Subido por Daniel Biagini

Los roles de género y el capital cultural - Qué papel juega la escuela

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Diplomatura Superior en Diversidad y Educación
Daniel Biagini – Trabajo FInal
DIPLOMATURA SUPERIOR EN DIVERSIDAD
Y EDUCACIÓN
TRABAJO FINAL
“Los roles de género y el capital cultural,
¿qué papel juega la escuela?”
Daniel Biagini
Año 2018
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Daniel Biagini – Trabajo FInal
Diplomatura Superior en Diversidad y Educación
“Los roles de género y el capital cultural, ¿qué papel juega la escuela?”
Resumen
Hoy en día los roles de género han cambiado bastante en relación a las ideas que históricamente
prevalecieron en nuestra sociedad. Las diferencias entre las tareas que desarrollan las mujeres y
las que llevan adelante los hombres se han achicado notablemente. Nadie dudaría en afirmar que
la mujer ya no está destinada a ser ama de casa y el hombre a salir a “buscar el pan”, sino que los
roles sociales de ambos son compartidos así como sus responsabilidades familiares.
Sin embargo, esta idea tan generalizada no lo es tanto en la práctica. A menudo nos encontramos
con frases y actitudes que dejan entrever que el paradigma anterior no ha sido superado del todo,
y todavía se piensa a la mujer como la encargada del hogar y los hijos y al hombre como el
responsable de proveer el sustento económico a su familia.
En relación a esto nos preguntamos: ¿qué papel juega la escuela en este cambio de paradigma?
¿realmente promueve la igualdad? ¿motiva a las mujeres a elegir libremente entre el estudio de
una profesión y el cuidado de su futuro hogar? ¿educa a los hombres para que rompan esas
diferencias históricas?.
En general pareciera que la respuesta es que no. Que el capital cultural heredado de la propia
familia es más fuerte que la enseñanza de la escuela en cuanto a igualdad de oportunidades y de
roles. Parece que aquellas personas que elijan estudiar y desarrollarse profesionalmente, lo harán
más motivados por su familia que por la propia experiencia escolar.
En esta línea se desarrolló la presente investigación, reuniendo el marco teórico pertinente y
realizando una encuesta orientada a responder al anterior cuestionamiento.
Investigación
Tema: Valoración y roles de género en la escuela
Problema de investigación: la escuela secundaria no contribuye a borrar las diferencias
categóricas entre los roles y funciones de ambos géneros. Se sigue pensando a la mujer como
encargada de los quehaceres domésticos y al hombre como responsable de proveer de sustento a
la familia. E implícitamente se le da más valor al trabajo rentado. No se visualizan acciones
concretas en lo cotidiano del aula tendientes a desactivar este prejuicio que se nota en la relación
entre los chicos. Esta idea subyacente en la sociedad es una de las causas de que todavía exista
dominación del hombre sobre la mujer y se generen situaciones de violencia de género.
Pregunta de investigación
¿La escuela promueve la valoración y la igualdad de roles de género?
Objetivo general
Conocer el porcentaje de personas que han optado por continuar sus estudios posteriores a la
secundaria en relación al capital cultural heredado.
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Objetivos específicos

Saber qué injerencia tiene la escuela secundaria en cuanto a la igualdad de género.

Relevar qué sensaciones tienen las personas en cuanto a la importancia de la enseñanza
secundaria en sus decisiones posteriores.

Conocer los motivos por los cuáles se opta por continuar formándose en un nivel superior
de estudios.
Preguntas derivadas del problema

¿Existe desconocimiento por parte de los docentes sobre los conceptos de valoración y
roles de género?

¿Se piensa que la desigualdad de la valoración de roles es la base de actos de violencia y
dominación futuros sobre la mujer?

¿La enseñanza de la escuela secundaria resulta determinante para que las chicas opten
por roles distintos a los preestablecidos?

¿En qué mínimas acciones los docentes podemos contribuir a la idea de igualdad de
género?
Justificación
Si bien sobre la cuestión de roles de género se puede afirmar que “en nuestra sociedad hay una
tendencia a borrar las diferencias tan categóricas entre los roles o funciones de ambos” (Rosende,
2016, pág 2). También se nota una fuerte tendencia a que los roles históricos del hombre y la
mujer continúen siendo, para el primero, el encargado de proveer el sostén familiar, y para la
segunda, encargarse del hogar y los hijos.
Esta tendencia es más fuerte en los sectores más pobres, pero también se ve en familias con un
buen pasar económico, donde la mujer deja de lado sus ambiciones profesionales para dedicarse
a sus hijos, mientras el marido, cuyo ingreso es suficiente para que toda la familia viva “bien”, es el
que tiene un trabajo rentado y se constituye como el sostén económico del hogar.
No obstante, muchas mujeres estudian carreras terciarias o universitarias y se desarrollan
profesionalmente en puestos de trabajo que, hasta no hace mucho tiempo, estaban reservados
exclusivamente para los hombres.
La cuestión que surge es: si la escuela contribuye a que cada vez más mujeres elijan
desarrollarse profesionalmente o tal cambio cultural responde principalmente a las motivaciones y
ejemplos provenientes de su propia familia. Si bien la educación sexual integral en las
instituciones educativas colabora a repensar el rol de la mujer y la mirada que la sociedad tiene
sobre ella, llama la atención la marcada diferencia entre las elecciones según las clases sociales,
cuando los diseños curriculares y lineamientos acerca de este tema son los mismos, tanto en
aquellas instituciones elegidas por las familias de clase social acomodada, como en las que eligen
los sectores más vulnerados para la formación de sus niños.
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Para abordar este tema, resulta interesante el concepto de capital cultural y su incidencia en la
educación planteada por Pierre Bordieu.
“La condición de capital cultural se impone en primer lugar como una hipótesis
indispensable para dar cuenta de las diferencias en los resultados escolares que
presentan niños de diferentes clases sociales respecto del éxito “escolar”, es decir,
los beneficios específicos que los niños de distintas clases y fracciones de clase
pueden obtener del mercado escolar, en relación a la distribución del capital
cultural entre clases y fracciones de clase. Este punto de partida significa una
ruptura con los supuestos inherentes tanto a la visión común que considera el
éxito o el fracaso escolar como el resultado de las aptitudes naturales, como a las
teorías de “capital humano”. (Bordieu, 1979)
Bordieu sostiene que el rendimiento de la acción escolar depende del capital cultural previamente
invertido por la familia. En otras palabras, que el tiempo invertido por la familia en la transmisión
del capital cultural que comprende, teorías, bienes materiales y títulos escolares, es por mucho
mayor que el invertido por la escuela y por eso lo condiciona.
Por lo tanto para un estudiante cuyos padres no han completado, por ejemplo, el nivel secundario,
será más difícil completar sus estudios, que para otro proveniente de una familia donde se ha
completado dicho nivel y quizá hasta sus padres hayan cursado estudios superiores.
Hipótesis
La injerencia de la enseñanza escolar en la elección de vida de los estudiantes es mínima. Si bien
orienta y prepara para el estudio de carreras terciarias o universitarias, solamente motiva a
aquellos estudiantes que ya cuentan con un capital cultural heredado en cuánto a la formación
superior. Son prácticamente nulos los casos donde una persona proveniente de una familia dónde
no se ha alcanzado un nivel de estudio superior, o no se ha incentivado a los niños a seguir por
ese camino, encuentra en la escuela la motivación para romper con esa limitación incorporada
implícitamente.
Marco Teórico
Valoración y roles de género
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Los distintos sexos o géneros reciben diferentes valoraciones, positivas o negativas, según las
sociedades y los tiempos. Desde los contextos sociales, culturales e históricos se definen
significados, valoraciones y también actividades, costumbres y hábitos que se atribuyen a las
distintas edades.
Cabe destacar la diferencia entre “sexo” y “género”, la cuál radica en que el primer término hace
referencia a una característica natural o biológica, mientras que el segundo término se entiende
como una significación cultural que hace referencia a un conjunto de roles.
Cuando se hace referencia al sexo de una persona, se hace alusión a las características
biológicas y fisiológicas que definen a hombres y mujeres, es decir “macho” y “hembra” como
categorías sexuales. Y cuando se habla de género , se refiere a los roles socialmente construidos,
los comportamientos, actividades y atributos que una sociedad dada considera apropiados para
los hombres y las mujeres, es decir que “masculino” y “femenino” son categorías de género.
Por lo tanto, el rol de género alude al conjunto de normas sociales y comportamentales
generalmente percibidas como apropiadas para los hombres y las mujeres en un grupo o sistema
social dado, en función de la construcción social que se tiene de la masculinidad y femineidad.
Éste sería la expresión pública de la identidad de género y se forma con el conjunto de normas,
prescripciones y representaciones culturales que dicta la sociedad sobre los comportamientos
esperables para un sexo determinado.
A lo largo de la historia el rol de la mujer se ha identificado con los quehaceres domésticos, la
atención de los hijos y el cuidado del hogar. En cambio el hombre, ha ocupado el lugar del
proveedor de sustento para su familia, el encargado de llevar el pan a la casa. Utilizando una frase
popular: “el hombre a trabajar y la mujer se queda en casa cuidando de los hijos”.
Es cierto que hoy en día, esta mirada sobre los roles del hombre y la mujer han ido cambiando y
son muchas las que se desarrollan profesionalmente y ocupan puestos laborales que, por años,
habían sido reservados para los hombres. Como otra cara de la misma moneda, también son
muchos los hombres que se encargan de las tareas domésticas, cuidan de sus hijos y comparten
el cuidado del hogar con sus parejas.
Sin embargo se puede ver una tendencia a permanecer en el paradigma anterior, por ejemplo:
cuando un hombre realiza tareas del hogar se dice que “ayuda a su esposa” o “hace las cosas de
la casa cuando su esposa no puede”; ambas frases dejan entrever un preconcepto bastante
arraigado, la encargada de los quehaceres domésticos es la mujer, el hombre “ayuda”.
Del mismo modo se dice sobre la mujer que trabaja fuera de su hogar que “ayuda a su marido a
generar ingresos”, de nuevo se puede observar que se sigue considerando al hombre como el
principal responsable de llevar dinero al hogar, y la mujer “ayuda”.
La posición de la escuela en cuánto a los roles de género
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La escuela cumple un papel fundamental en la transmisión y formación de cultura. Desde el nivel
inicial los niños toman contacto con elementos de la cultura de su pueblo (símbolos patrios,
costumbres y tradiciones, roles sociales, etc.). En el nivel primario desarrollan la lecto-escritura,
entran en contacto con material literario, realizan sus primeras producciones donde plasman sus
creencias y aprendizajes, comienzan a valerse de herramientas matemáticas que los ayudan a
desarrollar el pensamiento crítico y los razonamientos lógicos. Por último, en la secundaria, los
contenidos se vuelven más específicos y los elementos culturales se encuentran atravezados por
las vivencias de los adolescentes en sus grupos de referencia fuera de la escuela.
De los tres niveles, sin duda, el más complejo es el último. Los medios de comunicación, las redes
sociales y el uso de internet han favorecido una globalización cultural que provee a los
adolescentes de un sinnúmero de elementos culturales que, muchas veces, en lugar de
mixturarse chocan con los usos y costumbres de la propia cultura.
Un elemento más de la cultura de los pueblos, es la mirada sobre el hombre y la mujer y sus roles
en la sociedad. Los adolescentes también reciben mensajes sobre los roles de género de diversas
fuentes, los medios de comunicación, sus amigos, la escuela y su propia familia.
En el transcurso del tiempo las relaciones entre la escuela y la sociedad han cambiado. Se
pueden identificar diferentes etapas:

En una primera etapa, durante la sociedad industrial (siglo XIX y principios del XX) es el
momento en que la escuela comienza a intervenir en la vida cotidiana, a través de la reproducción
de la ideología dominante, la difusión de valores seculares y de una lengua nacional, se constituye
lo que algunos autores llaman ruptura cultural.

En una segunda etapa, con el correr del siglo XX, la enseñanza de la lectoescritura,
constituye una herramienta clave para la propagación de la cultura en forma universal. A pesar de
ello, la cultura que se enseña y se divulga sigue siendo la hegemónica, propia de los grupos
dominantes.

En una tercera etapa, en el contexto de la sociedad del conocimiento se presenta otra
lógica, más relacionada con las alternativas y elecciones, que con 22 el pensamiento único o
universal y homogéneo. El discurso de la emancipación, la libertad y el desarrollo personal, se
constituyen en la voz de este tiempo. La escuela, en este contexto, deja de corresponder a la
lógica de su tiempo, y la sociedad no se ve reflejada en lo que ofrece la escuela como institución
socializadora y transmisora de cultura.
En cuanto a los roles de género, los diseños curriculares marcan una postura clara acerca de la
mirada sobre el hombre y la mujer y sus funciones en la sociedad. En el nivel inicial, donde el
juego es la principal herramienta de aprendizaje, los niños varones juegan con muñecas, las
bañan y cambian como sus papás hacen con ellos. Ya no hay juguetes de nena y de nene. En
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este sentido, los niños son mucho más abiertos que los adolescentes, no tienen prejuicios y son
completamente permeables a este nuevo paradigma.
“El trabajo, en este sentido, debe dejar de considerarse objeto privativo de ciertas
modalidades de la secundaria y convertirse en un concepto estructurante de la nueva
Educación Secundaria provincial para que “trabajar o estudiar” no se transformen en
decisiones excluyentes. Los jóvenes y las jóvenes bonaerenses tienen que contar con
un tránsito formativo que les permita conocer, problematizar y profundizar los
conocimientos para tomar decisiones futuras sobre la continuidad de estudios y su
inserción en el mundo productivo.” (Diseño Curricular para la educación Secundaria,
2006)
La escuela secundaria también marca una postura en cuanto a la igualdad de posibilidades que
hombres y mujeres deben tener en su formación, para poder decidir en el futuro sobre su
desarrollo profesional.
El capital cultural
La condición de capital cultural se impone en primer lugar como una hipótesis indispensable para
dar cuenta de las diferencias en los resultados escolares que presentan niños de diferentes clases
sociales respecto del éxito “escolar”, es decir, los beneficios específicos que los niños de distintas
clases y fracciones de clase pueden obtener del mercado escolar, en relación a la distribución del
capital cultural entre clases y fracciones de clase. Este punto de partida significa una ruptura con
los supuestos inherentes tanto a la visión común que considera el éxito o el fracaso escolar como
el resultado de las aptitudes naturales, como a las teorías de “capital humano”.
El capital cultural puede existir bajo tres formas:
1.
Estado incorporado, es decir, bajo la forma de disposiciones duraderas del organismo.
2.
Estado objetivado, bajo la forma de bienes culturales, cuadros, libros, diccionarios,
instrumentos, maquinaria, los cuales son la huella o la realización de teorías o de críticas a dichas
teorías, y de problemáticas, etc.
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Estado institucionalizado, como forma de objetivación muy particular, porque tal como se
puede ver con el titulo escolar, confiere al capital cultural —que supuestamente debe de
garantizar— las propiedades totalmente originales.
La acumulación del capital cultural exige una incorporación que, en la medida en que supone un
trabajo de inculcación y de asimilación, consume tiempo, tiempo que tiene que ser invertido
personalmente por el “inversionista”. El trabajo personal, el trabajo de adquisición, es un trabajo
del “sujeto” sobre sí mismo (se habla de cultivarse). El capital cultural es un tener transformador
en ser, una propiedad hecha cuerpo que se convierte en una parte integrante de la “persona”, un
hábito. Quien lo posee ha pagado con su “persona”, con lo que tiene de más personal: su tiempo.
De allí, de que todas las medidas del capital cultural, las más exactas sean las medidas de
referencia a tiempo de adquisición, a condición, por supuesto, de no reducirlo al tiempo de
escolarización y de tomar en cuenta la prima de educación familiar dándole un valor positivo
(correspondiente al valor del tiempo ganado, de avance) o negativo (correspondiente al tiempo
perdido, y duplicado, puesto que habrá que gastar tiempo para corregir los efectos) según su
distancia respecto a las exigencias del mercado escolar.
Los bienes culturales pueden ser objeto de una apropiación material que supone el capital
económico, además de una apropiación simbólica, que supone el capital cultural. De allí que el
propietario de los instrumentos de producción debe de encontrar la manera de apropiarse, o bien
del capital incorporado, que es la condición de apropiación específica, o bien de los servicios de
los poseedores de este capital: es suficiente tener el capital económico para tener máquinas; para
apropiárselas y utilizarlas de acuerdo con su destino específico (definido por el capital científico y
técnico que se encuentra en ellas incorporado) hay que disponer, personalmente o por poder, del
capital incorporado.
La objetivación del capital cultural bajo la forma de títulos constituye una de las maneras de
neutralizar algunas de las propiedades que, por incorporado, tiene los mismos límites biológicos
que su contenedor. Con el título escolar la alquimia social produce una forma de capital cultural
que tiene una autonomía relativa respecto a su portador y del capital cultural que él posee.
Al conferirle un reconocimiento institucional al capital cultural poseído por un determinado agente,
el título escolar permite a sus titulares compararse y aun intercambiarse (substituyéndose los unos
por los otros en la sucesión). Y permite también establecer tasas de convertibilidad entre capital
cultural y capital económico, garantizando el valor monetario de un determinado capital escolar. El
título, producto de la conversión del capital económico en capital cultural, establece el valor
relativo del capital cultural del portador de un determinado título, en relación a los otros
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poseedores de títulos y también, de manera inseparable, establece el valor en dinero con el cual
puede ser cambiado en el mercado de trabajo.
RECOLECCIÓN DE DATOS
Instrumento: Encuesta
Población:
Personas mayores de 18 años
Se realizó una encuesta mediante la aplicación Formularios de Google, los resultados fueron los
siguientes:
Antes de exponer las conclusiones extraídas de los resultados que arrojó la encuesta, es
conveniente recordar la hipótesis que intentábamos demostrar:
“La injerencia de la enseñanza escolar en la elección de vida de los estudiantes es mínima. Si
bien orienta y prepara para el estudio de carreras terciarias o universitarias, solamente motiva a
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aquellos estudiantes que ya cuentan con un capital cultural heredado en cuánto a la formación
superior. Son prácticamente nulos los casos donde una persona proveniente de una familia dónde
no se ha alcanzado un nivel de estudio superior, o no se ha incentivado a los niños a seguir por
ese camino, encuentra en la escuela la motivación para romper con esa limitación incorporada
implícitamente.”
Análisis de los resultados
El 91,5% de los encuestados cursó en algún momento estudios superiores. Sólo en el 31% de los
casos analizados los padres de los encuestados cursaron alguna vez estudios superiores.
El 74,6% de las personas consultadas manifestaron que la expectativa de sus padres era que
cursaran una carrera de nivel superior. Mientras que el 83,1% indicó que los alentaban para que
estudiaran una carrera luego de terminar la secundaria.
Más de la mitad de los encuestados no sienten que la escuela secundaria haya sido motivadora
de continuar estudiando.
Los resultados parecen apoyar la hipótesis, ya que aquellos que cursaron estudios superiores y
los finalizaron provenían de familias que también habían alcanzado un nivel de estudios superior.
Por el contrario, los padres de aquellas personas que no siguieron estudiando luego de la
secundaria, solamente habían alcanzado los niveles primario y secundario.
En base a esto podemos ver que la injerencia de la escuela secundaria fue mínima, ya que
necesariamente la decisión de estudiar en todos los casos fue apoyada por la familia.
Esto se debe a que el tiempo invertido por la familia en la transmisión del capital cultural es mucho
mayor al que invierte la escuela. Este capital cultural se transmite de forma implícita a través de
bienes, ideas, vivencias y condiciona fuertemente el desempeño de las personas. La escuela
necesitaría invertir un tiempo mayor en revertir el efecto de este capital cultural y en muy pocos
casos lo logra. De hecho, en nuestra encuesta, solo una persona manifestó haber encontrado en
la escuela la motivación que no tuvo en su casa y continuar sus estudios luego de finalizar la
secundaria.
Conclusión
Es necesario repensar nuestra práctica docente a la luz de estos datos. Debemos preguntarnos si
nuestras propuestas aulicas realmente tienen en cuenta la diversidad de género y son promotoras
de igualdad.
Tenemos que poner especial atención en contribuir de manera explícita a la consolidación de un
nuevo paradigma, en el cual hombres y mujeres no estén predestinados a los roles sociales
históricos, sino que gocen de libertad de elección.
Los adolescentes que hoy asisten a la escuela secundaria tienen un capital cultural heredado de
una generación que todavía no rompió con el viejo paradigma. La escuela debe ser el puente para
que nuestra sociedad dé un salto y se destierren los antiguos roles de género. Convencidos,
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además, de que no solamente se está contribuyendo a una igualdad de oportunidades en el
ámbito del desarrollo profesional, sino también que se aporta a que cada vez haya menos
violencia de género, que no es sino una consecuencia de la mirada machista que todavía
prevalece en nuestra sociedad.
Fuentes Bibliográficas

Rosende, Silvana Gabriela (2016) “Unidad 5: Diferencia y valoraciones de sexo y género”.
Seminario “Diversidad sexual y de género”. Diplomatura Superior en Diversidad y educación. Azul
Ediciones, Burzaco.

Rosende, Silvana Gabriela (2016) “Unidad 10: Educación y culturas en el mundo actual ”.
Seminario “La educación intercultural”. Diplomatura Superior en Diversidad y educación. Azul
Ediciones, Burzaco.

Bourdieu, Pierre (1979), “Los Tres Estados del Capital Cultural”, en Sociológica, UAM-
Azcapotzalco, México, núm 5, pp. 11-17.

Bordieu, Pierre (1998), “Capital Cultural, Escuela y Espacio Social”, Siglo XXI editores,
México.

Dir. General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires (2006), “Diseño
Curricular para la Educación Secundaria”, DGCyE, La Plata.
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