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Deslaves-Medidas Mitigacion.Academia. 2008 vpdf

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DESLAVES Y MEDIDAS DE MITIGACIÓN
José L. López y Francois Courtel
Instituto de Mecánica de Fluidos, Facultad de Ingeniería, Universidad Central de Venezuela. E-mail:
jlopez@imf.ing.ucv.ve; fcourtel@imf.ing.ucv.ve
RESUMEN
En este trabajo se hace una breve descripción de los flujos torrenciales y se presenta un enfoque
integral de las estrategias, estructurales y no estructurales, requeridas para prevenir o mitigar sus
efectos. En una segunda parte se presentan las medidas que se están implementando en el Estado
Vargas para reducir el riesgo de una nueva tragedia y se recomiendan acciones para orientar los
esfuerzos que se están realizando en esta materia.
1. LOS DESLAVES O ALUDES TORRENCIALES
Los deslaves, también llamados aludes torrenciales, son flujos con altas concentraciones de
sedimentos que se generan en zonas montañosas de pendientes pronunciadas y que pueden estar
conformados por agua, barro, rocas, y grandes restos de vegetación, así como por todo tipo de
desperdicios y arrastres de materiales fabricados por el hombre. Los tamaños de los sedimentos
arrastrados varían desde micrones (arcillas) hasta varios metros de diámetro (peñones). Existen
diferentes expresiones para referirse a este tipo de flujos, utilizándose también los términos de
flujos de detritos, coladas de detritos, flujos de barros y escombros, y lavas torrenciales. En otros
idiomas se encuentran los términos de “laves torrentielles”, “colate detritiche”, y “debris
flows”. El detonante principal para la generación del deslave es la lluvia prolongada o intensa en
áreas montañosas la cual puede producir derrumbes y deslizamientos de las laderas, debido a la
saturación de los suelos que reduce su capacidad de resistencia a la fuerza de gravedad.
Los deslaves son conocidos desde la antiguedad. Las referencias escritas más antiguas parecen
encontrarse en la Biblia, de acuerdo al siguiente texto extraído del Canto de Débora del Libro de
los Jueces (Jueces 5,5), (1192-1152 a.c.):
“Oh Señor, cuando salistes de Seir, y pasastes por las regiones de Edón, se estremeció la tierra, y
los cielos y las nubes se disolvieron en aguas”. “Los montes se licuaron a la vista del Señor,
como el Monte Sinaí delante del Señor Dios de Israel”.
Los aludes torrenciales ocurren en una gran variedad de formas dependiendo del tipo, tamaño y
concentración de las partículas de sedimento. Usualmente se acepta un valor de 20% para definir
el límite inferior de concentración (en volumen) de los aludes torrenciales. Para concentraciones
menores que 20% se considera un flujo de agua con arrastre convencional de carga suspendida y
carga de fondo. Para concentraciones mayores de 20%, los aludes torrenciales pueden ser del tipo
de flujo granular o del tipo de flujo de barros. En el primero, el material grueso es predominante
con poca presencia de material fino (limos y arcillas). En el segundo, grandes cantidades de limos
y arcillas se encuentran en el seno de fluido, cambiando las propiedades de la matriz del mismo y
comportándose como una masa viscosa. La Figura 1 ilustra estos dos tipos de alud torrencial.
Los flujos de barros o flujos granulares pueden ocurrir como una secuencia de frentes de ondas
que se desplazan en un flujo pulsátil, no-permanente. Un modelo generalmente aceptado divide la
onda del flujo en tres partes: el frente, el cuerpo, y la cola. El frente de onda consiste
fundamentalmente de grandes clastos y es seguido por el cuerpo, donde la gran viscosidad de la
mezcla puede dar origen a un flujo laminar. En la cola de la onda, la concentración de finos
decrece y el flujo es turbulento. Las tres fases forman un medio continuo donde el tamaño del
sedimento, la concentración, y la viscosidad, decrecen desde el frente a la cola del flujo del
deslave (Figura 1).
Figura 1. Tipos de alud torrencial: Flujo granular (izq.) en Japón y flujo de barros (der.) en China
(IDI, 2008).
2. UN ENFOQUE INTEGRAL PARA LA MITIGACIÓN DEL RIESGO
Un enfoque moderno para la mitigación de riesgo por aludes torrenciales debe incluir tanto
medidas estructurales como no estructurales. Se parte del principio de que la seguridad total o
seguridad máxima no puede ser alcanzada, por lo que solamente podemos mitigar una parte del
riesgo y asumir la parte residual. La mitigación de riesgo puede ser alcanzada mediante medidas
que apuntan a reducir la amenaza y la vulnerabilidad. En la Figura 2 se presenta un enfoque
integral para la mitigación del riesgo por ocurrencia de aludes torrenciales.
2.1 Medidas Estructurales
Las medidas estructurales se basan en la construcción de obras hidráulicas para el control de los
flujos y de los sedimentos aportados por los torrentes. Estas obras de control consisten
básicamente en: a) obras de control de erosión en cárcavas, laderas y pendientes inestables; b)
obras de estabilización y consolidación de cauces; c) obras de intercepción y retención de
sedimentos; y d) obras de conducción de flujos (canalizaciones).
Los trabajos de control de erosión en las partes altas de las cuencas, y la estabilización y
consolidación de los cauces, tienen el propósito de suprimir la causa del problema (es decir la
generación de sedimentos). Su objetivo es disminuir el aporte de sedimentos en los tramos
superiores de la cuenca, mediante pequeñas obras y trabajos de retención y protección de suelos,
control de laderas y pendientes, reforestación, enfajinado, y obras de drenaje para estabilización
de taludes. Las obras de estabilización de cauces se refieren a una serie de pequeñas presas
escalonadas que se construyen en los tributarios para estabilizar las pendientes de los cauces y
laderas, reduciendo la energía del flujo para transportar los sedimentos. Las presas de retención e
intercepción de sedimentos, que se construyen usualmente en la garganta de los torrentes, y las
2
obras de conducción que se construyen en los tramos inferiores, tienen el propósito de limitar o
suprimir las consecuencias del problema. También se incluyen en este grupo las lagunas de
sedimentación que cumplen el mismo propósito y se construyen en los abanicos aluviales cuando
existen espacios suficientes para depositar los sedimentos. Las obras de conducción se utilizan
para guiar y conducir los flujos desde las presas o lagunas de almacenamiento hasta un sitio
seguro de descarga. Ellas consisten en canalizaciones, diques y bermas, estructuras de caída, y
obras de disipación.
Las presas de retención de sedimentos pueden ser del tipo cerrado o abierto, también llamadas
impermeables o permeables, respectivamente. Ambas cumplen la función de retener toda o una
parte importante de la carga sólida, reduciendo la concentración de sedimentos y la descarga pico
de las crecientes. Las presas cerradas (impermeables) interceptan la mayor proporción del
material arrastrado, excepto las partículas más finas que pasan cuando las crecientes desbordan la
presa. Las presas abiertas (permeables) se construyen con aberturas en el cuerpo de la estructura
las cuales pueden ser del tipo ranurado, cuando la abertura alcanza la cresta (presas ranuradas) o
del tipo de ventanas, cuando no la alcanza (presas con ventanas). En esta forma se interceptan los
materiales gruesos y se permite que parte del sedimento pase a través de las aberturas.. Estas
estructuras pueden mantener intacta su capacidad de almacenamiento por periodos mas largos de
tiempo, además de reducir el impacto erosivo sobre los tramos aguas abajo ya que el caudal
sólido no es interrumpido bruscamente. Si las aberturas son lo suficientemente grandes, los
eventos ordinarios (crecientes anuales) no deberían reducir su capacidad de almacenamiento,
dejándola intacta para las grandes crecientes.
La selección del tipo de presa a usar para el control de los sedimentos depende en buena medida
del tipo de flujo o alud torrencial que se pueda generar en la cuenca. Por ejemplo, los flujos de
detritos exigen la construcción de presas abiertas ranuradas en el cañón del torrente para remover
los grandes clastos de la matriz del flujo. Los flujos de barros por otro lado requieren de la
construcción de presas abiertas con ventanas o de lagunas de sedimentación para almacenar los
arrastres sólidos y reducir las concentraciones del flujo.
2.2 Medidas No-Estructurales
Las medidas no estructurales se basan en diferentes aspectos que buscan reducir la
vulnerabilidad: a) instrumentación de sistemas de monitoreo de variables hidrometeorológicas en
la cuenca; b) elaboración de mapas de amenaza y riesgo; c) regulación del uso de la tierra; d)
implementación de sistemas de alerta temprana para aviso anticipado a la población; e)
elaboración de planes de contingencia y evacuación de la población; f) planes de educación y
concientización de las comunidades; y g) fortalecimiento institucional. Estas medidas no deben
ser vistas como acciones individuales, sino que deben ser tratadas y aplicadas conjuntamente en
forma integral, a fin de reducir al máximo posible el riesgo de daños por ocurrencia del evento
torrencial.
En los capítulos siguientes se presentan y discuten las medidas que se están implementando
actualmente en el Estado Vargas para reducir el riesgo de un nuevo desastre.
3
Obras de Control de Erosión en Cárcavas,
Laderas y Pendientes inestables
Obras de Estabilización de Cauces
Medidas Estructurales
Obras de Retención y Almacenamiento
de Sedimentos
Obras de Conducción de Flujos
Medidas de Prevención
Acondicionamiento de Edificaciones
y Mitigación
de Inundaciones
Monitoreo de Variables
Hidrometeorológicas y Sedimentológicas
y Aludes Torrenciales
Mapas de Amenaza y Riesgo
Reglamentación del Uso del Suelo
Medidas No Estructurales
Sistemas de Alerta Temprana
Preparación de Planes de Contingencia
Plan de Seguros
Participación de las Comunidades
Fortalecimiento Institucional
Figura 2. Enfoque integral para las medidas de prevención contra aludes torrenciales.
3. MEDIDAS DE MITIGACIÓN EN PROGRESO EN EL ESTADO VARGAS
3.1 Presas y Canalizaciones
A pesar de los antecedentes de flujos torrenciales e inundaciones que habían ocurrido en el
pasado en el Estado Vargas, solamente existían dos (2) presas de retención de sedimentos para el
momento de la ocurrencia del alud torrencial de 1999: una presa de concreto ciclópeo de unos 15
m de altura en el cauce de Carmen de Uria, la cual fue totalmente destruida por dicho evento, y la
otra, una presa de gaviones de 4 m de altura en la Quebrada Curucutí, parcialmente destruida por
los flujos de 1999.
Después del desastre de 1999, las autoridades gubernamentales (Corpovargas) iniciaron un
programa intensivo de canalización de los cursos de agua en los abanicos aluviales, y de
4
construcción de presas de control de sedimentos en las gargantas de las principales quebradas del
litoral. Las obras de control fueron diseñadas para protegerse contra la creciente de 100 años de
periodo de retorno. Para Diciembre de 2007, treinta y cinco (35) presas de retención habían sido
construidas en las quebradas de Vargas. La Tabla 1 muestra las características principales de
estas presas. Básicamente, 23 de ellas son presas cerradas y 12 son presas abiertas. Cinco (5) de
las presas fueron construidas en concreto, dos (2) en acero y el resto (28) en gaviones. La altura
máxima de las presas es de 11 m y la mínima es de 3 m. La Figura 3 ilustra algunas de las presas
construidas hasta la fecha.
Tabla 1. Características principales de las presas de retención de sedimentos construidas
en Vargas entre los años 200 y 2007.
Quebrada
Tacagua
El Piache
Mamo
Número
de presas
3
1
2
Presas
Cerradas
1
1
2
Presas
Abiertas
2
0
0
Tipo de material
Acero (2), Gavión (1)
Gavión
Gavión
Curucuti
4
3
1
Gavión (3), Concreto (1)
Piedra Azul
Dos Comadres
Osorio
Guanape
Alcantarilla
San Jose de Galipan
El Cojo
Camuri Chico
San Julián
Quebrada Seca
Camurí Grande
Miquelena
Anare
La Zorra
3
2
2
1
2
1
2
1
3
1
2
2
2
1
2
0
2
0
2
1
1
0
0
1
2
2
2
1
1
2
0
1
0
0
1
1
3
0
0
0
0
0
Gavión (3)
Gavión (2)
Gavión (2)
Concreto
Gavión (2)
Gavión
Gavión (2)
Gavión
Concreto (3)
Gavión (2)
Gavión (2)
Gavión (2)
Gavión (2)
Gavión
En Febrero 7-10 del 2005, una precipitación extraordinaria ocurrió en la misma zona afectada por
los deslaves de 1999. Varias estaciones registraron aproximadamente 400 mm durante la
tormenta de 4 días de duración. El proceso morfológico predominante en la montaña parece haber
sido la remobilización de los sedimentos dejados por los flujos de 1999 en los tramos superiores
de las cuencas del Ávila. Una gran cantidad de material sedimentario y restos vegetales fue
arrastrado aguas abajo hacia los abanicos aluviales, pero los daños en las zonas urbanas fueron
minimizados debido a la presencia de las presas. La Figura 4 muestra el estado de dos de las
presas después de dicha tormenta. La presa de Camurí Chico es una presa abierta de gaviones de
6 m de altura, construida el año 2004, provista de ventanas de 4 m de altura por 1 m de ancho,
cuya construcción no había sido completada para Febrero de 2005. Por razones presupuestarias la
obra no pudo terminarse y se dejó la abertura central que se observa en la Figura 4. Sin embargo
la presa abierta funcionó adecuadamente, reteniendo una gran cantidad de cantos rodados y
peñones que se acumularon en los canales laterales, bloqueando parcialmente algunas de las
ventanas y permitiendo que una parte de la carga sólida pasara hacia aguas abajo. La presa El
Cojo (Figura 5c) es una presa abierta de gaviones de 3 m de altura, construida el año 2002, la cual
fue casi totalmente colmatada con sedimentos gruesos y finos debido a la obstrucción de sus
ranuras por troncos de árboles y peñones durante la creciente del 2005.
5
Algunas de las principales quebradas del Estado Vargas también han sido canalizadas. La Figura
5 muestra la canalización en gaviones construida para la Quebrada San José de Galipán en su
paso a través de la población de Macuto, y la canalización en concreto armado construida para la
Quebrada Tacagua en Catia La Mar.
a)
b)
c)
d)
Figura 3. Tipos de presas de retención de sedimentos en el Estado Vargas: a) una presa abierta
ranurada de 4 m de altura de concreto armado en la Quebrada Guanape; b) una presa abierta ranurada de
4 m de altura de concreto ciclópeo en la Quebrada Curucuti; c) una presa abierta ranurada de gaviones
de 3 m de altura en la Quebrada El Cojo; y d) una presa cerrada de gaviones de 7 m de altura en la
Quebrada San José de Galipan.
Figure 4. Vista desde aguas arriba de la presa abierta de Camurí Chico (izquierda) y de la presa
abierta de El Cojo (derecha).
6
Figure 5. Canalización de las quebradas San José de Galipan (izquierda) y Tacagua (derecha) en
el Estado Vargas.
3.2 Mapas de Amenaza
Mapas de amenaza contra inundaciones torrenciales han sido delineados en 12 de las cuencas que
fueron mas severamente dañadas por los aludes de 1999 en el Estado Vargas. La metodología
propuesta se basa en el uso de modelos matemáticos de simulación de flujos (FLO-2D)
combinado con sistemas de información geográfica (GIS) (García et al., 2003). La metodología
incluye criterios para definir zonas de amenaza potencial en función de la frecuencia e intensidad
del evento hidrológico. La intensidad del evento depende de la profundidad y velocidades de
flujo, los cuales se obtienen del la simulación con el modelo FLO-2D (O´Brien, 2003). El nivel
de amenaza se define entonces como una función combinada discreta de la intensidad del evento
y de su período de recurrencia. Esta metodología se basa en los estándares suizos y austriacos
(OFEE et al. 1997, y Fiebiger 1997). Un conjunto de programas auxiliares han sido desarrollados
en el IMF para automatizar el proceso de generación de los mapas de amenaza.
La Figura 6 muestra los mapas de amenaza generados en los abanicos aluviales urbanizados de
Cerro Grande y Piedra Azul (los cuadrados en los mapas son de 200 x 200 m). El método
establece tres diferentes zonas que identifican el nivel de amenaza en un sitio específico. Los
colores rojo, naranja y amarillo indican niveles altos, medios y bajos de amenaza,
respectivamente. La mayor parte de las áreas urbanas en la Figura 6 se encuentran en zona de alta
amenaza. La implicación de los niveles de amenaza para las personas y las propiedades se
muestra en la Tabla 2. La delimitación final del mapa se realiza en ArcView basado en trabajo de
campo y conocimiento de eventos anteriores.
La aplicación de esta metodología al resto de las cuencas más importantes del Estado Vargas
mostró que grandes áreas en los altamente urbanizados abanicos aluviales, están localizados en
zonas de alta amenaza. Sin embargo hay que señalar que estos mapas fueron desarrollados para
las condiciones existentes después de la tormenta de 1999, es decir cuando todavía no se habían
construido las presas y las canalizaciones para el control de los flujos y sedimentos. Por lo tanto,
es necesario delinear nuevos mapas de amenaza a fin de ajustarlos para las nuevas condiciones
creadas por las obras de control.
7
Figura 6. Mapas de amenaza en los abanicos aluviales de Carro Grande (izquierda) y Piedra
Azul (derecha).
Tabla 2. Definición de niveles de amenaza.
Nivel de Color en
amenaza el mapa
Alto
Rojo
Medio
Naranja
Bajo
Amarillo
Descripción
Las personas están en peligro dentro y fuera de sus
viviendas. Los edificios están en peligro de ser
destruidos.
Las personas están en peligro fuera de sus
viviendas. Los edificios pueden sufrir daños y
posible destrucción dependiendo de las
características de construcción.
El peligro para las personas es bajo o inexistente.
Los edificios pueden sufrir pequeños daños y las
inundaciones pueden afectar el interior de las
viviendas.
3.3 Sistema de Alerta Temprana
Una red de 19 estaciones hidrometeorológicas (4 climatológicas, 10 pluviométricas y 5
combinadas hidrométricas-pluviométricas) fue instalada en las cuencas de Tacagua, Mamo y La
Zorra, con el fin de generar datos para un sistema de alerta temprana cuyo prepósito es proteger a
la población de Catia La Mar, con una población cercana a las 100.000 personas. Las estaciones
operan en tiempo real y transmiten información, vía telefonía celular o vía radio, a un centro de
8
control. El proyecto PREDERES, financiado por la Unión Europea y la Agencia para la
Reconstrucción del Estado Vargas (CORPOVARGAS), es el primer esfuerzo para implementar
un sistema de esta naturaleza en el área afectada por los deslaves de 1999, y virtualmente es el
primero en Venezuela, ya que las anteriores experiencias fueron infructuosas. El sistema ha sido
diseñado e implementado por investigadores del Instituto de Mecánica de Fluidos y del
Departamento de Hidrometeorología de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Central de
Venezuela. La Figura 1 muestra un mapa de las cuencas donde se ha implementado el sistema de
observación. La cuenca de Mamo (color beige) es de 141 km2, Tacagua (color verde) es de 93,5
km2, y La Zorra (color púrpura) es de 6,2 km2.
Figura 7. Mapa de ubicación de la red de estaciones para el monitoreo hidrometeorológico en las
cuencas de Tacagua, Mamo y La Zorra (cuadrados son de 4 x 4 km).
Los datos generados por la red de estaciones se reciben en una Sala Técnica ubicada en la
Universidad Marítima del Caribe en Catia La Mar, y por otra localizada en la Universidad
Central de Venezuela (UCV) en Caracas, la cual opera como un consultor técnico de la anterior.
En tiempos normales, la Sala Técnica usa estos datos y otra fuente de información (imágenes de
satélites, modelos meteorológicos globales, etc.) con el propósito de: a) elaborar pronósticos
meteorológicos regionales en conjunto con el Centro Nacional de Pronósticos
Hidrometeorológicos (CENAPH); b) enviar boletines rutinarios a otros organismos interesados;
c) alimentar una base de datos; y d) alimentar una página Web. A partir del momento en que una
evaluación meteorológica global considere posible la ocurrencia de un evento extremo, los
recipientes de la información serán advertidos mediante un boletín especial y se activará la Sala
Operacional, con representantes de la Protección Civil, gobierno local, y los Comités de Riesgo
formados por los habitantes de Catia La Mar. Debe señalarse que todos los eventos causantes de
9
aludes torrenciales en el pasado han ocurrido entre los meses de Diciembre y Abril, fuera de la
época normal de lluvias, debido a condiciones meteorológicas especiales (frentes fríos) que los
expertos pueden identificar en principio con varias horas de antelación. Adicionalmente,
basándose en las mediciones en tiempo real de la precipitación, la Sala Técnica enviará avisos de
alerta a la Sala Operacional a fin de prevenir inundaciones en las áreas urbanas, causadas por
flujos de agua, barros o aludes torrenciales.
Con este objetivo, se ha implementado un Sistema de Interpretación de Datos cuya principal
componente lo constituyen un modelo hidrológico de lluvia-escorrentía corriendo en tiempo real,
y un gráfico de evaluación permanente de las condiciones de inicio del alud torrencial. El modelo
hidrológico calcula continuamente la lluvia efectiva, pronosticada o en tiempo real, usando la
metodología del Número de Curva y una aproximación de onda cinemática para estimar el caudal
pico a la entrada de la zona urbana, para los períodos de tiempo subsecuentes. Si se espera que el
caudal alcance un valor predeterminado, se genera un aviso de alerta que se transmite a la Sala
Operacional. El nivel de la superficie del flujo en el canal es también controlado en el mismo
sitio por un sensor de ultrasonido ubicado en la estación hidrométrica, de forma que la alerta
pueda ser también generada si un nivel crítico (predeterminado) de alerta es alcanzado, lo cual
permite un doble chequeo de seguridad. El modelo trabaja actualmente con las mediciones de
lluvia transmitidas por la red de monitoreo, y debido al tamaño pequeño de las cuencas, puede
pronosticar inundaciones con tiempos de anticipación de 40 minutos, aproximadamente, en la
cuenca más grande de estudio (Mamo). Sin embargo, el uso del Radar Doppler instalado
recientemente en Jeremba, pudiera permitir en un futuro cercano el pronóstico de la precipitación
con varias horas de anticipación mediante la extrapolación de los patrones de lluvia de las
imágenes de radar. A partir de estos pronósticos de lluvia, el modelo hidrológico estaría en
capacidad de emitir una alerta preliminar de inundación con tiempos de anticipación similares.
3.4 Evaluación de la Lluvia Crítica
El otro componente del Sistema de Interpretación de Datos compara dos indicadores de lluvia
con valores críticos predeterminados (umbrales) a fin de identificar la posibilidad de ocurrencia
de aludes torrenciales. Específicamente, se chequea la posición de un punto representativo en un
Gráfico de Evaluación construido con estos indicadores como coordenadas, donde una línea
crítica separa una zona segura de una zona de riesgo. En el caso en que el punto se aproxima o
pasa esta línea, una alerta especial se emite por la Sala Técnica.
Las metodologías que intentan establecer una relación entre los aludes torrenciales y la lluvia
previa, son usadas comúnmente en otros países para pronosticar dicho fenómeno. Hay un
consenso virtual de que un indicador tiene que ser representativo de la lluvia de corta duración
(en el término de horas recientes) y el otro de la lluvia de larga duración (en el término de días
recientes), pero hay diferentes criterios para elegir los períodos de cálculo y la forma de los
indicadores. Los indicadores usados en el Sistema de Alerta Temprana en Catia La Mar son
sumas ponderadas de las lluvias pasadas, donde el peso decrece exponencialmente con el tiempo,
de forma que la influencia de una lluvia específica en el indicador decrece con su antigüedad.
Este método es similar al Método del Comité usado en Japón, un país con una gran experiencia
en este campo (IDI, 2004). El tiempo de media vida del indicador de corto plazo (es decir el
tiempo para el cual el peso es 0,5) es igual a 1,5 horas, y es igual a 72 horas para el indicador de
largo plazo. Esto quiere decir en resumen, que la lluvia de más de 10 horas y 20 días de
antigüedad no tiene prácticamente ninguna influencia en los indicadores de corto y largo plazo,
10
(Tiempo
respectivamente. Para determinar la línea crítica en el Gráfico de Evaluación, se realizó una
investigación de los datos históricos para representar los eventos pasados que generaron aludes
torrenciales (lluvias causantes) y las lluvias extremas pasadas que no causaron aludes torrenciales
(lluvias no causantes). La mayor dificultad provino del bajo número de eventos documentados de
aludes torrenciales, y la falta de registros de lluvia, especialmente horarios. Para superar este
inconveniente, se estableció una relación entre la lluvia máxima horaria y la lluvia diaria a partir
de las estaciones con registros completos de precipitación. Finalmente se dibujó una línea
tratando de separar los dos grupos de eventos, a pesar de que algunos puntos inevitablemente
permanecían en la zona equivocada. El gráfico actualmente en uso en el Sistema de Alerta
Temprana en Catia La Mar, se muestra en la Figura 8. Este gráfico debe ser considerado como
una primera aproximación que debe ser mejorada en el futuro a medida que se avance en el
monitoreo de la cuenca.
120
100
Lluvia acumulada de corto plazo en mm
de media vida =1.5h)
Línea Crítica
80
Lluvia causante
Lluvia no-causante
60
40
20
0
0
50
100
150
200
250
300
350
400
450
500
Lluvia acumulada de largo plazo en mm (Tiempo de media vida= 72 h)
Figura 8. Línea crítica para generación de aludes torrenciales en Catia La Mar.
3.5 Fortalecimiento Institucional
Como una parte del Proyecto PREDERES, orientado a la reducción del riesgo por inundaciones
en Catia La Mar, se han llevado a cabo actividades con el objeto de fortalecer las instituciones
directamente o indirectamente involucradas en el manejo del riesgo en esta región: Los servicios
municipales de la Alcaldía, el Ministerio del Ambiente, el Ministerio de Educación, la
Universidad Marítima del Caribe, y la Universidad Central de Venezuela, con el objeto de
mejorar las capacidades personal y favorecer el intercambio de experiencias e información entre
estas organizaciones. Los servicios municipales y las autoridades involucradas fueron la Oficina
de Planificación Urbana, la Oficina de Catastro y más específicamente la Dirección de
Protección Civil, con la mejora de las comunicaciones y equipos de oficina, y la organización de
talleres y conferencias por expertos nacionales e internacionales.
11
3.6 Preparación de la Comunidad
Otro programa apunta a mejorar la preparación de la comunidad contra las amenazas naturales y
en particular contra amenazas de inundación. En cada comunidad el programa comienza con una
evaluación participativa de las amenazas existentes en la comunidad, lo cual incluye: a)
información acerca del proyecto global y sus componentes, tal como las obras de prevención
estructural y el sistema de alerta temprana; b) establecimiento de un comité de riesgo; c)
elaboración de un plan de riesgo y de emergencia para el área local; d) definición del rol de la
comunidad en el sistema de alerta; y e) entrenamiento en tópicos de riesgo. Como un programa
complementario se realizó una investigación para buscar una solución a los bienes afectados por
la construcción de las obras de prevención, incluyendo indemnización y reubicación.
6. CONCLUSIONES
La tragedia de Vargas se produce principalmente por la incontrolada ocupación urbana de los
abanicos aluviales, gargantas de las quebradas y laderas de los cerros circundantes, los cuales
fueron habitados sin tomar las medidas adecuadas de prevención en las cuencas. Para el momento
de la ocurrencia de los flujos extraordinarios de 1999, tan solo existían dos presas de retención de
sedimentos, y no había presencia de sistemas de alerta temprana que hubiesen permitido dar
señales anticipadas para evacuar a la población.
En este trabajo se ha presentado un enfoque integral de las estrategias estructurales y no
estructurales requeridas para prevenir o mitigar el efecto de los aludes torrenciales. En una
segunda parte se han presentado y discutido las medidas implementadas por Corpovargas para
reducir el riesgo de una nueva tragedia. A continuación se hace un resumen de los resultados más
importantes y se recomiendan acciones para orientar los esfuerzos que se están realizando en el
Estado Vargas materia de prevención.
1) Se han construido 35 presas de retención de sedimentos en las quebradas de Vargas.
Todas las presas cerradas (14) construidas entre los años 2002 y 2004 están totalmente
sedimentadas. La rápida sedimentación es debido a: a) la alta capacidad de producción de
sedimentos de las cuencas; b) la falta de ventanas o aberturas en el cuerpo de la presa,
para permitir el paso de los sedimentos finos arrastrados por las crecientes ordinarias
2) Las presas deben ser provistas, en la medida de lo posible, de vías de acceso para permitir
la extracción del material sedimentario, ya que ellas deben estar vacías para recibir,
retener o amortiguar los nuevos flujos extraordinarios. Esto debe ser complementado con
un estudio de los posibles sitios de disposición y un análisis económico del
aprovechamiento con fines comerciales del material granular acumulado en los vasos de
las presas.
3) Las nuevas presas que se construyan deben tomar en cuenta la producción de sedimentos
de las cuencas. Para ello deben cuantificarse los volúmenes de sedimentos disponibles y
potencialmente arrastrables en las cuencas, para un mejor diseño de las obras, así como
para establecer planes y programas para el manejo integral de las cuencas.
12
4) En casos con condiciones topográficas y geológicas favorables, parece apropiado
construir presas mas grandes en la garganta de las quebradas a fin de tener mayor
capacidad para retención y almacenamiento de sedimentos durante los eventos
extraordinarios.
5) Las observaciones de campo indican que el funcionamiento de las presas abiertas ha sido
satisfactorio. Las aberturas han cumplido la función de dosificar el transporte de
sedimentos y retener las fracciones más gruesas. En algunos casos las presas abiertas se
han autolimpiado.
6) La retención total de los sedimentos en las presas cerradas ha originado, en algunos casos,
procesos erosivos en los tramos aguas abajo debido al efecto del flujo con una capacidad
de transporte no saturada. En los cauces en donde se han construido varias presas, el
proceso de erosión se manifiesta cuando la distancia entre las presas es muy grande (Ej.
Quebrada Curucuti y Quebrada Piedra Azul).
7) Se han elaborado mapas de amenaza para las cuencas más importantes del Estado
Vargas. Sin embargo ellos fueron delineados para la condición de cauce natural (sin
presencia de obras). Se hace necesario ajustar los mapas a las obras recientemente
construidas para la mitigación de deslaves. Esto debe conducir a una reglamentación en el
uso de la tierra y a medidas de prohibición, reubicación o restricciones en las
edificaciones y líneas vitales ubicadas en las zonas amenazadas.
8) Se ha instalado un Sistema de Alerta Temprana (SAT) en tres cuencas de Vargas
(Tacagua, Mamo y La Zorra) para proteger a la población de Catia La Mar. El sistema
piloto, el cual esta en período de prueba, debe ser extendido a otras cuencas de Vargas y
del resto de país.
9) Debe promoverse y apoyarse el desarrollo de técnicas para la generación de pronósticos
cuantitativos de precipitación a muy corto plazo (pocas horas), en base al procesamiento
de las imágenes del radar Doppler ubicado en Jeremba, lo cual permitirá un incremento
significativo en el tiempo de anticipación de las alertas del Sistema de Alerta Temprana.
10) Se ha hecho un esfuerzo importante en el fortalecimiento de las capacidades comunitarias
para la gestión local del riesgo en las cuencas de San José de Galipán, Tacagua, Mamo y
La Zorra, el cual debe extenderse a otras cuencas de Vargas.
AGRADECIMIENTO
Este trabajo es parte de una investigación que ha sido financiada por el Ministerio de Ciencia y
Tecnología, FONACIT y por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (CDCH) de la
Universidad Central de Venezuela. CORPOVARGAS y la Unión Europea financiaron el estudio
que condujo al establecimiento del Sistema de Alerta Temprana en Catia La Mar.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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developing countries”, Ministry of Land, Infraestructure and Transport, Infraestructure
Development Institute, Japon.
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Chapter 20, in Debris-flow Hazards and Related Phenomena, Springer-Praxis, Matthias Jakob
and Oldrich Hungr (Editors).
López J.L y Courtel F., 2008, ”An integrated approach for debris-flow risk mitigation in the north
coastal range of Venezuela”, XIII Congreso Mundial del Agua, Montpellier, Septiembre, 2008.
López, J.L., Pérez-Hernández D., y García Reinaldo., 2003, “Hydrologic and Geomorphologic
Evaluation of the 1999 Debris Flow Event in Venezuela”, Proceedings of the Third International
Conference on Debris-Flow Hazards Mitigation, Davos, Switzerland, Sept. 10-12, 2003.
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