See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/286418814 La estrategia de la empresa desde una perspectiva basada en los recursos Article in Revista Europea de Direccion y Economia de la Empresa · January 1996 CITATIONS READS 60 6,716 2 authors: Isabel Suárez-González Zulima Fernandez Universidad de Salamanca University Carlos III de Madrid 47 PUBLICATIONS 661 CITATIONS 13 PUBLICATIONS 179 CITATIONS SEE PROFILE Some of the authors of this publication are also working on these related projects: Strategic Alignment View project Estrategias de diversificación en la empresa española View project All content following this page was uploaded by Isabel Suárez-González on 17 December 2015. The user has requested enhancement of the downloaded file. SEE PROFILE Fernández Z. y Suárez I (1996): La Estrategia de la empresa desde una perspectiva basada en los recursos, Revista Europea de Dirección y Economía de la Empresa; 5:7392. LA ESTRATEGIA DE LA EMPRESA DESDE UNA PERSPECTIVA BASADA EN LOS RECURSOS Zulima Fernández Universidad Carlos III de Madrid Isabel Suárez Universidad de Salamanca 1. INTRODUCCION El campo de la dirección estratégica se ha visto sometido a profundos cambios en los últimos años, como consecuencia no sólo de las nuevas aportaciones teóricas y empíricas que se han ido elaborando sino en respuesta a un paisaje competitivo sometido a rápidos cambios, lo que cuestiona la relevancia de ideas, conceptos y paradigmas tradicionales (Prahalad y Hamel, 1994). Probablemente una de las cuestiones más relevantes y discutidas es la aportación que la economía puede hacer al campo de estudio o, dicho en otrso términos, si la economía acabará por erigirse en el paradigma dominante o, por el contrario, deberá convivir con otros en mayor o menor armonía. La adopción del lenguaje y del modo de pensar económicos, que han tenido lugar durante los cohenta, han conseguido aumentar sensiblemente el rigor de un campo de estudio que se encuentra, aún y pese a ello, en una fase preparadigmática, como demuestra la falta de un lenguaje común (piénsese, por ejemplo, en cuántas definiciones existen de estrategia). En este sentido, la economía industrial, primero, y la teoría de juegos y la economía de las organizaciones, después, en especial esta última, han conseguido aportar conceptos y modelos de análisis más rigurosos de los habituales al uso. Y es precisamente en esta línea donde se incluyen las aportaciones de lo que se conoce de manera habitual como enfoque de recursos. No se trata en ningun caso de un enfoque radicalmente nuevo, sino que se va construyendo con aportaciones tomadas de otras teorìas y enfoques, como la economía de los costes de transacción (Coase, 1937, Williamson, 1975, 1985), la teoría de la agencia (Jensen y Mecking, 1976), Schumpeter y la escuela austríaca (Hayek, 1945; Von Mises, Kirzner, 1973) y la escuela de Chicago (Stigler, 1968), entre otras. De manera similar, algunas de sus ideas y propuestas básicas aparecen ya, aunque fuera con menos nitidez y claridad en trabajos pioneros, como los de Penrose (1959, reeditado en 1 1995) -quien ya define la empresa como un conjunto de recursos-, Ansoff (1965) y Andrews (1965) quienes consideran a las competencias como parte del análisis a realizar antes de seleccionar la estrategia (Andrews) o como parte de ella (Ansoff). Quiere esto decir que no hay que entender este enfoque como una extensión de la economía, antes al contrario, está sustentado en las más básicas ideas de la dirección estratégica, y tiene capacidad para analizar los fenómenos sociales y de comportamiento que se dan en las empresas, para los que la teoría económica se muestra claramente limitada En este sentido es digno de destacar cómo fenómenos arrumbados por los investigadores en los últimos años, como el estudio de los procesos de generación de nuevo conocimiento y de aprendizaje (Cyert y March, 1965, Simon, 1958) han recuperado toda su importancia en los últimos años al rebufo del enfoque de recursos y sus derivaciones. La economía no se convertirá previsiblemente en la única inspiradora de los estudios en el campo de la dirección estratégica, como ya apuntaron Rumelt et al. (1991); pero tampoco es conveniente el excesivo pluralismo, ya que con ello se reduce la capacidad de desarrollo de la disciplina (Foss, 1996) (en el extremo no es posible entenderse ni evaluar lo que otros hacen). Y aquí es donde el enfoque basado en los recursos demuestra hoy su utilidad, ya que puede afirmarse que hoy en día es el más innovador en estrategia, incluso podría llegar a convertirse en una nueva teoría de la empresa (Conner, 1991); ahora bien, pese a sus múltiples atractivos y su capacidad para conectar con otras teorías, en lugar de competir con ellas, presenta aún muchos problemas, algunos de difícil solución. En las páginas que siguen nos ocuparemos de unos y otros. Para ello iniciaremos el trabajo resumiendo los fundamentos teóricos de la perspectiva y comparándolos con otros enfoques también habituales en el campo de la dirección estratégica. Tras ello nos ocuparemos de la investigación aplicada, de carácter eminentemente empírico, que ha ido surgiendo de ella y a sus aplicaciones a los fenómenos estratégicos. Por último, trataremos de señalar las principales limitaciones surgidas y las lìneas de investigación futuras que puedan desprenderse del enfoque. 2. FUNDAMENTOS TEORICOS La teoría basada en los recursos cuestiona los supuestos más extendidos en los años ochenta, donde se postulaba que la construcción de una posición competitiva ventajosa y sostenible a largo plazo dependía básicamente de la posición en los mercados de productos (Porter, 1980, 1985); antes al contrario, para el enfoque de recursos: 1) cada empresa es heterogénea, ya que posee una diferente dotación de recursos, producto de su historia, suerte y decisiones pasadas, sobre los que puede sustentar una ventaja competitiva; y 2) puede mantener esa heterogeneidad a lo largo del tiempo; es decir la ventaja competitiva puede ser sostenible, lo que le proporcionara una renta a largo plazo. A partir de esta idea general, se abren dos líneas de reflexión teórica: a) identificación de los recursos y de sus características más relevantes desde el punto de vista estratégico; b) 2 justificación del papel de esos recursos en la construcción de ventajas competitivas sostenibles. 2.1. De los recursos. Concepto, tipos y características Los dos conceptos clave del enfoque son los de recurso y capacidad. Por recurso se entiende cualquier factor de producción que esté a disposición de la empresa, es decir que ésta pueda controlar de una forma estable, aun cuando no posea unos claros derechos de propiedad sobre él. Se trata, pues de una concepción de recurso más amplia de que la que postula la teoría económica, que sólo considera tierra, capital, trabajo y, tras Marshall, organización. Así, para Wernefelt (1984, 172) deben considerarse como recursos todos aquellos activos tangibles e intangibles que se vinculen a ella de forma semipermanente, como ocurre con marcas, conocimiento tecnológico propio, personal cualificado, contactos comerciales, maquinaria, procedimientos eficientes, capital, con independencia, además, de que constituyan fortalezas o debilidades de la organización. Un elemento central para el enfoque es la distinción entre recursos tangibles e intangibles. La importancia de los intangibles en particular es destacada inicialmente por Itami (1987) -uno de los primeros autores, por cierto, que trata de teorizar sobre el éxito japonés- quien llama la atención sobre la importancia de los "activos invisibles". Con posterioridad Aaker (1989) y Hall (1993) distinguen dentro de los recursos intangibles entre los que serían estrictamente activos (assets)("lo que se tiene") y competencias o habilidades (skills) ("lo que se hace"), según el grado de control que pueda ejercer la empresa sobre ellos. Además, las habilidades y competencias dependerían de las personas que las poseen, al igual que ocurriría con algunos activos, en particular los vinculados a la reputación (Itami, 1987 ; Hall,1993) mientras que el resto de activos sería independiente de ellas1. Esa idea de competencia como "lo que se hace" acerca el concepto de recurso al de capacidad. Una capacidad es un equipo de recursos para realizar alguna tarea o actividad, aquello que se hace bien como resultado del trabajo conjunto de una serie de recursos (Grant, 1991); es decir, lo que Prahalad y Hamel (1990) denominan competencia básica, si bien éstos se centran en los aspectos tecnológicos del saber hacer. La gestión colectiva de un conjunto de recursos exige complejos patrones de coordinación entre ellos; lo que conecta el concepto de capacidad con el de rutina organizativa (Nelson y Winter, 1982), y comienza a aproximar el enfoque basado en los recursos al evolutivo. Con todo, las capacidades pueden incluir más elementos, como las 1. La distinción entre lo que se tiene (activos) y lo que se hace (competencias), así como entre los recursos que se incorporan en personas y el resto son sumamente esclarecedoras y útiles para aumentar nuestro conocimiento sobre los recursos intangibles; pero a partir de ahí el artículo de Hall (1993) es confuso. Pese a que pretende proporcionar las claves para distinguir entre dos conceptos ya de por sí no muy claros en la literatura, como son recursos y capacidades, salta de una a otra denominación sin una justificación clara. 3 habilidades tecnológicas y los activos complementarios (Teece et al.,1990) o los conocimientos y habilidades, los sistemas de dirección, los sistemas físicos y los valores que sustentan todo el conjunto (Leonard-Barton,1992, Leonard-Barton et al.,1994). Las capacidades al igual que las rutinas que las sustentan, están organizadas de forma jerárquica (Collins, 1991; Teece et al., 1994, Grant, 1995). En el primer nivel estarían las capacidades estáticas asociadas a las actividades funcionales de la empresa2. En el segundo estarían las capacidades dinámicas3 (Teece et al; 1994) [competencias basadas en la transformación (Lado et al, 1992) o competencias de arquitectura Henderson y Cockbur, 1994)]. Por último, podría hablarse de un tercer nivel en el que se incluirían las capacidades de aprender a aprender y de aprender más rápido que la competencia (Collins, 1994). Ahora bien, este concepto tan sugerente no se distingue con claridad del de recurso en los trabajos de muchos autores4. La cuestión no es, en realidad, tan importante si se entiende lo que está detrás de cada uno y se asume que tanto recursos como capacidades se ordenan de forma jerárquica dentro de las organizaciones. En cualquier caso, existe un elemento homogeneizador, que subyace en cualquier concepto de recurso intangible o capacidad que se contemple: ambos son formas de conocimiento más o menos complejas que posee la organización. Ello hace que en estos momentos probablemente estén coexistiendo varias líneas de investigación, según que hagan hincapié en: a) recursos (Wernefelt, 1984, Barney, 1986, 1991, 1992, Dierick y Cool, 1989, Peteraf, 1993, Chi, 1994), b) recursos y capacidades (Teece et al., 1994; Grant, 1991, 1995, Markides y Williamson, 1994, 1996) 2. En el orden práctico, este tipo de capacidades aparecen, por ejemplo, en las prácticas más comunes del JIT (véase, por ejemplo, Stalk et al., 1992). 3. Este tipo de capacidades que, entre otras cosas, facilitan la interacción de varias actividades funcionales están conectadas con las formas de desarrollo de nuevos productos identificadas por Clark y Fujimoto (1991). La importancia de la capacidad de innovar y mejorar para sustentar la ventaja competitiva de las naciones es destacada también por Porter (1990); lo que, por fin, permite enlazar su trabajo con el enfoque de recursos, si bien sea de forma poco clara. Porter (1991), de hecho, cuestiona la utilidad de este enfoque frente al suyo. 4. Por poner sólo algunos ejemplos, sobre la confusión que parece reinar en la literatura, fijémonos en Amit y Schoemaker (1993, 35), quienes definen los recursos como "los stocks de factores disponibles que son controlados o poseidos por la empresa", y que se convierten en productos finales con la ayuda de otros activos y el concurso de mecanismos como la tecnología y los sistemas de organización y control y la confianza mutua entre trabajadores y directivos. En esta definición aparentemente no consideran como recursos al resto de activos, así como la tecnología, los sistemas de organización o la confianza mutua entre las partes. Chi (1994), por el contrario, entiende que los recursos están compuestos por una serie de componentes, entre los que destacan las habilidades humanas y las rutinas organizativas. De manera similar Barney (1991) computa como recursos a los "recursos organizativos socialmente complejos", lo que se asemeja sobremanera a la idea de capacidad. 4 c) conocimientos (Kogut y Zander, 1992, Zander y Kogut, 1995, Hill y Deeds, 1996). Por lo demás, existen una serie de aspectos que pueden aplicarse indistintamente a los conocimientos, a las capacidades y a los recursos intangibles y que aparecen de forma reiterada en las tres líneas que acabamos de mencionar; entre ellos podemos identificar los siguientes: 1. Codificabilidad (Reed y de Filippi, 1990). Las capacidades tienen, por definición un componente de conocimiento tácito (Polanyi, 1967), lo cual quiere decir que se adquieren haciendo o viendo hacer (recordemos que el efecto experiencia también es una consecuencia de la repetición). Los recursos intangibles, por su parte, pueden incorporar o no conocimiento tácito. 2. Especificidad (Williamson, 1975; Klein et al., 1978; Reed y de Filippi, 1990). Buena parte del conocimiento generado por la organización, sus capacidades, son específicas en la medida en que son más útiles para la organización que las ha generado que en cualquier otra. Este fenómeno será más acusado cuando se precise un mayor concurso de recursos co-especializados, esto es mutuamente dependientes (Teece, 1986). 3. Complejidad (Reed y de Filippi, 1990,Winter, 1987, Zander y Kogut, 1995). Surge como consecuencia de la existencia de destrezas y rutinas múltiples y coordinadas dentro de la organización. La complejidad favorece lo que Lippman y Rumelt (1982) denominan "ambigüedad causal", es decir el desconocimiento sobre cuáles son las causas del éxito de una organización y cómo pueden reproducirse5. Especificidad y complejidad suelen ir en paralelo ya que la generación de complejos sistemas de interacción entre recursos suele ir acompañada de una creciente adaptación a la organización donde se han desarrollado. De manera similar, también van apareciendo activos coespecializados. 4. Dependencia de un sistema (Winter, 1987, Zander y Kogut, 1995). Es decir, el grado en que un determinado conocimiento depende de muchos diferentes (grupos de) personas con un determinado nivel de cualificación. Hay conocimientos que se incorporan en individuos concretos, mientras que otros son producto del aprendizaje colectivo (Prahalad y Hamel, 1990) y se embeben en equipos de personas. El enfoque de recursos se preocupa casi exclusivamente de los aspectos internos de la empresa y, en consecuencia, de los mercados de factores; sin embargo, algunos autores también llaman la atención sobre la posible existencia de recursos, y desde luego de capacidades, en los mercados de productos (Foss y Eriksen, 1995; Langlois, 1995), como ocurre con los stándares de la industria, el conocimiento compartido en redes de I+D y las normas de conducta compartidas. Esta línea de investigación conecta con el estudio de las redes empresariales y con las últimas aportaciones de Porter (1990). 5 Además, para Barney (1991) ese desconocimiento debe ser tan grande como para que ni siquiera la empresa que posee los recursos entienda porqué funcionan, ya que en caso contrario otras empresas podrían hacerse con ellos contratando a los directivos. Reed y de Filippi (1990) no son tan drásticos, ya que entienden que aún comprendiendo las causas de su éxito la empresa puede conservarlo. 5 2.2.De los recursos como base de ventajas competitivas El enfoque basado en los recursos traslada el centro de atención a los factores productivos de la empresa, porque entiende que de ellos depende la construcción de ventajas competitivas sostenibles capaces de proporcionar rentas a largo plazo, fin último de la estrategia (Bower, 1970, Schoemaker, 1990). Se trata, por lo tanto, de analizar por qué y cuáles son los recursos, capacidades o tipos de conocimiento, capaces de ello, lo que Amit y Schoemaker (1993) llamaran activos estratégicos, Barney (1986a) factores estratégicos y Wernerfelt (1984) recursos críticos. En estos momentos disponemos de al menos tres trabajos fundamentales en la determinaciòn de las características que deben cumplir los recursos para adquirir su carácter estratégico (Barney, 1991; Grant, 1991; Peteraf, 1993). Sin embargo, y curiosamente, estos autores coinciden sólo parcialmente en los requisitos que exigen a los recursos para convertirse en estratégicos, tan como aparece en el cuadro 1. CUADRO 1 : REQUISITOS DE LOS RECURSOS ESTRATÉGICOS. TRES MODELOS A EXAMEN. Peteraf (1993) Barney (1991) Grant (1991) Heterogeneidad Escasos Valiosos Durabilidad Limites ex post a la competencia No imitables No substituibles Transparencia Replicabilidad Limites ex ante a la competencia Transferibilidad Apropiabilidad Imperfecta inmovilidad - Recursos imperfectamente móviles - Rentas compartidas La heterogeneidad (Peteraf, 1993) es la que permite a las empresas aprovecharse de las rentas ricardianas, originadas, precisamente, por la existencia de recursos escasos y valiosos (Barney, 1991). Es decir, se retoma aquí uno de los postulados básicos del enfoque, relacionados con la distribución asimétrica de recursos, no todos igualmente valiosos, lo que permite a sus afortunados poseedores disfrutar de una renta que no procede de la explotación de poder de mercado (como querrían los modelos derivados de la economía industrial). 6 Ahora bien, para que esta situación se perpetúe en el tiempo es preciso que los competidores no puedan replicar -o substituir por otros equivalentes (Collins, 1994)- esos recursos o capacidades que constituyen la base de la ventaja (Grant, 1991). En términos de Barney (1991), los recursos más valiosos son los que no son imitables ni substituibles, lo que impide que la competencia los copie o los supla por otros; deben existir, por lo tanto, límites ex-post a la competencia (Peteraf, 1993) si se desea conservar la fuente de las ventajas competitivas. La dificultad para copiar depende, en opinión de Rumelt (1984; 1987) de los llamados mecanismos de aislamiento, factores que retrasan la imitación de una empresa individual, y que son el equivalente a nivel de empresa a las barreras a la entrada o a las barreras a la movilidad (Caves y Porter, 1977)6. Existen una serie de características que poseen algunos recursos y capacidades que reducen o impiden la posibilidad de que sean copiados por terceros. Algunas ya se han mencionado en el epígrafe anterior; en el cuadro 2 aparece una relación completa de ellas. Paradójicamente, no debemos olvidar que los mismos factores que protegen los recursos y capacidades de la imitación también dificultan su replicación interna, lo que supone una restricción al crecimiento (Kogut y Zander, 1992); sin embargo, se ha prestado más atención a las posibilidades de imitación externa (Winter, 1995). Barney (1991) concluye aquí sus exigencias; sin embargo Peteraf (1993) y Grant (1991) entienden que la posibilidad de disponer de recursos escasos, valiosos, difícilmente imitables y no substituibles es básica para que la empresa obtenga ventajas competitivas, pero no para que se apropie de la renta generada por ellos, objetivo último de cualquier estrategia. En efecto, si los mercados de factores estratégicos funcionan medianamente bien, el precio del recurso incluirá los beneficios futuros que previsiblemente generará en la empresa que lo compre o utilice; por lo que ésta no podrá obtener una renta superior a la normal. Por ello Grant (1991) impone una condición más: los recursos deben ser difícilmente transferibles en los mercados. Peteraf (1993) descompone este requisito en dos, según se contemple el momento de adquisición de esos recursos (límites ex-ante a la competencia) o el momento de reparto de las rentas obtenidas por la empresa (imperfecta inmovilidad); lo que le permite diferenciar entre las diferentes expectativas que existan sobre un recurso (que afectarán a su precio) y la posibilidad de que éste sea transferible en el mercado sin pérdida de valor (aún cuando se disponga de abundante información sobre él). En el cuadro 2 aparecen los principales factores que dificultan o impiden el funcionamiento del mercado y en consecuencia la transferibilidad en él de recursos y capacidades. La existencia de distintas expectativas vinculadas con el futuro de un recurso enfatiza el papel del empresario y de las rentas empresariales (Rumelt, 1987); lo que, a su vez, enlaza el enfoque de recursos con la escuela austriaca, que se caracteriza por la importancia 6. La forma concreta que adopten esos mecanismos permite clasificar los procesos de rivalidad en tres tipos, dependiendo de la rapidez con que puedan copiar los imitadores: estático (ciclo lento), tradicional (ciclo standar) y dinámico (ciclo rápido) (Williams, 1994). 7 que otorga al empresario en la actuación de los mercados (Kirzner, 1973). El empresario es, precisamente, quien es capaz de percibir en el mercado oportunidades que los demás no aprecian y de desplegar los recursos capaces de aprovecharla, lo que le permitirá apropiarse de una renta derivada de esa percepción y del riesgo subsiguiente que su explotación le acarreará7. La dificultad para replicar y/o comprar recursos estratégicos explica la persistencia de diferentes dotaciones de recursos entre las empresas, ya que no pueden distribuirse homogéneamente entre todos los participantes en un mercado. Ahora bien, sobre esto no hay unanimidad. Así, Barney (1986a), como antes Schumpeter, entiende que no es posible obtener rentas sostenidas mediante actividades puramente empresariales, en la medida en que de manera indefectible serán copiadas por otros. Para Barney (1986a) existe un mercado razonablemente competitivo -aunque sea imperfecto- para los recursos estratégicos; pero, por el contrario, Dierickx y Cool (1989) entienden que muchos recursos estratégicos, como la reputación, por ejemplo, carecen de mercado, por lo que deben desarrollarse internamente. Tras ellos Chi (1994) contínua el análisis de los mercados de recursos estratégicos, analizando nuevas opciones que permitirían a la empresa inicialmente poseedora de un recurso cederlo y conservar la posibilidad de mantener sus rentas. Es interesante porque enlaza con el estudio de las alianzas estratégicas, pero en apariencia olvida que uno de los requisitos exigidos a los recursos estratégicos es que sean escasos. CUADRO 2: CARACTERÍSTICAS DE LOS RECURSOS Y CAPACIDADES ESTRATÉGICOS CARACTERISTICAS DE LOS RECURSOS ESTRATEGICOS QUE PERMITEN SOSTENER EN EL TIEMPO UNA VENTAJA COMPETITIVA FACTORES REPLICABILIDAD COMPLEJIDAD (Dierick y Cool,1989; Reed y de Filippi, 1990; Nelson y Winter, 1982, Barney, 1992) CO-ESPECIALIZACION (Teece, 1986b) ESPECIFICIDAD (Reed y de Filippi, 1990) CARACTER TACITO (Reed y de Filippi, 1990) AMBIGUEDAD CAUSAL (Lippman y Rumelt, 1982; Dierick y Cool, 1989) MECANISMOS DE AISLAMIENTO (Rumelt, 1987) DESECONOMIAS RESPECTO AL TIEMPO (Dierick y Cool, 1989) MASA CRITICA (Dierick y Cool, 1989) DEPENDENCIAS TEMPORALES "PATH DEPENDENCIES" (Dosi et al, 1990) TRANSFERIBILIDAD COMPLEJIDAD (Reed y de Filippi, 1990) CARACTER TACITO (Reed y de Filippi, 1990) ESPECIFICIDAD (Williamson, 1975; Reed y de Filippi, 1990) CO-ESPECIALIZACION (Teece, 1986) 7. Por supuesto no es ésta la única conexión con la escuela austriaca. En la medida en que se vaya reforzando la importancia del conocimiento, el enfoque de recursos se acercará, al menos en prioridades, a Hayek (1945), para quien "el problema económico de la sociedad es un problema de utilización de un conocimiento que nadie posee en su totalidad". 8 ASIMETRIAS DE INFORMACION (Schoemaker, 1990) COSTES DE TRANSACCION (Williamson, 1975, Teece,1982, 1986) PARADOJA DE LA INFORMACION (Arrow, 1962) Fuente : Elaboración propia Sea como fuere, es habitual destacar las ventajas que proporcionan los recursos y capacidades, sin asumir que, con independencia de que haya mercado para todos ellos, su obtención es costosa siempre, aunque no sea más que en términos de costes de oportunidad. La importancia estratégica que se otorga a los recursos intangibles y a las capacidades permite reconsiderar conceptos tradicionales, provenientes de la teoría de la organización y del comportamiento organizativo, al subrayar el papel de los complejos fenómenos sociales como fuente de ventajas competitivas para la empresa; lo que constituye una de las grandes aportaciones de este enfoque. Ejemplos de ello son los estudios sobre la cultura corporativa (Fiol, 1991; Barney, 1986b), características directivas (Castanias y Hansen, 1994; Roth, 1995), recursos humanos (Lado y Wilson, 1994; Wright, McMahan y McWilliams, 1994; Kamoche, 1996), aprendizaje organizativo (Teece, Pisano y Shuen, 1990; Helleloid y Simonin, 1994), competencias o capacidades organizativas (Collis, 1994) u honradez (Barney y Hansen, 1994). En todos estos trabajos se construyen modelos teóricos para analizar el valor estratégico de esas características organizativas e identificar los supuestos bajo los cuales pueden generar rentas apropiables por la empresa. La investigación empírica sobre estos temas se ha revelado especialmente complicada, debido a la dificultad para diseñar medidas válidas y fiables para estos conceptos clave; aunque ya ha experimentado una cierta evolución. Así las sucesivas aportaciones han logrado poco a poco que se pase de una visión descriptiva de la empresa basada en los recursos a una verdadera "teoría" de recursos de la que puedan derivarse proposiciones refutables (Miller y Shamsie, 1996). Los primeros estudios aportaban como novedad el análisis de las distintas estrategias empresariales desde un nuevo marco teórico: se utilizaba un lenguaje propio (estructura de recursos, intangibles, capacidades centrales...), se aplicaba una nueva lógica (enfocada hacia los inputs o recursos con que cuenta la empresa y no hacia su posición en el mercado) y el tipo de metodología más utilizada era el estudio de casos (Prahalad y Hamel, 1990; Collis, 1991; Hamel, 1991; Leonard-Barton, 1992; Argyres, 1996). Los trabajos más recientes tratan de probar ese marco teórico anterior, desarrollando huipótesis contrastables a partir de él. En estos estudios ya se proponen medidas objetivas para identificar recursos y capacidades y valorar sus características (si son valiosos, raros y difícilmente imitables) y evalúa el efecto de esos recursos en los resultados de la empresa. Dentro de esta segunda etapa, podríamos encuadrar aportaciones sobre metodologías innovadoras para identificar y medir un determinado tipo de recurso o capacidad (Henderson y Cockburn, 1994; Farjoum, 1994; Helfat, 1994; Klavans, 1994; Klein y Hiscoks, 1994; Pisano, 1994; Verdin y Williamson, 1994; McGrath, McMillan y Venkataraman, 1995; Robins y Wiersema, 1995) y dos de los trabajos más recientes (Miller y Shamsie, 1996) y (Maijoor y Van Witteloostuijn 1996), en los que utilizando modelos longitudinales se comprueban las proposiciones del enfoque de recursos a nivel de un sector o de un grupo de empresas. 9 3. LA VISIÓN DE LA EMPRESA BASADA EN LOS RECURSOS EN EL ANALISIS ESTRATEGICO Si el objeto final de la Dirección Estratégica es llegar a explicar las causas del éxito de las empresas, quizás la controversia más propia de esta disciplina puede expresarse en las siguientes preguntas: ¿por qué unas empresas son más rentables que otras? ¿Qué factores determinan sus resultados? Las primeras respuestas a estas preguntas llegaron de la mano del paradigma de la Organización Industrial, Estructura-Conducta-Resultados, por el que se suponía que las diferencias en las rentabilidades dependían de la estructura competitiva del sector en que está la empresa. Como ya se ha señalado, el enfoque de recursos da un giro de 180º grados y propone que son los recursos y capacidades internos los principales determinantes de la variabilidad de los resultados. Asimismo, recientes propuestas dentro de esta corriente van aun más allá y defienden que, por un lado, la naturaleza de la competencia en un sector es independiente de la estructura del mismo y, por otro, las propias diferencias en los resultados que perduran a lo largo del tiempo son los determinantes de la estructura del sector (Hill y Deeds, 1996). La evidencia empírica sobre la cuestión no está muy clara. El trabajo pionero de Schmalensee (1985) obtuvo que es la pertenencia a un determinado sector industrial el principal factor explicativo de la variación en los resultados empresariales. Posteriormente, surgen revisiones que aportan nueva evidencia empírica de la cual se concluye que es necesario también analizar las características internas o idiosincrásicas de la empresa para comprender el rendimiento de la misma (Mueller, 1986; Wernerfelt y Montgomery, 1988, Hansen y Wernerfelt, 1989; Rumelt, 1991; Rotem, 1994)8. Así pues, estos trabajos posteriores muestran cómo el enfoque de los recursos puede proporcionar el sustento teórico necesario para explicar las variaciones en los resultados empresariales no atribuibles a su entorno competitivo. Partiendo de este importante cambio de perspectiva en lo que es la concepción sobre las razones de éxito de las empresas, el nuevo enfoque se ha aplicado a prácticamente todas las cuestiones que tradicionalmente has sido objeto de estudio por la Dirección Estratégica, revelándose especialmente fructífera en la investigación en estrategia empresarial en sus diferentes niveles (corporativo, competitivo y funcional). Se tratará a partir de aquí de resumir brevemente los trabajos más relevantes en este sentido. El cuadro 3 da una visión de conjunto de todos ellos, agrupándolos por temas y en función de si su aportación es básicamente teórica o empírica. 8 Una aplicación al caso de nuestro país puede encontrarse en el trabajo de Montes Peón (1996) en el que, utilizando una muestra de empresas no financieras que cotizan en la Bolsa de Madrid en el periodo 1990-1993, también comprueba que los factores empresariales de competitividad son mucho más importantes que los de carácter sectorial en la explicación de la varianza observada en las rentabilidades de las empresas españolas. 10 En primer lugar, la teoría de recursos proporciona un nuevo enfoque teórico para el análisis de las distintas estrategias corporativas de la empresa. Los antecedentes a los trabajos actuales se encuentran en las aportaciones de E. Penrose y D. Teece. La obra de Penrose (1959) permite explicar desde una perspectiva dinámica el desarrollo de la empresa: los recursos sobrantes generados internamente, que pueden tener valor en otras actividades productivas distintas de las actuales, constituyen el motor que induce al crecimiento. Esta idea es continuada por los trabajos de Teece acerca de la diversificación empresarial (Teece, 1980, 1982) y de la empresa multinacional (Teece, 1986b), en los que desde la perspectiva de los costes de transacción (Williamson, 1975, 1985), se añade una segunda condición para el crecimiento: deben existir fallos que dificulten la venta en los mercados de los recursos sobrantes. Ya desde un enfoque claramente de recursos, Chandler (1992) defiende la relevancia de las capacidades organizativas en la explicación del nacimiento y desarrollo de las grandes empresas en los países desarrollados. Es, por tanto, la dotación de recursos y capacidades lo que determinará el espacio de factibilidad en la expansión de la empresa (Collis, 1991). Ese crecimiento puede materializarse en muy diferentes estrategias de desarrollo. Comenzando por la diversificación de productos, desde el enfoque de recursos se ha analizado empíricamente la relación entre el tipo de recursos poseídos por la empresa (físicos, financieros o intangibles) y el tipo de diversificación emprendida (Chatterjee y Wernerfelt, 1991): las empresas que poseen un mayor exceso de recursos físicos e intangibles se dirigirán con mayor probabilidad a negocios próximos o similares a los originales (diversificación relacionada) y las que poseen recursos financieros sobrantes se diversificarán hacia negocios más alejados y menos relacionados; o el modo de entrada (Chatterjee, 1990): los recursos intangibles se asocian con el crecimiento interno y los financieros con el externo. Asimismo, Montgomery y Hariharan (1991) analizan la relación entre la estructura de recursos con que cuenta una empresa y la dirección que toma en su proceso diversificador. También en esta última línea es de destacar la contribución del trabajo de Teece, Rumelt, Dosi y Winter (1994) que analizan el grado de coherencia corporativa de las grandes empresas diversificadas americanas y explican ésta en términos de aprendizaje organizativo, historia evolutiva y acción selectiva del entorno. También se han aportado nuevas explicaciones a la relación diversificaciónresultados, cuestión en la que, a pesar de los numerosos avances, siguen sin existir conclusiones definitivas y generalmente aceptadas. Montgomery y Wernerfelt (1988) demuestran empíricamente que son los recursos más específicos de un determinado negocio los que son más escasos y, por ello, la empresa que los explota diversificándose de forma restringida (ya que ese tipo de recursos sólo será útil en negocios muy cercanos a aquellos en los que fueron originados) puede lograr rentas más altas; por el contrario, los recursos menos especializados (financieros, básicamente) son relativamente menos escasos y, por tanto, la empresa que los posee puede utilizarlos en un ámbito más amplio, pero las rentas medias serán menores. Por otra parte, la visión de la empresa basada en sus recursos subraya la importancia de considerar la etapa de puesta en práctica de la estrategia, de manera que distintas empresas que han formulado una misma estrategia de diversificación pueden tener muy diferentes capacidades para gestionar esta estrategia, lo que explicaría los diferentes resultados obtenidos. Así, los trabajos más recientes se han afanado en encontrar nuevas 11 formas de definir y medir el grado de relación entre los negocios de la empresa que permitan ahondar en los aspectos organizativos para aplicarlas luego al análisis de los resultados corporativos (Davis y Thomas, 1993; Markides y Williamson, 1994, 1996; Farjoum, 1994; Robins y Wiersema, 1995). El enfoque de recursos también se ha aplicado al estudio de la diversificación de mercados o internacionalización de la empresa. Ello ha dado como fruto la propuesta de un nuevo modelo teórico de la empresa multinacional que integra los anteriores basados en la Economía Industrial o en los costes de transacción (Gupta y Govindarajan, 1991; Tallman, 1992; Tallman y Fladmoe-Lindquist, 1994; Fladmoe-Lindquist y Tallman, 1994). El análisis de los sectores de competencia global (Collis, 1991; Tallman, 1991; Carr, 1993) o de las alianzas estratégicas internacionales (Hamel, 1991) también se han beneficiado de este enfoque. Asimismo, el papel ejercido por los recursos y capacidades se ha revelado como argumento complementario al de los costes de transacción a la hora de explicar la decisión de fabricar o comprar y las estrategias de integración vertical (Argyres, 1996). Como último ejemplo en este repaso a las estrategias corporativas, la óptica de los recursos también se ha aplicado a las reestructuraciones y desinversiones empresariales. Smart y Hitt (1994) proponen un modelo teórico en el que se integran argumentos propios de la teoría de la agencia y del enfoque de recursos en la explicación de este fenómeno, de manera que concluyen que tanto el sistema de gobierno y las características de los directivos como el tipo de recursos controlados por la empresa pueden afectar al tipo de reestructuración llevada a cabo. Bergh (1995), utilizando en parte este mismo esquema teórico, analiza empíricamente la relación de estas variables con el tipo de unidad de negocio vendida y con los resultados posteriores obtenidos con esa desinversión. De igual modo que las diferentes direcciones de desarrollo estratégico mencionadas, los diferentes métodos (crecimiento externo, crecimiento interno o acuerdos cooperativos) a través de los cuales estas estrategias corporativas son ejecutadas también pueden ser reexaminados a la luz de la Teoría de recursos. Centrándonos en el tema de las fusiones y adquisiciones, el argumento de las sinergias entre la empresa adquirida y la adquirente como fuente de valor ha cobrado una nueva dimensión. Barney (1988) aplica el concepto de imperfecciones ex-ante en los mercados de recursos estratégicos a este caso y propone la siguiente hipótesis: la creación de valor para la empresa adquirente se dará cuando entre las dos empresas existan flujos de caja únicos, inimitables y privados, es decir cuando las sinergias entre las dos empresas se deban a recursos estratégicos (únicos, valiosos e inimitables) y que estén basadas en información privada (sólo la empresa adquirente posea la información acerca de las potenciales ventajas de unir las dos empresas). Ahondando en este argumento, Harrison, Hitt, Hoskisson y Ireland (1991) demuestran que el logro de esas sinergias es improbable cuando la empresa objetivo posee recursos que guardan muchas similitudes con los de la adquirente; por el contrario, son las diferencias en la forma de asignar recursos entre las dos empresas lo que puede garantizar con mayor probabilidad la generación de sinergias valiosas y no fácilmente detectables por los competidores. Además comprueban empíricamente que esas diferencias tienen efectos positivos en los resultados posteriores a la adquisición. Desde otro punto de vista, las adquisiciones de empresas también son estudiadas como un medio de obtener recursos que la empresa no puede crear internamente a corto plazo y así por ejemplo, Coff (1996) analiza las peculiariedades de las adquisiciones de empresas intensivas en recursos humanos. En este caso particular, la 12 empresa adquirente debe plantearse qué estrategias emprender para evitar posibles problemas de control, ya que aquí los empleados de la empresa objeto de adquisición (que son los recursos estratégicos que se desean obtener con la compra) podrían no aceptar ser integrados. Por lo que se refiere al nivel competitivo o de negocio, numerosos trabajos exploran las implicaciones del enfoque de recursos en el estudio de las pautas competitivas de los sectores industriales y sus efectos sobre los resultados de las empresas. Mosakowski (1993), por ejemplo, aplica la perspectiva dee recursos en un análisis longitudinal de la relación existente entre las estrategias de enfoque y de diferenciación y los resultados, utilizando una muestra de pequeñas empresas de software. Asimismo, un concepto tan propio del enfoque tradicional como es el de los grupos estratégicos es rediseñado en el trabajo de Mehra (1996) sobre el sector bancario estadounidense. En él se sustituye el modelo tradicional basado en las estrategias de mercado para definir los grupos estratégicos por un modelo basado en los recursos poseídos por esas empresas. Las aportacionesde Miller y Shamsie (1996) y y Maijoor y Van Witteloostuijn (1996), ya citadas en el punto anterior, también podrían encuadrarse en este nivel. El primero de ellos se trata de un análisis de los estudios cinematográficos de Hollywood entre los años 1936 y 1965, en el que se explica el efecto en los resultados de la posesión de recusos como los contratos a largo plazo con los actores más famosos del momento o las capacidades organizativas en las actividades de producción y en la coordinación de personas. En el segundo se estudia el sector de la auditoría alemán entre 1967 y 1990 y se analiza la influencia de la regulación en la generación de imperfecciones tanto en los mercados finales (servicios de auditoría) como en el de factores (auditores licenciados) y sus efectos sobre los resultados de estas empresas. A nivel funcional, la visión de la empresa basada en sus recursos podría llegar a revolucionar el análisis financiero. Así, por ejemplo, Robins (1992) revisa las técnicas para el análisis de inversiones, subrayando las limitaciones de los modelos financieros clásicos (especialmente del CAPM) y las aportaciones que el enfoque de recursos podría efectuar en este campo y Balakrishnam y Fox (1993) exploran las relaciones entre la especifidad de los recursos y la estructura financiera de la empresa. Por último, el estudio de la tecnología y los procesos de innovación empresarial también han recibido gran atención por los proponentes de este enfoque. Es de destacar la investigación realizada por Leonard-Barton (1992) que analiza las competencias organizativas en veinte proyectos de desarrollo de nuevos productos en cinco grandes empresas. En este trabajo se subraya el hecho de que estas competencias tienen tanto efectos positivos como potenciadoras de la innovación en la empresa, como negativos al impedir o dificultar el cambio organizativo y por tanto, actuar como inhibidoras de innovaciones radicales. En esta misma línea, Chiesa y Barbeschi (1994) proponen un modelo que guíe la formulación de las estrategias de adquisición de tecnologías y la identificación de las características que ha de tener este proceso para lograr el éxito. La estrategia tecnológica se contempla aquí como el conjunto de decisiones que se toman para verdaderamente internalizar los recursos tecnológicos e integrarlos con el resto en aras de la creación de competencias organizativas. El trabajo se basa también en un estudio de casos sobre los procesos de adquisición de tecnologías en doce multinacionales de los 13 sectores de electrónica, mecánica y telecomunicaciones. 14 CUADRO 3: RESUMEN DE LAS APLICACIONES DEL ENFOQUE DE RECURSOS: ESTRATEGIAS EMPRESARIALES TEMAS TRABAJOS TEÓRICOS TRABAJOS EMPÍRICOS NIVEL CORPORATIVO: - Diversificación Dosi, Teece y Winter (1992) -Diversificación relacionada - Internacionalización Markides y Williamson (1994, 1996); Robins y Wiersema (1995); Farjoum (1994);Davis y Thomas (1993) Gupta y Govidarajan (1991);Tallman (1992); Tallman y Fladmoe-Lindquist (1994) - Integración vertical - Desinversión Tallman (1991);Collis (1991);Hamel (1991) Argyres (1996) Smart y Hitt (1994) - Modo de entrada de la diversificación - Fusiones y adquisiciones Chatterjee y Wernerfelt (1988, 1991); Montgomery y Wernerfelt (1988); Montgomery y Hariharan (1991); Teece et al. (1994) Bergh (1995) Chaterjee (1990) Barney (1988) Harrison et al. (1991); Coff (1996) Hamel (1993) -Alianzas estratégicas NIVEL DE NEGOCIO: - Estrategias de diferenciación y enfoque Mosakowski (1993) -Grupos estratégicos Mehra (1996) - Análisis de sectores Miller y Shamsie (1996); Maijoor y Van Witteloostuijn (1996) NIVEL FUNCIONAL: - Análisis financiero Robins (1992); Balakrishnam y Fox (1993) - Tecnología e innovación Leonard-Barton (1992); Chiesa y Barbeschi (1994) Fuente: Elaboración propia. 4. APORTACIONES Y LIMITACIONES DEL ENFOQUE DE LOS RECURSOS En los apartados anteriores se han tratado de describir los fundamentos del enfoque 15 de recursos y su potencial para ser aplicado a la investigación en estrategia empresarial. Intentaremos a continuación analizar lo que aporta de nuevo esta corriente a la Dirección Estratégica, así como las principales problemas y lagunas que se le han asociado, a cuya soución se dirige la investigación más reciente. Para lograr el primero de estos objetivos se resumirán los rasgos distintivos del enfoque, puestos ya de manifiesto en los apartados anteriores, pero esta vez comparándo la nueva propuesta con algunos de los paradigmas tradicionales en el área, analizando sus divergencias y sus puntos comunes. 4.1. Enfoques alternativos en Estrategia: La aportación de la perspectiva de recursos Ciertamente, a pesar de más de cuarenta años de desarrollo teórico en el campo de la Dirección Estratégica, todavía hoy aparecen distintos paradigmas compitiendo entre sí, sin que pueda hablarse de "una teoría generalmente aceptada" sobre los orígenes del éxito de las empresas. No hay una sola respuesta a la pregunta de "qué es estrategia" o lo que es peor aún, no hay acuerdo sobre si ésta realmente sirve para algo, es decir, si es un factor determinante en los resultados de la empresa. Existen diversos intentos por sistematizar las escuelas de pensamiento o corrientes de investigación en Dirección estratégica9 y en ellos es común englobar esas distintas escuelas en dos grandes grupos enfoques: - el enfoque racional o de contenido: constituye la concepción más convencional sobre formulación estratégica y la dominante todavía hoy día en los manuales de la disciplina. Se incluyen en este punto los trabajos sobre planificación de Ansoff (1965), así como las contribuciones, basadas en la Organización Industrial, de Porter (1980, 1985, 1990); - el enfoque descriptivo o de proceso : engloba diversas escuelas que comparten el interés por describir cómo son construidas en la práctica las estrategias a partir del supuesto de racionalidad limitada de los decisores. Algunos de los proponentes de este enfoque son Simon, 1965; Cyert y March, 1963; Lindblom, 1973; Quinn, 1980 o Mintzberg, 1978. Además de estos dos enfoques se propone un tercero: el enfoque evolutivo o ecológico (Hannan y Freeman, 1977,1989) en el que se utilizan conceptos de la biología para explicar la evolución de las organizaciones. Aunque no puede considerarse propiamente una corriente de Dirección estratégica, (puesto que es contraria a todas las anteriores escuelas en el supuesto inicial de que la empresa no tiene posibilidad de adaptación), sí constituye una concepción distinta sobre cómo compiten las empresas en los mercados y cuál es la esencia de la estrategia. Además, la ecología de las organizaciones es, junto con la teoría de recursos, una de las perspectivas más novedosa en teoría de la empresa. A partir de aquí se propone una comparación entre estos tres enfoques con la teoría de recursos, comparación que se resume en el cuadro 4. Para el enfoque racional, la estrategia es un plan de acción resultado de un análisis consciente que se hace explícito antes de ser llevado a la práctica (Ansoff, 1965) y que tiene por finalidad lograr una ventaja competitiva para la empresa (Porter, 1985). El objeto de estudio es el contenido de la estrategia: sus características y la ubicación en el sector que da como resultado. Aunque se hacen intentos por abrir el interior de la caja negra de la 9 Vease por ejemplo Minztberg (1990) o Fernández (1987). 16 empresa (como el análisis de la cadena de valor añadido (Porter, 1985)), en general el estudio interno se relega a un segundo puesto y se acentúa la relevancia de la estructura del sector y de los grupos estratégicos como determinantes de los resultados de la organización. Por ello, la cuestión estratégica primordial es situarse en sectores atractivos y, el nivel de análisis más frecuente es el de ese sector. Por último, el modelo es fundamentalmente estático: se examina la estructura del sector en un momento determinado y la estrategia corporativa se reduce a las técnicas de cartera de negocios, sin que tengan cabida los efectos de la innovación o de las sinergias (Hill y Jones, 1996, 86). Para los defensores de la corriente de proceso, la planificación clásica a largo plazo no tiene sentido. La estrategia surge como resultado del aprendizaje de la organización a lo largo del tiempo. No es sólo un proceso deliberado sino también emergente (Mintzberg, 1978), fruto de los patrones de comportamiento que se han desarrollado lentamente y de una serie de decisiones incrementales que suponen pequeños cambios adaptativos (muchas veces a través de procesos de prueba y error) (Lindblom, 1959; Quinn, 1980). Se centra, como su nombre indica, en el proceso, en el estudio de todo lo concerniente a cómo se han formado dentro de la empresa aquellas estrategias que han resultado efectivas y cómo se han puesto en práctica eficientemente (Chakravarthy y Doz, 1992). Además, el directivo no es el único actor que desempeña un papel en el diseño de la estrategia, es toda la organización la que la crea y la misión del primero será, ante todo, gestionar este proceso de aprendizaje colectivo (Mintzberg, 1990, 155). Por último, la estrategia en este enfoque se analiza desde una perspectiva dinámica. Los proponentes del enfoque ecológico tienen una visión fatalista de la estrategia. La estrategia como plan a largo plazo es irrelevante: el entorno es normalmente demasiado impredicible como para anticiparse de forma efectiva. El funcionamiento del mercado somete a las empresas a un proceso de selección natural en el que sólo la más apta sobrevive y las demás, que no pueden adaptarse rápidamente, se extinguen. Por tanto, los que eligen son los mercados, no los directivos. La formulación de la estrategia no es objeto de atención en este enfoque, y en todo caso la estrategia o acción de la empresa será de carácter reactivo y fundamentalmente pasiva. El éxito es muchas veces el resultado de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Como en el enfoque anterior, se caracteriza por una perspectiva dinámica pero mucho más a largo plazo: se analiza la evolución de las organizaciones resultado de procesos graduales de selección. La moderna visión de la estrategia basada en los recursos surge fuertemente enraizada en la tradición del enfoque racional, pero supera algunas de sus limitaciones aportando características propias de los otros dos grupos. Al igual que en los modelos de Porter (1980, 1985), la finalidad última de la estrategia es el logro de una ventaja competitiva que perdure en el tiempo. Sin embargo, esa ventaja competitiva ya no es fruto de la estructura del sector, sino de la posesión de recursos únicos e inimitables. Las diferencias en los resultados no son reflejo tanto del poder de mercado ejercido por las empresas como de diferentes niveles de eficiencia.10 Para lograr esa ventaja competitiva, la formulación de la estrategia sigue siendo un arma 10 Con ello, esta perspectiva se aleja de los fundamentos de la Economía industrial tradicional y se reconoce heredera de la escuela de Chicago (Stigler, 1968). 17 eficaz: esta consiste ahora en un análisis deliberado y racional que permite al directivo identificar los recursos, decidir cómo emplearlos y desarrollar nuevos recursos (Wernerfelt, 1989, 4). En el balance entre los aspectos de contenido y de proceso se mantiene un cierto sesgo hacia los de contenido: el análisis se centra en los resultados a los que lleva contar con esos recursos, más que en cómo surgen. Sin embargo, las aportaciones más recientes abogan por que los esfuerzos investigadores se dirijan también al estudio de cómo desarrollar internamente los recursos y capacidades necesarios, cómo fomentar dentro de la organización la generación interna de recursos no imitables11. Y por último, el papel que juega el directivo en la empresa continua siendo decisivo12. Por otra parte, el enfoque de recursos se aleja del racional en dos aspectos fundamentales, que son a su vez puntos de conexión con las otras alternativas. En primer lugar, el nivel de análisis pasa a ser la empresa individual y, además, el enfoque es primordialmente interno. Se busca también describir los procedimientos internos, incluyendo el proceso de aprendizaje organizativo que explica el cambio y es, en última instancia, el que asegura la supervivencia de la empresa a largo plazo ya que las transformaciones del entorno exigen permanentemente el desarrollo de nuevos recursos. Las rutinas organizativas, cuyo estudio era eludido en el enfoque racional pero que son conceptos clave en las otras dos, son ahora examinadas como fuente de ventajas competitivas. En segundo lugar, el cambio de óptica propugnado por la teoría de los recursos va más allá de un mayor énfasis en los aspectos internos y organizativos. Después de todo, aunque las aportaciones de Porter (1980) hubieran inclinado la balanza hacia el exterior de la empresa, esa idea ya estaba presente en los orígenes de la Dirección Estratégica con el concepto de "competencias distintivas" de Andrews (1971). No se trata de un mero cambio de vocabulario (de "competencias distintivas" a "recursos y capacidades"). La perspectiva basada en los recursos es mucho más dinámica: no se tienen en cuenta únicamente las habilidades en las actividades funcionales, sino la capacidad de la empresa para aprender, adaptarse y cambiar a lo largo del tiempo (Collis, 1994). En la medida en que estas capacidades surgen y se mejoran progresivamente pueden proporcionar ventajas competitivas sostenibles. Así, frente al modelo clásico de ajuste estratégico (en el que se analiza el grado de coherencia entre las competencias distintivas existentes de la empresa con las amenazas y oportunidades de su entorno actual) se propone un modelo de intento o propósito estratégico (Hamel y Prahalad, 1989) en el que se formulen metas ambiciosas para la organización que fuercen la necesidad de generar nuevos recursos y capacidades que permitan explotar las oportunidades futuras. La responsabilidad del directivo va más allá de identificar recursos estratégicos o fortalezas actuales de la organización: es necesario movilizar esos recursos, estimular su creación para el futuro. 11 De hecho algunos autores distinguen dos escuelas dentro de este enfoque: una de contenido y asociada a la economía y otra de proceso, ligada a la teoría de la organización (Schulze, 1994) 12 Esta es precisamente una de las críticas señaladas por Montgomery (1995, 264): se sobrevalora la capacidad del directivo y no se considera que existen muchos factores que no están bajo su control, al contrario que en el enfoque de proceso, que trabaja con este supuesto. 18 CUADRO 4: ENFOQUES EN ESTRATEGIA CLASICA PROCESAL ECOLOGICA RECURSOS Principales Contribuciones Porter (1980, 1985) Cyert y March (1963) Mintzberg (1978,1987) Hannan y Freeman (1989) Wernerfelt (1984) Barney (1991) Disciplina base Economía Psicología y Comportamiento Economía, biología Economía Concepto de Estrategia Determinación de los objetivos a L/P de la empresa y las acciones planeadas para lograr esos objetivos. Pautas de actuación de la empresa fruto de un proceso emergente de aprendizaje organizativo. Posición, nicho de mercado al que las condiciones del entorno empujan a la empresa. No existe elección estratégica. Búsqueda de rentas mediante la acumulación y explotación de los recursos y capacidades Emergente, colectiva Características Plan explícito, deliberado Pasiva, el cambio estratégico es difícil Deliberada y emergente Nivel de análisis Principalmente sector Población o organizaciones Empresa Enfoque externo/interno Externo CC. del Empresa Enfoque contenido/proceso Enfoque estático/dinámico Origen del éxito Interno Externo Proceso Proceso Dinámico Dinámico Aprendizaje organizativo Resultado natural grupo de Interno Contenido Contenido/proceso Estático Dinámico Posición en el sector de la selección Recursos estratégicos Organización Actor principal Papel del directivo Analista/estratega Elegir un sector atractivo para posicionarse Gestionar el proceso de aprendizaje estratégica mediante la negociación Entorno Organización y directivo Asegurar la provisión de recursos que la empresa Reconocer recursos valiosos y movilizarlos 19 necesita 20 4.2. Los problemas aún no resueltos por el enfoque de recursos Pasamos ahora en el siguiente apartado a examinar la otra cara de la moneda: los problemas aun no resueltos por el enfoque de recursos que sugieren líneas futuras de investigación, así como los sesgos que podría estar introduciendo en el área de la dirección estratégica de la empresa. En primer lugar, ya se ha subrayado anteriormente la confusión existente en relación a algunos de los términos utilizados por los diferentes autores. Para hacer referencia a los recursos o factores productivos se han utilizado multitud de términos (recursos invisibles, intangibles, competencias, capacidades, habilidades, conocimientos) y el nivel de agregación utilizado en la definición de los mismos varía de una propuesta a otra. Todo ello puede llevar a definiciones circulares y demasiado elásticas (cualquier cosa puede ser un recurso o capacidad). Este es un rasgo característico de los modelos teóricos que, como éste, se encuentran en las etapas iniciales de su desarrollo y es de suponer que el avance en este sentido permita definir alguna de las aportaciones como predominante y aceptada por todos. En segundo lugar, todos los autores reconocen la dificultad para hacer operativo este enfoque, en la medida en que se requieren medidas objetivas, válidas y generalizables de los recursos y capacidades y de sus características. Los primeros estudios empíricos que comenzaron a adoptar este lenguaje analizan la dotación de recursos físicos, financieros e intangibles de la empresa, pero estos recursos se medían utilizando indicadores tradicionales basados en información contable (tamaño de la empresa, grado de apalancamiento o gastos en I+ D o publicidad)13. Sin embargo, es notable el esfuerzo dirigido a este apartado metodológico que ha experimentado un avance sustancial con medidas cada vez más elaboradas que nos permiten identificar y evaluar incluso los recursos más complejos. 13 Cool y Dierickx (1994) señalan que con ello se comete el error de no distinguir entre variables de flujo (gastos en publicidad o en I+D) con variables stock (lealtad del ciente o competencia tecnológica) y por tanto, no considerar los efectos directos e indirectos que la inversión en estos recursos puede tener sobre los resultados empresariales. El gasto en publicidad o en I+D puede guardar una relación negativa con los resultados, pero a su vez se correlaciona con el stock acumulado (estos gastos contribuyen a la creación de stock), el cual se espera que tenga una relación positiva con los resultados. Esta diferencia entre variables flujo y de stock puede ser la clave para explicar algunos resultados contradictorios. 21 Asimismo, Montgomery (1995) señala cómo a pesar de que Wernerfelt (1984), que introdujo el enfoque de recurso, definió éstos como "cualquier cosa que pueda ser considerada como una fortaleza o una debilidad para la empresa", los autores posteriores se olvidaron del lado más oscuro de esos recursos y se centraron exclusivamente en el análisis de los de carácter estratégico, las "joyas de la corona de la empresa", como los denomina esta autora. Falta en esta corriente el estudio detallado de la influencia de los recursos "malos" y "mediocres", que son además la mayoría de los que tiene la empresa. Si se pretende desarrollar una teoría acerca del éxito de las empresas a partir del análisis de su dotación de recursos, ésta no debe basarse en sólo una parte de ellos porque nos alejaríamos de la realidad. Sea como fuere, ya hemos visto que disponemos de una buena caracterización teorica de los recursos "estratégicos", pero en la práctica es difícil en muchos casos identificar cuáles son los recursos valiosos para la empresa, lo que convierte la aproximación en tautológica. Sólo a posteriori decidimos a qué obedece el éxito de la empresa. Este desconocimiento sobre lo que pasa dentro de la empresa recuerda en alguna medida la tan criticada caja negra del análisis microeconomico. Por último, también el desarrollo de este enfoque puede estar afectando al necesario equilibrio entre el análisis interno y externo. El estudio de las interrelaciones entre los recursos y capacidades y los elementos externos del entorno ha recibido relativa poca atención (excepción hecha quizás de los trabajos de Schoemaker (1994) y Schoemaker y Amit (1994)). La empresa no debe considerarse un ente aislado, sino inmerso en un determinado entorno, y la evaluación de sus recursos debe realizarse siempre en el marco de un determinado contexto espacial y temporal. Los recursos no son estratégicos independientemente del mercado en el que compita la empresa que los posee y de las circunstancias concretas del momento en que se analice, sino que tendrán valor en relación a su posible aplicación en un determinado momento en un entorno de mercado concreto. 5. CONCLUSIONES El enfoque de recursos surge fuertemente enraizado en la tradición clásica, pero supera alguna de sus limitaciones. Al igual que en él lo que se pretende es lograr una ventaja competitiva que perdure en el tiempo; pero esa ventaja ya no va a se fruto de la estructura del sector, sino de la posesión de recursos únicos, inimitables y difícilmente trasmisibles. Se trata, por lo tanto de averiguar cuáles son esos recursos y cómo obtenerlos, lo que se va a traducir de manera habitual en la acumulación interna de nuevos recursos y capacidades, conocimientos, en suma; lo que devuelve a los directivos un papel crucial en el proceso En contrapartida, el nivel de análisis es la empresa individual y el enfoque prioritariamente interno, dando un énfasis especial a la generación de nuevo conocimiento. Además, y aun cuando algunos de los conceptos básicos ya estaban en los clásicos, no se trata de un mero cambio de vocabulario. La orientación del enfoque de recursos es mucho más dinámica, es fundamental la capacidad de aprender y adaptarse; lo que, asu vez, lo conecta con los nuevos enfoques y técnicas vinculados con la gestión de la calidad total (TQM) y los sistemas JIT que se caracterizan, precisamente, por esa preocupación por prender y mejorar la cualificación del personal. A cambio, el enfoque presenta serias dificultades de orden práctico. Es decir, es posible 22 proporcionar un armazón teórico a las nuevas realidades empresariales, se puede justificar muchas de las propuestas propias de la competencia a finales de siglo y proporcionar recomendaciones genéricas a los responsables de la dirección; pero encontramos problemas mucho más serios cuando se pretende identificar cuáles son los recursos realmente valiosos para una empresa. De repente parece que ya no sabemos nada, más allá de propuestas generales o de encontrar resultados tautológicos. El camino parece muy prometedor, pero aún queda un largo trecho por avanzar. 6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Aaker, D. A,. (1989): "Managing assets and skills: the key to a sustainable competitive advantage", California Management Review, Vol. 31, Nº2, pp. 91-106. Andrews K. (1971): The Concept of Corporate Strategy, Dow Jones-Irwin, Homewood, IL. Amit, R. y Schoemaker, P. J.H. (1993): "Strategic assets and organizational rent", Strategic Management Journal, Vol. 14, pp. 33- 46. 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