Provincia de Buenos Aires Dirección General de Cultura y Educación I.S.F D Y T N°83 Profesorado de Historia Profesora: Susana Jecke Materia: Historia Mundial Siglo XX Trabajo práctico: “Nazismo” Estudiante: Morales Leandro Introducción Entre los acontecimientos más importantes y decisivos del S. XX se encuentra el surgimiento del Nacionalsocialismo de Alemania, que hace referencia al movimiento nazista o nazismo, conocido como el hecho más cruel de la historia de Europa. Esta doctrina política, social y racial surge en Alemania en los años 20, pero alcanza mayor importancia en los años 30, momento en que las duras condiciones de paz impuestas en el Tratado de Versalles (1919) se juntan con la grave crisis mundial del Jueves Negro en 1929. Este nuevo movimiento le arrebata al comunismo las masas obreras alemanas, une a todas las clases sociales y les da el impulso necesario para salir de esta terrible crisis, retrasando de esta forma el triunfo de la Revolución Mundial Marxista. Nace, en suma, el estado totalitario, en el que el Partido nazi maneja todos los hilos de la nación. Los nacionalsocialistas creen principalmente en la determinación biológica como factor decisivo en la definición de las labores que ha de ejecutar un individuo. Identifican al hombre ario con el concepto de hombre creador, viril y guerrero. A partir de allí, le reconocen todos los triunfos de la especie humana. Sin embargo, también creen en la ciclidad de la historia y sostienen que las civilizaciones creadas por los arios decaían y morían una vez sus elementos representativos se mezclaban racialmente con miembros de otras razas. El nacionalsocialismo identifica en la comunidad judía la antítesis del hombre y advierte que muchos de los principales líderes comunistas son judíos. De allí derivan teorías acerca de la existencia de una conspiración judía para hacerse con el control mundial. Todas estas creencias se manifiestan claramente en las afirmaciones de Adolf Hitler, el representante más conocido del nacionalsocialismo en la historia mundial y denominado por sí mismo y por sus partidarios “el Führer”: “La doctrina judía del marxismo rechaza el principio aristocrático de la Naturaleza y reemplaza el privilegio eterno del poder y la fuerza por la masa de los números y su peso muerto. Así niega el valor de la personalidad en el hombre, cuestiona el significado de la nacionalidad y la raza y por tanto aparta de la humanidad la premisa de su existencia y su cultura. Como fundamento del universo, esta doctrina conduciría al final de cualquier orden intelectualmente concebible para el hombre. Y como el resultado de la aplicación, en el mayor de los organismos conocidos, de tal ley solo podía ser el caos, en la tierra solo podría haber destrucción para los habitantes de este planeta. Si [….] el judío vence a los otros pueblos del mundo, su corona será la corona de muerto de la humanidad y este planeta se desplazara por el éter vació de hombres, como lo hizo hace miles de años1i”. La teoría nazi sostenía que entre el Führer y su pueblo existía una armonía mística, una absoluta comunión, pero, en realidad, la aprobación y la adhesión de la sociedad alemana quedaban por lograr. Por ello, se recurrió a los grandes actos públicos, manifestaciones y desfiles nazis, que escenificaban la grandeza de Hitler y la disciplina impecable de su ejército; se difundieron políticas de bienestar y se recurrió a los medios de comunicación masiva. Los periódicos y los libros fueron sometidos a una estricta censura y se llevaron a cabo grandes quemas de libros considerados perniciosos. El cine no solo sufrió la censura, sino también la manipulación. Todas las películas debían contener algún mensaje pronazi. Incluso el propio estado se ocupó de producir películas documentales de propaganda, utilizando todos los adelantos de técnica y arte. La radio también se convirtió en un medio muy importante para el régimen, ya que permitía a la voz del Führer entrar en los hogares alemanes. La propaganda no buscaba solo fortalecer la fidelidad al régimen o el odio hacia los judíos, sino difundir formas culturales consideradas propias o saludables para la nación e identificadas con la raza aria. El lema de la política interior del Tercer Reich era “Alemania para los alemanes y gobernada para los alemanes”. Esto, pone de manifiesto que Alemania querría ser la dueña de su propia casa y vivir en ella de acuerdo a su gusto y mentalidad, excluyendo de la vida pública a todos los elementos extraños. Asimismo, los nazis instauraron el control reproductivo de la sociedad alemana, pensando que la necesidad de crear nuevos arios es imperiosa. Por ello, se buscó la fecundación de todas las alemanas de buena sangre por parte de la elite aria para que poco a poco la raza perdida recupere su esplendor. El resultado de esto fue el establecimiento de los campos llamados Lebensborn en los cuales las mujeres de origen ario eran inseminadas con padres seleccionados para la creación de niños racialmente puros. Esto indica que el objetivo de Adolf Hitler era muy claro: “Debemos luchar para salvaguardar la existencia y la reproducción de nuestra raza y de nuestro pueblo, el mantenimiento de nuestros hijos y la pureza de nuestra sangre, la libertad y la independencia de la patria, de manera que nuestro pueblo pueda madurar para el cumplimiento de la misión otorgada por el Creador del universo2 Según Adolf Hitler, los comunistas eran enemigos de la nación alemana, pero había un enemigo aún más peligroso: los judíos, a los que consideraba como “algo hostil al germanismo” y como “verdaderos diablos” con “el cerebro de un monstruo y no de un hombre”. Afirmaba, sin reparo, que los judíos encarnaban todos los malos que aquejaban al pueblo alemán: eran los proletariados agitadores, los financistas avaros y los grandes industriales que exprimían al pueblo alemán; eran la prensa que difamaba a la nación y también los débiles y corruptos parlamentarios cómplices de las humillantes tratados de paz. Eran, en síntesis, el enemigo racial que desde el interior corrompía y contaminaba a la nación, debilitándola. Teniendo en cuenta y analizando en profundidad los objetivos y las ideas de Hitler, su lema “Alemania para los alemanes y gobernada para los alemanes” y su afirmación: “Lo que la Nación alemana anhelo en vano durante siglos enteros al fin se ha hecho realidad: un pueblo uno, de hermanos, libre de los recíprocos prejuicios y entorpecedores de los tiempos pasados”, cabe plantearse las siguientes preguntas: ¿Realmente la ideología nazista del hombre más cruel de la historia alemana, y probablemente de toda Europa, se interesaba por el bien de los alemanes? ¿Acaso no eran los propios alemanes las victimas más perjudicadas y desfavorecidas por una absurda, o tal vez, inadecuadamente llevada, ideología? Todas estas preguntas y las otras que seguramente más de uno se plantea o se planteara al conocer este acontecimiento histórico más vergonzoso de la historia alemana, probablemente no deberían ser respondidas por nosotros. Asimismo, el objetivo de este trabajo no es precisamente dar respuestas a estas preguntas, sino averiguar que repercusión tuvo el nacionalsocialismo en la conciencia de la sociedad que vivió enmarcada por él y que cambios provoco en la mentalidad de los alemanes. El 30 de enero de 1993 está considerado como el día más negro de Alemania ya que el Gobierno conservador salido días antes de las urnas nombrará a Hitler Jefe del Gobierno. Desde su posición privilegiada Hitler fue deshaciéndose rápidamente de los ministros no nazis y, poco tiempo después, con la muerte del anciano mariscal Hindenburg, Adolf Hitler alcanzaba la jefatura de la nación y del Gobierno. Era el 20 de julio de 1934. En poco más de un año se había convertido en el Jefe de Estado y de Gobierno de Alemania. El ascenso de Hitler y de su partido nazi al Poder en Alemania, se debió a una serie de circunstancias entre las que cabría señalar: a) El régimen democrático de la República de Weimar tenía que devolver a los países vencedores de la 1° Guerra Mundial (Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos) una fuerte suma de dinero en concepto de reparaciones de guerra de la que no disponía. El egoísmo de los países vencedores del primer conflicto mundial al no perdonar su abultada deuda a Alemania provoco una gravísima crisis económica y el auge de los partidos conservadores extremos y del marxismo. b) La economía alemana se precipito también en el abismo de la crisis económica mundial. La galopante inflación alcanzo cosas inimaginables. Los precios de los productos subían en cuestión de horas a alturas astronómicas. c) Mientras que el índice de desempleo superaba el 30% y la miseria y el hambre se apoderaban del país. d) Hitler fue capaz de atraerse tanto a industriales como a latifundistas. e) Que, en el pasado, habían sido favorecidos por el Estado, especialmente, durante la monarquía imperial de Guillermo ll, el ultimo káiser alemán. f) En este extenso trabajo analizare, desde los primeros años de juventud de Adolf Hitler, hasta la llegada al poder (años 1923-39) así como el ascenso del partido Nacional-Socialista alemán desde sus minúsculos inicios hasta conseguir arrastrar a masas y las oposiciones con las que se encontraron durante estos años por parte de algunos partidos y grupos sociales (principalmente cristianos) para impedir la dictadura de Hitler en Alemania. El estado y los ciudadanos Los nazis explotaron el deseo de “comunidad del pueblo”, elaboraron su propia síntesis de promesas socialistas y procedimientos de corte capitalista, y debilitaron las inquietudes anticapitalistas con una dieta de pretendidos cambios sociales. La táctica del régimen de efectuar cambios sociales de carácter puramente simbólico estaba de acuerdo con los deseos y aspiraciones profundas de muchos alemanes. No solamente el amplio sector pequeño burgués de las masas anticapitalistas sino también muchos obreros identificaban las alteraciones radicales de la estructura social con un descenso general de su situación y preferían a eso una mejora se sus particulares condiciones de vida. <<No había grupo importante de la sociedad alemana que no pudiera identificarse con el Führer en alguna manera. Los campesinos le veían en su calidad de miembro de su clase, un hombre de manos encallecidas capacitado como nadie para comprender sus problemas; los soldados le veían como un militar sin clase, mitad cabo y mitad comandante en jefe, y los profesionales como una autodidactica que, pasando por encima de la rutian académica, se había graduado summa cum laude en la escuela de la vida>>3. Hitler conservo intacta la mayor parte de la vieja estructura: el sistema de tribunales y oficiales de justicia que había heredado de la odiada República. Pero cambio su espíritu al cambiar la teoría de la ley. La gente conservaba el sistema legal “externo” al que estaba acostumbrada, pero en realidad, vivía bajo un sistema legal que era un instrumento de poder en manos de la jefatura nazi. Con todas estas aspiraciones y una conducta especialmente afectiva hacia los ciudadanos, nunca hasta ahora expresada por ningún jefe de estado alemán, Adolf Hitler se iba ganando la aprobación y la simpatía del pueblo alemán y estaba consiguiendo inculcar en la mentalidad de la sociedad alemana, que la unidad e igualdad son aspectos fundamentales para la existencia y la inmortalidad de una nación. La redefinición de nazi de la política como un <<modo total de vida>> significaba también una redefinición del Estado y de la condición del ciudadano4. Según la ideología nacionalsocialista, el Estado era meramente un agente de la raza, por lo que esta determinaría las acciones del Estado. La ley tenía solamente un propósito: soldar la comunidad del pueblo como una nación. Era el jefe quien, en su persona, unía Estado y Nación; la encarnación viva de la ideología, y, a través del Estado, el ejecutor de las acciones necesarias para salvaguardar el propósito íntimo de la raza. El jefe era, a la vez legislador y juez. Como todos los campos de la cultura, la ley y la justicia, el estado y la ciudadanía, estaban sometidos a un cuerpo de pensamiento que deseaba una unidad total. El poder demanda del pueblo y el Partido nazi era el pueblo unido en un solo propósito y en una sola concepción del mundo. El acento se ponía en la inmediatez del poder, en contraste, con una ley normativa o imparcial, era una parte de la política, de las acciones del jefe y pueblo unidos en la voluntad de la raza para realizar sus fines. El nacionalsocialismo ha puesto al pueblo directamente en el centro del pensamiento, la fe y la voluntad de creatividad y vida. <<El punto de partida de la doctrina nacionalsocialista no está en el Estado, sino en la Nación. Es decir, para poder a prueba, juzgar y corregir la nulidad y, por tanto, la adecuación de las formas nacionales externas, es necesario captar su finalidad por encima y más allá de su conveniencia como medios. Así el foco de todo el pensamiento nacionalsocialista radica en la substancia viva que nosotros, de acuerdo con su desarrollo histórico, llamados la Nación Alemana>>5. La comunidad del pueblo, apoyada en una comunidad de voluntad y en una consciencia de comunidad de honor del pueblo alemán racialmente homogéneo, constituyo una unidad política. Esa comunidad no era solamente espiritual, sino también real. El vínculo real era la sangre común. Esta comunidad de sangre creo la unidad político-nacional del empuje de la voluntad contra el mundo circundante. La comunidad político-nacional era la clave de arco de toda la vida gubernamental y nacional. El Estado era el medio para el fin de salvaguardar al pueblo. <<Su fin es la preservación y la promoción de una comunidad de seres vivientes que son física y psicológicamente semejantes. Esa preservación se dirige ante todo y sobre todo a la estirpe racial, y permite por ello el libre desarrollo de todas las energías latentes en la raza>>6. El nazismo afirmaba que no son los seres humanos individuales, sino las razas pueblos y naciones, los que constituyen los elementos del orden de este mundo. El individuo está radicado en su Nación como un destino. La comunidad de la Nación es el valor primordial de la vida del todo, así como de la del individuo. El ser humano individual solamente puede ser concebido como un miembro de una comunidad de personas a las que es racialmente similar, y de las que hereda sus dotes físicas y espirituales. El nacionalsocialismo no reconocía una esfera individual separada que, aparte de la comunidad, haya de ser cuidadosamente protegida de toda interferencia por parte del Estado. La personalidad moral solamente puede probarse a sí misma en el seno de la comunidad. Ninguna actividad de la vida diaria tiene significado ni valor a no ser como un servicio al todo. Así, no es posible que la vida del individuo se desarrolle plenamente si no es al servicio de la comunidad nacional. Así en el orden legal, la posición del individuo no está ya determinada en términos de la persona como tal, sino en términos de la comunidad. El individuo es valorado como la unidad más pequeña de la nación, y como una parte del todo; es protegido por la ley, en interés del todo. El individuo ha nacido como un miembro de su Nacionalidad. Esa condición de miembro produce para los derechos y deberes con la Nación como un todo, y con todos sus demás miembros. De ahí que los derechos y deberes del individuo dimanan directamente de su propio rango y posición en la comunidad. El régimen nazi distinguía entre la ciudadanía del Reich y la ciudadanía del Estado. Los ciudadanos del Estado son personas que están bajo la protección del Reich alemán, y que, en consecuencia, están obligadas a este. Un ciudadano del Reich es, en cambio, un súbdito de sangre alemana, que, por su actitud, prueba que quiere y puede servir lealmente al pueblo alemán y al Reich. La estructura de la vida y el orden nacional, y del Estado bajo un jefe, basado en aquella, requiere que los súbditos del Estado sean distinguidos de los extranjeros y de las personas sin Estado, y que el derecho político, interior al Reich, de la ciudadanía sea establecido como una cualificación para el ejercicio de deberes y derechos civiles. Lo que es alemán, y lo que beneficia o daña al pueblo alemán y al Reich, solamente puede ser sentido, conocido y determinado por personas de sangre alemana. <<La ciudadanía del Reich, la totalidad de los ciudadanos del Reich, es el pueblo en su configuración política. La adquisición de la ciudadanía pone al camarada racial perteneciente al Estado en plena posesión de los derechos y deberes que derivan de su condición de miembro de la Nación>>7. Esta distinción entre ciudadanos del Reich y ciudadanos del Estado daba a la jefatura el poder sobre aquellas personas que vivían en Alemania, pero sin ser admitidas a la plena ciudadanía. Además, al hacer de la ciudadanía del Reich un honor que había que ganarse, la jefatura obtenía un método más con el que recompensar o castigar, y fortalecería así su influencia sobre la población. En la práctica, la ciudadanía del Estado tendía a ser una cuestión de edad. Una vez alcanzada la mayoría de edad, todos los arios se convertían en ciudadanos del Reich, a menos que hubiesen cometido un crimen político o una felonía. <<La Ley de Ciudadanía del Reich asigna al ciudadano alemán de sangre allegaba su lugar adecuado como miembro pleno de la comunidad nacional. Esa condición de miembro pleno produce plenos derechos y deberes políticos>>8. En esta ley el nacionalsocialismo sentó la doctrina de la igualdad del hombre y de la libertad fundamentalmente limitada del individuo del Estado, sobre el fondo del hecho, duro pero inesquivable, de la desigualdad natural y las diferentes naturalezas de los hombres. Según la Ley de la Ciudadanía del Reich, <<solamente aquel que es un camarada racial puede ser un ciudadano. Solamente el que es de sangre alemana, no importa cuál sea su fe religiosa, es un camarada racial. En consecuencia, ningún judío puede ser un camarada racial. El que no sea un ciudadano, solamente puede vivir en Alemania como un huésped, y está sometido a la legislación especial para extranjeros. El derecho a determinar la jefatura y la legislación del Estado solamente puede ser concebido a ciudadanos. Exigimos que todo cargo público, independientemente de cual sea su importancia, y tanto en el Raich como en los estados particulares, o en los municipios, sea ocupado solamente por ciudadanos>>9. Esta ley actualizo la ordenación nacional del pueblo alemán a nivel político y llego a ser el fundamento que salvaguardaba y soportaba todo el orden político y nacional del Tercer Reich. Los ciudadanos alemanes “corrientes” Los alemanes, en su mayor parte, no eran nazis, ni judíos, ni comunistas clandestinos, ni testigos de Jehová. La mayoría dormía por la noche, trabajaba productivamente durante el día y disfrutaba de la vida en los tiempos de paz del gobierno nacionalsocialista. Todos sabían que los judíos, los comunistas, los socialistas y algunos religiosos contrarios al régimen sufrían persecuciones. Sabían que había una fuerte presencia policial, un exceso de leyes que limitaba la libertad personal y un peligro potencial para quienes se negaban a cumplir los deseos de Hitler. Muchos se quejaban en privado, pero la mayoría era conformista. Muchos, probablemente la mayoría, creían que la policía y las leyes estaban ahí para protegerles. El terror nazi no suponía una amenaza real para la mayor parte de los alemanes corrientes, pero la mayoría de los alemanes obedecían a las directivas oficiales por temor a represalias. Las investigaciones, desarrolladas en las últimas dos décadas desde la perspectiva de la vida cotidiana sostienen que si bien es cierto que la resistencia y las protestas no eran actividades comunes, la sociedad nazi estaba teñida en descontento, resentimiento y oposición. <<Muchas mujeres detestaban el papel servil que les correspondía en una sociedad opresiva y dominada por los hombres, y expresaban su disconformidad a través de atuendos, actitudes y comentarios que ponían en peligro los fundamentos morales de la sociedad. Numerosos hombres y mujeres de todas las clases sociales contaban chistes antinazis, difundían rumores maliciosos, se aferraban obstinadamente a su identidad religiosa, socorrían a las víctimas y a los adversarios del régimen, desempeñaban su trabajo sin entusiasmo y hacían lo que podían sin llegar a la resistencia armada- para socavar la autoridad del régimen>>10. La confianza en el nacionalsocialismo varía considerablemente según el grado de formación académica, el sexo, la edad y las creencias religiosas. Los nazis encontraron más apoyo en las clases medias que en las clases obreras, pero contaban con simpatizantes en todo el espectro de clases sociales de Alemania. El nazismo tuvo también más seguidores entre los hombres y entre la juventud, que había dado a Hitler un reducido apoyo electoral. La gran mayoría de alemanes acato voluntariamente la ideología y la política nazis, y sufrió un poco o nada las consecuencias de sus ocasionales indiscreciones, normalmente inocuas. Muchos almenes corrientes tomaron parte en actos ilegales de naturaleza política durante el Tercer Reich. Muchos no solo decía que había creído en el nacionalsocialismo, sino que además no consideraba que tuvieran mucha importancia sus actos menores de incumplimiento, y la mayoría afirmaba que nunca temió ser detenido por su conducta durante el partido nazi. Teniendo en cuenta todo eso, está claro, que los alemanes corrientes, que nunca fueron el objetivo principal del aparato del terror nazi, vivieron los años del Tercer Reich de un modo totalmente distinto que los enemigos señalados del régimen. En resumen, se puede afirmar que los alemanes estuvieron mayoritariamente de acuerdo con todas las iniciativas y normativas nazis, pero no se puede negar que la mayoría de los alemanes apoyaba por lo general al régimen, no consideraba a la Gestapo tan todopoderosa ni amenazadora y disfrutaba de un espacio considerable para expresar la frustración y la desaprobación debidas a pequeños desacuerdos con el estado nazi y con sus líderes. La Gestapo La policía secreta del Estado, la Gestapo, fue creada en 1933 y formada por oficiales de policía de carrera y profesionales del Derecho. Su función era la de investigar y combatir todas las tendencias peligrosas para el Estado, teniendo la autoridad para investigar los casos de traición, espionaje y sabotaje, además de los casos de ataques criminales al Partido Nazi y al Estado. Los hombres de la Gestapo nunca se arrepintieron de sus acciones durante el régimen nazi. Después de la guerra algunos se ocultaron bajo una identidad falsa, pero la mayor parte permaneció en el lugar de origen. Muy pocos reconocieron su culpabilidad y muchos creían que no eran absolutos culpables, afirmando que ellos mismos eran víctimas del régimen o que solo cumplían con sus obligaciones y su trabajo. Los comandantes de la Gestapo eran jóvenes de clase media, de alta formación académica, recientemente convertidos al movimiento nacionalsocialista. Muchos eran individuos atemorizados con personalidad insegura. El nazismo confirió a estos hombres una profesión y una identidad, aunque fuesen falsas e imperfectas. Confiaban en su propio entusiasmo dentro del movimiento, se adhirieron a la SA, la SS y el Partido Nazi en cuanto pudieron, y pronto fueron alcanzando puestos más altos en la estructura jerárquica. Determinaban que casos debían ser investigados y que oficiales de la Gestapo se debían encargar de cada investigación. Y aunque raras veces se implicaban físicamente en las operaciones policiales de captura, malos tratos e interrogatorios individuales, intervenían si lo consideraban necesario para guiar el proceso de las investigaciones. Tenían también la responsabilidad de revisar los informes sobre la evolución de los presos en los campos de concentración y podían ordenar que permitiesen allí durante periodos de tiempo prolongados, aunque las autoridades de los propios campos recomendasen lo contrario. Sin duda, no eran “hombres corrientes”, eran nazis entusiastas que desempeñaron un papel activo en la persecución y asesinato. Según algunos estudiosos, <<los comandantes eran una nueva variante del tipo de personalidad autoritaria que, corrompido por una objetividad fría y una distancia emocional, y obsesionado con los objetivos del estado, dirigió las operaciones de la policía de seguridad sin pensar demasiado en ellas>>11. <<Los oficiales de la Gestapo eran “hombres corrientes”, cuya naturaleza y trayectoria no se diferenciaba en nada de las de otros oficiales de policía alemanes>>12. Muchos ocultaban datos importantes de su formación académica, sus orígenes sociales o su familia. Se parecían bastante a los alemanes típicos que se podía encontrar en cualquier lugar del país durante el nacionalsocialismo. Eran policías con una larga experiencia profesional, que habían entrado en el cuerpo de policía ya en la Republica de Weimar, es probable que sintiesen cierta atracción hacia la violencia, pero creían en la ley y el orden. El problema era que deseaban cumplir y hacer cumplir cualquier ley y cualquier orden que les fueran impuestos, independientemente del grado de criminalidad que conllevasen. Eran también bastante oportunistas en cuanto a su carrera profesional, porque querían ser oficiales de la Gestapo y aceptar cualquier tarea que se le asignase con el fin de lograr el éxito y el ascenso. Les gustaba ejercer el poder sobre los demás y se beneficiaban de la promoción y el prestigio que les confería la Gestapo. La Gestapo no era omnisciente, todopoderosa ni omnipresente y tenía recursos limitados y un número reducido de agentes y espías para conocer las actividades y las opiniones de los ciudadanos normales, dado que los ciudadanos medios se presentaban frecuentemente a vigilar y denunciar a los ciudadanos que se desviaban de la línea establecida. Los ciudadanos individuales influyeron mucho en el éxito del control social de los nazis, pero la Gestapo era el instrumento principal del control nazi, y la culpabilidad de los oficiales de dicha organización no es equiparable a la de los ciudadanos medios. La educación y la juventud El movimiento nacionalsocialista, cuyo propósito era abrazar la totalidad del pueblo para establecer un Reich no podía por menos de arrastrar consigo a la juventud. Por ser jóvenes, representaban el futuro del estado nazi: “Quien tiene la juventud, tiene el futuro”. El régimen nazi cancelo inmediatamente la lucha generacional y consiguió que su manipulación de los jóvenes sirviese a dos fines: liberar todo el potencial de la agresividad juvenil y, al mismo tiempo, impresionar al público adulto por el grado de disciplina a que podían someter a los jóvenes. La liberación nazi de la juventud tomo varias formas: colocar a las Juventudes Hitlerianas junto a la familia y la escuela como tribunal de apelación rival, entregar uniformes a todos los muchachos, hacer que los hijos guiasen a los padres inadaptados hacia la nueva época y suscitar esperanzas de una herencia que no había sido prometida a ninguna otra generación. Según el régimen nazi, hay tres fuerzas, que en combinación, determinan el correcto desarrollo de la juventud: el hogar familiar, la escuela y la Juventud Hitleriana. La juventud Hitleriana era un componente corporativo del Partido Nacional-socialista Alemán. Su tarea primordial era implantar el concepto de camarería nacional en el corazón de la juventud alemana y procurar que los nuevos miembros del movimiento nacionalsocialista se desarrollen con el mismo espíritu que ha dado grandeza al partido. La Juventud Hitleriana no conocía superiores solamente jefes. El jefe no era un individuo particular al que simplemente le tocaba dirigir una organización juvenil dentro de un determinado horario. Lo suyo era más que una ocupación: era una vocación. No podía dejar su tarea al caer la tarde, como un trabajador de oficina, porque el mismo era parte de su tarea. Estaba comprometido hasta mucho más allá que el horario de trabajo. El jefe de la Juventud Hitleriana debía ser un ejemplo para sus seguidores: tenía que llevar una vida nacionalsocialista. No necesitaba ser físicamente más fuerte que los jóvenes a los que mandaba, pero había de ser el más fuerte de su unidad en términos de valores espirituales y de carácter. La estructura de esta organización era tal que sus jefes no podían simplemente sentarse en un trono, sino que tenían que ser camaradas entre camaradas. Sus seguidores debían tenerle en cuenta no porque su autoridad venia de arriba, sino porque estaba basada en una serena superioridad que derivaba de su autodisciplina. El éxito del Nacional-Socialismo era el éxito de la disciplina El edificio de la Juventud Nacional-socialista estaba igualmente levantado sobre cimientos de disciplina y obediencia. El joven Jungvolk13, que a la edad de diez años entraba en el movimiento de Adolf Hitler, aprendía pronto a subordinar su propia pequeña voluntad a las leyes que han construido los estados y que han hecho felices a todas las naciones, y cuya violación tenía por resultado la perdida de la libertad y el colapso de la Nación. En esta organización el joven adquiría conocimientos que le servirán sobre todo como un marco para la vida adulta. Y, como se le instruía en la disciplina de una forma que estaba en consonancia con sus facultades mentales, empezaba a entender que su obediencia ciega proporcionaba la posibilidad de éxito a la voluntad del grupo. Así, lo que era aprendido en los años mozos en el combate con pequeñas tareas, beneficiara más tarde al Estado en el cumplimiento de sus más importantes tareas. La juventud Hitleriana familiarizo a los niños con armas y les inculco que “el que no arriesga la vida para ganarla constantemente de nuevo, está ya muerto, aunque todavía respire, coma y beba. La muerte no es más que una partida hacia una vida más elevada “La juventud guía a la juventud”14, mostro ser capaz de generar una gran carga de energía y de despertar la capacidad de sacrificio de millones de jóvenes. A pesar de las múltiples ventajas que ofrecía la afiliación a esta organización muchos miembros detestaban la instrucción, el regimiento, el adoctrinamiento político, la uniformidad obligatoria y la falta de libertad y medios individuales de expresión que implicaba el ingreso en las Juventudes Hitleriana. Justo en el momento de la vida de los jóvenes en que más querían romper con los preceptos de la generación de sus padres y experimentar nuevas vivencias sociales y sexuales, las Juventudes Hitlerianas exigían la conformidad y reprimían los deseos naturales juveniles. Fumar, beber, celebrar fiestas y practicar el sexo eran actividades muy mal consideradas o incluso castigadas. Todas estas restricciones y con ellas la creciente falta de libertad llegaron a generar una gran irritación por parte de la juventud alemana, provocando la aparición de numerosos grupos de adolescentes que se dedicaban a actividades habitualmente propias de la juventud como bailar, escuchar discos y frecuentar cafés. En resumen, la gran mayoría de los jóvenes alemanes mostro escaso interés por los asuntos políticos durante el periodo nazi y, por lo general, cumplieron las obligaciones establecidas por las Juventudes Hitlerianas, pero muchos las consideraban onerosas. Los jóvenes alemanes no tenían ningún agravante serio en su contra y no sufrieron conflictos graves con las autoridades nazis por las actividades inconformistas menores. En cuanto a la educación, los nazis intentaron unificar el sistema escolar estableciendo una comunidad racial comprometida en la “batalla real” contra sus enemigos, por lo que el Ministerio de Educación ordeno que esa doctrina fuese enseñada en todas las escuelas, no solamente en cursos de biología, sino también en la enseñanza de la historia. El deporte adquirió una importancia enorme en los programas escolares y la asignatura de educación física aumento en importancia cuantitativa y cualitativamente. Se dedicaba al menos cinco horas diarias a la educación física, por su valora en la construcción del carácter y la disciplina, así como para su futura utilización militar. Carreras a campo traviesa, futbol y boxeo fueron incorporados a ella, convirtiéndose en materia de examen para la obtención del certificado final de la escuela. Las clasificaciones bajas en educación física podían constituir, a la larga, motivo de expulsión de la escuela y de prohibición de seguir estudiando. Otras asignaturas que aumentaron de categoría eran la historia, la biología y el alemán. El enfoque nazi de la enseñanza del alemán incluía un gran interés por las sagas nórdicas y la germanización de palabras procedentes de idiomas extranjeros, y se preparó un nuevo material de lectura a los más jóvenes, enseñándoles la épica de la Guerra Mundial y de las Juventudes Hitlerianas. La importancia de la Biología derivada del énfasis especial que ponía el régimen en los fenómenos de la raza y herencia. Las autoridades de la enseñanza se limitaban a influir en los padres en el sentido adecuado y, de modo similar las Juventudes Hitlerianas definían el hogar paterno como “centro de gravedad de la educación moral”. En cuanto a la educación de las chicas se hizo un intento de darles una educación de acuerdo con el ideal nazi de feminidad, excluyéndolas de estudios que se requerían para la admisión en la universidad, ya que, según los nazis, las mujeres pertenecían al hogar. La familia y la mujer El régimen nazi consideraba a la familia como el cimiento del Estado. Una familia comienza no solo con aquellos que llevan el mismo apellido o que poseen el mismo trozo de tierra o las mismas propiedades, la familia comprende más bien todo lo que es, espiritual y físicamente, un patrimonio de vida en círculo definido de personas. El nuevo régimen demostró ser buen protector de la vida familiar imponiendo fuertes limitaciones a la igualdad de la mujer, al aborto, a la homosexualidad y prostitución. Se reanimo la actividad económica y las medidas eugenésicas especiales como provocar una subida espectacular en la curva demográfica; la fertilidad y los matrimonios aumentaron en la proporción. Las medidas eugenésicas del régimen fueron principalmente de carácter monetario y propagandístico. Los incentivos económicos a la fecundidad eran básicamente de tres tipos: préstamos matrimoniales; subsidios por hijos y subsidios familiares. Se puso en movimiento un verdadero culto a la maternidad. Anualmente se concedía a las madres prolíficas una medalla, la Cruz de Honor de la Madre Alemana, que llevaba gravada en el anverso la frase: “El hijo ennoblece a la madre”. El reflejo del homenaje se extendió por toda la sociedad. En tranvías, autobuses y metros, los hombres se ponían en pie de un salto para ofrecer sus asientos a las mujeres embarazadas o a las que llevaban niños pequeños. Durante la guerra, cuando la adoración nazi de la maternidad llego a su punto culminante con la creación del eslogan “He donado un hijo al Führer”, las futuras madres recibían también raciones mayores de alimentos y cobijo más seguro contra los ataques aéreos. El nacionalsocialismo había declarado de modo autoritario que se iba a poner el fin al enfrentamiento generacional y no se permitía que ninguna cuestión conflictiva estropease la armonía interna de la familia y el Reich. No obstante, la vida familiar siguió viéndose afectada por conflictos entre las generaciones, aunque en forma menos abierta. Al ser más susceptibles al adoctrinamiento y estar más expuestos al nazismo en la escuela y en las Juventudes Hitlerianas, los jóvenes tendían a mostrar una mayor conformidad que sus padres. Con el temor de los padres a ser denunciados por sus hijos o el hecho de que las conversaciones familiares pudieran ser inocentemente repetidas en público, el dialogo entre las distintas generaciones disminuyo todavía más. Las relaciones entre madres e hijos se vieron particularmente afectadas. También las relaciones entre los esposos empeoraron, ya que los maridos vivían la mayor parte del tiempo para el partido y sus obligaciones con él, lo que les impedía utilizar el hogar más que para comer y dormir. El régimen engendro toda una serie de presiones contrarias a la cohesión familiar: el enrolamiento de los jóvenes para largos periodos de tiempo, el amplio empleo industrial de las mujeres, el aumento de las horas extraordinarias y de los turnos de noche, la creación de delitos que se castigaban con el secuestro judicial de los hijos estaban la amistad con judíos, la negativa a enrolar a los muchachos en la Juventudes Hitlerianas y la pertenencia a los Testigos de Jehová. El núcleo del pensamiento nazi acerca de la cuestión femenina era el dogma de la desigualdad de los sexos y esto implicaba su irremisible confinamiento al ámbito doméstico. El primer signo visible de la inferioridad femenina fue su destierro del modo político, poco a poco las doctoras y funcionarias casadas fueron despedidas de sus puestos y se prohibió a las mujeres desempeñar las funciones de juez y fiscal del estado, declarándolas inaptas para las funciones jurídicas. Aunque se hablaba mucho de obligar a las mujeres casadas a volver a sus hogares para dejar libres puestos de trabajo que serían ocupadas por hombres, el trabajo de la mujer era indispensable. Dado que existía en aquel entonces una fuerte tendencia de la mano de obra femenina a buscar trabajos mejor pagados en el sector comercial y en las ciudades, el gobierno instituyo un servicio social obligatorio, de un año de duración, para todas las muchachas solteras o menores de 25 años que fueran a trabajar como oficinistas o empleadas de la confección, el ramo textil o las industrias del tabaco. Las autoridades emitieron disposiciones que dispensaban a las trabajadoras de levantar pesos superiores a los 15 kg. y algunos empresarios considerados concedieron a las mujeres casadas el derecho de elegir turnos y otros les permitieron trabajar cinco días a la semana en lugar de seis. Pero esto no oculta una contradicción básica: el hecho de que aquellas a quienes la retórica nazi había destinado a la cocina y al cuidado de los hijos hubiesen pasado a constituir las tres quintas partes de la mano de obra alemana durante la guerra. La toma del poder por parte de los nazis provoco un gran cambio del papel que había jugado la apariencia femenina antes de 1933, en que se había contribuido a dar un aire de elegancia y ligereza a la vida alemana. Los militares del partido levantaron una gran oleada de polémicas, exhortaciones y amenazas encaminadas a hacer volver a la mujer alemana a sus supuestas virtudes primordiales. Se condenaba el maquillajes y todo tipo de cosmético como lo más antinatural que se podía ver en una mujer alemana. Por lo tanto el régimen creo un tipo ideal de femineidad del cual fueron presentadas como prototipos las dirigentes de la sección femenina del Frente del Trabajo. Esas mujeres eran educadas “con severidad espartana” enseñadas a prescindir de los cosméticos, a vestirse de la manera más simple, a no mostrar vanidad individual alguna, a dormir en camas duras y a evitar “los refinamientos en el terreno culinario”. El trabajo y los trabajadores El nacionalsocialismo alemán sostenía que “el trabajo es la bendición y la libertad de los alemanes”, y que “un pueblo solo tiene algo si trabaja, si es activo, si se esfuerza en aumentar su producción para encontrarse entonces en condición de poner la masa de la producción frente al poder adquisitivo” El estado nazi llevo a cabo numerosos cambios de las condiciones del trabajo: por una parte, la protección del trabajo se ha aumentado por medio de la asistencia sanitaria general, asimismo se ha establecido la reglamentación de licencias, vacaciones, organización de las horas libres y del recreo, y por otra, la protección del trabajador, en caso de paro, por mediación y subsidio fue ampliada en el sentido de procurar trabajo, dirigir la mano de obra y ofrecer las posibilidades del trabajo. Para mejorar la vida del trabajador se organizaba en sus horas libres excursiones, asistencias al teatro y la ópera, y las participaciones en deportes. El nacionalsocialismo quería crear un nuevo tipo de trabajador, muy alejado del trabajador con consciencia de clases de los tiempos anteriores. Asimismo, consiguió devolver al obrero su dignidad humana y encajarle con igualdad de derechos en el cuerpo nacional. Todos los trabajadores que participan en la obra común son igualmente respetados y honrados. El régimen nazi creo el llamado “Servicio Obligatorio del Trabajo” que ha de ser un deber de honor de la juventud alemana y un servicio prestado al pueblo. La propia experiencia adquirida por el joven alemán en el Servicio del Trabajo le será útil para apreciar con justicia el valor ético del trabajo y para saber comportarse dentro de lo que significa en Alemania el concepto de comunidad de trabajo. Porque el nacionalsocialismo quería eliminar toda actitud egoísta y material con respecto al trabajo, cada joven alemán debía trabajar durante cierto tiempo de su vida en la seguridad de rendir un servicio de honor a su pueblo. La crisis económica alemana El inicio de la crisis alemana es bastante anterior a la crisis económica de 1929. La ocupación desato un caos financiero masivo en Alemania, no solo empobreciendo a la clase obrera sino además arruinando a las clases medias bajas. Bajo guardia armada, la burguesía francesa extrajo sus reparaciones de guerra, paralizando al resto de la industria alemana. La inflación despego en una escala que es difícil de creer. El valor del marco alemán bajo de 48 mil por dólar estadounidense en mayo a una astronómica cifra de 4.6 millones en agosto. De 6 por ciento en agosto, el desempleo se incrementó dramáticamente a 23 por ciento en noviembre15. Alemania, como otros países beligerantes, había sufrido una inflación, durante y después del conflicto armado que ni el Gobierno Imperial ni el de la República de Weimar quiso atajar con el aumento de los impuestos para compensar la inflación. Ello provoco el aumento descontrolado y catastrófico de la inflación en Alemania que paso de base 100, en enero de 1913 a base 75.000.000.000.000, en octubre de 1923. A finales de 1923, un dólar norteamericano valía 4 billones de marcos papel. Día y noche trabajaban 150 imprentas para proveer al Reichbank de papel moneda. Prácticamente el marco-papel dejo de tener valor. Ante el grave deterioro de la situación económica alemana, Estados Unidos y sus aliados franceses, belgas y británicos van a reducir parte de las exigencias por reparaciones de guerra y se adoptaran una serie de medidas, mediante el denominado Plan Dawes, para que la República de Weimar pudiera recibir préstamos del exterior. Así, en los años siguientes se invirtió en Alemania una gran cantidad de capital privado americano, en bonos de Gobierno alemán y en empresas industriales alemanas. Alemania es, con Estados Unidos, el país más gravemente afectado por la depresión. El índice de producción industrial desciende casi a la mitad desde 1929 a 1932. Todos los sectores son afectados; la producción de acero se reduce a un tercio, la de las industrias mecánicas en un 40% en dos años. Por otro lado, el valor de los productos del campo disminuyo en todas partes hasta un 50% e incluso más. En la industria, la producción mundial se restringe considerablemente hasta alcanzar el 38%. Ante esta gran depresión las potencias que ayudaban a Alemania a superar la anterior crisis económica de 1923 tuvieron de dejar de prestar apoyo. El comercio internacional disminuyo un 70%. ¿Cuál es la causa de este cataclismo? Se pensó que eran las reparaciones las que mantenían en precario la estabilidad de la economía alemana, y en julio de 1932 la conferencia de Lausana acordó suspender los pagos y anular el 90% de la deuda, más entonces se comprobó que el mal no residía, tan solo, en las anulaciones de las reparaciones de guerra ni, por tanto, en su suspensión. El problema estribaba en la dependencia que tenía la economía alemana de los capitales norteamericanos. Los bancos alemanes se habían habituado, ante la imposibilidad de encontrarlos en el mercado interior, a solicitar capitales a los bancos de Nueva York; se estima que en 1931 los créditos ascendían a la cifra de 20,6 billones de marcos, otorgados a plazo corto y, por lo tanto, expuestos a los avatares de cualquier oscilación de la coyuntura o del pánico de los inversores. Con la crisis de los bancos norteamericanos, apremiados por sus accionistas y depositarios, se apresuraron a retirar fondos de Europa; esta acción resulta demoledora para los bancos alemanes. Cien millones de marcos abandonan Alemania a mediados de julio de 1931. El ascenso del partido nazi Los orígenes del partido nazi inseguros y no permitían presagiar nada extraordinario. Nació del tronco de otro pequeño partido fundado el 5 de enero de 1919 por dos modestas figuras: un periodista y un herrero, quienes se dividieron los cargos directivos. En junio de 1919, Hitler se adhiere a este minúsculo partido que, en seis meses de vida, solo contaba con siete afiliados. Y es que en el periodo de la posguerra abundaban partidos pangermanistas, nacionalistas y reaccionarios de escasa entidad y localizados en puntos muy concretos41. Cuando Hitler se adhirió al partido no pasaba de ser un movimiento despreciado, refugio de algún militar politiquero y que carecía de apoyo. El 24 de febrero de 1920 se dio a conocer el programa oficial del DAP que proclamaba principalmente: Revisar la paz de Versalles y la anexión de Austria. El racismo antisemita. Principio de socialidad. Desarrollo de las instituciones y de la educación física, tutela de salud pública. Creación de un derecho germánico. El rearme. Limitación de la libertad de prensa y del arte. Organización centralizada y corporativa del Reich. Hitler desempeñaba el cargo de propagandista y para el más importante que el programa era la necesidad de que se adaptasen a las circunstancias, lo importante era la voluntad de luchar y de un activismo como fin en sí mismo. Entre 1920-1921, el partido cambia de nombre para tomar el de nacionalsocialista e inicia su transformación en movimiento paramilitar, favorecido por las circunstancias de que casi todos sus adeptos procedían de los Freikorps (antiguos soldados y oficiales). En junio de 1921, Hitler, que siempre se había distinguido por sus cualidades oratorias y por su inventiva rápida, se adueña del partido al desaparecer los dos antiguos fundadores. Se empieza a forjar su nuevo sistema agresivo y ofensivo en la polémica contra las débiles formaciones de los partidos burgueses. Hubo cinco momentos claves en el ascenso del nazismo. La elección de noviembre de 1932 Por primera vez desde su dramático aumento en las encuestas después de la Gran Depresión, los nazis sufrieron una gran pérdida en las elecciones de noviembre de 1932, tanto a nivel regional como nacional. Fue el comienzo de una tendencia electoral descendente que continuó en 1933. Se hizo cada vez más evidente que la coalición electoral nazi tenía recorrido pero poca profundidad, y comenzó a mostrarse en una serie de elecciones regionales y nacionales. La importancia de esto es que el ascenso nazi al poder no era inevitable. Hitler, ciertamente, no fue arrastrado al poder en una ola de apoyo público y victorias electorales. Cuando se le dio una oportunidad en una elección libre y justa, dos tercios de la población alemana optó por otro partido. No había nada inevitable en la asunción nazi del poder y no era la “voluntad del pueblo alemán”. El incendio del Reichstag en febrero de 1933 Cuando se declaró el incendio en el Reichstag, el edificio del Parlamento en Berlín, los nazis lo usaron como una excusa para clausurar el poder legislativo. Los nazis afirmaron que fueron los comunistas quienes prendieron fuego y dijeron que estaban planeando un derrocamiento del gobierno y una revolución a gran escala. Muchas otras personas en Alemania pensaron que fueron los nazis quienes prendieron el fuego. Pero lo que se sabía en ese momento, les dio a los nazis la excusa para forzar a través de una serie de decretos de emergencia la muerte de la democracia en la República de Weimar. El gobierno por decreto de emergencia parecía necesario debido al siniestro, pero con estas medidas se allanó el camino para los decretos autoritarios que dictaría Hitler posteriormente. La noche de los cristales rotos en noviembre de 1938 La Kristallnacht, o “La noche de los cristales rotos”, se llamó así porque durante la noche del 9 al 10 de noviembre se destruyeron negocios y viviendas judías, se incendiaron sinagogas y se desató la violencia contra los judíos de forma individual. Esta fue la primera vez que Alemania fue testigo de un pogromo en todo el país contra la comunidad judía que fue claramente orquestado desde arriba y dirigido desde los altos niveles del gobierno. Esto representó una radicalización importante de la política racial nazi, desde actos individuales de discriminación y violencia contra los judíos hasta una campaña coordinada a nivel nacional. Sin embargo, la destrucción de Kristallnacht no fue popular entre los alemanes, lo que demostró a los nazis que la violencia contra los judíos no era aceptable para una porción significativa de la población. Si bien no les impidió perseguirlos, sí que hizo que cambiaran sus tácticas contra la comunidad judía. La invasión de la Unión Soviética el 22 de junio de 1941 El 22 de junio de 1941, los nazis lanzaron la “Operación Barbarroja”, la invasión de la Unión Soviética. El ataque sorpresa comenzó en la misma fecha en que Napoleón, en 1812, había invadido Rusia, y rompió el Pacto Molotov-Ribbentrop de no agresión entre la Alemania nazi y la Rusia soviética que había estado vigente desde justo antes de la invasión de Polonia en 1939. La invasión de la Unión Soviética fue un punto de inflexión significativo en la guerra y redujo en gran medida las posibilidades de una victoria nazi. Aunque una cruzada contra el “judeobolchevismo” siempre había sido central en la ideología de Hitler, abrió a Alemania a una guerra de dos frentes después de que Hitler declarara la guerra a Estados Unidos en diciembre de 1941. La invasión de la Unión Soviética pareció exitosa al principio, pero luego empujó a los soldados alemanes a un combate para el que no estaban preparados. La Conferencia de Wannsee el 20 de enero de 1942 En esta fecha, el oficial de las SS Reinhard Heydrich convocó a un pequeño grupo de líderes nazis en una villa en Wannsee, un suburbio de Berlín. Durante la reunión, Heydrich presentó lo que llamó la “solución final” al “problema judío” en Europa. Dejó claro que esto significaba el exterminio de judíos en los campos que se crearían en la Polonia ocupada. La política racial nazi se había intensificado hasta el genocidio y señaló un intento de eliminar la “raza” judía de Europa. Aunque no hubo evidencia de órdenes escritas directas de Hitler, durante esta reunión quedó claro que el “problema judío” ahora estaba exclusivamente en manos de las SS, y ya no debía ser manejado por una variedad de diferentes organizaciones de la Alemania nazi. Bibliografía : 1 Grunberger, R: Historia social del Tercer Reich. Ediciones Destino, Barcelona, 1976. (Pág. 161) 2 Vidal, C: Los incubadores de la serpiente, Anaya&Mario Muchnik, 1997 3 Grunberger, R: Historia social del Tercer Reich. Ediciones Destino, Barcelona, 1976. (Pág. 98) 4 Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 333 5 Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 342 6 Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 342 7 Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 344 8 Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 345 9 Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 346 A.E: El terror nazi: la Gestapo, los judíos y el pueblo alemán. Paidós, Barcelona, 2002. Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona, 1973. Pág. 294 10 Johnson, A.E: El terror nazi: la Gestapo, los judíos y el pueblo alemán. Paidós, Barcelona, 2002. Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona, 1973. Pág. 109 11 Johnson, A.E: El terror nazi: la Gestapo, los judíos y el pueblo alemán. Paidós, Barcelona, 2002. Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona, 1973. Pág. 70 12 Johnson, 13 Jungvolk era el hombre de la rama de la Juventud Hitleriana que encuadraba a los niños de diez a catorce años de edad. 14 Grunberger, R: Historia social del Tercer Reich. Ediciones Destino, Barcelona, 1976: Pág. 3000 15 Mandred F. Boemeke, Gerard D. Feldman y Elisabeth Glaser: The treaty of Versailles a ressessment after 75 years, Washington. 1998. Alderoft, D.H From Versailles to Wall Street, 1919-1929. Londres. 1977002E. 16 Enzo Collotti: La Alemania Nazi, Madrid. 1973. Gray, R: Hitler y los alemanes. Akal D.L., Madrid, 1991. https://www.lavanguardia.com/historiayvida/20191109/471443964022/ascensonazismo-alemania-momentos-clave.html