Karl Marx Al analizar las relaciones que los hombres entablan entre sí, Karl Marx (1859, párr. 5) encuentra que: “en la producción social de su existencia, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas”. Estas relaciones de producción se corresponden con un determinado modo de producción (feudal, esclavista, capitalista) que determina la producción material de la vida inmediata, es decir, la forma de intercambio correspondiente a ese modo de producción y engendrada por él: la sociedad civil en sus diferentes fases. En cualquier momento histórico, es imprescindible satisfacer ciertas necesidades primordiales para vivir: alimentarse, conseguir albergue, vestirse, protegerse de agresiones externas, etc. Para ello, es preciso recurrir a la producción de los medios indispensables para asegurar la satisfacción de estas necesidades que hacen a la reproducción de la vida material. Marx llama fuerzas productivas a estos medios. Bajo esta denominación se incluyen las materias primas que están en la naturaleza (agua, sol o vientos, entre otras), las herramientas, instrumentos, máquinas, instalaciones y todo otro tipo de conocimiento objetivado que se pueda desarrollar; la fuerza de trabajo del hombre y la mujer, los modos de cooperación para la producción, los diferentes métodos de producción y el conocimiento social general. El desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas marcará determinado tipo de relaciones de producción. Entonces, ¿los individuos pueden elegir libremente esta o aquella forma social, o la ubicación que habrán de tener en la estructura social? Nada de eso puede ocurrir. Según Marx, al nacer, el individuo o diferentes grupos sociales o generaciones ya se encuentran con determinadas condiciones de vida. Es decir que a determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas corresponden formas de trabajo, de comercio y de consumo específicas. Al respecto, un aspecto central de las condiciones materiales de existencia lo constituyen las relaciones de propiedad; en este aspecto, podemos diferenciar si se trata de propietarios de su fuerza de trabajo solamente o si se inscriben entre los propietarios de los medios de producción. Analizando lo que ocurre con la sociedad de su tiempo —la sociedad burguesa—, Marx señala que ésta no ha abolido las contradicciones de clase de la sociedad feudal, de entre cuyas ruinas ha salido, sino que ha sustituido a las viejas contradicciones de clase. También observa que la sociedad va dividiéndose cada vez más en dos grandes campos enemigos, la burguesía y el proletariado. En el Manifiesto Comunista, se describe a la burguesía como “la clase de capitalistas modernos, propietarios de los medios de producción social que emplean trabajo asalariado”, mientras que los proletarios comprenden “la clase de los trabajadores asalariados modernos que privados de medios de producción propios, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para poder existir” (Marx y Engels, n/d). Paralelamente, en El Capital (2008), este autor distingue a los obreros asalariados, propietarios de la fuerza de trabajo, a los capitalistas, propietarios del capital, y a los terratenientes, propietarios de tierras. Tal clasificación convierte a estos tres grandes grupos en clases sociales porque los individuos que los conforman viven respectivamente de un salario, de la ganancia o de la renta del suelo; sin embargo, la fuente de sus ingresos no es el único componente de diferenciación. En el libro La Ideología Alemana (1974), Marx y Engels señalan: “los individuos sólo forman una clase cuando se ven obligados a sostener una lucha común contra otra clase, pues por lo demás ellos mismos se enfrentan unos con otros hostilmente, en el plano de la competencia”.