Isaac Manuel Franciso Albéniz nació el 29 de mayo de 1860 en Camprodón, Gerona, España. Y se convirtió en unos de los compositores más relevantes del Romanticismo de la historia. Aunque fue un célebre músico y compositor de piano no sólo limitó su carrera musical a este instrumento. Desde pequeño, demostró un gran talento para la música, así que recibió la formación musical de su madre, que era pianista. A los 4 años, realizó su primera actuación pública, y a los 7, dio su primer concierto como pianista prodigio Estudió piano en Barcelona e intentó entrar en el Conservatorio de París, pero no lo logró. A los 8 años, se mudó con su familia a Madrid, donde allí continuó sus estudios en las clases de Mendizábal en el conservatorio. Con 10 años se fue de casa y recorrió varios pueblos y ciudades donde en estos, él solo organizó sus propios conciertos y recitales de música. En 1872 se fugó por segunda vez, pero en esta ocasión se fue a América, recorriendo países como Argentina, Uruguay, Brasil, Cuba, etc. En este viaje, tuvo la protección del secretario particular del conde de Morphy. Isaac era consciente de que todavía le faltaba mucho por aprender y tenía un gran deseo de perfeccionarse. Así que prosiguió sus estudios en el conservatorio de Bruselas. Allí conoció a Franz Liszt. La amistad que hubo entre ellos duró toda su vida. Se sabe que esta amistad influenció a Isaac a la hora de componer sus obras. Esta semilla germinará años más tarde y se plasmará en su estilo musical en la medida en que él madura y evoluciona como persona y como músico. Desde su juventud, se vio que a Isaac le encantaba viajar, lo que demuestra que viajó por toda Europa, así conoció a Liszt, Chopin y Wagner. Un año importante en la vida del compositor fue en 1882, cuando se casó matrimonio con Rosina, con la que tuvo tres hijas, y conoció al compositor Felip Pedrell. Éste también tuvo una fuerte influencia en Albéniz, y fue quien dirigió su atención a crear composiciones basándose en la música popular española. Fue a partir de este instante cuando el estilo empezó a tener mayor complejidad y sus objetivos respecto a su carrera como compositor apuntaron muy alto. Su idea era crear una “música nacional de acento universal”. Este estilo tan característico comenzó a perfilarse en las obras de 1885, en especial “la Suite Española”. Formó parte de la “Colonne Orchestra” de París en 1889 hasta que el empresario Henry Lowenfeld lo contrata como intérprete y compositor. Se instaló con su familia en Londres, donde sus trabajos obtienen gran popularidad y éxito. Por petición de Lowenfeld, Albéniz compuso “El Ópalo mágico” y fue presentada posteriormente en Madrid como “La sortija” . La reputación de Isaac Albéniz siguió creciendo y creciendo hasta que un poeta, dramaturgo amateur y heredero de una gran fortuna, adquirió el contrato que éste tenía con Lowenfeld. Gracias a este apoyo económico, Isaac pudo vivir confortablemente y dedicar más tiempo a la música. Esta década de su vida dedica todo su talento y energía a la composición de música sobre escenario; viajó constantemente de Londres a París. Ambas ciudades fueron y siguen siendo, en Europa, grandes focos del Arte y cuna de muchos artistas. En París se codeó con los grandes de la comunidad musical francesa y aprendiendo de las modernas técnicas musicales de todos estos compositores de la vanguardia europea. Desde 1898 y los dos años posteriores estuvo como profesor de música en la Schola Cantorum, pero debido a su mala salud se vio obligado a regresar a España, donde había mejor clima, y junto con Enrique Morera iniciaron un duro trabajo para la promoción de trabajos líricos catalanes. Tuvo graves problemas para interpretar sus trabajos teatrales y regresó de nuevo a París. En este período la casa de Albéniz se convierte en un albergue de artistas españoles, donde encontraban el amparo necesario para progresar con sus producciones artísticas. Empieza una época de silencio para el compositor y sus apariciones en público disminuyeron. Fue una época de improvisación, innovación y evolución. Poco a poco Coutts fue dejando de escribir y Albéniz también volvió a tocar el piano. Regresó a su paisaje nativo del Pirineo, que fue la fuente de su inspiración. Albéniz y Pedrell trabajaron para que los autores españoles no se limitaran tan sólo a la Zarzuela. La textura de la composición y el lenguaje que define “Iberia” son una característica de “Quatre mélodies” ( de los poemas de Coutts) , que fue lo último compuesto por Albéniz. Poco antes de su muerte su amigo Enrique Granados fue a visitarlo a su casa. Albéniz le pidió que tocara algo al piano e interpretó la obra “La maja y el ruiseñor”, una obra muy popular en ese entonces, cuando de repente cambió y tocó la barcarola “Mallorca”, obra compuesta por Albéniz inspirándose en un viaje que realizaron los dos a las Islas Baleares. Albéniz murió días después, en Cambo-les-Bains, en los Pirineos franceses, el 18 de Mayo de 1909, antes de que el gobierno francés le entregara la Gran Cruz de la Legión de Honor a petición de otros destacados pianistas como Fauré, Debussy o el mismo Granados. El cuerpo del compositor catalán fue trasladado a Barcelona en tren. Llegó a la estación de Francia el 5 de junio al anochecer. Toda la ciudad le recibió con solemnidad y al día siguiente la Banda Municipal de Barcelona y la coral del Orfeó Catalán interpretaron piezas fúnebres en su honor. Tras estos actos el féretro recorrió las calles de la ciudad, engalanadas con banderas catalanas a media asta y delante del Liceo se hizo otra parada solemne donde se unieron aún más personas a la comitiva funeraria. Fue enterrado en el cementerio de Montjuic.