PROVERBIOS El Libro de los Proverbios debe su nombre al versículo 1, 1, donde se dice que su contenido constituyen las "parábolas" o "proverbios" de Salomón. Sin embargo, ni el nombre de parábola, ni el de proverbio, corresponde al hebreo "mashal" (plural meshalim). La Sagrada escritura llama mashal no sólo a las parábolas o semejanzas, sino más bien a todos los poemas didácticos, y en particular a las sentencias y máximas que encierran una enseñanza. Proverbios es el libro más antiguo de los que en el AT se clasifican como literatura sapiencial. El libro es una antología de colecciones anteriores. El prólogo (caps. 1-9) y la obra redaccional valoran esta herencia del pasado y le proporcionan una nueva unidad y orientación. No hay razón alguna para poner en duda el origen preexílico de la mayoría de los proverbios presentes en estas colecciones. Las demás colecciones pertenecen a una época posterior. Al redactor final hay que atribuir el prólogo y la Colección de los Sabios (22,17-24,34); también se descubre su mano en la disposición de las dos colecciones salomónicas. Probablemente, el libro alcanzó su forma actual hacia finales del siglo v a. C. Las peculiares necesidades religiosas del judaísmo posexílico llevaron a la preparación de esta antología. El autor del Libro, con excepción de los apéndices, es, según los títulos (1, 1; 10, 1; 25, 1), el rey Salomón, quien en sabiduría no tuvo igual, atribuyéndole la Sagrada Escritura "3.000 sentencias y 1.005 canciones". Los apéndices podrían ser de Agur y Lemuel. Los exégetas creen que la última redacción del libro se hizo en tiempos de Esdras. Teología de Proverbios El Libro de los Proverbios no es un código de obligaciones, sino un tratado de felicidad. Dios no habla para ser obedecido como déspota, sino para que le creamos cuando nos entrega, por boca del más sabio de los hombres, los más altos secretos de la Sabiduría (en hebreo hokmah). Se trata de una sabiduría eminentemente práctica, que desciende a veces a los detalles, enseñándonos aún, por ejemplo: a evitar las fianzas imprudente (cf. 6, 1 y nota; 17, 18); a desconfiar de las fortunas improvisadas (13, 11; 20, 21); del crédito (22, 7) y de los hombres que adulan o prometen grandes cosas (20, 19); a no frecuentar demasiado la casa del amigo, porque es propio de la naturaleza humana que él se harte de nosotros y nos cobre odio (25, 17). De ahí el carácter y el valor eminentemente religiosos de este Libro, aun cuando no habla de la vida futura sino de la presente, ni trata de sanciones o premios eternos sino temporales. Los Proverbios son para la vida práctica. La nota clave de este libro está en esta frase: “El temor de Dios es el principio de la sabiduría” 1. Introducción: 1,1-9,18 ( “Hijo mío”) 2. Primera colección salomónica: 10,1-22,16 3. Primera colección de los sabios: 22,17-24,22 4. Segunda colección de los sabios: 24,23-34 5. Segunda colección salomónica: 25,1-29,27. 6. Dichos de Agur 30, 1-33 7. Dichos de Lemuel 31, 1-9 8. Poema acróstico o alabanza de la mujer ejemplar: 31, 10-31