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ECOLOGÍA HUMANA

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ECOLOGÍA HUMANA
Introducción
La Ecología Humana es el estudio científico de las relaciones, en tiempo y espacio, entre la
especie humana (Homo sapiens) y otros componentes y procesos de los ecosistemas de los cuales forma parte. Su objetivo es conocer la forma en que las sociedades humanas conciben, usan y afectan el
ambiente, incluyendo sus respuestas biológicas, sociales y culturales a cambios en tal ambiente.
Los estudios de ecología humana son fundamentales para la sociedad porque permiten:
 Conocer la historia y el estado actual de la relación sociedad-ambiente y de las poblaciones humanas.
 Identificar, diseñar y probar alternativas para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones humanas
Simplificando la Ecología Humana, es el estudio de las relaciones entre los seres humanos y
su entorno. Los ecologistas humanos investigan el modo en que los seres humanos adaptan su genética, fisiología, cultura y conducta al medio físico y social. La interacción entre el ser humano y su entorno es la base de los estudios en Ecología Humana, ámbito de la ciencia en el que confluyen investigaciones interdisciplinares que contribuyen a que esa relación sea sostenible.
Los estudios de ecología humana son fundamentales para la sociedad contemporánea porque
permiten: conocer la historia y el estado actual de la relación entre sociedad y ambiente y sus efectos
sobre el ambiente y las poblaciones humanas; identificar, diseñar y probar modelos de manejo y conservación de los recursos, para lograr su uso diversificado y a largo plazo; identificar, diseñar y probar
alternativas para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones humanas.
La interacción entre el ser humano y su entorno es la base de los estudios en Ecología Humana, ámbito de la ciencia en el que confluyen investigaciones interdisciplinares que contribuyen a que
esa relación sea sostenible.
El hombre ha modificado el (medio) ambiente durante miles de años, y en el último siglo esta
modificación ha aumentado en proporción e importancia. Un nuevo dato de gran interés es que esas
modificaciones están empezando a tener consecuencias significativas a escala mundial y, si continúan,
podrían ser incompatibles con un desarrollo económico mundial sostenido, así como con la habitabilidad a largo plazo del planeta.
Toda la multiplicidad de problemas ambientales - aumento de la temperatura global, la desforestación, la pérdida de la diversidad de especies, el aumento de los peligros naturales debido a la mala
gestión de los recursos, etc., etc.,- es hoy día familiar gracias a la atención de los medios de comunicación mundiales.
Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas - Escuela Superior de Sanidad “Dr. Ramón Carrillo”
Cátedra Ecología Humana. Año 2023. Mg. Lic. Norberto Muzzachiodi
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Historia
En tanto definida como "la relación de los organismos o grupos de organismos con su medio
ambiente", la Ecología (general) tiene una larga tradición en la Historia. Haëckel definió en 1869 la
ecología como el estudio de las relaciones entre un ser vivo y su entorno, tanto orgánico como inorgánico. Desde aquel inicio hasta nuestros días, la ecología se desarrolló sobre todo a partir de estudios de
especies animales y vegetales.
Spencer simple “discípulo” de Darwin, ya en 1852 había publicado su ensayo "Hipótesis sobre
el desarrollo", afirmando que el desarrollo de la humanidad se ha debido a una constante adaptación de
los hombres a su ambiente natural y social, valorándose así a Spencer como auténtico “padre” de la
Ecología Humana.
Pero fue un historiador, Febvre, quien daría nombre (“posibilismo”) a esta opción, y la formalizaría en el sentido de que el hombre, en cualquier caso, puede dominar las posibilidades naturales
que se le presentan. "En ningún sitio existen necesidades -venía a decir-, pero en todas partes hay posibilidades".
Para el inicio del Siglo XX se ha reflexionado, analizado, estructurado y escrito mucho sobre
la Ecología Humana, sin que se haya utilizado hasta entonces (o al menos no se tiene hoy constancia
de ello) ese término. En 1921 aparece el término, en la obra "Una introducción a la Ciencia de la Sociología" de Park y Burgess. Fue la Escuela de Sociología de Chicago la cuna de estos estudios. Allí,
Ernest Burguess y Robert Ezra Park presentaron la visión de la ciudad como laboratorio social que
permite el análisis desde un nivel físico-biológico, social y cultural. No en vano, la denominación de
esta disciplina es sustituida por la de Ecología Urbana (Town Ecology) en el ámbito de investigación
de los Estados Unidos. Se crea la Escuela de Chicago, que desarrolla la ecología urbana y que sigue
vigente.
No es casual que aparezca en los EEUU, como tampoco lo es que apareciese en Chicago (no
sólo por su tradición sociológica, sino por la importancia de su concentración urbana), como no podía
serlo que su objeto inicial fuese la ciudad. En aquéllos momentos, si había un medio ambiente que
atrajese fuertemente la atención de los investigadores, era la ciudad, su concentración. Esta introducción que venimos haciendo no es sino un reflejo de la larga introducción evolutiva que dará paso a la
Ecología Humana, y que podríamos sintetizar en dos conceptos: darwinismo y urbanización.
A partir de los años 40 se introducirán nuevos elementos, enriqueciéndose la teoría ecológica
humana y social. Así con la obra de Firey "Land Use in Central Boston" se implanta la influencia de
los factores culturales. A finales de la década de 1940 el antropólogo estadounidense Julián Steward
introdujo la idea de que los seres humanos forman parte de un sistema ecológico y dio nuevos impulsos a la investigación de las sociedades de cazadores-recolectores, de pastores y de agricultores y uso
el término de "ecología cultural". Sin embargo, hasta la década de 1960 no se produjo la unión de la
ecología cultural y ecología biológica en el moderno concepto de la ecología humana.
En fin, en los años '50 autores como Duncan, Hauser y Schnore darán forma definitiva a la
Ecología Humana de inspiración norteamericana. Esta se fundamenta en cuatro conceptos fundamentales: la población, el medio (el ecosistema), la tecnología y la organización; pero puede percibirse una
constante de importancia creciente: la consideración de cuestiones económicas complemento del análisis social. Los maestros de la EH no parecen haberse ocupado de los problemas sociales que realmente preocupaban a la sociedad a la que pretendían servir.
La noción de ambiente surge del reconocimiento de la crisis ambiental en la década de los 70s,
cuando aquel momento se tiene como paradigma lo que se referencia exclusivamente al medio biofísico (naturaleza) ante una emergencia de la problemática ambiental. Ingenieros – biólogos -políticos y
economistas, a pedido del Club de Roma generan Los Limites del Crecimiento y que se presenta en la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano en Estocolmo (1972), donde se crea el
PNUMA, con la finalidad de fomentar y apoyar la cooperación en materia ambiental.
En cualquier caso, en los '70 el Ecologismo (o, la Ecología Política), adquirió carta de naturaleza. En este sentido, debe entenderse el ecologismo como la confluencia de muy diversos elementos
que impulsan a un cambio de civilización que debe manifestarse en todos los ámbitos de la sociedad,
desde el conocimiento y la ciencia a la producción o el consumo; siendo una inquietud netamente social, pudiendo distinguirse tendencias muy diversas, que se repiten más o menos por igual en todos los
países occidentales en los que “el movimiento” ha alcanzado cierta fuerza.
Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas - Escuela Superior de Sanidad “Dr. Ramón Carrillo”
Cátedra Ecología Humana. Año 2023. Mg. Lic. Norberto Muzzachiodi
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La ecología es la ciencia de las relaciones entre los seres vivos y su medio ambiente. La ecología humana (EH) trata de las relaciones entre las personas y el ambiente. El ambiente, en la ecología
humana se percibe como un ecosistema, que es todo lo que existe en un área determinada – el aire, el
suelo, el agua, los organismos vivos y las estructuras físicas, incluyendo todo lo construido por el ser
humano. Las porciones vivas de un ecosistema – los microorganismos, las plantas y los animales (incluyendo a los seres humanos) – son su comunidad biológica (Marten, 2001).
A pesar de los grandes cambios que han tenido lugar en las relaciones entre los seres humanos
y su entorno a lo largo de la historia, el esquema sobre el que pivota el modelo permanece inalterable:
población, ambiente, organización social y tecnología son los cuatro puntos cardinales que determinan
los vínculos y las interacciones entre el ser humano y su entorno.
Los valores y conocimientos –que constituyen juntos nuestra cosmovisión como individuos y
como sociedad– determinan la manera en la que procesamos e interpretamos la información y cómo la
traducimos en acción. La tecnología define nuestro repertorio de acciones posibles. Estas posibilidades
son limitadas por la organización social y por las instituciones que especifican conductas socialmente
aceptables, transformándolas en acciones reales (Martens, 2001).
La modificación ambiental mundial está claramente vinculada al desarrollo. Lo que no se reconoce con tanta frecuencia es que la capacidad de respuesta está también vinculada a la carrera de
armamentos y los gastos militares.
Lo que comenzó en el siglo XVIII como preocupación por la preservación de la naturaleza, se
fue transformando en un nuevo enfoque sistémico, político y humanista que, bajo el nombre de desarrollo sostenible, busca armonizar la necesidad de equidad en el crecimiento y el progreso humano con
la racionalidad de la producción-consumo y la conservación de la vida en el planeta.
Este concepto presentado en el Informe Brundtland, pese a la variedad de interpretaciones
existentes en la literatura y en el discurso político, la gran mayoría de las concepciones respecto al
desarrollo sustentable representan variaciones sobre la definición sugerida por la Comisión Mundial
sobre Medio Ambiente y Desarrollo, presidida por la entonces Primera Ministra de Noruega, Gro
Brundtland (1987). “El desarrollo sustentable es aquel que satisface las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias
necesidades”.
Desde un punto de vista más economicista, el desarrollo sostenible supone una gestión de recursos renovables sometida a dos principios: las tasas de recolección deben ser iguales a las tasas de
regeneración (producción sostenible) y las tasas de emisión de residuos deben ser iguales a las capacidades naturales de asimilación de los ecosistemas donde se emiten los residuos. Los recursos no renovables se deben gestionar de manera que su tasa de vaciado se limite a la tasa de creación de sustitutos
renovables. Otros factores, como la tecnología o la escala de la economía, también tienen que armonizarse con el desarrollo sostenible (Daly, 1997).
Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas - Escuela Superior de Sanidad “Dr. Ramón Carrillo”
Cátedra Ecología Humana. Año 2023. Mg. Lic. Norberto Muzzachiodi
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El desarrollo sostenible plantea el reto de combinar una economía dinámica con una sociedad
que ofrezca oportunidades para todos (incluidas las futuras generaciones), al tiempo que se mejora la
productividad de los recursos y se desliga el crecimiento de la degradación del ambiente. Este concepto macroeconómico busca alcanzar a nivel mundial un progreso social, niveles estables de crecimiento
económico y de ocupación y protección medioambiental y prudente de los recursos naturales. Al reconocerse dicha crisis, se procura trabajar en el cambio de paradigma hacia la construcción de un modelo
de pensamiento que incluye al ser humano.
La reunión Brundtland fue la antesala de la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo (Cumbre Mundial de la CNUMAD) celebrada en Río de Janeiro en
1992 (aunque, en realidad, esta conferencia es continuación de la Conferencia Internacional sobre el
Medio Humano en 1972), se caracterizó por la adopción de un texto fundador de 27 principios, titulado “Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo”, y representó un punto de quiebre
en el modo como entendemos el medio ambiente y el desarrollo. En la Cumbre de la Tierra de Río de
Janeiro, participaron 178 gobiernos, entre ellos 110 jefes de Estado o de Gobierno. También asistieron
unos 2.400 representantes de organizaciones no gubernamentales.
A diez años de la cumbre realizada en Brasil, se realizó en la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica, la Conferencia llamada Cumbre de la Tierra, año 2002, cuyo tema fundamental en el que se basó
la cumbre fue determinar en qué medida el mundo puede cambiar de rumbo y lograr un futuro sustentable. A su vez, trató una serie de otras temáticas como: la pobreza, el agua dulce, el saneamiento, la
agricultura, la desertificación y la energía. Se refiere al empleo, la salud y la educación, y también a
los océanos, los bosques, las tierras secas y la atmósfera; a los problemas especiales a que hacen frente
África y los pequeños Estados insulares en desarrollo; a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio antes del año 2015, y a promover diferentes formas de vida que puedan poner fin al exceso de
consumo y producción.
En la Conferencia de Río + 20, realizada nuevamente en Brasil el año 2012, se confirmó que
la crisis global es también una crisis de la educación –asumida como educación a lo largo de la vida–
de su contenido y su sentido. Gradualmente ha dejado de concebírsele a la educación como un derecho
humano y se le ha convertido en el medio privilegiado para satisfacer las necesidades de los mercados,
demandantes de mano de obra para la producción y el consumo.
Los debates oficiales se centraron en dos temas principales: cómo construir una economía verde para lograr el desarrollo sostenible y liberar a la población de la pobreza, incluido el apoyo que
permita a los países en desarrollo encontrar un camino verde hacia el desarrollo; y cómo mejorar la
coordinación internacional con miras al desarrollo sustentable.
Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas - Escuela Superior de Sanidad “Dr. Ramón Carrillo”
Cátedra Ecología Humana. Año 2023. Mg. Lic. Norberto Muzzachiodi
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La intensidad de las demandas sobre los ecosistemas
Hay una estrecha relación entre la sustentabilidad de la interacción hombre-ecosistema y la intensidad de las exigencias que la gente hace a los ecosistemas. Todos dependemos de los ecosistemas
para obtener recursos energéticos y materiales. Algunos recursos, como los depósitos de minerales y
combustibles fósiles, son no renovables; otros recursos, como los alimentos, el agua y los productos
forestales, son renovables. La gente utiliza estos recursos, y después los devuelve al ecosistema como
desechos, tales como el drenaje, la basura, o los efluentes industriales.
En términos generales, cuantos mayores son las demandas sobre los ecosistemas, en términos
de la intensidad del uso de los recursos, resultan menos sustentables. El uso intenso de los recursos no
renovables acaba más rápidamente con su disponibilidad, deteriorando la capacidad de los ecosistemas
para proporcionarlos. La interacción sustentable con los ecosistemas solamente es posible si las demandas se mantienen dentro de ciertos límites. Este no ha sido el caso durante las últimas décadas, ya
que el crecimiento demográfico de la humanidad, así como el crecimiento industrial y económico, y el
florecimiento del consumo material, han incrementado dramáticamente la escala de utilización de los
recursos naturales. A medida que ha aumentado la conciencia ambiental, se han dado cambios en el
sistema social para reducir la intensidad de las exigencias a los ecosistemas. En años recientes se ha
dado un desplazamiento desde tecnologías que desperdician recursos, hacia tecnologías que los utilizan más eficientemente y reducen la contaminación.
Una población pequeña puede gozar de altos niveles de consumo sin exigir demasiado del ambiente. Aun utilizando las tecnologías más eficientes que se puedan imaginar, un exceso de personas
viviendo en pobreza puede verse obligada a hacer exigencias insostenibles al ambiente.
El nivel de consumo de las naciones más ricas es enormemente mayor que el de las más pobres. El impacto de la población en las naciones más ricas no sólo radica en el gran número de personas que ya tienen, sino también en el hecho de que sus intensas demandas se extienden a ecosistemas
más allá de sus fronteras.
Las naciones del mundo en desarrollo aspiran al desarrollo económico con niveles más altos
de producción industrial y de consumo, aspiraciones que se ven obstaculizadas por el crecimiento demográfico acelerado que actualmente tipifica a esa parte del mundo.
Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas - Escuela Superior de Sanidad “Dr. Ramón Carrillo”
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