JUAN DE DIOS VARGAS LA RESPUESTA DEL HOMBRE A LA REVELACION Hemos visto cómo la revelación implica , por parte de Dios, la comunicación plena de su voluntad, la entrega de su persona en Jesucristo. En la revelación Dios se dirige al hombre y el hombre responde adhiriéndose con la fe. Cuando ambas partes establecen la comunicación, oferta y respuesta a lo que se ofrece, es cuando propiamente hablando podemos decir que la revelación ha tenido lugar. Cuando el diálogo se establece, la revelación de Dios encuentra su cumplimiento en la respuesta afirmativa del hombre, porque la comunión entre ambos tiene lugar. Por esta razón, la respuesta del hombre forma parte esencial de su propia realización. Cuando el hombre se abre a Dios que le habla, se deja ‘coger’ por su verdad, Dios y el hombre se encuentran. En ese encuentro, la palabra de Dios y la palabra del hombre son los dos términos entre los cuales se mueve y vive la revelación, constituyendo juntos su propia naturaleza. Los dos términos se relacionan el uno con el otro en una tensión vital, por medio de la cual las dos personas quedan totalmente implicadas y comprometidas, aunque cada una de modo diverso, en cuanto que las dos conservan la propia identidad, haciéndolas diferentes entre sí. Rino dice que La revelación no aparta al hombre ni de sí mismo ni de su mundo. Al contrario, no es más que la provocación última y definitiva que se hace al hombre sobre el sentido de la vida. Cuando el sujeto percibe la palabra de Dios dirigiéndose a él, y sólo a él como persona, entonces entra en esa dimensión interrogativa del propio existir que, en el universo, le constituye como ser humano. A la Palabra de Dios, que es la revelación, corresponde la palabra del hombre en respuesta a Dios, que es la fe. La fe es, antes que nada, respuesta a la revelación de Dios; y, de primeras, podemos decir que la fe es un “afianzarse en Dios” como la respuesta adecuada a lo que Dios ha manifestado en su revelación. Por eso, “no se puede concebir el hecho de la revelación sino teniendo en cuenta tanto la realidad de Dios que libremente se manifiesta como el destinatario de la revelación, el hombre, que la acoge en la fe”. Revelación de Dios y respuesta del hombre (la fe) son correlativas. La revelación funda la respuesta de fe, y ésta, a su vez, pone en relación al hombre con la revelación de Dios. “Más aún, la revelación incluye la fe, de tal modo que no se puede hablar propiamente de revelación sino en la respuesta de fe: revelación y fe son un don de Dios a favor del hombre.