Subido por Noemi Pat Chi

ensayo

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Ensayo sobre el Covid-19
Escuela Tec #21 Luis Donaldo COLOSIO
Murieta
Nombre del alumno: Noemi Candelaria Pat Chi
Nombre del maestro: Carlos Calvo
Materia: Español
Grado: 3
Turno: Matutino
Fecha: 19/10/2022
Grupo: C
EL Covid-19
Solidaridad e individualismo en la pandemia actual de Covid-19
La pandemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de
la enfermedad del Covid-19, ha sido uno de los eventos de
mayor impacto global en las últimas décadas, cuyas
consecuencias en la economía, el transporte, la política y la
sociedad podrían durar más allá de la propia enfermedad.
Una de ellas, no obstante, es de índole estrictamente social:
la pandemia ha subrayado la necesidad de una sociedad más
solidaria, más comprometida con la mutua protección y más
dispuesta al esfuerzo de grupo, de lo que al statu quo liberal
le conviene admitir.
Como bien sabemos, el Covid-19 es una enfermedad respiratoria
de muy fácil contagio entre una persona y otra, especialmente
en ambientes cerrados y pobremente ventilados. Se estima que
basta un contacto estrecho (a menos de dos metros) durante 15
minutos entre un individuo contagiado y uno sano para que la
enfermedad se propague a este último y, en su gran mayoría,
los casos de contagio pueden rastrearse a un entorno concreto
y determinado: una reunión social, una visita a un pariente,
un concierto, etc.
Obedeciendo, pues, a una lógica preventiva que admite no poder
diferenciar rápida y eficazmente entre quienes están sanos y
quienes poseen la enfermedad en su etapa presintomática o en
su manifestación asintomática (la más peligrosa: no para el
individuo en cuestión sino para aquellos que de manera
confiada entren en contacto con él), el consejo general
impartido a la población mundial se resume en:
∙Utilizar mascarillas o cubrebocas para evitar esparcir
la enfermedad (y reducir los márgenes de contagio)
∙Evitar las aglomeraciones de gente, sobre todo en lugares
cerrados y pobremente ventilados,
∙Practicar el distanciamiento social, especialmente con
personas vulnerables o que padecen comorbilidades
∙Vacunarse para reducir el riesgo de contagio,
transmisión, hospitalización y muerte.
Estas medidas hacen hincapié en el contacto con terceros: no
solo porque ellos pueden ser fuente de contagio, sino porque
nosotros mismos podemos llevarles el virus y poner en riesgo
su vida. Esto último, de cara al moderado margen de mortalidad
de la enfermedad (4,7 %), que en buena medida depende también
de factores extra sanitarios, tal vez sea lo más grave del
asunto.
La enfermedad puede no resultar muy letal para poblaciones
enteras, pero sí hará estragos entre aquellos que padezcan
otras enfermedades, se hallen inmunosuprimidos o sean personas
de edad avanzada.
Aunque esta información se conoce desde inicios de la
pandemia, y eventos tan trágicos como el “gerontocidio” por
Covid-19 en Italia durante la segunda mitad del 2019 tendrían
que estar aún frescos en la memoria colectiva, todo indica que
para las poblaciones jóvenes y relativamente saludables, esto
equivale a una declaración de inmunidad, es decir, de
impunidad.
En muchos países es palpable la rebeldía e indiferencia de los
jóvenes (y no tan jóvenes) de cara a las medidas sanitarias
masivas, como cuarentenas, o simplemente ante la necesidad de
portar una mascarilla.
Un espíritu profundamente individualista parece cundir incluso
entre las sociedades más organizadas: hasta septiembre de
2021, en España se interrumpieron más de 1000 fiestas
clandestinas, en las que no se usaba el cubrebocas, no se
respetaba el límite establecido de personas en un mismo
entorno cerrado, o se incumplía alguna otra norma sanitaria,
de acuerdo a las fuentes periodísticas.
Y, si bien toda medida gubernamental puede ser sometida al
escrutinio de la legalidad y de la filosofía, no pareciera
estarse dando un debate organizado respecto de dónde terminan
las libertades “sacrificables” en una época de riesgo como
puede ser una pandemia. Todo lo contrario: se emplea en muchas
declaraciones públicas la idea de “libertad” para justificar
la irresponsabilidad de cara al colectivo, o el privilegio de
los placeres personales por encima de la vida de terceros.
Solidaridad versus libertad
La insolidaridad durante la pandemia no es exclusiva de la
juventud, sin embargo. Ni tampoco de los militantes
antivacunas o de otros diversos terraplanismos
pseudoideológicos, que proliferan en las sociedades
occidentales amparados en la libertad de obviar la información
científica o, tal vez, en la libertad de cultos.
Basta echar un ojo a la distribución mundial de vacunas para
darnos cuenta de que los gobiernos de todo el mundo operan de
un modo equivalente: mientras 15 millones de dosis de vacunas
estadounidenses contra el Covid-19 son desechadas ante una
abrumadora falta de demanda, otras naciones del mundo
enfrentan la pandemia incapaces de vacunar ni al 2% de sus
respectivas poblaciones.
Así, el acaparamiento de vacunas en el llamado “primer mundo”
es un aspecto más de la insolidaridad que caracteriza a
nuestra época. Ni siquiera el argumento de la aparición de
nuevas variantes en territorios donde el virus cunde
libremente –lo cual podría conducir a la aparición de nuevas y
más peligrosas variantes que ignoren la protección brindada
por las vacunas– parece ser suficiente para llamar la atención
mundial respecto de una verdad muy simple: problemas globales
requieren soluciones globales.
La libertad de desobedecer la cuarentena, tan defendida por
los ciudadanos occidentales, acaba entonces siendo una forma
más de privilegio de clase, en la medida en que los países más
pobres no tienen otra alternativa que reprimir a la población
para prevenir el contagio. La solidaridad internacional,
incluso cuando se traduce en una mayor garantía de futuro para
la población local, no parece ser un asunto prioritario en la
agenda de las grandes naciones.
Una sombría conclusión
Es muy poco probable que el Covid-19 desaparezca por arte de
magia en los próximos meses o años. Las herramientas de las
que disponemos para combatirlo, sin duda, se irán afinando, de
la mano de la tecnología y la innovación que caracterizan a
nuestra época: eventualmente se desarrollará una mejor y más
eficaz vacuna, o se hallará un tratamiento eficaz contra el
virus. Pero mientras ello no ocurra, la vida de las personas
más débiles está en riesgo.
La pregunta, entonces, que debemos formularnos cuanto antes es
cómo fomentar la conciencia en los ciudadanos de Occidente
para convencerlos de que la cooperación y la protección mutua
son factores que jugaron un rol clave en la evolución de
nuestra especie.
Referencias:
∙“Brote de enfermedad por coronavirus (COVID-19): orientaciones para el
público” en la Organización Mundial de la Salud (OMS).
∙“Enfermedad por el Coronavirus (COVID-19)” en la Organización Panamericana
de Salud.
∙“Nuevo coronavirus COVID-19” en el Ministerio de Salud de Argentina
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