Sobre la coherencia del sistema fiscal español . Juan José Rubio Guerrero Catedrático de Hacienda Pública. Exdirector del Instituto de Estudios Fiscales. La necesaria consolidación fiscal en la que está inmersa la economía española y la necesidad de obtener recursos presupuestarios, financieros y tributarios de manera urgente e inmediata ha provocado la proliferación de un conjunto de decisiones de las autoridades fiscales en materia tributaria que ha producido cierta perplejidad sobre la estructura y funcionamiento del sistema fiscal español de manera coherente a medio y largo plazo, desdibujando los objetivos de una política tributaria que siente la bases de un crecimiento económico estable y sostenible a largo plazo y, sobre todo, generador de empleo como elemento de cohesión y vertebración social. En estos momentos, creemos en la necesidad de repensar los elementos centrales de nuestro sistema fiscal ya que lo urgente no puede ni debe impedir analizar lo fundamental: ¿Qué sistema fiscal queremos? ¿Qué características debe tener? , y ¿Cómo actuar en un proceso de reforma gradual, que sin cambios radicales, permita dar señales claras de cuál es el modelo tributario hacia el que nos encaminamos, aunque coyunturalmente puede haber alguna desviación por razones recaudatorias?. La experiencia reciente confirma que existe un amplio margen para mejorar nuestro sistema fiscal en línea con las mejores prácticas tributarias de nuestros socios de la OCDE, pero, para ello, es necesaria una revisión global que tome en consideración la lógica de los diferentes impuestos y de todos los niveles de gobierno ya que hablamos de un sistema con sus interacciones y mutuas interferencias. No todos los impuestos sirven para todo y pueden ser aplicados en todos los niveles del gobierno, por lo que resulta obligado valorar en conjunto el sistema y teniendo en cuenta también el efecto de la otra componente presupuestaria como es el gasto público. En cualquier caso, la implementación de una reforma tributaria como reforma estructural necesaria debe hacerse de forma gradual dando señales claras de cual es el horizonte final. Como principios fundamentales abogamos por un sistema más eficiente y menos distorsionador, que no introduzca desviaciones fundamentales en los comportamientos económicos estratégicos de los agentes económicos: oferta de trabajo, ahorro, inversión ,asunción de riesgos financieros y empresariales, evasión fiscal, etc. Todo ello compatible con un sistema más justo y equitativo, tanto a nivel de equidad horizontal como vertical. Es decir, que permite un tratamiento fiscal similar a los contribuyentes para un mismo nivel de renta y patrimonio, pero que, al mismo tiempo, permita un nivel adecuado de progresividad como garantía de cierta equidad vertical, cuestión está necesaria por mandato constitucional. Sin olvidar que las cuestiones redistributivas no tienen porque pivotar especialmente sobre el sistema fiscal ya que parece más conveniente que sean las políticas públicas de gasto las concernidas, por razones de eficiencia y acción directa sobre los ciudadanos. Un tercer elemento estructural se refiere a la sencillez y simplicidad del sistema tanto para el contribuyente como para la Administración Tributaria, en el sentido de minimizar los costes de cumplimiento y de gestión del sistema en su conjunto. En todo caso, el sistema fiscal debe evolucionar adaptándose a la realidad internacional, institucional y a la evolución macroeconómica de la sociedad española. Respecto a modificaciones en las figuras tributarias, vamos a tratar, de forma casi telegráfica, de plantear las líneas fundamentales que, a nuestro juicio, debe soportar cualquier reforma gradual. En el IRPF, se debe romper con la tendencia mostrada en los últimos tiempos hacia una imposición cedular y que ha desdibujado el carácter sintético e integral del IRPF, no obstante, somos partidarios de mantener un sistema dual puro de tratamiento de las rentas del ahorro, por razones de coordinación internacional. Desde una perspectiva más técnica, abogamos por un recorte del régimen de estimación objetiva que tiene ya poco sentido en un contexto de economía desarrollada y teniendo en cuenta las implicaciones que el régimen de módulos ha tenido en la generalización del fraude fiscal. Debe mejorarse el tratamiento del ahorro a largo plazo, extendiendo el tratamiento fiscal de los productos previsionales a otros activos financieros, descontando el efecto de la inflación y haciéndoles tributar en función de la naturaleza del rendimiento. Por su parte, y desde la perspectiva de la equidad, resulta necesario un recalculo de los importes de los mínimos personales y familiares de manera que reflejen adecuadamente las necesidades básicas de los individuos y familias, debido a la inflación acumulada y a los cambios en los patrones de consumo de la sociedad española. Además, resulta criticable la elevación de los tipos medios y marginales en los últimos años, los tipos marginales de gravamen, fundamentales para decisiones económicas estratégicas de los contribuyentes, están entre los más elevados de Europa, tanto para las rentas medias como altas. Por último, sin ánimo de exhaustividad, es preciso vincular el tratamiento fiscal de las rentas del trabajo con el régimen de cotizaciones social para reducir la brecha fiscal entre salario percibido y efectivo para el empleador. Por su parte, la cesión parcial de un tramo normativo importante del IRPF a las Comunidades Autónomas debe hacernos reflexionar sobre el fundamento de las deducciones autonómicas por la complicación que incorporan en el impuesto y su dificultad de control. Por lo que respecta al Impuesto de Sociedades, nos preocupa el camino emprendido consistente en limitar la deducibilidad de ciertas gastos necesarios para la determinación del beneficio fiscal como son las amortizaciones, el fondo de comercio o los gastos financieros, entre otros, porque supone una ruptura de la racionalidad de un impuesto que pretende gravar el beneficio económico real de la empresas. Una propuesta de cierto interés de cara a potenciar la financiación propia de la empresas consiste en permitir la deducción en la base del coste de oportunidad de los fondos propios de las sociedades, lo que permitiría reducir la tendencia a la financiación ajena de estas y sería un estimulo eficiente a la inversión, aunque su coste recaudatoria podría ser importante si no se adoptan medidas complementarias en el impuesto o en otros del sistema. Este coste recaudatorio unido a la necesidad de reducir el tipo nominal del Impuesto de Sociedades al 25% para todas la entidades se podría compensar a través de una revisión integral del esquema de deducciones en cuota del impuesto, a través de un análisis coste-eficacia de la principales deducciones, limitando, por ejemplo, la deducciones por I+D+i. Asimismo, un régimen como el de empresas de reducida dimensión que se aplica al 90% de las sociedades que tributan en el IS debería eliminarse ya que genera comportamientos estratégicos en la organización de los negocios con el fin de fragmentarlos por razones fiscales rompiendo las posibles sinergías y economías de escala y proyección. En relación a la imposición sobre la riqueza, somos partidarios de la eliminación del Impuesto sobre el Patrimonio ya que tiene serios problemas pero defendemos un ISD armonizado que permita establecer unos tipos mínimos que rompan con la competencia fiscal interna y garanticen cierta recaudación a las CC.AA. Respecto a la imposición sobre consumos, el IVA está llamado a desempeñar un papel cada vez más relevante en el sistema fiscal por lo que su correcta configuración es imprescindible. Para ello, debe producirse una revisión del funcionamiento del IVA a nivel comunitario, mientras tanto en España será necesario eliminar al máximo las exenciones, los tipos impositivos reducidos y los regímenes especiales, tratando de minimizar la complejidad del impuesto, y valorar los problemas que genera las diferencias de aplicación entre las administraciones de los Estados de la UE. La posible aplicación de un impuesto sobre actividades financieras que equivale a gravar el valor añadido en la operativa financiera podría ser una alternativa a la exención en el IVA de las operaciones financieras. Existen muchos otras cuestiones destacables en una reforma integral de nuestro sistema, desde las cuestiones de fiscalidad medioambiente hasta la compatibilidad y coordinación de las estructuras fiscales de los diferentes niveles de gobierno, pasando por una revisión del comportamiento de las Agencias Tributarias en la lucha contra el fraude fiscal. El objetivo de este artículo ha sido poner de manifiesto la necesidad de una hoja de ruta que, al margen de coyunturas de consolidación fiscal agresiva, permita diseñar un sistema fiscal integral, coherente, estable y proclive al crecimiento económico y la generación de empleo a largo plazo, donde las diferentes fuerzas políticas puedan sentirse confortables y, utilizando las palancas fiscales que el modelo diseñe, puedan implementar sus políticas tributarias en función de sus necesidades programáticas, pero sin alterar la coherencia intrínseca y necesaria del sistema en su conjunto.