LA IDEA DE EPOJE EN EL ARTE Andres Luis Fraile Azcaray A todos mis seres imaginarios. INDICE INTRODUCCCION 1.- EPOJE DE LAS COSAS 2.- EPOJE EN EL ARTE 3.- ETICIDAD Y EPOJE BIBLIOGRAFIA INTRODUCCION Este trabajo de Estética y Teoría del Arte se va a centrar en el concepto de suspender el juicio. Este sería un intento de articular este concepto, entendido como un fenómeno ontológico que ocurriría en nosotros, en el que lejos de negar o afirmar la realidad, nos vemos necesitados de afirmar o de negar la realidad. Aquí se va a entender ese suspender, como una manera en que nos afectan los objetos, no como una capacidad cognoscente que se tiene de forma voluntaria. Se va a entender como aquel momento en el que nos vemos arrastrados, por decir de alguna manera, a tomar la realidad como verdadera o como falsa. Más cerca de la idea desconexión que de proyección. Suspender el juicio realmente acerca de las cosas implica en nosotros un comportamiento, que es la manera que en nosotros nos afectan los objetos, es decir, es más un momento en el que no podemos afirmar ni negar nada más que una actitud que podemos adoptar frente a la realidad. Que de las cosas no se pueda afirmar ni negar nada es la manera que tiene las cosas de representarse en nosotros de forma inequívoca. De aquí que suspender el juicio sea propiamente negar la realidad que se nos muestra, desconectar, para afirmar algo de esa misma realidad negada. De alguna manera, cuando hemos suspendido el juicio hemos establecido leyes causales con los objetos, es decir, entre nosotros como sujetos cognoscentes y el objeto de nuestro conocimiento, en el caso del arte, la obra de arte o lo que esta nos dice. Así aparece ante el sujeto cognoscente el conocimiento mismo, entre aquello que conoce y aquello que no conoce, aunque el objeto de su conocimiento sea el mismo. Le llevara a tomar hechos cruciales como ciertos o como falsos. Esta idea sugiere que negara la realidad que le muestra, como un desconectar de ella, negara que la realidad sea posible de alguna manera, pero también eso implicara que le lleve a afirmar que otras cosas sean verdaderas. 1 EPOJE DE LAS COSAS Si pudiéramos decir que es cualquier cosa que afirmamos sobre el mundo, no podríamos dejar de encontrar en ello siempre una contradicción. En efecto, el mundo en sí nos resulta contradictorio por todo lo que encontramos en él, nos induce normalmente a pensar lo contrario si cabe de lo que esperábamos. El mundo, de esta manera, aparece como algo misterioso para nosotros, enigmático. El mundo se nos muestra a nosotros como un misterio, es donde empieza toda pregunta filosófica: ¿Qué es el mundo? Todo lo que decimos acerca del mundo, no solo lo estamos afirmando, sino que lo estamos probando o demostrando. No solo decimos que lo que decimos es cierto sino que positivamente lo estamos demostrando como verdadero. Yo cuando digo que el mundo es de cierta manera, por ejemplo, que todos los cuervos son negros, o que todos los astros que tiritan en el cielo son estrellas, no solo lo estoy diciendo, sino que lo estoy demostrando. Demuestro o pruebo que todos los cuervos son negros o que todos los astros que tiritan en el cielo son estrellas, no solo estoy afirmando, sino que tengo la prueba fidedigna o la evidencia que eso es cierto. Si lo demostraba como verdadero, entonces de alguna manera también estoy demostrando que no es falso, es decir, tenía una idea distinta acerca de esa cosa. De alguna manera, cuando probamos que una cosa es cierta, estamos diciendo que no es falsa. Porque si yo no solo digo, sino demuestro que algo es cierto, he de suponer que con anterioridad tenía una idea distinta al objeto al que me refiero. Cuando digo ciertamente que algo es verdadero, tenía concebida una idea distinta si cabe de lo que digo, pues no solo lo digo, sino que lo estoy probando. Los antiguos escépticos decían que las cosas no son más que no son. Que las cosas sean o no sean nos dice que en nosotros se abre la posibilidad a que sean. El conocimiento que tenemos del mundo es proyectivo, es de apertura. En nosotros se da constantemente la posibilidad que las cosas sean de distinta forma. En nosotros se da la posibilidad de entender las cosas como posibilidad o cosa distinta a como son en realidad. En efecto, abrimos la posibilidad a que las cosas sean distintas. De esto se sigue que sobre aquello que no es, damos la posibilidad a que sea. Es decir, aquello que nos resulta falso, damos la posibilidad a que sea distinto. Por ejemplo, podemos imaginar que no todos los cuervos sean negros, o que no toda estrella tirite en el cielo. El conocimiento científico que tenemos acerca de las cosas es que damos la posibilidad a que las cosas sean de distinta forma. O lo que es lo mismo, de lo que no creemos que sea cierto, abrimos la posibilidad a que lo sea. Si demostráramos que no todos los cuervos son negros, o que no todas las estrellas tiritan en el cielo, nuestra forma de ver las cosas habría cambiado. De alguna manera estamos diciendo que las cosas que creemos que no son ciertas, damos la posibilidad a que lo sean o sea distinto. Y esto representa sin duda el primer paso para toda comprensión acerca del mundo. El ser se abre a la posibilidad del propio ser sea. Se abre la posibilidad de tener un conocimiento claro y distinto como un primer paso que damos adelante en el comprender. Aquello que en el mundo nos resulta probatorio o evidente, lo estaríamos teniendo en cuenta desde dos aspectos, desde la negación y desde la afirmación de las cuestiones. Que algo sea falso para nosotros, abre la posibilidad que su contrario sea verdadero. Si demostramos que 2 algo es cierto, estamos demostrando que no es falso. Todas las afirmaciones que puedo decir del mundo, implican un contrario. Que las cosas se nos muestren como evidentes implica cierta espontaneidad en el conocimiento. Yo conozco las cosas de forma espontánea, es decir, la evidencia misma de las cosas se me muestra sin yo quererlo. La idea que tengo del mundo se me representa de forma involuntaria. Yo no puedo decir afirmaciones contrarias al mundo y definirlas como probatorias. La evidencia que tengo los hechos sería incompatible con cierto tipo de pre comprensión o anticipo de lo que se va a comprender. Aquí el carácter más instintivo e irracional que racional que podemos tener del conocimiento. En cierta manera en todo comprender hay una renuncia. Una renuncia a la voluntad. Damos la posibilidad que las cosas sean distintas a como son. Se abre en nosotros la posibilidad que las cosas sean de distinta forma y con ello el conocimiento que tenemos de las cosas., se da la posibilidad que las cosas sean distintas. Nuestro conocimiento científico o hipotético que tenemos del mundo se basa en demostrar que cierta cuestión no es cierta, para afirmar que otra es verdadera. Como decían los viejos escépticos, llegado a un punto en nuestro comprender, no quedaría más remedio para nosotros que suspender el juicio acerca de la realidad (epojé). Nos vemos necesitados de negar sobre cualquier cuestión para tener de ella una idea. O lo que es lo mismo, necesitamos de darnos cuenta de que alguna cuestión no sea cierta para convencernos que otra si lo es. Suspendimos el juicio acerca de lo que podemos decir de la realidad. Este doble aspecto de la evidencia, que por un lado las cosas sean falsas, pero también signifique que otras sean ciertas, es el carácter ontológico que tiene toda comprensión. Es el carácter cualitativo de la comprensión o como también se ha dicho su carácter dialectico. Si yo suspendo el juicio, estoy negando que las cosas sean así, pero a la vez estoy probando que otra cuestión es cierta. Si yo diera la posibilidad a que todos los cuervos no fueran negros y que todos los astros que tiritan en el cielo no fuesen estrellas, quizás podría encontrar algún ejemplo que así lo indicara. Pero también ocurriría así cuando no encontrara ninguna prueba de ello. Es decir, en cada caso, podría seguir afirmando que bien todos los cuervos son negros o que no todos los cuervos son negros, o que todos los astros que tiritan en el cielo son estrellas o que no lo son con la misma rotundidad y fuerza que la contraria. La fuerza demostrativa es la misma en cada ejemplo que cojamos, tanto si descubriéramos que no todos los cuervos son negros, como que todos lo son, hemos suspendido el juicio acerca de alguna de estas dos afirmaciones. De aquí podemos imaginar que, si decimos que algo es cierto, no puede ser de distinta manera. Si a, entonces no b, no c, no d, etc. Pero si decimos que no a, entonces podemos decir que es posible que b, que c, que d, etc. De hecho, cualquier elemento distinto de a prueba que no a. De esta manera podemos constatar en que consiste toda reducción y toda indeterminación en el pensar. Si yo afirmo que algo es cierto, no puede ser de otra manera. Tratare de reducir toda cuestión al hecho que algo es cierto en cada caso, demostrando que los demás supuestos son falsos. Concienzudamente cogeré cada caso para demostrar que el primer caso es el verdadero. En esto consistiría la reducción eidética que podemos hacer del objeto de nuestro conocimiento. 3 Si yo afirmo que todos los cuervos son negros, he de dar la posibilidad a que existan cuervos que no sean negros. Si encontrara cuervos que solo fuesen negros, se cumpliría la primera premisa. Pero debería negar la segunda, es decir, la imposibilidad que existan cuervos no negros, por lo que suspendería el juicio acerca de esta cuestión. Por otro lado, si encontrara cuervos que no son negros, de alguna manera vería cumplida la hipótesis en el que afirmativamente no todos los cuervos sean negros. Pero lo que implica esta afirmación es que es falso que todos los cuervos sean negros. Por lo que igualmente me vería obligado a suspender el juicio. Porque para demostrar que algo es cierto, solo lo puedo hacer demostrando que otro supuesto es falso. Si yo pretendo demostrar que algo es cierto, solo lo podría hacer desde el supuesto que otra cuestión no es verdad. El abrirse a la realidad que tiene el conocer las cosas o el mundo, consiste precisamente en esta manera: las cosas no son, pero podrían ser distintas. En el podrían, se da la posibilidad misma de conocer, tanto si demostrando que las cosas son o no son. Se da la posibilidad que pueda considerar que todos los supuestos puedan ser verdaderos. Se abre así el ser a la indeterminación que todas las cosas sean posibles, que todos los supuestos sean posibles. Se abre la posibilidad en el ser humano que las cosas sean de distinta forma, se da indeterminación en nuestro conocer los objetos. Se puede así hablar de apertura del ser ante el conocimiento. Se abre el ser al conocer como proyecto. Es pues que el conocimiento que tenemos de las cosas tiene estos dos aspectos, y con ello la búsqueda de la verdad y el saber; la filosofía misma. Nuestra pretensión de conocer se basa en estos dos aspectos del saber, que las cosas sean verdaderas o falsas. Nuestro conocimiento científico que tenemos del mundo, entendido como aquello que se me presenta como evidente, puede ser de una manera, pero podría no serlo. Imaginen este doble aspecto de la verdad lo emocional que puede suponer para cualquier ser. Que podamos afirmar que todas las cosas sean ciertas, pero al mismo tiempo podrían no serlo. Como en la vida cotidiana, tanto unos asuntos como en otros, nos guiamos por lo que aparece evidente, claro y distinto, creyendo algo como verdadero a todas luces, pero como en ello hay un sentirse también equivocado, como ciertamente aun teniendo la evidencia de las cosas, nos equivocamos. Porque precisamente somos seres pensantes, somos seres emocionales. En la vida misma se da esa dualidad, que las cosas sean ciertas pero que puedan que no lo sean. El espíritu trágico de la vida misma donde no podemos afirmar nada ni negar nada; la vida misma no haya nada seguro en ella, no podamos nunca estar seguros de nada. que lo que no es sea, y lo que no es sea, es la posibilidad misma del conocer. Pero también nos sumerge en la incognoscibilidad de las cosas, en lo indeterminado que es el conocimiento, en el que no podamos estar seguro aparentemente de nada. Este hecho lo reflejaría el espíritu escéptico, cuyo sabio sabe que no puede estar seguro de nada. a lo mucho solo puede saber que llegado un momento necesita suspender el juicio ante lo que se le representa. Que todas las cosas que conocemos signifiquen también la posibilidad de cosas opuestas, por ejemplo, como se ha dicho, el amor se manifiesta con el odio, la valentía con el miedo, la plenitud con la perdida, y así como se dice todo se nos manifiesta de esta manera, como una dualidad de contrarios. Por lo que el conocimiento se nos mostraría de esta forma dual, que las cosas pueden ser verdaderas, pero también pudieran ser falsas. En esto consiste el doble aspecto que tiene para nosotros el conocimiento que tenemos de las cosas. 4 Hay pues una predisposición en nosotros de suspender el juicio, de llevarnos a la contradicción misma de los asuntos. Es en la contradicción donde se encuentra la evidencia. Porque de alguna manera, nuestra manera de comprender las cosas, consiste en demostrar que no es cierto que sean de otra manera. Se cumple así en el comprender una suerte de falsacionismo verificativo. El conocimiento que tenemos del mundo es siempre hipotético y se dirige a la contradicción, porque es en la contradicción, cuando suspendemos el juicio acerca de las cosas, cuando tenemos conocimiento de ellas. Imagine cualquier cuestión sobre la que ha negado su veracidad en su vida cotidiana. Se dará cuenta que eso mismo le llevara a afirmar que otras muchas cosas verdaderas, incluso de cosas que aparentemente no tienen ninguna relación. Cuando nos damos cuenta que algo no es verdad, eso implica que nuestra forma de ver la realidad cambia también, nuestra forma de considerar las cosas cambia. Cualquier situación de nuestra vida que nos hemos dado cuenta que algo no sea cierto, nos ha llevado a considerar otras muchas situaciones sean verdaderas, las cuales parecieran desconocidas para nosotros. Sería lo más parecido a una estructura bien formada que tocando cierto resorte hace cambiar el significado de toda esa misma estructura. Porque los objetos o hechos del mundo no cambian, son los que son, lo que cambiaría seria la forma de considerarlos o relacionarlos, o lo que es lo mismo, negamos y afirmamos objetos y hechos del mundo, en tanto estos significan. Imagine si hemos suspendido el juicio acerca de alguna cuestión, como nuestra visión de la realidad cambia. Las cosas se muestran distintas, no en el sentido que cambien los objetos; los objetos no cambian. Simplemente, la implicación que una cuestión para nosotros sea distinta, es capaz de modificar todo nuestro sistema de creencias. De aquí podemos considerar ese doble aspecto en el suspender el juicio acerca de las cosas, de aquí que todo suspender el juicio tenga un aspecto negativo que se basa en ese mismo suspender el juicio acerca la realidad y a su vez un carácter positivo en ese negar, que es la implicación de lo que negamos. Que las cosas no sean implica que otras sean. De aquí el carácter ontológico y no solo epistemológico que tenemos en el comprender. Pues si suspendemos el juicio sobre las cosas, es lo más parecido que anularnos como seres pensantes que somos. Hacer epojé implica un hecho positivo, porque al demostrarnos que las cosas no son de cierta manera, nos hemos dado cuenta que son de otra. Damos la posibilidad a que sean al menos distintas, si no contrarias. Pensamos en la posibilidad de las cosas, lanzar hipótesis sobre las cosas esperando que estemos en lo cierto y probemos que no todos nuestros cuervos son negros. Eso es lo único que nos hará pensar diferente. Pues necesitamos una prueba o demostración para que algo no sea cierto, si no distinto, necesitamos convencernos a nosotros mismos que las cosas son de forma distinta. Y no nos sirve cualquier idea. Si queremos ser científicos en nuestras afirmaciones, sobre lo que decimos, necesitamos tener prueba o evidencia sobre lo que decimos. De poco sirven por si solas las afirmaciones de las que no se tiene prueba, de la que no se tiene una idea clara y distinta. De poco sirve si suspendo el juicio si no tomo la realidad como verdadera. 5 A la vez podemos considerar, que si suspender el juicio de las cosas, es la única manera de tener conocimiento del mundo, que en él se dé ese aspecto positivo en el comprender, entonces el conocimiento de las cosas mismas representa un muro infranqueable para nosotros. Porque si suspendemos el juicio, es algo a lo más parecido a no saber. O lo que es lo mismo, no podemos tener evidencia voluntaria de las cosas. Si nos guiamos por lo que nos aparece como claro y distinto, el conocimiento que pueda tener de las cosas siempre escapara a nuestro control. Que suspendamos el juicio, es negar la posibilidad que tenga una idea de lo que pueda comprender cuando algo se me represente claro y distinto. En mi opinión, este hecho representa todo intento que ha llevado la metafísica para definir como accedemos al conocimiento de las cosas. Esto representaría lo incognoscible que tiene para nosotros el conocer mismo, en tanto se muestra como evidencia. Y también representa lo inseguro que podemos encontrarnos ante la cognoscibilidad de las cosas. De cómo las cosas son indeterminadas, son inciertas, de cómo no no es dado en tener una idea de lo que comprendemos. En eso consistiría el carácter problemático del conocimiento. Nosotros no podemos tener una idea de la que no tenemos evidencia. No podemos tener una idea de cómo son las cosas sin tener la prueba de que efectivamente son. Y eso es la prueba en cierto sentido que suspendimos el juicio acerca de nuestra realidad en el que las cosas ya serán distintas. Suspendemos el juicio acerca de la realidad, pero a su vez comprendemos que las cosas son distintas. Todo conocimiento que tenga significara cosas distintas a la idea que tenía. Pero como he dicho, suspender el juicio tiene un aspecto positivo, que es lo que toda esa negación implica. Que unas cosas no sean quiere decir que otras si sean. Aquí el carácter ontológico que tiene nuestra comprensión para nosotros. Así que nos veamos necesitados para comprender de haber previamente hacer epojé. Suspender el juicio se nos abre así también como posibilidad. EPOJE EN EL ARTE El fenómeno de suspender el juicio aparece en la obra de arte con mayor claridad. En el arte, el que contempla la obra se enfrenta directamente con la obra de arte, la cual tratara de comprender. Disfrutar la obra de arte, que es el fin de toda obra de arte, es experimentarla y comprenderla. La obra de arte se nos abre ante nosotros como objeto de conocimiento como se nos abriría el mundo. En el arte, tenemos un objeto reconocible, que es la obra de arte, la cual es mostrada al que la contempla. Entender la obra de arte es algo problemático, tanto como entender la realidad misma. La obra viene dada por lo que es, se muestra en nosotros de forma evidente, es decir, de forma no voluntaria. Somos espectadores ante la obra de arte en la que asombrados asistimos ante lo que vemos. Hay en el arte un ser llevado a creer algo. hay en el arte un verse desbordado por la obra de arte. Hay en el arte un ver sobrepasados nuestros sentidos, en el que la realidad se nos muestra de forma trascendente. Hay en el arte ciertamente un llegar al punto de vernos impelidos por lo que contemplamos. 6 Esto quiere decir que llegado a un punto suspendemos el juicio acerca de la obra de arte o lo que nos trata de mostrar dicha obra. En ella nos vemos llevados a creer cuestiones de la que sin duda no damos crédito a lo que vemos y asistimos con asombro ante lo que observamos. Imagínense a Edipo sacándose los ojos ante todo lo que le ocurría, el efecto que podría tener en el publico acerca de esa negación de la realidad. O en el género de terror, donde sin duda el espectador es llevado a suspender el juicio acerca lo que ve. En el que el público es llevado a dejar de prestar atención ante la obra de arte que contempla. En el que el público se ve sobrepasado ante a lo que asiste. En mi opinión, es en el arte, donde esa suspensión de juicio puede verse con mayor claridad. Ante la obra de arte el sujeto que contempla dicha obra, ciertamente suspende el juicio ante lo que contempla. El espectador es llevado a punto que suspende el juicio acerca de la realidad. Pero que las cosas no sean como creamos, implica sin duda que sean de otra manera. Que Edipo o todos los héroes trágicos fuesen incapaces de burlar el destino de los hombres, quiere decir que existe algo a lo que podemos llamar destino que determine las acciones de los hombres. Aquí el carácter de doble verdad, de tensión que tiene toda obra de arte. De aquí se haya dicho que el arte consista en una relación de opuestos. Bien y mal, orden y caos, héroes y antihéroes. y así toda relación de opuestos que se ha dicho siempre que podemos encontrar en el arte. El carácter probatorio que cualquier hecho sea falso y sea cierto al mismo tiempo forja esa tensión. Que experimentamos la falsedad de cualquier cuestión y a su vez signifique que otra sea verdadera es propiamente la tensión que refleja esa obra. Porque la obra de arte nos muestra esa dualidad, que las cosas son de cierta forma, pero pudieran ser de otra también. Eso es el doble aspecto que tiene todo lo que puede significar una obra de arte. Por un lado, su carácter negativo, que es propiamente la suspensión del juicio que llevamos a cabo, la realidad o hecho que negamos, por otro lado, su idea opuesta, de la que nos cabe más remedio afirmar. El arte se nos presentaría siempre en esa dualidad, en esa tensión, que es la significación que tiene para nosotros que las cosas sean verdaderas o sean falsas, en ello se forja el carácter positivo y negativo que tiene esta. Por ejemplo, en la literatura, o en el cine, como los protagonistas, sus opuestos, se enfrentan en esa tensión. La obra de arte se nos muestra cómo-aquello-que-la-realidad-no-es, aquí el carácter negativo de la obra de arte. El arte nos habla en negativo, porque las cosas que tenemos de comprender las cosas es de esta forma. No afirmamos que algo sea cierto, si no de la posibilidad de que sea distinto, probamos que no sea falso. Comprendemos la obra y de alguna forma nos implicamos en ella. Que suspendamos el juicio en la obra de arte significa el carácter negativo que tiene todo arte, pero también tiene un carácter positivo. Cuando negamos algo, afirmamos otra cosa. Si negamos que Príamo fuese capaz de salvar Troya de los aqueos, quizás pensemos de alguna manera que Troya fue destruida. Cuando evidenciamos que la realidad es falsa, otra afirmación es cierta. De esta manera, sobre todo en la literatura, el espectador es llevado a creer en la obra esa tensión entre que las cosas sean falsas o sean verdaderas. La contradicción que marca toda obra de arte, es la expresión de esa dualidad. Que bien las cosas podrían ser verdaderas, por lo cual no deberíamos preocuparnos, pero también que las cosas podrían ser 7 falsas, y nos no quedaría otra cosa que suspender nuestro juicio, comprender de alguna manera que las cosas son distintas. Cierto tipo de arte podría en ese sentido resultar contradictorio, imagínense ustedes el género de miedo o terror. Como es posible que algo así pueda provocar placer a los sentidos. ¿No sería posible sin la perspectiva que suspendimos el juicio ante lo que vemos? Y tampoco sería posible, como ocurre también en la tragedia, que encontremos un elemento positivo en ese suspender. El paso ontológico que supone el haber suspendido el juicio acerca de lo que nos dice la obra, el aspecto positivo que el negar la realidad implica, supone que hemos comprendido algo positivo de esa misma obra. Se le acusaba a Pirron hacer la vida imposible. Más bien representaba que en ese suspender se daba un momento positivo. Es decir, suspender el juicio produce placer a los sentidos. ¿Cómo podría la tragedia ática provocar placer donde los héroes griegos eran sacrificados? ¿Cómo el dolor que veo en los demás, incluso con quien puedo sentirme identificado, puede representar un placer para mí? ¿no habría tanto en un hecho negativo como un hecho positivo? Que Edipo no acabe asesinando a su padre y casándose con su madre se abre como posibilidad en la obra. De alguna manera, no se ha cumplido la profecía en un principio y el espectador da esa oportunidad que así suceda. Pero la profecía se cumple, por lo cual el espectador debe suspender el juicio ante lo que creía. Debe llegar a un punto de tener que negar la realidad, la posibilidad que las cosas sean distintas, eso implica ciertamente que la profecía se cumple y que de manera implacable los humanos son incapaces de burlar el destino. Podemos imaginar lo que eso puede provocar en el público, el hecho de negar la posibilidad que algo sea cuando toda la trama de la obra nos ha llevado a creer lo contrario. En ese momento en el que héroe griego se enfrenta a su verdadera realidad la cual no puede por menos que negar. En ese momento se da esa dualidad, que las cosas sean verdaderas o falsas, en el que los objetos que aparecen en la obra no cambian, si no cambian su significado. La desesperación que sufre el héroe en este caso, acaba haciendo cosas que así lo manifiesta. Es llevado a un punto de suspender la realidad misma, y con el ella el juicio. Pero si suspendiéramos el juicio y con ello se acabara todo, sin duda estaríamos muertos o algo peor. No podríamos ser consciente de todo eso mismo que la obra de arte nos demuestra como cierto. Eso supone que las cosas son distintas, hay positividad en la obra. Aquí la naturaleza positiva que tiene el arte. Si el arte produjera dolor, nadie querría consumirlo. Pero el arte, además de llevarnos suspender el juicio, nos produce placer. El arte tiene un elemento positivo. Imaginen cualquier tipo de arte que juega con nuestros temores. El arte nos habla en positivo también. Es pues que aun cuando lo que nos muestre la obra de arte un hecho negativo, un hecho en el que tengamos que suspender el juicio, eso supone para nosotros placer. Imagínense toda obra que nos muestra una realidad poco alentadora. Imaginen “el grito”. Como no es tan importante lo negativo que nos muestra esa pintura, que el hecho de suspender el juicio, lo que ese suspender nos hace significar. Que esto fuese objeto de debate, como el dolor puede producir placer, significa que debemos suspender el juicio acerca de lo que nos muestra la obra de arte. Llegado un punto, negamos la realidad que se nos muestra. En esto consistiría la implicación del público ante la obra de arte, como ese mismo publico experimenta la obra, la entiende y la comprende. 8 El arte supone un fenómeno ontológico, nuestra manera de comprender arte seria ontológica. Nuestra manera de comprender es aprehender la realidad y considerarla positivamente como un fenómeno del mundo, es decir, un fenómeno de la experiencia. Se ha hablado de la experiencia del arte, algo que lo podemos considerar con las mismas propiedades que la experiencia que podemos tener del mundo. algo que podríamos considerar como de realismo en el arte y es algo que podemos ver en la crítica del arte. es decir, el arte se nos muestra con la misma categoría que podría mostrarse cualquier otro tipo de experiencia de nuestra vida. Esto significa que nos implicamos en la obra de arte, como lo haríamos en nuestra vida cotidiana. De aquí el crítico de arte pareciera que toma el fenómeno del arte como algo que ocurriera igualmente en su vida cotidiana. Sus juicios de valor en sentido ético así lo indican. Por lo que podríamos hablar de moral en el arte o que toda crítica del arte es una crítica moral. No habría separación entre experiencia vital y experiencia artística. El arte se nos muestra como “lo real”. Encontramos como a lo largo del pensamiento humano también se ha dado esta dualidad o tensión. Como distintos pensadores y escuelas tenían su propia visión de los hechos, que se oponían a los otros, en el sentido de tomar cuestiones claves en términos de verdad o falsedad. Escépticos y estoicos parecieran haberse visto enzarzados en esta discusión en los que quizás los dos tenían razón. Y muy probablemente con el motivo del arte de por medio. Ya que por un lado suspendimos el juicio sobre lo que contemplamos, y por otro lado asentimos. Por un lado, llegamos a un punto que tenemos que negar que la realidad sea cierta, es decir, debemos suspender el juicio. Por otro lado, tenemos que llegar a un punto, cuando suspendemos el juicio, de llegar a afirmar que las cosas bien son de cierta manera, que es lo que la misma negación de la realidad implica, por lo que debemos de asentir. Asentir y suspender el juicio solo serían los dos aspectos que para nosotros es tomar como evidencia las cosas. Hay negatividad, pues debemos negar la realidad, pero hay positividad, que es propiamente el significado de lo que implica esa misma negación. Que las cosas sean inciertas, pero tenemos la necesidad de tomar partido por una opción u otra. De alguna manera nos toca tener que elegir, e implicarnos en ese elegir, aun cuando comprendemos que en el elegir mismo haya un mal elegir. Debemos de tener que elegir en negar o en afirmar los hechos. Hay algo positivo con el hecho de suspender el juicio. Eso es lo que propiamente el ser comprende, pero no llega a ello sin haber suspendido el juicio. Y es también lo que no comprende, lo que asiente, como decían los estoicos. Podemos imaginar que los objetos de discusión eran los mismos, desde una tragedia ática a una canción o pintura o el movimiento de los astros. Pero su interpretación era distinta, en términos de verdad o falsedad, las cosas podrían significar siempre cosas distintas. Los hecho clave o hechos cruciales en el arte como los que se refieren al mundo, es lo que podemos tomar en términos de verdad o de falsedad. Pues son los hechos que cada uno de nosotros afirman o niegan. De aquí la interpretación que cada cual tiene del arte sea diferente. Por lo que aquí lo verdaderamente llamativo del arte, es que podemos afirmarlo o negarlo, al igual que podemos afirmar o negar cualquier objeto o hecho del mundo. Lo que para alguien 9 pudiera ser prueba de la providencia de los dioses, para otro pudiera ser prueba de la indeterminabilidad del destino. De este hecho se llegó a discutir entre los propios escépticos la posibilidad que Carneades no hubiera existido sin haber existido Crisipo, y así toda serie de personajes que siempre tuvieron toda suerte de intereses encontrados, como sabemos. Porque tanto uno como otros, no daban el mismo rango de verdad a los hechos que se le mostraban, siendo para algunos falsos, siendo para otros verdaderos. Lo que si podían considerar todos que el problema el conocimiento de las cosas estaba ahí, existía. Los objetos del mundo existen, es sin duda esto la realidad objetiva. En el caso del arte, una tragedia o una pintura. Pero la manera de considerarlo, tanto como lo tomara verdadero como lo tomara como falso, hace cambiar todo el significado que podemos dar a una obra de arte o cualquier hecho del mundo. De aquí la consideración que todo arte significa para el intérprete cosas diferentes, porque tanto podemos afirmar como negar cualquier hecho que se nos muestre. Y todo arte constaría de ciertas cuestiones centrales en la que se desarrolla toda la trama. Tanto podemos afirmarlas como negarlas, y en ese sentido el espectador se implica en esa obra porque es llevado de alguna manera a elegir. Es cuando ha elegido, cuando se ha implicado verdaderamente en la obra, se ha sumergido en ella. Todo lo que ocurra, todo lo que se le muestre tendrá que ver con él, pues le pasara a él. ETICIDAD Y EPOJE Para comportarnos debemos procurarnos poder afirmar algo de la realidad. Comportarnos es implicarnos, sin duda, y de alguna manera necesitamos para ello afirmar que algo de la realidad sea verdadero. Debemos de estar seguros que la realidad es de cierta manera. ¿Cómo podríamos hacer todo lo que podemos hacer en el mundo si no tenemos una idea de cómo es ese mundo? ¿Cómo podríamos comportarnos si no tenemos un compromiso que las cosas son de alguna manera? ¿Cómo podríamos actuar si no hemos conocido como son las cosas, si no hemos afirmado que las cosas sean de alguna forma? Porque si fuésemos a la realidad sin tomar algo como verdadero seria como actuar sin implicarnos nosotros mismos en nuestras acciones, lo cual es imposible. En ese sentido podemos decir que debemos estar seguros de la existencia de cualquier objeto de nuestra realidad, tanto en una situación como en otra. Es decir, en la situación en la que nos encontramos y en cualquier otra situación posible ese mismo objeto debe existir Desde un matemático que resuelve problemas complejos, al escultor que cincela su obra de arte. Necesitamos concebir las cosas como verdaderas. O lo que es lo mismo, tenemos que tener cierta idea del mundo para comportarnos. Es sin duda lo que se ha llamado el carácter teleológico del conocimiento. Tenemos que tomar algo como cierto para comportarnos. Nos debemos disuadir de alguna manera que existe algo, que es el objeto de nuestro conocimiento. Negar la realidad de las cosas es implicar otras. Y es con aquello que implica con la idea con la que actuamos en el mundo. Las cosas son como pensamos, porque nos comportamos según 10 eso mismo que pensamos. Los conceptos que formamos acerca de las cosas tiene como el fin el que nos sirva para conducirnos de alguna forma. Cuando formamos un concepto sobre algún objeto tiene para nosotros el fin que nos sirva en sentido conductual. Lo conductual surge desde la finalidad que tienen para mí los objetos del mundo Al igual que nuestra realidad, el arte produce un efecto en que lo contempla, un efecto que solo puede entenderse de manera causal. El sujeto reacciona ante la obra de arte. Porque llegado a un punto en el que suspendemos el juicio acerca de la realidad, nada de lo que podría haber dicho ya es igual. No hay conexión lógica posible en el paso siguiente que he suspendido el juicio. No existe nexo de conexión entre el sujeto y el objeto. O lo que es lo mismo, existe un vínculo que solo es causal entre conocer y comportarnos, lo que para nosotros el objeto o la obra implica. Existe un nexo que solo es causal entre el sujeto que comprende y la obra de arte que es comprendida. El fin de la lógica seria eminentemente práctico. Se refiere siempre a su carácter práctico; lo lógico en el mundo se refiere a la finalidad, al que para que sirve. Siempre tendremos una lógica incompleta que no pueda dar nunca cuenta de la implicación de todas las cuestiones que pueden aparecerme en el mundo. En tanto la lógica se refiere siempre a hechos del mundo, que pudieran ser verdaderos, pero también pueden ser falsos. Porque la lógica siempre se referirá a los hechos de forma condicional. Algo es cierto si las premisas son ciertas. Algo será cierto si otra cosa también lo es. Unas premisas se seguirán siempre de otras. Pudiera imaginarse una lógica que diera cuenta de las cosas desde su finalidad, si algo así fuese posible. Podría construirse una lógica que diera cuenta de nuestro suspender el juicio acerca de la realidad, las implicaciones que tiene este suspender el juicio en nosotros. Una lógica en el que nuestro afirmar o negar las diferentes cuestiones, no invalida otras, si no que implican que sean de distinta forma. Una lógica en la que los objetos de la realidad no cambian, si no significan distinto según afirmemos o neguemos cuestiones concretas. Se abriría también la posibilidad de entender el arte de forma causal, como la obra de arte tiene un efecto en nosotros mismos. Que es una relación entre sujeto y objeto, y como el objeto del arte tiene para nosotros un efecto, tiene para nosotros un efecto conductual. De aquí se ha afirmado el carácter a posteriori que tiene para nosotros todo conocer. Porque de alguna manera, que hayamos comprendido, y por tanto comportado, pasa inconsciente para nosotros. Nos damos cuenta cuanto significa el mundo por nuestra conducta. Somos conscientes a posteriori de lo que significan las cosas, porque el aspecto positivo de negar la realidad se manifiesta en la conducta que tenemos. Porque el objeto del mundo, en este caso la obra de arte. tiene un efecto en nosotros, según nos comportamos. Decimos que las cosas son ciertas o falsas porque implica nuestra conducta. Suspender el juicio acerca de las cosas tiene un efecto conductual en mí. El arte al igual que cualquier objeto de conocimiento produce un efecto conductual en el que contempla arte. Todo lo que puedo saber positivamente, no es más que mi propia conducta, el efecto que para mí tienen los objetos. Es propiamente todo lo que puedo conocer a posteriori. Se decía que Sócrates solo sabía que no sabía nada. o como también se decía, el sabio no tiene opinión. Porque lo realmente que podemos concebir como verdadero, es lo que supone una conducta para nosotros. Porque si yo opino sobre cualquier cuestión que no implica mi 11 conducta, tendré una opinión falsa. Cuando actuamos hemos comprendido y cuando hemos comprendido hemos actuado. Es ese momento en el que negamos la realidad, suspendimos el juicio, y con ello negamos la realidad fuese posible, aparece un aspecto positivo, que se manifiesta en nuestra conducta, y es conocida por nosotros solo de forma a posteriori. Que es propiamente la implicación lógica de suspender el juicio. Y es propiamente el aspecto significativo de cualquier objeto de conocimiento. podemos decir que el arte tiene un efecto en nosotros. Suspendemos la realidad acerca de lo que percibimos, pero en ese suspender, negar la realidad misma de las cosas, evidenciar que las cosas no son reales, se da como hecho negativo, pero a la vez se da como hecho positivo, y ese hecho positivo se manifiesta en nuestra conducta. Porque negar, es decir, suspender el juicio, me ha llevado a afirmar irremediablemente que otras cosas son ciertas en sentido conductual. Imaginen una antigua ciudad griega cualquiera que en las fechas señaladas en el que se representaba teatro trágico o cualquier otro tipo de arte, al que asistían numerosas personas. Como esa misma obra, con su epojé, determinaba la vida de las personas que a esa obra asistían, su conducta, su forma de llevarse en la vida, por tanto, de comportarse de una o cierta manera como seres sociales en comunidad. Al llegar a la siguiente representación quizás podrían ver otra obra de arte, o la misma, pero determinaba igualmente en medida la conducta de quien podría ir a ver en esa obra. Es decir, el arte que contemplaba de alguna manera determinaba sus vidas cotidianas, como norma moral a seguir. Todos vieron lo que le ocurrió a Edipo, y de alguna manera se comportaran de la implicación del hecho de todo lo que a Edipo le pudo ocurrir. Que hay que ser obediente con los dioses, los cuales determinaban todos los designios humanos, o quizás, no menospreciar el destino. Esto quedaría materializado en normas sociales o comportamientos concretos. Podemos imaginar cómo ese mismo ritual ocurre en las sociedades modernas avanzadas, como se cumple que el individuo consume arte. Como ese mismo arte provoca en el individuo una conducta. En esto consiste el carácter positivo del arte. Que no es otra cosa el aspecto positivo de nuestro suspender el juicio de la realidad, la implicación lógica que tiene ese suspender el juicio en nosotros. El arte sería una especie de mecanismo que tiene las sociedades para crear cierta positividad en la conducta. Porque de igual manera que sin realidad no existiríamos, sin objeto de arte no es posible la expresión humana del pensamiento. El ser humano a través del arte solo podrá subliminar su pensamiento, que le dará la certeza para comportarse en la vida. De la misma que no puede darse sujeto sin objeto. No se puede dar pensamiento sin arte. y esto propiamente queda reflejado en normas sociales. Lo raro, lo distinto, lo novedoso, eso hace prestar atención al arte. Lo que se han denominado las modas. Lo novedoso se imita. Lo contradictorio que encontramos en el arte, es lo que propiamente nos asombra, nos cautiva, nos escandaliza. Lo distinto es lo que llama nuestra atención. Porque es a través de suspender el juicio acerca de las cosas con lo que nos aseguraremos una conducta, a través de suspender el juicio de las cosas es con lo que nos aseguraremos afirmar que las cosas son de cierta forma distinta. De aquí la implicación de quien consume arte, porque lo que está en juego es su conducta, que se materializa que las cosas sean verdaderas o sean falsas. Que es lo que propiamente ha 12 comprendido de la obra. Por eso el espectador se implica en la obra de arte. Quien consume arte se implica en la misma obra. Significa eso que se comportara según la obra le muestra. Si el arte es capaz de determinar la conducta, el buen arte o el mal arte será para nosotros quien explique de mejor manera nuestra propia experiencia o nuestra realidad social. Ya que el arte también genera rechazo al arte, en tanto experiencia que es. El buen arte y el mal arte seria el capaz de hacer reflejar nuestra cotidianidad. Allí es donde se resuelve el éxito que pueda tener el arte. BIBLIOGRAFIA ¿QUE ES METAFISICA? MARTIN HEIDEGGER. EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL, HERBERT MARCUSE. FILOSOFIA DE LA MENTE Y DE LA CIENCIA COGNITIVA, JOSE HIERRO-PESCADOR. HISTORIA DEL ESCEPTICISMO GRIEGO, MARIA LORENZA CHIESARA. HISTORIA DE LA FILOSOFIA, GIOVANNI REALE, DARIO ANTISERI. LA IDEA DE LA FENOMENOLOGIA, EDMUND HUSSERL. LA REPUBLICA DE LOS FINES, JORDI CLARAMONTE. SABIOS Y NECIOS: UNA APROXIMACION A LA FILOSOFIA HELENISTICA, SALVADOR MAS. TEORIAS DEL ARTE: DE PLATON A WINCKELMANN, MOSHE BARASCH. 13