Ejemplo de comentario de Nietzsche.10

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COMENTARIO DE TEXTO. TERCERA EVALUACIÓN. NIETZSCHE.
Elabora una composición filosófica respondiendo a las cuestiones siguientes:
1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del
texto.
2) Comentario del texto:
Apartado a) Explicación de las dos expresiones subrayadas.
Apartado b) Exposición de la temática.
Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor.
3) Relación del tema del texto con la posición filosófica de otro autor y valoración
razonada de su actualidad
Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?....Por
ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de
devenir, su egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa cuando
la deshistorizan, sub especie aeternis [desde la perspectiva de lo eterno],
cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido
manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus
manos no salió nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores idólatras
de los conceptos, cuando adoran,- se vuelven mortalmente peligrosos
para todo, cuando adoran. La muerte, el cambio, la vejez, así como la
procreación y el crecimiento son para ellos objeciones,- incluso
refutaciones. Lo que es no deviene, lo que deviene no es….Ahora bien,
todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es. Mas como no
pueden apoderarse de ello, buscan razones de por qué se les retiene.
Tiene que haber una ilusión, un engaño en el hecho de que no
percibamos lo que es: ¿dónde se esconde el engañador?
Nota:Del apartado “c” del comentario de texto (ejercicio 2) hay dos
versiones. De la pregunta 3, se ha hecho la relación del tema del texto con
otro autor ( en este caso, Descartes). Como la valoración razonada de su
actualidad es una tarea personal, y no hay una única respuesta válida,
cada uno debe poner lo que considere oportuno. En las fotocopias
entregadas sobre Nietzsche aparecen elementos para hacer la valoración,
y también tenéis más material para la valoración crítica y la actualidad del
pensamiento de Nietzsche.
1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor
del texto
La obra a la que pertenece este fragmento, El Crepúsculo de los ídolos, fue
escrita y publicada en 1888. Es una obra que pertenece al último periodo filosófico de
Nietzsche, antes de que, en 1889, sufriera un colapso en Turín y perdiera la lucidez.
Aunque es una obra de su último periodo, en ella se recogen elementos de todo su
trabajo anterior, incluso desde la primera obra ( El nacimiento de la tragedia en el
espíritu de la música, de 1871), pues toda la filosofía de Nietzsche es una crítica a la
cultura occidental ( desde sus raíces griegas y judeocristianas) y una exaltación de la
vida fuera de toda trascendencia que niegue el valor inmanente del devenir a favor del
1
carácter ilusorio de una realidad perfecta, inmutable, eterna., llamémosla como la
queramos llamar ( el Ser de los filósofos, el Dios de los creyentes, el progreso, la
nación, la raza, la democracia, el comunismo…. de los “hombres modernos”). Nietzsche
se consideró a sí mismo un hombre intempestivo, fuera de su tiempo, contradiciendo
todo lo que los demás veían como modernidad y avance en el revolucionario siglo XIX,
en el que se desarrolló su vida y su obra. Junto con Freud y Marx, Nietzsche será
llamado un “filósofo de la sospecha” ( Paul Ricoeur), pues desconfía de lo considerado
verdad hasta el momento, y es el autor que de manera más radical critica no sólo su
tiempo y su cultura ( especialmente la alemana), sino toda la cultura occidental. Su obra
se desarrolla en cuatro etapas, en las cuales podemos ver la influencia de la cultura y de
las circunstancias europeas.
Nietzsche nació en Alemania en 1844, en un ambiente muy religioso, en una
sociedad en la que la moral seguía siendo profundamente cristiana, pese a la
secularización. Su vida y su producción filosófica transcurren en la segunda mitad del
XIX ( Nietzsche muere en 1900), un siglo conocido como el siglo de las revoluciones
en todos los ámbitos: industrial, demográfico, científico, técnico, social y político. Se
trata de un siglo que hereda los principios de la Ilustración ( igualdad, libertad,
fraternidad, tolerancia, progreso, lucha contra el Antiguo Régimen), pero también sus
fracasos, por eso es un siglo que, junto a todos sus “logros” ( progreso económico y
técnico, avance de movimientos democrático-liberales y socialistas, secularización de la
cultura) mostró rápidamente sus “sombras” ( pauperización del proletariado, alienación
del trabajo, imperialismo y expolio de las colonias, nacionalismos excluyentes,
ideologías racistas, métodos políticos de control sobre el individuo con ideologías
totalitarias, militarización de la ciencia) que se manifestaron en las dos contiendas
mundiales del XX. Se trata del desarrollo de lo que, en el siglo XX, la Escuela de
Frankfurt, después de la Segunda Guerra Mundial, llama el desarrollo de la razón
instrumental, deshumanizadora.
Tras los años de infancia y juventud (1844-1868), en los que se forma en
filología clásica, abandona la Teología como estudios y como salida profesional (su
familia paterna eran pastores protestantes) y se interesa cada vez más por la filosofía,
comienza su etapa como catedrático de filología clásica en Basilea (1868-1879). El
capitalismo industrial se internacionaliza y llega también a Alemania, y junto al
capitalismo industrial, los movimientos socialistas y obreros. De forma sucesiva
(1830,1840, 1848,1871) se producen revoluciones liberales, socialistas y obreras que
fracasaron. Se asiste a la aparición de los sistemas de control sobre el individuo por
parte de los regímenes reaccionarios conservadores, apoyados en la idea de Nación, de
Imperio, de exaltación de la raza y del espíritu del pueblo. En 1870 se crean los Estados
nacionales de Alemania e Italia y la guerra franco-prusiana, en la que participa
Nietzsche de forma voluntaria como enfermero. A esta etapa en Basilea, en contacto
con el mundo académico, bajo la influencia de Schopenhauer y Wagner, Nietzsche
desarrolló su periodo romántico o Filosofía de la noche. En su primera obra ( El
nacimiento de la tragedia), dedicada a Wagner, Nietzsche cree ver renacer el espíritu
trágico tras el malentendido socrático ( el triunfo de la razón, de los valores morales
objetivos y universales) que ha dominado en occidente hasta sus días. Nietzsche
participa de la reacción antihegeliana que se da en sectores de la filosofía. Schopenhauer
y su noción de la vida como voluntad, del mundo como representación que se hace el
hombre, del arte como forma de abordar la realidad, influyen poderosamente en
Nietzsche. También el Romanticismo (movimiento cultural de la primera mitad del
XIX), con la exaltación del genio, de la individualidad, de la pasión, de la intuición,
frente a la racionalidad. Prototipos de artistas románticos son para Nietzsche Wagner
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(con quien traba una gran amistad, rota dolorosamente en 1878), y Goethe ( por quien
siempre sentirá una gran admiración). A la vez que se siente unido a Schopenhauer y
Wagner, siente rechazo por las ideologías políticas que aglutinan movimientos políticos
y sociales del momento: el igualitarismo democrático, el socialismo (utópico o
científico), el nacionalismo. Para él, son nuevos valores pero en absoluto modernos, son
nuevos refugios para lo que él llamará el hecho histórico más importante del momento:
la muerte de Dios, la desvalorización de los ideales de occidente (efectivamente, en el
XIX se observa la crisis de certidumbres en todos los ámbitos de la cultura). Tampoco
la idea de ciencia positiva, propia del positivismo (Augusto Comte) le parece una
respuesta creativa ante la crisis de valores, de certidumbres. Sí que influyen en él de
manera importante el darwinismo y las corrientes vitalistas en biología ( Claude
Bernard, Reinke), pero la disposición de la ciencia y de la técnica del momento al gran
monstruo Leviatán que es el Estado, le parece un signo de decadencia.
Enfermo, en 1879, Nietzsche consigue una baja definitiva como catedrático de
Basilea. Desde entonces hasta 1889, llevará una vida errante de pensador solitario. En
estos diez años, pasando los veranos en Suiza ( Sil-s Maria) y los inviernos en Italia, se
desarrollan tres etapas de su filosofía. El periodo ilustrado o Filosofía de la mañana (
Humano demasiado humano, Aurora, la Gaya Ciencia) continúa con la crítica a la
cultura occidental, desligado del pesimismo de Schopenhauer, rota su amistad con
Wagner, por considerar que éste encerraba un espíritu decadente con su exaltación del
cristianismo, de la nación alemana y del antisemitismo. Influyen en él los filósofos
ilustrados (especialmente Voltaire), el individualismo de Stirner, la lectura de
Dostoyevski y de Stendhal.
El siguiente periodo, el de la filosofía de Zaratustra o filosofía del Mediodía
(1883-1885) es fundamental. A él pertenece una obra capital: Así habló Zaratustra, una
obra para todos y para nadie. En él no solo aparece la crítica a la cultura, sino sus
conceptos claves: nihilismo, transmutación de los valores, voluntad de poder, eterno
retorno, superhombre.
El último periodo, la filosofía del atardecer, del ocaso, es el periodo de la crítica
más demoledora. En todas sus obras ( Más allá del bien y del mal, Genealogía de la
Moral, el Anticristo, El Crepúsculo de los ídolos, Ecce Homo) aparece “el martillo”, el
método psicológico-genealógico para hacer “sonar”, “auscultar”el vacío que se esconde
detrás de los grandes valores de la cultura occidental, destruirlos y “cincelar” los nuevos
valores. Pero Nietzsche no tiene tiempo para escribir lo que él llamaba su obra
definitiva para la posteridad: La voluntad de poder. En enero de 1889 sufre un colapso
en Turín, en la plaza de Carlo Alberto. Es diagnosticado de parálisis cerebral. Desde
1889 hasta 1900, año en el que muere, Nietzsche vive en estado casi vegetativo, cuidado
primero por su madre y después por su hermana Elizabeth (con quienes siempre tuvo
una muy difícil relación, especialmente con su hermana, a causa de su antisemitismo).
Elizabeth, que siempre había intentado manipular las publicaciones de las obras de su
hermano (hasta 1969 no hay ediciones sin manipular de Nietzsche), creó, recogiendo,
retocando y recortando notas de su hermano, La voluntad de poder, en 1901. Esta obra
se convirtió en una “Biblia” para la Alemania del Tercer Reich.
2) Comentario del texto.
Apartado a)
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Devenir: Término que pertenece a la ontología nietzscheana (inspirándose en Heráclito)
para aludir a la vida como realidad fundamental en continuo cambio y transformación,
sucesión constante, eterno retorno de fenómenos de muerte, nacimiento, creación y
destrucción, orden y caos (lo apolíneo y lo dionisiaco). El devenir es la naturaleza de lo
real, manifestación de la voluntad de poder, la fuerza creadora primordial que busca ser
y ser aún más, y se manifiesta en una multiplicidad de fuerzas en equilibrio y
desequilibrio, pulsiones, instintos, lucha y necesidades.
La reivindicación de la vida (Filosofía del sí, vitalista) como devenir, sin un
sentido trascendente, y el rechazo (filosofía crítica, del no) de cualquier intento de negar
el cambio, creando la mentira metafísica del “ser” estático, esencia oculta de la realidad,
forman parte de una constante en la filosofía de Nietzsche. En este fragmento, dice que
los filósofos pueden ser reconocidos por un síntoma: su odio al devenir (cambio, vejez,
procreación, crecimiento), su egipticismo.
Momias conceptuales. Esta metáfora nietzscheana alude a los conceptos y a su función
aniquiladora de lo real dentro de la filosofía. El análisis de los conceptos, de su origen y
evolución, forma parte de la filosofía crítica de Nietzsche, del nihilismo activo como
actitud con la que quiere destruir los valores decadentes de Occidente para hacer posible
la transmutación de los valores (Nietzsche propone el Arte y no el pensamiento
conceptual como la mejor forma de interpretar la realidad). La aplicación del método
psicológico-genealógico a los conceptos le permite encontrar las motivaciones que se
ocultan tras los conceptos y desenmascarar su falta de sentido. Los conceptos son
resultado de la evolución de la metáfora, fruto de la convención social y lingüística, y se
convierten en los grandes transmisores y perpetuadores del espíritu decadente de
Occidente. Los conceptos son necesarios para vivir con cierta seguridad ante una vida
que nos desborda, pero en absoluto representan la realidad (creer esto es caer en el
fetichismo del lenguaje).Los filósofos, por su egipticismo, son los grandes encargados
de crear y perpetuar conceptos, momias conceptuales: Ser, Cosa, Sustancia, Yo,
Objetividad, Verdad…, y el concepto más vacío de contenido real: Dios. Por eso dice
Nietzsche que nunca dejaremos de creer en Dios mientras no dejemos de creer en la
gramática.
Apartado b)
Este fragmento del Crepúsculo de los ídolos presenta una temática ontológica (el
devenir frente al ser en la filosofía) y epistemológica (el pensamiento conceptual de la
filosofía) al abordar el problema de la actitud de los filósofos ante la realidad.
Sintetizando el texto, Nietzsche nos dice que es característico de la filosofía (de los
filósofos) su odio al devenir (la muerte, la vejez, el cambio, la procreación, el
crecimiento), su egipticismo, un odio que se traduce en la creencia en el ser y en la
adoración de los conceptos y de la lógica (lo que es no deviene, lo que deviene no es),
vacíos de contenido real ( los conceptos son momias de la realidad). Ya que el ser de los
filósofos es inaprehensible, estos consideran que debe haber una causa para este
engaño(no consideran que la propia noción de ser sea un engaño).
La estructura del texto es la siguiente:
- Presentación de la pregunta central del fragmento- la característica de los
filósosfos- y su respuesta: el odio al devenir (el egipticismo). “Me pregunta usted…su
egipticismo”.
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- La manifestación del odio a la realidad (el devenir) en el pensamiento
conceptual y lógico, vacío de contenido real, pero en el que creen y al que adoran:


El pensamiento conceptual como una visión del mundo desde la
perspectiva de lo eterno que mata la realidad al creer en los conceptos
(momias conceptuales) y arrancan de la historia (de la temporalidad) a la
realidad. “Ellos creen….., cuando adoran”.
El pensamiento conceptual como resultado de la creencia desesperada en
el ser, que considera el devenir como algo refutable desde la lógica
(siguiendo el principio de no contradicción). “La muerte, el cambio, la
vejez……en lo que es”.
- La consecuencia de creer en un ser que no perciben y de odiar el devenir que se
percibe es la necesidad de encontrar una causa que produzca la inaprehensión
del ser. “Mas como no pueden apoderarse de ello….¿dónde se esconde el
engañador?”
Apartado c)
Este fragmento pertenece al apartado tercero del Crepúsculo de los ídolos
titulado “La Razón en la filosofía”. En este apartado Nietzsche nos expone críticas
fundamentales a la filosofía (y también a la ciencia), tanto a su ontología como a su
epistemología: el odio a la vida, a la realidad (odio al devenir), la creación del
pensamiento conceptual vacío de contenido, la hipertrofia de la razón, la
minusvaloracion de los sentidos, la confusión del concepto con la realidad, el fetichismo
del lenguaje. En concreto, en este fragmento nos encontramos el odio al devenir y el
pensamiento conceptual-lógico. Son dos fenómenos que nos remiten a un hecho
histórico que hunde sus raíces en la tradición griega, y que el autor rastrea hasta el
momento actual para criticarlo y poder acabar con él: el nihilismo o decadencia vital de
la cultura occidental, manifestada en el platonismo o visión dual de la realidad (el ser
frente al devenir). Nietzsche considera que este nihilismo ha llegado hasta un momento
de crisis de los valores vigentes ( “Dios ha muerto”), y es el gran momento para la
“aurora” de la humanidad ( la transmutación de los valores, la llegada del
Superhombre). El Crepúsculo de los ídolos es una exposición de esta decadencia de los
valores vitales ( en palabras del autor, ídolos quieren decir ideales, viejas verdades, las
grades mentiras que llegan a su fin, como la mentira del Ser). La obra lleva un subtítulo
revelador que nos dice cómo se va a mostrar esta decadencia y acabar con ella: “Cómo
se filosofa con el martillo”, es decir cómo se aplica el método psicológico-genealógico (
el martillo) a los conceptos para encontrar las motivaciones ocultas, seguir su evolución
en el lenguaje, y una vez mostrada su auténtica realidad, destruirlos y hacer posible la
transmutación de los valores, acabar con los valores decadentes ( Moral de esclavos, del
rebaño) y crear nuevos valores acordes con la vida ( Moral de señores, del
Superhombre).
Se puede decir que Nietzsche quiere acabar con el nihilismo pasivo/reactivo, el
pesimismo de quienes no creen en nada, y ejercer el nihilismo activo (negar para crear).
Se trata de criticar la filosofía, la ciencia, la moral, la religión como fenómenos del
nihilismo desde la reivindicación de los valores vitales.
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Para Nietzsche, la realidad única, fundamental no es el ser de los filósofos, sino
el devenir (aquello que es negado por la filosofía, el aspecto dionisiaco de la realidad),
la vida como multiplicidad de fenómenos y fuerzas cambiantes, opuestas, que luchan
por ser y por aumentar (voluntad de poder), y que se manifiestan en todos los órdenes
de la realidad (desde lo inorgánico hasta lo humano). Ante esta realidad (la vejez, el
cambio, la procreación, la muerte, el crecimiento….), los seres humanos pueden tomar
dos actitudes. Una es de aceptación y amor a la vida tal cual es, con sus contradicciones,
su dolor, su falta de trascendencia. Es la actitud del amor al destino (el eterno retorno de
todos los instantes), la actitud trágica del artista dionisiaco, del superhombre, que lleva a
una actitud creativa de valores en vida ascendente, una moral aristocrática, de señores
(fidelidad a la tierra, ansia de vivir, de dominio, de fuerza, de rechazo de lo mediocre,
de amor por la lucha). La otra es de rechazo, por miedo y odio al cambio, que lleva a
una actitud decadente, a una vida descendente, a una moral del rebaño, de esclavos
(mansedumbre, obediencia, igualdad, resignación, ascetismo, desprecio del cuerpo,
pecado) que invierte los valores de la moral de señores, y genera con ella el platonismo
como venganza ante la vida, resentimiento ante los fuertes, consuelo y evasión ante la
incertidumbre de la vida.
La característica de la filosofía mostrada en este fragmento es justo la actitud
decadente y de creación del platonismo. El platonismo escinde la realidad en un ámbito
( ilusorio en el fondo, pero en el que se cree con desesperación, por el propio rechazo de
la vida) verdadero, real, bueno, perfecto, estático- el ser-, frente a la realidad del
devenir, considerada aparente, mala, imperfecta, engañosa. Con Platón, la identificación
de la Verdad con el Bien y con el Ser creó las bases para que la Epistemología (Verdad),
Moral (Bien) y Ontología ( Ser) evolucionaran de una forma conjunta. Aunque el
platonismo no se reduce a la filosofía platónica, con él se genera, pues después se
extiende a toda la cultura occidental por la asimilación del platonismo por parte del
Cristianismo, platonismo para el pueblo (el Ser de los filósofos se convierte en Dios y el
reino de los cielos, y el devenir en el valle de lágrimas del mundo).
Odiar el devenir, ejercer el egipticismo, es el impulso psicológico que lleva a
crear la dicotomía conceptual Ser // devenir, a la creencia desesperada en el ser, en la
realidad del ser. Esta dicotomía se manifiesta en el pensamiento lógico, basado en
principios como el de no contradicción: el ser no deviene, el devenir no es. Se trata de
una perspectiva desde lo eterno, de un punto de vista que niega el carácter temporal
propio de la realidad, la deshistoriza, y por, tanto, la mata. Nietzsche dice que en el ser
humano, la voluntad de poder se manifiesta en voluntad de interpretación (todo
conocimiento es una interpretación desde un punto de vista, y relativo a unas
motivaciones: no hay conocimiento desinteresado, objetivo, universal). La voluntad de
fabulación puede degenerar en voluntad de verdad, de autoengaño, cuando pone la vida
al servicio de la razón (en lugar de la razón al servicio de la vida) para buscar consuelo,
y se simplifica la pluralidad mediante conceptos que, como momias, eliminan la
realidad. Los conceptos son palabras de uso obligado que surgen por evolución de las
metáforas, eliminan todos los puntos de vista, todas las interpretaciones posibles a favor
de un único punto de vista erigido en el verdadero. Tomar el concepto por la realidad
resulta mortal, dice Nietzsche, por eso, los filósofos, grandes creadores de conceptos,
son mortales, peligrosos cuando adoran los conceptos, pues cuanto más abstractos son
los conceptos, más alejados estamos de la vida ( Dios sería la antítesis de la vida).
Mientras que el arte y la metáfora permitirían un acercamiento acorde a la realidad, la
filosofía y la ciencia (que adolece de las mismas características de la filosofía), con sus
conceptos, nos alejan de la realidad. La propia gramática, con una estructura de la frase
en sujeto-predicado, un uso predicativo del verbo ser, actúa como inductora de la
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creación de la interpretación sustancialista de la realidad, de la visión del sujeto como
permanencia, del predicado como esencia o accidente, del pensamiento lógico, de la
creencia en la universalidad y objetividad del conocimiento.
Al poder del lenguaje como gran embaucador de una manera decadente de
interpretar la realidad, se une otra característica de la filosofía: la minusvaloración de
los sentidos (y de los instintos, las pasiones)y la consideración de la razón como la
única facultad para conocer. Los sentidos serán considerados por la tradición filosófica
(salvo excepciones) los engañadores, los culpables de que el ser sea inaprehensible
sensorialmente. Por eso, en el platonismo, a la dicotomía Ser //devenir en ontologia le
corresponde la dicotomía Razón//sentidos en epistemología.
Apartado c)
Este fragmento pertenece al apartado tercero de “El Crepúsculo de los ídolos, o
cómo se filosofa con el martillo”. En esta obra, Nietzsche quiere derribar los viejos
valores de occidente, ejerce su filosofía crítica contra la filosofía, la ciencia, la moral y
la religión. El apartado tercero lleva por título “La Razón en la filosofía”, y en él critica
fundamentalmente a la filosofía (epistemología y metafísica) y a la ciencia. La crítica
que hace el autor, y como aparece en este fragmento, se debe a que se trata de una
filosofía opuesta a la vida (nace del odio al devenir), y con ella decadente, nihilista. El
odio al devenir y el pensamiento conceptual son dos fenómenos de una enfermedad que
aqueja a la cultura occidental: la decadencia vital, el nihilismo. Y son dos fenómenos de
una perspectiva engañosa sobre la realidad: el platonismo. Podemos decir que el
problema abordado en este fragmento (el odio al devenir y el pensamiento conceptual
de él derivado como característica de la filosofía) nos lleva a un problema más amplio:
el platonismo (el dualismo en la visión de la realidad: ser //devenir) como síntoma
fundamental del nihilismo. Acabar con el platonismo (ejercer el nihilismo activo) es
necesario para acabar con el pesimismo (el nihilismo pasivo-reactivo) provocado por la
pérdida de fe en los valores tradicionales (Dios ha muerto) y llevar a cabo la gran tarea
creativa: la transmutación de los valores. Por tanto, para justificar el fragmento en el
pensamiento del autor, hay que hacer referencia tanto a su pensamiento crítico (la
filosofía del martillo) como a su filosofía afirmativa, y para ello podemos seguir los
puntos importantes del texto.
La filosofía se caracteriza por el odio al devenir ( el egipticismo) y la creencia en el ser
(la ontología en filosofía es resultado del odio al devenir).
La realidad para Nietzsche es el devenir, lo odiado por los filósofos. El devenir
es cambio vejez, crecimiento, procreación….vida. Nietzsche utiliza distintas metáforas
para hablarnos de la realidad fundamental, la vida, como cambio constante, devenir: lo
apolíneo y lo dionisiaco, la voluntad de poder, el eterno retorno.
Lo apolíneo y lo dionisiaco son dos dimensiones básicas de la realidad que
aparecen en la tragedia griega, antes de la decadencia de occidente con la aparición del
platonismo: lo apolíneo es el orden, la medida, el equilibrio, lo dionisiaco es lo caótico,
lo excesivo, lo irracional. Estas dos dimensiones aglutinan la lucha de fuerzas contrarias
que es la vida. Cada fuerza luchar por ser, dominar, ser más (esto es lo que expresa la
metáfora voluntad de poder), presente en todos los niveles de lo real, desde lo
inorgánico hasta el ser humano. En el ser humano, esta voluntad de poder se manifiesta
en motivaciones, deseos, instintos, en la voluntad de fabulación, de interpretar la
realidad. Para ello cuenta con los sentidos, las emociones, la imaginación, los instintos,
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las pasiones, la intuición estética, la razón. Si en esta interpretación de la realidad el
hombre acepta y ama las dimensiones trágicas, acepta el eterno retorno de todos los
hechos, su escala de valores es ascendente, se mantendrá fiel al sentido no trascendente
de la vida (fiel al sentido de la tierra). Creará así una moral superior, de señores,
aristocrática, moral que reconoce el valor de los superiores, ama el riesgo, la lucha,
rechaza lo mediocre, lo inferior. Esta moral es la propia del superhombre, el modo de
vida superior del ser humano. El superhombre (lo supra –humano) es el artista trágico,
dionisiaco, creador de valores, de perspectivas e interpretaciones de la realidad, que
considera verdadero aquello que es útil para la vida, que no olvida el sentido metafórico
del lenguaje, el carácter relativo y subjetivo del conocimiento.
Pero históricamente, en la cultura occidental, tanto desde la raíz griega como
desde la raíz judeo-cristiana, se ha dado una inversión de los valores aristocráticos que
ha producido una vida decadente, manifestada en los filósofos, los moralistas y los
hombres religiosos. En Grecia, con la aparición de la filosofía (ya desde Parménides,
pero sobre todo con la tradición socrática-platónica) se dio el odio al devenir, lo
apolíneo (la racionalidad) triunfó sobre lo dionisiaco ( la vida), y con ello, apareció la
moral de esclavos, resentida contra lo superior, vengativa, que convierte lo superior en
malo y lo inferior ( mansedumbre, obediencia, ascetismo, renuncia a los sentidos, el
pecado, la igualdad…) en lo bueno. El odio al devenir crea el platonismo, la visión dual
engañosa de la realidad (ser //devenir), presente, por ejemplo, en la filosofía y en la
ciencia, asumido después por el cristianismo ( el gran corruptor de la humanidad), que
no es sino platonismo para el pueblo. El miedo a la vida, el odio al devenir, y la
búsqueda de consuelo llevan a la dicotomía Ser// devenir, poniendo todo lo bueno del
lado del ser y todo lo negativo del lado del devenir, creando la noción de trascendencia
(el Ser) y negando el valor de la única realidad que existe (el devenir). Nace así un
modo moral decadente de interpretar el mundo (la crítica de Nietzsche a la filosofía, a
su ontología y epistemología, es una crítica a los valores morales que se esconden detrás
de ellas).
El pensamiento conceptual es resultado del odio al devenir ( la epistemología es
resultado del odio al devenir).
Nietzsche investiga, mediante el método psicológico-genealógico, los orígenes
de la decadencia a través de la creación y evolución de los conceptos y del lenguaje con
el que se genera el pensamiento conceptual. Detrás de toda interpretación, de todo
signo, de todo concepto, se esconde siempre una actitud vital. En el fragmento hay
afirmaciones importantes acerca del pensamiento conceptual:
- El pensamiento conceptual es una interpretación desde la perspectiva de lo
eterno. Para Nietzsche, la voluntad de fabulación, cuando degenera y crea la metafísica
antivitalista y dogmática, se convierte en una voluntad de autoengaño, en una voluntad
de verdad. Ver la realidad desde la perspectiva de lo eterno es matar la propia realidad,
que es temporalidad (cambio, crecimiento, generación, muerte…), es ver la realidad
desde lo que no es, no existe (el ámbito creado de lo permanente, estático, perfecto). Es
una interpretación mentirosa (no sólo errónea, sino intencional: crear y mantener el
engaño, para intentar controlar y dominar a los espíritus superiores). La epistemología
occidental, racionalista, basada en conceptos, es una mentira
- El pensamiento conceptual es resultado de la momificación de la realidad a
través de los conceptos. Para Nietzsche, el lenguaje tiene como origen y función la
metáfora y la expresión subjetiva de las vivencias. Sólo por evolución del lenguaje, y
por intereses humanos, las palabras pierden su sentido metafórico, éste es olvidado y
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aparece el concepto como la palabra de uso obligado, convencional, pero que no
contiene nada vivo. Cuanto más abstracto es un concepto, más alejado está de la
realidad. La relación que occidente ha establecido entre lenguaje-concepto-realidad,
haciendo de los dos primeros representaciones objetivas de la realidad, es una ilusión
óptico-moral: una interpretación engañosa de la realidad, un punto de vista decadente.
Los conceptos dan cierta seguridad, creemos que manejando conceptos controlamos la
realidad, pero la realidad es inaprehensible. Por eso, dice Nietzsche, quienes odian el
devenir (los filósofos) creen desesperadamente en el Ser, necesitan el engaño conceptual
para sobrevivir (los hombres prefieren creer y querer la nada antes que no tener nada en
que creer, dice Nietzsche) y controlar a quienes no quieren someterse a las
convenciones. Los filósofos son tejedores de telas de araña ( pensamiento conceptual),
de momias conceptuales: Ser, Cosa, Sustancia, Dios.., con conceptos vacíos de
contenido. Las propias reglas de la gramática (estructura de sujeto-predicado, uso
predicativo del verbo ser) alimentan esta ilusión óptico-moral, y caemos en la adoración
del lenguaje como clave para dominar la realidad, como los creyentes caen en la
adoración del ídolo o del fetiche (fetichismo del lenguaje).
- El pensamiento conceptual es resultado de la creencia en la lógica de la
realidad, en la lógica del lenguaje, en la racionalidad. Para Nietzsche la realidad no es
lógica, está fuera de toda lógica. Es el odio al devenir, la creencia desesperada en el Ser
y el fetichismo del lenguaje lo que lleva a la filosofía a considerar que el orden artificial
creado en el lenguaje es el orden de la realidad. Los principios lógicos (lo que es no
deviene, lo que deviene no es) nacen de la creencia en el lenguaje y en su gramática.
Son los principios descubiertos por la razón y contradichos por los sentidos. La vejez, el
cambio, la muerte…, vistos por los sentidos, son considerados objeciones y refutaciones
de lo que es, del ser. Por eso los filósofos buscan la causa de que el ser no sea percibido,
la causa del engaño. No la encuentran en la propia interpretación engañosa de la razón,
sino que la localizan en los sentidos. Toda la filosofía occidental, y la ciencia, enfermas
de platonismo (salvo raras excepciones), son racionalistas, idealistas, hipertrofian la
razón y minusvaloran los sentidos.
3) Relación del tema del texto con la posición filosófica de otro autor y valoración
razonada de su actualidad
Los planteamientos de Nietzsche se pueden relacionar con multitud de autores y
corrientes filosóficas, pues Nietzsche analizó la aparición y desarrollo del platonismo a
lo largo de la filosofía. En este caso relacionaremos a Nietzsche con Descartes.
En el análisis que hace Nietzsche del platonismo como síntoma del nihilismo,
observa que en la filosofía moderna, a pesar de que con ella se va dando una
emancipación de la filosofía con respecto a la teología, la filosofía mantiene, en la
medida en que continúa creyendo en el ámbito del Ser, sigue el fetichismo del lenguaje,
el pensamiento conceptual y entroniza a la razón, el error del platonismo. Un ejemplo
histórico de esta idiosincrasia de los filósofos de la que habla en el fragmento (odio al
devenir y la creencia desesperada en el ser que conforman la ontología, el pensamiento
conceptual que conforma la epistemología) lo encontramos en Descartes, el padre de la
filosofía moderna y del Racionalismo moderno.
La filosofía cartesiana se asienta sobre tres pilares: la razón es única y universal,
fuente de todo conocimiento verdadero, el saber es único y el método racional es la
garantía del conocimiento verdadero, el cual debe ser único. Sobre la epistemología
racionalista, Descartes funda su ontología, basada en la noción de sustancia.
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Para Descartes, el conocimiento verdadero es el racional, basado en las ideas
innatas de la razón, aquellas que ésta genera, de manera espontánea y sin necesidad de
los sentidos, y que son verdaderas, es decir, claras y distintas ( evidentes) a la luz de la
intuición racional. Estas ideas innatas son las verdades fundamentales sobre las cuales
levantar todo el edificio del conocimiento sobre bases seguras, el árbol de la ciencia: la
existencia del alma, la existencia de Dios y la existencia del mundo.
El método, inspirado en los matemáticos, y la ciencia del momento (siglo XVII),
garantizan que la razón (como facultad superior de conocimiento, perteneciente al alma
o sustancia pensante, igual en todos los individuos) alcance verdades absolutas. Para
ello, deben seguirse las cuatro reglas del método racional, cuya aplicación empieza con
el ejercicio de la duda sobre los sentidos. A pesar de que en el ejercicio de la duda y el
hallazgo de la verdad Descartes considera que los sentidos nos muestran cualidades de
la realidad que son objetivas (como la extensión), el tribunal del conocimiento y el
criterio de verdad se hallan en la razón, no en los sentidos.
Sobre la evidencia racional Descartes establece su ontología. Alma, Dios y
Mundo son las tres sustancias que objetivamente (racionalmente)existen: la sustancia
pensante ( res cogitans o alma), la sustancia infinita(res infinita o Dios) y la sustancia
extensa (res extensa o materia). Las tres sustancias pueden agruparse bajo dos
categorías, dando lugar a un dualismo ontológico: el ámbito inmaterial de la realidad
(Dios y alma) y el ámbito material. En relación con las tres sustancias, Dios es la causa
primera y fundamental de toda realidad creada (alma y mundo), lo que propiamente
podemos llamar sustancia (aquello que no necesita de otra cosa para existir). Es más, la
demostración de la existencia de Dios, a partir de la existencia del sujeto pensante y de
sus ideas, es absolutamente necesaria para que el criterio de verdad (de evidencia
racional) pueda eliminar las hipótesis de duda, y demostrar así la existencia de la
materia.
Desde la perspectiva de Nietzsche, la filosofía de Descartes sería un punto en la
evolución del platonismo: el odio al devenir se manifiesta en su dualismo ontológico y
en su teoría de la sustancia. Hacer de Dios la sustancia suprema que fundamenta toda
realidad y todo conocimiento no es más que un extravío racionalista, una perversión a la
que la teología sometió durante milenios a la filosofía, cuando el cristianismo asumió el
platonismo. Para Nietzsche, los filósofos llevan aún sangre de teólogos en las venas.
Dios, como máxima realidad, fundamento de la realidad y del conocimiento, es el
último humo de la realidad que se evapora, es manifestación de la voluntad de nada, la
antítesis de la vida. La teoría de la sustancia y el ejercicio de la duda metódica no son
más que manifestación del embrujo del lenguaje sobre la voluntad de verdad, de
autoengaño, la hipertrofia de la razón y la minusvaloración de los sentidos, que en
Descartes se manifiesta también en su dualismo antropológico y en el sometimiento de
las pasiones propias del cuerpo a la racionalidad propia del alma. La obsesión cartesiana
por un conocimiento objetivo, verdadero, fundado sólo en la razón, es una ilusión
óptico-moral decadente. La consideración del método matemático como el proceder
adecuado para la razón, sin necesidad de recurrir a la experiencia, sería otra
manifestación del platonismo: la matematización de la realidad, que reduce toda la
riqueza de la vida a parámetros fijos y cuantificables, la consideración de un orden
lógico en el mundo expresable en fórmulas matemáticas, es uno de los errores de la
filosofía y de la ciencia.
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