LA CIENCIA PARA TODOS 214 Carles Canet Miquel Antoni Camprubí i Cano La Ciencia para Todos Desde el nacimiento de la colección de divulgación científica del Fondo de Cultura Económica en 1986, ésta ha mantenido un ritmo siempre ascendente que ha superado las aspiraciones de las personas e instituciones que la hicieron posible. Los científicos siempre han aportado material, con lo que han sumado a su trabajo la incursión en un campo nuevo: escribir de modo que los temas más complejos y casi inaccesibles puedan ser entendidos por los estudiantes y los lectores sin formación científica. A los diez años de este fructífero trabajo se dio un paso adelante, que consistió en abrir la colección a los creadores de la ciencia que se piensa y crea en todos los ámbitos de la lengua española —y ahora también del portugués—, razón por la cual tomó el nombre de La Ciencia para Todos. Del Río Bravo al Cabo de Hornos y, a través de la mar Océano, a la Península Ibérica, está en marcha un ejército integrado por un vasto número de investigadores, científicos y técnicos, que extienden sus actividades por todos los campos de la ciencia moderna, la cual se encuentra en plena revolución y continuamente va cambiando nuestra forma de pensar y observar cuanto nos rodea. La internacionalización de La Ciencia para Todos no es sólo en extensión sino en profundidad. Es necesario pensar una ciencia en nuestros idiomas que, de acuerdo con nuestra tradición humanista, crezca sin olvidar al hombre, que es, en última instancia, su fin. Y, en consecuencia, su propósito principal es poner el pensamiento científico en manos de nuestros jóvenes, quienes, al llegar su turno, crearán una ciencia que, sin desdeñar a ninguna otra, lleve la impronta de nuestros pueblos. YACIMIENTOS MINERALES Comité de Selección Dr. Antonio Alonso Dr. Francisco Bolívar Zapata Dr. Javier Bracho Dr. Juan Luis Cifuentes Dra. Rosalinda Contreras Dra. Julieta Fierro Dr. Jorge Flores Valdés Dr. Juan Ramón de la Fuente Dr. Leopoldo García-Colín Scherer Dr. Adolfo Guzmán Arenas Dr. Gonzalo Halffter Dr. Jaime Martuscelli Dra. Isaura Meza Dr. José Luis Morán López Dr. Héctor Nava Jaimes Dr. Manuel Peimbert Dr. José Antonio de la Peña Dr. Ruy Pérez Tamayo Dr. Julio Rubio Oca Dr. José Sarukhán Dr. Guillermo Soberón Dr. Elías Trabulse Carles Canet Miquel y Antoni Camprubí i Cano YACIMIENTOS MINERALES Los tesoros de la Tierra la ciencia/214 para todos Primera edición, 2006 Primera edición electrónica, 2010 Canet Miquel, Carles, y Camprubí i Cano, Antoni Yacimientos minerales: Los tesoros de la Tierra / Carles Canet Miquel y Antoni Camprubí i Cano. — 1a ed. — México : FCE, SEP, CONACyT, CAB, 2006 232 p. : ilus. ; 21 × 14 cm. — (Colec. La Ciencia para Todos ; 214) ISBN 978-968-16-7904-0 1. Minerales. 2. Geología 3.Ciencias de la Tierra 4. Divulgación científica I. Camprubí i Cano, Antoni, coaut. II Ser. III. t. LC TN19 Dewey 508.2 C569 V.214 Distribución mundial D. R. © 2006, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. www.fondodeculturaeconomica.com Empresa certificada ISO 9001:2008 Comentarios: laciencia@fondodeculturaeconomica.com Tel. (55) 5227-4672 Fax (55) 5227-4694 La Ciencia para Todos es proyecto y propiedad del Fondo de Cultura Económica, al que pertenecen también sus derechos. Se publica con los auspicios de la Secretaría de Educación Pública y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor. ISBN 978-607-16-0336-4 (electrónica) 978-968-16-7904-0 (impresa) Hecho en México - Made in Mexico A Jenaro González Reyna, sistematizador de los yacimientos de México. En su obra caudal, Riqueza minera y yacimientos minerales de México, cuya primera edición fue publicada en 1944, el geólogo michoacano Jenaro González Reyna (1905-1967) no sólo realizó quizás el primer trabajo sistemático y exhaustivo de los yacimientos minerales de México, sino el único hasta la fecha. Igualmente, señaló con precisión y percepción crítica cuáles deberían ser las regiones susceptibles de exploración y explotación mineras como en efecto se están desarrollando actualmente en la región del río Balsas. Dicho trabajo, junto con el resto de su labor, sigue aún hoy día siendo una guía casi indispensable para quienes trabajan en el campo de la minería y de la metalogenia. AGRADECIMIENTOS Quisiéramos, en primer lugar, agradecerle a Rosa María Prol Ledesma, del Instituto de Geofísica de la unam, el habernos animado (mejor deberíamos decir “retado”) a escribir este libro, tan necesario desde nuestro modesto punto de vista. Igualmente, su extensa revisión crítica del texto contribuyó de manera más que significativa a darle mayor claridad y mejor contenido. Ojalá sea también útil. La mayoría del material fotográfico incluido en este libro fue obtenido por los autores, aunque buena parte del mismo cortésmente fue cedida por numerosos colegas. Nuestros amigos Joaquín Proenza Fernández y JoanCarles Melgarejo, del Departamento de Cristal·lografía, Minerología i Dipòsits Minerals de la Universidad de Barcelona, nos proporcionaron abundantes fotografías de yacimientos de la Faja Pirítica Ibérica, de las minas de Almadén y de otras localidades, por lo que pudimos escoger entre un abundante material fotográfico. De la misma institución, Ángels Canals no sólo ofreció su apoyo más entusiasta al proyecto del libro, sino que también nos beneficiamos de sus comentarios. Además, nos permitieron el acceso a la colección de muestras para uso docente de dicho Departamento para tomar fotos de las mismas con 11 el fin de ilustrar este libro. Las fotos del interior de mina del yacimiento La Guitarra, de Temascaltepec, fueron tomadas por Noel White, mientras que Ramón Guillermo Pérez Vázquez, Yann René Ramos Arroyo y Juan Carlos Cruz Ocampo nos proporcionaron fotos adicionales de zonas mineras de Cuba, de aguas de mina de México y de objetos ornamentales diversos, respectivamente. Josep Bosch y, por medio de él, el Museu de Gavà amablemente nos cedieron fotos de la galería del complejo neolítico de esa localidad catalana, así como fotos de adornos corporales hallados en enterramientos de la misma época. Igualmente, la Fundación las Médulas, por medio de María Ruiz del Árbol, tuvieron la gentileza de aportar varias fotos tomadas por Francisco Javier Sánchez-Palencia, del Instituto de Historia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en dicho paraje, además de soportar de la mejor manera nuestra insistencia. Tom Musselman también cooperó de forma entusiasta en este trabajo con una apreciable cantidad de fotografías sensacionales de las Barrancas del Cobre, Chihuahua. Nuestra debida gratitud a Arturo Gómez Caballero, del Instituto de Geología de la unam, quien nos ilustró abundantemente sobre las particularidades de los términos mineralógicos en lengua náhuatl y nos facilitó la tarea proporcionándonos información que, de otra forma, nos hubiera costado mucho trabajo reunir. Asimismo, María Guadalupe Villaseñor Cabral, del mismo Instituto, nos proporcionó información útil para la elaboración de este libro. Nuestro agradecimiento también para el personal del Fondo de Cultura Económica, que se interesó por la propuesta que condujo a la elaboración de este libro o que nos ha asistido amablemente a partir de entonces, y, en especial, a Marco Antonio Pulido y María del Carmen Farías. 12 Gracias a todas las personas de las que hemos recibido algún tipo de apoyo moral o aliento durante la redacción de este libro, o que han expresado su interés en el mismo. En especial, queremos expresar nuestro más profundo agradecimiento a Sara Ivonne Franco, Sandra Zenteno, Miquel Camprubí, Dolors Cano, Pascual Canet, Mercè Miquel y Alba Canet. Gracias también al lector o la lectora por validar nuestro trabajo con su interés. 13 PRÓLOGO El uso de los minerales como materias primas o para la obtención de metales tiene enorme importancia en nuestra sociedad. Podemos afirmar que la mayoría de los materiales que nos rodean proceden directa o indirectamente de las minas y, por consiguiente, de los yacimientos minerales. Por ejemplo, los materiales de construcción con los que están edificadas las casas en las que habitamos y la enorme variedad de metales que componen hasta el más sencillo de los aparatos eléctricos o mecánicos tienen su origen en una mina. Sin embargo, a pesar de la cotidianidad de los objetos y materiales elaborados a partir de minerales, pocas veces nos preguntamos sobre su origen. Las materias primas minerales son sustancias que se extraen de la corteza terrestre para aprovechar sus propiedades o alguno de sus componentes químicos, y se clasifican en metálicas, no metálicas y energéticas. Estos materiales no sólo son imprescindibles para las sociedades modernas e industrializadas, sino que su uso ha acompañado el desarrollo tecnológico de la humanidad desde los albores de la civilización. Este hecho se reconoce en la clásica división de la prehistoria en tres perio15 dos: la edad de piedra, la edad de bronce y la edad de hierro. En general, los recursos minerales se extraen de los yacimientos mediante operaciones mineras de complejidad y envergadura muy variables. Los combustibles fósiles constituyen un caso aparte en cuanto a su naturaleza, origen, emplazamiento, explotación y aplicaciones, por lo que no serán tratados más que muy superficialmente en este libro. Se considera que un depósito mineral es cualquier concentración anómala de minerales en la corteza terrestre, y que los yacimientos minerales son los depósitos cuya explotación puede producir un beneficio económico en un momento determinado. Teniendo en cuenta estas definiciones, debemos preguntarnos por qué en ciertos puntos de la corteza tienen lugar estas raras acumulaciones de minerales. Asimismo, si observamos sobre un mapa la distribución de yacimientos minerales es fácil advertir que, normalmente, los enriquecimientos en ciertos elementos suelen estar restringidos a regiones concretas: grandes cinturones de terreno denominados provincias metalogenéticas. Incluso en de las provincias metalogenéticas los yacimientos minerales son muy escasos en relación con las otras rocas. Esto se debe a que su formación implica necesariamente procesos geológicos muy locales y raros en el tiempo. Estos procesos, además, están fuertemente condicionados por la tectónica de placas. Para hacernos una idea, veamos cuáles son, a grandes rasgos, los procesos que deben combinarse para que se forme un típico depósito metalífero de origen hidrotermal. En primer lugar, es necesaria una circulación de fluidos a través de la corteza terrestre. Para ello, debe haber zonas permeables, sean rocas porosas o fallas y fracturas, a través de las cuales los fluidos 16 puedan circular. En segundo lugar, es preciso que estos fluidos se enriquezcan en determinados elementos, por lo cual deben evolucionar e interactuar con determinados cuerpos rocosos cuyas características composicionales y mineralógicas permitan al fluido extraer esos metales. Por último, un cambio brusco en las condiciones físicoquímicas, producido como variaciones en la temperatura, pH, litología, presión, etc., es imprescindible para que los metales precipiten en un volumen relativamente pequeño de roca, originando una zona con elevadas concentraciones o leyes que constituya un depósito mineral. La disciplina científica que se encarga del estudio de la formación de los yacimientos metalíferos como un aspecto de la historia de la corteza terrestre recibe el nombre de metalogenia. Debido a la complejidad y variedad de los procesos y factores geológicos que determinan la formación de los depósitos minerales, para realizar investigaciones en metalogenia es necesario integrar numerosos aspectos de la geología y de la ciencia en general. Por lo tanto, en el estudio de los yacimientos minerales se interrelacionan disciplinas extremadamente diversas en sus objetivos y en su escala de trabajo, como son la geoquímica, la mineralogía, la petrología, la petrogénesis y la tectónica. En todos los casos esta interrelación tiene lugar en ambos sentidos, de forma que los estudios metalogenéticos aportan información invaluable a muchas áreas del conocimiento de las ciencias de la tierra. A pesar de su innegable interés científico, lo que realmente ha suscitado el estudio de los yacimientos minerales es el valor económico de los metales y en general, de las materias primas minerales. Los estudios de yacimientos minerales, y de la metalogenia en particular, proporcionan pautas y criterios que facilitan la detección, evaluación y explotación de los recursos minerales. 17 La explotación y beneficio de los yacimientos minerales, actividades de las que la sociedad actual no puede prescindir, acarrean importantes alteraciones al ambiente. En algunos casos, la falta de prevención y la aplicación deficiente de las normas de protección ambiental en la minería han tenido consecuencias desastrosas e incluso irreparables de corto y mediano plazo para el entorno natural y para la salud humana. La investigación de los yacimientos minerales ayuda a detectar y pronosticar peligros ambientales, y proporciona criterios que, si se tienen en cuenta, ayudan a establecer medidas preventivas, correctivas y de remedio del impacto ambiental. Las materias primas minerales son recursos no renovables, por lo que la alternativa a su explotación está en el reciclaje. Sin embargo, la creciente demanda de estos materiales, paralela al desarrollo económico e industrial de muchas naciones, ha impulsado un enorme acrecentamiento en la explotación de los yacimientos minerales. Muchos minerales son considerados actualmente como recursos estratégicos. Su distribución es muy desigual y, en muchas ocasiones, los países demandantes, que normalmente ostentan mayor poderío económico, carecen de ellos. Estos hechos han favorecido el desarrollo de un comercio entre naciones productoras y consumidoras. Sin embargo, en muchas ocasiones dichas relaciones comerciales están descompensadas y son injustas en sus parámetros, por lo que han desatado numerosos conflictos. El objetivo de este libro es aproximar al lector al mundo de los yacimientos minerales, dándole a conocer los principales tipos de depósitos, sus procesos de formación así como su distribución y emplazamiento en el contexto geológico. Además, se pretende ilustrar al lector sobre la importancia económica de los recursos minerales y sensibilizarlo sobre las repercusiones de su explotación y consumo. 18 La comprensión del origen y distribución de las materias primas minerales, así como de los procesos y efectos de su extracción, sin duda repercutirá en una mayor conciencia del lector en lo que refiere al consumo responsable y sustentable de las materias primas no renovables de origen mineral. 19 I. Los recursos minerales Los minerales: Definición e importancia Antes de aplicar el adjetivo mineral en locuciones como recurso mineral o yacimiento mineral es preciso definir con precisión el significado del sustantivo mineral, que por adjetivación lleva al anterior. La gran mayoría de nosotros tiene una noción mínimamente correcta de lo que es un mineral, aunque sea de forma aproximativa. Sin embargo, como siempre, la dificultad estriba en definirlo de forma precisa. Y ello, aunque parezca mentira, puede ser verdaderamente un problema. Un mineral es esencialmente una especie química de origen natural, con una estructura cristalina determinada y una composición química definida, aunque no fija, pero que varía dentro de límites bien definidos. Éste se presenta generalmente bajo formas geométricas más o menos regulares, mayoritariamente en estado sólido (excepto el mercurio). Un material, para poder ser denominado mineral, debe tener tres cualidades esenciales: 21 1) formar una unidad material sólida y cristalina, 2) ser de origen natural y 3) pertenecer a la parte sólida de la Tierra, aunque provenga del espacio exterior. Sin embargo, la Asociación Mineralógica Internacional (ima, por sus siglas en inglés), que es la máxima autoridad internacional en lo concerniente a minerales, propone una versión abreviada de la definición de mineral. Dice así: “En términos generales, un mineral es un elemento o compuesto químico, normalmente cristalino, formado como resultado de procesos geológicos”. Ante una definición tan prolija en condicionantes, sus ramificaciones son necesariamente múltiples. Dado que no es el objetivo de este trabajo dar una dirección inequívoca de qué sustancias son minerales y cuáles no, no nos extenderemos en mayores precisiones. Por lo pronto, sírvanse retener la definición “oficial” ante cualquier eventualidad. Como este libro trata del conocimiento sobre la localización, circunstancias y fenomenología de los yacimientos minerales, en gran manera para su aprovechamiento, y ello incluye no sólo minerales sino también rocas, también es necesario definir qué es una roca. Una roca es un material de origen natural, formado mediante procesos geológicos, que se encuentra en estado sólido, que puede estar formado por un solo mineral (rocas monominerálicas) o más de uno (rocas poliminerálicas), y que presenta homogeneidad estadística en sus componentes. En versión coloquial, podríamos decir que una roca está constituida por una cantidad incontable de granos o cristales, que pueden ser del mismo mineral o no, aunque no necesariamente está compuesta de materia cristalina (como es el caso del vidrio volcánico, que incluye la famosa obsidiana). Como en el caso de la definición de mi22 neral, el condicionante que lleva la definición de roca es que es de origen natural y que se encuentra en estado sólido. Hoy en día se conocen alrededor de 3 800 especies minerales válidas según los criterios actuales aplicados por la ima. Tal cantidad de minerales precisa, naturalmente, de una clasificación que los identifique en grupos coherentes con criterios precisos. La clasificación actual de los minerales se refiere a su composición química y, más concretamente, al anión o grupo aniónico dominante en los mismos, lo que lleva a la clasificación de los minerales según clases. El definir las clases mineralógicas basándose en el anión o el grupo aniónico predominante no es un asunto trivial. Además de ser útil para diferenciar los minerales según las especies químicas, hay que tener en cuenta que los diferentes grupos aniónicos se unen a los cationes mediante tipos distintos de enlaces químicos, lo que confiere a los minerales un gran número de propiedades físicas y químicas esenciales, distintas de clase mineral a clase mineral. En jerarquías menores de la clasificación de los minerales, a partir de las clases se definen las subclases en función de la estructura interna y la composición química de los minerales. Según los tipos químicos, se definen las familias, de ellas los grupos, por afinidad cristalográfica y estructural, y, de los grupos, especies, que pueden formar series entre sí. Las especies son las “unidades mineralógicas” por antonomasia que todos conocemos, como cuarzo, calcita, diamante, topacio, etc. A su vez, las especies pueden tener diferentes variedades, como amatista, calcedonia, rubí, esmeralda, etc. Sin embargo, generalmente de clase se pasa a grupo y a especie. Según estos criterios, se utilizan dos clasificaciones que, aunque son muy similares, en algunos casos presentan diferencias sustanciales. Éstas son la clasificación de Dana 23 actualizada (“D”, establecida por los mineralogistas estadunidenses James Dwight Dana, 1813-1895, y su hijo Edward Salisbury Dana, 1849-1935), que es la más utilizada, y la de Strunz (“S”, establecida por el mineralogista alemán Hugo Strunz, 1910- ). Las clases mineralógicas que incluyen ambas clasificaciones (D y S) son las siguientes: I. Elementos nativos (D); elementos (S). II. Sulfuros (incluye seleniuros, telururos, arseniuros, antimoniuros y sulfosales) (D y S). III. Óxidos e hidróxidos (D y S). IV. Haluros (D); halogenuros (S). V. Carbonatos, nitratos y boratos (D, incluye yodatos). Según S, los boratos constituyen una clase aparte. VI. Sulfatos y cromatos (D, incluye selenatos, teluratos, sulfitos, selenitos y teluritos); sulfatos, cromatos, molibdatos y tungstatos (S). VII. Fosfatos, arseniatos y vanadatos (D, incluye antimoniatos, molibdatos y tungstatos). VIII. Silicatos. Subclases: nesosilicatos, sorosilicatos, ciclosilicatos, inosilicatos, filosilicatos y tectosilicatos (D y S). IX. Minerales orgánicos (D y S). Una tercera clasificación, la nueva clasificación de Dana (propuesta por Gaines et al., 1997), aún conservando la superestructura de las anteriores, establece 78 clases mineralógicas diferentes. ¿Cuál es la importancia de los minerales y de su estudio? Un mínimo examen de los minerales es necesario para cualquier estudio geológico y de recursos minerales. Como constituyentes básicos de cualquier roca, no puede haber estudios petrológicos (la petrología es la rama de la 24 geología que se dedica al estudio de las rocas, su origen, formación y evolución en el tiempo) sin un estudio de los minerales que componen las rocas problema. En el caso que nos ocupa, que no es otro que el estudio de los yacimientos y depósitos minerales, está de más indicar cuál es la importancia del estudio de los minerales. Sin embargo, la trascendencia del estudio de los minerales reside, al menos desde un punto de vista pragmático, en la importancia que tienen los minerales para nuestro estilo de vida. Todos los metales y aleaciones que empleamos (así como todos los útiles, instrumentos, máquinas, etc., que a diario utilizamos), que no son pocos, han sido extraídos mediante métodos metalúrgicos de minerales que, a su vez, fueron extraídos de yacimientos minerales mediante métodos mineros. De igual modo, los diamantes, como todas las piedras preciosas y la mayoría de las semipreciosas, son minerales. Sobre dichos aspectos, seguiremos hablando a continuación. Con todo ello, ¿acaso puede quedar duda alguna sobre la importancia del estudio de los minerales? Las materias primas minerales Las materias primas minerales son sustancias que se extraen de la corteza terrestre para aprovechar sus propiedades físicas o químicas. Esta definición comprende todos los minerales y rocas utilizados por el hombre y los elementos y compuestos que se extraen de ellos. Se incluyen, por lo tanto, los minerales y rocas que se utilizan en la construcción (por ejemplo, áridos, rocas ornamentales, rocas para hacer cemento) y otros minerales “industriales” (como arcillas, yeso, sal, aluminosilicatos, zeolitas), las gemas (diamantes, esmeraldas), los 25 minerales de los que se extraen determinados elementos mediante un proceso metalúrgico (como minerales de hierro, plomo, zinc, cobre, plata, oro), y el carbón y los hidrocarburos. Las materias primas minerales tienen un valor económico intrínseco debido a que son apreciadas por sus aplicaciones y propiedades que, mediante su aprovechamiento industrial, permiten satisfacer necesidades humanas muy diversas. Por lo tanto, existe una demanda sobre ellas que, en combinación con su oferta y disponibilidad, les otorga un precio que naturalmente está sujeto a las leyes del mercado. Podemos afirmar que el aprovechamiento de las materias primas minerales tiene enorme repercusión sobre la economía global. Por el hecho de que éstos son bienes proporcionados por naturaleza, las materias primas minerales constituyen una parte de lo que se conoce como los “recursos naturales”. Su distribución geográfica depende exclusivamente de procesos naturales que, por otro lado, al desarrollarse a lo largo de una escala de tiempo geológica no son perceptibles por el hombre. Los recursos naturales incluyen, además de las materias primas minerales, elementos tan diversos como el agua, la riqueza forestal, la pesca, los suelos, las energías renovables, los parques nacionales y un largo etcétera. Desde el punto de vista de su aprovechamiento, la diferencia esencial entre las materias primas minerales y los otros recursos naturales radica en que éstas no son renovables, salvo a escala geológica. Consecuentemente, los minerales constituyen un stock de recursos que se agota irremediablemente a medida que se van explotando. Otros recursos naturales, como los bosques, pueden ser mantenidos o incluso aumentados a pesar de su explotación, por una acción planificada del hombre. Por último, 26 Tejado: arcillas, pizarra, petróleo, yeso, fibra de vidrio (sílice, boratos, caliza, sosa, feldespato). Vidrio: cuarzo, sosa, litio, boro, estroncio, etcétera. Revestimiento interior: yeso. Aislantes: cuarzo, feldespato, vermiculita. Cables: cobre, aluminio. Cerámica: feldespatos, nefelina, caolín, etcétera. Ladrillos: arcillas. Hormigón: arcillas, caliza, yeso, óxidos de hierro, áridos. Roca ornamental: granitos, calizas, travertino, arenisca, mármol, riolitas, anortositas, etcétera. Fertilizantes: fosfatos, potasa. Plomería y desagües: cobre, zinc, níquel, cromo, hierro, aluminio, arcillas. Figura I.1. Esquema de una casa, de los materiales, objetos y útiles que se pueden encontrar en ella, en el que se muestran las diversas materias primas de origen mineral con las que están elaborados. algunos recursos naturales no dependen de su aprovechamiento, de modo que su disponibilidad es totalmente independiente del ritmo de explotación. Este sería el caso de las energías llamadas renovables, como la energía solar o la eólica. El uso de los minerales y las rocas, y de los elementos que de ellos se extraen, tiene una importancia enorme en nuestra sociedad. Éstos se hallan presentes en una gran cantidad de bienes de consumo, hasta el punto de que podemos aseverar que buena parte de los materiales que nos rodean proceden directa o indirectamente de las minas. Además, buena parte de estos materiales son extraídos y procesados utilizando la energía que propor27 cionan los combustibles fósiles, los cuales también se extraen de la corteza terrestre. Sin embargo, a pesar de la cotidianidad de su uso, son pocos los consumidores o usuarios realmente conscientes de que estos materiales originariamente proceden de las minas, lo que implica si están dispuestos a “pagar su precio”. Para evidenciar la importancia de las materias primas minerales en nuestras vidas, pongamos un ejemplo de nuestro entorno doméstico y tratemos de hacer una relación sencilla de los materiales de origen mineral con los que están edificadas nuestras casas. Los materiales más utilizados en la construcción de edificios son el yeso, los áridos (conjunto no aglomerado de arena y gravas que actúan como constituyentes inertes en la elaboración del hormigón), el cemento (que se elabora a partir de rocas ricas en calcita y arcillas), las arcillas (para la elaboración de ladrillos) y las rocas ornamentales, todos ellos materiales de origen mineral. No hay que olvidar la gran cantidad de piezas elaboradas de cerámica o vidrio, como las ventanas, los azulejos, los sanitarios, etc. La mayoría del vidrio se produce fundiendo cuarzo (normalmente procedente de arenas cuarzosas) con otros compuestos típicamente de origen mineral (como la sosa, que se suele extraer de carbonatos de sodio naturales como la trona), y aditivos como el litio, el boro y el estroncio, todos ellos obtenidos de yacimientos minerales específicos. Para la elaboración de productos cerámicos se emplean, entre otros, feldespatos, nefelina, rocas aplíticas y pegmatíticas, y arcillas como el caolín. Además podemos considerar la enorme variedad de metales que componen hasta el más sencillo de los aparatos eléctricos o mecánicos. Por ejemplo, las diversas aleaciones conocidas como acero, que además de hierro y carbono (sus componentes básicos) pueden incluir man28 ganeso, cromo, níquel, silicio, cobalto, molibdeno, vanadio y tungsteno. No debemos olvidar tampoco la proliferación de artículos elaborados a partir de metales “no ferrosos” como el aluminio, el magnesio, el cobre, el zinc y el plomo, que son extraídos de diversos yacimientos metalíferos que, en ocasiones, son geológicamente muy complejos. Las materias primas minerales no sólo son imprescindibles para las sociedades modernas e industrializadas, sino que su uso ha acompañado el desarrollo tecnológico de la humanidad desde los albores de la civilización. Este hecho se reconoce en la clásica división de la protohistoria en tres periodos: la edad de piedra, la edad de bronce y la edad de hierro. Además, los prehistoriadores reconocen otro periodo, el calcolítico o edad de cobre, en la transición entre la fase final de la edad de piedra, el neolítico, y la edad de bronce. De este modo, sabemos que la industria humana surgió con el aprovechamiento de materiales líticos (como el sílex o la obsidiana, para la elaboración de hachas, puntas de flecha, percutores y otras herramientas), siguió con la elaboración de artículos de cerámica (utilizando fango, es decir, una mezcla plástica de arcillas con agua), y finalmente experimentó un vertiginoso progreso a partir del momento en que se desarrollaron las técnicas de aprovechamiento de los metales. En la actualidad, la demanda de materias primas minerales sube a la par del gran crecimiento de la población mundial y del aumento en el consumo de estos materiales, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo. Esta tendencia podría derivar en crisis global, en primer lugar porque, como se ha mencionado, las materias primas minerales no son renovables y constituyen un recurso finito. Además, su extracción, transformación y uso conllevan sustanciales efectos nega29 tivos sobre el ambiente. Esta posible crisis no debe ser pasada por alto, pues sólo sería posible evitarla o minimizarla mediante una planificación responsable del consumo y crecimiento poblacional, en el que tienen que participar todos los sectores de la sociedad, incluidos los científicos y los expertos en recursos y yacimientos minerales. Clasificación de las materias primas minerales La finalidad de cualquier clasificación es agrupar elementos comparables en categorías con algún propósito concreto. Los yacimientos minerales, como se verá detalladamente después, se clasifican siguiendo esquemas científicos basados esencialmente en criterios genéticos y geológicos. Estas clasificaciones son particularmente útiles para entender cómo se forman los depósitos, lo cual ayuda al descubrimiento de nuevos yacimientos. Sin embargo, las materias primas minerales, como elementos sujetos a la demanda y al mercado, se suelen clasificar según su empleo. Si se toman como único criterio de clasificación sus aplicaciones, las materias primas minerales se han agrupado tradicionalmente en tres grandes categorías: 1) combustibles o energéticas, 2) no metálicas y 3) metálicas. El grupo de los combustibles o materias primas minerales energéticas incluye los denominados combustibl es fósiles (carbón, petróleo, gas e hidrocarburos naturales), y los minerales de uranio y torio que se emplean como fuente de combustible para los reactores nucleares. Las materias primas minerales “no metálicas” incluyen 30 Figura I.2. Objetos artísticos elaborados con diferentes materias primas a través del tiempo. A) Collar de variscita excavado en el complejo minero neolítico de Gavà, Cataluña, elaborado aproximadamente hace 6 000 años. Nótese el color verde de la variscita. Fotografía cortesía del Museu de Gavà, por medio de Josep Bosch. B) Detalle del retablo barroco del siglo XVIII elaborado en alabastro de la catedral de Castelló d’Empúries, Cataluña. C) Calaveras decorativas de estética inspirada en el arte prehispánico de México, hechas de obsidiana, ónice calizo y cuarzo. Fotografía cortesía de Juan Carlos Cruz Ocampo. D) Cenicero de recuerdo para turistas o souvenir de Cuba, imitando un cigarro habano y una hoja de tabaco, elaborado en dunita serpentinizada. las rocas y minerales en las que el propio mineral o roca o un compuesto derivado de él tienen una utilidad o una aplicación industrial. Esta categoría incluye, por un lado, materiales que no requieren prácticamente transformación para su aprovechamiento, como los áridos, las rocas ornamentales y las gemas, y, por el otro, materiales utilizados por sus propiedades físicas, como cromita, asbesto y aluminosilicatos (refractarios), cuarzo, corindón, diamante y granate (abrasivos), diatomita, zeolitas y bentonita (absorbentes y filtros naturales), y molibdenita y grafito 31 (lubricantes). También incluye minerales de los que se extraen elementos no metálicos, como la pirita, que es fuente de azufre, y la halita, de la que se obtiene cloro. No obstante, la denominación “no metálica” es en realidad ambigua y equívoca, ya que la gran mayoría de los minerales que abarca contienen elementos metálicos. Por ejemplo, el yeso (CaSO4·2H2O) contiene calcio, la halita (NaCl) contiene sodio, y la barita (BaSO4) contiene bario, y todos ellos son considerados minerales “no metálicos”. Es decir, la clasificación de los minerales en función de su uso no responde a criterios científicos, como es la definición de “metal” en química convencional, y las denominaciones de “metálico” y “no metálico” en este caso sólo constituyen etiquetas sin trascendencia en el plano científico. Otra denominación que se usa con frecuencia para referirse a la mayoría de las materias primas minerales “no metálicas” es la de “minerales industriales”. Se definen como minerales industriales los minerales y rocas con un valor económico, exceptuando los minerales de los que se extraen metales, los combustibles fósiles y las gemas. En cambio, las materias primas minerales “metálicas” incluyen los minerales cuyo interés económico reside en uno o varios de sus constituyentes químicos, que pueden ser extraídos mediante procesos metalúrgicos (p. ej., el zinc de la esfalerita, ZnS; el plomo de la galena, PbS; el estaño de la casiterita, SnO2; o el magnesio de la magnesita, MgCO3). Por lo tanto, este grupo incluye todos los minerales de los que se extraen metales, incluidos aquellos en los que el metal de interés se encuentra en estado “puro”, es decir, sin combinar con ningún otro elemento: los elementos nativos (como oro, plata, cobre o platino). 32 Cuadro I.1. Clasificación de las materias primas minerales según sus aplicaciones más comunes. Principales ejemplos. Energéticas Combustibles fósiles (petróleo, gas, bitúmenes, carbón) Nucleares (minerales de U y Th) No metálicas Materiales de construcción (áridos, rocas ornamentales, asbesto) Cemento y morteros (calizas, margas, dolomías, yeso) Industria agropecuaria (fosfatos, yeso, bentonita, sepiolita, magnesita, potasa, nitratos, calizas) Cerámica y vidrio (arcillas, arenas cuarzosas, nefelina, feldespatos, celestina, talco, glauberita, thernadita, boratos) Refractarios (cromita, asbestos, aluminosilicatos, magnesita) Abrasivos (cuarzo, granates, diamante, trípoli, wollastonita) Lubricantes (grafito, molibdenita) Absorbentes y filtrantes (zeolitas, arcillas, diatomita, trípoli, pumita) Industria química básica (fluorita, halita, azufre, pirita) Gemas (diamante, corindón, berilo, topacio, ámbar) Otras aplicaciones: Lodos de sondeo (barita, micas) Detergentes (glauberita, thernadita) Electrónica (celestina, micas, cuarzo, turmalina) Papel (magnesita, barita, caolín) Fundentes en la industria metalúrgica (dolomita) Pigmentos y pinturas (ocres, dolomía, micas) Metálicas Metales “ferrosos” (minerales de Fe, Co, Cr, V, W y Mn) Metales básicos (minerales de Cu, Zn, Pb, Sn y Mo) Metales preciosos (minerales de Au, Ag y EGP) Metales ligeros (minerales de Li, Be, Ti, Al) Metales especiales (minerales de Ga, In, Ge, Nb, REE) II. La explotación de las materias primas minerales La obtención de las materias primas minerales que, por definición, se emplazan en la corteza terrestre, tiene lugar mediante las actividades industriales que comprende la minería. Ésta se define como el conjunto de técnicas y labores cuyo objeto es la exploración y explotación de yacimientos minerales. La minería, por lo tanto, comprende todos los trabajos de prospección, reconocimiento y exploración de los yacimientos, el arranque, transporte y concentración de los minerales y, por último, todas las labores secundarias necesarias para el funcionamiento de una mina, como son la ventilación, iluminación, bombeo de agua, etcétera. Todo mundo sabe que las minas son los lugares donde se extraen minerales y rocas para su aprovechamiento. El término mina, observando una definición más precisa, designaría cualquier excavación en la masa de un terreno de la que se extraen sustancias útiles, es decir, materias primas minerales. El término mina suele excluir aquellas explotaciones de las que se obtiene piedra para su uso directo como material de construcción u ornamental. Para estas explotaciones se suele aplicar el término específico de cantera. Breve historia de la minería Como ya se ha comentado, la historia de la extracción y aprovechamiento de los minerales es muy antigua y se remonta hasta antes de los mismos orígenes de lo que conocemos como “civilización”. Las primeras industrias de las que se conservan vestigios están relacionadas con el empleo de determinadas rocas con propiedades físicas es34 peciales, como el sílex o pedernal y la obsidiana. Éstas se conocen como industrias líticas que, con el inicio del uso de los metales en la península de Anatolia hacia el año 5 000 a.c., precedieron a las primeras industrias metalúrgicas. A medida que fue aumentando el grado de dependencia de las primeras civilizaciones respecto de determinadas materias primas minerales, la obtención de los minerales dejó de ser cada vez más una actividad meramente artesanal y casual para convertirse en un complicado conjunto de técnicas que requerían conocimientos especializados. Hasta entonces los minerales únicamente se habían recolectado en la superficie. Los indicios más antiguos que se conocen de una actividad extractiva planeada y localizada datan del Paleolítico, y consisten en unas canteras situadas en Egipto. Además, en Suazilandia se descubrió una auténtica galería de mina, también correspondiente al Paleolítico (con una antigüedad de al menos 43 000 años). Durante el Neolítico fue cuando verdaderamente empezaron a proliferar las explotaciones mineras. Algunas minas neolíticas se han conservado hasta la actualidad y son objeto de estudio de arqueólogos y protohistoriadores. Por ejemplo, las minas de Gavà, en Cataluña, se cuentan entre las minas en galería más antiguas que se conocen en Europa. Estas minas, que comprenden un elaborado complejo de túneles y pozos, se trabajaron durante el Neolítico, hace unos 6 000 años. El objeto de su explotación era la variscita, un mineral del grupo de los fosfatos similar a una turquesa de color verde. Este mineral se utilizó ampliamente para hacer cuentas de collar y otras piezas ornamentales de uso corporal que, probablemente, tenían un valor religioso o ceremonial y mucha importancia social, ya que se han encontrado depositadas en muchos de los sepulcros de fosa característicos de aquella época 35 Figura II.1. Arriba: Interior de las galerías de mina en el complejo minero de Gavà, Cataluña. En la parte inferior derecha, un detalle de un collar de la época elaborado con cuentas de variscita (AlPO4·2H2O) extraída de estas minas, obtenido de la excavación de un enterramiento en las mismas minas. Fotos cortesía del Museu de Gavá, a través de Josep Bosch. Abajo: Vista panorámica la provincia de León, España. La morfología irregular del paraje se debe a su explotación minera de oro durante la época romana. Debido a su interés histórico y paisajístico este paraje fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la unesco. Foto cortesía de la Fundación Las Médulas. desde el nordeste de la Península Ibérica hasta el mediodía de Francia. Claro está que, como suele pasar, siempre han existido “clases”: los personajes que fueron enterrados con este tipo de atuendos no eran precisamente los mineros que lo extraían, sino personajes que gozaban de algún tipo de jerarquía en su sociedad. Es frecuente la noción de que durante el Neolítico se explotaba, más que nada, sílex y otras rocas para la industria lítica, así como ocres para pigmentos. En efecto, son muy numerosas las minas subterráneas y canteras para beneficio de materiales para industria lítica en casi toda Europa, notablemente en Francia, Alemania, el norte de Italia, las Islas Británicas y la Península Ibérica. No obstante, la variedad de materiales explotados por medio de minas durante esa época es mucho mayor de lo que se cree. Efectivamente, aparte de la variscita de Gavà, durante el Neolítico se explotaba ya el ámbar de la zona del Báltico, que llegó a exportarse incluso hasta el Egipto de los faraones. También se explotó sal de roca en Cardona (Cataluña), mucho antes que en los conocidos yacimientos de Hallstatt (Austria). Qué decir, además, del lapislázuli, explotado en el Badakhshán y los montes Chaghai de Afganistán, del que fueron ávidas consumidoras las civilizaciones mesopotámicas y Egipto. Incluso puede argumentarse de forma convincente que los métodos de explotación durante el Neolítico (y hasta en épocas anteriores) se basaban ya en criterios establecidos que abarcaban conocimientos rudimentarios de las estructuras geológicas. Como es de esperar, los vestigios mineros que datan de las edades de los metales son mucho más comunes. Por ejemplo, se han reconocido y excavado decenas de minas de cobre correspondientes a la edad de bronce en las Islas Británicas, especialmente en el suroeste de Irlanda y 37 en Gales, zonas especialmente ricas en yacimientos cupríferos, así como en la región del Languedoc (Francia), en el norte de África, en el sur de España, los Balcanes y los Cárpatos. En adelante, no hubo ningún pueblo o civilización de la Antigüedad en el Viejo Mundo que no practicara alguna forma de minería más o menos elaborada, desde los escitas y los dacios en el oriente de Europa, hasta los griegos, celtas e iberos en el occidente. Los griegos, por ejemplo, dejaron tras de sí la leyenda de los argonautas y su fantástica travesía hasta la Cólquida, la actual Georgia, en pos del Vellocino de Oro. O sea, una piel de carnero de oro. Lo que tiene que ver entre un vellocino y el oro podría explicarse por el método de recuperación del oro fluvial de los griegos. Éstos hacían pasar la corriente de agua con arena por encima de pieles de carnero extendidas, de forma que las partículas de oro eran atrapadas por la lana; después dejaban secar las pieles y sacudían el oro. La minería alcanzó un desarrollo notabilísimo durante el Imperio romano. Los romanos fueron grandes mineros, que buscaron y explotaron afanosamente minerales a lo largo del extenso territorio que dominaron. El control de los recursos minerales incluso condicionó sustancialmente su política exterior y su expansionismo. ¿No suena ello acaso familiar? Los romanos extrajeron grandes cantidades de hierro, cobre, estaño, plomo, así como de oro y plata, por lo que perfeccionaron las prácticas de excavación de pozos y galerías, y desarrollaron técnicas de drenaje, iluminación e incluso de ventilación de las minas. Algunas de esas antiguas técnicas mineras siguen vigentes, a grandes rasgos, en la actualidad. Durante una parte considerable del Imperio romano, su verdadero Eldorado fue la Península Ibérica. Como ejemplo de qué tipo de factores pueden hacer costeable una explotación, algo en lo que 38 Figura II.2. Versión del mito de Jasón y los Argonautas y su búsqueda del vellocino de oro en la Cólquida, en un grabado sobre el hallazgo del vellocino (parte inferior izquierda de la imagen). Original en De Re Metallica de Georgius Agricola (Georg Bauer), del año 1556. los romanos fueron también pioneros, hay que considerar el tipo de explotación que se llevó a cabo en Las Médulas de Carucedo (noroeste de España). En ese yacimiento de oro en placeres se ocupaba mano de obra esclava, en lo que verdaderamente fue una explotación de gran escala, cuyos restos son hoy en día Patrimonio de la Humanidad proclamado por la unesco. Se estima que, en la actualidad, tal explotación sería incosteable incluso mediante métodos de explotación actuales: la diferencia entre explotabilidad y no explotabilidad era, en realidad, la mano de obra casi gratuita que proveían los esclavos. Hoy en día aún existen bastantes símiles de esa situación. Técnicamente, la minería evolucionó muy poco hasta el comienzo de la Revolución industrial, época en la que la demanda de materias como el carbón o el hierro se acrecentó vertiginosamente. En la actualidad, el desarrollo tec39 nológico e industrial ha ocasionado una gran diversificación del abanico de sustancias minerales valiosas, lo que a su vez impulsa la modernización y especialización de las técnicas mineras. Los diamantes, por ejemplo, además de ser tradicionalmente muy apreciados como gemas, tienen muchas aplicaciones industriales debido a que su elevada dureza permite utilizarlos como abrasivos y los hace insustituibles en la construcción de ciertas herramientas de corte. Por ende, existe una gran demanda de ellos, lo que motiva que, actualmente, los diamantes sean obtenidos a partir de yacimientos que los contienen en proporciones extremadamente bajas, cercanas a 0.01 cm3 de diamante por tonelada de roca. En consecuencia, la recuperación de los diamantes requiere de sistemas tan perfeccionados como, por ejemplo, separadores equipados de rayos X que examinan los granos uno por uno y separan los diamantes mediante un chorro de aire. A pesar de ello, la minería artesanal, o “gambusinaje”, que por su carácter informal únicamente puede basarse en técnicas muy simples, sigue teniendo un papel importante en la economía de algunas regiones subdesarrolladas. La minería como actividad económica Como se ha mencionado al principio de este capítulo, la minería incluye todas las labores que van desde el descubrimiento del yacimiento mineral hasta la extracción de las sustancias útiles, pasando por la adecuación de la mina y de los servicios (ventilación, iluminación, etc.) que permiten que se trabaje en ella. Las labores que constituyen la minería y que implican a la obtención de una materia prima mineral se agrupan en cuatro fases que se desarrollan de forma consecutiva: 40 1) exploración, 2) evaluación, 3) minado o extracción, y 4) recuperación y beneficio del mineral. Como se explicará más adelante, en muchos casos las operaciones mineras finalizan antes de que se pueda obtener y procesar la materia mineral objeto de la explotación, acabando en la primera o la segunda fase. Este hecho se debe a que tan sólo una pequeña proporción de Figura II.3. A) Veta de cuarzo bandeado y brechificado en el depósito epitermal de La Guitarra, distrito de Temascaltepec, Estado de México, México. Foto cortesía de Noel White. B) “Alberca” de mercurio extraído de la mina de Almadén, provincia de Ciudad Real, España, la mina de mercurio más grande del mundo. Foto cortesía de Joaquín Proenza Fernández. C) Trabajos de interior de mina en La Guitarra, distrito de Temascaltepec, Estado de México, México. Foto cortesía de Noel White. D) Vetas de minerales de manganeso encajonadas en rocas andesíticas en la mina de El Gavilán, península de Concepción, estado de Baja California Sur, México. 41 cuerpos geológicos que son objeto de exploración (conocidas como prospectos) cumple los requisitos necesarios para que su explotación sea viable. La exploración La exploración se define como el conjunto de estudios y reconocimientos del terreno encaminados al descubrimiento de recursos minerales de valor económico. Toda operación minera tiene una fase inicial de exploración, aunque en algunos casos esta etapa se puede sustentar únicamente en estudios preexistentes. De todos modos, la exploración, a diferencia de los trabajos que se realizan a posteriori, requiere una inversión moderada que, en ocasiones, rinde enormes ganancias. Las diversas técnicas y estrategias de investigación aplicadas a la exploración minera se conocen como prospección. Toda campaña de exploración minera empieza con una exhaustiva búsqueda y consulta bibliográfica de los trabajos previos (publicaciones, informes, mapas, etc.) sobre la zona de estudio o las materias primas minerales que sean de interés, o de todo ello. Estas actividades se suelen denominar “exploración general”, “estratégica” o “preexploración”, y suelen enfocarse a un ámbito geológico regional, es decir, a un territorio relativamente grande que, al poder ser diferenciado por sus características geológicas, podría identificarse como una provincia o un cinturón metalogenético. La “exploración estratégica” también recurre a las técnicas que se pueden efectuar en gabinete y que no requieren trabajo de campo, como son la interpretación de fotografías aéreas y el procesamiento de imágenes registradas desde satélites (sensores remotos). Esta primera etapa de la exploración tiene por objetos delimitar zonas de interés y analizar que técnicas de 42 prospección se aplicarán directamente en ellas. Una vez alcanzados estos objetivos y establecidas las posibilidades de la región estudiada, se pasa al estudio sobre el terreno, conocido como “exploración táctica”, “sistemática” o exploración propiamente dicha. Las técnicas de prospección que se aplican en este tipo de estudios son variadas y dependen del presupuesto disponible. La exploración sobre el terreno empieza con un reconocimiento geológico del área de interés. Este trabajo lo suelen realizar los geólogos, ayudados únicamente de un equipo de campo muy sencillo que suele incluir lupa, martillo, bolsas, mapas y brújula. Esta etapa de la exploración, en la que se realizan mapas y cortes geológicos, y se obtienen muestras de roca, permite obtener una primera impresión de los tipos de roca y de las estructuras geológicas que pueden ser indicadoras de la presencia de recursos minerales de valor económico. En muchas ocasiones el reconocimiento geológico se centra en el estudio de zonas mineras abandonadas, lo que está enfocado a la reevaluación de los recursos y de su potencial económico. Hay que tener en cuenta que muchos yacimientos fueron descubiertos en la Antigüedad, mediante una exploración realizada prácticamente al azar, sin conocimientos geológicos y sin aplicar ninguna técnica compleja de prospección. La experiencia, los conocimientos intuitivos, el espíritu aventurero y algunas técnicas rudimentarias fueron las únicas artes de los clásicos prospectores, quienes descubrieron un sinfín de yacimientos minerales. A pesar de ello, actualmente se siguen descubriendo muchos yacimientos importantes y, en otros que ya habían sido abandonados, se descubren más reservas. Con posterioridad al reconocimiento geológico la exploración se sirve de diversas técnicas más o menos refina43 das de prospección, mediante las que se obtiene información detallada sobre la localización, tamaño y naturaleza de los cuerpos geológicos que pueden ser de interés económico. La aplicación de dichas técnicas está condicionada por la información obtenida durante las anteriores etapas de la exploración. Por otro lado, la elección de las técnicas que se van a utilizar puede obedecer a criterios muy dispares, como son el presupuesto disponible, el tipo de terrenos explorados o el tipo de yacimiento o de materia prima que busquemos. Un primer grupo de técnicas, agrupadas dentro de la prospección geoquímica, se basa en la detección de concentraciones significativamente elevadas en uno o más elementos químicos conocidas como anomalías geoquímicas. Según la técnica, estas anomalías son detectadas mediante el análisis de muestras de suelos, rocas, gases o de aguas subterráneas o de escorrentía. Incluso, en la modalidad conocida como prospección biogeoquímica se utilizan seres vivos, generalmente hojas y brotes. El fundamento de todas las técnicas geoquímicas radica en el hecho de que algunos elementos químicos de los yacimientos minerales son dispersados por los procesos de meteorización (o intemperización) ocasionados por los agentes atmosféricos, o incluso durante la misma génesis de los yacimientos. De este modo, algunos elementos químicos definen aureolas o halos geoquímicos alrededor de los yacimientos minerales. Obviamente, el espacio ocupado por estas aureolas es mucho mayor que el de los yacimientos en sí, por lo que su detección es mucho más factible y proporciona criterios útiles para la exploración. Por sus características químicas, algunos elementos son relativamente “móviles” durante la meteorización, es decir, se dispersan fácilmente disueltos en aguas de origen meteórico. Cuando estos elementos, que tienden a formar aureolas geoquímicas, 44 están asociados en su origen a otros elementos menos móviles pero de interés económico, decimos que son elementos “exploradores”, o pathfinders. Por ejemplo: el arsénico y el antimonio se usan como elementos exploradores para la detección de algunos yacimientos de oro. La realización de una campaña de prospección geoquímica de cualquier naturaleza implica una planificación adecuada de los puntos de muestreo, y la elección del método de análisis que posteriormente se usará en el laboratorio con las muestras. Una de las técnicas geoquímicas más utilizadas en la actualidad se basa en el muestreo y análisis de sedimentos fluviales. Este método permite definir con mucha resolución las áreas que contienen yacimientos minerales a partir de la delimitación de subcuencas fluviales con anomalías geoquímicas. La geoquímica de sedimentos fluviales es muy eficiente y, lógicamente, de uso común en la exploración de minerales densos y química o físicamente resistentes, como el oro. En este caso, los análisis se realizan utilizando concentrados de partículas densas en sedimentos de cauces fluviales. Estos concentrados se suelen obtener mediante técnicas de elutriación, que consisten en separar los granos minerales pesados de la arena y las arcillas mediante una agitación en agua seguida de una decantación. Este método ha sido utilizado tradicionalmente para extraer pepitas de oro a partir de los sedimentos de los ríos de montaña. Existe otro grupo de técnicas utilizadas para la exploración de recursos minerales conocidas como prospección geofísica. Dichas técnicas se basan en la medición de las propiedades físicas de las rocas, como la conductividad eléctrica, la intensidad magnética, la radiactividad y la velocidad de propagación de ondas sísmicas. Los métodos geofísicos proporcionan únicamente información 45 indirecta, de cuya interpretación se puede inferir la estructura geológica del subsuelo. Además, las anomalías geofísicas no forzosamente reflejan la presencia de yacimientos minerales. A pesar de todo, estos métodos son los más eficaces para la detección de algunos tipos de yacimientos, especialmente los de combustibles fósiles. Asimismo, los métodos magnéticos son especialmente adecuados para la exploración de yacimientos de hierro, y los métodos radiométricos son muy útiles para la detección de yacimientos de uranio. Una ventaja importante de los métodos geofísicos es que muchas propiedades físicas de los cuerpos rocosos se pueden medir incluso cuando éstos se ocultan bajo una capa de suelo, vegetación o agua y, con equipos adecuados, se pueden evaluar desde un helicóptero o una avioneta. Por ello, los métodos geofísicos son de gran utilidad para la elaboración de mapas geológicos, ya que proporcionan datos que complementan la información geológica “directa”, especialmente en zonas inaccesibles o muy extensas. La evaluación Los trabajos de reconocimiento y prospección finalizan cuando se tiene información precisa sobre la localización, naturaleza e interés de las acumulaciones de minerales. A partir de este momento, pero sólo en el caso de que la campaña de exploración haya tenido resultados positivos, empiezan las tareas de evaluación del potencial minero. Esta fase, que podría considerarse como la última etapa de la exploración, tiene por objeto recabar información suficiente para tomar una decisión ejecutiva sobre la explotación del recurso mineral. Esta información no se limita a las características físicas del cuerpo geológico sus46 ceptible de ser explotado, como son el tamaño, el contenido aprovechable de las sustancias útiles, etc., sino que además incluye parámetros económicos, sociales y ambientales que potencialmente condicionen la viabilidad de la empresa. La operación más característica de esta etapa es la perforación o sondeo, mediante la cual se obtienen muestras de roca cilíndricas denominadas núcleos. A partir de estos núcleos se puede demostrar o confirmar la existencia de un recurso mineral, su calidad y su concentración. Además, los sondeos también permiten estimar el volumen del cuerpo mineral de interés y las condiciones geológicas del yacimiento. Las operaciones de perforación encarecen muchísimo el proceso de evaluación: una campaña completa de sondeos para caracterizar un depósito puede implicar costos del orden de millones de dólares. Los precios se elevan cuando se trata de explorar hidrocarburos (petróleo y gas) y, sobre todo, cuando hay que perforar el subsuelo marino. Por lo tanto, es primordial planear adecuadamente una campaña de sondeo, eligiendo rigurosamente los puntos, profundidad, ángulo y dirección de perforación, por lo cual hay que tener en cuenta toda la información recabada durante la exploración. En muchos casos, el muestreo directo mediante perforación se complementa con otro tipo de operaciones, como son la excavación de trincheras y pozos de poca profundidad, conocidos como catas o calicatas. Debido a los elevados costes que implica cualquier trabajo de sondeo, es muy importante obtener el máximo de información del mínimo número de perforaciones o pozos. Las diagrafías, nombre con el que se conocen los registros continuos de ciertos parámetros físicos obtenidos en los sondeos, contribuyen significativamente a este propósito. Para ello, se hace descender a lo largo del 47 pozo un sensor que registra un parámetro concreto, como la resistividad eléctrica, el potencial espontáneo o la radiactividad, de acuerdo con la profundidad. La interpretación de diagrafías permite establecer correlaciones entre materiales localizados mediante diferentes sondeos, y de este modo es posible reducir el número de perforaciones necesarias para caracterizar un cuerpo geológico. Con las muestras obtenidas en las operaciones de sondeo se establece la cantidad y calidad (concentración) de las materias primas minerales que se pretenden explotar. Esta tarea se conoce como estimación de reservas y leyes. Para ello es necesario obtener análisis químicos de una cantidad mínima de muestras que sea representativa de los diferentes cuerpos y unidades rocosas del yacimiento. Obviamente, se consigue mayor precisión con un mayor número de sondeos, por lo que es necesario llegar a un compromiso aceptable entre la incertidumbre en los cálculos y la inversión en perforaciones. Una herramienta muy potente que se emplea para este fin es la geoestadística. Los cálculos geoestadísticos de reservas tienen en cuenta las relaciones espaciales entre los puntos de muestreo y la correlación de los valores medidos en muestras adyacentes para, de este modo, predecir las variaciones de las concentraciones a lo largo de los yacimientos. Una vez determinadas las reservas y leyes del yacimiento es necesario realizar un análisis de viabilidad para determinar si es explotable o no lo es. Para ello es necesario calcular el coste de la extracción, transporte y procesado del mineral, por lo cual se realizan pruebas en plantas piloto. También es necesario determinar los costes del tratamiento y la restauración ambiental, además de prever el agotamiento del depósito e, incluso, inferir el comportamiento del precio del mineral o metal que se quie48 re explotar durante el periodo previsto para su explotación. El conjunto de operaciones de exploración y evaluación de un yacimiento mineral puede requerir periodos de tiempo largos para su completo desarrollo. Estos periodos suelen variar entre 2 y 10 años, según las dimensiones y la naturaleza del yacimiento. Considerando, además, que un buen número de los proyectos de exploración y evaluación acaban siendo inviables para la explotación, se puede concluir que la minería es un negocio que requiere una elevadísima inversión inicial y que implica un fuerte riesgo económico. La explotación o minado En cuanto el yacimiento mineral y su contexto han sido evaluados detalladamente y, basándose en ello, se ha tomado una decisión favorable para su explotación, empiezan las actividades mineras encaminadas a compensar toda la inversión y producir un beneficio económico. Estas actividades significan, a priori, una concesión de explotación que otorga la administración, limitada a un perímetro y a un periodo concretos, comúnmente denominada denuncio minero. Además, el establecimiento de la infraestructura necesaria para que la mina empiece a producir requiere tiempo, normalmente de dos hasta ocho años, y una inversión económica superior a la realizada durante la exploración y la evaluación. Las labores mineras que se desarrollan a partir de ese momento comprenden la extracción o minado del mineral y el tratamiento o beneficio del mismo. El minado tiene por objeto la extracción física o arranque de la masa mineral del yacimiento, e incluye también la tarea de retirar la masa de roca estéril. El tratamiento del mineral consiste en el 49 procesado mineralúrgico o metalúrgico o ambos del todo uno, es decir el mineral tal y como sale de la mina, para obtener un producto comercializable. La elección de métodos de minado que se apliquen en un yacimiento concreto dependerá principalmente de factores geológicos, como la geometría y posición del yacimiento, y la razón mineral/roca estéril, así como de factores geotécnicos, como la resistencia mecánica de las rocas. Existen dos modalidades básicas de minado: a cielo abierto y mediante excavaciones subterráneas. A veces en una misma mina se produce una transición entre los métodos de explotación, de modo que un frente a cielo abierto puede dar lugar a una operación subterránea y viceversa. La profundidad de emplazamiento de los cuerpos de mineral suele ser el principal factor en la determinación del tipo de minado. En general, los yacimientos situados entre la superficie y los primeros centenares de metros de profundidad se explotan mediante minas a cielo abierto. La razón de ello radica en el hecho de que las operaciones a cielo abierto resultan ser más económicas, especialmente porque requieren menos trabajadores. Además, las minas a cielo abierto necesitan medidas de seguridad menos estrictas, ya que implican un riesgo menor para los mineros. Como consecuencia, en los países sumamente industrializados, en los que la mano de obra es más cara y las normas de protección del trabajador frente al riesgo laboral suelen ser muy estrictas, la minería se desarrolla mayoritariamente en operaciones a cielo abierto. El principal inconveniente de la minería a cielo abierto es el overburden o cubierta, es decir, el material estéril que hay que extraer para dejar al descubierto el mineral de interés económico. La cantidad de material de cubierta que hay que extraer suele ser enorme, como mínimo cuatro o cinco veces superior al material que contiene el mineral de interés. 50 En algunos casos, por ejemplo en los yacimientos en sedimentos aluviales (de tipo placer), donde los minerales de interés (por ejemplo: oro, diamantes, platino, casiterita) se encuentran dispersos en gravas y arenas depositadas por los ríos, el minado a cielo abierto se realiza de forma muy simple, mediante equipos de movimiento de tierras, como dragas y excavadoras. Sin embargo, para la mayoría de yacimientos metalíferos de mediano y gran tonelaje se requiere el empleo de técnicas más complejas de desmonte que implican el uso de explosivos. El minado subterráneo es, en general, más selectivo que el minado a cielo abierto, por lo que es también mucho más complejo y su diseño y avance dependen de la morfología del cuerpo de mineral. Por lo tanto, la minería subterránea se practica sobre todo en aquellos yacimientos cuyo mineral de interés se presenta concentrado, formando cuerpos regulares y definidos (filones, capas, etc.) y no desarrolla mezclas íntimas con la roca estéril. La mayoría de minas subterráneas constan de un tiro vertical a partir del cual se excava una serie de frentes horizontales a diferentes niveles mediante los cuales los mineros acceden a los cuerpos mineralizados. Además, se abren tiros de ventilación, contrapozos y rampas en espiral a través de las cuales el mineral es transportado hasta la superficie, normalmente por medio de vehículos. La morfología y el avance de los frentes de explotación, conocidos como rebajes, dependen en buena medida de la inclinación del cuerpo de mineral. Para cuerpos horizontales o poco inclinados existe la técnica conocida como “salones y pilares”, que consiste en extraer el mineral salvo en ciertos puntos, de modo que ejerza a modo de columnas soportando el techo. Para cuerpos minerales emplazados verticalmente o con mucha inclinación se utiliza, sobre todo, el método de “corte y relleno”, me51 diante el cual el rebaje avanza verticalmente hacia arriba y simultáneamente se va rellenando con material de rechazo. El beneficio La mayoría de materias primas minerales, una vez que se han extraído de su yacimiento, reciben algún tratamiento más o menos complejo en plantas situadas en las inmediaciones de la mina. El objeto de este proceso es elaborar un producto con la pureza y las características requeridas por el mercado. En la minería de metales este proceso consta de dos etapas fundamentales: el beneficio y la fundición. El primer paso tiene por objeto producir un concentrado, es decir, un producto compuesto en un elevado porcentaje por el mineral de interés económico. Para ello es necesario, en primer lugar, triturar, moler y cribar la roca hasta obtener un tamaño de partícula adecuado. Posteriormente, las partículas de mineral se separan mecánicamente mediante diferentes métodos que se basan en sus propiedades físicas, como la densidad, el magnetismo y el comportamiento hidrofílico/hidrofóbico. El método más utilizado para separar sulfuros metálicos de silicatos y carbonatos es la flotación. Para ello la roca pulverizada se mezcla con agua u otra solución que contenga un agente tensoactivo para que, mediante un burbujeo constante de aire, las partículas metálicas vayan a la superficie adheridas a las burbujas formando una espuma y las partículas “estériles” se decanten al fondo. Los procesos de beneficio se realizan siempre en las inmediaciones de la mina para evitar el gasto que supondría transportar lejos el “todo uno”, y el material de rechazo obtenido se deposita en vertederos de detritos conocidos como jales. 52 Figura II.4. Grabado sobre el lavado de placeres aluviales para beneficiar oro. Original en De Re Metallica de Georgius Agricola (Georg Bauer) del año 1556. 53 La segunda etapa en el procesado del mineral es la fundición, mediante la cual el concentrado es descompuesto para extraer químicamente el metal a partir del mineral que lo contiene. A veces, también se pueden recuperar otros elementos que, aunque por sí solos no sufragarían la explotación del yacimiento, producen un beneficio añadido sin costes de extracción adicionales. Estos elementos se conocen como subproductos. Los métodos pirometalúrgicos utilizan hornos en los que se funde el concentrado en presencia de aire u otros gases y, en ocasiones, de reactivos sólidos, y se obtiene un fundido metálico y un fundido de rechazo (escoria). En contraste, en los métodos hidrometalúrgicos, los metales son lixiviados mediante una solución cáustica, para después ser atrapados por electrodos en celdas electroquímicas. Aspectos socioeconómicos de la minería Hoy en día la minería es un negocio de gran alcance, cuyas transacciones se enmarcan directamente en el mercado internacional. El aprovechamiento y comercio de las materias primas minerales tiene un enorme efecto sobre la economía global. Esencialmente la explotación y exportación de materias primas minerales se producen en los países en vías de desarrollo y en un pequeño grupo de países industrializados que, como Canadá o Australia, son suficientemente ricos en recursos naturales. De ello se desprende que, en general, los países que consumen más materias primas minerales, que obviamente son los más industrializados, son deficitarios en recursos minerales y son, por tanto, los principales importadores. En consecuencia, la exportación de materias primas minerales es una de las bases del 54 crecimiento económico de los países en vías de desarrollo. Sin embargo, el papel de la exportación de materias primas minerales como base del desarrollo está limitado, evidentemente, por el hecho de que las empresas que generalmente operan a escala mundial suelen ser transnacionales procedentes de países industrializados. Desde el punto de vista económico, la minería tiene notables peculiaridades respecto a otros negocios. Consecuentemente, los problemas que la aquejan son también especiales. Algunos de estos problemas derivan de la irregular distribución de los recursos naturales y de su carácter no renovable, que es la causa de que la cantidad de recursos minerales disponibles en la corteza terrestre sea limitada. Otros inconvenientes son, como se ha mencionado, el elevado riesgo económico de la etapa de exploración, la gran inversión necesaria para el desarrollo de una mina y el largo tiempo que transcurre antes de que se recupere el capital y se obtengan beneficios. Efectivamente, el valor real de un yacimiento no se puede establecer hasta que éste se ha agotado, momento en que es posible realizar un balance entre los gastos disipados y los beneficios logrados. Por último, las minas tienen una vida productiva limitada por su agotamiento, normalmente de entre 10 y 30 años, aunque algunas han sido explotadas durante siglos. Debido a que las materias primas minerales están sujetas al mercado, sus precios, que obviamente son el incentivo para realizar más exploración y para explotar los yacimientos conocidos, dependen de la relación entre la oferta y la demanda. El agotamiento de yacimientos y el descubrimiento de nuevos recursos afectan la oferta en el mercado de los minerales de forma negativa y positiva, respectivamente. Asimismo, el escenario político y social 55 en los países productores (inestabilidad social o económica, guerras, bloqueos, embargos, huelgas, etc.) tiene repercusiones importantes en la oferta de materias minerales en el mercado internacional. Por último, los avances en las técnicas de beneficio y aprovechamiento de los minerales implican un aumento en la oferta y, por lo tanto, una disminución de los precios. La demanda está fuertemente condicionada por el desarrollo tecnológico e industrial de la sociedad. El descubrimiento de sustitutos sintéticos baratos de un mineral reduce su demanda, mientras que el hallazgo de nuevas aplicaciones para ese mineral la aumenta. Por ejemplo, las zeolitas han experimentado una demanda creciente debido a sus nuevas aplicaciones en la industrias agropecuaria, química y petrolera. Sin embargo, esta demanda ha impulsado el desarrollo de la industria de las zeolitas sintéticas, la cual ejerce una fuerte competencia sobre la minería de estos silicatos. Otros factores que afectan negativamente la demanda están relacionados con los avances en la protección del medio ambiente y la salud. La toxicidad de algunos elementos como el mercurio es la causa de que su consumo se haya reducido de forma paulatina. Asimismo, el reciclaje de algunos metales llega a satisfacer parcialmente la demanda de estos elementos, reduciendo su demanda a la industria minera. Por ejemplo, el consumo de hierro procedente de chatarras es, en muchos países, superior al consumo de pellets de este metal obtenidos a partir de mineral de hierro. Con todo, la minería es un negocio fascinante, que siempre ha atraído al hombre por sus legendarias connotaciones de riqueza, descubrimiento, aventura y poder, y porque ha sido el principio de enormes fortunas, como el caso del famoso José de la Borda en Taxco. Y no hay que 56 olvidar que también ha sido y es la causa de guerras, enfrentamientos y rivalidades históricas, como las guerras y guerrillas en Angola por el control de los diamantes, el largo conflicto entre Francia y Alemania por Lorena y Alsacia y las modernas guerras del golfo Pérsico. Minería e impacto ambiental La minería se cuenta entre las actividades industriales que causan más impacto sobre el medio natural. No obstante, debido a que la demanda de materias minerales crece incesantemente, hoy en día la minería es una actividad imprescindible. Actualmente se aplican programas de reciclaje y reutilización para determinadas sustancias que, sin embargo, no logran satisfacer más que una parte de la demanda. Por tanto, es indispensable impulsar la investigación enfocada a la detección y evaluación de los riesgos ambientales de la minería. Este tipo de estudios permite establecer pautas de planeación y tratamiento para disminuir o remediar el deterioro ambiental. Hay que tener en cuenta que la prevención y las medidas correctivas son mucho más económicas que el remedio. Por ese motivo, la concesión de permisos de explotación se condiciona a la realización de estudios de impacto ambiental. Dichos estudios deben incluir detallados planes de corrección y remedio que, en muchos casos, se aplican desde que empieza la explotación. Como es lógico, estas medidas suponen un encarecimiento de la operación minera, pero en caso de que se obviaran sería la sociedad misma la que en el futuro tendría que enfrentar los elevados costes ambientales y económicos. Las actividades extractivas provocan impactos de muy diversa índole, según el tipo de minería, el emplazamien57 Figura II.5. Ejemplos de lo que queda tras una explotación minera. A) Tajo a cielo abierto sobre sulfuros masivos vulcanogénicos en la mina de Tharsis, provincia de Huelva, Andalucía, España. La operación en esta mina fue recientemente abandonada, y el fondo del tajo se ha inundado con aguas de mina altamente ácidas y ferruginosas. Foto cortesía de Joaquín Proenza Fernández. B) “Natas” de complejos metálicos en solución ácida, derivados del drenaje de jales mineros en el distrito de Guanajuato, México. Foto cortesía de Yann R. Ramos Arroyo. C) Drenaje ácido a partir de jales y labores mineras en época de lluvias, en el yacimiento Santa Lucía, provincia de Pinar del Río, Cuba. Foto cortesía de Ramón G. Pérez Vázquez. D) Poblado fantasma en la zona minera de Matahambre, provincia de Pinar del Río, Cuba. Foto cortesía de Ramón G. Pérez Vázquez. to del yacimiento y la naturaleza de la sustancia que se beneficia. En primer lugar, la minería afecta el paisaje y su morfología debido a las cortas, canteras y movimientos de tierras en general. Estas cicatrices paisajísticas se están corrigiendo mediante la suavización de las pendientes y la reforestación. Incluso en algunos países los socavones abandonados de las explotaciones de áridos son reconvertidos en ecosistemas palustres que favorecen la biodiversidad. 58 La minería también puede afectar los suelos (por destrucción o contaminación), las aguas superficiales (introduciendo sólidos en suspensión y contaminación química, o interceptando los cauces), las aguas subterráneas (por la depresión y contaminación de los acuíferos), y la atmósfera (afectando la calidad del aire y aumentando la contaminación acústica). La minería de minerales metálicos es la que ocasiona los problemas más graves de contaminación de aguas superficiales y subterráneas debido a la dispersión de metales tóxicos y la generación de aguas ácidas de drenaje. En este tipo de actividades los materiales residuales suponen más de 95% del material tratado y se emplazan en jales. Allí permanecen durante largo tiempo, quedando expuestos a los efectos del intemperismo y de la alteración por el contacto con aguas superficiales y subterráneas. Como consecuencia de la interacción con el oxígeno atmosférico, las condiciones químicas cambian y se forman minerales “secundarios” o supergénicos. Este fenómeno tiene como consecuencia la generación de aguas ácidas de drenaje, caracterizadas por los valores de pH muy bajos y por sus elevados contenidos en metales pesados disueltos. La formación de aguas ácidas de drenaje supone uno de los mayores riesgos ambientales asociados a la minería. La dispersión de metales tóxicos en las aguas subterráneas y superficiales, producida por aguas ácidas de drenaje no controladas, puede tener consecuencias indeseables sobre el medio ambiente y la salud humana. 59 III. Generalidades de los yacimientos minerales Algunas definiciones En el capítulo anterior se trataron esencialmente la importancia de los recursos minerales y su incidencia sobre la industria y la economía, así como los principales métodos para su explotación. Para ello, inevitablemente surgió el concepto central de este libro: los yacimientos minerales. Al menos de forma intuitiva, el lector ya debe asociar este concepto con las minas y otros lugares en los que existe una riqueza mineral excepcional. Sin embargo, para una mejor comprensión de los temas que más adelante se desarrollarán, es necesario precisar qué son los yacimientos minerales y cuáles son las características que los distinguen respecto a su entorno geológico, y, además, definir otros términos relevantes en su estudio. Antes de ahondar en la definición de yacimiento mineral es necesario aclarar otro concepto, el de depósito mineral, del cual deriva el primero, para evitar las usuales confusiones entre ambos. La mayoría de los autores entienden por depósito mineral cualquier concentración anómala natural de una sustancia mineral útil. Aunque prácticamente es igual pero más genérica, también es válida la definición que considera que un depósito mineral es cualquier concentración anómala de minerales en la corteza terrestre. De ambas definiciones se desprende que los depósitos minerales son anomalías geoquímicas, es decir, cuerpos geológicos cuya concentración en uno o varios elementos es superior a la concentración promedio “regional” de los mismos, conocida como fondo geoquímico. Este contenido promedio se suele referir, aunque no siempre, a los valores de 60 abundancia promedio de los elementos en la corteza terrestre, conocidos indistintamente como Clarke o como abundancia cortical. En general, el término yacimiento mineral es más restrictivo, y designa los depósitos minerales que son susceptibles de ser explotados con un beneficio económico. Por lo tanto, el concepto de yacimiento mineral no es estrictamente científico por el hecho de introducir una variable económica, su explotabilidad. Ésta depende, como se ha visto en el capítulo anterior, de factores “no geológicos”. Sin embargo, considerando que el objeto esencial de este libro es familiarizar al lector con los recursos minerales, los cuales tienen un valor económico inherente debido a la necesidad que hay de ellos, en adelante nos referiremos únicamente a yacimientos minerales. El contenido metálico o mineral de un yacimiento o de una parte del mismo se conoce como ley o tenor (en inglés grade). La ley indica la proporción en peso de un metal respecto a la roca que lo contiene y se expresa, según la abundancia de la sustancia a la que nos refiramos, en tanto por ciento (%) o en partes por millón (ppm), es decir, en gramos de la sustancia de interés por tonelada de roca que la contiene. Por ejemplo, para los metales básicos (plomo, zinc, cobre, estaño), las leyes se expresan en porcentaje en peso, mientras que para los metales preciosos (oro, plata y metales del grupo del platino) se expresan en gramos por tonelada. Como se ha mencionado, los yacimientos minerales son concentraciones anómalas de determinados minerales. La mayor parte de los minerales de los yacimientos presenta contenidos inusualmente elevados en ciertos elementos o, lo que es lo mismo, los yacimientos definen anomalías geoquímicas. Por lo tanto, la formación de los yacimientos minerales implica un proceso de enriqueci61 miento en ciertos elementos. Concretamente, los yacimientos metalíferos, a los que la bibliografía anglófona se refiere como ore deposits y que son los que principalmente se tratarán en este libro, implican un enriquecimiento local en uno o más metales. Por consiguiente, los depósitos metalíferos son ricos en minerales metálicos (ore minerals en inglés). Los minerales metálicos se caracterizan por carecer de brillo metálico, por ser generalmente opacos, y por ser buenos conductores térmicos y eléctricos. Pertenecen en su mayoría a las clases mineralógicas de los sulfuros (sulfuros, arseniuros, seleniuros y telururos, etc.), de los óxidos e hidróxidos, y de los elementos nativos. La galena (PbS), la pirolusita (MnO2) y el electro o eléctrum (aleación natural de oro y plata), respectivamente, son ejemplos de minerales metálicos pertenecientes a las clases mencionadas. Los minerales metálicos, que son componentes esenciales en muchos depósitos minerales, no son abundantes en las rocas más comunes de la corteza. Por el contrario, en ellas abundan los minerales no metálicos, especialmente los silicatos (por ejemplo: feldespatos, cuarzo, etc.), que constituyen cerca de 90% de los materiales de la corteza terrestre. Los minerales constitutivos de yacimientos minerales se clasifican en minerales de mena y minerales de ganga. Bajo la denominación de mineral de mena se designa el mineral o asociación de minerales de interés económico de un yacimiento. En cambio, la ganga comprende los minerales que acompañan a la mena, pero que no tienen interés minero en el momento de la explotación. La distinción entre mena y ganga obedece a criterios puramente económicos, por lo que puede variar de un yacimiento a otro, e incluso puede variar con el tiempo para un mismo yacimiento. Por lo tanto, la extensión de los conceptos de mena y ganga depende del yacimiento y de sus caracterís62 ticas particulares. Por ejemplo: la pirita, a pesar de ser un mineral metálico es parte de la ganga en los yacimientos polimetálicos (que contienen tres o más metales económicos), junto con diversos minerales no metálicos, normalmente carbonatos, silicatos y, a veces, sulfatos. De hecho, la presencia de pirita suele penalizar la explotación, no solo porque representa una “dilución” de la cantidad de minerales de interés económico sino porque, además, puede originar serios problemas ambientales. Sin embargo, en algunos depósitos en los que la pirita constituye prácticamente la totalidad de la roca (depósitos masivos), este mineral es explotado por su uso como materia prima en la elaboración de ácido sulfúrico, por lo que se lo considera como mineral integrante de la mena. Tradicionalmente se han calificado como mena los minerales de los que se extraen metales o minerales metálicos en general. Por ello, con frecuencia se utiliza erróneamente mineral de mena para designar todos los minerales metálicos y ganga para los minerales no metálicos de un yacimiento, independientemente de que tengan valor económico o no lo tengan. En algunos yacimientos los subproductos (o byproducts, en inglés), a los que ya nos hemos referido en el capítulo anterior, poseen una considerable importancia económica. El término subproducto se usa para designar las sustancias de interés económico que, sin ser el objeto principal de la explotación de un yacimiento, su recuperación hace aumentar el beneficio de la producción, ayudando así a la financiación de la mina. Por ejemplo: la plata y el cadmio son, en muchos casos, el subproducto de la minería de plomo y zinc, y el uranio lo es en muchos yacimientos de oro en África del Sur. En algunos casos, pues, los subproductos pueden determinar la explotabilidad de un yacimiento. Los procesos geológicos que favorecen el enriquecimiento 63 en metales y que, por tanto, generan yacimientos minerales son, como se verá detalladamente en el capítulo iv, de muy diversa índole. Pueden involucrar, entre otros, la generación o cristalización de magmas o ambos, la circulación de fluidos hidrotermales, eventos de metamorfismo, procesos sedimentarios y meteorización de las rocas. En sí misma, la formación de los yacimientos minerales es un fenómeno geológico excepcional, y suele implicar una conjunción poco común de fenómenos geológicos. Para advertir de la excepcionalidad de la formación de los yacimientos minerales y del enriquecimiento geoquímico que significan, se invita al lector a reflexionar sobre los siguientes hechos: a) Existe una gran desigualdad en la abundancia de los diversos elementos en la corteza terrestre. Efectivamente, sólo ocho elementos químicos (O, Si, Al, Fe, Ca, Mg, Na, K) constituyen 99% de las rocas de la corteza terrestre, mientras que el resto de los elementos, incluyendo los que normalmente son objeto de explotación minera, constituyen el 1% restante. En función de su concentración en la corteza podemos diferenciar dos grupos de metales, los abundantes y los escasos. Como se advertirá a continuación, la gran diferencia en la abundancia cortical de ambos grupos de elementos depende esencialmente de sus propiedades químicas. Los metales abundantes son los que su contenido cortical es superior a 0.1%. Este grupo incluye únicamente cinco elementos; el hierro, el aluminio, el magnesio, el manganeso y el titanio. El motivo principal por el que estos metales son abundantes en las rocas de la corteza es que pueden entrar en cantidades importantes en la red cristalina de los silicatos. Los metales escasos, por el contrario, se encuentran en la 64 corteza en contenidos inferiores a 0.1%. Este grupo, mucho más numeroso, incluye el resto de elementos, entre ellos el cobre, el plomo, el zinc, el estaño, el oro, la plata, el molibdeno, el uranio, etc. A diferencia de los primeros, éstos entran en cantidades muy pequeñas en la estructura de los silicatos; en cambio, se combinan fácilmente con el oxígeno o con el azufre, formando, respectivamente, óxidos y sulfuros (ambos, grupos de minerales metálicos). b) Se observan grandes variaciones espaciales en el contenido de los diversos elementos en la corteza terrestre, pero sólo excepcionalmente se llegan a concentrar al punto de constituir depósitos minerales. Veamos, por ejemplo, un elemento no metálico de gran importancia en las rocas corticales y, especialmente, en la biosfera: el carbono. El contenido de carbono es, aproximadamente, de 0.03% en las rocas ígneas, de 0.6% en las rocas arcillosas, de 10% en las calizas y hasta de 90% en los depósitos de antracita, un tipo de carbón. Para ilustrar el caso de los depósitos metalíferos podemos considerar el cobre, elemento que se encuentra en concentraciones sumamente bajas en las rocas de la corteza continental, de unas 55 ppm, y hasta de 100 ppm en la corteza oceánica y en las rocas ígneas de carácter básico (pobres en SiO2, por ejemplo los basaltos). Sin embargo, su contenido en los yacimientos cupríferos en pórfidos (también conocidos como pórfidos cupríferos, los cuales son la principal fuente de este elemento) suele ser de cerca de 1.5% y, en algunos yacimientos extremadamente enriquecidos, de tipo supergénico, puede ser de más de 90%. La ley de corte o umbral de explotabilidad (en inglés cutoff grade) es la mínima concentración de un metal necesaria para que su explotación sea económicamente viable. Este valor depende del precio del metal, por lo que varia65 rá con el tiempo y, además, puede diferir entre yacimientos debido a diferencias en el coste total de la obtención y procesado del mineral. Como se expuso en el capítulo anterior, este coste depende de muchos factores, tanto geológicos como meramente humanos, lo cual incluye los económicos. El grado de enriquecimiento que alcanza un elemento en un yacimiento mineral, el cual se expresa normalmente respecto al promedio cortical o Clarke, se conoce como factor de concentración. Así, el factor de concentración mínimo para un metal determinado expresa el número de veces que debe concentrarse dicho metal para que su extracción resulte ser económicamente factible. Este factor se puede obtener como el cociente entre la ley de corte y la abundancia cortical (Clarke) en dicho elemento. Para los metales abundantes, las leyes de corte son sumamente elevadas. Por ejemplo, para el aluminio y para el hierro están alrededor de 40 y de 25%, respectivamente. Los factores de concentración para estos metales son los más bajos (4 y 5 para el aluminio y el hierro, respectivamente). En cambio, las leyes de corte de los metales escasos son bajas. Así, puede generalizarse que las leyes de corte de los elementos varían en proporción de su abundancia en la corteza terrestre. Es el caso, por ejemplo, del cobre, el uranio y el oro, cuyas leyes de corte oscilan alrededor de 0.5%, 100 ppm y 1 ppm, y su abundancia cortical es de 55 ppm, 2.7 ppm y 0.002 ppm, respectivamente. El precio de los metales, sin embargo, puede modificar esta relación. Los metales que, a pesar de su escasez, tienen precios bajos por ser baja su demanda, tienen leyes de corte elevadas y, debido a su bajo Clarke, factores de concentración altísimos. Éste es el caso, por ejemplo, del plomo y del mercurio. Los precios y, por tanto, la ley de corte, también influ66 yen en las reservas de un yacimiento. Las reservas de determinada sustancia mineral se definen como la cantidad de dicha sustancia todavía no aprovechada, cuya explotación sería viable tecnológica y económicamente. Tal y como se desprende del anterior capítulo, la estimación de las reservas de un yacimiento es el principal objetivo de toda campaña de reconocimiento de un depósito mineral. Obviamente, el término reservas también se puede aplicar en referencia a un distrito minero, a una región, a un país e, incluso, se puede hablar de reservas mundiales. Según el grado de incertidumbre en su estimación, se distinguen las reservas medidas y las reservas inferidas, la suma de las cuales serían las reservas probables. Complementariamente, se define el concepto de recursos de un yacimiento o de un área determinada. Los recursos de determinada sustancia mineral son la porción o tonelaje de roca que por presentar una concentración en dicha sustancia tiene un valor intrínseco, por lo cual podría generar un beneficio económico. De este modo, los recursos incluyen, por una parte, las reservas más el material que por sus bajas leyes no puede ser explotado (conocido como recursos identificados) y, por otra, los recursos especulativos o hipotéticos. El volumen de las reservas puede aumentar o disminuir de acuerdo con los recursos debido a variaciones en el precio del metal. Así, un aumento en el precio significa una disminución de la ley de corte, de modo que una parte de los recursos identificados pasan a ser reservas y, así, crece el volumen de material explotable por la mina. 67 Importancia del estudio de los yacimientos minerales El estudio de los yacimientos minerales ocupa un lugar relevante en las ciencias de la tierra. La disciplina que, como parte de la geología, se encarga de su estudio, tradicionalmente ha recibido diversos nombres, los cuales suelen corresponder a diferentes enfoques, escalas de trabajo y modos de aproximarse a los yacimientos minerales y su génesis. En muchas ocasiones los estudiosos simplemente ha usado yacimientos minerales para referirse a la rama de la mineralogía que se encarga del estudio de la estructura, composición y formación de los yacimientos. Metalogenia es otro término relativo al estudio de los yacimientos empleado con frecuencia. La metalogenia, sin embargo, estudia los yacimientos metalíferos como un aspecto de la historia de la corteza terrestre, por lo tanto, se enfoca especialmente en aspectos regionales y en gran escala. La denominación geología económica se podría considerar un sinónimo complementario de metalogenia, pero su uso se extendió por la influencia de los especialistas estadunidenses y, etimológicamente, no incluye los depósitos minerales que carecen de interés económico en un momento concreto. Desde el punto de vista científico, posiblemente el término más adecuado y preciso sea “geología de depósitos minerales”. Esta disciplina se nutre e interactúa en mayor o menor grado con todas las áreas de estudio de las ciencias de la tierra. Asimismo, los estudios de depósitos minerales pueden comprender estudios petrológicos, estructurales, sedimentológicos, paleontológicos, edafológicos, ambientales, etcétera. Es común la noción general de que el estudio metalogenético (o mineralogenético) de un yacimiento mineral es un proceso lento y costoso. Por ello, hasta cierto punto es 68 comprensible que, desde el mundo de la empresa en que se precisan resultados de corto término, no se emprendan iniciativas dentro del campo de la investigación en metalogénesis, salvo en contadas y honrosas excepciones. La realidad es que los estudios metalogenéticos de carácter integral tienen un desarrollo relativamente lento y, por lo general, también son costosos. Sin embargo, ello es lo que se puede esperar de un proceso en que es necesario conjuntar el uso de técnicas diversas, algunas de las cuales precisan de un tiempo de análisis inevitablemente largo (como la microtermometría de inclusiones fluidas). Ahora bien, realizar este tipo de estudios es la única forma cabal de obtener datos sistemáticos acerca de la mineralogía de menas y gangas, temperaturas y presiones de formación de los depósitos, mecanismos de precipitación, composición de los fluidos mineralizantes, origen de los fluidos, metales y otros componentes, etc. Estos y otros aspectos, en su conjunto, mediante la aplicación de las técnicas analíticas pertinentes y de una secuencia metodológica adecuada, proveen criterios potencialmente poderosos para la exploración y la explotación a diferentes escalas, progresivamente de menor a mayor alcance espacial: 1) a escala de depósito, del orden de hectáreas o pocos km2, 2) a escala de distrito minero, del orden de decenas de km2, 3) a escala de provincia metalogenética, del orden de centenares de km2, 4) a escala de época metalogenética, del orden de centenares a miles de km2, 5) a escala de tipo de depósito, o escala global. El reconocimiento, estudio y tipificación de un depósito mineral contribuye directamente a las estrategias de 69 exploración y explotación que se deben desarrollar en el propio yacimiento. El conocimiento sobre un depósito clave dentro de un distrito minero contribuye a saber qué es esperable y qué no es posible en depósitos tipológicamente análogos de la misma área. Mediante el estudio sistemático de dichos depósitos, y de otros depósitos de origen similar o potencialmente relacionables, puede caracterizarse una provincia o una época metalogenética. Métodos de estudio de los yacimientos minerales Como cualquier tipo de trabajo, el estudio científico de los yacimientos minerales se realiza de forma secuencial. Los trabajos de este tipo relacionan, en primer lugar, un trabajo de campo (que incluye un reconocimiento estratégico seguido de la toma de muestras) y, en segundo lugar, un conjunto de trabajos de laboratorio con las muestras seleccionadas. Los objetivos genéricos del estudio de los yacimientos minerales son, por un lado, saber de qué están compuestos, su estructura y la distribución de los minerales que los constituyen y, por otro lado, saber de dónde provienen los elementos constitutivos de los yacimientos y los mecanismos que condujeron a la precipitación mineral. En primer lugar, para llevar a cabo el estudio científico de un yacimiento mineral, es necesario realizar un reconocimiento del mismo en el campo. Las tareas previas al trabajo de campo comprenden el reconocimiento de mapas y de todo tipo de información geológica, como antecedentes del trabajo que se pretende realizar. Tras la localización del yacimiento que se va a estudiar, se inician las estrategias de campo propiamente dichas, que no son distintas de las que se ocupan para otros estudios geológicos. 70 En ningún caso se debe olvidar que todo trabajo geológico empieza en el campo, y que todo análisis ulterior estará condicionado no sólo por las muestras recogidas sino también, de alguna forma, por las que no se recogieron. Podemos distinguir entre dos grandes tipos de métodos de estudio de laboratorio aplicables en metalogenia y, en general, en mineralogía: los métodos mineralógicos propiamente dichos y los métodos geoquímicos. Los primeros incluyen técnicas que, como la microsonda electrónica y la difracción de rayos X, permiten caracterizar química o estructuralmente los minerales, y otras, como la petrografía, que proporcionan información acerca de la relación entre los diversos minerales que forman las asociaciones o paragénesis. Dentro de los métodos geoquímicos podemos distinguir entre métodos de geoquímica elemental de sólidos, geoquímica de fluidos y geoquímica isotópica (isótopos estables y radiogénicos) tanto de sólidos como de fluidos (líquidos y gases). Una vez determinada la estructura interna de un depósito mineral, incluyendo la identificación de eventos de mineralización (y de su geometría, volumen, disposición etc.), hay que proceder a la caracterización detallada de cada una de las partes del depósito. En cualquier caso será necesario saber qué minerales contiene dicho yacimiento, cuál es su composición, cómo se distribuyen y qué relaciones guardan entre sí. La caracterización mineralógica de un yacimiento consta de dos líneas de actuación esenciales: 1) la identificación de todos los minerales presentes y de sus texturas, y 2) la caracterización de las relaciones espaciales y temporales entre sí, esto es, establecer en un nivel microscópico relaciones de anterioridad, posterioridad o contemporaneidad, así como sucesiones pasivas o reactivas entre ellos (es decir, si un mineral precipitó a costa de reaccionar con otro preexistente, 71 "corroyéndolo", o bien si precipitó sobre él sin reaccionar químicamente). Esta información se obtiene del estudio petrográfico de las muestras de roca mediante microscopio óptico con luz polarizada transmitida (que puede atravesar minerales que, por tanto, son transparentes a la luz visible) y reflejada (que se hace incidir sobre los minerales, opacos a la luz, y se observa sobre el mismo plano, como un espejo), y mediante microscopio electrónico de barrido. La diferencia principal entre la microscopía óptica y la electrónica, en el estudio petrográfico, es su alcance o escala de trabajo, puesto que la resolución óptima de la microscopía óptica llega hasta centenares de micras (1 mm = 1 000 micras), y la de la microscopía electrónica hasta el orden de unidades de micra y, por lo tanto, tiene una resolución al menos de dos órdenes de magnitud más que la microscopía óptica. Ahora bien, con la sola observación microscópica de un mineral a veces no es suficiente para identificarlo dado que, de la misma forma que el aspecto de muchos minerales es similar en “muestra de mano”, también muchos minerales pueden confundirse con otros a escala microscópica. Para ello existen técnicas de identificación mineral adicionales. Entre ellas están las diferentes técnicas de difracción de rayos X, que se basan en la interacción entre los rayos X y la materia cristalina, la propia microscopía electrónica de barrido y la microsonda electrónica, basadas ambas en la interacción entre un haz de electrones y los elementos que constituyen los minerales. La diferencia entre estas dos últimas, en lo que nos ocupa, estriba en que la microsonda electrónica es una técnica cuantitativa y la microscopía electrónica de barrido sólo es cualitativa. Esto quiere decir que la microsonda electrónica permite la cuantificación de elementos químicos a partir de análisis puntual sobre la muestra, con lo que permite conocer 72 A B pirita barita niquelina C skutterudita calcosina calcopirita D electrum clorargirita oro naumannita Figura III.1. A) Imagen de microscopio bajo luz polarizada reflejada de una de minerales de níquel en vetas de baja temperatura, con niquelina skutterudita ([Co,Ni]As3-x) y barita (BaSO4), de la mina Atrevida, Vimbodí. B) Imagen de microscopio bajo luz polarizada reflejada de una asociación de metales básicos, con pirita (FeS2), calcopirita (CuFeS2) y calcosina (Cu2S), minas de Matahambre, provincia de Pinar del Río, Cuba. C) Imagen de luz polarizada transmitida de un cristal de esfalerita (ZnS) que inclusiones fluidas con un líquido acuoso salino y una burbuja de diferentes tonalidades de color rojo corresponden a la zonación composicional del cristal. Procedente de una asociación rica en metales básicos en el epitermal de La Guitarra, Temascaltepec, Estado de México, México. D) Microscopio electrónico de barrido de una asociación primaria de eléctrum de oro y plata) y naumannita (Ag2Se), reemplazadas respectivamente por clorargirita (AgCl), en una asociación secundaria de enriquecimiento supergénico; procedente del yacimiento epitermal de San Martín, Querétaro, México. las variaciones de composición incluso dentro de un mismo grano mineral, mientras que la microscopía electrónica de barrido permite caracterizar la morfología de los minerales mediante imágenes y detectar cualitativamente algunos de sus elementos mediante espectros. Estas dos técnicas, en la práctica, son complementarias. La difracción de rayos X, en cambio, permite una identificación 73 rápida de los minerales basándose en su estructura cristalina, pero no permite identificar variaciones composicionales entre sí. Entre las técnicas geoquímicas de análisis elemental de sólidos posiblemente la más utilizada sea la espectroscopía de fluorescencia de rayos X, que permite el análisis químico cuantitativo de una muestra de roca. La información que proporciona corresponde al total de la muestra rocosa y no a un mineral en particular, y nunca es puntual. Sin embargo, el hecho de que permite el análisis de elementos mayores, menores y trazas en muestras geológicas, además de su bajo costo, la convierten en una técnica analítica de uso rutinario muy útil en exploración. Se consideran como elementos mayores aquellos cuyos óxidos son constituyentes principales de la gran mayoría de las rocas. El contenido de los elementos mayores en las rocas suele ser del orden de unidades a decenas en tanto por ciento en peso. Los elementos menores son también elementos comunes en la mayoría de rocas, aunque sus concentraciones no suelen superar una unidad en tanto por ciento en peso. Los elementos traza son escasos en la mayoría de rocas de la corteza terrestre, y sus concentraciones son tan bajas que se suelen expresar en partes por millón, por lo que su análisis requiere el empleo de técnicas específicas más costosas que la fluorescencia de rayos X. Conocer la composición química de las rocas no sirve sólo para saber “qué contienen” sino, además, para establecer relaciones entre diferentes elementos químicos que son características de ciertos ambientes geológicos, de ciertos procesos de formación de rocas, etc. Ello no sólo se usa en yacimientos minerales sino también en una gran variedad de estudios geológicos. Existen numerosas técnicas de análisis químico de líquidos y gases. Al fin y al cabo, es relativamente fácil 74 analizar muestras de, por ejemplo, agua obtenida del mar, pues se trata de muestras "grandes" que no suponen un problema analítico para las técnicas convencionales. Ahora bien, teniendo en cuenta que los depósitos minerales son "fósiles", es decir, el resultado de procesos de diferentes tipos de interacción entre fluidos y rocas, ¿dónde podemos encontrar esos fluidos ahora? De hecho, no es posible en determinados tipos de depósitos minerales. Sin embargo, en muchos depósitos minerales sí es posible hallar parte de los fluidos a partir de los cuales se formaron. Estas "aguas fósiles" se encuentran atrapadas en las denominadas inclusiones fluidas. Las inclusiones fluidas son interrupciones o defectos en la estructura cristalina de un mineral, normalmente microscópicas, que han atrapado algún tipo de fluido durante el crecimiento del mismo. Por esa razón, se considera que las inclusiones fluidas representan porciones atrapadas de los líquidos, gases y fundidos a partir de los cuales se produjo el crecimiento cristalino; dicho de otra forma, estas inclusiones contienen parte de los fluidos que llevaban consigo los componentes químicos que, al precipitar, formaron los minerales que hoy pretendemos analizar. Ello permite que sean usadas para reconstruir las condiciones ambientales del crecimiento cristalino, así como para caracterizar químicamente los líquidos, gases y otros componentes que estas inclusiones contienen. El primer paso para este tipo de caracterizaciones son los estudios microtermométricos, previo análisis petrográfico. La microtermometría de inclusiones fluidas es la técnica de calentamiento y congelamiento de inclusiones fluidas para, bajo observación al microscopio, reconocer cambios de fase de sus fluidos. Esta técnica permite 1) realizar estimaciones y determinaciones acerca de la temperatura a la que precipitaron los minerales, 2) conocer la compo75 sición de las sales disueltas en los fluidos a partir de los cuales precipitaron los minerales y, además, 3) trazar la evolución en espacio y tiempo de esos fluidos. Estos estudios constituyen también el primer paso para conocer el origen de los fluidos a partir de los cuales precipitaron los minerales y, por extensión, el depósito mineral que estamos estudiando. Antes de entrar en la descripción acerca del uso y utilidad de técnicas de análisis geoquímico de isótopos estables y radiogénicos, conviene repasar las nociones básicas de lo que es un isótopo y de los tipos de isótopos que existen. La composición de cualquier átomo de cualquier elemento químico se describe mediante el número de protones y neutrones presentes en el núcleo del átomo. El número de electrones, en un átomo no ionizado o “neutro”, es el mismo que el de protones. El número de protones (o Z) se denomina número atómico y el de neutrones (o N) se denomina número neutrónico. La suma de neutrones y protones es el número de masa, número másico o masa atómica (o A). Así, A = Z + N. Los átomos con el mismo número atómico pero diferente número de neutrones se conocen como isótopos. El número atómico es característico de cada elemento, pero no el de neutrones. En efecto, la cantidad de neutrones puede variar en átomos de cada elemento sin que por ello ese elemento “deje de ser ese elemento”. Ahora bien, si sustrajéramos o adicionáramos uno o varios protones de un átomo cualquiera, al variar su número atómico estaríamos transformando ese elemento químico en otro. Sustraer o adicionar neutrones a un átomo sólo cambia su masa atómica. En la naturaleza, cada isótopo de un elemento se presenta en proporciones distintas, y siempre hay uno de ellos que es el predominante. Los isótopos de un mismo elemento tienen propiedades químicas muy similares, pero diferente masa. El 76 contraste de masas entre isótopos de un mismo elemento es mayor cuanto menor es su número atómico. Por ejemplo: la diferencia de masa entre un átomo de hidrógeno con un A = 1 (un protón) y otro con A = 2 (un protón y un neutrón) es de 100%; sin embargo, la diferencia de masa entre un átomo de calcio con un A = 40 (20 protones y 20 neutrones) y otro con A = 42 (20 protones y 22 neutrones) es sólo de 5%. Los isótopos se representan mediante la notación AE, de forma que, por ejemplo 42Ca representa el isótopo de calcio que, como acabamos de ver, tiene 20 protones y 22 neutrones. Distinguimos entre isótopos estables y radiogénicos o inestables. Los estables son los que no se desintegran o descomponen físicamente de forma natural. Los radiogéninúmero másico (protones + neutrones) símbolo del elemento número atómico (protones) Elemento: hidrógeno (H) Z=1 3 isótopos e. 1 e. e. HoH (monio) 2 HoD (deuterio) 3 HoT (tritio) 1 protón 1 protón 1 neutrón 1 protón 2 neutrones Figura III.2. Esquema de la estructura atómica de los isótopos de hidrógeno, con indicación del significado de la notación empleada. Los protones están en azul, los neutrones en verde y los electrones en rojo. 77 cos son los isótopos cuya concentración varía a lo largo del tiempo, ya que se desintegran radiactivamente para formar otros isótopos. Ambos tipos de isótopos se utilizan en geología para diversos fines. Los isótopos radiogénicos se utilizan fundamentalmente para fechar minerales o rocas, con base en series de desintegración radiactiva, como la del 87Rb al 87Sr, del 147Sm al 143Nd, o la del 187Re al 187 Os, o con base en la formación artificial de isótopos radiogénicos, como el método geocronológico del argón (40Ar/39Ar). Los isótopos estables, en cambio, se utilizan para trazar el origen de fluidos o componentes de rocas, así como para la determinación de diversos procesos de formación de los mismos, y su evolución. En geoquímica de isótopos estables, por lo común sólo utilizamos las relaciones isotópicas de cinco elementos: hidrógeno (D/H), carbono (13C/12C), nitrógeno (15N/14N), oxígeno (18O/16O), y azufre (34S/32S). Para ello hay varias razones. La primera es que estos elementos tienen un número atómico bajo (1, 6, 7, 8, y 16, respectivamente) y, por lo tanto, las diferencias de masas entre sus diferentes isótopos serán relativamente grandes, lo cual facilita, por un lado, su análisis mediante espectrometría de masas, y por el otro, los procesos naturales de separación o fraccionamiento isotópico. La segunda razón es que la abundancia relativa en la naturaleza de los isótopos pesados "raros" de estos elementos es lo suficientemente elevada como para que puedan utilizarse sus relaciones isotópicas a modo representativo (si un isótopo es excesivamente raro, muy pocas veces lo detectaremos, con lo que no podremos establecer relaciones isotópicas entre él y el isótopo más abundante). 78 La importancia de los modelos actualísticos Aunque no se trate de métodos de estudio propiamente dichos, siempre que sea posible se usan los llamados modelos actualísticos como apoyo para explicar procesos de formación de los yacimientos minerales. Por actualismo se entiende la teoría que propone que los procesos geológicos que operan en la actualidad operaron también de la misma forma y uniformemente en cualquier época. En sentido estricto, ésta es una tesis incorrecta pues sabemos que, por ejemplo, durante el periodo Precámbrico (hace más de 540 millones de años), la corteza terrestre era mucho más delgada que en la actualidad, con lo cual los procesos geológicos en aquella época fueron muy diferentes a los de épocas sucesivas. En concreto, una corteza terrestre más delgada significa una tectónica de placas mucho más activa que en la actualidad, y un vulcanismo mucho más activo y generalizado en toda la superficie del planeta, con un largo etcétera de consecuencias geológicas. Sin embargo, podemos convenir en que el actualismo puede ser válido y que, en determinadas circunstancias, puede aplicarse de forma restringida tomando como modelo procesos geológicos cuyas características y funcionamiento no hayan variado significativamente a través del tiempo. Ello en metalogenia y otras ramas de la geología permite extrapolar o, cuando menos, comparar procesos geológicos y sus resultados en forma de depósitos fósiles, con sus análogos actuales. Si es posible establecer tales paralelismos, el conocimiento sobre el modelo actualístico (esto es, el proceso que sucede en la actualidad) puede contribuir directamente al conocimiento sobre el depósito fósil y viceversa. Las principales limitantes al respecto son que nuestra 79 observación de los procesos actuales está restringida a la parte más superficial de la corteza terrestre, y que tenemos que observar los procesos geológicos actuales a una escala de tiempo humana muy inferior a la escala de tiempo geológica. A lo sumo, podemos establecer una observación de procesos que tienen lugar de forma instantánea, o bien podemos establecer tasas de formación (p. ej., cantidad de mineral por año, tantos centímetros de separación o de convergencia de placas tectónicas por año, etc.). Sin embargo, a veces es sumamente difícil extrapolar la formación de un yacimiento tal como lo vemos a nuestra escala de varios años (o menos) a los cientos de Emanación submarina de fluidos hidrotermales Agregados biogénicos de calcita Agregados cementados por sílice opalina Óxidos de manganeso Costras de oxihidróxidos de hierro con cinabrio Manantiales hidrotermales intermareales Veta bandeada de calcita, barita y calcedonia Depósitos de arena sin consolidar Rocas volcánicas (Terciario) Figura III.3. Esquema de los dos tipos de manantiales y depósitos hidrotermales recientes y actuales en la Bahía de Concepción, Baja California Sur, México. Arriba, manantiales hidrotermales submarinos, a profundidades bajo el nivel del mar entre 5 y 15 metros. Abajo, manantiales hidrotermales en la zona costera intermareal, con vetas selladas de calcita, barita y calcedonia. 80 miles o a los millones de años que lleva la formación de muchos yacimientos minerales. A pesar de las anteriores restricciones, existe una gran cantidad de modelos actualísticos que han contribuido al conocimiento de procesos geológicos fósiles. Claros ejemplos de ello son los volcanes y las rocas volcánicas; al fin y al cabo, ¿no sería más difícil comprender cómo se formaron, por ejemplo, fenómenos como los lahares en épocas geológicas pasadas si no hubiéramos visto cómo se producen actualmente? Dentro del ámbito de la metalogenia es indudable la utilidad que han tenido la observación y estudio de los campos geotérmicos actuales, como los de la zona volcánica de Taupo en Nueva Zelanda, de los volcanes carbonatíticos, como el Oldoinyo Lengai en Tanzania (la “Montaña de los Dioses” de los masai), o los manantiales hidrotermales submarinos para la comprensión de cómo puede producirse la formación, respectivamente, de depósitos epitermales, depósitos de carbonatitas y depósitos de sulfuros masivos. Como la tesis del actualismo no sólo opera en comparaciones entre la actualidad y cualquier otra época geológica anterior, también puede recoger analogías entre procesos registrados entre diferentes épocas geológicas pasadas. IV. Génesis de los yacimientos minerales Los procesos geológicos que pueden ser potencialmente la causa de la acumulación mineral a un grado tal como para producir la formación de un yacimiento son casi tan diversos como los propios yacimientos en sí y, en este aspecto, casi cada yacimiento individual tiene sus 81 propias particularidades dentro de la tipología a la que pertenece. Se puede afirmar que en los procesos formadores de yacimientos siempre intervienen una o más fases fluidas, sean magmas (fundidos normalmente silicatados generados en el interior de la Tierra), sean soluciones acuosas o, más raramente, gases. Durante el enriquecimiento en una o más sustancias que implica la formación de todo yacimiento mineral, los fluidos pueden intervenir en diferentes niveles y de muy diversas formas. Papel de los fluidos en la formación de yacimientos minerales Efectivamente, en lo que se refiere a la formación de yacimientos minerales, los fluidos actúan como 1) agentes de movilización y 2) transporte de todo tipo de sustancias, y, en consecuencia, 3) a partir de ellos puede producirse la precipitación de dichas sustancias. Ello se puede producir aun cuando los fluidos se encuentren sometidos a condiciones físico-químicas muy diversas y cambiantes. En cuanto a su papel como medio de movilización y transporte de los elementos que van a ser parte de un yacimiento mineral, los diversos fluidos naturales (incluidos los magmas) actúan bien como solventes, bien acarreando el material mediante tracción mecánica. La precipitación mineral se produce a partir de fluidos por medio de muy diversos mecanismos. Además, como se verá más adelante, los fluidos tienen otras propiedades interesantes para los procesos geológicos, que vale la pena mencionar. No sólo su capacidad de transporte es lo que convierte a los fluidos (principalmente, los acuosos) en el principal agente formador de yacimientos minerales, sino también su alta capacidad de reaccionar con las sustancias más 82 diversas por medio de los aniones o grupos aniónicos que transportan (denominadas complejantes porque pueden formar complejos en solución de todo tipo de metales). Las especies aniónicas complejantes para el transporte de metales en la corteza terrestre son muy diversas, pero las más efectivas son las especies conformadas por azufre y cloro. De esta forma, las soluciones mineralizantes son entidades cambiantes en el tiempo, no sólo debido a reacciones químicas que implican disolución o precipitación con las rocas a través de las que circulan, sino también debido a las condiciones físicas de estabilidad de los complejos químicos para el transporte de metales en solución. Así, los mismos metales pueden ser transportados por diferentes especies complejantes antes de ser depositados, a través de la corteza terrestre, según condiciones físico-químicas variables. Además, las soluciones mineralizantes pueden entrar muy fácilmente en contacto con otras soluciones y mezclarse con ellas, lo que constituye otro de los factores de cambio de composición química de los fluidos. Es necesario subrayar que la presencia de complejantes es decisiva en la movilización de metales en solución acuosa y su transporte hasta ambientes geológicos propicios para la precipitación mineral. Sin embargo, no siempre está claro de dónde provienen tanto los complejantes como los metales. Se ha argumentado que ambos pueden provenir de la exsolución de los fluidos acuosos a partir de magmas en proceso de enfriamiento en profundidad y de su liberación a la corteza terrestre. Esos fluidos acuosos pueden ser tanto vapores como salmueras. Junto con los vapores pueden migrar diversos compuestos de azufre, mientras que las salmueras magmáticas, generalmente muy salinas, suelen acumular preferentemente compuestos clorurados. Ambos tipos de fluidos, sin embargo, pue83 den acumular metales en su camino a través de la corteza terrestre mediante la reacción de sus componentes en solución con las rocas circundantes. Los vapores sulfurosos pueden condensarse en diferentes niveles en la corteza, proceso durante el cual reaccionan fuertemente con las rocas circundantes, dada su gran acidez, con lo cual pueden incorporar en solución grandes cantidades de metales y seguir su trayectoria ascendente hacia la superficie. Sin embargo, todos los fluidos hidrotermales, cualesquiera que sean sus orígenes, tienen capacidad de incorporar complejantes en solución (y, en consecuencia, metales) mientras circulan por la corteza terrestre, bien sea a partir de las rocas circundantes de cualquier tipo, bien a partir de magmas. Otra de las grandes ventajas que tienen los fluidos como agentes de mineralización es que su movilidad garantiza que puedan atravesar gran cantidad de rocas diferentes en poco tiempo, adquiriendo componentes en solución que a veces pueden precipitar para convertirse en yacimientos minerales. Esa capacidad de adquisición de componentes químicos depende también, naturalmente, de otros factores como la temperatura, la acidez de los fluidos, etcétera. Los fluidos acuosos también son la forma más efectiva de transportar calor a través de la corteza terrestre, puesto que su conductividad térmica es mucho mayor que la de cualquier roca o mineral. Por conductividad térmica se entiende la capacidad de un cuerpo de adquirir la temperatura del medio circundante. Se entiende que las sustancias con alta conductividad térmica adquieren con mucha facilidad o rapidez la temperatura ambiental, como es el caso de los fluidos acuosos. Las rocas, en cambio, presentan una conductividad térmica muy baja, por lo cual no pueden transmitir calor con eficacia. Es sabido que la 84 temperatura es uno de los factores esenciales en la formación de la gran mayoría de yacimientos minerales, y la utilidad de los fluidos acuosos para transportar calor de forma eficiente y rápida es más que evidente. En todos los casos recién expuestos hemos hablado de fluidos acuosos (es decir, fluidos cuya base solvente es el agua) y de magmas, que son los fluidos más importantes en metalogenia, pero no son los únicos fluidos que podemos encontrar. En determinados ambientes, especialmente los diagenéticos o en medios carbonatados, el papel de los fluidos carbónicos (esto es, constituidos básicamente por CO2) es decisivo en la precipitación mineral. Igualmente, no hay que olvidar la presencia de metano (CH4) y otros hidrocarburos, no sólo en ambientes diagenéticos o relacionados con la formación de petróleo o gas natural, sino también en yacimientos hidrotermales. Estos otros tipos de fluidos se hallan en la formación de diversas tipologías de yacimientos minerales y pueden tener un papel decisivo en diversos aspectos de la metalogenia, incluso en el transporte de metales, como es el caso de los denominados complejos organometálicos, o complejos de moléculas orgánicas en solución que incorporan químicamente metales. Sin embargo, la presencia de hidrocarburos se halla limitada a ambientes de relativa baja temperatura, puesto que se descomponen fácilmente en dióxido de carbono y agua u otros hidrocarburos. Las “trampas” Más adelante seguiremos hablando de los diversos fluidos terrestres y de su naturaleza, pero antes abramos un inciso con objeto de explicar otro factor fundamental para la generación de yacimientos naturales, y éste no es otro 85 que las “trampas”. Con este término no sólo se designan las actividades fraudulentas sino que, en el caso de los yacimientos minerales, se refiere a los objetos o accidentes geológicos cuya presencia favorece la circulación de fluidos o magmas mineralizantes y, a partir de ellos, la acumulación mineral que origina un yacimiento. Las fallas, cabalgamientos, fracturas o discontinuidades en las rocas de diversa índole (diaclasas, planos de estratificación, etc.), si bien no necesariamente constituyen trampas por sí mismas, son determinantes para la circulación de fluidos por la corteza terrestre por tratarse de zonas de alta permeabilidad. En adelante, hablaremos sólo de fallas por tratarse de las discontinuidades reológicas más importantes en la generación de yacimientos minerales. Las fallas de cualquier tipo se encuentran en la corteza terrestre por encima de la denominada transición frágildúctil o sea, la profundidad en la corteza con presiones y temperaturas tales que, por debajo de la misma, no exista ningún tipo de roca que pueda ser fracturada sino solamente deformada. La mayoría de tipologías de depósitos minerales se forman por encima de la transición frágil-dúctil, por la sola razón que, como ya se ha indicado, la presencia de fracturas favorece la circulación de fluidos. Pero regresemos a las trampas en sí. Las fallas, durante su actividad y propagación por la corteza terrestre, también pueden actuar como trampas o, durante su movimiento, generar un cambio de condiciones físicas en el medio que pueda provocar la precipitación mineral, como una descompresión o una disminución de temperatura o ambas, o bien la liberación de fluidos reactivos de un medio a otro. Además, las fracturas de diferentes tipos, fallas incluidas, son los espacios en que clásicamente se emplazan todo tipo de vetas. La presencia de una litología concreta puede ser una trampa para la formación 86 de yacimientos minerales. Éste es el caso de las rocas carbonatadas en la formación de skarns, en contacto con intrusivos generalmente graníticos, o en la formación de depósitos tipo Mississippi Valley, por la circulación de fluidos de cuenca a través de la porosidad de dichas rocas. Otras trampas bien ejemplificadas son los acuíferos, o sea, las formaciones geológicas permeables y porosas que actúan como “almacenes subterráneos” de agua dulce de los que se abastece la actividad humana. En zonas de actividad hidrotermal, las aguas o vapores hidrotermales pueden invadir los acuíferos, de manera que se ponen en contacto con el agua relativamente fría y dulce almacenada en éstos, mezclándose y reaccionando con ella y provocando, en muchos casos, la precipitación de minerales de oro, mercurio, arsénico, antimonio, etc. Una situación similar se produce en el fondo marino (o en el fondo de un lago) cuando fluidos hidrotermales emergentes entran en contacto con el agua marina, siendo éste el caso de depósitos de sulfuros masivos vulcanogénicos o sedimentario-exhalativos. Como síntesis y norma general, en cualquier contexto geológico en que haya algún tipo de roca o fluido que represente un “contraste” químico o físico pronunciado con los fluidos acuosos que circulen por la zona o con magmas que puedan emplazarse ahí, existe una posibilidad razonable de que, en algún momento, puedan alcanzarse condiciones favorables para la formación de un yacimiento mineral. Tipos de fluidos naturales La formación de los yacimientos minerales está ligada, principalmente, al tipo de fluidos que causan el transporte y precipitación de minerales, a su naturaleza y evolu87 ción. Los distintos tipos de fluidos (según su origen) que pueden intervenir en procesos mineralogenéticos pueden ser muy variados: 1) fluidos magmáticos, o fluidos liberados por magmas en el proceso de cristalización, que son distintos y tienen diferentes “potencialidades metalogenéticas” según el tipo de magmas (ácidos, básicos o intermedios), de acuerdo con el contexto geotectónico en que los magmas se formaron (en zonas de intraplaca, arcos de islas, arcos continentales, dorsales oceánicas, etc.); generalmente, se trata de salmueras hidrotermales o de gases volcánicos a temperaturas relativamente elevadas; se usa el término aguas juveniles para designar aguas de origen mantélico que jamás han entrado en contacto con la hidrosfera, a diferencia del término fluidos magmáticos, que puede designar fluidos equilibrados con magmas, independientemente de cuál sea el origen último de dichos fluidos; 2) fl f uidos metamórficos, o fluidos liberados como resultado de reacciones y procesos metamórficos, que pueden ser tan variados como las propias rocas metamórficas y sus condiciones de formación; 3) aguas meteóricas superficiales, o “aguas de lluvia” y aguas subterráneas, que han interactuado relativamente poco con las rocas circundantes; suelen ser aguas poco salinas o dulces y relativamente frías, pero pueden llegar a profundidades considerables a través de fallas, donde es probable que alcancen temperaturas elevadas y así transformarse en soluciones hidrotermales; 4) aguas meteóricas de circulación profunda, que son esencialmente aguas meteóricas superficiales que han 88 circulado a través de la corteza terrestre en profundidad por fracturas o cuencas sedimentarias, con tiempos de residencia prolongados y que, por tanto, han adquirido ciertas características químicas derivadas de la interacción con las rocas circundantes; su salinidad y temperatura pueden ser muy variables; 5) aguas connatas, atrapadas junto con los sedimentos, pueden ser modificadas mediante reacciones con las rocas circundantes; su salinidad y temperatura pueden ser muy variables; el término de aguas de formación sólo se refiere a los fluidos residentes en rocas sedimentarias, sin implicaciones en cuanto a su origen; 6) fluidos diagenéticos, derivados de los procesos y reacciones que implican el paso de sedimento a roca sedimentaria (proceso conocido como diagénesis), o relacionadas con dichos procesos sin derivar de éstos; se trata de un tipo de fluidos “intermedios” entre aguas de cuenca o connatas y fluidos metamórficos, también con características físico-químicas intermedias; 7) agua marina u oceánica, rellena los diversos mares y océanos terrestres; de baja temperatura, pero variable junto con la salinidad en función de la profundidad y la presencia o ausencia de corrientes marinas. Mecanismos de precipitación y procesos formadores de yacimientos minerales En un gran número de tipologías de yacimientos minerales es necesario considerar el concepto de solubilidad, o la capacidad de un compuesto químico o mineral para ser disuelto y transportado por un fluido. Así, se dice que 89 Agua meteórica meteórica Agua Diferenciados Sulfuros (Ni-Cu) Óxidos (Cr, Ti-Fe) Carbonatitas (REE) Magma Magma (mantélico) (mantélico) Magma básico cristalización cristalización Agua Aguajuvenil juvenil Magma Magma intermedio intermedio Magma Magma diferenciado Agua marina Agua marina VMS (Cu, Zn, Au) Skarn (W, Cu, Sn, Pb, F, Au) Epitermales Fluidos Fluidos hidrotermales (Au, Ag) hidrotermales Hot spring (Hg, Tl, Au) Gas Gas Solfataras (S, As, Sb) Diferenciaciónmagmática magmática Diferenciación dunitas T T°oC 1600 1600 basaltos gabros kamatiitas 1500-1000 1500-1000 diorita diorita granitos granitos riolitas riolitas 1000-600 1000-600 Pegmatitas Pegmatitas 600-400 600-400 400-100 400-100 Figura IV.1. Esquema de la evolución y de los tipos de fluidos mineralizantes en la corteza terrestre, sus rangos de temperaturas y rocas magmáticas asociadas, así como de algunos de los tipos de yacimientos minerales en cuya formación intervienen dichos fluidos. Modificado de Guilbert y Park (1985). una solución está saturada respecto a un soluto cuando se alcanza el punto en que la solución no puede recibir más cantidad de dicha sustancia sin que ésta empiece a precipitar. Se entiende por precipitación la cristalización de cristales a partir de un fluido y su depósito y acumulación en un medio determinado. Estos conceptos son fácilmente comprensibles mediante el clásico experimento casero que consiste en poner a evaporar agua (al sol) en la que previamente se ha disuelto sal de cocina, es decir, se ha puesto cloruro sódico en solución acuosa. Durante la evaporación se alcanzará un punto en que empiezan a formarse pequeños cristales de sal que no podrán volverse a disolver en el agua que queda. Es decir, la solución de sal en agua que habíamos preparado ha alcanzado el punto de saturación respecto al cloruro sódico en las condiciones físicas (presión y temperatura ambiental, en este caso) a las que tenemos sometida nuestra solución. Como el agua ya no puede contener más cloruro sódico en solución (puesto que la cantidad de cloruro sódico disuelto ha sido constante, a la vez que la cantidad de agua disminuía), este compuesto empieza a cristalizar y a precipitar en el fondo del recipiente. Este proceso es fácil de comprender cuando involucra agua como solvente, esto es, el agente que contiene disperso uno o varios solutos (la sal de cocina). Los minerales también pueden cristalizar a partir de un magma mediante su enfriamiento. Una diferencia importante entre la cristalización mineral a partir de magmas (por enfriamiento) y a partir de soluciones acuosas (precipitación propiamente dicha), al margen de estar sometidos a condiciones físicas muy distintas, es que toda la materia incluida en un magma acaba cristalizando (o solidificándose como vidrio), pero los líquidos acuosos migran, se evaporan y, en definitiva no permanecen en su totalidad en el yacimiento mineral. 91 Muchos tipos de yacimientos minerales se forman a partir de soluciones acuosas “mineralizantes”, calientes y ricas en metales y otros componentes en solución. Tales yacimientos se conocen como hidrotermales. El término hidrotermal también se emplea para designar las soluciones acuosas calientes que circulan por la litosfera y que, en muchas ocasiones, se relacionan con etapas finales de enfriamiento y cristalización de magmas. Asimismo, este término es extensible a todos aquellos fenómenos u objetos geológicos cuyo origen esté relacionado con la circulación de fluidos acuosos calientes en la Tierra. La manifestación superficial y más tangible del hidrotermalismo son las fuentes termales. Además, existen procesos de mineralización mediante precipitación química (o acumulación mecánica) que, sin embargo, no implican la intervención de soluciones hidrotermales, sino de aguas mucho más frías. Estos procesos que generan yacimientos, por tener lugar a bajas temperaturas en la superficie terrestre (o cerca de ella), son considerados dentro del grupo de los procesos sedimentarios. Otros procesos de mineralización tienen lugar dentro de los ámbitos diagenético y metamórfico. Éstos no distan demasiado de los mecanismos considerados “típicamente” hidrotermales, salvo por el hecho de que se desarrollan en rangos de temperatura y presión distintos, y porque su emplazamiento se produce en niveles de la corteza diferentes. En otros casos, la formación de estos depósitos depende de la presencia de determinadas litologías, como es el caso de los skarns, cuyas fases de formación iniciales se desarrollan por metamorfismo de contacto preferencialmente sobre rocas carbonatadas. Los mecanismos por los que las soluciones hidrotermales pueden alcanzar un estado de sobresaturación y, así, producir la precipitación química de minerales, pueden ser 92 muy diversos, pero las causas físicas y químicas concretas más comunes son: 1) cambios de presión, 2) cambios de temperatura, 3) aumento de la cantidad de especies sulfuradas reducidas en solución acuosa, 4) cambios de pH de la solución, 5) aumento en la concentración de metales en solución, 6) descenso en la concentración de aniones o grupos aniónicos complejantes. Un mineral (o un conjunto de minerales o paragénesis mineral) puede precipitar a partir de un fluido acuoso por acción de diversos mecanismos naturales que involucran alguna o una combinación de dos o más de las causas arriba reseñadas. Los fenómenos más comunes que experimentan las soluciones acuosas, hidrotermales o frías, que provocan directamente la deposición mineral son: 1) evaporación, ya explicada arriba, como se produce, por ejemplo, en salinas costeras o lacustres, o en los salares adyacentes a la cordillera de los Andes; 2) ebullición, si en lugar de dejar evaporar la solución salina (en nuestro experimento casero anterior) la hacemos hervir, es decir, inducimos una separación brusca de una fase gaseosa a partir de un líquido con la misma composición química; en los sistemas hidrotermales se produce por una disminución repentina de presión más que por un aumento de temperatura, pero el efecto es el mismo; 3) efervescencia, o separación de un gas a partir de un líquido con diferente composición química, como cuando abrimos una botella de refresco y se separa instantáneamente dióxido de carbono del agua en que estaba disuelto; el cambio químico en el líquido provocado por la migración del gas carbónico (u otros 93 gases, como el metano) puede provocar la saturación en algún otro componente disuelto en el mismo; 4) mezcla de fluidos, cuando ponemos en contacto dos fluidos con composiciones químicas o temperaturas contrastantes, o unas y otras que, por su interacción, se alcanza el punto de saturación en algún soluto; 5) enfriamiento conductivo, cuando se alcanza la saturación en algún soluto al enfriarse la solución, generalmente por contacto con rocas circundantes, que se encuentran a menor temperatura que la solución mineralizante; 6) reacción de un fluido con las rocas circundantes, en una situación similar a la anterior, sólo que en este caso la saturación se produce cuando el fluido interactúa químicamente con las rocas y minerales del medio, formando reemplazamientos (es decir, minerales que toman el lugar de otros por disolución de unos y precipitación de otros en su lugar); 7) reacción entre rocas, con intervención de fluidos, bien por acción de un aumento de temperatura y presión sobre rocas ya formadas, bien por metamorfismo de contacto, entre una roca ya formada y una intrusión magmática; 8) acción de microorganismos, dándose el caso de que éstos actúen como catalizadores de reacciones químicas o que puedan por sí mismos originarlas como parte de su metabolismo, pudiendo provocar la precipitación mineral; es notorio el caso de la reducción de sulfatos que implica la precipitación de sulfuros por medio de bacterias (sulfatorreducción bacteriana) como Desulfovibrio desulfuricans, o en el caso de la oxidación de sulfuros a sulfatos durante la formación de yacimientos supergénicos de tipo gossan, por acción de bacterias como Thiobacillus ferroxidans. 94 U V Cr CoMo Ni Extracción a partir del agua marina Precipitación directa del agua marina Aporte hidrotermal V Sedimentos metalíferos REE U Ni Co Mo Fe Zn Pb Au Ag Pd Pt Ambiente euxínico Sulfuros masivos Figura IV.2. Esquema de la precipitación de metales en un depósito sedimentarioexhalativo a partir de una fuente hidrotermal, en combinación con el agua marina y las diferentes condiciones de oxidación-reducción en el fondo marino (adaptado de Canet et al., 2004). En la formación de un yacimiento mineral puede intervenir más de un mecanismo de precipitación de los expuestos anteriormente. Por ejemplo, la precipitación de minerales en el fondo marino en yacimientos de sulfuros masivos de tipo sedimentario-exhalativo o vulcanogénico se suele producir por el contraste químico o de temperatura entre los fluidos hidrotermales ascendentes y el agua de mar, bien sea por mezcla de fluidos y enfriamiento conductivo, bien por sulfatorreducción bacteriana. Algunos tipos de yacimientos minerales que, a pesar de ser escasos, tienen gran importancia económica por contener gran parte de las reservas de sustancias como los diamantes, el platino y el cromo, se originan a partir de magmas “especiales”, esto es, con composiciones anómalas. En estos casos, toda precipitación mineral se produce esencialmente por enfriamiento conductivo (con más o 95 menos reacción entre componentes químicos propios o ajenos al magma). En determinadas circunstancias, hay magmas que pueden experimentar procesos de inmiscibilidad o desmezcla, esto es, cuando se separan dos líquidos magmáticos diferentes a partir de un líquido magmático inicialmente homogéneo (para entender la inmiscibilidad de líquidos podemos tener en cuenta el caso del agua y el aceite). A partir de uno de esos magmas desmezclados puede producirse la formación, por ejemplo, de carbonatitas, yacimientos de sulfuros de cobre-níquel y yacimientos de óxidos de hierro tipo IOCG. Otros yacimientos de origen meramente magmático pueden producirse por cristalización fraccionada o, lo que es lo mismo, mediante la producción de magmas nuevos debido a la cristalización paulatina de determinados minerales en un orden determinado según condiciones de concentración, presión y temperatura cambiantes. De este modo se generan, por ejemplo, los yacimientos de cromita (conocidos como cromititas). En el caso de las pegmatitas, se trata de una cristalización fraccionada que involucra tanto fundidos magmáticos como soluciones acuosas producto del enfriamiento final del magma. Tanto la inmiscibilidad como la cristalización fraccionada son procesos de segregación o separación del líquido magmático generador de yacimientos minerales, de otro líquido o de sólidos, respectivamente. Aunque tal vez no sea un proceso que genere depósitos susceptibles de devenir yacimientos de gran tonelaje, en ambientes volcánicos e hidrotermales activos es común la presencia de solfataras, fumarolas a partir de las que precipitan minerales como sublimados, directamente a partir de gases a alta temperatura. Los minerales que precipitan de esta forma están compuestos por lo común por elementos sumamente volátiles, como azufre, arsénico, anti96 monio y mercurio, aunque en algunos casos se han hallado sublimados de metales raros del grupo del platino. Ahora bien, también hay yacimientos minerales que pueden formarse por medio de procesos sedimentarios de concentración mecánica, como los placeres. Éstos son yacimientos detríticos que han concentrado de forma mecánica minerales densos como oro nativo, diamantes, topacio, minerales de estaño, uranio, etc., por la acción de agua corriente (placeres aluviales), oleaje (placeres marinos) o viento (placeres eólicos). En estos casos, la acción del agua corriente, de las olas o del viento se traduce en el arrastre mecánico de partículas minerales, que se depositan donde la energía de dichos agentes no es suficiente para seguir transportando tales partículas, o en zonas de relativa baja energía de las corrientes. Hay también otros tipos de yacimientos, como lateritas, bauxitas, gossan y zonas de enriquecimiento supergénico, que se forman por intemperismo sobre tipos de roca favorables o yacimientos minerales preexistentes. En condiciones climáticas cálidas o lluviosas, estas rocas y yacimientos minerales son alterados por acción de aguas superficiales o meteóricas, de tal forma que éstas lixivian o “deslavan” determinados elementos o componentes, quedando un conjunto de “residuos” que las aguas no pueden lixiviar, que puede presentar concentraciones elevadas en ciertos elementos (p. ej., aluminio, níquel), por lo cual a fin de cuentas puede ser económicamente interesante. Entre los yacimientos así formados, conocidos como depósitos residuales, las bauxitas destacan por constituir la principal fuente mundial de aluminio. Igualmente, los elementos que han sido lixiviados pueden transportarse en solución hasta lugares con condiciones favorables para su reprecipitación, originando concentraciones que también pueden ser objeto de ex97 plotación. Esto último puede producirse en el mismo yacimiento, inmediatamente debajo del nivel de las aguas subterráneas (acuíferos), o bien las soluciones con metales pueden desplazarse fuera del yacimiento primario y depositar nuevos minerales en otra parte. De alguna forma, puede decirse que este conjunto de procesos sirven un poco para “separar el grano de la paja” y, en muchos casos, llegan a convertir en explotable un yacimiento, dado que la lixiviación de determinados elementos químicos implica aumentar las concentraciones en otros elementos cuya explotación tal vez no hubiera sido económicamente costeable sin haberse producido una “reconcentración” de dichos elementos. Los principales ejemplos de ello se encuentran en los depósitos de enriquecimiento supergénico de cobre. V. Clasificación de los yacimientos minerales Criterios para la clasificación El desarrollo del estudio de los yacimientos minerales como disciplina científica se ha cimentado esencialmente en el reconocimiento y la descripción detallada de un gran número de yacimientos con características muy diferentes. Mediante su caracterización mineralógica, geoquímica y estructural, se han podido ir estableciendo similitudes y diferencias entre yacimientos minerales de todo el mundo, lo que ha permitido agrupar los depósitos con características afines. El establecimiento de clases o grupos de yacimientos facilita, principalmente, su descripción y, además, permite realizar generalizaciones 98 sobre algunos aspectos determinantes acerca de su génesis y distribución en la corteza terrestre, lo que ciertamente aporta criterios útiles para la exploración. Desde los inicios de su estudio ha habido numerosas propuestas para clasificar los yacimientos minerales. Sin embargo, la mayoría de ellas han sido desechadas o han caído en desuso por ser excesivamente restrictivas, demasiado complicadas, o por basarse en criterios insustanciales y sin implicaciones científicas. De todas ellas las más aceptadas han sido las que se basan en criterios puramente descriptivos. Los criterios utilizados para establecer categorías o grupos de yacimientos minerales son muy variados y dependen, como en cualquier clasificación, del interés o motivo por el cual se realiza dicha sistematización. Así, los yacimientos minerales se han clasificado tradicionalmente en función de la materia mineral de interés económico que éstos contienen (oro, hierro o diamantes, por ejemplo). Esta clasificación, obviamente, es la más apropiada para tratar los yacimientos minerales en términos económicos, fundamentalmente por medio de reservas, recursos y precios. Es notorio el hecho de que algunos metales de interés económico comúnmente se asocian formando yacimientos minerales con contenidos “mixtos” de metales. Tal es el caso de las frecuentes asociaciones de plata y oro, estaño y tungsteno, o de plomo y zinc en tipologías de yacimientos muy diversas. Esto se debe a que los procesos genéticos de formación de yacimientos pueden favorecer el enriquecimiento en elementos con un comportamiento químico similar que, en consecuencia, se presentarán íntimamente asociados, no sólo en los yacimientos minerales sino también en los fluidos que transportaron a estos metales. El uso de criterios descriptivos de clasificación está muy 99 extendido entre los especialistas en yacimientos minerales, tanto en el mundo de la empresa como de la academia. Esto se debe a motivos prácticos, ya que la mayoría de esos criterios se pueden aplicar desde el momento en que un yacimiento es inicialmente examinado en el campo. Los criterios descriptivos incluyen los criterios estructurales, que son los concernientes a la forma y a la disposición del cuerpo mineral respecto a las rocas encajonantes, es decir, las rocas que albergan el cuerpo mineralizado. Así, se reconocen depósitos estratiformes, estratoligados, en vetas, en mantos, en stockworks o en brechas, etc. Otros criterios descriptivos se refieren a las características texturales de las mineralizaciones. Con base en ellos se distinguen, entre otros, los yacimientos de sulfuros masivos, los yacimientos diseminados y los reemplazamientos. Por último, algunos yacimientos se definen en función del tipo de roca encajonante. Es el caso, por ejemplo, de los depósitos de uranio o de cobre en lechos rojos (en inglés, red beds), en los que la mineralización se asocia a estratos de areniscas que, por contener óxidos de hierro como cementante, presentan una característica coloración rojiza. Asimismo, los depósitos conocidos como skarns se definen por la litología predominante en la propia mineralización, la cual se compone esencialmente de calcosilicatos complejos. El término skarn, a pesar de ser originalmente descriptivo (de hecho, es un término minero de origen sueco que significa ganga), se utiliza además para describir el proceso metamórfico que genera este tipo de rocas, asociadas a las cuales suele haber importantes mineralizaciones de minerales metálicos. Tal y como se ha explicado en capítulos anteriores, de la interpretación de las características descriptivas y de la información analítica obtenida en laboratorio se obtienen hipótesis sobre la génesis de los yacimientos minera100 les. Por ejemplo, a partir de las relaciones espaciales entre el cuerpo mineralizado y la roca encajonante se puede deducir la relación cronológica entre ambas unidades. Es decir, no se puede determinar cuándo se formaron esas unidades (eso es algo que suele resolverse mediante métodos geocronológicos que emplean isótopos radiogénicos), pero sí establecer qué se formó antes y qué después. Las mineralizaciones emplazadas en cuerpos secantes, como las vetas, son epigenéticas, lo que significa que se han formado con posterioridad respecto a la roca encajonante. Contrariamente, los yacimientos que se disponen en cuerpos concordantes (paralelos a los estratos, en el caso de cuerpos encajonados rocas sedimentarias) suelen ser singenéticos, es decir, se han formado sincrónicamente respecto a las rocas encajonantes. Entre los cuerpos concordantes con la estratificación encontramos los estratiformes y los estratoligados. Los primeros suelen formarse como parte de una secuencia sedimentaria, como un sedimento más, o bien pueden formarse en una cámara magmática como producto de procesos de segregación magmática o cristalización fraccionada, pero adquiriendo forma de estrato. En ambos casos se trata de situaciones en que el yacimiento y la roca que lo contiene se forman al mismo tiempo (son sincrónicos) o en un lapso muy corto. Los yacimientos estratoligados, en cambio, son cuerpos mineralizados que mimetizan la forma de un estrato, puesto que se formaron a expensas de uno, pero cuya formación no tiene que ver con los procesos que originaron la roca encajonante (son epigenéticos). Los diferentes procesos geológicos a los que atribuimos la formación de los yacimientos minerales proporcionan criterios genéticos válidos para su sistematización. Los criterios de orden genético se utilizan principalmente en el ámbito científico, pero son considerados también por 101 el geólogo de exploración, puesto que el conocimiento de los procesos de formación de yacimientos es especialmente útil para establecer áreas favorables que pudieran contenerlos. De tal forma, en función de la temperatura de formación de los yacimientos, la cual se puede estimar mediante técnicas como la microtermometría de inclusiones fluidas (véase el capítulo iii), se habla de sistemas de formación de depósitos epitermales (de 100 a 200 ºC), mesotermales (de 200 a 300 ºC, aproximadamente) e hipotermales (de 300 a 500 ºC). Esta clasificación está claramente trasnochada y los rangos de temperaturas considerados han variado ampliamente conforme ha avanzado el estudio de yacimientos, pero estos términos siguen utilizándose aún hoy en día para designar determinadas tipologías de yacimientos. En otros casos, el criterio clave para la categorización de los yacimientos minerales es propiamente el tipo de proceso mineralizante. De tal forma que podemos hablar de yacimientos diagenéticos, sedimentarios, magmáticos e hidrotermales, entre otros. En algunos casos se emplean términos mucho más concretos. Por ejemplo, la denominación sedimentario-exhalativo se refiere a los depósitos metalíferos generados a partir de fluidos hidrotermales “exhalados” en el fondo de cuencas sedimentarias. Otros términos hacen referencia al origen del sistema mineralizante. Por ejemplo: el término vulcanogénico designa depósitos formados por sistemas hidrotermales submarinos derivados de actividad volcánica. Los diversos intentos de clasificación y agrupación de los yacimientos minerales han resultado en el establecimiento de tipologías bien definidas, que constituyen la categoría más elemental (y la única plenamente reconocida) que reúne depósitos con características esenciales comunes. La tipología, en el estudio de los yacimientos 102 Tipo de proceso Ejemplos Cristalización Inmiscibiliad Magmáticos Segregación Metafmorfismo Hidrotermales Formación de cinturones de rocas ígneas Formación de cuencas sedimenarias Alteración e intemperismo Precipitación en el fondo marino a partir de emanaciones hidrotermales Químicos Circulación de fluidos sedimentarios a través de cuencas y precipitación por cambios estratigráficos Circulación de fluidos sedimentarios a través de cuencas y precipitación por cambios estratigráficos Precipitación a partir de salmueras Mecánicos Residuales Enriquecimiento Hidrogenético Concentración de minerales pesados Lexiviación y enriquecimientio in situ Lixiviación, transporte y enriquecimiento Diagénesis Sedimentarios Cristalización a partir de fluidos magmáticos residuales (fundidos y acuosos) Reemplazamiento y alteración Cristalización a partir de fluidos hidrotermales de origen diverso Cromititas (Cr, PGE) Sulfuros de Cu-Ni Carbonoatitas (REE) Pegmatitas (Li-Be, Nb-Ta) Skarns, Grissens (Sn, W) Pórfidos de Cu, Epitermales (Ag, Au) VMS (Cu-Ba-Au) ventilas oceánicas (Cu-Zn) Sedex (Pb-Zn) Cu, U en sedimentos MVT (Pb-Zn) Sr. S, Mg, Fe en carbonatos Evaporitas marinas, lacustres BIF, nódulos de Mn Placer (Au, PGE, Ti) Lateritas (Ni), bauxitas (Al), gossan Enriquecimientos supergenéticos Cuadro V.1. Clasificación de los yacimientos minerales y de procesos que los originan. minerales, designa colectivamente los yacimientos que, al compartir características geológicas y al contener determinadas materias primas minerales, se diferencian claramente de los otros yacimientos. Los límites entre tipologías, sin embargo, suelen ser imprecisos, por lo que la atribución de un yacimiento a una u otra tipología puede ser a veces difícil y hasta provocar serias discrepancias entre investigadores, grupos de trabajo o escuelas. La denominación de las diversas tipologías de yacimientos no sigue un esquema preciso. Muchos términos se han difundido cada vez más hasta ser colectivamente aceptados y usados casi siempre en publicaciones especializadas, congresos y universidades. Así, son ampliamente utilizados términos cuya denominación se refiere a una localidad representativa, como “depósitos de plomo-zinc de tipo Mississippi Valley”, a un proceso genético, como los “depósitos vulcanogénicos de sulfuros masivos” o, incluso, pueden ser términos mineros antiguos, como yacimientos de tipo skarn, placer o gossan (como inciso, la antigüedad de estos términos queda manifiesta por el hecho de que éstos suelen provenir de lenguas “poco usuales” en la jerga científica, como el sueco, el catalán o el occitano, o de lenguas ya extintas, como el córnico). A pesar de que todos estos términos están plenamente aceptados, para la designación de nuevas tipologías o la redefinición de otras ya conocidas actualmente se tiende a emplear locuciones fundamentalmente descriptivas que incluyen, por una parte, las materias primas minerales características (p.ej., oro, cobre, uranio, plomo–zinc, estaño–tungsteno), y por otra, el rasgo geológico más prominente (por ejemplo: encajado en sedimentos, en vetas, asociado a rocas peralcalinas, etcétera). La aplicación de las tipologías para describir y clasificar los yacimientos minerales se ha generalizado a la par de la 104 aceptación de la hipótesis de que los yacimientos de una misma tipología deben de haberse formado mediante procesos genéticos análogos o comparables. Además, se ha establecido empíricamente que los cuerpos rocosos con características geológicas propias de una tipología determinada son potencialmente favorables para contener yacimientos minerales de dicha tipología. Tal es el caso, por ejemplo, de los pórfidos graníticos de carácter calcoalcalino, que son potencialmente favorables para albergar depósitos metalíferos del tipo pórfido cuprífero, aurífero, molibdenífero, estannífero, etcétera. Además de las tipologías, para definir grupos de yacimientos se utilizan los modelos. A pesar de que habitualmente ambos términos se utilizan de manera indistinta, como equivalentes, los modelos son abstracciones de carácter interpretativo con connotaciones de orden genético, mientras que las tipologías tienden a ser más descriptivas. Debido a que la interpretación genética de los yacimientos minerales, en la mayoría de los casos, cambia a medida que se ahonda en su conocimiento, los modelos de yacimientos no suelen perdurar mucho y, por tanto, su aceptación es limitada. Las tipologías, en cambio, se robustecen por medio de toda la información que genera la creciente cantidad de trabajos de investigación en yacimientos minerales. Debido a la mayor o menor afinidad que pueden mostrar entre sí las diferentes tipologías de yacimientos minerales, se han hecho diversos intentos, más o menos trascendentes, de establecer esquemas de clasificación que agrupen las tipologías en categorías más generales. Los esquemas de clasificación más aceptados se basan en el ambiente geológico y en las teorías genéticas de formación de los yacimientos. Éstos, a diferencia de las tipologías, son claramente interpretativos. Sin embargo, ninguno 105 de los esquemas propuestos ha sido universalmente aceptado, algo lógico si tenemos en cuenta la enorme variedad de los yacimientos minerales y el hecho de que éstos son todavía fenómenos geológicos relativamente poco comprendidos. Uno de los esquemas de clasificación de uso más extendido es el que propuso Waldemar Lindgren en 1933, que esencialmente se basa en la temperatura y la profundidad de formación de los yacimientos. Otras clasificaciones, como la propuesta por Paul Niggli en 1929 o la de Hans Schneiderhöhn en 1941, se fundamentan, respectivamente, en los procesos geológicos que originaron la mineralización (por ejemplo: cuerpos intrusivos o volcánicos, procesos hidrotermales, etc.), y en las asociaciones minerales y químicas características de los yacimientos (p.ej., plomo– zinc–plata, turmalina–cuarzo, antimonio–mercurio– arsénico–selenio). Estas dos clasificaciones son restrictivas respecto a la de Lindgren, pues no incluyen los depósitos asociados a ambientes sedimentarios, ni los que se forman por procesos químicos (como los depósitos de cobre en sedimentos), ni los causados por procesos mecánicos (como los depósitos de tipo placer). Por ello, la clasificación de Lindgren, con sus limitaciones y más o menos modificaciones o precisiones, sigue vigente hasta la actualidad. Algunos ejemplos de tipologías de yacimientos minerales A continuación, y con objeto de familiarizar al lector con los principales yacimientos minerales, su importancia económica y los procesos geológicos que los originan, se definirán brevemente algunas de las tipologías más significativas desde el punto de vista geológico o económico. 106 Como ya se ha mencionado, los procesos magmáticos dan lugar a yacimientos que, si bien son poco abundantes, contienen gran parte o la totalidad de las reservas en varias sustancias minerales de gran importancia económica como, por ejemplo, los diamantes. El diamante es una especie mineral del carbono elemental que cristaliza en el sistema cúbico y que, por su elevada dureza (es el mineral más duro que existe) y característico brillo (denominado precisamente “adamantino”), tiene importantes aplicaciones tanto en la industria como en la joyería. Los yacimientos de diamantes más importantes son las kimberlitas, un tipo de rocas ígneas procedentes de zonas profundas del manto terrestre (a unos 150 km de profundidad), donde están sometidas a condiciones de alta temperatura y presión, que ascienden rápidamente para emplazarse en cuerpos subvolcánicos parecidos a chimeneas cilíndricas verticales. Las kimberlitas son rocas con contenidos elevados en potasio y pobres en sílice, y se originan a partir de magmas ricos en componentes volátiles. El mismo nombre de estas rocas tiene reminiscencias diamantíferas, pues el término kimberlita proviene de Kimberley (Sudáfrica), tal vez la mina de diamantes más famosa del mundo. Otro conjunto de yacimientos de diamantes son las lamproítas, que son también rocas magmáticas “raras”, similares en ciertos aspectos a las kimberlitas. Únicamente 1% de las kimberlitas conocidas tiene leyes bastante altas en diamantes como para ser explotadas económicamente. Estas leyes son, sin embargo, las más bajas que se explotan en cualquier tipo de yacimiento, y pueden estar alrededor de 0.01 centímetros cúbicos (o 35 miligramos) de diamante por tonelada de roca. Dicho en otras palabras, para extraer un gramo de diamantes (es decir, 5 quilates) es necesario procesar unas 107 30 toneladas de roca kimberlítica y, aun así, sigue siendo una explotación económicamente rentable. Los principales productores de diamantes de calidad gema son Sudáfrica y Namibia, mientras que Australia, Botswana y la República Democrática del Congo son los mayores productores de diamantes para uso industrial. Otros yacimientos de origen magmático son importantes por sus reservas de cromo, de elementos del grupo del platino (platino, paladio, rodio, osmio, iridio, rutenio) y de níquel. El cromo se extrae enteramente de la cromita, un óxido doble de cromo y hierro que puede contener magnesio y aluminio en cantidades variables. Existen dos tipos de yacimientos de cromita (o cromititas), los estratiformes y los podiformes. Los yacimientos estratiformes están asociados a complejos ígneos estratificados de carácter ultrabásico (muy pobres en SiO2), mientras que los podiformes se encuentran en complejos ofiolíticos, que constituyen paquetes de rocas de la corteza oceánica emplazados mediante procesos tectónicos en los continentes. Los yacimientos estratiformes de cromita más importantes son Bushveld en Sudáfrica, Great Dike en Zimbabwe, Kemi en Finlandia, Campo Formoso en Brasil, y Stillwater en Montana (EUA). El origen de los complejos estratificados con cuerpos de cromitita está todavía en discusión, si bien se acepta que, a grandes rasgos, éstos se forman por medio de procesos de segregación magmática seguidos de cristalización fraccionada. La producción de elementos del grupo del platino procede en buena parte de depósitos magmáticos asociados a rocas utrabásicas y, más en concreto, del complejo de Bushveld, el cual contiene 90% de las reservas mundiales en dichos elementos. Cabe destacar que la importancia estratégica de los depósitos de elementos del grupo del platino es enorme, pues el precio por peso de cada uno de ellos es muy superior al precio del oro. 108 Cantidades mucho menores de elementos del grupo del platino se obtienen como subproducto de los yacimientos magmáticos de níquel-cobre. Éstos, sin embargo, contienen enormes reservas de níquel. Los ejemplos más importantes de estos depósitos son Sudbury en Ontario (Canadá), y Noril’sk en Rusia. El complejo de Sudbury, como buen ejemplo de yacimiento de edad proterozoica, constituye un caso insólito en los yacimientos minerales, tanto por sus enormes reservas de níquel, cobre, elementos del grupo del platino, y cobalto, como por su singular y debatido origen, el cual se ha relacionado con el choque de un gran meteorito que produjo enormes perturbaciones en la corteza terrestre y el manto subyacente. Ello provocó la fusión de grandes volúmenes de roca, a tal grado que se pudieron producir procesos de segregación magmática y cristalización fraccionada y, con ello, la posterior acumulación de numerosos depósitos de sulfuros de níquel y cobre. Otros yacimientos minerales magmáticos son las carbonatitas y las pegmatitas. Las carbonatitas son rocas ígneas constituidas en más de 50% modal (volumétrico) por carbonatos, que se emplazan como vetas, intrusiones y coladas, en asociación con rocas ultrabásicas y alcalinas. El interés de las carbonatitas como yacimientos minerales se debe a que presentan altos contenidos en metales “especializados” como niobio, tántalo y titanio, así como elementos del grupo de las tierras raras (lantano, cerio, neodimio, samario, europio, etc.), cobre y minerales industriales como apatito, vermiculita, baddeleyita, fluorita y barita. Ejemplos de depósitos relacionados con carbonatitas son Phalaborwa o Palabora en Sudáfrica, Jacupiranga en Brasil, Mountain Pass en California (EUA), y Niobec en Quebec (Canadá). La formación de las carbonatitas se explica mediante procesos de segregación de magmas residuales enriquecidos en Ca y en CO2. 109 Las pegmatitas graníticas constituyen otro grupo de yacimientos minerales asociados a procesos magmáticos pero que, a diferencia de los ejemplos mencionados anteriormente, están relacionadas con la formación y evolución de magmas ácidos, es decir, magmas muy ricos en SiO2. Las pegmatitas son rocas ígneas caracterizadas por presentar una composición mineralógica similar a la de un granito (con cuarzo, feldespatos y micas como minerales más abundantes), pero con cristales de gran tamaño, y emplazadas típicamente como cuerpos tabulares (vetas y diques). De las pegmatitas se extraen minerales industriales, gemas y diversos metales raros. Los minerales de interés industrial que, por su pureza y por el tamaño de los cristales, se extraen de ellas son, principalmente, cuarzo, feldespato y moscovita. Las gemas que se obtienen de las pegmatitas son berilo (esmeralda), topacio y turmalinas. De las denominadas pegmatitas de elementos raros se extraen una gran variedad de elementos, especialmente berilio, litio, rubidio, cesio y elementos del grupo de las tierras raras, estaño, tántalo, niobio, uranio y torio. Las minas de Tanco (Li-Ta-Cs-Be-Rb) en Manitoba y de Preissac-Lacorne (Li) en Quebec (Canadá), las de Bikita (Li) y Kamativi (Sn-Li) en Zimbabwe, y las de Minas Gerais (Be) en Brasil, se cuentan entre los principales yacimientos pegmatíticos de elementos raros en el mundo. En México hay varias minas de pegmatitas en el área de Huitzo y Telixtlahuaca (Oaxaca), entre las que destaca la mina El Muerto, que fue explotada por su elevado contenido de uranio y torio. La formación de las pegmatitas se debe a la cristalización primaria de magmas ricos en SiO2 y componentes volátiles, que representan fundidos residuales de naturaleza granítica. Los skarns constituyen otra tipología de yacimientos mi110 nerales cuya formación se relaciona con el emplazamiento de magmas graníticos. Sin embargo, los mecanismos asociados a su formación son de carácter metamórfico, y en ella también intervienen fluidos hidrotermales. Los skarns se definen por la presencia de asociaciones de calcosilicatos (o silicatos de calcio, principalmente granates y piroxenos), que se desarrollan preferencialmente en rocas carbonatadas adyacentes a intrusiones ígneas mediante procesos de reemplazamiento mineral. En relación con las asociaciones de calcosilicatos suele haber mineralizaciones metálicas de composición muy variada (p. ej., hierro, tungsteno, cobre, plomo, zinc, molibdeno, oro, plata). Los skarns, a pesar de ser yacimientos de bajo tonelaje, son importantes económicamente por ser la principal fuente de tungsteno y, además, por producir cantidades importantes de cobre, hierro, molibdeno, zinc y oro. En función de los metales dominantes en la mineralización se diferencian varios tipos de skarns, entre ellos los de cobre, de hierro, de oro, de tungsteno, de zinc–plomo– plata, de molibdeno y de estaño. Los skarns se forman a temperaturas altas (más de 350 °C), por una combinación de procesos magmáticos, metamórficos e hidrotermales, relacionados con la intrusión de cuerpos ígneos, normalmente graníticos, en rocas carbonatadas, aunque también pueden producirse sobre rocas de otros tipos. De hecho, puede afirmarse que la principal condición para la formación de estos depósitos es que se pongan en contacto dos tipos de rocas con un gran contraste químico entre ellas, siendo una de ellas ígnea y que aporte el calor necesario para que se produzca una reacción entre ambas. Durante el enfriamiento de las intrusiones se liberan soluciones hidrotermales que aportan diversos metales y penetran el encajonante, reaccionando con él. De este modo, las asociaciones de calco111 silicatos y minerales metálicos reemplazan a los carbonatos en cuerpos de morfología irregular, normalmente adyacentes al contacto con las rocas ígneas. Los yacimientos de tipo skarn son relativamente abundantes y se encuentran en todo el mundo, en rocas de casi todas las edades. Otras mineralizaciones cuya formación y emplazamiento se relaciona estrechamente con la intrusión de magmas graníticos son los depósitos hidrotermales de estaño–tungsteno. En ellos, las mineralizaciones se presentan en forma de vetas y stockworks cerca de la zona de cúpula de intrusiones graníticas (o sea, en su parte superior) emplazadas a poca profundidad. En relación con este tipo de mineralizaciones existen zonas de intensa alteración hidrotermal que afectan, principalmente, a las rocas graníticas. Estas alteraciones, conocidas como greisen, se caracterizan por ser ricas en moscovita, cuarzo y minerales de litio, boro y flúor. Los fluidos hidrotermales responsables de estas alteraciones se exsolvieron del mismo magma que originó la intrusión granítica. Las minas de Panasqueira en Portugal y las de Cornualles en Gran Bretaña son ejemplos clásicos de este tipo de yacimientos. En México existen numerosos ejemplos de este tipo de mineralización en las inmediaciones de la zona de falla San Luis–Tepehuanes, como Ahualulco, Villa de Reyes y Villa de Arriaga en San Luis Potosí, Tlachiqueros en Guanajuato, Cosío en Aguascalientes, la Sierra de Chapultepec en Zacatecas, y Ochoa en Durango. El emplazamiento y cristalización de magmas ácidos (ricos en SiO2) desencadena la actividad de sistemas hidrotermales, los cuales, a su vez, generan importantes depósitos metalíferos. Además de ser fuentes de fluidos hidrotermales, los magmas actúan como fuente de calor que causa el calentamiento y la circulación de aguas originalmente 112 frías (meteóricas, de cuencas sedimentarias o marinas) y su transformación en fluidos hidrotermales que pueden desplazarse hacia la superficie. Además de los skarns y los depósitos de estaño–tungsteno, otras tipologías de yacimientos como los depósitos metalíferos en pórfidos, los depósitos epitermales y los depósitos vulcanogénicos de sulfuros masivos, tienen su origen en sistemas hidrotermales desarrollados en relación con el magmatismo ácido. Los depósitos metalíferos en pórfidos son la tipología de yacimientos de la que se obtiene una mayor cantidad de cobre, molibdeno y renio en el mundo. Además, de ellos se extraen cantidades importantes de oro, plata y estaño. Estos yacimientos son de gran tamaño (de cientos a miles de millones de toneladas), aunque con leyes medias a bajas (de 0.1 a 2% en peso de cobre). Sus mineralizaciones se presentan en vetas y stockworks (entramados de vetas) constituidas principalmente por cuarzo con calcopirita, y se disponen alrededor de intrusiones subvolcánicas. La mina de Chuquicamata en Chile, con reservas de más de 10 000 millones de toneladas y leyes de 0.6% de Cu, es el mayor yacimiento conocido de esta tipología. Otros yacimientos de grandes dimensiones son El Teniente, El Soldado y Radomiro Tomic en Chile, Bingham y Butte en los EUA, Cerro Colorado en Panamá, Valley Koper en Canadá, y Cananea y La Caridad en Sonora, México. Los depósitos epitermales, además de constituir la principal fuente de plata en el mundo, son una fuente importante de oro y bismuto. Estos yacimientos consisten, esencialmente, en conjuntos de vetas, stockworks, mantos y diseminaciones ricas en plata y oro, formadas a profundidades hasta de 1 500 metros bajo la superficie, en relación generalmente con magmas de composición ácida a intermedia, a partir de soluciones hidrotermales a temperatu113 ras relativamente bajas (de 100º a más de 300 °C). Estas soluciones mineralizantes circulan a través de zonas poco profundas de la corteza y, según sus características químicas pueden generar depósitos epitermales de baja sulfuración, de sulfuración intermedia o de alta sulfuración, que son los tres subtipos principales de esta tipología, cada uno con contenidos minerales y metálicos característicos. El equivalente actual de los depósitos epitermales son los sistemas geotérmicos, y sus manifestaciones más superficiales o más características son manantiales termales, géiseres y volcanes de fango. Buenos ejemplos de dichos sistemas son los de la zona volcánica de Taupo en Nueva Zelanda (con los famosos campos de Wairakei, Waiotapu, Rotorua, Tokaanu-Waihi y Broadlands-Ohaaki), The Geysers y Yellowstone en los EUA, Larderello en Italia, Kakkonda, Wasabizawa y Hijiori en Japón, Los Azufres en Michoacán, y Los Humeros en Puebla y Cerro Prieto en Baja California (México). Sin duda, este tipo de yacimientos es el de mayor relevancia en la minería mexicana. Al igual que en los yacimientos al sudoeste de los EUA (p. ej., Tonopah, Comstock y Creede), en la mayoría de depósitos epitermales mexicanos el contenido en plata en relación con el de oro es muy elevado. Los yacimientos mexicanos más conocidos son los de Pachuca–Real del Monte, en Hidalgo, Guanajuato, en el estado homónimo, Fresnillo en Zacatecas, y Taxco, en Guerrero. A pesar de que el mayor yacimiento a escala mundial es el de Cerro Rico, ubicado en el célebre Potosí de Bolivia, el distrito de Pachuca–Real del Monte es el que ha producido más plata en toda la historia. Otros ejemplos de depósitos epitermales son El Bronce y El Indio en Chile, Colquijirca y Julcani en Perú, Sado y Hishikari en Japón, Baguio y Lepanto en Filipinas, Goldfield y Summitville en los EUA, Emperor, en Fiji, Kelian y 114 ópalo cuarzo adularia 0 Sínter Alteración argílica avanzada Alteración argílica a sericítica Alteración propilítica 300 400 500 “Bonanza” Metales básicos PROFUNDIDAD (m) 200 Metales preciosos 100 Nivel de ebullición Sílice Alunita y arcillas Illita, en profundidad, sercita Clorita, illita, montmorillonita, carbonatos, epidota Sílice, adularia, albita Menas metálicas, sílice 600 Brechificación hidrotermal minerales de plata fragmento de roca cuarzo cuarzo esfalerita + galena Figura V.1. Esquema geológico idealizado de la estructura de un depósito epitermal de baja sulfuración, según Buchanan (1981), basado en la estructura de la Veta Madre de Guanajuato. Las muestras de mano que ilustran diferentes partes de la mineralización provienen de los depósitos de El Barqueño, Jalisco (arriba, izquierda), Ixtacamaxtitlán, Puebla (arriba, derecha), y Temascaltepec, estado de México (abajo). 115 Gunung Pongkor, en Indonesia, Baia Mare, en Rumania, y Ladolam, en Papúa-Nueva Guinea. Los depósitos vulcanogénicos de sulfuros masivos constituyen otra tipología de yacimientos hidrotermales estrechamente asociados, como su nombre indica, con vulcanismo. Éstos consisten en cuerpos lenticulares de sulfuros masivos (con más de 70% modal de sulfuros) de metales básicos encajonados en secuencias mayoritariamente compuestas por rocas volcánicas submarinas y, en la base de los cuerpos lenticulares, se encuentran mineralizaciones en vetas o en stockwork. Los sulfuros metálicos más comunes en estos depósitos son pirita (FeS2), pirrotita (Fe1-xS), esfalerita (ZnS), galena (PbS) y calcopirita (CuFeS2). Desde el punto de vista económico, estos yacimientos tienen suma importancia como productores de cobre, zinc, plomo, plata y oro. Como subproductos de su explotación se obtienen, además, estaño, cadmio, antimonio, indio, selenio y bismuto. Existen dos grandes tipos de depósitos vulcanogénicos, ambos denominados según su localidad más conocida: los de tipo Kuroko, de cobre, zinc y plomo, que se asocian a rocas volcánicas ácidas, y los de tipo Chipre, de cobre, formados en relación con rocas volcánicas básicas de la corteza oceánica. En el sudoeste de la Península Ibérica se encuentra la famosa Faja Pirítica Ibérica que contiene, entre otros, los distritos de Aznalcóllar, Río Tinto y Tharsis en España, y Neves Corvo y Aljustrel en Portugal. En su conjunto, los yacimientos de tipo Kuroko de la Faja Pirítica Ibérica constituyen la mayor acumulación mundial de sulfuros masivos. Otros distritos destacables son los de Noranda en Quebec y Kidd Creek en Ontario (Canadá), Mount Lyell en Australia, Boliden en Suecia y El Cobre en Cuba. En cuanto a yacimientos de tipo Chipre, de menor importancia económica, se pueden mencionar los 116 de Troodos en Chipre, y los de Omán. Aunque su filiación sigue siendo tema de discusión y controversia, muchos autores relacionan con la tipología de depósitos vulcanogénicos de sulfuros masivos los depósitos de Almadén (que, en lengua árabe, significa “la mina”) en España, conocida por ser la acumulación de mercurio más grande del mundo. En México existen numerosos e importantes depósitos vulcanogénicos de sulfuros masivos, todos ellos encajonados en la unidad geológica conocida como Terreno Guerrero. Entre los más importantes podemos mencionar Tizapa en el Estado de México, Campo Morado, Cuerpo Tehuixtla y Rey de Plata en Guerrero, y Francisco I. Madero, Real de Ángeles y San Nicolás en Zacatecas. La formación de los depósitos vulcanogénicos de sulfuros masivos se atribuye a la emanación de soluciones hidrotermales en el fondo marino, a partir de las cuales precipitan los sulfuros, acumulándose como sedimentos. Según este modelo, el stockwork es el resultado de la precipitación mineral en los canales de ascenso de las soluciones hidrotermales hacia la superficie, de forma que puede considerarse como la zona de alimentación del sistema hidrotermal “fosilizada”. Estos yacimientos tienen su análogo actual en los sistemas hidrotermales de fondo marino, muy conocidos por el espectacular desarrollo de chimeneas mineralizantes conocidas como black smokers. Los principales yacimientos de plomo-zinc pertenecen a dos tipologías, los depósitos sedimentario-exhalativos y los de tipo Mississippi Valley, que se caracterizan, en ambos casos, por su relación con sistemas hidrotermales desarrollados en cuencas sedimentarias. Los depósitos sedimentario-exhalativos, también conocidos como tipo sedex, son yacimientos de sulfuros masivos de plomo–zinc estratiformes encajonados en sedimentos. Además de contener enormes reservas de plomo y zinc, 117 los depósitos sedimentario-exhalativos son una fuente importante de plata. La lista de yacimientos pertenecientes a esta tipología incluye a Sullivan en Canadá, los depósitos gigantes de Mount Isa y Broken Hill en Australia, Red Dog en Alaska (EUA), Meggen y Rammelsberg en Alemania, Navan, Silvermines y Tynagh en Irlanda, y Aberfeldy en Escocia. Los yacimientos de Irlanda pertenecen a un subtipo denominado como depósitos de tipo irlandés, considerado por algunos autores como un depósito transicional entre sedex y tipo Mississippi Valley, dentro de los depósitos tipo sedex, o bien como tipología independiente. A grandes rasgos, los yacimientos tipo sedex son similares a los depósitos vulcanogénicos de sulfuros masivos, pero estos últimos, además de ser mucho más ricos en cobre, se encajonan en rocas volcánicas submarinas, mientras que los depósitos sedimentario-exhalativos se asocian a series sedimentarias. La formación de estos últimos está desvinculada de la actividad volcánica, y se debe a la emisión del fondo marino de soluciones hidrotermales generadas en el seno de cuencas sedimentarias afectadas por extensión tectónica. En los yacimientos de tipo Mississippi Valley, las mineralizaciones de plomo y zinc se desarrollan principalmente como relleno de porosidad o cavidades, normalmente sin reemplazamientos, en rocas carbonatadas, y su mineralogía de mena consiste básicamente en galena y esfalerita. La denominación de esta tipología se debe a la concentración de distritos con yacimientos de grandes dimensiones en la cuenca del río Mississippi, en los EUA. Otros yacimientos de este tipo son los de Pine Point y Robb Lake en Canadá, Reocín en España, los distritos mineros de Silesia y Cracovia en Polonia, y Bou-Bekker en Marruecos. Cabe indicar que la porosidad generada en la roca, que aprovechan los minerales de plomo y zinc para su precipi118 tación, se genera en gran medida por el cambio mineralógico de calcita (CaCO3) a dolomita (CaMg[CO3]2), por el hecho de que el volumen molar de la red cristalina de la dolomita es menor que el de la calcita. Este cambio se produce mediante la circulación a través de las rocas carbonatadas de las mismas salmueras hidrotermales a partir de las que precipitan los minerales metálicos, que son parecidas a algunas salmueras en campos petrolíferos. La circulación de salmueras hidrotermales también provoca la formación de cavidades de disolución, formando verdaderos karsts y brechas hidrotermales. Los depósitos estratiformes de cobre encajados en sedimentos, también conocidos como tipo Kupferschiefer, constituyen un ejemplo de yacimientos formados claramente por procesos diagenéticos (cambios físicos y químicos que experimentan los sedimentos cuando se transforman en rocas). Los depósitos pertenecientes a esta tipología son escasos, pero de grandes dimensiones y encierran enormes reservas. De ellos se produce cerca de 25% de cobre y de 80% de cobalto a escala mundial. Los dos distritos de mayor importancia son el Cinturón de Cobre de Zambia o Zambian Copper Belt, que se extiende a lo largo de cientos de kilómetros entre Zambia y la República Democrática del Congo, y el Kupferschiefer, en Europa central. El Kupferschiefer es un horizonte de pizarras carbonosas del pérmico (de unos 250 millones de años), con un espesor promedio de un metro, que se extiende por Inglaterra, Holanda, Alemania y Polonia. Únicamente en algunas zonas, como Lublin en Polonia, el enriquecimiento en cobre es lo suficientemente alto (con leyes de 1.5–2% de cobre y 30 ppm de plata) para que su explotación sea económicamente factible en la actualidad. Los procesos sedimentarios por sí mismos pueden generar importantes mineralizaciones metalíferas. El hie119 rro, por ejemplo, se obtiene en su mayor parte de yacimientos sedimentarios, especialmente de los llamados hierros bandeados, taconitas o Banded Iron Formations. Éstos consisten en rocas ferruginosas finamente bandeadas, en las que se intercalan capas de minerales ricos en hierro (carbonatos, óxidos o silicatos) con capas de cuarzo microcristalino. Estas rocas son muy antiguas, con edades entre el Proterozoico y el Arqueano (de 570 a más de 2 500 millones de años), y su formación como sedimentos Figura V.2. Ejemplos de muestras de mano de menas pertenecientes a diferentes tipos de yacimientos minerales. A) Azufre nativo (amarillo) del yacimiento epitermal de alta sulfuración de Furtei, isla de Cerdeña, Italia. B) Calcita (rosa), epidota (verde claro) y piroxenos cálcicos (verde oscuro) en el yacimiento de tipo skarn de Cala, provincia de Huelva, Andalucía, España. C) Conglomerado aluvial con fragmentos de cuarzo redondeados (blanco), y pirita hidrotermal (de color amarillento, entre los fragmentos de cuarzo), de un paleoplacer con oro de la cuenca de Witwatersrand, Sudáfrica. D) Cinabrio (HgS) del yacimiento vulcanogénico de El Entredicho, distrito de Almadén, provincia de Ciudad Real, España. Muestras de la colección docente del DCMDM de la Universitat de Barcelona. 120 químicos se atribuye al aumento en la cantidad de oxígeno en la atmósfera que tuvo lugar durante el transcurso de esos periodos, como consecuencia de la aparición en la Tierra de los organismos fotosintéticos. En las nuevas condiciones, el hierro de los océanos primitivos se oxidó a su forma trivalente (o sea, de valencia +2 a valencia +3), que es muy insoluble, y precipitó en el lecho marino dando lugar a formaciones de hierro bandeadas. Los principales ejemplos de este tipo de yacimientos se encuentran en la región de los Grandes Lagos, entre los EUA y Canadá, y también en Rusia, Australia, Sudáfrica y Brasil. Esta tipología se encuentra específicamente circunscrita a un periodo geológico determinado, como se ha dicho, entre el Proterozoico y el Arqueano, y no existe en formaciones de periodos posteriores. Los yacimientos de tipo placer o depósitos mecánicos son un caso especial entre los depósitos originados por procesos sedimentarios. Estos depósitos se forman por la acumulación de partículas de minerales densos mediante la acción del agua corriente, y por tradición han tenido una gran importancia en la minería de oro y de otras sustancias. Antiguamente, la mayor parte de oro se obtenía mayoritariamente de estos depósitos. Los yacimientos de la cuenca de Witwatersrand en Sudáfrica, que han sido los yacimientos de oro más productivos del mundo (se estima que han producido ¡unos 35 millones de kilos de oro puro!) son, probablemente, paleoplaceres, es decir, placeres fósiles que se formaron, en este caso, durante el Arqueano. La explotación actual de los yacimientos de tipo placer supone, además, una nada despreciable contribución en la producción de diamantes y de elementos del grupo del platino. Incluso, ciertos yacimientos de tipo placer son la principal fuente de estaño, de titanio, de zirconio y de 121 hafnio, elementos que forman minerales densos e inalterables. Por último, los depósitos residuales, formados por meteorización de rocas ígneas en condiciones climáticas cálidas y húmedas, tienen también una gran importancia económica. Los depósitos de bauxita, formados por la alteración de rocas ricas en silicatos alumínicos (feldespatos y feldespatoides) son la principal fuente de aluminio en el mundo. Los países que atesoran mayores reservas de bauxitas son Guinea, Australia, Brasil, Surinam y Jamaica. Análogamente, las lateritas niquelíferas forman costras hasta de 20 metros recubriendo rocas ígneas ricas en olivino, mineral que contiene níquel en bajas cantidades. Estos yacimientos se explotan principalmente en Nueva Caledonia, Cuba, República Dominicana e Indonesia, y sus reservas superan a las de los depósitos magmáticos. Es preciso reseñar también la importancia de las zonas de alteración u oxidación supergénica o yacimientos tipo gossan que, como los anteriores, son yacimientos de carácter secundario, esto es, depósitos cuya formación requiere la formación previa de determinados depósitos o rocas como condición indispensable. Los gossan son, esencialmente, alteraciones supergénicas (alteración producida por acción de aguas meteóricas) formadas sobre cuerpos de sulfuros. Véase el capítulo iv para una explicación del mecanismo de formación de estos depósitos. Cabe resaltar que la presencia o ausencia de zonas de oxidación de este tipo en muchos casos supone que un yacimiento pueda o no pueda ser explotado. Evidentemente, si el depósito no oxidado ya era de por sí explotable, la existencia de zonas de más alta ley debidas a alteración supergénica supone un “bono extra” para la explotación. En estas zonas de alteración, al producirse una lixiviación o “deslavado” de determinados componentes que pueden penali122 p g j p p g y Figura V.3. Ejemplos de muestras de mano de menas pertenecientes a diferentes tipos de yacimientos minerales. A) Sulfuros masivos estratiformes de tipo sedimentario-exhalativo, con metamorfismo regional de grado bajo y plegados tras su deposición, de L’Alforja, Cataluña. B) Cromitita podiforme formada en contexto de suprasubducción de Tehuitzingo, Puebla, México. C) Sulfuros de metales básicos (galena, PbS, de color plateado, esfalerita, ZnS, de color café, y pirita, FeS2, y calcopirita, CuFeS2, de color dorado) en un depósito tipo Mississippi Valley de Reocín, Cantabria, España. Muestra de la colección docente del DCMDM de la Universitat de Barcelona. D) Scheelita (CaWO4) de color miel, feldespatos (de color blanco) y mica moscovita (en forma de hojuelas) de un depósito de tungsteno en una cúpula granítica asociado a greisen de la región de Szechuan, China. Muestra de la colección de Joan-Carles Melgarejo. zar el desarrollo de algunas explotaciones, y favorecer el enriquecimiento relativo de determinados metales inmóviles, como el oro, se produce un “segundo enriquecimiento” en los mismos. Clásicos ejemplos de gossan son los de los yacimientos vulcanogénicos de Río Tinto en España, cuyo gossan superpuesto ha sido objeto de explotación desde hace milenios por parte de tartesios, griegos, cartagineses, romanos, árabes, ingleses… y hasta españoles. En otros depósitos, los metales lixiviados, como el cobre, se 123 pueden concentrar en horizontes favorables a mayor profundidad. Ejemplos notables de ello son los desarrollados sobre los pórfidos cupríferos de Chuquicamata y El Salvador en Chile, y La Caridad y Cananea en Sonora, México. VI. Marco geológico de los depósitos minerales Distribución de los depósitos minerales Desde que la minería empezó a adquirir tintes de actividad económica de primer orden y empezó a sistematizarse el conocimiento empírico de los yacimientos minerales (básicamente desde el Imperio romano), se ha observado que los yacimientos no se distribuyen al azar sobre la superficie terrestre. A todas luces, fue evidente que la localización de los yacimientos minerales coincidía con mucha frecuencia con la presencia de montañas, sierras, o cordilleras (tanto de carácter orogénico como volcánico, eso no importa ahora), pero muy raramente con cuencas sedimentarias recientes u otras planicies. En el caso de los romanos, esta orografía comprendía las cordilleras de los Alpes, Apeninos, Pirineos, Béticas, Balcanes, Ródopes, Cárpatos, Taurus, Atlas y Cáucaso, los macizos Central Francés, Armoricano, Hespérico y de Bohemia, así como el Sistema Ibérico, los Alpes de Transilvania, etcétera. Todas las sierras de carácter orogénico, esto es, formadas mediante esfuerzos tectónicos, tienen una morfología 124 alargada y más o menos sinuosa que, a grandes rasgos, marca la zona en que dos grandes masas continentales se colisionaron. Formas alargadas en el terreno como éstas, incluso a escala de grandes cordilleras montañosas, sugieren la forma de un cinturón, de ahí que se utilice también el término de “cinturón montañoso”. Desde el núcleo hasta la periferia de los cinturones montañosos de carácter orogénico encontramos diferentes niveles de exhumación, desde rocas formadas a mayor profundidad en el núcleo de las cordilleras (generalmente rocas plutónicas y metamórficas) hasta rocas formadas a menor profundidad en la corteza terrestre (casi siempre, rocas sedimentarias). De esa forma, en las cordilleras podemos encontrar acumuladas, en una faja relativamente estrecha de terreno, rocas de naturaleza diversa pertenecientes a diferentes niveles de la corteza y, por ende, diferentes ambientes físicos para la formación de rocas... y para la formación de depósitos minerales. En la mayoría de los casos, también las cordilleras formadas por la acumulación de volcanes, o por una combinación de tectónica y vulcanismo, se observan morfologías de cinturón y diferentes niveles de exposición de la corteza terrestre, también en forma de cinturón. Según esa morfología de cinturón, generalmente se agrupan también conjuntos de yacimientos minerales en todo el mundo, y esas agrupaciones reciben normalmente el nombre de provincia metalogenética. Se entiende pues que la definición de provincia metalogenética es puramente una agrupación en una zona geográfica determinada de un conjunto de yacimientos minerales que no necesariamente guardan una relación genética o temporal entre sí. Sin embargo, en el ámbito del estudio científico de los yacimientos minerales, para la definición de ese concepto a veces se han tenido más en cuenta factores 125 genéticos como “grandes eventos geológicos” o la preponderancia de una tipología de yacimientos minerales (o más de una si guardan entre ellas una relación genética), lo que incluye la definición de un periodo determinado en que se produjeron esos grandes eventos y no otros. Tal sería el criterio, con matices según cada quien, de un buen número de científicos que se han planteado el problema de la definición de qué es una provincia metalogenética, como el inefable Waldemar Lindgren (1933) o W. E. Petraschek (1965). Existen otros criterios, como la preponderancia de un metal o de una asociación de metales determinada, independientemente de la variedad de tipologías de yacimientos minerales que contienen esos metales. Según la mayoría de autores, la concentración regional de metales implica una relación genética u origen común para estos elementos o, según la expresión un tanto vampírica de Josiah E. Spurr (1923), “una unidad, una relación de sangre”. Se han definido provincias metalogenéticas mediante criterios muy diversos, como asociaciones geoquímicas características (estaño–tungsteno, plomo–zinc), la presencia de ciertas paragénesis minerales, la conjunción de diferentes tipologías de yacimientos asociables a un mismo fenómeno geológico de alcance regional, o bien mediante combinaciones de criterios geoquímicos, mineralógicos, morfológicos y genéticos, con más o menos fortuna y más o menos consistencia de criterio. Sin embargo, el término provincia metalogenética mantiene sus connotaciones geográficas, tal y como hemos expuesto arriba. Así, podemos utilizar expresiones como Faja Pirítica Ibérica, Provincia Estannífera Boliviana, Cinturón de Pórfidos Cupríferos de los Andes, Cinturón de los Urales, Cinturón Cuprífero de Zambia o Cinturón Argentífero Mexicano. Ello no invalida consideraciones de otro tipo que, en cualquier caso, siempre 126 pueden ser útiles para explicar la intrincada fenomenología geológica. Como ya se ha visto, también se usa el término cinturón para designar áreas que pueden definirse como provincias metalogenéticas e, incluso, aparece en el nombre de ciertas provincias metalogenéticas famosas (p.ej. Cinturón Cuprífero de Zambia), pero se recomienda desterrar ese término y darle otros usos en geología. También se distingue entre unidades metalogenéticas de orden menor, como las regiones metalogenéticas, las zonas metalogenéticas, hasta llegar al nivel de distrito minero y de yacimiento mineral (que sería, por decirlo de algún modo, la “unidad básica” de toda esta historia). Algunos autores han tratado de establecer esta terminología basándose en la extensión de estas áreas, de forma que se considera que las provincias metalogenéticas son las áreas de la corteza terrestre con yacimientos minerales con una extensión superior a 100 000 km2, mientras que las regiones metalogenéticas “sólo” ocupan extensiones entre 1 000 y 100 000 kilómetros cuadrados. Comoquiera que sea, el hecho es que la definición de provincias metalogenéticas viene siendo una instrumento útil para la exploración mineral, puesto que determina la existencia de anomalías al nivel de una región de la corteza terrestre, en una o varias sustancias de interés económico. Pragmatismo ante todo. También es importante tener en cuenta que, por sus dimensiones, no puede esperarse homogeneidad en el contenido de metales de los yacimientos de una provincia arbitrariamente definida. En algunos casos pueden apreciarse tendencias en las provincias hacia la preponderancia de una u otra sustancia, llegándose a definir zonaciones metalogenéticas, de forma que dentro de una provincia metalogenética de estaño–tungsteno puede haber, por ejemplo, una zona in127 Brasil Perú Bolivia Tr r a de he in c subducción Cobre Chile Cobre-molibdeno Estaño-tungsteno Argentina Volcán reciente Figura VI.1. Mapa con la distribución espacial de las tres principales provincias metalogenéticas de la cordillera de los Andes, la cuprífera, la cupro-molibdenífera, y la de estaño-tungsteno, todas ellas asociadas al magmatismo de arco continental derivado de la subducción de la Placa de Nazca (oceánica) bajo la de Sudamérica. Adaptado de http://geology.csupomona.edu/ terior en lo que predominan los yacimientos de estaño, y una exterior en la que predominan los de tungsteno. Estas zonaciones pueden ser concéntricas o, simplemente, laterales. Es importante tener en cuenta este tipo de 128 distribuciones porque pueden ser importantes para establecer estrategias de exploración o tener un significado geológico. En muchas provincias metalogenéticas se ha comprobado la existencia de periodos “preferenciales” para la deposición de un metal o grupo de metales, o en que ésta ha sido más pronunciada. Estos periodos se han denominado épocas metalogenéticas. La definición de este término no ha sido tan problemática como la de la provincia metalogenética, y está bastante consensada la definición arriba expuesta desde Waldemar Lindgren (1933). Con frecuencia (pero no siempre), las provincias metalogenéticas contienen esencialmente yacimientos formados durante una época metalogenética determinada y, en muchas ocasiones, estas épocas están relacionadas con eventos orogénicos, típicamente con los “máximos orogénicos” (periodos en los que la actividad tectónica fue más intensa), o con las fases posteriores a éstos. Un ejemplo de la coincidencia de provincia metalogenética, de época metalogenética y de orogenia es la Faja Pirítica Ibérica entre España y Portugal, de edad paleozoica, formada durante la Orogenia Hercínica. En México, el cinturón de depósitos de plata y oro, mayoritariamente pertenecientes a la tipología epitermal, se formó entre el Paleoceno y el Mioceno (desde hace aproximadamente 60 millones de años), coincidiendo en parte con la retracción de la orogenia Larámide. De la conjunción entre los conceptos de provincia y época metalogenética obtenemos... un nuevo concepto. Éste es el concepto de metalotecto, que se define como cualquier objeto geológico relacionado con eventos tectónicos, magmáticos, metamórficos o geoquímicos, que ha tenido un papel significante en la concentración de uno o más elementos, o que ha contribuido a la formación de 129 yacimientos minerales. Según la escala de observación que estemos empleando (provincia o región metalogenética, distrito minero o yacimiento mineral), el metalotecto puede cambiar. Nociones básicas sobre la tectónica de placas Tal y como se ha mencionado anteriormente, los yacimientos minerales tienden a agruparse en grandes franjas o cinturones que ocupan determinadas zonas de la Tierra. Desde el inicio de su estudio sistemático se sabe que la distribución de los yacimientos minerales se correlaciona con las grandes estructuras geológicas, como cordilleras, cinturones volcánicos o grandes cuencas en zonas continentales. Actualmente se sabe que dicha distribución obedece a la tectónica de placas. De hecho, la mayoría de los fenómenos geológicos a cualquier escala se pueden explicar en términos de la tectónica de placas. Este enfoque en las ciencias de la tierra es, no obstante, relativamente reciente, y la mayor parte de las interpretaciones tectónicas de la metalogenia y de la formación de yacimientos minerales han tomado importancia a partir de la década de 1970. La tectónica de placas es, sin duda, la teoría que más ha revolucionado las ciencias de la tierra. Esta teoría se ha ido perfilando de forma progresiva, desde su germen, la teoría de la deriva continental enunciada por Alfred Wegener en 1912, en que empezó a argumentarse el posible movimiento de los continentes, hasta consolidarse definitivamente en la década de 1960 gracias a avanzados estudios geofísicos del fondo oceánico que demostraron que las dorsales (cordilleras) submarinas son zonas de expansión en las que se genera corteza oceánica. 130 La teoría de la tectónica de placas propone un modelo dinámico de la tierra basado en la hipótesis de que la envoltura más externa de la Tierra sólida, conocida como litosfera, se divide en un número reducido de placas rígidas que se mueven independientemente las unas de las otras y que “flotan” sobre la astenósfera, que es la parte del manto situado inmediatamente por debajo de la litósfera. La astenósfera se caracteriza por tener una viscosidad menor que la litósfera y por tener un comportamiento esencialmente plástico. Los límites entre las placas se caracterizan por una actividad geológica muy intensa, tanto sísmica como volcánica, plutónica y orogénica. La litósfera incluye la corteza y la parte superior del manto. La diferencia entre la litósfera y la astenósfera no es de carácter químico sino mecánico, y se debe al hecho de que la astenósfera presenta un cierto grado de fusión o, lo que es lo mismo, las rocas que la constituyen contienen un pequeño porcentaje de material fundido. Las diferencias entre el manto y la corteza, en cambio, se basan esencialmente en su diferente composición mineralógica. El manto es la envoltura media de la Tierra, situada entre la corteza y el núcleo (delimitado por las discontinuidades de Mohorovic̆ i ć y Gutenberg, respectivamente), y se compone esencialmente de olivino. La corteza, que es la parte sólida más superficial de la Tierra, tiene características composicionales muy distintas en los océanos y en los continentes. La corteza continental, con espesor de 30 a 70 kilómetros, está constituida en gran parte por rocas de composición granítica, mientras que la corteza oceánica, cuyo espesor no supera los 10 kilómetros, se compone esencialmente de basaltos y de serpentinitas. Los fragmentos en los que se divide la litósfera se denominan placas tectónicas y pueden acarrear corteza conti131 ( p p ) Figura VI.2. Ubicación de las placas que conforman la litosfera terrestre, y los diferentes tipos de márgenes entre ellas. En rojo, márgenes divergentes o constructivos, en azul, márgenes convergentes o destructivos y, en verde, márgenes transformantes o de movimiento lateral entre placas. nental, oceánica o porciones de ambos tipos. Hay ocho grandes placas, la Eurasiática, la Africana, la Norteamericana, la Sudamericana, la Indoaustraliana, la Antártica, la Norpacífica y la Sudpacífica, además de muchas otras placas menores y microplacas. Los límites de placa son las zonas en las que se registra mayor actividad sísmica, magmática y una mayor deformación de los materiales de la corteza. En consecuencia, muchos fenómenos geológicos, incluidos muchos procesos de formación de yacimientos minerales, se producen únicamente a lo largo de los límites entre placas tectónicas o en sus cercanías. El tipo de límite y el carácter (continental u oceánico) de las placas que establecen ese límite determinan la naturaleza de los fenómenos geológicos asociados. Hay tres tipos básicos de límites de placas, los límites divergentes, es decir, límites entre placas que se separan, los límites convergentes, 132 definidos por placas que se aproximan, y los límites transformantes, en los que, debido a que el movimiento entre ambas placas carece de componente vertical y es, por lo tanto, lateral, no hay generación ni destrucción de ninguna de ellas. El contexto tectónico y los depósitos minerales Los límites divergentes pueden separar dos placas oceánicas o dos placas continentales. Los límites divergentes entre placas oceánicas definen cordilleras submarinas, de enormes dimensiones y laderas abruptas, conocidas como dorsales oceánicas. Las dorsales representan el mayor accidente topográfico de la superficie de la Tierra. Buen ejemplo de ello es la más larga de todas, la Dorsal Atlántica, que supera los 8 400 kilómetros de longitud, y su altitud promedio sobre la llanura abisal es de 3 000 metros. Las dorsales presentan un valle o depresión central a lo largo de su parte media, que se caracteriza por una intensa actividad volcánica submarina. La causa de dicha actividad es el ascenso de magma procedente del manto terrestre, emitido en el fondo marino y que se consolida en los flancos de la dorsal, creando corteza oceánica nueva a ambos lados de la misma. Por este motivo, se considera que las dorsales oceánicas son límites de placa constructivos, pues en ellos se “construye” continuamente nueva corteza oceánica. En relación con la actividad magmática, en las zonas de dorsal oceánica actúan diversos procesos que favorecen la acumulación de determinados elementos y minerales. Tal es el caso, por ejemplo, de los sistemas hidrotermales actualmente activos que se relacionan con vulcanismo submarino y que se localizan en las zonas de dorsal oceánica en su mayor parte, y originan cuerpos de sulfuros 133 masivos y campos de chimeneas mineralizantes (tipo black smokers). De igual modo, en épocas geológicas anteriores en estos márgenes de placa se generaron los equivalentes fósiles de esos sistemas hidrotermales, los depósitos vulcanogénicos de sulfuros masivos de tipo Chipre. Si recordamos el capítulo iii, podemos ver que este es un buen ejemplo de modelo actualístico. Otros yacimientos relacionados con la formación de corteza oceánica son los depósitos podiformes de cromitita, y se emplazan en secciones profundas de la corteza oceánica mediante procesos magmáticos. Los rifts continentales señalan los límites divergentes entre placas continentales y son esencialmente grandes depresiones delimitadas por fallas, a las que por lo común se asocia una intensa actividad sísmica y volcánica. Las depresiones generadas por rifts continentales operan como cuencas sedimentarias en las que se acumulan grandes espesores (de más de 5 000 metros) de sedimentos. Inicialmente la sedimentación tiene lugar en condiciones subaéreas, pero conforme avanza el proceso de apertura del rift se generan cuencas marinas en las que se acumulan sedimentos propios de grandes profundidades. Sin duda, el ejemplo más representativo de un rift continental actual es el Great Rift Valley de África, a lo largo del cual se emplazan los grandes lagos africanos (Malawi, Tangañika y Victoria, entre otros), y cuyo desarrollo refleja una tendencia de la porción oriental de África a separarse del resto del continente. La formación de rifts continentales implica un adelgazamiento de la corteza terrestre de forma que, en algunos aquéllos, éstos pueden evolucionar hacia la formación de corteza oceánica. Algunos ejemplos de rifts continentales que evolucionaron a oceánicos son el desarrollado por la apertura del Golfo de California, del Mar Rojo o, a mayor escala, por la separación entre Australia y el Indostán. 134 Los eventos magmáticos, tectónicos y sedimentarios que acompañan al desarrollo de los rifts continentales son muy favorables para la formación de yacimientos minerales. Los yacimientos que ahí se forman son mucho más variados y abundantes que los que se forman en los ambientes de divergencia de placas oceánicas (dorsales y cuencas oceánicas). Los yacimientos minerales más característicos de los procesos de formación de rifts continentales están encajonados en sedimentos encontrándose, como tipologías más prominentes, los depósitos sedimentario-exhalativos de plomo–zinc o sedex, los depósitos estratiformes de cobre encajonados en sedimentos o tipo Kupferschiefer y, en menor medida, las mineralizaciones en lechos rojos, tanto de uranio como de cobre. Existen dos tipos de límites de placa convergentes, las zonas de subducción y las zonas de colisión. En las zonas de subducción o límites de placa destructivos se produce el hundimiento a gran escala de una placa oceánica (la placa subducida) por debajo de otra placa (la placa superior o subducente), la cual puede ser tanto oceánica como continental. En las zonas de subducción la placa subducida experimenta una flexión hasta hundirse en la astenósfera y, como consecuencia, se forma una fosa oceánica en el fondo marino a lo largo del límite entre ambas placas, y un arco magmático sobre la placa superior. Las fosas oceánicas son las zonas más profundas del océano (la fosa de Las Marianas, la más honda, tiene más de 11 000 metros de profundidad), y tienen una cubierta hasta de 2 000 metros de sedimentos, conocida como prisma de acreción, que suele estar intensamente deformada. Los arcos magmáticos son franjas relativamente estrechas y bien definidas de actividad magmática (plutonismo y vulcanismo), que se desarrollan por encima de zonas de subducción. Representan, inmediatamente después de las 135 dorsales oceánicas, el contexto en el que se generan los mayores volúmenes de magma, y determinan la mayor parte de la actividad volcánica subaérea terrestre. Los arcos magmáticos son, sin duda, el contexto tectónico más prolífico en yacimientos minerales, tanto por la diversidad de tipologías asociadas como por la cantidad de yacimientos y recursos derivados de los mismos. Buena parte de los magmas formados en ese contexto se generan en la cuña de manto comprendida entre la placa subducida y la placa superior por fusión de parte del manto. Dicha fusión es consecuencia de una disminución en la temperatura de fusión de las rocas de la cuña del manto debida a la adición de agua a la cuña por parte de la placa subducida y los sedimentos oceánicos que ésta arrastra. Esta agua es liberada a partir de una serie de reacciones de deshidratación ligadas al metamorfismo de alta presión y de alta temperatura en la zona de Wadati-Benioff (que es el nombre que recibe la parte de la litósfera oceánica subducida). Por ende, los componentes que dan lugar a los yacimientos minerales de las zonas de arco proceden en buena parte de la corteza subducida (o bien derivan de fenómenos asociados a la liberación de los mismos), y por lo tanto, en última instancia, están relacionados con la generación de corteza continental. En los casos en que la placa superior es oceánica, se originan cadenas de islas volcánicas, llamadas propiamente arcos de islas. Las Antillas, las Aleutianas, el archipiélago del Japón y las islas Filipinas constituyen notorios ejemplos de arcos de islas. En los casos en que la corteza de la placa superior es de carácter continental, se originan cordilleras volcánicas conocidas como arcos continentales o márgenes continentales de tipo andino. La cordillera de los Andes es el ejemplo por antonomasia de este subtipo de contexto tectónico. En México, los materiales volcánicos 136 silícicos que constituyen la Sierra Madre Occidental se formaron durante el periodo Terciario, en un contexto de subducción que en la actualidad aún perdura y que está representado por la Faja Volcánica Mexicana, constituida por los volcanes más famosos del país, como el Citlaltépetl o Pico de Orizaba, Popocatépetl, Iztaccíhuatl, Malintzin, Volcán de Colima, y el Zinacantépetl o Nevado de Toluca, entre muchos otros. Los arcos magmáticos contienen muchas y muy diversas mineralizaciones y tipologías de yacimientos minerales. Constituyen el ejemplo en el que es más evidente la relación entre los procesos tectónicos y la distribución de los yacimientos minerales, al punto de que los diferentes tipos de depósitos, así como sus elementos o asociaciones de elementos, definen franjas (correspondientes a provincias metalogenéticas) paralelas al límite de las placas. Los yacimientos más característicos de los ambientes de arco son, principalmente, depósitos metalíferos en pórfidos, skarns, depósitos epitermales, y depósitos de estaño–tungsteno. El denominado contexto andino o de Cordillera es el preponderante en la mayor parte del Cinturón Circumpacífico, que comprende toda la zona marginal convergente de la placa del Pacífico, activa al menos desde el Cretácico y que incluye todo el margen occidental de América y el margen oriental de Asia. Las zonas de colisión se originan cuando las dos placas que determinan un límite convergente (y que, por lo tanto, se aproximan entre sí) acarrean corteza continental. La densidad de las rocas continentales, muy inferior a la del manto, impide la subducción de una bajo la otra y, en su lugar, se produce un engrosamiento de la corteza de 1.5 a 2 veces el grosor normal (hasta 70 kilómetros), mediante fenómenos de compresión y plegamiento. Dicho en otras palabras, debido a que las rocas de la corteza oceánica son 137 Figura VI.3. Ejemplos de volcanes extintos en arcos volcánicos continentales. A) Volcán Malinche o Matlalcuéyetl, estados de Tlaxcala y Puebla, México. B) Cuello riolítico de un antiguo volcán erosionado, El Peñón, Temascaltepec, Estado de México, México. C) Mount Rainier, estado de Washington, EUA, con un glaciar desarrollado a partir de su cráter. D) Cuello riolítico de un antiguo volcán erosionado, Peñón del Rosario, Tlaxcala, México. menos densas que las rocas del manto, flotan sobre él y, por lo tanto, no se pueden hundir. Por ello se produce un “amontonamiento” de rocas continentales que provoca el crecimiento de cadenas montañosas orogénicas. La colisión de dos placas continentales se origina posteriormente al cierre de una cuenca oceánica o, dicho de otro modo, es la consecuencia final de un proceso de subducción continua de litosfera oceánica. Esto se debe a que las fuerzas desarrolladas durante la subducción, que derivan en buena parte de la tracción que ejerce el peso de la placa que lentamente se va hundiendo en la astenós138 fera, son las que finalmente arrastran los fragmentos de corteza oceánica hasta que se produce la colisión entre continentes. El engrosamiento de la corteza terrestre origina cinturones montañosos u orógenos, como el que conecta las cordilleras de Europa meridional y del Magreb (cordillera Bética y Rifeña, Pirineos, Apeninos, Alpes Dináricos, Balcanes, etc.), el Cáucaso, los Montes Zagros en Irán, los Taurus en Asia Menor, los Himalayas e Indonesia. Esta franja montañosa se ha formado por la convergencia de las placas de Eurasia, África, Arabia e Indoaustraliana durante los periodos Mesozoico y Cenozoico. Este es el ejemplo más claro, por tratarse de cordilleras muy evidentes en la actualidad, pero existen también cordilleras antiguas, como las asociadas a la orogenia Hercinia del Paleozoico en Europa y Norteamérica. Otra consecuencia del engrosamiento de la corteza terrestre es la producción de metamorfismo y la fusión de las rocas continentales que, debido a este proceso, son emplazadas (o “enterradas”) a grandes profundidades donde experimentan altas presiones y temperaturas. En las zonas de colisión se yuxtaponen yacimientos de características y orígenes muy diversos. En primera instancia, los procesos deformativos que producen el apilamiento y acreción de materiales de la corteza también provocan la exhumación de yacimientos formados previamente en cualquier contexto tectónico que haya precedido la colisión continental. Así, en los orógenos de colisión se encuentran, formando parte de los mismos, los complejos ofiolíticos (complejos de rocas de la corteza oceánica emplazadas en los continentes mediante procesos tectónicos), y yacimientos como las cromititas podiformes y los depósitos vulcanogénicos de sulfuros masivos, que están relacionados con la formación de corteza oceánica. Ejemplos de 139 ambos tipos de depósitos se encuentran en el famoso Macizo de Troodos en Chipre. En tal contexto también hallamos numerosos depósitos considerados dentro de la denominación de sedex. Por otro lado, los procesos metamórficos y de formación de magmas y fluidos hidrotermales propios de los contextos de colisión son la causa de la génesis de diversas tipologías de yacimientos minerales, entre ellas depósitos de oro diseminado en rocas sedimentarias o tipo Carlin y vetas mesotermales de “oro orogénico”, depósitos de estaño–tungsteno con molibdeno, y depósitos de uranio en granitos. Hasta ahora hemos hablado únicamente de procesos y fenómenos vinculados a zonas de límite de placas que, además de acoplarse cómodamente a los “preceptos” de la teoría de la tectónica de placas, son los que generan un mayor número y una mayor diversidad de yacimientos minerales. Aun así, ¿acaso no pueden producirse también yacimientos minerales en la parte interna de las placas? La tectónica y los procesos de formación de yacimientos minerales en las zonas de intraplaca son poco conocidos y poco comprendidos en comparación con los procesos en zonas de margen de placa. En principio, la parte interna de las placas (denominadas zonas cratónicas en el caso de placas continentales con rocas precámbricas) es estable y todos los procesos tectónicos se concentran en sus márgenes. El origen de las estructuras geológicas en zonas de intraplaca, como los relieves en domo (p.ej., el Macizo Etiópico en África oriental) y las cuencas interiores, y de fenómenos de magmatismo, está directamente relacionado con perturbaciones del manto superior conocidas como penachos o plumas del manto (mantle plumes, en inglés). Éstas se postulan como zonas de ascenso de material fundido de la astenósfera hacia el manto superior. Los denominados puntos calientes, o hot spots, son grandes y persis140 tentes focos volcánicos situados normalmente en zonas de intraplaca, y constituyen la manifestación más superficial de las plumas del manto. Existen puntos calientes tanto en placas oceánicas como en placas continentales. En el primer caso, originan volcanes submarinos o islas oceánicas como los archipiélagos de las Hawai y las Galápagos en el Pacífico, o las Azores, las Canarias y Santa Helena en el Atlántico. Normalmente, las islas formadas por medio de este tipo de vulcanismo describen archipiélagos con una disposición general más o menos alargada, debido al desplazamiento relativo de la placa oceánica por encima de la pluma del manto que, en principio, es relativamente inmóvil. Así, la posición de las islas volcánicas más antiguas de un archipiélago respecto a la posición de las más jóvenes supuestamente nos señalaría el sentido de desplazamiento de la placa. En el caso de que la placa situada por encima de la pluma del manto sea de carácter continental, se pueden formar macizos volcánicos de composición muy variada. Como ejemplos de puntos calientes en zonas continentales están Yellowstone en Wyoming (EUA), el monte Camerún en el Golfo de Guinea y el Macizo de Ruwenzori en África centro-oriental. Los yacimientos minerales de las zonas de intraplaca, a pesar de ser poco abundantes, tienen una enorme relevancia económica. Su formación se relaciona, en todos los casos, con magmatismo de intraplaca o anorogénico (no relacionado con los procesos que originan cinturones montañosos). Como resultado de esta actividad magmática se forma una gran variedad de rocas ígneas, asociadas a las cuales existen importantes recursos minerales. Las kimberlitas, que son la principal fuente de diamantes, y las carbonatitas, de las que se obtiene una gran variedad de elementos raros (p.ej., niobio y tántalo, titanio y elementos de las tierras raras) y de minerales industriales, son 141 producto de magmatismo de intraplaca continental. Los complejos ígneos estratificados y su equivalente volcánico, los altiplanos basálticos (o flood basalts en inglés) están, asimismo, restringidos a contextos de intraplaca continental o zonas cratónicas. Los primeros son muy importantes por sus yacimientos de elementos del grupo del platino y de cromo (p.ej., Bushveld en Sudáfrica). Los altiplanos basálticos son enormes formaciones volcánicas que contienen mineralizaciones de sulfuros de níquel–cobre que, sin embargo, no suelen alcanzar volúmenes económicamente relevantes. Las anortositas son otro tipo de roca magmática exclusiva de zonas cratónicas. Son rocas intrusivas compuestas en más de 90% modal (en porcentaje volumétrico) por cristales de plagioclasa. Su edad oscila entre 1 600 y 1 100 millones de años y se distribuyen, mayormente, en la provincia metamórfica del Greenville de Norteamérica, desde la región de los Grandes Lagos hasta la península del Labrador, y en la península escandinava. Algunos cuerpos de anortositas contienen importantes yacimientos de óxidos de hierro–titanio. Estos yacimientos, que constituyen una de las principales fuentes de titanio, se componen esencialmente de ilmenita (FeTiO3) y magnetita (Fe3O4). Además, pueden contener vanadio, níquel, cobalto y cobre en cantidades elevadas. Ejemplos de complejos anortosíticos son los de Kiglapait–Nain y Michigamau en el Labrador y Lac Saint Jean en Quebec (Canadá), Duluth en Minnesota y Orocopia Range en California (EUA), Utsjoki en Finlandia, Sierra de Santa María en Colombia, y Pluma Hidalgo en Oaxaca (México). Otras rocas que se forman en relación con magmatismo de puntos calientes en zonas de intraplaca continental son las komatiitas y los granitos anorogénicos. Las primeras son rocas volcánicas cristalizadas a muy altas temperaturas, 142 Figura VI.4. Grabado de las solfataras de Campi Flegrei, cerca del volcán Vesubio, Italia, de las que se ha recuperado azufre desde hace siglos. formadas a partir de magmas extremadamente ricos en magnesio que se encuentran, en su mayoría, en cratones de edad arqueana (con edades de más de 2 500 millones de años). Los granitos anorogénicos suelen emplazarse en grandes complejos de morfología anular y son, en comparación con los granitos más “normales” que se forman en zonas de límites de placa, notablemente ricos en sodio, potasio y aluminio. En relación con estos granitos se encuentran algunos tipos de yacimientos minerales, por ejemplo, de estaño (similares a los más frecuentes yacimientos de estaño–tungsteno que se forman en relación con granitos de zonas convergentes) y de cobre–uranio– oro. Estos últimos, también conocidos como depósitos de óxidos de hierro con cobre y oro (o IOCG, por sus siglas en 143 1. Hot spot y formación Vulcanismo de un domo 0. Zona cratónica estable Domo Océano C. oceánica Hot spot Corteza continental Fusión parcial Litosfera Astenosfera Pluma del manto 2. Estadios iniciales de rifting continental Océano Granitoides “A” (Sn, Cu-Au-U) Anortositas (Fe-Ti) Complejos máficos estratificados (Cr-Cu-Ni-PGE) 2 1. Cu, U en rocas detríticas 2. Carbonatitas (REE, Nb, F, U, Th, Cu, Ti) 1 3. Estadios avanzados de rifting continental Océano 1. Sedex (Pb-Zn) 2. Pb-Zn en carbonatos 2 1 Fusión parcial Pluma del manto Pluma del manto Figura VI.5. Primeros estadios del Ciclo de Wilson, comprendiendo algunos de los tipos de yacimientos minerales que pueden formarse en cada caso. 1. Sulfuros masivos (Cu-Zn-Pb, Au) 2. Pizarras negras (PGE, U, Th) Dorsal 3. Nódulos de Mn oceánica 4. Cromititas (Cr) 4. Apertura de una cuenca oceánica Océano 2 4 Cuenca de trasarco 4 3 1 vulcanismo 5. Subducción 3 2 5 1 Margen continental pasivo 6 mo fis or P m ta lta Me de a 1. Epitermales (Au, Ag) 2. Pórfidos de Cu 3. Pórfidos de Mo 4. Sulfuros masivos Kuroko (Cu-Zn, Pb, Au) 5. Skarns (Cu, Sn, Mo, Pb-Zn) 6. Colisión Pospaís a tur Su Margen continental pasivo 4 de Cu an en te ca pa ís Pluma del manto 5 7. Neoformación de una zona cratónica Océano Zona cratónica 1 Corteza oceánica 3 2 Metamorfismo de alta P y T Corteza continental Litosfera 1. Cromitas ofiolíticas (Cr) 2. Mesotermales (Au) 3. Greissen y filones (Sn-W) 4. Placeres (Au), Cu y U en sedimentos 5. MVT (Pb-Zn) Astenosfera Figura VI.6. Estadios tardíos del Ciclo de Wilson, comprendiendo algunos de los tipos de yacimientos minerales que pueden formarse en cada caso. inglés), consisten en brechas ricas en óxidos de hierro, fluorita (CaF2) y barita (BaSO4), emplazadas en cuerpos tubulares o chimeneas, con contenidos elevados de cobre, uranio, oro y de elementos de las tierras raras. Los depósitos más emblemáticos de esta tipología son Olympic Dam en Australia, Bayan Obo en China, Kiruna en Suecia y Wernecke Breccias en Canadá, todos ellos de edad proterozoica. Como ya se ha podido advertir con anterioridad, uno de los periodos geológicos más prolíficos en la producción de yacimientos minerales de importancia mundial es el anterior al Cámbrico, conocido genéricamente como Precámbrico (más de 540 millones de años), y que comprende los periodos Proterozoico y Arqueano. Puesto que la corteza terrestre no ha sido siempre igual, también los diferentes procesos que en ella se generan han sido diferentes o bien han operado de forma diferente. Así, durante el Precámbrico la Tierra era mucho más caliente y la corteza terrestre era más delgada que durante el Fanerozoico (de 540 millones de años en adelante), con lo que la deformación y el magmatismo no estuvieron tan restringidos espacialmente como lo están en la actualidad. Por lo tanto, la circulación de fluidos a través de la corteza era más generalizada, aumentando con ello las probabilidades de formar más depósitos minerales y de mayor tamaño. De ahí que los depósitos minerales precámbricos tengan habitualmente tamaños excepcionalmente grandes (y de tipologías más variadas e, incluso, únicas), en comparación con los depósitos del Fanerozoico. La excepcionalidad de estos depósitos en cuanto a tipologías singulares no sólo se debe a la vigencia de características tectónicas muy diferentes durante su formación, sino al hecho de deberse a eventos excepcionales en la historia de la Tierra. Ese es el caso de los depósitos 146 bandeados de hierro, cuya formación es atribuible al aumento en la cantidad de oxígeno atmosférico debido a la aparición en la Tierra de los organismos fotosintéticos, y eso sólo ha sucedido una vez en la historia de nuestro planeta. VII. La riqueza mineral de México Es casi inevitable empezar una relación sobre la riqueza mineral de México subrayando lo siguiente: México es uno de los países más importantes a escala mundial en cuanto a riqueza mineral se refiere, tanto por cantidad y calidad de especies minerales como por su riqueza minera y por la diversidad de tipologías de depósitos minerales descritas a lo largo de su territorio. De esos tres aspectos (mineralogía, minería y metalogénesis), el más desarrollado en México es la minería, tras más de cuatro siglos de actividad. Aunque los primeros estudios mineralógicos en México se realizaron ya en el siglo xviii por Fausto de Elhuyar y, sobre todo, por Andrés Manuel del Río, esta disciplina no ha tenido el seguimiento ni la continuidad que cabría esperar para un país tan rico en especies minerales y en tradición minera. Para que se hicieran estudios metalogenéticos y de geología de depósitos minerales de México hubo que esperar hasta el siglo xx, y aún falta mucho por hacer al respecto. Los orígenes de la minería mexicana En España y Portugal, aún en la actualidad, se han seguido los pasos de los romanos y de los andalusíes (berebe147 res y árabes musulmanes, siglos viii-xv) para localizar depósitos minerales, puesto que éstos fueron los primeros en organizar una minería de gran escala en la Península Ibérica, aunque lógicamente no pudieron ni alcanzaron a explotarlo todo. Los romanos, sin embargo, no anduvieron a ciegas, pues siguieron los pasos de iberos, celtas, lusitanos, tartesios, griegos y cartagineses, y los andalusíes siguieron a su vez los de todos ellos. De forma análoga, la minería contemporánea en México sigue, en muchos casos, los pasos de los mineros españoles. Aunque ello no le resta ningún mérito a sus hallazgos, así como no es un demérito para los romanos haberse guiado por los pueblos que los precedieron, los españoles localizaron depósitos minerales siguiendo el legado dejado por pueblos indígenas de México, como nahuas, otomíes, coras, huicholes, yaquis, totonacas y un largo etcétera. No es en vano que la denominación más antigua que se conoce de Guanajuato sea Mo-o-ti, que significa “lugar de metales” en lengua hñähñu (u otomí), previa a la denominación nahua de Paxtitlán y a la purhépecha de Quanaxhuato que dio lugar a la denominación actual. Aunque la minería en México empezó a desarrollarse con criterios y técnicas “modernas” sólo a partir de la Conquista española, la explotación de los denominados criaderos minerales es muy anterior a la misma. Se han encontrado obras mineras prehispánicas, por ejemplo, en Amatepec, Sultepec, Temascaltepec y Zacualpan (Estado de México), Taxco y Zumpango (Guerrero), Tlalpujahua (Michoacán), Fresnillo, Mazapil, Sombrerete y Zacatecas (Zacatecas), Santa Bárbara (Chihuahua), Pachuca (Hidalgo), Guanajuato, y en la sierra de Querétaro. Todas estas localidades han sido importantes centros mineros hasta hace poco tiempo, y la mayoría lo siguen siendo. Incluso, en palabras de Alexander von Humboldt, los mi148 Figura VII.1. Imagen de Chalchiuhtlicue, la de la falda de jade para los mexicas o aztecas, diosa de los ríos, del mar y los lagos a la que asociaban con las buenas cosechas. Imagen tomada del Códice Borbónico. neros indígenas “emprendían también obras subterráneas para beneficiar las vetas; sabían abrir galerías o cañones, y pozos o tiros de comunicación y ventilación”, mucho antes de la llegada de los españoles. Aunque en muchos casos no puede hablarse de una explotación minera sistemática, ya en la época prehispánica estaban identificados muchos de los yacimientos históricamente productivos de México. 149 La Nueva España El aprecio de los conquistadores españoles por los que los aztecas llamaban “excremento de los dioses”, es decir, el oro, además de otros metales y minerales, así como por la simple y llana aventura, los llevó a numerosas expediciones en busca de los preciados metales y piedras preciosas a lo largo y ancho de toda la Nueva España. Fruto de esta busca son los yacimientos de enorme riqueza, como los de Pachuca y Real del Monte en Hidalgo, los de Zacatecas, o la famosa Veta Madre de Guanajuato, descubrimientos cuya historia generalmente tuvo tintes novelescos. Muchos de los yacimientos cuya explotación minera iniciaron los españoles en el siglo xvi siguen activos hoy en día, lo que prueba su gran riqueza. La minería en México ha sido y es aún una actividad económica de importancia caudal para el país, hasta el punto de que muchas de las ciudades del México actual deben su origen y emplazamiento a antiguos reales de minas de la Colonia. Tal es el caso de Guanajuato (en el ampuloso estilo de la época, se denominaba Villa de Santa Fe y Real de Minas de Guanajuato), Pachuca, Zacatecas, Sombrerete, Santa Bárbara, Parral, Santa Eulalia, Zacualpan, Taxco, Batopilas, Real de Catorce (antiguamente llamado, casi nada, Real de Minas de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Guadalupe de los Álamos de Catorce), etc. En la actualidad, algunos distritos mineros siguen llevando ese apelativo, como Real del Monte, Real de Catorce, Real de Ángeles, Real de Guadalupe, Real de Belem y Real de Asientos. En la etapa inicial de la minería mexicana, durante la época colonial, las únicas sustancias por las que había interés en descubrir y explotar eran el oro y la plata. Lógicamente, ello restringió la exploración a los tipos de depósitos que contienen acumulaciones importantes de esos 150 metales. Es por eso que, en una gran proporción, los yacimientos explotados durante esa etapa eran vetas del tipo epitermal, como las clásicas Veta Vizcaína de Pachuca, la Veta Madre de Guanajuato, la Veta Grande de Zacatecas o la Veta Negra de Sombrerete. Los depósitos del tipo epitermal han sido tradicionalmente los más importantes en cuanto a producción de plata a escala global. Prueba de ello es que países cuyos yacimientos epitermales suelen ser muy ricos en plata, como México y EUA, han sido históricamente los mayores productores mundiales de ese metal. En algunos casos notables, como en Moctezuma (Sonora) o El Barqueño (Jalisco), sobre las vetas epitermales se desarrollaron prominentes zonas de oxidación de tipo gossan o sombrero de hierro por la acción de aguas superficiales sobre las vetas. En otros casos, las vetas epitermales están asociadas en origen a depósitos de tipo skarn o a depósitos metalíferos en pórfidos, que también pueden contener oro, como en el área de Parral, San Francisco del Oro y Santa Bárbara (Chihuahua), o también en Moctezuma. En la época colonial se explotaron rápidamente las zonas de oxidación (gossan) con oro, por presentarse allí el metal en leyes mucho más altas y por ser el acarreo más fácil que en los depósitos no oxidados, y se emprendió igualmente la explotación de las vetas. Ahora bien, su método de explotación consistió básicamente en seguir las vetas hasta su desaparición y abandonar el minado. De esa forma, se quedaron sin explotar una gran proporción de recursos, que son los que todavía rinden en la minería actual. Igualmente, se quedaron sin explotar depósitos de ley relativamente baja pero de alto tonelaje, como Cananea (Sonora), que no empezaron a explotarse hasta iniciarse la minería mediante técnicas verdaderamente modernas, a finales del siglo xix e inicios del xx. 151 Los minerales mexicanos El aprecio de los pueblos nativos de México por los minerales lo atestigua, por ejemplo, la nada despreciable cantidad de nombres de minerales y rocas que tiene la lengua náhuatl. Algunos nombres de minerales o de variedades minerales específicas existentes en náhuatl son iztactehulotl (cuarzo), huitzitzilteepatl (ópalo), tlapaltehuilotl (amatista), quetzalxoquiyae (esmeralda) y cuacocoztic (rubí). Para los nahuas, el color verde-azul (chalchihuitl) era un color individual, mientras que al verde y al azul, por raro que parezca, les daban el mismo nombre (xíhuitl). Para ellos, ambos colores, chalchihuitl y xihuitl, eran sagrados. Así, dentro del panteón de dioses aztecas encontramos a Chalchiuhtlicue (la de la falda de jade), diosa de los ríos, del mar y los lagos, a la que asociaban con las buenas cosechas, a Xiuhtecuhtli o Xihuitl (el Señor Azul), que era el dios del fuego y el principio creador, a Chalchiuhtotolin (pavo de jade), una de las personificacions de Tezcatlipoca y dios de las enfermedades y plagas, y a Chalchiuhtlatonal (jade resplandeciente), uno de los dioses del agua. Los nombres de chalchihuitl (jade) y teoxihuitl (turquesa) fueron consignados por fray Bernardino de Sahagún. En español se emplea el mexicanismo chalchihuite. En realidad, chalchihuitl (en maya yaxchuultun) era un término muy general, ya que con él se designaba cualquier roca verde. El glifo que corresponde al chalchihuitl (un disco doble concéntrico) es uno de los más recurrentes en la simbología mexica que está presente, por ejemplo, en el famoso Calendario Azteca. Incluso, ya dentro del periodo novohispano, se encuentren numerosos edificios cristianos del siglo xvi del centro de México, como en la iglesia de Huejotzingo (Puebla) o la de Xochimilco (DF). Como prueba del genuino aprecio que los mexicas profesaban 152 al chalchihuitl, basta con indicar que su glifo se ocupaba como símbolo de lo precioso. Así, en los primeros tiempos de la Colonia, se identificó sincréticamente con la sangre de Cristo, de tal forma que el glifo azteca del chalchihuitl sustituyó simbólicamente las llagas de Cristo en muchas representaciones escultóricas de la época. Curiosamente, aunque en la época prehispánica el oro era comúnmente empleado con fines ornamentales igual que en la actualidad, el nombre náhuatl que lo designa es teocuitlatl, o sea, literalmente “excremento de los dioses”, lo que parece testimoniar el relativamente escaso aprecio que los aztecas y otros grupos indígenas tenían por dicho metal. En contraste, por desgracia para muchos y beneficio de pocos, dicho “excremento” gozaba de un alto aprecio entre los españoles... Sirva también como reflexión acerca de lo relativo del valor de las cosas el hecho de que, cuando Motecuhzoma Xocoyotzin (o Moctezuma II) y Hernán Cortés empezaron a entablar relaciones diplomáticas, el hueytlatoani mexica entregó al español varios chalchihuites, con especial indicación de que éstos sólo podían ser obsequiados a sus reyes, pues cada uno valía dos cargas de oro. En la actualidad, existen numerosos minerales aceptados internacionalmente derivados de nombres de inequívoco “sabor mexicano”, como la quetzalcoatlita, la tlalocita, la moctezumita, la sonoraita, la xocomecatlita, etc. De todos estos minerales (y de 18 más), el municipio de Moctezuma en Sonora es la localidad tipo. Es decir, es la localidad en que se definió el mineral o donde se encuentran los ejemplares que caracterizan mejor a dicha especie mineral en todo el mundo. Claro que, hasta la fecha, en Moctezuma se ha informado hasta de 134 minerales diferentes... y 148 en Mapimí (Durango), de tal suerte que, tal vez de forma no muy sorprendente, existe un mineral 153 llamado mapimita y otro ojuelaita (por la mina llamada Ojuela, la más famosa del distrito). Hasta el momento, en México se han descubierto 68 minerales, lo que lo convierte en “un país mineralógico” de importancia mundial. Plata, plata... y muchas otras cosas El metal más famoso de la minería mexicana es, sin duda alguna, la plata, y no sin justificación. Baste decir que las minas de Pachuca y Real del Monte han producido más plata que cualquier otro distrito minero en el mundo, estimándose que su producción total equivale al 6% de la producción mundial de este metal precioso en toda la historia. Como mina individual de plata, sin embargo, la más rica del mundo ha sido históricamente La Valenciana en Guanajuato. Acerca de las minas de Batopilas (Chihuahua) se decía que bastaba estamparle la cara del rey de España a la mena extraída para que pudiera circular como moneda, por ser gran parte de la mena plata nativa, de muy fácil extracción y nula metalurgia. Se ha estimado que entre los siglos xix y xx en México se produjo más plata que en todo el mundo hasta el siglo xv, y ocupa regularmente el primer puesto a nivel mundial entre los productores de ese metal desde el año 1900. Pero no es plata todo lo que reluce, ya que México suele ser también el primero o segundo país productor de metales, minerales y rocas industriales como bismuto, celestina y fluorita, y se cuenta dentro de los 10 primeros en producción de cadmio, arsénico, molibdeno, plomo, grafito, zinc, barita, diatomita, yeso, antimonio, sal, manganeso, oro y feldespato. Además, es un importante productor de cobre, hierro, fosforita y azufre (Anuario Estadístico de la Minería Mexicana, 2002). 154 Resulta obvio que si la plata no es la única sustancia de interés para la minería actual en México, tampoco los depósitos minerales que contienen este metal son los únicos explotados o presentes en el país. La riqueza mineral de México también puede medirse por la variedad de tipos de depósitos minerales que contiene. Las famosas vetas epitermales argento-auríferas que todos conocemos no pueden ocultar la creciente importancia para la minería que han ido adquiriendo las tipologías de depósitos en pórfidos (como Cananea, Sonora), skarns (como Nukay, Guerrero), sulfuros masivos vulcanogénicos (como San Nicolás, Zac., y Francisco I. Madero, Durango), depósitos sedimentario-exhalativos (como Molango, Hgo., y El Boleo, Baja California Sur), depósitos de óxidos de hierro de tipo IOCG (como Peña Colorada, Colima), o depósitos en rocas carbonatadas tipo Mississippi Valley (como los grandes depósitos de fluorita y celestina de San Luis Potosí a Coahuila). Naturalmente, que haya depósitos que en la actualidad no estén en explotación no significa que en lo futuro éstos no puedan ser aprovechados. Sin embargo, aún suponiendo que estos depósitos no vayan a ser explotados jamás, van a seguir siendo interesantes desde el punto de vista científico, y aun para la industria minera deberán ser tenidos en cuenta como evidencias regionales de anomalías en determinados elementos en la corteza terrestre. Figura VII.2. Esquema geológico del distrito de Zacatecas, estado homónimo, México, de finales del siglo xix, con las principales vetas mineralizadas en plata de la zona. Tomado de H. Charpentier (1900), Géologie et minéralogie apliquées, Dunod, París. 155 San Felipe La Caridad Antigua Magallanes Arizpe Moctezuma Mineral de Dolores Santo niño Maguaríchic Tajitos San Francisco del Oro y Santa Bárbara Cerro Colorado Cerro Prieto y Mantos Colorada (Son.) Avino Mulatos Orito Palmarejo Tayoltita El Sauzal Velardeña Batopilas Saladillo Topia Sombrerete Real de Catorce San José del Cobre Santa María de la Paz Bacís Fresnillo 250 km Guadalupe de los Reyes Zacatecas Pánuco Real de Ángeles Copala Real de Asientos Lluvia de Oro Colorada Comanja de Corona Plomosas (Zac.) Pozos El Indio-Huajicori Guanajuato Mezquital del Oro San Joaquín Bolaños y San Martín de Bolaños San Martín (Qro.) El Barqueño Pachuca-Real del Monte El Oro-Tlalpujahua Ixtacamaxtitlán Miahuatlán México Temascaltepec D.F. Sultepec Zacualpan Real de Guadalupe Taxco Huautla Tejomulco Figura VII.3. Mapa de la República Mexicana con la localización de la mayoría de los depósitos epitermales emblemáticos o de cierta importancia en el país. Cabe recordar que un depósito mineral no es más que una concentración anómalamente alta en determinados elementos o minerales. Si en una región hay varios depósitos minerales del mismo tipo o relacionados con unos mismos eventos geológicos, delineando una provincia o un cinturón metalogenético, es preciso tener en cuenta que en el mismo contexto puede haber otros depósitos desconocidos o mal evaluados que igualmente pueden ser objeto de explotación minera. Así, otros tipos de depósitos conocidos en México, aunque menos importantes, son los depósitos de cobre en capas rojas o red-beds (como en la mina Las Vigas, Chihuahua), pegmatitas de elementos raros (como en Huitzo y Telixtlahuaca, Oaxaca), o los depósitos de estaño en placeres o asociados a vetas estanníferas en riolitas (numerosos entre Coneto de Comonfort y Sapiorís, y otras localidades de Durango, Zacatecas y Aguascalientes). No menos conocidos y apreciados por mineralogistas y joyeros son los depósitos de topacio en domos riolíticos del área de Tepetate (San Luis Potosí). ¿Dónde están los yacimientos? Como hemos visto en capítulos anteriores, la localización de los diferentes depósitos minerales es tan diversa como sus orígenes, los factores que contribuyeron a su formación y las características de su emplazamiento geológico y tectónico en el momento de su formación. A riesgo de caer en una perogrullada, según el tipo de yacimiento que se quiera encontrar, se deben buscar cuerpos geológicos que tengan un origen análogo, sea sedimentario, magmático o metamórfico y que, según los modelos empíricos de mineralización, puedan contener el depósito. 157 Sin embargo, ello no es siempre tan evidente. Los depósitos epitermales, por ejemplo, pueden estar encajonados en rocas de cualquier tipo. Aunque generalmente se supone que el origen de estos depósitos está ligado al emplazamiento de magmas en profundidad, o que sea como fuente de calor que active el hidrotermalismo, raras veces se puede encontrar el magma “culpable”. Claro que tampoco nadie puede decir a ciencia cierta que los depósitos epitermales son de origen magmático, porque en su formación pueden intervenir aguas de muy diverso origen. Tal es el caso de diferentes tipologías de depósitos minerales formados por fluidos hidrotermales. Ahora bien, siempre y cuando la formación de un depósito mineral pueda relacionarse con un evento geológico, o con un conjunto de eventos, la ubicación de los cuerpos geológicos que resultan de esos eventos puede servir de guía para el hallazgo de depósitos minerales. En México ya es clásico el ejemplo que proveen la Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre del Sur en cuanto a su relación con los depósitos epitermales, skarns, depósitos metalíferos en pórfidos, etc. Dichas sierras están conformadas esencialmente por rocas volcánicas, subvolcánicas y plutónicas ácidas formadas durante el periodo terciario, a lo largo de unos 45 millones de años. Claro está que no se trata de 45 millones de años de actividad volcánica constante: hubo periodos de pausa en el vulcanismo, periodos con más vulcanismo que otros, e incluso la distribución del vulcanismo se desplazó, de noroeste a sudoeste y más cerca o más lejos del límite entre las placas oceánicas subducidas y la placa continental. Estas variaciones han sido fechadas y delimitadas en espacio, y se ha podido relacionar la formación de diferentes cinturones de depósitos minerales con dichas variaciones. Este ejemplo se puede trasladar a escala mundial, puesto que la 158 mayoría de los depósitos metalíferos en pórfidos, epitermales y, en menor grado, skarns, están situados alrededor del margen circumpacífico, asociados a sistemas magmáticos que operan desde antes del Cenozoico. En cuanto a depósitos del tipo epitermal, son sobradamente conocidos Pachuca y Real del Monte, Guanajuato, Fresnillo y Taxco, pero en cuanto a diversidad de estilos de mineralización, importancia económica y distribución geográfica, es preciso resaltar depósitos como San DimasTayoltita, Bacís y Topia (Durango), Temascaltepec, El Oro (Estado de México), Zacatecas y Sombrerete (Zacatecas), Batopilas, San Francisco del Oro y Santa Bárbara (Chihuahua), Moctezuma y Mulatos (Sonora), Bolaños y El Barqueño (Jalisco), La Yesca (Nayarit), Plomosas (Sinaloa), Tlalpujahua y Angangueo (Michoacán), y un larguísimo etcétera. Son también muy conocidos algunos skarns como los del distrito de Mezcala (Guerrero), San Martín y Concepción del Oro (Zacatecas), Zimapán (Hidalgo), Bismarck y Naica (Chihuahua), Sacrificio y Mapimí (Durango), La Verde (Sinaloa) y Charcas (San Luis Potosí). El skarn con mayor tamaño y tonelaje en metales de México es el de San Martín. Como depósitos metalíferos en pórfidos destacan por sobre todos ellos Cananea y La Caridad (Sonora), aunque otros depósitos dignos de mención son Bahuerachi (Chihuahua), El Alacrán y Promontorio (Sonora), Inguarán y La Verde (Michoacán), El Pulpo (Sinaloa), El Arco (Baja California), Cerro San Pedro (San Luis Potosí), Ixtacamaxtitlán (Puebla), y San Antón (Guanajuato), muchos de los cuales han sido objeto de exploración reciente. Anteriormente hemos mencionado las localidades y los tipos de yacimientos por los que es más reconocido México en el mundo, sin embargo no son únicos, como tampoco son los únicos tipos de depósitos que están relacio159 nados con el vulcanismo cenozoico. Efectivamente, está aún por evaluarse de forma específica el potencial en depósitos de óxidos de hierro tipo IOCG en las sierras Madre Occidental y del Sur. Igualmente, hay que destacar el potencial de la Sierra Madre Oriental en depósitos tipo Mississippi Valley y skarns, especialmente a la luz de la actual controversia sobre la filiación de depósitos de fluorita de clase mundial como Las Cuevas (San Luis Potosí) o La Encantada (Coahuila). Desde el norte de Guanajuato hasta el norte de Coahuila se extiende un conjunto de depósitos de sulfuros de metales de base, fluorita —a veces con apreciables contenidos de uranio—, celestina y barita, determinando una verdadera provincia metalogenética en las secuencias de rocas carbonatadas de la Sierra Madre Oriental, el origen de muchos de los cuales puede estar asociado a la circulación de aguas de cuenca y de hidrocarburos. Muchos de estos depósitos fueron tradicionalmente interpretados como skarns, como los ya aludidos de Las Cuevas o La Encantada, o El Realito (Guanajuato), pero apenas van siendo adscritos al tipo Mississippi Valley, si bien el origen de muchos de ellos, como el de Aguachiles (Coahuila), sigue siendo incierto. Algunos depósitos, como El Pilote (Coahuila) son claramente skarns, pero es muy posible que esta tipología esté mucho menos extendida en esta provincia metalogenética de lo que se ha venido argumentando tradicionalmente. Es preciso emprender el estudio desprejuiciado de todos estos depósitos para establecer correctamente su filiación, puesto que es muy distinto el tipo de exploración minera que cabe aplicar en uno u otro tipo de depósito mineral. Un error de concepto de este estilo no es poca cosa, porque puede constituir la causa de pérdidas millonarias y el abandono de la exploración en áreas potencialmente ricas en recursos minerales. 160 También es notable la presencia de depósitos de sulfuros masivos vulcanogénicos (o VMS) y sedimentario-exhalativos (o sedex) de edad cretácica hacia el oeste de México, como San Nicolás y Francisco I. Madero (Zacatecas), Rey de Plata y Campo Morado (Guerrero), Tizapa (Estado de México), o Cuale (Jalisco). De estos depósitos se extraen grandes cantidades de zinc, cobre y plomo. El futuro Huelga decir que no todo está descubierto. Aún hoy, tras más de cuatro siglos de minería en México (y mucho menos tiempo de investigación en geología de depósitos minerales) sigue siendo un reto el adquirir nuevos criterios o nueva tecnología para aprovechar los recursos minerales e incrementar sus reservas. El potencial de México como país minero sigue siendo alto, gracias a los nuevos conceptos introducidos por la investigación en depósitos minerales y su contexto geológico, y a los nuevos criterios de exploración derivados de esa investigación. Tanto a escala de yacimiento como de distrito, provincia metalogenética o tipología de depósito, es posible realizar estudios geológicos de utilidad para la minería. A su vez, la actividad minera expone porciones de los yacimientos minerales que no serían visibles de otra forma, lo que facilita su estudio integral. Sin embargo, a pesar de la hiperabundancia en México tanto de yacimientos minerales interesantes para su estudio como de diferentes tipologías de depósitos, y a pesar de la manifiesta necesidad de entender cómo se formaron estos depósitos para su mejor aprovechamiento, la geología de depósitos minerales o la metalogenia siguen siendo disciplinas de estudio relativamente poco concurridas o valoradas. 161 Mientras existe mineral conocido para explotar, las corporaciones exigen producción sin permitir dedicar el tiempo y las ganancias más que a satisfacer a su accionariado, y sólo demandan investigación cuando se agotan los recursos. Tal vez por el hecho de que la necesidad agudiza el ingenio, en periodos de escasa bonanza económica es cuando se han efectuado descubrimientos importantes para la minería como actividad económica, pero no hay necesidad de esperar a estar en aprietos para emprender acciones de futuro. Dado que el estudio de los depósitos minerales es una de las áreas de la geología en que puede esperarse una retroalimentación más fructífera entre investigación científica e industria, sería absurdo que ambas actividades se dieran mutuamente la espalda. VIII. Epílogo En este libro hemos hablado, más o menos, de todos los aspectos acerca de los yacimientos minerales, en lo tocante a aspectos mineros y a su estudio y comprensión en un nivel científico. Pero, ¿cuál es el costo y beneficio de la explotación de un yacimiento mineral en el nivel social? Hasta ahora hemos hablado del geólogo, del minero y del trabajo de ambos, pero es necesario hablar también de quienes extraen las materias primas minerales, de los que se “quedan” con una mina abandonada y sus residuos contaminando el ambiente, y de los individuos y sociedades humanas que consumen, una vez manufacturadas, esas materias primas minerales. De todos ellos, y de otros personajes, hablaremos a continuación. 162 Historias y leyendas de los yacimientos minerales Todos estamos familiarizados con historias de descubrimiento y conquista relacionados con yacimientos minerales fabulosos, como la leyenda de Eldorado, que condujo a Lope de Aguirre y a su grupo desde el Perú a la exploración del Amazonas y su desastre (aprovechamos la oportunidad para recomendar la película Aguirre, la cólera de Dios, de Werner Herzog), la expedición de Álvar Núñez Cabeza de Vaca al sur de los actuales Estados Unidos (véase Cabeza de Vaca, de Nicolás Echevarría), o la no menos famosa “fiebre del oro” (véase La quimera del oro, de Charles Chaplin) a finales del siglo xix en los territorios que los EUA expoliaron a México mediante el Tratado de Guadalupe-Hidalgo. Tantas otras historias en leyendas, en la literatura, en el cine o como hechos históricos en sí mismos se han relacionado con el descubrimiento de yacimientos minerales, como las minas del rey Salomón, el tesoro de la Sierra Madre, o la vida y obra de personajes como Cecil Rhodes en el sur de África (de cuyo apellido tomó su nombre la colonia británica de Rhodesia, hoy Zambia y Zimbabwe), Nikita Demidov en los Urales, Andrew Carnegie en los EUA, o José de la Borda en México, o de auténticas dinastías de mineros e industriales, como los Guggenheim o los Krupp. La existencia de la gran mayoría de estos personajes, dicho sea de paso, poca cosa tuvo de romántica, pero ésa ya es otra historia. En el apartado de las leyendas, el rey indiscutible es el oro, con el rey Midas, el anillo de los nibelungos, y Jasón y los argonautas (con su vellocino de oro, cuyo significado ya fue explicado con anterioridad), y hasta obras de tintes legendarios en la literatura fantástica moderna, como El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien. En definitiva, ningu163 na otra sustancia despierta tanta codicia y, a la vez, tanto lirismo como este metal. Muchas de las historias sobre el descubrimiento y la explotación de yacimientos minerales glosan aspectos característicos de los seres humanos, como la intrepidez, el tesón y la valentía, así como la codicia, la violencia y el egoísmo, personificados en un héroe o un antihéroe con el que podemos identificarnos fácilmente. Tal vez por eso son historias muy llamativas, y llamadas a convertirse en leyenda. Sin embargo, antes de la leyenda se produjeron historias muy humanas que generalmente llevaron a guerras y matanzas diversas. Ejemplo de ello fue la tristemente célebre Guerra de los Bóers en Sudáfrica (1899-1902), entre estos colonos de origen holandés y el Reino Unido, por el control de los yacimientos auríferos del Witwatersrand. En México, la huelga de 1906 en la mina de Cananea en Sonora está habitualmente considerada como el preludio de la Revolución mexicana (1910-1917). Otro caso fue el larguísimo conflicto que mantuvieron Francia y Alemania durante décadas por Lorena y Alsacia, y sus yacimientos de hierro y carbón, desde la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871), y no resuelto hasta el final de la segunda Guerra Mundial (1939-1945). En un contexto similar puede circunscribirse también la ocupación japonesa de Manchuria desde 1932 (instaurando el estado títere de Manchukuo; véase la película El último emperador, de Bernardo Bertolucci) hasta el fin de la misma guerra. La nacionalización de la minería de cobre en Chile por el gobierno de Salvador Allende fue uno de los factores que decidieron al gobierno de Richard Nixon a apoyar, mediante la intervención de la cia, el golpe de Estado militar de Augusto Pinochet en 1971. Un ejemplo más reciente y sangriento son las continuas guerras entre países, guerras de guerrillas y guerras civiles desde la segun164 Figura VIII.1. Barrancas del Cobre, en la Sierra Madre Occidental, estado de Chihuahua, México. Dicha sierra está conformada esencialmente por rocas volcánicas y subvolcánicas ácidas formadas durante el periodo Terciario, a lo largo de unos 45 millones de años. Fotografía cortesía de Tom Musselman. Almadén Río Tinto Aznalcóllar Ilímaussaq Panasqueira Neves Corvo Silesia-Cracovia Navan Tynagh Kiruna Kemi Kupferschiefer Abitibi Timmins Noranda Sudbury ˇ Pribram Troodos Kovdor Lavrion Khibiny Lovozero Noril´sk ˇ Trepca Stillwater Tri-State Bingham Creede Summitville Kubaka Dukat Bayan Obo Xue Bao Diang Gejiu El Cobre Bou Craa Moa Hokuroku Hishikari Jamaica Guinea Arlit Huambo Potosí Oruro Chuquicamata El Salvador Candelaria El Indio El Teniente Aprelevka Oyu Tolgoi Bou Azzer Cananea Cerro de Mercado Guanajuato Pachuca Cerro Colorado Cerro de Pasco Colquijirca Julcani Muruntau Taldybulak Tsumeb Rössing Jwaneng Bajo la Alumbrera Campo Formoso Nevados del Famatina Jacupiranga Tshikapa Kisangani Kivu-Maniema Mbuji-Mayi Katanga Kisenge, Rwinkwavu Zambian Copperbelt Shangani Great Dyke Kelian Porgera Emperor Nueva Caledonia Taupo Phalaborwa Bushveld Witwatersrand Kimberly Mt. Isa Broken Hill Olympic Dam Kambalda Figura VIII.2. Mapamundi con la localización geográfica de algunos de los yacimientos minerales más emblemáticos o más importantes económicamente en el mundo, incluyendo la mayoría de los que se mencionan en este libro. da mitad del siglo xx hasta la actualidad en la República Democrática del Congo (antes Zaire), Uganda, Angola o Namibia, por causa del control de los yacimientos de niobio, tántalo, uranio, oro, diamantes y tantas otras sustancias. Incluso el sistema de apartheid, vigente en Sudáfrica virtualmente hasta la presidencia de Nelson Mandela en 1994, puede circunscribirse en este ámbito. Además, el régimen sudafricano del apartheid fue un decisivo elemento desestabilizador en la zona, con su invasión de Namibia o el sostenimiento que otorgó a la guerrilla unita en Angola, todo con objeto de asegurarse el control de los recursos minerales (diamantes, sobre todo) de esos países. Cuando hoy en día usamos nuestros teléfonos celulares o computadoras, o cuando queremos comprar un anillo de diamantes para pedirle a alguien que se case con nosotros, rara vez pensamos que ello es en parte posible gracias a que alguien logró el control de una serie de yacimientos minerales o de un país, muchas veces mediante el uso de la fuerza, como en la República Democrática del Congo. Si, de repente, no hay suficiente tántalo en el mercado, se trata de algo muy grave, pues tal vez no se puedan producir suficientes consolas de videojuegos, pero normalmente no pensamos que ello se debe a una sangrienta guerra fratricida en el Congo, encaminada en gran manera a conseguir el control de los yacimientos de ese metal. Claro que esos son sólo ejemplos escogidos un tanto arbitrariamente. No empecemos con ejemplos históricos y actuales de trabajo esclavo o cautivo en las minas (como durante el Imperio romano, en México durante la época colonial, en Estados Unidos hasta la Guerra de Secesión, u hoy en día en Indonesia), o del empleo del trabajo de niños en las mismas (prácticamente en cualquier país en algún momento en su historia), porque no acabaríamos 167 nunca... En el hallazgo, explotación y control de los recursos minerales hay muchos otros aspectos relacionados que pueden no ser tan románticos como la imagen de un aventurero en pos de un sueño dorado. A ello nos dedicamos ahora, porque no todo lo que reluce es oro. ¿Una industria sucia? Existe la convicción generalizada de que la extracción de materias primas minerales de la corteza terrestre es una actividad “sucia”. La minería poluciona el aire, las aguas continentales y marinas, y los suelos; produce contaminación acústica, y transforma el paisaje de forma dramática y, generalmente, de forma irreversible por el hecho de que precisa de la movilización de billones de toneladas de roca. Realmente casi no puede esperarse otra cosa de una actividad que implica el colocar sobre la superficie terrestre mediante instrumentos mecánicos (y también químicos, conocidos como lixiviación in situ, con la contaminación directa de aguas subterráneas con ácidos y metales) toda una serie de sustancias hasta entonces ocultas en la corteza terrestre, y que tienen un potencial enorme de ser movilizadas mediante la acción del agua (por acción del denominado drenaje ácido) o el viento (no hay que olvidar los asbestos, minerales potencialmente cancerígenos), y de convertirse en agentes contaminantes o causantes de graves problemas de salud. Por ese simple hecho es que la extracción de materias primas minerales produce más contaminación. En sí, la minería siempre será una industria relativamente sucia, tanto en el nivel de extracción como en el de procesado de las materias primas minerales (que incluyen el empleo de ácidos y otros productos dañinos 168 para el ambiente y la salud, como el cianuro sódico o potásico, no siempre usados de forma segura), pero ello no implica que no puedan hacerse esfuerzos para minimizar el impacto ambiental de dicha actividad, tanto en el aspecto de prevención como en el de remedio. Al fin y al cabo, la humanidad ha entrado en una dinámica de producción, consumo y desarrollo que requiere del procesado de una gran cantidad y variedad de materias primas, y es preciso equilibrar esas actividades con la conservación de los recursos naturales. Es decir, el desarrollo debe ser sustentable, en función de todos los recursos que necesitamos, lo que incluye el agua y el aire. Esos esfuerzos deben partir sobre todo de los gobiernos en todos los niveles (local, estatal, federal o nacional, y supranacional), pero también las corporaciones deben responsabilizarse socialmente por los resultados nocivos infligidos al medio ambiente y a la salud como “daños colaterales” derivados de sus actividades. Hasta que ésa no sea una exigencia interna de las corporaciones, hasta que éstas no sean de forma real y efectiva socialmente responsables, sólo la acción gubernamental puede remediar algo al respecto, especialmente en países en que la presión social en favor del medio ambiente no es muy fuerte. Sin embargo, el alcance de las decisiones y acciones gubernamentales no dejará de ser muy limitado sin contar con la cooperación decidida de todos los agentes productivos. Ello pasa por el hecho de que el propio accionariado de las corporaciones industriales y mineras renuncie a una pequeña parte de sus utilidades, para un mayor beneficio del medio ambiente y, en consecuencia, de todos nosotros. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Ahora bien, se ponen en riesgo el medio ambiente y la salud pública no sólo por la acción irresponsable de las corporaciones, sino también por la acción irresponsable 169 de algunos individuos que se establecen ilegalmente en terrenos insalubres a sabiendas de ello, y también por las administraciones públicas, cuya pasividad permite la existencia de ambas situaciones. Queremos creer que ninguno de estos tres contextos está generalizado, pero lo más cierto es que ninguno de ellos es excepcional. La idea básica para permitir un desarrollo sustentable es que en los ámbitos individual y colectivo se acepte la responsabilidad con el ambiente y con la sociedad humana en general, y se actúe en consecuencia, sin que sea por simpatía, o pensando en dejar un mundo mejor (o, al menos, no peor) de lo que lo encontramos al aparecer en él. ¿Las virtudes del reciclaje? En algunos casos la explotación de ciertos metales ha disminuido de forma drástica por ser más barato reciclarlos a partir de materiales ya manufacturados y desechados que obtenerlos mediante extracción minera. Tal es el caso, por ejemplo, del plomo. En efecto, el precio del plomo ha llegado a descender tanto que la explotación de yacimientos minerales de este metal, en muchos casos, ha dejado de ser costeable. El plomo, un metal sumamente contaminante y nocivo para la salud de animales y plantas, ha sufrido en los últimos 10 o 15 años un grave descenso en su demanda por el hecho, en parte, de que su uso como catalizador en combustibles automovilísticos ha disminuido fuertemente por la implementación de leyes ambientales en numerosos países industrializados que prohíben o restringen tal uso. En consecuencia, según las inexorables leyes de la economía, a menor demanda, menor precio. Así, menos explotaciones mineras dedicadas a la extracción del metal serán viables económica170 mente. Ello obliga a buscar formas alternativas más baratas para conseguir el metal que es aún necesario para otros usos. En el caso del plomo, la alternativa más económica ha resultado ser el reciclaje. Sin embargo, no siempre debe entenderse esa “maniobra” como un cambio desinteresado encaminado a favorecer el medio ambiente, puesto que en este caso también han predominado razones económicas, aunque el “detonador” de esta nueva situación haya sido una serie de decisiones políticas de orientación ambientalista: la erradicación del uso del plomo en combustibles para automóviles. El reciclaje es una virtud, ciertamente. El reciclaje permite la reutilización de materias primas ya manufacturadas, lo que ocasiona una disminución en la demanda de extracción de materias primas minerales. Es decir, un aumento en el reciclaje provoca directamente que se coloque sobre la superficie terrestre una menor cantidad de material potencialmente dañino. ¿Cuál es el problema entonces? ¿Por qué todos los países no se han entregado como locos al reciclaje? Porque, en la mayoría de casos, sigue siendo más barato el proceso de extraer materias primas minerales o importarlas de otros países que reciclar materias manufacturadas. Pero tampoco es cuestión de alarmarse gratuitamente: cada vez se desarrollan más y mejores tecnologías nuevas o soluciones para permitir el reciclaje de materias manufacturadas. Ahora bien, algunas de dichas tecnologías, consideradas como muy costosas, podrían ser perfectamente costeables si los principales yacimientos minerales se encontraran en el llamado “primer mundo”. Esta afirmación es incomprensible a primera vista, pero eso vamos a tratar de remediarlo en la siguiente sección. 171 Mineros de a pie y corporaciones Es un hecho que, actualmente, una gran parte de los yacimientos bajo explotación activa, o que mayor rendimiento económico reportan a las corporaciones mineras, se encuentran en “países en vías de desarrollo” (un feo eufemismo acuñado sobre el eufemismo no menos feo de “tercer mundo”, ambos encubriendo el calificativo de “países con altos índices de pobreza” o de “países con alto desequilibrio en el reparto de la riqueza”). Es también un hecho que la razón de ello es que esos países atesoran un gran volumen de recursos minerales. Tampoco es casualidad que las grandes corporaciones mineras realicen programas muy activos de exploración en el extremo oriental (Kamchatka, Siberia) y el centro de Rusia (Urales, Altai), en países de Asia central (Tadjikistán, Uzbekistán), en el sudeste de Asia (Malasia, Myanmar) y sus archipiélagos (Indonesia, Papúa-Nueva Guinea), China, África (Zambia, Zimbabwe, Congo), o Sudamérica (Argentina, Brasil): en muchos casos se trata de áreas que han sido tradicionalmente infraexploradas por ser remotas, por motivos políticos o por haber sido el escenario de conflictos bélicos de larga duración. Sin embargo, no es menos cierto que uno de los grandes atractivos que ofrece la mayoría de esos países son los bajos costos de producción. ¿A qué se deben esos bajos costos? A varias razones, entre las que cabe contar lo barata que es la mano de obra, a las pocas prestaciones a los trabajadores exigidas por los gobiernos de estos países a las empresas, y a lo permisiva que es la legislación ambiental. ¿México es uno de esos países? Tradicionalmente lo ha sido y, en algunos aspectos, sigue siéndolo. Sin embargo, México ya es un “país caro” para ciertas corporaciones, en comparación con países cuyos trabajadores no tienen dere172 cho a gozar de los beneficios sociales de que gozan los mexicanos (que, todo hay que decirlo, siguen siendo escasos en comparación, por ejemplo, con la mayoría de países de la Unión Europea, con Canadá o con Australia). La consecuencia de todo ello es que las operaciones de las corporaciones migran de sus propios países de origen hacia países en que la producción es más barata. Claro que si una mina sigue siendo lo suficientemente rentable, da lo mismo que se encuentre en Suecia que en Zambia, pues seguirá en explotación. Ahora bien, países en que históricamente han existido una minería muy activa y productiva, como EUA, Alemania, el Reino Unido, Francia, Canadá, España o Australia, esa actividad ha disminuido muchísimo, no sólo porque no haya mineral técnicamente explotable, sino también porque es más barato explotar el mismo tipo de mineral en otros países e importarlo. Cualquier actividad económica notable en cualquier sociedad le otorga beneficios económicos, aunque sean bajos, a sus trabajadores. A medida que esos trabajadores prosperan, desean consolidar sus beneficios económicos y aumentarlos para asegurar su futuro y el de los suyos. Sin embargo, ello no puede producirse sin un aumento en los beneficios sociales que éstos perciben. Es decir, los mineros empezarán a exigir servicios públicos, o bien a las corporaciones o bien a sus gobiernos que, a fin de cuentas, se lo exigirán a las corporaciones en forma de impuestos, aranceles, etc. Igualmente, exigirán aumentos en su salario. En consecuencia, si aumentan los beneficios de los trabajadores, acabarán disminuyendo los beneficios de las corporaciones, y si a eso se le agrega una disminución en la producción de la mina o una caída en el precio de los metales, ello puede significar el abandono de una explotación. 173 Esta visión es un tanto simplista, aunque sólo se trata de un ejemplo de lo que puede suceder, pero factores como los salarios, los impuestos, las prestaciones sociales y la legislación ambiental entran en el cómputo de gastos y beneficios de cualquier empresa, al igual que la cantidad de un metal que puede extraerse de un yacimiento o el precio en el mercado mundial del mismo. Y, en definitiva, ¿qué corporación, obligada a producir utilidades y no pérdidas a sus accionistas, se negará a operar en un país por el hecho de que éste permite sueldos muy bajos, casi no obliga a contribuir a una hacienda pública, y posee una legislación medioambiental muy permisiva, deficiente o inexistente? ¿Qué hacen esas corporaciones si, en algún momento, el relativo progreso social y económico de un país empieza a reducir sus beneficios más de lo que tenían contemplado? ¿Pagan más o se van? En la gran mayoría de los casos acaban yéndose, más temprano que tarde. ¿A dónde? A países en que siga siendo barato establecer su producción, en una cadena sucesiva. Retomemos la anterior afirmación, aún pendiente de explicación, de que “las tecnologías de reciclaje costosas podrían ser costeables si los principales yacimientos minerales se encontraran en el primer mundo”. ¿Cómo es eso? Los países del “primer mundo” son países cuyos habitantes, no sin un largo proceso de adquisición de sus derechos y servicios públicos, gozan de prestaciones que no tienen, ni por asomo, los habitantes de países “en vías de desarrollo”. Así, si los yacimientos minerales económicos se encontraran principalmente en países “desarrollados”, los beneficios de las corporaciones mineras serían mucho menores de lo que son en países “en vías de desarrollo”. Llegaría un punto en que una explotación minera viable por años en un país pobre ya no lo sería mucho antes en un país rico, ¿cierto? Así, en el país rico podría 174 llegar a ser más rentable invertir en desarrollar técnicas de reciclaje en lugar de invertir en minería. Sin embargo, lo cierto es que mientras haya países en los que las obligaciones sociales impuestas a las corporaciones por los gobiernos sean tan bajas como en la actualidad, es poco probable que se realice un desarrollo considerable de las tecnologías del reciclaje. Es cierto que hay materiales manufacturados que no son reciclables hoy en día, pero no sabemos si no son reciclables en absoluto, o si no son reciclables... todavía. Será muy difícil averiguarlo mientras se pueda “evitar” el desarrollo de tecnologías del reciclaje recurriendo a la explotación minera en países que no garantizan a sus ciudadanos, en muchos casos, ni las mínimas prestaciones sociales. Nótese que, hasta ahora, no hemos hablado del agotamiento de recursos. Ese tema, aparte de tener tintes catastrofistas, reales o imaginarios, será siempre una realidad que habrá que afrontar, tal vez no el año que viene ni dentro de 10 años, pues se encuentran nuevos recursos continuamente, pero esa amenaza es un espectro que, tarde o temprano, vendrá a llamar a la puerta de los países industrializados. A lo mejor entonces se opte por reciclar. Sociedades que (se) consumen No es culpa de las sociedades que éstas consuman cosas, como tampoco es culpa de los países pobres que no se estimule el reciclaje en los ricos. De hecho, uno de los factores que se utilizan para determinar lo “desarrollada” que está una sociedad es su nivel de consumo per capita. Otro asunto, claro está, es el “consumo responsable”, y actualmente no puede considerarse que alguna sociedad moderna sea “responsablemente consumista” sino, sim175 ple y llanamente, consumista. La tendencia es aumentar el consumo de cada vez más y más cosas, y cada vez más baratas; cuanto más baratas mejor. Más barato no significa que sea ni mejor para el ambiente ni para la misma sociedad. Más barato sólo significa “mejor para mi bolsillo ahora”. En el ámbito individual, habría que pensar si realmente es necesario para nuestra existencia o desarrollo personal consumir cada vez más a cada vez menor precio. Tal vez pagar por nuestros bienes de consumo un poco más no representaría ningún descalabro económico. Tal vez sólo representaría el privarnos de un capricho de vez en cuando o no salir de vacaciones tan a menudo. Pero esas pequeñas renuncias, llevadas a nivel colectivo, podrían suponer un enorme aumento en la calidad de vida en otras sociedades más desfavorecidas, y podría suponer una disminución en los niveles de contaminación en el nivel global. No se trata de acabar con la producción en países “en vías de desarrollo” sino de que esa producción pueda salir un poco más cara para que los productores en esos países se beneficien de una mayor calidad de vida y un ambiente más respirable. Todo ello, siempre y cuando adquiramos bienes de consumo cuya producción sepamos que no implica la negación de los derechos humanos y sociales de otros individuos, y que no perjudica el ambiente global. También es responsabilidad de los ciudadanos de cualquier país el exigir a sus gobernantes que modifiquen las leyes que favorecen el beneficio económico por encima del beneficio social o la conservación ambiental. Ello puede formar parte tanto de estrategias colectivas como de decisiones individuales (por algo se empieza), pero no podemos esperar como individuos a que las cosas, simple y misteriosamente, “sucedan”. Si la próxima vez que nos tomemos un refresco enlatado, en lugar de tirar la lata 176 por la ventanilla del automóvil en marcha procuramos que ésta sea almacenada adecuadamente para su posterior reciclado, ése es ya un buen comienzo. Pero es sólo el comienzo. Al respecto, nunca está de más pensar que, tal vez, esa lata que es desechada irresponsablemente en una calle o una carretera significó cinco minutos mal pagados del trabajo de un minero que inhala polvo todo el día, cinco minutos mal pagados más del trabajo de un obrero en una planta de tratamiento que despide emanaciones tóxicas, y de otro obrero en una fundición soportando temperaturas bochornosas y quemaduras diversas, etc., o que la mina de la que se extrajo la materia prima mineral libera al medio grandes cantidades de sustancias tóxicas y contaminantes, lo que libera a la empresa que la explota de efectuar un gasto extra en prevención y remedio que podría encarecer ínfimamente el precio de nuestra lata, o que la mina de la cual se extrajo la materia prima mineral para elaborar esa lata obligó a desalojar poblaciones enteras, o que la energía eléctrica necesaria para “mover” la actividad minera fue un factor determinante para anegar cientos de hectáreas de bosques, cultivos y poblaciones bajo el agua de un embalse, o que el control por una zona minera clave fue el factor desencadenante de una guerra civil, o una guerra entre países pobres que, a su vez, contribuyeron a la expansión de varias epidemias que diezmaron su población, etc., etc. En definitiva, un objeto cualquiera que desechamos con suma ligereza puede ser el fruto del trabajo de muchas personas y de muchas calamidades humanas que, al parecer, sólo sucedieron para permitir a algunos tirar una lata desde la ventanilla de un automóvil en marcha. 177 A manera de conclusión en la cámara de los horrores de la minería Es difícil hacer un balance de los daños colaterales que lleva consigo la minería en muchos casos, y eso que no hemos expuesto casos de franco genocidio asociados a la misma, como el de los lakota (sioux) de las Black Hills en Dakota, los aborígenes de Bendigo en Australia, o los yanomame y macuxi de la Amazonia. Para una larga lista de los horrores asociados a la actividad minera, remitimos al lector a la siguiente dirección de internet: www.ecoportal.net/articulos/impact_min.htm Sin embargo, podemos pasar revista a dichos horrores, que no son sólo cosas del pasado: esclavitud, trabajo cautivo, trabajo infantil, esclavitud infantil, genocidio (deliberado o no), racismo y segregación racial, movilización forzada de poblaciones, crímenes de género, violación de otros derechos humanos básicos, violación de derechos laborales básicos, corrupción política y administrativa, conflictos armados de diversa índole, contaminación del aire, contaminación de las aguas continentales, contaminación de los mares y océanos, contaminación acústica, destrucción paisajística, invasión de áreas naturales protegidas, amenaza de extinción de especies animales y plantas, perjuicios a la salud (incluso de los propios mineros), etcétera. Si alguien tiene la impresión de que el panorama es desolador, está en lo cierto. Sin embargo, como cualquiera otra actividad económica, la minería puede desarrollarse de forma respetuosa. Tal vez ello sea una quimera si lo que sigue primando es el beneficio económico sin importar mucho más que eso. La minería es sólo un instrumento y como tal puede utilizarse para bien o para mal: ello depende de quién y cómo la usa. 178 Un último (y breve) sermón No somos humanos al consumir cosas despreocupadamente, cosas que no son necesarias para nosotros como individuos ni para nuestra supervivencia como especie animal, y ciertamente no somos humanos cuando permitimos que un beneficio económico sea prioritario ante cualquiera otra consideración: nos volvemos más humanos cuando somos conscientes de qué le sucede a nuestro entorno y a nuestros semejantes, cuando decidimos enmendar nuestros errores como especie e individuos, y cuando permitimos el acceso a otros individuos de nuestra especie a los beneficios sociales y a los conocimientos científicos y técnicos que algunos hemos tenido la buena fortuna de poder adquirir. Por lo pronto, los autores de este libro tratamos, con éste, de contribuir modestamente al proceso de humanización de nuestra especie. 179 BIBLIOGRAFÍA Alaniz-Álvarez, S. 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En el empleo terminológico nos hemos ceñido a las recomendaciones establecidas en el Léxico Geológico Mexicano (2004), puesto que es el referente más inmediato y de elaboración más rigurosa dedicado a unificar la terminología geológica en español en México. Uno de los objetivos del Léxico es sentar una terminología en lengua española para poder evitar, en el lenguaje geológico, el empleo de anglicismos innecesarios. En este libro subscribimos dicho objetivo, pero también se relacionan términos en otros idiomas (generalmente, en inglés) que son de uso común en la jerga geológica, incluso de uso más común que el término propio en español. Siguiendo las recomendaciones del Léxico, en casos de sinonimia incluimos como entrada los sinónimos que estimamos correctos, aunque alguno de ellos sea un extranjerismo, si bien la definición está sólo expuesta en la entrada del 187 término que consideramos más adecuado para su uso en español. Para las definiciones nos hemos basado, en gran medida, en el Diccionari de Geologia, cuya elaboración dirigió Oriol Riba i Arderiu (1997), aunque, ciertamente, adaptando dichas definiciones “a nuestro gusto”. abundancia cortical. Véase Clarke. acuífero. Formación geológica porosa y permeable en la que se almacena y por la que circula agua subterránea, o relativo a la misma. actualismo. Principio según el cual los procesos y las leyes naturales que afectan a la corteza terrestre lo han hecho de igual modo durante todo el tiempo geológico. Así, aplicando este principio, los hechos geológicos pueden ser explicados de acuerdo con los fenómenos observables en la actualidad. Sinónimo: principio de uniformitarismo. agua ácida de drenaje o agua de mina. Agua ácida y rica en metales disueltos, muy contaminante, que escurre de los vertederos de jales, formada por la interacción entre las aguas naturales y los sulfuros metálicos de rechazo y sus productos de alteración. La generación de este tipo de agua supone uno de los mayores problemas ambientales de la minería. agua juvenil. Agua derivada de un magma liberada por primera vez a la superficie terrestre y que no procede directamente de la hidrosfera ni de la atmósfera. agua meteórica. Agua de la atmósfera depositada en la tierra mediante los meteoros (lluvia, nieve, etcétera). agua subterránea. Agua de cualquier tipo y origen que se halla por debajo de la superficie. En la práctica, en inglés, el término designa el agua meteórica de la zona saturada; en español, en el ámbito de la metalogenia, 188 se emplean términos más específicos, pero en hidrología se usa el término según esta definición. agua superficial. Agua que ocupa la red hidrográfica, formando cursos fluviales, lagos, pantanos, etcétera. alóctono(a). Carácter de un depósito mineral o formación rocosa que se halla en una posición distinta de la de su formación, debido a transporte mecánico, a movimientos tectónicos, etcétera. alteración. Conjunto de procesos, o relativo a ellos, que modifican la composición o mineralogía original de un depósito mineral, de un mineral o una roca por acción de fluidos en desequilibrio químico con dichos minerales y rocas, o por temperatura o presión. La alteración hidrotermal se produce por la acción de fluidos hidrotermales (calientes) que se saben hacia la superficie, mientras que la alteración supergénica se produce por acción de aguas superficiales (frías) en trayectoria descendente. ambiente deposicional. Conjunto de factores y condiciones fisicoquímicas y biológicas que determinan la deposición o precipitación mineral. anomalía geofísica. Variación repentina de una magnitud física (por ejemplo, magnética o gravimétrica) causada por la distribución irregular de masas rocosas y/o fluidos en la corteza terrestre que, en algunos casos, puede ser atribuida a la existencia de un yacimiento mineral. anomalía geoquímica. Concentración significativamente elevada en uno o más elementos químicos, que puede ser indicativa de la presencia cercana de un cuerpo mineralizado. anortosita. Roca plutónica constituida en su mayor parte por plagioclasa, con pequeñas cantidades de augita, hornblenda y biotita. Los complejos de rocas de este tipo o complejos anortosíticos suelen contener importantes yacimientos de titanio. 189 arcilla. Roca detrítica compuesta por minerales de grano muy fino, caracterizada por mostrar un comportamiento plástico cuando contiene agua en cantidades suficientes, pero que se endurece por desecación y por cocción. También se aplica para designar cualquier especie mineral perteneciente al grupo mineralógico de las arcillas. arco magmático. Franja relativamente estrecha de actividad magmática desarrollada por encima de una zona de subducción, indistintamente sobre corteza continental u oceánica. asociación mineral. Agrupación de minerales distintos en una roca o depósito mineral determinado, que pueden tener una procedencia distinta y haberse formado mediante procesos distintos o iguales. En el caso de poderse determinar su formación mediante los mismos procesos se denomina paragénesis mineral. astenósfera. Parte del manto superior situada inmediatamente por debajo de la litosfera, en la cual la velocidad de propagación de las ondas sísmicas se reduce considerablemente. atmósfera. Envoltura externa de la Tierra, de unos 1 000 kilómetros de grosor, formada por la mezcla de gases denominada aire. autigénesis. Proceso de formación de minerales dentro de la misma roca, sedimento o depósito mineral, por sustitución, recristalización o sobrecrecimiento. autóctono(a). Carácter de un depósito mineral o formación rocosa que se halla en la misma posición en que se formó. bandeado. Sucesión alternante de láminas química, mineralógica o texturalmente diferentes, originada por procesos geológicos diversos, en un depósito o roca. Banded Iron Formations. Véase formaciones de hierro bandeadas. 190 bauxita. Roca sedimentaria residual rica en hidratos de aluminio, formada como resultado de la meteorización de feldespatos y feldespatoides en condiciones ambientales tropicales y subtropicales. beneficio. Proceso metalúrgico al que se somete el mineral extraído de una mina para obtener un producto con las características y la pureza requeridas por el mercado. BIF. Véase formaciones de hierro bandeadas. black smoker. Véase chimenea mineralizante. bonanza. Término de origen minero aplicado a zonas mineralizadas excepcionalmente ricas en menas metálicas, generalmente referido a yacimientos en vetas. Se emplea el término directamente en español también en otras lenguas. brecha. Término de carácter descriptivo, aplicado a cualquier formación que conste de fragmentos angulosos y una matriz de naturaleza clástica o no clástica. Término de origen italiano derivado a su vez de un término germánico que significa quebrar o quebrado. BSR. Véase sulfatorreducción bacteriana. calcófilo(a). Elemento químico, o relativo al mismo, que tiene tendencia a concentrarse en combinación con el azufre. Los elementos considerados calcófilos son Cu, Ag, Zn, Cd, Hg, Ga, In, Tl, Ge, Sn, Pb, As, Sb, Se, Te, Fe, Mo y Cr. calicata. Trincheras y pozos de escasa profundidad, excavados con el fin de estudiar y evaluar económicamente un yacimiento mineral. También se emplea el término cata. cantera. Lugar del que se extrae piedra para su uso directo como material de construcción u ornamental. carbón. Roca sedimentaria que, por su elevado contenido en carbono (>50%), sirve de combustible. Suele ser de 191 color negro y está constituido por detritos vegetales que han sufrido un proceso de transformación conocido como carbonización. carbonatita. Roca ígnea constituida en más de 50% modal por minerales carbonáticos primarios, formada a partir de un magma rico en CO2 y en Ca. cata. Véase calicata. ciencias de la tierra. Conjunto de ciencias que estudian, en su totalidad, la Tierra, incluidas sus fases sólidas, líquidas y gaseosas. cinturón. Cualquier conjunto de forma alargada o alineada de varios depósitos minerales formando una unidad genética intrínseca. Véase provincia metalogenética. Clarke. Contenido promedio, en el nivel de la corteza terrestre, de un elemento químico determinado. Sinónimo: abundancia cortical. combustible fósil. Cualquier combustible que se extraiga de la tierra, por ejemplo, los carbones, el petróleo y el gas natural. complejante. Anión o grupo aniónico de naturaleza y composición diversas con capacidad para transportar metales en soluciones acuosas. complejo. Véase complejante. // También se aplica a asociaciones de rocas como sinónimo de macizo, por ejemplo: complejo carbonatítico, complejo de rocas agpaíticas, etcétera. concentrado de mineral. Producto final del proceso industrial de separación de un mineral económico de su ganga. concesión minera. Parte de un terreno de dominio público cedida a un particular o a una empresa con el fin de que la retenga, la explore o la explote, de acuerdo con la legislación vigente en materia de minería. Su solicitud se conoce como denuncio minero. 192 conductividad térmica. Se define, en sentido estricto, como la propiedad de un conjunto rocoso uniforme que representa la cantidad de calor que atraviesa en un segundo el área de un metro cuadrado, en un espacio donde el gradiente térmico es de 1ºC por metro. En un sentido menos técnico, se trata de la capacidad de todo cuerpo geológico de adquirir la temperatura del medio circundante, o de liberar la propia al mismo. corteza terrestre. Envoltura sólida y más superficial de la Tierra, limitada inferiormente por la discontinuidad de Mohorovi c̆ić, cuya naturaleza es distinta según se trate de los fondos oceánicos o de las masas continentales. cratón. Sector continental de la corteza terrestre, relativamente estable y extenso, que ha sido poco deformado durante un largo periodo de la historia terrestre. cristal. Sustancia sólida de composición química definida, formada por átomos o moléculas dispuestos de manera regular y periódica. En condiciones favorables, el cristal está limitado por superficies planas conocidas como caras o facetas. cristalización. Proceso de ordenación estructural de un mineral a partir de fluidos, por enfriamiento, precipitación o congelación, o bien a partir de materiales reestructurados por efecto de metamorfismo. Se conoce como cristalización fraccionada la formación de diferentes fases cristalinas en un sistema cualquiera, que puede ser tanto un magma como una solución salina, siguiendo un orden determinado según condiciones físico-químicas cambiantes dentro de una tendencia de cambio o evolución. cromitita podiforme. Término descriptivo que se aplica a una roca compuesta en gran parte de cromita de forma aplanada fusiforme o lenticular. Se usa como término que designa un tipo de yacimiento conocido también 193 como cromititas de series ofiolíticas o cromititas ofiolíticas, en contraposición al otro tipo de yacimiento principal de cromita, las cromititas de complejos estratiformes o tipo Bushveld. Su formación se produce en diversos contextos geotectónicos, pero siempre en la parte inferior de la litosfera oceánica o en la parte superior del manto infrayacente a la misma. cuenca, cuenca sedimentaria. Depresión de la corteza terrestre de morfología y dimensiones muy variables, normalmente situada en el interior o en el margen de los continentes, la cual es o ha sido un lugar de sedimentación actual o antiguo. chimenea mineralizante. Estructura con morfología parecida a una chimenea situada sobre el fondo marino, normalmente cerca de las dorsales oceánicas, por la que se emiten fluidos hidrotermales que generan mineralizaciones ricas en sulfuros metálicos (especialmente de cobre, plomo, zinc y hierro). Por el color negro que las partículas minerales en suspensión confieren a las emanaciones, estas estructuras son conocidas por el término inglés de black smokers. denuncio minero. Véase concesión minera. depósito mineral. Concentración natural de una o varias sustancias minerales útiles. En el caso de haber sido o poder ser objeto de explotación minera se denomina yacimiento mineral. depósitos de oro diseminado en rocas sedimentarias. Tipo de depósitos de oro diseminado, de baja ley y alto tonelaje, en rocas sedimentarias (por lo común carbonatadas), originados por medio de fluidos de origen diverso de carácter mesotermal. También se emplean sus siglas en inglés SHGD, por sediment-hosted gold deposits. depósitos de óxidos de hierro con cobre y oro. Tipo de depósitos derivados parcialmente de segregación mag194 mática mediante la que se generan magmas ricos en magnetita, con cantidades localmente importantes de cobre, oro y tierras raras, generalmente de edad proterozoica, con depósitos equivalentes de edad fanerozoica de menor tamaño. También se emplean sus siglas en inglés IOCG, por iron oxide-copper-gold deposits. depósitos de sulfuros de cobre y níquel. Tipo de depósitos asociados a rocas magmáticas ultramáficas de edad arqueana, esencialmente komatiítas, con importantes concentraciones de cobre y níquel. depósitos de sulfuros masivos vulcanogénicos. Véase sulfuros masivos vulcanogénicos. depósitos de tipo Carlin. Véase depósitos de oro diseminado en rocas sedimentarias. depósitos de tipo irlandés, o depósitos de tipo irlandés de Zn-Pb en carbonatos. Tipo de depósitos hidrotermales estratoligados, de morfología irregular pero con forma general de cuña, adyacentes a fallas normales y encajonados en carbonatos, que forman cuerpos masivos de sulfuros de metales básicos y barita. Son, probablemente, depósitos de transición entre los de tipo Mississippi Valley y los sedimentario-exhalativos. En inglés, Irishtype deposits. depósitos de tipo Mississippi Valley. Depósitos hidrotermales de relleno de cavidades en carbonatos, de morfología irregular, relacionados con circulación de salmueras evaporíticas y connatas y de hidrocarburos, mena de metales de base, fluorita, barita, etc. Sus siglas en inglés (mvt, por Mississippi Valley type) suelen emplearse también en español para designar este tipo de depósitos. depósitos de uranio en lechos rojos (o red beds). También denominados de roll-front o frente rodante. Tipo de depósitos uraníferos, cupríferos y vanadíferos produ195 cidos en interfases reducción-oxidación por circulación de aguas, generalmente de formación o meteóricas, a través de capas rojas de areniscas. Un tipo de depósitos afines son los del tipo Salt Wash. depósitos estratiformes de cobre encajados en sedimentos. También conocidos como Kupferschiefer. Depósitos estratiformes de cobre y cobalto formados en condiciones diagenéticas. depósitos metalíferos en pórfidos. También denominados depósitos porfídicos, depósitos de metales básicos en pórfidos, depósitos porfídicos de metales de base, pórfidos cupríferos, pórfidos auríferos, pórfidos molibdeníferos, pórfidos estanníferos, etc., según el metal o metales predominantes. Tipo de depósitos minerales hidrotermales que se desarrollan por acción de fluidos magmáticos a alta temperatura sobre un cuerpo intrusivo porfídico, generalmente de composición granítica, que forman cuerpos mineralizados por lo común de baja ley y muy alto tonelaje. Los principales depósitos de cobre del mundo son de este tipo (p.ej., Chuquicamata en Chile, Cananea en México) y suelen ser ricos también en oro, molibdeno y estaño. depósitos orogénicos de oro. Véase depósitos de oro diseminado en rocas sedimentarias. depósitos sedimentario-exhalativos o sedex. Tipo de depósitos minerales submarinos de origen hidrotermal, formados a partir de exhalaciones de fluidos ricos en metales, originados en el seno de cuencas sedimentarias, a partir de los que se produce la precipitación mineral por contraste térmico y químico entre dichos fluidos y el agua marina. La formación de sulfuros suele producirse por sulfatorreducción bacteriana o en zonas anóxicas del fondo marino. Tipo de depósitos similar a los vulcanogénicos, pero en ausencia de vulcanismo submarino. 196 desmezcla. Proceso contrario a la mezcla. Véase exsolución. diagénesis. Conjunto de transformaciones físico-químicas que experimentan los sedimentos desde que se depositan hasta que se convierten en roca. diagrafía. Registro continuo de ciertos parámetros físicos del subsuelo, esencialmente resistividad, potencial espontáneo, propagación de las ondas acústicas y radiactividad, obtenido a partir de un sondeo. diamantes kimberlíticos o pipes de diamantes. Tipo de depósito diamantífero asociado a kimberlitas. También suele denominarse este tipo de depósitos como de kimberlitas diamantíferas. diamantes lamproíticos. Tipo de depósito diamantífero asociado a lamproítas. difractometría de rayos-X. Conjunto de métodos de estudio de la estructura de las sustancias cristalinas basados en el fenómeno de la difracción de rayos-X. Sinónimo: röntgenografía. dilución. Proceso de mezcla entre dos fluidos acuosos con un alto contraste de salinidades, referido al fluido inicialmente más salino. diseminación. Disposición de un mineral o de una asociación mineral, disperso en una ganga, que no se presenta de forma masiva. disolución. Compuesto homogéneo que resulta de desunir las partículas o moléculas de un sólido (soluto) en un líquido (disolvente), o la acción y efecto de generar dicho compuesto. distrito minero. Parte de una provincia metalogenética, de extensión arbitraria, que contiene diversos yacimientos minerales y forman un sistema o conjunto común. dúctil. Dícese de los minerales y rocas que, bajo el efecto de esfuerzos o presión, pueden ser deformados de una manera continua. 197 dorsal oceánica. Cordilleras submarinas de enormes dimensiones caracterizadas por presentar un valle a lo largo de su zona axial donde, mediante una intensa actividad volcánica, se genera nueva corteza oceánica. ebullición. Proceso de separación repentina de vapor de agua que tiene lugar cuando, al alcanzar la fase líquida la temperatura del punto de ebullición, la mayoría de las moléculas es capaz de escapar desde todas partes del cuerpo de agua, no sólo de la superficie (como sería el caso de una evaporación). La ebullición en fluidos hidrotermales tiene como consecuencia el fraccionamiento de los volátiles hacia la fase gaseosa, y la formación de un fluido acuoso residual con una salinidad mayor a la del fluido anterior a la ebullición. efervescencia. Proceso de separación de un volátil no acuoso (generalmente CO2, pero también CH4, etc.) a partir de un fluido acuoso en el que éste estaba disuelto. elemento explorador. Elemento químico que tiende a formar aureolas geoquímicas por sí solo o junto con otros elementos, asociado en su origen a elementos de interés económico. En inglés se usa el término más conocido de pathfinder. elemento mayor, o elemento mayoritario. En general, cada uno de los ocho elementos contenidos en más de 1% en la corteza terrestre: O, Si, Al, Fe, Ca, Na, K y Mg. Además, se consideran elementos mayores de una roca en particular aquellos que la constituyen en más de 0.1% y que entran en la composición de sus minerales esenciales. elemento menor, o elemento minoritario. Elemento contenido en una roca en concentraciones entre 1% y 10 000 ppm y que, en general, entra en la composición de sus minerales accesorios. elemento traza. Elemento que se presenta en una roca en concentraciones claramente inferiores a 1 000 ppm. 198 elutriación. Proceso de separación de partículas de densidad diferente mediante agitación en el agua seguida de decantación. Se puede aplicar, usando una batea, como técnica de separación de minerales pesados. endoskarn. Granitoide o roca granítica que, por endometamorfismo, ha sido skarnificado. Término derivado de skarn, de origen sueco. enfriamiento conductivo. Proceso físico mediante el cual el calor transportado por un fluido se transmite de forma conductiva a las rocas de alrededor, del que puede resultar la precipitación de los minerales en solución dentro de un fluido acuoso. enriquecimiento. Proceso de acumulación adicional de un elemento o mineral económico en un cuerpo rocoso preexistente en el que originalmente estaba contenido en bajas cantidades. enriquecimiento supergénico. Véase supergénico. epigenético(a). Dícese del depósito mineral formado con posterioridad a la roca que lo contiene. epitermal. Tipo de depósito mineral hidrotermal en contexto distensivo local, en vetas de relleno o por lixiviado de las rocas de caja (según de qué tipo sean los fluidos mineralizantes), formado desde la superficie, en condiciones subaéreas, hasta profundidades de 2 km, a temperaturas hasta de 300 ºC, relacionado con vulcanismo ácido o bimodal. Se distinguen tres tipos principales: de baja, intermedia y alta sulfuración. Fuente importante de oro y plata, así como de bismuto y otros elementos. época metalogenética. Época en la historia geológica en que se produjo la formación de un número considerable de depósitos minerales afines en tipo u origen. escoria. Material de rechazo que queda después del proceso industrial de fusión de las menas para extraer metales. estéril. Dícese de las rocas poco o nada mineralizadas que 199 hay que extraer o evacuar cuando se explota un yacimiento mineral. estratiforme. Dícese de los depósitos minerales y otros cuerpos geológicos en forma de estratos, dispuestos en estratos o con disposición similar a estratos. estratoligado(a). Dícese de los depósitos minerales y otros cuerpos geológicos, con morfología estratiforme o no, cuya formación ha sido favorecida o debida a la presencia de determinados estratos, de forma que la distribución de sus mineralizaciones se restringe a dichos estratos. estructura cristalina. Distribución espacial ordenada de los átomos que forman un cristal. evaporación. Proceso de cambio de una fase líquida a una fase gaseosa. evaporita. Roca sedimentaria formada por efecto de la evaporación de una salmuera. exhalita. Sedimento químico de depositación submarina formado por la precipitación de minerales a partir de una fumarola o surgencia hidrotermal submarina. exoskarn. Roca sedimentaria (generalmente carbonatada) que, por endometamorfismo, ha sido skarnificada. Término derivado de skarn, de origen sueco. exploración. Conjunto de estudios y reconocimientos del terreno encaminados al descubrimiento de recursos minerales. explotación. Conjunto de métodos y labores mineras que tienen por objeto la obtención de materias primas minerales. exsolución. Separación de una fase mineral homogénea en dos fases sólidas, por lo general durante su enfriamiento. // Separación de volátiles disueltos en un fluido acuoso, o de fluidos acuosos a partir de un magma, debido a una disminución de presión. 200 factor de concentración. Grado de enriquecimiento de un elemento químico en un yacimiento mineral, expresado normalmente con respecto a su abundancia cortical o Clarke. falla. Fractura de la corteza terrestre acompañada de un movimiento relativo entre los dos bloques entre los que quedan divididas las rocas afectadas. fantasma. Forma cristalina de un mineral, parcial o totalmente obliterado por reemplazamiento o disolución. filón. Véase veta. fluido. Líquido o gas involucrado en la movilización, transporte y precipitación mineral, y cualquier otro proceso involucrado en metalogenia o relativo a lo anterior. Se habla de fluidos acuosos cuando la base de los mismos es la molécula del agua. También existen fluidos carbónicos (cuya base es CO2, HCO3¯, etc.). Estrictamente, los magmas son fluidos, y en metalogenia también intervienen como agentes mineralizantes o portadores de elementos que pueden ser potencialmente constitutivos de depósitos minerales. fluido hidrotermal. Véase hidrotermal. fondo geoquímico. Concentración promedio, en el nivel de una región determinada, de un elemento químico o de un grupo de elementos. formaciones de hierro bandeadas. Formación constituida por masas de hierro bandeado sedimentario y sus equivalentes metamórficos, típica del Proterozoico y el Arqueano, cuyo origen fueron los ambientes marinos durante el inicio de la actividad fotosintética en la Tierra. También se emplean sus siglas en inglés, BIF, por banded iron formations. Otras denominaciones de esta tipología son itabirita en Brasil, taconita en Canadá y jaspilita en Australia. fósil. Objeto, resto orgánico, estructura o impresión rela201 cionada con algún organismo vivo, que ha permanecido enterrado o incluido en las rocas durante mucho tiempo. Además, se califica de fósil a cualquier proceso geológico no activo en la actualidad, así como a sus productos, como por ejemplo, karst fósil o sistema hidrotermal fósil. frágil. El mineral o roca que es fácil de romper o de triturar y que en el dominio elástico se rompe sin haber adquirido previamente deformación permanente. fuente termal. Fuente o surgencia en la que el agua mana a una temperatura superior a la media ambiental. Manifestación superficial de un sistema hidrotermal, que constituye el ejemplo actual de diversos tipos de depósitos minerales hidrotermales. Se empleó durante un tiempo como un subtipo de los depósitos epitermales de baja sulfuración, pero su clasificación como subtipo está actualmente desacreditada. gambusino. Minero que, trabajando en muchas ocasiones por cuenta propia, emplea técnicas artesanales de minado, generalmente mediante extracción selectiva en mineralizaciones metálicas de alta ley. Término equivalente de garimpeiro, de uso en Brasil. ganga. Término minero que designa en cada yacimiento particular el conjunto de minerales sin interés práctico, generalmente no metálicos, asociado a una mena en explotación o explotable, generalmente metálica. Término de origen francés derivado, a su vez, de un término alemán que significa veta. gema. Piedra tallada y pulida con valor intrínseco en joyería por determinadas cualidades ornamentales. Este término suele incluir materiales que no son minerales propiamente dichos, como ámbar, perlas, azabache, marfil, coral, etcétera. geofísica. Ciencia que, aplicando los métodos de la física, 202 estudia la totalidad de la Tierra, desde el centro hasta la atmósfera. geología. Ciencia que tiene por objeto el estudio de la composición, la estructura, la morfología y la edad de la Tierra, particularmente de las partes directamente accesibles o próximamente accesibles a la observación directa. geología económica. Véase metalogénesis, metalogenia. geoquímica. Ciencia que estudia la abundancia y la distribución de los elementos químicos y de los isótopos en la Tierra y en los materiales que la forman. gossan. Depósito mineral secundario constituido por una mezcla de óxidos e hidróxidos y ganga, que forma un recubrimiento superficial sobre algunos depósitos de sulfuros, derivado de alteración meteórica de las menas en la zona de oxidación. Término derivado de la extinta lengua córnica (de Cornualles, Inglaterra), y significa sangre. greenstone belt. Literalmente, “cinturón de rocas verdes”. Serie sedimentaria y volcánica arqueana con metamorfismo de grado bajo, localizada según cinturones, que alberga depósitos de clase mundial de oro y otros metales. No aplica traducción literal, sino que suele usar el término en inglés también la literatura en español. greisen. Roca producto de alteración neumatolítica de una roca granítica, asociada a la formación de depósitos de estaño en vetas, con gran cantidad de cuarzo, moscovita y minerales de litio, boro y flúor, producto de dicha alteración. Término de origen alemán que significa partir o dividir. hidratación. Formación de un mineral por la combinación de una sustancia con agua (p.ej., formación de yeso por hidratación de anhidrita). hidrocarburo. Dícese de los compuestos bioquímicos for203 mados únicamente por carbono e hidrógeno, cuya estructura consiste en un armazón de carbono al que se unen átomos de hidrógeno, y son constitutivos de la materia orgánica. hidrófilo(a). Dícese del mineral o sustancia que tiende a absorber agua, o bien del elemento químico con una fuerte tendencia a concentrarse en las aguas naturales. hidrófobo. Mineral que no se moja fácilmente, que evita el agua y que tiende a desplazarse hacia la interficie aguaaire. Dicho comportamiento se aprovecha para separar minerales molidos según el método de flotación. hidrólisis. Proceso de descomposición de los minerales debido a su reacción con soluciones acuosas, que implica la pérdida de iones del mineral y la incorporación de iones de hidrógeno o grupos hidróxilos. hidrotermal. Relativo o perteneciente a aguas o fluidos acuosos con temperaturas superiores a la media ambiental. hierro bandeado. Véase formaciones de hierro bandeadas. hipogénesis. Proceso de formación de un mineral, depósito mineral o roca en zonas profundas de la litósfera. Término generalmente aplicado a depósitos minerales formados a partir de fluidos hidrotermales ascendentes derivados de un magma. De este término derivan los adjetivos hipogeno(a), hipogénico(a) o hipogenético(a). hot spot. Véase punto caliente. imbricación. Cualquier proceso de mineralización o de alteración que se emplaza sobre una mineralización o alteración preexistente, sin modificar su geoquímica, mineralogía, textura o estructura interna, contrariamente a la superposición o sobreimposición. inclusión fluida. Inclusión formada por un fluido atrapado en determinadas cavidades de un mineral. Su análisis microtermométrico permite obtener, principalmen204 te, su temperatura mínima de atrapamiento (temperatura de homogeneización), y una estimación de la proporción y composición de los solutos mediante las temperaturas de fusión del hielo, de la hidrohalita y la temperatura eutéctica. Se categorizan en inclusiones fluidas primarias, secundarias y pseudosecundarias, según su relación petrográfica con el mineral en que están atrapadas. industria lítica. Industria prehistórica basada en la fabricación de instrumentos y herramientas de piedra. inmiscibilidad. Incapacidad de dos o más líquidos o sólidos de mezclarse homogéneamente el uno con el otro. intemperismo o meteorización. Conjunto de procesos mecánicos, físico-químicos o biológicos de alteración y descomposición de formaciones geológicas en superficie por acción de agentes atmosféricos. interacción agua-roca. Conjunto de los procesos reactivos entre cualquier tipo de roca y cualquier tipo de agua o fluido acuoso. Término comúnmente usado en las reacciones de intercambio isotópico entre agua y roca. IOCG. Véase depósitos de óxidos de hierro con cobre y oro. isótopo. Átomos con el mismo número atómico (del mismo elemento químico) pero diferente número de neutrones en su núcleo. Se distingue entre isótopos radiogénicos o inestables e isótopos estables en función de si se desintegran radiactivamente o no. jales. Producto particulado procedente de los procesos mineros de concentración, que se vierte como detrito y que, en ocasiones, es un contaminante para el medio ambiente. Un sinónimo de este término es colas (en inglés tailings). jaspe. Variedad criptocristalina del grupo de la sílice. Término aplicado también a una variedad roja de radiolarita, o a formaciones superficiales o subsuperficiales de 205 ópalo rojizo o de otros colores, derivado de depositación hidrotermal. jasperoide. Término que se aplica a depósitos silícicos semejantes al jaspe, generalmente superficiales o subsuperficiales, de adscripción genética poco clara. kimberlita. Roca ígnea ultramáfica porfídica rica en potasio y pobre en sílice, que forma brechas verticales de explosión. Constituye la fuente principal de diamantes. komatiíta. Roca ígnea volcánica de carácter ultramáfico cristalizada a muy altas temperaturas y procedente de un magma muy rico en magnesio, cuya presencia está restringida a escudos arqueanos. Asociados a este tipo de rocas se encuentran los depósitos de sulfuros de cobre y níquel. kupferschiefer. Véase depósitos estratiformes de cobre encajados en sedimentos. lamproíta. Variedad de roca porfídica básica a ultrabásica rica en potasio y magnesio. lapislázuli. Roca compuesta por lazurita, haüyna, pirita y sodalita, que por su color azul es muy apreciada en joyería. laterita. Cobertera edáfica desarrollada en climas intertropicales mediante una fuerte alteración geoquímica y a un fuerte grado de lixiviación, generalmente sobre rocas graníticas, originándose importantes depósitos de mena de aluminio, níquel y otros metales. lava. Material magmático fundido emitido a la superficie terrestre. lechos rojos. Rocas sedimentarias detríticas formadas en condiciones oxidantes, que suelen ser las rocas encajonantes de depósitos de diversos elementos como uranio, cobre y vanadio. Véase depósitos de uranio en lechos rojos. También se les conoce como capas rojas y, más comúnmente, por el término en inglés red beds. 206 ley. Contenido promedio de un determinado elemento químico en un yacimiento mineral, o en parte del mismo. Un sinónimo del término es tenor (en inglés, grade). ley de corte. Mínima concentración de un metal necesaria para que su explotación sea económicamente viable. Un sinónimo del término es umbral de explotabilidad (en inglés cut-off grade). litófilo(a). Elemento químico, o relativo al mismo, que tiene gran afinidad con el oxígeno y tiende a formar compuestos oxigenados, fundamentalmente silicatos. Son elementos litófilos: Li, Na, K, Rb, Cs, Be, Mg, Ca, Ba, Al, Sc, Y, las tierras raras, C, Si, Ti, Zr, Hf, Th, P, V, Nb, Ta, Cr, W, U, H, F, Cl, Br, I, Tl, Ga, Ge, Fe, Mn. litosfera. Envoltura externa de la Tierra sólida, que comprende toda la corteza terrestre y la parte superior del manto, y que se comporta como un conjunto rígido aunque fragmentado en placas litosféricas. lixiviación. Proceso de disolución y movilización de determinados minerales, elementos o compuestos químicos mediante un fluido acuoso a cualquier temperatura. Se entiende como proceso metalogenético y como procedimiento industrial o en laboratorio. magma. Sistema rocoso de origen natural caracterizado por la presencia de una fase fundida que incluye volátiles disueltos, como material móvil en la Tierra, que puede producir intrusiones o extrusiones. Está constituido generalmente por materiales silicatados, carbonatos fundidos, sulfuros, etc. Aunque entrarían dentro de esta definición, de la misma se excluyen el agua y el hielo. magmático(a). Relativo a magmatismo o a los magmas. En metalogenia suele aplicarse a fluidos o a depósitos con este origen. mantle plume. Véase penacho del manto. manto. Cuerpo mineralizado tabular o subtabular, limitado 207 a un horizonte estratigráfico, asociado a hidrotermalismo, generalmente formado mediante reemplazamiento. En otros idiomas se ocupa también directamente el término en español. manto terrestre. Envoltura del globo terrestre comprendida entre la corteza y el núcleo. materias primas minerales. Sustancias que se extraen de la corteza terrestre para aprovechar sus cualidades físicas o químicas, y que la industria puede transformar en materiales o artículos acabados para el consumo. mena o mineralización. Asociación mineral que contiene sustancias útiles en una proporción y cantidad suficientes para ser objeto de explotación. Términos que excluyen los materiales de construcción y combustibles, y que suelen extenderse a asociaciones minerales sin potencial económico o de potencial desconocido. El término mena es de origen occitano (provenzal) y significa mina. mesotermal. Depósito mineral hidrotermal en forma de vetas y vetillas, formado a temperaturas intermedias entre los procesos típicamente magmáticos e hidrotermales, relacionado genéticamente con rocas intrusivas profundas. Término no referido a un solo tipo de depósito, sino a un conjunto de ellos. metales básicos. Plomo, zinc, cobre y estaño. metales preciosos. Oro, plata y elementos del grupo del platino (platino, osmio, iridio, rodio, paladio y rutenio). metalífero(a). Portador de metales o que los contiene. metalogénesis, metalogenia. En sentido estricto, rama de la mineralogía que estudia la formación de depósitos y yacimientos metalíferos. Término extensible también a depósitos y yacimientos no metálicos. De dichos términos se derivan los adjetivos metalogenético(a) y metalogénico(a). La denominación geología económica se ha utilizado como sinónimo complementario de este término. 208 metalotecto. Objeto geológico, definido según cualquier disciplina de la geología general, que parece haber favorecido la formación de depósitos minerales de cualquier tipo. metalurgia. Conjunto de técnicas industriales que tiene por objeto la producción y tratamiento de los metales y sus aleaciones. metamorfismo. Modificación y reacomodo mineralógico o estructural de las rocas que son sometidas a condiciones físicas y químicas distintas de aquellas en las que se originaron. Los procesos de metamorfismo involucran temperaturas superiores a los 200 ºC, pero por debajo del punto de fusión de las rocas en cada caso. metasomatismo, metasomatosis. Proceso de metamorfismo aloquímico según el cual se produce el reemplazamiento total o parcial de un mineral o una roca por otros de composición distinta, mediante la aportación de componentes externos al sistema. meteorización. Véase intemperismo. mezcla (de fluidos). Proceso de homogeneización entre dos o más fluidos de características contrastantes, generalmente de orígenes diversos, durante la formación de un depósito hidrotermal, que puede resultar en depositación mineral. microscopio de polarización. Microscopio óptico destinado al estudio y determinación específica de minerales y rocas mediante luz polarizada. microscopio electrónico. Microscopio que utiliza, en lugar de rayos luminosos, haces de electrones que inciden sobre la muestra y que se enfocan mediante lentes electromagnéticas. Hay dos tipos de aparatos, los de barrido y los de transmisión. microsonda electrónica. Equipo analítico que permite obtener análisis multielementales cuantitativos y pun209 tuales sobre muestras sólidas pulidas, mediante un haz de electrones que se enfocan en un área extremadamente pequeña de la muestra. Los átomos de la muestra producen, por la interacción con los electrones incidentes, rayos-X característicos que son recogidos por un sistema de cristales analizadores. migmatita. Tipo de roca de origen mixto ígneo y metamórfico, que proviene de la fusión parcial de una roca metamórfica, en la que petrográficamente es posible distinguir relictos de la roca encajonante (pelítica) y zonas formadas por cristalización de un magma (graníticas). mina. Excavación en la masa de un terreno de la que se extraen sustancias minerales. mina a cielo abierto. Excavación no subterránea hecha para extraer materias primas minerales. mineral. Especie química natural con una composición definida y una estructura cristalina determinada, en estado sólido con la excepción del mercurio nativo. Relativo o perteneciente a lo anterior. mineral accesorio. Mineral presente en una roca en una proporción inferior a 5%, cuya presencia o ausencia no son determinantes en la clasificación de dicha roca. mineral esencial. Mineral abundante en una roca, cuya presencia se utiliza como criterio de clasificación de dicha roca. mineral industrial. Sustancia mineral que tiene un valor económico, con excepción de los minerales de los que se extraen metales, las gemas y los combustibles fósiles. mineral metálico. Dicho del mineral constituido por uno o más metales, caracterizado por la opacidad y el brillo característico, una buena conducción térmica y eléctrica, y por ser maleable (en inglés, ore mineral). mineral pesado. Mineral detrítico resistente o de densidad relativamente alta, superior a la del cuarzo, que se 210 concentra en determinadas zonas de una red fluvial o en ambiente litoral, que suele utilizarse por asociación en prospección geoquímica. Constituyente de depósitos de tipo placer. mineralización. Véase mena. mineralogénesis, mineralogenia. En sentido estricto, rama de la mineralogía que estudia la formación de cualquier tipo de minerales. moda o modal. Composición mineralógica de una roca determinada cuantitativamente y expresada en porcentaje volumétrico o ponderal de sus fases minerales componentes. montera de hierro. Véase gossan. montera lítica, montera de sílice. Unidad de reemplazamiento o alteración hidrotermal en forma de sombrero, hongo o montera que se encuentra asociada a diversos tipos de depósito, común en depósitos asociados a pórfidos y en epitermales, de composición diversa (silícica, sílico-alunítica, arcillosa, etc.). Según el tipo de depósito es un elemento favorable o desfavorable para exploración. En inglés lithocap. muestra. Porción de mineral, roca, suelo, fluido, etc., extraída para estudiar su composición, propiedades, contenido fósil, minerales, etcétera. MVT. Véase depósitos de tipo Mississippi Valley. nivel o paleonivel freático. Superfície del agua subterránea en un determinado momento del registro actual o geológico, respectivamente, que separa la zona de saturación de agua de la zona de aireamiento o el agua freática de la vadosa. ocre. Mezcla de óxidos producidos por la alteración de minerales metálicos, de aspecto terroso y polvoriento y coloración amarillenta, rojiza o parda. orogénesis, orogenia. Conjunto de procesos geológicos 211 que, asociados a la contracción de la corteza terrestre, conducen a la formación de un sistema montañoso. overburden. Véase recubrimiento. palustre. Relativo o perteneciente a los ambientes pantanosos o de marismas. paragénesis. Asociación natural de minerales con un origen común y afinidad genética conocida, equilibrio y orden de formación de acuerdo con los procesos geológicos y geoquímicos. Asociación mineral característica de ciertas menas metalíferas. pathfinder. Véase elemento explorador. pegmatita. Roca ígnea con tamaño de grano muy grande, emplazada principalmente en masas tabulares, que se suele asociar a granitoides y a migmatitas. penacho o pluma del manto. Zona de la astenósfera de ascenso de material fundido hacia el manto superior. En inglés mantle plume. pepita. Partícula de oro que se encuentra en la arena o terrazas aluviales de algunos ríos y en depósitos de placer. Excepcionalmente, también se han hallado pepitas de platino y otros metales similares. pérdida conductiva de calor. Véase enfriamiento conductivo. permeabilidad. Capacidad de una roca o suelo de ser atravesada por un fluido cualquiera (gas, agua, petróleo); la roca o suelo debe ser porosa y tener su porosidad interconectada. petrografía. Rama de la geología que trata la descripción y la clasificación de las rocas. petróleo. Mezcla natural de hidrocarburos líquidos de la que se obtienen combustibles, que procede de la maduración y evolución de materia orgánica sedimentaria. petrología. Rama de la geología que estudia el origen, la formación y la evolución temporal de las rocas. pizarras negras. Sinónimo de biopelita; término petrológi212 co que se aplica a un tipo de depósito metalífero sedimentario-diagenético asociado a materia orgánica, a sus derivados metamórficos, y a los metasedimentos pelíticos ricos en materia carbonosa que constituyen su encajonante. placa litosférica o placa tectónica. Cada uno de los bloques en los que se divide la litosfera, que se pueden desplazar relativamente entre sí por encima de la astenósfera. placer. Término que designa un depósito detrítico que contiene partículas de minerales pesados o pepitas, procedentes de una roca rica en dichos elementos de forma difusa o dispersa, concentrados mecánicamente por redes fluviales u otros agentes. Se distinguen placeres aluviales, eólicos, marinos o de playa y glaciales. Los placeres fósiles se llaman también paleoplaceres. Se explotan placeres o paleoplaceres auríferos, estanníferos, diamantíferos y platiníferos. Término de origen catalán, que significa banco de arena o de piedra en el fondo del mar. pórfido. Roca ígnea intrusiva que presenta una textura constituida por fenocristales (cristales grandes) dispersos en una matriz de cristales de grano fino o de vidrio. Se denominan pórfidos cupríferos, pórfidos auríferos, pórfidos molibdeníferos, pórfidos estanníferos, etc., los pórfidos graníticos calcialcalinos que presentan mineralizaciones asociadas en cobre, oro, molibdeno, estaño y otros metales, que constituyen una tipología denominada aquí depósitos metalíferos en pórfidos. porosidad. Conjunto volumétrico de intersticios o poros de una roca, suelo o depósito mineral que, de estar interconectada, permite la circulación de fluidos y puede aumentar por reacción con los mismos. precipitación. Cristalización de una sustancia insoluble 213 en el seno de una solución. Se entiende por precipitación mineral la formación y deposición de minerales dentro de la definición de precipitación. presión hidrostática, presión litostática. La presión hidrostática es la presión vertical ejercida en un punto del subsuelo por una columna de agua desde la superficie. La presión litostática es la presión vertical ejercida en punto del subsuelo por una columna de roca. Se distingue entre régimen hidrostático o litostático según si la presión ejercida sobre un punto determinado del subsuelo es dominada por la columna de agua o por la columna de roca. En los depósitos minerales hidrotermales suele ser un concepto básico para la comprensión de su funcionamiento. progradación o promorfosis. Transformación metamórfica de una roca hacia una facies de mayor presión o temperatura. En metalogenia, transformación de una roca, depósito mineral o alteración hidrotermal por medio de un aumento de presión o temperatura o por acción de fluidos a mayor temperatura que la temperatura de formación de la roca, depósito o alteración original. prospección minera. Conjunto de técnicas y estrategias de investigación aplicadas a la exploración minera. provincia metalogenética. Gran sector de la corteza terrestre caracterizado por la presencia abundante de depósitos minerales afines en tipo u origen. Otras unidades metalogenéticas menores son región, cinturón, zona y distrito, en orden decreciente. pseudomorfismo o pseudomorfosis. Proceso mediante el cual un mineral sustituye a otro de una especie mineral distinta, conservando la forma original del mineral sustituido, debido a metamorfismo, diagénesis, la acción de fluidos hidrotermales o meteorización. punto caliente. Foco volcánico grande y persistente que 214 constituye la manifestación superficial de los penachos del manto. Se utiliza también el término inglés hot spot. reacción. En el sentido químico, conjunto de cambios en la estructura de las moléculas por adición o sustracción de partes de las mismas o por reubicación de átomos en su interior. recristalización. Formación de una nueva cristalización de un mineral en una roca o depósito mineral, con formación de minerales nuevos en el estado sólido con la misma composición global o no. recubrimiento. Formación, consolidada o no, que descansa por encima del cuerpo mineralizado y que hay que extraer para dejar al descubierto el mineral de interés económico. Sinónimos: overburden, cubierta o terreno muerto. recursos minerales. Referido a una sustancia mineral, son la porción de roca que tiene una concentración en dicha sustancia tal que puede asignársele un valor intrínseco que podría generar un beneficio económico en el futuro. recursos naturales. Bienes proporcionados por la naturaleza en el suelo, el subsuelo, las aguas, los ecosistemas, etc., necesarios para satisfacer las necesidades de la humanidad. red beds. Véase depósitos de uranio en lechos rojos. reemplazamiento. Proceso mediante el cual un mineral o una asociación mineral sustituye a otro mineral o asociación mineral de composición química distinta. reservas. Cantidad de una sustancia todavía no aprovechada en un yacimiento mineral, cuya explotación sería viable tecnológica y económicamente. Según el grado de incertidumbre en su estimación, de menor a mayor, se distinguen las reservas medidas y las reservas inferidas, la suma de las cuales serían las reservas probables. 215 residual. Término relativo a cualquier tipo de depósito mineral, o a una unidad específica del mismo, que se ha generado por la lixiviación selectiva de componentes más solubles ante la acción de fluidos acuosos hidrotermales o por medio de meteorización (intemperismo). retrogradación o retromorfosis. Transformación metamórfica de una roca hacia una facies de menor presión o temperatura. En metalogenia, transformación de una roca, depósito mineral o alteración hidrotermal por medio de una disminución de presión o de temperatura o por acción de fluidos a menor temperatura que la temperatura de formación de la roca, depósito o alteración original. rift continental. Depresión de grandes dimensiones en el interior o en el margen de un continente, delimitada por fallas, con una intensa actividad volcánica y sísmica asociadas. ritmita. Alternancia según una repetición en intervalos regulares de láminas paralelas o subparalelas con características químicas, mineralógicas, texturales o cromáticas distintas, de grosor subcentimétrico. Formación común en depósitos de tipo Mississippi Valley. roca. Material sólido, de origen natural, formado por uno o más minerales que, a pesar de que en detalle pueda ser heterogéneo, estadísticamente es homogéneo. roca encajonante, roca encajante, roca de caja. En metalogenia, se refiere a cualquier formación rocosa que alberga un depósito mineral formado por procesos de cualquier tipo, estén ambos asociados genéticamente o no. salinidad. Grado de concentración en sales de las aguas o fluidos acuosos naturales. En metalogenia y geoquímica de fluidos se expresa como tanto por ciento en peso de cloruro sódico equivalente (su unidad representati216 va en inglés, y de uso también en otras lenguas: wt. % NaCl equiv.). salmuera. Se aplica a aguas o fluidos acuosos de cualquier origen de relativa alta salinidad, pudiendo ser el soluto una gran variedad de haluros, sulfatos, bisulfuros, etc., con contenidos muy diversos en volátiles y alta capacidad de transporte de metales. saturación. En metalogenia y química física, se entiende por saturación de una solución la cantidad de una sustancia en solución respecto a la correspondiente a su punto de saturación. El punto de saturación es el punto en que una sustancia determinada (p.ej., agua) no puede tener un mayor contenido de otra sustancia en solución y, en consecuencia, un mayor contenido de la sustancia en solución implica el inicio de la precipitación de la misma. Si una sustancia todavía no alcanza el punto de saturación, se dice que la solución está subsaturada en dicha sustancia; en cambio, una vez superado el punto de saturación, se dice que la solución está sobresaturada en determinada sustancia. // En hidrología, estado de un medio poroso en el que todos los intersticios están ocupados por agua. secuencia o sucesión mineral. Término equivalente a secuencia paragenética. Se habla de sucesión pasiva cuando los minerales depositados en eventos sucesivos no reaccionan entre sí o con los fluidos que los depositan, y de sucesión reactiva cuando sí se produce algún tipo de reacción y, por tanto, reemplazamiento. secuencia paragenética. Agrupaciones superpuestas de paragénesis minerales en un depósito cuando se puede establecer una sucesión cronológica. secundario. Dícese del mineral o depósito mineral derivado y formado posteriormente a un mineral o depósito mineral de génesis anterior, o a la roca que lo alberga, generalmente por procesos de intemperismo. 217 sedex. Contracción de sedimentario-exhalativo. Véase depósitos sedimentario-exhalativos. sedimento. Material sólido, fragmentario o consolidado, formado a bajas temperaturas (<200 ºC) en la superficie de la Tierra, a partir de procesos de alteración y transporte de partículas de rocas preexistentes, o de precipitación química o bioquímica. sedimentogénico(a). Relativo o perteneciente a la formación de sedimentos o depósitos minerales sedimentarios. segregación. Proceso mediante el cual parte de los componentes de un magma se separan del mismo y se concentran durante su consolidación, formando una masa de diferente composición en su interior, que puede ser de dimensiones muy variables. SHGD. Véase depósitos de oro diseminado en rocas sedimentarias. sílex. Roca silícica de origen químico o bioquímico, con fractura concoidea y color típicamente gris o negro, formada esencialmente por cuarzo microcristalino que precipita en nódulos diseminados en rocas calizas. sílice. Grupo de minerales (cuarzo, cristobalita, tridimita, coesita y stishovita) y formas criptocristalinas o amorfas (calcedonia, ópalo, etc.), o especies químicas, cuya expresión química es el dióxido de silicio. singenético(a). Dícese del depósito mineral formado contemporáneamente a las rocas que lo contienen. sínter. Término referido a un tipo de roca de origen químico o bioquímico formada por precipitación de sílice amorfa (geiserita) o carbonatos (toba, travertino) a partir de surgencias subaéreas de fluidos hidrotermales de carácter generalmente neutro o ligeramente alcalino. Suele ser la manifestación superficial de depósitos epitermales de baja sulfuración. Término de origen alemán que significa residuo de fundición o desecho. 218 skarn/skarnoide. Tipo de depósitos formados por metamorfismo de contacto entre granitos y rocas carbonatadas, acompañados de metasomatismo y diferentes tipos de hidrotermalismo, con gran desarrollo de calcosilicatos, olivino, epidota, escapolita, piroxenos y anfíboles cálcicos, etc. Mena de oro, metales básicos, etc., e importante fuente de algunos minerales industriales. El término skarnoide se refiere a depósitos pirometamórficos o pirometasomáticos derivados de margas u otras rocas y formaciones de composición inicialmente calcosilicatada, muy escasamente mineralizados y sin estar en contacto con granitos. Término de origen sueco que significa ganga o desperdicio. solfatara. Fumarola con emisión a temperaturas elevadas (de 100 a 300 ºC) de gases ricos en H2S y vapor de agua, alrededor de la cual se forman depósitos de azufre nativo como consecuencia de la oxidación del H2S cuando entra en contacto con el aire. solución. Conjunto formado por un líquido, generalmente acuoso, y diversos componentes químicos disueltos en el mismo o, más genéricamente, mezcla homogénea de dos o más sustancias. soluto. Sustancias químicas disueltas en una solución, generalmente líquida. solvente. Sustancia química, generalmente en estado líquido y de composición acuosa, que puede disolver y transportar otras sustancias químicas. sombrero de hierro. Véase gossan. sondeo. Exploración del subsuelo mediante perforación mecánica y obtención de muestras (denominadas núcleos). stockwork. Masa de roca irregularmente fracturada según diferentes direcciones con fisuras cortas ocupadas por mineralizaciones de origen hidrotermal, formando un 219 entramado de vetillas sin una dirección preferencial aparente. Morfología muy común en diferentes tipos de depósitos minerales. sublimación. Cambio de fase de gas directamente a sólido o viceversa, sin pasar por la fase líquida. Los depósitos minerales así formados en torno a fumarolas volcánicas se denominan sublimados. En inglés, sublimation se refiere sólo al cambio de sólido a gas, pues el cambio de gas a sólido se denomina deposition, homónimo de otros términos usados en metalogenia. subproducto. Mineral o metal recuperado de una explotación minera que no es el objeto principal de explotación, si bien aumenta el valor económico de la explotación (en inglés byproduct). suelo. Capa superficial de transformación de la corteza terrestre sólida formada por la acción directa de la biosfera, de la hidrosfera y la atmósfera sobre las rocas. Es el soporte para las plantas y está compuesto de roca disgregada y material orgánico (humus). sulfatorreducción bacteriana o reducción bacteriana del sulfato. Proceso de reducción de sulfato en solución acuosa a sulfuro, por medio de acción de bacterias. También se usa BSR, por sus siglas en inglés (bacterial sulfate reduction). sulfatorreducción termoquímica o reducción termoquímica del sulfato. Proceso de reducción de sulfato en solución acuosa a sulfuro, por medio de un aumento de temperatura, relacionado con la interacción de la solución con minerales reducidos de la roca encajonante. También se usa TSR, por sus siglas en inglés (thermochemical sulfate reduction). sulfuración. Término que define campos composicionales entre la temperatura y el estado de oxidación o valencia de los sulfuros asociados a determinados tipos 220 de depósitos minerales, distinguiéndose entre alta, intermedia y baja sulfuración. Dicho carácter viene determinado en gran manera por el carácter ácido hasta casi neutro o ligeramente alcalino de los fluidos mineralizantes. Término usado sobre todo en depósitos epitermales como denominación de sus dos subtipos fundamentales, aunque también se usa en la denominación de depósitos vulcanogénicos de sulfuros masivos y depósitos de tipo sedex. A veces se usa incorrectamente el término sulfidación debido a una transliteración del término equivalente en inglés. sulfuros masivos. Depósitos de sulfuros en forma de masas, en contraposición con los depósitos diseminados. Término usado comúnmente como contracción de sulfuros masivos vulcanogénicos, aunque denota únicamente el tipo de mineralización, que puede darse en diferentes tipologías de depósito. sulfuros masivos vulcanogénicos o depósitos de sulfuros masivos vulcanogénicos. Tipo de depósitos minerales submarinos de origen hidrotermal relacionados de forma directa con el vulcanismo, formados debido a la exhalación de fluidos ricos en metales, a partir de los que se produce la precipitación mineral por contraste físico entre dichos fluidos y el agua marina. Tipo de depósitos similar a los sedimentario-exhalativos, pero en presencia de vulcanismo submarino. En español, también suele usarse bajo las siglas vms (del inglés volcanogenic massive sulfides) para designar este tipo de depósitos. supergénico(a). Relativo al mineral o depósito mineral formado por meteorización (intemperismo) de una roca o un depósito mineral en superficie, que puede ser estable o transportado en solución en las aguas descendientes, formar nuevos minerales a una cierta profundidad y 221 dar lugar a una zona de enriquecimiento en determinados componentes (enriquecimiento supergénico). superposición o sobreimposición. Cualquier proceso de mineralización o de alteración que se emplaza sobre una mineralización o alteración preexistente, modificando su geoquímica, mineralogía, textura o estructura interna o todas éstas, contrariamente a imbricación. surgencia. Salida del agua o fluidos acuosos que circulan en sistemas hidrológicos. El término en inglés vent se refiere a sistemas hidrotermales, pero surgencia tiene un sentido más amplio, referido a cualquier tipo de sistema hidrológico. taconita. Véase formaciones de hierro bandeadas. tectónica de placas. Teoría que propone un modelo dinámico de la Tierra según el cual la litosfera se encuentra subdividida en diversas placas que se mueven con independencia y que están limitadas entre sí por zonas de actividad sísmica y magmática. teledetección. Conjunto de métodos que permiten la percepción o medición de la superficie del terreno a distancia, es decir, sin contacto físico con la materia y utilizando como fuente de información la radiación electromagnética emitida o reflejada por ella, que es captada por sensores situados en el aire o en el espacio. tenor. Véase ley. tipología. Denominación que designa colectivamente los depósitos minerales que comparten características geológicas, que contienen determinadas materias primas minerales características y que, por ello, se diferencian claramente de los otros depósitos. todo-uno. Mineral tal como sale de la mina. transición frágil-dúctil. Región del interior de la corteza terrestre que separa los dominios de la zona de deformación dúctil (más profunda) de los dominios de la 222 zona de deformación frágil (más somera). Suele estar situada entre 5 y 7 kilómetros. TSR. Véase sulfatorreducción termoquímica. umbral de explotabilidad. Véase ley de corte. veta madre. Denota el filón o veta más rico o potente de un yacimiento o de un distrito minero (p. ej., Veta Madre de Guanajuato). Su equivalente en inglés, mother lode, se usa también como sinónimo de depósito mesotermal, al tomar el nombre del distrito minero de Mother Lode en EUA. veta o filón. Mineralización de morfología tabular, subtabular o lenticular elongada que corta la roca encajonante, y que corresponde al relleno de una grieta, falla o diaclasa. El uso de los términos veta (o filón) o vetilla depende de sus dimensiones; el grosor de las vetillas es de orden centimétrico, y el de las vetas es mayor. vetas de cinco elementos. Tipo de depósito mineral hidrotermal en vetas formadas a escasa profundidad, con una característica asociación metálica de níquel, cobalto, bismuto, plata y uranio (los “cinco elementos”; de ahí su nombre). También denominado tipo Schneeberg-Joachimsthal (Jachymov), tomando el nombre de yacimientos históricos del macizo de Bohemia. vetilla, venilla, filoncillo. Veta muy fina, mineralización filiforme. En español rara vez se distingue entre stringer y veinlet, que son sus equivalentes en inglés; por lo general se usa el término vetilla, indicando el grosor de la misma. VMS. Véase sulfuros masivos vulcanogénicos. volcán. Lugar de la superficie terrestre donde son emitidos productos magmáticos (lavas, gases, cenizas) y que, por enfriamiento de éstos, se originan formas de relieve alrededor de la fisura eruptiva. yacimiento mineral. Concentración natural de una o varias sustancias minerales útiles, que es objeto de explo223 tación minera o es susceptible de ser explotado produciendo un beneficio económico. zeolitas. Aluminosilicatos hidratados cálcicos o alcalinos que forman un grupo de minerales dentro de los tectosilicatos. Se caracterizan por presentar una estructura cristalina muy abierta y por perder de forma reversible el agua estructural cuando son sometidas a calentamiento. Tienen muchas aplicaciones industriales como filtrantes y absorbentes. zona cratónica. Véase cratón. zona de colisión. Zona de convergencia de dos placas continentales en la cual no hay subducción y se produce el levantamiento de una cordillera de plegamiento u orógeno. zona de subducción. Zona en las que se produce el hundimiento en gran escala de una placa oceánica por debajo de otra placa, que puede ser oceánica o continental. En relación con dicha zona se origina una fosa oceánica a lo largo del límite entre las dos placas y un arco magmático sobre la placa superior. zonación. Disposición textural, mineralógica, composicional, etc., en bandas reconocibles que presentan algunos depósitos minerales, referida a cualquier tipo de variación alternante a escala de depósito. // Disposición interna de un cristal en bandas reconocibles, generalmente concéntricas, debido a variaciones composicionales, observable por medio de diferencias en su comportamiento óptico o por la presencia de inclusiones de minerales o vidrio, o bien de inclusiones fluidas primarias. zonificación. Conjunto de diferencias reconocibles, de cualquier tipo, en una escala mayor que la del depósito mineral. 224 ÍNDICE Agradecimientos Prólogo . . . . . . . . . . . . . . 11 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 I. Los recursos minerales . . . . . . . . . Los minerales: Definición e importancia . . Las materias primas minerales . . . . . . . Clasificación de las materias primas minerales . . . . 21 21 25 30 II. La explotación de las materias primas minerales . . . . . . . . . . . . . Breve historia de la minería . . . . . . La minería como actividad económica . La exploración . . . . . . . . . . . La evaluación . . . . . . . . . . . . La explotación o minado . . . . . . . El beneficio . . . . . . . . . . . . Aspectos socioeconómicos de la minería Minería e impacto ambiental . . . . . . . . . . . . . . 34 34 40 42 46 49 52 54 57 . . . . . . . . . . . . . . . . . . III. Generalidades de los yacimientos minerales 60 Algunas definiciones . . . . . . . . . . . . 60 Importancia del estudio de los yacimientos minerales . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 225 Métodos de estudio de los yacimientos minerales 70 La importancia de los modelos actualísticos . . . . 79 IV. Génesis de los yacimientos minerales . . . . Papel de los fluidos en la formación de yacimientos minerales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las “trampas” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Tipos de fluidos naturales . . . . . . . . . . . . . . . . . Mecanismos de precipitación y procesos formadores de yacimientos minerales . . . . . . . . 81 82 85 87 89 V. Clasificación de los yacimientos minerales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98 Criterios para la clasificación . . . . . . . . . . . . . . 98 Algunos ejemplos de tipologías de yacimientos minerales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 VI. Marco geológico de los yacimientos minerales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Distribución de los depósitos minerales . . . . . Nociones básicas sobre la tectónica de placas . El contexto tectónico y los depósitos minerales 124 124 130 133 VII. La riqueza mineral de México . . . . . . . . . . . Los orígenes de la minería mexicana . . . . . . . . La Nueva España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los minerales mexicanos . . . . . . . . . . . . . . . . . Plata, plata... y muchas otras cosas . . . . . . . . . . ¿Dónde están los yacimientos? . . . . . . . . . . . . . El futuro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147 147 150 152 154 157 161 VIII. Epílogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162 Historias y leyendas de los yacimientos minerales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 226 ¿Una industria sucia? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168 ¿Las virtudes del reciclaje? . . . . . . . . . . . . . . . . 170 Mineros de a pie y corporaciones . . . . . . . . . . . 172 Sociedades que (se) consumen . . . . . . . . . . . . 175 A manera de conclusión en la cámara de los horrores de la minería . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178 Un último (y breve) sermón . . . . . . . . . . . . . . . 179 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181 Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187 227 Los minerales han estado presentes en el devenir humano no sólo desde el inicio de la civilización, sino incluso antes de la historia misma, como lo refleja la división de la prehistoria en las edades de piedra, de bronce y de hierro. Así, la importancia de la metalogenia, disciplina que estudia la formación de los yacimientos metalíferos, es vital para un aprovechamiento responsable y respetuoso del entorno ambiental de los recursos minerales, imprescindibles para las sociedades actuales. Rica veta de información, esta obra presenta su información de manera útil tanto para el lector poco avezado en estos temas como para quien la consulte en busca de datos duros y confiables del entorno mineralógico de todo el mundo, lo que se complementa con la visión económica que rige buena parte de la exploración y estudio de este aspecto de la geología y la ciencia en general. El doctor Carles Canet Miquel es investigador asociado C en el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México. En la actualidad participa en varios proyectos de investigación, como yacimientos minerales submarinos y procesos biogeoquímicos en medios hidrotermales, entre otros. El doctor Antoni Camprubí i Cano pertenece a las áreas de investigación y docencia del Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, y participa en investigaciones de mineralogía determinativa y descriptiva, y de depósitos de metalogénesis en general, entre otros. SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA FONDO DE CULTURA ECONÓMICA CONSEJO NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA CONVENIO ANDRÉS BELLO