Subido por Jesus Alonso Solis Rodríguez

La obesidad y sus trastornos al metabolismo de quienes la padecen

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La obesidad y sus trastornos al metabolismo de quienes la padecen.
Basilio Ruiz Kenia; Díaz Durán Abigail; Cortés Reyes Karla
Bioquímica, Facultad de Ciencias Biológicas, Universidad Autónoma de puebla.
Palabras claves: Obesidad, Metabolismo, Diabetes tipo II
Resumen
Definimos a la obesidad como una enfermedad metabólica de gran prevalencia en el mundo
occidental y un problema de salud a nivel mundial, que provoca patologías como la diabetes
mellitus tipo II, daño cardiovascular, hiperlipidemias y cáncer; donde se ha podido observar
alteraciones metabólicas en el metabolismo lipídico lo cual se ve representado con el incremento
del tejido adiposo, una mayor tolerancia a la insulina, un mayor riesgo a enfermedades
cardiovasculares. Hoy en día la obesidad representa cerca del 8% del presupuesto de salud a nivel
global y mas de 1000 millones de personas la padecen por lo que entenderla metabólicamente y
etiológicamente es necesario para buscar una mejor solución.
Introducción
En la actualidad hablar de la obesidad es tener presente que es una pandemia prevalente y crónica
a nivel mundial afectando países tales como México, EUA, Reino unido, entre otros, y que en pleno
2022 el índice de población con esta condición no solo no se ve reducido si no que se espera que
se incremente, es necesario definirlo(Lobato Huerta, Moneda Rovira, Martínez Tovilla, &
Meléndez Aguilar, 2021).
Se le define clínicamente como un aumento de peso corporal debido a una mayor cantidad de tejido
adiposo, de tales proporciones volumétricas, capaz de producir consecuencias graves para la salud.
También podemos definir a la obesidad en términos de bioquímica como “La prevalencia de un
balance energético positivo debido a un aumento de la ingesta calórica y una disminución del gasto
energético; favoreciendo el almacenamiento de la energía en forma de triacilglicéridos dentro del
tejido adiposo, aumentando el número y tamaño de los adipocitos”(Hurtado, 2011; Kaufer-horwitz,
2022; Miguel-Soca, 2014).
Este padecimiento tiene diversos factores que llevan a padecerlo, en donde destaca el hecho de que
el cuerpo del ser humano no está diseñado en gran medida para mantener un alto consumo calórico
y un estilo de vida sedentario, el cual en muchas ocasiones es provocado por temas
socioeconómicos y demográficos. De forma que la obesidad es el resultado de una compleja
interacción entre los genes y el ambiente, donde los cambios en la alimentación y en el estilo de
vida que acompañan la urbanización y el desarrollo de las sociedades han favorecido la expresión
de los genes que predisponen a la obesidad y, a su vez, han modificado los patrones de salud y
enfermedad de las poblaciones incrementando la morbilidad y la mortalidad; además de ocasionar
a quienes lo padecen problemas en distintos ámbitos de sus vidas. Siendo así, que la obesidad está
estrechamente relacionada con el padecimiento de diversas enfermedades, tales como la diabetes
mellitus tipo II el síndrome metabólico y complicación de otras como la COVID-19, cáncer de
mama, EPOCS, entre otras (Ahmad, Robinson, Kennedy-Martin, Poon, & Kan, 2021; Barazzoni,
Gortan Cappellari, Ragni, & Nisoli, 2018).
La obesidad a diferencia de otras enfermedades como las infecciones, el cáncer y las enfermedades
mentales, es una enfermedad progresiva que puede revertirse o controlarse más fácilmente en su
fase inicial. La detección y tratamiento de comorbilidades en el paciente obeso permite construir
una relación médico-paciente más adecuada, la causa más común de obesidad entre los adultos en
los Estados Unidos y México hoy en día es la falta de ejercicio y comer en exceso o la prevalencia
de una mala alimentación donde los requerimientos calóricos diarios del individuo son
sobrepasados por el exceso de grasa prevalente en los alimentos ingeridos(Chávez-Velásquez,
Pedraza, & Montiel, 2019).
La prevalencia de obesidad se ha triplicado en las últimas 2 décadas. Según cifras de la OMS, se
estimaba que en 2007 1.7 billones de personas alrededor del mundo padecían sobrepeso y 310
millones son obesos. En 2015, esta cifra se duplico que cerca de 604 millones adultos (12%) en
todo el mundo fueron clasificados como obesos. Y en la actualidad 1029 millones de personas
padecen de obesidad donde se destaca el lamentable hecho de que en esa cifra se encuentran 340
millones adolescentes y 39 millones son niños. En América se tiene que de su población total mas
del 50% padece sobrepeso: 62 % en ambos sexos; obesidad: 26 %, mientras en México Siete de
cada 10 adultos (prevalencia combinada de 72.5%) continúa padeciendo exceso de peso (sobrepeso
u obesidad) respecto a la cifra de 2012 de 71.2%(Chávez-Velásquez et al., 2019; Lobato Huerta et
al., 2021).
Existen tres formas de clasificación de la obesidad: por el Índice de Masa Corporal (IMC), según
la distribución corporal del tejido adiposo y atendiendo a la etiología de la enfermedad. Donde
tanto en adultos como en niños es medido de mayor manera mediante el Índice de masa corporal
siendo este la ratio del peso en kilogramos dividido por la altura en metros cuadrado.
La obesidad puede clasificarse y diferenciarse de varias formas tales como la obesidad periférica o
ginoide, caracterizada por la acumulación de grasa subcutánea y la obesidad central o androide
donde predomina una acumulación visceral. Esta última, más propia de hombres que de mujeres,
se asocia con alto riesgo metabólico. La valoración de este tipo de obesidad, se suele hacer
mediante la medida de circunferencia de la cintura o por el índice cintura-cadera (ICC). Los valores
de riesgo se fijan para la circunferencia de cintura en 95 cm y >1 en el ICC para los varones y para
las mujeres en 82 cm y >0.8 respectivamente. Desde el punto de vista etiológico, podemos
diferenciar entre la obesidad esencial o primaria, debida a una alteración en la regulación del peso,
y la obesidad de origen endocrino o secundaria, originada como consecuencia de anomalías
endocrinas, hipotalámicas o iatrogénicas. Y por último Desde una perspectiva genética, la obesidad
es clasificada en tres subdivisiones de acuerdo con el trastorno y número de genes involucrados:
monogénica, sindrómica y poligénica(Gil, 2002; Hurtado, 2011).
Se considera que una persona que tiene un IMC entre 25 y 29,9 tiene sobrepeso, mientras que
alguien con un IMC superior a 30 se considera obeso. En condiciones normales el cuerpo humano
contiene una cantidad de tejido graso que varía entre un 15-18% en hombres y entre un 20-25% en
mujeres.
De acuerdo con esto la OMS propone la siguiente correlación mostrada en la Tabla 1. La
interpretación del IMC en términos de grasa corporal varia por sexo, edad y otros factores. Esta
IMC (Kg/m2)
clasificación tiene gran importancia desde
Infrapeso
< 18.5
un punto clínico para la salud de las
Normal
18.5 – 24.9
personas ya que permite valorar en gran
Sobrepeso
25.0 - 29.9
medida
Obesidad grado 1
30.0 – 34.9
cardiovascular
Obesidad grado 2
35.0 – 39.9
acumulación de grasa que pudiera padecer
Obesidad extrema o grado 3 ≥ 40
Tabla 1 Relación del sobrepeso y la obesidad con el IMC según
la OMS
el
riesgo
metabólico
vinculado
con
y
la
el paciente. El efecto que la obesidad tiene
sobre la salud personal, el sistema de
socioeconómico mundial y de la salud global no es pequeño ya que para darnos una idea solo en
Estados unidos el costo anual de salud destinado para para personas con obesidad y las
enfermedades relacionadas con esta fue de $316 billones de dólares más del 27% del presupuesto
de salud de ese año, por otro lado la Organisation for Economic Co-operation and Development
(OECD) estima que en los próximos 30 años el costo anual de la obesidad será de $425 billones de
dólares mundialmente, casi el 10 % del presupuesto de salud a nivel mundial, por lo que no cabe
duda de que el reconocimiento de la obesidad como enfermedad por la comunidad médica podría
promover cambios en la percepción que tienen los profesionales de la salud de la enfermedad lo
que puede aumentar los esfuerzos para revertir la epidemia de obesidad; además, trabajaría a favor
de evitar la estigmatización de la obesidad al restarle culpa de su condición a la persona que la
padece(Ahmad et al., 2021; Chávez-Velásquez et al., 2019).
Objetivos

Se señalarán las rutas metabólicas que son alteradas cuando se padece de obesidad y sus
complicaciones.
Métodos
La metodología por realizar dentro de esta revisión de literatura acerca de la obesidad y los
trastornos metabólicos junto con las enfermedades relacionadas a estos será de la siguiente manera:
1.- Organización de la información: búsqueda y selección de la información a realizar. La búsqueda
se realizará mediante buscadores tales como: Google Académico, Scielo, ElServier, y la base de
datos de la OMS, la información se seleccionará de acuerdo con lo siguiente: año de publicación
con un máximo de 15 años (esto de acuerdo a la base de datos relevantes). Idioma de la publicación
el cual será en ingles o español. Los datos se organizarán de la siguiente manera:
Obesidad: enfermedades relacionadas, influencia de la Diabetes mellitus tipo II
Obesidad: rutas metabólicas alteradas
Obesidad: factores relaciones con sus alteración, prevalencia y tratamiento
2- Análisis de la información: se mencionarán y explicarán las rutas metabólicas alteradas por la
obesidad, así como sus complicaciones. Culminando con una discusión y conclusión de acuerdo
con la información recolectada, una perspectiva a futuro de la obesidad.
Resultados
La obesidad: enfermedades relacionadas, su influencia en la Diabetes mellitus tipo II
El aumento excesivo del peso corporal en los últimos 30 años está asociado a cambios en los hábitos
de ingesta y de actividad física de la población. El gran desarrollo de la industria alimentaria, la
mejoría del poder adquisitivo, los cambios socioeconómicos y los avances tecnológicos acaecidos
en la última mitad del siglo que termina, han modificado la dieta y los estilos de vida de la sociedad
occidental, alcanzando también estos cambios al mundo del oriente ha desembocado en una
epidemia de obesidad(Sánchez, 2021).
Si bien la obesidad no esta catalogada como una enfermedad este padecimiento influye
directamente de manera drástica o relevante como un factor de riesgo en el padecimiento y
mortalidad en enfermedades tales como el cáncer, deformaciones óseas, alteraciones metabólicas,
trastornos hormonales, diabetes de cualquier tipo en especial en la diabetes mellitus tipo II, o
trastornos psicológicos.
En lo que respecta a la diabetes mellitus tipo II (DM tipo II) se ha observado que en la última
década la obesidad ha estado estrechamente asocia también a una mayor incidencia de diabetes
tipo 2 en la población menor de 20 años, lo cual se creía improbable ya que esta enfermedad se
tenía como una que afectaba principalmente a personas mayores de 40 años, esto estrechamente
relacionado al incremento global de obesidad infantil(Kaufer-horwitz, 2022).
DM tipo II: se caracteriza por un complejo mecanismo fisiopatológico con dos rasgos principales
como son, la resistencia a la acción de la insulina en los tejidos (deficiente utilización de la glucosa)
y a un déficit parcial o relativo de ésta, pudiendo estar presentes ambos en el momento en que la
diabetes se manifiesta clínicamente. Se asocia frecuentemente, con la obesidad, que ya en sí puede
provocar resistencia a la insulina e hiperglucemia. Además de factores ambientales, tiene un
importante componente familiar, aunque no se han identificado genes de susceptibilidad mayor a
este trastorno(Aron-Wisnewsky, Warmbrunn, Nieuwdorp, & Clément, 2021).
Obesidad: rutas metabólicas alteradas
Las personas obesas tienen niveles de hormonas que fomentan la acumulación de grasa corporal.
La leptina, insulina, estrógenos, andrógenos, cortisol y hormona de crecimiento influyen en nuestro
apetito, el metabolismo y la grasa corporal. Son mensajeros químicos que regulan los procesos
metabólicos en nuestro cuerpo(Brown, 2021).
Las alteraciones metabólicas que derivan de la obesidad, tales como dislipidemia, hipertrigliceridemia,
resistencia a insulina e hipertensión, se han asociado con un aumento en el riesgo de muerte
cardiovascular prematura, debido al impacto que tienen en el desarrollo de enfermedades
cardiovasculares y la diabetes(Miguel-Soca, 2014).
El principal proceso metabólico afectado durante este padecimiento es el metabolismo lipídico del
organismo el cual está regulado principalmente por el tejido adiposo, ya que es este tejido el encargado
de almacenar el exceso de energía en forma de triglicéridos (TG) y gestionarlo en periodos de
restricción calórica, liberando ácidos grasos. Así pues, alteraciones en el control del balance energético
en el tejido adiposo, como aquellas que tienen lugar en condiciones de obesidad, pueden conllevar a
la acumulación de ácidos grasos en otros tejidos que, aunque involucrados en el metabolismo lipídico,
no están especializados en el almacenamiento de ácidos grasos, como hígado y músculo, y con ello,
al aumento de la probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus de tipo
II, etc. Por lo tanto, la integración de las vías metabólicas específicas de cada tejido junto con los
distintos mecanismos reguladores, generalmente mediados por hormonas, aseguran el aporte de
nutrientes requerido por cada uno de los tejidos en todo momento, incluso durante el ayuno(Hurtado,
2011).
El mecanismo por el cual el tejido adiposo se comunica con el resto de los tejidos y órganos para
mantener la homeostasis lipídica es a través de la secreción de adipoquinas y de la liberación de
los ácidos grasos.
Los ácidos grasos liberados al torrente sanguíneo son ácidos grasos no esterificados (Non-esterified
fatty acids. NEFA) provenientes de la lipolisis de TG almacenados en el tejido adiposo. Los NEFA,
tienen un papel importante a nivel fisiológico en el músculo esquelético, hígado y páncreas. Por
ejemplo, se ha demostrado que los NEFA controlan la expresión de genes que codifican para
proteína desacoplante mitocondrial 3 (“Mitochondrial uncoupling protein 3”,UCP3) en el músculo
y la enzima carnitina palmitoiltransferasa en los miocitos así como numerosas enzimas lipogénicas
en hígado. Sin embargo, una elevada concentración de NEFA en plasma puede provocar
consecuencias patológicas y con frecuencia la concentración de ácidos grasos en plasma de
pacientes obesos se encuentra elevada(Aron-Wisnewsky et al., 2021; Sánchez, 2021). La liberación
de NEFA al torrente sanguíneo viene determinada principalmente por la lipolisis en el tejido
adiposo SC mientras que el aporte de NEFA al hígado se debe al tejido adiposo omental (OM). Las
altas concentraciones se encuentran asociadas con el incremento de la masa del tejido adiposo y
con la presencia de diabetes tipo 2, pero, también se ha visto la ausencia de esta correlación en
individuos obesos no diabéticos. Como ya se ha mencionado, la homeostasis lipídica depende de
la integración de las vías metabólicas específicas de cada tejido. Pero la regulación hígado-tejido
adiposo merece especial atención ya que ambos tejidos lipogénicos son los principales órganos
capaces de sintetizar ácidos grasos y TG(Gil, 2002; Hurtado, 2011; Miguel-Soca, 2014).
El hígado es un órgano importante en el metabolismo lipídico puesto que regula la concentración
en sangre de la mayoría de los metabolitos, especialmente la glucosa. La glucosa penetra en el
hígado a través del transportador de glucosa 2 (“transporter glucose 2”, GLUT2) siendo
almacenada en dicho tejido en forma de glucógeno. Sin embargo, cuando hay un exceso de glucosa,
ésta entra en la ruta de glucólisis originando los precursores para la lipogénesis de novo y
aumentando la concentración de lípidos. Estos pueden ser almacenados en forma de TG en el
hígado o exportados en forma de lipoproteínas de muy baja densidad (Very-low-density
lipoprotein, VLDL). Así, la ingestión de un exceso de energía induce la acumulación de ácidos
grasos en el hígado, siendo este un fenómeno bastante común en individuos obesos, con resistencia
a insulina, con síndrome metabólico, con esta apoptosis alcohólica y/o con enfermedades que
provocan hígado graso no alcohólico. La insulina regula la concentración de glucosa plasmática
inhibiendo la secreción de ésta en el hígado y estimulando la síntesis de glucógeno que se acumula en
dicho órgano. En el hígado existen dos mecanismos a partir de los cuales se puede producir glucosa:
glucogenólisis y gluconeogénesis. La glucogenólisis produce glucosa durante ayunos cortos y es
inhibida por la insulina 1-2 h después de la ingesta. Durante periodos de ayuno prolongados, el
glucógeno almacenado en el hígado se agota, por lo que se incrementa la actividad gluconeogénica y
aumenta la síntesis de novo de glucosa a partir de diferentes precursores como piruvato, lactato, glicerol
y aminoácidos. Los procesos de gluconeogénesis también aumentan cuando los niveles de insulina
plasmática son bajos (diabetes de tipo I) o cuando el hígado es resistente a insulina (obesidad y diabetes
mellitus de tipo II)(Brown, 2021; Jais & Brüning, 2022).
El aumento de glucosa a partir de glucogenolisis y gluconeogénesis engloba cambios en la
actividad de diferentes enzimas que participan en dichos procesos, como la fosfoenol piruvato
carboxiquinasa (“phosphoenolpyruvate carboxykinase”, PEPCK) y la glucosa-6-fosfatasa,
enzimas que son inhibidas por la acción de la insulina. Además, niveles elevados de glucosa
también inhiben la gluconeogénesis al suprimir el gen PEPCK.
Las alteraciones en el control del balance energético se traducen en una alteración de los principales
procesos que regulan el metabolismo lipídico: la lipogénesis y la lipolisis. El tejido adiposo es el
mayor reservorio de energía del cuerpo humano. La energía se almacena en forma de triacilglicerol
dentro del adipocito. Existen dos vías por las cuales el adipocito puede obtener TG: lipogénesis de
novo y captación de ácidos grasos por la dieta.
Se ha observado que la obesidad de forma aislada se asociada con trastornos funcionales de otra
enzima lipolítica, la lipoprotein lipasa (LPL). La actividad global de la LPL en obesos está
disminuida, y se incrementa en respuesta a la pérdida de peso y la terapia intensiva con insulina en
los pacientes que además asocian diabetes tipo II(Hurtado, 2011; Miguel-Soca, 2014).
Obesidad: factores relaciones con sus alteración, prevalencia y tratamiento
La obesidad ha estado estrechamente relacionada con el incremento de la ingesta calórica y el poco
uso de este exceso calórico mediante actividades físicas, demandantes que sirvan para amortiguar
este
Síndromes
monogénicos
Genes
Etiologia de
la obesidad
provocando
calórico
como
se
menciono un aumento
Genes
susceptibles
de la activación de la
Tasa
metabólica
diversas
Ejercicio
Factores
ambientales
exceso
lipogénesis y con esto
alteraciones
metabólicas
y
hormonales
que
desembocan
Cultura
en
un
incremento de padecer
diversas enfermedades.
Diagrama 1 Etiologia de la obesidad
Ingesta
genetica
No
obstante,
en
la
etiología de la obesidad
(diagrama 1) esto no es precisamente el único factor para que se padezca. Lo que nos lleva a
preguntar que tan predispuesto estamos para padecer un trastorno como la obesidad a partir de
factores ambientales o cuestiones genéticas. En donde tanto los genes que expresan receptores alfaadrenérgicos, como los beta-adrenérgicos, además de las enzimas relacionadas con las vías de la
lipogénesis y lipólisis, son genes candidatos envueltos en la etiología de la obesidad (Diagrama 2)
genes como HSL: lipasa hormono-sensible; PPARg: receptores activados por proliferadores de
peroxisomas de tipo gamma; UCPs : proteínas desacoplantes de la fosforilación oxidativa; TNFa:
PPAR-g2
LDL-R
Captación
lipídica
Beta2-AR
Diferenciación
adipocitos
Lipólisis
HSL
Lipólisis
Obesidad
Lipólisis
Lipólisis
Termogénesis
Termogénesis
Sensibilidad a
insulina.
Apoptosis
Beta3-AR
UCPs
TNFa
Diagrama 2 Causas potenciales de obesidad por alteraciones de genes que se expresan en el tejido adiposo
factor de necrosis tumoral alfa. Considerando todas las alteraciones que pueden desarrollarse en
los niños y adultos obesos y el alarmante dato de que la obesidad infantil es un factor de riesgo
para la obesidad en la vida adulta y el incremento de la obesidad en la población adulta resulta
fundamental prevenirla y controlarla desde las primeras etapas de la vida. Debe tomarse en cuenta
que el incremento del peso del niño debe ser paulatino; de lo contrario, se deberá buscar ayuda
profesional; dependiendo de la gravedad del caso, deberá tomarse en cuenta la opinión de un
médico, un nutriólogo y un psicólogo. Para ello, insistimos, se debe buscar fortalecer hábitos
saludables que puedan ser adoptados por la familia, como balancear las comidas del día y establecer
horarios de alimentación(Gil, 2002; Sánchez, 2021).
Se debe adquirir conciencia de que, además de los cambios en la alimentación, es indispensable
incrementar la actividad física diaria, como hacer caminatas cotidianas de al menos media hora y
beber un mínimo de dos litros de agua al día, porque no existe una dieta sin ejercicio. La elevada
tasa de obesidad en los niños y adultos es una realidad en nuestro país, ante la que ya no podemos
cerrar los ojos. Pero la solución se encuentra cuando cada uno de nosotros haga conciencia y
adquiera hábitos de vida saludables.
Discusión
La obesidad, representa una de las más grandes amenazas a la Salud individual y colectiva, ya que
el sobrepeso y la obesidad tiene un elevado riesgo, ya que las personas con sobrepeso tienen una
mayor probabilidad de padecer diversos problemas médicos como diabetes, asma, hipertensión y
enfermedades cardiovasculares ningún sexo, edad ni grupo étnico, es respetado por esta
enfermedad, cuya prevalencia crece, en casi todo el mundo desde edades muy precoces de la vida
y de la adolescencia, la educación y promoción de hábitos saludables de nutrición, actividad física
y el abandono del consumo del tabaco, etc), constituyen el núcleo de estas estrategias de
prevención, lo más recomendable es que las generaciones jóvenes aprendan a prevenirla, el
tratamiento del trastorno se basa, esencialmente, en un plan alimentario bien diseñado junto con un
programa de actividad física frecuente para combatir esta enfermedad.
Conclusión
La obesidad es un trastorno del peso corporal, la cual se puede valorar usando el índice de masa
corporal (IMC) que nos muestra una correlación con la cantidad de grasa corporal mediante intervalos
aplicados a la mayoría de las personas. La regulación del peso corporal es el equilibrio entre los
factores ambientales que influyen en la ingesta de alimentos y gasto de energía, y los factores
biológicos y genéticos que controlan el peso corporal. Esto afecta directamente las vías metabólicas
lipídicas como la lipogénesis y la lipolisis, donde consecuentemente se ven relacionadas vías
metabólicas como la glucolisis, glucogenólisis y gluconeogénesis, afectando hormonas tales como La
leptina, insulina, estrógenos, andrógenos, cortisol y hormona de crecimiento, esto da como
resultado un incremento de riesgo para contraer enfermades tales como la diabetes mellitus tipo II,
trastornos metabólicos la dislipidemia o hipertrigliceridemia, o enfermedades cardiovasculares.
Este padecimiento no solo es un problema de salud para el individuo, ha manera global representa
un gran gasto económico en el sector salud. La oportuna y pronta clasificación de este padecimiento
como una enfermedad, así como la prevención y planes de acción por parte de la sociedad junto
con el incremento de conciencia colectiva por parte del individuo promete un mayor manejo de
este padecimiento al punto de reducir el incremento de otras enfermedades relacionadas, así como
la mortalidad de esta. No obstante, la prevalencia y pocas acciones de seriedad ante esta epidemia
mundial no solo se vera reflejada en un mayor consumo de alimentos e incremento de
enfermedades o gastos económicos por parte del sector salud, si en un mayor índice de mortalidad.
Referencias
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