Subido por Yesica Maldonado Avendaño

ARTICULO

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https://repository.uaeh.edu.mx/revistas/index.php/ICSA/issue/archive
Educación y Salud Boletín Científico Instituto de Ciencias de la Salud
ISSN: 2007-4573
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
Publicación semestral, Vol. 9, No. 17 (2020) 45-53
Embarazo y COVID-19, un enfoque preventivo para la salud nutricional
Pregnancy and COVID-19, a preventive approach to nutritional health
Guadalupe López-Rodrígueza, Jonathan Álvarez b, Marcos Galvánc, Rebeca A. Montiel
Hernándezd.
Abstract:
In late 2019, a new coronavirus, SARS-CoV-2, responsible for COVID-19, appeared in China, which quickly spread and became a
pandemic. Previous experience with other new viruses has shown that pregnant women and their newborn can be more vulnerable
and develop complications, so much effort has been put into their study. The preventive measures are an essential factor to guarantee
the well-being of pregnant women and their children; diet plays an essential role for the proper functioning of the immune system
through the contribution of key nutrients such as protein, iron, zinc, selenium, copper and vitamins A, B6, B12, C and D. The aim of
this paper was review the available knowledge about SARS-CoV-2 in pregnant women and its relation to diet, due to its key role to
immunity.
Keywords:
Pregnancy, COVID-19, nutrition, diet
Resumen:
A fines de 2019 en China apareció un nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2, responsable del COVID-19, que rápidamente se extendió
y llegó a ser declarado pandemia. La experiencia previa con otros virus nuevos ha demostrado que las mujeres embarazadas y sus
recién nacidos pueden ser más vulnerables y desarrollar complicaciones, por lo que se ha puesto gran empeño en su estudio. Las
medidas preventivas constituyen un factor indispensable para garantizar el bienestar de las mujeres gestantes y sus hijos; la
alimentación desempeña un papel esencial para el buen funcionamiento del sistema inmunitario a través del aporte de nutrientes clave
como proteínas, hierro, zinc, selenio, cobre y vitaminas A, B6, B12, C y D. El objetivo de este artículo fue revisar el conocimiento
disponible sobre SARS-CoV-2 en mujeres embarazadas y su relación con la dieta, debido a su papel clave en la inmunidad.
Palabras Clave:
Embarazo, COVID-19, nutrición, dieta
Introducción
En abril de 2009 se identificó un nuevo virus de influenza
A HIN1, que se propagó rápidamente por todo el mundo y
ocasionó que, en junio de ese año, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) elevara la alerta de pandemia
global a su nivel más alto. Según los Centros para el
Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.
(CDC), las muertes de mujeres embarazadas
representaron aproximadamente el 5% de las muertes por
influenza H1N1 en 2009. En ese momento el panorama
era desconcertante; sin embargo, tras la pandemia se
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
a Autor
de correspondencia, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Instituto de Ciencias de la Salud, Área Académica de Nutrición,
https://orcid.org/0000-0001-5432-0382, email: glopez@uaeh.edu.mx.
b
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Instituto de Ciencias de la Salud, Programa Jóvenes Construyendo el Futuro, email:
becarioacademiasnutricion@gmail.com.
c
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Instituto de Ciencias de la Salud, Área Académica de Nutrición, https://orcid.org/0000-0002-
3254-4470, email: mgalvan@uaeh.edu.mx.
d
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Instituto de Ciencias de la Salud, Área Académica de Nutrición, https://orcid.org/0000-
0003-1360-1182, email: rebecaanahimh@gmail.com.
Fecha de recepción: 14/09/2020, Fecha de aceptación: 22/10/2020, Fecha de publicación: 05/12/2020
https://doi.org/10.29057/icsa.v9i17.6350
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obtuvieron datos sólidos sobre el mayor riesgo que las
mujeres embarazadas tenían de ser hospitalizadas y
desarrollar complicaciones asociadas. Las mujeres que
habían estado gravemente enfermas tenían un mayor
riesgo de resultados adversos, como parto prematuro o
hijos pequeños para la edad gestacional; en ese momento
no existía certeza sobre las formas de reducir los efectos
de la infección mediante intervenciones de prevención y
tratamiento.1
Actualmente, la humanidad se enfrenta a una
situación similar; desde diciembre de 2019, aparecieron
múltiples casos de neumonía de etiología desconocida en
Wuhan, provincia de Hubei, China y posteriormente se
identificó un nuevo coronavirus en una muestra de líquido
de lavado broncoalveolar de pacientes del mercado de
mariscos de Wuhan.2 En febrero de 2020, se le denominó
coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo
(SARS-CoV-2) por el Comité Internacional de Taxonomía
de Virus y se constituyó como el séptimo miembro
patógeno de una familia de virus ARN de sentido positivo,
monocatenarios y envueltos: Coronaviridae. La nueva
enfermedad causada por el SARS-CoV-2, se denominó
enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19).3
Como en 2009, existe incertidumbre respecto a la
pandemia por SARS-CoV-2, su implicación y tratamiento
médico en mujeres embarazadas con COVID-19.
Experiencias previas con los coronavirus responsables del
síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) y el
síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS-CoV)
apuntan a que las mujeres gestantes tienen mayor
probabilidad de desarrollar complicaciones graves (4-6),
incluida la necesidad de intubación endotraqueal,
admisión a una unidad de cuidados intensivos (UCI), falla
renal y muerte.4 Actualmente se desconoce si las mujeres
embarazadas con COVID-19 experimentarán una
enfermedad más grave;6 explicado por los cambios
fisiológicos normales producidos en los sistemas
inmunitario y cardiopulmonar que las predisponen a una
infección respiratoria viral4 (p. ej. disminución de la
tolerancia a la hipoxia por la modificación torácica,
cambios en el volumen pulmonar, vasodilatación que
pueden conducir a edema de la mucosa y aumento de las
secreciones en el tracto respiratorio superior y
alteraciones en la inmunidad mediada por células), que
hacen suponer que las mujeres embarazadas podrían ser
más susceptibles a COVID-19 que la población general.7
COVID-19 en embarazo
Las preocupaciones relacionadas con el efecto potencial
sobre el resultado fetal y neonatal no son menores, ya que
la fiebre (común en pacientes con COVID-19) al comienzo
del embarazo puede causar anormalidades estructurales
congénitas en el feto, que involucran el tubo neural, el
corazón, los riñones y otros órganos, además de que la
neumonía viral en mujeres embarazadas se asocia con un
mayor riesgo de parto prematuro, restricción del
crecimiento fetal y mortalidad materna y perinatal.4,5
Aunado a lo anterior, la población obstétrica requiere
múltiples interacciones con el sistema de atención médica,
incluyendo su ingreso hospitalario para el parto;8 la
transmisión del virus en los entornos de atención médica
se observó con frecuencia en otros coronavirus, por una
superdifusión (un solo paciente transmite la infección a un
número desproporcionado de contactos) y al igual que con
el SARS-CoV y el MERS-CoV, la transmisión nosocomial
está jugando un papel clave en la transmisión.6 No menos
importantes son los reportes de interrupciones en los
servicios de salud materna y neonatal, en países de bajos
y medianos ingresos durante la pandemia, que pueden
deberse a los temores relacionados con la búsqueda de
atención médica, a la disponibilidad limitada de transporte,
así como a la provisión limitada de servicios de salud.9
Actualmente no hay evidencia de que las mujeres
embarazadas sean más susceptibles a la infección por
COVID-19 o que aquellas con infección sean más
propensas a desarrollar neumonía severa,4-6 además, la
posibilidad de transmisión vertical no es concluyente,10 ya
que algunos estudios no han observado su aparición,4,5,
11,12
mientras que otros la sitúan como un fenómeno raro
pero factible,13 que no debería descartar La experiencia
reciente con el virus Zika sugiere que cuando surge un
nuevo patógeno, la comunidad de atención médica debe
estar preparada para el peor escenario;5 aunado al
hallazgo de algunas complicaciones neonatales por
sufrimiento fetal, observadas hasta el momento,
probablemente secundarias a la enfermedad materna7,11 y
a la poca información sobre la seguridad fetal y la
evaluación y el manejo de las mujeres embarazadas con
COVID-19.12
Las primeras 3 comorbilidades (obesidad,
diabetes e hipertensión) asociadas a muertes maternas,
son semejantes a las reportadas para la población general
en México,18 se relacionan directamente con malos
hábitos de alimentación y sedentarismo, los que
condicionan una mala nutrición. El estado de nutrición
materno es decisivo para la respuesta inmune de una
mujer durante el embarazo; reservas adecuadas y el uso
de nutrientes críticos, garantizan los procesos fisiológicos
y la respuesta a la infección. El cuidado del embarazo con
COVID-19 es una situación especial que requiere: un
buen entendimiento de la fisiopatología y entrenamiento
basado en recomendaciones actuales y experiencias
previas con otros coronavirus, a fin de proporcionar el
cuidado adecuado.19 Sin embargo, la información
disponible hasta el momento no es concluyente, ya que
los datos sobre resultados maternos y perinatales de
mujeres embarazadas infectadas con SARS-CoV-2 tienen
algunas limitaciones, por lo que deben interpretarse con
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cautela.6,7 El objetivo de esta revisión fue integrar el
conocimiento disponible sobre SARS-CoV-2 en mujeres
embarazadas y su relación con la dieta, debido a su papel
clave en la inmunidad.
Etiología y fisiopatología
Los coronavirus se dividen en gran medida en cuatro
géneros: α, β, γ y δ en función de su estructura genómica;
solo los coronavirus α y β infectan a los mamíferos.20
SARS-CoV-2 es un coronavirus del género β; redondo u
ovalado, con un diámetro de aproximadamente 60-140 nm
y apariencia en forma de corona, que, según un análisis
de secuencia de proteínas, podría pertenecer a la misma
especie que SARS-CoV, dada la similitud de aminoácidos
(94.6 %) con las siete proteínas no estructurales
conservadas.3
Los coronavirus se encuentran entre los
patógenos más comunes que causan infección
respiratoria,21 para lo que se valen de la interacción con
receptores en la superficie de la membrana de la célula
huésped y una de sus cuatro proteínas estructurales, la
proteína S (spike), para luego invadir la célula huésped a
través de endocitosis mediada por clatrina; diferentes
coronavirus pueden usar diferentes receptores celulares
para completar la invasión y actualmente se sabe que, a
diferencia de MERS-CoV y en similitud con SARS-CoV,
SARS-CoV-2
usa la enzima convertidora de
angiotensina2 (ACE2) como receptor.3,20,22 ACE2 se
expresa ampliamente en el lado apical de las células
epiteliales pulmonares en el espacio alveolar, por lo que
es probable que este virus pueda ingresar y destruirlas, lo
que coincide con el hecho de que la lesión pulmonar
temprana a menudo se haya observado en la vía aérea
distal.20
Además de los síntomas respiratorios, la
permeabilidad microvascular como resultado de una
posible lesión endotelial (las células endoteliales
representan un tercio de las células pulmonares) puede
facilitar la invasión viral; se han observado signos
sugestivos de lesión endotelial: trombosis y embolia
pulmonar en enfermedades graves, que concuerda con
los niveles elevados de dímero-d y fibrinógeno, aunado a
que las células endoteliales también expresan ACE2.20
El diagnóstico actual de la infección por SARSCoV-2, depende principalmente de la reacción en cadena
de la polimerasa (PCR) técnica utilizada para detectar el
ácido nucleico en muestras respiratorias o muestras de
sangre de sujetos sospechosos; aunque también se han
desarrollado y aplicado con éxito, reactivos de detección
de anticuerpos IgM e IgG y de detección de antígenos del
SARS-CoV-2.3
Cuadro clínico
En la actualidad, la información sobre la epidemiología y
las características clínicas de la neumonía en el embarazo
causada por COVID-19 es escasa.21,23 Los datos
disponibles sugieren que la mayoría de las mujeres
embarazadas que resultan positivo a SARS-CoV-2 no
tienen síntomas de la infección.8, 21, 23, 24 Se ha observado
que los síntomas clínicos comunes son fiebre, tos, fatiga y
disnea, y que las comorbilidades más frecuentes son
hipertensión y diabetes, seguidas de enfermedad
cardiovascular y enfermedad del sistema respiratorio.
También pueden hallarse: linfopenia, aumento de la
proteína C reactiva y hallazgos sugestivos por tomografía
computarizada (TC) consistentes con opacidad de vidrio
esmerilado periférico.25
Hallazgos en mujeres chinas embarazadas (en
su mayoría durante el tercer trimestre) con COVID-19,
hechos por Yu et al. y Chen et al., coinciden en que la
mayoría de los casos presentaron como síntomas fiebre y
tos y algunos casos evidenciaron signos como linfopenia;
en la mayoría de los casos la enfermedad fue leve.21,23
Sus hallazgos no sugieren un mayor riesgo de
enfermedad grave entre las mujeres embarazadas ni en
sus neonatos, como se ha observado con la influenza.23
En EE. UU., según un estudio hecho en dos
hospitales de la ciudad de Nueva York, la mayoría de las
mujeres embarazadas que resultaron positivo al SARSCoV-2 se mostraron asintomáticas; de 215 mujeres
embarazadas ingresadas por síntomas de COVID-19 y
por infección con SARS-CoV 2, solo el 1.9% mostró fiebre
u otros síntomas de COVID-19 al ingreso y resultó positivo
para SARS-CoV-2, mientras que de las mujeres
asintomáticas al ingreso (210 de 211 mujeres), 13.7%
resultaron positivo para SARS-CoV-2, lo que significa que
el 87.9% de las mujeres con resultado positivo para el
virus no tenían síntomas de COVID-19.8,24
Una revisión sistemática de la literatura publicada
por Zaigham y colaboradores, que resume los hallazgos
de 108 embarazos confirmados con COVID-19 de
diversos países, pone de manifiesto que la enfermedad
puede estar asociada con una morbilidad materna severa
ya que tres casos requirieron cuidados intensivos
maternos, sin ninguna mortalidad confirmada. Además,
manifiesta que las admisiones a la UCI materna
informadas en otros estudios eran de madres con un IMC
alto (> 35) y una historia clínica complicada,
cuestionándose así si COVID-19 aumenta el riesgo de
morbilidad severa en embarazos de alto riesgo. Por otro
lado, que la transmisión materno-fetal del virus del SARSCoV-2 no se detectó en la mayoría de los casos
informados, aunque un recién nacido resultó positivo 36
horas después del nacimiento a pesar de estar aislado de
la madre. Por último, hace hincapié en el monitoreo
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cuidadoso de los embarazos con COVID-19 y las medidas
para prevenir la infección neonatal y admite que aún es
prematuro sacar conclusiones sobre las consecuencias
maternas y neonatales de la infección durante el
embarazo, ya que hace falta más y mejor investigación.7
De acuerdo con una revisión sistemática y
metaanálisis de las características clínicas y los
resultados del embarazo con infección por SARS-CoV-2,
realizada por Khalil et al., en la que se incluyeron datos de
86 estudios y 17 estudios (2567 embarazos) en la síntesis
cuantitativa, además de otras pequeñas series de casos e
informes de casos concernientes a eventos y resultados
raramente informados de diversas partes del mundo, los
síntomas clínicos más comúnmente reportados fueron tos,
fiebre y disnea; mientras que las anormalidades de
laboratorio más comunes PCR elevada o procalcitonina,
linfopenia y transaminasas elevadas.
Los hallazgos sugieren que en mujeres
embarazadas, con infección por SARS-CoV-2: las
mujeres y los bebés no tienen un mayor riesgo de
enfermedad grave; tanto la morbilidad materna, como el
riesgo de ingreso en la unidad de cuidados intensivos
maternos son similares a los de otras mujeres en edad
reproductiva; la transmisión vertical en una pequeña
proporción de casos es una posibilidad que requiere de
más evidencia; la mortalidad perinatal y materna fue rara
aunque deben de evaluarse
los resultados y
consecuencias después de la infección por SARS-CoV-2
durante el embarazo.13 Estos hallazgos difieren de los
datos observados en México, donde actualmente (julio del
2020), el COVID-19 es la primera causa de mortalidad
materna.
En el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad
de CDC del 26 de junio de 2020, y tras un análisis de
informes de casos entre enero y junio de 2020,
pertenecientes a 8207 mujeres embarazadas con
infección por SARS-CoV-2 confirmada por laboratorio (de
un total de 91,412 mujeres con datos disponibles sobre el
estado de embarazo, de los 326,335 registros de mujeres
entre 15 y 44 años), pese algunas limitaciones, dieron a
conocer lo siguiente: 1) en comparación con las mujeres
no embarazadas, las mujeres embarazadas con COVID19 informaron frecuencias similares de tos y dificultad para
respirar, e informaron con menos frecuencia dolor de
cabeza, dolores musculares, fiebre, escalofríos y diarrea;
2) COVID-19 durante el embarazo se asoció con un mayor
riesgo de hospitalización, así como de mayor riesgo de
ingreso en la UCI y necesidad de ventilación mecánica; no
se asoció con un mayor riesgo de mortalidad; 3) la
enfermedad pulmonar crónica, la diabetes y la
enfermedad cardiovascular se informaron con mayor
frecuencia entre las mujeres embarazadas que entre las
mujeres no embarazadas y 4) las mujeres embarazadas
hispanas
y
negras
podrían
verse
afectadas
desproporcionalmente por la infección por SARS-CoV-2
durante el embarazo. Además, se destaca la necesidad
de datos más completos para comprender totalmente el
riesgo de enfermedad grave resultante de la infección por
SARS-CoV-2 en mujeres embarazadas, así como de la
recopilación de datos longitudinales para mujeres
embarazadas con infección por SARS-CoV-2 para
comprender los efectos de la infección en los resultados
maternos y neonatales.26
Prevención
Al no contar con intervenciones terapéuticas
fundamentales, el manejo actual se limita a proporcionar
atención de apoyo a los pacientes enfermos y a reducir la
propagación del virus.20 Los principios básicos de
prevención y control de enfermedades infecciosas
implican (y se limitan, hasta no contar con una vacuna) a
eliminar la fuente de infección y cortar la ruta de
transmisión; en el caso de SARS-CoV-2, que
principalmente se transmite a través de gotitas
respiratorias y por contacto con superficies contaminadas,
para controlar su propagación son útiles las medidas de
protección personal básicas. 3 Se ha observado que, las
mujeres tienen un 50 % más de probabilidad de practicar
comportamientos como lavarse las manos, usar
mascarillas y evitar multitudes en comparación a los
hombres.20
Por lo anterior, es deber de los profesionales de
la salud orientar a las mujeres embarazadas sobre el
riesgo potencial de enfermedad grave por COVID-19;
enfatizar las medidas para prevenir la infección por SARSCoV-2, así como abordar las posibles barreras para la
capacidad de adherirse a estas medidas, a fin de reducir
los resultados severos de COVID-19 entre las mujeres
embarazadas. Por su parte, las mujeres deben ser
conscientes de su riesgo potencial de enfermedad grave
por COVID-19 y junto con sus familias tomar medidas para
garantizar su salud y prevenir la propagación de la
infección por SARS-CoV-2, al no omitir las citas de
atención prenatal, limitar las interacciones con otras
personas y en caso necesario tomar precauciones, así
como tener un suministro de medicamentos para al menos
30 días, en caso de que los requieran.26
Tratamiento
Durante la pandemia de COVID-19, la atención durante
el embarazo se clasifica como un servicio esencial en
México y debe mantenerse en apego a las medidas de
prevención y mitigación de la transmisión de COVID19, por lo que la Secretaría de Salud de México ha emitido
el «Lineamiento para la prevención y mitigación de
COVID-19 en la atención del embarazo, parto, puerperio
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y de la persona recién nacida», donde incluye una síntesis
de evidencias sobre COVID-19 y la salud reproductiva y
emite recomendaciones generales y específicas, entre las
que se incluye información con respecto a la atención del
embarazo y el control prenatal; la atención del trabajo de
parto, parto y de la persona recién nacida; el puerperio y
la lactancia.14
Actualmente son necesarias recomendaciones
para el tratamiento de mujeres embarazadas con riesgo
de infección por SARS-CoV-2. 5 La neumonía por COVID19 en el embarazo es un escenario para el que no existe
experiencia previa en tratamiento y requiere de un equipo
médico multidisciplinario para atender y tratar a estos
pacientes de manera integral; sin embargo, aún no se ha
establecido el tratamiento óptimo.21 Las recomendaciones
y pautas disponibles para abordar a una paciente
embarazada afectada por COVID-19 deben discutirse con
más detalle19 y se requiere fortalecer aún más la
investigación al respecto.12
Tratamiento médico
La OMS y el Comité de Trabajo Chino sobre Manejo
Perinatal y Neonatal para la Prevención y Control de la
nueva infección por coronavirus 2019, han emitido
orientación
o
asesoramiento
provisional
con
recomendaciones específicas para mujeres embarazadas
19. Sin embargo, algunos consideran que tales directrices
deben mejorar y actualizarse.27
En respuesta a las declaraciones de la OMS y las
inquietudes internacionales sobre el brote del COVID‐19,
FIGO (Federación Internacional de Ginecología y
Obstetricia) publicó una guía integral para el tratamiento
de mujeres embarazadas, tanto casos sospechosos,
probables y confirmados, a fin de orientar sobre el
tratamiento médico en la atención prenatal ambulatoria, el
contexto del triage obstétrico, la gestión intraparto, el
manejo posparto y la atención neonatal.4
Las intervenciones estándar para controlar
cualquier infección respiratoria grave son la base de la
atención para cualquier mujer embarazada con COVID19, mismas que deben implementarse de forma rigurosa
con un modelo de atención en equipo multidisciplinario. 6
Actualmente y de forma característica, el manejo de
pacientes con COVID-19 implica el tratamiento
sintomático y la terapia de apoyo,3,4,20 que incluye:
tratamiento de enfermedades básicas, alivio de síntomas,
protección efectiva y tratamiento de apoyo de órganos
internos,
prevención
activa y tratamiento
de
complicaciones, y soporte respiratorio si es necesario.3
Durante el embarazo, los principios generales para el
manejo de COVID-19 incluyen: aislamiento temprano,
procedimientos agresivos de control de infecciones,
pruebas de SARS-CoV-2 y coinfección, oxigenoterapia,
evitar la sobrecarga de líquidos, consideración empírica
de antibióticos, monitorización de la contracción fetal y
uterina, ventilación mecánica temprana para insuficiencia
respiratoria progresiva, planificación individualizada del
parto y un enfoque basado en equipo con consultas
multiespecializadas; así como vigilancia para la detección
temprana de una evolución negativa de la enfermedad
materna.6
Tratamiento nutricional
Es necesario enfatizar a los profesionales de la salud,
tanto de la nutrición como no nutricionistas, que para la
persona enferma de COVID-19 la atención nutricional es
vital, con consecuencias a corto y largo plazo,
particularmente en pacientes graves. A pesar de que los
pacientes sobrevivan a complicaciones agudas, pueden
empeorar por desnutrición y emaciación en estadías
prolongadas en la UCI.28,29 Por lo tanto, la Sociedad
Americana para la Nutrición Enteral y Parenteral (ASPEN)
y la Sociedad Europea para la Nutrición Clínica y
Metabolismo (ESPEN) han emitido recomendaciones
para la terapia de nutrición e hidratación en el paciente con
COVID-19 en la UCI, a fin de orientar la práctica para el
manejo nutricional de individuos con infección por SARSCoV-2.
Por otro lado, en cuanto al tratamiento dietético
del paciente con COVID-19 con sintomatología leve, el
consumo de determinados alimentos o dietas
determinadas, en ningún caso puede tratar la enfermedad
y solamente podría ayudar en el manejo de los signos y
síntomas (fiebre, problemas respiratorios, anorexia),
promoviendo la ingesta adecuada y suficiente de
nutrientes e hidratación en todo momento.30
Alimentación y nutrición frente a las
infecciones
En ningún caso la alimentación, por sí sola, evita o cura la
infección por SARS-CoV-2 u otros virus.30-32 Por lo tanto,
el consumo de alimentos en particular no puede prevenir
ni disminuir el riesgo de contagio en personas sanas, ni
tratar personas enfermas.30 Sin embargo, una buena
alimentación32 y nutrición es esencial para mantener al
sistema inmunológico en función óptima, aunada a un
sueño adecuado y control del estrés.33,34 Ya que muchos
nutrientes están involucrados con el funcionamiento
normal del sistema inmune como el cobre, ácido fólico,
hierro, selenio, zinc y vitaminas A, B6, B12, C, D30,32,35 y
proteínas,32 se aconseja mantener la ingesta de dichos
nutrientes, a través de una dieta variada, equilibrada,
coloreada, con especial énfasis en frutas y verduras,33,36
suficiente, completa, satisfactoria, segura, adaptada al
comensal y al entorno, sostenible y asequible.30
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De forma general, para toda la población, sana o
afectada por COVID-19 con sintomatología leve o
asintomáticas, se recomienda: mantener una buena
hidratación; consumir diariamente, al menos 3 raciones de
frutas y 2 de hortalizas; elegir el consumo de granos
integrales y legumbres; elegir productos lácteos
preferentemente bajos en grasa y azúcar añadido;
consumir moderadamente alimentos de origen animal,
máximo 1 vez a la semana carne roja magra, 2 a 3 veces
a la semana pescado y 3 a 4 veces a la semana huevo;
consumir frutos secos y semillas naturales.30,37 No se
recomienda sustituir ningún alimento sobre otro,35 e
idealmente, deben ser frescos y sin procesar si es
posible.37 De forma puntual, la vitamina A puede adquirirse
de alimentos vegetales como camote, espinaca,
zanahoria, mango, brócoli y tomate; la vitamina C de
cítricos, bayas, melón, tomate, pimiento y brócoli; la
vitamina D de pescados grasos, huevo y leche y jugos
enriquecidos; el zinc de carne de res y mariscos, germen
de trigo, frijoles y nueces; mientras que las proteínas de
fuentes animales y vegetales, como leche, yogur, huevo,
carnes, oleaginosas y leguminosas.33
No obstante, se debe reiterar que no existe algún
nutriente o compuesto que, por sí mismo, pueda ayudar a
prevenir o curar infecciones virales, pues, aunque algunos
nutrientes son necesarios para el buen funcionamiento del
sistema inmunológico,30 y en particular para la inmunidad
específica, encargada de generar anticuerpos,36 es poco
probable que un sobre consumo, pueda estar asociado a
un menor riesgo.30 Tampoco se ha probado la eficacia del
uso de lácteos fermentados, complementos de
probióticos, prebióticos o simbióticos, ni nutrientes o
compuestos nutracéuticos (ácido ferúlico, ácido lipoico,
espirulina, N-Acetilcisteina, glucosamina, β-glucanos o la
baya de saúco), ni del consumo de hierba alguna, para
prevenir o tratar el COVID-19.30 Sin embargo, poblaciones
vulnerables a deficiencias nutricionales, pudieran
beneficiarse de la complementación o suplementación de
ciertos
micronutrientes,36
siempre
que
sean
recomendados por profesionales de la salud.32
Consideraciones al adquirir, manejar y
consumir los alimentos
Actualmente, no hay evidencia de que SARS-CoV-2 se
transmita a través del consumo de alimentos.30, 34,35, 38-40
Sin embargo, al transmitirse a través de gotitas
respiratorias que entran en la boca, nariz u ojos por manos
contaminadas,39
pudiera contraerse al tocar una
superficie u objeto que tiene el virus,40 ya que puede
sobrevivir en superficies y objetos por algún tiempo.41 Por
lo tanto, se debe continuar con las recomendaciones
comunes del seguimiento de buenas prácticas de higiene
durante la manipulación y preparación de alimentos,30,33-
35,38-40
incluso de las superficies de alimentos envasados o
empaquetados.30,34,39
Por lo anterior es de vital importancia que las
mujeres gestantes: laven sus manos correctamente, con
agua y jabón durante al menos 20 segundos; el lavado de
los productos antes de comerlos o usarlos en
recetas;33,34,39,49 de mantener una distancia de 1.5 metros
entre persona y persona y de quedarse en casa lo más
posible, para lo que es importante planificar las comidas
con anticipación, reducir los viajes a la tienda, mercados y
supermercados y hacerlo en horas de poca actividad para
evitar aglomeraciones,34 y sin caer en el acaparamiento;30
es necesarios que las mujeres gestantes y otros grupos
vulnerables soliciten apoyo para realizar sus compras.
38,39
Inseguridad alimentaria en tiempos de COVID19
La pandemia actual evidenció una realidad que nos
resistíamos ver, las personas en vulnerabilidad social
están en desventaja al contar con un estado de nutrición
deteriorado por inaccesibilidad a alimentos saludables; tal
desventaja los predispone a un escenario complejo donde
interactúan de forma negativa la mala alimentación, la
malnutrición, la prevalencia de enfermedades no
transmisibles y, en el caso de mujeres embarazadas, un
estado de salud subóptimo ante la gestación.
Entre los factores y condiciones no médicas que
influyen en la salud y que han contribuido a las
disparidades en la pandemia de COVID-19, está el acceso
a alimentos fuente de nutrientes esenciales. Una dieta
saludable es esencial para la salud; la capacidad de
consumirla está determinada en gran medida por el
acceso a alimentos asequibles que cubran el
requerimiento de todos los nutrientes, esto está
relacionado a las condiciones y el entorno
socioeconómico en el que se vive. La falta de acceso a
alimentos saludables, el consumo de alimentos de alta
densidad energética y las altas tasas de inseguridad
alimentaria, dan como resultado una mayor prevalencia de
obesidad y enfermedades crónicas y, por lo tanto, son
responsables en cierta medida de la mayor morbilidad y
mortalidad de COVID-19 en poblaciones vulnerables,
como es el caso de las mujeres embarazadas.
La actual pandemia ha puesto al descubierto un
problema urgente en materia de salud pública: la
intersección entre enfermedades transmisibles y no
transmisibles; en el contexto de los determinantes
sociales de la salud, la confluencia de la obesidad (y sus
consecuencias, que afectan desproporcionadamente a las
poblaciones desfavorecidas) así como varios mecanismos
fisiopatológicos que explican la mayor virulencia y
resultados graves de COVID-19.43 Por otro lado, COVID-
50
Publicación semestral, Educación y Salud Boletín Científico Instituto de Ciencias de la Salud Universidad Autónoma del Estado de
Hidalgo, Vol. 9, No. 17 (2020) 45-53
19 ya afectó y afectará aún más la seguridad
alimentaria/nutricional y de la salud de los grupos
vulnerables, incluidas las mujeres embarazadas, lo que
agravará más las desigualdades sociales y de salud. La
poca disponibilidad y acceso a alimentos básicos y
productos frescos, a su vez puede conducir a un mayor
consumo de alimentos y bebidas ultra procesadas.
Además, se constituye un paradigma sindémico, ya que la
inseguridad en salud y alimentación aumenta el riesgo de
desnutrición crónica y enfermedades infecciosas en niños,
anemia materna y el desarrollo de enfermedades no
transmisibles, incluida la diabetes tipo 2, que a su vez son
factores de riesgo para los más graves pronósticos en
pacientes con COVID-19.9
Lactancia materna e infección por SARS-CoV2
Aún no está claro si las madres con COVID-19 pueden
transmitir el virus a través de la leche materna, aunque
hasta ahora los datos sugieren que no es probable. La
leche materna es la mejor fuente de nutrición para la
mayoría de los bebés y por lo tanto debe priorizarse.44
En México, la Secretaría de Salud, dada la actual
evidencia, recomienda incentivar la lactancia materna
cuando la condición de salud de la mujer lo permita y
desee hacerlo, valiéndose de las medidas de higiene de
manos y respiratoria.14 De acuerdo con las «Orientaciones
Provisionales sobre Lactancia Materna y Alimentación con
Leche Materna en el Contexto de COVID-19», elaboradas
por los CDC, las madres con COVID-19 confirmado o
sospechoso, que decidan alimentar a sus bebés, deben
tomar precauciones para evitar la propagación del virus,
incluido el lavado de manos con agua y jabón (o al no estar
disponibles, empleando desinfectante para manos con al
menos 60 % de alcohol) antes de tocar al bebé y el uso de
un paño para cubrirse la cara mientras sus bebés se
alimentan del seno. En caso de extraer la leche, deberán
aplicar las mismas medidas preventivas; para alimentar al
bebé, de ser posible ha de ser realizado por un cuidador
sano y sin alto riesgo de contraer una enfermedad grave
por COVID-10.10
Las madres lactantes que trabajan en entornos
con mayor riesgo de exposición potencial al SARS-CoV2, deben seguir las mismas recomendaciones, dado que
pueden tener un mayor riesgo de infección. Actualmente,
falta evidencia para respaldar las siguientes precauciones:
limpieza del seno antes de amamantar o extraer la leche,
desinfección de las superficies externas de los
dispositivos de recolección de leche. Por otro lado, un
bebé amamantado por una madre que se sospecha o se
confirma que tiene COVID-19 debe considerarse como
sospechoso de COVID-19, cuando los resultados de las
pruebas del bebé no están disponibles, durante el período
de aislamiento domiciliario recomendado por la madre y
14 días después de eso. Debe priorizarse un seguimiento
personal de los recién nacidos para evaluar su
alimentación.44
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y
Nutrición 2018, la prevalencia de lactancia materna
exclusiva en menores de 2 años es apenas del 28%, se
debe continuar fomentando su práctica por los múltiples
beneficios que se le conocen y en especial, por su papel
inmunoprotector para el recién nacido.
Conclusiones
1. Las estadísticas en México ubican a COVID-19 como la
primera causa de mortalidad materna con un aumento
importante de la razón de mortalidad materna, lo que
sugiere falta de atención en complicaciones generales en
la gestación y no sólo por COVID-19.
2. La información disponible sobre el manejo de la mujer
embarazada con COVID-19 no es concluyente, y no se
puede asegurar que las mujeres embarazadas y sus
bebés son más vulnerables a infectarse con SARS-CoV2, por lo que es necesario realizar más investigación y
continuar el seguimiento de los casos que han padecido
la enfermedad para evaluar posibles efectos secundario.
3. Hasta ahora el conocimiento disponible confirma que la
prevención juega un papel de suma importancia como
medida eficaz para minimizar los riesgos de transmisión,
de enfermedad y de escenarios adversos con desenlaces
fatales, por lo que las medidas preventivas deben
enfatizarse en las mujeres embarazadas, así como buscar
vencer las barreras para la adherencia a estas medidas,
con el apoyo de sus familias y de los profesionales de la
salud.
4. El estado de nutrición sobresale como un factor decisivo
durante la actual pandemia; pese a que la alimentación o
suplementación
de
nutrientes
no
contribuyen
directamente a la prevención o tratamiento de la persona
enferma de COVID-19, la obesidad y las carencias
nutricionales si tienen un papel fundamental en la
respuesta inmune ante la enfermedad.
5. La lactancia materna exclusiva debe continuarse en los
menores, principalmente en los recién nacidos y en casos
confirmados o sospechosos extremar las medidas de
higiene.
6. La pandemia causada por SARS-CoV-2 debe
sensibilizar a la sociedad y sus gobiernos sobre la
importancia de vencer las disparidades sociales y la
inequidad en salud a fin de garantizar la seguridad
alimentaria y nutricional, la salud y el bienestar de toda la
población
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Publicación semestral, Educación y Salud Boletín Científico Instituto de Ciencias de la Salud Universidad Autónoma del Estado de
Hidalgo, Vol. 9, No. 17 (2020) 45-53
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53
Revista Cubana de Medicina General Integral. 2020;36(2):e1197
Artículo original
Estado nutricional al inicio del embarazo, ganancias ponderales y
retención de peso al año de paridas
Nutritional Condition at the Beginning of Pregnancy, Weight Gains and
Weight Retention One Year after Delivery
Nélida L. Sarasa Muñoz1* https://orcid.org/0000 0002 2353 5361
Oscar Cañizares Luna1 https://orcid.org/0000 0001 9486 4675
Yoel Orozco Muñoz1 https://orcid.org/0000 0001 5781 8899
Calixto Orozco Muñoz1 https://orcid.org/0000 0002 7730 2184
Yoel Díaz Muñoz1 https://orcid.org/0000 0001 5781 8899
Calixto Orozco Pérez de Prado1 https://orcid.org/0000 00026550 7385
1
Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara. Cuba.
*
Autor para la correspondencia: nelidasm@infomed.sld.cu
RESUMEN
Introducción: El embarazo es una etapa de riesgo de obesidad persistente después del parto,
entre otras causas, es secundario al estado nutricional al inicio del embarazo y a las
ganancias de peso por encima de lo recomendado.
Objetivo: Describir las ganancias de peso gestacionales por categorías nutricionales y su
asociación con la retención de peso al año del parto.
Métodos: Se realizó un estudio observacional de corte transversal en 100 mujeres al año
del parto, pertenecientes a tres áreas de salud del municipio Santa Clara, en el periodo
comprendido de julio 2016 a julio 2017. Se revisaron los tarjetones de las embarazadas para
recoger el peso en kg a la captación, su evaluación nutricional según el índice de masa
corporal en la primera consulta y el peso al final de la gestación. Las mismas fueron visitadas
en su domicilio al año de paridas; se recogieron datos generales, se midió la talla de pie, el
peso corporal y la circunferencia de la cintura. Se calcularon los índices de masa corporal y
cintura/talla.
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1
Revista Cubana de Medicina General Integral. 2020;36(2):e1197
Resultados: Predominó la condición de peso adecuado a la captación (67,08 %). El 82,87
% de las mujeres retuvo peso al año de paridas; con mayor frecuencia en las obesas (90,0
%) y sobrepeso (83,01 %) según su estado nutricional a la captación. Todas las mujeres
tuvieron índice cintura/talla por encima de 0,50 al año de paridas.
Conclusiones: Las mujeres con mayores ganancias por encima de lo recomendado, tienen
menor capacidad de recuperación del peso corporal al año de paridas.
Palabras clave: evaluación nutricional, ganancias de peso gestacionales, índice
cintura/talla, retención de peso postparto, riesgo cardiometabólico
ABSTRACT
Introduction: Pregnancy is a period of persistent obesity risk after delivery. Among other
causes, it is secondary to the nutritional status at the beginning of pregnancy and to gaining
weight above the recommended.
Objective: To describe gestational weight gains by nutritional categories and their
association with weight retention one year after delivery.
Methods: An observational and cross-sectional study was conducted with 100 women one
year after delivery and from three health areas of Santa Clara Municipality, in the period
from July 2016 to July 2017. Their pregnancy identification cards were reviewed to collect
their weight in kilograms at the time pregnancy was identified, nutritional evaluation based
on the body mass index at the first office visit, and the weight at the end of pregnancy. They
were paid home visits one year after delivery. General data were collected, foot size, body
weight, and waist circumference were measured. Body mass and waist/height indexes were
calculated.
Results: The weight condition adequate to the time pregnancy was identified (67.08%).
82.87% of women retained weight one year after delivery, more frequently in obese (90.0%)
and overweight (83.01%) women according to their nutritional status at the time pregnancy
was identified. All women had waist/height index above 0.50 one year after delivery.
Conclusions: Women with weight gains higher than recommended have less capacity to
recover their body weight one year after delivery.
Keywords: nutritional evaluation; gestational weight gains; waist/height index; postpartum
weight retention; cardiometabolic risk.
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Revista Cubana de Medicina General Integral. 2020;36(2):e1197
Recibido: 10/07/2019
Aceptado: 28/11/2019
Introducción
El embarazo es considerado en la vida de la mujer como una etapa de riesgo de adquirir un
estado nutricional de obesidad persistente, principalmente cuando las ganancias de peso
están por encima de lo recomendado.(1)
Varios procesos biológicos tienen lugar en el organismo femenino durante el embarazo
normal, con variaciones individuales en respuesta a diversos estímulos, entre ellos los
nutricionales, por lo que las ganancias de peso deben ser reguladas para prevenir los daños
que puedan sobrevenir tanto en la madre como en su descendencia.(2)
La ganancia excesiva de peso durante el embarazo no solo es percibida como un riesgo para
la descendencia; sino que también influye en la retención de peso de la madre en el
postparto, lo que contribuye al exceso de peso a largo plazo, especialmente en mujeres con
un índice de masa corporal (IMC) pregestacional elevado.
Es conocido que la obesidad es una enfermedad y a la vez un factor de riesgo para el
desarrollo de enfermedades crónicas, como la diabetes mellitus tipo 2, enfermedades
cardiovasculares o ciertos tipos de cáncer.(2,3)
La preocupación del binomio gestante/médico acerca de los kilogramos recomendados para
ganar de peso durante el embarazo han sido motivo de estudio desde el siglo pasado. En
1900, la respuesta era de 6-9 kg, entre 1970 y 1990 la directriz para la ganancia de peso fue
de 9 -11 kg y actualmente una ganancia adecuada de peso está pautada por el Institute of
Medicine (IOM), según el IMC pregestacional, señalándose que la gestante no debe tener
una ganancia ponderal total mayor de 13,75 kg.(4)
En el 2015, en los EE UU, la obesidad en la edad reproductiva afectó al 31,8 % de las
mujeres entre 20 y 39 años de edad y aumentó a 58,5 % cuando se combinó sobrepeso y
obesidad.(5)
En Latinoamérica en general, el manejo nutricional de las gestantes es responsabilidad del
especialista que tiene a su cuidado a las mujeres desde el inicio de la gestación.
En Perú se reportó 46,8 % de sobrepeso y 16,1 % de obesidad en gestantes atendidas en el
Ministerio de Salud durante el año 2011, diagnosticadas mediante el IMC.(6)
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Revista Cubana de Medicina General Integral. 2020;36(2):e1197
Un estudio del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiologia y Microbiología de Cuba, al
evaluar el estado nutricional de las gestantes cubanas al inicio del embarazo, encontró un
15 % de gestantes sobrepeso y un 14,2 % obesas; con las siguientes ganancias de peso en
las gestantes estudiadas según las tablas antropométricas cubanas: por encima de lo
recomendado en un 26,6 %; por debajo de lo recomendado un 38,7 % y según lo
recomendado un 34,6 %.(7,8)
Con independencia IMC al inicio del embarazo, el tejido adiposo acumulado durante el
embarazo se ubica fundamentalmente en la región central del cuerpo. Aunque esta
localización central depende tanto de la grasa subcutánea como de la visceral, el incremento
que depende de esta última tiene incidencia directa sobre los factores de riesgo metabólico,
tales como la presión arterial, la sensibilidad a la insulina y los lípidos plasmáticos, y su
relación con el mantenimiento del embarazo.(9)
En los excesos de peso corporal, un aspecto muy importante es la distribución regional de
la grasa; sin embargo, esta característica escapa a las posibilidades del IMC como indicador
antropométrico de uso generalizado en la evaluación dela gestante, lo que puede sesgar la
verdadera interpretación de su estado nutricional.(10)
Al año de parida la mujer debe recuperar el peso con que inició su embarazo, pero no
siempre es así, lo que se expresa entonces como retención de peso postparto; definida como
la diferencia en kilogramos entre el peso al momento de realizarse la investigación y el
registrado al momento de la captación del embarazo.(11)
A pesar de que en el sistema de salud cubano se ejecutan varios programas de prevención,
el área de la evaluación nutricional de las gestantes aún necesita de más estudio, como parte
del perfeccionamiento de la atención prenatal.
Como quiera que la ganancia de peso gestacional es modificable, su control y seguimiento
se ha convertido en un foco de atención para evitar complicaciones maternas y fetales tanto
durante el embarazo como en el postparto. Según estas consideraciones, el presente trabajo
tuvo como objetivo describir las ganancias de peso gestacionales por categorías
nutricionales y su asociación con la retención de peso al año del parto.
Métodos
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Revista Cubana de Medicina General Integral. 2020;36(2):e1197
Se realizó un estudio observacional, de corte transversal, en tres de las seis áreas de salud
del municipio Santa Clara, seleccionadas al azar, en el período comprendido de julio 2016
a julio 2017.
Mediante un muestreo aleatorio simple se seleccionaron 100 mujeres de las registradas en
el libro de partos del Hospital Ginecobstetricia “Mariana Grajales” al año del parto. La
muestra quedó conformada de la siguiente manera:
Policlínico Universitario “Santa Clara” - 33 mujeres, Policlínico Universitario “Chiqui
Gómez Lubián” - 34 mujeres y Policlínico Universitario “José Ramón León Acosta” - 33
mujeres.
De ellas, 21 no concluyeron el estudio: por cambio de domicilio (7), por embarazo actual
(4), porque el tarjetón de embarazada no se encontraba en el Consultorio del Médico de la
Familia (10).
Las mujeres se identificaron en su área de salud según fecha de parto para ser visitadas en
su domicilio al año de paridas. Se tomó del tarjetón de la embarazada el peso corporal y el
estado nutricional al inicio del embarazo, así como el peso en kg al final del embarazo. Se
midió nuevamente al año de parida el peso en kg, la talla en metros y la circunferencia de la
cintura en centímetros.
La ganancia de peso gestacional, definida como la diferencia entre el peso final al momento
del parto y el peso inicial de la gestante al momento de la captación (peso final – peso
inicial), interpretada según las categorías del IMC al inicio del embarazo, declaradas en las
tablas antropométricas de la embarazada cubana permiten clasificar a las mujeres de la
forma siguiente:(8)
1.
Ganancia por debajo de lo recomendado
2.
Ganancia recomendada
3.
Ganancia por encima de lo recomendado
Se determinaron las ganancias de peso gestacional y se interpretaron según las sugerencias
nutricionales, en correspondencia con las tablas antropométricas: para las gestantes: peso
deficiente es de 14,2 kg, de peso adecuado 12,8 kg, sobrepeso 11,2 kg y obesa 5,8 kg.(8)
Se calculó el índice cintura/talla (IC/T) al año de postparto. Los resultados se interpretaron
para cifras < 0,50 (normal) y > = 0,50 (indicativo de riesgo cardiovascular).(11,12)
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Los datos fueron almacenados y procesados en el software estadístico SPSS versión 21 para
Windows. Se utilizaron distribuciones de frecuencias absolutas y relativas como medidas
descriptivas; así como medidas de tendencia central y de dispersión.
La investigación cumplió con los principios éticos establecidos en la declaración de la
Asamblea Mundial de Helsinki para la investigación con humanos y en las regulaciones del
Centro de Investigaciones Médicas cubano (CIMEC).
Resultados
En la tabla 1 aparece la distribución de la muestra según categorías de IMC al inicio del
embarazo, así como la ganancia promedio de peso por categorías. Predominó la condición
de peso adecuado (67,08 %), con una media de ganancia de peso de 16,89 Kg, seguidas de
las gestantes que comenzaron su embarazo con peso deficiente (6,32 %), con una media de
ganancia de peso de 16,08 kg. El valor medio más bajo de ganancia de peso estuvo en el
grupo de gestantes obesas, con 13,91 kg.
Tabla 1- Distribución de la muestra por categorías de índice de masa corporal y valores medios de
ganancia de peso
Categorías de IMC pregestacional
N=79
Frecuencia
Medias de ganancia de peso en Kg
n
%
Peso deficiente
5
6,32
16,08
Peso adecuado
53
67,08
16,89
Sobrepeso
10
7,9
15,62
Obesidad
11
13,92
13,91
Fuente: Historia Clínica Individual
En la tabla 2 se observa que un total de 65 mujeres (82,27 %) retuvieron peso al año de
paridas, con predominio de las gestantes de peso adecuado (44; 83,01 %), seguidas del
sobrepeso y obesas. La menor frecuencia de retención de peso postparto se identificó en las
gestantes de peso deficiente (4; 80 %).
Tabla 2- Retención de peso postparto según categorías de índice de masa corporal
pregestacional
Categorías
según IMC
Retención de peso al
año posparto
Sí
n
Total
No
%
n
%
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Peso deficiente
4
80,0
1
20,0
5
Peso adecuado
44
83,01
9
16,98
53
Sobrepeso
9
90,0
1
10,0
10
Obesidad
8
72,72
3
27,27
11
65
82,27
14
17,72
79
Total
Fuente: Historia Clínica Individual
En la tabla 3 se observan las medias de retención de peso al año postparto e índices
cintura/talla por categorías de IMC. Se aprecia que todas las categorías de IMC tuvieron
medias de índice de cintura/talla por encima del 0,50; donde las mujeres obesas con una
media de retención de peso de 4,26 kg mostraron un índice cintura/talla promedio de 0,67,
seguida de las sobrepeso (7,37 kg - 0,61) y las de peso adecuado (10,17 kg - 0,57). La media
del índice cintura/talla tuvo un comportamiento inversamente proporcional a la media de la
retención de peso en kg al año de paridas.
Tabla 3- Medias de retención de peso al año postparto e índices cintura/talla por categorías de
índice de masa corporal
Categorías del IMC
Media de
retención de peso en
Kg
Medias de índice
cintura/talla
Peso deficiente
10,20
0,54
Peso adecuado
10,17
0,57
Sobrepeso
7,37
0,61
Obesidad
4,26
0,67
Fuente: Historia Clínica Individual.
Discusión
El comportamiento de las ganancias de peso gestacional según el estado nutricional pudo
haber estado relacionado con las diferencias en el seguimiento sistemático de su estado
nutricional por parte del equipo básico de salud.
La gestante al ubicarse en la categoría nutricional de peso adecuado percibe de modo
subjetivo una sensación de seguridad lo que permite reforzar patrones no saludables en su
alimentación, que a lo largo de su gestación repercuten negativamente en sus ganancias de
peso. Sin embargo, las gestantes que comienzan su embarazo como obesas, sobrepesos o de
peso deficiente son evaluadas como alto riesgo y sobre ellas se hace más énfasis en su
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Revista Cubana de Medicina General Integral. 2020;36(2):e1197
seguimiento multidisciplinario, además de que la percepción subjetiva del riesgo las obliga
a extremar las precauciones relativas a la ganancia de peso en esos nueve meses.
Un estudio realizado por Geshe y otros mostró en gestantes obesas una ganancia de peso
gestacional en término medio inferior respecto a las mujeres normopeso (10,5 kg vs 15,0
kg) valores inferiores a las encontradas en nuestro estudio.(13) Otros estudios hallaron que
gestantes con sobrepeso u obesidad ganaron menos peso durante la gestación, hallazgo
coincidente con los del presente estudio.(14,15)
Hernández halló en gestantes obesas una media de ganancia de peso al final de la gestación
de 8,91 kg, muy por debajo de resultados de esta investigación, lo que pudiera estar en
relación con los hábitos higiénicos dietéticos de las gestantes cubanas al predominar dietas
hipercalóricas.(16)
Según el estudio realizado por Rached y otros, el valor promedio de ganancia de peso de las
gestantes fue de 10,10 kg, cifras inferiores a los de este trabajo; mientras que una
investigación del 2016 realizada en el Hospital Mariana Grajales de Santa Clara, Villa Clara,
reveló que la ganancia total de peso en el embarazo de pacientes obesas resultó por encima
de las ganancias mínimas recomendadas para obesas, resultados que coinciden con los de la
presente investigación.(1,8,17)
Existen referencias de que entre el 30 y el 50 % de las mujeres en los países en vías de
desarrollo exceden las recomendaciones de ganancia de peso, tendencia que se ha
incrementado en las dos últimas décadas.(18)
Este estudio demostró que las gestantes portadoras de sobrepeso u obesidad tuvieron
menores ganancias de peso durante el embarazo, que las gestantes evaluadas como de peso
adecuado; aunque todos los valores medios fueron significativamente mayores que las
ganancias mínimas recomendadas.
La ganancia de peso en exceso para todas las categorías nutricionales son variables que por
su impacto resultan escabrosas y deben ser evaluadas sistemáticamente, tanto por el equipo
multidisciplinario de atención a la gestante en cada área de salud como por el equipo básico
de salud, dado la estrecha relación que existe entre este incremento del peso corporal y el
aumento de las cantidades de tejido adiposo corporal, y con ello la carga lipídica en la
sangre, que de por sí se incrementa hacia el segundo trimestre de la gestación contribuyendo
a la aparición de posibles estados metabólicos desfavorables tanto para la madre como para
el feto.
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Revista Cubana de Medicina General Integral. 2020;36(2):e1197
En sentido general, estos resultados indican la necesidad de incrementar la educación
sanitaria en lo relacionado con la nutrición de la gestante según su IMC, para lograr su
participación activa en el control de su estado cardiometabólico.
La mujer al año después del parto debe haber recuperado el peso que tenía al inicio de la
gestación, sin embargo, los resultados encontrados han demostrado una alta retención de
peso al año del parto postparto para todas las categorías según IMC. Este estudio difiere del
de Magallanes y otros, en los que el promedio de retención de peso postparto fue mayor
para las normopeso que para el resto de grupos (6,43 ± 5,17 kg) y menor en el grupo de
sobrepeso que en el resto de grupos (4,66 ± 7,11 kg).(15)
Por otra parte, en estudio de Ashley y otros se encontró relación entre ganancia de peso
gestacional excesiva y retención de peso en todas las categorías de IMC, pero fue máxima
entre mujeres de peso deficiente.(19)
Estos resultados coinciden con los del presente estudio, donde quienes más peso retuvieron
después de parto fueron las gestantes que iniciaron el embarazo con peso deficiente y las
que más ganaron de peso durante la gestación fueron las de peso adecuado, seguidas de las
de peso deficiente.
Las gestantes clasificadas como de peso deficiente para alcanzar las ganancias mínimas
recomendadas de 14,2 kg de peso corporal deben incrementan el consumo de alimentos de
elevada carga calórica, muchas veces no óptimos, que aumentan los depósitos de tejido
adiposo subcutáneo y visceral, causa de un daño en el equilibrio ponderal en ellas. La
retención de peso puede ser un importante indicador ponderal a evaluarse en el postparto a
corto plazo en los escenarios de la atención primaria, dado su posible relación con la
aparición de riesgos cardiometabólicos conducentes a estados de salud desfavorables.
El índice cintura/talla para todas las categorías nutricionales al año de paridas resultó en
categoría de riesgo cardiometabólico para la mujer (mayor 0,5) en este estudio.
Se coincide con Remón, quien refiere que existe una correlación más fuerte del cintura/talla
con una media de 0,58.(20) Esto apoya el criterio de que el cintura/talla valora mejor la
acumulación central de tejido adiposo que el aumento global del peso corporal.
Varios investigadores opinan que, de forma ideal, la circunferencia de cintura debe estar en
menos de la mitad de la talla, y cuando aumenta, es capaz de identificar personas con IMC
dentro de lo normal que pueden tener un riesgo metabólico elevado asociado con obesidad
central (cintura/talla mayor de 0,5), y ha mostrado tener una elevada correlación con el
porcentaje de masa grasa corporal, por lo que, algunos profesionales, lo reconocen como el
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Revista Cubana de Medicina General Integral. 2020;36(2):e1197
mejor predictor de riesgo en pacientes con síndrome metabólico, y es equiparable al IMC
en la predicción de diabetes mellitus tipo 2.(12)
Es una alerta para estos investigadores que estando en presencia de mujeres al año de
postparto con cifras de cintura/talla indicativas de riesgo para su salud cardiometabólica, en
un futuro no lejano ellas pueden debutar con alguna enfermedad crónica no trasmisible, lo
que incita incrementar los mecanismos de vigilancia epidemiológica en mujeres durante el
postparto a corto plazo para preservar su calidad de vida.
Se reconoce como una debilidad en el trabajo, el tamaño de la muestra estudiada, aun cuando
está representado el 50 % de las áreas de salud del municipio.
En conclusión, la relación inversa del IMC con respecto a las ganancias de peso
gestacionales por encima de lo recomendado y con la retención de peso al año después del
parto, demuestra que las mujeres con mayores ganancias por encima de lo recomendado,
tienen menor capacidad de recuperación del peso corporal al año de paridas.
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Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener conflicto de intereses.
Esta obra está bajo una licencia https://creativecom mons.org/licenses/by-nc/4.0/deed.es_E S
12
Revista Cubana de Medicina General Integral. 2020;36(2):e1197
Contribuciones de los autores
Nélida L. Sarasa Muñoz: Concepción y diseño del trabajo, revisión crítica del manuscrito y
aprobación de su versión final.
Oscar Cañizares Luna: Revisión crítica del manuscrito y aprobación de su versión final.
Yoel Orozco Muñoz: recolección/obtención de datos, análisis e interpretación de resultados,
recolección y búsqueda de bibliografía, redacción del manuscrito y aprobación de su versión
final.
Calixto Orozco Muñoz: Redacción del manuscrito, análisis e interpretación de resultados y
aprobación de su versión final.
Yoel Díaz Muñoz: Recolección/obtención de resultados, análisis e interpretación de
resultados y aporte de pacientes o material de estudio.
Calixto Orozco Pérez de Prado: Recolección/obtención de datos, aporte de pacientes o
material de estudio, elaboración de base de datos, recolección y búsqueda de bibliografía.
Esta obra está bajo una licencia https://creativecom mons.org/licenses/by-nc/4.0/deed.es_E S
13
ISSN (electrónico): 1699-5198 - ISSN (papel): 0212-1611 - CODEN NUHOEQ S.V.R. 318
Nutrición
Hospitalaria
Repercusión de la nutrición en la promoción de la salud
Importancia de la nutrición durante el embarazo. Impacto en la composición
de la leche materna
Importance of nutrition during pregnancy. Impact on the composition of breast milk
Rosa María Martínez García1, Ana Isabel Jiménez Ortega2,3, África Peral-Suárez4, Laura M. Bermejo3,4 y Elena Rodríguez-Rodríguez3,5
1
Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Terapia Ocupacional. Facultad de Enfermería. Universidad de Castilla-La Mancha. Cuenca. 2Unidad de Gastroenterología
Pediátrica. Hospital San Rafael. Madrid. 3Grupo de Investigación VALORNUT-UCM (920030). Universidad Complutense de Madrid. Madrid. 4Departamento de Nutrición
y Ciencia de los Alimentos. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de Madrid. Madrid. 5Unidad Docente de Química Analítica. Departamento de Química en
Ciencias Farmacéuticas. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de Madrid. Madrid
Resumen
Palabras clave:
Gestación. Nutrición.
Leche materna.
El consumo de una dieta saludable es esencial durante el periodo preconcepcional, embarazo y lactancia para garantizar la salud maternofetal y
del neonato. Es importante tener en cuenta al configurar la dieta materna que ingestas inadecuadas de vitaminas y minerales, así como un elevado
consumo de alimentos o bebidas con azúcar refinada, aumentan la incidencia de recién nacidos con bajo peso, mientras que el consumo adecuado
de micronutrientes y de hidratos de carbono (principalmente integrales) pueden disminuirla. También el consumo prenatal de pescado se asocia
con menor retraso del crecimiento intrauterino. Los déficits nutricionales maternos que conducen a un retraso del crecimiento intrauterino pueden
alterar la expresión de algunos genes ocasionando una programación anormal en el desarrollo de órganos y tejidos. Como respuesta, el feto se
adapta a esta situación de escasez y puede tener dificultad de adaptación ante un consumo abundante de alimentos después del nacimiento, lo
cual aumenta su propensión al padecimiento de enfermedades cardiovasculares y metabólicas en la vida adulta. Después del parto, la nutrición
del lactante debe estar garantizada mediante la leche materna. Existe una relación entre el estado nutritivo de la madre y la composición de la
leche materna y, por lo tanto, el aporte de nutrientes al lactante, lo cual puede condicionar su salud. Pese a la gran importancia que tiene un
adecuado estado nutritivo materno, se observan niveles séricos deficitarios en vitaminas A, E, C, B2, B1, calcio y zinc en madres gestantes y en
leche materna, por lo que es importante identificar y prevenir estos desequilibrios antes de la concepción y durante el embarazo y la lactancia.
Abstract
Keywords:
Pregnancy. Nutrition.
Breast milk.
The consumption of a healthy diet is essential during the preconception period, pregnancy and lactation to guarantee maternal-fetal and newborn
health. It is important to take into account when configuring the maternal diet that inadequate intakes of vitamins and minerals, as well as a high
consumption of foods or beverages with refined sugar increase the incidence of low birth weight infants, while the adequate consumption of
micronutrients and carbohydrates (mainly integral) can decrease it. Prenatal consumption of fish is also associated with less intrauterine growth
retardation. Maternal nutritional deficits that lead to intrauterine growth retardation can alter the expression of some genes, causing abnormal
programming in organ and tissue development.
In response, the fetus adapts to this situation of scarcity and may have difficulties adapting to an abundant consumption of food after birth, increasing its propensity to suffer from cardiovascular and metabolic diseases in adult life. After delivery, the nutrition of the infant must be guaranteed
through breast milk. There is a relationship between the nutritional status of the mother and the composition of the mother’s milk and, therefore,
in the supply of nutrients to the infant, which may condition their health. Despite the great importance of an adequate maternal nutritional state,
serum deficiencies in vitamins A, E, C, B2, B1, calcium and zinc are observed in pregnant mothers and breast milk, being important to identify and
prevent these imbalances before conception and during pregnancy and lactation.
Correspondencia:
Martínez García RM, Jiménez Ortega AI, Peral-Suárez Á, Bermejo LM, Rodríguez-Rodríguez E. Importancia
de la nutrición durante el embarazo. Impacto en la composición de la leche materna. Nutr Hosp
2020;37(N.º Extra 2):38-42
DOI: http://dx.doi.org/10.20960/nh.03355
Rosa María Martínez García. Departamento de
Enfermería, Fisioterapia y Terapia Ocupacional.
Facultad de Enfermería. Universidad de Castilla-La
Mancha. 16071 Cuenca
e-mail: rosamaria.martinez@uclm.es
Copyright 2020 SENPE y ©Arán Ediciones S.L. Este es un artículo Open Access bajo la licencia CC BY-NC-SA (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/).
©
IMPORTANCIA DE LA NUTRICIÓN DURANTE EL EMBARAZO. IMPACTO EN LA COMPOSICIÓN DE LA LECHE MATERNA
INTRODUCCIÓN
Una alimentación saludable es importante en cualquier etapa
de la vida, pero es esencial durante el embarazo y la lactancia.
Los requerimientos nutricionales maternos están aumentados
y tanto las deficiencias como los excesos nutricionales pueden
repercutir en los resultados del embarazo y en la calidad de la
leche y condicionar la salud maternofetal (1,2). Después del parto, la leche materna debe garantizar una nutrición óptima en el
lactante, estando recomendada la lactancia materna (LM) como
alimento exclusivo hasta los seis meses (3). Existe una relación
entre el estado nutritivo de la madre y la composición de la leche
materna y, por lo tanto, en el aporte de nutrientes al lactante, lo
que puede condicionar su salud (2). Es importante conocer los
requerimientos nutricionales maternos para conseguir resultados
óptimos en la salud de la madre y del descendiente.
ALIMENTACIÓN PREVIA AL EMBARAZO
El estado nutricional de la madre previo a la concepción puede
condicionar la embriogénesis y salud del descendiente. Existe
una asociación entre la deficiencia de vitaminas B9, B12, B6, A, D,
yodo, hierro, zinc y selenio con una disminución de fertilidad (4,5).
La deficiencia de folato tanto en etapas previas a la concepción
como durante las diez primeras semanas del embarazo está relacionada con malformaciones cardiacas y defectos del tubo neural
(DTN) (5). Debemos recordar que las malformaciones se producen durante los primeros 28 días de gestación, cuando la mujer
puede desconocer que está embarazada. Esta situación se puede
prevenir aumentando el consumo de verduras de hoja verde y
hortalizas. Además, el consumo de verduras previo al embarazo
puede disminuir el riesgo de parto prematuro (6). Actualmente,
las mujeres durante la etapa preconcepcional tienen un consumo
inadecuado de vegetales, cereales y ácido fólico (7).
CAMBIOS EN LA DIETA: REQUERIMIENTOS
NUTRICIONALES DE LA MADRE GESTANTE
Al comienzo de la gestación, las necesidades energéticas no
difieren de las de mujeres no embarazadas. A partir del segundo
trimestre, cuando el crecimiento placentario y fetal es mayor, se
recomienda un aumento de la ingesta energética y de nutrientes (8) (Fig. 1). El porcentaje de aumento calórico es muy inferior
al incremento recomendado de la mayor parte de nutrientes, por
lo que es necesaria al configurar la dieta la selección de alimentos poco calóricos con alta densidad en nutrientes. Cuando la
ingesta energética es elevada, puede condicionar un incremento
de peso excesivo, aumentando la probabilidad de tener neonatos
macrosómicos (> 4 kg), cesáreas, diabetes mellitus gestacional
(DMG), preeclampsia y exceso ponderal del descendiente en la
edad adulta. Por otra parte, el escaso aumento de peso favorece el nacimiento de niños con bajo peso (< 2,5 kg) que tienen
mayor riesgo de mortalidad perinatal y de desarrollar enfermeda-
[Nutr Hosp 2020;37(N.º Extra. 2):38-42]
39
des crónicas en la etapa adulta (enfermedades cardiovasculares
y metabólicas [9-11]).
Los hidratos de carbono son la principal fuente energética para
el feto y se recomienda la ingesta de 4-5 raciones/día (12). Existe
una relación entre su consumo, principalmente integrales, y una
menor probabilidad de recién nacidos de bajo peso (RNBP); por
el contrario, un elevado consumo de bebidas y alimentos con
azúcar refinada aumenta las probabilidades de tener RNBP (13).
Debido a la síntesis de nuevos tejidos maternofetales, las necesidades proteicas están incrementadas (8) (Fig. 1). Los ácidos
grasos esenciales (AGE) intervienen en el crecimiento placentario
y fetal, siendo el ácido docosahexaenoico (DHA) necesario en el
desarrollo visual y neurológico del descendiente (5,14). Se ha
evidenciado una asociación entre consumo prenatal de pescado
y menor frecuencia de síntomas depresivos y ansiedad materna
después del parto, menor retraso del crecimiento intrauterino
(RCIU) y mejora del desarrollo neurocognitivo del niño (15). Pese
al beneficio observado, la mayoría de las gestantes presentan
consumos subóptimos (16).
Durante el embarazo, la deficiencia de hierro se asocia con
depresión materna, riesgo de RNBP y función cognitiva disminuida
en la infancia (5,17). Por otra parte, su exceso (cuando conduce a
una Hb >13,5 g/dL) se ha relacionado con hiperviscosidad sanguínea, RCIU y alteraciones neurológicas fetales; su suplementación
está recomendada en madres anémicas (18). El calcio interviene
en la mineralización ósea fetal y estados carenciales están relacionados con osteopenia, calambres musculares y preeclampsia.
Dado que su absorción esta aumentada en el embarazo, no se
recomienda suplementar a madres con ingestas adecuadas (tres
lácteos/día), sino que se debe reservar a gestantes con ingestas
insuficientes y/o que tengan riesgo de preeclampsia (18,19). El
zinc interviene en la defensa antioxidante y función neurológica
e inmune y su deficiencia está relacionada con inmunidad deteriorada, preeclampsia y DMG (5,14). El yodo es esencial en la
síntesis de hormonas tiroideas, que intervienen en la diferenciación
de oligodendrocitos, y distribución de mielina durante los primeros seis meses de gestación. Su deficiencia está relacionada con
aborto, RCIU, alteraciones en el desarrollo cerebral y sordera (5).
La suplementación está recomendada si no se alcanzan las ingestas recomendadas (tres raciones de leche y derivados lácteos +
2 g de sal yodada) (20). El selenio posee actividad antioxidante
y su deficiencia al día está relacionada con aborto, daños en los
sistemas nervioso e inmunológico fetal y en el desarrollo neuropsicológico del descendiente en la infancia (21). El ácido fólico
interviene en numerosas reacciones de metilación del ADN y su
suplementación reduce el riesgo de DTN, parto prematuro y morbimortalidad infantil (5). La vitamina A interviene en el desarrollo
ocular y del esqueleto fetal y su deficiencia está relacionada con
parto prematuro, RCIU y xeroftalmia, siendo la principal causa de
ceguera prevenible en el mundo (5,14). Debido a su potencial
efecto teratogénico, se recomienda no suplementar, excepto a
madres con niveles deficitarios (18,20). La vitamina E tiene efecto
protector de los procesos peroxidativos y los requerimientos son
mayores en madres que consumen dietas ricas en ácidos grasos
poliinsaturados. La vitamina C interviene en la metilación del ADN
40
y presenta acción antioxidante; sus necesidades son mayores en
madres fumadoras (5). Su deficiencia está relacionada con parto
prematuro, eclampsia y mayor riesgo de infecciones respiratorias.
La suplementación mejora la función pulmonar del neonato y disminuye la incidencia de sibilancias al año de edad (22). La vitamina D interviene en la función inmune y el desarrollo esquelético
fetal; estados deficitarios se relacionan con DMG, preeclampsia, y
depresión postparto. La piridoxina interviene en el metabolismo de
macronutrientes y síntesis de mielina y neurotransmisores. Aunque
su consumo parece ser útil para reducir náuseas y malformaciones
congénitas, actualmente no está recomendada la suplementación.
La vitamina B12 interviene en la síntesis y metilación del ADN y es
necesaria en el desarrollo neurológico del descendiente. Su deficiencia se ha asociado con RNBP y disminución del rendimiento
cognitivo en el descendiente (23).
R. M. Martínez García et al.
y funcionalidad de los tejidos. Estas modificaciones epigenéticas
no modifican el código genético, pero sí modulan su expresión.
Como respuesta a la desnutrición intrauterina, el feto se adapta a
esta situación de escasez y puede tener dificultad de adaptación
ante un consumo abundante de alimentos después del nacimiento, aumentando así su propensión a la obesidad y al padecimiento
de enfermedades cardiovasculares y metabólicas en la vida adulta
(10,11). Estos cambios inducidos por la desnutrición materna en
la expresión génica fetal parecen estar asociados con disminución de la metilación del ADN, remodelación de la cromatina y
acetilación de histonas (28). Los micronutrientes cuya deficiencia
puede modificar los procesos epigenéticos son: zinc, selenio, hierro, folatos, vitamina C y niacina.
LACTANCIA MATERNA: EFECTOS
BENEFICIOSOS PARA LA MADRE Y EL HIJO
MADRES CON ALTO RIESGO DE PADECER
ALTERACIONES NUTRICIONALES
EN EL EMBARAZO Y LA LACTANCIA
Las madres adolescentes pueden seguir creciendo durante el
embarazo y la lactancia, lo que conlleva a una competencia de los
nutrientes necesarios para el crecimiento fetal, de tejidos maternos
y producción láctea, aumentando el riesgo de presentar deficiencias nutricionales. Las madres que comienzan el embarazo con
bajo peso tienen riesgo elevado de toxemia y de tener RNBP, por
lo que deben aumentar de peso antes de quedarse embarazadas o
tratar de compensarlo con un incremento mayor en gestación. Las
gestantes de edad avanzada (> 35 años) revelan mayor incidencia
de hipertensión arterial (HTA) y DMG y menores niveles séricos
y en leche de transición de vitamina E (24). Los requerimientos
nutricionales son mayores en madres con embarazos múltiples y/o
consecutivos como consecuencia del agotamiento ocasionado en
los almacenes de nutrientes (5). Las gestantes vegetarianas son
otro grupo de riesgo que debe prestar atención al consumo de calcio, hierro, zinc, vitamina B12, proteínas y ácidos grasos omega-3
(25). Las madres fumadoras presentan dietas más inadecuadas y
mayor riesgo de aborto, RNBP, así como menores niveles séricos
y en leche de vitamina C (26). El consumo materno de alcohol
está desaconsejado ya que perjudica la salud maternofetal y disminuye la secreción láctea. La ingesta elevada de cafeína se ha
relacionado con aumento de frecuencia cardiaca y mayor riesgo
de sangrado en embarazo, por lo que se debe reducir su consumo
hasta establecerse unos límites seguros (27).
DEFICIENCIAS NUTRICIONALES MATERNAS
QUE CONDICIONAN EL DESARROLLO DE
ENFERMEDADES CRÓNICAS EN
EL DESCENDIENTE
Los déficits nutricionales maternos que conducen a RCIU pueden alterar la expresión de algunos genes ocasionando una programación anormal en el desarrollo de órganos y en la estructura
La LM ofrece protección inmunológica, promueve el desarrollo
mandibular y dental del niño, mejora la función cognitiva y tiene
efecto protector contra enfermedades crónicas. Entre los beneficios para la madre destacan los siguientes: favorece la involución
del útero a su forma y tamaño inicial, reduce la incidencia de
hemorragias posparto, ayuda a recuperar el peso previo, protege
frente al cáncer de mama y ovario y se ha evidenciado una relación entre mayor duración de LM y menor riesgo de HTA, diabetes
y enfermedad cardiovascular y coronaria materna (5,29).
ALTERACIONES NUTRICIONALES MATERNAS:
IMPACTO EN LA COMPOSICIÓN DE LA LECHE
MATERNA
Los requerimientos nutricionales en la madre lactante son
más elevados que en gestación (Fig. 1), lo que hace que sean
difíciles de alcanzar, principalmente en madres que reducen el
consumo de alimentos con la finalidad de recuperar el peso previo a la gestación. La LM puede facilitar la pérdida de peso ya
que la grasa almacenada durante el embarazo suministra parte
de la energía requerida por la madre durante la lactancia. La
dieta de la madre lactante debe incluir alimentos de todos los
grupos, principalmente lácteos, cereales, verduras, frutas, hortalizas, legumbres, huevos, pescado y carne, y limitar el consumo de
grasas saturadas y azúcares sencillos. Dado que la leche materna
contiene un 85-90 % de agua, se recomienda ingerir 2-3 l/día
para asegurar la producción láctea, aunque un consumo más
elevado no aumentará la secreción láctea.
La ingesta de AGE y de micronutrientes se ha relacionado con
su contenido en leche materna (30). Aunque la leche materna es
el alimento de elección para el niño, hemos de tener en cuenta
que las alteraciones nutricionales maternas pueden variar la
composición de la leche e influir en el desarrollo del niño. Se
ha comprobado que la naturaleza de la grasa ingerida por la
madre está relacionada con la composición de ácidos grasos
de la leche y, dado que la síntesis endógena de DHA es baja,
[Nutr Hosp 2020;37(N.º Extra. 2):38-42]
IMPORTANCIA DE LA NUTRICIÓN DURANTE EL EMBARAZO. IMPACTO EN LA COMPOSICIÓN DE LA LECHE MATERNA
Energía
Energía
Proteínas
Proteínas
Tiamina
Tiamina
Rivoflabina
Rivoflabina
Piridoxina
Piridoxina
Vitamina B12
Vitamina
B12
Niacina
Niacina
Fólico
Fólico
Vitamina
C
Vitamina C
Vitamina
A
Vitamina A
Vitamina E
E
Vitamina
Vitamina
D
Vitamina D
Calcio
Calcio
Hierro
Hierro
Zinc
Zinc
Iodo
Yodo
Selenio
Selenio
41
Lactancia
Lactacion
Gestación
Gestación
0
10
20
30
40
50
60
70
80
Fig. 1. Incremento de energía y nutrientes respecto a lo marcado en una mujer no
Figura 1.
embarazada (%). Departamento de Nutrición, 2014 (Ortega et al., 2014).
Incremento de energía y nutrientes respecto a lo marcado en una mujer no embarazada (%). Departamento de Nutrición, 2014 (Ortega y cols., 2014).
es necesario un aporte materno adecuado. Estudios recientes
muestran una relación entre la ingesta de pescado graso y
las concentraciones de omega-3 en la leche materna, siendo
esencial su aporte para el desarrollo visual y cognitivo infantil
(31). Por otra parte, el estado nutricional de la madre durante
el embarazo puede condicionar la situación nutricional del niño
en el momento del nacimiento, así como su evolución posterior
y la situación nutricional de la madre durante la lactancia. En
este sentido, los trabajos realizados por Ortega y cols. (32-38)
en gestantes españolas seguidas durante el tercer trimestre de
embarazo y lactancia evidencian que las madres con ingestas
insuficientes de vitaminas A, E, C, B 2, B1, calcio y zinc en el
tercer trimestre de gestación tuvieron menores niveles de estos
micronutrientes en leche materna respecto a las madres con
ingestas adecuadas, por lo que la salud del descendiente podría
verse afectada. Actualmente, diversos autores siguen observando ingestas maternas inadecuadas de micronutrientes y niveles
insuficientes de estos micronutrientes en leche materna para
satisfacer las necesidades del niño (39).
CONCLUSIONES
La dieta materna debe cubrir las necesidades nutricionales
maternofetales y, después del parto, satisfacer las exigencias
nutritivas del neonato y garantizar la salud de la madre y del
descendiente.
[Nutr Hosp 2020;37(N.º Extra. 2):38-42]
Es importante identificar y vigilar a las mujeres con alto riesgo
de padecer alteraciones nutricionales y proporcionar asesoramiento nutricional antes de la concepción y durante el embarazo
y lactancia.
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[Nutr Hosp 2020;37(N.º Extra. 2):38-42]
Duazary / Vol. 17, No. 3 – 2020 / 43 - 53
DOI: https://doi.org/10.21676/2389783X.3321
Niveles de hemoglobina y su relación con la ingesta de proteínas
de alto valor biológico y hierro en gestantes
Hemoglobin levels and its relationship with the intake of high
biological value protein and iron in pregnancy
Mario Echenique-Yupanqui1
, Sissy Espinoza-Bernardo2
1. Hospital de Chincha del Seguro Social de Salud-EsSalud. Ica, Perú. Correo: mmeeyy24@hotmail.com - https://orcid.org/0000-0001-5915-1493
2. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, Perú. Correo: sespinozab@unmsm.edu.pe - https://orcid.org/0000-0001-9413-7320
Tipología: Artículo de investigación científica y tecnológica
Para citar este artículo: Echenique-Yupanqui M, Espinoza-Bernardo S. Ingesta de proteínas de alto valor biológico y hierro con niveles de hemoglobina en gestantes.
Duazary. 2020 julio - septiembre; 17(3): 43 - 53. Doi: http://dx.doi.org/10.21676/2389783X.3321
Recibido en junio 26 de 2019
Aceptado en septiembre 26 de 2019
Publicado en línea en abril 18 de 2020
RESUMEN
Palabras clave:
hemoglobina;
proteínas;
hierro; mujeres
embarazadas.
En el Perú la anemia en gestantes es de 29,6%, siendo un indicador de malnutrición y de
problemas de salud. Una dieta con nutrientes en calidad, cantidad y proporción adecuada
puede reducir las complicaciones durante el embarazo. El objetivo fue determinar los niveles de
hemoglobina y su relación con la ingesta de proteínas de alto valor biológico y hierro en
gestantes que acuden al Hospital de Chincha de EsSalud. Estudio analítico, transversal y
correlacional. Muestreo aleatorio simple conformado por 104 gestantes que se atendieron por
consulta externa en el Servicio de Nutrición del Hospital de Chincha de EsSalud. Los datos
fueron recolectados por una entrevista y una encuesta de frecuencia de consumo de alimentos.
El estadístico empleado fue el análisis de regresión lineal bivariado y múltiple. Se encontró 35%
de gestantes anémicas, 48% y 59% de gestantes con ingesta deficiente de proteínas de alto
valor biológico y hierro, respectivamente. Hubo correlación alta y estadísticamente significativa
entre los niveles de hemoglobina con la ingesta de proteínas de alto valor biológico y hierro
(r=0,88; r2=0,78; p<0,001). Se concluyó que los niveles de hemoglobina tienen relación directa y
fuerte con la ingesta de proteínas de alto valor biológico y hierro en gestantes.
ABSTRACT
Keywords:
Hemoglobin;
Protein; Iron;
Pregnant
women.
In Peru, 29.6% of pregnant women have anemia, a clear indicator of malnutrition and health
issues. A highly nutritious diet can reduce complications during pregnancy. The objective was to
determine the levels of hemoglobin and its relationship with the intake of high biological value
protein and iron in pregnant women who treat themselves at Chincha Hospital - ESSALUD.
Analytical, cross-sectional and correlational study. Simple, random sampling consisting of 104
pregnant women who were treated through outpatient consultation at the nutritional ward of
Chincha Hospital – ESSALUD. The data was collected through an interview and a survey about
the frequency of food consumption. The statistic used was the bivariate and multiple linear
regression analysis. In the results it was found that 35% of the women had anemia, 48% had
low intake of high biological value protein and 59% had low intake of iron. There was a high and
statistically significant correlation between hemoglobin levels and the intake of high biological
value protein and iron (r-0,88; r2-0,78; p<0,001). It was concluded that hemoglobin levels have
a direct and strong relationship with the intake of high biological value protein and iron in
pregnant women.
Duazary / ISSN Impreso: 1794-5992 / ISSN Web: 2389-783X / Vol. 17, No. 3 julio – septiembre de 2020
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Niveles de hemoglobina y su relación con la ingesta de proteínas de alto valor biológico y hierro en gestantes
INTRODUCCIÓN
Los bajos niveles de hemoglobina (Hb) se definen
como su concentración en sangre por debajo de
los valores normales. La anemia es una alteración
de la sangre caracterizada por la disminución de
la concentración de hemoglobina a un rango
menor al establecido1. La Organización Mundial
de la Salud (OMS) considera que para que exista
anemia durante el embarazo, los valores de Hb
deben ser menores de 11 g/dL2 y la clasifica en
anemia leve (Hb: 10-10,9 g/dL), moderada (Hb: 79,9 g/dL) y severa (Hb<7 g/dL)2,3, siendo además
un indicador de malnutrición y problemas de
salud.
La anemia es la más frecuente de las
enfermedades que pueden coincidir con el
embarazo o ser provocadas por este4. Una
gestante con valores de Hb<11 g/dL tiene alto
riesgo
de
presentar
complicaciones
hemorrágicas, tasas elevadas de parto
pretérmino, niños con bajo peso al nacer y mayor
número de enfermedades neonatales3,5. Los
bajos niveles de hemoglobina afectan a cerca de
la mitad de todas las embarazadas en el mundo.
De acuerdo a la OMS la prevalencia mundial de
anemia en gestantes es casi 42%, para América
Latina y El Caribe la prevalencia oscila entre 20 y
39%2. En el Perú, de acuerdo al ENDES 2017, la
anemia en gestantes es de 29,6%3, cifra que
disminuye con la edad materna, pero aumenta
con la edad gestacional.
Durante el embarazo suceden cambios
anatómicos y fisiológicos que afectan todas las
funciones de la gestante. La importancia de la
alimentación y nutrición en la etapa reproductiva
de toda mujer es indiscutible, el crecimiento fetal
durante el embarazo es un proceso que requiere
del aporte constante de nutrientes. Una dieta de
calidad es aquella que satisface las necesidades
nutricionales de la gestante, incluye la energía y
todos los nutrientes como carbohidratos,
proteínas, grasas, vitaminas y minerales, que se
ingiere en cantidades apropiadas y en
proporciones idóneas entre sí6. Una gestante con
una dieta que aporte los nutrientes en cantidad y
calidad tiene mayores probabilidades de no
presentar complicaciones durante el embarazo y
el parto, además de tener un hijo saludable7. Las
complicaciones del embarazo asociados a déficit
nutricional incluyen anemia, hemorragia
materna, preeclampsia y eclampsia, retardo del
crecimiento intra uterino, defectos del tubo
neural, parto pretérmino, alteración en el peso
materno y del recién nacido6,8,9.
Debido al incremento de necesidades de hierro,
la anemia ferropénica es la enfermedad
hematológica de mayor prevalencia en la
embarazada10; no obstante, la síntesis de
hemoglobina requiere de muchas sustancias,
pero las deficiencias que tienen más probabilidad
de afectarla son hierro, cobalamina y folato,
nutrientes que están contenidos principalmente
en proteínas de origen animal2. En este sentido,
el estado nutricional adecuado durante el
embarazo
puede
reducir complicaciones
perinatales, contribuyendo a la reducción de
morbimortalidad materno-infantil11.
La Ingesta Dietética de Referencia (IDR) de hierro
en gestantes es 27 mg/día12. El tipo de hierro
ingerido en los alimentos puede ser de alta o baja
biodisponibilidad, el cual determinará su grado
de absorción a nivel intestinal. El hierro de alta
biodisponibilidad está presente en los alimentos
de origen animal como carnes, pescado y
vísceras; su absorción intestinal varía de 15 a
40%. El hierro de baja biodisponibilidad se
encuentra en alimentos de origen vegetal, su
absorción en el intestino es de 2 a 20%; esta
absorción dependerá de la presencia de ciertos
compuestos en la dieta como fitatos/oxalatos y
ácido ascórbico que disminuirán o potenciarán su
absorción, respectivamente6; además, para lograr
una buena absorción intestinal de hierro, es
necesario de un ambiente ácido en la dieta y de
las proteínas; por tanto, un consumo deficiente
de ésta puede disminuir la absorción de hierro13,
que habitualmente es entre 1-2 mg/día,
alcanzando valores de 3 -5 mg/día6,14.
La proteína resalta su importancia en la dieta
debido a su capacidad de aportar aminoácidos
para atender al mantenimiento de la proteína
corporal y al incremento durante el crecimiento
en las distintas etapas de vida15. Cuando esta
contiene aminoácidos esenciales en cantidad
adecuada se le denomina de alto valor biológico,
que serán necesarias para satisfacer las
demandas de nitrógeno para el crecimiento, la
síntesis, y reparación tisular16. Las proteínas de
origen animal son consideradas de mayor valor
biológico por contener todos los aminoácidos
esenciales para la síntesis proteica, en cambio las
proteínas de origen vegetal tienen aminoácidos
limitantes.
Duazary / ISSN Impreso: 1794-5992 / ISSN Web: 2389-783X / Vol. 17, No. 3 julio – septiembre de 2020
DOI: https://doi.org/10.21676/2389783X.3321
Mario Echenique-Yupanqui, Sissy Espinoza-Bernardo
Durante el embarazo se encuentra una alta
incidencia de anemia debido a que es muy
frecuente que se inicie esta etapa con bajas
reservas de hierro debido a la pérdida de sangre
por el flujo menstrual, aunado a una ingesta
deficiente en hierro y proteínas1. La ingesta de
proteína es derivada de la dieta, considerándose
como ingesta deficiente cuando el porcentaje de
adecuación es menor a 90%; en este sentido, el
porcentaje de adecuación es la relación
porcentual entre la ingesta de un nutriente con la
Ingesta Dietética de Referencia17.
El Comité de Nutrición y Alimentos del Instituto
de Medicina de los Estados Unidos y Canadá
(FNB-OIM) establece 71 g de IDR de proteínas en
gestantes6,12. En general, se establece que entre
el 10 y 15% del valor energético total de la dieta
provenga de las proteínas. Una alimentación
adecuada debe aportar aproximadamente el 50%
de proteínas de alto valor biológico18. Dada a la
gran variabilidad de las necesidades y de la dieta
diaria, se recomienda un rango de normalidad de
adecuación de 90-110%17.
En la dieta es importante consumir cantidades
adecuadas de proteínas y hierro para prevenir
problemas asociados con la ingesta deficiente
que pueda devenir en anemia durante el
embarazo. La aplicación de este estudio
contribuirá en proponer programas de
prevención e intervención en aspectos
relacionados a la alimentación y nutrición que
mejoren la salud de las gestantes y reduzcan su
predisposición a la anemia.
El objetivo de este estudio fue determinar los
niveles de hemoglobina y su relación con la
ingesta de proteínas de alto valor biológico y
hierro dietario en gestantes que acuden al
Hospital de Chincha de EsSalud en el año 2018.
MATERIALES Y MÉTODOS
Tipo de Investigación
Se realizó un estudio analítico con datos de corte
transversal y correlacional en una población de
gestantes que se atendieron por consulta externa
en el Servicio de Nutrición en el Hospital de
Chincha del Seguro Social de Salud, EsSalud,
departamento de Ica, Perú, durante los meses de
abril a junio del 2018.
Población y muestra
Se realizó un muestreo aleatorio simple en una
población de 142 gestantes que se encontraron
en el segundo o tercer trimestre de gestación,
empleando la fórmula para estudios de tipo
cuantitativo para población finita, con un nivel de
confianza de 95%, una precisión de 5%19 y una
desviación estándar de 0,520. La muestra
obtenida fue de 104 gestantes, clínicamente
sanas, con análisis de concentración de
hemoglobina en sangre, con feto único, nuevas a
la consulta nutricional durante el período de
gestación, suplementadas con sulfato ferroso de
acuerdo a la Norma Técnica del Ministerio de
Salud21, con consumo energético promedio,
mayores de 18 años y menores de 40 años.
El consumo energético promedio corresponde a
la ingesta calórica adecuada, de acuerdo a la Guía
Técnica de Requerimientos de Energía para la
Población Peruana del Ministerio de Salud22. El
consumo de energía se obtuvo de un subgrupo
de gestantes elegidas aleatoriamente en el 20%
de la muestra estudiada, siendo esta submuestra
de 21 gestantes.
Procedimientos e instrumento
El método empleado para obtener la información
de la ingesta alimentaria de la gestante fue la
entrevista, y se aplicó una encuesta
semicuantitativa de frecuencia de consumo de
alimentos con 58 preguntas, en el cual se elaboró
un listado de alimentos considerando el aporte
de proteínas de alto valor biológico y hierro
dietario con frecuencias de consumo diario,
semanal y mensual23. El instrumento empleado
fue previamente validado a través de Juicio de
Expertos; para calcular estadísticamente la
validez del instrumento se utilizó al Coeficiente
de Proporción de Rangos (CPR), sugerido por
Hernández24, obteniendo un CPR de 0,95, lo que
significa que el instrumento tuvo una validez y
concordancia alta. Estas encuestas se aplicaron a
aquellas gestantes que estuvieron de acuerdo en
formar parte del presente estudio y que se
plasmó en un formulario como soporte
documental, el cual garantizó la aceptación o
rechazo a la proposición (Consentimiento
Informado). La entrevista a las participantes fue
realizada en el área de consulta externa en el
Servicio de Nutrición. Asimismo, para la
obtención de información de los antecedentes
clínicos de las gestantes seleccionadas, se realizó
Duazary / ISSN Impreso: 1794-5992 / ISSN Web: 2389-783X / Vol. 17, No. 3 julio – septiembre de 2020
DOI: https://doi.org/10.21676/2389783X.3321
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Niveles de hemoglobina y su relación con la ingesta de proteínas de alto valor biológico y hierro en gestantes
la revisión de historias clínicas, a fin de obtener
datos relevantes al estudio que permitan cumplir
con los criterios de inclusión previamente
descritos.
Análisis estadístico
Para la descripción de las características de la
muestra se aplicaron frecuencias, porcentajes e
intervalos de confianza. Para las variables
cuantitativas se aplicaron medidas de tendencia
central (media) y de dispersión (desviación
estándar e intervalos de confianza); además se
aplicó la prueba de normalidad de Kolmogorov
Smirnov. Para determinar la relación, tendencia y
dispersión de las variables se utilizó la correlación
de Pearson. Para el análisis se utilizó el modelo
de regresión lineal bivariado y múltiple. Se
utilizaron los programas estadísticos IBM SPSS
Statistics versión 24.0, PAST versión 2.17
(Paleontological statistics software).
Declaración sobre aspectos éticos
Para la realización de este trabajo, se obtuvo el
consentimiento informado de cada gestante,
asegurando su compatibilidad con los valores,
intereses y respeto, teniendo en cuenta la
Declaración de Helsinki. El proyecto de
investigación fue revisado y aprobado por el
Comité de Ética del Hospital de Chincha del
Seguro Social de Salud, Ica, Perú (Carta N°016OC-HII-RTG-GRA-ESSALUD-2018).
RESULTADOS
El total de gestantes evaluadas fueron 104, cuyas
edades fluctuaban entre 19 a 34 años, con un
promedio de edad de 27,9±5,17 años (IC 95%:
26,9-28,9). De este grupo, el 87,5% (n=91) tenían
edades entre los 19 a 34 años (con media y
desviación estándar 26,6±4,21; IC 95%: 25,8-27,5)
y el 12,5% (n=13) tenían edades mayores a 34
años (con media y desviación estándar 36,6±1,39;
IC 95%: 35,8-37,5); el 61,5% estaban casadas, casi
el 63% presentan grado de instrucción
secundaria, el 53,8% era ama de casa, cerca del
40%
fue
secundigesta
y
multigesta
respectivamente y casi el 53% de se encontraron
en el tercer trimestre de gestación. Esta
información se detalla en la Tabla 1.
Tabla 1: Características generales de las gestantes – 2018. Frecuencias y porcentajes.
Características generales
Edad
19 – 34 años
≥ 35 años
Estado civil
Casada
Conviviente
Grado de instrucción
Primaria
Secundaria
Superior
Ocupación
Ama de casa
Empleada
Número de gestación
Primigesta
Secundigesta
Multigesta
Trimestre de gestación
Segundo
Tercer
Total
n
%
91
13
87,5
12,5
64
40
61,5
38,5
3
65
36
2,9
62,5
34,6
56
48
53,8
46,2
22
41
41
21,2
39,4
39,4
49
55
47,1
52,9
104
100,0
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Mario Echenique-Yupanqui, Sissy Espinoza-Bernardo
En los niveles de hemoglobina, el 34,6% de
gestantes presentaron algún grado de anemia,
siendo el tercer trimestre donde se encontró la
mayor frecuencia con un 43,7%, además la
anemia leve fue la más frecuente con 27,3%. En
la ingesta de proteínas de alto valor biológico, se
observa que más de la mitad de gestantes
tuvieron una ingesta normal (51,9%), por el
contrario, el tercer trimestre de gestación resalta
una mayor frecuencia de ingesta deficiente de
proteínas con 56,4%. En la ingesta de hierro
dietario, hubo una mayor frecuencia de ingesta
deficiente en gestantes con 58,7%, esta
tendencia también se observó en el tercer
trimestre de gestación donde la ingesta
deficiente fue de 67,3%. Los datos señalados en
este párrafo se muestran en la Tabla 2.
Tabla 2: Niveles de hemoglobina y porcentaje de adecuación de ingesta de proteínas de alto valor
biológico y hierro dietario por trimestre de gestación – 2018. Frecuencias y porcentajes.
Trimestre de gestación
Total
Variables
II
III
n
%
n
%
n
%
Anemia moderada
2
4,1
9
16,4
11
10,6
Anemia leve
10
20,4
15
27,3
25
24,0
Normal
37
75,5
31
56,4
68
65,4
Ingesta Deficiente
19
38,8
31
56,4
50
48,1
Ingesta Normal
30
61,2
24
43,6
54
51,9
Ingesta Deficiente
24
49,0
37
67,3
61
58,7
Ingesta Normal
25
51,0
18
32,7
43
41,3
Total
49
100,0
55
100,0
104
100,0
Niveles de hemoglobina
Ingesta de proteínas de alto valor
biológico
Ingesta de hierro dietario
En la Tabla 3 puede observarse que la media de
los niveles de hemoglobina estuvo dentro de los
rangos normales (11,4±1,11; IC 95%: 11,1-11,6);
sin embargo, la media del porcentaje de
adecuación de la ingesta de proteína de alto valor
biológico (85,9±13,83; IC 95%: 83,2-88,6) y hierro
dietario (79,4±14,49; IC 95%: 76,6-82,2)
estuvieron por debajo de los límites considerados
como normalidad (Ingesta normal: ≥ 90%).
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Niveles de hemoglobina y su relación con la ingesta de proteínas de alto valor biológico y hierro en gestantes
Tabla 3: Niveles de hemoglobina (g/dl) y porcentaje de adecuación de la ingesta de proteína de alto
valor biológico y hierro dietario en gestantes – 2018. Media, desviación estándar (DE) e intervalos de
confianza al 95% (IC 95%).
Variables
Niveles de hemoglobina
Media
(DE)
IC 95%
Anemia moderada
Anemia leve
Normal
Total
Ingesta de proteínas de alto valor biológico
Ingesta deficiente
Ingesta normal
Total
Ingesta de hierro dietario
Ingesta deficiente
Ingesta normal
Total
9,4
10,5
12,0
11,4
0,35
0,35
0,70
1,11
9,2 - 9,7
10,3 - 10,7
11,9 - 12,2
11,1 - 11,6
74,7
96,3
85,9
11,21
5,05
13,83
71,5 - 77,9
94,9 - 97,7
83,2 - 88,6
70,6
91,8
79,4
12,97
2,28
14,49
67,3 - 73,9
91,1 - 92,5
76,6 - 82,2
Se realizó la regresión lineal bivariada,
observándose un alto grado de correlación
positiva y estadísticamente significativa entre la
ingesta de proteína de alto valor biológico con los
niveles de hemoglobina (r=0,88; r2=0,77;
p<0,001) (Figura 1). Estos resultados que también
se observaron en el segundo y tercer trimestre de
gestación, respectivamente.
Figura 1: Correlación entre la ingesta de proteínas de alto valor biológico con los
niveles de hemoglobina en gestantes – 2018.
La figura 2 muestra la regresión lineal bivariada
entre la ingesta de hierro dietario con los niveles
de hemoglobina, encontrándose un alto grado de
correlación
positiva
y
estadísticamente
significativa entre estas dos variables (r>0,80;
r2=0,69; p<0,001). Estos resultados también se
evidenciaron en el segundo y tercer trimestre de
gestación, respectivamente.
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Figura 2: Correlación entre la ingesta de hierro dietario con los niveles de
hemoglobina en gestantes - 2018.
Al realizar la regresión lineal múltiple entre la
ingesta de proteína y hierro dietario con los
niveles de hemoglobina se encontró una
correlación positiva alta y con un elevado nivel de
significancia entre estas tres variables de estudio
(r= 0,88; r2= 0,78; p<0,001).
Por otro lado, el consumo energético promedio
obtenido de la submuestra de gestantes fue de
2401,2±226,9 kcal con un IC 95% de 2297,72504,7 kcal.
DISCUSIÓN
Los resultados muestran que la ingesta habitual
de las gestantes, adscritas al Hospital de Chincha,
fue deficiente en proteínas de alto valor biológico
y hierro dietario. Se atribuyen estas deficiencias
nutricionales a una ingesta inferior a la
recomendada de pescados, carnes y derivados,
verduras y hortalizas; además, se observó que la
ingesta de alimentos no tuvo una variabilidad
adecuada.
Estos
aportes
alimentarios
insuficientes se reflejaron en los bajos niveles de
hemoglobina en gestantes, encontrándose una
alta prevalencia de anemia en esta población.
Según la OMS la prevalencia de anemia en
gestantes a nivel mundial es cerca del 42%. A
nivel nacional el ENDES 2017 reporta 29,6%3; el
INS/CENAN 2015 encuentra 18,6% en el
departamento de Ica, 18% en la provincia de
Chincha y 19,6% en el distrito de Chincha Alta25.
Este estudio encontró 34,6% de gestantes con
anemia, distribuidos en 24,0% y 10,6% para
anemia leve y moderada, respectivamente,
resultados que están por encima de los
reportados a nivel nacional, provincial y distrital.
Estos hallazgos son muy relevantes en vista de
que una gestante que carece de una alimentación
adecuada, malnutrida, multigesta, con nivel
socioeconómico bajo y con bajo nivel educativo
esta propensa a padecer de anemia, así lo
informa Caihuara et al9, y con ello presentar
problemas o complicaciones durante el embarazo
como prematuridad, riesgo de hemorragia,
retraso del crecimiento intrauterino, mayor
riesgo de transfusión sanguínea en el parto, bajo
peso al nacer, mayor estancia hospitalaria, mayor
riesgo de morbimortalidad materna, tal como lo
informa Martínez et al2 y Rincón et al26. Munares
et al10 encuentran que la prevalencia de anemia
en gestantes es de 28% (25,1% de anemia leve y
2,6% de anemia moderada), siendo más
prevalente en el tercer trimestre con 31%,
encontrándose cierta semejanza con los
resultados encontrados. Sin embargo, al igual
que los trabajos realizados por el ENDES 2017 y el
INS/CENAN 2015, estos trabajos incluyen mujeres
embarazadas de todas las edades lo que limitaría
la comparación con los resultados de este
estudio. Este trabajo no encontró relación
significativa entre los niveles de hemoglobina y
los indicadores como edad, estado civil, grado de
instrucción y el número de gestación (p>0,05),
resultados que concuerdan con el realizado por
San Gil et al27, sin embargo, se encontró relación
significativa entre la ocupación de las gestantes
con los niveles de hemoglobina (p<0,05), las
amas de casa fueron las más anémicas. Las
gestantes que trabajaron tuvieron una menor
afectación,
probablemente
porque
esta
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Niveles de hemoglobina y su relación con la ingesta de proteínas de alto valor biológico y hierro en gestantes
condición les permitiría obtener un mayor
ingreso familiar que repercutiría en la calidad y
cantidad de los alimentos que se consumen así lo
señala Caihuara et al9.
Por otro lado, se encontró que el 48,1% de
gestantes presentaron ingesta deficiente de
proteínas de alto valor biológico con una media
de adecuación de 85,9%, encontrándose la mayor
cantidad de este déficit en el tercer trimestre. Las
proteínas de origen animal (huevo, carnes, leche
y derivados) contienen proteínas de alto valor
bilógico
que
contienen
aminoácidos
indispensables, una disminución en su ingesta
alteraría las funciones en el organismo como el
acondicionamiento para la absorción, transporte
y metabolismo del hierro y otros nutrientes;
además, la biodisponibilidad del hierro (hemo) en
los alimentos de origen animal es mayor y su
absorción no se ve afectado por otros
componentes de la alimentación6. Los agentes
reductores por antonomasia son las proteínas de
la dieta, esta condición mejoraría la absorción del
hierro13; por lo tanto, al haber una ingesta
deficiente de proteínas, sobre todo de alto valor
biológico, los resultados reflejarían una
disminución en los niveles de hemoglobina,
produciendo anemia en las poblaciones más
vulnerables como las gestantes, así lo manifiestan
Espita y Orozco1. Al realizar la prueba bivariada se
encontró un alto grado de correlación positiva y
estadísticamente significativa entre la ingesta de
proteínas de alto valor bilógico con los niveles de
hemoglobina (r>0,88; p<0,001); por lo tanto, la
ingesta de este macronutriente influye
directamente sobre dichos niveles. Durante el
embarazo es preciso consumir cantidades
adecuadas de proteínas para cubrir necesidades
derivadas del crecimiento del feto, de la placenta
y de los tejidos maternos, dado que se estima
que las proteínas depositadas en estos tejidos
alcanzan cifras de 921 g, es importante que la
calidad de la proteína también sea adecuada28.
No se ha encontrado estudios que relacionen la
ingesta de proteínas de alto valor bilógico con los
niveles de hemoglobina. Un estudio realizado por
Quinteros et al29, muestra que las gestantes con
anemia tuvieron adecuaciones bajas de energía,
grasas y carbohidratos y un consumo elevado de
proteínas; Irles et al30, en su estudio sobre valor
nutricional de la dieta en embarazadas sanas,
obtiene resultados similares al anterior; ambos
estudios no precisan el tipo de proteínas
evaluadas, si es de alto o bajo valor bilógico, solo
consideran la ingesta de proteína total.
Coincidentemente con este trabajo, Piña et al31,
en un trabajo realizado a 156 gestantes, concluye
que existe un bajo consumo de alimentos de
origen animal. De igual forma, Ferrer et al32, en
un estudio para identificar los patrones dietéticos
durante el embarazo, encuentra una adecuación
en la ingesta de proteínas de alto valor biológico
en gestantes entre el 73 y 85%, tomando como
punto de corte el 70% de la ingesta como valor
mínimo recomendado, valor distinto a lo
señalado en esta propuesta que tuvo una
adecuación mínima de 90%33,34, aun así, en dicho
estudio no se evalúa su relación con los niveles
de hemoglobina; no obstante, el promedio de la
adecuación alcanzada fue parecida a esta
investigación.
Por otro lado, se encontró una ingesta deficiente
de hierro dietario en más de la mitad de
gestantes (58,7%), con una media de adecuación
de 79,4%, siendo más deficiente en el tercer
trimestre. Se realizó la prueba bivariada
encontrándose un alto grado de correlación
positiva y estadísticamente significativa entre la
ingesta de hierro dietario con los niveles de
hemoglobina (r>0,80; p<0,001). Estos resultados
coinciden con un estudio realizado por Montoya
et al35, el cual señala que existe una alta
prevalencia de anémicas entre las mujeres
embarazadas (20,6%) producto de una baja
ingesta de hierro y de los mayores
requerimientos de hierro durante el embarazo.
Irles et al30, reporta que la ingesta deficiente de
hierro dietario es el 70% en gestantes sanas,
valor muy significativo y por encima de los
valores registrados en el presente estudio.
Saidman et al36, en un trabajo realizado a 117
gestantes, encontró, como práctica común, una
disminución en la ingesta del grupo de carnes,
resultado similar a esta investigación. Este es un
hallazgo preocupante porque la deficiencia en su
consumo conlleva a un menor aporte de hierro,
nutriente clave para la prevención de la anemia
en gestantes y con ello evitar complicaciones en
la madre, el feto y el recién nacido.
Los resultados de la regresión lineal múltiple
entre la ingesta de proteína de alto valor
biológico y hierro dietario con los niveles de
hemoglobina en gestantes, demostraron que
existe una alta correlación estadísticamente
significativa y directamente proporcional entre
estas variables (r=0,88; r2=0,78; p < 0,001). El
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coeficiente de determinación (r2) señala que el
78% de la variabilidad de los niveles de
hemoglobina pueden atribuirse a una relación
lineal con la ingesta de proteínas de alto valor
biológico y la ingesta de hierro dietario en
gestantes, ello reafirma los hallazgos encontrados
en esta investigación respecto de la relación de
dependencia de estas variables.
Se debe señalar que la ingesta energética de la
gestante fue adecuada, con una media de 2401
kcal, estando acorde con lo requerido para esta
población tal como lo dispone el Ministerio de
Salud22; por tanto, los bajos niveles de
hemoglobina no podrían ser atribuidos a este
consumo.
Se precisa de estrategias de detección precoz de
anemia, así como de atención y vigilancia
nutricional que aseguren la intervención de
forma adecuada y oportuna a gestantes con
vulnerabilidad alimentaria y riesgos nutricionales.
Asimismo, se sugiere a las autoridades del Seguro
Social de Salud implementar programas que
promuevan el consumo de una alimentación
adecuada durante la etapa de gestación a fin de
fomentar la ingesta de alimentos de origen
animal y vegetal que proporcionen nutrientes
que puedan prevenir la anemia. Una de las
limitaciones importantes fue encontrar gestantes
que ya habían sido atendidas en el primer
trimestre de gestación, las cuales tuvieron que
ser excluidas de la investigación a fin no generar
sesgo en la información nutricional. Otra
limitación es el diseño de estudio, al no ser
experimental, limita establecer la relación causaefecto, solo establece una relación entre
variables.
CONCLUSIÓN
Se concluye que los niveles de hemoglobina
tienen relación directa y fuerte con la ingesta de
proteínas de alto valor biológico y hierro dietario
en gestantes. A partir de la presente
investigación se espera que contribuya en
comprender la necesidad de una ingesta
adecuada y oportuna de proteínas y hierro en la
dieta durante la gestación, y analizar sobre la
problemática de estas respecto a sus factores
inhibidores o que limitan su acceso en la dieta. Se
espera que a partir de estos hallazgos se
profundicen estudios relacionados a la
digestibilidad de las proteínas y variabilidad en la
absorción del hierro que permitan establecer su
relación con los niveles de hemoglobina.
DECLARACIÓN SOBRE CONFLICTOS DE
INTERESES
Los autores declaran no tener conflictos de
intereses. Este estudio guarda correspondencia
con una tesis realizada por uno de los autores en
el año 2016, que no ha sido publicada en ninguna
revista; no obstante, tanto el diseño
metodológico como la población y muestra de
estudio de la presente investigación son
diferentes al de la tesis mencionada. Este trabajo
fue autofinanciado.
CONTRIBUCIÓN DE LOS AUTORES
Primer autor: concepción y diseño del trabajo,
recolección y obtención de resultados, análisis e
interpretación de datos, elaboración y redacción
del manuscrito, revisión crítica del manuscrito,
aporte de pacientes de estudio, obtención de
financiamiento, asesoría estadística, asesoría
técnica.
Segundo autor: concepción y diseño del trabajo,
análisis e interpretación de datos, revisión crítica
del manuscrito, aprobación de su versión final.
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