1° de marzo de 2015 SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA Gn 22,1-2. 9a. 10-13. 15-18/ Sal 115/ Rm 8, 31b-34 Texto: Marcos 9,2-10 “Y se transfiguró delante de Pedro, Santiago y Juan” (9, 2) 1. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Concédenos, Padre misericordioso, que tu divino Espíritu nos ilumine, nos inflame, nos purifique, de modo que pueda penetrar en nosotros con su celestial rocío y llenarnos de obras buenas. Manda tu Espíritu, será una nueva creación y renovarás la faz de la tierra. 2 LECTURA (¿Qué dice el texto?) A. Proclamación y silencio B. Reconstrucción del texto Si es posible, alguna persona puede relatar el texto de memoria, también se puede transcribir el texto, permitiendo que se tenga una experiencia de lo que Dios quiere para cada uno. Otro medio para profundizar y entender mejor, es utilizar las siguientes preguntas: ¿Dónde se transfiguró Jesús? ¿A quiénes había llevado consigo Jesús? ¿Cómo se volvieron las vestiduras de Jesús? ¿Quiénes aparecieron hablando con Jesús? ¿Qué propuesta hizo Pedro? ¿Dijo cosas correctas? ¿Por qué? ¿Qué cubrió con su sombra a los tres personajes? ¿Qué decía la voz desde la nube? Cuando los discípulos miraron a su alrededor, después de escuchar la voz, ¿a quién vieron? ¿Quiénes bajaban de la montaña, después de la transfiguración de Jesús? ¿Qué les prohibió Jesús a los tres discípulos? ¿Hasta cuándo valía la prohibición? Ubicación del texto ¿Qué dicen los versículos anteriores y posteriores de nuestro texto? ¿En cuántas partes se divide? Este texto es una escena de grandeza y se sitúa en los viajes que Jesús hace fuera de Galilea. Lo primero que sorprende es el contraste. Jesús acaba de hablar de pasión (8, 31) y Dios le muestra ahora su gozo. Acaba de rechazar a Pedro (8, 33) y aquí lo mantiene a su lado en la intimidad sagrada de la montaña de la revelación, como una especie de anticipo pascual. D. Algunos elementos para comprender el texto: Paralelos Leer: Mt. 17, 1-8; Lc. 9, 28-36; Ex 19,16 y 34, 29 ss; Mc. 1, 11 Comentar. Ideas fundamentales “Seis días después” de anunciar por primera vez su muerte, Jesús lleva consigo a Pedro, Santiago y Juan a la montaña de la transfiguración (metemorfos). A estos mismos discípulos también los va a llevar aparte para orar en el Huerto de Getsemaní, la noche anterior a su crucifixión (14,33). Ahora, en la visión de la Transfiguración, experimentan anticipadamente la Gloria de Jesús Resucitado. Pero aprenden también que para llegar a la gloria, deben recorrer primero el camino de la cruz. Jesús, a través de sus vestiduras, irradia la luz de la Gloria de Dios. Es un resplandor sobrenatural, que nadie de este mundo puede producir. Jesús es el “Hijo muy querido” de Dios Padre. Moisés y Elías resumen las grandes divisiones de la Biblia de la Antigua Alianza (berit): la Ley y los Profetas. Moisés fue el primer legislador de Israel, y Elías el profeta más grande. También fueron Moisés y Elías los que subieron al monte Sinaí para hablar con Dios. En esta escena se encuentran igualmente sobre una alta montaña (oros) hablando con Jesús. Pedro parece estar muy bien con ellos, y los quiere retener. Sugiere a Jesús que se hagan tres tiendas, como para que puedan estar cómodos tanto el Señor como los dos representantes del Antiguo Testamento. El evangelista anota que Pedro habla sin saber lo que dice. Al final queda solamente Jesús presente. Él es la plenitud de la Ley y de los Profetas, representados aquí por Moisés y Elías. Jesús es el Profeta anunciado por Moisés (Deut. 18, 15), a quien todos deben escuchar (akouo). Ahora, únicamente a Él hay que escucharlo. La voz que sale de la nube es indudablemente la de Dios Padre presentando a su Hijo muy querido. Jesús, siendo Dios, supera infinitamente a Moisés y Elías. La nube, muchas veces en la Biblia, es el signo visible de la presencia de Dios. Por un lado revela la presencia de algo, indica que hay agua allí, por el otro lado esconde lo que hay detrás o dentro de ella. Así la nube (nefele) simboliza a Dios, que por un lado revela su amor, y por el otro es un misterio insondable. Los apóstoles se llenaron de temor, como sucede siempre en la Biblia cuando Dios se manifiesta a los hombres. Al encontrarse con Dios el hombre experimenta la inmensa distancia que existe entre él y Dios. El seguimiento a Jesús incluye las dos cosas: la cruz y la gloria. Los discípulos lo comprenderán sólo después de resucitar Jesús. La prohibición de hablar de la visión de la transfiguración tiene un límite preciso: la Resurrección del Señor. Sólo a la luz de ella será posible comprender la transfiguración. Se trata de una resurrección de entre los muertos. La transfiguración gloriosa se verá precedida de la muerte. Y después de la Resurrección de Jesús, los discípulos van comprendiendo quién es Jesús realmente, y son capaces de hablar de lo que han visto y oído. Y comprenden también que solamente el que comparte con Jesús la cruz, compartirá con Él también su Gloria. MEDITACIÓN (¿Qué me dice el texto?) El católico de hoy debe comprender que para llegar a la felicidad (gozo, resurrección) es necesario pasar por las dificultades y problemas propios de la vida (cruz), al igual que Jesús, quien camina con nosotros y no nos abandona. A pesar de la situación en que vivimos, ¿qué hago para encontrar el gozo y la paz interior? ¿Cuál es mi cruz hoy? ¿Cuando la acepto me siento alegre? Las pruebas de cada día, ¿son un castigo o una oportunidad de compartir la pasión de Jesús? ¿Qué sentido tiene el sufrimiento? ¿Siento que el Señor no me abandona? ORACIÓN (¿Qué me hace decir el texto?) Agradezcamos y alabemos al Señor por las pruebas de cada día y presentémosle nuestras súplicas, confiando en que Él es nuestra esperanza y gozo, frente al sufrimiento. Oremos por los pobres, los enfermos, las víctimas de la violencia, los desempleados..., etc. para que encuentren en Jesús, el sentido de su sufrimiento A cada intención nos unimos diciendo: “Te adoramos oh Cristo y te bendecimos, que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo” CONTEMPLACIÓN (¿A qué me compromete el texto?) Invitar a los participantes a reconocer que hoy Jesucristo también se transfigura ante nuestra realidad, para enseñarnos que el paso para llegar a la Gloria es la Cruz; por tanto, ¿a qué me compromete el texto? Ejemplo visitar a un enfermo, dar una voz de ánimo a quien sufre, dar una limosna a un pobre, aceptar mi cruz con amor. Todo esto vivido en un ambiente de renovación como nos invita el Plan Diocesano de Pastoral (PQ). CANTO: VIENEN CON ALEGRÍA (M.P.C. No. 465) 8 de marzo de 2015 TERCER DOMINGO DE CUARESMA Ex 20, 1-17/ Sal 18/ 1Co 1, 22-25 Texto: Juan 2, 13 –25 “No hagáis de la casa de mi Padre una casa de mercado” (2, 16) 1. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Eterno Padre, en nombre de Jesús Cristo y por la intercesión de María Virgen Inmaculada, mándanos el Espíritu Santo. Espíritu Santo, eterno amor, Ven a nosotros con tus ardores, ven, inflama nuestros corazones. Amén 2. LECTURA (¿Qué dice el texto?) A. Proclamación y silencio B. Reconstrucción del texto Si es posible, alguna persona puede relatar el texto de memoria, también se puede transcribir el texto, permitiendo que se tenga una experiencia de lo que Dios quiere para cada uno. Otro medio para profundizar y entender mejor, es utilizar las siguientes preguntas: ¿Cuándo subió Jesús a Jerusalén? ¿Qué encontró Jesús en el Templo de Jerusalén? ¿Qué hizo entonces? ¿Por qué lo hizo? ¿Qué le exigieron entonces los judíos a Jesús? ¿Qué signo, que demostrara su autoridad, les ofreció Jesús a los judíos? ¿De qué templo hablaban los judíos, y a qué templo se refería Jesús? ¿Por qué los discípulos creyeron en la Escritura y en la palabra de Jesús? ¿Por qué muchos llegaron a creer en Jesús? ¿Jesús se fiaba de la gente? ¿Por qué? C. Ubicación del texto: ¿Qué dicen los versículos anteriores y posteriores de nuestro texto? ¿En cuántas partes se divide? En este texto bíblico se trata de algo más que poner orden en la casa de Dios: Juan coloca la escena al principio de su evangelio, a modo de programa. Las primeras narraciones hablan de la superación del Antiguo Testamento. El relato de las bodas de Caná (2, 1-12) enseña que el agua de los ritos de purificación de la antigua Alianza es reemplazada por el vino de la Nueva alianza. El templo antiguo, gloria del judaísmo, es superado y reemplazado por el nuevo Templo: el Cuerpo glorioso de Cristo Resucitado. D. Algunos elementos para comprender el texto: - Paralelos Leer: Mt. 21, 12 - 13; Mc. 11, 11. 15 - 17; Lc.19, 45-46; Mt. 12, 38-40; Za. 14, 21 Comentar Ideas fundamentales El templo (jiereos) de Jerusalén era la gloria máxima de los judíos, y el centro de unidad del pueblo. Fundamentalmente, Jesús no se opone al culto exterior. Ama al templo de Jerusalén. Lo llama “la casa de mi Padre”. Justamente por eso, y siendo el Hijo de Dios, no puede aguantar que el templo que debe ser un lugar para encontrarse con Dios, se convierta en un mercado y comercio. “Se acercaba la Pascua (pasja) de los judíos...”. Esta forma de mencionar la fiesta principal de los judíos indica distancia y separación frente a ellos. Además la pascua judía era fiesta de liberación. Evocaba el paso de la esclavitud a la libertad (Éxodo 12, 17; 13, 3-10). En el tiempo de Jesús, cuando los judíos sufrían la opresión de los romanos, surgía inevitablemente la idea de una nueva liberación. La liberación definitiva llegó finalmente por la Resurrección de Jesús. La Pascua de los judíos fue reemplazada por la Pascua cristiana. Todos los varones israelitas estaban obligados a concurrir al templo por lo menos tres veces por año. Allí debían ofrecer animales para que fueran sacrificados. No todos tenían animales para llevarlos al templo, y los que venían desde lejos no podían hacer tan largos recorridos llevando los animales para ofrecer. Era una necesidad que alguien los proveyera en el templo. Igualmente era necesaria la presencia de los cambistas, ya que las ofrendas debían hacerse con monedas judías, que en ese tiempo ya no se acuñaban. No se debían introducir en el recinto sagrado las monedas romanas u otras en las que figuraban las imágenes del emperador romano y de dioses paganos. Así, con motivo de la fiesta, y para atender las necesidades de los peregrinos, se organizaba en el atrio del templo un gran mercado. El texto dice que Jesús encontró este negocio, y que reaccionó expulsándolos a todos. Puntualiza que lo que se saca del templo son los animales que servían para los antiguos sacrificios. El templo sin los animales para los sacrificios es lo que anunció uno de los antiguos profetas, Zacarías. Este dijo que en los tiempos del Mesías ya no habría comerciantes en el templo (Zac. 14,21). Con la llegada de los últimos tiempos se cambiaría el culto. Jesús no habla solamente de cambiar el culto sino también el templo. Para los judíos estas palabras eran un sacrilegio, castigable incluso con la muerte. (Y de hecho, la purificación del templo le costó a Jesús la vida. El celo por la Casa de su Padre literalmente lo devoró). Como signo de que El es el Mesías, autorizado “para obrar así”, Jesús les dice a los Judíos: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”. Ellos no entendían estas palabras porque pensaban en el templo construido con piedras a lo largo de muchos años. Ese templo fue arrasado en el año 70. Pero el nuevo Templo, que Jesús iba a reconstruir en tres días, sería su Cuerpo Resucitado. Jesucristo es el nuevo Templo, el lugar del encuentro del hombre con Dios. Ya en Israel se sabía que Dios no puede habitar en una casa hecha por los hombres. Los profetas dijeron que ni los mismos cielos pueden contener a Dios. Anunciaron que llegaría el día en que el templo ya no sería necesario, porque Dios estaría presente en el pueblo y en el corazón de cada hombre. En Jesús nos encontramos con Dios. Él mismo es Dios. Pero también todos los que están unidos a Cristo por la fe y el Bautismo, forman un gran templo espiritual: “¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? El templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo”. (1Cor. 3, 16s). 3. MEDITACIÓN (¿Qué me dice el texto?) Ciertamente, nuestro templo material es importante, allí se reúne la comunidad para celebrar la fe y crecer como templo espiritual. Por eso preguntémonos: ¿Colaboro para que el templo esté bien presentado y mantengo el adecuado comportamiento en El? ¿Me intereso por crecer como Templo del Espíritu Santo, respetando mi cuerpo y asistiendo a la Eucaristía dominical? ¿Qué estoy haciendo para respetar la vida desde el vientre materno? 4. ORACIÓN (¿Qué me hace decir el texto?) Orar para estar en el Templo con un corazón puro, meditando el Salmo 24 (23) 5. CONTEMPLACIÓN (¿A qué me compromete el texto?) Hacer que los participantes reconozcan que Jesús hoy está presente en el templo y nos invita a adorarlo; de esta manera alimentamos nuestro cuerpo que es templo del Espíritu Santo, por tanto, ¿a qué me compromete el texto? Ejemplo, asistir a la Eucaristía dominical (el ideal es que sea diario); visitar al Santísimo con frecuencia, colaborar en el buen comportamiento en el Templo. Todo esto vivido en un ambiente de renovación como nos invita el Plan Diocesano de Pastoral (PQ). CANTO: ¡QUE ALEGRÍA! (M.P.C. No.354) 15 de marzo de 2015 CUARTO DOMINGO DE CUARESMA 2 Cro 36, 14-16. 19-23/ sal 136/ Ef 2, 4-10 Texto: Juan 3, 14 – 21 “Dios ha enviado a su hijo... para que el mundo se salve por El” (3, 17) 1. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO ¡Oh Espíritu Creador! Ven, visita nuestras mentes; llena de gracia las almas de quienes Tú mismo has creado. Nuestros sentidos iluminan, en nuestros corazones infunde tu amor, y con tu perpetuo auxilio, nuestra frágil carne fortalece. Envía Señor Tu Espíritu y será una nueva creación. 2. LECTURA (¿Qué dice el texto?) A. Proclamación y silencio B. Reconstrucción del texto Si es posible, alguna persona puede relatar el texto de memoria, también se puede transcribir el texto, permitiendo que se tenga una experiencia de lo que Dios quiere para cada uno. Otro medio para profundizar y entender mejor, es utilizar las siguientes preguntas: ¿Cómo debe ser levantado en alto el Hijo del hombre? ¿Para qué? ¿Por qué y para qué permitió Dios que Jesús muriera en la cruz? ¿Para qué mandó Dios a su Hijo al mundo? ¿Para condenarlo? ¿Dios condena al hombre? ¿Quién condena a quién? ¿Por qué? ¿Por qué muchos no se acercan a Cristo, luz del mundo? ¿Quién se acerca a la luz? ¿Para qué? C. Ubicación del texto Qué dicen los versículos anteriores y posteriores de nuestro texto?. ¿En cuantas partes se divide? Juan, al narrar el ministerio de Jesús, insiste en la importancia de las fiestas litúrgicas judías, que dan un orden al evangelio, y así nos habla de tres pascuas: 2, 13; 4 y 11, 55. En el contexto de la primera pascua, se ubica nuestro texto teniendo en cuenta el tema general del evangelio: la unidad de Jesús con el Padre. Jesús ejerce su misión en total obediencia a quien lo envió. D. Algunos elementos para comprender el texto - Paralelos Leer: Dn. 7, 13-14; Num. 21, 4-9; Job 24, 13-17; Jn. 1, 18; Sab. 16, 5-7; Mt. 5, 14-16. Comentar. Ideas fundamentales Nosotros estamos acostumbrados a mirar la cruz (stauros) como signo de Salvación, y por eso la hemos convertido en un adorno que no nos causa espanto. No así los contemporáneos del autor de nuestro texto bíblico. Para ellos, la muerte en la cruz fue el fin espantoso y vergonzoso de un criminal. Para los adversarios de Jesús y los que polemizaron contra los primeros cristianos, la muerte en la cruz fue la prueba de que ese Jesús no podía ser el Mesías. De otro modo, Dios no lo habría abandonado de esta manera. Este Evangelio (Evangelium) quiere demostrar que Jesús, sí es el Mesías, pues murió por nuestros pecados, “conforme a la Escritura”. Por eso, muchas veces los Evangelios citan las Escrituras de la Antigua Alianza (Berit) para demostrar que Jesús es el Salvador. Aquí el evangelista alude a la serpiente de bronce que hizo Moisés (Num. 21, 4-9). Después de salir de Egipto, al caminar por el desierto, los israelitas estaban perdiendo la esperanza de llegar algún día a la tierra prometida. La desesperación invadió el pueblo. Murmuraban contra Dios y Moisés, entonces llegaron serpientes venenosas. Por sus mordeduras murió mucha gente. Ya que el pueblo se arrepintió de su rebeldía, Dios mandó a Moisés que colocara una serpiente de bronce en el extremo de un mástil. “Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado”. Es fácil captar el mensaje que quiere dar el evangelio: Hay que elevar los ojos hacia un signo que está en lo alto para ser salvado. Quien mira a Jesús levantado en lo alto de la cruz podrá alcanzar la Vida. Todos los hombres, sometidos a la muerte, deberán mirar con fe hacia Cristo para obtener la vida eterna. En la “elevación” de Jesús en la cruz va incluida la exaltación a la gloria. La muerte es un paso necesario de la elevación. La cruz no es la máxima humillación, sino un aspecto de la glorificación. Jesús es elevado, exaltado, y se sienta a la derecha del Padre. El es el vencedor de la muerte y da la vida a todos los que creen en Él. Dios Padre aceptó la entrega de la vida de su Hijo Jesucristo cuando estaba levantado en la cruz. El Evangelio destaca el hecho de que la muerte y la glorificación e Cristo son la prueba máxima del amor de Dios a los hombres. “Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.” Ante Jesucristo todos tenemos que tomar una decisión. Son posibles dos actitudes: creer, o no creer en El. Dios no se nos impone a la fuerza, No obliga a nadie a responder a su amor con amor; toma en serio nuestra libertad respetando nuestra decisión personal. Espera nuestra respuesta libre: la fe (pistis). Quienes aceptan a Jesucristo como Salvador, ya desde ahora viven participando del amor, de la luz, la verdad y la alegría que nos ofrece Dios. Y, unidos a Jesús, su muerte será igualmente el paso a la plenitud de la vida. Quienes no aceptan a Cristo, no pueden decir: “Dios me condenó”. Ellos mismos se condenan ya desde ahora a una “vida de infierno”. Una vida de odio, prefiriendo las tinieblas, será siempre un infierno. Y así quedarán para siempre. En texto del libro de Daniel (Cap. 7), el “Hijo del hombre” (Jo ugios tou anthropou) aparece triunfalmente con motivo del juicio final. Se esperaba el juicio al fin de los tiempos, el “último día”. Esta idea se encuentra también en los Evangelios sinópticos (es decir: Mateo, Marcos y Lucas), y sigue siendo válida. El Evangelio según San Juan pone particularmente el acento en que el juicio ya ha comenzado. El juicio, salvación o desgracia, se está realizando aquí y ahora por nuestra actitud frente a Jesús. Dios llama a caminar en la luz de Cristo, y no perderse en las tinieblas. 3. MEDITACIÓN (¿Qué me dice el texto?) Reflexionemos como el pecado conduce a la muerte, y cómo el hombre está llamado a la vida y para alcanzar la salvación debe mirar a Jesús, por tanto, ¿Qué me dice la imagen de Jesús Crucificado? ¿Soy consciente de que aquí y ahora nosotros mismos estamos decidiendo nuestra eternidad? ¿O pensamos poder postergar la decisión para el último momento? Una vida con Cristo es amor, luz, verdad y alegría; una vida sin El es odio, tinieblas, mentiras y tristeza. ¿Coincidimos con esta frase? ¿Cuál es nuestra experiencia? ¿En Cuaresma, me he decidido a vivir el mensaje de Jesús para encontrar la sanación interior? 4. ORACIÓN (¿Qué me hace decir el texto?) - Orar para que el hombre de hoy, reconozca que vivir inserto en un mundo de pecado, lo lleva a esclavizarse ante el espíritu del mal y que lo único que lo salva es la fe en Jesucristo Resucitado. - Orar por los jóvenes, el gobierno, grupos subversivos, los hogares en problemas. A cada súplica responder: “Por Tu Cruz y Resurrección, nos has salvado Señor” 5. CONTEMPLACIÓN (¿A qué me compromete el texto?) En ambiente de oración, contemplar a Jesucristo en la cruz, que muere para salvarnos del pecado y darnos vida; acontecimiento que se actualiza en cada circunstancia de nuestra existencia. ¿A qué me compromete la Cruz de Jesús? Ej. Hacer una buena confesión, practicar con gran entusiasmo la oración, el ayuno, la limosna. Todo esto vivido en un ambiente de renovación como nos invita el Plan Diocesano de Pastoral (PQ). CANTO: OH CRISTO, TU REINARÁS (M.P.C. No. 323) 22 de marzo de 2015 QUINTO DOMINGO DE CUARESMA Jr 31, 31-34/ Sal 50/ Hb 5, 7-9 Texto: Juan 12, 20 –33 “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere... no da fruto” (12, 24) 1. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Ven, Espíritu Santo, envíanos desde el Cielo un rayo de tu luz. Ven, Padre de los pobres, ven, dador de los dones, ven, luz de los corazones. Oh Luz santísima, llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles. ¡Manda Tú Espíritu y será una nueva creación y renovarás la faz de la tierra! 2. LECTURA (¿Qué dice el texto?) A. Proclamación y silencio B. Reconstrucción del texto Si es posible, alguna persona puede relatar el texto de memoria, también se puede transcribir el texto, permitiendo que se tenga una experiencia de lo que Dios quiere para cada uno. Otro medio para profundizar y entender mejor, es utilizar las siguientes preguntas: ¿Quiénes se dirigieron a Felipe? ¿Qué deseo expresaron? ¿Qué hizo Felipe? ¿Quiénes transmitieron el deseo de los “griegos” a Jesús? En ese momento, ¿los “griegos” pudieron ver a Jesús? ¿A qué hora ha llegado? ¿Qué pasa con el grano de trigo que no muere? ¿Qué pasa con la vida de aquel que tiene apego a ella en este mundo? ¿Qué pasará con el que sirve y sigue a Jesús? C. Ubicación del texto ¿Qué dicen los versículos anteriores y posteriores de nuestro texto? ¿En cuantas partes se divide? Los hechos narrados por Juan en este texto, se realizan antes de la celebración de la tercera pascua (la última, 11,5) antes de llegar “su hora”. Escena que en más de un rasgo evoca a Getsemaní: Angustia ante la hora que se acerca, llamamiento a la compasión del Padre y aceptación del sacrificio. D. Algunos elementos para comprender el texto - Paralelos Leer: Hch. 8,26 ss; Za. 14,16; Mt. 16,25; Jn. 1,10; Mt. 10,28; 1Co. 15,36. Comentar. Ideas fundamentales Los discípulos de Jesús buscaban un sentido a su muerte cruel. En la luz de la Resurrección el autor del Evangelio según San Juan encontró un sentido profundo: la muerte de Jesús es a la vez, la hora (jorus) de su glorificación. La hora de la muerte en la cruz es sencillamente “la hora” de Jesús; es la hora de su “elevación”. En el levantamiento de Jesús en la cruz va incluida la exaltación a la gloria. Y el sentido de esta “elevación” en la cruz consiste en: “Cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. (12, 32). “Todo el mundo le sigue a Jesús” (12,19). Este era el temor de los fariseos. Y la alegría de la joven Iglesia. En el tiempo en que se escribió este texto bíblico fueron muchos los paganos que llegaron a la fe en Jesucristo. Sin duda esos “griegos” que se dirigieron a Felipe, queriendo ver (blepo) a Jesús, son representantes de los pueblos paganos. Los dos apóstoles, Felipe y Andrés, fueron protagonistas en la evangelización del mundo griego. En el Evangelio según San Juan aparecen también juntos en el relato de la multiplicación de los panes. Son ellos los que dan “el pan de vida” a los no judíos (6, 1-15). Una vez más se ve que la Evangelización es una obra que se debe realizar en comunidad, como equipo. Por lo menos dos debían ser los testigos para que su testimonio fuera válido. Y además se ve, que el uno comparte con el otro la preocupación de evangelizar, y los dos apóstoles se la encomiendan a Jesucristo en la oración. Llama la atención de que en el relato del Evangelio no hay respuesta al deseo de los paganos de “ver” a Jesús. Sencillamente porque ellos podían ver a Jesús, o sea: llegaron a la fe, únicamente a través de la predicación de los apóstoles y demás discípulos. Y esta predicación comenzó después de la Resurrección gloriosa del Señor. Sólo ahora la obra de Cristo y su Evangelio se abrirán para todos los hombres. Jesús, durante su vida terrenal, sólo recorría Palestina y atendía a relativamente poca gente. Como Resucitado está presente en todos los lugares del mundo y del universo, y en todos los tiempos. Jesucristo, hoy, atrae hacia sí a todos los que se dejan atraer. Este es el fruto de su entrega: su muerte (tanatos) trae al mundo la Salvación. Muchos miran la muerte como el negro punto final. En Jesús es el punto culminante de la vida; y para los que creen en El, es el punto de partida de vida eterna. Por medio de la comparación con el grano de trigo (jo kokos) se hace ver que la muerte es un fracaso sólo en apariencia. El grano muere, se pudre, pero de él surge una nueva planta que crece, y luego puede dar muchos granos más. Al contrario, el fracaso sería si el grano de trigo no muriera. El grano de trigo que no se pudre en la tierra queda solo, no se convierte en planta ni puede dar fruto. La muerte de Cristo y de los que estamos unidos a El por la fe y el Bautismo, es como la muerte del grano de trigo: de esa muerte nace Vida Nueva. Aquel que sigue a Cristo en todo momento y en todas las circunstancias, sin preocuparse por lo que pueda perder en esta vida, ganará la Vida Eterna. El que busca primero el Reino y su justicia, y hasta a costa de su vida terrenal, recibirá todo lo demás por añadidura. Los auténticos discípulos de Jesús tienen presente también: “No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma” (Mt. 10, 28). El cristiano sabe que la verdadera vida exige morir. 3. MEDITACIÓN (¿Qué me dice el texto?) Invitar a los participantes a hacer una reflexión acerca de la muerte, que es igual a la del grano de trigo: de esa muerte nace la Vida Nueva, y el cristiano debe prepararse para vivir sirviendo al Señor, mientras llega la realidad de la muerte. ¿Quiero ver a Jesús de verdad? ¿Cuánto (tiempo, dinero, cosas) estoy dispuesto a sacrificar por El? ¿Qué sentido tiene la muerte para mí? En Cuaresma, ¿cómo me estoy preparando para morir con Jesucristo y resucitar a la vida de gracia? ¿Qué significa servir al Señor? ¿Qué es para mí la vida eterna? 4. ORACIÓN (¿Qué me hace decir el texto?) Alabar y bendecir al Señor con la oración sincera que nace de nuestro corazón. - Orar por la Iglesia, los gobernantes, los grupos alzados en armas, para que trabajemos en la defensa de la vida y rechacemos la cultura de la muerte que se vive entre nosotros. - Orar para que todos seamos “servidores del Señor” y demos sentido a “morir con Jesús” Responder a cada súplica: Señor, enséñanos a servirte y a seguirte 5. CONTEMPLACIÓN (¿A qué me compromete el texto?) Admiremos a Jesús que muere y resucita para enseñarnos que morir con El es también entrar a la vida con El. ¿A qué me compromete el texto? Ej. Entrar en proceso de conversión para vivir mejor, intensificando la oración, el ayuno, la limosna y la participación en los sacramentos. Todo esto vivido en un ambiente de renovación como nos invita el Plan Diocesano de Pastoral (PQ). CANTO: ENTRE TUS MANOS (M.P.C. No. 177) Domingo 22 de marzo de 2015 DOMINGO DE RAMOS (PROCESIÓN) Is 50, 4-7/ Sal 21/ Flp 2, 6-11/ Mc 14, 1-15, 47 Texto: Marcos 11, 1-10 “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” (11, 9) 1. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Concédenos, Padre misericordioso, que Tu divino Espíritu nos ilumine, nos inflame, nos purifique, de modo que pueda El penetrar en nosotros con su celestial rocío y llenarnos de obras buenas. Manda tú Espíritu y será una nueva creación y renovarás la faz de la tierra. 2. LECTURA (¿Qué dice el texto?) A. Proclamación y silencio B. Reconstrucción del texto Si es posible, alguna persona puede relatar el texto de memoria, también se puede transcribir el texto, permitiendo que se tenga una experiencia de lo que Dios quiere para cada uno. Otro medio para profundizar y entender mejor, es utilizar las siguientes preguntas - Acercándose a Jerusalén, ¿a dónde llegó Jesús con sus discípulos? ¿Para qué envió Jesús dos discípulos al pueblo? ¿Cómo debían justificar el robo del pollino (burro)? - ¿Por qué Jesús entró en Jerusalén montado sobre un pollino? - Al entrar Jesús en Jerusalén, ¿qué hizo la gente? ¿Qué gritaban? - ¿Qué hizo Jesús después de entrar al templo de Jerusalén? C. Ubicación del texto: Qué dicen los versículos anteriores y posteriores de nuestro texto?. ¿En cuantas partes se divide? El evangelista Juan, sitúa este texto al comienzo del ministerio de Jesús en Jerusalén. Como profeta mesiánico, Jesús ha cumplido su misión en Galilea y ha iniciado su camino; así viene a ponerse en manos de las autoridades de su pueblo, entrando abiertamente en Jerusalén. Ya conocen su mensaje y sus acciones (cf. 3, 22; 7, 1) su presencia en la ciudad se convierte en tiempo de controversia. D. Algunos elementos para comprender el texto: - Paralelos Leer: Mt. 21,1-11; Lc. 19,28-38; Jn 12,12-16; Zac. 9,9; Sal. 118,25-26 Comentar Ideas fundamentales: La entrada en Jerusalén es claramente una manifestación de Jesús como Mesías (Messias). Los judíos esperaban que el monte de los Olivos fuera el lugar donde debía aparecer el Mesías, y donde tendría lugar la resurrección de los muertos. Jesús se manifiesta expresamente como el Mesías, la Resurrección y la Vida. El ceremonial que acompaña la entrada de Jesús en Jerusalén es el de la fiesta de las tiendas, en la que se hacía más viva entre los judíos la espera del Mesías. Además la gente aclama a Jesús como Hijo de David, es decir, como Mesías. Jesús ya no prohíbe llamarlo así, porque no habrá más motivos de entenderlo mal como un Mesías triunfalista. El Evangelio del Mateo explica en qué sentido Jesús es el Mesías. Para ello se sirve de una cita del profeta Zacarías (Zac. 9,9). Este anunció la llegada de un nuevo rey, hijo de David. Llegará a Jerusalén, así como entró en la ciudad el primer hijo de David que le sucedió en el trono; Salomón. Cuenta el libro de los Reyes que Salomón, después de ser coronado, entró en Jerusalén montado en una mula. Además Salomón fue un rey de paz; durante su gobierno no hubo guerras, ni él emprendió campañas de conquista como las que había hecho su padre. Todos los rasgos de Jesús que presenta el Evangelio según San Marcos para describir su entrada en Jerusalén, se encuentran en la idea del rey de la paz. Como Salomón, y en oposición al gran conquistador de la época del profeta Zacarías, Alejandro Magno, no viene montado en un caballo de guerra sino en una burra (tolon). Dispone de todas las cosas con autoridad, sin pedir permiso a nadie, como verdadero rey. Todo sucede como si todo perteneciera a Jesús. El es el dueño de todo. A lo sumo, si alguien pregunta, los discípulos deben decir que ellos llevan el burro porque “el Señor lo necesita”. El Señor necesitaba el pollino para dejar en claro que El no seguirá los esquemas gastados de poder y de gloria militar, como por ejemplo de un Alejandro Magno o del César Romano. El gesto humilde (paidos) de Jesús revela que su Reino se manifiesta en la sencillez y la mansedumbre. Los siguientes renglones del texto del profeta Zacarías confirman esta idea. Allí se dice que el nuevo rey destruirá todas las armas de guerra, suprimirá los caballos que sirven para la batalla, y finalmente anunciará la paz a todas las naciones. En Jesús se cumplen las profecías de las Escrituras, y así San Marcos se lo presenta a quienes hubiesen preferido una manifestación más ostentosa del Mesías. Por otro lado, Jesús, con su actitud, muestra que Dios se sirve de lo humilde y despreciado. Jesús nos quiere dar ánimo haciendo ver que Dios nos necesita a todos, aunque seamos pequeños y sin poder. Las reacciones a la iniciativa de Jesús de entrar en la ciudad montado sobre una burra, son diversas. La gente lo festeja y lo aclama como Mesías. “Hosanna” significa originalmente: “Sálvanos”, pero llegó a usarse de un modo parecido a nuestro “¡viva!”. Sin embargo, la reacción de la ciudad, como cuando los magos comunicaron a los poderosos la noticia del nacimiento del Mesías, es de recelo y turbación. Jesús, con su actitud pacífica, amenaza la posición de los violentos. Esto hará que el pueblo, instigado por sus jefes, se vuelva contra Jesús. Le ponen a Jesús una corona de espinas y una caña en la mano para burlarse de Él, diciendo: “¡Salve, rey de los judíos!”. Y le escupen la cara. En lugar de extender sus mantos sobre el camino, para que Jesús pasara por encima de ellos, a modo de alfombra, “lo desvistieron y le pusieron un manto rojo”, también para burlarse de Él. Los vestidos que antes habían sido un regalo, ahora son como un botín. “Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron”. Y en lugar de aclamar a Jesús como Mesías, todos gritaron: “¡Que sea crucificado!”. MEDITACIÓN (¿Qué me dice el texto?) La entrada a Jerusalén de Jesús nos demuestra un gesto de sencillez y mansedumbre, convirtiéndolo en el REY DE LA PAZ... ¿Cómo practico la humildad y la sencillez en mi familia? ¿En la situación en que nos encontramos, qué hago por la paz? ¿Tengo la humildad necesaria para perdonar? 3. ORACIÓN (¿Qué me hace decir el texto?) Hacer oración por la paz: colocar en las manos de Dios al gobierno y a los grupos armados, para que den apertura a la acción del Espíritu, reciban el don de la humildad y se esfuercen por colaborar en la paz. Terminar con la siguiente oración: Señor Jesucristo, que dijiste a los apóstoles, mi paz os dejo, mi paz os doy, no mires nuestros pecados sino la fe de Tu Iglesia, y conforme a Tu Palabra, concédenos la paz y la unidad, Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. 4. CONTEMPLACIÓN (¿A qué me compromete el texto?) Reconocer que también Jesús viene en estos momentos difíciles para motivarnos a vivir la humildad y la paz. Por tanto, ¿a qué me compromete el texto? Ej. Intensificar la oración por la paz en Semana Santa, Perdonar a quien me haya ofendido, colaborar con la paz del hogar. Todo esto vivido en un ambiente de renovación como nos invita el Plan Diocesano de Pastoral (PQ). CANTO: HAZME UN INSTRUMENTO DE TU PAZ (M.P.C. No. 218)