FINAL ANTROPOLOGIA. EL PODER POR MICHEL FOUCAULT. Michel Foucault ha ejercido una gran influencia en la filosofía, la psicología, la política, la sociología y la crítica literaria. Nació en 1926, Poitiers (Francia), estudió psicología y filosofía en París. En el año 1970 fue elegido miembro del Collège de France como profesor de historia de los sistemas de pensamiento. Hasta 1960 las teorías del poder se centraban desde el poder del Estado y desde el gobierno sobre los ciudadanos, o desde la perspectiva marxista, aludiendo a la lucha de clases. Para Foucault estas teorías son demasiados simplistas, ya que el entiende que el poder es ejercido desde todas las clases sociales, y en todos los ámbitos de la vida. Es decir que, el poder no solo lo ejerce el Estado o las clases capitalistas, sino que también se da en el ámbito familiar, en el trabajo y hasta en las escuelas. “El poder está en todas partes y viene de todas partes”. También rechaza la noción de que el poder se puede poseer y blandir como si fuese una cosa o una herramienta, puesto que aclara que eso no sería poder sino, sería la capacidad de ejércelo, y recién se convertiría en poder cuando se efectúa. El poder, como dijimos no es algo que se tiene, sino algo que afecta a otros, es una acción que perturba a las acciones de los demás. RELACIONES DE PODER. Foucault, reconoce que el poder ha sido y sigue siendo la fuerza principal que estructura el orden social. Compara también las profundas transformaciones que han experimentado las relaciones de poder desde la Edad Media hasta hoy. En la sociedad feudal, la tortura y las ejecuciones públicas, eran los métodos que recurrían las autoridades para asegurarse la obediencia de sus súbditos. Con la difusión de las ideas de la Ilustración en Europa, la violencia y la fuerza empezaron a considerarse inhumanas y, sobre todo, ineficaces como medios de ejercer el poder. VIGILAR Y CASTIGAR. El establecimiento de instituciones tales como cárceles, asilos, hospitales y escuelas caracterizó el paso del concepto meramente punitivo del poder al ejercicio de un poder disciplinario específicamente destinado a impedir determinados comportamientos. Estas instituciones no solo eliminaban la oportunidad de transgresión, sino que constituían un entorno en el que la conducta de los individuos podía ser corregida y regulada y, sobre todo, permitía mantenerlos vigilados y controlados. Foucault analizó con detenimiento el funcionamiento del Panóptico, el eficiente diseño de prisión ideado por el filósofo británico Jeremy Bentham, con una torre central desde la que el vigilante puede ver continuamente a los presos, cuyas celdas están iluminadas desde la parte posterior para impedir que sus ocupantes se oculten en rincones sombríos. Al no poder estar nunca seguros de sí están siendo observados o no, los reclusos se comportan como si lo estuvieran siempre. El poder ya no se ejerce obligando a las personas por coerción física, sino estableciendo mecanismos que garantizan un comportamiento conforme al deseado. El Panóptico diseñado por Bentham es el ojo supremo del poder para Foucault. El espacio circular permite una visibilidad permanente que mueve a los presos a someterse a su propia disciplina y controlar su comportamiento. Según afirma Foucault, todas las estructuras jerárquicas (las prisiones, los hospitales, las fábricas y las escuelas) han evolucionado de acuerdo con este modelo. REGULAR LA CONDUCTA. En el mundo moderno occidental, las normas sociales no se imponen a la fuerza, sino que este tipo de poder omnipresente se ejerce mediante el control de las actitudes, creencias y prácticas de las personas a través del sistema de ideas que Foucault llama “discurso”. El sistema de creencias de cualquier sociedad, el conjunto de ideas y conceptos a las que las personas se adhieren, evoluciona a medida que se van aceptando ciertas actitudes hasta que estas se integran en la sociedad y definen lo que está bien y lo que está mal, lo que es normal o lo que es desviado. Las personas regulan su comportamiento en función de estas normas, generalmente sin ser conscientes de que es el discurso el que guía su conducta haciendo inconcebibles los pensamientos y las acciones contrarios. REGÍMENES DISCURSIVOS. El discurso es un instrumento y un efecto del poder, que controla los pensamientos y las conductas que modelan el sistema de creencias. Además, es el que determina lo que es verdadero y lo que es falso y es el que crea un “régimen de la verdad”, un corpus de conocimientos comunes considerados innegables. Hoy en día, el poder se ejerce controlando qué formas de saber son aceptables, presentándolas como verdaderas y excluyendo otras formas de saber a la cual se las considera como falsas. Por otra parte, Foucault señala que la resistencia política y la revolución pueden no ser efectivas para lograr el cambio social que desean porque solamente atacan el poder del estado y no la manera ubicua y cotidiana en que este ejerce el poder. No obstante, sostiene Foucault, existe una posibilidad de resistencia: la oposición al discurso mismo, que puede ser desafiado por discursos contrarios. El poder que depende del consentimiento deja algún grado de libertad a los sometidos a él. Para que el discurso sea un instrumento del poder, estos deben mantener con él una relación de poder. Si existe esta relación, existe también la posibilidad de resistencia. Sin resistencia, no hay necesidad de ejercer el poder. EL DESPLIEGUE DEL PODER. El feminismo moderno, debe mucho a Foucault, en particular a su explicación de cómo se imponen las normas de comportamiento. Hoy persiste la división de opiniones respecto a sus teorías: para algunos únicamente son vagas conclusiones de un trabajo de investigación falto de rigor; para otros, hacen de Foucault uno de los pensadores más importantes y originales del siglo XX dentro del campo de las ciencias sociales. LA BIOPOLÍTICA. Foucault, a su vez, mencionó mucho el concepto de biopolítica, a la cual definió como una forma específica de gobierno que aspira a la gestión de los procesos biológicos de la población. Este concepto nos ha aportado una forma de comprender cómo se ha generado la organización y el gobierno de nuestras sociedades hacia promover ciertos modos de vida. A partir del XVIII, con la entrada de los gobiernos liberales, la vida dejó de estar sometida a las decisiones del soberano y se incorporó al centro de la gestión política de una nueva autoridad: el Estado. En esta nueva gestión, la intención ya no es apartar la vida de la arena política, sino producirla, regularla y hacerla eficiente. Así, el poder de las tecnologías liberales de gobierno, se manifiesta a través de la gestión de la vida como una forma de gobernar y de organizar a las poblaciones. Foucault llamó a esto el Biopoder. El biopoder consiste en desplegar técnicas de gobierno que permitan a las personas conducir por sí mismas sus acciones, hacia el aumento de las riquezas y la conservación de las lógicas del Estado. En la tecnología liberal de gobierno, se trata de que sean las mismas personas quienes “libremente” orienten sus decisiones y sus formas de vida hacia los intereses políticos del nuevo régimen. Es el propio sujeto quien tiene el encargo de satisfacer sus necesidades y deseos individualmente en beneficio de la razón de Estado, lo que rompe de manera definitiva con las viejas tecnologías de poder soberanas. Obras principales: 1969 la arqueología del saber. 1975 vigilar y castigar. 1976–1984 historia de la sexualidad VALORACIÓN PERSONAL. Hoy en día creo que aquel que tenga la posibilidad de ejercer el poder, esta unos escalones más arriba que aquel que no tenga la posibilidad; ya que, con este, puede modificar las acciones del otro en pos de su beneficio. De todas formas, también creo, que la mala utilización de este puede llegar a ser muy perjuiciosa. ¿Por qué digo esto? Porque tanto poder, nos puede llevar a ciertos fines que a la larga sean autodestructivos, como por ejemplo la ambición ciega de querer más poder, y es acá donde cometemos acciones que nos terminan afectando, es decir en otras palabras, aplicaríamos la frase, “el fin justifica los medios”. De todas formas, estoy de acuerdo en la forma en que se debería ejercer el poder en una sociedad capitalista, donde aquel que mediante sus esfuerzos haya conseguido tener la capacidad de dominar al otro; siempre y cuando no exista un abuso de poder. Fuentes: http://www.nocierreslosojos.com/foucault-poder-vigilar-castigar/ https://psicologiaymente.com/cultura/biopolitica EL PODER POR ROMANO GUARDINI. Ethos es una palabra griega que significa mi "costumbre y conducta". Logos es una palabra griega que tiene varios matices de significado: Logos es la palabra en cuanto meditada, reflexionada o razonada puede traducirse de distintas formas: habla, palabra, razonamiento, argumentación, discurso o instrucción. Romano Guardini fue un sacerdote, pensador, escritor y académico católico alemán. Se lo considera uno de los teólogos más acreditados del siglo XX: su influencia se extendió a figuras como el filósofo Josef Pieper, el sacerdote Luigi Giussani (fundador del movimiento Comunión y Liberación), el educador Félix Messerschmid, Heinrich Getzeny, el filósofo Jean Gebser, y los papas Benedicto XVI, y Francisco. Guardini entiende que el poder depende de la libertad, que esta es una riqueza y un rasgo de la naturaleza humana. Opina que es un don que se encuentra atado a la orientación que le confiera la iniciativa libre del sujeto. Para vivir plenamente esta vida afirma Guardini hay que conocer, amar y crear, es decir introducir una novedad en el mundo. La novedad que introduzcamos estará relacionada con las instancias previas del conocimiento y el amor. En este caso, la novedad ética, técnica o estética, introducidas por el ser humano, serán novedades que reflejen nuestra interpretación de lo real. La técnica pone en peligro a la vida tanto como la beneficia. La obra humana proviene de la libertad y de la capacidad de comprensión e interpretación que el hombre tenga de sí mismo y del sentido de la vida y de su relación con el mundo. El hecho de que sea una novedad que se introduce en el dinamismo de los seres, puede beneficiarlo o entorpecerlo. Cabe aclarar que la técnica simboliza el pensar y el querer del hombre en el mundo. Con el advenimiento del racionalismo moderno, el hombre con el objetivo de satisfacer sus necesidades, (producto del crecimiento de la técnica y del pensar), hizo que la máquina (invento de éste) se independizara del cuerpo humano, provocando la distancia entre éste y el mundo real. Esta separación llevó a la formación de fábricas y a la formación de industrias, provocando así la creación del sistema industrial. Lo que quiere destacar Guardini en esta explicación es que, el hombre con el fin de satisfacer sus necesidades, termina siendo él mismo quien padezca su propia obra, pues la técnica mediatizó su relación con los seres y restringió la experiencia humana a su relativo ámbito. Dicho en otras palabras, sería como afirmar que se empobreció la relación hombre – mundo. Es por esto, que al principio aclaramos que la técnica podría poner en peligro la vida del hombre. Guardini propuso para hacer referencia al hombre de la actualidad el concepto de “hombre no humano” para hacer referencia a ese hombre escaso de amor y frío de corazón, similar al concepto de “hombre light” del que habla Enrique Rojas. El problema que destaca Guardini consiste entonces en que a medida que se acrecienta el poder de la técnica, la separación hombre – hombre, hombre – mundo y, en definitiva, hombre – ser, termina por debilitar al ser humano. Es por esto que uno de los grandes peligros actuales es justamente esa progresiva despersonalización del ejercicio del poder. Por otra parte, Guardini considera que el verdadero poder es aquel que proviene de la humildad. La humildad es el modo de relación entre Dios mismo, y el hombre. “Dios mismo fue el primero que adoptó la actitud de humildad haciéndola así posible en el hombre”. El Padre ha revelado en el hijo el modo de obrar divino en la historia, su propia introducción de una novedad, como humildad y servicio, fue el amor. El uso legítimo del poder debe aprender del estilo divino. Pues lo que existe para Guardini existe gracias a la Voluntad del Padre y el cuidado de lo que existe, depende de la comprensión por nuestra parte de las necesidades de su naturaleza manifestadas en su esencia. Evidentemente la salida de Guardini es eminentemente teológica. Guardini reclama como principal elemento de salida a la situación de la vida contemporánea la primacía de la contemplación. El contacto profundo con el ser, nos capacita de manera natural, al margen de la revelación, para reconocer el sentido y el valor de lo real, para experimentarnos responsables por la vida y ponernos a su servicio. La ceguera que genera la omnipresencia de la praxis a la que lleva la razón autónoma es el origen de la pérdida de contacto afectivo con lo real y de la posterior disolución del sujeto. El racionalismo se equivoca cuando considera que el ámbito de lo sagrado es sólo una cuestión de fe. El hombre es capaz de un conocimiento natural que se abre a lo religioso y que ha sido embotado por el espíritu de autonomía y dominio, produciendo una especie de ceguera frente a lo sagrado. Guardini sostiene que la primicia de la praxis promovida por la modernidad “contradice las leyes últimas de la vida y el alma”. Aquí es en realidad donde hay que buscar la fuente de la terrible angustia de nuestra época. La Voluntad es capaz de obrar y de crear; es importante para ver. El verdadero poder es aquel que se lleva adelante a partir del reconocimiento personal de la realidad del ser como don Personal y depende por lo tanto de una actitud de humilde obediencia que se inscribe en el carácter dialogal del ser. En última instancia, el ejercicio legítimo del poder es una respuesta personal a la solicitud del Tu sagrado. En otras palabras, conocer lo real y lo concreto depende de la humildad que tengamos frente a las diversas situaciones que el señor nos ponga por delante. Por lo tanto, el problema entonces actualmente arranca de nuestro modo de percepción de lo concreto. La primicia de la acción impide una percepción plena del ser, es decir, que el problema es actuar sin contemplar las situaciones antes. Rescatar la capacidad de percepción profunda de lo concreto es rescatar la vida plena del hombre y la seriedad de su responsabilidad sobre el mundo. Pues “ser hombre es, precisamente, ser responsable”. El tema central entonces, se focaliza en la recuperación del ser en la experiencia humana. Es interesante tener en cuenta el comentario que hizo Guardini: “poder de la no violencia”. Ej. Gandhi desarmó el poder colonial inglés uniendo al reclamo de libertad de su pueblo la perfecta renuncia al ejercicio de la fuerza y resultó así digno de fe por su desinterés personal. De ese modo, situó a su adversario obligándolo a elegir entre la brutalidad y la dignidad. El contexto de la “no violencia” facilita la epifanía del ser, verdadera fuente del legítimo poder. En síntesis, salir de la insensibilidad que provoca en nosotros la primicia de la praxis, volvernos vulnerables a la riqueza dañada de lo real, hacernos receptivos a la atracción del bien para que convoque nuestra responsabilidad son en definitiva los elementos centrales del nuevo ethos del poder que nos propone Guardini. Gracias a este nuevo ethos, el hombre “sabe que el mundo está en manos de la libertad y por ello siente la responsabilidad por él”. EL HOMBRE LIGHT. El hombre light es un libro que fue escrito por Enrique Rojas en 1992, un médico psiquiatra español. Es autor de varios textos de información, autoayuda, ensayos y artículos periodísticos, donde se centra en los temas como la depresión y la ansiedad. Entre sus ensayos, aborda también la temática sobre las crisis conyugales, la sexualidad y la voluntad de las personas como principio de acción. Cabe destacar que una constante en su pensamiento es la búsqueda de la felicidad. Con respecto al libro “El hombre light” quiero mencionar que, entre sus 16 capítulos, yo destaque 5 para preparar este final, los cuales fueron elegidos por convicción de que eran los más adecuados para exponer mi tema. Ellos son: “el hombre light” (cap. 1), “¿Qué es el hombre? (cap. 3), la vida light (cap. 8), la ansiedad del hombre de hoy (cap. 11) y, soluciones al hombre light (cap. 16). Rojas comienza el texto diciendo: el hombre light es un hombre relativamente bien informado, pero con escasa educación humana, muy entregado al pragmatismo, donde todo le interesa, pero a nivel superficial. Continúa afirmando que se ha ido convirtiendo en un sujeto trivial, ligero, frívolo, que lo acepta todo, pero que carece de criterios solidos en su conducta. Puesto que ha visto tantos cambios, tan rápidos y en un tiempo tan corto, que no sabe a qué atenerse. Este hombre hace suyas las afirmaciones como “todo vale” y “que más da”. Es un hombre profesional en su tema, pero que en su interior anida un gran vacío moral. A pesar de todos esos cambios que sufrió la sociedad, con el advenimiento de la tecnología, con la democratización de varios países, con la expansión de los derechos humanos, sigue habiendo aspectos de la realidad que funcionan mal, a los cuales el hombre light se aferra, estos son: Materialismo: hace que un individuo tenga cierto reconocimiento social por el único hecho de ganar mucho dinero. Hedonismo: pasarlo bien a costa de lo que sea es el nuevo código de comportamiento, lo que apunta hacia la muerte de los ideales. Permisividad: arrasa los mejores propósitos e ideales. Revolución sin finalidad y sin programa. Relativismo: todo es relativo, brota así la subjetivación de todo. Consumismo: representa la fórmula postmoderna de libertad. La nueva epidemia de crisis conyugales, el drama de las drogas, la marginación de tantos jóvenes, el paro laboral y otros hechos de la vida cotidiana se admiten sin más, como algo que está ahí y no se puede hacer nada. De esta realidad sociocultural va naciendo el nuevo hombre light, este es ese hombre con pensamientos débiles, con convicciones sin firmeza, con deslices en sus compromisos, con indiferencia y relativismo a la vez; con ideología pragmática, con una ética basada en la estadística y con una moral que queda relegada a la intimidad. Los retos del hombre light ya no apuntan hacia la formación de un individuo más humano culto y espiritual, sino hacia la búsqueda del placer y el bienestar a toda costa, además del dinero. Estamos en la era del plástico afirma Rojas, puesto que está de moda el “usar y tirar”, donde cada día impera con más fuerza un nuevo tipo de héroe: el del triunfador, que aspira al poder, a la fama y a un buen nivel de vida. Se trata de un hombre rebajado a la categoría de objeto, repleto de consumo y bienestar, cuyo fin es despertar admiración y envidia. Ya en nuestra época nos encontramos con una sociedad desorientada, perpleja, que va a la deriva, pero orgullosamente y radiante de caminar hacia atrás. La idea de libertad se relaciona con tres conceptos: el griego aletheia, que significa lo descubierto y claro y hace mención al presente; el latino veritas, que significa lo exacto y riguroso y hace referencia al pasado; y el hebreo emunah, que significa amen y asentir con firmeza y hace alusión al futuro. Precisamente, el hombre es libre porque no es un animal, porque puede tomar distancia de sus instintos más primarios y elevarse de nivel, aspirando a no quedar determinado por su naturaleza. Es por eso, que la pieza clave para entender al ser humano es la libertad. Libertad para aspirar a lo mejor, para apuntar hacia el bien, para buscar todo lo grande, noble y hermoso que hay en la vida humana. En otras palabras, ser hombre es amar la verdad y la libertad, pero pasa que hoy en día, a muchos no les interesa para nada la verdad, ya que cada uno se fabrica la suya propia, subjetiva, particular y sesgada según sus preferencias. La vida humana tiene que ser abierta y argumental continua Rojas. Lo primero significa que es incompleta, siempre está sujeta a imprevistos; y lo segundo quiere decir que necesita tener una razón de ser. Así descubrimos la grandeza o pobreza de cada persona. Se puede decir que existen dos tipos de hombres, por un lado, el hombre notable y admirable que supo vivir la vida al máximo y por ende supo ser más libre, y por el otro, el hombre degradado, ese hombre sin metas, sin convicciones, el fracasado, en definitiva, el hombre light. Y para seguir con las comparaciones, los jóvenes de hoy en día sufren el problema de las drogas, mientras que los adultos sufren las crisis conyugales. En este último aspecto, se da el fenómeno de la confusión, puesto que está de moda llamar “amor” a todas las relaciones sexuales sin más. El hecho de conocer la verdad nos transmite la sensación de seguridad que a su vez es la que nos permite vivir la vida más plenamente. El hecho de no poseerla, nos lleva a un camino de incertidumbre, de zonas grises, y que a la larga nos termina dejando desorientados y haciéndonos fracasar, esto es lo que se denomina ignorancia. Es menester destacar, que la posesión de la verdad nos facilita saber que hacer y cómo actuar frente a obstáculos de la vida. La búsqueda de ella es una pasión por la libertad, aspirar a ella es ir hacia lo mejor de nosotros mismos. Hoy en día, el hombre light prefiere estar bien informado y no buscar y conocer la verdad. La información que se recibe a través de los medios de comunicación no es formativa, puesto que no busca el bien del hombre. Todas estas noticias están influenciadas por la política, el odio, los grupos de poder y los intereses personales de los medios de comunicación, es por esto que el hombre debe tener bien en claro que la información se ha convertido en un río de datos y que lo más importante es saber captar lo esencial y no dejarse llevar por las ideologías partidarias. Esto es lo que hace el hombre sólido, el hombre inteligente. Este hombre inteligente, tiene como misión guiar a la gran mayoría por el camino de la verdad, aunque muchas veces por ser el camino más costoso y difícil, esa mayoría lo evita. Esa verdad que el hombre inteligente busca, es la que lo hace avanzar hacia un mejor desarrollo personal. A diferencia de la ciencia que busca la certeza del conocimiento a través de un lenguaje matemático, la filosofía busca conocer la verdad a través de silogismos (forma de razonamiento deductivo). El hombre light no tiene ni felicidad ni alegría, sí, por el contrario, bienestar y placer. La felicidad se compone de metas como el amor, el trabajo y la cultura; “supone la realización más completa de uno mismo”. El bienestar, representa la fórmula moderna de la felicidad: buen nivel de vida y ausencia de molestias físicas. En el hombre light hay placer sin alegría, porque ha vaciado la auténtica alegría de su proyecto, dejándolo hueco y sin constancia. Hoy, la forma suprema de placer es lo sexual, pero ese atajo, por el que se pretende lo inmediato y la satisfacción rápida y sin problemas, a la larga conduce al hombre hacia una serie de fracasos e insatisfacciones. Con la verdad indefensa que este posee, lo más frecuente es que se entregue a la moda. El prototipo del hombre light busca lo absoluto desde su punto de vista convirtiendo todo en relativo. Para él todo es positivo y negativo, bueno y malo, puesto que depende de lo que uno piense. Los buenos valores son los del triunfador, una idea bien maquiavelista. Y como dice el Talmud, el hombre fuerte es el que domina sus pasiones, el sabio el que aprende de todos con amor y, el honrado, aquel que trata a todos con dignidad. La vida light se caracteriza porque todo está descalorizado, carece de interés y la esencia de las cosas ya no importa, solo lo superficial es cálido. Estamos ante una vida devaluada afirma Rojas: una mezcla de verdades oscilantes, una conducta central en pasarlo bien y consumir, en interesarse por todo y, a la vez, no comprometerse en nada. Todo es transitorio, pasajero, relativo e inconcreto. El lema, el cual es no exigir demasiado y alcanzar una tolerancia absoluta, conlleva a tener un hombre bastante vulnerable, en el que existe un cansancio por vivir, por falta de una proyección personal coherente y atractiva que tenga la suficiente garra como para arrastrarlo hacia el futuro. Hay que luchar por vencer la vida light, porque esta conduce a una existencia vacua; y volver a recuperar el sentido auténtico del amor, de la verdad y de la pasión por la libertad. Además del hombre light, también existen los libros light, los libros de moda. Hay que leer lo que lee la mayoría; así, al mes, uno habla de lo que esta de moda en la calle. Es una forma light de estar al día. En los programas educativos y en el mundo de la publicidad no se incluyen la compra de libros ni el interés por la vida intelectual. Por eso, no debe extrañarnos que no surja un modelo humano más completo, si más actual, pero su destino es perecedero, pasajero e imperdurable. La sociedad actual propugna la ley del mínimo esfuerzo y de la máxima comodidad. Lo que está de moda es sorprender a los demás con una vida refinada y descomprometida. Este tipo de hombre light no se entrega a nada, solo hace reserva para sí mismo y para su disfrute personal. Un hombre así se va desviando hacia una progresiva debilidad. El hombre light no es feliz, tiene una cierta dosis de bienestar, pero no puede saborear lo que es la felicidad, solo de forma esporádica tiene placeres, pero sin una verdadera alegría. También la cultura está adulterada, es consumista, fácil y materialista. Lo importante de esta cultura light, es que la vida afectiva brote espontáneamente como resultado de algo obligatorio. Es decir, que se fomenten relaciones en las que el plano racional y los criterios lógicos – racionales, queden al margen. A pesar de los grandes avances conseguidos en los últimos años por la ciencia, a pesar de la revolución informática que nos simplifica el trabajo, de la revolución de las comunicaciones, que nos acerca a todas las partes del mundo en cuestión de horas, a pesar de los derechos humanos alcanzados, de las democracias conseguidas, de la progresiva preocupación por la justicia social, a pesar del cambio que sufrió la cuestión del ahorro, donde ya no se espera al último tramo de la vida para disfrutar de un cierto grado de comodidad, de la consecución de igualdad en oportunidades entre hombres y mujeres, a pesar de todo eso, en la cultura occidental sigue habiendo sombras importantes: el materialismo, el hedonismo, el consumismo, la permisividad y la revolución sin finalidad y sin programa. Por desgracia, muchos de estos hombres necesitarán de un sufrimiento de cierta trascendencia para iniciar el cambio, pero no olvidemos que el sufrimiento es la forma suprema de aprendizaje. Europa debe volver a redefinir su identidad, para lo que es necesario volver a sus raíces más próximas, las cuales son: El mundo griego, del que heredamos el pensamiento. El mundo romano que nos legó el derecho y todo de lo que de él se deriva. El imperio Romano instauró las leyes. El mundo judeocristiano cuyo valor es imperecedero. Del mundo judío procede el amor a las tradiciones, el sentido a la familia y el respeto por la vida. El cristianismo trajo un nuevo concepto de hombre. Estas raíces son la base por la que ha de levantarse Europa y, por consiguiente, el resto de los continentes. Por tanto, el hombre light empezará a dejar de serlo cuando cultive en su interior la sabiduría clásica, el significado del mundo romano, el amor por las tradiciones y la vuelta al pensamiento cristiano. Para solucionar los problemas del hombre light, Rojas propone una vuelta a los valores antiguos y lo justifica de la siguiente manera: El progreso material no puede colmar por sí mismo las aspiraciones humanas. La tetralogía del hombre light es una convocatoria que a la larga fabrica un hombre vacío, hueco, sin contenido y sin puntos de referencia. El hedonismo niega el valor del sufrimiento, porque desconoce lo que significa y la importancia que tiene para la madurez personal. La permisividad producirá desde drogadictos a personas adictas a la pornografía, pasando por una violencia y agresividad cuyo final puede ser fatal. Uno de los principales valores es el humanismo, basado en una formación moral sólida, abierta y pluralista, cuyas coordenadas no dan prioridad al éxito material, al placer y al dinero. Esto constituye una labor personal que conlleva a: No estimular los instintos y las pasiones, sí educarlos. No caer en la permisividad y tener criterios para distinguir entre el bien y el mal. Intentar el bien colectivo y el propio, pero sin una desaforada competencia. En definitiva, se trata de conseguir un hombre más digno, que quiere ser más culto para ser más libre. La vida humana tiene dos ámbitos de desarrollo: el interior, que está referido a lo afectivo, y el exterior, el cual es el que se manifiesta a través de la conducta. En relación a la conducta, el autor remarca que es muy positivo que las alegrías se vivan personalmente sin exteriorizar todo. Puesto que hoy en día, el hombre light vive para el exterior, buscando dar una impresión, una imagen que no es. Vivir puertas adentro es saborear y conocer humanamente a los que viven bajo el mismo techo; y tener una familia unida se convertirá en uno de los tesoros más preciados y símbolos emblemáticos de la sociedad. Para ser feliz es necesario que la vida sea argumental y coherente. La felicidad consiste en encontrar un programa de vida que nos llene lo suficiente como para que motive nuestra trayectoria. Cuando sabemos que meta deseamos, el camino se inicia y las dificultades se superan. Entonces es cuando entra la voluntad en juego, la cual debe ser más fuerte que las adversidades. En otras palabras: coraje, espíritu de lucha, tesón y firmeza en los objetivos es a lo que debe aspirar el hombre inteligente.