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ELUCIDARIO. Nº 1 (Marzo 2006). págs. 499 a 502
Seminario bio-bibliográfico Manuel Caballero Venzalá
JUAN ANTONIO LÓPEZ CORDERO Y JORGE GONZÁLEZ CANO
Nieve y neveros en la provincia de Jaén
Jaén : Instituto de Estudios Giennenses, 2004
Manuel Amezcua
un uso más allá de lo estético o lo recreativo.
La nieve, que las sierras
subbéticas han producido en
abundancia, ha sido durante
siglos un recurso que diera
lugar a una próspera industria que produjo pingües beneficios al erario público, que
era quien controlaba su concesión la mayoría de las veces, además de un extenso
comercio del que vivían muchas personas, desde el nevero que mantenía los pozos
en la sierra, hasta el arriero
que transportaba la nieve en
las frescas madrugadas del
estío, hasta el vendedor callejero de sorbetes o el
boticario que preparaba salutíferos brebajes de
agua de nieve. Lo que el nuevo libro de Juan
Antonio y Jorge hace es descubrirnos un mundo
que para muchos resultará sorprendente, como
es el del aprovechamiento de la nieve para el
consumo humano antes que la industrialización,
las fábricas de hielo y los electrodomésticos caseros, dieran al traste con esta actividad tradicional de las regiones montañosas y sus aledaños.
Me imagino la creciente sorpresa que experimentarían los autores de este libro cuando en su meticuloso trabajo de campo fueran descubriendo la extrema soledad de los pozos
neveros que salpican las
sierras jiennenses, o lo que
queda de ellos, porque más
que verlos hay que
intuirlos. Aterrados entre
montones de piedras claramente colocadas contra
natura, estratégicamente
situados en las umbrías y
ventisqueros que bordean
las más altas cumbres de la
provincia, hasta más de 70 depósitos de nieve
han logrado catalogar entre pozos, neveras, simas y otras formas de soterramiento tan eficaces en otras épocas como inútiles en nuestros
días. Y es que si algo nos enseña el magnífico
libro de los historiadores jiennenses es que las
cosas son según la importancia que les otorgamos las personas, y que la mudanza del tiempo
hace que lo que otrora fuera un recurso natural
indispensable, hoy apenas podamos identificar
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NIEVES Y NEVEROS EN LA PROVINCIA DE JAÉN
El libro comienza situando las grandes fábricas naturales de la nieve en la provincia de
Jaén, que se concentraban en el sur, en las zonas externas de las cordilleras Béticas, y especialmente en Sierra Mágina, la Pandera, Cazorla
y Segura, que era donde se concentraron la mayor parte de los pozos de nieve. Después se adentra en el componente cultural de esta actividad,
porque la nieve, que ha generado todo un discurso poético cargado de simbolismo, ha tenido
fundamentalmente un uso práctico: como alimento en forma de refrescos, como conservante
de otros alimentos, y también como medicina,
habiendo sido un remedio bien conocido y recomendado por eminentes doctores que han
ponderado sus propiedades para combatir las fiebres, aliviar las inflamaciones, calmar dolores o
cohibir hemorragias. O sea, que las nieve se usó
tanto como artículo de lujo en las mesas de distinguidos paladares, como producto de primera
necesidad, sobre todo en épocas catastróficas
donde las pestes y epidemias causaban grandes
estragos.
ción, al amparo de las umbrías más escarpadas,
o escondidos en el fondo de las simas, donde
aún se puede apreciar la huella de quienes empleaban rudimentarias industrias para elevar la
nieve prensada en duros bloques de hielo. En
ocasiones son los derruidos cimientos de los chozos y refugios de los neveros los que pusieron
sobre la pista.
En un documentado trabajo que parte de la
época en que el comercio de la nieve alcanzó su
apogeo, hacia finales del siglo XVI, los autores
describen de manera pormenorizada la evolución
histórica de esta actividad en la provincia de Jaén.
En ella cabe destacar la preocupación de los
municipios por ordenar este singular comercio,
elaborando ordenanzas con las que regir el sistema de arrendamiento de los pozos y simas, que
en su mayor parte eran de titularidad pública, lo
cual no evitó sonados pleitos entre municipios e
incluso entre particulares que se disputaban los
derechos de explotación de unos pozos cuya ubicación era difícil de determinar en un territorio
de linderos ambiguos. Los arrendatarios de la
nieve fueron casi siempre vecinos de los pueblos
más cercanos a los pozos que tenían una dilatada experiencia en esta actividad, otras veces aparecen cargos administrativos que luego
subarriendan a los anteriores, y ya a mediados
del siglo XIX aparecen contratos entre compañías neveras que pretendían obtener la máxima
explotación de este recurso sin competir ni perjudicarse entre ellas, lo cual logran estableciendo divisiones territoriales a partir del trazado de
los ríos más importantes de la zona sur de Jaén.
Esto marca el momento de mayor esplendor del
comercio de la nieve, que a pesar de las dificultades para su distribución en pleno verano y sin
sistemas de refrigeración, lograron extender su
comercio por la campiña de Andujar e incluso
llevar la nieve nada menos que a la calurosa ciudad de Córdoba, suponemos que a costa de perder una parte importante de la materia prima
derritiéndose por el camino.
Sin duda, la parte más valiosa del libro es la
que se ocupa de los pozos de nieve. A la prospección archivística los autores han añadido un
riguroso trabajo de campo que les ha llevado a
las cumbres más altas de la provincia para rastrear la huella de estos singulares depósitos del
preciado producto de la naturaleza. En esta labor se han ayudado por vecinos de los pueblos
comarcanos que aún recuerdan los tiempos en
que la actividad del comercio de la nieve, aunque muy mermada, aún se mantenía para dar
servicio a las necesidades de unos municipios que
en muchos casos aún no se beneficiaban de las
comodidades de las nuevas industrias. Incluso
han logrado contactar con viejos neveros que
son capaces de rememorar paso a paso las singularidades de esta actividad. El resultado de su
riguroso rastreo topográfico ha sido la obtención
del más completo catálogo de pozos de nieve
pensable en la provincia de Jaén, sin duda todo
un patrimonio cultural que con su sola ubicación acaban de rescatar para la olvidadiza memoria de nuestra gente. Pozos que ya no existen
pero que han dejado el rastro de su lógica situa500
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En un capítulo final los autores sistematizan
la contribución que los historiadores han realizado en el conocimiento de la actividad del comercio de la nieve, que da paso a la parte más
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sustanciosa del libro, un anexo final en el que se
reproducen las fichas de situación de los pozos
de nieve, rigurosamente documentadas con la
caracterización de cada uno de ellos, su situación cartográfica, su descripción e incluso una
fotografía que ayuda a hacerse una idea de la
situación en que se encuentran en la actualidad.
Quién sabe, a lo mejor Juan Antonio y Jorge
están sentando las bases de lo que algún día pueda ser una ruta por los pozos neveros de la provincia, que es como decir por los balcones de la
provincia, no en balde se sitúan en las cotas de
mayor altura, allí donde nadie pensaba que po-
día haber nada excepto paisajes mayestáticos.
Merece la pena leer este apasionante libro, sustentado en una no menos excitante investigación, que logra entre otras cosas hacernos caer
en la cuenta de que la nieve sirve para mucho
más que para deslizarnos por ella los fines de
semana, o para armar patéticos muñecos a quien
nuestros hijos puedan aporrear impunemente.
La nieve es un bien de la naturaleza que sabiamente tratada puede servir de alivio a sedientos, coléricos y apestados.
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