.
15
Cada vez que vuelvo
Cada vez que vuelvo,
las calles de la ciudad me arañan
y colocan sus huevos de nostalgia.
Cada vez que vuelvo,
las noches se levantan gracias al viento,
quieren caminarme en la memoria,
abrazarme.
Cada vez que vuelvo,
las lluvias buscan quedarse en mis zapatos,
llenas de hojas que reverdecen
mientras los fantasmas de la ciudad
se me arriman, sentimentales.
Cada vez que vuelvo,
Santiago me acaricia las manos
Lo tiendo poco a poco en las horas que retornan
y espero.
16
El otoño va entrándose
Es una época llena de respiración el otoño,
en Patagonia se lo traga uno por los ojos
y el corazón aviva la paleta derramada
desde bosques y planicies.
Croma,
croma inusitado,
ataviado de almas en vuelo,
cada vez más denso
alimenta la gravedad helada
del alma sureña.
17
Voy a ser una fiesta
Voy a ser una fiesta
de ausencias
montado en pelo sobre los
Cincuenta.
Caballo que corcovea
las primeras dolencias
y se ríe de ser mitad de un ciento
improbable.
18
Los mayores
Están los mayores inscritos de ausencia
son sólo tinta en los papeles
del archivo civil de la nación.
Fantasmas que lloran en la in-memoria
o ríen también, alejados de la felicidad
que tampoco acá conocieron.
He recogido sus nombres como iniciales
de mi propio olvido:
El Juan ardió sobre el secano
y en los espinos se retorció su estirpe.
El pozo yace seco,
los harapos de una vida de trabajo,
algún dinero y el vino,
suelen flamear con el viento
que a veces se acuerda y pasa bajo las higueras.
La Rosa, como una vieja niña
esperaba a ese nieto deslizado
dentro de la hija amada.
(Sentí tal vez su mano moribunda
y pateé dos veces, asustado).
La Elena, mujer construida en el silencio,
preparaba unas cazuelas de gallina
¡ah! ¡qué enjundia flotaba
entre islas rojas y amarillas!
19
El Obdulio, anegado de nostalgia por una tierra
que jamás logró arrastrar
desde La Marsellesa a sus manos.
Los he tejido sobre tramas y huellas
en un telar que canta
detrás de bosques arrasados por el fuego.
Los he traído ante mí,
desde una ausencia tan llana,
que me ha permitido inventarles el cariño.
20
Que ya no estés
Que ya no estés.
Que ni siquiera hables como ayer,
despejada tu palabra sobre los cielos de Coyhaique.
Que ya no estés.
Caminabas a tientas entre tu enfermedad y la alegría
abierto tu silencio bajo la crecida humareda.
Que a pesar de todo
siga insistiendo tu cariño
derretir el hielo social de estos días.
Adiós nuevamente amigo.
Todavía puedo inventarme un abrazo
aunque tu cuerpo sea ya materia de barbecho.
Que ya no estés.
Acá se vive entre tristeza y tristeza
una alegría cierta y llena de hijas.
21
Y la memoria regresa
Siempre que se camina abrazado por la lluvia
las voces antiguas besan la tierra
el viento entonces
acelera el tiempo
y la memoria regresa.
22
Migrante
Sentí mi paso migrante
en una planicie de diciembre.
Un coro gritaba tras de mí
¡locura!, tu lejanía.
El pulso se asentó migrante
entre los ñires
-así les llaman y es un canto este nombreverde, rojo, verde
su follaje avanza sobre los años
como mis recuerdos hacia el silencio.
Mi voz acarició migrante
Aysén este refugio abierto,
todos los vientos dan forma a sus murallas
que caen mudas por los caminos.
[Este Aysén ha recibido mis alas
cubriendo de nieve sus miserias]
Abre surcos la memoria migrante
en la espesura de bosques
olvidados bajo el fuego
y la ausencia recoge historias que crepitan
en todos los valles respirados.
[Una sola inmensidad migrante
gravita en la palabra de sus gentes]
23
En las afueras de Chile
He estado en las afueras de Chile
sin abandonar su flecadura
en el instante de la marea.
He abandonado sobre el aire
los suelos nacionales
llevando en mí la nostalgia
que resuma bajo el zapato.
Chile no me abandonó entonces,
aquello que se llama lejanía
nada hizo sobre mi memoria.
Mas hay la vez que caminé
fuera de Chile estando dentro
y la patria volvió a nacer-se en ella misma,
distinta. chile Chico le llamaron
hace algunas horas atrás.
chile lejos, deshecho en pampas e islas
abiertas sobre el mar
la mar más bien, la mar.
chile ciego a su verdad
decía la voz de aquella tierra
y al oírla, me pareció
saberle el timbre en lo profundo
me pareció vivida antiguamente
chile de nuevo hecho,
por almas en resaca
sobre el desplaye de la nación.
24
Leo Poemas de Bolaño
Leo poemas de Bolaño
y la boca se me inunda de sangre
no entiendo mucho a Bolaño
menos entiendo esa especie de culpa
del sistema literario chileno
que le cultiva con velitas
(la sangre recorre mis dientes,
imagino que ellos luchan por no tornarse granates)
Leo poemas que no entiendo
dice la portada que son de Bolaño.
Ayer era Lihn el reverbero de la luz criolla
perfectos caballeros de la mejor poesía
o la peor, da lo mismo,
la sangre jugaba con mi lengua
y yo jugaba con las imágenes cinéfilas,
narrativa poética de Bolaño.
Eran las seis y cincuenta de la mañana apenas
estaba amaneciendo Coyhaique,
la leve escarcha luchaba con el agua que ya corría
entre muchachas ambiguas simpáticas musas
ebrias amoratadas pero felices.
Leo aquel libro del grande contemporáneo y ya sé
que no podré terminarlo
que así se debe de leer la mejor literatura
dejándola tirada un tiempo
a la intemperie inundándose de pasto ovillo, bosta, rocío.
La boca ya sabe a sangre cerca de las siete.
Visito México DF, Barcelona y ese Chile odioso,
25
el sol en Coyhaique lamenta su utilería:
es el fuego que no calienta –me digoentonces
a la estufa un palo de la mejor Lenga patagona.
26
Despedida
Toda el agua que puedas beber –me dijo- y nunca más me
habló. Tomé la botella, la llené como pude y me dispuse a
beberla con urgencia.
Él en tanto, tomó distancia, corrió ligero y voló junto a la
cascada. Yo no alcancé a tragar el amargo líquido. Ya todo
estaba enrojecido, cielo y laguna, bosques, valles, escoriales.
Enrumbé por la huella y doscientos metros más allá, oriné sobre la suave superficie del río. Recuerdo que también lloré.
27
Peukayal, abuelo Simón
Al abuelo Simón Quñinao, lo conocí en 1992.
Me habló el abuelo Simón en mapuzungún
y no comprendí nada de lo que decía.
Cantó para nosotros el abuelo
como si cantara con el amor completo
a su esposa muerta hacía años.
Cantó -les digo- y no le entendí nada
más que su ritmo permanente y tranquilo.
Nos dio de comer el abuelo Simón:
porotos, carne, sopaipillas y sopa,
siempre tranquilo, sonriendo ante el encuentro
con nosotros, otros
imberbes asombrados con la alteridad.
Su foto me acompaña sobre la mesa
de las imágenes y la memoria,
su foto de anciano tierno,
junto a dos enormes bueyes que aletargados esperan
nuestra partida, dolidos apenas por arrancarles
ese último instante de otredad
El abuelo Simón tal vez está desde hace años
en la wenu mapu
pero le siento siempre el ritmo permanente y tranquilo,
escucho y me susurra que su vida fue así, simplecita y suave
como el agua que escurría por la bella acequia de Collico Bajo.
28
El cielo de Curacautín se destroza
El cielo de Curacautín se destroza
en lluvias gruesas
y allá, en las lejanas costas de Wallmapu
el sol reverbera sus llamas enrojecidas.
“Viene buen día para mañana”
sentencia la abuela que ha mirado
dentro su memoria.
El aroma es una reunión
de hierbas húmedas,
leños ardiendo,
respiraciones de algún pillán anciano
que se acosquilló en la madrugada.
Como en tardes antiguas
las aguas rodearon los sentidos,
anegaron los sueños abiertos de la noche,
cantaron sobre todos los techos del pueblo
Era cielo toldado desde la cordillera al valle.
Sin embargo, vino buen día hoy:
nubes altas bajo un espejo azul.
El agua comenzaba su ascenso.
29
Del humano arrastro
Del humano arrastro todo
Infatigable,
tranco a tranco
sobre las casitas salvajes
clavo al humano
en su dolor de espiga
¡Yo soy Dios!
Le cuelgo el alma
impávida ante la carne,
su consecuencia
¿Yo soy Dios?
30
Volando
Una vez vi un ave,
volando.
Su pecho acarició
la salada superficie del Yacaf.
Tornó la vista antes de estrellarse
con la marea que volvía.
Quise arrancarme los ojos
para desaguar esa mirada.
El ave aleteaba en los roqueríos
y no sabía yo si morir o vivir
en la belleza.
Volando se alejó la marea
inundada y ciega quedó la esperanza.
Las factorías flotantes bamboleaban,
un vacío millonario las mecía
había un hombre que tal vez arrimaba el alma bajo su
capa naranja,
lanzaba algo que atrapaban miles de peces encerrados.
El ave dejó de aletear,
pero no de observarme
le sonreí y de este modo, dejó escapar un graznido
que se trepó sobre los arrayanes.
31
Allí estaban las huellas de otros tiempos,
una familia conversaba
la mejor manera de disponer las valvas
luego de darse el primer festín del día.
32
Soñé con canoeros que me miraban entre risueños y sorprendidos. Yo intentaba hablarles, había aprendido algunas
palabras en su idioma, pero ellos no me entendían, hacían
como que no me escuchaban. Entonces, descorrí el agua de
la mar como si fuera un visillo y desperté.
33
II
RITMOS
35
Incluida la maldad en el azul de la memoria
todo lo exiguo avanza con esfuerzo
principia desde las axilas el silencio
caminata en espiral sobre la historia.
37
Soy Otro
Soy otro,
de tez urgente,
luz.
Soy otro,
mezcla de vaguada y desierto
cóndor y tero
graznidos
contra el viento.
Llega la lluvia,
a veces
y la otredad
de mí,
falsea el espejo.
38
Nocturna
Por las noches claras y amarillas
voy camino de la suerte y la fortuna
si me asalta el desvarío de la luna
la tajeo con toda clase de cuchillas.
Y todo el mundo observa aquella escena
la luna con la cabeza rasguñada
que se sonríe de verse tan obscena
y se pasea como loca desgreñada.
A su derecha bufa una silueta
que se sostiene apoyada al infinito
con la diestra empuña una muleta
y la siniestra se prepara de a poquito
para ensartar la hedionda epifanía
en el tumulto que mira el horizonte
como esperando asir la sinfonía
de los colgados en la cima de los montes.
39
El viento mece a esa hora moribunda
varios cuerpos salpicados de orificios
carroñeros de pelaje sobre el cielo abundan
con sus picos rojos de tanto sacrificio.
Porque trabajo han tenido por semanas
es mucha muerte la que vida les regala
y sin descanso han comido carne y ensalada
gordos y brillosos se pasean con sus alas.
Salpica sangre blanca en mi cabeza
es dios, me dice el diablo y se solaza
está sangrando así desde hace siglos
y toda la tierra tiembla y se apelmaza.
40
El hombre-gusano
me adhiero a mi henchida bolsa y me chupo:
Diminuto y pálido, voraz gusano.
Gonzalo Millán
Él se fue lleno de alimañas
se alojó en las aves desplumadas
despertó tan vacío de montañas
y regresó bajo una lluvia de chupallas
que sin respeto caían en secano
como anunciando al agua condensada
a la impostura de una lluvia desbocada
a la desdicha de ese pobre hombre-gusano
con un silencio comido y defecado
siguió mirando ciego el horizonte
como buscando amigos polizontes
que le dijeran: ahí vas iluminado
nada de eso pudo pasar aquella noche
porque era parte de una nube de mañana
y sin querer se acurrucó sobre la almohada
por si escuchaba la llegada de aquel coche
el sobresalto leve en el oleaje
recuperó todo su sueño envenenado
le despertó, su cuerpo estaba transpirado,
el fantasmal chirrido de un carruaje
41
De la muerte consentida
¿Dónde se va la vida
Encerrada en un cristal
Encajada al memorial
De la muerte consentida?
Tantas veces pregunté
a ese dios que existe arriba
y al no entender me desvelé,
¿dónde se va la vida?
Por respuesta recibía
el sol consistorial
la lluvia lenta que caía
encerrada en un cristal
No contento y con alergia
le gritaba al principal
¡oiga pare’ con su ausencia!,
encajada al memorial
Ya en la noche, azul y bella
respondió una voz tranquila:
la vida sólo es una estrella
de la muerte consentida
42
El agua me ayudó
A fuerza de terrones en los ojos
la vista se me fue aclarando
si ciego creí estar caminando
locura había de paisajes rojos.
El agua me ayudó desde un arroyo
subiendo entre mis manos rotas
en sueños y calzando ojotas
era feliz al saltar escollos.
Y nada, nada me carcomía
ni la envidia, ni siquiera el odio
ni el alegre rostro del vil demonio
porque de amor mi alma vivía.
43
Por razón
Tengo por razón a la memoria
lamentable viscosidad en los sesos
pensar en ella,
dando pasos de gigante en el desierto
enloqueciendo de aguas su lógica
allá sí, allá no.
De aguas va cayendo
la oscura desmemoria,
vida sin razón.
44
Dentro del ojo
Me hundo en la foresta inexistente
quemada a fuegos viejos
me hundo en el humus azul del presente
se escuchan gritos en el barro seco
aullidos, monedas que van y vienen
paquetes de este barro sin luz
enrumban sobre el desierto de lloviznas
tapo mis oídos y me hundo aún más
abajo (hay un abajo siempre)
hay otros que reclaman por mi peso
muerto el argumento
hay otros que reclaman
arriba (se acaba el arriba a veces)
el tapiz reverbera,
su volumen ha sido vano
un tejido estampa, brilloso dentro del ojo
45
III
HALLAZGOS
Después de todo la patria, la verdadera,
se construye de puras ausencias
47
Cuando cumpla 50
Habré hundido mis pies en tu tierra, abuelo.
Habré escalado toda la ausencia del siglo
que me vio nacer y callar.
Cuando cumpla 50
miraré el pasado al frente
y todas sus lágrimas que hicieron crecer
la palabra.
Miraré dentro de la luz, para buscar la sonrisa
que me acompañe para lo que depara del otro lado.
Cuando cumpla 50
seguiré desconfiando de ese mal dicho
"hay que vivir el presente",
el pasado seguirá habitándome entonces.
No habrá eso sí, ausencias como bosques muertos
cuando cumpla 50.
49
Cerezas en el patio
Con la excusa de descolgar la ropa
salimos al patio a comer cerezas,
cómplices y furtivos.
Te bajé una rama alta
que parecía inalcanzable y recogiste
la fruta fresca, llena del viento de la tarde.
Yo también escogí cerezas y nos llenamos la boca
mientras conversábamos de amor,
la tibieza de la tierra se apagaba.
50
El Baker
Si le arrojo toscas negras
el Baker sólo me sonríe y se las traga.
Unos remolinos antiguos sobre su lomo turquesa
juegan a reflejar bosquetes.
Si camino a su lado, trato de emular
la calma
de su viaje hacia la sal.
El Baker se tiende ante la ambigüedad del cielo,
rumorea una historia rizada mientras
juguetea con enormes troncos
que parecen palillos viejos
de una abuela que ya no teje,
pero sigue con la vista pegada a la ventana.
Afuera, el inexorable cambio de todo lo conocido.
Lágrimas alimentan al Baker entonces
lágrimas que ya no encuentran pañuelos bordados
que ya no encuentran consuelo bordado al agua
de río tranquilo.
El gigante aniñado se retuerce
y arriba, ya no cóndores buscando la víscera
helicópteros sí, bajando el ojo experto
para posar la herida total
en el río niño,
en el gigante río niño.
51
Texto tejido
El año se inicia después de la fiesta
Nadie sabe que nos deparará
Todos despiertan a medias tintas
¡Cómo vendrá esta vez el trigo o la cosecha de vinos!
Tintos y espumosos los paladares
Se preguntan al mismo tiempo millones
de extraños desgreñados y rostros /desfigurados,
ensimismados observando fijamente el piso
sin recordar cómo terminó el año anterior,
buscan en cada trozo de basura, la clave.
El año se inicia perfecto.
52
Soñé aquella vez que los versos caminaban
Soñé aquella vez que los versos caminaban
entre mis sesos.
Aparecían las imágenes poéticas
entrecruzándose cual complejo textil
y al toparse, las vocales producían hermosos sonidos,
mezcla así de madera y metal denso
relamía el sueño
con una lengua cristalina
entonces,
entonces anotaban mis sesos
las bellas arquitecturas poéticas
y me solazaba:
al despertar escribiría
todo de golpe, a borbotones
me solazaba.
Ahora sólo recuerdo:
soñé aquella vez que los versos caminaban.
53
En el Mal[l]
Veo al frente un hombre vestido.
Lo desnudo con la mirada
prenda a prenda le arranco.
Y voy con ellas vistiéndome
maniquí en la vitrina queda
quedo, respirando lento.
Afuera el tráfico arrecia
y sobre él arrecia el sol apocalíptico
Desde el pasillo más alto del edificio
emprende el vuelo otro hombre, vestido.
Sus alas no le responden…
adentro, siguen todos vistiendo y desvistiendo cuerpos.
Un plástico negro cubre al hombre desnudo
Seguridad ya ha llamado al camión de la basura.
Más allá está la tienda de helados.
54
El sin remedio
¡No tiene remedio, no insista más!
Se le metió el diablo por los ojos y ahí lo ve usted
Hablando de paisaje para el pueblo, de paisaje para el pueblo
La prensa recogió la nota triste, porque alcanzaba justo para
rellenar
el minuto antes de la tanda
y el huequito abandonado por no pago de publicidad.
55
Todo un invierno
Por los inviernos de la desconocida
y solitaria Patagonia,
el Olvido hace años se paseaba
¿Qué era la nieve?, preguntan los infantes
cuando dices que tal vez caerá esta tarde
inquietos ellos,
sospechan la mentira.
Comenzó entonces arrobada de silencio
a precipitarse
Copiosa
Copiosa
Copiosa
nos llenó la mirada durante un día
y medio más
todo un invierno se nos quedó
como piel helada
afligidos los que creían era chiste
verla endurecida
y luminosa afuera.
56
Un ciprés me brotó dentro
Estaba ya hecha la mañana de toda su luz.
Pero a mí algo de sueño me quedaba.
Un tropel de gorriones jugaba
en el entretecho de la cabaña.
No me importó eso,
pues algo de sueño me quedaba.
Cerré otra vez los ojos y soñé
de nuevo el sueño que me quedaba.
Entonces, un bello ciprés brotó del piso, abriendo
un pequeño cuadrado en la madera.
Surgió su figura, rizoma verde y perfecto. Creció
lo justo para mí. Lo justo y su belleza
se desvaneció.
Un ciprés me brotó dentro.
57
Notas de octubre ya
Hacia las cinco de la tarde comenzaba a cruzar la plaza y un
niño chillaba adolorido en alguna parte. Su hermana algo mayor
que él intentaba abrazos de consuelo. El niño sangraba y lloraba,
la niña se asustaba.
Me acerqué para ayudarles, me acerqué porque pensé que podían ser mis hijas, que eran mis hijas.
Me acerqué y le dije a la niña que llevara a su hermano a los
baños públicos (¡Oh! Los maravillosos baños públicos) para
enjugarle la boca, para que se limpiara la herida.
Le pregunté dónde padre o madre. La abuela en un mistral azul,
me dijo nerviosa.
Dónde -pensaba yo- estará esa abuela, en esas diez calles de
locura y daba vueltas al revés de las manecillas del reloj viendo tres o cuatro de esos inmundos autos de tercera, que son la
ostentación de una riqueza vana.
De la abuela nada y los dos pequeños en el baño de mujeres, él
llorando ella a su lado y dándole sorbitos de agua. Me acerqué
al acceso y la mujer del baño, indolente miraba el techo. Y otra
mujer entra divertida con la tragedia de los niños:
¡Ah! se mordió la lengua, laralí, laralá, y se encierra a evacuar
sus orines cantando. Entonces, me doy cuenta que el asunto
empeoraba, el niño mordió su lengua, la sangre brotando largo
rato.
Me meto al baño. Mejor lleva a tu hermano a donde esté tu
abuela.
Pero dónde está tu abuela.
Y la niña asustada todavía más, me dice no se preocupe, no se
preocupe yo voy sola, sé donde está mi abuela.
58
En segundos esa niña temió de un hombre que quiso ayudarle,
Temió, porque hay que temer y desconfiar. Temió porque ni madre ni padre estaban allí, sino un hombre extraño, extrañamente
preocupado por ellos, mientras todos los demás ojeaban la escena indolentes, un niño sangra y llora, nada menos importante.
Ese hombre siente la derrota, la insanía instalada entre las gentes, siente que todo puede ser mejor en solitario.
59
La felicidad que no se encuentra
Uno se pone el sombrero
sale a la calle y piensa
en la felicidad que no encuentra.
Una muchacha le sonríe afuera,
el mocoso de la esquina le lanza un garabato divertido
y uno sigue con la mente distraída en la felicidad
a la que no llega.
Un perro marca el cerezo de la plaza,
la pareja de la cuadra se besa en los columpios.
Y la tarde alza una brisa suave
mientras uno pierde la memoria.
60
A propósito de aquella otra nata
La nata es un desperdicio
que cuaja toda mi memoria
y la mastico con fruición,
directa dureza alada
entre mis dientes fluorados.
La nata es la mitad de mi corazón
anémico,
la media naranja de mi vómito
la degusto lentamente
dentro de mi cavidad
oscura,
la nata es blanca dentro de mi caverna
con estalactitas carcomidas
años ha,
por el azúcar
la nata.
Es el despojo que reflota de la leche
antes que se derrame por tus pechos
entetillados
y adoloridos
a punta de mordiscos de ángel
de niño pintarrajeado de nata desperdicio.
La cuchara rescata una nata superior a todas
desde el centro de la leche derramada y aún caliente
sorbo con orgullo
la telita transparente
y la mastico luego.
61
Un poquito más creceré con esta nata
y no podré acordarme ya de cómo era
aquella otra nata que cuajaba sobre la leche humeante.
62
Es la Nada
Sábado, domingo, lunes, suicidios: un piquero limpio y femenino al río Aysén, un
cinturón de cuero para el despechado, una soga para el paco.
Nada más. Es la luz,
es ese niño llorón, son esos horizontes infinitos, ajenos.
La Patagonia muere a ratos, muere y este hombre piensa que es
mejor entonces
cruzar la plaza, cruzar la ausencia.
63
Dos preguntas
¿Será que uno termine leyéndose el ombligo?
que entre el humo de cigarros no fumados
distinga el ojo a la palabra
descolgándose precisa
de sus hojas.
¿Será que uno retome la escritura para ahogar el grito y la
ausencia?
entre los apiñados paisajes que definen la carretera
para que nadie los vea,
en la ceguera promisoria del tour,
abierto el ataúd de codo
donde yace la memoria.
En el primero encontrará sin duda
una pequeña luz de intriga,
esa biología alguna vez le unió
a un útero que pensó conocía
y luego del corte,
cerró como herida de guerra.
En la segunda, el silencio es una música imposible
por no creada, digo
imposible.
Aunque tal vez la escuchara en el mar aquel
amniótico-hipnótico.
64
Un hilo de mi vida
Entre Santiago y Valparaíso se extiende un hilo de mi
vida. Su tensión es a ratos profunda, a ratos aérea.
Mientras el paisaje avanza tras la ventana, recojo el hilo
con ternura y formo un ovillo que se humedece entre mis
manos. Lo guardo con cuidado en el bolsillo de la camisa
-más bien en el corazón que es un bolsillo de ausencias-.
El mar o la cordillera no me alcanzan.
65
Aquí arriba no existen las tardes,
ni las noches.
No existe uno en su memoria.
Aquí arriba
lo que no fue jamás
parece una música turbulenta,
una cosa quebrada dentro del corazón.
Aquí arriba
la niebla se hace mar
y todos gritan en silencio
yo no duermo,
pero sueño con todos los pasados.
Es Santiago el que sopla abajo.
Sopla hacia sus adentros
como llamando a ese hijo breve
que desgarró su piel
y huyó al sur, por arriba,
hasta verse bajo los bosques.
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ÍNDICE
I Registros 7
II Ritmos35
III Hallazgos47
67
68
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