LA INIQUIDAD Hay muy pocos estudios a cerca de la iniquidad, muchos cristianos todavía ignoran la diferencia entre pecado, rebeldía e iniquidad. Pero la Biblia separa estos tres tipos de pecado. En un estudio anterior escribí sobre esta diferencia, el estudio se llama libre de iniquidad. El día de hoy vamos a enfocarnos solamente en lo que es en sí la iniquidad y la gravedad de lo que ocasiona en la vida de cualquier persona la iniquidad. Aunque algunos han dicho que la iniquidad es posible que se transfiera genéticamente por el ADN. Todavía no es posible comprobarlo científicamente en su totalidad, al menos en lo que yo conozco. Pero si tú vas al médico normalmente ellos preguntan si tus padecimientos los tuvo alguien de tus padres o antepasados. La Biblia dice que las iniquidades están grabadas en el corazón, además se transfieren de generación en generación y están desde el nacimiento con la persona (Salmo 58). Es sorprendente las veces que la Biblia hace esta separación entre pecado, rebelión e iniquidad, a veces claramente y otras veces se pierde debido a las traducciones, ya que iniquidad en la Biblia se puede encontrar como, pecado, injusticia, maldición o maldad. En muchos otros pasajes se ha mantenido esta separación o diferencia de términos. “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: !!Jehová! !!Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”. Éxodo 34:6-7 ¿Y si es lo mismo, porque Dios lo separa? ”Y vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto. Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo”. Números 14: 33-34 La iniquidad se transfiere de generación a generación: Te recomiendo que leas mi estudio, libres de iniquidad, ahí explico que la Biblia menciona claramente que el pecado en forma de iniquidad se transfiere de una persona a otra de los padres a los hijos. Esa transferencia es como una tendencia a repetir los pecados de los padres y ancestros. Es decir yo no heredo los pecados de mis padres, pero si heredo la tendencia a pecar. La biblia es clara que cada quien es responsable de su propio pecado. Así que en ningún momento estoy negando la eficacia y el poder de la sangre de Cristo. Pero el hecho que tú me digas que ya eres perdonado y fuiste perdonado, eso no te hace perfecto y mucho menos te libera de la tendencia pecaminosa. Si ese fuera el caso todos los cristianos seriamos unos santos y automáticamente somos libres de la tendencia pecaminosa y no pecaríamos jamás. El punto es que la iniquidad, es una tendencia a repetir los pecados de los padres, de los abuelos, bisabuelos y tatarabuelos. El pueblo de Israel fue liberado de Egipto mas sin embargo tenía una tendencia muy arraigada en el corazón para pecar, para desobedecer, para ser rebeldes. Eso les impidió entrar en la tierra prometida. Te das cuenta eran libres por el poder de la sangre de Cristo (El cordero Pascual). Pero no del corazón. El corazón estaba atado a Egipto. Así el cristiano es salvo pero falta purificar el corazón, limpiar el corazón de los pecados del pasado. Jeremías 17:1 dice: “El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares”. No sé si te has fijado en este detalle: ”Y vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto. Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo”. Números 14: 33-34 Cuarenta años por cada día, llevaran vuestros hijos ¿Por qué los hijos? ¿Porque cuarenta años, uno por cada día? Si eres estudioso de la Biblia te darás cuenta que en la Biblia los detalles cuentan mucho. Por eso Jesus dijo, que ni una pequeña tilde (‘) pasara sin que se cumpla la palabra de Dios. La razón por la que Dios se enfureció tanto del pecado, la rebeldía e iniquidad del pueblo fue porque no creyeron en su palabra. Para recibir las bendiciones de Dios hay que creer la totalidad de su palabra. Para Dios es muy importante que se crea en su palabra, no solo porque él lo dice, más bien porque es la verdad. Por eso Jesus dijo: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. La iniquidad es iniquidad aunque tu lo ignores Cuando llegamos a Cristo hay muchas áreas de nuestra vida que no sabemos que necesitan ser cambiadas, no sabíamos ni siquiera que eran pecados o maldición en nuestra vida. Por ejemplo: “Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; Se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos”. Proverbios 18:20-21 ¿Cuántas veces has maldecido tu vida con tus propias palabras? ¿Cuántas veces has hablado cosas negativas a tu vida sin darte cuenta? Es increíble darte cuenta cuando la gente se está maldiciendo así misma. No digamos con el pensamiento, no digamos cuando eso sale del corazón. ¿Porque crees que en la juventud o en la adolescencia se forman los complejos?. ¿Cuántas veces no maldecimos las vidas de nuestros hijos o familia cuando les decimos cosas negativas? En varias ocasiones he presenciado cuando un padre o una madre enojada maldicen a sus propios hijos. Más tarde en la vida esos hijos repiten lo mismo con sus hijos, esa es una cadena de iniquidad o maldición. Fíjate en la gravedad del problema de iniquidad: “Cuarenta años estuve disgustado con la nación, Y dije: Pueblo es que divaga de corazón, Y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi furor Que no entrarían en mi reposo. Salmo 95:10-11 La iniquidad es una tendencia tan fuerte hacia el pecado que no te permite ver lo que Dios esta haciendo y diciendo ahora mismo. Aun más grave, es un problema que se transmite de generación en generación. Los mismos pecados que la gente cometió en Egipto, eran los mismos que se estaban cometiendo en el desierto. Tanto así que llegaron a decir que estaban mejor en Egipto y que preferían ser esclavos otra vez. A eso agrégale que ellos decían que Dios los sacó para matarlos en el desierto, cosa que Dios nunca dijo y mucho menos planeó. Cuando una persona es salva, es perdonada de sus pecados inmediatamente y tiene la promesa de ir al cielo con Dios. Mas sin embargo te podrás dar cuenta que en la salvación inicia un proceso de aprendizaje y cambio. Más sin embargo, ese cambio no se da en la misma velocidad en todas las personas. Nunca es un proceso instantáneo. El cristiano nace en el Egipto espiritual, es decir esclavo y acostumbrados a los vicios y pecados de Egipto. Una persona recién salva no se da cuenta que es cautiva o esclava de muchos pecados o hábitos pecaminosos. Inclusive cristianos maduros de muchos años. Muchos ni sabíamos que era pecado porque siempre lo vimos normal. Hasta que se da cuenta que es un esclavo de los viejos hábitos, costumbres y pecados. Fueron cuatrocientos años de esclavitud, cuatrocientos años de herencias en el pueblo de Israel como esclavo. ¿Crees que ellos sabían vivir como libres? ¿Crees que ellos podían vivir como Reyes y Sacerdotes en Israel inmediatamente? Un esclavo clama a Dios para ser liberado, recibe la liberación de Dios, pero inicia un viaje por el desierto. Es una preparación para purificar el corazón, para preparar el corazón. En el desierto la iniquidad debe morir, no es posible entrar a la tierra prometida con los pecados de Egipto. El cristiano debe pasar por un proceso de liberación no nada más de los pecados, si no de las iniquidades, maldiciones, etc. En el estudio llamado “libres de iniquidad” explique el caso de Simón en el nuevo testamento para los que creen que Iniquidad fue cosa del antiguo testamento. El Salmo 58 habla del problema de la iniquidad: “Antes en el corazón maquináis iniquidades; Hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la tierra. Se apartaron los impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron.Veneno tienen como veneno de serpiente; Son como el áspid sordo que cierra su oído, Que no oye la voz de los que encantan, Por más hábil que el encantador sea”. Salmo 58:2-5 Este es el relato de un malvado, que trae iniquidad desde el vientre de la madre, y su maldad es como veneno. Cada persona es responsable de su propio pecado, aunque recibes de los padres la tendencia a pecar y heredas de los padres, costumbres pecaminosas y enfermedades. La sangre de Cristo es suficiente, solo que hay que madurar y creer que la palabra de Dios es poderosa y la obra de Dios se va a completar. Iniquidad con derecho legal No de manera automática, hay que tener fe. La idea de este estudio no es mandar al infierno a nadie o sea, no es para condenar a nadie. Si acaso esta batallando con pecados, con debilidades, con malos hábitos, malas costumbres, un circulo vicioso que no te deja avanzar, entonces es posible que haya iniquidad heredada de tus padres. Si tu estas batallando con algún pecado, con alguna mala herencia, incluyendo enfermedad. Debes reclamar la sangre de Cristo sobre esos pecados y sobre esa enfermedad. Quiero aclararte que esas iniquidades tienen derecho legal por lo que Dios dijo de la tercera y cuarta generación. Dios te hizo libre de pecado, pero hay batallas que tu solo debes realizar. Dios liberó al pueblo de Egipto, pero él quiso que la tierra prometida fuera conquistada por ellos. Es decir ahora debe ser tomada por ti. ¿Recuerdas lo que Dios le dijo a Josué para poseer la tierra? “Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. Josué 1:6-9 Dios sabe con quién está tratando, tanto le recalcó a Josué de lo que se requiere para poseer la tierra prometida. (Las promesas de Dios). Mi pregunta seria ¿Sera igual contigo y conmigo, o será diferente? ¿Somos esforzados y valientes para poseer las promesas de Dios? Suponiendo que tu enfermedad fue heredada por la iniquidad de tus padres. Eso solo Dios lo puede revelar. En una ocasión le preguntaron a Jesus, ¿peco él o sus padres? (Hablando de un ciego que Jesus iba a sanar). Jesus les dijo, ninguno, esta enfermedad es para que el nombre de Dios sea Glorificado. Por eso debemos preguntar a Dios ¿Estoy ante una maldición o iniquidad? ¿O simplemente es para que tu nombre sea glorificado? Dios te dará la respuesta. El problema es cuando hacemos todo mecánicamente. Dios quiere que seas libre de iniquidad y heredes bendición Como padres tenemos una responsabilidad de no pasar iniquidades a nuestros hijos. Sé que hay errores y Dios los perdona, pero también debo cancelar cualquier enfermedad genética, pecado de iniquidad, maldición, etc., que se aferre a mi familia, que sea generacional o que se transfiera. Debemos pedir que nuestros errores no te transfieran a nuestros hijos, especialmente el pecado que desconocemos. Un ejemplo puede ser una señora cristiana que es divorciada y que mantiene a sus hijos. Ella en su dolor ha decidido que nadie toque o lastime a sus hijos. Ella en su estado cree que debe pelear y defender a sus hijos que fueron lastimados por el divorcio, por la infidelidad y el rechazo. Esa persona se comporta áspera y siempre a la defensiva, nadie debe volver a lastimar a mis hijos. Hiriendo y lastimando a otras personas porque cree que le están lastimando a sus hijos, pero ella cree que realmente los está defendiendo. Sus hijos creen que para todo hay que defenderse y que todo mundo les quiere hacer daño. Esta familia vive en problemas con todo mundo por su actitud siempre a la defensiva. Realmente los pecados de odio, rencor, pleito, etc se están siendo transferidos a los hijos. Tarde o temprano los hijos van a pagar por estos pecados y se retransmitirán a sus hijos, si no cortan con la raíz de iniquidad. Una vez mas esta enseñanza no pretende mandar a nadie al infierno, es decir no es de condenación. Simplemente si hay alguien que este batallando con un pecado o atadura a un pecado repetitivo (eso se llama iniquidad), mi deseo es que sea libre y hacerle ver la gravedad de la iniquidad aun para los creyentes en Cristo. Ahora bien donde hay iniquidad simplemente esa persona no puede llegar a cumplir su potencial en Dios. Dios lo cuida y lo protege, y provee de un cuidado especial por ellos así como en el desierto a su pueblo. Pero no se van a poder desenvolver en la voluntad de Dios. Ahí está la gravedad del problema. Muchos cristianos creen que todo termina con la salvación, es decir recibo la salvación y no hay nada más que hacer. La Biblia no enseña eso, si tu escudriñas la escrituras te darás cuenta que hay un desarrollo o crecimiento para el cristiano. Cuando tú recibes la salvación por gracia, inmediatamente tu nombre es escrito en el libro de la vida. Pero tu manera de vivir debe ser transformada (Rom 12) de acuerdo a las leyes de Dios (Su Justicia). Cada quien es responsable de su pecado. Si tu heredas iniquidad es una tendencia a pecar, pero tu decides si pecas, no tus papas o abuelos. El cristiano tiene una lucha con pasiones y deseos, pero la decisión de pecar es del individuo. Si tú quieres conocer como se compara la misericordia de Dios, debes comparar que la iniquidad llega hasta la tercera y cuarta generación, pero su misericordia alcanza mil generaciones. Ahí hay misericordia. Tu naturaleza carnal no cambia el día que naciste en Jesucristo, tu crecimiento en Cristo es gradual y Dios quiere desarrollar tus dones y habilidades. En ese crecimiento hay descubrimientos, aprendizaje y sobre todo debes dejar tu naturaleza carnal. Eso es en lo que Dios está trabajando en todos nosotros. Cristo no murió solo por tu salvación, hay muchas bendiciones que Jesus ganó en la cruz por ti. Mas sin embargo no las tienes todas automáticas. Hay que crecer, luchar en el espíritu por ellas. No con esfuerzo físico, sino con el esfuerzo espiritual. No vas a luchar por ganarlos, ya están ganados, más bien vas a pelear para recibirlos. Recuerdas las parábolas de los jornaleros que trabajaron todo el día y los que trabajaron una hora recibieron el mismo pago. ¿Crees que eso era injusto? ¿Injusto para quién?. La única Justicia es la que Dios estableció. ¿Tú crees que es injusto que si yo peco toda mi vida y me arrepiento y voy al cielo y otra persona fue buena toda la vida y nunca acepto a Jesucristo va al infierno, será injusto eso?. La verdad es que la Justicia está en la palabra de Dios, la justicia es lo que Dios estableció, eso es justicia. Creer en la palabra de Dios es justicia. Si Dios lo dijo eso es Justo. Dios dijo que somos salvos al confesar que Jesus murió por nosotros. Abraham creyó y le fue contado por Justicia. Justica es creer en Dios y toda su palabra. Mucha gente dice tengo fe en Dios. Mi pregunta es ¿Fe en qué? ¿Fe que Dios me perdonó?, y que me va a sanar de enfermedades, que me va a proteger, que me va a liberar… pero tengo que poner en práctica mi fe en sus promesas. No es lo mismo decir tengo fe en Dios, a decir, tengo fe que el me va a sanar, tengo fe que él me va a bendecir con una casa nueva, etc. La iniquidad es verdadera y está operando en la vida de muchos cristianos, especialmente en las que sus generaciones anteriores no había gente salva. No se trata de orar por gente muerta al pedir perdón por los pecados de los padres, se trata de revocar el pecado que viene por generaciones, de reconocer y humillarnos delante de Dios. Hay espíritus que se aferran a generaciones, a familias enteras, tienen derechos legales sobre esas familias. La oración por los pecados de los padres es válida y es escuchada por Dios (Daniel 9:8, Nehemías 1:6). Ser padre es de mucha responsabilidad, pero si yo como cristiano acostumbro mentir, mis hijos aprenden que si se puede mentir aun siendo cristiano. ¿Qué es lo que les estoy heredando a mis hijos?. Si yo como padre no me libero de ese pecado, se lo heredo a mis hijos y a los hijos de mis hijos. Hay demasiados cristianos dejando herencias terribles a sus hijos, es por eso que necesitamos liberarnos de la iniquidad. Lo peor de todo es cuando esas iniquidades no aparecen en los hijos sino en los nietos. Recientemente una niña está viendo visiones de espíritus malignos en su casa y sus padres no le creen. Creen que es su imaginación. Cuando le pregunte a la niña que si alguien de sus familiares ve también cosas extrañas, la niña me dijo que su abuelita veía espíritus. Esa niña siente que sus padres no la entienden y si no la entienden no la van a poder ayudar. Si no entienden las iniquidades tampoco la van a poder ayudar. Ni se ayudaran ellos. En mi estudio “Salvación y bendición son cosas diferentes”, detallo el ejemplo de la vida de Simón en el nuevo testamento. Par los que creen que en Cristo ya no hay iniquidad. Pueden ver a este recién convertido, pero lleno de herencias de pecado, maldad, amargura y egoísmo. Solo el Espíritu Santo le pudo revelar a Pedro la iniquidad de Simón: (Toma en cuenta que Simón ya se había convertido, había sido bautizado y tenía ya un tiempo de andar con Felipe Hechos 8:13). “Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor. Hechos 8:20-24 Esta prisión de maldad es iniquidad. ¿Ves como la iniquidad también opera en los hijos de Dios? ¿O crees que no fue efectiva la sangre de Cristo cuando Simón acepto la salvación? En ninguna manera esta es una contradicción a la palabra de Dios. Dios es muy claro cuando dice su palabra: “él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9 ¿Te fijas? El es fiel y justo para PERDONAR nuestros pecados y LIMPIARNOS de toda maldad, esta palabra maldad es iniquidad. Por último para los que creen que la maldición o la iniquidad no se hereda, esto es palabra de Jesucristo: “!!Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres! De modo que sois testigos y consentidores de los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán, para que se demande de esta generación la sangre de todos los profetas que se ha derramado desde la fundación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación”. Lucas 11:49-51 ¡Wow! ¡Wow!¡Wow! Yo no he visto un pasaje más claro como este, en este pasaje Jesus confirma lo que dice Éxodo 20 y 34 acerca de las iniquidades o maldiciones que recogen los hijos por los pecados de los padres. Mis amigos, son palabras de Jesus, esta es una palabra reveladora y simple y sencillamente comprueba que las maldiciones e iniquidades traen consecuencias sobre los hijos. No te engañes a ti mismo creyendo que Dios es injusto y que no tiene misericordia. No te engañes que tu no heredas pecados de padres y ancestros. Jesus ya hizo la obra solo necesitas creer y arrepentirte de los pecados de tus ancestros. Principalmente idolatría, religiosidad e incredulidad son los impedimentos mas grandes. Yo no sé si tú no has podido avanzar en tu vida cristiana, ves que otros avanzan más y tú te has quedado atrás. Te encuentras tu mismo en un pozo de pecado, sales y pides perdón y vuelves a caer. Crees que Dios ya se dio por vencido, cree que Dios ya no va a hacer nada contigo. Crees que Dios ya se olvido de ti. Sientes que no avanzas y que hay problemas y los problemas te persiguen. La enfermedad te persigue. No puedes perdonar, no puedes soltar a las personas que te hicieron daño. Te sientes atrapado en un círculo vicioso de pecado, te sientes aprisionado y crees que no vas a llegar a cumplir con la voluntad de Dios para tu vida. Oremos por ti. Oración: Padre en esta hora venimos humillados delante de ti, creemos que toda tu palabra es verdad. Lo que tú dices de los diezmos es verdad. Lo que tú dices de perdonar es verdad, lo que tú dices de la iniquidades es verdad. Creo en toda tu palabra. Creo en ti y me humillo delante de ti. Ayúdame a creer en ti. Ayuda mi fe. Abre mi entendimiento y dame sabiduría e inteligencia espiritual. He leído tu palabra y creo que hay iniquidad en mi vida, solo tú conoces si ha sido heredada o transmitida de mis antepasados. Espíritu Santo te pido que me reveles los pecados ocultos de mis ancestros. Yo te pido perdón por el pecado de mis padres, de mis abuelos, de mis tatarabuelos (Menciona los pecados si te son conocidos o revelados por el Espíritu Santo). Padre en esta hora renuncio a todo pecado de:_________________, etc, etc. (menciona y rechaza todos estos pecados). Rechazo todo pecado en mi vida y la de mis hijos, te pido que rompas estas cadenas de iniquidad en mi vida. Cancelo por la sangre de Cristo todo derecho legal que Satanás tiene sobre estos pecados. En esta hora yo decido creer y confesar tu palabra, por el poder que tú me das y ganaste en la cruz al derramar tu preciosa sangre, cancelo y rechazo todo poder legar de Satanás sobre mi vida, la vida de mi esposa(o) y la vida de mis hijos. Te bendigo y te doy gracias, gracias por esa libertad que tu ganas te en la cruz, no solo la salvación, sino la libertad, la salud, la prosperidad que ganaste en la cruz. Te bendigo Dios Padre y te doy gracias en el nombre de Jesucristo mi Salvador, Mi libertador y mi Sanador. Amen. Laura lloró quedamente mientras releía, sin dar crédito a lo que veían sus ojos, el resultado de los exámenes de laboratorio. Estaba comprobado: había sido contagiada con sida. Ella misma no sabe quién en medio de una concatenación de noches de desenfreno en los Carnavales de Río de Janeiro, donde compartió con varios chicos—en hechos aislados—porque sintió que el ambiente era sensual e invitaba a “disfrutar la noche”. Gruesas lágrimas corrían por sus mejillas mientras por su mente pasaban muchos pensamientos, entre ellos: ¿Cómo decírselo a los padres?¿Cuánto duraría con vida, recibiendo diariamente retrovirales?¿Habría contagiado a su novio? Como ella, los especialistas estiman que 600 mil personas se contagian anualmente de Sida. Un hecho doloroso, pero real. Y la pregunta obligada: ¿Qué lleva a que millares de personas se contagien de lujuria en celebraciones que aparentemente son culturales? Igual: ¿Por qué muchas personas terminan arrastradas a zonas de prostitución o de consumo de droga, aun cuando son concientes que pueden arruinar su vida? Hay explicaciones sociológicas, sicológicas, antropológicas y hasta culturales. Permítame salir del común de las opiniones y referirme a algo que tal vez considere extremo pero que tiene una alta carga de verdad: todo obedece a las fortalezas de maldad que establecen Satanás sus huestes sobre países y ciudades y que explican comportamientos reiterativos de decenas de personas, a pesar de saber que corren peligro o que, moral y socialmente no está bien lo que hacen… ¿Cómo se afianzan esas fortalezas? Con el pecado del género humano que termina expandiéndose por generaciones enteras como advierte el profeta: ““El pecado de Israel escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante, esculpido está en la tabla de su corazón y en los cuernos de sus altares” Mi pueblo peca como por encargo…Sus jóvenes no se olvidan de pecar….” Jeremías 17:1-3, La Biblia al Día). Esa conducta pecaminosa persistente y que alcanza las dimensiones de atadura demoníaca, es lo que llamamos iniquidad. La iniquidad abre puertas al obrar de los demonios Desde que hombres y mujeres abren sus puertas a una conducta pecaminosa, nuestro Adversario espiritual: Satanás, generó unos anclajes de maldad que se transfieren de padres a hijos por siglos. En esta inclinación a la maldad, la sociedad que nos rodea se identifica con el comportamiento que caracterizó a Satanás desde el momento en que se rebeló contra Dios: “Tu conducta fue perfecta desde el día en que fuiste creado hasta que apareció en ti la maldad. Con la abundancia de tu comercio te llenaste de violencia y de pecado. Entonces te eché de mi presencia; te expulsé del monte de Dios, y el ser alado que te protegía te sacó de entre las estrellas. Tu belleza te llenó de orgullo; tu esplendor echó a perder tu sabiduría. Yo te arrojé al suelo, te expuse al ridículo en presencia de los reyes. Tantos pecados cometiste y tanto te corrompiste con tu comercio, que llegaste a profanar tus templos. Entonces hice brotar en medio de ti un fuego que te devorara. Todos pueden verte ahora en el suelo, convertido en cenizas.”(Ezequiel 28:15-18, Dios habla hoy) Iniquidad que se transmite, que no cesa, que sigue latente. Es una puerta de acceso al mundo de las tinieblas. Cimienta el que se produzcan en la persona maldiciones generaciones, como advirtió Moisés a los israelitas y que debemos tener en cuenta hoy cuando les reconvino sobre la maldición desencadenada por la idolatría: “No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones.”(Éxodo 20:5, 6. Nueva Versión Internacional) Es probable que no se explique la razón de sus crisis emocional y física hoy día, y tampoco a de sus hijos y nietos. “Esta situación del alcoholismo en José, mi hijo mayor, me tiene al borde del desespero”, me escribió un catedrático universitario desde Honduras. Tras revisar su historial encontramos que por años estuvo inmerso en la embriaguez y la promiscuidad. Lo que estaba reproduciendo, en su generación, era la maldad que por años lo gobernó a él. “Pero me arrepentí de mis pecados y recibí a Cristo”, me dijo. Fue entonces que revisamos las Escrituras. Es cierto que el rey Salomón enseña que “El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y los abandona hallará misericordia.”(Proverbios 28:13, La Biblia de Las Américas). Sin embargo, no renunciamos a los pecados generacionales que siguen ejerciendo influencia al igual que las maldiciones. La iniquidad de muchos gobernantes transfiere pecado a sus gobernados. Una investigación transmitida en un canal televisivo, reveló que en Colombia muchos gobernantes y congresistas están inmersos en logias y grupos ligados a prácticas ocultistas, trayendo consecuencias sobre el país. Tiempo de buscar a Dios Las maldiciones financieras—a nivel individual pero también colectivo--, las enfermedades recurrentes e incurables, el incremento vertiginoso de los divorcios, la alta accidentalidad que se focaliza en sectores específicos de países y ciudades así como el afianzamiento de la inmoralidad en todas sus manifestaciones, ponen en evidencia las consecuencias desatadas por la iniquidad. ¿Hay salida a la crisis? Por supuesto que sí. Radica en volver la mirada a Dios, acogiendo lo que enseña la Biblia: “Pasó delante de Moisés, diciendo en voz alta: – ¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad! Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, en los bisnietos y en los tataranietos.”(Éxodo 34:6, 7. Dios habla hoy) Dios es misericordioso. A pesar de nuestro pecado e iniquidad por generaciones, siempre tiene extendidos sus brazos para recibirnos y romper toda atadura y deshacer las maldiciones que han desencadenado nuestros ascendientes. ¿Cómo es posible? Gracias a la obra del Señor Jesús en la cruz, como lo describe el profeta: “Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado. Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud... El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento. y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado, tendrá larga vida y llegará a ver a sus descendientes; por medio de él tendrán éxito los planes del Señor. Después de tanta aflicción verá la luz, y quedará satisfecho al saberlo; el justo siervo del Señor liberará a muchos, pues cargará con la maldad de ellos.”(Isaías 53:4, 5-10, 11, Dios habla hoy) Es necesario arrepentirnos de nuestros pecados, pero también, esencial que renunciemos a toda iniquidad generacional y las maldiciones que ha desatado. Ese proceso inicia con una revisión de nuestros errores y pecados así como los de nuestros ascendientes. Examinar de qué manera está asociado con las crisis por las que atravesamos, y en el poder de Jesucristo, renunciar. Echar fuera de nosotros todo aquello que genera un anclaje a Satanás para que libere maldad sobre nuestras generaciones. Su vida debe someterse a Cristo y, en oración—reconociendo el señorío de Jesús, la autoridad que El le legó a usted y la decisión de ser libre-- declarar esa libertad sobre su vida, la de su cónyuge, la de sus hijos e incluso, su ciudad y su país. ¡Es tiempo de buscar a Dios y derribar esas fortalezas de maldad que desencadenó la iniquidad. Él, nuestro amado Dios, nos hace libres. Reciba a Jesucristo como Señor y Salvador La decisión que trae liberación al ser humano, es recibir a Jesucristo como el único y suficiente Salvador. Es una decisión de la que no nos arrepentiremos jamás. Además, es muy fácil. Basta con decirle, allí donde se encuentra: “Señor Jesús, reconozco mi pecado y que, producto de la iniquidad, me encuentro atado. Quiero ser libre y recibir la libertad que me ofreces. Hoy renuncio voluntariamente a toda iniquidad mía y de mis ascendientes, y te recibo Señor Jesucristo como mi único y suficiente Salvador. Declaro que mi vida te pertenece. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea e inscribe mi nombre en el libro de la vida. Amén” “El misterio de la iniquidad”. El Espíritu Santo, también llamado “Espíritu de verdad”, es el poder divino que lleva a la realización de los misterios del reino celestial. Tras la iniquidad hay otro espíritu, que en la Biblia se denomina “espíritu de mentira”, el cual proviene de Satanás. Hasta la actualidad, este poder maligno tiene limitaciones impuestas por el Espíritu de verdad. Pablo, a quien le fue revelado esto, lo describió de la siguiente manera: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio” (2 Tesalonicenses 2:7). La fuerza limitadora del Espíritu Santo se opone al poder del maligno. ¿Qué o quién es esta fuerza limitadora, o detenedora, que refrena el libre despliegue de la iniquidad? Podemos concluir, por los siguientes versículos, que debe tratarse del Espíritu Santo – antítesis del espíritu de mentira, el cual alcanzará su total despliegue cuando el Espíritu de verdad sea retirado en el arrebatamiento. A partir de ese momento el camino para el hombre de pecado, el hijo de perdición, estará despejado y recién allí manifestará su verdadero ser. Lo leemos claramente en 2. Tesalonicenses 2:3 y 8: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida”. Pero, la persona que hoy en día se cierra conscientemente al Espíritu de verdad, se está entregando innegablemente al poder de Satanás, y con ello, al espíritu de mentira. Pablo expresa claramente que el misterio de la iniquidad ya estaba obrando en aquella época en la que escribió estas líneas. Sin embargo, su poder destructor recién llegará a su total despliegue durante los tiempos finales. El baluarte de la ley contra el poder del maligno: Dios entregó a su pueblo Israel la ley, para protegerlo del pecado y para que fuera un pueblo santo. Con relación a la obra redentora de Cristo en la cruz del Gólgota, una y otra vez surge la pregunta: Para el creyente en Jesucristo, ¿la ley aún es vigente? Después del Sermón del Monte, adquirió aún una importancia mayor. Pablo la describe como santa y buena, pero nunca ha de ser el motivo de nuestra justificación ante Dios. Ya no es más la ley ortodoxa, sino la del Espíritu. Pero, al igual que antaño, tiene la función de preservar al hombre del poder del inicuo, de la mentira y del engaño, el cual, según 2 Tesalonicenses 2:9, ha de venir acompañado de señales y prodigios. La acelerada destrucción del baluarte en estos tiempos finales: No sólo la Palabra de Dios es la que nos da leyes y reglamentos fundamentales para una vida que agrade a Dios. Según Romanos 13, el Estado también tiene la comisión divina de velar por la justicia y el orden. Pero, más y más podemos constatar, en la actualidad, una socavación de los valores bíblicos. Los valores divinos están siendo desvalorizados y mal interpretados, con la “sabia” argumentación de que vivimos en tiempos distintos y más modernos. Esta tendencia se evidencia con mayor descaro en la homosexualidad, que hoy día hasta recibe frecuentemente la bendición de la iglesia, en vez de ser reconocida como pecado tal como la identifica claramente la Biblia. Cosas similares podemos comprobar a nivel del sistema judicial estatal. Se habla acerca del humanismo y se olvida el temor de Dios; se habla de derechos humanos y se olvidan los mandamientos de Dios. La libertad de expresión, por así decir, el desprendimiento de todos los valores transmitidos, se convierte más y más en el mensaje de salvación que promete el cielo en la tierra, relativizando la verdad de Dios. Detrás de esto se encuentra el astuto engaño del diablo, que a través del fraude y el engaño guía hacia la injusticia, como lo leemos en 2. Tesalonicenses 2:9-10: “...inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la vedad para ser salvos”. Todo esto sólo es posible porque el amor a la verdad tiende a desaparecer. La caída inminente: En el misterio de iniquidad, está implícita la realidad de que Dios mismo permite el total despliegue de la misma, y con ello, del mal; cosa que sucederá en el momento en que el Espíritu de verdad sea quitado por mandato divino. Esto es lo que se puede extraer de 2Ts. 2:11: “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira”. Si se echa un vistazo al mundo, es sorprendente todo lo que es considerado verdadero, especialmente en el ámbito de la religión. Pero aquello que ha de venir, sobrepasará todo lo existente hasta el momento. Podemos ver cada vez con mayor claridad sus inicios. Todo esto llevará a un sistema mundial babilónico de los postreros tiempos (Apocalipsis 17). Jesús mismo dijo acerca de estos últimos tiempos: “…y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). Sin lugar a dudas, vivimos actualmente en esta era de la “iniquidad”. Debemos velar para que, a pesar de la época adversa, no se enfríe el amor que Cristo puso en nuestros corazones a través del Espíritu Santo (Romanos 5:5). De esto se trata la advertencia de Jesús. Para nosotros, que conocemos a Jesús y sus palabras, no es ningún misterio ni tampoco una sorpresa que se incrementen sobremanera la injusticia y la iniquidad, sino que, antes bien, es una señal de que el arrebatamiento de la Iglesia está muy próximo. Por otro lado, esta señal también es un desafío para que no fracasemos en el corto trayecto que falta hasta Su regreso, sino que atesoremos las palabras de Jesús: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13). ¡Quiera el Señor tener misericordia de nosotros! “Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de Iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño”. Salmo 32:2 Aunque en muchas ocasiones había leído la palabra Iniquidad en la Biblia, nunca me había preocupado por conocer con mayor detalle el significado de esta palabra. Fue cuando medité el Salmo 32, que el Espíritu Santo me inquietó por primera vez con esta palabra “Iniquidad”. En ese momento no sabía que quería decir el salmista y me pregunté, ¿me culpará Jehová por iniquidad?. ¿Y cómo saberlo, si ni siquiera sabía qué era iniquidad?. Me preocupe más cuando en otra ocasión leí Ezequiel 28:15-16 que declara: “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecastes; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.” El versículo anterior se refiere a la caída del arcángel Luzbel (al que hoy llamamos diablo o satanás). Este arcángel creado por Dios, lleno de belleza y perfección, le dio cabida a un mal pensamiento que lo apartó totalmente de la voluntad de Dios. En efecto, la palabra Iniquidad, etimológicamente quiere decir: “lo torcido”, de hecho podemos decir que es lo que se tuerce del camino recto y perfecto de Dios. Y fue el arcángel Luzbel que antes estuvo lleno de belleza y perfección quien con su pensamiento torcido dio origen a la maldad. Bajo este contexto podemos decir que la iniquidad de Luzbel es la raíz del pecado, es la mala semilla que se ha transmitido como estafeta de generación en generación, sin embargo, también es el resultado de los pecados no confesados y la conducta repetitiva de pecado que se arraigan en nosotros y que se hereda a las futuras generaciones. En otras palabras, la iniquidad es la semilla que el maligno sembró en nosotros más el resultado de los pecados no confesados, los propios y los de nuestros padres (pecados generacionales). La iniquidad está ligada al mundo espiritual de las tinieblas, pero actúa directamente en el mundo natural, ya que es la puerta abierta a las maldiciones que se transfieren de padres a hijos, a nietos. Es a través de la iniquidad que el maligno nos usa con deseos perversos y pecaminosos. A esto se le llama concupiscencia. Santiago 1: 13-15 “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado, siendo consumado, da la luz la muerte”. La fuerza de la iniquidad en nosotros nos seduce a la maldad, la cual si no es desarraigada será el semillero de pecado y maldiciones en nuestra vida que a su vez heredaremos a nuestras generaciones futuras. Como padres (o madres), debemos de preocuparnos por la herencia espiritual que les damos a nuestros hijos; pero también debemos estar en alerta para cuidar su caminar, impidiendo que con su comportamiento llegue más iniquidad a sus vidas la cual heredará a sus hijos. La profeta Ana Méndez Ferrell, ejemplifica la Iniquidad como el cordón umbilical (espiritual), a donde se van grabando todos los pecados del hombre y lo que será su herencia a la siguiente generación. Estos a su vez, lo torcerán aún más con sus propios pecados, y lo entregarán como una estafeta de maldición a la subsiguiente generación. En la Biblia encontramos un ejemplo muy claro de esta mala herencia, con el pecado de los hijos de Elí y a su vez el de él como padre (Elí) que fue incapaz de corregirlos con autoridad firme. 1 Samuel 3:11-14 “Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado. Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas”. La casa de Elí desde su generación ancestral había sido designada por Jehová como sacerdotes, sin embargo a causa de la iniquidad, vino la muerte de Elí y sus hijos, así como la destitución a la generación futura. (leer 1 de Samuel 2:12-36) La iniquidad de la casa de Elí fue tan grande ante los ojos de Jehová que afectó toda su generación, ya que entre ellos ya no habría más sacerdotes. Asimismo su iniquidad afectó a toda la nación de Israel, pues a causa de que ellos eran sacerdotes impuros, la presencia de Dios se había alejado de su pueblo, impidiéndoles la victoria en sus batallas. 1 Samuel 4:10-11 “Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees.” Es entonces, la iniquidad un problema que no debemos tomar a la ligera, pues es la raíz de maldad que heredamos y que tuerce la voluntad de Dios en nuestras vidas, asimismo es el constante obstáculo para recibir a plenitud de las bendiciones de Dios. Como dice el Salmo 32: 3-4 Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Por mucho tiempo me pregunté, porqué si la voluntad de Dios es buena y perfecta para con sus hijos, la gran mayoría de los cristianos vivimos como dice el salmista en sequedades de verano? Es contradictorio ver cristianos fieles, piadosos y comprometidos en la obra de Dios, que no tienen una vida abundante en bendiciones!!!. La repuesta a mi pregunta me la dio el Espíritu Santo cuando me llevó a meditar el Salmo 32 Síiii, la voluntad de Dios para nuestras vidas es buena y perfecta, sin embargo mientras la iniquidad no sea desarraigada en nosotros, seguiremos siendo cristianos salvos, pero atados al fracaso, sufriendo dolores intensos con enfermedades crónicas, con desiertos interminables, con deudas que nos ahogan, otros con maldiciones como matrimonios que terminan en divorcios, con hijos desobedientes que abandonan la casa paterna a temprana edad y se alejan del buen camino, en fin cuantas maldiciones vivimos el pueblo de Dios, sin darnos cuenta que es producto de la iniquidad no confesada!!!. Es verdad que la obra redentora de Jesucristo actuando en nuestra vida nos justifica y nos hace dignos de recibir todas las bendiciones de Dios, sin embargo en nosotros existe el conflicto de las dos simientes: la mala semilla sembrada por el maligno heredada de nuestros padres, que sujeta la carne; y la divina que heredamos de Jesús en el momento que lo recibimos como nuestro Salvador, que nos lleva a vivir por el Espíritu. Estas dos simientes están en continuo conflicto hasta que una de las dos muera. Será la simiente que más alimentemos la que prevalecerá en nosotros. Escrito está Romanos 8:13 Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Romanos 6:12-14 Iniquidad es una palabra que poco se menciona en los estudios bíblicos o enseñanzas. Buscando las raíces y significados me he dado cuenta que su significado es mucho más profundo de lo que yo pensaba. Cuando Dios me inquieto a escribir, a investigar y ensenar sobre estos temas, realmente yo no sabía la profundidad y complicaciones de lo que es la iniquidad. Del griego Adikia que significa injusticia (ilegalidad), equivocado, inmoralidad, injusto. Esta palabra en el original Hebreo es avon #5771 Concordancia Strong. La definición de esta palabra incluye iniquidad, perversidad, depravación, culpabilidad y castigo o castigo por la iniquidad o consecuencias de la iniquidad. Por las definiciones anteriores te darás cuenta que explicar la complejidad y la gravedad de las iniquidades es todo un reto. Pero con la ayuda de Dios voy seguir escribiendo sobre este tema. Puedes ver otros títulos que escribí también en este blog. Recientemente investigando y buscando sobre este tema encontré algo sorprendente, lo cual voy a dejar tal y como viene en el original. Este sitio menciona que el hebreo es concreto y la palabra de donde viene la palabra iniquidad, es algo curvo o torcido. La primer letra es la letra ayin. Esta letra originalmente eran dos letras diferentes cuando el hebreo era escrito con un alfabeto pictográfico. Las letras ayin y la letra ghayin. La letra ghayin es una figura de un cordón torcido y es claramente la letra original en esta palabra. Si tu puedes ver claramente el símbolo del la letra ghayin que es precisamente el símbolo o la figura del ADN. Así la iniquidad, es decir lo torcido o desviado son todos aquellos actos erróneos o torcidos que nos alejan de hacer la voluntad de Dios. Dios diseñó un camino para el hombre, un destino, una función, pero esa función o destino ha sido torcido por el pecado. Es la maldad que permitimos en nuestra vida la que nos aparta de estar en el propósito de Dios y el destino que él tiene para nosotros. La biblia dice que nuestra iniquidades nos partan de Dios, aun no nos dejan escuchar su voz: “pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. Isaías 59:2 Pero lo que más me llama la atención es la sabiduría escrita en la biblia desde tiempos antiguos, la biblia dice claramente que nuestra iniquidades afectan a nuestros hijos hasta la tercera y cuarta generación. De esto ya escribí mucho en otros escritos puedes ver la serie “Cadenas de Iniquidad”, donde escribo que tenemos un ADN espiritual y un ADN físico que nos separa de Dios. Esta realidad se manifiesta como una fuerte influencia o tendencia a pecar o por la maldad. La concupiscencia es un deseo ardiente o un deseo de pecar que no cesa, nunca satisface. Esta concupiscencia ya está con nosotros en nuestros sentidos y nuestros deseos. Según Wikipedia: En la teología cristiana, se llama concupiscencia (del latín concupiscent?a, de cupere, desear, reforzado con el prefijo con) a la propensión natural de los seres humanos a obrar el mal, como consecuencia del pecado original. Es decir esta concupiscencia es consecuencia del pecado desde Adan y Eva. Con estas bases podemos entender mas el significado de este pasaje: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Romanos 6:12-14 Así pues nosotros podemos ser instrumentos de iniquidad o ser instrumentos de Justicia. Dos cosas opuestas. La iniquidad es todo lo torcido, todo lo pervertido, todo lo que está afuera de la ley de Dios. Y la justicia es todo lo correcto o recto delante de los ojos de Dios. Si hablamos de un sistema legal que existe en todo reino o gobierno. La justicia seria cumplir con las leyes de ese gobierno. Todo lo que está fuera de las leyes de ese gobierno será ilegal, será injusticia o iniquidad por estar torcido o pervertido. “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias… No reine o no gobierne el pecado en nosotros, en nuestro cuerpo, en nuestra vida, ya que el pecado quiere reinar hasta que le obedezcamos por completo, así hacernos esclavos del pecado de tal modo que le obedezcamos. …ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”. Cada vez que la concupiscencia quiera reinar o gobernar en tu vida, debes presentarte a Dios como instrumento de justicia, como vivo entre los muertos. Es decir ofrecerte a Dios en adoración y en ofrenda. Pídele a Dios que el reine, pídele ayuda a Dios. …Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. La manera en que vencerás el pecado es sometiéndote a la gracia de Dios. Somete te a la gracia. La iniquidad cosechara culpabilidad y condenación, frustración y temor. Someterte a la gracia es saber lo que Dios ha hecho por ti, para que tú seas un vencedor. Reconoce hasta donde llegan tus fuerzas y donde comienzan las fuerzas de Dios en tu vida. Jesús te dice: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32 Conclusión: No podemos culpar a nadie de nuestros pecados, de la iniquidades que hemos dejado que nos gobiernen y nos alejen de Dios. Cada quien sabe su problema de pecado y debilidad y debe ser tratado por la palabra de Dios. Si estas luchando con tu debilidad, déjame decirte: Cada uno de nosotros somos responsables de nuestros pecados, no podemos culpar a nadie aun cuando el pecado de otros nos afecta. Debemos reconocer que nuestras fuerzas están limitadas para luchar contra el pecado. Pero debemos esforzarnos en la gracia que es de Dios para seguir buscando del poder de Dios para vencer el pecado en nuestra vida. Conociendo mas la verdad que es Jesús mismo. Tú debes hacer todo lo que este de tu parte por apartarte de la iniquidad, y donde se acaben tus fuerzas debes dejarle a Dios la parte que el promete. “No te desampararé, ni te dejaré” Hebreos 13:5b …Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Romanos 6:14 Es la gracia de Dios la que te dará fuerza para salir adelante, tienes todo: el amor, el apoyo de Dios, la fortaleza y la gracia que Jesús gano en la cruz. Ahora tu eres bendecido para luchar por entrar a la tierra prometida donde fluye leche y miel.