FILOSOFÍA Y CIENCIA: UN BINOMIO INSEPARABLE EN LA TECNOLOGÍA DEL FUTURO Sarah Monreal, Colegio de León, León, Gto. sarahmonreal@yahoo.com Es un hecho que vivimos en una sociedad cada vez más influida por la ciencia y la tecnología. Vivimos inmersos en “la civilización de los artefactos”, como su producto. La empresa tecnológica nos concierne en lo que tiene de civilizador y de bárbaro y nos aproximamos a ella con el ánimo de ensayar prospectivas de cara aún futuro no tanto lleno de incertidumbres, como cuanto con el deseo de comprender su significado mediador de progreso auténticamente humano y de impulso para la ciencia. Los habitantes del mundo tecnificado, nos servimos tranquilamente de instrumentos sin tener la menor idea sobre su estructura. Y pareciera que el número de tales hombres, que manejamos todo y no sabemos nada, va constantemente en aumento. Y es que, olvidamos con demasiada frecuencia que es la Ciencia, el soporte de la técnica; pero también, lo curioso es que, la ciencia moderna tiene poca importancia para la gran mayoría de las personas, habitantes en la civilización del instrumento. La ciencia, y su esfuerzo por hacer progresar el conocimiento teórico, no tienen prácticamente efecto alguno en la gente común de cualquier sitio del planeta. Si acaso la ciencia cobra interés para este tipo de hombre actual es porque sólo se le ve desde su efecto plasmado en el artefacto. Una “ciencia tecnificada” ; fenómeno al que a su vez, le subyace una razón que representa dar título de ciencia a una actividad que, aun siendo racional, es ya puramente pragmática en su motivación originaria. Así, la ciencia es “lo útil”…¡lo útil! ¿para qué?... Y es que, cuando las concepciones y definiciones de la ciencia se deshumanizan, sobresale en ellas el aspecto puramente funcional. Su eficacia se mide primariamente por la acumulación de datos positivos que permite aplicar esa función a otros fines. Esta ciencia, -logro innegable de la moderidad- se ha emancipado de la filosofía. No porque dicha emancipación no le convenga, -todo lo contrario- la naturaleza de su actividad más característica que es su “método” exige su separación de la mera “theoría” filosófica, y alcanzar con él la y las teorías (científicas) que nutrirán a su vez a la theoría filosófica. Esto, porque hay una unidad entre ciencia y filosofía. Las ciencias consiguen emanciparse de la filosofía sólo cuando adoptan fines que no son estrictamente científicos Y si es verdad que cada una de ellas delimita con soberanía el territorio de su especialidad, siguen siendo por ello mismo, en cuanto “particulares, “philo”-“sophia” especializada. Se especializan por sus objetos y sus métodos, pero los fines son comunes y por ellos se mantiene la unidad de la ciencia y la filosofía, de ahí que su autonomía y su prosperidad verdaderas no pueden sorprender a la filosofía, ni perturbarla porque de suyo estaban previstas desde sus inicios cuando la filosofía no era una especialidad, sino el título genérico de esa sabiduría que se obtiene mediante el conocimiento científico. Buscamos en esta charla, reivindicar el sentido originario de la “ciencia” y la “filosofía” en su vinculación estrecha como vocación humana y como tarea auténticamente emancipadora y civilizadora del individuo y de las sociedades. Una ciencia que opere en el marco de los compromisos inherentes a la vocación científica en general: la obligación de servir a la verdad, y nada más que a la verdad porque esto constituye su dimensión filosófica por el hecho de ser acto de philía. Es en el horizonte cienciafilosofía, que la tecnología del futuro podrá aportar sus mejores frutos.