36 Síndrome de intestino irritable Fermín Mearin1, Miguel A. Montoro2 Instituto de Trastornos Funcionales y Motores Digestivos. Centro Médico Teknon. Barcelona Unidad de Gastroenterología y Hepatología. Hospital San Jorge. Huesca 2 Departamento de Medicina, Psiquiatría y Dermatología. Universidad de Zaragoza 1 2 Introducción El síndrome de intestino irritable (SII) representa el paradigma de los trastornos funcionales digestivos (TFD) en el campo de la patología digestiva. Ninguna otra enfermedad suele suscitar mayores discrepancias entre el modo en que el facultativo transmite al enfermo el origen de su problema y las expectativas reales que el enfermo había depositado en su médico. Realmente, la percepción que tiene el paciente de su dolencia es muy distinta: al enfermo casi nunca le interesa saber cuál es la causa de su daño, ni si existe un trastorno orgánico o funcional, lo que le importa es que se alivien sus síntomas. Durante años, en las consultas médicas se ha venido repitiendo la expresión “Doctor, a mí me duele – Tranquilo, Vd. no tiene nada”. Solo se consideraba como enfermo a aquél en el que había una causa demostrable de sus molestias, mientras que el resto (¡una multitud!) eran etiquetados de hipocondríacos, “quejicas”, psicópatas o somatizadores. Urge, por consiguiente, transmitir una nueva filosofía al médico práctico y adecuar el nivel de nuestros conocimientos a las expectativas de nuestros pacientes1. Nunca puede olvidarse que los trastornos funcionales producen un deterioro de la calidad de vida, superior incluso, al observado en otras dolencias orgánicas2. Más de 2.000 artículos relacionados con este tópico se han publicado en revistas de gastroenterología a lo largo de los últimos 5 años (SI Web of Knowledge), por lo que parece obligado proporcionar al lector una actualización del capítulo que se publicó en la primera edición de esta obra en 2006. Definición ¿Qué es un SII? El SII es un TFD caracterizado por la presencia de dolor o molestia abdominal asociado a cambios en la frecuencia y/o consistencia de las deposiciones. 1. 2. 3. 4. REFERENCIAS CLAVE Chey WD. Irritable bowel síndrome. Gastroenterology Clinics 2011;40(1): 1-264. American College of Gastroenterology Task Force on Irritable Bowel Syndrome, Brandt LJ, Chey WD, Foxx-Orenstein AE, Schiller LR, Schoenfeld PS, Spiegel BM et al. An evidence-based position statement on the management of irritable bowel syndrome. Am J Gastroenterol 2009;104(Suppl 1):S1–35. Longstreth, GF. Thompson WG, Chey WD, Houghton LA, Mearin F, Spiller RC et al. Functional bowel disorders. Gastroenterology 2006;130:1480-91. Mearin F. Síndrome de intestine irritable. En: Ponce J, Castells T, Gomollón F, Esteve M, Martín de Argila C, Molero X, Vázquez Sequeiros E, eds. Tratamiento de las enfermedades gastroenterológicas, 3.ª edición. Elsevier España. Barcelona, 2011:155-66. Como tal trastorno funcional, se asume que el paciente con un SII no presenta ninguna alteración bioquímica o estructural que pueda justificar la naturaleza de los síntomas3. A lo largo del tiempo, se han propuesto diversos criterios que permitiesen establecer un diagnóstico positivo basado en la presencia de síntomas, evitando con ello pruebas superfluas. El hecho de que algunos de estos síntomas sean compartidos por numerosas dolencias orgánicas, explica la dificultad para establecer un consenso a la hora de establecer qué síntoma o combinación de síntomas gozan de un mayor valor predictivo positivo, sensibilidad y especificidad para el diagnóstico. Desde los criterios iniciales de Manning formulados en 19784, se han realizado distintas propuestas. En los últimos años, la mayoría de los clínicos han utilizado los denominados criterios de Roma, fruto de una labor llevada a cabo I N T E S T I N O D E L G A D O Y C O L O N 523 Sección 4. Intestino delgado y colon por comités de expertos que se reúnen periódicamente en Italia. En 1992 se publicaron los criterios de Roma I5, en 1999 los criterios de Roma II6,7 y en 2006 los criterios de Roma III8. En todos los casos, es condición sine qua non la presencia de dolor o molestia abdominal (sin el cual no puede establecerse el diagnóstico), asociado a un cambio en la frecuencia o consistencia de las deposiciones (al menos 3 días al mes) por un periodo no inferior a 3 meses, y un comienzo de los síntomas al menos 6 meses antes del diagnóstico. Dentro de esta categoría se reconocen 4 subtipos: 1) SII con predominio de estreñimiento (SII-E); 2) SII con predominio de diarrea (SII-D); 3) SII con patrón alternante y 4) SII con patrón indefinido. Algunos síntomas como la urgencia defecatoria, la sensación de evacuación incompleta, así como la hinchazón abdominal, la emisión de moco en al deposición o el esfuerzo defecatorio excesivo, apoyan el diagnóstico, pero no son imprescindibles para establecerlo (tabla 1)8. ¿Qué no es un SII? La propia definición de SII permite establecer claras diferencias con otras condiciones clínicas con las que frecuentemente se confunde. Diversas consideraciones deben ser tenidas en cuenta. ❱❱ Los síntomas tienen que aparecer durante un periodo mínimo de tiempo (12 semanas/año, no necesariamente consecutivas). Se excluyen, por consiguiente, periodos cortos de alteraciones del ritmo intestinal acompañadas de malestar abdominal, propiciadas por circunstancias diversas (viajes, estrés, transgresiones dietéticas) que constituyen un hecho frecuente en la población general. ❱❱ La presencia de diarrea o estreñimiento crónico, sin una causa orgánica identificable no puede atribuirse a un SII si no existe además dolor abdominal. Aquellos entran en la categoría de diarrea o estreñimiento crónico funcional. ❱❱ Inversamente, la presencia de dolor abdominal crónico sin alteraciones concomitantes en la frecuencia o consistencia de las deposiciones no puede ser categorizada como SII, sino como dolor abdominal crónico funcional. ❱❱ Un paciente con dolor abdominal centrado en el hemiabdomen superior, a menudo definido como plenitud o pesadez postprandial, no puede ser incluido tampoco en el término SII. Estos pacientes probablemente padecen una dispepsia funcional (si logra excluirse una dolencia or- 524 TABLA 1. Criterios de Roma III para el diagnóstico de SII Dolor o disconfort1 abdominal recidivante al menos 3 días al mes durante los últimos tres meses2 que se asocia a dos o más de los siguientes: ❱❱ Mejoría con la defecación. ❱❱ El comienzo se asocia a un cambio en la frecuencia de las deposiciones 3. ❱❱ El comienzo se asocia con un cambio en la forma (consistencia) de las deposiciones 3. El término disconfort se refiere a una sensación desagradable que no se describe como dolor. Para estudios de investigación fisiopatológica y ensayos clínicos, se requiere que el dolor o disconfort abdominal aparezca al menos 2 días por semana durante el periodo de cribado de los casos. 1 Los síntomas deben cumplirse al menos durante tres meses y haber comenzado al menos 6 meses antes del diagnóstico. 2 Los requerimientos para establecer las diferentes categorías de SII son los siguientes: 3 a. SII con predominio de estreñimiento: heces duras ≥ 25% de las ocasiones/heces “sueltas” o acuosas ≤ 25% de las ocasiones. b. SII con predominio de diarrea: heces “sueltas” o acuosas ≥ 25% de las ocasiones/heces duras < 5% de las defecaciones. c. Patrón mixto: heces duras ≥ 25% de las ocasiones/heces “sueltas” o acuosas ≥ 25% de las ocasiones. d. Patrón indefinido: anormalidad insuficiente de la consistencia de las deposiciones para reunir los criterios expuestos para el resto de las categorías. • Síntomas que apoyan el diagnóstico pero que no forman parte de los criterios de Roma III son: a. Frecuencia de las deposiciones ≤ 3 veces por semana o > 3 veces por día. b. Esfuerzo defecatorio excesivo. c. Urgencia defecatoria. d. Sensación de evacuación incompleta. e. Emisión de moco en la deposición. f. Sensación de hinchazón abdominal. gánica). No obstante, en algunos enfermos coexisten ambos trastornos (dispepsia funcional y SII). 36. Síndrome de intestino irritable ❱❱ Algunos pacientes, especialmente mujeres, con flatulencia como síntoma principal, son etiquetados de SII, sin que reúnan plenamente los criterios necesarios para el diagnóstico de este síndrome. Con frecuencia estos pacientes padecen otro trastorno funcional, como aerofagia o presentan un incremento real en la producción de gas intestinal en relación con una intolerancia a lactosa o fructosa, un síndrome de sobrecrecimiento bacteriano o incluso una enfermedad celíaca. ❱❱ Por último, aquellos pacientes en los que llega a identificarse un trastorno endocrinometabólico (por ej.: diabetes o hipertiroidismo) y que consultan por síntomas gastrointestinales concordantes con el padecimiento de un SII no pueden ser categorizados como tal en un sentido estricto, dado que conceptualmente, en todo paciente con un TFD se exige la ausencia de anomalías bioquímicas que puedan explicar los síntomas. Epidemiología Prevalencia La prevalencia de SII oscila entre el 5-15%, en dependencia de los criterios empleados para el diagnóstico9,10. Un estudio, por ejemplo, encontró que únicamente el 31% de los pacientes con SII diagnosticados por criterios de Roma II, cumplían los criterios de Roma III para el mismo diagnóstico11. El 70% restante padecían otro tipo de trastornos funcionales digestivos (TFD) incluyendo estreñimiento o diarrea funcional o hinchazón funcional. Otras variables que influyen en la prevalencia incluyen la edad, el sexo, la procedencia geográfica y la población que es objeto de estudio (población general o población que consulta con el médico)10. Así, la prevalencia de SII estimada en los países occidentales oscila entre el 10-18%12,13, mientras que en Asia se cifra entre un 1-9%14,15. La prevalencia encontrada en España es del 7,8%16. Un aspecto notable es que la relación mujer/hombre observada en el mundo occidental (2:1) no se ha constatado en los países asiáticos. Por otro lado, el SII es más prevalente en edades más jóvenes16,17, aunque se ha descrito un segundo pico de incidencia en edades avanzadas. Talley et al., encontraron una prevalencia de SII del 8% entre los pacientes con edades comprendidas entre 65 y 75 años, elevándose hasta el 12% entre las personas de más de 85 años17. Indudablemente estas cifras son diferentes entre la población de personas que consultan al médico. De hecho, el SII explica el 10-15% de las consultas de atención primaria y entre el 25-30% de los pacientes derivados a las consultas de gastroenterología18. Estas cifras son el resultado de estudios basados en un “diagnóstico positivo” basado en síntomas. En todo momento debe considerarse que cualquier estrategia basada en la búsqueda intencionada de organicidad “diagnóstico por exclusión”, reduciría con toda probabilidad estos valores al identificar enfermedades con una base orgánica cuya presentación clínica puede simular, en gran medida, a la de un TFD, como han sugerido algunos autores19. Incidencia La incidencia de SII no es fácil de determinar, ya que a menudo el comienzo de los síntomas se desarrolla de forma insidiosa y el enfermo puede tardar en consultar10. Estudios de base poblacional realizados en EE.UU. y en Europa sugieren que el SII aparece en 200-300 personas por cada 100.000 habitantes y año19-21. Debe considerarse que estas estimaciones se basan en el resultado de estudios en pacientes que consultan por sus síntomas. Una evaluación más realista, considerando la proporción de pacientes que no llegan a consultar nunca con el médico, permite estimar, que la verdadera incidencia de SII en población general probablemente doble estas cifras, alcanzando la cifra de 400 casos por cada 100.000 habitantes y año, valores que se ajustarían más a una prevalencia estimada del 12%. Por otro lado, en determinados subgrupos de pacientes, como aquellos que han sufrido una gastroenteritis infecciosa, la incidencia de SII puede alcanzar el 10% (IC 95%: 9,5-85,6)22. Concomitancia con otros TFD Estudios de base poblacional y revisiones sistemáticas demuestran la existencia de un solapamiento entre el SII y otros TFD, de manera que la probabilidad de que un paciente con SII presente además clínica de enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) o de dispepsia alcanza el 47% y el 15-42%, respectivamente, prevalencias muy superiores a las observadas en población general24-26. En un estudio, Locke et al. informaron que entre el 4-9% de la población general presenta síntomas de al menos 2 TFD y que de un 1% a un 4% manifiesta clínica de al menos 3 TFD, lo que ha hecho considerar una base patogénica común en estos trastornos27. 525 Sección 4. Intestino delgado y colon Concomitancia con otras manifestaciones extraintestinales o peor que la observada en enfermedades de curso crónico, incluyendo la ERGE, diabetes, insuficiencia renal, depresión, o artritis reumatoide33,36. La presencia de síntomas extraintestinales es más común entre los pacientes con SII, incluyendo fatiga crónica y dolor abdomino-pélvico, entre otros28. Así mismo, entre los pacientes con SII, se ha comunicado una mayor prevalencia de síntomas psiquiátricos, incluyendo ansiedad, depresión y neuroticismo. En un estudio controlado que incluyó una serie de 3.153 pacientes, ajustados por sexo y edad, Whitehead et al.28 demostraron una prevalencia de morbilidad psiquiátrica de hasta el 94%, entre los pacientes con SII. Con toda probabilidad, rasgos de psiconeuroticismo, ansiedad y depresión contribuyen a modular al alza la percepción de los síntomas y resultan determinantes de la frecuencia con que estos pacientes visitan al médico. Cuestionarios de calidad de vida en el SII Historia natural Aproximadamente la mitad de los pacientes con SII permanecen estables y no modifican el fenotipo de su comportamiento clínico (predominio de diarrea, de estreñimiento o patrón alternante)29. El otro 50% puede mostrar un cambio en su patrón de síntomas dominantes30. Mortalidad El SII es una entidad que no viene gravada por una mayor tasa de mortalidad en relación a la observada en la población general. Un estudio que investigó la evolución de una serie de pacientes seguidos por un periodo de 29 años, no demostró diferencias en relación a la mortalidad esperada31 y ello ha sido corroborado por otros autores32. Pese a ello, es un hecho constatado que si bien el SII no “mata” puede hacer la vida insoportable y algunos informes sugieren un aumento en el riesgo de suicidio, así como en la necesidad de cirugía37. Calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) La CVRS de los pacientes con SII está notablemente alterada debido a importantes repercusiones físicas, emocionales, sociales y económicas, como reflejan las revisiones sistemáticas33, y existen excelentes revisiones al respecto34,35. Datos consistentes revelan que los pacientes con SII presentan scores más bajos en las 8 escalas del SF-36, cuando se comparan controles sanos34 y que su CVRS es igual 526 Además del SF-36 (cuestionario genérico de calidad de vida) se han diseñado diversos cuestionarios específicos para evaluar el impacto del SII, tanto sobre la condición física, como del bienestar emocional y las repercusiones sociales de la enfermedad sobre el individuo. La mayoría de ellos (IBS-QOL, IBSQOL y IBS HRQOL)38-40 proporcionan información exhaustiva sobre todas estas variables, pero tienen el inconveniente de su difícil implementación en los 10-12 minutos de que dispone habitualmente un gastroenterólogo general para ver a un paciente en su consulta. Spiegel et al.41, crearon un cuestionario corto específicamente diseñado para su empleo rutinario en la práctica clínica. El cuestionario consta únicamente de 4 preguntas (tabla 2) y está pensado para su cumplimentación en menos de 1 minuto, mientras el paciente permanece en la sala de espera. Una enfermera calcula el score final en un tiempo no superior a 30 segundos y lo entrega al médico antes de recibir al paciente. El cuestionario denominado BEST-score proporciona información sobre 4 cuestiones esenciales: 1) gravedad de los síntomas intestinales, tal como son percibidos por el paciente; 2) impacto de los síntomas sobre la capacidad de disfrutar de las cosas cotidianas; 3) percepción del enfermo acerca del padecimiento de una enfermedad seria o potencialmente grave y 4) repercusión de los síntomas sobre el estado de ánimo y el humor del enfermo. Los autores cotejaron los resultados proporcionados por el BEST-score en una serie de 59 pacientes con SII, con otro instrumento de medición de CVRS específico de SII (IBS-QQL score), constituido por 34 parámetros, encontrando un elevado grado de concordancia entre ambas medidas y subrayando el valor de esta nueva herramienta en la toma de decisiones en el escenario de la práctica clínica habitual (busy clinics)41. Repercusiones económicas Los costes asociados al SII son importantes. Baste citar que solo en los EE.UU. consultan anualmente por este problema 3,5 millones de personas. Ello supone un gasto anual de 20 billones de dólares42. Por otro lado, se ha estimado que los pacientes con 36. Síndrome de intestino irritable TABLA 2. Cuestionario BEST para evaluar el impacto de los síntomas de un intestino irritable sobre la CVRS 1. Durante las últimas 4 semanas, ¿Cómo se ha sentido en relación a su hábito de defecar? • Muy bien: mis deposiciones han sido normales. • Bien: apenas ha habido alteraciones en mi ritmo intestinal y, de hecho, las he ignorado. • Regular: no he podido ignorar las alteraciones en mi ritmo intestinal. • Mal: las alteraciones de mi ritmo intestinal han llegado a afectar a mi estilo de vida. • Muy mal: las alteraciones del ritmo intestinal han afectado gravemente a mi estilo de vida. 2. Lea Vd. la siguiente declaración y diga lo que opina sobre ella: “Los síntomas intestinales que estoy sufriendo significan que algo muy serio está ocurriendo en mi cuerpo”. • No, de ninguna manera. • Sí, quizás en algún momento, pero muy pocas veces. • Sí, algo sí. • Sí, bastante. • Sí, mucho. 3. Durante las últimas 4 semanas, ¿con qué frecuencia sus síntomas intestinales han hecho que se sienta tenso o profundamente afectado? • La mayoría del tiempo. • En muchas ocasiones. • Solo muy de vez en cuando. • En ningún momento. 4. Díganos lo que piensa sobre la siguiente frase: “Debido a los síntomas intestinales que sufro, durante las últimas 4 semanas no he podido disfrutar de las cosas que antes me divertían”. • De ninguna manera me ha ocurrido esto. • Sí, quizás en algún momento, pero muy pocas veces. • Sí, algo sí. • Sí, bastante. • Sí, mucho. Las respuestas a estas preguntas se miden en una escala de 0 (el mejor estado de salud) a 100 (el peor estado de salud). La calificación final asignada de acuerdo a un algoritmo estándar se entrega al médico, antes de que éste entre en la consulta. [Spiegel BMR, Naliboff, Mayer E, et al. Development and initial validation of a concise point-of-care IBS severity index: the 4-item BEST questionnaire. Gastroenterology 2006;130:S1040]. SII consumen un 50% más de recursos sanitarios que los controles sanos44,45. Ello obliga a reflexionar acerca de la solicitud, a menudo reiterada, de pruebas y exámenes complementarios que siguiendo las recomendaciones de las guías de práctica clínica45 probablemente no estén justificados, en pacientes en quienes podría establecerse un diagnóstico positivo, basado en la presencia de síntomas compatibles y la ausencia de signos de alarma (ver apartado de diagnóstico). Este pensamiento debe balancearse con el criterio de aquellos que preconizan que el gasto imputable a esta patología, se reduciría a largo plazo, si en la valoración inicial pudiese descartarse cualquier otra patología orgánica que a menudo se manifiesta con criterios de “aparente funcionalidad”. Así ocurre con algunos casos de colitis microscópica, enteropatía sensible al gluten, intolerancia a carbohidratos (lactosa, fructosa) o malabsorción idiopática de sales biliares. Todas estas entidades son potencialmente curables con un tratamiento específico19. Otra fuente importante de gasto sanitario en estos pacientes son las frecuentes visitas facultativas derivadas del padecimiento de síntomas extraintestinales, fruto de diversas somatizaciones. Finalmente, se estima que un tercio de los costes imputables al SII se derivan de la pérdida de productividad laboral (absentismo y presentismo laboral). Los empleados que sufren de SII presentan una merma de su productividad laboral estimada en un 26-31%, tasas que exceden en un 20% a las observadas en controles sanos46,47. Esta pérdida de productividad laboral se concentra mayoritariamente entre los pacientes que presentan comorbilidades asociadas, incluyendo fatiga crónica y fibromialgia, entre otras48. A todo ello deben sumarse los costes intangibles atribuibles al sufrimiento personal. 527 Sección 4. Intestino delgado y colon Fisiopatología En la actualidad no se conoce con precisión cuáles son los mecanismos por los que se produce el SII. No parece probable que una sola causa pueda ser el motivo de todas las molestias en un síndrome tan heterogéneo. Se han postulado alteraciones de la motilidad, fenómenos de hipersensibilidad visceral, factores psicológicos, mecanismos inflamatorios y una disfunción del eje cerebrointestinal, entre otros49-58. Alteraciones de la función sensorio-motora Motilidad Se han comunicado numerosas alteraciones de la motilidad en el SII incluyendo una aceleración del tránsito tanto en el intestino delgado como en el colon en el SII-D, y un enlentecimiento de aquél en el SII-E49. A su vez, los pacientes con SII muestran contracciones intestinales intensas y anormalmente prolongadas, tanto en el íleon como en el colon, en respuesta a diversos estímulos exógenos, incluyendo la inyección de colecistoquinina (CCK), la ingesta de alimento, el estrés psicológico y la distensión del colon con balón50. Estas alteraciones podrían explicar la aparición de síntomas después de las comidas o la exacerbación de aquellos en periodos de estrés. Igualmente, en el SII coexisten, a menudo, trastornos de la motilidad gastroduodenal (retardo del vaciamiento gástrico) y biliar (retardo en el vaciamiento de la vesícula y relajación insuficiente del esfínter de Oddi tras la inyección de CCK). En algunos pacientes (especialmente en el SII-E) se detecta defecación disinérgica51 y en otros, alteraciones en el tono del músculo detrusor de la vejiga y fenómenos de hiperreactividad bronquial en respuesta a la inyección de metacolina, todo lo cual ha hecho suponer a algunos autores la existencia de una disfunción generalizada del músculo liso49. La investigación, sin embargo, ha demostrado que las alteraciones descritas, no están presentes en todos los pacientes y que la correlación entre aquellas y la aparición de los síntomas es pobre52. Sensibilidad Numerosas evidencias han demostrado que algunos enfermos (no todos) con SII presentan una sensibilidad incrementada a ciertos estímulos (hiperalgesia visceral)49. Las sensaciones abdominales son mediadas por vías aferentes activadas por estímulos que actúan sobre mecanorreceptores (detectan cambios producidos por la distensión), nociceptores mesentéricos (detectan estímulos do- 528 lorosos) y quimiorreceptores (detectan cambios en la osmolaridad, temperatura y pH). La información de estos receptores es transmitida al cerebro donde tiene lugar la percepción consciente. La hipersensibilidad puede presentarse en forma de hiperalgesia (percepción incrementada del dolor ante un estímulo determinado, comparada con la población general), alodinia (el enfermo siente dolor ante un estímulo que en condiciones normales no sería percibido como tal), hipervigilancia (exceso de atención a los estímulos nociceptivos), y exagerada percepción del dolor referido (percepción de dolor fuera de las regiones anatómicas habitualmente estimuladas). La hipersensibilidad puede ser la consecuencia de fenómenos de sensibilización de las neuronas del asta posterior medular o de un anormal procesamiento de la información transmitida por las vías aferentes en el sistema nervioso central (SNC)53. Numerosos estudios han permitido documentar que la insuflación con balón en distintos segmentos del intestino es percibida por los enfermos con SII con una intensidad desproporcionada cuando se compara con controles sanos (figura 1)54,55. Ello permitiría explicar la urgencia defecatoria que los pacientes describen ante leves incrementos de la presión endoluminal en respuesta al estrés o al propio reflejo gastrocólico. Es un hecho admitido por la mayoría de los clínicos que la palpación del abdomen suele mostrar un área de hipersensibilidad en la región donde se sitúa el sigma en muchos pacientes con SII y que la insuflación del colon sigmoide durante la realización de una colonoscopia produce un dolor, probablemente excesivo, en los pacientes con SII. Nuevamente, sin embargo, estos fenómenos no se registran en todos los pacientes con SII y la correlación de estos hallazgos con la gravedad de los síntomas es incierta52,56. Gas y distensión abdominal La sensación de hinchazón y la distensión abdominal forman parte del espectro de síntomas y signos referidos habitualmente por los pacientes con SII, especialmente de aquellos con un patrón predominante de estreñimiento. El empleo de técnicas basadas en pletismografía con impedancia, gammagrafía y tomografía computarizada (TC) sugieren que algunos pacientes con SII muestran dificultades para aclarar el gas perfundido en el yeyuno y retención de gas en el intestino delgado tras la perfusión endoluminal de ácidos grasos57-59. Otros autores han relacionado la distensión abdominal con fenómenos de disfunción anorrectal asociados a propulsión retardada del bolo fecal y heces duras60. Finalmente, estudios realizados en nuestro país, han permitido documentar por TC alteraciones en 36. Síndrome de intestino irritable Figura 1. Hiperalgesia visceral. El umbral de percepción en el SII es más bajo que en los sujetos normales. Un estímulo de una determinada magnitud es percibido con una intensidad desproporcionada en relación al observado en sujetos normales. los movimientos del diafragma y de la musculatura de la pared abdominal, debiendo distinguir entre aquellos que presentan una verdadera retención de gas debida a una dismotilidad del intestino delgado, asociada a migración del diafragma en sentido craneal y protusión de la pared abdominal anterior, de aquellos otros con hinchazón “funcional” que no presentan retención de gas propiamente dicha, sino un fenómeno de migración caudal del diafragma asociado igualmente a protusión de la pared anterior del abdomen61,62. Disfunción autonómica Algunos estudios han demostrado la existencia de fenómenos de disfunción autónoma (predominio de tono simpático en el SII-D y predominio de tono vagal en el SII-E) que persisten incluso durante el sueño, sugiriendo que se trata de un fenómeno intrínseco asociado a la enfermedad y no una consecuencia de la misma63. Disfunción del eje cerebrointestinal La normalidad de la función gastrointestinal es el resultado de una adecuada coordinación entre los impulsos sensoriales procedentes del intestino y la respuesta motora del tubo digestivo. En ella juega un papel primordial la integración de estos mecanismos a nivel central y la intervención del sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso central ejerce una actividad moduladora de todos estos mecanismos y, de hecho, puede modificar tanto la percepción sensorial, como la respuesta motora. Es- tudios realizados con resonancia magnética cerebral o tomografía de positrones han puesto de manifiesto, por ejemplo, que la respuesta cerebral a los estímulos viscerales es muy distinta en los pacientes con SII, en comparación con personas sanas, incluyendo los aspectos emocionales y la respuesta autonómica a la distensión49,64. Se ha postulado igualmente que una anomalía en las concentraciones de neurotransmisores que regulan la función del sistema nervioso entérico podría desempeñar también un papel primordial en la patogénesis de los diferentes subtipos de SII (tabla 3)65,66. De hecho, la investigación en este campo ha hecho posible el desarrollo de agentes serotoninérgicos (antagonistas 5-HT3 y agonistas HT4) que han demostrado su efectividad en formas graves de SII asociado a diarrea o estreñimiento, respectivamente (ver más adelante). TABLA 3. Neurotransmisores que participan en la regulación de la función intestinal ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ Encefalinas. Sustancia P. Polipéptido relacionado con el gen de la calcitonina. Óxido nítrico. Serotonina (5-hidroxitriptamina). Colecistoquinina. Somatostatina. GABA. 529 Sección 4. Intestino delgado y colon Factores psicosociales Aunque los criterios de Roma no requieren de la presencia de factores psicosociales para establecer el diagnóstico, numerosos estudios han demostrado que los pacientes con SII padecen con mayor frecuencia diversos trastornos psiquiátricos, incluyendo síndromes de ansiedad generalizada, pánico, neuroticismo, alteraciones del estado de ánimo (distimia, depresión) y diversos trastornos somatomorfos. Se han comunicado igualmente elevadas tasas de fenómenos de adaptación ineficiente a situaciones dramáticas67,68. Así, no es infrecuente que un acontecimiento grave en la vida del paciente constituya el punto de partida de los primeros síntomas o agrave un cortejo sintomático hasta entonces infravalorado por el propio paciente69. Es bien conocido, por ejemplo, el comienzo de los síntomas en tiempos de guerra70. A su vez, el suicidio es 2-4 veces más frecuente entre los pacientes con SII37 y la probabilidad de que los pacientes con SII tomen ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos o sedantes es dos veces superior a la observada en la población normal71. Aunque no todos los estudios coinciden, todos estos trastornos se ven con independencia de que los enfermos hayan o no consultado por sus síntomas y la mayoría de éstos ya estaban presentes o resultan coincidentes con el comienzo de la clínica de SII, lo que sugiere que el trastorno emocional no es la consecuencia del disconfort gastrointestinal67,68. sentimientos de culpa y ocultación de los hechos por parte de las pacientes afectadas75-78. Genética Diversos estudios sugieren la existencia de una agregabilidad familiar en el SII en forma similar a lo que ocurre en otras enfermedades gastrointestinales como la enfermedad inflamatoria o la enfermedad celíaca79. De hecho, estudios bien diseñados permiten concluir que los familiares de un paciente con SII presentan una probabilidad 2-3 veces mayor de presentar un trastorno similar y que el trastorno afecta también con mayor frecuencia a gemelos homo- y heterocigotos80-82. Los resultados de estos estudios sugieren que la contribución de la genética es razonablemente elevada en el SII79. Estos mismos estudios señalan que tanto en los pacientes con SII (casos), como en los familiares afectados por la misma enfermedad, es más prevalente el antecedente de una infección gastrointestinal (9% vs. 5%), una historia de abusos (35% vs. 25%) y un cuadro de ansiedad o de depresión (44% vs. 22%) cuando se comparan con los controles80. Estos hallazgos proporcionan evidencias a favor de una interacción entre factores hereditarios y ambientales en la patogénesis del SII. Maltratos y abusos físicos y sexuales Se ha postulado que el SII podría responder a un modelo de trastorno genético complejo poligénico multifactorial79. La investigación en este campo se ha centrado en el estudio de genes que codifican proteínas implicadas en la regulación de procesos biológicos relacionados con el sexo, con el control o modulación de la sensación a nivel periférico y central o la motilidad, e incluso la regulación de la respuesta cerebral al estrés83. Una preocupación que añade incertidumbre en estos estudios es la presencia de cualquier otra enfermedad de base genética que al cursar con síntomas gastrointestinales similares o parecidos pueda estar contribuyendo falsamente a la “agregabilidad familiar” observada en el SII79. Tal es el caso de la enfermedad de Crohn, la enfermedad celíaca o la intolerancia a lactosa o fructosa que deben ser razonablemente excluidas en estos casos. En las últimas décadas se ha acumulado una evidencia creciente acerca de una mayor prevalencia de maltratos y abusos sexuales tanto durante la infancia como a lo largo del resto de la vida, entre los (las) pacientes con SII77-78. Entre ellas se incluyen diversas formas de agresión verbal, exhibicionismo, acoso y violación, a las que también se añaden los Hasta la fecha se han evaluado cerca de 60 genes para determinar la influencia de variantes genéticas en el SII. Los genes estudiados han sido seleccionados debido a su potencial implicación en la regulación proteica de la función motora y sensorial del intestino, tanto a nivel central como periférico (incluyendo la mediación serotoninérgica y adre- Sueño Entre los pacientes con SII son más frecuentes los trastornos del sueño, tales como el insomnio interdormiccional, sensación de no haber descansado al despertar por la mañana, y prolongación de las fases 3 y 4 del sueño evidenciadas en los estudios polisomnográficos73. Estudios realizados en enfermeras demuestran que los síntomas del SII son más pronunciados en aquellas que realizan turnos de noche comparadas con las que únicamente trabajan por el día74. 530 36. Síndrome de intestino irritable SII SII [predominio de diarrea] SII [mixto] • FAAH • OPRM1 • TDO2 • HTR2A • HTR3B • HTR7 • IL10 • TNFα • IL1R • HTR2A • HTR3A • HTR3C • HTR3E • SCN5A SLC6A4 SII [predominio de estreñimiento] • HTR4 • HTR7 ADRA2C COMT SII + Alteraciones psiquiátricas • BDNF IL6 POSTINFECCIOSO TLR9 CDH1 Figura 2. Asociaciones genéticas en el síndrome de intestino irritable en función del fenotipo. Puede observarse cómo algunas asociaciones genéticas son compartidas por diferentes subtipos de SII y otras son exclusivas de un subtipo determinado. nérgica) o por su papel regulador de la respuesta inmunológica del intestino frente a la infección microbiana (función de barrera)83-88. La figura 2 muestra un listado de los genes que se han identificado hasta el momento como potenciales marcadores de susceptibilidad al padecimiento de SII, debiendo subrayar la existencia de una diferente base genética para los casos esporádicos o familiares y para los casos de SII postinfeccioso versus no infeccioso79. Genes que han sido implicados en el desarrollo del SII incluyen el HTR2A, HTR3E, IL10 e IL6. A su vez los genes IL-6, CDH1 y TLR9 pueden representar un locus de susceptibilidad para el desarrollo del SII postinfeccioso. En última instancia, y al igual que sucede en la enfermedad de Crohn, la susceptibilidad genética solo es un factor que contribuye al desarrollo del síndrome, pero sin duda es necesaria la contribución de otros factores ambientales. Inflamación y microflora Microbiota intestinal En el tracto digestivo conviven más de 500 especies diferentes de bacterias en una relación simbiótica con el huésped. En los últimos años se ha postulado la hipótesis de que alteraciones en la microbiota pueden desempeñar un papel relevante en la patogénesis del SII89. Los argumentos más sólidos para sustentar esta hipótesis surgen de una serie de evidencias: ❱❱ Cambios en la composición de la microflora en las heces. Por medio de cultivos de las heces se ha establecido que la concentración de algunas especies de bacterias (Lactobacillus y Bifidobacterium) está disminuida en los pacientes con SII comparada con la observada en controles sanos90,91. ❱❱ Sobrecrecimiento bacteriano intestinal (SBI). Los metaanálisis efectuados han informado una prevalencia de SBI, medida tanto por test de lactulosa como por cultivos del aspirado yeyunal, significativamente más elevada entre los pacientes con SII comparada con los controles [odds ratio 9,64 (IC) 5 4,26–21,82)]92,93. Al menos 5 estudios controlados y aleatorizados coinciden en señalar que la administración de antibióticos mejora los síntomas de los pacientes con SII, en la misma medida que normaliza los resultados de los test del aliento94-95. La razón por la que los pacientes con SII desarrollan SBI podría guardar relación con un fallo de aclaramiento de bacterias debido a un enlentecimiento del tránsito propiciado por una disminución de la fase III del complejo motor migratorio in- 531 Sección 4. Intestino delgado y colon terdigestivo (CMMI)96. Dada la relevancia de las células intersticiales de Cajal en la preservación de estos mecanismos, es probable que una inflamación de bajo grado en los plexos mientéricos (ver más adelante) pueda ser el punto de partida de este trastorno. ❱❱ SII postinfeccioso: diversas investigaciones han llamado la atención acerca del desarrollo de un SII tras un episodio de gastroenteritis infecciosa (GI). Al menos 2 metaanálisis han confirmado estos hallazgos informando de que un 10% de los pacientes que sufren de una GI desarrollan síntomas compatibles con un SII [odds ratio: 6-7]97,98. Factores de riesgo implicados en el desarrollo de SII-PI incluyen la duración y gravedad de los síntomas, el estrés psicológico relacionado con acontecimientos vitales traumáticos y una personalidad neurótica99,100. De forma interesante, las biopsias rectales de estos pacientes muestran un incremento en la población de linfocitos intraepiteliales y de células enteroendocrinas101,102 que persisten hasta 12 meses y una elevada expresión de citocinas proinflamatorias (IL-1b) tanto en biopsias rectales como ileales103. Queda por definir si el desarrollo de un SII-PI guarda relación con la activación de mecanismos de inflamación de bajo grado o con un estado de disbiosis (alteración en la composición de la microbiota intestinal)89. Inflamación A lo largo de los últimos 20 años se han acumulado evidencias que sugieren la presencia de cambios inflamatorios en la mucosa de los pacientes con SII. La mayoría de los estudios se han centrado en el papel de los linfocitos, los mastocitos y las citocinas. ❱❱ Linfocitos. Una infiltración por linfocitos intraepiteliales ha sido observada no solamente en la mucosa rectal de pacientes con SII-PI101, sino en los ganglios del plexo mientérico de pacientes con formas refractarias de SII-D. Los autores de este estudio, sugieren que esta mienteritis podría contribuir a explicar la hipersensibilidad observada en diferentes segmentos del intestino en el SII, hipótesis que requiere de una validación futura103. ❱❱ Mastocitos. Unos pocos estudios han detectado un incremento en la población de mastocitos y de triptasa en la mucosa del intestino, próximos a la cercanía de las terminaciones de los nervios 532 entéricos, sugiriendo igualmente un papel en el desarrollo de los mecanismos de hipersensibilidad ya mencionados en esta población104. ❱❱Inmunidad innata. Los estudios que han evaluado el balance entre citocinas pro- y antiinflamatorias en el SII sobre series amplias de pacientes muestran un incremento en los niveles de IL-6, así como de IL-1b y factor de necrosis tumoral a (TNF-a), pero no de IL-10 o de IL-12 en pacientes con SII-D comparados con controles sanos, pacientes con SII-E y con SII-mixto105. Otros autores han encontrado una elevación de Il-1b. TNF-a y mRNA en la mucosa rectosigmoidea e ileal de pacientes con SII-PI89. De forma interesante, un estudio ha demostrado un incremento de los niveles fecales de defensinas (proteínas innatas que intervienen en el control de la flora intestinal por medio de sus propiedades antimicrobianas) en los pacientes con SII-D, proporcionando nuevas evidencias en la interacción microbiota-sistema inmune106. ❱❱ Terapia antiinflamatoria. Aunque la prednisona no proporciona mejoría de los síntomas en los pacientes con SII, algunos estudios han proporcionado evidencias en favor de un efecto beneficioso de la mesalazina en términos de reducción de síntomas y de mastocitos en la mucosa intestinal comparados con placebo108. A su vez, el ketotifeno, un estabilizador de los mastocitos, consigue reducir tanto los síntomas, como la hipersensibilidad visceral de los pacientes con SII108. En ambos casos se requieren estudios a mayor escala para validar estos resultados. Diagnóstico Historia clínica La historia clínica es esencial en el diagnóstico del SII. De hecho, en ausencia de “síntomas de alarma” la presencia de una clínica compatible permite llevar a cabo un “diagnóstico positivo” sin necesidad de pruebas complementarias. Este enfoque presenta ventajas e inconvenientes (ver apartado “Criterios diagnósticos basados en síntomas”). En todo caso, resulta crucial que el clínico disponga del tiempo necesario para recabar cualquier información que pueda ser relevante en la toma de decisiones. ❱❱ Edad. La edad del paciente es un factor primordial. La probabilidad de que un paciente con síntomas compatibles con un SII presente una 36. Síndrome de intestino irritable dolencia orgánica aumenta a partir de los 50 años. Ello probablemente justifique la necesidad de llevar a cabo algunas exploraciones en este subgrupo (por ej.: colonoscopia) con el propósito de asegurar la ausencia de una patología potencialmente grave (ej.: cáncer de colon). Esta consideración es particularmente cierta cuando los síntomas son de reciente aparición. ❱❱ Sexo. El sexo femenino comporta mayores probabilidades de que la causa de los síntomas obedezca a un SII, especialmente en el grupo de pacientes que consultan de forma reiterada por sus síntomas. ❱❱ Antecedentes familiares. La presencia de antecedentes familiares de cáncer de colon, enfermedad inflamatoria intestinal (EII) o enfermedad celíaca obliga a considerar firmemente cualquiera de estas patologías en el diagnóstico diferencial. De hecho cualquiera de estos antecedentes es considerado como un dato de “alarma”. ❱❱ Síntomas característicos de SII. Típicamente, los pacientes con SII refieren dolor o malestar abdominal que alivia con la defecación y trastornos en el patrón de evacuación. El dolor suele ser descrito como “retortijones” y de forma característica alivia con la deposición. Aunque su localización más frecuente es la parte baja del abdomen, no es inhabitual una localización difusa. A su vez, el enfermo con un SII refiere alteraciones en el ritmo intestinal y/o cambios en la forma de las deposiciones. Los pacientes en los que predomina la diarrea, suelen referir heces blandas, semilíquidas o acuosas. Es habitual que el enfermo presente en estos casos 3-6 deposiciones diarias, emitidas con imperiosidad. Con frecuencia, la urgencia por la defecación se manifiesta ya en el momento de despertarse o bien después de cada ingesta o ante situaciones de estrés, momentos en los que la actividad motora del colon es más intensa. Sin embargo, es excepcional que el enfermo se despierte por la noche con necesidad de evacuar. Los pacientes en los que predomina el estreñimiento, suelen quejarse de un esfuerzo defecatorio excesivo, a menudo acompañado de una sensación “frustrante” de evacuación incompleta. Síntomas como sensación de hinchazón, flatulencia o distensión abdominal son más frecuentes en este subgrupo. Otros pacientes refieren un ritmo deposicional fluctuante alternando periodos de estreñimiento con fases de diarrea. Estos tres patrones de comportamiento pueden no ser estables en el tiempo y tanto los pacientes con un patrón predominante de diarrea, como aquellos en los que predomina el estreñimiento pueden abocar a un ritmo alternante110. El moco es un componente, frecuente, si no habitual con independencia del patrón defecatorio predominante. ❱❱ Síntomas de alarma. La anamnesis debe incluir preguntas dirigidas a la búsqueda intencionada de cualquier semiología sospechosa de una causa orgánica del problema (figura 3). Estos síntomas de alarma incluyen la pérdida de peso no explicable por otra causa, la fiebre y la presencia de sangre en las heces. Otros síntomas o antecedentes que deben alertar al clínico son: 1) en caso de diarrea: la toma reciente de antibióticos, el antecedente reciente de un viaje a una zona endémica de causas infecciosas de diarrea y los antecedentes familiares de celiaquía o EII. 2) En el caso de estreñimiento: el antecedente personal o familiar de cáncer colorrectal (véase más arriba). Finalmente, debe considerarse que una patología orgánica puede aparecer también en cualquier paciente con un SII previo. En este contexto, el clínico debería estar atento a cualquier cambio en la naturaleza de los síntomas, especialmente si existen antecedentes familiares de cáncer de colon o de enfermedad inflamatoria intestinal. ❱❱ Síntomas que refuerzan el diagnóstico: como ya se ha mencionado, los pacientes con SII presentan con frecuencia un conjunto de síntomas inherentes a otros trastornos motores y funcionales digestivos, especialmente pirosis y dispepsia tipo dismotilidad o distrés postprandial. Por otro lado no es inhabitual la coexistencia de manifestaciones extraintestinales como urgencia miccional, fibromialgia, fatiga crónica, cefalea o dismenorrea (tabla 4) y comorbilidades psiquiátricas como ansiedad, depresión o un trastorno por somatización. Ya se ha mencionado la relevancia de una historia de maltratos y abusos físicos o sexuales. A menudo, la concomitancia de estos rasgos psicológicos resulta determinante de consultas frecuentes y reiteradas que pueden hacer necesaria una intervención psicológica. Exploración física Al igual que la anamnesis, el examen físico puede proporcionar algunos datos de incuestionable valor para establecer la sospecha de una dolencia orgánica. Tal es el caso de la presencia de lesiones cutáneas (ej.: eritema nodoso), signos de artritis, bocio o linfadenopatía. La palpación de una masa en el 533 Sección 4. Intestino delgado y colon Historia • Pérdida de peso no explicable por otra causa • Fiebre • Diarrea o estreñimiento crónico severo • Sangre en las heces • Ingesta previa de antibióticos (diarrea) • Comienzo de los síntomas después de los 50 años • Historia familiar de cáncer de colon, EII o enfermedad celíaca • Antecedentes personales de cáncer de colon • Escenario favorable o sospechoso de ESG – Retraso de crecimiento en la infancia – Osteoporosis a una edad temprana – Ferropenia o anemia de origen incierto – Historia de infertilidad, abortos o menopausia precoz – Coexistencia de otras enfermedades inmunológicas (diabetes tipo 1, hipotiroidismo, Sjögren, psoriasis) Examen físico Hallazgos sospechosos de patología orgánica asociada (eritema nodoso, pioderma gangrenoso, artritis, bocio, adenopatías). Laboratorio • Anemia. • Leucocitosis. • VSG elevada. • Hormonas tiroideas alteradas. Figura 3. Síntomas y signos que deberían sugerir una patología orgánica en pacientes que cumplen criterios de Roma para el diagnóstico de intestino irritable. TABLA 4. Síntomas extraintestinales comúnmente asociados al SII ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ Urgencia miccional. Dispareunia. Dismenorrea. Dolor de espalda. Fibromialgia. Cefalea. Insomnio. Fatiga crónica. Vértigo. abdomen es un claro signo de alarma. Otros signos típicos del SII como la palpación de una cuerda cólica hipersensible en la fosa ilíaca izquierda son, sin embargo, muy inespecíficos. Debe subrayarse que aunque el contexto clínico sea altamente sugestivo para el diagnóstico de un intestino irritable, no debe subestimarse el efecto positivo que representa para el paciente que su médico “ponga las manos sobre el abdomen”. El tacto rectal puede aportar información valiosa para el diagnóstico 534 de una disfunción del suelo pélvico (ver capítulo 9: “estreñimiento”). Criterios diagnósticos basados en síntomas El empleo de los criterios de Roma, basados exclusivamente en la información proporcionada por la historia y examen físico, permite establecer una aproximación diagnóstica razonablemente fiable y segura, sin necesidad de recurrir a otras pruebas y exámenes complementarios. Esta política (“diagnóstico positivo basado en síntomas”) es concordante con las recomendaciones del American College of Gastroenterology and the British Society of Gastroenterology45,112,113 y puede ser de gran utilidad en el ámbito de las consultas de atención primaria y gastroenterología general, en oposición a la estrategia del diagnóstico por exclusión. Las tablas 5 y 6 muestran escalas de síntomas y signos que han demostrado una razonable sensibilidad para el diagnóstico de SII, mediante el cálculo de un score sencillo que puede ser aplicado de forma eficiente en cualquier ámbito (asistencia primaria y especializada)109. Algunas consideraciones deben realizarse en relación a las ventajas e inconvenientes de estos criterios109: 36. Síndrome de intestino irritable TABLA 5. Modelo propuesto por Bellentani et al. para el cálculo de un score indicador de la presencia de un SII (una puntuación < 0 define un SII) (ref. 125) Parámetro 1 Distensión visible del abdomen 2 Familiares de primer grado afectos de colitis Puntuación -39 -35 3 Sensación subjetiva de distensión (hinchazón) -34 4 El enfermo padece flatulencia -33 5 Irregularidades en el patrón de evacuación TABLA 6. Modelo propuesto por Hammer et al . para el diagnóstico de SII basado en síntomas 115. A diferencia de otras escalas que aplican un score basado en la presencia de determinados síntomas o signos, la escala de Hammer calcula el score a través de la odds ratio . Una odds ratio < 1 (IC 95%) apoya el diagnóstico de un SII (ref. 126) -26 6 VSG < 17 mm/1.ª h +134 7 Historia de sangre en las heces +112 Odds ratio 95% IC Edad > 50 años 2,96 1,47-5,94 Sexo femenino 0,43 0,22-0,86 Sangre al limpiarse tras la evacuación 2,19 1,06-4,52 Dolor abdominal intenso 0,85 0,42-1,74 8 Edad > 45 años + 95 9 Leucocitosos > 10.000/cm3 + 85 Dolor abdominal ( > 6 veces en el último año) 10 Temperatura entre 37-38 ºC + 74 Dolor irradiado 11 Historia de cáncer en familiares de primer grado + 33 Dolor/heces de consistencia más blanda 0,47 0,23-0,96 Diarrea 2,69 1,03-7,02 Pirosis 0,36 0,13-0,98 ❱❱ El uso de criterios basados en síntomas, sin necesidad de recursos complementarios, supone un ahorro de costes que en los EE.UU. se ha estimado en 364 dólares por paciente. Algunos estudios longitudinales sugieren que la realización de pruebas complementarias en fases más avanzadas no descubrirá una causa orgánica de los síntomas en la mayoría de los casos114. ❱❱ La estandarización de los criterios basados en síntomas permite clasificar a los pacientes en orden al patrón clínico dominante y establece una homogeneidad en la selección de pacientes para su inclusión en ensayos clínicos. Tal es el caso de los estudios que se han realizado con alosetrón, tegaserod, lubiprostona y linaclotide115-118. ❱❱ A pesar de las bondades de estos criterios para la inclusión de pacientes en ensayos clínicos, su utilidad en la práctica clínica y su exactitud en la exclusión de una dolencia orgánica sigue siendo especulativa109. Estos criterios fueron desarrollados por gastroenterólogos de hospitales secundarios y terciarios y su aplicación en el ámbito de la atención primaria ha sido escaso, como reflejan algunos estudios119,120. Por otro lado, en los últimos años han aparecido en la li- 0,21 0,08-0,52 0,38 0,16-0,88 teratura numerosos e inquietantes estudios que alertan sobre la existencia de organicidad oculta en pacientes previamente diagnosticados de un SII. Tal es el caso de entidades como la colitis microscópica19, el sobrecrecimiento bacteriano 121, la malabsorción de sales biliares19,122, la enteropatía sensible al gluten (ESG)19,123 y la insuficiencia exocrina del páncreas124, entidades que pueden manifestarse con criterios de aparente funcionalidad. Ello obligará en un futuro a considerar entre los “síntomas de alarma”, no solamente aquellos que permiten sospechar la presencia de un cáncer de colon o de una enfermedad inflamatoria intestinal (EII) (fiebre, rectorragia, pérdida de peso), sino cualquier síntoma o signo que pueda despertar la sospecha de una ESG, incluyendo una historia de retraso de crecimiento en la infancia, osteoporosis que debuta a una edad temprana, infertilidad o aftas orales recurrentes (ver más adelante). Algunos rasgos característicos del SII como el predominio en el sexo femenino, la elevada concomitancia de intolerancia a lactosa y sobrecrecimiento bacteriano y su asociación a otras entidades como la fatiga crónica, fibromialgia y el distrés psicológico son también compartidas por la enfermedad 535 Sección 4. Intestino delgado y colon celíaca del adulto, que a su vez también asocia síntomas de otros trastornos funcionales digestivos (pirosis, dispepsia, flatulencia), al igual que se describe en el SII. Rendimiento de las pruebas y exámenes complementarios en el SII Una encuesta realizada en 2006 puso de relieve que el 53% de los médicos generales, un 63% de los internistas y un 24% de los gastroenterólogos se sentían confortables con la estrategia de un diagnóstico positivo de intestino irritable basado en síntomas compatibles en la primera visita127. Sin embargo, en otra encuesta un 75% de los clínicos opinaba que al diagnóstico de SII solo podía llegarse por exclusión de cualquier patología orgánica128. Ello sigue poniendo de manifiesto que el debate entre ambas estrategias sigue abierto entre el médico práctico. Como afirma Furman DL en su excelente revisión129, la preocupación del clínico que evalúa a un paciente con SII es el despistaje de un conjunto de enfermedades (algunas de pronóstico incierto) que pueden ser susceptibles de un tratamiento específico. Éstas incluyen básica y primordialmente el cáncer colorrectal, infecciones entéricas, trastornos hormonales y estados malabsortivos, especialmente la enfermedad celíaca. Sin duda, la relación coste-efectividad de cualquier prueba indicada con este objetivo depende de la probabilidad pretest de que se cumpla la condición clínica que se desea excluir (tabla 7)129. Éste es el papel que desempeñan los “síntomas de alarma”, entendiendo como tales el comienzo de los síntomas a partir de los 50 años, la presencia de sangre en las heces, la pérdida no intencionada de peso (superior a 4,5 kg), la fiebre, la diarrea con un volumen superior a 300 cm3/24 h, la diarrea nocturna o el antecedente de una historia familiar de cáncer, EII o EC (figura 3). Basados en esta estrategia, las revisiones sistemáticas efectuadas entre los años 1980 y 2001 concluyeron que el empleo de una batería sistemática de pruebas diagnósticas fuera de este contexto, no era coste-efectiva y que la probabilidad pretest de detectar una causa orgánica como cáncer colorrectal, disfunción tiroidea o intolerancia a lactosa no era diferente entre los pacientes con síntomas de intestino irritable y la población normal. Un único estudio mostró una prevalencia ligeramente superior de EC130-134. Un resumen de las pruebas más empleadas en el diagnóstico diferencial del SII se expone a continuación (figura 4, tabla 8). Analítica elemental La petición de un hemograma y una bioquímica elemental, incluyendo velocidad de sedimentación globular y proteína C reactiva (PCR) y un sedimento urinario, forma parte de la práctica clínica habitual en un paciente que consulta por síntomas gastrointestinales en un medio especializado. Estudios realizados en distintos ámbitos coinciden en señalar que en ausencia de síntomas de alarma la probabilidad de identificar una causa orgánica con estas determinaciones no es mayor en el SII comparado con los controles sanos133,135. Despistaje de la enfermedad celíaca Los síntomas de un SII y de una enfermedad celíaca pueden ser indistinguibles. Una encuesta efectuada sobre una serie de 1.032 miembros de la Celiac Disease Foundation informó que muchos pacientes TABLA 7. Probabilidad pretest y prevalencia de enfermedades orgánicas frecuentemente excluidas en pacientes con SII y población normal Enfermedad Colitis/EII Cáncer colorrectal Disfunción tiroidea Infección gastrointestinal Maldigestión a lactosa Enfermedad celíaca Prevalencia entre personas con SII (%) 0,51-0,98 0-0,5 4 0-1,5 38 0,4-4 Prevalencia en la población general (%) 0,3-1,2 0-6 5-9 N/A 26 0,7 N/A: no aplicable. Datos obtenidos de Cash BD, Schoenfeld PS, Chey WD. The utility of diagnostic tests in irritable bowel syndrome patients: a systematic review. Am J Gastroenterol 2002;97:2812-9. 536 36. Síndrome de intestino irritable Presencia de síntomas típicos (Criterios de Roma) Historia, examen físico, laboratorio Sí Síntomas/signos de alarma (tabla 3) Investigar según patrón clínico dominante No Diagnóstico de SII Tratar como SII 4-6 semanas Causa orgánica detectada Respuesta Sí No No respuesta Reevaluar (tabla 8) Figura 4. Aproximación al paciente con síntomas sugestivos de SII TABLA 8. Diagnóstico diferencial del SII. ❱❱ Efecto secundario de fármacos: ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ ❱❱ 1 2 • Fármacos inductores de diarrea (por ej.: laxantes que contienen magnesio, antiácidos, colchicina). • Fármacos inductores de estreñimiento (por ej.: opiáceos para el control del dolor, sales de aluminio). Enfermedad metabólica: • Diabetes o disfunción tiroidea (hiper- o hipofunción tiroidea). Infecciones gastrointestinales (por ej.: Giardia, Entamoeba hystolítica, Yersinia enterocolítica…)1. Enfermedad inflamatoria intestinal: • Colitis ulcerosa. • Enfermedad de Crohn. • Colitis microscópica (linfocítica o colágena). Síndromes de malabsorción/maldigestión: • Enteropatía sensible al gluten y sensibilidad al gluten. • Intolerancia a la lactosa, fructosa o sorbitol. • Malabsorción de sales biliares. • Insuficiencia exocrina del páncreas. • Sobrecrecimiento bacteriano intestinal. Alergias alimentarias. Neuropatía o miopatía intestinal. Malignidad: cáncer de páncreas y cáncer colorrectal. Tumores neuroendocrinos (por ej.: vipoma, gastrinoma, carcinoma medular de tiroides, carcinoide). Pólipos adenovellosos 1 y carcinoma colorrectal2. Para descartar Giardia lambia puede ser necesario un cultivo del aspirado yeyunal. Los pólipos adenovellosos grandes pueden provocar dolor abdominal cólico y moco abundante en la deposición. 537 Sección 4. Intestino delgado y colon presentaban síntomas similares a los de un SII, y, de hecho, éste había sido el diagnóstico inicial en muchos casos, hasta el descubrimiento de su enfermedad136. Ello no debe de sorprender porque la enfermedad celíaca suele cursar con dolor abdominal (77%), hinchazón (73%), diarrea (52%), estreñimiento (7%) y un patrón alternante en el ritmo de evacuación (24%), alcanzando una prevalencia de alrededor del 1% en países del mundo occidental137. Rasgos comunes a ambas enfermedades incluyen su predominio en la mujer, el hecho de que los síntomas puedan venir precipitados por un acontecimiento estresante de la vida y la frecuente concomitancia de distimia, depresión, fatiga crónica, fibromialgia y manifestaciones de otros TFD (pirosis funcional, dispepsia). Sanders et al.135 al efectuar un cribado de 300 pacientes consecutivos que reunían criterios de Roma II para el diagnóstico de SII y compararlos con una población control, ajustada por sexo y edad, identificaron una EC en 14 casos en el grupo de SII (4,6%) y solamente en 2 (0,7%) en el grupo control (OR, 7,0; p: 0,04). En un reciente metaanálisis, que incluyó a 4.202 pacientes, la prevalencia de EC en individuos con sospecha de SII fue 4 veces superior a la encontrada en una población control138. De acuerdo con estas observaciones, la ACG Task Force declara que el cribado de la EC mediante serología, y en caso positivo, biopsia duodenal, resulta coste-efectivo en pacientes con síntomas de SII no asociado a estreñimiento, dado que la probabilidad pretest de esta estrategia excede del 1%129. Debe considerarse que esta estrategia establece la indicación de biopsiar el duodeno únicamente en aquellos pacientes con una serología positiva (anticuerpos antiendomisio o antitransglutaminasa), dada la elevada sensibilidad y especificidad de esta determinación. Esta afirmación, sin embargo, se basa en estudios en los que el diagnóstico de EC se sustentó en el hallazgo de una atrofia severa de las vellosidades (Marsh 3c). Hoy en día, sin embargo, es creciente el reconocimiento de formas histológicamente leves de enfermedad que abarcan desde la presencia de un infiltrado de linfocitos intraepiteliales (superior al 25%) en la mucosa duodenal (Marsh 1), hasta formas de atrofia leve (Marsh 3a)139-144. Estas formas histológicamente leves (pero clínicamente relevantes) pueden cursar con serología negativa y en tales casos, la determinación de los haplotipos DQ2–DQ8 del sistema HLA puede ayudar a tomar una decisión respecto a la necesidad de ensayar una dieta sin gluten, tras haber realizado un correcto diagnóstico diferencial (no existe una lesión patognomónica de 538 enteropatía sensible al gluten)19,143. Nuevamente, la historia clínica puede proporcionar información de gran valor en este punto. Cualquier antecedente familiar de ESG, la coexistencia de otros desórdenes autoimunes (diabetes tipo 1, Sjögren, hipotiroidismo) o el antecedente de retraso de crecimiento, infertilidad, osteoporosis o ferropenia de origen no aclarado deberían probablemente ser incluidos entre los “síntomas de alarma” en las estrategias futuras de cribado (figura 5). Colonoscopia La probabilidad de que un paciente con SII sea sometido a una colonoscopia es del 50%. De hecho, en los EE.UU., el 25% de las colonoscopias se realizan en pacientes con síntomas de SII145. Diversos estudios llevados a cabo en pacientes con SII, sin clínica de alarma, a quienes se les realizó una colonoscopia no lograron evidenciar patología orgánica alguna que pudiese explicar la naturaleza de los síntomas146,147. Estudios más recientes de carácter prospectivo y retrospectivo que incluyen series largas de pacientes confirman estos resultados, si bien alertan del hallazgo de diferentes lesiones (divertículos, pólipos, angiodisplasias, hemorroides) que si bien no explican la naturaleza de los síntomas, permiten establecer un diagnóstico que en algunos casos puede tener relevancia a largo plazo (no debe olvidarse que el enfermo consultó, y probablemente consultará de forma reiterada por la misma sintomatología)148-150. Un caso particular es el hallazgo de una colitis microscópica (CM). Estudios realizados en diferentes países sugieren que la estrategia de llevar a cabo biopsias escalonadas en diferentes segmentos del colon (desde el recto hasta el colon derecho) permite detectar casos de CM, una entidad englobada hoy en día en el concepto de la EII y potencialmente curable con un tratamiento específico19. La probabilidad de detectar una CM en pacientes con síntomas compatibles con un SII-D y edad mayor de 45 años es superior al 5%149. Por otro lado, una revisión retrospectiva comprobó que el 56% de los pacientes diagnosticados de CM reunían criterios de Roma II de SII y que hasta un tercio de ellos había sido diagnosticado previamente de un SII149. Por este motivo la ACG IBS Task Force establece la recomendación de biopsiar el colon a diferentes niveles a los pacientes con SII con edad superior a 50 años (figura 6). La recomendación se extiende a pacientes de cualquier edad en quienes se indica una colonoscopia por sospecha de SII-D45. El íleon terminal debería ser incluido para el des- 36. Síndrome de intestino irritable A B Figura 5. Mucosa intestinal observada tras aplicar inmunotinciones para linfocitos CD3 antes y después de iniciar una dieta sin gluten en una paciente que fue inicialmente catalogada de SII-D. Se trataba de una mujer de 43 años de edad que refería desde tres años antes, episodios frecuentes de diarrea con emisión de hasta 8-10 deposiciones diurnas y nocturnas, precedidas de dolor abdominal que aliviaba tras la deposición. Con frecuencia refería pesadez y plenitud postprandial, vómitos ocasionales, regurgitaciones frecuentes y flatulencia, así como astenia y pérdida de peso. Analítica elemental normal. Tras excluir otras causas de enteritis linfocítica, se retiró el gluten de la dieta, desapareciendo toda la sintomatología gastrointestinal. A) Aspecto de la mucosa con un aumento de la población de linfocitos intraepileliales (28%), sin atrofia vellositaria, antes de la DSG. B) La enteritis linfocítica ha revertido un año después de haber retirado el gluten de la dieta (8% de linfocitos intraepiteliales). La enferma mostraba una serología negativa (IgA-anti-transglutaminasa) y un test genético positivo (DQA1*05 + / DQB1*02 -). Un tiempo después, una hermana de la paciente, de 35 años de edad, con antecedentes de conjuntivitis, rinitis vasomotora, depresión y trastorno de pánico, fue diagnosticada de ESG (Marsh 1) tras una clínica de dolor abdominal y alternancia en el ritmo deposicional, asociada a dispepsia, vómitos frecuentes y lesiones descamativas en la piel. En alguna ocasión se había detectado ferropenia. Todos sus síntomas habían sido atribuídos a estrés psicológico. Cortesía de los Drs. Vera y Marigi. A B Figura 6. La colitis microscópica (colágena o linfocítica) debe ser incluida en el diagnóstico diferencial del paciente con SII y diarrea refractaria al tratamiento. A) Imagen histológica de una colitis colágena; B) colitis linfocítica. Cortesía de los Drs. Abascal y Prats. pistaje de casos de una nueva entidad emergente: ileítis colágena151. Test respiratorios de Malabsorción de carbohidratos La hinchazón (bloating) es uno de los síntomas más frecuentes referidos por los pacientes con SII (75%). Ciertamente y con independencia de los trastornos motores mencionados (ver apartado sobre gas y distensión abdominal), es probable que algunos pacientes con síntomas de “intestino irritable”, presenten en realidad una dolencia orgánica con aumento de la producción de gas. Ello podría obedecer bien a la presencia de un sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado (SBI), bien a la existencia de una maldigestión de azúcares (un 539 Sección 4. Intestino delgado y colon sustrato utilizado por las bacterias para la producción de H2, CO2 o gas metano) o por la coexistencia de ambos fenómenos129. Respecto al primer punto, una revisión sistemática y un metaanálisis de 12 series de casos y de estudios caso-control informaron que la prevalencia de SBI observada en un total de 2.000 pacientes que reunían criterios de SII, oscilaba entre el 4-64%, según el test empleado121. Esta amplia variabilidad, confirmada en otros estudios, llevó a la ACG Task Force a declarar que no existe suficiente evidencia para recomendar el empleo rutinario del test del aliento para la detección de SBI en estos pacientes45. Por su parte, la maldigestión de lactosa y de fructosa es un hecho frecuente entre los pacientes que han sido diagnosticados de SII (66% vs. 33%, respectivamente)152,153 y aquellos que se adhieren a una dieta restrictiva en estos carbohidratos mejoran su sintomatología después de un año de seguimiento153. Incluso aquellos pacientes en quienes el test del aliento no demuestra una maldigestión de carbohidratos, suelen obtener una mejoría de los síntomas, cuando limitan la ingesta de azúcares154 o, alternativamente, son tratados con antibióticos o probióticos que modifican el microbioma del huésped. Este hecho, unido a la preocupación sobre la validez de las pruebas respiratorias (pobre especificidad) ha suscitado la necesidad de plantearse si realmente ésta es una estrategia coste-efectiva o si resulta más racional y pragmática, la recomendación de reducir la ingesta de aquellos carbohidratos que el enfermo identifica claramente como agentes que empeoran su sintomatología154,155 o la administración de un régimen empírico de antibióticos dirigidos a reducir bacterias coliformes, estrategia que ha demostrado ser efectiva en la reducción de síntomas en pacientes con SII no asociado a estreñimiento93,94. Pruebas en heces La probabilidad de detectar una infección gastrointestinal mediante un cultivo de las heces es muy baja entre los pacientes con síntomas de SII (menos del 2%)132,133. De ahí que la ACG Task Force no recomiende el uso rutinario de los estudios de heces en ausencia de una historia de viajes a zonas endémicas de parasitosis o ante la presencia de síntomas de alarma (diarrea intensa e incontrolable, hematoquecia o pérdida de peso)45. En un estudio, prácticamente en la mitad de los cultivos positivos se aisló Blastocystis hominis que ha sido implicado en la patogénesis de algunos casos de SII, aunque el significado clínico de esta observación es incierto129,156. La determinación de diversas proteínas 540 derivadas de neutrófilos, tales como lactoferrina, calpropectina y elastasa leucocitaria, establece el carácter inflamatorio de una diarrea157. Su elevado valor predictivo negativo para descartar inflamación es la causa de que algunos clínicos utilicen este marcador como prueba no invasiva para el despistaje de una EII en pacientes con síntomas de intestino irritable. No se ha evaluado, sin embargo, la relación coste-efectividad de este procedimiento158. Biomarcadores en el SII Un biomarcador es un indicador de un estado fisiológico o patológico que puede ser objetivamente medido y evaluado. Una de las principales aplicaciones de estos marcadores biológicos es la de identificar el tratamiento más apropiado para un individuo concreto, en dependencia del mecanismo fisiopatológico implicado en la patogénesis de sus síntomas (alteración de la motilidad, hipersensibilidad visceral, respuesta anormal al estrés o inflamación)159,160. La tabla 9 expone múltiples biomarcadores potenciales que reflejan diferentes aspectos de la fisiopatología del SII. Algunos de estos indicadores han permitido evaluar la respuesta de los diversos subtipos de SII a diferentes agentes farmacológicos que influyen sobre la motilidad, la secreción intestinal, la sensibilidad visceral o la inflamación. Por diversas razones, esencialmente relacionadas con el coste, el carácter invasivo de algunas técnicas y el amplio rango de variabilidad en los resultados, es difícil definir, hoy en día, un biomarcador que reúna todas las condiciones exigibles para su generalización en la práctica clínica159. Por otro lado, muchas de las alteraciones fisiopatológicas descritas para el SII no se cumplen en una proporción muy importante de pacientes, lo que constituye per se un sesgo importante a la hora de evaluar los resultados de una determinada intervención terapéutica en un paciente concreto. En un estudio reciente, por ejemplo, únicamente se registraron anomalías en el tránsito en 38 de 118 pacientes con SII161. Otro estudio demostró que las alteraciones de la sensibilidad neurosensorial tradicionalmente descritas en el SII, únicamente reflejan un bajo umbral para el dolor de cualquier estímulo162 y que en un mismo paciente, el umbral de sensibilidad a la distensión con balón puede variar a lo largo del tiempo, como se ha demostrado en estudios longitudinales163. Por su parte, una determinación negativa de calpropectina fecal apoya el diagnóstico de SII, pero no excluye en su totalidad la presencia de una EII dado que hasta un 11% de estos pacientes pueden dar un falso negativo159. El panel serológico Prometeus 36. Síndrome de intestino irritable TABLA 9. Biomarcadores potenciales y su relación con posibles mecanismos de enfermedad en el SII (ref. 159) Mecanismo Biomarcador potencial Trastornos de la motilidad y de la secreción intestinal que conducen a alteraciones del tránsito en la forma y consistencia de las heces Manometría Tiempo de tránsito colónico (TTC) con marcadores radioopacos Gammagrafía intestinal Cápsula inalámbrica de medición de pH-motilidad Gráficos de las heces Hipersensibilidad visceral Barostato Disfunción autónomica Registro de las variaciones de la frecuencia cardiaca en respuesta a estímulos nociceptivos Respuesta al estrés Determinación de cortisol en respuesta a estímulos viscerales Inflamación de la mucosa Análisis histológico de la mucosa Evidencias de activación inmune Medición de células mononucleares en sangre periférica/producción de citocinas Incremento de proteasas fecales Pruebas en heces Alteraciones en el microbioma DNA en heces/cultivos/evaluación de metabolitos bacterianos Alergia alimentaria Skin prick test, medición de anticuerpos séricos Polimorfismos genéticos Ensayos de polimorfismos de nucleótidos simples combina una batería de test, entre los que se incluyen los anticuerpos antitransglutaminasa de la enfermedad celíaca, los anticitoplasma de los neutrófilos (p-ANCA) y los anticerevisiae Saccharomyces, presentes en la EII, y otros dirigidos contra el TNF-α, la interleucina-1b o la flagelina bacteriana, todos ellos sugestivos de un estado de infección previa o de inflamación activa160. Otros biomarcadores propuestos incluyen aquellos que evalúan un estado de alergia alimentaria (ver más adelante). De hecho, los pacientes con reacciones inmunoalérgicas a alimentos comparten alguna de los síntomas propios del SII, como el dolor abdominal y la diarrea. Sin embargo, los pacientes con una verdadera alergia alimentaria suelen presentar urticaria164,165. Ciertamente, solo un 3,6% de los pacientes remitidos a clínicas especializadas en SII presentan datos objetivos de alergia alimentaria164. Un estudio demostró que en el SII podían detectarse títulos de IgG4 significativamente más elevados contra el trigo, carne de ternera, cerdo y cordero, comparados con los observados en controles167, hallazgos que no fueron reproducidos en otro estudio, salvo para el caso del trigo. En un estudio, la presencia de una prueba cutánea positiva para ciertos alimentos (skin prick test) incrementó las posibilidades de respuesta al cromoglicato disódico167, pero estos resultados no se han reproducido y no hay claras evidencias de que el skin prick test aporte un valor añadido en la evaluación de un paciente con SII. Finalmente, algunos estudios sugieren que el estudio de algunos polimorfismos de enzimas que intervienen en el metabolismo de fármacos o de los genes transportadores de serotonina podrían predecir la respuesta al tratamiento con antagonistas de los receptores HT3 (ej.: alosetrón) o los agonistas HT4 (ej.: tegaserod)159. Alimentos y síndrome de intestino irritable En los últimos años se ha acumulado una evidencia creciente acerca de la influencia de algunos constituyentes de la dieta sobre los síntomas del SII. De hecho, más de un 60% de los pacientes con SII re- 541 Sección 4. Intestino delgado y colon TABLA 10. Beneficios potenciales de los psicofármacos en el manejo del SII ❱❱ Efectos centrales • Modulan la percepción central de los síntomas: analgesia o antihiperalgesia. • Efectos terapéuticos sobre el humor y el estado de ánimo: mejoran la ansiedad, hipervigilancia, agorafobia y la respuesta exagerada al estrés. • Tratamiento de trastornos psiquiátricos asociados: depresión, trastorno por estrés postraumático, somatización. • Tratamiento de los trastornos del sueño. ❱❱ Efectos periféricos • Efectos analgésicos periféricos: alteran la señal aferente visceral. • Efectos sobre la fisiología gastrointestinal (motilidad y secreción) a través de vías serotoninérgicas, colinérgicas y adrenérgicas. • Efectos sobre el músculo liso visceral, ej.: relajación del fundus gástrico. fieren un empeoramiento de los síntomas tras las comidas168. Un estudio de base poblacional comunicó una tasa de intolerancia a alimentos percibida por el paciente superior al 50% entre los sujetos con SII, una tasa 2 veces superior a la observada en una población control169. Muchos pacientes identifican algunos alimentos específicos como claros desencadenantes de los síntomas, especialmente productos lácteos, alimentos ricos en fructosa, productos derivados del trigo y cafeína. Sin embargo, la prevalencia de verdaderas alergias alimentarias (A-Alim.) entre los pacientes con SII es ciertamente baja170-172. Una encuesta dirigida a más de 1.200 pacientes con SII encontró que una proporción importante de pacientes habían iniciado cambios de estilo de vida que incluían restricciones a determinados alimentos en el 69% de los casos [comidas grasas en el 64%, productos lácteos en el 54%, carbohidratos en el 43%, alimentos con elevado contenido en proteínas, tales como carnes rojas en el 21%]. En el mismo estudio, un 58% de los pacientes habían aumentado el consumo de fibra en la dieta173. Brevemente, se comentan a continuación los siguientes apartados. Alergias e intolerancias alimentarias Hasta un 25% de la población piensa que padece algún tipo de A-Alim., pero en realidad una verda- 542 dera A-Alim. solo ocurre en aproximadamente un 4-8% de los niños y un 1-4% de los adultos174. Una verdadera A-Alim es una reacción adversa, mediada inmunológicamente, tras la exposición de un alimento determinado en un huésped susceptible. La tabla 11 expone la clasificación de las A-Alim. en función del mecanismo fisiopatológico implicado. De todas ellas, las que mejor se han caracterizado son aquellas medidas por anticuerpos de tipo IgE como es el caso de la alergia a las proteínas de la leche de vaca, huevos, cacahuetes, nueces y mariscos. Su diagnóstico requiere de una cuidadosa historia clínica y se sustenta en la demostración de una sensibilización mediada por anticuerpos de tipo IgE (skin prick test o por test in vitro) y la reproducción de los síntomas ante la exposición al alimento implicado (oral food challenge). Los dos criterios son necesarios. El espectro de alergias alimentarias incluye también enfermedades de comienzo tardío o medidas por la inmunidad celular, entre las que se citan las gastroenteropatías eosinofílicas (esofagitis, gastroenteritis y colitis), diversos síndromes de enterocolitis asociadas a proteínas alimentarias (más propias de niños) y la dermatitis atópica inducida por alimentos. Deben citarse además el síndrome pollen food y el síndrome de alergia cruzada al látex. Ambas pueden manifestarse por síntomas gastrointestinales, así como por síntomas cutáneos, broncoespasmo y anafilaxia. Las intolerancias alimentarias son reacciones adversas a determinados alimentos, no medidas inmunológicamente y que son debidas a agentes farmacológicos contenidos en los alimentos (histamina, sulfitos y cafeína), deficiencias enzimáticas inherentes al huésped (déficit de lactasa), trastornos metabólicos (galactosemia e intolerancia al alcohol) o respuestas idiosincrásicas por mecanismos desconocidos. Alergia e intolerancia alimentaria en el SII La prevalencia de síntomas semejantes a los del SII está aumentada entre los pacientes con síntomas alérgicos como rinitis y asma y viceversa, lo que podría sugerir una relación entre atopia y síntomas gastrointestinales175. A este respecto, algunos estudios han documentado una relación entre atopia, presencia de inflamación de bajo grado en la mucosa intestinal y alteraciones en la función de barrera (permeabilidad) del intestino, proponiendo un nuevo subgrupo de SII “atópico” con una clara implicación de los mastocitos en la fisiopatología de este síndrome175. La relación entre síntomas de 36. Síndrome de intestino irritable TABLA 11. Clasificación fisiopatológica de las reacciones adversas a los alimentos Inmunopatología Trastorno Mecanismo alérgico Dependiente de IgE (comienzo agudo) Asociadas a anticuerpos IgE/mediadas por células (comienzo tardío/crónico) Urticaria/angioedema Síndrome alérgico-oral (pollen-food related) Asma, rinitis Anafilaxia Dermatitis atópica Gastroenteropatías eosinofílicas Mediadas por inmunidad célular (comienzo tardío/crónico) Enterocolitis por proteínas de la dieta Proctitis por proteínas de la dieta Enfermedad celíaca No inmunológico Infección/intoxicación alimentaria Tóxico Metabólico Cafeína, histamina, tiramina, glutamato monosódico Farmacológico Galactosemia, intolerancia al alcohol, intolerancia a lactosa Eswaran S, Tack J, Chey WD. Food: the forgotten factor in the irritable bowel syndrome. Gastroenterol Clin N Am 2011;40:141-162. Cianferoni A, Spergel JM. Food allergy: review, classification and diagnosis. Allergol Int 2009;58:457-66. intestino irritable e hipersensibilidad a alimentos constituye, hoy en día, un campo abierto a la investigación. Nuevas técnicas basadas en la determinación de anticuerpos específicos de tipo IgE o IgG4, la prueba de activación de basófilos in vitro, así como el resultado de pruebas de provocación siguiendo la técnica de doble ciego (esencial en este tipo de estudios) o las más recientes pruebas de provocación mediadas por la instilación de alérgenos a través de una colonoscopia, permitirán esclarecer en un futuro gran parte de las interrogantes planteadas77-180. Restricción de gluten La enfermedad celíaca (EC) o enteropatía sensible al gluten (ESG) es un trastorno mediado inmunológicamente que aparece como consecuencia de la exposición de la mucosa intestinal al gluten contenido en el trigo, cebada y centeno, en individuos genéticamente susceptibles. Los pacientes con este trastorno sufren una variedad de síntomas como dolor abdominal, hinchazón y diarrea (no es excepcional el estreñimiento) y desarrollan una lesión histológica característica, pero no específica de la enfermedad. Típicamente, los síntomas mejoran rápidamente tras retirar el gluten de la dieta, a la vez que se produce una lenta regresión de las lesiones. Estudios procedentes de diferentes áreas geográficas revelan que algunos pacientes con síntomas de intestino irritable, padecían en realidad una ESG (ver más arriba)135-138; 181-183. Otros estudios han puesto de manifiesto que una proporción de pacientes con SII que no reúnen los criterios de una EC presentan sin embargo, sensibilidad al gluten (gluten sensitivity) (SG). Este término incorpora una variedad de escenarios clínicos e inmunopatológicos que han sido recientemente descritos184. Éstos incluyen casos de diarrea sensible al gluten, cambios inmunológicos en la mucosa intestinal en familiares de pacientes celíacos, personas con serología persistentemente positiva en ausencia de enteropatía y cambios inmunopatológicos sutiles en el intestino expuesto al gluten (linfocitosis intraepitelial, depósitos subepiteliales de IgA, cambios en el borde de las microvellosidades y quizá un incremento en la secreción de anticuerpos dirigidos 543 Sección 4. Intestino delgado y colon contra la gliadina). Todos estos desórdenes ocurren típicamente en individuos portadores de los haplotipos DQ2-DQ8 del sistema HLA. Un estudio demostró como la instilación de gluten en el recto de niños parientes de enfermos celíacos, provocaba una respuesta inmune, en ausencia de atrofia vellositaria, apoyando el concepto de que en la SG puede ocurrir una respuesta inmune sin ninguna evidencia morfológica de la enteropatía que caracteriza a la enfermedad185,186. En otro estudio, se demostró como 8 de 10 pacientes con síntomas sugestivos de enfermedad celíaca únicamente mostraban cambios mínimos (Marsh 1 o 2) y que tanto síntomas como lesiones mejoraron tras retirar el gluten de la dieta. Todos estos pacientes tenían DQ2 o DQ8187. Estos mismos hallazgos han sido refrendados por otros autores, señalando a la SG como una entidad emergente, caracterizada por la presencia de síntomas, a menudo con cambios inmunopatológicos mínimos que revierten tras la retirada del gluten de la dieta188-190. El concepto de SG incluye también a aquellos pacientes con serología negativa (ausencia de anticuerpos antitransglutaminasa) que muestran una enteritis linfocítica tras una prueba de provocación con gluten184. Todas estas consideraciones deben ser tenidas en cuenta, dado que entre los pacientes con SII-D, existe un subgrupo de enfermos DQ2-DQ8 positivos, con serología negativa y Marsh 0-1, cuya sintomatología podría revertir tras retirar el gluten de la dieta (figura 5). Un hecho a tener muy en cuenta es que la duodenitis linfocítica es una lesión inespecífica compartida por otras entidades (infección por Helicobacter pylori, infestación por Giardia lamblia, toma de AINE o estados de sobrecrecimiento bacteriano) y que su identificación en un paciente DQ2-DQ8 no es criterio suficiente para establecer el diagnóstico de SG. La identificación de depósitos subepiteliales de IgA o de anticuerpos antigliadina en el jugo duodenal, la respuesta clínica y morfológica a la retirada del gluten y en algunos casos la reaparición de la lesión tras una prueba de provocación pueden ser de valiosa ayuda para asegurar el diagnóstico184. Restricción de carbohidratos La malabsorción de carbohidratos es una causa potencial de síntomas en los pacientes con síntomas de SII. La lactosa es un disacárido que es hidrolizado en el borde en cepillo del enterocito liberando sus dos constituyentes: glucosa y galactosa. El déficit de lactasa conlleva que la lactosa sea presentada a la flora del colon donde es fermentada, 544 dando lugar a la producción de ácidos grasos de cadena corta, hidrógeno, anhídrido carbónico y gas metano. Una reciente revisión sistemática encontró que más de un tercio de los pacientes con SII presentaban intolerancia a la lactosa y que este fenómeno era más frecuente que en una población control45. Las consecuencias clínicas de la intolerancia a la lactosa probablemente son percibidas con mayor intensidad en los pacientes con SII debido a las anormalidades subyacentes que presentan en la función motora y sensorial de su intestino168. Todo ello explica que entre el 40-85% de los pacientes con SII e intolerancia a lactosa experimenten una mejoría de sus síntomas tras la restricción de lactosa en la dieta. La fructosa es otro azúcar que ha sido implicado como un potencial desencadenante de síntomas en los pacientes con SII. Se encuentra en elevadas concentraciones en la miel, frutas y azúcar de mesa, así como en el jarabe de maíz, principal edulcorante empleado en la manufacturación de bebidas blandas y otros muchos alimentos preparados en el mundo occidental. El organismo carece de enzimas específicos para la hidrólisis de fructosa y su absorción va ligada a los transportadores de glucosa (GLUT 5 y GLUT 2). Una carga excesiva de fructosa genera un gradiente osmótico que puede ser causa de diarrea con abundante gas. La literatura sugiere que la malabsorción de fructosa (MF) es similar en voluntarios sanos y pacientes con trastornos funcionales digestivos. Nuevamente, sin embargo, los síntomas derivados de la MF se manifiestan de un modo más intenso en los pacientes con SII. Debe considerarse que los resultados del test respiratorio de fructosa pueden sobrevalorar la verdadera incidencia de este trastorno, tanto en población general, como en pacientes con SII, dado que la prueba emplea fructosa de forma aislada y no combinada con glucosa, como ocurre en la dieta ordinaria de las personas, donde fructosa y glucosa suelen ir mezcladas (la presencia de glucosa facilita la absorción de fructosa). Ello explica, probablemente, la elevada prevalencia de malabsorción de fructosa observada tanto en controles sanos (11-70%), como en pacientes con SII (40-80%)193. Ciertamente, la restricción de alimentos ricos en fructosa, puede mejorar algunos síntomas (especialmente diarrea, flatulencia), a la vez que mejora el humor y el estado de ánimo en pacientes con diversos trastornos funcionales digestivos, incluyendo el SII194,195. Las mismas consideraciones relativas a la lactosa y fructosa deberían hacerse con otros azúcares ingeridos en exceso, como el sorbitol o el manitol. 36. Síndrome de intestino irritable Tratamiento Medidas generales Sin duda alguna el “mejor tratamiento” del SII es asegurar que los síntomas del paciente no obedecen en realidad a una dolencia orgánica y grave. En este punto, tan importante es llevar a cabo una búsqueda intencionada de cualquier síntoma o signo de alarma, como la firme consideración de que bajo la apariencia de un trastorno con criterios de “aparente funcionalidad” a menudo subyace una enfermedad de base orgánica19,184. No tener en cuenta esta premisa puede abocar al enfermo a multitud de visitas facultativas, exámenes o terapias psicológicas que no eran necesarias, y un desorbitado consumo de fármacos no desprovistos de potenciales y desagradables efectos adversos. Para los pacientes en quienes se ha descartado de un modo “coste-efectivo” una dolencia orgánica, el tratamiento puede variar en dependencia de varios factores: 1) la frecuencia e intensidad de los síntomas; 2) la preocupación que suscitan en el enfermo; 3) la repercusión sobre la calidad de vida; 4) el tipo de síntoma predominante y 5) la posible existencia de trastornos psicológicos concomitantes. Todas estas variables influyen en las decisiones terapéuticas. Algunos pacientes pueden beneficiarse de medidas terapéuticas sencillas, incluyendo consejos dietéticos o cambios en el estilo de vida. Otros pacientes requerirán tratamiento farmacológico para atenuar la intensidad de los síntomas en periodos de exacerbación. Finalmente, algunos pacientes requerirán un tratamiento psiquiátrico. ❱❱ Relación médico-paciente. En el tratamiento del SII es muy importante obtener la confianza del enfermo. No es inhabitual que el paciente haya visitado a otros médicos con un nivel de conocimientos adecuado pero con poco tiempo disponible para explicar al paciente la naturaleza de su problema. El hecho de que el paciente haya visitado a distintos facultativos, a menudo suscita prejuicios en el médico y una percepción muy negativa sobre el enfermo. Debe comprenderse, sin embargo que algunas expresiones como “Vd. no tiene nada”, no resultan apropiadas y en absoluto responden a las expectativas de los pacientes. Una aproximación centrada en el paciente debería comenzar por una explicación somera, pero eficiente, acerca de los mecanismos que contribuyen a explicar sus síntomas, utilizando términos asumibles y fáciles de com- prender. Algún tipo de explicación sobre las posibles alteraciones en los movimientos de su intestino o sobre una excesiva sensibilidad de éste puede ayudar al paciente a entender el origen de sus molestias, pero sin preocuparlo en exceso. A su vez, el enfermo debe asumir que aunque el pronóstico de su enfermedad es bueno, con frecuencia presentará periodos de exacerbación de los síntomas –a menudo precipitados por situaciones de estrés–. Mostrar interés por ciertos aspectos relacionados con el entorno familiar, laboral o emocional, aumentan sin duda la confianza del enfermo en su médico, al percibir que se está haciendo un abordaje integral de su problema de salud. Es igualmente importante permitir al paciente preguntas sobre cuestiones que pueden parecer banales, pero que en cierta medida son un reflejo de la preocupación e incertidumbre del enfermo. El hándicap que representa para muchos médicos el escaso tiempo del que disponen podría soslayarse, al menos en parte, proporcionando al paciente información escrita que pueda resolver muchas de sus interrogantes y evitar con ello preguntas, a menudo tediosas y repetitivas que restan eficiencia a las visitas sucesivas. Todo este tipo de medidas tienen un impacto muy positivo, al disminuir la ansiedad del paciente y además proporcionan al médico argumentos convincentes para evitar exploraciones innecesarias. ❱❱ Dieta. Proporcionar al paciente un diario de síntomas, puede ayudar a identificar qué alimentos pueden estar ejerciendo una influencia negativa en un paciente concreto. Intervenir sobre la dieta puede resultar clave cuando el origen de los síntomas guarda relación con una intolerancia a la lactosa o la fructosa o una “sensibilidad al gluten” (ver más arriba). Otros pacientes refieren una clara mejoría al excluir algunos alimentos que favorecen la producción de gas (cebollas, apio, zanahorias, pasas, plátanos, albaricoques, ciruelas, coles de Bruselas, galletas y panecillos). El aporte de fibra puede ser beneficioso en algunos pacientes con SII-E. En estos casos, la evidencia apoya más el empleo de suplementos de fibra soluble como ispaghula o psillium196-198. La pauta recomendada es comenzar con dosis bajas que pueden ir incrementándose a lo largo de varias semanas, hasta alcanzar un máximo de 20-30 g de fibra en las 24 h. Incluso un uso excesivo de la fibra puede exacerbar algunos de los síntomas del SII como la flatulencia. No es 545 Sección 4. Intestino delgado y colon prudente, sin embargo, transmitir al paciente la idea de que su enfermedad requiere de rigurosas medidas restrictivas, dado que éstas podrían deteriorar su calidad de vida o comprometer el estado de nutrición. ❱❱ Estilo de vida. Algunos pacientes pueden obtener un beneficio tangible, adquiriendo hábitos saludables como el ejercicio físico regular o el hecho de dedicar un tiempo por las mañanas para realizar la evacuación, momento en el que el reflejo gastroentérico es más intenso (en los casos de estreñimiento). ❱❱ Factores psicosociales. El tratamiento de un paciente con SII debería incluir la consideración de cualquier factor psicosocial que pueda estar modulando la percepción sintomática. Aunque la intervención psicológica por un experto se valora como una posibilidad terapéutica en el SII (ver más abajo), la enorme prevalencia de este trastorno entre la población general hace inviable esta opción en todos los pacientes. Sin embargo, el médico práctico puede hacer una introspección en el entorno psicosocial del enfermo con el propósito de identificar factores ambientales que puedan ejercer una influencia negativa sobre los síntomas y también evaluar posibles indicadores de maladaptación a la enfermedad. Estos indicadores incluyen la incapacidad del paciente para comprender su dolencia, la dificultad para expresar sus sentimientos, o el sentimiento de frustración exacerbada (“catastrofismo”) ante determinados síntomas (“cuando percibo dolor abdominal a primera hora de la mañana, pienso que me espera un día terrible”). Es igualmente importante considerar cualquier comorbilidad psiquiátrica (ansiedad, depresión, neuroticismo), el antecedente de una historia de maltratos o abusos y, por supuesto, cualquier carencia en términos de apoyo sociofamiliar. Algunas páginas para pacientes proporcionan información veraz y honesta que ayuda a obtener un equilibrio entre sus expectativas y el curso real de la enfermedad (www.uptodate.com/patients) 45. ❱❱Terapias psicosociales: determinados pacientes con síntomas graves pueden beneficiarse de terapias cognitivo-conductuales o psicodinámicas, biofeedback e incluso hipnosis, especialmente cuando logran identificarse acontecimientos estresantes y/o niveles elevados de ansiedad o neurosis (grado 2C). 546 Tratamiento farmacológico Agentes que actúan a nivel periférico ANTIDIARREICOS Los pacientes con un SII-D pueden beneficiarse del empleo de antidiarreicos como la loperamida o el difenoxilato, especialmente durante los periodos de exacerbación. Solo la loperamida ha sido evaluada en diferentes estudios, metodológicamente poco plausibles. Un metaanálisis de estos estudios permite concluir que la loperamida a dosis comprendidas entre 2-8 mg/24 horas consigue mejorar la consistencia y frecuencia de las deposiciones (grado 2C), aunque no resulta más eficaz que placebo para el control del dolor y los síntomas globales de la enfermedad. ANTIESPASMÓDICOS La participación del músculo liso en la patogénesis de los síntomas del SII ha conducido al empleo de agentes con propiedades relajantes del músculo liso con la intención de obtener alivio del dolor espasmódico que caracteriza a la enfermedad. Una limitación importante de estos agentes es la aparición de efectos adversos inherentes a sus propiedades anticolinérgicas, incluyendo sequedad de boca, vértigo, visión borrosa, retención urinaria, confusión (especialmente en ancianos) y estreñimiento. La revisión sistemática más reciente sobre la eficacia y seguridad de estos fármacos fue llevada a cabo por la ACG-IBS Task Force45. Las conclusiones obtenidas del análisis de 22 estudios que incluyeron a 1.778 pacientes fueron que los antiespasmódicos (incluyendo los más empleados en nuestro país, como octilonio bromuro y mebeverine) logran un modesto beneficio en el control del dolor a corto plazo cuando se comparan con placebo (grado 2B) (RR relativo a la persistencia del dolor: 0,64 [95% IC 0,57-0,81]), siendo menos consistente la evidencia de esta mejoría a largo plazo (grado 2C). El riesgo relativo de presentar un efecto adverso asociado a la medicación fue de 1,62 (95% IC 1,05-2,50). Una revisión sistemática sobre el efecto del mebeverine en el tratamiento del SII que incluyó 8 ensayos aleatorizados (6 comparados con placebo) con un total de 555 pacientes de todos los subtipos de SII (63% mujeres), no permitió establecer diferencias significativas en términos de alivio global y sintomático cuando se comparó con placebo, aunque la medicación fue bien tolerada199. Finalmente, un metaanálisis que evaluó 36. Síndrome de intestino irritable el efecto de los antiespasmódicos en 23 estudios aleatorizados, concluyó que los relajantes del músculo liso proporcionan mejoría global y alivio del dolor en 56% y 53% de los casos, respectivamente, comparado con el 38% y 41%, respectivamente en el grupo placebo (p < 0,001)200. SEROTONINÉRGICOS La serotonina (5-HT) es un neurotransmisor que es sintetizado y almacenado en las células enterocromafines del epitelio intestinal (95% del contenido corporal total de 5-HT) con importantes funciones reguladoras de las funciones secretora, absortiva, motora y sensorial del intestino. Recientes observaciones han identificado una actividad serotoninérgica anómala en el SII (incremento de la actividad serotoninérgica en el SII-D y descenso de la actividad en el SII-C). Entre los diferentes subtipos de receptores de la serotonina, los receptores 5-HT1p, 5HT3, 5HT4 y 5HT7 resultan clínicamente relevantes para la función intestinal. Los antagonistas de los receptores 5-HT3 causan un enlentecimiento del tránsito y de la secreción intestinal, a la vez que disminuyen el tono y tránsito cólicos. En contraste, los agonistas de los receptores HT4 son capaces de acelerar el vaciamiento gástrico, mejorar la acomodación del fundus, acelerar el tránsito del intestino delgado y del colon y posiblemente disminuir la sensibilidad visceral201. ALOSETRON El alosetrón es el único antagonista de los receptores HT3 aprobado por la US Food and Drug Administration (FDA) para el tratamiento del SII-D. Numerosos estudios controlados y aleatorizados han demostrado que alosetrón proporciona un adecuado alivio del dolor y/o disconfort abdominal, un descenso en la sensación de urgencia defecatoria, una reducción en la frecuencia de los movimientos intestinales y un incremento en la consistencia de las heces, significativamente superiores a placebo201. Una revisión sistemática basada en la evidencia publicada por la ACG Task Force concluyó que alosetrón es más efectivo que placebo a la hora de proporcionar un alivio sintomático global en hombres (grado 2B) y mujeres (grado 2A) con SII-D, con una calidad de evidencia alta45. Estos datos han sido confirmados por un metaanálisis reciente que recopiló información de 11 ensayos clínicos con un total de 7.216 pacientes, tratados con alosetrón o cilansetrón (producto que no llegó a comercializarse), informando un RR de persistencia de síntomas en el grupo tratado con antagonistas HT3 de 0,78 (95% IC 0,71-0,86) com- parado con placebo202. Alosetrón fue retirado del mercado en noviembre de 2000 debido a la aparición de efectos adversos significativos incluyendo casos de colitis isquémica (CI) y otras complicaciones asociadas al estreñimiento con una incidencia significativamente superior a la observada en los controles (0,15% vs. 0,0%; p:0,03). En junio de 2002, debido, en gran medida, a la demanda de muchas pacientes con formas graves e invalidantes de SII-D, la FDA volvió a aprobar el empleo de alosetrón para formas graves de SII-D refractarias a otras formas de tratamiento. Alosetrón se prescribe inicialmente a la dosis de 0,5 mg una o dos veces al día, dosis que puede incrementarse al cabo de 4 semanas hasta 1 mg cada 12 horas, siempre que resulte bien tolerado y sea realmente necesario para el control de los síntomas. El tratamiento debe ser interrumpido si después de este tiempo no se ha obtenido una respuesta satisfactoria. Los datos de seguridad comunicados en relación con más de 200.000 prescripciones para 30.000 pacientes indican que con esta pauta sigue existiendo un riesgo bajo, pero real de CI. Los casos comunicados hasta la fecha son formas leves, de corta duración, que mejoran rápidamente tras la retirada del alosetrón, no habiéndose comunicado casos de isquemia mesentérica, perforación intestinal, necesidad de cirugía, megacolon tóxico o muerte203. TEGASEROD Tegaserod fue el único agonista HT4 disponible en Norteamérica para el tratamiento de mujeres con SII-E hasta que fue voluntariamente retirado del mercado en 2009. Los ensayos controlados y aleatorizados disponibles proporcionaron claras evidencias en favor de una superioridad del tegaserod frente a placebo, tanto para el alivio global de los síntomas, como para el control del dolor abdominal, la frecuencia y consistencia de las heces, el esfuerzo defecatorio y la hinchazón204-205. Los efectos adversos más frecuentemente observados en los ensayos clínicos fueron cefalea, diarrea y dolor abdominal y aunque no se comunicaron casos de CI durante los ensayos, datos obtenidos en el periodo postmarketing permitieron observar una tasa de 7-8 casos de CI para una población calculada de 100.000 habitantes. En marzo de 2007, las ventas y el marketing de tegaserod se suspendieron tras verificar en un subanálisis retrospectivo una incidencia inesperada de accidentes vasculares cerebrales y miocárdicos (13 accidentes vasculares: 3 infartos agudos de miocardio, 1 caso de muerte súbita, 6 casos de angina inestable y 3 accidentes 547 Sección 4. Intestino delgado y colon cerebrovasculares) en 11.614 pacientes tratados con tegaserod comparados con un evento en 7.031 pacientes que recibieron placebo. Aunque la tasa de accidentes vasculares fue baja (0,1% en el grupo de tegaserod comparada con 0,01% en el grupo placebo), la diferencia fue estadísticamente significativa (p: 0,02). Aunque las razones de esta incidencia no están aclaradas, el efecto de tegaserod sobre los receptores 5HT4 podría activar la agregación plaquetaria203. Estudios posteriores de alta calidad metodológica, no han logrado reproducir estos hallazgos206,207, pese a lo cual tegaserod fue retirado definitivamente del mercado en 2009 y por el momento ha dejado de estar disponible. LUBIPROSTONA Lubiprostona es un ácido graso bicíclico derivado de la prostaglandina E1 que ejerce una potente y selectiva activación de los canales de cloro de tipo 2 (CC-2), localizados en el extremo apical de las células epiteliales del intestino humano. La activación dosis-dependiente de estos canales promueve un flujo neto de ion cloro a través de la membrana apical de las células epiteliales y secundariamente un movimiento pasivo de ion sodio y de agua que redundan en un incremento de la secreción en la luz del intestino203. Los ensayos iniciales con lubiprostona mostraron un incremento del número de movimientos intestinales espontáneos semanales, así como una mejoría significativa en la consistencia de las deposiciones, el esfuerzo defecatorio y la sensación de hinchazón en los pacientes con SII-E, cuando se comparó con placebo, siendo las náuseas, la cefalea y la diarrea los efectos adversos más frecuentes208-210. Posteriormente, dos ensayos controlados, aleatorizados, doble ciego, muy bien diseñados para atenuar al máximo el efecto placebo, demostraron como lubiprostona a la dosis de 8 µg, dos veces al día, lograba reducir de forma significativa la intensidad del estreñimiento, a la vez que mejorar la CVRS, el dolor abdominal, el esfuerzo defecatorio y la hinchazón en los pacientes con SII-E, apreciando nuevamente diferencias significativas frente a placebo211-212. Los resultados de estos estudios fueron determinantes para que la FDA aprobase en abril de 2008 la indicación de lubiprostona para el tratamiento del SII-C en mujeres de edad igual o superior a 18 años. Estudios posteriores publicados en forma de abstract confirmaron estos hallazgos. Finalmente, una revisión crítica de la ACG IBS Task Force, basada en la evidencia, permitió concluir que lubiprostona a una dosis de 8 µg dos veces al día es más eficaz que placebo en 548 aliviar la sintomatología global de las pacientes con SII-C (grado 1B)45. Este fármaco está contraindicado en casos de obstrucción mecánica del intestino y debería ser evitado en pacientes con diarrea preexistente. Además de otros efectos adversos como náuseas y cefalea (menos del 5% de los casos), cabe destacar la aparición de “opresión en el pecho” o “sensación de falta de aire” que pueden aparecer en la hora siguiente a la toma de la dosis, resolviéndose de forma paulatina a lo largo de las siguientes horas. Este efecto se observó con mayor frecuencia en pacientes que recibieron dosis de 24 µg que en aquellos que recibieron la dosis de 8 µg (2,5 vs. 0,4%, respectivamente). Lubiprostona ha sido clasificada en la categoría C para pacientes en estado de gestación, existiendo la firme recomendación de disponer de una prueba de embarazo negativa antes de iniciar el tratamiento, así como la prescripción de medidas de contracepción si se ha de tomar este medicamento203. Agentes que actúan a nivel central SII Y MODELO BIOPSICOSOCIAL DE LA ENFERMEDAD El SII es uno de los paradigmas de modelo biopsicosocial de la enfermedad (figura 7)213. El desarrollo de técnicas de imagen avanzadas del cerebro y el mejor conocimiento del papel de los neurotransmisores en la regulación de la motilidad y de la percepción visceral, ha permitido desarrollar el concepto de que determinados agentes que actúan sobre el SNC, tanto a niveles espinales como supraespinales, pueden resultar en disfunciones de la actividad motora y sensorial del intestino. El desencadenante puede ser periférico (ej.: infección gastrointestinal, cirugía) o central (por ej.: historia de abusos o maltratos). Existen claras evidencias de que los factores psicosociales pueden desempeñar un papel importante en cualquiera de los estadios de la historia natural de la enfermedad, pudiendo ser corresponsables de la predisposición, precipitación o perpetuación de los síntomas, así como del comportamiento del individuo ante la enfermedad. Un ejemplo es el SII postinfeccioso, en el que se ha demostrado cómo la presencia de distrés psicológico en el momento de adquirir la infección constituye una variable predictiva independiente en su desarrollo215. Un estudio puso de relieve cómo hasta un 75% de los pacientes que fueron referidos a un centro terciario por síntomas de intestino irritable presentaban un trastorno psiquiátrico, esencialmente ansiedad o depresión214. Por otro lado, 36. Síndrome de intestino irritable NIVEL COGNITIVO Actitud ante la enfermedad Capacidad de adaptación NIVEL EMOCIONAL Ansiedad Depresión NIVEL CONDUCTUAL (Factores ambientales estrés psicológico) SII NIVEL FISIOLÓGICO Respuesta a diferentes estímulos (dieta, infecciones, estrés) Respuesta neuroendocrina Respuesta inmune Inflamación de bajo grado Mecanismos moduladores del dolor Control autonómico de la motilidad Figura 7. Heterogeneidad fisiopatológica en el SII. Implicación del modelo biopsicosocial. Adaptado de Mayer EA. Em J Med 1999; 107(5A):12S-19S. En: Digestive Health Matters 2004;13:4-11. IFFGD. la maladaptación ante circunstancias adversas de la vida ejerce una influencia determinante en la intensidad con que se perciben los síntomas y la visión excesivamente negativa del enfermo acerca de su enfermedad (“catastrofismo”). Por esta razón, el uso juicioso de fármacos psicotropos o la intervención psicológica pueden cumplir un papel coadyuvante en el manejo de estos pacientes. AGENTES PSICOTROPOS Y TERAPIAS CONDUCTUALES El uso de psicofármacos comporta numerosos beneficios potenciales inherentes a sus propiedades reguladoras tanto a nivel central, como periférico (tabla 11). Su empleo ha sido suficientemente testado en ensayos clínicos y el resultado de metaanálisis sugiere que el riesgo de persistencia de los síntomas tras el empleo de antidepresivos disminuye de forma significativa (OR: 2,6-4,2), apreciando, a su vez, unas tasas de cumplimiento terapéutico superiores al obtenido con otros fármacos216. A su vez, se ha comunicado recientemente que el empleo de antidepresivos (y posiblemente de la intervención psicológica) puede atenuar los efectos de la neuroplasticidad (pérdida neuronal atribuida a un trauma psíquico), mejorando la neurogénesis (capacidad de regenerar las neuronas), contribuyendo de forma determinante a la recuperación del bienestar psicológico217. AGENTES PSICOTROPOS En el SII se han ensayado cuatro tipos diferentes de psicofármacos: antidepresivos tricíclicos, inhibidores de recaptación selectiva de la serotonina, inhibidores de recaptación de serotonina-noradrenalina y antipsicóticos atípicos. Antidepresivos tricíclicos (ATC) Los ATC son los psicofármacos que han sido más ampliamente estudiados en el manejo de los pacientes con SII215,219. Sus efectos beneficiosos se derivan de su capacidad para modular la percepción del dolor a nivel central y, de hecho, disminuyen la hipersensibilidad rectal inducida por el estrés. Sus efectos secundarios más frecuentes se derivan de sus propiedades anticolinérgicas (estreñimiento, taquicardia, retención urinaria y xerostomía) y de sus efectos centrales (insomnio, agitación y 549 Sección 4. Intestino delgado y colon pesadillas nocturnas). Estos efectos son menos frecuentes y pronunciados cuando se utilizan aminas secundarias (ej.: desipramina, nortriptilina) en comparación con las aminas terciarias (amitriptilina, imipramina) debido a su menor poder antihistamínico y anticolinérgico30,215. Inhibidores de recaptación selectiva de serotonina (IRSS) El principal mecanismo de acción de los IRSS es la inhibición selectiva de la recaptación de 5-HT y el bloqueo de la proteína transportadora de 5HT al nivel de las terminaciones nerviosas presinápticas, incrementando con ello la concentración sináptica de 5HT. Los ISRS pueden ser de utilidad en los trastornos funcionales digestivos debido a diversas razones220-223: a) mejoran la sensación de bienestar global; b) poseen propiedades ansiolíticas; c) potencian el efecto analgésico de otros agentes como los propios ATC y d) permiten el tratamiento de otras comorbilidades psiquiátricas. Dado que los ISRS pueden producir diarrea, la paroxetina puede ser de elección en los enfermos con SII-D debido a sus mayores propiedades muscarínicas. La fluoxetina posee una vida media más larga y menos efectos secundarios tras su retirada, resultando de elección en pacientes con pobre cumplimiento terapéutico. Inhibidores de recaptación de serotoninanoradrenalina (IRSN) Este grupo terapéutico incluye la venlafaxina, duloxetina y desvenlafaxina. De todos ellos, solo la duloxetina ha sido estudiada en pacientes con SII. A dosis de 60 mg/día demostró su efectividad en el control del dolor y mejoró la consistencia de las deposiciones, con un efecto positivo sobre la CVRS y la productividad laboral. Algunos pacientes abandonaron el estudio por presentar estreñimiento como efecto secundario224. La venlafaxina es un IRSN que mejora la acomodación postprandial y disminuye la sensibilidad rectal a la distensión225. Las dosis pueden ajustarse según los resultados de la terapia (37,5 a 75 mg). Su principal efecto secundario es la náusea215. El milnaciprán es un IRSN que podría ser empleado en pacientes con SII asociado a fibromialgia. Antipsicóticos atípicos Algunos antipsicóticos a dosis más bajas que las empleadas para el tratamiento del trastorno bipolar y la esquizofrenia pueden ser de utilidad en el tratamiento de trastornos funcionales digestivos 550 (solos o en combinación con otros antidepresivos) debido a sus propiedades analgésicas y sus efectos sedantes y ansiolíticos. La quetiapina es un agente antipsicótico atípico con efectos dopaminérgicos que a dosis de 25-100 mg/día logra mejorar los síntomas de intestino irritable y de dolor abdominal funcional en pacientes que no han respondido al tratamiento con otros antidepresivos226. TERAPIAS CONDUCTUALES Diferentes modalidades de terapias conductuales, tienen su aplicación en pacientes con SII con síntomas incapacitantes y refractarios a otras medidas. Entre ellas se incluyen las terapias cognitivoconductuales227-230, técnicas de relajación231-232, terapias psicodinámicas interpersonales233-235, meditación e hipnoterapia236-243. Todas ellas incluyen entre sus objetivos establecer un modelo racional de enfermedad, atenuar los efectos de una respuesta exagerada al estrés, modificar las respuestas psicológicas maladaptativas (ansiedad, catastrofismo, sentimientos de culpa o vergüenza) y modificar los comportamientos negativos ante los síntomas (agorafobia, búsqueda persistente de pruebas diagnósticas, etc.). Todas estas terapias han tenido éxito en el manejo de síntomas graves y refractarios, y a diferencia de los psicofármacos que logran reducir la intensidad del dolor percibido y la CVRS, la intervención psicológica consigue además disminuir los costes sanitarios a largo plazo233-235. Todas estas modalidades de tratamiento, requieren de una clara implicación del paciente, así como de estrategias bien delineadas para favorecer la adherencia a los programas. Se han publicado excelentes guías al respecto244. Terapias dirigidas a la microbiota e inflamación La hipótesis de que alteraciones en la microbiota intestinal y/o estados de inflamación de bajo grado puedan desempeñar un papel relevante en la patogénesis de los síntomas en determinadas subpoblaciones de pacientes con SII (ver apartado sobre fisiopatología), ha conducido al desarrollo de nuevas estrategias en el manejo de estos enfermos. Antibióticos, prebióticos, probióticos, simbióticos y fármacos con propiedades antiinflamatorias forman ya parte del armamentario terapéutico disponible para estos enfermos 245. 36. Síndrome de intestino irritable PROBIÓTICOS El término probiótico se aplica a organismos vivos que ingeridos en cantidades apropiadas, ejercen un efecto beneficioso sobre la salud. Los más comúnmente empleados son bacterias productoras de ácido láctico y levaduras no patógenas. Se ha propuesto el empleo de probióticos para el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedades infecciosas, neoplásicas y trastornos alérgicos. El reconocimiento de que el SII puede ser inducido por una gastroenteritis infecciosa, la observación de importantes cambios cualitativos y cuantitativos en la microbiota de estos pacientes y las crecientes evidencias a favor de una disfunción inmune en este trastorno, han propiciado el uso de probióticos también para el SII246-249. Sus beneficios potenciales residen no solamente en sus efectos antivíricos y antibacterianos (en el caso del SII-PI), sino en su capacidad para disminuir la producción de gas, promover cambios en la conjugación de las sales biliares, y otros, basados en sus propiedades estimulantes de la motilidad, de la secreción de moco e incluso antiinflamatorias245. Se ha comprobado cómo algunos microorganismos, incluyendo Lactobacilus GG, L. plantarum, L. acidophilus, L. casei, así como el cocktail VSL-3 y Bifidobacterium animalis, proporcionan alivio de algunos síntomas aislados del SII tales como hinchazón, flatulencia y estreñimiento. Pocos productos, sin embargo, han demostrado ser capaces de proporcionar un alivio sintomático global, especialmente del dolor abdominal. Entre ellos, destacan los ensayos realizados con Bifidobacterium infantis 35.624. A una dosis de 108, B. infantis ha demostrado su superioridad frente a Lactobacilus y placebo en todos los parámetros evaluados (dolor/disconfort abdominal; hinchazón/distensión y dificultad para la evacuación)250,251. PREBIÓTICOS Y SIMBIÓTICOS Un prebiótico se define como un alimento no digerible que al ser fermentado estimula de forma selectiva y preferencial el crecimiento y la actividad de un número limitado de especies bacterianas del colon (básicamente, aunque no de modo exclusivo, lactobacilos y bifidobacterias), que ejercen un efecto beneficioso sobre la salud245. Los oligosacáridos contenidos en la leche materna constituyen el prototipo de sustancias con propiedades prebióticas, explicando, en gran medida, los enormes beneficios de la lactancia materna. Algunos prebióticos como los fructanos del tipo inulina, o los propios oligosacáridos, abundan en frutas y vegetales comestibles, tales como trigo, cebolla, achicoria, ajo, puerros, alcachofas y plátanos. Una vez que alcanzan el colon, su fermentación por bacterias autóctonas genera ácido láctico y ácidos carboxílicos de cadena corta. La mayoría de las evidencias en favor del empleo de prebióticos proceden de estudios experimentales en animales y series cortas de pacientes, aduciendo un beneficio potencial en el SII252-253. Debe recordarse, en este escenario, que los suplementos de fibra, así como la lactulosa y las soluciones de polietilenglicol poseen propiedades prebióticas254. Los simbióticos se definen como una combinación de un probiótico y un prebiótico y su objetivo es aumentar la sobrevida y la actividad de los prebióticos in vivo, a la vez que estimular la producción endógena de bifidobacterias y lactobacilus. Datos preliminares sugieren un potencial y prometedor efecto beneficioso en el SII255-258. ANTIBIÓTICOS El papel que pudiera desempeñar el SBI en la patogénesis de los síntomas de un paciente con SII, ha llevado a algunos autores a ensayar el empleo de antibióticos poco absorbibles en el tratamiento de estos enfermos. Numerosos estudios, aleatorizados y controlados frente a placebo, han demostrado cómo la administración de rifaximina, un antibiótico pobremente absorbible (menos del 1%), administrado a la dosis de 550 mg, tres veces al día, durante 14 días, mejora tanto los síntomas globales (ganancia terapéutica del 8-13%), como la hinchazón (ganancia terapéutica del 4-8%) en los pacientes con SII con predominio de diarrea93,96,259. Estos resultados han sido reproducidos e incluso mejorados en estudios multicéntricos posteriores efectuados sobre series largas de pacientes96. Es probable que el beneficio de los antibióticos no absorbibles resida no solamente en el control del SBI, sino en la reducción de bacterias cólicas con capacidad para fermentar carbohidratos260. Nuevamente, debe recordarse, que la prevalencia de intolerancia a carbohidratos (lactosa, fructosa) es elevada tanto en población general, como en sujetos con SII45,193-95. Una limitación de esta estrategia terapéutica es la duración limitada de sus efectos, que obliga en muchos casos a repetidos ciclos terapéuticos, cuya seguridad a largo plazo no ha sido bien estudiada. ANTIINFLAMATORIOS En otra sección de este capítulo se han discutido diferentes teorías que inducen a pensar que en el SII 551 Sección 4. Intestino delgado y colon puede haber, en realidad, un estado de inflamación de bajo grado. Para algunos investigadores, este fenómeno inmunológico representa la respuesta del huésped al contenido intraluminal, incluida la propia microbiota, como también se aduce para la EII. Evidencias experimentales que apoyan este concepto incluyen una activación de los mastocitos104, así como de determinadas poblaciones linfocitarias101,103, alteraciones en la permeabilidad83-88, alteraciones en los genes relacionados con citocinas79, desregulación del TLRs e incrementos en las b-defensinas106. Hoy por hoy, las evidencias sobre el beneficio de agentes antiinflamatorios en el SII son escasas. Un estudio doble ciego y controlado frente a placebo demostró como mesalazina, administrada a dosis de 2,4 g/día durante 8 semanas resultó en un descenso significativo de las células inmunes de la mucosa, especialmente mastocitos, y en una mejoría del bienestar global, pero no modificó de forma significativa el dolor, la hinchazón o los hábitos intestinales107. Igualmente se ha investigado el papel del ketotifeno, un estabilizador de los mastocitos y antagonista de los receptores de histamina-1, en un estudio aleatorizado y controlado frente a placebo demostrando un beneficio tangible, en términos de reducción de síntomas y de la hipersensibilidad visceral108. Pocos autores han investigado el papel del cromoglicato disódico en el SII. A una dosis de 1.500 mg/día durante un mes se obtuvieron resultados favorables, especialmente en aquellos en quienes logró identificarse una relación de los síntomas con la dieta261,262. yendo las agencias reguladoras del medicamento, las industrias farmacéuticas, y por supuesto, médicos y pacientes. Por otro lado, y aunque el SII es una condición que no pone en riesgo la vida del paciente y, por tanto, las cotas de seguridad que se exigen a cualquier nuevo medicamento son muy elevadas, no es menos cierto que la CVRS de algunos pacientes, puede llegar a verse muy deteriorada en función de la gravedad de los síntomas y el modo en que éstos son percibidos por el/la paciente. Este factor condiciona mucho el nivel de riesgo capaz de ser asumido por los pacientes, en función de la intensidad y gravedad de aquellos (baste citar como ejemplo que la FDA volvió a aceptar la dispensación de alosetrón en respuesta a la multitud de cartas y llamadas telefónicas de muchas mujeres con un SII-D invalidante, que se sentían decepcionadas por la retirada del mercado de este fármaco). TERAPIAS EMERGENTES PARA EL SII-E Entre las terapias emergentes para el tratamiento del SII-E se citan algunos moduladores de los receptores de la serotonina incluyendo agonistas de los receptores 5-HT4 (prucalopride y mosapride), agonistas parciales 5-HT3 (prumosetrag –MKC-733, DDP-733), los agonistas del receptor C de la guanilato-ciclasa (linaclotide [MD-1100] y plecanatide [SP-304]), moduladores de los ácidos biliares (CDCA e inhibidores del transportador de ácidos biliares [A3309]) y los antagonistas dopaminérgicos (itopride) (tabla 12). De todos ellos, mencionaremos específicamente la prucalopride y el linaclotide, por la fase de desarrollo avanzado en que se encuentran. Terapias emergentes en el SII PRUCALOPRIDA Durante los últimos años, la investigación se ha centrado en el desarrollo de moléculas capaces de controlar alguno de los mecanismos más íntimos que subyacen en la patogenia de los síntomas. Alosetrón, tegaserod y lubiprostona han sido los primeros ejemplos. Las tablas 12 y 13 muestran un listado de estas nuevas moléculas, las fases en que se encuentra su desarrollo y su mecanismo de acción. Siempre debe tenerse en cuenta que el SII no es una enfermedad propiamente dicha, sino un síndrome definido por un conjunto de síntomas que responden a muy diversos trastornos fisiopatológicos. Ello explica, en gran medida, que el éxito obtenido con cualquiera de estas moléculas sea siempre parcial y que la ganancia terapéutica obtenida frente a placebo, a menudo no responda de forma totalmente satisfactoria a las expectativas “irreales” depositadas por todas las partes implicadas, inclu- Prucaloprida es un agonista de los receptores 5-HT4 más selectivo que cisaprida y tegaserod. Aunque todos ellos comparten sus propiedades procinéticas, cisaprida y tegaserod interactúan tanto con el gen K+ “human Ethera go-go”, como con los canales 5-HT1b, lo que según se ha postulado podría ser la causa del desarrollo de efectos adversos cardiovasculares. Prucaloprida carece de esta interacción. La eficacia de prucaloprida ha sido establecida en estudios doble ciego controlados con placebo de hasta tres meses de duración, para pacientes con estreñimiento crónico idiopático265-267. 2.700 pacientes fueron tratados en el contexto de diferentes ensayos clínicos. De ellos casi 1.000 pacientes recibieron una dosis de 2 mg al día, mientras que aproximadamente 1.300 pacientes fueron tratados con 4 mg de prucaloprida diarios. La proporción de pacientes que consiguieron 3 o más deposiciones 552 36. Síndrome de intestino irritable TABLA 12. Terapias emergentes en el síndrome de intestino irritable (Ref 263 Gastroenterol Clin N Am 2011; 40 223-43) Tipo de fármaco Nombre Moduladores de los receptores de la serotonina Prucaloprida, mosaprida, pumosetrag Agonistas de los receptores C de la guanilato-ciclasa Linaclotida, plecanatida Moduladores de los ácidos biliares Ácido quenodesoxicólico (CDA), A3309 Agonistas dopaminérgicos Itoprida Mecanismo de acción Efectos terapéuticos Los agonistas 5-HT4 y 5-HT3 aceleran el tránsito gastrointestinal y pueden alterar la sensación visceral Prucaloprida: tres ensayos clínicos de fase III en EC mostraron beneficios en frecuencia de las deposiciones y otros síntomas relacionados con el estreñimiento a dosis de 2 y 4 mg. Mosapride: ensayo de fase III (inclusión completada en Oriente Medio) Pumosetrag: ensayo de fase II, un estudio con dosis escalonadas en 14 pacientes con EC mostró mejoras en los síntomas de estreñimiento y en el tránsito colónico Agonista de la guanilato ciclasa C: estimula la secreción luminal de cloruro y la difusión pasiva de sodio y agua, así como efectos secundarios sobre el peristaltismo Linaclotida: los ensayos de fase III en SII-E muestran una superioridad frente a placebo en el alivio del dolor e hinchazón abdominal, así como en la frecuencia y consistencia de las deposiciones y el esfuerzo defecatorio (objetivos primario y secundario del ensayo) Plecanatide:estudio en fase IIa en pacientes con EC: demuestra alivio sintomático A3309 (inhibidor del transportador intestinal de ácidos biliares): Los ácidos biliares aceleran el tiempo de tránsito colónico, el índice de motilidad y la secreción. CDA: tránsito intestinal acelerado, hasta un 45% de pacientes desarrollaron calambres/dolor abdominal A3309: ensayo de fase IIb de A3309, 5 10 y 15 mg/d, una vez al día mostró efectos dosis-dependientes en la frecuencia de las deposiciones y otros resultados positivos secundarios relacionados con el estreñimiento Antagonistas dopaminérgicos con efectos procinéticos Fase II. La evaluación de la eficacia de itoprida (50 y 100 mg) ha sido completada, pero no se han informado los resultados) 553 Sección 4. Intestino delgado y colon TABLA 13. Terapias emergentes en el síndrome de intestino irritable (ref. 263 Gastroenterol Clin N Am 2011;40 223-43) Tipo de fármaco SII-E Moduladores de los receptores de la serotonina Nombre Mecanismo de acción Efectos terapéuticos Prucaloprida, mosaprida, pumosetrag Los agonistas 5-HT4 y 5-HT3 aceleran el tránsito gastrointestinal y pueden alterar la sensación visceral Prucaloprida: tres ensayos clínicos de fase III en EC mostraron beneficios para la frecuencia de las deposiciones y otros síntomas relacionados con el estreñimiento a dosis de 2 y 4 mg Mosaprida: ensayo de fase III (inclusión completada en Oriente Medio Pumosetrag: ensayo de fase II, un estudio con dosis escalonada en 14 pacientes con EC mostró mejoras en los síntomas de estreñimiento y en el tránsito colónico Agonistas de los receptores C de la guanilato-ciclasa Linaclotida, plecanatide El agonista de la guanilato ciclasa C: estimula la secreción de cloruro luminal con la difusión pasiva de sodio y agua, y efectos secundarios sobre el peristaltismo Linaclotida: los ensayos de fase III en SII-E muestran una superioridad frente a placebo en el alivio del dolor e hinchazón abdominal así como en la frecuencia y consistencia de las deposiciones y el esfuerzo defecatorio (objetivos primario y secundario del ensayo) Plecanatide: estudio en fase IIa en pacientes con EC: alivio sintomático Moduladores de los ácidos biliares Ácido quenodesoxicólico (CDA), A3309 Agonistas dopaminérgicos Itoprida 554 A3309 (ácido biliar intestinal inhibidor del transportador): los ácidos biliares aceleran el tiempo de tránsito colónico y aumentan el índice de motilidad y de secreción Antagonista dopaminérgico con efecto procinético CDA: tránsito intestinal acelerado, hasta un 45% de pacientes desarrollaron calambres/dolor abdominal A3309: ensayo de fase IIb de A3309, 5, 10 y 15 mg/d, una vez al día mostró efectos dosis-dependientes en la frecuencia de las deposiciones y otros resultados secundarios relacionados con el estreñimiento Fase II la evaluación de la eficacia de itoprida (50 y 100 mg) ha sido completada, pero no se ha informado de los resultados 36. Síndrome de intestino irritable TABLA 13. (Continuación) Tipo de fármaco Nombre SII-D o SII no asociado a estreñimiento Agonista de Asimadoline los receptores k-opioides Mecanismo de acción Efectos terapéuticos Activa los receptores opioides, que pueden reducir la percepción visceral El estudio en fase II mostro un efecto global en SII, pero su eficacia se demostró en el SII-D con un mínimo de intensidad moderada, y en menor medida, en el SII-A Asimadolina Activa los receptores opioides, ejerciendo un efecto reductor de la percepción visceral Un estudio en fase II no mostró un beneficio global en el SII pero sí mostró eficacia en el SII-D de intensidad moderada-grave y, en menor grado en el SII-M Adsorbentes basados en el carbono AST-120 Absorbe las sustancias luminales, incluyendo serotonina y ácidos biliares Los ensayos de fase II mostraron que AST-120 se asoció con una mayor proporción de pacientes respondedores (porcentaje de pacientes que informaron de una reducción del 50% de días con dolor) y una mayor reducción en la intensidad de la hinchazón frente a placebo después de 4 semanas Oligomeros de proantocianidina Crofelemer Reduce la secreción de iones de cloruro a través de los canales de CFTR y CaCC Fase IIa demostró que los pacientes con SII-D, en particular las mujeres, tenían más dolor y molestias los días libres, pero no se observó efecto sobre la consistencia de las heces u otros síntomas de SII Antagonistas CRF Pexacerfont, GW876008 Bloquea los receptores RCF1 para disminuir la motilidad gastrointestinal y la sensibilidad visceral Un estudio de fase IIa no mostró ningún efecto significativo en el tránsito gastrointestinal o los síntomas del SII. Un ensayo clínico inicial con GW876008 sugiere que este medicamento no es eficaz en SII, aunque es probable que el diseño del estudio no responda adecuadamente a sus objetivos Modulador 2,3-Benzodiacepina Dextofisopam Modula las respuestas autonómicas Un estudio de fase IIb demostró un beneficio más significativo en pacientes con SII-D Agonistas de los receptores kapaopioides 555 Sección 4. Intestino delgado y colon TABLA 13. (Continuación) Tipo de fármaco Nombre Mecanismo de acción Efectos terapéuticos SII-D/A en el primer mes de tratamiento que en el segundo y tercer mes Inhibidor de la triptófano hidroxilasa-1 LX1031 Reducción de los niveles de serotonina gastrointestinal Un ensayo de fase II demostró que una mayor dosis de LAX1031 (1000 mg cuatro veces al día) mejora significativa y globalmente los síntomas y la consistencia de las heces durante un periodo de 4 semanas en el SII no asociado a estreñimiento. La mejoría de los síntomas se correlaciona con los niveles de 5-HIAA orina de 24 horas Antagonista 5HT3 Ramosetrón Bloquean los receptores 5-HT3 para frenar el tránsito gastrointestinal y disminuir la percepción visceral Un ensayo de fase II mostró que ramosetrón 5 y 10 mg proporciona un alivio global de los síntomas frente a placebo Rose-010 Inhibe la motilidad del intestino delgado Una alta proporción de pacientes manifestó alivio del dolor > 50% con dosis de 100 y 300 mg frente a placebo Dolor abdominal Análogo del péptido similar al glucagón-1 (GLP-1) semanales fue de 28,4%; 30,9% y 12,0% para quienes tomaron 4 mg, 2 mg o placebo, respectivamente. Las reacciones adversas notificadas con mayor frecuencia han sido cefalea y síntomas gastrointestinales (dolor abdominal, náuseas o diarrea) ocurriendo cada una de ellas en aproximadamente un 20% de los pacientes. Las reacciones adversas ocurren principalmente al inicio de la terapia y suelen desaparecer al cabo de unos pocos días sin necesidad de interrumpir el tratamiento. Un estudio realizado en ancianos con antecedentes de eventos cardiovasculares, no demostró una mayor incidencia de efectos proarrítmicos o prolongación del intervalo QT entre los pacientes que tomaron prucaloprida, comparados con placebo268. Su eficacia en el manejo del SII-E permanece a la espera. LINACLOTIDE Linaclotide pertenece al grupo de antagonistas del receptor C de la guanilato-ciclasa que poseen una 556 estructura similar a la enterotoxina estable en calor de Escherichia coli y otras bacterias entéricas que son causa de diarrea secretora. Se trata de péptidos que al unirse a estos receptores estimulan la producción de monofosfato de guanosina cíclica, que, a su vez, activa una cascada de acontecimientos intracelulares que resultan finalmente en la secreción transepitelial de iones Cl- y K+ desde los enterocitos, aumentando con ello el arrastre pasivo de agua a la luz del intestino. Linaclotide es un péptido de 14 aminoácidos que muestra gran avidez por los receptores C de la guanilato-ciclasa (C-GC) y que ejerce un efecto local, ya que tras su administración por vía oral no se detectan niveles sistémicos. Linaclotide incrementa el flujo de electrolitos a través de la pared intestinal, acelera el tiempo de tránsito intestinal y, de forma interesante, reduce la hiperalgesia visceral provocada por diferentes modelos de estrés. De todas estas propiedades se deriva un potencial beneficio de linaclotide en el tratamien- 36. Síndrome de intestino irritable to de los pacientes con SII-E. En un primer estudio llevado a cabo en 39 mujeres con SII-C, linaclotide a la dosis de 1.000 µg/día aceleró el tiempo del primer movimiento intestinal, disminuyó la consistencia de las heces y consiguó disminuir el esfuerzo defecatorio269. En otro estudio piloto, controlado y doble ciego, sobre 42 pacientes con estreñimiento crónico, linaclotide a la dosis de 100, 300 o 1.000 mg, una vez al día durante 14 días mejoró la consistencia y frecuencia de las heces e igualmente disminuyó el esfuerzo defecatorio270. Más recientemente, en un estudio aleatorizado y doble ciego frente a placebo de fase IIa sobre 310 pacientes con estreñimiento crónico, linaclotide, empleado a dosis de 75, 150, 300 y 600 mg consiguió mejorar el número de deposiciones semanales (objetivo primario) y otros objetivos secundarios asociados al estreñimiento, incluyendo la consistencioa de las heces, el esfuerzo defecatorio (efecto dosis-dependiente) y la sensación de hinchazón abdominal271, redundando además en una mejoría en la CVRS, comparado con placebo272. La frecuencia global de efectos adversos comunicados con linaclotide fue similar a placebo271, siendo la diarrea el efecto adverso más frecuentemente observado. Los resultados de los ensayos en fase IIb fueron confirmados por dos estudios de fase III que aleatorizaron a más de 1.200 pacientes con estreñimiento crónico para recibir linaclotide a la dosis de 133 mg o 266 mg, o placebo, una vez al día, durante 12 semanas272,273, y otros estudios en fase III en los que se aleatorizaron 1.600 pacientes con SII-C para recibir linaclotide a una dosis de 266 mg frente a placebo durante 26 semanas274,275. Nuevamente, la administración de linaclotide mejoró de forma significativa el dolor e hinchazón abdominal y los síntomas intestinales (p < 0,001). Terapias emergentes para el SII-D A este grupo pertenecen los agonistas de los receptores opioides como asimadoline, el adsorbente de carbón oral AST-120, al antagonista del receptor tipo 1 del factor liberador de corticotropina, los inhibidores de la secreción de ion cloro (crofelemer) y una benzodiacepina atípica (dextofisopam). También forman parte de este grupo el inhibidor de la triptófano-hidroxilasa-1 LX1031 y el antagonista de los receptores 5-HT3: ramosetrón (tabla 13). Resumen El intestino irritable no puede conceptuarse como una enfermedad propiamente dicha, sino como un síndrome constituido por un conjunto de síntomas bien caracterizados que, hoy en día, pueden ser estratificados según el patrón dominante (SII-E; SII-D; SII-M). En las últimas décadas se han ido sumando evidencias a favor de una etiología multifactorial que podría abocar a un estado de inflamación de bajo grado, responsable, en gran medida, de las alteraciones motoras y de la sensibilidad visceral que caracterizan a este síndrome. Determinados estados psicológicos podrían modular al alza la magnitud y percepción de los síntomas, configurando un paradigma de modelo biopsicosocial de la enfermedad. Recientes investigaciones, sugieren que al igual que ocurre en la enfermedad inflamatoria, el sistema inmune del huésped podría responder de forma anormal (en individuos genéticamente susceptibles), a un conjunto de factores incluyendo determinados componentes de la dieta, infecciones entéricas o el propio estrés. Alteraciones en la microbiota intestinal podrían desempeñar un papel GENES F. AMBIENTALES Dieta Infección Estrés Traumas Sexo Neurobiología Personalidad Inmunidad Función motora y sensorial del intestino Fenotipo de SII Patrón de SII-D Patrón de SII-E Patrón mixto Otros trastornos funcionales digestivos Figura 8. Representación esquemática de un modelo integrado de factores genéticos y ambientales en la patogénesis del SII. Las combinaciones entre genes implicados y factores de riesgo ambiental pueden ser múltiples y de su interacción surgen las diferentes expresiones fenotípicas de la enfermedad (ref. 79). 557 Sección 4. Intestino delgado y colon determinante al interaccionar con todos estos mecanismos (figura 8). El debate acerca de una estrategia diagnóstica basada en la presencia de síntomas (diagnóstico positivo) frente a la estrategia de un diagnóstico por exclusión, volverá a ser motivo de controversia en la próxima reunión del Comité de Expertos de la Fundación Roma. En todo caso, el clínico debe ponderar la relación coste-efectividad de ambas estrategias y valorar el impacto a largo plazo de un diagnóstico equívoco, en pacientes con criterios de “aparente funcionalidad” y organicidad subyacente. En este punto, valdría la pena insistir en que los síntomas de alarma no deben ir exclusivamente orientados a la exclusión de malignidad, sino a cualquier rasgo que pueda suscitar una razonable sospecha de otras entidades altamente prevalentes en la población general, incluida la enteropatía sensible al gluten276. 11. 12. 13. 14. 15. Bibliografía 1. Chey WD. Irritable bowel syndrome. 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