TEORÍA DE LA EDUCACIÓN: EJE 3 MYRIAM SOUTHWELL: DOCENTES: LA TAREA DE CRUZAR FRONTERAS Y TENDER PUENTES Introducción: Enseñar es establecer una relación, que se establece con la cultura, el poder, los saberes y las formas de enseñanza; una relación con los otros y lo que ellos generan en uno. Una relación con la cultura, una autoridad cultural Lo que funda el sentido del trabajo de enseñar es la relación con la cultura, esto es, la relación propia y la que propiciamos para los otros. Relación Propia: Antes que docentes somos ciudadanos que nos vinculamos a una sociedad y nos insertamos en ella. A partir de la propia relación habilitamos una relación con los otros (alumnos) con una cultura y una sociedad en las que vivien y pertenecen, La relación pedagógica es una relación ASIMÉTRICA (es necesario que así sea) porque ambos miembros de la relación no están en igual relación con el saber, las normas, las responsabilidades. Además, el trabajo de enseñanza supone la construcción de formas de autoridad: el curriculum es una forma de autoridad cultural, el estado y las instituciones educativas y laborales establecen formas de autoridad (…) el docente que teje puentes con la sociedad que vivimos constituye una autoridad. La escuela tradicional argentina o “escuela moderna”: La expansión de la escolarización de masas requirió la formación de un cuerpo profesional que fuera difusor de los nuevos valores del Estado-nación. Se institucionalizó una de las piezas claves de la “maquinaria escolar”: la formación de docentes, bajo el control político del Estado y el control científico de la pedagogía. Los educadores de fines del siglo XIX y principios del XX, pensaron que la escuela debía civilizar el mundo, formar sujetos nuevos desconociendo aquello que los individuos traían como experiencia previa y propia. Como se pensaba a la escuela como una institución renovadora y transformadora de la sociedad, los límites entre el afuera y dentro estaban rígidamente marcados, trasponer la puerta de la escuela era entrar en “otro mundo”. El “afuera” sobre el que se recortó la escuela tradicional argentina fue planteado como una fuente de contaminación, una amenaza o un problema. Se miraba al mundo de Europa, idealizado e inexistente, el de las letras y las ciencias. La docencia se planteó como un trabajo individual y personal, el docente se definía por un dominio del saber letrado, lo que le otorgaba una autoridad legítima e inapelable. Ernesto Nelson fue un impulsor de las ideas de John Dewey, a las que vinculó con el curriculum de la escuela media, introdujo el fútbol, el cine, la prensa y los viajes de estudio como formas educativas. Propuesta actual: Hoy, con el declive de las instituciones fuertes se hace imposible demarcar el adentro y el afuera. Educamos para que los alumnos aprendan a vivir en el mundo, para que tengan más herramientas que los ayuden a ser felices, y para que puedan hacer algo mejor con lo que reciben de nosotros. Retomando las cuestiones de asimetría y autoridad, uno de los rasgos para refundar esa idea sea UN DIÁLOGO con la cultura contemporánea. Podemos autorizarnos como intérpretes, como puentes que dibujen otros cruces entre generaciones, la escuela funciona como ese puente. El escenario educativo para las nuevas generaciones: En las sociedades teocráticas = la transmisión siempre significa reproducción / En las sociedades democráticas = la transmisión implica subversión, creación de un presente y un futuro diferentes. Educación y democracia estarán vinculadas si pensamos la educación como el surgimiento de una libertad y no como una inculcación. La educación debe transmitir a los niños, entonces, saberes que los LIGUEN, DESLIGUEN Y LOS RELIGUEN: Ligar: Integrar a los niños a nuestro mundo en común, transmitirles saberes que les permitan integrarse en la sociedad. Desligar: Transmitir saberes que les habiliten a escapar a todas formas de influencia, enseñarles a pensar por sí mismos esas formas. Religar: Transmitir saberes que permitan construir la humanidad en el hombre, que inscriban a los niños en el proceso de universalización. Implica transmitirles los sentidos de los saberes, los medios para encontrar respuestas a cuestiones antropológicas (su lugar en el mundo, su relación con los demás y consigo mismo, sus pulsiones). LA CLAVE reside en “transformar los saberes fosilizados en vivientes” para que el alumno se los apropie, a través de la cultura, que simboliza lo interior y reúne lo íntimo y universal, donde se conjuga amor y libertad. Método y Vocación. Pensar pedagogías para este tiempo: La concepción Tradicional: Surge la PROFECIONALIZACIÓN de la docencia: la escuela deja de ser un asunto estrictamente eclesiástico para participar de forma directa en el orden público. El Estado dio un lugar central a una serie de políticas para sostener la expansión educacional: fundación de escuelas, prescripción de los métodos y enseñanzas considerados válidos, políticas de lectura y texto escolar, control sobre docentes y alumnos, etc. Se despliega un “gobierno escolar”. El progreso estaba garantizado si se lograba establecer y difundir cuáles eran las metodologías adecuadas. Ningún aspecto del ejercicio docente quedará fuera de control, para alcanzar una homogenización cultural y moral puesta en manos de esos funcionarios civilizadores llamados “maestros”. El MODO PRESCRIPITIVO de operar sobre la realidad educativa sintetiza el pensamiento político y social sobre el que se basó la escuela moderna, que incluía un fuerte relieve moral para la enseñanza El siglo XX y el surgimiento de modelos pedagógicos: La formación del docente se centró en las particularidades metodológicas de su rol y la comunicación con los alumnos. Guías e instrucciones para los docentes y planificaciones empezaron a conformar una “industria” de la educación. La relación del docente con la práctica: Se ha instalado la creencia de anteponer Práctica sobre teoría, esto puede contribuir a prácticas conservadoras al entender que sólo debe operarse con “la realidad”, entendida ésta como “lo que hay” desestimulando así perspectivas más transformadoras. LA VOCACIÓN: Interesa dejar de ver a la vocación como era tradicionalmente, es decir, como atributo individual, para observarla en términos colectivos, como efecto de una dinámica social. Nuestros modos de operar con la realidad son el resultado de un proceso de producción cultural y social que se tramita entre las urgencias, prioridades, dilemas y certidumbres de cada momento histórico. La política y la sociedad constituyendo la tarea: La educación y la enseñanza tienen hoy una dimensión política que aloja derechos, que produce sujetos, que favorece u obstaculiza la participación, la democratización y la transformación de las instituciones y la sociedad. En la escuela tradicional del siglo XIX la docencia se había consagrado como una actividad intelectual a la vez que subordinada: las finalidades políticas consistían en robustecer técnica y metodológicamente su trabajo para alcanzar lo más eficientemente la finalidad estatal. Más allá de la desigualdad que se establece entre alumno y docente nadie, puede poseer dentro de la escuela menos derechos de los que tiene afuera de ella Hoy, las experiencias de ser padre o madre, docente, joven o niña están atravesadas por transformaciones muy cruciales, de quiebre y fragmentación. La relación más igualitaria puede generarse a través de CADENAS DE DEPENDENCIA: buscar alianzas para organizar madres y padres, pensar en organizaciones estatales y comunitarias que puedan sumarse a mejorar el bienestar de la población y crear en la práctica lazos de sostén y dependencia mutua. La escuela es un ámbito específico y particular donde se produce la socialización de las nuevas generaciones en la cultura letrada y donde se construye una relación con la cultura y la política a través de los espacios curriculares y mediante el modo en que la justicia y ética circulan por los pasillos. EL EMPLEO DOCENTE: Durante el siglo XX, los docentes fueron el ejemplo del discurso que transmitían: en ellos se encarnaban las posibilidades del ascenso social y la posesión de un capital cultural a través de la educación. ACTUALMENTE: Ni el pleno empleo ni la expansión de los cargos docentes continúan vigentes; se redujo la heterogeneidad de la población que accedía a las carreras docentes, con un peso creciente de los sectores más empobrecidos. El empleo docente se ve amenazado por las medidas de AJUSTE ESTRUCTURAL (degradación de soportes materiales, restricción de cargos, deterioro salarial) / y a su vez se busca cada vez más por el desmoronamiento de la condición salarial y la protección que ella incluía. Para las perspectivas de los aspirantes a la docencia, el trabajo ocupa un nuevo lugar donde se reacomodan lo vocacional, lo redentor, lo laboral y la enseñanza. EL PROBLEMA: Se sigue a la espera de un perfil de estudiante que para la docencia ya no existe. Se sigue proponiendo un “deber ser” de la escuela y de los docentes, con la idea de reponer un modelo que se estableció y fue eficaz tiempo atrás. Lo que se busca es buscar si el estudiante presenta disposiciones de “vocación” o no, pero no si la institución las forma. En muchos casos se construye un discurso alrededor del supuesto déficit que traen los alumnos: Esto genera procesos de estigmatización de los docentes respecto a alumnos / Genera una epistemología academicista que solo reconoce conocimientos del medio escolar y descarta otras formas de conocer. Los estudiantes no se sienten capacitados para enfrentar entornos culturales que consideran hostiles. Se refuerzan así la reproducción y fragmentación sociales; se pierde la dimensión de una escuela que apuesta a la creación de una esfera incluyente y plural POSIBLE SOLUCIÓN: Autorizar la palabra docente, buscar vincularse a la cultura que se despliega fuera de la escuela, a la sociedad de la que los docentes son parte, mas allá de rígidos preceptos morales y de relaciones autoritarias con el conocimiento. LA RELACIÓN DE LA DOCENCIA CON EL TRABAJO: En años recientes, las transformaciones culturales caracterizadas por el advenimiento de la llamada “sociedad del conocimiento” y sus derivaciones sociales profundamente desiguales conformaron una agenda educativa compleja. En los años 50: Se instaló una preocupación por la expansión del sistema educativo. La consolidación de la sociedad salarial y la difusión del desarrollo económico relacionado al desarrollo educativo llevó al Estado a diseñar nuevas políticas tendientes a regular la educación 1958, sanción del Estatuto del Personal Docente Nacional: Se regulo ascenso, ingreso y estabilidad del cargo docente. Se fijó la necesidad de contar con cursos de perfeccionamiento y se definieron criterios para la remuneración salarial. Hacia 1990: Se definen nuevas exigencias para la tarea docente, pero se deja al Estado de lado. Se exige incrementar la competencia intelectual y social y la responsabilidad por la obtención de resultados favorables. Se define la necesidad de EVALUAR la tarea del profesor en términos de “rendir cuentas” de su trabajo. Se admite la necesidad de regular los procesos de enseñanza y las identidades de los docentes a fin de conseguir una estandarización profesional y una mayor responsabilidad individual. Tradicionalmente, “profesionalización” se asoció con el carácter vocacional de la tarea de enseñar / Tras la consolidación de las sociedades de mercado, la responsabilidad por la eficacia y la eficiencia de la tarea docente ha comenzado a constituir nuevas identidades a las que se les exige capacidad para el trabajo colectivo pero también compromiso individual por los resultados y la calidad de la educación. A finales del siglo XX se manifestaron políticas de profesionalización en enunciados destinados al ejercicio individual, a la actualización de cada docente, al fortalecimiento de su autonomía y a la gestión de su propio riesgo. Frente a esto, los docentes debieron llevar a cabo su tarea en contextos cada vez más desfavorables. LA POSTA: La evaluación de los docentes, los incentivos ligados a los resultados obtenidos y la diferencia salarial según el desempeño son respuestas individuales frente a una situación que implica aspectos colectivos y condiciones socioeconómicas más allá del desempeño del profesor aislado. El siglo XXI ha llevado a buscar “relacionar más la formación con la carrera”, es decir, construir una perspectiva de desarrollo profesional que comience con la formación inicial y continúe con el enriquecimiento de saberes de la experiencia, buscando situar al docente como voz autorizada a través de la recreación de la herencia cultural y del fortalecimiento de sus vínculos con la política y el mundo contemporáneo. CONCLUSIONES: El sistema educativo argentino abrazó la idea de igualdad que generó un gran crecimiento y movilidad social para amplios sectores; a la vez, construyó una concepción de igualdad homogeneizante y autoritaria que dejó fuera de consideración muchos aspectos humanos, culturales y políticos. La “IGUALDAD” debería empezar a pensarse como “igualdad compleja”: una cualidad que habilita y valora diferencias que cada uno porta como ser humano. Que haya sujetos que puedan educarse depende de lo que hagamos con ellos en la escuela, no sólo lo que hagan la familia y la sociedad; depende de cómo los recibamos en una institución que los considere con iguales derechos a ser educados y aprender. Tradición no es mandato: La tradición es centralmente una transmisión de concepciones, de una mirada del mundo que encierra valores y le da sentido a las instituciones. Dentro de ellas, modela también posiciones para los individuos; allí entonces, la tradición es transmisión para que otros la hagan suya al renovarla. Qué transmitir, por qué y comó, son preguntas fundamentales del quehacer docente La perspectiva que buscamos abrir tiene presente que la acción educativa es propia de espacios que tienen particularidades específicas. Involucra relación entre los intereses de distintos actores grupales e individuales. Las instituciones, a través de sus muchos actores dejan de ser meras reproductoras para transformarse en productoras, creadoras y recreadoras de aquellos procesos (el proceso es lograr la ampliación de las oportunidades educativas) Así, aquello que en el marco institucional entró en crisis puede ser renovado. QUÉ ES ENSEÑAR: Es un trabajo profesional que posee una tradición en la cual se respalda pero a la que puede revisar, la docencia toma la tradición para renovarla. Se debe brindar el conocimiento como UN PUENTE ayudando a cruzar fronteras en una relación mediada que liga y habilita para la renovación, que genera responsabilidades en la construcción de una posición con otros y con nuestro tiempo.