PONENCIA PARA PARTICIPAR EN EL 1ER ENCUENTRO ESTATAL DE ORIENTADORES Datos de identificación: Tema: “Evaluación de la orientación educativa bajo el modelo de competencias” Autor: Octavio Martínez Álvarez Escuela donde labora: CBT Amanalco de Becerra Zona escolar: BT 009 Correo: octavio_mar@hotmail.com Teléfono: 722 112 0989 Resumen: La evaluación bajo el modelo de competencias en orientación debe de tener un sentido formativo basado en la comunicación constante entre alumnos, docentes, directivos y padres de familia, a partir de dos procesos, evaluación inicial y continua, que permita funcionar como una forma de aprendizaje tanto para alumnos como para orientadores. Evaluación de la orientación educativa bajo el modelo de competencias Introducción. “La evaluación se ha convertido en un valioso instrumento de seguimiento y de valoración de los resultados obtenidos y de mejora de los procesos que permiten obtenerlos, porque constantemente estamos aprendiendo, constantemente estamos evaluando” En la enseñanza y el aprendizaje que se basa en competencias, la evaluación de los alumnos debe de servir para mostrar y demostrar sus habilidades, los exámenes tradicionales no ofrecen esa posibilidad, por ello, esta evaluación constructiva debe tomar en cuenta conocimientos, habilidades y actitudes a través de una coevaluaciòn. En las funciones del orientador destacamos el apoyo cognoscitivo, emocional y social para que el estudiante mejore su aprovechamiento escolar, es decir, que le debe de compartir experiencias, hacerlo reflexionar, enseñarle estrategias y técnicas, guiarlo, tutorarlo, y para que todo esto no sea en vano, es decir, no genere un cambio significativo debe haber una evaluación continua en donde el alumno demuestra constantemente y en todas las asignaturas mayor compromiso. Desarrollo La evaluación educativa en sus diferentes formas y propósitos es un proceso que nos ayuda a tomar decisiones para mejorar, sobre el alcance de objetivos planteados en un plan o programa. Ahora con el enfoque de competencias y la reforma educativa en el nivel medio superior, esta evaluación constructivista, adquiere un sentido más cualitativo, porque la competencia educativa se compone de conocimientos, habilidades y actitudes o valores. En la escuela la evaluación debe de desempeñar funciones formativas tanto para el que aprende y el que enseña. “La idea de competencia conlleva saber y saber hacer, es decir un cambio del saber qué al saber cómo”. El alumno constructor de su aprendizaje debe de aprender contenidos y aprender a hacer algo con ellos. Así mismo en el ámbito de los valores morales no deben de dejarse tomar en cuenta. Por ello la evaluación en orientación debe de enfocarse tanto a conocimientos y a la práctica de valores, actitudes positivas, hábitos adecuados, entre otros, en cada una de las materias y actividades escolares y que esta evaluación no se reduzca a un ejercicio de control y clasificación. Esta evaluación formativa propuesta se basa en dos etapas: Inicial: permitirá realizar un diagnostico grupal, institucional y comunitario para determinar cuáles son las necesidades prioritarias a atender con proyectos de intervención y las formas en que serán evaluadas cada una de las actividades planteadas. Continua: el aprendizaje que se construye es continuo por ello, cada momento debe de ser una oportunidad para evaluar y aprender más. No se evalúa únicamente en periodos de evaluación o en fines de semestre o ciclos escolares, sino en orientación la evaluación debe de ser a cada momento. Destacamos que las actividades del orientador son diversas, entre ellas tenemos: El servicio a alumnos, docentes y padres de familia. Diseñador y ejecutor de proyectos de intervención a partir de un diagnostico. Desarrollar el programa de orientación para la vida. A pesar de que por diversos motivos muchas veces el orientador realiza otras actividades en las cuales invierte la mayor parte de su tiempo haciendo aún lado lo ideal, por ejemplo se convierte en un prefecto, apoyo administrativo, es comisionado a desarrollar funciones de otros puestos, etc., siempre debe de procurar evaluar cada actividad que se realiza en la institución para determinar el avance de los alumnos de la puesta en práctica de las competencias. En este sentido, la evaluación del servicio de orientación no es una actividad única del orientador ni de un periodo de evaluación, sino que al ser formativa pretende involucrar a todas las materias y todas las actividades que se desarrollen en la escuela, así mismo, se evalúan todas las competencias planteadas por la RIEMS, es por ello que no existe un momento especifico para evaluar, sino que cada enseñanza es una oportunidad para evaluar y aprender. Esto se logra a partir de un portafolio de evidencias que el servicio de orientación diseñe acorde a sus necesidades, el cual integra un seguimiento completo de la conducta (datos personales, comportamiento, asistencia, calificaciones, eventos) de los alumnos, registro de las actividades que se desarrollan en cada uno de los proyectos de intervención que surgen a partir del diagnostico, de los temas impartidos en los programas de orientación para la vida y del apoyo cognitivo, emocional y social que se les brinda a los estudiantes así como de la atención a padres de familia y docentes. El orientador evalúa a los alumnos con algunas evidencias como trabajos, reportes, asistencia, libreta, etc., sin que esto signifique un aprendizaje real en conocimientos, habilidades y actitudes, sin embargo con este nuevo enfoque de competencias cada situación evaluada y registrada debe de ser comunicada a quien corresponde y justificada estableciendo compromisos de mejora con base a la normatividad escolar. Como es una evaluación formativa, así mismo se propone que el orientador sea evaluado por parte de los alumnos, docentes y directivos, con el apoyo de rubricas que se diseñen a partir de las funciones y competencias que el orientador debe de poseer y desarrollar, no con la intención de evidenciar o criticar, sino para que a partir de los resultados analizar y mejorar. Esta evaluación debe de centrase en los siguientes aspectos: En la relevancia de los proyectos de intervención a las necesidades planteadas en un diagnóstico. Estrategias de enseñanza de los contenidos del programa orientación para la vida. Calidad y cobertura del servicio de orientación escolar. La evaluación debe de servir como medio de aprendizaje, y en el enfoque por competencias la evaluación debe de desempeñar funciones esencialmente formativas, en el sentido de que debe de ir más allá que la acumulación de evidencias, es decir debe de asegurar una mejoría de quien aprende y del que enseña. “La evaluación debe de desarrollarse durante y no solo al final de las actividades realizadas por estudiantes y profesores, se tienen criterios claros para el proceso en función de lo que se vaya a evaluar, es decir que la evaluación es una oportunidad de mejorar y no como un instrumento de control, (Valcacer Casas, 2003)”. Por ello este proceso de valuación debe de basarse en la comunicación. Por lo tanto la evaluación en orientación debe de centrarse en las competencias desarrolladas por los alumnos en cada una de las materias y en diferentes momentos de su vida escolar en el nivel, con el apoyo de los docentes que son los que registran y supervisan estas competencias en el desarrollo de sus actividades. “Evaluar para aprender, para facilitar y asegurar el aprendizaje de un modo comprensivo”. Conclusiones. “No se construyen competencias sin evaluarlas, pero esta evaluación no puede tomar forma de pruebas de papel y lápiz o de los clásicos exámenes, la evaluación de las competencias debería ser, en gran medida, formativa, pasar por un co-analisis del trabajo del alumno y la regulación de su inversión antes que pasar por notas o clasificaciones (Perrenoud, 2001)”. De la evaluación tradicional que se lleva actualmente en los centros escolares por parte de los orientadores que en algunas ocasiones sirven únicamente para cumplir con un proósito administrativo, se pueden complementar con algunas actividades que permitan una co evaluación entre todos los que participan en la orientación y están involucrados directamente, como son el orientador, el alumno, los docentes y el directivo. Estos cambios permitirán desarrollar una evaluación constructivista, es decir una evaluación basada en el enfoque por competencias que inicia a partir de una evaluación inicial que nos da como resultado una diagnostico y una evaluación continua que ayuda a determinar los avances de cada uno de los propósitos del servicio de orientación. Una evaluación bajo en modelo de competencias en orientación debe de basarse en el diálogo, cualitativa que pretende más que acumular evidencias para otorgar una calificación o tener un control, sirva para aprender más y corregir lo que se ha aprendido, por ello esta evaluación se da en cada oportunidad en la que los alumnos desarrollen competencias, resaltando sus aciertos, errores, aconsejándolos, compartiéndoles experiencias que le sena de utilidad y estableciendo compromisos con ellos. Propuesta. Hacer de la evaluación un ejercicio de formación y cada actividad que se realiza debe de ser una oportunidad de evaluar las competencias tanto del orientador como de los alumnos para que ambos mejoren constantemente y este proceso sea más interactivo, de integración y de colaboración. Para ello es necesario que el orientador tenga como evidencias un seguimiento de cada una de las actividades que realiza, para que posteriormente mediante una rúbrica pueda evaluar a los alumnos y ser evaluado por docentes, directivos y alumnos. Es decir, que la evaluación del servicio de orientación no solo debe de enfocarse evaluar las competencias desarrolladas en los estudiantes, sino también las competencias del orientador, la calidad de su servicio y la relevancia de los proyectos de intervención y los programas de orientación para la vida. Esta evaluación no debe de ser un proceso que únicamente compete a orientación, sino que debe de apoyarse de cada uno de los docentes quienes son los que observan las actitudes de los alumnos y pueden compartirlas al orientador, por ello el orientado no evalúa algunas competencias en especifico, sino que evalúa todas en diferentes momentos, y no lo hace solo en periodos de evaluación sino que constantemente evalúa al alumno durante su tres años de formación. El resultado de la evaluación puede ser un estimulo que sirva como requisito para realizar algún trámite oficial, carta de conducta, constancia, reconocimiento, etc, para reinscripción, servicio social, titulación y que en caso de que el alumno no lo consiga, involucrarlo en proyectos de intervención con actividades especificas que le permitan desarrollar las competencias por las que no acredito. Bibliografía consultada: 1.- Álvarez Méndez, J. M., (2008), Evaluar para conocer, examinar para excluir. Madrid, Morata (3ra edición). 2.- Gimeno Sacristán J., (2008), Educar por competencias, ¿qué hay de nuevo?. Madrid, Morata (2da edición). 3.- Perrenoud P., (2006), Construir competencias desde la Escuela. JC SAEZ Editor.