Aguafuertes Oníricas, revisitado1 Soñar, pesadillar Cynthia Eva Szewach Aguafuertes, fragmentos, que, en cierta medida deshilvanados entre sí, el lector con prepotencia de trabajo quizá le encuentre un hilo, o sus limitaciones… (Algunas notas al pie incluyen algunos intercambios realizados en el grupo) Restos nocturnos ¿Y el valor del sueño para el conocimiento del porvenir? S. Freud Como brota el sueño del subsuelo y por eso sube por las cañerías del agua que con sus grifos suicidan de sueño las sienes Ramón Gómez de la Serna Se dice que el compositor y violinista Giuseppe Tartini (1692-1770)2 una noche soñó que vendía el alma al diablo, quien entonces tomó el violín y ejecutó una sonata de exquisita belleza. “Tartini al despertar, escribió urgido lo que podía recordar de la impresión oída en el inquietante sueño. El resultado fue el conocido Trillo del Diábolo”. A Luis Buñuel,3le preguntaron, si le quedaran veinte años de vida; qué es lo le gustaría hacer durante las veinticuatro horas de cada día de los días que va a vivir y contestó: “Dadme dos horas de vida activa y veinte horas de sueños, con la condición de que luego pueda recordarlos, porque el sueño sólo existe por el recuerdo que lo acaricia. Adoro los sueños, aunque mis sueños sean pesadillas y eso son más de las veces.” El primer fragmento está relatado por Freud en “Lo inconsciente y la conciencia. La realidad” 4 y el segundo pertenece a “Sueños y ensueños” de su libro El último suspiro. Agrega Freud que cuando el sueño continúa en labores intelectuales diurnas, trayendo incluso 1 Aguafuertes oníricas, Articulo de Psicoanálisis y Hospital, sobre Sueños (2005) El Trillo del Diábolo, como se sabe es una obra compleja y hermosa, que no escatima en tritonos, un intervalo musical disonante, que fue parece prohibido durante la Edad Media por la Iglesia. G. Tartini, nació en Pirano (Venecia) en 1692. A los 21 años mientras se encontraba recluido en el Convento de San Francisco de Asís, en sueños retó al diablo a tocar una melodía en violín, a cambio de su alma. Al despertar violentamente compone con su violín la Sonata, “pero resultó tan inferior a lo que había oído en el sueño…”, dice. 3 Recordé este párrafo a partir de la asociación de Sara Vasallo, en el encuentro de lectura del texto de G. Koop, con la película El ángel exterminador. 4 La Interpretación de los sueños, Cap.Vll. Este tramo, pertenece a la traducción de Etcheverry, no lo hallé en López Ballesteros. 2 ocurrencias valiosas, o “soluciones”, llama a dicha inervación, con ropaje onírico, “actividad diurna del pensamiento inconsciente”. Para Tartini, su sufrimiento era no estar a la altura de lo que “escuchó tocar al Diablo”, lo que olvidó de la noche oscura, y a Buñuel, ya que tampoco es tan fácil tener tantas pesadillas, valdría preguntarle, más allá de cierta exaltación de la relación con la creación que uso dará a las dos horas que no incluyó en la cuenta. Lo que sí, Freud vaticina es que cuando no hay responsabilidad por el contenido, hay hipocresía o inhibición. Privado de propiedad onírica Referido mi sueño es nada, soñado fue terrible J.L Borges Un joven adolescente, no quería contar(me) sus sueños. Decía que los tenía, pero que, si los contaba, los perdía y quería, según sus palabras, que fuesen sólo suyos. Los acumulaba, era un sufrimiento que “elegía”, ya que en general eran sueños que lo angustiaban. Una manera de suponer también que lo dejaba al interlocutor sin algo que esperaba, o demandaba. Hablaba de su “derecho de soñar y autocontarlos”5 Ya de niño, “prefería” no ceder su precioso residuo anal, retenía y retenía hasta que no le quedaba opción, con dolor y riesgos. Él hacía estas preguntas en las sesiones: “¿Por qué contar los sueños si son propios? ¿El sueño no contado acaso no existe?”. Paradojas del soñante. En él, el sueño no contado era un tesoro guardado. ¿Un secreto posible o avaricia en transferencia?: “Si cuento mis sueños pierden su propio tiempo, el tiempo en que no existen para otras personas, y además se pueden volver sólo un recuerdo. Pero ahora ¿dónde están? (espacio del sueño)”. Todas esas interrogaciones, obsesiones fantaseadas, quizá, hacían vacilar en acto alguna retención, así como “autocontarlo en soledad” ya se trata en sí del sueño recordado.6 Aquí parece que el sueño ocupa ese lugar de un equivalente de la serie de separaciones del cuerpo, 5 “El derecho a Soñar” Título muy lindo del libro póstumo de G. Bachelard. Fondo de Cultura Económica 6 El “autocontarlos”, que se entramó a una asociación con sus padres en una escena infantil antecedente, parecería además como la paradoja del autoanálisis en tanto imposible. “Un sueño contado cumple con la regla de ser la enunciación de un enunciado igual que el discurso indirecto y Lacan observa que lo es siempre afectado por un índice de enunciación. “He soñado que...” equivale a “me fue dicho que…””. A. Marchili “La particular transparencia del despertar” conjetural 28. (materno)7 . La realización del deseo, o su tentativa, no estaba en principio, en el incontenido onírico, sino en el deseo de retener. Cromañón8 Reflejo de sombras J. J. Saer 1981 Una joven: “Sueño todo en silencio. Sueño que vuelvo una y otra vez al lugar y vuelvo a salir y otra vez salgo. Yo sí salgo. No hay sonido. Hay sombras que silban despacio. Pero por sobre todo se oye que hay silencio, mucho silencio”. El despertar es una angustia mayor, la de volver a lo que ocurrió, vivencia de horror, humo, gritos, muerte9, torbellino de sonidos, 10 y en especial muchas imágenes pregnantes. La culpabilidad por sobrevivir bordeaba el relato. El silencio nombrado, repetido, “sombras con sonido”. Ella se dormía y volvía a soñarlo una y otra vez. Lo vivenciado, lo igual, sueño traumático. Por momentos estaba muy aturdida, decía la joven. ¿No voy a poder escuchar más música? ¿o esa música? En el sueño la presencia de lo inaudible, que intenta, aunque falle, dejar por fuera, extraer, restar, tramar lo inaudito. 11 Sombras que silban, dan una forma imaginaria además de auditiva, para ligar y desprender lo repetido que acude una y otra vez, transformando lo gritado. Mitigar un poco la cercanía con lo sucedido. Olvidar. Ella se preguntaba “¿Va a ser un sueño eterno?” Aun en situaciones extremas, y sin duda con las variadas diferencias de cada extremidad, el trabajo que el sueño propone, o mejor dicho el trabajo que el psicoanálisis propone con el sueño, si lo hay, aún el de angustia, es, en tanto dirigido al Otro, se pueda mortalizar la eternidad. Un despertar que comienza, y se detiene, en el límite de su interpretabilidad… 7 Por un lado evoca la idea de Pontalis, entre sueño -objeto y texto-sueño, ligado a “experiencia del sueño”, (experienciando, en un análisis y en la separación del cuerpo materno, dice) en “Entre el sueño y el dolor” y S. Freud (Nota agregada en 1923 del caso Juanito) 8 A partir de lo ocurrido en este caso en Cromañón, año 2004, en el Hospital, en esa ocasión, como en algunas otras situaciones catastróficas colectivas, recibimos las urgencias, de pibes, familiares, amigos, en consultorio o en la sala de internación. Algunas se transformaron en consultas, en demandas de seguir hablando. Hubo, luego del primer impacto, muy diversas maneras de contar lo sucedido para cada quien, a partir de haber transitado por esa situación espantosa y haber sobrevivido Sin duda luego también, como se sabe, las configuraciones de lo político atravesaron el escenario de distintos modos. Recordé este sueño que recorto. 9 Lacan, Seminario 11, tyche y automaton, “En la ambigüedad del despertar y a la vez la función de lo real en ese despertar” / 10 Expresión de Primo Levi, subrayada por Perla Sneh en el valioso texto “La lengua tatuada”, con las extremas diferencias del contexto, el Lager, habla allí del recuerdo puramente acústico. Redes de la Letra 15 “Insistencias” 11 La protagonista de Muholland Drive, “El camino de los sueños” de David Lynch, se accidenta y duerme mucho y sueña y sueña con lo que llama “El espectáculo del silencio” Niñez Soñando ¿“(...) decime que estabas haciendo en esa casita”? (El sobrino de Borges de cuatro años) “No fue una pesadilla porque en ningún momento puso en peligro la capacidad de mi yo para tolerar la ficción. D. Winnicott Todos los ejemplos de los sueños de la infancia, que Freud relata, se ocasionan luego de una escena en donde acontece una restricción por parte de algún adulto cercano. Algún “No”, dicho. Quizá el pavor nocturno o las pesadillas cuando son tan insistentes en la infancia, muestran la falla de esa restricción, o su inexistencia. Si bien para Freud los sueños en la niñez están descriptos como simple y comprensible cumplimiento de un anhelo, tramitan, o inventan, o traducen con cierta literalidad, la figurabilidad de ese cumplimiento. Se diría que acontecen, además de con la escena diurna, fantasías infantiles in progress, con los restos de ese No, que es proveniente de una privación, frustración o interrupción de un goce que participa de una operatoria de castración. Prohibiciones que como tal se enlazan al deseo del Otro que el soñar transforma. Ya hay una operatoria que al disfraz del sueño por ejemplo en Hans muestra lo que comienza a sucumbir a la represión, como el goce exhibicionista, puesto en el sueño que Freud llama auditivo puro, en la prenda del juego, donde primero va a poner a los niños y en el segundo relato que Freud pide, pone a la niña (Berta) a hacerle hacer pipí. Cuando es un sueño de angustia adquiere la figura de cifrar en otro lado una separación de una cercanía que la madre ofrecía “Mientras dormía he pensado que te has ido y ya no tenía una mamá que me acariciase”, dice Hans. En uno de los tantos sueños soñados en la niñez que Freud cuenta12: “Una niña de seis años por lo avanzado de la hora, hubo de interrumpir un paseo antes de alcanzada la meta. Algo que estaba en falta. De regreso, le saltó a la vista un cartel indicador escrito otro lugar de excursión (Hameau). El padre le hizo la promesa de que otro día la llevaría también, pero no ese día. A la mañana siguiente recibió a su padre con la comunicación que por la noche soñó “que el padre había estado con ella al mismo tiempo en un lugar y también en el otro” En un lugar y al mismo tiempo en el otro. Ese festín nocturno, para la niña, acontecimiento en la lógica inconsciente, y de realización placentera, que tiene probablemente otra función, recordarle, implacable al padre su promesa, es decir, que podría no cumplirse, olvidarse. Winnicott les da mucho valor a las condiciones previas a la instauración del sueño. A través del juego del garabato, entre otras cosas presupone una anterioridad de la red de la imaginación, para crear la espacialidad 12 Freud, La Interpretación de los Sueños, O.C. donde soñar. En el caso de las pesadillas en la infancia, sin duda se espera que sus otros puedan alojar, acudir a ese grito sufriente, o estado aterrador sin despertar, y, cuando se escuchan en un análisis en la niñez, la apuesta, entre otras cosas, es que se transformen en personajes del juego, de estatuto ficcional, significantes, articulación simbólica, que incluya en la escena la falta (o ausencia en la imagen) que falta13. La inclusión lúdica de los monstruos14. En el sueño que no duerme15 Pesadillante16 Aseguraba que no sospechaba siquiera contra quién había levantado la mano... Así transcurrió su infancia, entre un rudimento y un vestigio. Marina Tsvietaieva “Prefiero no dormir... porque sé lo que me espera”. Eso decía Lina, una joven de quince años que atendí durante un tiempo. Su sueño se veía perturbado por una insistente pesadilla. Se despertaba de forma brusca, con una inquietud que la mantenía insomne. Insomnio como esfuerzo fallido de sustituir o anticipar la función quebrada de la censura ausente. Esfuerzo de Lina por mantener los ojos abiertos de la vigilia, no sin intensa angustia. No conseguía, como le hubiese gustado, dormir sin soñar. 17La joven llegó desde la guardia psiquiátrica de un hospital. Se pedía “urgente evaluación y tratamiento”. La preocupación por la forma un tanto mística en la que había relatado cortes que se hacía en los brazos, las pesadillas, algunas breves visiones alucinatorias, y 13 Ocasión en ese sentido de preguntarnos si la pesadilla, o a veces el pavor nocturno, tan insistentes en la primera infancia, en especial la primera, pueden ser estructurales, ya que son una expresión, en tanto captura del lenguaje, tal como se puede decir de la neurosis infantil. Es difícil darle ese estatuto si bien creo que en muchas ocasiones se trata de un recurso que hace oír, sin duda, con mucha angustia, o pavor, o miedo, de algún llamado, o de algún exceso (lo incestuoso) del Otro. “Las pesadillas en los niños que no encuentran mediación que favorezca la articulación en otra cosa” (dijo Mirta Intelisano) 14 Laura Palacios, tiene un artículo en Redes de la Letra 13, “El monstruo” donde desarrolla una experiencia en torno a los monstruos en la infancia, a incluir en el juego. También Vivi Garaventa en: “Video monstruos y Pesadillas”, Psicoanálisis y Hospital,28. 15 Cuchi Leguizamón una vez al cantar Maturana cantó: “...en el sueño que no duerme, dormido llora su pago”, en lugar de “en el vino que te duerme”. De ese equívoco el título. 16 Trabajo publicado en “Hojas Encontradas”, del Dock que viene sufriendo cortes y revisaciones 17 J. Ritvo: “Enigmas y Transformaciones del fantasma”, Improntas, ed. Del dock: “Un dormir sin sueños es hermano de la muerte, pero no es la muerte. Y, otra cita anterior sobre el soñar: “Es la fenomenología del sueño la que nos indica, porque trae una convicción ilevantable acerca del reino de lo perdido, de la disparidad a la vez que la conexión entre niveles, ya que, de otra parte, sólo un ser que habla puede tener esa escenografía corrupta, inaprehensible, entrañable, que siempre se desliza hacia la nada. los tiempos de insomnio, sugirió en quienes la recibieron un “Posible diagnóstico de psicosis”. Una aseveración al paso apurado. Desde ya la situación era compleja y la pesadilla puede ser en ocasiones una puerta de entrada a la locura o pasaje al acto, como en “El Horla” de Maupassant, pero lo que en especial no se incluía era el factor esencial, su disposición, la demanda y los tiempos turbulentos de algunas pubertades que nos ubican abstinentes de la prisa de un diagnosticar (que distingan neurosis y psicosis, por ejemplo). Llega vestida con ropas superpuestas, pelo teñido con dos colores, muchos anillos. En el rostro bonito resaltaban sus ojos excesivamente pintados. Una estética personal que se percibía premeditada, y una disposición al sentido del humor. La pesadilla: “Ahí, viendo, estoy inmóvil. En la mano tengo un cuchillo o un revólver. La persona o no sé, un animal... a veces queda en pedazos sueltos...me despierto, pero estoy ahí… Con mucho temor y certidumbre repite “¿Qué hice, qué hice?”18 “El disfraz del sueño malviste al objeto de la censura” 19. En este caso, lo “mal visto” y que le daba el carácter de intensa angustia era la consecuencia de lo que creía ya realizado por ella, quedando presa de esa visión por un tiempo.20 El enigma en el relato, además del desconocimiento de la víctima, era el móvil del asesinato. La inminencia de ese suceso la mantenía con inquietante falta de descanso durante el día. Los vestigios de ese despertar que no terminaba de producirse21 Algunas alucinaciones, esa frontera antes del despertar, el trastocamiento de los registros, subrayado de Imaginario y Real, consistían en la visión borrosa de la imagen de una niña, niña escondida en algún rincón, bajo una luz titilante que hacía las veces de parpadeo en la escena, no todo, luz. El parpadeo hace de ritmo de breves cortes a la duración extensa de las pesadillas que interrumpen el dormir. Lo discontinuo en lo continuo tortuoso del pesadillar. ¿Las pesadillas, estado de desamparo o terror, son la 18 La duda, siderante, me recordó el personaje de la película “La mujer sin cabeza”, de Lucrecia Martel, que luego de atropellar algo en la ruta, sin llegar a dilucidar del todo si había matado a alguien o a qué, queda en un estado de extrañeza, perplejidad, en su vida cotidiana. 19 Elena Gómez, “El despertar de la pesadilla” En Conjetural 18, Ediciones, Sitio, año 1989Javier Jiménez de León, México, texto inédito 2022: En el desarrollo que hace Elena Gómez dice: “que la pesadilla opera como un fracaso en el decir. En todo caso, cada decir es el efecto de un fracaso, y no es sino a partir de ese fracaso que, como analistas, podemos proponer, interpretar, conjeturar algo” (agrego, ¿quizá se trate de dos fracasos diferentes?). 20 Celia Nusimovich. “Sueño e histeria” Redes de la Letra 6, escribe: “¿Qué mirada se da a ver en la pantalla del sueño?... Cuando el sueño cumple su función de proteger el dormir el soñante no se confunde con su imagen… pero hay otro modo de localizarse la mirada en la escena del sueño, cuando la vergüenza, la turbación, y la inmovilidad afectan al soñante en la escena o en el relato de la escena son señal que esa exclusión de la mirada ha fallado (…)” 21 J. Palant: “En el sueño de angustia se provoca el despertar cuando el trabajo del sueño fracasa. En la pesadilla el despertar no termina de producirse y el sujeto queda en posición de objeto, capturado por el sufrimiento impuesto por el argumento onírico. En el sueño de angustia hay un despertar acompañado del alivio de haber estado soñando”. Revista Principio número 12, 2003 Hospital Argerich. vía regia adónde? No sentimos horror porque nos oprime una esfinge, soñamos una esfinge para explicar el horror que sentimos dice Borges. En ocasiones a Lina se le imponía la idea que matarse, era la “esperanza” de desligarse del mundo, que llamaba “inmundo”. Su pretensión era estar presente en ese instante de pasaje de la vida a la muerte. Pretensión con lo imposible de conseguir. “Mi cuerpo me cae mal” “tengo dolor de piel” o “quiero que se me pudran más los dientes para que se caigan y no me duelan” “Le tengo mucho más miedo a las heridas que no sé dónde están” (por los cortes que se hacía) eran expresiones dichas. Caídas, dolor. Era en la pesadilla donde justamente esa idea o fantasía de matarse estaba transformada en la duda o la certidumbre persistente e intolerable durante un tiempo diurno, de haber matado. Una torción desesperada jugado en el deseo (¿?) de asesinato. “No hay autoentierro” Comenzó de pronto a resultarle de mucho interés la medicina forense, a la que llamó “una vocación”. Dijo: “Allí la cosa ya ocurrió. Solo es averiguar qué pasó”. Otra torsión de aquel contenido de la pesadilla, hacia un sueño: “Hoy soñé un sueño distinto, raro. Tenía en la mano un revólver, me daba una vuelta... y en su lugar, en mi mano tenía una muñeca”22 Más adelante, estando ya más aliviada de la angustia, argumentó algo que me sorprendió. “Pensé mucho en el asunto, de matarme... no creo que lo haga. Me di cuenta de algo importante; no hay autoentierro”. Me encuentran muerta y alguien tendría que enterrarme”23 La transferencia, por incluir su caída, instala una huella: ni siquiera allí, en la muerte, hay absoluta desligadura del Otro, como nadie es causa de sí. Inquietudes La muerte es un despertar que participa aún del sueño en tanto el sueño está ligado al lenguaje. Que algunos sueños sean de los que despiertan indican que deben relacionarse con el sexo más que con la muerte. J. Lacan a Catherine Millot, Improvisación24 22 De forma inversa una frase de J. L. Godard: “Todo juguete puede ser un arma”. Habitualmente Freud las pocas veces que habla de La pesadilla, lo menciona bajo el modo de sueño que se convierte en el camino que toma hacia el desenlace en la pesadilla que despierta. 23 En la película iraní, “El sabor de las cerezas” de Kiarostami en su diferencia, un personaje quiere y no puede suicidarse sin antes encontrar quien le asegure que será enterrado, toda la película va buscando, buscando, dando vueltas en su auto a alguien sin encontrarlo. 24 No entiendo del todo el alcance de esa esa frase, En “La vida con Lacan” C. Millot dice “Cuando leo estas notas publicadas por Lacan, me da la impresión que muestran el movimiento de su pensamiento, su carácter de remolino…el pensamiento se enfrenta con un imposible que crea un agujero o un sifón. …Aquel día Lacan habló de “sueño del despertar”. La vida dijo, es algo absoluto que puede soñar con el despertar absoluto. Hoy me doy cuenta hasta qué punto este sueño permaneció vivo en mí durante La actualidad es lo que aún no es olvido, dice Freud en el libro sobre el chiste. En “Extremos del sueño”25 luego de la pregunta acerca de cómo se logra dormir frente a la exigencia que se ve sustituida por una complejidad paradojal, la realización de deseo, J. Jinkis escribe: “Si dejamos de lado esos cuadros en los que es posible observar una resistencia a dormir por miedo a soñar, podríamos retomar nuestra primera pregunta: por qué el yo no tiene miedo a dormir. Luego se comprenderá, no obstante, que es preciso cierto valor para disponerse a dormir... pero disponerse a ello es instalarse en la espera, vestíbulo de la angustia”. “Prefiero no dormir porque sé lo que me espera” (Lina), es certidumbre de disponerse al Ello. Mejor no ingresar allí, supone sin dar lugar a dudas, que sabe que es lo que viene. Entonces ¿esa cierta valentía que da fuerza para dormir abreva acaso en que no se sabe, siendo justamente lo no sabido un nombre de lo inconsciente?26 En el capítulo séptimo de “La interpretación de los sueños” Freud instala una disputa sobre un “caso” presentado en una tesis de psiquiatría de F. Debacker en 1881 27 . La batalla se juega alrededor de la cuestión diagnóstica en torno a las pesadillas, (Alptraum) que padece un muchacho de trece años. Si bien parecía que se subrayaba la distinción psicopatológica, era una vez más en Freud, la inclusión de una lectura que pueda distinguir al psicoanálisis de una posición médica ciega. Definir supone desde el inicio, “lo ya acabado”. A partir de la tesis de Debacker, que diagnostica con anemia cerebral, Freud atribuía las alucinaciones y pesadillas que le interrumpían el reposo al joven y que fueron sufriendo variaciones, al despertar sexual en especial masturbatoria, en un niño delicado, sufriente. De la mudez a la que quedaba sometido tortuosamente, hacia la recuperación de la voz en un grito. La presencia de un fuego intenso lo aterrorizaba, mientras el diablo lo acechaba, sentía al despertar olor a azufre, irrupción alucinatoria olfativa, (olor de la pesadilla), endiablada28. Luego de un tiempo de tratamiento, el muchacho confiesa haber pensado en varias ocasiones en tirarse por la ventana29. mucho tiempo. Y añadió, el deseo de despertar no es más que el sueño de perderse en el saber absoluto, del cual no hay rastro” El deseo de despertar no es más que el sueño de perderse en el saber absoluto, del cual no hay rastro” 25 J. Jinkis “Indagaciones”. Editorial Edhasa 2010. 26 Es diferente de Hanold, con su Gradiva, luego de la pesadilla, convierte lo soñado en una convicción delirante, una certidumbre, dice Freud, la convicción que Gradiva, mujer a la que busca, y Hanold, viven en el mismo lugar y en la misma época. 27 La tesis de Debacker se titula: “Hallucinattions et terreurs nocturnes chez les enfants et adolescent”. Publicada en Paris, en 1881. 28 Luis Gusmán, en “Demonios de la pesadilla” Conjetural 63, incluye en la pesadilla la voz del súper yo. Señala el salto entre el pasaje en Lacan de la figura silenciosa del íncubo y el súcubo a la de la esfinge que permite que aquello que es del orden el enmudecimiento pueda tomar la palabra como enigma. En ese mismo número hay un texto de N. Giarcovich , sobre la angustia de la pesadilla, terror, acceso y anulación fallida, que el grito áfono denuncia. 29 “El joven pudo contar que el diablo le había gritado: “¡¡Ahora te tenemos, ahora te tenemos!!” Más tarde ese sueño lo hacía despertarse aterrorizado, primero no podía gritar, luego recuperaba la voz y se le oía decir nítidamente la inclusión de la negación “¡¡No, no, a mí no, yo no hice nada!!”, o “¡¡Por favor, nunca más lo haré!!” Otras veces decía incluyendo su nombre “¡¡Albert nunca ha hecho eso!!”. Pasajes, En otro apartado30 Freud relata otro fragmento de análisis de un joven de doce años. El muchacho padece, según dice, “recuerdos sofocados” (unterdruckten) que no lo dejan dormir. Son en realidad visiones en la vigilia, sensaciones corporales inquietantes sin que medie una fantasía sexual. (¿o recuerdos sin olvido?). Lo que ve son rostros verdes con ojos rojos que lo espantan. Al asociar libremente, la imagen queda ligada a una profecía materna:” Se va a morir joven” dicha de un personaje que rondaba en la ciudad, que decían que su práctica sexual le daba ese aspecto del rostro. Masturbación, caras verdosas y ojos rojos son sentencia. Sentencia materna, Voz del Super yo feroz, en cada época con otras figuras, voz en la que el púber aún creía. En relación a la pesadilla, en términos de Lacan (S.10) ese peso de extraño goce sobre el pecho, que aplasta; “La angustia de la pesadilla es experimentada, hablando con propiedad, como la angustia del goce del Otro” (subrayo el cómo), es una vivencia de la que solo tenemos acceso como en el sueño a partir del relato, y atravesado por las sensaciones corporales acuciantes, paralizaciones, y desasosiego en la interrupción ,en la que difieren del durmiente en un sueño,31 En la pubertad escenifican, con mayor angustia, con perturbación en el destronamiento de la representación, en la irrupción real, el novedoso enlace entre sexualidad y muerte. Sexualidad puberal, a veces con cierta pobreza de las ensoñaciones o fantasías preparatorias al acceso al encuentrodesencuentro sexual. Inventar la palabra “pesadillante” (ya que sólo existe en su forma adjetivada, pero en ningún idioma al parecer como verbo, ni como sujeto de ese verbo), es una opción, un recurso, que apuesta a que haya un efecto significante en espera, que no suprima la huella, pero que no aparece allí en tanto huella borrada. (¿De ahí llamada por Lacan experiencia pre-subjetiva?)32 En la pesadilla falla el guardián del dormir o éste se duerme. El Guardián, quizá como un nombre significante (¿uno de los Nombres del padre como El Enmascarado?) que vela el sueño.33 Al mismo tiempo, decir “pesadillante” intenta destronar a la pesadilla como vivencia (experiencia vívida)34 de quedar a merced absoluto del goce del Otro. El relato, aun del No, la confesión, a la inclusión del nombre propio, una forma de decir, descontarse y contarse en tercera persona 30 S. Freud, Obras completas. “La Interpretación de los sueños” La regresión. Traducción López Ballesteros 31 Trabajada esa distinción extensamente en los textos de Patricia Focchi, sobre La pesadilla, también tomados por ella como sueños malogrados, formas de un desdormir, y en tanto máxima desligadura de la angustia, difíciles de ser olvidados, ubikrevista.com 32 C. Basch en la presentación de G. Koop: “de modo que podemos preguntarnos por lo que permite o no la articulación de ese real que hace arder por carecer de entramado simbólico/imaginario, dando por resultado ya sea la pesadilla o bien el acceso a una nueva posición del sujeto” 33 En “El enmascarado”, del Despertar de la primavera, de Wedekind, o titulado “Tragedia de niños”, en el que desarrolla, la obra discutida en la reunión de los miércoles, Lacan afirma que el pasaje por la pubertad, la experiencia del encuentro sexual, muchachas y muchachos, no es sin sueños. Y es cierto que el personaje que acepta al Enmascarado, Melchor, a diferencia del que se suicida, Mauricio, valoraba en la obra al soñar. 34 Gabriela Ortiz en los correos, se explayó las diferencias del uso del término. MT. Avellaneda trae la inclusión de la experiencia de dolor. gritado, es un modo de instituir fragmentariamente la censura faltante.35 En tanto construcción ficcional, desgrana alguna punta de sujeto y alguna orilla desbordada que bordea un agujero, y lo transforma a ese límite un poco estallado (inventando lo imposible): en el ombligo de la pesadilla. En el artículo de Elena Gómez se la define como “un pasaje al acto coartado por el despertar”; sin embargo, ¿no podríamos decir por el contrario tanto en el ejemplo que trae Freud como en Lina que una tentación de pasaje al acto se detiene con la pesadilla, que a los ponchazos, balbucea una sintaxis que produce, da cuerpo a una escena? 36 Lina, tiene que lidiar con la extrañeza del Otro, (el padre decía que su hija le era extraña, en el borde del rechazo y enves de la extrañeza propia de la novela familiar del neurótico. La reproducción sexuada acopia nuevos elementos a la nouvelle. ¿Dónde pertenezco? Cuando el extrañamiento y la decepción son tan radicales y se acentúan en el Otro como en discurso parental: “Mi hija me es ajena” (madre de Lina). “Ese no es mi hijo” en “El Despertar de la primavera” decía el padre frente al suicidio de Mauricio, ni hay ya el recurso de la pesadilla. El cuerpo, como archivo de la historia.37 En la pesadilla, o visiones en la vigilia, ¿se trata de retornos de la Verdrängt o Unterdruckt o de alguna forma de la Verwerfung? o Cuando Freud trabaja lo extraño y lo familiar en Das unheimlich para poder instituir lo que aún no puede distinguir, la división entre la realidad psíquica (complejos infantiles reprimidos) y realidad material, dice que esta última manera parece extender el término represión más allá de sus límites. Lo que se extienden son sus modos de expresión y lo que incluye allí es la figura de la creencia (Glauben). Se trata de la pregunta por una creencia que se creía superada y que se presenta “en combinación con determinadas circunstancias”, circunstancias de fragilidad, muchas veces, expresadas en pesadillas, en presencia de espectros, o en el dolor desgarrante de los comienzos de un duelo. 38 35 Esa función tal como se encuentra en el relato de una pesadilla en el texto de Patricia F, a veces está en la voz del otro, que dice “es una pesadilla”. 36 Para G. Koop se trata del “estallido de la” otra escena”, vía caída de las identificaciones que comandan el montaje de la otra escena”. 37 En este caso había una dimensión importante de “lo no dicho” de la historia, ocultado, (niña escondida) voluntariamente suprimido, obviamente no de lo no dicho constitutivo de lo inconsciente. En otro sesgo, y que merecería desde ya otra dedicación, en el libro titulado “En mi nombre” Historia de identidades restituidas, Angela Pradelli, relata fragmentos de testimonios de niños y niñas, que durante la dictadura en el tiempo de apropiación tenían insistentes pesadillas con espacios, lugares, ruidos, pasillos, climas, que luego fueron constatados como existentes en las vivencias de sus primeros años con sus padres. Angela Urondo, los llama “sueños como sistema de alarmas” que impiden (o muestran) que esas impresiones de una memoria conservada de la historia sustraída, caigan. 38 En el texto de G. Koop, El acmé del sueño, está varias veces relacionado la pesadilla con Lo siniestro, terminando el texto con esa frase enigmática, hablar de la otra escena y asir el núcleo (Kern) de lo siniestro nos conduce a un mismo punto” .