LA SUPUESTA ASOCIACIÓN ENTRE LA VACUNA TRIPLE VIRAL Y EL AUTISMO El autismo es un trastorno que afecta el cerebro y que hace que la comunicación y la interacción con otras personas sea más difícil. Las causas del autismo se desconocen. De todos modos, se cree que la genética, las diferencias en la anatomía cerebral y las sustancias tóxicas en el medio ambiente contribuyen al desarrollo de esta afección en los niños. Entonces, ¿cómo surgió la idea de que las vacunas desempeñan un papel en el desarrollo del autismo? Mucha parte de la culpa reside en un estudio publicado en 1998, donde se sugirió que la triple vírica (vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola), o una infección provocada de forma natural por el virus del sarampión, puede causar el autismo. Desde entonces, ha habido una gran cantidad de estudios científicos que han mostrado que no existe ninguna relación entre las vacunas, o cualquiera de sus ingredientes, y el autismo. Y se comprobó que la investigación en que se basaba ese estudio era falsa, el médico que lo publicó perdió su titulación y la revista de medicina que lo publicó se retractó (lo que significa que reconoció que el artículo nunca tendría que haberse publicado). A pesar de la gran cantidad de pruebas que existen sobre lo seguras y eficaces que son las vacunas, algunos padres siguen optando por no vacunar a sus hijos, o por retrasar sus vacunaciones. Pero esto es muy arriesgado, porque enfermedades, como el sarampión, que se pueden prevenir mediante la vacunación, siguen existiendo a nuestro alrededor. Por lo tanto, si un niño no vacunado desarrolla una de esas enfermedades que se pueden prevenir, las personas que estén en contacto con él podrían enfermar e incluso llegar a morir. A veces, los niños pueden tener una reacción a una vacuna, como febrícula o un sarpullido. Pero está claro que el riesgo de tener reacciones graves a la triple vírica y a otras vacunas recomendadas son reducidos, en comparación con los riesgos asociados a las enfermedades (a menudo graves) que las vacunas permiten prevenir. Si le preocupa cualquiera de las vacunas recomendadas, hable con el médico de su hijo al respecto. Pregúntele sobre los efectos beneficiosos y los riesgos de cada vacuna y sobre por qué son tan importantes. La publicación del artículo de Wakefield et al. en The Lancetdesencadenó una reacción de rechazo a la vacuna triple vírica, a pesar de que se trataba solo de una serie de casos y la asociación entre la vacunación y el autismo hubiera podido muy bien ser anecdótica. Sin embargo, más tarde se comprobó que tal asociación era espuria, debido no solo a sesgos ocultados sino también a alteraciones interesadas de los datos y a otros comportamientos impropios de dos de los autores que por ello fueron expulsados del colegio de médicos. Finalmente el artículo fue retirado de la revista. Este episodio invita a reflexionar sobre la credibilidad y la confianza que merecen las autoridades y los profesionales a la población, así como sobre los recelos que pueden plantearse cuando se producen potenciales conflictos de intereses entre los profesionales, la industria, las revistas y la población. Un aspecto de particular interés es el de las expectativas distorsionadas sobre las posibilidades de las intervenciones sanitarias, incluida la vacunación, especialmente respecto de la dimensión individual y la colectiva de la prevención.