Pobreza y desigualdad en Costa Rica Juan Manuel Villasuso Por lo general la política social suele definirse como la "lucha contra la pobreza". Eso es entendible porque la insatisfacción de las necesidades básicas impone limitaciones al desarrollo individual, afecta la dignidad y autoestima de las personas y genera patologías que desintegran las familias, deterioran la convivencia ciudadana y reducen el capital social. Es por eso que la pobreza ha constituido el eje central de la retórica oficial en los últimos años en Costa Rica y los distintos gobiernos han creado programas que han tenido como propósito reducir la pobreza. Sin embargo, esas iniciativas, entre las cuales se incluyen el “Plan de Combate a la Pobreza” (1994-1998) en la Administración Figueres; seguida por el “Plan de Solidaridad” en el Gobierno de Miguel Angel Rodríguez (1998-2002) y posteriormente el “Plan Vida Nueva” del Presidente Abel Pachecho (2002-2006), no han tenido, tal como lo expresa la socióloga Sivia Lara, "ni éxito ni aceptación institucional ni política". La evidencia concreta demuestra que los niveles de pobreza en Costa Rica no han disminuido en en mas de una década. Uno de cada cinco costarricenses no puede satisfacer sus demandas fundamentales de alimentación, vestido y vivienda, lo cual representa mas de 900 mil personas, de las cuales 237 mil viven en condiciones de miseria. Sin embargo, aun y cuando la pobreza constituye uno de los problemas mas serios y dolorosos que debe enfrentar la política social, esta debe incluir también otra dimensión fundamental: la contracción de la brecha social, es decir, la reducción de la inequidad y la desigualdad. Cuando en un país los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres ese es un signo inequívoco y preocupante de que se marcha por un camino equivocado. Y eso es lo que ha venido sucediendo en Costa Rica en los últimos tiempos. Las cifras son elocuentes. Entre 1988 y 2004 el coeficiente de Gini, indicador de grado de desigualdad en la población, aumentó de 0.35 a 0.47, lo cual indica que "el ingreso está mas concentrado en menos hogares y por tanto se presenta una mayor desigualdad en el 2004", señala la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2004. Además, la diferencia en el ingreso per cápita de las personas de menores ingresos (primer quintal) en relación con las de mayores remuneraciones (quinto quintil) pasó de 10.9 a 19.9, es decir, prácticamente se duplicó entre 1988 y 2004. En lo que respecta a la distribución de la riqueza nacional, la mas reciente Encuesta de Hogares (2005) indica que el 20% de menores ingresos recibe unicamente el 5.2% del producto que se genera en el país, mientras que el 20% mas alto obtiene el 47.0% Estos datos son desalentadores y preocupantes. Si a esto sumamos las inequidades presentes en nuestro sistema tributario, donde prevalecen los impuestos regresivos y las diferencias en la prestación de servicios públicos a los distintos grupos sociales y en las diversas regiones de nuestra geografía, resulta evidente que en Costa Rica cada día se amplia la brecha existente entre ricos y pobres. Tanto por razones humanas como sociales y políticas resulta imperativo un cambio de rumbo. No son suficiente ni los programas asistenciales ni los recursos focalizados. No basta con un plan con nuevo nombre y viejas concepciones para cumplir la función redistributiva. Se requiere atacar el problema desde la raíz, desde la distribución primaria del ingreso, desde la etapa de la producción y creación de riqueza.