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Servicios ecosistémicos como soporte para la gestión de sistemas socioecológicos- aplicación en agroecosistemas

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ARTÍCULO DE REVISIÓN/REVIEW ARTICLE
Servicios ecosistémicos como soporte para la gestión de sistemas
socioecológicos: aplicación en agroecosistemas
Ecosystem Services as support for the Management of socioecological systems: application in agroecosystems
Serviços Ecossistemicos como suporte para a gestão dos sistemas
sócio-ecológicos: aplicação em agroecossistemas
Clara I Caro-Caro1*; Marco A Torres-Mora2*
1
Bióloga MSc,
Biólogo PhD
* Grupo de investigación GIGAS, Instituto de Ciencias Ambientales de la Orinoquia Colombiana, Facultad de Ciencias
Básicas e Ingeniería, Universidad de los Llanos, Villavicencio, Colombia
Email: clarainescaro@unillanos.edu.co
2
Recibido: diciembre 12 de 2014
Aprobado: noviembre 17 de 2015
Resumen
Con el propósito de responder a la pregunta ¿los nuevos enfoques interdisciplinares de servicios ecosistémicos y de sistemas socioecológicos son pertinentes para la gestión sostenible tanto de sistemas naturales como de agroecosistemas?,
se hace una revisión de la evolución de los conceptos servicios ecosistémicos y sistemas socioecológicos, de los avances
temáticos con análisis crítico, y con mayor detalle en los estudios sobre agroecosistemas realizados en Colombia. Se
examinan controversias y enfoques diferenciales desde la ecología y economía para sintetizar en la delimitación de tres
ejes centrales a desarrollar en trabajos con énfasis local: la comprensión y manejo de la incertidumbre, los métodos para
identificar, cualificar y cuantificar los servicios ecosistémicos y sus relaciones con la biodiversidad (trades-offs, dis-servicios,
sinergias) y el análisis particular y ajustado al contexto de los servicios ecosistémicos culturales.
Palabras clave: biodiversidad, Orinoquia, altillanura, compensaciones, gestión ambiental, sostenibilidad
Abstract
With the purpose to answer question the new interdisciplinary approaches to ecosystem services and socio-ecological
systems are relevant for the sustainable management of both natural systems as agroecosystem?, A review of the evolving
concepts of ecosystem services and socio-ecological systems is made, and thematic developments with critical analysis in
greater detail in studies on agro made in Colombia. Disputes and differential approaches are examined from ecology and
economics to synthesize in delimiting three core to develop work with local emphasis: understanding and managing uncertainty and methods to identify, qualify and quantify ecosystem services and their relationship with biodiversity (trades - offs,
dis- service, synergies) and the particular analysis and adjusted to the context of cultural ecosystem services.
Servicios ecosistémicos como soporte para la gestión de sistemas socioecológicos: aplicación en agroecosistemas
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Key words: biodiversity, Orinoco, highthills, trades-off, environmental management, sustainability
Resumo
A fim de responder à pergunta as novas abordagens interdisciplinares de serviços ecossistemicos e de sistemas sócioecológicos são relevantes para a gestão sustentável de ambos os sistemas naturais e agrossistemas?, se faz avaliação da
evolução dos conceitos serviços ecossistêmicos é sistemas socio ecologicos, dos avancos tematicos com análise crítica, e
em maior detalhe nos estudos sobre agro ecossistemas feitos na Colômbia. Se discute abordagens diferenciais de ecologia
e economia para sintetizar na delimitação de três eixos centrais para desenvolver trabalhos com ênfase nas áreas locais
de compreensão e manejo da incerteza, os métodos para identificar, qualificar e quantificar os serviços dos ecossistemas
e suas relações biodiversidade (comércios-offs, sinergias, dis-service) e a análise especial e adaptadas ao contexto dos
serviços ecossistemicos culturais.
Palavras-chave: biodiversidade, Orinoco, planaltos, remuneração, gestão ambiental, sustentabilidade
Introducción
A lo largo de la historia los humanos se han preguntado y dado explicaciones sobre la naturaleza, su interrelación con ella y su manejo. En occidente el concepto
de naturaleza evoluciona desde Platón quien en su
obra Critias alude a la deforestación y sus efectos
(400 a d c) y Aristóteles en su filosofía primera de la
naturaleza (60 a d.c.); pasa por la visión creacionista,
los estudios naturalistas y de distribución de especies
con Linneo (1788), Humboldt (1807), Darwin (1872)
y el dominio de la ciencia reduccionista –mecanicista
antropocéntrica hasta el siglo XIX. En los pueblos ancestrales de América, África y Australia, en ese mismo
período se manifiesta la relación hombre-naturaleza
de manera integral sin compartimentalización ni separación tangibles del homo y lo “otro”, la naturaleza. La
importancia de los recursos naturales se reconoce en
el contexto mundial desde el siglo XIX, en 1830, con
el trabajo realizado por Malthus, acerca del crecimiento poblacional (Malthus, 1963). Durante el siglo XX,
los nuevos aportes en dinámica poblacional, en investigaciones del medio ambiente junto con las crisis ambientales originadas por la revolución industrial y las
posguerras derivaron en una necesidad de entender
la interrelación sociedad-ambiente-recursos naturales
y plantear nuevos paradigmas a la demanda y manejo
de los recursos naturales, ante un mundo globalizado,
con el desarrollo de dos grandes ejes de investigación,
la ecología de ecosistemas y el ambientalismo. Como
punto de partida se menciona a Pinchoth quien en
1910 fundamentó principios y leyes para áreas de parques naturales en Estados Unidos.
Surge así la sostenibilidad como paradigma emergente, que de acuerdo a Carrizosa Umaña (1992) es un
concepto que integra y expresa la necesidad de una
transición desde las agendas puramente sociales o ambientales hacia una agenda sistemática e integrada (Larraín y Dávila, 2004). Su origen se remontó al Club de
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Roma en 1968, prosiguió en 1972 en Estocolmo (King
et al., 1973), se oficializó por las Naciones Unidas en
“Nuestro Futuro común” (Brundtland, 1987), se concretó en la Cumbre de Naciones Unidas sobre Medio
Ambiente y Desarrollo en Rio de Janeiro (ONU, 1992),
con seguimientos en el 2002 en la Cumbre Mundial
sobre el Desarrollo Sostenible (ONU, 2002), en el
2012 en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el
Desarrollo Sustentable, Rio+20 (ONU, 2012). De manera consecuente se abordó el concepto de capital natural, término usado por primera vez por Schumacher
(1973) (citado por Gómez-Baggethun et al., 2010) y
que alude a las reservas de la naturaleza en materiales
o información que producen un flujo sostenible de valiosos bienes y servicios útiles o renta natural a lo largo
del tiempo y expresa la idea de acerca de que ningún
sistema económico organizado puede mantenerse sin
tener en cuenta el flujo de los recursos renovables y
no renovables (Costanza y Daly, 1992; Prugh, et al.,
1999). Asimismo, a finales del siglo XX e inició del
XXI se impulsó el concepto de servicios ecosistémicos
definidos como un amplio rango de condiciones y procesos a través de los cuales los ecosistemas naturales
y las especies que hacen parte de ellos ayudan a sostener la vida humana y se aplican en decisiones de
gestión y política (Daily, 1997; Millennium Ecosystem
Asessement, MEA, 2003; Cork et al., 2006; Ash et al.,
2010). El concepto de sistemas socio-ecológicos surgió en los años 90 para aludir a sistemas caracterizados por cambios discontinuos próximos a sus valores
críticos en sus umbrales y el efecto de la resiliencia
en la organización y la salud del mismo, así como por
su enfoque interdisciplinario entre las ciencias naturales y las ciencias sociales (Perrings, 1994; Folke, 2006;
Epstein et al., 2013). De forma convergente con los
nuevos paradigmas descritos, el concepto de biodiversidad se sigue discutiendo en relación con los servicios
ecosistémicos y los conflictos que puedan generar las
contraposiciones o incompatibilidades entre servicios
ORINOQUIA - Universidad de los Llanos - Villavicencio, Meta. Colombia Vol. 19 - No 2 - Año 2015
ecosistémicos, los trade-offs, (MEA, 2005) y las decisiones de gestión de los mismos (Rincón-Ruiz et al., 2014;
Martín-López et al., 2014).
Se puede plantear así que la evolución conceptual
desde la noción de naturaleza hasta los servicios ecosistémicos ha sido consecuente con los cambios en
paradigmas que han surgido para responder las preguntas referidas a la interacción sociedad – naturaleza – ambiente (Figura 1). Como principales influyentes
en estas disertaciones se encuentran, desde la filosofía
de Aristóteles que postuló la separación del hombre
del resto de los seres vivos y continua hasta los naturalistas en el siglo XIX (Humboldt, 2011). Vendrá el
ambientalismo, la corriente de raíces anglosajonas que
denuncia la contaminación química en las ciudades y
posteriormente en los campos agrícolas, encabezada
por Rachel Carson (1962). Con la prevalencia de la
economía neoclásica en los años 70 del siglo XX aparece la sostenibilidad en el discurso político y en la academia, por ejemplo en los términos capital natural y
desarrollo sostenible como enfoques. La globalización
como modelo económico incide igualmente desde los
años 70 y se expresa esencialmente en los objetivos
del milenio (MEA, 2003, 2005) y en las metodologías
para evaluar la biodiversidad y sus servicios (The economics of ecosystems and biodiversity,TEEB 2010)
Ante la pregunta ¿los nuevos enfoques interdisciplinares de servicios ecosistémicos y de sistemas socioecológicos son pertinentes para la gestión sostenible
tanto de sistemas naturales como de agroecosistemas?, se desarrollan tres capítulos a saber: evolución
conceptual de servicios ecosistémicos y sistemas so-
cioecológicos; situación en avances temáticos, con énfasis en agroecosistemas en Colombia; controversias
acerca del concepto servicios ecosistémicos, su aplicación y relaciones con la biodiversidad. Para finalizar
se presentan las perspectivas a abordar en los temas
expuestos y la propuesta del enfoque integrador entre
la ecología y la economía ecológica, a través de la
valoración integral de los servicios ecosistémicos, que
posibilitaría su aplicación en la toma de decisiones
acerca del manejo sostenible de la biodiversidad y los
agroecosistemas.
Evolución de los conceptos servicios
ecosistémicos y sistemas socio-ecológicos
Se aborda el concepto de servicios ecosistémicos en
su evolución en el siglo XX, sin desconocer las raíces
griegas y el desarrollo posterior que tuvo hasta el siglo
XIX, en la ciencia occidental. En la década de 1950 se
reconoce la dependencia humana del ambiente, entendido como capital natural (Schumacher,1973; Vanderwalle et al., 2008). Posteriormente con el enfoque
de sistemas ecológicos a partir de la termodinámica
(Odum, 1969; Margalef, 1993) se utilizó la denominación de recursos naturales para todo lo que provenía
de los ecosistemas y la biósfera en general y hacia parte fundamental del mantenimiento de las sociedades
humanas, en esencia los materiales o insumos directos o indirectos del entorno natural, no creados por la
actividad humana y que son escasos (Cooper, 1975),
en tanto que Márquez (1996) se refirió a los de bienes
y servicios ecológicos fundamentales que cumplen
funciones de soporte vital para la sociedad, característica de los ecosistemas estratégicos. Los recursos na-
Figura 1. Evolución conceptual del enfoque: servicios ecosistémicos
Servicios ecosistémicos como soporte para la gestión de sistemas socioecológicos: aplicación en agroecosistemas
239
turales se reconocen como económicamente útiles en
la producción o el consumo, bien sea como factores
de producción ó como bienes que pueden ser objeto de comercio internacional World Trade Organization (WTO, 2010), como variables de una influencia
poderosa asociada a conflictos violentos y a intereses
de seguridad en Estados débiles, cuyo colapso puede ser evitado, si éstos se distribuyen equitativamente (Motesharrei et al., 2014, Douglas y Alie, 2014). Se
plantean para su manejo dos aspectos importantes,
investigaciones interdisciplinarias que aporten creatividad y articulación de actores sociales y grupos de interesados (Janssen y Goldsworthy, 1996; Humphreys,
2005; Anastasopoulu et al., 2007).
Desde la perspectiva ecológica los recursos naturales
entran a las sociedades humanas como bienes o servicios, según cumplan una función, antes de la crisis económica de finales de la década del 70. Inicialmente se
hizo bajo el enfoque de capital natural, definido para
indicar todas las reservas de la naturaleza en materiales
o información que producen un flujo sostenible de valiosos bienes y servicios útiles o renta natural a lo largo
del tiempo y que abarca interacciones que determinan
integridad y resiliencia ecológica de los ecosistemas
(Costanza y Daily, 1992; Costanza et al., 1997; Gómez-Baggethun y de Groot, 2007). Otros autores plantean la necesidad de preservar, conservar y renovar
el capital natural para el desarrollo económico actual,
con políticas efectivas que tomen en cuenta los costos
naturales en todas las decisiones de tipo económico
y donde la biodiversidad y el conocimiento ancestral
sean componentes fundamentales del mismo (Grima
et al., 2003; MEA, 2005; Conabio, 2006; González et
al., 2008). En tanto investigadores como MacDonald
et al. (1999) concluyen que el concepto de capital natural puede ser un vehículo útil para cambiar las actitudes hacia un mayor reconocimiento de la contribución
de los recursos naturales para el bienestar humano.
Servicios ecosistémicos: conceptualización y enfoques
La importancia de los recursos naturales se reconoce
en el contexto mundial desde el siglo XIX con el trabajo de Malthus, A summary view of the Principle of
Population, impreso publicado en 1830 y en el período 1905- 1910 Gifford Pinchoth fundamenta y aplica
principios y leyes para áreas de parques naturales en
Estados Unidos como protección de estos recursos.
Holdren y Ehrlich (1974) definieron los servicios ya
enunciados en el capital natural como las funciones
de los servicios de carácter público proporcionados
por el ambiente global que no pueden reemplazarse
por tecnología ahora o en un futuro previsible y que
240
incluyen, entre otros, el control de plagas, la polinización, la regulación del clima. En tanto que para Ehrlich
y Mooney (1983) los servicios ecosistémicos corresponden a las funciones ecológicas del ecosistema, definición que desarrolla Daily (1997) a un amplio rango
de condiciones y procesos, a través de los cuales, los
ecosistemas naturales y las especies que hacen parte
de ellos ayudan a sostener la vida humana, por ejemplo como fuente de materias primas, de alimento y
de productos medicinales. Diversos autores en este
contexto ecológico destacan la importancia de relacionarlos con la capacidad de aquellos que satisfacen
directa o indirectamente las necesidades, usos y preferencias humanas (Daily et al., 1997; de Groot et al.,
2002; Hawkins, 2003; Kremen, 2005). El concepto de
servicios ecosistémicos evoluciona desde la ecología
con criterios de valoración denominándose bienes y
servicios ambientales, esenciales en el funcionamiento
de los ecosistemas, el suministro de bases primarias
para la producción de alimentos y el bienestar humano (Costanza et al., 1997; MEA, 2005; TEEB, 2010).
En el contexto global, de manera reciente el informe
de ecosistemas del milenio - MEA (2003, 2005) plantea para los servicios ecosistémicos un marco de referencia conceptual, metodológico y de aplicación a la
toma de decisiones. En su definición de servicios ecosistémicos precisa “son los beneficios directos e indirectos que la humanidad recibe de la biodiversidad” y
los agrupa en cuatro categorías: de aprovisionamiento
ó bienes y productos brindados por los ecosistemas tales como los alimentos, el agua, los recursos genéticos,
los productos forestales; de regulación que atañen a
los beneficios obtenidos de la regulación de los procesos ecosistémicos e inciden en el clima, las inundaciones, la calidad del agua; culturales definidos como los
bienes no materiales obtenidos de los ecosistemas: el
enriquecimiento espiritual, el desarrollo cognitivo, la
reflexión, la recreación y las experiencias estéticas; de
soporte o apoyo que se refieren a procesos ecológicos
necesarios para la provisión y existencia de los demás
servicios ecosistémicos, tales como la producción primaria, la formación del suelo y el ciclado de nutrientes.
Una vez impulsado el uso del concepto en la arena política y académica (MEA, 2005), diversos autores abordan tópicos que difieren, convergen o complementan
lo propuesto; así por ejemplo Boyd y Banzhaf (2007)
precisan “los servicios de los ecosistemas no son los
beneficios humanos obtenidos de los ecosistemas,
son los componentes ecológicos directamente consumidos o disfrutados para producir bienestar humano”
por lo cual procesos indirectos y funciones no son
servicios ecosistémicos; Balvanera y Cotler (2007) expresan que “servicios ecosistémicos” y “servicios am-
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bientales” pueden ser utilizados sin distinción, aunque
el primero se refiere al ecosistema y sus interacciones
y los beneficios a los seres humanos, en tanto que el
segundo alude al concepto de “ambiente”, que no explicita interacciones para proveer servicios y se utiliza
por tomadores de decisiones. Al respecto la propuesta
del MADS (2012) los diferencia y acepta para servicios
ambientales lo enunciado por Constanza et al., (1997)
se refieren en general al flujo de materiales, energía e
información del capital natural, combinado con capital
humano o manufacturado para el bien humano, y la
amplia al suministro de recursos ambientales o saneamiento ambiental prestados por industrias y organizaciones sociales, como los servicios de alcantarillado,
recogida y disposición de basuras, saneamiento y servicios similares, al igual que servicios de reducción de
emisiones de los vehículos y servicios de reducción
del ruido, entre otros, más no están necesariamente
relacionados con los procesos y funciones de los ecosistemas, como sí lo están los servicios ecosistémicos.
Fisher et al., (2009) plantean que corresponden al resultado de una función de las interacciones complejas
entre éstas y su entorno abiótico, al uso y aprovechamiento de estos patrones complejos y a las diversas
percepciones de los beneficiarios.
En referencia al bienestar humano como elemento
central de la definición de servicios ecosistémicos
(Boyd y Banzhaf, 2007; Fisher et al., 2009), se llama a
profundizar en un aspecto: ¿cómo relacionar el incremento de medidas para aumentar el bienestar humano
con el descenso de las condiciones de los ecosistemas? (Raudsepp-Hearne et al., 2010; Ash, et al., 2010);
al respecto Lele et al., (2013) plantean que “la contribución de la naturaleza biótica para el bienestar humano es reconocido y subvalorado, lo que resulta en la
destrucción de los ecosistemas”.
En el tema de categorización Fisher et al., (2009) consideran que además de los componentes del sistema
ecológico de interés se deben incluir los contextos sociales y políticos en los que los servicios de los ecosistemas están siendo investigados o utilizados. En tanto
que Rositano et al., (2012), al comparar diversas clasificaciones a partir de Daily (1997), destacan que una
de las principales diferencias es la falta de consenso
acerca de la categoría donde está el servicio de mantenimiento de la biodiversidad; se avanza incluso hasta
distinguir los servicios ecosistémicos de los servicios
del paisaje al involucrar éstos el componente social
(Lamarque et al., 2011; Vallés-Planells et al., 2014). En
este sentido se menciona la importancia de identificar
y monitorear los servicios ecosistémicos con métodos
lo más concretos posibles sin sesgar su análisis (Díaz
et al., 2006; Rincón-Ruiz et al., 2014) o cuantificar los
servicios ecológicos con unidades de servicio biofísico
y no económico (Egoh et al., 2007); y de tener enfoques interdisciplinares en su estudio y análisis (Costanza y Kubiszewski, 2012; Spash y Aslakse, 2012;
Barnaud y Antona, 2014).
Se puede sintetizar la conceptualización de servicios
ecosistémicos en tres enfoques: ecológico, económico
y ecológico-económico (Vandewalle et al., 2008). En la
tabla 1 se presenta una modificación a esta propuesta, incorporando las temáticas específicas, aunque de
manera reciente surge el enfoque diferencial para los
servicios culturales (Martín-López et al., 2012a; Rositano et al., 2012). En esta misma línea se presentan
postulados en las opciones de cuantificación ecológica y valoración cualitativa (Egoh et al., 2007; Lamarque et al., 2011; Vilardy et al., 2012), de cuantificación
ecológica y valoración económica de estos servicios
(Martín-López et al., 2012b, 2014; Rincón-Ruiz et al.,
2014) a través de métodos de la economía ecológica
y la economía ambiental. Asimismo como lo expresan
Rositano y Ferraro (2014), los servicios ecosistémicos
proveen un marco sencillo para la toma de decisiones,
que puede parametrizarse y cuantificarse fácilmente.
Biodiversidad y servicios ecosistémicos: relaciones
e intercambios
En este aspecto varios autores plantean la importancia
de evaluar el rol de la biodiversidad en el suministro
de los servicios (Carpenter et al., 2009, de Groot et al.,
2010, Martín-López y Montes, 2011) con estudios que
permitan establecer de que forma los componentes de
la biodiversidad y mediante que procesos de relacionamiento aportan al suministro de los servicios ecosistémicos (Kremen, 2005; Burkhard et al., 2009; Harrison
et al., 2010; Lavelle et al., 2014). En el mismo sentido
se reconoce la complementariedad entre biodiversidad y servicios ecosistémicos (Haines-Young y Potschi,
2009); Lamarque et al., 2011). Adicionalmente se utilizan los nombres de unidad suministradora de servicios
y de unidad beneficiaria (Fisher et al., 2009) que se sintetizan en el término proveedor de servicios para denotar poblaciones, comunidades, grupos funcionales,
caracteres funcionales, tipos de hábitats y paisajes con
capacidad de generar servicios a la sociedad (MartínLópez y Montes, 2011). Así distintas investigaciones
evidencian como las disposiciones espaciales de las
unidades funcionales, los hábitats, los elementos del
paisaje y el uso de la tierra influyen significativamente
en la generación de servicios ambientales (de Groot et
al., 2010; Syrbe and Watz, 2012; Andrade et al., 2014).
El concepto biodiversidad y su relación con el concepto de servicios ecosistémicos se puede explicar en
Servicios ecosistémicos como soporte para la gestión de sistemas socioecológicos: aplicación en agroecosistemas
241
Tabla 1. Evolución del concepto servicios ecosistémicos: enfoques
Enfoque
Ecológico
Económico
Ecológico
Económico
Definición
Temas desarrollados
Referencia
“un amplio rango de
condiciones y procesos
a través de los cuales los
ecosistemas naturales y las
especies que hacen parte de
ellos ayudan a sostener la
vida humana” (Daily, 1997)
Servicios públicos y ambiente global.
Biodiversidad y conservación
Bienes y servicios ecológicos.
Servicios ecosistémicos y
bienestar humano.
Servicios ecosistémicos y
cuantificación ecológica.
Biodiversidad y Servicios ecosistémicos.
Holdren y Ehrlich, 1974
Ehrlich y Mooney, 1983
Márquez, 1996
Daily, 1997; Kremen, 2005
“Los servicios del ecosistema
consisten en flujos de
materiales, energía e
información de reservas
de capital natural que se
combinan con los servicios
de capital manufacturados
y humanos para producir
el bienestar humano”
(Costanza et al., 1997).
Bienes y servicios ambientales
Capital natural y bienestar humano.
Capital natural y resiliencia
Servicios ecosistémicos:
son bienes públicos.
Servicios ecosistémicos oferta
(valoración ecológica) demanda
(valoración sociocultural y monetaria).
Costanza y Daly, 1992
Costanza y Folke, 1997
Funciones: regulación, hábitat,
producción, información.
Marco conceptual y metodológico
de servicios ecosistémicos.
Valoración de ecosistemas y servicios
ecosistémicos - herramienta pragmática.
Capital natural y servicios
ecosistémicos: sostenibilidad.
Gestión de la biodiversidad: garantía
de servicios ecosistémicos.
de Groot et al., 2002
“los servicios ecosistémicos
son los beneficios directos
e indirectos que la
humanidad recibe de la
biodiversidad” (MEA, 2005)
varios niveles: como soporte para procesos claves, al
afectar directamente el suministro de servicios ecosistémicos y al constituir en sí misma un bien valorado
(Mace et al., 2012). Así, las interacciones entre biodiversidad y servicios ecosistémicos pueden expresarse
en diferentes vías: adoptar la forma de “trade-offs ó
compromisos (es decir, donde la promoción de un
servicio reduce la oferta de otro servicio); de una situación ganar-ganar (cuando un solo paquete de gestión mejora el suministro de diversos servicios); o las
sinergias, donde el uso simultáneo de los servicios
aumenta o deprime tanto más que si se utilizan de
forma independiente” (MEA, 2005). Al respecto Martínez-Alier et al., (1998) expresa que los trade-offs entre
servicios ecosistémicos demandados por la sociedad
son inconmensurables (no pueden ser agregados a un
valor monetario o biofísico). La gestión de los servicios
ecosistémicos puede alterar la cantidad o la calidad de
los mismos lo que lleva a considerar la importancia de
242
Vandewalle et al., 2008
Martín-López y Montes, 2011
Costanza et al., 1997
Hawkins, 2003
TEEB (2010)
MEA, 2003, 2005
Gómez-Baggethun y
de Groot, 2007
Montes, 2007
Martín-López y Montes,
2011; MADS, 2012;
Rincón-Ruiz et al., 2014
abordar sus efectos en escalas espaciales y temporales
(Rodríguez et al., 2006; Rincón-Ruiz et al., 2014). Los
trades-off pueden ser temporales, aquellos que implican beneficios ahora y costos a largo plazo; espaciales,
los que generan un beneficio local pero tienen costos
en otro lugar (local, regional o global); e interpersonales, que ocurren cuando unos actores disfrutan de
determinado servicio en tanto que otro grupo de actores sociales no lo puede hacer Martín-López y Montes
(2011).
En torno a estas relaciones entre la biodiversidad y sus
servicios, las tendencias de estudios proponen desde la
funcionalidad de los ecosistemas, investigaciones acerca de las numerosas interacciones que pueden ocurrir
entre múltiples servicios ecosistémicos (Bennet et al.,
2009; Martín-López et al., 2012a; Maskell et al., 2013),
como escenarios de enfoques de sostenibilidad, de
política de focos sociales y de organizaciones sociales
ORINOQUIA - Universidad de los Llanos - Villavicencio, Meta. Colombia Vol. 19 - No 2 - Año 2015
dominantes, en los cuales es probable que se obvien
procesos sociales y ecológicos vinculados que funcionan en escalas espacio temporales (Cork et al., 2006;
Martín-López y Montes, 2011). También se destaca la
necesidad de identificar y cualificar las relaciones de
sinergias y trade-offs entre servicios como base para la
toma de decisiones políticas (Rincón-Ruiz et al., 2014;
Martín-López et al., 2012a, 2014) y de los factores
demográficos-económicos, sociopolíticos, culturales
como impulsores de cambio global de los ecosistemas
y sus servicios (Nelson et al., 2006; Anastasopoulu et
al., 2008; MADS, 2012).
Las alternativas sobre manejo de la biodiversidad,
como fuente de los servicios de los ecosistemas y
no como servicio en sí, no siempre son comparables
puesto que los trade-offs varian de acuerdo a la priorización de servicios ecosistémicos efectuada; ante ello
surge la necesidad de contabilizar los factores que predicen los trade-offs (MEA 2005; TEEB, 2010). En el contexto económico Díaz et al., (2006) plantean que la
pérdida de servicios ecosistémicos - dependientes de
la biodiversidad - probablemente acentúa “la desigualdad y la marginación de los sectores más vulnerables
de la sociedad, al disminuir su acceso a los tangibles
básicos para una vida saludable y reducir su libertad
de elección y acción”, por ello la conclusión de de
Groot et al., (2010) es pertinente “las inversiones en
la conservación, restauración y uso sostenible de los
ecosistemas se ven cada vez más como una situación
que genera beneficio ecológico, social y económico
sustancial”.
Sistemas socioecológicos o socioecosistemas,
aproximación conceptual
El concepto de ecosistema como unidad integral
constituye un enfoque unificador para el análisis de
la naturaleza desde dos ámbitos, la ecología y la gestión ambiental. En la evolución del mismo desde la
propuesta de Tansley en 1935, se llega en el siglo XX
a una definición holística que incorpora las variables
espaciotemporales :“Un complejo dinámico de comunidades vegetales, animales y de microorganismos en
su medio no viviente que interactúan como una unidad
funcional” (CDB, 1994). Pero esta sigue apartando a las
sociedades humanas como componente y transformador de lo restante, lo vivo y lo no vivo, de la naturaleza. En la década de los 90, Márquez (1996) esboza
el término de ecosistemas estratégicos, entendidos
como aquellos importantes para la sociedad porque
le prestan una serie de bienes y servicios más allá
de las funciones ecológicas propias de su dinámica
natural; en esta misma línea se pueden citar a Daily
et al., (2000), de Groot et al., (2002), Spash y Aslaksen
(2012).
De otro lado, a partir de la misma década y hasta el
presente diversos autores reconocen los ecosistemas
como proveedores de bienes y servicios ambientales,
entendidos como funciones de los ecosistemas pero
con un enfoque de capital natural o de importancia
para el bienestar de la sociedad (Constanza y Daily,
1992; Costanza y Folke, 1997; Rodríguez-Labajos y
Martínez-Alier, 2013) o servicios ecosistémicos en la
concepción de los beneficios recibidos por la sociedad y soportados en los ecosistemas como expresión
de la biodiversidad (Daily ,1997; Kremen, 2005; Gómez-Baggethun y de Groot, 2007; TEEB, 2010; RincónRuiz, et al., 2014).
En Colombia la política nacional cambia el concepto
ecosistema del Convenio de Diversidad Biológica, a
la significación de gestión de la biodiversidad que incluye el manejo integral de sistemas ecológicos y sociales íntimamente relacionados, dependiente de la
conservación como atributo emergente – resultado
de la interacción entre sistemas de preservación, de
restauración, de uso sostenible y de construcción de
conocimiento e información (MAVDS, 2012).
Puede considerarse como un punto de partida del
concepto de sistema socioecológico el planteado por
Martínez-Alier et al., (1998) los ecosistemas “son sistemas complejos reflexivos” que incluyen el estudio de
las dimensiones humanas del cambio ecológico y de
las transformaciones de las percepciones ambientales
humanas. Desde ahí se presentan múltiples enfoques
y aplicaciones del concepto, en distintas escalas espaciales. Anderies et al., (2004) se refieren a “un sistema
ecológico estrechamente vinculados con uno o más
sistemas sociales”, de carácter complejo y sujeto a
variaciones espacio temporales donde las diferencias
de percepción de los actores inciden en la toma de
decisiones. Los autores plantean el concepto de robustez para calificar la capacidad de respuesta de estos
sistemas, así “un sistema socioecológico es robusto si
se impide que los sistemas ecológicos en los se basa,
de trasladarse a un nuevo dominio de atracción, no
puedan apoyar una población humana o induzcan a
una transición que cause sufrimiento humano a largo
plazo”. En años siguientes el concepto de resiliencia
social reemplaza el concepto de robustez ampliándose a las interacciones a múltiples escalas espaciales y
temporales y a la condición de incertidumbre (Janssen y Ostrom, 2006; Ostrom, 2009; Martín-López et
al., 2009, 2011, 2014). Andrade et al., (2011) postulan el reconocimiento del territorio como un sistema
socioecológico, en donde interesan los componentes
Servicios ecosistémicos como soporte para la gestión de sistemas socioecológicos: aplicación en agroecosistemas
243
sociales o ecológicos individuales y son de gran importancia las interacciones entre éstos. Con incidencia en
la toma de decisiones y la gestión ambiental, MADS
(2012) define los sistemas socioecológicos como “unidades con expresión espacial concreta, determinada
por las relaciones entre sus subsistemas, donde la
discernimiento de sus límites espaciales y funcionales
dependerá de los objetivos de la investigación, del entendimiento de los problemas sociales y de las soluciones deseadas”.
La toma de decisiones políticas y de gestión en última
instancia es un asunto de elección de la sociedad, sin
embargo bajo el enfoque ecosistémico esa decisión
tiene que basarse en el discernimiento de los límites
biofísicos que inciden en los procesos ecológicos y de
las escalas espaciales y temporales en los que operan
(Haines-Young y Potschin, 2009), que conlleva a una
valoración integral de los servicios ecosistémicos con
técnicas monetarias y no monetarias (Christie et al.,
2012; Martín-López et al., 2012a; Rincón-Ruiz et. al.,
2014, Torres et al., 2014). Se sugiere que una manera de delimitar estos servicios, partiendo del componente social, es reconocer ciertos caracteres que les
imprimen identidad singular a grupos sociales o comunidades, entre ellos diferencias culturales, étnicas,
religiosas o políticas, de aislamiento o acceso a redes
de información, que pueden, en un momento dado,
configurar un sistema social “separado” y “reconocible” (Rincón-Ruiz et al., 2014).
Como apoyo para las decisiones de manejo en los sistemas socioecológicos, el concepto de servicios ecosistémicos es útil como herramienta de integración de
los enfoques ecológico y económico y permite aproximarse al entendimiento del vínculo de interdependencia entre las sociedades que los demandan en función
de su bienestar y el funcionamiento de los ecosistemas (sistemas ecológicos), como proveedores de manera directa o indirecta.
Avances en sistemas socioecológicosagroecosistemas
Los agroecosistemas se pueden definir como sistemas ecológicos asociados a variables socioeconómicas, que tienen como fin la producción de bienes
y servicios de importancia económica y constituyen
esencialmente un ecosistema modificado (Sarandón,
2014); actualmente se abordan como sistemas socioecológicos y se valoran sus servicios, en esencia, son
ecosistemas productivos de origen humano (MADS,
2012). Bustamante (2014) expresa que los agroecosistemas son fuente potencial de ampliación de la diversidad biológica, de diversificación de la producción y
244
de efectos de complementariedad y sinergismos con
sistemas naturales, en donde se pueden incorporar los
intereses y percepciones de los actores sociales (Tapella, 2012).
En Colombia se puede partir de reconocer que el
empobrecimiento biótico constituye un legado de
escala superior en el territorio, donde los cambios y
transformaciones en la biodiversidad dependen de
impactos acumulados en el territorio, producto de la
huella ecológica histórica (Andrade y Castro, 2012) y
de tener en cuenta cómo las nuevas actividades económicas, como en el caso de los Llanos Orientales, se
convierten en motores de cambio que inciden en la
cobertura y manejo de las áreas. En el socioecosistema de la ciénaga Grande de Santa Martha (Vilardy et
al., 2012), usan un paradigma cualitativo - inductivo y
de perspectiva holística aplicado a una cualificación
de los servicios ecosistémicos de lagunas y zonas de
pesca como agroecosistemas. En la Orinoquia, Andrade-Pérez et al., (2013) proponen para la altillanura un
modelo de adaptación de la agricultura intensiva al sistema ecológico a través de un equilibrio económico
y ecológico, en la escala del paisaje; posteriormente
encuentran que la agroindustria puede hacerse transformando una parte del territorio reteniendo elementos de ecosistemas naturales sin llegar a una pérdida
neta de biodiversidad (Andrade et al., 2014). También
en los Llanos Orientales pero en sabanas inundables
Mora-Fernández y Peñuela-Recio (2013) desarrollan
indicadores de salud del ecosistema en función del
contexto y el conocimiento y manejo tradicionales,
abordando la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en sistemas ganaderos criollos.
Sinergia – trade-offs en sistemas socioecológicos
agrícolas en Colombia
La sinergia entre servicios ecosistémicos que se relacionan entre si se manifiestan en una evolución conjunta positiva, lo que implica que un aumento en el
suministro de uno de ellos implica un aumento en el
suministro de los otros; por ejemplo el mantenimiento
de la fertilidad del suelo propicia el reciclado de nutrientes y la productividad primaria, que a su vez aumentan la capacidad de almacenar carbono y por ende
su capacidad de regulación climática (Martín-López et
al., 2012b). La sinergia entre servicios ecosistémicos
depende del mantenimiento de la multifuncionalidad
de los ecosistemas; es mayor en los sistemas naturales
que en los agroecosistemas monofuncionales, que alteran la estabilidad de las zonas rurales y su capacidad
de provisión de diversos servicios ecosistémicos (García Llorente et al., 2012).
ORINOQUIA - Universidad de los Llanos - Villavicencio, Meta. Colombia Vol. 19 - No 2 - Año 2015
Respecto a la Orinoquia colombiana se evidencia el
impacto en el cambio de la cobertura de uso del suelo,
medido en la transición de las diferentes categorías hacia cultivos de palma de aceite (Elaeis sp.) y plantaciones forestales, así en el intervalo 1987 – 2000 éstos se
establecen sistemáticamente en los herbazales de tierra firme e inundables y en el bosque inundable, mientras que en el segundo intervalo 2000-2007 se ubican
específicamente en áreas previamente ocupadas por
pastos (IAvH, 2013). Algunos autores citan cambios
negativos asociados a los cultivos de palma de aceite: en lo social la concentración de la propiedad al
estar asociada a economía de escala (Ruiz, 2007), en
tanto que Goebertus (2008) y Arosa (2015) mencionan el aumento de migración y con ello el incremento
de conflictos sociales, y de otra parte en términos de
violencia o desplazamiento en zonas de producción
(Benavides, 2011). Asimismo, se argumenta que altera la biodiversidad ecosistémica por cambio de uso y
pérdida de hábitats de fauna y la flora nativas y por la
inclusión de suelos dedicados previamente a la producción de alimentos (Ochoa y Chávez, 2010); de manera reciente se denota el deterioro crítico del servicio
ecosistémico cultural en el municipio de Villanueva,
con la llegada de este cultivo intensivo (Fernández,
2013).
En contraposición, se reporta que las plantaciones de
palma de aceite (Elaeis sp.) que reemplazan cultivos
transitorios tienen impactos positivos como la generación de empleo, estimado en 1 empleo/10 ha de
cultivo (Mosquera y García 2005); su aporte continuo
de materia orgánica al suelo (León et al., 2006); en servicios ecosistémicos de microclima y de polinización
(Labarca et al., 2009), la relación carbono almacenado
y el balance neto de la emisión de gases de efecto
invernadero (Henson et al., 2012).
En otros agroecosistemas, como los cafetales se reporta su servicio como matriz favorable para la diversidad
de hormigas (Rivera y Ambrecht, 2005), como paisajes
culturales (Rivera, 2008). Para áreas de mayor cobertura se tienen algunos estudios, entre ellos para la cuenca
del río La Vieja donde se identifican 13 bienes y servicios de cuales sólo cinco son prioritarios para los actores locales porque aportan a su bienestar y desarrollo
(sombra, rompe viento, fijación de nitrógeno, belleza
escénica y control de la erosión) (Cardona, 2011). En
la altillanura Lavelle et al., (2014) investigan acerca de
la biodiversidad y los servicios ecosistémicos asociados al recurso suelo, en grandes sistemas de producción, pasturas mejoradas, cultivos anuales (arroz, maíz
y soja), plantaciones de palma de aceite y caucho,
contrastándolos con la sabana seminatural; reportan
que el manejo de la fertilización química es uno de
los principales impulsores de los procesos del suelo; la
biodiversidad y los ciclos biogeoquímicos heredados
de la sabana semi-natural original (materia orgánica,
reservas de nutrientes) son características esenciales
para entender el estado del sistema y comprender las
trayectorias actuales y futuras de los cambios en los
ecosistemas, entre otros; Sanabria et al., (2014) en la
misma zona de trabajo proponen indicadores basados
en comunidades de hormigas, como herramienta comprender los impactos del cambio en el uso de la tierra
y una mejor gestión de los agricultores.
A pesar de tener argumentos de relaciones negativas
entre biodiversidad y servicios ecosistémicos en sistemas socioecológicos de agricultura intensiva es necesario considerar las variables espacio temporales y el
accionar institucional para tomar decisiones concertadas y acertadas; dado que el suministro de servicios
ecosistémicos, en los niveles correspondientes para
los beneficiarios, requiere que las políticas sectoriales
y la gestión de los ecosistemas estén integrado con
las estrategias de conservación de la biodiversidad (Reyers et al., 2012). Al respecto el estudio de Harrison et
al., (2010), con datos de Europa hasta 2008, visibiliza
la importancia de agroecosistemas especialmente en
los servicios de aprovisionamiento vitales (alimentos y
madera), mientras que los ecosistemas semi-naturales
son claves en provisión de recursos genéticos y en servicios culturales (valores estéticos y sentido de apropiación).
En el marco tendencial de sostenibilidad para los sistemas socioecológicos agrarios cobran gran importancia
las conclusiones y recomendaciones hechas por Lavelle et al., (2014): la organización del territorio agrícola debe partir de considerar la importancia de la red de
bosques de galería y de corrientes y cuerpos de agua;
el monitoreo de la calidad del suelo y de la provisión
de servicios de los ecosistemas debe hacerse a escala
de paisaje a lo largo del tiempo, para detectar degradación del suelo, evitar impactos irreversibles, aumentar
la comprensión de los determinantes de los servicios
ecosistémicos y permitir el diseño de paisajes agrícolas
ecoeficientes, especialmente aplicables a la situación
actual de crecimiento agroindustrial acelerado en la
altillanura colombiana.
Revisiones de conceptos y su desarrollo.
Controversias y enfoques diferenciales
Entre las múltiples revisiones se destacan la realizada por Balvanera y Cotler (2007), quienes identifican
cuatro grupos de publicaciones orientadas a servicios
ambientales y servicios ecosistémicos: marco conceptuales y metodológicos, estudios de caso, valoración
Servicios ecosistémicos como soporte para la gestión de sistemas socioecológicos: aplicación en agroecosistemas
245
económica y la incidencia en la toma de decisiones.
En esta misma década Skourtos et al., (2010) concluyen que la mezcla de métodos y la puesta en común
de los datos parece ser el único camino a seguir en
la valoración de servicios ecositémicos, destacando
el potencial de la investigación interdisciplinaria sistemática y formal que integre los puntos de vista, los
métodos y los datos extraídos de las ciencias naturales
y las ciencias sociales. Balvanera et al., (2009) hacen
una descripción sintética de trabajos en servicios ecosistémicos tanto como en servicios ambientales, expresando la urgencia de tener acciones integrales que
permitan maximizar el mantenimiento de los distintos
servicios ecosistémicos.
Harrison et al., (2010) reportan para Europa un incremento en la demanda de servicios ecosistémicos
de agroecosistemas y de ecosistemas de recreación
y ecoturismo, en tanto que disminuyen la producción ganadera, de agua dulce, la pesca de captura y
alimentos silvestres. Para Latinoamérica se encuentra
que el mayor énfasis de investigación se direcciona
a servicios de provisión: carbono y agua (Balvanera
et al., 2012). Rositano et al. (2012) encuentran 1250
referencias para los términos servicios ecológicos y
servicios ecosistémicos y hacen un análisis de las clasificaciones propuestas. En Colombia como punto de
apoyo para la formulación de la política de gestión de
la biodiversidad y los servicios ecosistémicos se hace
una actualización de los trabajos realizados en el tema
(MADS, 2012).
En el orden internacional Trabucchi et al., (2012) revisan investigaciones enfocadas a la restauración, especialmente métodos, destacando la necesidad de lograr
su estandarización. Costanza y Kubisszewski (2012)
compilan y analizan la producción académica desde
1983 hasta el 2011; registran 2386 autores y destacan
la interdisciplinariedad como enfoque al encontrar que
sólo el 12% no tiene coautores.
En revisión de estudios de agroecosistemas Van den
Belt y Blake (2014) aluden a la necesidad de realizar
investigaciones que cuantifiquen la prestación de múltiples servicios y los compromisos y las sinergias entre
ellos. Howe et al., (2014) examinan estudios de tradesoffs, período 2000-2013, concluyendo que se pueden
lograr sinergias y cambiar el enfoque ganar-ganar si se
contabilizan los factores que determinan un trade-off
por ejemplo, interés privado, grupos de interesados
locales. Gómez–Baggethun et al., (2010) trabajan en
la evolución histórica del concepto de servicios ecosistémicos y encuentran que desde el enfoque económico, ha tenido lugar de forma creciente un proceso de
mercantilización, es decir la reproducción de la lógica
246
del mercado, junto con su ideología subyacente y las
estructuras institucionales, para abordar los problemas
ambientales.
Llevada al extremo, la visión de los servicios ecosistémicos podría llegar a considerar a los ecosistemas
únicamente por su utilidad directa a las sociedades,
lo que conlleva a poner en peligro el mantenimiento
de los ecosistemas en su integralidad (Montes 2007).
Norgaard (2010) expresa literalmente “la metáfora de
la naturaleza como una acción que proporciona un flujo de servicios es insuficiente. El enfoque de servicios
de los ecosistemas puede ser parte de una solución
más amplia, pero su dominio en la caracterización de
nuestra situación y la solución nos está cegando a los
valores ecológicos, complejidades económicas y políticas de los desafíos que enfrentamos en realidad”.
A su vez, Balvanera et al., (2011) concluyen que el
concepto de servicios ecosistémicos presenta ventajas claras que explican su uso creciente y refieren a
los vacíos de información en un tema tan amplio. Sin
embargo, Lamarque et al., (2011) proponen usar el
término ‘’servicios ecosistémicos’’ en el contexto de
la conservación de la biodiversidad al ser su objetivo
original y la dependendencia de componentes de la
biodiversidad para tener dichos servicios y el término ‘’
los servicios del paisaje ‘’ para uso del suelo y planificación, ya que se basa en los patrones y prácticas de uso
de la tierra y que está abierto a los insumos humanos.
Sobre el enfoque económico (Díaz et al., 2006) expresan que el desarrollo económico que no considera los efectos sobre los servicios de los ecosistemas
puede disminuir la calidad de vida de poblaciones
vulnerables, incluso si otros segmentos de la sociedad se benefician; las valoraciones económicas no
son adecuadas en la gestión de la conservación, precisamente en las estrategias de manejo de hábitat que
afectan a la prestación de servicios y la conservación
de la biodiversidad (Egoh et al., 2007). En aspectos
de valoración económica se registran críticas como
las de Spangeberg y Settele (2010) quienes afirman
que el valor calculado de los ecosistemas y sus servicios no es una figura robusta, varía con el método de
valoración aplicado y por ello no es posible calcular
“objetivamente” el valor de los servicios ecosistémicos. En este aspecto McAfee (2012) argumenta “... la
contradicción entre el desarrollo y la conservación
observado en pago de servicios ecosistémicos es inevitable en proyectos enmarcados en la lógica asocial de la economía clásica”.
Con relación a agroecosistemas Rositano et al., (2012)
plantean dos aspectos claves a considerar en los servicios de los ecosistemas, los cuantitativos como la
ORINOQUIA - Universidad de los Llanos - Villavicencio, Meta. Colombia Vol. 19 - No 2 - Año 2015
determinación de la relación entre la cantidad y calidad de los servicios provistos y la condición de los
ecosistemas que los proveen y los cualitativos como la
percepción de distintos actores sociales sobre el estado actual de la provisión de servicios; en esta misma
línea se debe tener en cuenta el factor tiempo como
determinante en la gestión de los recursos naturales y
considerar la huella ecológica histórica de los impactos
acumulados en el territorio (Andrade y Castro, 2012).
De manera reciente en el enfoque de servicios ecosistémicos se abordan situaciones como las expresadas por
Crossman et al., (2013) “una evaluación de los servicios
de los ecosistemas puede ayudar a construir un puente
entre el desarrollo y las comunidades ambientales mediante información confiable y robusta sobre los vínculos entre la gestión del ecosistema y la consecución de
los objetivos económicos y sociales”; por Balvanera et
al., (2011) quienes aducen que el uso del término fuera
de contexto, sin enfatizar la necesidad de mantener ecosistemas sanos y diversos para asegurar su capacidad de
generar beneficios a las sociedades, ha llevado a una
caricatura del término; por Lele et al., (2013) que analizan los inconvenientes del concepto y su aplicación
debido a la confusión sobre las funciones de los ecosistemas y la biodiversidad, la omisión de los dis-servicios,
los trade-offs con el componente abiótico y un marco
de valoración económica usado en la medición del
bienestar humano; por Laurans y Mermet (2014) quienes concluyen que se requiere un uso claro del enfoque
en la valoración económica de los servicios ecosistémicos para superar la actual “brecha de implementación”
del mismo junto con algunos problemas conceptuales
y metodológicos subyacentes. A manera de síntesis de
lo expuesto, el artículo de Barnaud y Antona (2014) es
el más representativo en resumen de controversias; cita
las incertidumbres científicas acerca de relaciones causales inherentes a la producción de servicios ecosistémicos; las múltiples interpretaciones dadas al concepto en
razón de las diferentes representaciones de las relaciones sociedad-naturaleza, las divergencias acerca de la
noción de valor en sí mismo - con notaciones cuantitativas, cualitativas y de percepción - y valoración del servicio ecosistémico, los conflictos de intereses así como
los desacuerdos en torno a los instrumentos de política
y de gestión referidos al concepto.
Perspectivas
La comunidad científica, desde las ciencias naturales,
sociales y ambientales evidencia un creciente interés
en los conceptos de sistemas socioecológicos y de servicios ecosistémicos, aproximadamente en los últimos
20 años, dada la particularidad de tener la opción de
aplicarlos en decisiones políticas y de gestión ambiental (Chee, 2004; Troy y Wilson, 2006; MADS, 2012) y
como respuesta ante la actual demanda creciente de
recursos provenientes de la biodiversidad (Schneiders
et al., 2012; Vilardy et al., 2012; Partidario y Gomes,
2013). Los retos expuestos por de Groot et al., (2010)
para integrar los servicios ecosistémicos en la planificación, gestión y diseño del territorio siguen vigentes,
tales como el entendimiento y cuantificación de los
servicios provistos por los ecosistemas, la valoración y
uso de los servicios ecosistémicos en análisis de tradeoffs y su uso en la planificación y la gestión del uso
sostenible de los servicios ecosistémicos.
Si bien en el caso de Colombia se tiene una política
(MADS, 2012) que inserta los nuevos enfoques interdisciplinares de servicios ecosistémicos y de sistemas socioecológicos y reconoce la importancia de la gestión
de la biodiversidad como base para lograr este flujo de
servicios ecosistémicos y la recepción de los beneficios a los actores sociales del territorio y se cuenta con
una metodología de valoración integral (Rincón-Ruiz
et al., 2014) correspondiente a la nueva consideración
de tres tipos de servicios ecosistémicos: de provisión,
de regulación y de culturales, al entender la dificultad
de darle consistencia en la percepción y aplicación a
los servicios de soporte - reconociéndolos como los
básicos para la ocurrencia de los tres mencionados;
la aplicación de estos conceptos y metodologías en la
gestión sostenible tanto de sistemas naturales como
de agroecosistemas presenta debilidades que tienen
que ver fundamentalmente con la interpretación y
apropiación del concepto a un contexto, escala y tiempo determinados y la viabilidad de lo propuesto.
De otra parte, dentro del planteamiento de la sostenibilidad como una propiedad emergente de la interacción humana para superar nuestra vulnerabilidad
y cultivar prácticas que generen y sustenten la vida
movilizando la imaginación (De Souza, 2012) surgen
dos tendencias de la revisión antecedente: la primera acerca de la necesidad de realizar una valoración
integral de los servicios ecosistémicos, reconociendo
que los sistemas socioecológicos como el de la palma
de aceite se incluyen como demandantes y oferentes
de servicios ecosistémicos; la segunda la importancia
de hacer monitoreo de los servicios ecosistémicos a
escala de paisaje a lo largo del tiempo para lograr mosaicos sostenibles de uso del suelo e incorporación de
las percepciones locales; también se agrega la necesidad de comparar el impacto que tienen diferentes
alternativas de gestión sobre los ecosistemas y el bienestar humano a través de procesos de evaluación. En
este aspecto se tendrán que trabajar el tema de gobernanza, de organización y participación de los actores
Servicios ecosistémicos como soporte para la gestión de sistemas socioecológicos: aplicación en agroecosistemas
247
sociales, grupos de interés y especialmente de la institucionalidad local (Martín-López et al., 2014; RincónRuiz et al., 2014).
De igual manera la alta complejidad del enfoque interdisciplinar si bien es un ejemplo de la sinergia del
conocimiento disciplinar, genera dificultades en tres
temas importantes: la comprensión y manejo de la incertidumbre, los métodos para identificar, cualificar y
cuantificar los servicios ecosistémicos y sus relaciones
con la biodiversidad (trades-offs, dis-servicios, sinergias), y el análisis particular y ajustado al contexto de
los servicios ecosistémicos culturales.
En consecuencia los servicios ecosistémicos pueden
convertirse en un soporte para la decisión acertada,
en términos de gestión y de política (Schneiders et al.,
2012; Vilardy et al., 2012; Partidario y Gomes, 2013)
ante la demanda creciente de biodiversidad y sus recursos. Dada la complejidad de los sistemas socioecológicos, que permiten en una situación determinada,
entender la retroalimentación entre el sistema natural y
el sistema social mediada por los servicios ecosistémicos y reflejada en los beneficios, así como la condición
de incertidumbre y de variaciones espaciotemporales
inherentes a su funcionamiento, la propuesta de valoración integral de servicios constituye una opción
apropiada siempre y cuando se analicen los servicios
culturales con enfoque de no monetización y se incorporen en todo el proceso de diagnóstico y valoración
a los actores locales, grupos de interesados e instituciones; la apropiación estará vinculada al carácter
interdisciplinar, al contexto correspondiente con las
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