Subido por Hector Fabian Riquelme Salas

asset-v1 Universidad de Chile+UCH 47+2020+type@asset+block@LECCION 3.2 MC

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1. El cuerpo como frontera: La política de la identidad y seguridad nacionales
como respuesta estatal a la migración
Estamos en una época en la cual se acentúa la ficción de una movilidad geográfica adaptada a mercados de trabajo
flexibles y a una constante construcción del sí mismo. En este nuevo escenario global, los desplazamientos de
personas se multiplican y se han vuelto la realidad de millones, instaurando al mismo tiempo estereotipos
provenientes de imaginarios sociales de distintas épocas que son invocados para justificar políticas migratorias
restrictivas y políticas fronterizas de corte seguritario, que colocan una sospecha permanente en el cuerpo de
la persona inmigrante.
La frontera en la sociedad contemporánea puede ser
entendida como la paradójica línea (imaginaria y definida) que
separa a los territorios y a sus habitantes, una vez que son
reclamados por los Estados soberanos. Marca aspectos
reconocibles, muchas veces atados a una nacionalidad; implica
determinadas
exigencias
administrativas
para
el
reconocimiento de derechos; y, es un objeto jurídico que
distingue distintos poderes. También es la construcción
cultural e ideológica que proviene políticamente de victorias o
derrotas político-militares, de divisiones, tratados e incluso de
ventas consumadas en violentos procesos de dominación1.
Estas características convierten a las fronteras en un
instrumento de dominación que evoluciona según el
estado de las relaciones de fuerza que mueven a los
Estados y a los gobiernos. Por ello es que son
realidades tangibles, edificadas entre muros
electrificados y dispositivos de guerra que tienen
como propósito fortalecer la idea de una identidad
nacional a partir de la marginación de quien se
considera como indeseable para esta, es decir, de
apartar de la nación a quien no cumpla con los
requisitos y condiciones que estas imponen para la
integración. Se trata de un Otro que da paso a la
dialéctica del cercano/lejano que Georg Simmel2,
desplegará desde la figura del extranjero.
Tijoux, M.E. “La frontera en el cuerpo: diferencia y extranjeridad del inmigrante peruano(a) en Chile”.
Universidad de Porto, Portugal.
2 Simmel, et al. El extranjero. Sociología del extraño. Madrid, Sequitur, 2012
1
Al momento de cruzar una frontera e ingresar al espacio de
soberanía de un estado nacional como el chileno, se inicia un
proceso que va construyendo a un sujeto particular -un sujeto
migrante- que se asocia directamente al peligro contra la
identidad nacional y contra los nacionales. Dicho proceso implica
un conjunto de elementos que hacen posible una condición
migratoria atada a la economía, que mueve los hilos de la
ganancia y que produce miseria en las personas que carecen de
recursos hasta empujarlas a emigrar y a soportar la vida.
Los conflictos políticos, las guerras o los desastres naturales cuando no son administrados por los
estados en términos de igualdad, empobrecen a muchos(as) y devienen en causales de expulsión. Por
otro lado, las políticas y leyes migratorias, los marcos institucionales de acogida e integración al igual
que el sistema de garantías de derechos considerados fundamentales, cuando no se conciben desde un
marco de igualdad y no discriminación, pueden terminar por fundar ideologías racistas que
naturalizan la precarización de la vida de la persona migrante en el país de llegada.
2. Construcción del sujeto migrante en Chile
Las ideologías racistas posibilitan la construcción de puntos de
vista según el país de origen de una persona, para determinar que
la valoración que se tiene respecto a ella depende de la
nacionalidad, es decir, si proviene de Alemania no será valorada
del mismo modo que si llega de Argentina, de Perú o de Chile.
Por ello también es que existen visas que promueven la
inmigración de profesionales del llamado “primer mundo”,
mientras que se ponen restricciones a las visas de países
considerados como “subdesarrollados” según el orden mundial
marcado por el capitalismo y el colonialismo.
En el caso de Chile, la marca de la inmigración considerada como indeseable está atada a siete países
de América Latina y el Caribe: Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, República Dominicana, Haití y
Venezuela, y que se expresa en los distintos mecanismos estatales e institucionales que construyen
condiciones sociales de existencia específicas para las personas de estas siete nacionalidades, que
luego son observables en las interacciones de la vida cotidiana.
De dicha condición se despliegan situaciones que tienen distintas expresiones y dimensiones, siendo
particularmente relevantes las del acceso a derechos fundamentales como la identidad, la libertad
de movimiento, la participación política y derechos sociales como salud y educación.
Durante el tiempo de pandemia, los derechos a la alimentación y a la vivienda han tomado particular
relevancia.
Al mismo tiempo, se deben estudiar la generación de
estereotipos racistas que permiten justificar las restricciones
de derechos y la segregación de las personas migrantes al
interior de la sociedad chilena, incluyendo sensaciones y
sentimientos de rechazo, odio y temor hacia la migración
marcada por el estigma de lo distante.
La condición migratoria se produce previamente al encuentro
entre las personas migrantes, las instituciones y sociedad
chilena, aunque requiere de la llegada y presencia del migrante
para poder ser actualizada. Esta es la frontera puesta en el
cuerpo. Esta actualización implica por ejemplo que los
nacionales podrán ser más o menos racistas según las
comparaciones que hagan entre las comunidades que ingresan
al país, pero también considerando su color, rasgos,
condición económica, sexo u otras categorías que los
ubican -siempre- por debajo de los nacionales.
En esta construcción de un sujeto migrante vale señalar
que los inmigrantes son parte de la excepción construida
por la política racializada que entiende a la “raza” como
un sistema de diferenciaciones hechas en nombre de este
concepto entendido en su acepción moderna, pero
teniendo claro que el racismo produce tanto a la “raza”
como a los procesos discriminatorios que atrapan a las
personas migrantes en el país de llegada.
Luego, en este proceso de construcción que genera un
sujeto a partir de categorías provenientes de estereotipos
que avalan una falsa idea sobre quien es realmente la
persona que inmigró al país, se puede observar que, de
cierto modo, quedan atrapados no solamente en el
concepto que los señala al llamarlos “migrantes”, sino
además en una posición que los clasifica diferencialmente
de los chilenos.
3. El cuerpo migrante
Desde una dimensión sociológica, el cuerpo es el lugar que
posibilita las relaciones con los individuos y los grupos, en él se
arraiga el sentimiento de identidad que será siempre provisoria.
Con el cuerpo se entra al espacio de la vida, con él vivimos,
trabajamos y con ese fin lo alimentamos y educamos, para
modelarlo en el marco de las medidas y del peso que lo construya
como un cuerpo conveniente, según el modo en que se le encarne
el origen, la clase social y la sociedad donde se desempeña.
Al cuerpo lo hacemos hablar desde sus gestos, su forma, sus
marcas o sus movimientos. Asimismo, los usos que le damos
pueden determinar la distribución de sus propiedades hasta
forjarlo como “la objetivación más irrebatible del gusto de
clase”3. El cuerpo también agencia la mediación con el mundo y
se presenta en la vida conteniendo a un individuo que actúa
buscando el cara-a-cara con el otro.
En sus apariencias y en sus usos, el cuerpo es lugar privilegiado
de la aprehensión del Otro, pero puede ser un objeto que apela a
la separación interior y que provoca angustia cuando refiere al
cuerpo de un ‘otro’ rechazado, que marca el límite con el
‘nosotros’. En el espacio social chileno, la separación entre el
inmigrante y el chileno/a, muestra que lo no-común que impone
el punto de separación es el cuerpo, por haber sido visto y sentido
como ‘distinto’.
El cuerpo inmigrante ha sido construido históricamente, por oposición al cuerpo chileno, como un
cuerpo ‘extraño’ que se reconoce porque se ha alojado problemáticamente en el cuerpo de la nación
chilena. Pero también puede rechazarse aún sin conocer su historia, pues su otredad ha traspasado los
límites de lo que se conoce sobre alguien al que se desprecia o se odia. Se trata de un cuerpo
condenado, ausente de su territorio, configurado en la negación. Una marca de pesadez cuya forma
colocada en el espacio imposibilita su desaparición pues siempre está en alguna parte. El cuerpo
migrante, el cuerpo de este sujeto sujetado a una condición migratoria que lo señala, lo posiciona, lo
caracteriza y lo juzga, es entonces la frontera desde donde lo chileno se construye.
3
Bourdieu. P. (1979) Le sens pratique. Paris, Minuit, p. 210.
DOCENTE LECCIÓN 3.2
María Emilia Tijoux y Constanza Ambiado
Para citar este material educativo:
Ambiado, Constanza y Tijoux, María Emilia (2020) “El cuerpo como frontera: La
política de la identidad y seguridad nacionales como respuesta estatal a la
migración”, material del curso “Migraciones contemporáneas y construcción del
sujeto migrante en Chile”, impartido en UAbierta, Universidad de Chile.
Imágenes de referencia: canva.com
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