Subido por Claudio Villarreal

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Las Claves Secretas de Julio Verne (La Niebla) – su Viaje al centro de la Tierra y
el Enigma de Rennes-Le-Chateau (por Javier Stagnaro)
El autor: Javier Stagnaro
Allá por 1977, una de las varias ocasiones que decidí abocarme a la lectura de:
"Viaje al Centro
de la Tierra", de Julio Verne, -la cual consiste en la segunda obra publicada de
la colección
denominada "Los Viajes Extraordinarios", correspondiente al año de 1864-,
tuve la idea de
comprobar si algunos elementos utilizados por el genial escritor francés, se
correspondían con
hechos objetivos, es decir, con ciertos aspectos de la realidad.
En el segundo capítulo de la misma, el personaje encarnado por el profesor
Lidenbrock,
conversa con su sobrino Axel sobre un libro hallado en una librería de
Hamburgo, donde
residen, y el cual no es otro que el "Heims Kringla" de Snorri Sturluson (11781241), el autor
islandés que compiló la crónica de los príncipes noruegos que reinaron en
Islandia. La obra en
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cuestión fue publicada en 1697, en Estocolmo, en islandés, sueco y latín.
El tratado que analizaba el profesor Lidenbrock correspondía a un manuscrito
con caracteres
rúnicos, es decir compuesto por runas, que según la tradición, fueron
inventadas por el propio
Odín. En ese momento ocurre un incidente que interrumpió la conversación
entre el tío y su
sobrino.
"Este incidente (escribe Verne), fue la aparición de un mugriento pergamino
que se deslizó del
libro y cayó al suelo. Mi tío se precipitó sobre el papel con una avidez fácil de
comprender. Un
viejo documento, encerrado desde tiempos inmemoriales en un libro viejo, no
podía carecer de
un alto precio a sus ojos. ¿Qué es esto? Exclamó. Y al mismo tiempo
desplegaba cuidadosamente
sobre su mesa un pedazo de pergamino de cinco pulgadas de largo y tres de
ancho
sobre el cual se alargaban en líneas transversales unos caracteres jeroglíficos.
He aquí el facsímil exacto. Me interesa dar a conocer estos extraños signos,
puesto que
arrastraron al profesor Lidenbrock y a su sobrino a emprender la más extraña
expedición del
siglo XIX:
El profesor observó durante algunos instantes aquella serie de caracteres.
Después quitándose
las gafas y dijo:
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“Es rúnico. ¡Estos tipos son absolutamente idénticos a los del manuscrito de
Snorri Sturluson!
Pero... ¿Qué puede significar esto?".
Esto fue lo que me pregunté yo mismo, dado que la edición de bolsillo de "Viaje
al Centro de la
Tierra", que tenía en mi poder, no mostraba todos los pasos que fue realizando
el profesor
Lidenbrock hasta lograr la traducción del texto.
A mí, me había picado la curiosidad de saber si Verne o el editor, había
colocado un garabato
en su obra, o si las runas correspondían a un alfabeto verdadero. Como
contaba con una
Enciclopedia Espasa Calpe, de no menos de 20 tomos-herencia de una tíaabuela de mi ex
mujer: Gabriela C. Marcolin- recurrí a la sección de alfabetos antiguos y los
copié en unas hojas
de papel para tenerlos a mano, y así comparar los signos impresos en el librejo.
Para mi sorpresa, éstos se correspondían perfectamente, para lo cual logré una
trascripción al
latín bastante cercana. Luego me haría falta realizar la correspondencia al
castellano (o bien al
francés en el original), para corroborar la versión publicada. Fue una
satisfacción personal haber
logrado descifrar este mensaje "semiencriptado", pero no tanto, cuando
cotejando una edición
de mejor calidad, comprobé que mi trabajo había sido resuelto por el mismo
Verne unos
párrafos más adelante, pudiendo haberme ahorrado la molestia.
El profesor Lidenbrock dice:
"Esto es lo que llamamos un criptograma, en el cual el sentido está oculto bajo
letras embarulladas
a propósito y que convenientemente dispuestas, formarían una frase
ininteligible".
Luego, más adelante, buscando al autor del manuscrito, encuentran una
diminuta escritura, que
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al ser inspeccionada con una potente lupa, revela caracteres rúnicos, que al ser
traducidos al
islandés designan a un tal Arne Saknussemm, al que el profesor Lidenbrock
identifica con el de
un sabio del siglo XVI, ¡un célebre alquimista!
"Estos alquimistas (prosigue Lidenbrock), Avicena, Bacon, Lulio, Paracelso, eran
los verdaderos,
los únicos sabios de su época. Hicieron descubrimientos que bien pueden
asombrarnos.
¿Por qué Saknussemm no hubiera podido esconder bajo este criptograma
incomprensible
cualquier invención sorprendente? Esto debe ser. Eso es".
De hecho Julio Verne, se basó en un personaje real, aunque según otros, parece
haberse
inspirado en el historiador islandés Arne Magnussen (1663-1730), que estudió
teología en la
Universidad de Copenhague, de la que fue profesor y secretario de los archivos
secretos. En
1701 era catedrático de antigüedades danesas y en 1702 pasó a Islandia,
donde reunió
cantidad de manuscritos, cartas, diplomas, etc., que legó a la Universidad de
Copenhague. Fue
él, precisamente, divulgador del Heims kringla anteriormente mencionado.
Finalizando el capítulo quinto del “Viaje al Centro de la Tierra”, Verne nos
muestra la traducción
del texto enigmático, que proponía lo siguiente:
"Desciende al cráter del Yocul del Sneffels, cuando la sombra del Scartaris llega
a acariciar
antes de las calendas de Julio, audaz viajero, y llegarás al centro de la Tierra,
como lo hice Yo.
Arne Saknussemm".
Tras lo cual el profesor Lidenbrock, insta a su sobrino a preparar las maletas
para emprender la
fantástica aventura. Una aventura que tiene todas las características de un
"viaje iniciático",
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como lo describe Marcel Brion, siendo una de las primeras pistas, éste prólogo,
donde Verne
hace mención de un mensaje cifrado que proviene de un alquimista.
Por lo pronto, Verne, recurrirá a sentar las bases reales, al mencionar a algunos
de los más
famosos practicantes de la alquimia, entendiendo por ésta, el arte de la
transmutación interior
del propio adepto que la practica.
Este "viaje imaginario", que describe el proceso de iniciación mayor por el cual
va recorriendo un
individuo los numerosos planos de conocimiento y experiencia, los
encontraremos en los
manuales de instrucción de la Masonería y otras sociedades mistéricas. Los
investigadores
españoles Enrique de Vicente (director de la Revista Año Cero) y Javier Sierra
(primero
columnista, y después director de la Revista Más Allá de la Ciencia),
incursionaron en la
búsqueda de las claves de Julio Verne. Por su parte el periodista y escritor
navarro Juan José
Benítez, en su obra "Yo, Julio Verne", nos planteó el enigma de tan rica
personalidad, poniendo
de manifiesto el carácter esotérico de su obra.
En Francia, Simóne Vierne, con un voluminoso estudio de 780 páginas, analiza
los aspectos
míticos y esotéricos de sus narraciones, al igual que Michel Lamy, quien en su
obra "Julio
Verne, iniciado e iniciador" (El secreto del tesoro real de Rennes le Chateau),
pone de
manifiesto el perfecto conocimiento de Verne con relación a la Francmasonería
y a la fraternidad
de la Rosa Cruz. Lamy, nos informa que Verne pertenecía a una oscura
sociedad secreta que
infiltró buena parte del mundillo literario y artístico francés del siglo XIX y
comienzos del XX,
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llamada Sociedad Angélica, también conocida como "La Niebla", donde el
escritor habría
desempeñado el papel de portavoz.
De hecho se sabe, que a la edad aproximada de 21 años, Verne conoce en una
librería de París
al libertario y masón Alejandro Dumas padre (autor de afamadísimas novelas
de aventuras,
como “Los Tres Mosqueteros”, donde sus personajes hacen alusión a la
hermandad de los tres
puntos, con su axiomática frase de: “Todos para uno y uno para todos”), quien
lo introduce en su
círculo y le presta su apoyo paternal. Sin embargo, será por intermedio del
editor J. Hetzel, que
Verne alcanzará el éxito y la fama, al acordar un contrato por 20 años,
realizando tres libros
anuales, y donde en realidad, escribirá algo más de 80 obras en una estrecha
colaboración que
durará el singular número de 23 años (esa cifra que Robert Antón Wilson
designaba como la
señal de la "Capilla Peligrosa"). Según Lamy, será el propio Hetzel el que hará
la conexión de
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Verne con "La Niebla".
Más allá de la documentación de la que hacía acopio, y de la predilección de
Verne en los
temas de actualidad, las novelas que componen la serie de "los viajes
extraordinarios",
contienen el elemento arquetípico en sus temas, personajes y situaciones que
las tornan
particularmente atractivas.
El tema del gran viaje en busca del gran secreto, será el hilo conductor de toda
su obra. Se
descubre también una obsesión sobre lo polar, volcánico o insular, con un
profundo significado
esotérico. Como ya se dijo, es en el Viaje al Centro de la Tierra, donde se
pueden descubrir el
simbolismo, y los mensajes encriptados a los que era tan afín Julio Verne.
De acuerdo a varios expertos, en esta novela se puede ver el prototipo del
viaje iniciático en
todos sus detalles, un descenso a los infiernos, una búsqueda del centro, que
es el de todas las
religiones mistéricas. Siguiendo las instrucciones de un documento cifrado de
un alquimista y
teniendo como iniciador al profesor Lidenbrock, que como contracción de "lid"
(en ingles,
"párpado") y "brock" (deformación de broke: roto), significaría "el que rompe
los párpados" o
bien, "el que abre los ojos", que en palabras de Gurdjieff designa a aquel que
puede provocar el
despertar.
El joven Axel (axe, en francés) actúa como "eje" (axis) de la historia, pasando
por todas las
fases de un proceso de iniciación, donde el tema de la mujer premio es
interesante, pues, según
Brion, "la dama" permanece inmóvil en el punto de partida de la aventura y el
círculo, al
cerrarse, la encuentra en el mismo sitio.
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No hay participación posible para ella en la aventura propiamente dicha; ella
sólo puede
aparecer en el prólogo y en el epílogo, y si es perfectamente insignificante,
como la Grauben de
Axel, tanto mejor: la aventura recupera entonces su sentido más puro y más
alto, y la iniciación
se realiza en un medio totalmente masculino.
Axel, dentro de este proceso alquímico, es el metal pobre que debe ser
endurecido por el agua
del mar interior, y finalmente machacado por los peligros.
La aventura le conferirá un rostro, su significación y su ser verdadero. El guía
Hans (en alemán:
Juan, como el evangelista), personifica la materia elemental, casi mudo, está
hecho de la misma
sustancia que la roca, es un intermediario entre la materia bruta de la tierra y
los dos héroes.
Significa, por último, el saber que está más allá de las bibliotecas, el intuitivo.
La iniciación de
Axel se hace, por lo tanto, en la gruta, como un Teseo en su Laberinto, allí
tomará conciencia de
su realidad física y espiritual. Según Goethe, los héroes se "convierten en lo
que son".
La razón de la búsqueda es, como en todos los viajes iniciáticos, la persecución
del centro,
hacerse uno con Dios, penetrando en las regiones del misterio, casi siempre en
una muerte
aparente, para participar de la resurrección y del renacimiento. En este caso a
través del parto
del volcán Strómboli que los arroja sobre una isla del Mediterráneo, cuya
atmósfera dionisíaca
hace pensar en Naxos, donde el héroe acude a despertar a Ariadna.
Para el buscador audaz que se anime a desentrañar las claves ocultas en la
obra de Verne,
encontrará multitud de enseñanzas y mensajes. Entre los juegos de palabras,
Verne sentía
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predilección por los anagramas que resulta de transponer o invertir las letras
de una palabra o
una frase. Así por ejemplo, en su novela "Clovis Dardentor" (1896), se descubre
el anagrama de
su título, descomponiéndolo en "L´or ardent de Clovis" (El oro ardiente de
Clodoveo). En este
vodevil, Clovis, es un rico soltero de Perpiñan, visita Mallorca en el barco del
Capitán Bugarach
y adopta a una jovencita que se casará con el primo de Clovis, que así
heredará su fortuna.
Lamy, dice De Vicente, asocia este pasaje a una extraña historia de la que
Verne estaría al
tanto, y sobre la cual ha corrido mucha tinta. La historia estaría relacionada
con el presunto
tesoro encontrado en Rennes-le-Chateau (un pueblo cercano a Perpiñan y
Carcasona, dominado
por el pico Bugarach, donde se dice fue enterrado el Grial), por el cura
Berenguer Sauniere,
mientras descifraba unos pergaminos encontrados en el interior de una
columna de su iglesia.
Este viajó a París, donde se contactó con el Padre Bieil, director del Seminario
de San Suplicio,
y con su primo, el seminarista Hoffet, que lo introdujo en su círculo cultural,
donde confluían
miembros de diversas sociedades secretas junto a intelectuales y artistas.
Entre estos se
hallaban Mallarmé, Maeterlink, Debussy y la diva Emma Calvé.
A su regreso, el cura Sauniere, realiza una serie de reformas en su capilla de
Rennes-leChateau, la cual pasó a tener distribución de un templo masónico, donde se
destacan entre
otros elementos, una estatua del demonio Asmodeo, cuyo manto o capa de
color verde
simboliza el conocimiento o gnosis, además de presentar otras características
en su atuendo y
postura (torso o pecho descubierto, una rodilla en tierra y la otra desnuda) que
designan su
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calidad de iniciado (grado de Aprendiz) en la Masonería Universal; y una
colección de cuadros
entre los que figuran copias de "Los Pastores de Arcadia II", de Poussin, y "San
Antonio y San
Pablo", de Teniers.
Nunca quedó claro si el cura descubrió un tesoro, tal vez el atribuido al Rey
Clodoveo (Clovis),
ya que Rennes-le-Chateau, pudo haber sido la Capital del Reino de los
Merovingios, o un
documento que revelaría la existencia de una línea dinástica que
legítimamente podría aspirar a
reinar sobre Francia y Europa (un “Dueño del Mundo”, comenta Javier Sierra, en
alusión a otra
novela de Verne o bien al "Rey del Mundo" de la leyenda de Agharta).
Precisamente uno de los visitantes ilustres que recibió el cura Sauniere, fue el
Archiduque Juan
de Habsburgo, primo del Emperador de Austria, que como heredero de Clovis,
nunca renunciaron
a imperar sobre una Europa unida, reivindicación en la que al parecer recibían
el apoyo
de diversas sociedades secretas.
De acuerdo a la investigación de Lamy, Verne habría estado al tanto a través
de algunos de sus
amigos masones, como su admirada George Sand y la soprano Emma Calvé.
Verne, por su parte, fue amigo del Archiduque Luis Salvador de Habsburgo,
quien le había
mostrado personalmente esa Mallorca que describe en Clovis Dardentor.
Según Lamy, el hermano del Archiduque renunció a sus derechos dinásticos
como príncipe,
para entregarse a una vida conforme a sus ideales anarquistas, en Sudamérica,
bajo el nombre
de Jean Orth.
En la figura de este Habsburgo, se inspirará Verne, para componer el personaje
de Karl-Djer, el
protagonista de su novela póstuma "Los Náufragos del Jonathan".
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Comenta Enrique de Vicente:
"El autor de Julio Verne, Iniciado e Iniciador, nos muestra como la obra de Verne
aparece
repleta de simbolismo Rosacruciano, figurando la misma palabra Rosa + Cruz
en dos de sus
novelas, y sus iniciales en nombres como el “Reform Club” al que pertenece
Phileas Fogg, quien
en "La Vuelta al Mundo", aparece provisto de los atributos de un maestro
Rosacruz, al igual que
ocurre con “Robur, el Conquistador“ (Rubor, término que alude al paso
alquímico de la Rubedo,
algo similar al concepto astronómico del “Corrimiento al Rojo”, dentro de lo
denominado como
“La Gran Obra”, que comprende: ”La Nigredo (negro), La Rubedo (rojo) y El
Albedo (blanco),
que se mueve en una zona con continuas referencias al Razés (cuya capital fue
Rennes),
personaje que nos muestra relacionado con su coetáneo, el Rey del Misterio,
creado por Gastón
Leroux, que firma como R. C. y tiene relaciones con la señorita Derennes.
Leroux dedicó esta obra, La Reina del Sabbath, a la historia del ex archiduque
Jean Orth,
disfrazado como Jacques Ork.
En cuanto a Maurice Leblanc, padre de Arsenio (Arséne = A renes) Lupin, por
su obra aparece
conectado a algunas novelas de Verne y al tesoro de Rennes.
En su obra "Dorotea", bailarina volatinera, da cuenta de un castillo llamado
Roborey, donde los
expertos en criptogramas no tardarán en encontrar un "Robur - Rey", idéntico
al "Robur, el
Conquistador", de Verne, y en cuya obra la clave está en un gran árbol, un
"roble-rey", o CheneRoy, es decir, "C" y "R", y viceversa.
Esta asociación también la hallamos en la novela: ”El Pueblo del Polo”,
publicada en 1907,
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donde se narra la existencia de una raza intraterrena “dinosauroide”, que
evolucionó paralelamente
a los humanos, los cuales habitan en una Tierra Hueca, cuya entrada se halla
en el
Polo Norte, su autor firma como Charles Derennes. Es notorio también que Sir
Edward Bulwer
Lytton, quien como ya vimos perteneció a la Sociedad Rosa+Cruz, titula su
novela sobre una
raza intraterrena de alto grado evolutivo: ”The Comming Race (C+R), es decir:
La Raza que
Vendrá o la Raza Venidera, conocida también como “La Raza futura”.
Encriptada en la obra de Verne, aparecerá finalmente la alusión a la
pertenencia de éste, a la
Sociedad Angélica, fundada en el siglo XVI, por el impresor Liones Griphe,
inspirándose en otra
sociedad griega llamada Nephes, es decir, La Niebla (término que designa al
Principio Universal
o caos originario), nombre por el cual se conocerá a la nueva sociedad, que
tendrá como brevario
“El Sueño de Poliphilo”, obra cifrada.
Jean Robin en su obra: ”Operación Orth”, el increíble Misterio de Rennes -leChateau (cuyo
título alude al archiduque Jean Orth, arriba mencionado) nos dice que: “La
Biblia” de la Sociedad
Angélica era -como se dijo- “El sueño de Poliphilo”, concluido en 1467 por
Francesco Colonna,
monje Dominico, nacido en Venecia en 1433, y que sin duda fue el portavoz de
un cenáculo
platónico. “El Sueño de Poliphilo” fue publicado en Venecia en 1499 por el
famoso tipógrafo e
impresor Aldo Manuccio, llamado “El Anciano” (...) Leonardo Grasso,
magistrado de Verona, que
había subvencionado la impresión del libro, respondía con esta advertencia al
comentario del
jesuita Tiraboschi -quien decía que su lectura era incomprensible dado lo
encriptado de su
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lenguaje-: ”Lo que aquí se encuentra no es para divulgarlo en los cruces de
caminos; es el
resultado de una profunda filosofía, inspirada en la misma fuente de las musas,
expresada en un
lenguaje maravilloso y que merece la gratitud de los hombres de ciencia”. Los
estrechos
vínculos que posteriormente mantuvo la Sociedad Angélica con la corriente
Rosacruciana, lo
demuestra la casi coincidencia entre los párrafos de “Las Bodas Químicas de
Christian
Rosenkreutz y “El Sueño de Polifilo”, entre otros detalles. Según Robin, Francois
Rabelais
perteneció a la Sociedad Secreta literaria y artística llamada lla Sociedad
Angélica, fundada por
Gryphe, cuyo verdadero nombre era Sebastián Greif, originario de Reitlingen en
Wurtemberg,
quien se había establecido en Lyon en 1552” ...podemos comprobar que
Rabelais formaba parte
de esta Sociedad -dice- cuya doctrina se exponía en el sueño, leyendo el
Quinto Libro -de
“Gargantúa y Pantagruel”- donde la descripción del templo subterráneo de
Bacbuc, por ejemplo,
recuerda al Templo de Venus, que figura en esta obra”. Otro párrafo de la obra
de Rabelais que
confirmaría esta afirmación dice: ”...otra forma empleaban los sabios egipcios
cuando escribían
por medio de letras que llamaban jeroglíficos y que eran indescifrables para
todos, salvo para
quien pudo expresar la virtud, propiedad y naturaleza de las figuras de Orus
Apolo, que
compuso dos libros en griego y Polifilo en el sueño de Amor, que pudo exponer
mucho más”.
Así como ya vimos algo sobre Rabelais en el capítulo sobre los gigantes,
volveremos sobre el
significado encriptado de la obra citada, ”El Iniciático Quinto Libro” en el
siguiente capítulo
titulado: ”El Sueño Verde”.
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En el siglo XIX, esta sociedad cobró nuevos bríos, contando entre sus miembros
a Delacroix,
Claude Gellée, Dumas, Sand, Leroux, Maurice Barrés (cuya "Colina Inspirada"
aparece íntimamente
ligada al enigma de Rennes), Nerval, cuya Angélica como buena parte de su
obra,
aparece sembrada por los mensajes cifrados de La Niebla; y Verne, cuyo
Phileas (Poliphilo)
Fogg (Niebla), resulta bastante elocuente.
Otros juegos de palabras empleados por Verne en sus obras, se descubren en
el protagonista
de "Cinco Semanas en Globo", donde Michelle Ardan, enmascara al célebre
aventurero francés
y amigo de Verne, Nadar.
En "Héctor Servadac", cuyo apellido leído al revés se descubre la palabra
Cadavres,
(cadáveres); es Tom Turner (de Turn en inglés, volver) quien hace regresar la
nave "Albatros",
en Robur el Conquistador, y el matemático de "Sin Pies ni Cabezas", aparece
con un nombre
redondo: Alcide Pierdeux (de Pi-er-deux -Pi R 2-, o Pi por Radio al Cuadrado, la
fórmula de la
superficie del círculo.
Finalmente, en su obra "El Testamento de un Excéntrico" en la que se sospecha
que ha
encriptado un mensaje trascendente, y que tiene que ver con su propia
persona, se advierte en
la trama el Juego de la Oca, al cual nos induce a jugar. En dicho juego se
conjugan diversos
elementos, y otras tantas interpretaciones esotéricas, conectadas con el
simbolismo de la
espiral.
Un espiral, que como signo asociado al caracol, será el distintivo de los
Compañeros Constructores
(Masones), caminantes del Camino de Santiago de Compostela (de San Yago, o
Saint
15
Jacques), del Campus de la Stella, (Campo de la Estrella) nuestra galaxia en
espiral, la Vía
Láctea, tanto como una variante del laberinto, cuya consigna es conducir al
adepto hacia el
Centro, tomando en cuenta los desvíos u obstáculos que se presentan en el
camino. A su vez,
esta espiral del Juego de la Oca, está emparentado con otro juego conocido
como Rayuela, que
antiguamente tenía ese diseño, donde se iba "saltando" de la Tierra al Cielo
(que como en el
caso de la galaxia a la que pertenecemos, el Sistema Solar, y por ende nuestro
planeta, la
Tierra, se halla en un brazo externo de la Vía Láctea, y "el cielo" corresponde al
centro de la
misma).
Será en la Edad Media, y por influencia de la Iglesia Católica, que reemplazará
el diseño de la
espiral por el plano de una Catedral gótica, o sea un diseño que nos recuerda a
una Cruz de
Caravaca, que tiene su origen en un signo de identificación Templario. En la
Rayuela, se utiliza
una piedra para marcar el lugar a donde uno debe llegar, y en el Juego de la
Oca, se utilizaran
dados, que representan la "piedra cúbica" o tallada, la "piedra filosofal", o
materia prima -el
hombre- (ver en el capítulo 11: “Ovnis y Yetis en los Techos del Mundo”, pág.
168 comentario
sobre Ibarra Grasso), sin olvidar que en los dados el número evoca a fórmulas
Kabalísticas y al
concepto del azar, que anula el acto racional para dar paso a lo providencial.
Sin embargo en la
Catedral de Chartres, en Francia, uno de los máximos exponentes del gótico
del siglo XIII, cuya
arquitectura está impregnada del simbolismo de los Caballeros de la Orden del
Temple, no
olvidará incluir un laberinto diseñado en el piso frente al altar, como
representación del camino
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iniciático a Santiago, que pueden recorrer los fieles, que no tienen la
posibilidad de realizar la
otra travesía, pero pudiendo conseguir los mismos beneficios.
Dichos beneficios, estudiados hoy por la Geobiología, nos remiten a ciertas
cargas energéticas
de la geografía sagrada en donde se levante el Templo en cuestión, provocando
determinados
estados alterados en la conciencia o espíritu del caminante, que modificarán su
visión del
mundo, y de sí mismo.
En el "Testamento de un Excéntrico",- la obra de Verne arriba mencionada-,
cuyo protagonista,
un millonario que lleva el significativo nombre de William J. Hipperbone (hiper:
más allá, bone:
hueso), es decir aquel que está más allá de la apariencia (el esqueleto, el
cuerpo físico) o bien:
“quien está más allá de la muerte”, por lo tanto, un inmortal, es el que gana el
Juego de la Oca,
que el mismo ha organizado, decidiendo desposar a una de las concursantes
que lleva por
nombre el de Jovita Foley.-(estaríamos tentados en decir que también este
apellido nos
recuerda a la mítica “Hiperbórea” patria de los inmortales). -En el texto leemos:
-“Señorita Foley, sepa que tengo cincuenta años.
-No los aparenta Señor Hipperbone, contestó Jovita.
-Tengo cincuenta y usted, veinticinco.
-Veinticinco en efecto.
-Pues bien, señorita Foley; puesto que Usted tiene la mitad de mi edad, ¿Por
qué no se
convierte en la mitad de mí mismo?
Y así, Jovita cumplió su sueño de riqueza y nueva vida, casándose con
Hiperbone. Esta fue la
última extravagancia del millonario”.
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En primer lugar, como ya dijimos, el Juego de la Oca, propone un trabajo sobre
sí mismo, donde
el adepto deberá sortear una serie de obstáculos, para con suerte alcanzar el
centro, el punto
donde mora la realidad suprema, la conciencia de sí, la chispa divina.
El concepto de la edad, en el relato, y en el nombre de la candidata a ser
desposada, Jovita
alude a la idea de la juventud, el rejuvenecimiento. Es la "fuente de la eterna
juventud", que
busca el alquimista en el proceso de la unión-matrimonio de los opuestos,
realizando la figura
del "Hermafrodita" (de Hermes y Afrodita), también denominado el Ser
Andrógino, compuesto de
las dos mitades, sinónimo de renacimiento y resurrección (la nueva vida) que
conduce a la idea
de Unidad, la unión de uno con la propia divinidad.
Una resolución que hallará un paralelo literario en "El Golem" de Gustav
Meyrink, obra
emblemática de ese otro iniciado que vivió en Praga, ciudad que cobijó a los
más famosos
alquimistas de Europa, de los cuales ya hicimos mención.
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Gustav Meyrink, autor de varios cuentos y novelas góticas, plagadas de
mensajes y
conocimientos esotéricos, siempre persiguió la búsqueda de la lucidez, la cual
no le abandonó ni
en el momento de su muerte. Quiso morir con los ojos abiertos, sentado en un
sillón, ante una
ventana orientada hacia el Este, por donde ascendía soberbio, el sol.
Como dato significativo, y cerrando el círculo, quizá "el círculo hermético", que
mencionaba el
poeta chileno Miguel Serrano, baste decir que quien era además de
corresponsal y traductor del
alemán al castellano de su obra "El Golem", no fue otro que el ilustre genio de
Jorge Luis
Borges (que fue homenajeado por el afamado semiólogo y escritor italiano
Umberto Eco, el cual
dará el nombre de Luis de Burgos, al personaje del monje bibliotecario ciego
que custodia los
libros prohibidos por la iglesia, en la laberíntica biblioteca del castillo que
integra la trama de su
novela: "El nombre de la rosa").
Respecto de las claves secretas de Julio Verne, Manuel Figueroa, que ha
realizado una serie de
artículos e investigaciones sobre el misterio de Rennes-le-Chateau, nos informa
en un trabajo
titulado "Mágica puerta de entrada al centro de la Tierra", que: "La montaña
Bugarach, antiguo
volcán extinguido, es la mayor elevación de las Montañas del Nido del Cuervo,
a pocos
kilómetros de Rennes-le-Chateau.
19
.
Julio Verne, asiduo visitante de estas tierras, se inspiró en ellas y las utilizó
como referencia
obligada, encubierta en alguna de sus obras. Así, en su novela “Viaje al Centro
de la Tierra”,
ésta se asemeja en muchos aspectos a los parajes que nos ofrece este
recóndito lugar".
"Lo cierto es que la montaña tiene un aura de magia y de misterio, como pude
comprobar
personalmente cuando estuve acampando en sus faldas allá por Julio de 1989.
Los habitantes
del lugar hablan de ella con cierto temor y respeto, como cuando cuentan la
historia de los tres
aviones del Ejército Francés que pasaron rozando el Bugarach y al regresar a la
base, situada
cerca de Toulouse, se estrellaron al realizar la maniobra de aterrizaje.
En el pequeño y encantador pueblo de Bugarach, en las inmediaciones de la
montaña del
mismo nombre, pasaba sus veranos Daniel Bettex, un antiguo miembro de los
Servicios
Especiales Suizos, encargado de la seguridad del Aeropuerto de Ginebra.
Este extraño y muy dinámico personaje, era locuaz, vivaracho, obsequioso,
aunque por momentos
solemne y ominoso como cuando me aconsejó no proseguir mis indagaciones
sobre la
20
involucración del Vaticano en los asuntos de Rennes-le-Chateau.
Bettex, curtido en ciencias ocultas, en especial en Kábala y sus ramificaciones
(alquimia,
aritmología, búsqueda del Grial, etc.), se entregó durante muchos años, y con
el permiso del
Gobierno Francés, a arduas excavaciones en el interior del Bugarach. Sus
esfuerzos se vieron
recompensados al hallar tres galerías subterráneas, en una de las cuales (la
última) llegó a
descubrir un sutil resplandor luminiscente.
Intrigado por el hallazgo, corrió en busca de una sabia y reconocida
clarividente de la región
quien le aseguró que debajo de una de las galerías que había abierto, había
una especie de
hangar enorme donde se construían vehículos espaciales. De regreso a
Ginebra, cayó víctima
de una misteriosa enfermedad que sólo pudo curar el médico de la familia, que
era acupuntor".
Continúa Figueroa: -"cabe preguntarse, si el resplandor que vio Bettex en la
galería subterránea,
no fuese análogo a la Luz de Gloria carismática que, según cuenta Homero en
la Ilíada, se
desprendía de las armas de Patroclo, así como de otros héroes arcadianos. Este
podría ser el
caso, tal como plantea Paul Georges Sansonetti en “Graal et Alchemie” (El Grial
y la Alquimia).
Quizá en relación con esto último era que Bettex me hablaba extasiado, sobre
el magnetismo
del Bugarach. Concretamente afirmaba (rotunda pero oscuramente) que un río
de la antigua
Troya, siguiendo un camino subterráneo, pasaba por debajo de esta mágica
montaña.
¿Acaso se refería a una corriente astral y no física, en el sentido nato de la
palabra, poniendo de
relieve un cierto vínculo entre ambos lugares?".
Finalizaba Figueroa preguntándose esto último.
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¿Acaso se trata de una línea Ley que recorre Europa, y que simbólicamente
Verne representó
en su viaje subterráneo entre los volcanes Sneffels Yocul de Islandia y su
contrapartida, el
Strómboli, en el Mediterráneo?, nos preguntamos nosotros.
Tal idea es menos descabellada de los que pudiera parecer, puesto que el
nombre Bugarach,
proviene de la palabra "búlgaro", término con el que se reconocía a los
Bogomiles que,
procedentes de Macedonia, se instalaron en el sur de Francia, divulgando una
religión Maniqueísta
afín al Catarismo.
Manuel Figueroa, cuenta además que Bettex, detectó la presencia de unos
falsos monjes que
ocultaban armas bajo sus hábitos, que realizaban excavaciones en la zona,
quizá intentando
realizar la transmutación alquímica en procura de la "piedra filosofal", que
permite la obtención
de un muy particular estilo de oro purísimo. También cuenta que tanto Bettex,
así como miembros
de su familia y vecinos, vieron el descenso de un Ovni, con forma de esfera
brillante, que
se posó en la base del Bugarach, dejando una huella de unos dos metros de
diámetro de pasto
chamuscado.
No faltará la presencia intimidatoria de tres extraños frailes que serán
identificados como
hombres de negro; y finalmente la extraña enfermedad que volvió a aquejar a
Bettex, llevándolo
a la muerte, generando la sospecha y culpa a los enigmáticos visitantes.
Figueroa comenta además sobre esta región, tan llena de mitos y leyendas,
que según algunos
estudiosos, ésta tiene un enorme paralelismo con la descripción de la fabulosa
Atlántida de
Platón. Por eso mismo, según la lógica plástica de este argumento, se concluye
que esta región
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antidiluviana de Rennes-le-Chateau sería, según unos, El Templo de las
Estrellas, y según
otros, el Templo del Tiempo.
Éste último por reflejo hermético, escondería un templo subterráneo, cuya
apertura nos llevaría
hacia el Reino de Agharta, sede del Rey del Mundo, o incluso, Shambhala, su
propio centro o
capital esotérica. Michel Lamy, encontró varias coincidencias arguméntales
entre Verne y otros
escritores, que, durante la década de 1880, entraron en contacto con la Orden
Hermética de la
Aurora Dorada, que tenía una filial en París. Uno de los miembros de esta
sociedad secreta, de
origen Rosacruciano, como ya dijimos, fue el célebre Bram Stroker, que en ese
año escribe su
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dramático "Drácula", y Verne termina de escribir "El Castillo de los Cárpatos",
que "casualmente",
ubica no muy lejos de la mansión del Conde, en el paso de Borgo, en
Transilvania.
Recuerda Javier Sierra: "El argumento, más allá del retrato vampírico, está
centrado en una de
las grandes obsesiones de Verne y las sociedades secretas con las que estuvo
vinculado: "la
Inmortalidad".
Siete años antes de morir, Julio Verne decide borrar todos los rastros
pertenecientes a su vida,
quemando sus fabulosos archivos. Más de 4000 criptogramas, logogrifos y
anagramas, tras los
que se escondían las técnicas que usó para crear los nombres de los
personajes o los mensajes
cifrados que aparecen en sus novelas, así como algunos textos inéditos y libros
de cuentos son
reducidos a cenizas. Tras su muerte, la familia guardará un cerrado silencio
sobre los documentos
privados del escritor, como obedeciendo a su última voluntad.
En 1995, Juan José Benítez, publicó: "Yo, Julio Verne", dentro de una colección
de la Editorial
Planeta, dedicada a la biografía de grandes autores.
Benítez, pondrá de manifiesto, tras dirigirse al Cementerio de la Madeleine, en
Amiens, que
Verne ha dejado trazado su último gran criptograma para el avezado
escrutador, que pueda
descubrir su enigmático secreto.
Verne encargó al escultor Albert Rozé, los detalles para el epitafio que ocuparía
en su tumba,
que si bien, sí se puede leer en la maqueta en yeso, que éste realizara del
mausoleo, por alguna
extraña razón olvidó colocarlo en la estructura que se levanta en el cementerio
donde descansa
el escritor. Tal vez, esa sea la gran incógnita por resolver, ya que la escultura
que representa a
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Verne, lo muestra como a un hombre joven, con un cuerpo bien formado, que
levanta la lápida
de su tumba, y elevando una mano hacia el cielo, mientras la otra se apoya en
la tierra.
Una rosa dentro de una cruz, remata el mausoleo, dándonos una pista. Benítez
agrega que en
proximidades del Solsticio de Verano, entre el 21 y el 24 de junio, la sombra de
los dedos de la
mano de la escultura de Verne, señala algunas letras de las palabras que dan
cuenta sobre el
mármol, la fecha de nacimiento y muerte del escritor, indicando su último
misterio. Un misterio
que se agiganta al recordar el epitafio no inscripto que anuncia: "Hacia la
inmortalidad y la
eterna juventud".
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Este capítulo pertenece al libro de Javier Stagnaro Austerria, los Túneles de
Agharta en América.
El libro se puede adquirir solicitándolo al siguiente correo electrónico:
jatostagnaro@gmail.com
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