La pasión de Jesús en los evangelios sinópticos An ál i s i s co mp arati vo d el rel ato d e l a p as i ó n en Marco s , Mateo y L u cas Introducción general A diferencia de los episodios de la vida pública de Jesús en los sinópticos, que no conforman propiamente hablando un relato unitario y pueden ser desligados entre sí, los relatos de la pasión conforman un conjunto coherente y bien articulado en los tres evangelistas. Los relatos de la pasión de Marcos, Mateo y Lucas coinciden plenamente tanto en la elección de los episodios narrados como en el orden general de la redacción, particularmente tras el prendimiento de Jesús. Los grandes hitos o episodios que marcan el esquema general del desarrollo de los hechos son: la oración de Jesús en el huerto de los olivos, llamado Getsemaní, el prendimiento, el proceso judío y romano, el suplicio y ejecución en la cruz, la sepultura de Jesús y la resurrección de Jesús. Desde un punto de vista general, se puede señalar que las diferencias entre los sinópticos responden a sus características peculiares. El relato de la pasión de Marcos relata los hechos de forma realista, sin atenuar el escándalo de la cruz, conforme al anuncio (evangelio) que se realiza en la persona de Jesús, el Mesías, Hijo de Dios, cuyo mesianismo y evangelio se realiza en la pasión, muerte y resurrección. Marcos, quizás más que ninguno de los tres evangelistas, pone de manifiesto la realización del mesianismo en la debilidad y el fracaso de Jesús. El evangelio de Mateo, conforme a su peculiaridad específica, muestra un relato cristológico-eclesial, que pone de manifiesto la relación del misterio de la cruz el nacimiento de la Iglesia, destacando la ruptura entre el Israel histórico y su Mesías. La pasión, muerte y resurrección de Jesús constituye una alianza nueva y eterna, de la que la Iglesia, como el nuevo pueblo de Dios, es depositaria. Finalmente, el relato de Lucas destaca por la relación y adhesión personal del discípulo con su Maestro conforme al trasfondo teológico de la sequela Christi. I. Agonía de Jesús en Getsemaní (Mc 14, 32-42; Mt 26, 36-46; Lc 22, 39-46) La agonía de Jesús en el monte de los olivos aparece en los tres sinópticos. Marcos relata la escena mediante un bosquejo general, narrando los hechos de forma parca y austera. El relato de Mateo concuerda casi literalmente con Marcos, si bien ofrece mayor proximidad y consideración hacia Jesús y sus discípulos. El texto de Lucas resulta más breve, simplificando la versión de Marcos. Por otro lado, se atenúan aspectos de la agonía, incorpora el elemento sobrenatural del ángel que conforta a Jesús y el sudor de sangre. El episodio de Getsemaní puede estructurarse en conforme a los siguientes hitos o aspectos: I.I La llegada de Jesús con sus discípulos al monte de los Olivos (Mc 14, 32; Mt 26, 36; Lc 22, 39-40) Los tres evangelistas narran la llegada de Jesús con sus discípulos al monte de los Olivos. Marcos y Mateo denominan al lugar Getsemaní, que parece referirse a la propiedad de algún discípulo o amigo de Jesús. Mateo, en concreto, señala que “Jesús llegó con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní” (Mt 26, 36). I.II Jesús se retira a orar y entra en agonía (Mc 14, 32-35; Mt 26, 36-39; Lc 22, 40-41) Jesús muestra sus deseos de retirarse a orar en soledad (Mc y Mt), pero pide a sus discípulos que no se alejen demasiado y le acompañen en la oración (Lc), particularmente a los tres discípulos más íntimos (toma consigo a Pedro, a Santiago y a Juan) según Mc y Mt. En Marcos y Mateo Jesús parece anhelar cierto consuelo o apoyo en los discípulos más íntimos y cercanos, aunque los tres le defraudan. En Lucas Jesús afronta su agonía en soledad y silencio. En el relato de Lucas no aparecen las idas y venidas de Jesús hacia sus discípulos, ni las palabras sobre angustia y tristeza. La disposición de Jesús es firme, no aparece vacilante ni dubitativa, domina la situación desde el principio y exhorta a los discípulos a orar para no caer en la tentación. 2 El episodio muestra a Jesús a solas, con sus tres íntimos más cerca, experimentando una “terrible angustia” que va en aumento hasta el desenlace del sudor de sangre recogido por Lucas. Jesús es consciente de que “ha llegado la hora” de su pasión, consciencia que le provoca una terrible angustia. En Marcos y Mateo la oración de Jesús va acompañada de angustia, tristeza, pavor y espanto, pero no aparece el sentimiento de desesperación. Jesús expresa su estado anímico mediante reminiscencias bíblicas: “mi alma está triste hasta el punto de morir” (Mt 26, 38; Mc 14,34). Tras la manifestación de su angustia exhorta a los discípulos a mantenerse en vela (Mc, Mt), y de nuevo se aleja de los discípulos más íntimos para estar solo en su agonía. En el evangelio de Marcos, Jesús cae en tierra y suplica, posición que en Mateo se atenúa mediante la expresión “cae rostro en tierra”, reenviando al Antiguo Testamento. En el evangelio de Lucas, Jesús aparece insistiendo en la oración de rodillas. I.III Plegaria de Jesús al Padre (Mc 14, 35-36; Mt 26,39; Lc 22,42) Uno de los aspectos más nucleares, sino el más nuclear, del episodio de Getsemaní es la conformidad de la voluntad humana de Jesús con la voluntad del Padre, que aparece reflejada en los tres evangelistas con pequeñas variaciones de estilo, aunque con idéntico contenido sustancial. En Marcos aparece dos veces con fórmulas casi idénticas. - “Abba, Padre”, todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (Mc 14, 35) - “Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26, 39) - “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22, 42) I.IV Retornos a los discípulos y nuevas plegarias de Jesús (Mc 14, 37- 40; Mt 26, 40-44) Jesús en trono a una hora orando, según Mc-Mt, antes de regresar al lugar donde se encontraban sus discípulos, movido por el espanto y la turbación que le sobrecoge en su angustia. Es posible que Jesús busque en ellos un consuelo, pero los halla dormidos. 3 Las idas y venidas de Jesús marcan la progresión del relato hasta el momento del prendimiento y sirven para dirigir una amonestación a la comunidad que no permanece en vela y un reproche a Pedro, el discípulo que representa la unidad de la Iglesia y en quien Jesús ha puesto su confianza. I. V Aparición del ángel y sudor de sangre (Lc 22, 43-44) En el Evangelio de Lucas aparecen dos fenómenos que no se encuentran en los demás sinópticos, Mc y Mt: la aparición de un ángel del cielo que le confortaba y la extrema agonía en la que suda sangre (hecho constatable como posible por la medicina moderna). I. VI El final de la agonía de Jesús (Mc 14, 41-42; Mt 26, 45-46; Lc 22, 45- 46) Al finalizar la agónica oración de Jesús, regresa al lugar donde se encuentran los discípulos, oración y retorno que en Mc y Mt se repite tres veces, si bien en este caso no queda claro si Jesús se acercó únicamente a los tres apóstoles más íntimos o todo el grupo de apóstoles. Las palabras que Jesús dirige a los apóstoles se recogen en los tres sinópticos. Lucas pone en boca de Jesús, las expresiones que aparecían en Marcos y Mateo: ¿Cómo estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación. En Mc y Mt Jesús les deja dormir y descansar, aunque el tono puede denotar ironía o reproche hacia la desidia de los discípulos, hasta el momento en que anuncia la inminencia de su prendimiento. II. Prendimiento de Jesús (Mc 14, 43-52; Mt 26, 47-56; Lc 22, 4753) El episodio del prendimiento de Jesús en Getsemaní es relatado por los tres sinópticos con un enfoque y secuenciación distintos. En Lucas se aprecia un orden general más lógico y Mateo destaca por un mayor despliegue de detalles que Marcos. Mateo enlaza los sucesos con las palabras de Jesús y destaca el carácter voluntario del 4 prendimiento y la pasión de Jesús. A continuación, se realiza la comparación a través de la tipificación de las escenas. II. I La llegada de Judas y los adversarios de Jesús a Getsemaní (Mc 14,43; Mt 26,47; Lc 22, 47) Los tres evangelios coinciden en señalar que Jesús estaba aún hablando con sus discípulos cuando llega Judas, uno de los doce a quien Lucas, con connotación negativa denomina “el llamado Judas”. Marcos y Mateo se refieren al anuncio de Jesús de la llegada del traidor con los enemigos de Jesús, destacando la consciencia y anticipación de Jesús respecto a los hechos. En Lucas se revela que sólo Judas conocía el sitio donde se hallaba Jesús, poniendo de manifiesto la traición del apóstol. Los tres evangelistas coinciden en que Judas está a la cabeza de los emisarios que vienen a prender a Jesús. Lucas señala, que en Judas había entrado Satanás (22,3). Respecto a la turbe que acompaña a Judas no hay plena coincidencia entre los tres sinópticos. Según Marcos y Mateo se trata de una multitud o chusma mercenaria. En Mateo la turba es numerosa y fueron enviados de parte de los príncipes de los sacerdotes y de los ancianos del pueblo. En Marcos aparecen además los escribas que forman parte del Sanedrín. Lucas indica que en el pacto entre Judas y el Sanedrín (22,4), participaban los policías o jefes de la guardia del templo, los denominados levitas a quienes podría pertenecer el “siervo del Sumo Sacerdote”, que figura en todos los relatos. En Lucas aparecen otros delegados o enviados de parte del Sanedrín. Respecto a las armas que los emisarios portaban, Marcos y Mateo mencionan espadas y garrotes. II. II Beso de Judas y respuesta de Jesús (Mc 14, 44-45; Mt 26, 48-50; Lc 22, 47-48) El “beso de Judas” aparece en los tres relatos. El propio Judas había dado esta consigna a los soldados para identificar a Jesús, según Marcos y Mateo: Aquel a quien yo besare, ése es. En Marcos aparece el matiz de proceder con cautela: prendedle y llevadle con cautela (Mc). Marcos y Mateo, más prolijos en la descripción, emplean el término Rabbí, Maestro, puesto en boca de Judas como saludo previo al beso: ¡salve Rabbí! En Lucas la descripción del beso es más directa (“Este se acercó a Jesús para besarlo”), sin 5 embargo, la respuesta de Jesús al beso es profundamente teológica: “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?” El título “Hijo de Hombre” es signo del trágico destino que comienza con la señal del traidor. La respuesta paralela en Mateo no es tan directa: “Amigo (camarada, socio) ¡cumple tu cometido!”. II. III La reacción de Pedro y respuesta de Jesús (Mc 14,47; Mt 26, 51-54; Lc 22, 49-51) Tras ser prendido, según Marcos y Mateo, después del beso de Judas, en Lucas, Pedro ataca al siervo del Sumo Pontífice. En Mc y Mt no se especifica cual de los discípulos reacciona violentamente (se indica “uno de los presentes” en Marcos, y “uno de los que estaban allí” en Mateo) “sacó su espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja”. La misma escena, aparece en Lucas como un intento de resistencia previa al arresto: “Los que estaban con Jesús, viendo lo que iba a suceder, le preguntaron: Señor, ¿usamos la espada?”. Acto seguido, en el evangelio de Lucas se señala que “uno de ellos”, sin nombrar de quien se trata, hirió con la espada al Siervo del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. Jesús detiene el intento de defensa dirigiéndose a los discípulos. En Lucas Jesús conmina a no hacer uso de la espada, y es el único evangelista que detalla el gesto de Jesús al extender la mano hacia la oreja del guardia y sanarle. En Mateo se reprueba el intento de defensa de forma imperativa y justificada: “Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere.” En un segundo momento Jesús añade: ¿o piensas que no puedo recurrir a mi Padre, que pondría al instante a mi disposición más de doce legiones de ángeles? Finalmente, Mateo añade una tercera razón de Jesús para rehusar la violencia, la que hace referencia a los designios salvíficos del Padre: “¿cómo se cumplirían las Escrituras, según las cuales debe suceder así?”. II. IV Palabras de Jesús a sus adversarios (Mc 14, 48-49; Mt 26, 55-56; Lc 22, 52-53) En los tres sinópticos aparecen unas palabras que Jesús dirige a la tropa que va a prenderle. Jesús recrimina a la tropa la vileza del arresto: ¿Soy acaso un bandido, para salir a arrestarme con espadas y palos? Del mismo modo se pone de manifiesto la entrega 6 voluntaria de Jesús como expresión de la voluntad del Padre. En Mateo se mencionan los profetas: “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas”. En Marcos se mencionan las escrituras: “esto sucede para que se cumplan las escrituras”. En Lucas el episodio aparece reflejado como la hora de los enemigos de Jesús y del poder de las tinieblas y menciona expresamente aquellos a quienes se dirige, a saber, a los sumos sacerdotes, jefes de la guardia del templo y ancianos, que habían venido contra él. II. V El prendimiento (Mc 14,46; Mt 26,50; Lc 22,54) El hecho aparece en los tres evangelistas, aunque con algunas diferencias en la secuenciación. En Marcos y Mateo el arresto se produce tras el beso de Judas y antes del intento de defensa de Pedro. La descripción en ambos sinópticos es breve y con diferentes matices: “Entonces, se abalanzaron sobre él y lo detuvieron” (Mt); “Se abalanzaron sobre él y lo arrestaron” (Mc). En Lucas el prendimiento de Jesús cierra el episodio a modo de conclusión e introducción al proceso ante las autoridades judías: “Después de arrestarlo, lo condujeron a la casa del sumo Sacerdote” (22, 54). II. VI Los discípulos abandonan a Jesús y huyen (Mc 14,50; Mt 26,56) Marcos y Mateo reseñan la huida de los discípulos, que tiene lugar de forma simultánea al prendimiento de Jesús. En Marcos se dice que “lo abandonaron y huyeron”, en Mateo tiene un carácter más conclusivo: “Entonces los discípulos lo abandonaron y huyeron”. II. VII El joven cubierto con un lienzo y su huida (Mc 14, 51-52) La escena del joven que huye desnudo es propia de Marcos: “Le seguía un joven, cubierto solo con un lienzo; y lo detuvieron. Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo.” Sobre este detalle pintoresco se señala que tal vez se tratase del propio Marcos, o bien algún testigo que contó los hechos. 7 III. Jesús ante el Sanedrín Mc 14, 53-65; Mt 26, 57-68; Lc 22, 6671) El relato de Jesús compareciendo ante el Sanedrín tras el prendimiento aparece en los tres sinópticos. Todos coinciden en afirmar que Jesús es conducido ante el Sumo Sacerdote donde es afrentado, juzgado y condenado. Se observan diferencias, sin embargo, en la secuenciación de los hechos. En Marcos y Mateo, Jesús es conducido ante el Sumo Sacerdote (Caifás, según el evangelio de Mateo) en cuyo palacio comparece en sesión nocturna ante el Sanedrín (consejo supremo, nacional y religioso, de los judíos), que juzga a Jesús y le condena por blasfemia. Además, se indica una nueva sesión muy de madrugada, sin especificar nada más. En Lucas el orden difiere de Marcos y Mateo. Tras el traslado de Jesús a casa del Sumo Sacerdote, suceden las tres negaciones de Pedro y su conversión tras el canto del gallo. A la conversión de Pedro le siguen los ultrajes contra Jesús y el proceso jurídico del Sanedrín al amanecer del día siguiente, omitiendo la comparecencia nocturna de los miembros del Sanedrín que se reseña en Marcos y Mateo. IV. Las negaciones de Pedro (Mc 14,54-66-72; Mt 26,58.69-75; Lc 22,54-62) En paralelo a la comparecencia de Jesús ante el Sumo Sacerdote, se relata la presencia de Pedro siguiendo de lejos a Jesús. El episodio de las negaciones de Pedro se suma a las afrentas que Jesús sufre en el Sanedrín, la acusación de blasfemia y la condena oficial. La confesión del mesianismo de Jesús ante el Sanedrín contrasta con la condena por parte de las autoridades y la cobardía de Pedro, que niega conocerle. La escena de las negaciones de Pedro, que sucede en paralelo al relato del proceso de Jesús ante las autoridades judías, aparece en los tres evangelistas. En Marcos los hechos se relatan sin explicación alguna, pero en Mateo se halla un breve episodio sobre “el precio de la sangre” (27, 3-10), que hace justicia a la inocencia de Jesús: el reo es proclamado inocente, mientras los jueces aparecen como reos de “sangre inocente” y se cumple el plan divino anunciado en las Escrituras. A continuación se especifican loa distintos aspectos o tramos de la perícopa. 8 IV. I Pedro sigue de lejos la comitiva que conduce a Jesús hasta el palacio del Sumo Sacerdote (Mc 14,54; Mt 26,58; Lc 22, 54-55) Según los sinópticos, tras la huida de los discípulos, Pedro vuelve sobre sus pasos y sigue la comitiva que conduce a Jesús arrestado. Mateo añade que deseaba ver cómo terminaba todo. Pedro entra en las inmediaciones del palacio y se sienta con los criados que se calentaban en torno a una hoguera en medio del patio. IV. II Las negaciones de Pedro (Mc 14,66-72; Mt 26,69-74; Lc 22, 56-60) Los evangelistas describen las negaciones de Pedro de forma detallada y divergente entre sí. No obstante, en todos los casos se muestra que, con las tres negaciones, la profecía de Jesús sobre Pedro se cumple. En Marcos y Mateo, Pedro es presentado en paralelo al ultraje de los guardias y autoridades judías. A las afrentas del Sanedrín se suman las negaciones de Pedro. Las negaciones, además, aumentan en intensidad desde la simple negación “no sé nada”, “no le conozco”, hasta el juramento y la imprecación, “Pedro se puso a maldecir y a jurar que no le conocía”. En Lucas, las negaciones se suceden en intensidad descendiente y sitúa a Jesús junto a Pedro dirigiéndole una mirada tras el canto del gallo. Mirada de Jesús que confirma la profecía anunciada. La conversión de Pedro se produce inmediatamente, antes de los malos tratos infringidos a Jesús, y sus lágrimas de amargura son el contraste a la crueldad de los guardianes que le insultan y le escupen. IV. III El arrepentimiento de Pedro (Mc 14,72; Mt 26,75; Lc 22, 61-62) En Marcos y Mateo el canto del gallo aparece vinculado al arrepentimiento de Pedro. En Marcos la reacción de Pedro sucede al cantar el gallo por segunda vez, pues la primera parece haberle pasado desapercibida. La reacción de Pedro se produce al asociar el canto del gallo con la profecía anunciada por Jesús: “antes que cante el gallo, me negarás tres veces” (Mt 26, 75), y en Marcos, “antes que cante el gallo por segunda vez…” (Mc 14, 72). En Lucas, sin embargo, aunque relata el canto del gallo, la contrición de Pedro se produce tras una mirada de Jesús: y habiéndose vuelto el Señor, miró a Pedro, y se acordó 9 Pedro de la palabra el Señor, cuando dijo: “antes de que hoy cante el gallo, me habrás negado tres veces”. Según Mt-Lc, Pedro salió y lloró amargamente. V.IV Afrentas y ultrajes contra Jesús (Mc 14,65; Mt 26,67; Lc 22, 63-65) Todos los sinópticos narran las afrentas y ultrajes que recibe Jesús la noche del prendimiento, pero existen divergencias en el orden y las personas que perpetúan las agresiones. En Marcos y Mateo el episodio sucede durante la noche, a continuación de la comparecencia y condena de Jesús ante las autoridades judías, de modo que, parecen ser las mismas autoridades (sacerdotes, escribas, ancianos) quienes afrentan a Jesús. Lucas, que describe los ultrajes de forma más genérica y menos ignominiosa, relata que las injurias procedían de quienes le tenían preso (guardias, criados o ministros) y consistían más bien en palabras que en acciones. V. Jesús ante Pilato (Mc 15, 1-5; Mt 27, 15-26; Lc 23, 1-7) Respecto a la comparecencia de Jesús ante el gobernador romano Pilato, si bien, como en los casos anteriores, hay ciertas variaciones en la sucesión de los hechos. En Mateo se relata como conducen a Jesús ante Pilato y posteriormente, antes de que se produzca la comparecencia, se narra la muerte de Judas. V.I. La muerte de Judas (Mt 27, 3-10) Este episodio, tan relevante, aparece únicamente en el evangelio de Mateo y en los Hechos de los Apóstoles. El evangelista narra cuidadosamente la escena detallando los remordimientos del traidor, la devolución de las treinta monedas de plata a las autoridades judías (sumos sacerdotes y ancianos), el reconocimiento de su pecado unido a la confesión de la inocencia de Jesús (“He pecado entregando sangre inocente”), la hipocresía de las autoridades judías (“¿Qué nos importa?”), y su desesperación en el suicidio por ahorcamiento (“salió y se ahorcó”). Marcos relata otros detalles, como el arrojo de las monedas en el Templo y la compra del campo del alfarero, que concuerda con lo anunciado por las escrituras: “Y 10 ellos recogieron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue tasado aquel a quien pusieron precio los israelitas. Con el dinero se compró el “Campo del alfarero”, … V.II Jesús es conducido ante Pilato (Mc 15, 1-5; Mt 27, 1-2. 11-14; Lc 23, 17) Los tres evangelistas narran el hecho de que Jesús fue conducido ante Pilato por orden expresa de las autoridades. Mc-Mt indican que la decisión fue tomada por el Sanedrín al completo en Mc y los Sumos Sacerdotes los ancianos en Mt, en Lucas se señala que la decisión fue tomada por “toda la asamblea”, de forma genérica. V.III Comparecencia de Jesús ante el gobernador Pilato (Mc 15, 2-5; Mt 27, 11-4; Lc 23, 2-5) Sobre la comparecencia de Jesús ante Pilado, apenas se aprecian diferencias en los relatos de Mc-Mt, Jesús es interrogado por Pilato: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús respondió: “Tú lo dices”. Ambos evangelistas señalan las acusaciones de los sumos sacerdotes contra Jesús, su silencio ante las preguntas de Pilato, y la admiración del gobernador ante la actitud de Jesús. En Lucas hay algunas variaciones en la secuenciación de las escenas y en el detalle de las acusaciones. La aparición de las acusaciones es previa a las preguntas de Pilato a Jesús, lo cual responde a un orden más lógico: “Hemos encontrado a este hombre incitando a nuestro pueblo a rebelión, impidiéndole pagar los impuestos al emperador, y pretendiendo ser el rey de los judíos”. Las preguntas de Pilato y la respuesta de Jesús coindicen en los tres sinópticos. Sin embargo, en Lucas la comparecencia ante Pilato enlaza con su envío a Herodes pues, siendo galileo, pertenecía a su jurisdicción y Herodes se hallaba precisamente en Jerusalén. VI. Jesús ante Herodes (Lc 23, 8-16) La comparecencia de Jesús ante Herodes no aparece en Mc-Mt, Lucas es el único de los tres sinópticos que la relata. Cuenta que, inicialmente, Herodes se alegró al ver a Jesús, pues hacía mucho que había oído hablar de él y esperaba que hiciese algún 11 prodigio. Lucas relata cómo Jesús se mantuvo en silencio ante sus preguntas y ante las continuas acusaciones de las autoridades del Sanedrín. VI. I. El manto de púrpura (Lc 23, 11) Lucas relata el desprecio de Herodes hacia Jesús y su ridiculización al cubrirle con un manto de púrpura, signo regio, antes de desentenderse del asunto y reenviarle de nuevo a Pilato. La ocasión propicia, según Lucas, que se reanudaran los lazos de amistad entre ambos gobernadores. VI.II Jesús comparece de nuevo ante Pilato (Lc 23, 13-16) Lucas narra una nueva comparecencia de Jesús ante Pilato, que será previa a la liberación de Barrabás, y esta vez queda patente la inocencia de Jesús ante el gobernador: “me han enviado a este hombre, acusándolo de incitar al pueblo a la rebelión (…) yo lo interrogué delante de vosotros y no encontré motivo de condena (…), y Herodes tampoco (…) Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte…” VII. El indulto de Pascua (Mc 15, 6-15; Mt 27, 15-26; Lc 23, 18-25) El episodio del indulto, y la elección de Barrabás, aparece en los tres sinópticos. Los evangelios de Mc-Mt lo sitúan tras la primera comparecencia de Jesús ante Pilato (ni Mc ni Mt mencionan la comparecencia de Jesús ante el gobernador Herodes), con variaciones en la sucesión temporal, particularmente en Lucas. Mc-Mt reseñan la costumbre de Pilato de poner a un preso en libertad en cada Fiesta. En Lucas se omite este detalle, y la proclamación del pueblo, que pide la liberación de Barrabás, sucede tras la declaración expresa de Pilato de liberar a Jesús. VII.I La liberación de Barrabás (Mc 15, 5-15; Mt 27, 32-38; Lc 23, 26-33) Marcos es más prolijo que Mateo en la descripción de Barrabás e indica que había sido arrestado por homicidio. El orden de los hechos varía de uno a otro, en Marcos la 12 iniciativa parte de Pilato que pregunta al pueblo a quién quieren liberar, si a Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías. En Marcos la multitud reclama el indulto acostumbrado y Pilato pregunta directamente, “¿Queréis poner en libertad al rey de los judíos?” Marcos y Mateo añaden que Pilato sabía que Jesús había sido entregado por los sumos sacerdotes por envidia. El evangelio de Mateo, mas prolijo en la narración, añade el dato de la mujer de Pilato, que envía a alguien a advertirle: “No te mezcles en el asunto de este justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho”, escena que no aparece en los evangelios de Marcos y Lucas. Ambos, Mc-Mt mencionan que la multitud es influenciada por los sumos sacerdotes para pedir la libertad de Barrabás. En Mc-Mt Pilato se dirige de nuevo a la multitud para preguntar a quién quieren liberar. En ambos evangelistas la multitud elige a Barrabás y al preguntar Pilato qué quieren que haga con Jesús, la multitud pide su crucifixión. En Lucas la multitud responde espontáneamente a Pilato que trata de liberar a Jesús tras aplicarle un escarmiento y piden directamente la liberación de Barrabás. Como en el caso de Marcos y Mateo, Pilato se dirige de nuevo a la multitud con la intención de liberar a Jesús, pero de nuevo piden su crucifixión, esta vez de forma reiterada: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! VII. II La multitud pide la crucifixión de Jesús (Mc 15, 13-15; Mt 27, 22-23; Lc 23, 21-24) Los tres evangelistas narran el momento en el que la multitud pide la crucifixión de Jesús. En Lucas Pilato se dirige a la multitud tres veces con la intención de liberar a Jesús, la tercera vez muestra su inocencia al señalar que no ha hecho nada que merezca la muerte. En el texto lucano la deriva de la multitud va en aumento, “el griterío se hacía cada vez más violento” (23, 23), hasta que Pilato cedió a su demanda. Lucas señala que Pilato lo entregó “al arbitrio de ellos” (23, 25). En Marcos y Mateo Pilato insiste, en preguntar ¿qué mal ha hecho? Y, como en el caso de Lucas, el griterío de la gente es cada vez más fuerte. En Marcos leemos que Pilato entregó a Jesús para ser crucificado tras haberle hecho azotar. Los azotes previos a la entrega de Jesús al arbitrio de la multitud, debían tener una intencionalidad disuasoria de la pena capital. 13 VII. III Pilato se lava las manos delante de la multitud (Mt 27, 24-25) Mateo cuenta como Pilato, al comprobar que no conseguía convencer a la gente de la liberación de Jesús en lugar de Barrabás, sino que aumentaba el tumulto, “se lavó las manos” ante el gentío como gesto eximente de la culpa. Entonces todo el pueblo a una responde: “Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos” VIII. Flagelación y coronación de espinas (Mc 15, 16-20; Mt 27, 2731) Lucas resuelve el episodio de la flagelación con una rápida mención que la sitúa como paso previo a la entrega de Jesús por Pilato en manos de la multitud. En Mc-Mt se relata cómo los soldados conducen al Jesús al pretorio y convocan a toda la guardia. El manto de color púrpura que Lucas describía tras el encuentro de Jesús con el gobernador Herodes, Mc-Mt lo describen junto con la coronación de espinas. El relato es prácticamente el mismo, Mateo añade el detalle de la caña que colocan en su mano derecha y que no aparece en Marcos. Pero en ambos evangelistas se narra la escena de los soldados inclinando la rodilla ante Jesús, escupiéndole y golpeándole en la cabeza con la caña. Mc-Mt narran la coronación de espinas, pero omiten la flagelación que, sin embargo, aparece en Lucas. IX. El camino al calvario (Mt 27, 32-38; Lc 23, 26-33) Lucas relata con más detalle el episodio del camino hacia el calvario, del que Mateo y Marcos tan solo menciona la escena de Simón de Cirene al que obligan a llevar la cruz de Jesús. 14 IX.I Simón de Cirene carga con la cruz de Jesús (Mc 15, 21; Mt 27, 32; Lc 23, 26) Sobre la escena de Simón de Cirene, Marcos indica que se trataba del padre de Alejandro y de Rufo y que regresaba del campo (15, 21); Lucas, por su parte, señala que le cargaron con la cruz para que la llevara detrás de Jesús (23, 26). IX.II Muchos del pueblo, especialmente mujeres, sigue a Jesús lamentándose (Lc 23, 27-32) Lucas relata que Jesús es seguido por muchos del pueblo, especialmente por mujeres, golpeándose el pecho y lamentándose por él. Entonces Jesús se vuelve hacia ellas para decirles que no lloren por él sino por ellas mismas y por sus hijos, porque “si así tratan al leño verde, ¿qué será del leño seco? Lucas añade que con él llevaban a otros malhechores, los dos ladrones que aparecen en el calvario, para ser ejecutados. X. Crucifixión y muerte de Jesús (Mc 15, 23-27; Mt 27, 32-38; Lc 23, 33-34) Mc-Mt narran la llegada de Jesús al lugar llamado Gólgota, que significa “lugar el Cráneo”. Lucas hace referencia al mismo lugar sin mencionar el termino Gólgota e inmediatamente añade que lo crucificaron junto a otros dos malhechores, uno a su derecha y otro a su izquierda. X.I Le dan a beber vino con hiel y se repartieron sus ropas (Mc 15, 23-24; Mt 27, 34-35; Lc 23, 34) Mc-Mt relatan el episodio en el que los soldados ofrecen a Jesús vino mezclado con hiel (mirra en Mc) y el reparto de sus vestiduras tras la crucifixión. Lucas también menciona el reparto de las vestiduras tras la crucifixión de Jesús. 15 En Lucas la escena se recrea en el momento en que Jesús es insultado y vilipendiado y explicita que son los propios soldados, detalle omitido por Mc-Mt: “También los soldados se burlaban de él (…) acercándose para ofrecerle vinagre…!” Lucas añade, además, el perdón de Jesús hacia sus agresores: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (23, 34). X.II La inscripción en la Cruz (Mc 15, 26; Mt 27, 37; Lc 23,38) El detalle del letrero sobre la cruz de Jesús, con la inscripción que indica el motivo de su condena, según Marcos, y que una vez más evidencia su inocencia, aparece en los tres evangelistas. Según marcos (15, 26): “La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: El rey de los judíos”. En Mateo y Lucas aparece el detalle del letrero colocado en la cruz, sobre la cabeza de Jesús, con la inscripción: “Este es Jesús, el rey de los judíos” (Mt 27,37); Sobre su cabeza había una inscripción: “Este es el rey de los judíos”. (Lc 23, 38). X.III Los insultos e injurias a Jesús crucificado (Mc 15, 29-32; Mt 27, 39-44; Lc 23, 35-38) Mc-Mt relatan el episodio de insultos e injurias hacia Jesús en la por pate de los que pasaban: “Tú, que destruyes el templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!” Mateo es el más explícito al señalar “si eres el Hijo de Dios”. En Lucas el episodio es muy semejante y emplea el término “Mesías de Dios”: “Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!”. En Mc-Mt los sumos sacerdotes y los escribas también se burlan de él: “¡Ha salvado a otros y a sí mismo no puede salvarse! (…) Ha confiado en Dios; que él lo libre si tanto lo ama… También lo insultaban los bandidos crucificados con él (Mc-Mt), detalle que en Lucas describe la escena del buen ladrón. 16 X. IV El buen ladrón (Lc 23, 39-43) Lucas es el único de los tres sinópticos que relata la escena del buen ladrón. Uno de los malhechores le insultaba del mismo modo que los soldados, las gentes y las autoridades judías: “¿No eres tú el rey Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros” Pero el otro lo increpaba diciéndole: ¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? De nuevo la confesión de la inocencia de Jesús, esta vez por boca del buen ladrón: “Nosotros sufrimos justamente, porque pagamos nuestras cultas, pero él no ha hecho nada malo”. Finalmente, la petición de clemencia a Jesús y la promesa de salvación: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”. X.V La muerte de Jesús (Mc 15, 33-39; Mt 27, 45-54; Lc 23, 44-49) En Mc-Mt, a mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde, hora en que Jesús exclamó: “Eloi, Eloi, lamá sabactani”, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Lucas relata que, siendo mediodía el sol se eclipsó, la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde y, finalmente: “Jesús, con un grito, exclamó: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Y diciendo esto, expiró. En el preciso instante de la muerte de Jesús se produce la rasgadura del velo del templo y la confesión del centurión romano en Marcos, aunque en Lucas la secuencia difiere ligeramente. En Lucas, la rasgadura del velo del templo se enuncia inmediatamente antes de la muerte de Jesús, en Mateo no se describe este suceso y en Marcos se produce inmediatamente después de la expiración de Jesús y, en tono más dramático, se dice, que “el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo”. X.VI La llamada a Elías y la confesión del centurión (Mc 15,35-39; Mt 27,4754; Lc 23, 47) Marcos y Mateo refieren la escena de algunos que estaban allí, probablemente los centuriones, que creen que, al oír la expresión de Jesús. “Eloí, Eloí, lamá sbactaní”, dicen 17 que llama al profeta Elías. Mateo refiere este episodio en una secuencia dramática en la que Jesús profiere las palabras de desaliento, y al oírlo, algunos creen que llama a Elías, le dan a beber con una esponja sujeta a la punta de una caña y profieren irónicamente: “…veamos si viene Elías viene a salvarlo”. Tras este último ultraje, Jesús dando un grito estentóreo, entregó su espíritu. En Marcos la escena es muy similar a la que aparece en Mateo. Esta escena no aparece en Lucas. Los tres sinópticos relatan la confesión de fe del centurión y en los tres se produce en el mismo instante en que contempla la expiración de Jesús. En Marcos leemos: “Verdaderamente, este hombre era el Hijo de Dios” (15,39). Mateo la secuencia que sigue a la muerte de Jesús adquiere un tono más dramático y visual. Cuando Jesús entrega su espíritu, se describe la rasgadura del velo del Templo, y como la tierra tembló, las rocas se partieron, y las tumbas se abrieron de modo que muchos santos que habían muerto resucitaron. La escena de los muertos que reviven no aparece únicamente en los evangelios de Marcos y Lucas. De hecho, constituye un anticipo a la resurrección de Jesús: “Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos” (27,52). Por otro lado, en Mateo, la confesión de fe no procede únicamente del centurión sino también, los que con él custodiaban el cuerpo de Jesús y que al ver el terremoto y todo lo que pasaba se llenaron de miedo y confiesan su fe: “¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!”. Lucas refiere la confesión del centurión, que va acompañada de una alabanza a Dios: “Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: Realmente este hombre era justo”. En este caso, el centurión no confiesa la divinidad de Jesús (Hijo de Dios) sino, una vez más, su inocencia. Lucas refiere, además, que la multitud que había contemplado los hechos regresa constreñida, “golpeándose el pecho” (gesto que se realiza al inicio de la Eucaristía, en la confesión general de los pecados). X.VII La presencia de las mujeres que seguían a Jesús (Mc 15, 40-41; Mt 27, 55-56; Lc 23, 49) Mc-Mt refieren con cierto detalle, la presencia de mujeres que seguían a Jesús. En ambos evangelistas se señala que entre aquellas mujeres estaban María Magdalena, 18 María, la madre de Santiago el menor y José, y la madre de los hijos de Zebedeo, Salomé (Mc 15, 40; Mt 27,56). Lucas reseña el seguimiento de las mujeres y su presencia de forma más genérica, indicando que: “todos sus amigos y las mujeres que le habían acompañado desde Galilea permanecían a distancia.” (23, 49). XI. La sepultura de Jesús (Mc 15, 42-47; Mt 27 57-66; Lc 23, 50-56) El relato de la sepultura de Jesús es muy similar en los tres sinópticos, apenas hay diferencia alguna en la secuencia temporal de la narración y el relato de Mateo es más extenso que el de Marcos y Lucas. En los tres evangelistas se cuenta que José de Arimatea, hombre rico y miembro del Sanedrín que se había hecho discípulo de Jesús, va a ver a Pilato para poder disponer del cuerpo de Jesús y depositarlo en el sepulcro. Marcos, señala la sorpresa de Pilato al enterarse de la muerte de Jesús y el envío de los soldados para la verificación de suceso. Mateo y Lucas señalan que se trataba del día de la Preparación, la víspera del sábado, el precepto de descanso. De los tres evangelistas, solo Lucas menciona el descenso de la cruz, pero en todos aparece el amortajamiento del cuerpo con una sábana, y su colocación en un sepulcro nuevo, cavado en la roca, y sellado con una gran piedra a la entrada. En los tres sinópticos se indica la presencia de las mujeres, en concreto de María Magdalena y María la madre de José, según Mc-Mt, en el momento en que el cuerpo de Jesús es depositado en el sepulcro, anticipando así, su visita al día siguiente. El evangelio de Mateo, más prolijo en el relato de la Pasión, cuenta como, al día siguiente, tras el día de la Preparación del sábado, los sumos sacerdotes y los fariseos, reuniéndose, se presentaron ante Pilato para que ordenase la custodia del sepulcro. Las autoridades alegaron que Jesús había anunciado su resurrección, de manera que, debía evitarse que el cuerpo pudiera ser robado por los discípulos dando pábulo a un engaño que crease una situación conflictiva. Pilato accede, probablemente en previsión de nuevos conflictos y revueltas entre las autoridades y el pueblo judío. Con este pasaje Mateo presenta un nuevo testimonio de la resurrección de Jesús, que ya había sido anunciada. 19 XII. El sepulcro vacío y el anuncio de la resurrección (Mc 16, 1-8; Mt 28, 1-8; Lc 24, 1-) El anuncio de la resurrección es narrado con detalle en los tres sinópticos. En todos ellos se muestra como las mujeres acuden al sepulcro apenas pasado el Sabbat, el primer día de la semana (el domingo), llevando perfumes para ungir el cuerpo de Jesús. Marcos y Mateo indican que se trata de las dos Marías, Magdalena y la madre de Santiago, según Mateo. Marcos añade además a Salomé. XII.I El testimonio de los Ángeles (Mc 16, 5-7; Mt 28, 2-7; Lc 24, 4-7) En los tres evangelistas se relata que no fue necesario que las mujeres removieran la piedra del sepulcro, cosa que les preocupaba porque probablemente no se encontrarían con fuerzas para moverla, porque según Mateo, un Ángel del Señor bajó del cielo y abrió el sepulcro (28, 2); y según Marcos y Lucas, la piedra ya había sido removida previamente y la aparición del Ángel, dos Ángeles en Lucas, se produce al entrar en el sepulcro, y comprobar que allí no estaba el cuerpo de Jesús. Marcos es el único de los tres sinópticos que relata el shock de los guardias que, al ver al Ángel, se llenaron de espanto y quedaron como muertos. El primer anuncio de la resurrección se produce a través de la aparición angélica a las mujeres: “Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado. En Mc-Mt, hay un envío de las mujeres a los discípulos, por parte del Ángel, para llevarles el anuncio de la resurrección. Lucas añade el preanuncio de la resurrección en boca de los ángeles: Recordad lo que decía estando aún en Galilea: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día” (24, 6-7). Con ello se señala el domino, conocimiento y voluntariedad por parte de Jesús, en lo acontecido, así como la razón de ser de todo lo sucedido. 20 XIII. Las apariciones de Jesús (Mc 16, 9-14; Mt 28, 9-16; Lc 24, 1343) Según Marcos, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de quien se dice que había expulsado a siete demonios, después a dos discípulos y, por último, a los Once apóstoles. En Mateo Jesús se aparece a las mujeres que habían ido a visitar el sepulcro de Jesús y después a los discípulos. Lucas, en fin, reseña la aparición de Jesús a los discípulos de Emaús, seguida de la aparición a los apóstoles. XIII.I La aparición de Jesús a María Magdalena (Mc 16, 9-14) De los tres sinópticos, Marcos es el único que relata la aparición de Jesús a María Magdalena. Se dice que Jesús había resucitado en la mañana del primer día de la semana y se aparece primero a María Magdalena, que va a contarlo a quienes siempre le habían acompañado. No se señala expresamente si se trata de todos los discípulos o más bien de los apóstoles, sin embargo, se indica que son “los que siempre le habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban”, dando a entender que se trata de los apóstoles. El evangelista señala que no creyeron en su testimonio. XIII.II La aparición de Jesús a las mujeres que habían ido a visitar el sepulcro (Mt 28, 9-11) Mateo relata como Jesús se aparece en primer lugar a las mujeres que habían ido al sepulcro de Jesús apenas despuntar el alba. Tras el anuncio del Ángel, que se apareció en el sepulcro y les mandó ir a Galilea donde le verían, Jesús sale a su encuentro y les saluda con un saludo semejante el que recibe María en la anunciación: ¡Alegraos! (¡Gaudete!). El evangelista cuenta que las mujeres se postran ante Jesús, resaltando su señorío divino, y que Jesús les pide que avisen a sus “hermanos que vayan a Galilea” donde le verán. De este modo, Mc-Mt coinciden en señalar que la aparición de Jesús a los discípulos se produce en Galilea. 21 XIII.III El soborno a los soldados que custodiaban el sepulcro (Mt 28, 11-15) Mateo cuenta el episodio del soborno a los soldados, que no aparece en Marcos y Lucas. En previsión, y sabiendo que los judíos negaban la resurrección de Jesús afirmando que se había producido el hurto del cuerpo por parte de los discípulos, relata la escena de los soldados sobornados por los sumos sacerdotes. Los centuriones romanos que custodiaban el sepulcro para evitar un robo del cuerpo, y que Pilato había autorizado en previsión de nuevas revueltas, fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes lo ocurrido. Entonces, los sumos sacerdotes, reunidos en consejo con los ancianos, acuerdan entregar una importante cantidad de dinero a los soldados para que divulguen que sus discípulos habían robado el cuerpo durante la noche, mientras dormían. XIII.IV La aparición de Jesús a los discípulos de Emaús (Mc 16, 12-13; Lc 24, 13-35) Tras la aparición de Jesús a María Magdalena, Marcos relata como Jesús se aparece a dos discípulos, que iban caminando hacia un poblado. El evangelista no indica expresamente que se trata de los discípulos de Emaús que reseña Lucas, sin embargo, coincide en el dato de que se trata de dos discípulos y que iban de camino hacia un poblado. Otro detalle destacable es que se dice que “se mostró con otro aspecto a ellos”, dato que coincide con el episodio narrado por Lucas, según el cual, los dos discípulos no reconocen a Jesús hasta el momento de la fracción del pan. Marcos señala, que como en el caso de María Magdalena, los discípulos tampoco les creyeron. Lucas también relata la incredulidad de los apóstoles frente al testimonio de las mujeres, que en el sepulcro de Jesús contemplan a los ángeles y al comprobar que estaba vacío, regresan al lugar donde se hallaban. Los apóstoles pensaron que las mujeres deliraban y no las creyeron. Sin embargo, Lucas resalta la figura de Pedro que corre hacia el sepulcro y comprueba que tan solo se halla el lienzo que envolvió el cuerpo de Jesús. El evangelista no afirma que Pedro creyera tras realizar la comprobación del sepulcro vacío, sino que regresa lleno de admiración por lo sucedido. 22 Lucas relata entonces, el episodio de los dos discípulos que se dirigían a un pequeño pueblo llamado Emaús. Iban comentando y discutiendo sobre lo acontecido cuando el propio Jesús se acercó y continuó el camino junto a ellos. Lucas no sugiere que se apareciese bajo otro aspecto, como en el caso de Marcos, sino que “algo impedía que sus ojos le reconocieran”. Jesús se unió a ellos interesándose en su conversación y ellos le contaron con tristeza los sucesos acaecidos en Jerusalén: como los sumos sacerdotes y los jefes entregaron a Jesús para ser condenado y crucificado y que ya habían pasado tres días desde los sucesos. Con ello el evangelista sitúa espacio-temporalmente lo acontecido, testimoniando, al mismo tiempo, la muerte y resurrección de Jesús al tercer día. Cuentan, además, el testimonio de las mujeres que yendo de madrugada a visitar el sepulcro lo encontraron vacío y regresaron contando la aparición de los ángeles y asegurando que está vivo. No se emplea expresamente la palabra “resurrección”, que supone una importante carga teológica, sino que está vivo. También refieren el episodio de algunos discípulos, presumiblemente Pedro (de quién se indicó más arriba que había acudido al sepulcro) y Juan. Jesús les explica las escrituras, desde Moisés hasta los profetas, recordando todo lo que se refería a él, hasta que llegan cerca del pueblo y le piden que se quede con ellos porque el día se acababa. No le reconocen hasta el momento de sentarse a la mesa, cuando Jesús pronuncia la bendición y fracciona el pan y, en ese momento, desaparece de su vista. Reconocen entonces, la emoción que sentían cuando él les explica las Escrituras. XIII.V La aparición de Jesús a los Apóstoles (Mc 16, 14-18; Mt 28, 16-20; Lc 24 36-43) Lucas cuenta como los discípulos de Emaús regresan de inmediato a Jerusalén donde encuentran a los Once reunidos con otros discípulos que estaban con ellos. Entonces les anuncian que Jesús ha resucitado y se apareció a Simón (24, 34). “Todavía estaban hablando —señala el evangelista— cuando Jesús se apareció en medio de ellos” (24,36). El evangelista refiere el susto que tenían creyendo ver a un espíritu y como Jesús les muestra las manos y los pies, para que le reconozcan, y les pide que le toquen para que comprueben que su cuerpo es de carne y hueso. Ante su alegría, mezclada de incredulidad ante lo que estaban viendo, Jesús les pide algo de comer y da cuenta de ello en su presencia. Con ello Lucas da testimonio de la “resurrección de la carne”. 23 Al igual que Lucas, Marcos relata la aparición de Jesús a los Once, en este caso mientras estaban comiendo, y cómo les reprocha su incredulidad y obstinación por no creer en quienes lo habían visto resucitado, sin duda en referencia a María Magdalena, a quien se apareció primero y a “otros” cuya experiencia no se ha reseñado. Respecto a las apariciones de Jesús, el evangelio de Mateo es más parco que los otros dos sinópticos y se limita a narrar, la aparición a las mujeres y el anuncio de que se encontrará con los demás apóstoles en Galilea. El evangelista utiliza el término “hermanos”, en lugar de discípulos, indicando que se trata de los más cercanos, los Once, quienes, en efecto, acuden a Galilea, “a la montaña donde Jesús les había citado” (28,16). Mateo reseña que al verlo se postraron ante él, testimoniando su divinidad, aunque algunos aún dudaban. XIV. La Ascensión de Jesús a los cielos (Mc 16, 19; Lc 24, 50-53) De los tres evangelistas, Lucas es el más prolijo en narrar los detalles de la ascensión de Jesús. En Marcos apenas se menciona este episodio tras el envío de los apóstoles a anunciar Evangelio, y en Mateo no aparece la escena de la ascensión. Lucas reseña como Jesús llevó a los discípulos a las proximidades de Betania, los bendijo y fue separado de ellos y “llevado al cielo” (24,51). Marcos narra el episodio de manera semejante indicando que, “fue llevado al cielo” (16,19). Lucas continúa el relato señalando que los discípulos volvieron a Jerusalén con gran alegría y, que permanecían en el templo alabando a Dios. En Marcos, sin embargo, el episodio de la ascensión de Jesús está íntimamente intrincado con la misión universal de los apóstoles a predicar por toda la creación y, tras la ascensión, los apóstoles fueron a predicar. Por otro lado, en Marcos los únicos testigos de la ascensión son los apóstoles. En Mateo, en fin, Jesús se encuentra con los Once apóstoles en la montaña de Galilea donde habían sido citados y son directamente enviados a bautizar a todos los pueblos “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” y a enseñar y cumplir todo lo que les había mandado, recordándoles su presencia entre ellos hasta el fin del mundo. 24