Tratado de MEDICINA GERIÁTRICA Fundamentos de la atención sanitaria a los mayores 2.ª edición Directores Pedro Abizanda Soler Leocadio Rodríguez Mañas Codirectores Juan José Baztán Cortés, Consuelo Borrás Blasco, Carlos Alberto Cano Gutiérrez, Francisco José García García, Pedro Gil Gregorio, Juan Ignacio González Montalvo, Luis Miguel Gutiérrez Robledo, Mikel Izquierdo Redín, Matilde León Ortiz, María José Molina Garrido, Pedro Manuel Sánchez Jurado, Juan José Solano Jaurrieta y José Viña Ribes ERRNVPHGLFRVRUJ Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. Avda. Josep Tarradellas, 20-30, 1.°, 08029, Barcelona, España Tratado de medicina geriátrica. Fundamentos de la atención sanitaria a los mayores, 2.ª ed., de Pedro Abizanda Soler y Leocadio Rodríguez Mañas © 2020 Elsevier España, S.L.U., 2014 ISBN: 978-84-9113-298-1 eISBN: 978-84-9113-759-7 Todos los derechos reservados. Reserva de derechos de libros Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70/93 272 04 45). Advertencia La medicina es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precauciones de seguridad estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias a la investigación básica y clínica habrá que introducir cambios en los tratamientos y en los fármacos. En consecuencia, se recomienda a los lectores que analicen los últimos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para comprobar la dosis recomendada, la vía y la duración de la administración, y las contraindicaciones. Es responsabilidad ineludible del médico determinar la dosis y el tratamiento más indicados para cada paciente en función de su experiencia y del conocimiento de cada caso concreto. Ni los editores ni los directores asumen responsabilidad alguna por los daños que pudieran generarse a personas o propiedades como consecuencia del contenido de esta obra. Servicios editoriales: Fotoletra, S.A. Depósito legal: B. 9.797-2020 Impreso en Polonia Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. ÍNDICE DE VÍDEOS* Coordinadores: Pedro Manuel Sánchez Jurado y Pedro Abizanda Soler Sección I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada 1. Examen Clínico Objetivo Estructurado (ECOE) (capítulo 13) 19. Test de volumen-viscosidad (capítulo 44) 20. Videofluoroscopia (capítulo 44) 21. Introducción a la valoración nutricional (capítulo 45) 22. Entrevista nutricional (capítulo 45) 23. Historia dietética. Recuerdo de 24 horas (capítulo 45) 24. Mini-Nutritional Assessment (MNA) (capítulo 45) 25. Valoración global subjetiva (VGS) (capítulo 45) Sección IV Valoración geriátrica 2. Valoración geriátrica integral. Valoración de la función (capítulo 38) 3. Velocidad de marcha (capítulo 38) 4. Timed Up and Go (capítulo 38) 5. Short Physical Performance Battery (SPPB) (capítulo 38) 6. Escala de Tinetti (capítulo 38) 7. Principios de la valoración neuropsicológica (capítulo 39) 8. Valoración mental (capítulo 39) 9. Mini-Mental State Examination (MMSE) (capítulo 39) 10. Test del reloj (capítulo 39) 11. Memory Impairment Screen (MIS) (capítulo 39) 12. Fototest (capítulo 39) 13. Test de alteración de memoria (T@M) (capítulo 39) 14. Test de los 7 minutos (capítulo 39) 15. Montreal Cognitive Assessment Test (MoCA) (capítulo 39) 16. Test de fluencia verbal (SET test) (capítulo 39) Sección VI Ejercicio físico y capacidad funcional 26. Determinación de 1RM (capítulo 49) Sección VII Aspectos asistenciales en la atención sanitaria al anciano 27. Primera visita de deterioro cognitivo (capítulo 61) Sección VIII Síndromes geriátricos 28. Fenotipo de fragilidad de L. P. Fried (capítulo 71) 29. Diseño de un programa de ejercicio físico multicomponente (capítulo 71) 30. Programa de ejercicio físico multicomponente (capítulo 71) 31. Posturografía (capítulo 73) 32. Gait Rite (capítulo 73) Sección V Nutrición Sección X Peculiaridades de las enfermedades más prevalentes en el anciano 17. Disfagia: introducción (capítulo 44) 18. Eating Assessment Tool 10 (EAT-10) (capítulo 44) 33. Problemas dermatológicos más frecuentes en los ancianos (capítulo 117) *Disponibles en www.elsevier.es/clinicalreference. IX Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. P R E S E N TA C I Ó N El envejecimiento de la población mundial sigue su marcha a pasos agigantados y de manera exponencial. Según las pro­ yecciones de la Organización de Naciones Unidas, los 729 mi­ llones de mayores de 65 años que habrá en el mundo en 2020 se convertirán en 997 millones en 2030, 1.295 millones en 2040, 1.546 millones en 2050 y más de 2.000 millones en 2075. Y esto ocurrirá no solo en los países con mayores ingresos económicos, en los que la población de mayores de 65 años se multiplicará por 1,5 a mediados del actual siglo, sino que ocu­ rrirá mayoritariamente en los países con ingresos medios o bajos, en los que esta población se duplicará. Pero, además, el estrato poblacional que mayor crecimiento tendrá será el de los octogenarios, nonagenarios y centenarios, donde las necesidades de atención sanitaria son mayores. Este cambio demográfico ya está conllevando retos políticos, económicos, sociales, educativos, éticos, sanitarios y de inves­ tigación, que serán mayores en los países situados en la franja de los ingresos medios o bajos. En el ámbito de la salud, tras la transición demográfica y la transición epidemiológica, estamos ya asistiendo a la tercera transición o transición clínica, en la que cambia el paradigma de atención basado en la enfermedad única a modelos de atención sanitaria basados en la función y la fragilidad, con alta carga de enfermedad crónica y síndromes geriátricos en una población muy envejecida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Infor­ me Mundial del Envejecimiento y la Salud de 2015 presentó las bases de la atención sanitaria a los mayores. Identificó la capacidad intrínseca, entendida como el conjunto de todas las capacidades físicas y mentales que una persona puede uti­ lizar en cualquier momento para enfrentarse a los retos y los cambios del entorno, como condición que se debe mantener para un envejecimiento activo, ya que su declive origina fragi­ lidad y discapacidad. Asimismo, la OMS estableció los cuatro pilares sobre los que sustentar el envejecimiento activo: el cambio de visión del envejecimiento por parte de la sociedad, la creación de entornos amigables, el alineamiento de los sis­ temas sanitarios a las necesidades de los mayores y el desarrollo de sistemas de cuidados de larga duración. Por estos motivos, las políticas de salud pública deberán estar basadas en estas grandes premisas. Para la primera, son necesarios programas educativos desde la infancia para cam­ biar la visión peyorativa de una etapa de la vida cada vez más larga y productiva, así como programas formativos específicos universitarios y de formación profesional que capaciten a los profesionales que van a atender a los mayores. En lo referido al campo de las ciencias de la salud, esta mejora en la formación habrá de conllevar necesariamente la inclusión de Medicina Geriátrica, impartida por especialistas en geriatría, en todas las universidades. Para la segunda, nuestras ciudades y nues­ tros pueblos deberán adoptar nuevas estrategias para que los mayores puedan desarrollar una vida activa. El cohousing, las modificaciones arquitectónicas, los transportes adaptados y las nuevas tecnologías serán soluciones que veremos con mayor frecuencia. Para la tercera premisa, los sistemas sanitarios deberán fomentar las capacidades y prevenir la fragilidad para evitar la discapacidad y la dependencia, y el modelo de atención deberá cambiar hacia la función, los síndromes geriátricos y la multimorbilidad crónica. El modelo que preconiza la medicina geriátrica ha demostrado extensamente ser el mejor, y hasta ahora es el único que da respuesta a la com­ plejidad del nuevo paciente desde el ámbito hospitalario, reduciendo las tasas de discapacidad, la mortalidad y el coste. La atención primaria desempeña un papel prioritario al ser la puerta de entrada al sistema, debiendo cambiar su metodo­ logía de trabajo hacia la prevención primaria de la fragilidad con programas de cribado e intervención precoces basados en la actividad física, la nutrición y la integración social. Pero no menos importante será la atención prestada por expertos especialistas en geriatría del ámbito hospitalario, encargados de atender a los pacientes en los momentos de enfermedad aguda intercurrente, procesos quirúrgicos o situaciones com­ plejas que desborden las capacidades de la atención prima­ ria; con esta especialidad se deberá mantener una estrecha coordinación para poder, así, proveer a la población mayor de los cuidados integrales y coordinados, adaptados a sus cambiantes necesidades a lo largo del tiempo, que precisa. Por ello, la implementación de servicios de geriatría com­ pletos es imprescindible. Por último, para la cuarta premisa, el sistema de cuidados de larga duración deberá intentar que los mayores permanezcan en su entorno el mayor tiempo posible, implicando a todos los actores públicos y privados necesarios, y garantizando la adecuada atención durante todo el proceso de discapacidad hasta el fallecimiento. Los equipos de continuidad asistencial, los programas domiciliarios de apoyo, tanto sanitarios como sociales, los centros de día y las residencias de mayores deberán continuar su implementación y adaptación para garantizar su equidad, sostenibilidad y eficiencia. En 2014 publicamos la primera edición del Tratado de medicina geriátrica. Fundamentos de la atención sanitaria a los mayores con la intención de que aportara el core de conocimientos necesarios a los profesionales de la salud de habla española (más de 450 millones de hispanohablantes en todo el mundo) que atienden a los mayores. Ante su buena acogida por lectores de todos los países hispanoparlantes y también por los lectores de habla hispana fuera de esos países, que también los hay, la necesaria actualización en un campo en continuo desarrollo, así como la existencia de algunas lagunas temáticas en la primera edi­ ción, decidimos elaborar esta segunda edición. Nuestra intención, al igual que en la primera edición, ha sido elaborar un tratado de medicina geriátrica de la máxima calidad en lengua española, con los mejores autores en cada tema y con una participación cada vez mayor de autores latinoamericanos. La colaboración X Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. PRESENTACIÓN de autores relevantes de otras lenguas enriquece y da una visión más global a la obra. El Tratado de medicina geriátrica. Fundamentos de la atención sanitaria a los mayores, en su segunda edición, está estructurado en once grandes bloques, cada uno de ellos coordinado por un experto en el área. A las secciones «El anciano como diana de una atención sanitaria especializada», «Bases fisiológicas del enveje­ cimiento», «Valoración geriátrica», «Nutrición», «Ejercicio físico y capacidad funcional», «Aspectos asistenciales en la atención sanitaria al anciano», «Síndromes geriátricos», «Alteraciones en la esfera mental» y «Peculiaridades de las enfermedades más prevalentes en el anciano», hemos añadido dos nuevas: «Mode­ los de atención sanitaria al anciano en el mundo» y «Cáncer y envejecimiento». Igualmente, hemos ampliado la galería de vídeos, especialmente en las áreas de valoración y dermatología, para presentar los conocimientos y las habilidades necesarios para la atención sanitaria a este grupo poblacional. Debido a la extensa distribución del habla española por todo el mundo, y buscando en todo momento la excelencia, hemos tenido el honor de recibir colaboraciones de expertos de EE. UU., Canadá, México, Costa Rica, Colombia, Perú, XI Reino Unido, Italia, Países Bajos y Australia. Esto, sin duda, ha enriquecido el texto y le otorga una perspectiva internacional. Desde estas líneas, agradecemos la participación de todos estos ilustres geriatras y especialistas en la atención multidisciplinar a los mayores. También queremos agradecer el desinteresado trabajo de los codirectores, que han ayudado con su sabiduría y su paciencia a revisar los manuscritos, enriqueciéndolos con sus sugerencias, así como a la editorial Elsevier por confiar en nuestro proyecto y apoyarlo incondicionalmente. Este tratado, en su segunda edición, es para todos los estu­ diantes de Medicina, geriatras y profesionales de la salud que atienden a personas mayores y que hablan español en todo el mundo. Tan solo deseamos que sirva para implementar un modelo de atención al anciano en lugares donde no existe, y mejorarlo donde ya esté disponible. Un modo de atender a los pacientes ancianos que ha mostrado ampliamente su superioridad sobre cualquier otro hasta la fecha. Nuestros mayores nos lo agradecerán. Prof. Pedro Abizanda Soler Prof. Leocadio Rodríguez Mañas Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. P R Ó LO G O D E L A S E G U N DA E D I C I Ó N Es un privilegio y un placer dar la bienvenida a una nueva edición de este estimado libro de texto. Debe felicitarse a sus directores por haberlo construido sobre el éxito de la primera edición: el contenido se actualiza con una perspectiva moderna y la calidad se mantiene o se supera. Si bien vivimos en un mundo digital, con mucha información médica disponible en línea, no se puede subestimar el papel de un relato confiable, de un libro que contenga una serie de hechos fundamentales bien definidos que conforman los temas clave de un campo de conocimiento: los principios y el razonamiento perduran aunque surjan nuevas pruebas y tratamientos. Muchos lectores aprecian el placer de tener un libro en la mano, pero los editores también ofrecen una versión en línea, que amplía la accesibilidad. La estructura difiere considerablemente del enfoque del clásico libro de texto de medicina, con su división tradicional en órganos y enfermedades. Desde el principio, el libro tiene un enfoque holístico. La sección I sitúa a la persona mayor en una amplia perspectiva social, reuniendo los conocimientos de demografía, salud pública, gerontología social y ética, junto con temas transversales sobre investigación y enseñanza, envejecimiento y fármacos. En la sección II, el lector puede aprender de una variedad de ejemplos cuidadosamente seleccionados de innovaciones en la atención a los ancianos a nivel internacional, desde los enfoques estratégicos nacionales hasta los conceptos de fragilidad y promoción de la salud, los modelos de atención médica y las experiencias geográficas más locales. Las divisiones posteriores del texto continúan en este enfoque holístico con diversos temas, cada uno de los cuales demuestra la integración de la ciencia del envejecimiento con la ciencia de la medicina y con la ciencia de brindar atención médica en una sociedad moderna. Los pacientes del futuro en muchas de las especialidades tradicionales de la medicina, como la oncología, serán mayores y, a menudo, frágiles, por lo que esta obra incorpora los conocimientos y los enfoques que han crecido a través del desarrollo de la medicina geriátrica en todo el ámbito de la atención médica. Muchos tratados están dirigidos a estudiantes universitarios para ayudarles a conocer el tema de estudio y a superar sus exámenes. Este objetivo también queda cubierto por este, pero su enfoque global integrado será también una fuente rica de conocimiento e inspiración para los profesionales de la salud que conforman el equipo multidisciplinario que trabaja en todas las áreas clínicas donde se encuentran personas mayores. It is a privilege and a pleasure to greet a new edition of this esteemed textbook. The editors are to be congratulated on building on the success of the first edition: the content is updated, with a modern perspective and the quality is maintained or surpassed. Although we live in a digital world, with much medical information on line, the role of a trusted definitive account of key issues cannot be underestimated: the principles and the reasoning endure even though new evidence and treatments may emerge. Many readers appreciate the pleasure of a book in the hand but the publishers also plan an on-line version which will enhance accessibility: key facts can be checked with just a few clicks, on the go from a clinic or a tram. The structure differs considerably from the typical medicine textbook approach, with its traditional division of organs and then diseases. In contrast from the start, the book takes a holistic approach. Part I puts the older person in a broad societal perspective, drawing together the insights from demography, public health, social gerontology, and ethics along with cross-cutting themes about research and teaching, ageing and drugs. In Part II, the reader can learn from a variety of carefully chosen examples of healthcare innovations internationally, from national strategic approaches to frailty or health promotion and healthcare models, to more local experiences in departments. The subsequent divisions of the text continue in this holistic approach with a variety of themes each demonstrating the integration of the science of ageing with the science of medicine and the science of providing healthcare in a modern society. Patients of the future in many of the traditional specialisms of medicine, such as Oncology will be older and often frail, and so this book embeds the understanding and approaches which have grown through the development of geriatric medicine across the broad sweep of healthcare. Many textbooks are aimed at undergraduates, to get them through examinations. This will help them too, but the integrated global approach will be a rich source of knowledge and inspiration to healthcare professionals across the multidisciplinary team and across all clinical areas where older people are be found. Finbarr C. Martin President of the European Geriatric Medicine Society and Professor (Emeritus) of Medical Gerontology at King’s College London XII Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. PRÓLO GO DE LA PRIMERA EDICIÓN Cuando George Edward Day publicó en 1848 su libro Enfermedades de la edad avanzada, ya señaló que la geriatría «había sido extrañamente ignorada durante el último medio siglo por los médicos de todos los países». Lamentablemente, los médicos, 150 años más tarde, todavía continúan prestando escasa atención a las diferencias en la atención sanitaria que son esenciales para mejorar la calidad de vida de los mayores. Desde entonces se han publicado varios importantes tratados de geriatría, como son Principios y práctica de la medicina geriátrica, de Pathy, Tratado de medicina geriátrica y gerontología, de Brocklehurst, o Medicina geriátrica y gerontología, de Hazzard. Sin embargo, hasta ahora no existía un tratado de geriatría mayor en español. El nacimiento de este Tratado de medicina geriátrica llega claramente con retraso, puesto que el español es la segunda o la tercera lengua con mayor número de hablantes en todo el mundo, con más de 400 millones de hispanohablantes nativos. Además, la expectativa de vida de los españoles, 82,4 años, es la más elevada de toda Europa, a lo que hay que añadir que los hispanos son el grupo étnico con mayor longevidad en EE. UU. En España, la expectativa de vida ha aumentado 13,22 años durante el último medio siglo, un ritmo más rápido que el de Francia. La expectativa de vida libre de discapacidad en España es de 74 años, lo que la convierte en la cuarta más alta de todo el mundo. Las consecuencias del incremento en la longevidad y el descenso de la tasa de natalidad en España han derivado en una tasa de mayores de 65 años del 18%, de los que una cuarta parte tienen más de 80 años. En 2050, el 30% de la población española será mayor de 65 años. Entre las razones para explicar esta importante capacidad de los españoles para envejecer satisfactoriamente cabe destacar que la dieta mediterránea, con un elevado consumo de aceite de oliva, y la tendencia a deambular mucho han prevalecido sobre el hecho de que España ocupe el décimo puesto entre los países del mundo con mayor número de fumadores. La geriatría en España ha tenido una larga historia desde la fundación de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología en 1948. Esta historia se ve reflejada en el listado estelar de autores de este tratado, tanto de España como del resto del mundo. El libro ofrece una visión completa de la geriatría, comenzando con una sección excepcional acerca de los motivos por los que la población anciana es diana de una atención sanitaria especializada. El resto de las secciones presenta una visión completa que incluye la fisiología del envejecimiento, los síndromes geriátricos y las peculiaridades de las enfermedades en los ancianos, así como los cada vez mejores programas de atención disponibles en el hospital y en la comunidad para este grupo de edad. Por último, el libro da un gran salto en el mundo editorial del siglo xxi al añadir una galería original de vídeos sobre herramientas de valoración geriátrica y ejemplos de síndromes geriátricos. Este primer Tratado de medicina geriátrica en español es un auténtico diamante. Es indudable que su publicación aumentará el conocimiento y la importancia de la geriatría en todo el mundo. Debemos felicitar y agradecer a los editores haber desarrollado esta gigantesca tarea. Es también indudable que los médicos y los profesionales de la salud que atienden a personas mayores en todo el mundo se beneficiarán enormemente de la disponibilidad de los conocimientos tan maravillosamente recogidos en este tratado. When George Edward Day, in 1848, published his Disease of Advanced Life he pointed out that geriatrics “had been strangely overlooked during the last half-century by physicians of all countries”. Regrettably, physicians 150 years later still pay little attention to the differences in medical care that are essential to improve the quality of life for older adults. Subsequently, a number of major textbooks in geriatrics such as Pathy’s Principles and Practices of Geriatric Medicine, Brocklehurst’s Textbook of Geriatric Medicine and Gerontology and Hazzard’s Geriatric Medicine and Gerontology, have been published. However, until this book there has been no major textbook in geriatrics in Spanish. The birth of this Tratado de medicina geriátrica is clearly overdue given that Spanish is the second or third language with the most native speakers in the world, with more than 400 million native speakers. In addition, the life expectancy, at 82.4 years, makes it the highest in Europe and Hispanics in the United States are the longest lived ethnic group. In Spain, over the last 50 years, life expectancy increased by 13.22 years which was faster than the increase in France. Healthy life expectancy in Spain at 74 years makes it the fourth leading country in the world. The increasing life span and decreasing birth rate in Spain has led to 18% of its population being over 65 years of age and a quarter of these are over 80 years of age. By 2050, 30% of the Spanish population will be over 65 years of age. While the reasons for the remarkable ability of Spanish individuals to age successfully one has to note that the Mediterranean diet with large amounts of olive oil and a population that tends to walk a lot seem to have trumped the fact that Spaniards rank 10thin the world for smoking. Geriatrics in Spain has had a long history with the formation of the Spanish Society of Geriatrics and Gerontology being formed in 1948. This history is reflected in the stellar class of authors of this textbook both from Spain and from around the world. The book offers a complete coverage of geriatrics starting with an outstanding section on why the elderly population area target for specialized health care. The other sections provide complete coverage starting from the physiology of aging, covering aging syndromes and also the unique aspects of diseases in the elderly and the rapidly improving care programs available in the hospital and the community for older persons. Finally, the book takes a XIII Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. XIV PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN giant leap into the 21stcentury of book publishing by providing a unique video gallery of geriatric assessment tools and examples of geriatric syndromes. This inaugural Tratado de medicina geriátrica, in Spanish, represents a true gem. There is no question that its publication will increase the knowledge and importance of geriatrics throughout the world. The editors and authors are to be congratulated and thanked for undertaking this gigantic task. There is no doubt that physicians and health care professionals who care for older persons around the world will greatly benefit from the availability of the knowledge so wonderfully collected in this textbook. John E. Morley, MB, BCh Dammert Professor of Gerontology and Director of Geriatrics and Gerontology at Saint Louis University Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. COLABORADORES Pedro Abizanda Soler Cristina Andrés Lacueva Íñigo Azcoitia Elías Jefe de Servicio de Geriatría, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Departamento de Biología Celular, Facultad de Ciencias Biológicas, Universidad Complutense de Madrid, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Dermatólogo, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Laboratorio de Biomarcadores y Metabolómica Nutricional y de los Alimentos, Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía, XaRTA, INSA, Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación, Universidad de Barcelona, Barcelona, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Adriana B. Aguilar Javier Angulo Frutos Benjamin Leon Center for Geriatric Research and Education at Florida International University, Miami, Florida, Estados Unidos Jefa de Sección de Geriatría, Hospital Universitario La Paz, Madrid, España Servicio de Histología-Investigación, Unidad de Investigación Traslacional en Cardiología (IRYCIS-UFV), Hospital Ramón y Cajal, Madrid, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Rodolfo Emmanuel Albrecht Junghanns José Miguel Arche Coto Médico Geriatra, Hospital Ángeles Puebla, Puebla, México, Profesor de Geriatría de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), México Geriatra, Hospital Monte Naranco, Oviedo, España José Luis Agudo Mena Teresa Alarcón Alarcón Lodovico Balducci Senior Member and Director of Geriatric Oncology Moffitt Cancer Center, Tampa, Professor Oncological Science and Medicine, University of South Florida College of Medicine, Tampa, Florida, Estados Unidos Yadira Bardales Mas Geriatra, Hospital Ricardo Bermingham, Matia Fundazioa, San Sebastián, España Juan José Baztán Cortés Ana Alfaro Acha Geriatra, Hospital Virgen del Valle, Toledo, España Ángel Belenguer Varea Gabriel Ariza Zafra Geriatra, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Laboratorio de Cronobiología, Departamento de Fisiología, Universidad de Murcia, Murcia, España Cristina Alonso Bouzón Geriatra, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España Geriatra, Hospital Ricardo Bermingham, Matia Fundazioa, San Sebastián, España Juan Antonio Avellana Zaragoza Jefe de Servicio de Geriatría, Hospital Universitario de La Ribera, Alzira (Valencia), España Geriatra, Hospital Infanta Elena, Valdemoro (Madrid), España Enfermera de la Unidad de Ensayos Clínicos, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España, Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Elena Andradas Aragonés José Manuel Azaña Defez Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Madrid, España Dermatólogo, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Geriatra, Complejo Hospitalario Universitario de Cáceres, Cáceres, España Berta Alvira Rasal Profesora e investigadora, Universidad Simón Bolívar, Barranquilla, Colombia Manuel Bermúdez Menéndez de la Granda Geriatra, Hospital Monte Naranco, Oviedo, España Consuelo Borrás Blasco Almudena Avendaño Céspedes Teresa Alonso Fernández Medicina Familiar y Comunitaria, Hospital Universitario de La Ribera, Alzira (Valencia), España Sandra Milena Bermeo Serrato Enrique Arriola Manchola Pedro Francisco Almaida Pagán Geriatra, Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela, Madrid, España Profesora titular, Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, Universidad de Valencia, Valencia, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Silvia Burcet Pérez Trabajadora Social del Servicio de Geriatría, Parc de Salut Mar, Centro Fòrum, Hospital del Mar, Barcelona, España XV Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. XVI COLABORADORES María Ángeles Caballero Mora Matteo Cesari Ana María Cuervo Geriatra, Hospital Universitario de Ciudad Real, Ciudad Real, España. Instituto de Investigación de Getafe, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España Dipartimento di Scienze Cliniche e di Comunità, University of Milan, Geriatric Unit, Fondazione IRCCS Ca’ Granda – Ospedale Maggiore Policlinico, Milán, Italia Profesora y codirectora del Centro para Estudios del Envejecimiento, Development and Molecular Biology Department, Albert Einstein College of Medicine, Nueva York, Estados Unidos Mateu Cabré Roure Diego Andrés Chavarro Carvajal Federico Cuesta Triana Medicina Interna, Hospital de Mataró, Consorci Sanitari del Maresme, Mataró (Barcelona), España Profesor del Instituto de Envejecimiento, Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. Geriatra, Hospital Universitario San Ignacio, Bogotá, Colombia Geriatra, Hospital Clínico San Carlos, Madrid, España Laura Calcaterra Geriatric Fellowship Program, University of Milan, Milán, Italia Paulo H.M. Chaves Jonathan Camilo Beltrán Psiquiatra, Mutalis, Bogotá, Colombia Carlos Alberto Cano Gutiérrez Director del Instituto de Envejecimiento, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. Jefe de la Unidad de Geriatría, Hospital Universitario San Ignacio, Bogotá, Colombia Patricia Casas Agustench Laboratorio de Biomarcadores y Metabolómica Nutricional y de los Alimentos, Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía, XaRTA, INSA, Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación, Universidad de Barcelona, Barcelona, España Álvaro Casas Herrero Geriatra, Complejo Hospitalario de Navarra, Pamplona, España. Navarrabiomed, IdiSNA. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Marta Castro Rodríguez Consultant, Geriatric Medicine Department, Nottingham University Hospitals NHS Trust, Nottingham, United Kingdom. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Director, Benjamin Leon Center for Geriatric Research and Education, Herbert Wertheim College of Medicine, Florida International University, Miami, Florida, Estados Unidos Carmen Lucía Curcio Borrero Programa de Investigaciones en Gerontología y Geriatría. Facultad de Ciencias para la Salud, Universidad de Caldas, Manizales, Colombia Jorge de Costa Ruiz Laboratorio de Cronobiología, Departamento de Fisiología, Universidad de Murcia, Murcia, España Wojtek Chodzko-Zajko Mónica de la Fuente del Rey Aging and Diversity Lab, Department of Kinesiology and Community Health, University of Illinois at UrbanaChampaign, Huff Hall, Fourth St. Champaign, Illinois, Estados Unidos Catedrática, Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología (Unidad de Fisiología Animal), Facultad de Biología, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España. Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre (i + 12), Madrid, España Pere Clavé Civit Cirujano general, Hospital de Mataró, Consorci Sanitari del Maresme, Mataró (Barcelona), España Carlos de la Fuente Gutiérrez Geriatra, Servicio de Geriatría de Sanitas Hospitales, Madrid, España Beatriz Contreras Escámez Geriatra, Complejo Hospitalario de Navarra, Pamplona, España María de la Puente Martín Geriatra, Hospital Severo Ochoa, Leganés (Madrid), España Claudia Patricia Contreras Luque Nutricionista dietista, Docente Catedrática, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia Dámaso Crespo Santiago Catedrático, Biogerontología, Departamento de Anatomía y Biología Celular, Universidad de Cantabria, Santander, España Francisco del Pozo Guerrero (D.E.P.) Catedrático, Director del Centro de Tecnología Biomédica, Universidad Politécnica de Madrid (CTB-UPM), Madrid, España Laura Domínguez Martín Enfermera y terapeuta ocupacional, Hospital Nacional de Parapléjicos, Toledo, España Ramón Cristófol Allue Jefe de Servicio de Geriatría, Hospital de Mataró, Consorci Sanitari del Maresme, Mataró (Barcelona), España Pilar Cebollero Ribas Giovanna Cristofori Neumóloga, Complejo Hospitalario de Navarra, Pamplona, España Geriatra, Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela, Madrid, España Gustavo Duque Naranjo Profesor de Geriatría y Director de la División de Geriatría, Medicine-Western Health, Melbourne Medical School, The University of Melbourne, St Albans, Victoria, Australia Sara Celaya Cifuentes Dietista/Nutricionista, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. COLABORADORES XVII Enrique Antonio Durio Calero Dionis Carolina Fernández Minaya Esther García Esquinas Exjefe de Sección de Otorrinolaringología, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España Geriatra, Hospital San José, Teruel, España Enfermera especialista en Geriatría, Hospital Central de la Cruz Roja, Madrid, España Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, España. CIBER de Epidemiología y Salud Pública, Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Carlos Fernández Viadero Francisco José García García Geriatra, Servicio de Psiquiatría, Hospital Universitario Valdecilla, Santander, España. Biogerontólogo, Departamento de Anatomía y Biología Celular, Universidad de Cantabria, Santander, España Jefe de Servicio de Geriatría, Hospital Virgen del Valle, Toledo, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Mariam El Assar de la Fuente Fundación de Investigación Biomédica, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Esperanza Fernández Rodríguez Belén Enfedaque Montes Medicina Familiar y Comunitaria, Directora asistencial de Servicios de Atención Primaria, Barcelona Ciutat, Institut Català de la Salut, Barcelona, España Teresa Flores Ruano Lina María Escobar Gómez Geriatra, Hospital General de Almansa, Albacete, España, Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Psiquiatra, Hospital Universitario San Vicente Fundación, Medellín, Colombia Mario F. Fraga José Luis Esquinas Requena Geriatra, Hospital General Universitario de Ciudad Real, Ciudad Real, España Ainhoa Esteve Arríen Geriatra, Hospital Universitario Infanta Leonor, Madrid, España Departamento de Biología de Organismos y Sistemas, Facultad de Biología, Universidad de Oviedo, Oviedo, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Ignacio Galmés Belmonte Juan de Dios Estrella Cazalla Geriatra, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Agustín F. Fernández Fundación para la Investigación Biosanitaria de Asturias (FINBA), Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA), Oviedo, España Urólogo, Director médico, Instituto Urológico IGB, Madrid, España Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, Universidad de Valencia. INCLIVA, FRESHAGE, Valencia, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Nuria Garatachea Vallejo María Fernández Fernández Geriatra, Hospital Monte Naranco, Oviedo, España Elkin Garcia Cifuentes Departamento de Farmacia y Tecnología Farmacéutica, Facultad de Farmacia, Universidad de Navarra, Pamplona, España Nuria Fernández Martínez Geriatra, Hospital General Universitario de Ciudad Real, Ciudad Real, España Geriatra, Director general del Consorcio de Salud y Atención Social de Cataluña, Barcelona, España Sergio García Sánchez Rehabilitador, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Luis Miguel García Segura Instituto Cajal, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Madrid, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Marisa Garreta Buriel Juan Gambini Buchón Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte y Departamento de Fisiatría y Enfermería, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, España. Consejo Superior de Deportes, Madrid, España. Instituto Agroalimentario de Aragón -IA2(CITA-Universidad de Zaragoza). Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERObn) Iñaki Fernández de Trocóniz Fernández José Augusto García Navarro Enfermera jefa de Área de Geriatría y Ámbito Sociosanitario, Parc de Salut Mar, Centro Fòrum, Hospital del Mar, Barcelona, España María Jesús Garrido Cid Departamento de Farmacia y Tecnología Farmacéutica, Facultad de Farmacia, Universidad de Navarra, Pamplona, España Pedro Gil Gregorio Jefe de Servicio de Geriatría, Hospital Clínico San Carlos, Madrid, España. Profesor Titular de Geriatría, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España Lucía Gimeno Mallench Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, Universidad de Valencia. INCLIVA, FRESHAGE, Valencia, España Médico y cirujano. Semillero de Neurociencias y Envejecimiento, Instituto de Envejecimiento, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. XVIII COLABORADORES Marisol Gómez Fernández José Gutiérrez Rodríguez Francisco Jiménez Muela Departamento de Estadística, Informática y Matemáticas, Universidad Pública de Navarra, Pamplona, España. IdiSNAInstituto de Investigación Sanitaria de Navarra, España Geriatra, Hospital Monte Naranco, Oviedo, España Geriatra, Residencia Palacio de Caldones, Caldones (Asturias) España Anne Hendry Concepción Jiménez Rojas Senior Associate at International Foundation for Integrated Care (IFIC), Glasgow, Escocia, Reino Unido. NHS Lanarkshire, Escocia, Reino Unido Geriatra, Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela, Madrid, España Fernando Gómez Montes Geriatra, Programa de Investigaciones en Gerontología y Geriatría, Facultad de Ciencias para la Salud, Universidad de Caldas, Manizales, Colombia Manuel Heras Benito Nefrólogo, Hospital General de Segovia, Segovia, España Javier Gómez Pavón Jefe de Servicio de Geriatría, Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela, Madrid, España. Coordinador académico de Medicina, Universidad Alfonso X el Sabio, Madrid, España José Daniel Jiménez Segura Rehabilitador, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Joaquín Jordán Bueso Paulo Hernández Zamora Geriatra, Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología, San José, Costa Rica Catedrático de Farmacología, Facultad de Medicina de Albacete, Universidad de Castilla-La Mancha, Albacete, España Pablo Alberto Hernández Zegarra Magali González-Colaço Harmand Geriatra, Hospital General La Mancha Centro, Alcázar de San Juan (Ciudad Real), España Geriatra, Hospital Universitario de Canarias, La Laguna (Tenerife) España Emiel O. Hoogendijk Mariona Jové Font Profesora Agregada Serra Húnter de Fisiología, Universitat de Lleida-Institut de Recerca Biomèdica de Lleida, Lleida, España Geriatra, Subdirectora Médica, Hospital General de la Defensa, Servicio Aragonés de Salud, Zaragoza, España Department of Epidemiology and Biostatistics, Amsterdam Public Health research institute, Amsterdam UMC Location VU University Medical Center, Amsterdam, Países Bajos José Luis González Guerrero Mercedes Hornillos Calvo Gema Juncos Martínez Jefe de Servicio de Geriatría, Complejo Hospitalario Universitario de Cáceres, Cáceres, España Geriatra, Hospital Universitario de Guadalajara, Guadalajara, España Geriatra, Residencia de mayores Los Álamos, Albacete, España Isabel Huedo Rodenas Olga Laosa Zafra Geriatra, Hospital de Hellín, Albacete, España Javier Hueto Pérez de Heredia Farmacóloga clínica, Fundación para la Investigación Biomédica, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España Neumólogo, Complejo Hospitalario de Navarra, Pamplona (Navarra), España Matilde León Ortiz Paloma González García Juan Ignacio González Montalvo Jefe de Servicio de Geriatría, Hospital Universitario La Paz, Madrid, España Nina Gramunt Fombuena Directora técnica del Área Social, Fundación Pasqual Maragall, Barcelona, España Alberto Grande Martín Neurofisiólogo, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Xabier Ibarzábal Aramberri Medicina Interna, Hospital Ricardo Bermingham, Matia Fundazioa, San Sebastián, España Marco Inzitari Geriatra, Hospital General de Segovia, Segovia, España Jefe de Servicio de Geriatría, Parc Sanitari Pere Virgili, Barcelona, España. Departamento de Medicina, Universitat Autònoma de Barcelona, España José Luis Guerrero Solano Mikel Izquierdo Redín Neurofisiólogo, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Catedrático de Fisioterapia, Departamento de Ciencias de la Salud, Universidad Pública de Navarra, Pamplona, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España. Navarrabiomed, IdiSNA María Teresa Guerrero Díaz Enrique Júdez Navarro Reumatólogo. Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Geriatra, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Esther Limón Ramírez Medicina Familiar y Comunitaria, Equipo de Atención Primaria Mataró 7, Institut Català de la Salut, Mataró (Barcelona), España Magdalena Linge Martín Geriatra, Hospital San José, Teruel, España Luis Miguel Gutiérrez Robledo Geriatra, Director general del Instituto Nacional de Geriatría, Ciudad de México, México Jesús María López Arrieta Geriatra, Responsable de la Unidad de Memoria y Demencia, Servicio de Geriatría, Hospital Universitario La Paz, Edificio Cantoblanco, Madrid, España Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. COLABORADORES XIX José Luis López Chicharro Juan Antonio Madrid Pérez Marta Martínez Reig Catedrático de Fisioterapia, Grupo FEBIO, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España Laboratorio de Cronobiología, Departamento de Fisiología, Universidad de Murcia, Murcia, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Geriatra, Hospital Universitario Doctor Peset, Valencia, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Pedro López-Dóriga Bonnardeaux Jefe de Sección de Geriatría, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España Nicolás Martínez Velilla Jorge Manzarbeitia Arambarri Rehabilitador, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Jefe de Servicio de Geriatría, Complejo Hospitalario de Navarra, Pamplona, España. Navarrabiomed, IdiSNA. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Esther López Jiménez Alberto Martín Martínez Miquel Àngel Mas Bergas Geriatra, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Enfermero, Hospital de Mataró, Consorci Sanitari del Maresme, Mataró (Barcelona), España Geriatra, Dirección clínica Territorial de Cronicidad Metropolitana Norte, Institut Català de la Salut, Barcelona, España Mikel López Sáez de Asteasu Eduardo Martín Sanz Departamento de Ciencias de la Salud, Universidad Pública de Navarra, Pamplona, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España. Navarrabiomed, IdiSNA Otorrinolaringólogo, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España Esther López García Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad Autónoma de Madrid, España. CIBER de Epidemiología y Salud Pública, Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Melisa López Utiel Geriatra, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Geriatra, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España Ángel Martín Fuentes Asunción Martín Sebastiá Enfermera de la Unidad de Ensayos Clínicos, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Medicina Familiar y Comunitaria, Hospital de Sagunto, Sagunto (Valencia), España Ander Matheu Elena Martín Sebastiá Geriatra, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Iveris Luz Martínez Terapeuta Ocupacional, Hospital Nacional de Parapléjicos, Toledo, España Division of Medicine & Society, Department of Humanities, Health and Society, Florida International University Herbert Wertheim College of Medicine, Miami, Florida, Estados Unidos Isabel Lozano Montoya Miguel Ángel Martínez Antón Geriatra, Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela, Madrid, España Psiquiatra, Hospital Universitario Valdecilla, Santander, España Alejandro Lucía Mulas Álvaro Martínez Montandón Instituto de Investigación Hospital 12 de Octubre (i + 12), Madrid, España. Universidad Europea de Madrid, Facultad de Ciencias del Deporte, Madrid, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Geriatra, Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología, San José, Costa Rica Vicente Lozano Berrio Marta Mas Romero Grupo Oncología Celular, Instituto Investigación Sanitaria Biodonostia, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Virginia Mazoteras Muñoz Geriatra, Hospital General Universitario de Ciudad Real, Ciudad Real, España Luciana Miguel Alhambra Geriatra, Salford Royal NHS Foundation Trust, Manchester, Reino Unido Nora Millor Muruzábal Alicia Martínez Ramírez Departamento de Estadística, Informática y Matemáticas, Universidad Pública de Navarra, Pamplona, España. IdiSNA Instituto de Investigación Sanitaria de Navarra, España Departamento de Estadística, Informática y Matemáticas, Universidad Pública de Navarra, Pamplona, España. IdiSNA Instituto de Investigación Sanitaria de Navarra, España Ramón Miralles Basseda Jefe de Sección de Geriatría, Parc de Salut Mar, Centro Fòrum, Hospital del Mar, Barcelona, España Carmen Luengo Márquez Geriatra, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. XX COLABORADORES Julia Mohedano Molano Alicia Noguerón García Martha B. Peláez Geriatra, Complejo Hospitalario Universitario de Cáceres, Cáceres, España Geriatra, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Healthy Aging Initiative, Health Foundation of South Florida, Miami, Florida, Estados Unidos Gemma Ochando Ibernón Luz María Peña Longobardo Dermatóloga, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Seminario de Investigación en Economía y Salud, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Castilla-La Mancha, Toledo, España María José Molina Garrido Oncóloga, Responsable de la Consulta de Cáncer en el Anciano, Hospital Virgen de la Luz, Cuenca, España Marta Molina Olivas Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Madrid, España José Luis Molinuevo Guix Director científico, Programa de Prevención del Alzheimer, Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), Barcelona, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Javier Antonio Montero Moreno Jefe de Sección de Oftalmología, Hospital Universitario Río Hortega, Valladolid, España Manuel Montero-Odasso Associate Professor of Medicine, Epidemiology and Biostatistics, Director, Gait and Brain Lab, Parkwood Hospital, Division of Geriatric Medicine, The University of Western Ontario, London, Ontario, Canadá Gloria Olaso González Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, Universidad de Valencia. INCLIVA, FRESHAGE, Valencia, España Laura Mónica Pérez Bazán Juan Oliva Moreno Javier Pérez-Jara Carrera Seminario de Investigación en Economía y Salud, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de CastillaLa Mancha, Toledo, España Geriatra, Hospital El Bierzo, Ponferrada (León), España José Luis Oliver Carbonell Enfermero especialista en Geriatría, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Geriatra, Parc Sanitari Pere Virgili, Barcelona, España Rodrigo Pérez Rodríguez Coordinador de e-Health, Fundación para la Investigación Biomédica, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España Gema Pérez Rojo Omar Ortega Fernández Investigador predoctoral, Biología sanitaria, Hospital de Mataró, Consorci Sanitari del Maresme, Mataró (Barcelona), España Profesora titular, Área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, Departamento de Psicología, Facultad de Medicina, Universidad CEU San Pablo, Madrid, España Reinald Pamplona Gras Catedrático de Fisiología, Universitat de Lleida-Institut de Recerca Biomèdica de Lleida, Lleida, España Roberto Petidier Torregrossa Fernando Morales Martínez José Manuel Pardal Fernández Irene Pradas Barriga Decano de la Facultad de Medicina, Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica Jefe de Servicio de Neurofisiología, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Investigadora, Institut de Recerca Biomèdica de Lleida, Lleida, España Leire Moreno Cugnon Helios Pareja Galeano Grupo de Oncología Celular, Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia, San Sebastián, España Facultad de Ciencias del Deporte, Universidad Europea de Madrid, Madrid, España Manuel Moreno Valladares Teresa Pareja Sierra Grupo Oncología Celular, Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia, España. Servicio de Anatomía Patológica, Hospital Universitario Donostia, San Sebastián, España Geriatra, Hospital Universitario de Guadalajara, Guadalajara, España Geriatra, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España Begoña Prado Villanueva Carmen Mosquera Gorostidi Neumóloga, Complejo Hospitalario de Navarra, Pamplona, España Diplomada en Enfermería, Hospital Universitario de Canarias, La Laguna (Tenerife), España Fernando Prieto Prieto Neurofisiólogo, Unidad de Sueño, Hospital Universitario de La Ribera, Alzira (Valencia), España Francisco Javier Puertas Cuesta José Francisco Parodi García Geriatra, Responsable del Centro de Investigación del Envejecimiento, Facultad de Medicina Humana, Universidad de San Martín de Porres, Lima, Perú Jefe de Servicio de Neurofisiología y Unidad de Sueño, Hospital Universitario de La Ribera, Alzira (Valencia), España Rafael Puyol Antolín Laura Pedraza Sepúlveda Natalia Negrín Mena Geriatra, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España Farmacóloga clínica, Fundación para la Investigación Biomédica, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España Catedrático de Geografía Humana, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. COLABORADORES XXI Mauricio Ramos Bacco Luis Romero Rizos José Manuel Santacruz Escudero Geriatra, Hospital Monte Naranco, Oviedo, España Geriatra, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los trabajadores del estado de Nuevo León, México Jefe de Sección de Geriatría, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Psicogeriatra, Director del Centro de Memoria y Cognición - Intellectus, Hospital Universitario San Ignacio, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia Lourdes Rexach Cano Jorge Ruiz Medrano Geriatra, Coordinadora de la Unidad de Cuidados Paliativos, Hospital Ramón y Cajal, Madrid, España Oftalmólogo, Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda, Majadahonda (Madrid), España Jefe de Servicio de Otorrinolaringología, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España. Catedrático de Otorrinolaringología, Universidad Europea, Madrid, España Fernando Rodríguez Artalejo José María Ruiz-Moreno Andiara Schwingel Catedrático, Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad Autónoma de Madrid, España. CIBER de Epidemiología y Salud Pública, Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Catedrático de Oftalmología, Facultad de Medicina, Universidad de Castilla-La Mancha, Albacete, España. Hospital Universitario Puerta de HierroMajadahonda, Madrid, España. RETICS Prevención, detección precoz, y tratamiento de la patología ocular prevalente, degenerativa y crónica, Ministerio de Sanidad, Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Department of Kinesiology and Community Health, University of Illinois at Urbana-Champaign, Champaign, Illinois, Estados Unidos Pedro Luis Ruiz Sáenz Marta I. Sierra Doctor en Odontología, Unidad de Odontogeriatría, Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela, Madrid, España Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología (CINN-CSIC), Universidad de Oviedo, Oviedo, España Beatriz Rodríguez Sánchez Mario Salas Carrillo Alan J. Sinclair Seminario de Investigación en Economía y Salud, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Castilla-La Mancha, Toledo, España Geriatra, Hospital Clínico San Carlos, Madrid, España Esther San Cristóbal Velasco Geriatra, Director of the Foundation for Diabetes Research in Older People, Diabetes Frail Ltd., Worcestershire, Reino Unido Isabel Rodríguez Sánchez Geriatra, Hospital Monte Naranco, Oviedo, España Juan José Solano Jaurrieta Geriatra, Complejo Hospitalario de Navarra, Pamplona, España Carmen Sánchez Castellano Juan Rodríguez Solís Geriatra, Hospital Universitario Ramón y Cajal, Madrid, España Director del Área de Gestión Clínica de Geriatría, Hospital Monte Naranco y Hospital Universitario Central de Asturias, Oviedo, España Pedro Manuel Sánchez Jurado Isabel Soler Moratalla Geriatra, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Geriatra, Hospital de Villarrobledo, Albacete, España Omar Rangel Selvera Leocadio Rodríguez Mañas Jefe de Servicio de Geriatría, Hospital Universitario de Getafe, Getafe (Madrid), España. Director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Jefe de Servicio de Geriatría, Hospital Universitario de Guadalajara, Guadalajara, España María Ángeles Rol de Lama Laboratorio de Cronobiología, Departamento de Fisiología, Universidad de Murcia, Murcia, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Ricardo Sanz Fernández Angelo Scuteri Scuola Specializzazione Geriatria Universita’ di Roma Tor Vergata, Policlinico Tor Vergata, Roma, Italia María del Carmen Soriano Rodríguez Oncóloga, Hospital General Virgen de la Luz, Cuenca, España Francisco Tarazona Santabalbina Ginés Sánchez Nievas Jefe de Servicio de Reumatología, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Geriatra, Hospital Universitario de La Ribera, Alzira (Valencia), España Juan Ramón Romero Macías Jefe de Servicio de Hematología, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. XXII COLABORADORES Noelia Tardáguila García Enrique Vega García Jeremy Walston Diplomada en Enfermería, Hospital Virgen de la Torre, Madrid, España Asesor Regional en Envejecimiento y Salud, Organización Panamericana de la Salud/ Organización Mundial de la Salud (OPS/ OMS), Washington, Estados Unidos Raymond and Anna Lublin Professor of Geriatric Medicine, Johns Hopkins Asthma and Allergy Center, Baltimore, Estados Unidos Carlos Verdejo Bravo Raquel Yubero Pancorbo Jefe de Sección de Geriatría, Hospital Clínico San Carlos, Madrid, España Neuropsicóloga, Servicio de Neurología, Hospital Quirón Salud, Pozuelo de Alarcón (Madrid), España Inmaculada Tasset Becaria posdoctoral de la Fundación Fulbrigh, Development and Molecular Biology Department, Albert Einstein College of Medicine, Nueva York, Estados Unidos Rosario Verduga Vélez Agustín Tejera Dorta Neuropsicólogo, Hospital Clínico San Carlos, Madrid, España Marisol Ucha Domingo Doctora en Odontología, Directora de la Fundación Colegio de Odontólogos de Madrid, Madrid, España. Profesora de Odontología, Universidad Alfonso X el Sabio, Madrid, España Mireia Urpi Sarda Laboratorio de Biomarcadores y Metabolómica Nutricional y de los Alimentos, Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía, XaRTA, INSA, Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación, Universidad de Barcelona, Barcelona, España Mara van Leeuwen Cancer Epigenetics Laboratory, Institute of Oncology of Asturias (IUOPA), ISPA-Hospital Universitario Central de Asturias HUCA, Universidad de Oviedo, Oviedo, España Profesora de las Áreas de Psicobiología y Educación para la Salud, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Centro Asociado de Cantabria, España Raquel Vial Escolano Geriatra, Hospital San José, Teruel, España Fabrício Zambom-Ferraresi Servicio de Geriatría, Complejo Hospitalario de Navarra, Pamplona, España. Navarrabiomed, IdiSNA. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Clemente Humberto Zúñiga Gil Arturo Vilches Moraga Consultant Physician and Geriatrician & Clinical Lead Salford-POPS-GS, Salford Royal NHS Foundation Trust, Manchester, Reino Unido Jefe del Servicio de Geriatría, Hospital General de Tijuana, Tijuana, México. Profesor de Geriatría, Universidad Autónoma de Baja California, México José Viña Ribes Catedrático, Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, Universidad de Valencia, Valencia, España. Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 1 Demografía y epidemiología del envejecimiento Rafael Puyol ¿QUÉ ES EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO? La población no envejece, lo hacen las personas, pero a pesar de ello utilizamos esta expresión para referirnos al aumento de los mayores en el conjunto de una población. Desde el punto de vista de la estructura por edades, las personas se han distribuido tradicionalmente en tres grandes grupos: los jóvenes (0-14 años), los adultos (15-64 años) y los viejos (65 años o más). Se trata de una clasificación meramente estadística que no tiene o que no debería tener otras connotaciones, ni laborales, ni sanitarias, ni mentales, ni de ninguna otra naturaleza. De esta manera, una persona sería vieja a partir de los 65 años, y el envejecimiento (umbral fijo) se definiría cuando al menos el 10% de la población estuviera compuesta por individuos que tienen o rebasan esa edad. Hoy, las sociedades desarrolladas poseen valores de envejecimiento bastante más altos, que se acercan o rebasan el 20%. Y este es uno de los rasgos más significativos de la demografía de los países avanzados por los retos que plantea, pero también por las oportunidades que ofrece. El umbral fijo de los 65 años es descriptivo y sencillo de utilizar, pero empieza a no ser satisfactorio para definir el inicio estadístico de la vejez. Es una edad demasiado temprana para considerar vieja a una persona. Lo razonable es elevar el umbral, sobre todo en países con altas esperanzas de vida. Para ello se están empleando diferentes procedimientos. Uno de ellos consiste en utilizar un umbral móvil calculado a partir de la esperanza de vida al nacer. Según este método, la vejez comienza cuando las personas alcanzan una edad en la que la esperanza de vida restante es de 15 años. El cómputo resulta un tanto arbitrario, pero permite elevar el umbral de la vejez a medida que la esperanza aumenta, lo cual es un proceso constante. El ejemplo español ilustra el procedimiento. En 2016, la esperanza de vida (para ambos sexos) fue de 83 años, y por lo tanto el umbral de la vejez se situaría en 68 años. Y en 2051, dicha esperanza estaría en 88 años, y el umbral en 73. En el primer caso serían 3 años más por encima del umbral fijo, y en el segundo, 8 años más. El inicio estadístico de la vejez se va alargando cada vez más en el tiempo a medida que aumenta nuestra esperanza de vida. Otra propuesta para redefinir el umbral de la vejez la han realizado las sociedades gerontológica y geriátrica de Japón. En un trabajo de 2006, de Hajime Ormo et al., se sostiene que hoy los mayores tienen un estado de salud mucho mejor que el de hace 15 o 20 años y que no podemos considerar viejas a las personas que cumplen 65 años. Manejando indicadores como la velocidad de la marcha o la fuerza del agarre de la mano, se comprueba que los indicadores de 75 a 79 años obtienen los mismos resultados que los de 65 a 69 años, 20 años antes. En función de este y otros estudios, un comité compuesto por personas de ambas instituciones propone una clasificación de la vejez en tres grupos de edades: la prevejez, de 65 a 74 años; la vejez propiamente dicha, de 75 a 90 años, y los supermayores, por encima de esta última edad, una edad que cada vez alcanzan más personas. El número de octogenarios, nonagenarios y centenarios se multiplica, e incluso se ha establecido una nueva categoría de supercentenarios compuesta por las personas de 110 años o más. ENVEJECIMIENTO Y LONGEVIDAD No debe confundirse el envejecimiento con la longevidad. Esta última es un concepto absoluto que hace referencia a la larga duración de la vida que hoy por hoy tiene un límite máximo en todas las especies. En el mundo animal, los seres humanos no se sitúan a la cabeza de los más longevos, pero tampoco en el vagón de cola de la clasificación. Un espécimen de almeja ha llegado a vivir más de 500 años; la ballena boreal, hasta 200; el erizo rojo, entre 150 y 200 años; y alguna variedad de tortuga, hasta 180 años. Son edades por encima de los 122 años que ha alcanzado hasta ahora la decana de la humanidad; pero por debajo están el elefante (80 años), el mono (25), la vaca (22), los gatos y perros (15 o 30) o los patos (10). A veces se airean edades muy elevadas para deter­ minados seres humanos, pero no suelen estar probadas docu­ mentalmente. Sí lo está la de la francesa Jeanne Calment, que vivió 122 años, 5 meses y 14 días entre 1875 y 1997. Es un récord que seguramente se rebasará pronto porque están creciendo los centenarios y los supercentenarios a escala global. Existen alrededor de 170 centenarios por cada millón de habitantes, lo cual nos llevará a una cifra total de 1,2 millones, y hay entre 300 y 450 supercentenarios validados según el Gerontology Research Group. La larga longevidad es un fenómeno multicausal en el que se combinan elementos genéticos, culturales, relacionados con la alimentación o medioambientales. Y existen en el planeta unas zonas donde se dan fuertes concentraciones de longevos. Son las llamadas «zonas azules» (Poulain et al. 2004), que se sitúan en Okinawa (Japón), Icaria (Grecia), Loma Linda (California) y la península de Nicoya (Costa Rica). En 2012, el investigador estadounidense Dan Buettner las estudió, junto con un equipo de diferentes especialistas, e identificó hasta nueve factores que favorecían la longevidad en esas zonas: 2 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 3 1 Demografía y epidemiología del envejecimiento 1. Una intensa movilidad habitual. 2. Tener «ikigai», palabra japonesa que alude a las razones de una persona para vivir cada día. 3. Reducir el estrés asociado a las enfermedades causadas por el envejecimiento. 4. No comer hasta saciarse (el «Hara hachi bu» de Confucio). 5. Una preferencia por los alimentos vegetales. 6. Una ingesta moderada de alcohol (posible, pero no imprescindible). 7. Una inserción en grupos que fomentan los comportamientos saludables. 8. La pertenencia a comunidades de creyentes con prácticas religiosas habituales. 9. La existencia de relaciones sólidas entre los diferentes miembros de la familia. En un afán de síntesis se podrían resumir estos nueve factores en dos principales: el primero sería llevar una vida saludable que suponga una movilidad creciente, una práctica de rutinas que limiten el estrés habitual y comer, sin saciarse, productos prioritariamente vegetales. Y el segundo, el de insertarse en grupos que fomenten y ayuden a cumplir estas «buenas prácticas»: grupos familiares, comunidades de creyentes, grupos sociales, etc. Todas ellas deben poseer su «ikigai», su razón de vivir. Y es que hay un «ikigai» personal —y cada uno tiene el suyo— y uno colectivo que define los objetivos de cada comunidad y los desafíos que debe resolver para alcanzarlo. SITUACIÓN DEL ENVEJECIMIENTO A ESCALA GLOBAL Y EN ESPAÑA Para ofrecer un panorama del envejecimiento a escala internacional y ante las dificultades informativas que plantea el uso de umbrales móviles, se utilizará como indicador la población de 65 años o más. En la tabla 1.1 se presentan las cifras absolutas y relativas para los dos grandes bloques de países (desarrollados y en desarrollo) y por continentes. En 2015 había en el mundo 600 millones de personas con 65 años o mayores de esta edad. Por el porcentaje que representan sobre la población total, no se puede decir que exista una población envejecida a escala planetaria. A escala continental, Europa, América del Norte y Oceanía tienen valores relativos por encima del 10%. En el otro extremo de la escala destacan las cifras tan bajas que tiene el continente africano (3,4%). El panorama cambiará completamente en 2050. La población mayor superará una situación de envejecimiento generalizado. Salvo África, todos los continentes tendrán valores por encima del 15% con Europa a la cabeza, que llega casi al 28%. Puede decirse que en un horizonte de 30 años, el envejecimiento se habrá globalizado. Una característica del envejecimiento es que las personas viejas se hacen cada vez más viejas. Se trata de un fenómeno de envejecimiento de la propia vejez. Para medirlo se utiliza la población de 80 años o más (v. tabla 1.1), que pasará de 125 millones en 2015 a 425 millones en 2050, doblando el valor porcentual entre una y otra fecha. El crecimiento de los octogenarios será especialmente fuerte en Europa, donde pasarán a representar más del 10% de la población total. A escala mundial aumentarán más que la población de 65 años y que la población total. Se trata de un fenómeno positivo, aunque no exento de retos, que exigirá realizar esfuerzos en una doble dirección: prolongar la vida activa más allá de las edades actuales del retiro y lograr que esa población celebre su 80 y posteriores cumpleaños en unas condiciones de salud adecuadas. En el marco europeo, con cifras de envejecimiento altas, España tiene una posición y observa una tendencia parecida a la del conjunto. Con más de 8,7 millones de personas mayores de 65 años, ostenta una tasa (19,07%) muy semejante a la media de los países de la Unión. Sin embargo, el valor relativo de la población octogenaria (6,1%) es superior al promedio de los (todavía) 28, y ya hay más de 15.700 centenarios. En 2031, 1 de cada 4 habitantes tendrá más de 65 años y en 2050 1 de cada 3. Pero los que más crecerán serán los octogenarios. España será uno de los países europeos con una mayor participación de estas personas en la población total. LAS CAUSAS Hay tres circunstancias en la historia demográfica de nuestras sociedades que explican el proceso de envejecimiento. La primera es la reducción de la mortalidad infantil, que permitió a las familias conservar un número cada vez mayor de © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. TABLA 1.1 El envejecimiento a escala internacional 2015 Mundo Países desarrollados Países en desarrollo África Asia Europa Latinoamérica y el Caribe América del Norte Oceanía 2050 Total (miles) % Total (miles) % 611.897 220.572 391.325 41.274 334.743 130.378 48.129 52.660 4.713 8,3 3,0 5,3 3,4 7,6 17,7 7,6 14,7 12,1 1.546.065 345.500 1.200.656 150.647 936.621 199.295 151.305 97.817 10.378 15,8 3,5 12,0 6,0 17,8 27,8 19,4 22,5 18,2 Fuente: World Population Prospects. The 2017 Revision. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 4 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada los hijos que concebían. A comienzos del siglo XIX, para que sobrevivieran los deseados (pongamos 3) era necesario engendrar el doble. Pero esa cantidad fue disminuyendo después paulatinamente hasta llegar a una situación en la que se puede mantener la práctica totalidad de los hijos que se conciben. Como consecuencia de ello (segunda circunstancia), se produce una reducción de los niveles de fecundidad y natalidad, una consecuente reducción de la población joven y un crecimiento primero de la adulta y después de la anciana. Este proceso se denomina envejecimiento por la base (se trata de la base de la pirámide de edades). Después (tercera circunstancia), las personas van cumpliendo años, la esperanza de vida crece y la longevidad aumenta provocando una mayor presencia de efectivos en la parte alta de la pirámide y un envejecimiento que ahora se denomina por la cima, por los escalones altos de la pirámide de edades. Hay personas que creen que hay más envejecimiento porque hay más viejos, y esto es solo una parte de la explicación. Hay envejecimiento porque hay más viejos, pero también porque hay menos jóvenes. Y esa doble circunstancia es la que caracteriza hoy a las sociedades avanzadas, que al sumar el doble efecto incrementan sin cesar su nivel de envejecimiento. Hay otros factores coadyuvantes del envejecimiento o del fenómeno contrario (un cierto rejuvenecimiento) que experimentan algunas sociedades. El más importante son las migraciones, sobre todo las económicas, que son selectivas desde el punto de vista de las edades. De las zonas de emigración, sean países o territorios dentro de un país, se van prioritariamente las personas jóvenes (digamos de entre 20 y 40 años). En espacios con una estructura por edades eminentemente joven, ese éxodo reduce la importancia relativa de este segmento de la población sin provocar un aumento apreciable del envejecimiento. En cambio, si esa emigración sale de una región con una estructura por edades con menos o pocos jóvenes y adultos jóvenes, crece automáticamente el envejecimiento. Es lo que ocurrió en muchas zonas de los países avanzados sometidas a un intenso proceso de vaciamiento de las zonas rurales (España, en los años cincuenta del siglo XX). La salida de los jóvenes, con una buena proporción de mujeres, redujo la natalidad y provocó el aumento de la población mayor, no solo porque se fueron menos, sino porque al reducirse el volumen de los 20-40 años, creció su importancia relativa. En las zonas de destino, habitualmente las áreas urbanas, se produjo el efecto contrario. La llegada de jóvenes adultos rejuveneció sus estructuras por edades y ralentizó su proceso de envejecimiento debido a la presencia de los inmigrantes y también a los efectos positivos que estos tuvieron en la natalidad de los territorios de acogida. Ahora bien, no todas las migraciones tienen ese papel rejuvenecedor de las estructuras. Si están integradas por una proporción elevada de mayores que se asientan de forma permanente en áreas turísticas, añade más envejecimiento al que puedan tener esas zonas. Puntualmente, ese envejecimiento puede llegar a ser importante. En definitiva, el envejecimiento demográfico es un fenómeno que se relaciona con otros hechos demográficos de los que sufre sus efectos y a los que influye, a su vez, de manera directa o indirecta. LAS CARACTERÍSTICAS Un fenómeno positivo El hecho de que cada vez más personas vivan más años y en unas condiciones generalizadamente mejores es una conquista social, aunque con muchas batallas pendientes. Vamos ganando años de vida en todas partes. Y estamos ganando vida para cada vez más años en muchas zonas del planeta. Es una constatación que puede resultar superflua, pero que no lo es porque demasiadas personas ven el envejecimiento como un fenómeno prioritariamente negativo y lo evalúan sobre todo en términos de gastos (pensiones, sanidad, dependencia, etc.) y muy poco como un logro social que ofrece múltiples oportunidades. Comparto la expresión de que, en el fondo, el envejecimiento es un proceso de rejuvenecimiento, en el sentido de que la auténtica vejez que limita la actividad y las capacidades de la gente llega cada vez más tarde. El envejecimiento no significa que las personas pasen más años siendo viejas, sino que vivan más tiempo siendo jóvenes. La inversión de la estructura demográfica tradicional Históricamente hubo en todas partes más jóvenes que viejos, utilizando para los primeros el tramo de 0 a 15 años y para los segundos el de 65 años o más. No obstante, la combinación de las dos grandes causas de envejecimiento señaladas invirtió esta composición en la inmensa mayoría de las sociedades avanzadas. Esta es la situación de los países de la Unión Europea, en la que solo Irlanda (22% de jóvenes y 13% de viejos) presenta una estructura tradicional, ligada a sus mayores tasas de natalidad. Y dentro de este grupo, esta es la situación de España, que inició su inversión demográfica en 1999 y se ha ido ahondando desde entonces. Según el padrón disponible a 1 de enero de 2018, la población mayor (19,07%) aventaja en más de 4 puntos a la joven (14,83%). La diferencia alcanza los valores más fuertes en Japón, en donde los viejos (26%) doblan a los jóvenes. Se trata del país más envejecido del mundo con un porcentaje de octogenarios del 8% y elevadas cifras de nonagenarios y centenarios. Un fenómeno global Ya se ha dicho, al hablar de los datos, que el envejecimiento es un fenómeno mundial que afecta especialmente a los países desarrollados, pero que empieza a estar presente en muchas naciones en desarrollo en donde la población de 65 años o más va a crecer de un 8% en 2015 a un 15% en 2050. Es otra manifestación del proceso de globalización que afecta a la población mundial, que ya no evoluciona como en la segunda mitad del siglo XX. La fecundidad y la natalidad caen en todas partes, las migraciones se producen en un escenario global y el envejecimiento se difunde por doquier. Caminamos hacia una convergencia de valores en las variables principales, aunque ese proceso de homogeneización tenga un largo camino por delante, sobre todo en el caso del África subsahariana, que sigue manteniendo natalidades intensas, crecimientos fuertes y estructuras muy jóvenes. Esa parte del continente será la que envejezca más tarde en el contexto internacional, pero acabará booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 1 Demografía y epidemiología del envejecimiento haciéndolo porque también en ella ha empezado a disminuir la fecundidad y a crecer la esperanza de vida. Un hecho difícilmente reversible El envejecimiento del conjunto de una población es difícilmente reversible, aunque podría conseguirse a través de dos mecanismos: por una elevación del número de nacimientos que mejorase el volumen de población joven, o por un crecimiento de la inmigración joven y adulta que redujese el valor relativo de la población vieja. No lo disminuirá en términos absolutos, pero sí en porcentajes, ya que el envejecimiento, como sabemos, se define en términos relativos. El problema es que el volumen de efectivos en juego por cualquiera de las dos vías sería tan elevado que no es fácil una corrección significativa del fenómeno por cualquiera de ellas o incluso por la combinación de ambas. El crecimiento de la natalidad o el aumento de la inmigración siempre aliviarán el envejecimiento, quizás no reduciéndolo mucho, pero sí, al menos, logrando que no crezca con tanta intensidad. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Un rasgo especialmente intenso en las mujeres En la inmensa mayoría de las sociedades actuales hay más mujeres que hombres, pese a que nacen más niños que niñas. Por término medio se alumbran al año 105/106 varones por cada 100 féminas, pero después la muerte actúa con más intensidad entre los hombres provocando primero una progresiva equiparación entre los sexos y una reversión de las proporciones después. Los datos de España en 2018 ejemplifican esta situación. La igualdad numérica entre los sexos se produce en torno a los 50 años. A los 65 ya hay 108 mujeres por cada 100 hombres; a los 80, 142 por cada 100, y a los 90, 216 por cada 100. Las mujeres suelen envejecer solas, mientras que los varones lo hacen en pareja con más frecuencia. En estas diferencias actúan factores biológicos, algunos de los cuales siguen en estudio (p. ej., el papel de la testosterona y el de los estrógenos) y otros ligados a la actividad laboral o los hábitos de consumo. Con frecuencia se menciona el mayor desgaste del organismo de los hombres debido al ejercicio de ciertas actividades que tradicionalmente han desempeñado con más intensidad, o la mayor incidencia que en él han tenido hasta hace poco ciertos consumos nocivos (alcohol, tabaco, drogas) o las enfermedades profesionales. Si bien estos hechos han podido tener un papel más relevante, hoy están más diluidos. Las mujeres están presentes en todos los oficios y tenemos hábitos de consumo que van reduciendo la distancia con los hombres. Por ello, se aprecian pequeñas atenuaciones en las diferencias de la esperanza de vida entre hombres y mujeres. Los viejos se hacen cada vez más viejos Ya se mencionó el fenómeno al hablar del crecimiento de los octogenarios en la población mundial. Pese a que la edad estadística para definir a una persona como auténticamente vieja se vaya retrasando, el crecimiento del volumen de «mayores» es un fenómeno imparable. El mundo tendrá viejos a una edad cada vez más tardía. Ya ha nacido la generación que en nuestras sociedades alcanzará los 100 años de esperanza de vida. Como el envejecimiento en general, se trata de una buena noticia, 5 pero no es un fenómeno neutro sin consecuencias. Dos, al menos, serán de gran transcendencia: el pago de las pensiones a personas que van a estar mucho más tiempo cobrándolas y el crecimiento de los gastos sanitarios que exigirá el cuidado de octogenarios y nonagenarios. Son los daños colaterales de un proceso que también ofrecerá muchas oportunidades económicas y múltiples nichos para la inversión. Por ello, ver el envejecimiento únicamente como un problema es no solo una visión parcial, sino injusta del fenómeno. Más que un problema es una situación con la que debemos convivir, cuyos retos hay que enfrentar y cuyas oportunidades tenemos que aprovechar. LA TRANSICIÓN EPIDEMIOLÓGICA Relacionado con la transición demográfica, el modelo de transición epidemiológica fue establecido por Omran en 1971 para estudiar los cambios en los estados de salud y enfermedad que tienen lugar en una población, y las causas y consecuencias relacionadas con ellos. Durante la transición epidemiológica se produce un cambio en los modelos de morbimortalidad: de las causas predominantemente exógenas (infecciosas, carenciales, etc.) se pasa a un predominio de las endógenas (degenerativas, a las que se añaden algunas sociopatías como los accidentes o el suicidio). Omran diferenció inicialmente tres etapas en el modelo: 1. Una primera de «peste y hambruna» con alta mortalidad, acusadas fluctuaciones, esperanza de vida baja y también fluctuante, y episodios de mortalidad epidémica con repercusiones muy negativas sobre la demografía de un territorio. El censo de enfermedades estaba compuesto sobre todo por las parasitarias y deficitarias, y las dolencias con una afectación especial a la infancia (diarreas, neumonías, etc.) y a las mujeres jóvenes (fiebres puerperales, tuberculosis, etc.). 2. Una segunda de disminución y desaparición de las pandemias. Se mantienen las enfermedades materno-infantiles, sobre todo de tipo infeccioso, pero disminuyen las epidémicas. La esperanza de vida crece y aumenta la población por la disminución de algunas mortalidades y también por el mantenimiento de una fecundidad alta. 3. La tercera etapa es la de las enfermedades degenerativas y provocadas por las propias personas. Dolencias como los tumores o las cardiovasculares desplazan a las enfermedades infecciosas como causas principales de los fallecimientos. La morbilidad pasa a ser un mejor indicador de la salud que la mortalidad y adquieren una especial relevancia hechos como los accidentes, las adicciones o los problemas mentales. La esperanza de vida experimenta un nuevo crecimiento. A estas tres etapas, autores como Olshansky y Ault (1986) añadieron una cuarta, y el propio Omran, dos más. La cuarta etapa de Olshansky y Ault y la cuarta de Omran son coincidentes. Se caracterizan por un retroceso relativo de la mortalidad causada por las enfermedades cardiovasculares y otras degenerativas. Esta disminución es debida a los progresos médicos, a los cambios positivos en los estilos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 6 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada de vida (disminución del tabaquismo, ingesta de alimentos con menos aditivos y grasas) y a los programas comunitarios de prevención. La morbilidad crónica continúa afectando a la población, pero con menos intensidad y de forma más tardía. Las que no disminuyen son las sociopatías. La quinta etapa de Omran sería la de la calidad de vida esperada, que supondría un nuevo aumento de la longevidad a mediados del siglo XXI. La etapa 3 de Omran y la cuarta del propio Omran y de Olshansky y Ault constituyen un marco adecuado para enmarcar (y entender) el envejecimiento. La tercera etapa ha propiciado que proporciones crecientes de personas sobrevivan hasta edades avanzadas, y la cuarta, el proceso de envejecimiento de la propia vejez. Las enfermedades crónicas degenerativas siguen ahí, pero su incidencia se reduce y se retrasa, lo cual permite a la gente vivir más años y en condiciones que mejoran sin cesar. VIVIR MÁS TIEMPO, VIVIR MEJOR. LA ESPERANZA DE VIDA Hay tres modalidades de la esperanza de vida que permiten ilustrar la evolución de la longevidad y el proceso general de envejecimiento: la esperanza de vida al nacer, la que se establece a los 65 años y la esperanza de vida saludable. La esperanza de vida al nacimiento mide el número de años que una persona puede esperar vivir si las condiciones de mortalidad en el momento de su alumbramiento permanecen inalterables durante el resto de la vida. Esta esperanza de vida ha evolucionado al alza en casi todas las sociedades y presenta hoy valores elevados en los estados avanzados. En Japón, la esperanza de vida es de 87 años para las mujeres y 81 para los hombres, y en la Unión Europea de 83,3 y 78 años, respectivamente. Y sigue creciendo a una media de unos 3 meses por año. Según un estudio de la revista The Lancet, las mujeres de algunos países desarrollados superarán en 2030 los 90 años de esperanza de vida. Y según un trabajo del Instituto Max Planck, la mayoría de los niños nacidos después del año 2000 en países demográ­ ficamente avanzados podrían vivir para celebrar su 100 ani­ versario. Otra de las esperanzas de vida que ha crecido significativamente es la existente a partir de los 65 años. Este indicador mide los años que una persona que cumple 65 años tiene por delante si las pautas de mortalidad del año del cálculo se mantienen invariables. La media para los países europeos es de 21 años para las mujeres y 18 para los hombres. Y como la esperanza de vida al nacer, es un indicador que seguirá creciendo en el futuro. Ahora bien, vivir más no lo es todo en la vida. Junto a los indicadores cuantitativos (esperanza de vida al nacer y a los 65 años) hay otros de naturaleza cualitativa que miden la «calidad» de esa vida: la que transcurre sin limitación de la actividad (healthy life years o disability-free life expectancy), la que supone una limitación moderada y la que tiene una limitación importante. El caso español ejemplifica los valores de cada una de estas situaciones. Al cumplir 65 años, las mujeres viven sin limitación de actividad 9 años, 10 con limitación moderada y alrededor de 4,5 con limitación importante. Los hombres viven 9,7 años sin limitación de actividad, 6,7 con limitación moderada y 2,7 con limitación importante. Aunque las mujeres tienen una esperanza de vida superior a la masculina, viven menos tiempo sin limitación de la actividad y más con limitaciones moderadas e importantes. Podría decirse que tienen una «mala salud de hierro». Esa peor salud de las mujeres mayores es percibida por ellas de forma clara. La valoración positiva del estado de salud disminuye con la edad y es diferente según el sexo. El ejemplo español vuelve a ser ilustrativo. Entre 15 y 24 años, el 93% de los hombres y el 88% de las mujeres valoran su estado de salud como bueno o muy bueno. De 65 a 74 años, los porcentajes bajan al 60 y 47%, y entre las personas de 85 años o más se reduce al 37% y 27%, respectivamente. La diferencia entre hombres y mujeres se pone igualmente de manifiesto al analizar la dependencia funcional. Entre las personas mayores de 65 años tienen dificultades para realizar alguna actividad básica de la vida diaria (alimentarse, asearse, vestirse, sentarse, levantarse, etc.) el 25% de las mujeres frente a un 15% de los hombres. MORBILIDAD Y MORTALIDAD DE LAS PERSONAS MAYORES La morbilidad es la proporción de personas que enferman en un sitio y tiempo determinado. El término hace referencia a las enfermedades, mientras que la mortalidad es un indicador del número de personas fallecidas en una población. Lógicamente, ambos conceptos están relacionados, ya que la morbilidad puede desencadenar la mortalidad. Las tasas de morbilidad aumentan con la edad. Las más bajas suelen corresponder al tramo de 5 a 24 años y las más altas, al de 85 años o más. Como consecuencia de ello, muchas personas mayores se ven obligadas a acudir a los centros hospitalarios en los que protagonizan la mayor parte de las altas. La estadística de morbilidad hospitalaria ofrece esta información. En 2016, los mayores de 65 años consumieron más de 2,1 mi­ llones de altas hospitalarias, que sobre el total (4,8 millones) representan el 45%. Es decir, el 19% de toda la población es protagonista de casi la mitad de todas las altas. Las causas más habituales de asistencia hospitalaria entre las personas mayores son las enfermedades del aparato circulatorio y después las dolencias respiratorias, digestivas y neoplasias. La última fase de la vida es el fallecimiento, en el que los mayores desempeñan un papel protagónico. En las sociedades avanzadas, más del 80% de las muertes (o incluso el 85% en algunos casos) fueron de personas de 65 años o más. Hemos pasado de un modelo predominantemente de morir joven a otro prioritario de morir viejo, que se acentúa especialmente en el caso de las mujeres, el 90% de las cuales fallece a partir de los 65 años. En cuanto a las causas de muerte, las principales son las afecciones del aparato circulatorio, seguidas por los tumores y las enfermedades respiratorias. El patrón de mortalidad es a veces diferente entre hombres y mujeres. Es lo que ocurre, por ejemplo, en España, donde los tumores son la primera causa de muerte entre los hombres y las dolencias del aparato circulatorio entre las mujeres. Los principales tumores masculinos son booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 1 Demografía y epidemiología del envejecimiento TABLA 1.2 Causas de muerte en España Porcentaje sobre el total N.° de fallecimientos de fallecimientos + 65 años Causas Hombres Tumores Enf. del aparato digestivo Enf. del aparato respiratorio Enf. del sistema nervioso Enf. del sistema digestivo Trastornos mentales y del comportamiento Enf. endocrinas Mujeres Enf. del aparato circulatorio Tumores Enf. del aparato respiratorio Enf. del sistema nervioso Trastornos mentales y del comportamiento Enf. del sistema digestivo Enf. endocrinas 53.702 47.117 31,48 27,82 24.171 14,27 8.636 5,10 7.884 4,66 6.916 4,08 4.757 2,81 90,22 61.479 33,71 33.579 19.727 18,41 10,82 14.702 8,06 13.721 7,52 8.746 4,80 6.834 3,75 87,07 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Enf., enfermedades. Fuente: Instituto Nacional de Estadística. los del aparato digestivo, seguidos por los de colon y próstata. En cambio, entre las mujeres las muertes por tumores son más diversas, con un predominio del cáncer de mama (tabla 1.2). En todos los países envejecidos hay que destacar el crecimiento de los fallecimientos por enfermedades nerviosas y mentales. Se estima que más de 46 millones de personas en el mundo, prioritariamente mayores, sufren algún tipo de demencia, de las que el Alzheimer es la más habitual, una dolencia que afecta más a las mujeres que a los hombres. El papel de los mayores en los fallecimientos por alguna de las sociopatías tampoco es despreciable. En España, por ejemplo, de todas las muertes por accidente de tráfico, los mayores de 65 años protagonizan alrededor de un 30%, y en los suicidios, un tercio del total, de los que tres cuartas partes corresponden a los hombres. RETOS Y OPORTUNIDADES Si se introduce en Google la frase «envejecimiento como problema», obtenemos casi 5,3 millones de resultados. En cam­ bio, el «envejecimiento como oportunidad» únicamente tiene 7 1,5 millones. Y es que, como decía, al hablar de las características, tendemos a considerar mucho más sus aspectos negativos que los favorables. En realidad, no se debería hablar tanto de problemas como de retos que hay que enfrentar e intentar resolver. Sin duda, lo son el futuro pago de las pensiones, las transformaciones del mercado laboral (con menos jóvenes y más séniors en sus filas) y el crecimiento de los gastos sanitarios, porque los mayores consumen más productos hospitalarios y farmacéuticos y protagonizan la mayor parte de los casos de discapacidad y dependencia en nuestras sociedades. La Organización Mundial de la Salud anunció en 1999 la política del envejecimiento activo, definida como «el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen». El término fue adoptado también por la Segunda Asamblea Mundial del Envejecimiento, celebrada en Madrid en 2002, y la Unión Europea designó 2012 como el año europeo del envejecimiento activo. Sus estrategias engloban acciones tendentes a retrasar la aparición de enfermedades crónicas, diferir el inicio de la discapacidad, mantener la capacidad cognitiva de las personas, fomentar la participación en la vida económica y social y asegurar la protección de los mayores en temas laborales de ingresos o de maltrato. Envejecimiento activo y vida saludable son acciones que exigen financiación para que sean efectivas, pero, sin duda, sus efectos serán beneficiosos para reducir los costos que el envejecimiento implica en el ámbito de la salud. Los mayores que gocen de buena salud pueden contribuir durante más tiempo a generar beneficios para sus propias familias o para otros sectores de la sociedad. Además, entre envejecimiento y salud se desarrolla un doble juego de influencias. Los mayores sanos prolongan durante más tiempo su actividad, al mismo tiempo que tener una ocupación contribuye a mantener mejores niveles de salud física y mental. La inactividad que provocan algunas jubilaciones anticipadas no solo resultará perjudicial para el mercado de trabajo en el que van a faltar efectivos, sino que lo va a ser también para el conjunto de la economía, al multiplicar los gastos de atención. Además de retos, el envejecimiento ofrece oportunidades para muchas empresas que trabajan para una clientela predominantemente mayor, sobre todo en el mundo desarrollado (fig. 1.1). Los sectores sanitario, inmobiliario, del automóvil, el de los cuidados personales, de utensilios para el hogar, el financiero o el de las nuevas tecnologías, entre otros, son algunos ejemplos notables. Como se ha apuntado, el gasto personal en salud aumenta con la edad y provoca la aparición de servicios especializados para los mayores en sectores como el hospitalario, farmacéutico, ortopédico, de atención a la dependencia, etc. En el ámbito inmobiliario proliferan por todas partes los llamados «seniors resorts» que son complejos urbanísticos especialmente diseñados y que disponen de todos los servicios (médicos, deportivos, culturales, comerciales, de restauración, etc.). En el sector automovilístico hay compañías que diseñan o adaptan modelos con características que resuelven algunos de los inconvenientes del envejecimiento físico. Los grandes laboratorios producen una gran cantidad de productos antiedad. En Amazon, por ejemplo, se pueden booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 8 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada más envejecido. Se desarrollan sobre todo dos grandes líneas: la domótica y las aplicaciones para internet. La domótica ya está siendo la gran revolución de los hogares, y en el ámbito de internet los séniors próximos a la jubilación o los jubilados más jóvenes son personas que ofrecen grandes oportunidades a las empresas que sepan adaptarse a sus necesidades. Son usuarios con destrezas suficientes para manejarse en la red. Conocen y utilizan el comercio electrónico, gestionan sus trámites burocráticos on-line, realizan operaciones bancarias, planifican sus vacaciones a través de la red o efectúan un sinfín de operaciones más. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Figura 1.1 Inversión de la tendencia demográfica. encontrar más de 7.000 resultados para esa expresión. Existe una gran cantidad de utensilios del hogar caracterizados por su mayor facilidad de uso o su reducida peligrosidad. Muchas compañías diseñan paquetes turísticos o viajes para mayores a precios razonables y con excelentes condiciones de seguridad y comodidad. Los servicios financieros incluyen modalidades como la hipoteca inversa, la renta hipotecaria o la renta vitalicia, o el asesoramiento para invertir sus ahorros en determinados productos «seguros». Y, por último, está el ámbito de las nuevas tecnologías. Es evidente la existencia de una diferencia en el uso de esas herramientas entre jóvenes y mayores, pero también que esa diferencia se reduce. En la UE-28, más de un 40% de la población entre 65 y 74 años usa internet de manera frecuente frente a un 7% una década antes. La cifra dista mucho del 96% de usuarios frecuentes entre los jóvenes de 16 a 24 años, pero no es completamente despreciable. Los llamados «silver surfers» crecen y las compañías tecnológicas elaboran productos para el sector Abellán A, Ayala A, Pujol R. A vueltas con el umbral de inicio de la vejez. Blog. Envejecimiento (internet) 2017 [acceso 26 de junio de 2018]. Disponible en: https://envejecimientoenred.wordpress. com/2017/08/28/a-vueltas-con-el-umbral-de-inicio-de-la-vejez/ Fuster V, Corbella J. La ciencia de la larga vida. Barcelona: Planeta; 2017. Gratton L, Scott A. La vida de 100 años. Getxo (Vizcaya): Verssus Libros; 2017. Olshansky S, Ault B. The fourth stage of the epidemiologic transition. the age of delayed degenerative disease. Milbank Q 1986;64(3):355-91. Omran A. The Epidemiogic Transition. A Theory of the Epidemiology of Population Change. Milbank Mem Fund Q 1971;49(4):509-38. Orimo H, Ito H, Suzuki T, et al. Reviewing the definition of elderly. Geriatr Gerontol Int 2006;6:149-58. Puyol R. El envejecimiento de la población española y sus consecuencias. 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Todos los derechos reservados. 2 El proceso de enfermar en el anciano: la función como fundamento de una atención sanitaria especializada Luis Romero Rizos, Pedro Abizanda Soler y Carmen Luengo Márquez INTRODUCCIÓN A lo largo del pasado siglo hemos asistido a dos fenómenos de marcada transcendencia y de importantes consecuencias sociosanitarias en nuestro medio: la transición demográfica y la transición epidemiológica. La transición demográfica explica el régimen demográfico actual en el que la tasa de natalidad alcanza su nivel más bajo y la mortalidad, que también había alcanzado niveles mínimos, aumenta ligeramente debido al envejecimiento poblacional, provocando un crecimiento vegetativo negativo y un aumento de la esperanza de vida. Según el estudio Global Burden of Disease (GBD), publicado en 2015, la esperanza de vida ha aumentado desde los 61,7 años en 1980 hasta los 71,8 años en 2015 (69 años para los hombres y 74,8 años para las mujeres). En el caso de España y según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2016, el porcentaje de personas con 65 o más años es del 18,7% y el 6,0% tiene 80 años o más. Este último grupo es el que posee un mayor riesgo de discapacidad y consumo de recursos: representa el 32,1% de los mayores de 65 años. Así mismo, se ha producido un aumento de la esperanza de vida al nacer: 83,1 años de forma global, 80,3 años en hombres y 85,7 años en mujeres. En los mayores de 65 años, la expectativa de vida actual es de 21,2 años globalmente, 23,1 años en mujeres y 19,1 años en hombres. Concomitantemente a la transición demográfica ha aparecido la transición epidemiológica en los países desarrollados. Consistente en un cambio en los patrones de enfermedad, los procesos infecciosos prevalentes a primeros del siglo XX han dado paso a las enfermedades dependientes de la edad y de curso crónico, como las cardiovasculares, las neurodegenerativas y el cáncer. Estas enfermedades crónicas son las principales causantes, según datos del GBD, de un incremento en los DALY (Disability Adjusted Life Years) o suma de años perdidos por mortalidad prematura y años vividos con discapacidad. Como consecuencia de estos cambios demográficos y epidemiológicos, surge el escenario clínico actual de la denominada por algunos autores «transición clínica». Nos encontramos ante una tipología de paciente de edad, generalmente mayor de 75 años, con elevada comorbilidad crónica y con deterioro funcional o alto riesgo de éste, y que va a ser consumidor de un elevado porcentaje de recursos en salud. Estos cambios hacen necesario un modelo diferente de atención sanitaria en el que los cuidados sean coordinados, integrados, continuados y centrados en el paciente. CAPACIDAD INTRÍNSECA, FRAGILIDAD Y CONTINUUM FUNCIONAL El proceso de enfermedad en el anciano se comporta de manera totalmente diferente a como lo hace en el adulto joven. La principal característica de los mayores desde un punto de vista de ciclo vital es la pérdida de capacidad intrínseca asociada a una reducción de la reserva funcional de múltiples órganos o sistemas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la capacidad funcional, considerada el auténtico eje de la atención sanitaria a los mayores, comprende los atributos relacionados con la salud que permiten a una persona ser y hacer lo que es importante para ella. Se compone de la capacidad intrínseca, definida como la combinación de todas las capacidades físicas y mentales con las que cuenta una persona, las características del entorno que afectan a esa capacidad y las interacciones entre la persona y esas características. Recientemente, la OMS ha establecido que la capacidad intrínseca se compone de cinco grandes dominios: la movilidad, la cognición, los sentidos, la capacidad psicológica y la vitalidad, cada una de ellas formada por diferentes atributos que pueden ser medibles o caracterizables (fig. 2.1). Sin embargo, desde un punto de vista más clínico, se entiende por «función» o «funcionalidad» la capacidad de realizar actividades motoras que requieren acciones musculares y que nos van a permitir vivir de forma independiente. Está compuesta por dos grandes dominios como son la función física/limitación funcional (capacidad/incapacidad para realizar tareas motoras simples o individuales como caminar, agacharse o llevar objetos) y la capacidad/discapacidad (posibilidad/imposibilidad para realizar actividades, tareas y roles socioculturales definidos dentro de un entorno físico y sociocultural, como conducir, comprar o bañarse). La reducción de la capacidad intrínseca asociada al envejecimiento, que en fases iniciales constituye la fragilidad, facilita que cambios leves en la homeostasis motivados por la enfermedad crónica, condiciones de salud, fármacos, estresores mentales o condicionantes sociales desencadenen discapacidad. El concepto de capacidad intrínseca es de gran relevancia desde el punto de vista epidemiológico y poblacional, al igual 9 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 10 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 2.1 Dominios y atributos de la capacidad intrínseca. Modificado de la Organización Mundial de la Salud. que lo es el término de envejecimiento saludable o como lo pueden ser los hábitos de vida saludables o la reserva cognitiva. Sin embargo, desde el punto de vista clínico, para los médicos es más relevante y útil medir y tratar déficits o alteraciones. Así, hablamos de insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal o deterioro cognitivo. Es por ello por lo que desde el punto de vista clínico es más relevante hablar de fragilidad o discapacidad que de pérdida de capacidad intrínseca, como elementos que cuando se detectan nos deben hacer implementar intervenciones sanitarias. La figura 2.2 presenta de manera conceptual la relación entre capacidad intrínseca, fragilidad y función. La capacidad intrínseca es la medida a nivel biológico de lo que somos capaces de hacer, alcanza un máximo alrededor de los 20 años y comienza a declinar a partir de los 30 de manera muy lenta. Dentro de ella y si bajamos a niveles de sistemas de nuestro organismo, se observa cómo a medida que se envejece comienzan a aparecer alteraciones en múltiples sistemas fisiológicos (cardiovascular, renal, neurológico, endocrino, respiratorio, etc.) que originan vulnerabilidad a estresores y que son los Figura 2.2 Espectro de la fragilidad. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 2 El proceso de enfermar en el anciano: la función como fundamento de una atención sanitaria especializada 11 responsables biológicos de la pérdida funcional. Cuando esta vulnerabilidad no es capaz de mantener la homeostasis, la persona pasa a ser frágil, aunque todavía no está discapacitada. La progresión del declinar de los sistemas, el envejecimiento y las noxas externas son las que hacen que ese estado de fragilidad pueda pasar a la discapacidad leve, moderada, grave o a la muerte de la persona. Todo este proceso desde que una persona es robusta (capacidad intrínseca preservada), pasando por la fragilidad, la discapacidad y la muerte, es lo que en medicina geriátrica se denomina «continuum funcional» y es el principal condicionante de eventos adversos graves de salud, de mala calidad de vida, de necesidad de atención sanitaria y social especializada y de asignación de recursos. Recientemente, la Joint Action ADVANTAGE ha propuesto una definición de fragilidad consensuada entre los países miembros de la Unión Europea, además de sentar el estado del arte en la atención a la fragilidad. En los capítulos 70 y 71 se describen detalladamente la discapacidad y la fragilidad como grandes síndromes geriátricos. WHIOS; de hospitalización, el CHS y el estudio 3C, y de institucionalización, los estudios WHAS y CHSA. De la revisión sistemática y metaanálisis de más de 30 estudios publicados que evalúan el valor predictivo de la fragilidad de personas mayores en la comunidad se demuestra que la fragilidad incrementa el riesgo de mortalidad de 1,8 a 2,3 veces; de 1,6 a 2 veces el riesgo de pérdida de AVD y hasta 2,6 el riesgo de limitación física; de 1,2 a 2,8 el riesgo de caídas y fracturas, y de 1,2 a 1,8 veces el riesgo de hospitalización. En España, en el estudio Fragilidad y Dependencia en Albacete (FRADEA) sobre una cohorte de 993 personas de más de 70 años y durante un tiempo medio de seguimiento de 952 días, el riesgo de mortalidad ajustado fue 4,5 veces superior, el de discapacidad incidente 2,7 veces, y 3 veces superior para el evento combinado mortalidad o discapacidad incidente, en el caso de los participantes frágiles. Se observó también una asociación positiva entre fragilidad y hospitalización. IMPORTANCIA DE LA FUNCIÓN Es indudable que la edad es el principal factor pronóstico de resultados adversos en salud, como mortalidad, discapacidad, hospitalización e institucionalización. A nivel comunitario, el Health and Retirement Study diseñó un índice pronóstico de mortalidad en pacientes ancianos, donde se incluyeron variables sociodemográficas, condiciones de comorbilidad y actividades funcionales. La odds ratio (OR) de mortalidad fue de 8,3 para aquellos entre 80 y 85 años y de 16,2 para edades iguales o mayores de 85 años, valores muy superiores a los de la diabetes (OR 1,8), el cáncer (OR 2,1) o la insuficiencia cardíaca (OR 2,3). El solo hecho de tener más de 80 años determinó un riesgo de mortalidad a los 4 años del 15%. En España, el estudio poblacional FRADEA demostró que la edad se asocia con discapacidad incidente y mortalidad, de manera que por cada año más de edad, se incrementa el riesgo 1,1 veces. La edad se asocia además con una menor capacidad de recuperar la función perdida derivada de un ingreso hospitalario, siendo el riesgo 2 veces mayor o más en los mayores de 90 años frente a los menores de 75 años. El estudio Organized Program to Initiate Lifesaving Treatment in Hospitalized Patients with Heart Failure (OPTIMIZE-HF), llevado a cabo en 259 hospitales de EE. UU., analizó diferentes variables predictoras de mortalidad en pacientes ingresados por insuficiencia cardíaca, y demostró que la edad supone un mayor riesgo de mortalidad que otros factores clínicos muy relevantes como el shock, el fracaso renal agudo o la hiponatremia. Existen disponibles online diferentes calculadoras que identifican el riesgo de mortalidad en personas mayores. Destacan las calculadoras de Schonberg y la de Lee, disponibles en http://ePrognosis.ucsf.edu. En las dos calculadoras, la edad es el factor más importante, otorgando hasta 7 puntos a los mayores de 85 años, comparado con 1 punto que se otorga por ejemplo a la diabetes (tabla 2.1). Otra calculadora denominada Healthy Life Calculator, disponible de forma gratuita en: http:// healthylifecalculator.org, añade a los años de vida calculados la probabilidad de que estos sean libres de discapacidad. Esta calculadora se basa en 11 ítems: edad, sexo, salud autopercibida, La evaluación del estado funcional proporciona información básica del estado de salud, de la calidad de vida, la necesidad de cuidados formales e informales y del pronóstico a corto y largo plazo. Este pronóstico ha sido evaluado en múltiples estudios epidemiológicos internacionales en los que se ha incluido la función como variable. La existencia de discapacidad prevalente se ha asociado con discapacidad incidente en la realización de actividades instrumentales (AIVD) y básicas (ABVD) de la vida diaria, mortalidad, hospitalización, reingresos, necesidad de cuidados y un mayor coste de los cuidados de salud. Datos del estudio Established Populations for Epidemiologic Studies of the Elderly (EPESE) han establecido que la expectativa de vida disminuye con un peor estado funcional, mayor edad y el sexo masculino. Así, en los sujetos de 70 años, independientes en movilidad y actividades de la vida diaria (AVD), la expectativa de vida fue de 16,7 años en mujeres y de 12,1 años en hombres, mientras que para aquellos con dependencia en movilidad y AVD, la expectativa de vida fue de 11,5 y 6,5 años, respectivamente. A los 80 años, los ancianos independientes esperaban vivir 10,3 años las mujeres y 7,2 años los hombres, mientras que esperaban vivir 6 y 3,1 años, respectivamente, si tenían dependencia en movilidad y en AVD. El aumento del riesgo de mortalidad asociado a la fragilidad se ha objetivado en los estudios Canadian National Population and Health Survey (CNPHS), Canadian Study of Health and Aging (CSHA), Rush Memory and Aging Project (RMAP), Cardiovascular Health Study (CHS), Women’s Health Initiative Observational Study (WHIOS) y Women’s Health and Aging Study (WHAS). La asociación con discapacidad incidente o pérdida de movilidad se ha documentado en los estudios WHIOS, WHAS, CHS, EPESE, RMAP, SOF (Study of Osteoporotic Fractures) o el estudio francés de las 3 ciudades (3C). También han mostrado asociación con riesgo de caídas los estudios SOF y EPESE; de fracturas, los estudios SOF y IMPORTANCIA DE LA EDAD booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 12 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada TABLA 2.1 Calculadoras de expectativa de vida ÍNDICE DE SCHONBERG ÍNDICE DE LEE Categorías Puntos Categorías Puntos 65-69 70-74 75-79 80-84 ≥85 Mujer Hombre <25 Excelente Buena Deficiente Nunca Fumador previo Fumador actual Ninguna Una vez Dos o más veces EPOC Cáncer Diabetes 0 1 3 5 7 0 3 2 0 1 2 0 1 3 0 1 3 2 2 2 65-69 70-74 75-79 80-84 ≥85 Mujer Hombre <25 0 1 3 5 7 0 2 1 Sí 2 Medidas funcionales (discapacidad para…) ABVD/AIVD 2 Deambulación (dificultad para…) Caminar 3 manzanas Sin dificultad Dificultad leve o no puede 0 3 EPOC Cáncer Diabetes Insuficiencia cardíaca Baño Finanzas Levantar objetos pesados Caminar varias manzanas 2 2 1 2 2 2 1 2 Edad Sexo Índice de masa corporal Salud autopercibida Hábito tabáquico Hospitalización en el último año Comorbilidades ABVD, actividades básicas de la vida diaria; AIVD, actividades instrumentales de la vida diaria; EPOC, enfermedad pulmonar obstructiva crónica. discapacidad para realizar ABVD y AIVD, presencia de disnea, diabetes, infarto de miocardio o ictus, hábito tabáquico, número de fármacos tomados habitualmente, actividad física (deambulación), estado afectivo, tratamiento activo contra el cáncer y necesidad de silla de ruedas para moverse. IMPORTANCIA DE LA ENFERMEDAD CRÓNICA Y LA MULTIMORBILIDAD Aunque no existe una definición consensuada universal para la multimorbilidad, la presencia de dos o más enfermedades crónicas de manera simultánea parece la más aceptada, aunque para conseguir validez en los análisis comparativos se deberían considerar como procesos crónicos los de duración prolongada y que determinen discapacidad residual o empeoramiento de la calidad de vida, o que precisen largos períodos de cuidados, tratamiento o rehabilitación. Una medición operativa de la mutimorbilidad precisaría la recodificación de los procesos crónicos incluidos en la 10.ª edición de la International Classification of Diseases (ICD-10) en categorías de enfermedades crónicas de acuerdo con características clínicas y relevancia en fisiopatología, tratamiento y pronóstico, a la hora de su utilización en los estudios epidemiológicos. Se describen en la literatura especializada datos de prevalencia de multimorbilidad variables en mayores de 65 años, entre el 55% y el 98% dependiendo de la edad, el ámbito y la definición de multimorbilidad. En una revisión bibliográfica en 2013 se comprobó que la prevalencia de multimorbilidad era mayor del 60% en todo el mundo y probablemente superior al 80% entre personas mayores de 85 años. En nuestro medio, en el estudio FRADEA, el 68% de los mayores de 70 años presentaban multimorbilidad considerando 14 condiciones prevalentes, y en el estudio Octabaix en mayores de 85 años, el 95,1% presentaba multimorbilidad evaluando 17 procesos crónicos. La multimorbilidad genera pérdida de calidad de vida, aumento del consumo de recursos sanitarios y de la mortalidad, de la progresión de las propias enfermedades crónicas y un aumento del riesgo y gravedad de la discapacidad. En cuanto a la mortalidad, la multimorbilidad se ha asociado a un mayor riesgo en diferentes estudios epidemiológicos, como el Finland Italy Netherland Elderly (FINE), el EPESE o el estudio FRADEA, y estos datos se han confirmado en revisiones sistemáticas y metaanálisis. El riesgo de mortalidad es casi 2 ve­ ces mayor en caso de presentar dos o más enfermedades, y de casi 3 veces en caso de presentar tres o más, comparado con individuos sin multimorbilidad, aunque con un efecto mo­ dulado por la discapacidad. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 2 El proceso de enfermar en el anciano: la función como fundamento de una atención sanitaria especializada Pero, además, los pacientes con multimorbilidad tienen un mayor riesgo de deterioro funcional en el seguimiento a 3 años, casi 2 veces mayor por cada nuevo diagnóstico, y hasta 13 veces mayor en caso de presentar tres o más enfermedades crónicas incidentes. Se ha descrito también que determinadas asociaciones aumentan el riesgo de discapacidad, como la existencia de cáncer o cardiopatía. Por último, la multimorbilidad también es determinante del gasto sanitario, y así, en EE. UU., el 80% del gasto de Medicare se dedicó a pacientes con cuatro o más enfermedades crónicas, cifra que se incrementaba exponencialmente con el número de condiciones. IMPORTANCIA DE LA PRESENTACIÓN ATÍPICA DE ENFERMEDADES: SÍNDROMES GERIÁTRICOS © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Muchos de los procesos de enfermedad en los ancianos se caracterizan por tener una presentación atípica, de la cual son responsables los cambios fisiológicos del envejecimiento. Algunas de estas presentaciones atípicas, denominadas síndromes geriátricos, suponen problemas de salud muy prevalentes y específicos de edades avanzadas. Los síndromes geriátricos son, pues, condiciones de salud no específicas, de origen multifactorial, relacionadas con la disminución de reserva funcional, y que se asocian con eventos graves de salud. Los síndromes geriátricos tradicionales son el deterioro cognitivo, los trastornos afectivos, el delírium, la privación sensorial, las caídas, el deterioro funcional, las úlceras por presión, las incontinencias y la malnutrición. Estos síndromes se describen con más detalle en la sección VIII de este Tratado. Los datos de prevalencia de los síndromes geriátricos son heterogéneos tanto por el ámbito donde se diagnostican como por la edad del grupo donde se miden y por los procesos que son considerados como tales. En pacientes hospitalizados, su presencia se asocia con aumento de la estancia, mortalidad hospitalaria y a los 3 meses, institucionalización al alta y a los 3 meses, o reingresos hospitalarios, todo ello con mayor 13 intensidad que el propio recuento de enfermedades crónicas. En el Health and Retirement Study, el presentar tres o más síndromes geriátricos supuso un riesgo 7,5 veces mayor de discapacidad en AVD, mientras que el presentar tres o más enfermedades crónicas supuso un riesgo 4 veces mayor, lo que demuestra la gran relevancia de los síndromes geriátricos en población anciana en cuanto al pronóstico. IMPORTANCIA DE LA POLIFARMACIA El aumento de la expectativa de vida, la multimorbilidad y la implementación estricta de las guías de práctica basadas en la evidencia clínica son las razones de la polifarmacia en el anciano. Esta se asocia potencialmente con consecuencias negativas, como reacciones adversas a fármacos, interacción fármaco-enfermedad, dosificación inapropiada, menor adherencia o reducción de la eficacia. La prevalencia depende del tipo de estudio, el ámbito en el que se realiza y el número de fármacos considerado en la definición, pero oscila entre el 27 y el 59% en mayores en la comunidad, y entre el 38 y el 91% en mayores institucionalizados. En el estudio FRADEA con mayores de 70 años de ambos ámbitos, la prevalencia fue del 60% considerando cinco o más fármacos, con un consumo medio de fármacos por persona de 5,9. La polifarmacia se ha asociado de manera independiente no solo a reacciones adversas a fármacos, sino también a mayor mortalidad, fragilidad, discapacidad y caídas, entre otros eventos adversos de salud. DIFERENCIAS EN EL PROCESO DE ENFERMEDAD AGUDA ENTRE ADULTOS JÓVENES Y MAYORES Como se muestra en la figura 2.3, la enfermedad en el adulto joven suele aparecer en individuos con independencia funcional, originando pérdidas funcionales pequeñas que casi nunca generan discapacidad, y con una recuperación ad integrum en Figura 2.3 Diferencias en el proceso de enfermedad entre el adulto joven y el mayor frágil. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 14 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada la mayoría de las ocasiones, con tratamiento médico óptimo según guías clínicas. Si pusiéramos como ejemplo una neumonía, el paciente pierde función en el momento del ingreso hospitalario, pero la recupera rápidamente en 2 o 3 días tras tratamiento antibiótico, con lo que puede ser dado de alta con recuperación funcional total. Los ancianos con frecuencia no tienen una función previa del 100%, bien por disminución de la reserva funcional de sus órganos o sistemas, bien por fragilidad o discapacidad (v. fig. 2.3, punto 1), lo que hace necesaria la aplicación de la valoración geriátrica integral (VGI) para conocer la situación basal de la que se parte. La misma enfermedad aguda que en el adulto joven, en nuestro ejemplo la misma neumonía, suele originar mayores pérdidas funcionales y hace que el anciano caiga con frecuencia bajo el umbral de la discapacidad (v. fig. 2.3, punto 2). En ese momento, la presencia de multimorbilidad, los cambios fisiológicos del envejecimiento y la fragilidad serán determinantes de la presentación atípica de enfermedades en forma de síndromes geriátricos, así como de patrones de enfermedad causantes de modelos específicos de discapacidad (v. fig. 2.3, punto 2). Por todo ello, será necesario un sistema de atención individualizada y especializada, basado en el trabajo en equipo interdisciplinar y con un adecuado manejo de los niveles asistenciales, que incluya el manejo de la multimorbilidad y la polifarmacia, aspectos funcionales, cognitivos y afectivos, rehabilitación y movilización precoces, abordaje nutricional y evaluación social precoz, para evitar la iatrogenia, reducir la discapacidad incidente y mejorar la calidad de vida y el regreso al domicilio habitual (v. fig. 2.3, punto 3). Por último, pero no menos importante, se deberá facilitar la continuidad del tratamiento mediante cuidados continuados en los diferentes niveles asistenciales de atención geriátrica para conseguir rehabilitación funcional (v. fig. 2.3, punto 4), así como ofertar cuidados comunitarios que faciliten el control y el seguimiento domiciliario (v. fig. 2.3, punto 5). Solo un sistema de atención sanitaria al paciente anciano durante todo el proceso de enfermedad basado en estas premisas y teniendo en cuenta estos aspectos conseguirá minimizar el impacto devastador de la enfermedad aguda sobre este grupo poblacional. ANÁLISIS CONJUNTO DE LA FUNCIÓN Y OTROS FACTORES En observaciones longitudinales se ha determinado la asociación entre las enfermedades crónicas, la multimorbilidad, la discapacidad, la edad, la fragilidad, los síndromes geriátricos y otras variables con eventos adversos en salud en ancianos. Resulta de especial interés la evaluación conjunta de estas variables en la predicción de mortalidad y discapacidad incidente, probablemente las dos variables más relevantes en envejecimiento, para conocer las características que identifiquen a la población diana dentro del grupo poblacional de ancianos, más susceptible de atención geriátrica especializada. Cada vez son más los datos en la literatura internacional de que la función, más que la multimorbilidad, es el principal pre­ dictor de mortalidad en personas de 80 o más años y el prin­ cipal factor que modula la asociación de las enfermedades cró­ nicas con eventos adversos. En el estudio ilSirente, llevado a cabo en un total de 364 octogenarios y nonagenarios frágiles comunitarios e institucionalizados en Italia central, y con un seguimiento a 4 años, se observó una mayor mortalidad en aquellos con discapacidad y con multimorbilidad. En el análisis no ajustado, los participantes con multimorbilidad sin discapacidad tuvieron un riesgo 1,5 veces mayor de fallecer a los 4 años, mientras que aquellos con discapacidad sin multimorbilidad tuvieron un riesgo 8,5 veces superior. La sumación de multimorbilidad y discapacidad supuso un riesgo 9,2 veces mayor. En el análisis de más de 75.000 pacientes beneficiarios de Medicare dados de alta tras procesos rehabilitadores por ictus, fractura o implantación de prótesis, donde se reevaluaron admisión por cualquier causa a los 30 días, los cinco índices de comorbilidad que se evaluaron se asociaron levemente a este evento adverso, mejorando la capacidad discriminatoria cuando se añadía el nivel funcional. En el estudio FRADEA también se analizó la asociación entre la edad, el sexo, la institucionalización, el estado de fragilidad, la discapacidad prevalente en ABVD, y la comorbilidad y la multimorbilidad con el evento adverso combinado formado por mortalidad más discapacidad incidente en ABVD. A los 2 años de seguimiento, la edad, el estado de fragilidad (riesgo 3 veces superior) y la discapacidad (riesgo 2 veces superior) se asociaron con mortalidad y discapacidad incidente, lo que objetivó que en los menores de 80 años la fragilidad y la discapacidad prevalente fueron los principales factores de riesgo, mientras que en los mayores de 80 años solo lo fue la discapacidad. Ni la comorbilidad ni la multimorbilidad se asociaron con el evento adverso combinado. MODELO ASISTENCIAL Y METODOLOGÍA DE TRABAJO NECESARIA PARA LA ATENCIÓN SANITARIA ESPECIALIZADA A LOS ANCIANOS A lo largo de la historia de la geriatría y fundamentalmente en los últimos 30 años, la geriatría ha desarrollado una metodología de trabajo específica, llevada a cabo por profesionales con una adecuada capacitación según los programas formativos de la especialidad de Geriatría y Enfermería Geriátrica por el Ministerio de Sanidad y Consumo (Orden SCO/2603/2008 de 1 de septiembre) y por el Ministerio de Sanidad y Política Social (Orden SAS/3225/2009 de 13 de noviembre) y cuyo beneficio ha sido sometido en la literatura especializada a evaluaciones sistemáticas. Esta metodología de trabajo tiene como tres pilares básicos la VGI, el trabajo multidisciplinar y la atención en niveles asistenciales adaptados a función (fig. 2.4). Sus beneficios han sido evaluados ampliamente en la literatura científica en las tres últimas décadas, y son ejemplos de ello los metaanálisis de Stuck en 1993, Ellis en 2005 y la revisión Cochrane de 2011, en los que la VGI demostró, frente a los cuidados tradicionales, beneficio en la disminución de la institucionalización, de mortalidad y de discapacidad. En la revisión de Ellis (Cochrane 2017) se reproduce el beneficio booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 2 El proceso de enfermar en el anciano: la función como fundamento de una atención sanitaria especializada 15 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Figura 2.4 Fundamentos de una atención geriátrica especializada. en reducción de la institucionalización al año de seguimiento, con pequeñas diferencias en el caso de la mortalidad o dependencia generada por hospitalización. De la misma manera se han desarrollado y evaluado dispositivos asistenciales para el paciente anciano, como las unidades geriátricas de agudos (metaanálisis de Baztán et al., 2010 y 2011, y de Fox et al., 2012) que demostraron beneficio del deterioro funcional al alta, reducción de la institucionalización, el coste de la atención, el riesgo de caídas y la incidencia de delírium respecto a modelos tradicionales, con un grado de recomendación I), servicios de interconsulta geriátrica (grado de recomendación III), unidades de ortogeriatría (grado de recomendación I) y unidades de recuperación funcional que han demostrado mejoría funcional, disminución de la institucionalización y de costes de atención en diferentes publicaciones, con grado de recomendación I (Rubenstein, 1984; Applegate, 1990; Bachmann, 2010). A nivel comunitario se han evaluado como niveles de intervención el hospital de día (grado de recomendación IIA) y diferentes dispositivos de atención geriátrica domiciliaria, incluyendo el seguimiento postalta hospitalaria (grado de recomendación IIA), los cuidados de soporte domiciliario (grado de recomendación IIA), la rehabilitación domiciliaria (grado de recomendación IIA) y la hospitalización domiciliaria (grado de recomendación IIB). De la misma manera se han puesto en marcha en las últimas décadas modelos de cuidados para pacientes con múltiples enfermedades crónicas y discapacidad funcional y diferentes modalidades de servicios integrados, de los que son ejemplo los PACE (Program for All-inclusive Care of the Elderly) en EE. UU., los Integrated Services for Frail Elders (SIPA) o Program of Research to Integrate the Services for the Maintenance of Autonomy (PRISMA) en Canadá o la experiencia Torbay en Europa. Todos estos modelos que se detallan en la Sección II de este Tratado se han desarrollado para la gestión de casos y para garantizar la prestación equitativa y sostenible de servicios adaptados a las necesidades de los pacientes crónicos complejos facilitando la continuidad de cuidados. Queda claro que las políticas sanitarias deberían estar basadas en criterios de edad, fragilidad y discapacidad y no solamente en la existencia de comorbilidad o multimorbilidad. Se hacen por ello necesarias la implementación de nuevas guías clínicas orientadas a funcionalidad, aproximaciones terapéuticas y estrategias de investigación donde la prioridad, más allá del necesario manejo de la multimorbilidad y la polifarmacia, será el conocimiento de los mecanismos de envejecimiento, así como la prevención, el diagnóstico y el manejo de la fragilidad y del deterioro funcional tanto intrínseco como derivado de los procesos de enfermedad (cuadro 2.1). La OMS propone una distribución de la atención sanitaria basada en la capacidad intrínseca en lugar de en la enfermedad (fig. 2.5). Se hace precisa la urgente instauración de servicios de geriatría completos con atención directa de equipos multidisciplinares de geriatría en los diferentes niveles de asistencia hospitalaria y extrahospitalaria. De la misma manera, es imprescindible la booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 16 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada CUADRO 2.1 Metodología de trabajo y modelo de atención geriátrica especializada • Selección de paciente diana de la atención geriátrica especializada: • Mayor de 80 años. • Menor de 80 años si existe fragilidad, deterioro funcional, deterioro cognitivo, presencia de otros síndromes geriátricos o institucionalizados. • Evaluación del caso y clasificación. • Planificar cuidados continuados, integrados y coordinados. • Objetivo primario de funcionalidad y calidad de vida. • Uso de instrumentos estandarizados de valoración geriátrica integral: • Valoración de multimorbilidad, polifarmacia, deambulación, test de observación directa, actividades de la vida diaria, trastornos sensoriales, nutrición y disfagia, evaluación cognitiva y conductual, soporte social y relacional. • Trabajo en equipo multidisciplinar por profesionales con capacitación específica: • Geriatra. Enfermero/a especialista en geriatría, trabajador social, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional, licenciado/a en deporte, nutricionista y otros. • Actuación en niveles asistenciales: la fragilidad y la función como eje vertebrador de la intervención y de la ubicación de pacientes: • Programas de prevención en ancianos sanos en la comunidad. • Colaboración con atención primaria: desarrollo de programas de detección e intervención de fragilidad. Colaboración y asesoramiento en programas de anciano con multimorbilidad grave, deterioro funcional y cognitivo avanzado en la comunidad y en el medio residencial. • Unidad geriátrica de agudos. • Unidad de recuperación funcional. • Unidades funcionales colaborativas con otras especialidades: ortogeriatría; asesoramiento a otras especialidades quirúrgicas; oncogeriatría; unidades colaborativas con cardiología, nefrología, otras especialidades. • Consulta externa de geriatría: valoración de fragilidad, deterioro funcional, caídas, nutricional, multimorbilidad y otros síndromes geriátricos. • Equipos de continuidad asistencial: valoración postalta hospitalaria, apoyo al medio residencial y colaboración con equipos de hospitalización domiciliaria. colaboración con especialidades médicas y quirúrgicas para fomentar la creación de programas de alta calidad en el cuidado de los pacientes ancianos. Son ejemplo de ellos las publicaciones de la American Geriatrics Society en colaboración con otras sociedades de especialidades médico-quirúrgicas como la Guideline on Perioperative Management of the Geriatric Patient, The Geriatric Surgery Verification and Quality Improvement Program, Clinical Practice Guideline for Postoperative Delirium in Older Adults o Geriatric Emergency Department Guidelines. La asociación de fragilidad y deterioro funcional con incremento del riesgo de complicaciones postoperatorias, intolerancia a la quimioterapia, progresión de la enfermedad y mortalidad hacen necesaria la valoración rutinaria de estos aspectos en los pacientes oncológicos para guiar la toma de decisiones en el tratamiento de una manera individualizada. Estrategias similares son imprescindibles en otras especialidades médicas como nefrología o cardiología a la hora de la toma de decisiones de actitudes intervencionistas o en ámbitos quirúrgicos como las unidades de ortogeriatría o de cirugía cardíaca. En estos dispositivos, el modelo de atención a los mayores debe ayudar a estratificar el riesgo de la intervención o la cirugía según las características de los pacientes. Se hace necesario fomentar la creación y desarrollo de unidades funcionales colaborativas de la geriatría con especialidades específicas (oncogeriatría, cardiogeriatría), de la misma manera que en las últimas décadas se han desarrollado de manera exitosa las unidades de ortogeriatría. DECÁLOGO PARA EL DESARROLLO DE UNA ATENCIÓN GERIÁTRICA ESPECIALIZADA (v. fig. 2.4) 1. La atención sanitaria especializada debe basarse en la mejor evidencia científica disponible, ser individualizada, adaptada a las características y preferencias de cada persona, basada en aspectos éticos que respeten sus voluntades y derechos, y facilitando los cuidados coordinados, integrados y continuados. 2. Las políticas sanitarias de atención a los mayores deben fundamentarse en criterios de edad, fragilidad y discapacidad, y no solamente en la existencia de enfermedad aguda, crónica o multimorbilidad. 3. Se deben priorizar la funcionalidad y la calidad de vida, así como otros indicadores como la tasa de hospitalización, institucionalización y los cuidados de soporte como variables de resultados de salud más importantes, en detrimento de la tradicional mortalidad. 4. Debe fomentarse la promoción de la salud y realizar una búsqueda activa de la fragilidad, detección y tratamiento de esta a nivel comunitario, con el objetivo de disminuir o retardar los eventos adversos en salud de ella derivados. 5. Se recomienda la creación de servicios de geriatría completos en todos los hospitales, como único sistema de atención sanitaria al anciano que ha demostrado eficacia y eficiencia. Deben incluir niveles asistenciales hospitalarios y comunitarios, y unidades funcionales colaborativas con otras especialidades médico-quirúrgicas. 6. En el manejo de la enfermedad crónica y la multimorbilidad, se recomienda el desarrollo de nuevas guías clínicas orientadas a la funcionalidad con base en la evidencia científica, teniendo en cuenta las preferencias del paciente y con evaluación del riesgo/beneficio de la toma de decisiones. 7. Se recomienda la promoción y desarrollo de los cuidados domiciliarios en ancianos complejos mediante aproximación multidisciplinaria, centrada tanto en pacientes postalta hospitalaria y riesgo de reingreso e institucionalización como en ancianos con incapacidad establecida o enfermedad crónica en estadio grave. 8. Se deben promover los cuidados en la enfermedad avanzada, tanto oncológica como no oncológica, con el objetivo booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 2 El proceso de enfermar en el anciano: la función como fundamento de una atención sanitaria especializada 17 Figura 2.5 Actuaciones sobre el continuum funcional. Modificado de la Organización Mundial de la Salud. de optimizar beneficios, minimizar daños y mejorar o paliar el mal estado funcional y la mala calidad de vida, teniendo en cuenta las preferencias de los mayores y respetando los principios de autonomía, igualdad, beneficencia y no maleficencia. 9. Debe garantizarse la docencia de la geriatría y la gerontología a todos los alumnos de pregrado, y a aquellas especialidades médicas de posgrado que atiendan población mayor. 10. Se debe fomentar la investigación básica, epidemiológica, clínica y traslacional en envejecimiento y fragilidad, mediante grupos colaborativos de excelencia. El objetivo es el conocimiento de los mecanismos de envejecimiento y la prevención, el diagnóstico y el manejo de la fragilidad y el deterioro funcional tanto intrínseco como derivado de los procesos de enfermedad y estilos de vida. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Abizanda P, Romero L, Sanchez P, et al. Age, frailty, disability, institutionalization, multimorbidity or comorbidity. Which are the main targets in older adults? J Nutr Health Aging 2014;18:622-7. Calderón A, Vetrano D, Onder G, et al. Assessing and measuring chronic multimorbidity in the older population: A proposal for its operationalization. J Gerontol A Biol Sci Med Sci 2017;72:1417-23. Cesari M, Marzetti E, Thiem U, et al. The geriatric management of frailty as paradigm of “The end of the disease era”. Eur J Intern Med 2016;31:11-4. Collard R, Boter H, Schoevers R, et al. Prevalence of frailty in community-dwelling older persons: a systematic review. J Am Geriatr Soc 2012;60:1487-92. Dent E, Kowal P, Hoogendijk E. Frailty measurement in research and clinical practice: A review. Eur J Intern Med 2016;31:3-10. Ellis G, Gardner M, Tsiachirstas A, et al. Comprehensive geriatric assessment for older adults admitted to hospital. Cochrane Database Syst Rev 2017 Sep 12;9:CD006211. 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Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 3 Longevidad y esperanza de vida Ana Alfaro Acha y Francisco José García García INTRODUCCIÓN El envejecimiento de las poblaciones, aunque heterogéneo, es un hecho ineluctable que acontece en todos los países, y en los avanzados ha alcanzado tintes dramáticos. La epidemia de enfermedades relacionadas con el envejecimiento que se espera en las próximas décadas será un gran reto para los sis­ temas de salud, los cuales, en un ambiente de incertidumbre, deben invertir en prevención sobre las dianas y ventanas de oportunidad que son más eficientes y sostenibles para ello. El abordaje es complejo, ya que la esperanza de vida (EV) en los países desarrollados rebasa ya la edad de 80 años, edad en la cual los modelos clásicos de prevención centrados en la enfermedad se muestran claramente insuficientes y en la que otros factores relacionados con el desempeño funcional del individuo a esas edades adquiere mayor relevancia (p. ej., fragilidad). Así, dos aproximaciones inherentes al envejecimiento individual han despertado la atención de investigadores, clínicos y agentes sociales implicados en la respuesta del sistema al reto del enve­ jecimiento. La primera se centra en el retraso del envejecimiento individual. En los últimos años, el estudio del proceso de senes­ cencia y sus posibles vías de regulación ha centrado el foco de las investigaciones, especialmente en aquellos mecanismos modifi­ cables implicados en tal proceso. En este sentido se han hecho importantes avances en aumentar la longevidad en animales de laboratorio; sin embargo, su extensión a seres humanos dista de ser una realidad. La segunda aproximación es identificar qué factores (biológicos, psicológicos y sociales) son los que propician un envejecimiento que postergue la pérdida de la función y mantenga el desempeño físico y mental del ancia­ no hasta edades cercanas a su muerte. Así como la respuesta a la primera aproximación parte principalmente de la ciencia básica, la segunda atañe a múltiples agentes implicados en la investigación (epidemiológica y clínica aplicada, social, etc.), la política, la trasformación social, etc., y consecuentemente la respuesta necesita del concurso coordinado de todos ellos. En este capítulo trataremos de exponer una mirada general sobre el envejecimiento individual que nos permita tener una visión global acerca de cómo conseguir mayor salud y autonomía en el último tercio de nuestras vidas, cada día más longevas. LONGEVIDAD Y SUS POSIBLES VÍAS DE REGULACIÓN El incremento de forma continuada de la EV observado en las últimas centurias se explica por las mejoras en las condiciones de vida de la población acaecidas tras la revolución industrial. En cerca de 160 años, el récord (el mejor país) de EV al nacer (EV0) en mujeres ha pasado de 45,7 años en 1840 a 84 años en 1998, con un incremento de 2,5 años cada década. Hasta ese año, el modelo guardaba, según referían Oeppen y Vaupel en 2002, una relación lineal casi perfecta (r2 = 0,992 en mujeres y 0,98 en hombres). Hasta 1950, la ganancia en EV0 se justifica por un descenso llamativo en la mortalidad infantil relacio­ nada con la mejora en la salubridad, nutrición, vacunación de la población, etc., y en las últimas cinco décadas por el des­ censo de la mortalidad en mayores de 65 años motivada por las mejoras en la atención sanitaria. La comparación de la EV de un país con el récord de EV (mejor país) proporciona una potente medida del grado de desarrollo humano de un país o región. En la figura 3.1 se muestra la evolución de la EV0 en España. Como se puede observar, a principios del siglo XX distábamos 16 años respecto a la EV0 del mejor país, en ese momento Nueva Zelanda. Esta brecha era la consecuencia del retraso secular del desarrollo socioeconómico de España en aquella época. A partir de los años cincuenta del pasado siglo, los cambios en las condiciones de vida procuraron una rápida disminución de la brecha llegando, en mujeres, a casi alcanzar en la última década el record de EV0. Estos datos nos sugieren que la edad a la que llegan como promedio los ciudadanos está íntimamente relacionada con las condiciones de vida del país en el que viven. La EV de una población guarda una relación directamente proporcional con su producto interior bruto (PIB) per cápita, su gasto en salud, educación y otros indicadores de bienestar. Así, cuando se representa la curva de Preston que muestra una relación empírica de sección cruzada entre la expectativa de vida y la renta per cápita, vemos cómo los países con una renta per cápita más alta tienen una mayor expectativa de vida. No obstante, se produce una fuerte sua­ vización de la curva en torno a los 10.000-15.000 dólares. Por tanto, una persona que viva en un país rico tiene, per se, mayor EV que una que vive en un país pobre. Sin embargo, dentro de un mismo país, la EV no se distribuye homogéneamente entre los grupos sociales. Así, en España se han visto diferencias de hasta 6,7 años en hombres y 3,7 en mujeres en la EV libre de discapacidad de clases favorecidas respecto a las más desfavo­ recidas. Estos datos sugieren que el entorno y las condiciones sociales tienen un papel muy relevante y que determinados sujetos o grupos de sujetos pueden ver acortado su promedio de vida dependiendo de factores ajenos a su persona que, sin embargo, tienen la capacidad de interaccionar con sus procesos básicos de envejecimiento fisiológico. Por ello, ha despertado un gran interés conocer los mecanismos fisiológicos de la senescencia como vía para comprender más el envejecimiento 18 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 3 Longevidad y esperanza de vida 19 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Figura 3.1 Evolución de la esperanza de vida al nacer en el mejor país, en España y en Singapur. Fuentes: Broken Limits to Life Expectancy. Science. 2002, vol. 296; Human Mortality Database: http://www.mortality.org/; Department of Statistics Singapore. de la población, su interacción con el entorno y poder así desarrollar dianas terapéuticas que retrasen el envejecimiento. En los últimos 20 años, varias líneas de investigación se han centrado en el estudio del proceso del envejecimiento y sus posibles vías de regulación. El envejecimiento es un proceso complejo multifactorial, paulatino y gradual de deterioro mole­ cular y celular que afecta al funcionamiento de los diferentes tejidos a lo largo del tiempo, posterior a la madurez y que a la larga conduce a la fragilidad del organismo susceptible de enfermedad y a la muerte. En el envejecimiento se produce una pérdida progresiva de la resiliencia homeostática (capacidad de recuperación fisiológica). López-Otín et al., en su revisión The hallmarks of aging, dentro de los posibles mecanismos que pueden ayudar a explicar por qué envejecemos propu­ sieron la inestabilidad genética, el acortamiento telomérico, las alteraciones epigenéticas, la pérdida de la proteostasis, la desregulación de la sensibilidad a los nutrientes, la disfunción mitocondrial, la senescencia celular, el agotamiento de las células madre y la alteración de la comunicación intercelular. Gracias a los avances de las últimas décadas en el conoci­ miento de estos mecanismos se han identificado posibles dia­ nas terapéuticas que, no obstante, aún están en investigación. Se intenta buscar posibles mecanismos comunes (genéticos, celulares, etc.) de envejecimiento acelerado asociado a aspectos fisiológicos, económicos y sociales, manejo de enfermedades crónicas y factores de riesgo que aumenten la expectativa de vida y que puedan modificar su calidad. La mayoría de los estudios se han llevado a cabo en animales de laboratorio porque presentan un ciclo de vida corto, son más fáciles de modificar genéticamente y se puede controlar su entorno. Así, se han estudiado múltiples mecanismos como la restricción calórica, fármacos (2-desoxiglucosa, metformina, resvera­ trol, rapamicina), hábitos de vida (ejercicio y actividad física, alcohol, tabaco y sueño), hormonas (hormona del crecimiento, concentraciones de testosterona), modificación genética y longitud del telómero, proteínas (transcriptoma y la vulnera­ bilidad en la proteostasis), insulina/IGF-1 (insulin-like growth factor-1) o las sirtruinas (regulan la transcripción, apoptosis y respuesta al estrés). LÍMITES DE LA ESPERANZA DE VIDA ¿Existe un límite para la esperanza de vida? o, en otras palabras, ¿podemos prolongar indefinidamente la vida? La pregunta no tiene respuesta definitiva en la actualidad, aunque existen algunas evidencias que sugieren que no. Desde un punto de vista biológico, los seres humanos no tenemos un gen o grupo de genes que supongan un reloj bioló­ gico con capacidad para desencadenar la muerte programada a una determinada edad. Por el contrario, el ser humano está dota­ do de numerosos mecanismos de mantenimiento y reparación celular que tratan de mantener los procesos celulares básicos reparando los daños en el ADN, regulando la transcripción de proteínas, etc. Estos mecanismos están muy desarrollados en el ser humano y de su eficacia depende en buena medida la longevidad. De gran interés es que estos mecanismos son sensibles a la interacción con el ambiente, estilos de vida, etc., lo cual explica, al menos en parte, el hecho de por qué como grupo humano llegamos cada vez más a edades avanzadas de la vida si las condiciones son favorables y, al contrario, acortamos la vida si el entorno es desfavorable. De especial importancia son los mecanismos de reparación del ADN. A lo largo de la vida, el ADN sufre agresiones oncogénicas (p. ej., estrés oxidativo) que lo deterioran, y los sistemas de reparación de ADN intentan repararlo; si no lo consiguen, provocan la expresión de sustancias que interrumpen la división celular entrando en una especie de hibernación favorecida por la expresión de proteínas proinfla­ matorias por parte de la célula; es lo que se llama fenotipo secre­ tor de células senescentes que en la actualidad se postula como uno de los mecanismos del envejecimiento. En este sentido, un reciente estudio muestra que trasplantar células senescentes a ratones jóvenes acelera el proceso de envejecimiento, disminuye booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 20 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada su esperanza de vida y aumenta el deterioro funcional, efectos que son parcialmente controlados con determinados fármacos senolíticos (anticélulas senescentes) como el desatinib (usado en el tratamiento de la leucemia) y la quercetina (flavonoide ampliamente extendido en vegetales). Sabiendo que no tenemos un límite biológico preestable­ cido y que la senescencia celular puede resultar influida por la exposición a agentes (p. ej., estrés oxidativo) «modificables» por el ambiente, la alimentación o los estilos de vida, acudamos a los datos que tenemos sobre esperanza de vida. Desde siempre los demógrafos han puesto sucesivos límites al crecimiento de la EV que progresivamente han ido mos­ trándose erróneos, tal como referían Oeppen y Vaupel en 2002. Como hemos comentado, el crecimiento de la EV0 ha seguido en las últimas décadas del siglo XX un modelo lineal estricto con un incremento de 2,5 años en la EV al nacer con cada década (v. fig. 3.1). Este escenario ha cambiado con la entrada de siglo, observándose que la EV0 en mujeres del mejor país (Japón) y segundo mejor país (España) han aplanado su incre­ mento, subiendo en la última década 1,3 y 1,4 años, respectiva­ mente. No obstante, todos los países están sometidos a cambios sociales que pueden influir en la EV (p. ej., crisis económica) y otros actores, con distintos caminos en las condiciones de vida, pueden entrar en juego. Así, la EV0 en mujeres del tercer «mejor país» (Singapur) ha aumentado en 2,5 años en la última década, alcanzando los 85 años. Por ello, aunque la evolución de la EV0 de los países líderes muestra signos de suavización de la curva, necesitamos aún cierta perspectiva temporal para identificar si estamos cerca de alcanzar la asíntota superior de la EV0 en aquellas poblaciones con mayor desarrollo humano. Con el incremento de la EV y la llegada de mayor número de sujetos a edades avanzadas de la vida, cada vez es más frecuente encontrar personas que superan con creces el promedio de EV de su cohorte de edad alcanzando las cotas de extrema longevidad. El caso de la ciudadana francesa Jeanne Calment, que alcanzó los 122 años, o los 114 a los que llegó Enma Verona pueden no ser una rareza en el futuro, ya que la extrema longevidad depende en gran manera del número de personas que alcanzan la centena. Este escenario es apoyado por el estudio que inves­ tigó la edad máxima alcanzada en Suecia desde 1861 a 1999. Esta pasó de 101 años en 1861 a 108 años en 1999. El modelo mostró un crecimiento de 0,44 años por década hasta 1969, y desde entonces la pendiente de la curva se incrementó sustancialmente hasta 1,11 años por década. La pendiente de la curva fue igual para hombres y mujeres, y el 72% del incremento lo justificó el descenso de la mortalidad por encima de los 70 años. El hecho de que cada vez más personas lleguen a ser extrema­ damente longevas depende de varios factores. Uno es el número de sujetos de cada cohorte etaria. Otro depende de la rectangula­ rización de la curva de mortalidad que aboca, cada vez, a mayor número de personas a superar la centena. Por último, también depende de un desplazamiento hacia arriba de la edad máxima alcanzada, derivada de un aumento genuino de la longevidad. Relacionado con este último aspecto, varios estudios mues­ tran resultados discordantes. Así, el estudio de la EV de 9 países europeos desde 1922 a 2006 concluyó que no todo el aumento de la EV máxima (EVmáx) se explicaba por la rectangularización de la curva de mortalidad, postulando que había podido produ­ cirse por un incremento real de la vida máxima, lo cual podría reflejar profundos cambios en la población y el ambiente. Sin embargo, otro estudio utilizando datos de supercentenarios de Francia, Reino Unido, EE. UU. y Japón en el periodo 1966-2006 mostró un aplanamiento o inversión en la tendencia observada en la edad máxima registrada en estos países en las últimas dos décadas indicando, según los autores, que la esperanza de vida máxima se había alcanzado. Por el contrario, un reciente estudio, basándose en el análisis de población japonesa, muestra el escenario contrario. Con los escasos datos de supercentenarios actuales, ambos escenarios pueden ser factibles. No obstante, si atendemos a que ya ha sido registrado el record de 122 años y al rápido aumento de la probabilidad de llegar a centenarios, desde un punto de vista probabilístico superar la edad de Jeanne Calment puede ser el escenario más probable. Los cambios en la EV0 están íntimamente relacionados con el control de las circunstancias que condicionan un acortamiento de la expectativa de vida de cada persona como ser individual, circunstancias que pueden ser externas (condiciones de vida, desigualdad social, etc.) o internas (estilos de vida, genotipos proclives a acortamiento vital como de cáncer, diabetes, enfer­ medad cardiovascular, etc.). El control de estas circunstancias puede explicar promedios de vida en la población sobre los 86 años, según la experiencia del Adventist Health Study, no así la EVmáx, la cual está más relacionada con las características genéticas de determinados grupos de individuos que con las condiciones de vida. Por ejemplo, es conocida la agregación familiar de los centenarios. No obstante, hasta el momento han sido escasos los genes identificados con la alta longevidad. Así, en el New England Centenary Study, Sebastiani y Perls apun­ taron que de 240.000 SNP (Syngle Nucleotide Polymorfism) analizados, solo se encontró uno, el relacionado con el gen de la APOE [TOMM40/APOE (rs2075650)], fuertemente ligado a la muy alta longevidad. Otros estudios muestran dificultades similares. Sin embargo, este mismo grupo, bajo la hipótesis de que la alta longevidad pudiera estar más asociada a perfiles de genes relacionados entre sí que con genes únicos, pudo iden­ tificar, mediante análisis bayesiano, clusters de 281 SNP en 130 genes relacionados con alta longevidad, y que principalmente se relacionaban con el retraso en la aparición de enfermedades de alto impacto en el anciano, como la demencia o la enferme­ dad vascular. Por el contrario, en longevidad no tan avanzada, otros estudios no mostraron diferencias en la comorbilidad asociada en centenarios y controles. No obstante, gracias a los análisis de las cohortes de alta longevidad, existe el consenso entre los investigadores de que los individuos que llegan a una longevidad extrema son aquellos que han logrado postergar el deterioro funcional hasta edades muy avanzadas de sus vidas. LA GRAN ELECCIÓN: VIVIR MÁS O VIVIR MEJOR En la década de los novena del pasado siglo, cuando era evi­ dente el incremento continuado de la EV y comenzaron a hacerse notar, en los países avanzados, los problemas inheren­ tes al envejecimiento poblacional, como el aumento del gasto booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 3 social y de salud, surgió en algunos grupos de investigación la preocupación y el interés por determinar si el aumento en la EV llevaba irremediablemente aparejado un incremento del tiempo que se vive con una salud precaria (expansión de la morbilidad), o bien podría darse la situación contraria, que la población viviera más pero retrasando aún más los años en mala salud (compresión de la morbilidad). El reto estaba echado: ¿es posible vivir más y mejor?, ¿qué factores serían responsables?, ¿cuáles serían modificables?, ¿qué medidas estandarizadas podrían ayudar a comparar poblaciones, testar intervenciones, etc.? Varios autores afrontaron el reto, entre ellos los grupos de Manton y Fries. Manton et al., con la serie de datos del National Long-Term Care Survey (NLTC survey), mostraron que desde 1982 a 1994 hubo en EE. UU. un declinar de un 1,5% anual en la discapacidad crónica en mayores de 65 años. El grupo de Fries confirmó que en los 10 años siguientes la tendencia se mantuvo. El hallazgo era importante, ya que modificaba sustancialmente las estimaciones en los gastos de salud a largo plazo y la posibi­ lidad de sostenibilidad del sistema, pues pese al envejecimiento poblacional esperado, las proyecciones para el año 2070 de la ratio [n.° de discapacitados de 65 años o más/n.° de población activa (20-65 años)] mantenían el nivel de 1994 de 1:22 o cla­ ramente lo mejoraban. Estos hallazgos fueron corroborados en otros países occidentales y se explican principalmente por cambios en los estilos de vida de la población. En este sentido, el grupo de Fries, en una revisión sobre diversos estudios longitu­ dinales centrados en la postergación de la discapacidad, mostró hallazgos concluyentes; el University of Pennsylvania Study (2.327 alumnos, 67 años de media) estratificó a los alumnos en tres grupos de riesgo (alto, medio y bajo) dependiendo de si cumplían dos, uno o ninguno de tres factores de riesgo conoci­ dos (ausencia de ejercicio, obesidad y tabaquismo). Tras 21 años de seguimiento, el grupo de bajo riesgo retrasó la discapacidad en 8,3 años y el intermedio en 5,8 años respecto al grupo de alto riesgo. Así mismo, el Runners Study, que comparaba la evolución a lo largo de 21 años de 538 miembros de un club de corredores mayores de 50 años y 423 controles sanos mostró que la discapacidad se pospuso 12 años en el grupo de corredores. Como sabemos, la postergación de la morbilidad/discapa­ cidad más rápidamente que el aumento de la EV lleva apare­ jada una compresión efectiva de la morbilidad. Así mismo, existen evidencias suficientes en los países avanzados de que la modificación en los estilos de vida (inactividad, obesidad, tabaquismo y alcoholismo) son, con la mejora en los servicios de salud, los principales factores que explican la prolongación de la EV libre de discapacidad en las últimas dos décadas. Estos factores son los mismos que incrementan la EV de la población a los 50 años. Así, en un estudio reciente, Yanping et al. mues­ tran que aquellos sujetos que siguieron cinco prácticas a los 50 años (no haber fumado nunca, mantener un índice de masa corporal sano, realizar ejercicio moderado, no beber mucho alcohol y tener una dieta saludable) vivieron un promedio de 14 años más en el caso de las mujeres y 12,2 años más en el de los hombres, en comparación con los que no cumplieron ninguno de ellos; por consiguiente, estas son las conductas de salud determinantes para vivir más y vivir mejor. Longevidad y esperanza de vida 21 Estos hallazgos no sorprenden, ya que la lucha contra estos factores de riesgo clásicos se ha mostrado eficaz en dis­ minuir la incidencia de las enfermedades que más devastan al ser humano: vasculares, pulmonares, deterioro cognitivo y cáncer, entre otras. Jagger C. et al. (The Medical Research Council Cognitive Function and Ageing Study) mostraron cuál es su papel en esta mejora. En un estudio de seguimiento durante 10 años a 13.000 sujetos mayores de 65 años, vieron que los hombres vivían libres de discapacidad el 79% de su EV (12,1 años/15,3 años), mientras que las mujeres solo lo hacían el 57% (11,0 años/19,4 años). Así mismo, observaron que son la enfermedad vascular y las patologías que guardan relación con ella (diabetes, deterioro cognitivo) las que más explican los años de vida en discapacidad, tanto en hombres como en mujeres. Por último, observaron un marcado efecto dosis-res­ puesta en cuanto al número de patologías concurrentes y la EV libre de discapacidad, que pasó del 82 y 70% en aquellos sujetos sin comorbilidad al 62 y 39% en aquellos que tenían cuatro o más enfermedades, para hombres y mujeres, respectivamente. Sin embargo, pese a estos hallazgos, la compresión de la morbilidad no es un hecho inexorable. Este fenómeno se evaluó en 25 países de la Unión Europea (UE). Se determinó la EV a los 50 años (EV50) y la EV50 libre de discapacidad de los 25 estados miembros. Los resultados del estudio fueron llamativos. Mientras en algunos países como Dinamarca sus ciudadanas vivían 24 de los 31 años que les restaban de vida en salud, otras, como es el caso de las mujeres francesas, vivían solo en salud 19 de los 35 años (fig. 3.2). Está claro que, pese a ser países de un nivel socioeconómico similar, en Dinamarca parece haberse dado un fenómeno de compresión de la mor­ bilidad y en Francia el contrario. La variabilidad existente en la EV entre los miembros de la UE fue explicada en un sentido positivo por el PIB y el gasto en cuidados de salud de personas mayores tanto en hombres como en mujeres, y en un sentido negativo y solo en hombres por el tiempo de desempleo y el grado de aprendizaje. Estos hallazgos evidencian que la EV en salud o libre de discapacidad es, en países avanzados, mejor marcador de salud que la EV. Si dejamos el mundo más desarrollado y echamos una mirada al resto de países, observamos que las mejoras en las condiciones de salud no solo alcanzaron a los países occiden­ tales, sino que todas las regiones mostraron francas mejoras en las tasas de mortalidad y por ello un marcado incremento en la EV. Así, Ruanda, India o Bolivia pasaron de 42 años en 1960 a 52, 66 y 67 años en 2010, respectivamente. Así mismo, México y Chile pasaron en el mismo tiempo de 57 años a 76 y 77 años, respectivamente. Por último, Brasil pasó de 54 a 72 años. Solo aquellos países devastados por las guerras y el sida han aplanado su curva de crecimiento en la EV. Estas mejoras han sido posibles gracias al descenso en la mortalidad infantil derivada principalmente del descenso de enfermedades infeccionas (malaria, disentería, etc.) y malnutrición. De hecho, en los países en vías de desarrollo se observa una transición epidemiológica en los factores de riesgo sobre la salud, desde las enfermedades infecciosas a patologías relacionadas con estilos de vida como el accidente cerebrovascular o la car­ diopatía isquémica. No obstante, las diferencias en la EV aún booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 22 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 3.2 Esperanza de vida, libre de discapacidad y total, a los 50 años en 25 países de la Unión Europea. EV50, esperanza de vida a los 50 años; EVd, esperanza de vida en discapacidad; EVs, esperanza de vida en salud. Fuente: Jagger C. Lancet 2008. son muy importantes entre las regiones paupérrimas (África subsahariana), países en vías de desarrollo (algunos países de América Latina y Sudeste Asiático) y los países avanzados (Europa, América del Norte, Japón). De igual manera, también son notorias las diferencias en los DALY (Disability-Adjusted Life Years o años de vida ajustados por discapacidad), siendo las regiones pobres las que más DALY aportan a la carga de morbimortalidad mundial. ¿CÓMO AFRONTAMOS EL FUTURO? ENVEJECIMIENTO SALUDABLE, EN LA DIANA DE LA SALUD PÚBLICA porque ya no se trata «solo» de prevenir la enfermedad crónica, sino también de retrasar sus consecuencias sobre la calidad de vida tras largos años de estado e interacción con los cambios fisiopatológicos derivados del propio envejecimiento avanzado. Existen algunas evidencias que hablan sobre la insuficiencia de las medidas de prevención basadas en un modelo clásico de prevención y atención a la enfermedad. Sirva de ejemplo la prevención de riesgo cardiovascular en población americana referida por Beltran-Sanchez, Soneji y Crimmins en 2015. Pese a haberse observado una disminución de los niveles de lípidos e hipertensión en la población adulta como consecuencia de los tratamientos farmacológicos, se objetivó un incremento de los niveles de proteína C reactiva (inflamación) y hemoglobi­ En el último siglo y como consecuencia de la transición epidemiológica en los países avanzados, la preocupación de los responsables de salud ha mudado de la prevención de las enfermedades transmisibles a la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles. De este modo, se han extendido multitud de programas en los sistemas de salud en las últimas décadas del siglo XX, con éxito variable. Así, se ha disminuido el impacto de enfermedades cardiovasculares; sin embargo, se ha producido un incremento de la prevalencia de diabetes. Como hemos comentado, los modelos basados en un abordaje morbicéntrico contemplaban distintos escenarios, como la extensión de la comorbilidad y la compresión de la morbilidad, entre otros. Estos escenarios explicaban bien lo que acontecía en poblaciones con EV menores de 80 años. Sin embargo, el decorado ha cambiado. Las estimaciones más conservadoras arrojan que, en la primera mitad del siglo XXI, la EV de la población de países avanzados aumentará has­ ta cerca de los 90 años. Atravesar el umbral de los 80 años abre un nuevo escenario caracterizado por un incremento exponencial del riesgo de discapacidad, fragilidad y deterioro cognitivo con cada año de EV ganado (fig. 3.3). El abordaje preventivo morbicéntrico es manifiestamente insuficiente, Figura 3.3 Prevalencia de discapacidad, fragilidad, deterioro cognitivo y comorbilidad relevante en el partido judicial de Toledo. Fuente: Estudio Toledo de Envejecimiento Saludable. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 3 Longevidad y esperanza de vida 23 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Figura 3.4 Interfaz biospsicosocial de la discapacidad. Efecto matricial de la actividad física. Fuente: F.J. García García. Basado en una extensión del modelo de reserva cerebral de M. Richards, 2005. na glicosilada (intolerancia a la glucosa), dos biomarcadores de riesgo vascular relacionados con determinados estilos de vida, como la obesidad y el sedentarismo. Estos están alcanzando niveles epidémicos en las sociedades avanzadas y son heral­ dos de un envejecimiento no saludable de la población. Estas distintas aproximaciones a la prevención de enfermedades no transmisibles relacionadas con los estilos de vida pueden explicar, en parte, las diferencias de EV en salud (libre de dis­ capacidad) a los 65 años que se objetivan entre países con excelentes sistemas de salud (v. fig. 3.2). Por ello y con objeto de preservar la calidad de vida y el rol del paciente mayor en presencia de enfermedad y/o edad avanzada, el abordaje desde la salud pública debe cambiar a un modelo más holístico. Así, preservar la independencia de la persona hasta la cercanía de la muerte sería un objetivo prioritario para el sistema de salud que va más allá del empeño en retrasar el comienzo de la enfermedad crónica o compresión de la morbilidad; es lo que podemos llamar «extensión de la vida activa» y que solo se consigue con la postergación del envejecimiento individual. La «extensión de la vida activa» o envejecimiento saludable es un fenómeno complejo, resultado de la interacción de múlti­ ples vectores (genéticos, epigenéticos, educativos, ambientales, estilos de vida, etc.) que, con efectos aditivos, multiplicativos o exponenciales sobre la salud, acontecen en un individuo a lo largo de su ciclo vital (desde la vida intrauterina a la vejez). El envejecimiento saludable se moldea a lo largo de la vida, es una elección del individuo y del entorno social que le circunda, y es lo que podemos denominar un «constructo vital» y a la vez un «constructo social». Como tales hay que encararlos, sabiendo que las intervenciones precoces son las más coste-efectivas. La evidencia científica señala que la fragilidad, el deterioro cognitivo y la discapacidad, paradigmas de envejecimiento no saludable, aparecerán antes o después en el curso vital, dependiendo de la influencia de los mencionados vectores en la reserva biológica del organismo, tanto estructural como funcional, y del establecimiento precoz o tardío de condiciones subclínicas (arteriosclerosis, osteopenia, sarcopenia, etc.) que condicionan la aparición de fragilidad y dolencias relacionadas (fracturas, deterioro cognitivo, depresión, etc.). La interacción de todos estos factores en un marco relacional que integra aspectos psicosociales, ambientales y biológicos es lo que lla­ mamos «interfaz biopsicosocial de la discapacidad» (fig. 3.4) y cuya base es el entramado etiopatogénico de la fragilidad y condiciones de salud relacionadas con ella (deterioro cognitivo asociado al envejecimiento, enfermedad vascular, osteoporosis, etc.). La interfaz implica un modelo de actuación, una hoja de ruta, a lo largo del curso vital de un individuo, basado en la prevención de la fragilidad y condiciones relacionadas (p. ej., intervención con ejercicio físico). También puede servir como «sensor» de envejecimiento saludable de la población, dado que la afectación de sus indicadores (sedentarismo, obesidad, intolerancia hidrocarbonada, inflamación crónica, fragilidad, etc.) anteceden en años a la discapacidad, en una fase en la que aún son altamente efectivas las intervenciones de salud. En este sentido, la fragilidad, que ocupa un espacio biológico y funcio­ nal previo a la discapacidad, se configura como un excelente indicador de la deriva de un país, o grupo social, hacia la exten­ sión o no de la vida activa. De especial interés es una medida de fragilidad desarrollada por el grupo de investigación del Estudio Toledo de Envejecimiento Saludable (ETES), llamado Frailty Trait Scale (FTS) o rasgo de fragilidad. Su concepto se basa en que el deterioro que se observa en las personas frágiles booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 24 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 3.5 Marco de actuación para la prevención de la discapacidad en el anciano, según ciclo vital. es un fenómeno continuo que se construye a lo largo de la vida. El FTS se ha mostrado como un buen predictor de fragilidad, discapacidad, hospitalización y muerte en mayores de 65 años. Está basado en siete dimensiones (composición corporal y nutrición, lentitud, falta de energía, actividad física, sistema nervioso y fuerza vascular) que se explicitan en 12 ítems, y existe también una versión corta de cinco ítems para cribado poblacional y uso en la práctica clínica. ESTRATEGIAS DE EXTENSIÓN DE LA VIDA ACTIVA Además del abordaje clásico y la lucha contra el tabaquismo y otros hábitos tóxicos, toda la evidencia científica avala que el caballo de batalla para prolongar la vida activa es la lucha contra las dos epidemias del siglo XXI, el sedentarismo y la obesidad. Estas dos condiciones de salud están fuertemente asociadas a biomarcadores de inflamación, los cuales están en la base de la aparición a medio y largo plazo de enfermedad vascular, fragilidad y deterioro cognitivo, entre otras. Así mis­ mo, la inflamación es un link que explica, en una buena parte, los resultados adversos de salud y las marcadas diferencias en la EV libre de discapacidad que se observan en los grupos sociales más desfavorecidos, según señalaron Davillas, Benzeval y Kumari en 2017; luego la lucha contra la obesidad y el seden­ tarismo es un instrumento clave para combatir los efectos de la desigualdad social sobre la salud. Hemos comentado que el envejecimiento «saludable» y su opuesto «no saludable» son consecuencia de un constructo vital de cada persona y de su entorno. Como resultado de salud es un estado complejo, ya que es la consecuencia de la interacción de múltiples factores en un espacio temporal di­ latado, cuyo desenlace conoceremos tras muchos años de supervivencia, lo cual anima a la negligencia. Es evidente que en el primer cuarto de vida, la escasa motivación de una per­ sona y del sistema de salud para adaptar sus conductas con el objetivo de tener una vejez en salud 50-60 años más tarde es un importante hándicap. Sin embargo, esta ventana de interven­ ción es fundamental; así, datos del English Longitudinal Study of Ageing muestran que las desigualdades socioeconómicas en los primeros años de vida explican mejor las diferencias de salud por encima de los 75 años que las desigualdades en la edad adulta. Afortunadamente, existen para ambos (individuo y sistema de salud) alicientes a más corto plazo. Así, el efecto de la intervención sobre estos factores es mensurable, lo cual mantiene una retroalimentación positiva sobre el propio sujeto que se solapa con el impacto directo en su bienestar, y sobre el sistema, que tiene un indicador de la eficacia de sus medidas. Igualmente, presenta refuerzos a medio y largo plazo para ambos actores, principalmente relacionados con la prevención de la aparición en la edad adulta de enfermedad cardiovascular, diabetes y diversos tipos de cánceres, entre otros efectos positi­ vos. Estos mecanismos de recompensa son aún más evidentes en los ancianos, ya que tanto en la prevención como en el tratamiento de la fragilidad, las recompensas son inmediatas y motivadas por un incremento del bienestar, la calidad de vida y una franca disminución del consumo de recursos. Así, un estudio que analiza el consumo de recursos de más de seis millones de mayores de 65 años de Medicare, mostró que la fragilidad explicaba el 46% de los costes sanitarios en personas mayores, mientras que la discapacidad, la comorbilidad grave y la comorbilidad leve explicaban solo el 14, 11 y 3,7%, res­ pectivamente. Por lo tanto, si queremos optimizar el gasto booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 3 en salud de nuestros mayores, las estrategias de prevención de la fragilidad son el blanco perfecto para la intervención desde la salud pública, ya que aúna las características de la perfecta diana: a) alto impacto en la población, b) detectable, c) prevenible, d) tratable, e) gran ahorro de DALY y f) gran impacto económico. La estrategia para aumentar la esperanza de vida activa debe abarcar toda la vida (fig. 3.5) y cumplir las siguientes premisas: 1. Deben encararse a lo largo del curso vital del individuo, ya que los efectos son aditivos y permanecen en el tiempo. Así, las niñas que hacen ejercicio en la infancia y adoles­ cencia mantienen mayor reserva ósea cuando llegan a la menopausia y menos probabilidad de deterioro cognitivo cuando llegan a la vejez. 2. Los efectos a corto, medio y largo plazo son más relevantes cuanto más precoz es la intervención. Así, la ventana de oportunidad que va desde la vida intrauterina a la adoles­ cencia se presume como la más coste-efectiva para man­ tener la salud del adulto y extender la vida activa en el anciano. 3. Aunque la actuación se debe hacer a través de todo el ciclo vital, existen tres ventanas de oportunidad: la primera, ya comentada, es la infancia y adolescencia. La segunda es la madurez (50-65 años), edad en la cual el sujeto manifiesta ya una preocupación por su estado de salud y en donde son frecuentes las condiciones crónicas de salud y se comienzan a manifestar cambios subclínicos relacionados con el enve­ jecimiento. La receptividad del individuo, la reversibilidad de parte de los cambios biológicos, hacen de esta edad una ventana de oportunidad donde las intervenciones son alta­ mente coste-efectivas. La tercera es la vejez, con dos etapas, de 65 a 75 años, donde es prioritario prevenir la fragilidad mediante la adaptación a una jubilación activa, y los mayo­ res de 75 años o mayores viejos, en donde las medidas de prevención, cribado y tratamiento de la fragilidad y del aislamiento social son altamente eficaces y los mecanismos de retroalimentación son palpables: mejoría de la calidad de vida y disminución del consumo de recursos. 4. Las estrategias deben incidir en la lucha contra el tabaquis­ mo, el alcoholismo, la obesidad y el sedentarismo, fomen­ tando los hábitos saludables, especialmente una nutrición adecuada y la práctica de ejercicio físico. En personas mayores y enfermos crónicos es prioritario el cribado, la monitorización y el tratamiento de la fragilidad. 5. La intervención debe ser holística, integrando políticas de salud, educación, sociales, laborales, municipales, de medio ambiente, etc. 6. Debe haber una intervención universal, a toda la población, dirigida a disminuir las desigualdades sociales, cambios en el medio ambiente promoviendo los entornos saludables Longevidad y esperanza de vida 25 y la interacción social (p. ej., ciudades saludables, senior friendly cities, etc.), promoción de la educación en salud en el ámbito educativo, cambios en el entorno laboral (preven­ ción del sedentarismo en el trabajo), políticas alimentarias (alimentos azucarados, grasas trans, infranutrición infantil, etc.), y políticas sanitarias como el cribado de la obesidad, sedentarismo, bajo peso al nacer, cribado de fragilidad, etc. 7. Debe haber una intervención específica y dirigida a: • Grupos sociales de especial vulnerabilidad: estratos socioeconómicos especialmente vulnerables, mujeres maltratadas, ancianos solos, pacientes con enfermedad psiquiátrica, etc. • Pacientes con condiciones crónicas de salud: obesidad mórbida, factores de riesgo (tabaquismo, diabetes, hipertensión arterial, dislipemias), enfermedad cardio­ vascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedades inflamatorias y pacientes frágiles. • Debe haber una adaptación de las estructuras sanitarias a las personas vulnerables: ancianos, enfermedades neu­ rológicas, discapacitados (p. ej., hoy los hospitales son la principal fuente de discapacitados), etc. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Beltran-Sanchez H, Soneji S, Crimmins EM. Past, Present, and Future of Healthy Life Expectancy. Cold Spring Harb Perspect Med 2015;Nov 2;5(11). a025957. Carmona JJ, Michan S. Biology of healthy aging and longevity. Rev Inves Clin 2016;68:7-16. Davillas A, Benzeval M, Kumari M. Socioeconomic inequalities in C reactive protein and fibrinogen across the adultage span: Findings from Understanding Society. Sci Rep 2017;7:2641. Fries JF, Bruce B, Chakravarty E. Compression of morbidity 19802011: a focused review of paradigms and progress. J Aging Res 2011;2011:261702. Jagger C, Matthews R, Matthews F, et al. The burden of diseases on disability-free life expectancy in later life. J Gerontol A Biol Sci Med Sci 2007;62:408-14. López-Otín C, Blasco MA, Partridge L, et al. The hallmarks of aging. Cell 2013;153:1194-217. Murray CJ, Vos T, Lozano R, et al. Disability-adjusted life years (DALYs) for 291 diseases and injuries in 21 regions, 1990-2010: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2010. Lancet 2012;380:2197-223. Oeppen J, Vaupel JW. Demography. Broken limits to life expectancy. Science 2002;296:1029-31. Sebastiani P, Perls TT. The genetics of extreme longevity: lessons from the new England centenarian study. Front Genet 2012;3:277c. Yanping L, An P, Dong D, et al. Impact of Healthy Lifestyle Factors on Life Expectancies in the US Population. Circulation 2018;137:20. doi: 10.1161/CIRCULATIONAHA.117.032047. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 4 Principios básicos de ética en atención geriátrica Xabier Ibarzábal Aramberri y Enrique Arriola Manchola INRODUCCIÓN Una reflexión: la atención médica está cargada de hechos y valores La revolución técnica y científica experimentada por la socie­ dad supone un revulsivo para la práctica médica; los médicos geriatras y las personas mayores no escapan a este fenómeno. No solo los hechos técnicos son los responsables; además, los pacientes consultan a su médico por patologías que lle­ van acompañadas manifestaciones que no se abandonan a la puerta de la consulta y ponen encima de la mesa sus vivencias y, con ellas, los valores que les parecen importantes. Resulta inevitable. Decir que la ciencia trabaja con hechos naturales (fisiológicos) en exclusiva, por simple que parezca, es un reduc­ cionismo poco práctico. La enfermedad llega a ser algo similar a lo que Ortega llamó «suceso», un acontecimiento humano, pero lleno de valores. Son acontecimientos cargados de altísimo valor para el paciente y que deben ser tenidos en cuenta por el médico. No vale ya recu­ rrir al viejo tópico positivista por conseguir objetivarlo todo. Diego Gracia sintetiza así el pensamiento positivista médico: «el paciente tiene experiencia, pero la experiencia es muy poco fiable […] lo que el enfermo cuenta no son hechos objetivos, sino sensaciones subjetivas; el clínico moderno quiere pasar de los meros datos subjetivos que constituyen la experiencia del paciente a hechos objetivos, resultados no de la experien­ cia sino del experimento». El experimento ofrece objetividad y seguridad; la subjetividad del paciente, por el contrario, da inseguridad al médico. Lo que el enfermo cuenta no se puede medir, pesar o cuantificar; para él será importante, no para el médico, al que le crea incertidumbre. Con este esquema de trabajo la medicina avanzó a lo largo de un siglo. Ya no puede ser así. No se pueden separar hechos de valores; ni es cierto, ni práctico, ni creíble. En la actualidad, el paciente expone sus creencias, ideas y valores en la consulta del médico y quiere que sean tenidos en cuenta. Es la única opción posible hoy en día; los ciudadanos y el ordenamiento jurídico vigente quieren que sean tenidos en cuenta (p. ej., Ley de Protección de Datos [la integridad de nuestra intimidad] y Ley de Investigación [participación humana en un ensayo clínico]). La aprobación del Convenio de Oviedo en Europa se sustanció en España con la Ley 41/2002. Con ella, no solo la información y el consentimiento resultaban imprescindibles para una buena práctica médica, sino que cuestiones como las voluntades anticipadas (VA) eran tenidas en cuenta. Lo que realmente quieren expresar estas normas es que la privacidad, la intimidad, la confidencialidad, la informa­ ción personalizada o el consentimiento son inherentes a unas buenas prácticas profesionales. La práctica médica, basada exclusivamente en hechos técnicos, queda hoy huérfana de tutela legal, y sospechosa de poco honesta si no se acompaña de una complementación con valores. Atención a las personas mayores Vivir y envejecer permanecen y permanecerán en el futuro como actividades de riesgo, con la certeza de la muerte al final del camino. Se plantean dos preguntas: «¿es difícil la atención a los ancianos?» y «¿por qué?». Lo que hace que la medicina geriátrica resulte difícil y compleja es, entre otros aspectos, lo siguiente: • La naturaleza endémica de las enfermedades de este grupo de población, lejos de una curación, provocan el alarga­ miento de la vida cronificando la enfermedad. • Existe un numeroso grupo de personas de edad avanzada con enfermedades crónicas e invalidantes, que convierte su atención en un fenómeno aún más complejo. • Una nueva idea nace y con ella nuevas complejidades: la sociedad actual ha permitido desarrollar la idea de que la edad avanzada está abierta a nuevas oportunidades para mejorar, generar nuevas satisfacciones, esperanzas, y la medicina puede y debe dar alguna forma de respuesta satis­ factoria. • La inevitable necesidad de tomar elecciones morales com­ plejas, como la limitación de prestaciones o la atención a los moribundos, decisiones que, en otras franjas de la vida, suceden de modo diferente. • En la vejez, la enfermedad se manifiesta con una cuestión de sentido acompañante: sentido de la vida humana que se acerca al final y, por tanto, cobran más relevancia los valores, y la dimensión biográfica de la enfermedad adquiere un sentido completo. • La vejez se acompaña de una progresiva inadecuación del individuo al medio que lo rodea (limitaciones físicas y cogni­ tivas), por lo que necesita que se lo transformen para seguir viviendo (p. ej., barreras que suponen un riesgo cuando camina); además, experimenta una expropiación progresiva a medida que envejece: pasa a propiedad ajena. Necesita seguir siendo sostenible, sostenerse con la ayuda de los demás, y, consciente de este tiempo de vivir, le llegará un momento en que su expropiación sea máxima: ha llegado el final. 26 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 4 Por último, no menos importante, resulta necesario dar un sentido real al envejecimiento. Sentido ante uno mismo y ante los demás. No es una cuestión de reivindicación grupal exclusivamente, se trata de darle un sentido en un contexto intergeneracional, el sentido de vida y muerte no es algo solo personal, no tendrían sentido los conocidos debates sobre la escasez y limitación de recursos sociales y sanitarios si no lo es desde un debate intergeneracional y en un contexto de recursos limitados; de lo contrario, estará bajo la sombra de la sospecha. BASES BIOÉTICAS DE LA ATENCIÓN ASISTENCIAL Diálogo abierto en torno a principios y jerarquías © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Origen de la actual bioética En el año 1974, el Congreso de EE. UU. auspició la creación de la National Commission for the Protection of Human Subjects of Biomedical and Behavioral Research y le encomendó la tarea de identificar los principios éticos que debían regir la inves­ tigación con seres humanos. El mandato era claro: llevar a cabo una completa investigación y estudio, a fin de identificar los principios éticos básicos que deberían dirigir la investigación con seres humanos. Cuatro años después, la publicación del Informe Belmont recogía tres principios que, a juicio de los redactores, resultaban imprescindibles: el de respeto por las personas, el de beneficencia y el de justicia. Los individuos deberían ser tratados como seres autónomos y, en caso de que su autonomía estuviese disminuida, como objeto de especial protección. La decisiva aportación de Beauchamp y Childress Los principios del Informe Belmont quedaban limitados al área de la investigación sin alcanzar la práctica médica. Este hueco fue abordado por Beauchamp y Childress, autores que habían seguido los trabajos de la National Commission; lo hicieron en su libro Principles of Biomedical Ethics, que vio la luz en 1979. Entre sus aportaciones interesa destacar la distinción entre «no maleficencia» y «beneficencia», pues no eran sinó­ nimos. No hacer daño es una de las principales obligaciones del médico, y hacer el bien se entendía de manera distinta a la tradicionalmente seguida en la práctica médica; lo bueno lo determinan las personas según su guía de valores. Se cues­ tionaba el tradicional modo de entender el ejercicio médico; una nueva relación dialógica entre el médico y el paciente se abría paso y comenzaba a ser exigida. Quedaba otra cuestión, como era la de si los principios (los cuatro) eran absolutos (que no admiten excepciones) o si pueden contemplarlas. Los principialistas afirmarán que los principios son absolutos, mientras un utilitarista convencido estará persuadido de que los principios obligan en tanto en cuanto sean útiles. Son dos tradicionales puntos de vista en la ética tradicional. Mientras no haya conflicto entre los prin­ cipios (los cuatro) serán de obligado cumplimiento; ahora bien, cuando surjan conflictos entre ellos, ¿habrá que conceder prioridad a alguno de ellos en detrimento de los demás?, ¿cómo se puede encauzar esta discusión? Si los principios son del Principios básicos de ética en atención geriátrica 27 mismo rango, la manera de resolverlo puede ser juzgando las consecuencias; pero entonces, si mantengo un principialismo duro, el acuerdo será imposible, y si pongo el énfasis en las consecuencias de mis actos y su utilidad, los principios terminarán por ser algo meramente decorativo. La salida a esta situación para los autores viene del análisis del propio caso: el peso de cada uno y las circunstancias de cada caso nos iluminarán sobre el principio más relevante. Aportación española a la bioética: Diego Gracia Diego Gracia es uno de los referentes de la bioética española y probablemente la rebase por su notable influencia en el mundo americano. Gracia es heredero de un pensamiento español que arranca en Ortega y continúa con Zubiri y Laín Entralgo, maestros directos de Diego Gracia. Gracia introduce un orden jerárquico a la hora de valorar los principios de la bioética. Los mismos pueden ser jerarquizados: cuando discriminamos a alguien en razón de su condición social o económica o por su sexo, decimos que hemos cometido alguna injusticia, y si se le hace algún daño en el orden de su biología, que hemos realizado un acto maleficente que altera el principio de igualdad para todos los seres humanos. Esto es tan cierto como que, en caso de incumplimiento y daño a la persona, la sociedad nos exige su cumplimento, el castigo o la reparación del daño, razón por la que existe el derecho civil (justicia) o el penal (maleficencia). El grado de existencia de estos dos principios es muy elevado y por eso han sido llama­ dos «de obligado cumplimiento» o «de obligación perfecta». La sociedad (todos los demás ciudadanos) nos pueden exigir su cumplimiento. Se encuentran en un grado de exigencia máximo y pertenecen a la esfera de lo público. Por el con­ trario, cuando hablamos de beneficencia y autonomía, esto cambia. Yo debo perseguir mi bien particular y pretender que mi proyecto de vida (mis valores) se implementen; el bien (lo bueno) lo defino yo y lo es siempre para mí, por lo que resulta incomprensible sin el ejercicio de mi autonomía. Los cuatro principios se sitúan en planos distintos, pero, en caso de con­ flicto entre ellos, argumenta Gracia, el bien común se antepone al bien privado. El primero se define colectivamente y genera derechos en los demás, lo que no sucede con el segundo. Contenidos de los principios No termina aquí todo, pues hay otra cuestión relevante. Una cosa es admitir los cuatro principios de la bioética y jerar­ quizarlos, y otra muy importante, actualizar los contenidos prácticos que dan sentido a esos principios. Gracia afirma que «la experiencia moral, como la científica, es dinámica y está siempre abierta a perfeccionamientos y a ulteriores rectificaciones […] es inútil pedir para los principios, como lo es para las teorías científicas, el estatuto de absolutamente verdadero. En un tiempo se pensó que esto podía ser así, pero hoy se halla claramente fuera de nuestras posibilidades. No es posible elaborar ninguna proposición de contenido universal absolutamente verdadera». Pensemos en el principio de que todas las personas deben ser respetadas y tratadas con la misma consideración. Resulta uná­ nime responder que sí, que así opinamos todos. La pregunta por booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 28 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada el qué queda resuelta. Lo que ya no es tan fácil aclarar es la pre­ gunta por el cómo, cómo lo hacemos. No todos coincidiremos en el camino a seguir ni habrá unanimidad, porque, entre otras razones, los juicios morales están basados en buena medida en la experiencia humana, que es siempre dinámica y cambiante en razón de circunstancias, perfecciones y rectificaciones. Contenido de los principios y sus orientaciones en geriatría Se distinguen cuatro criterios: 1. Criterio de no maleficencia: es un imperativo; debes no hacer daño. No seas negligente, imperito, imprudente ni temerario. Esto hace cuestionarnos la sujeción mecánica, la alimentación forzosa, las altas precoces, el uso de medi­ camentos de riesgo en nuestros pacientes, etc. 2. Criterio de justicia: debes tratar a todas las personas por igual, con la misma consideración y respeto. ¿Cómo utiliza­ mos los recursos de que disponemos de manera eficiente sin marginar a las personas por razón de edad? ¿El paciente está recibiendo los cuidados apropiados y está siendo atendido en el nivel asistencial adecuado? 3. Criterio de beneficencia: ejercer la beneficencia es, induda­ blemente, algo bueno, lógico y obligado para el ejercicio médico. ¿Utilizamos los fármacos más adecuados en estos pacientes? ¿Se implementan medidas para maximizar su calidad de vida? ¿Se mide la calidad de los cuidados en todo su proceso? ¿Los familiares (o el cuidador principal) que precisan ayuda la reciben? ¿Existe una continuidad de cuidados en situaciones de emergencia? ¿Somos un soporte para la familia? 4. Criterio de autonomía: las personas, cada vez más, defi­ nimos autónomamente nuestro sistema de valores. Todo esto tiene mucho que ver con la libertad. Los modelos de felicidad los define la propia persona. Esta novedad se ha introducido en el sistema sanitario actual y en la relación médico-paciente, ha crecido, se ha implantado y finalmente ha adquirido carácter público relevante. Legalmente hemos decretado la muerte del paternalismo; sin embargo, en el mundo real este conserva una «mala salud de hierro». ¿Tomamos en cuenta el proyecto vital de las personas y lo respetamos? ¿El paciente estima como buenas nuestras accio­ nes? ¿La información es adecuada a su nivel y a sus intereses? Todo esto tiene que ver con la libertad personal, y como recuerda Safranski, «todos queremos liberarnos de las restric­ ciones vitales no elegidas» y el envejecimiento genera limi­ taciones y restricciones no deseadas. Restricciones que nos seguirán siendo impuestas. «Libertad —continúa el autor— implica soledad, experimentamos lo que significa ser un ente autónomo, responsable de uno mismo, lo cual puede acarrear una sensación de miedo e impotencia. La libertad disuelve los vínculos que garantizaban de manera inmediata una seguridad.» Fiarlo todo a la convicción de que seremos consecuentes con nuestras decisiones llegado el caso es algo muy fácil de expresar, incluso sentirlo como óptimo, pero llegado el momento es más difícil ejecutarlo. Por eso resulta imprescindible reforzar una visión comu­ nitaria de la sociedad, una visión intergeneracional porque el envejecimiento, el anciano, la autonomía y la libertad del anciano adquieren un significado nuevo y más pleno. Se entiende que los principios 3 y 4 se hallan fuertemente conectados entre sí. Queda otra cuestión: ¿hay excepciones a los principios? Si todas las personas son merecedoras de absoluta consideración y respeto, esto nos obliga a no mentir jamás al paciente, pero, cuando sabemos que conocer la verdad completa puede dañarlo, entonces la ocultación de parte de la verdad puede estar justificada, pero siempre como excepción a un principio que sí respetamos. Es una excepción de la que nos responsabilizamos, primero ante nuestra conciencia (pri­ mer tribunal) y después ante los demás, si nos lo demandan. Será entonces cuando nos justifiquemos, lo que no adquiere significado estratégico o encubridor alguno, sino que muestra que somos capaces de mostrar que hemos valorado principios, valores en juego, cursos de acción posible y consecuencias de la decisión tomada. La vida moral es así de compleja. La bioética asume unos requisitos: Ética civil. Convivimos creyentes, agnósticos y ateos, y hemos elevado a categoría de derecho fundamental la liber­ tad de pensamiento y creencia para todos y cada uno de sus ciudadanos. Una ética laica no debe tener reparo en atender las aportaciones del mundo religioso; solo un laicista pondrá impedimentos, y únicamente un fundamentalista religioso pondrá objeciones a una ética civil. Ética pluralista. Solo una ética pluralista será capaz de tener en cuenta los intereses de la humanidad entera. Nues­ tras acciones tienen la pretensión moral de poder llegar a ser universales. Ética autónoma. Por «autónoma» entendemos lo opuesto a «heterónoma», que quiere decir que las normas morales nos vienen impuestas desde el exterior; una ética autónoma sos­ tiene que el criterio de moralidad no puede ser otro que el del propio ser humano. Ética racional. No es sinónimo de «racionalista». Nuestra razón no es tan segura como pensamos; lo que sí se nos puede exigir es la razonabilidad de nuestras posiciones, que sean razonables. Los principios no son absolutos, sino que sufren modifica­ ciones a medida que transcurre el tiempo. Si fueran absolutos solo cabría la posibilidad de cumplirlos ciegamente, pero las circunstancias del individuo (situaciones novedosas continuas) cambian y con ellas también lo hace el contenido de los prin­ cipios, según evoluciona y madura la sociedad. El método de la deliberación Lo que interesa a un médico sensato y razonable es saber si está tomando decisiones correctas, en tiempos y circuns­ tancias adecuadas; decidimos ahora, e inmediatamente ya es el futuro. La toma de decisiones no solo es una cuestión de hechos. Ya nos hemos convencido de que la ciencia está car­ gada de valores, por lo que decidimos sobre hechos y valores a la vez, de manera encadenada. Se hace un diagnóstico e inmediatamente pensamos en cuál es el mejor tratamiento, si el de mayor o menor intensidad, y si merece o no la pena, así booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 4 como consideramos la urgencia y la información a suminis­ trar. Todo esto son valores. Resulta necesario contar con algún método de trabajo, una metodología. La medicina, al igual que otras profesiones, desa­ rrolló internamente el ejercicio de la deliberación como méto­ do de trabajo en las sesiones clínicas, que todos los médicos conocemos y que sirven para tomar decisiones considerando los pros y los contras, y las consecuencias previsibles de nues­ tras acciones, si bien nunca lo hacemos contando con todos los elementos de juicio a nuestro favor, pues es imposible. No se delibera en soledad, sino que lo hacemos de manera dialógica (con varios más), escuchamos la opinión de otros y la tenemos en cuenta, incluso modificando la nuestra de manera radical. Esto es el fundamento de las sesiones clínicas en un hos­ pital cuando alguien plantea una duda o un problema y va desgranando las soluciones mientras otros colaboran apor­ tando su criterio y su punto de vista. ¿Sobre qué deliberan los médicos? Sobre hechos clínicos concretos y particulares de un caso y un paciente. ¿Qué han aprendido? Han aprendido a manejar valores instrumentales, técnicos o científicos que deben ser actualizados o corregidos sobre la marcha y que nunca son ciertos, absolutos (no son apodícticos), al igual que no solo existe la opción dilemática (elegir entre dos opciones y solo entre dos únicas). Sin embargo, la realidad nos dice que deliberamos menos sobre valores que son imprescindibles en la vida, los cuales son puestos por el paciente encima de la mesa nada más llegar al hospital y aparecen en cualquier momento del proceso (el rechazo a un tratamiento, la información, el error médico que no se aclara lo suficiente, la negativa de unos familiares a entender la situación real del paciente, suspender o proseguir una terapia de dudoso éxito, la futilidad del tratamiento, etc.). Sobre estas cuestiones hay que deliberar, mejor todavía, apren­ der a hacerlo. No son problemas instrumentales o técnicos que se resuelvan rellenando un volante de analítica o radiología, o que sean resueltos por otro especialista técnico. Se trata de otros valores, y no hay un médico especialista en valores que los resuelva. A esto se dedican los comités de ética cuando deliberan sobre un caso concreto. Una deliberación nos enseña a conocer y descubrir: a) la limi­ tación de nuestros conocimientos y la necesidad de mejorarlos de manera continua; b) la provisionalidad de nuestros diag­ nósticos y tratamientos, así como el excesivo reduccionismo que en ocasiones los acompañan; necesitamos de la opinión y crítica de los demás, porque nuestro razonamiento científico es limitado y provisional, es frágil; c) la necesidad de buscar una convergencia entre la práctica médica y las instituciones de salud que nos ayude a sintonizar con los problemas que la atención sanitaria exige actualmente y a entender que la geriatría forma parte de una práctica más amplia, como es la gran política que sobre el envejecimiento tenga la sociedad, y d) que los hechos clínicos son objetivos y analizados por el médico, quien logra un diagnóstico (un valor nuevo), el cual hace público; esto, hacerlo público, supone aceptar entrar en un proceso de diálogo con otros, presentarlo en una sesión clínica, escuchar otras opiniones y aceptar propuestas diferentes a la nuestra. En realidad, la clínica y la ética comparten un mismo Principios básicos de ética en atención geriátrica 29 método, como expresó Diego Gracia. Ninguno estamos en posesión del conocimiento de los hechos más seguros ni de los mejores valores. A continuación, ofrecemos una guía general, tomada de las orientaciones de Diego Gracia, para seguir un procedimiento de deliberación: 1. Presentación del caso concreto. 2. Discusión y aclaración de los aspectos médicos (hechos técnicos, analíticos, etc.) de la historia que se nos plantea. 3. Identificación de los problemas morales que acompañan al caso. 4. Elección, por el responsable del caso, del problema moral que a él le preocupa y quiere discutir. Pueden existir dife­ rentes problemas y quedar señalados. 5. Identificación de los cursos de acción posibles en la resolu­ ción del problema. 6. Deliberación del curso de acción óptimo. Un curso de acción que lesione lo menos posible los principios en cues­ tión y que escape de las posiciones extremas. 7. Toma de la decisión final. 8. Argumentos en contra de la decisión y planteamientos en contra de aquellos que estaríamos dispuestos a defender públicamente. Las excepciones para incumplir un deber moral son excepcionales, y la excepción no puede alcanzar el carácter de principio. Cualquier médico comprenderá ahora la importancia ética, no solo técnica, de una buena historia clínica. Decisiones prudentes. La prudencia es la virtud que permite tomar decisiones racionales, y razonables, en condiciones de incertidumbre. Las decisiones prudentes no son ciertas (apodícticas), pero sí aspiran a ser razonables, pues son el resultado de un proceso de deliberación. Es inevitable en la vida tomar decisiones; no se puede vivir siempre «entre posibilidades», «entre opciones» y los médicos terminan por tomar decisiones. Esto supone de alguna manera un «estrechamiento» porque se pierde la riqueza de las posibi­ lidades. De aquí la relevancia de que nuestras decisiones sean las mejores posibles. ALGUNAS CUESTIONES IMPORTANTES Información, consentimiento y valoración de competencia Derecho a la información como aspecto previo a la competencia En nuestro medio se halla recogido en la Ley de Autonomía del Paciente 41/2002. En su artículo 4.1 exige que el contenido de la información asegure, como mínimo, la «finalidad y naturaleza de la intervención, sus riesgos y beneficios»; en el artículo V establece: «1.° el titular es el enfermo y solo la familia con autorización del paciente, y 2.° el médico debe informar al paciente en caso de incapacidad, de modo adecuado a sus posi­ bilidades de comprensión, y el artículo V.3 señala que «cuando el paciente, según el criterio del médico, carezca de capacidad para entender la información se pondrá en conocimiento de sus familiares». booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 30 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Aprender a informar adecuadamente comienza a ser, ade­ más de una obligación legal, un nuevo requisito para la buena práctica profesional y una nueva oportunidad para los sanita­ rios españoles. Es obvio que para decidir de forma competente es necesario contar con una información adecuada (abierta, transparente y no coercitiva). Siguiendo la opinión de Appelbaum, un médico que se aproxima a la valoración de la competencia de un paciente debería finalizar «reflejando un juicio de la sociedad acerca del equilibrio apropiado entre el respeto a la autonomía y la protección del paciente de las consecuencias de una mala decisión». El autor nos señala que no solo nos interesa defender la autonomía del paciente, sino también la protección debida para evitar errores, utilizando una metodología que resulta similar a la que realiza un tribunal de justicia y que podríamos compararla con un proceso de deliberación. Appelbaum no descuida un aspecto importante: «En la práctica, el rigor del test aplicado varía directamente con la se­ riedad de las consecuencias presumibles de las decisiones de los pacientes». Lo que nos está recordando este autor es que siempre hay que tener en cuenta las consecuencias presumi­ bles de la decisión, pues no todas son igual de importantes ni trascendentes. Se elaboraron herramientas valorativas tendentes a ayudar a medir la competencia/capacidad de la persona. Un precursor en esta tarea es James Drane, profesor de Bioética y Filosofía en la Edimboro University (Pensilvania). El Prof. Drane diseñó lo que, con posterioridad, llamaron algunos «la escala corre­ diza de Drane». Este proceder nos quiere expresar una idea: existe un umbral por debajo del cual la persona sería incapaz de tomar una decisión; pero, a la vez, ese umbral no es fijo, sino móvil, pues depende de la importancia y gravedad de la decisión a tomar. Esa escala móvil se divide en tres niveles, en función del balance en la relación beneficio-riesgo: a mayor incertidumbre, menor beneficio y mayor riesgo, más exigen­ te es la capacidad que exigimos a la persona que toma una decisión. No anula la autonomía de la persona, sino que la convierte en más exigente. Otras intervenciones que han sido habilitadas para aproxi­ marnos con mayor certeza a esta decisiva cuestión: • MacArthur Competence Assessment (MacCAT-T). Diseñada por Appelbaum, exige una entrevista en la que, tras obtener una información completa, se valoran cuatro apartados: • La comprensión de la enfermedad, los tratamientos, los riesgos y los beneficios (p. ej., diabetes con manifes­ taciones de isquemia crónica en una pierna que necesita insulina y amputación). • La apreciación de la enfermedad (aprecio o desprecio del paciente por su situación concreta). ¿Es capaz el paciente, una vez informado, de apreciar su situación concreta (p. ej., que es diabético y necesita insulina diaria y someterse a una amputación para salvar su vida)? ¿Es capaz de reco­ nocer que a él le sucede eso mismo, que se trata de una complicación de la diabetes que le afecta a él? • ¿Es capaz de hacer un razonamiento comparativo, secuencial y predictivo, y todo ello tiene alguna consis­ tencia (es decir, se mantiene a lo largo de la conversación CUADRO 4.1 Instrumento de ayuda para la evaluación de la capacidad (IAEC) • Capacidad para comprender el problema médico: • ¿Qué problema tiene en este momento? • ¿Por qué está usted en el hospital? • Capacidad para comprender el tratamiento propuesto: • ¿Sabe qué podemos hacer para ayudarle? • ¿Cuál es el tratamiento para su problema? • Capacidad para comprender las diversas opciones terapéuticas: • ¿Hay otros tratamientos? • ¿Qué otras opciones tiene usted? • Capacidad para comprender la opción de rehusar o abandonar un tratamiento: • ¿Puede usted rehusar el tratamiento? • ¿Podríamos dejar el tratamiento? • Capacidad para apreciar las consecuencias razonablemente predecibles de aceptar el tratamiento: • ¿Qué podría pasarle si acepta el tratamiento? • ¿Cómo podría ayudarle? • ¿Puede ocasionarle problemas o efectos secundarios? • Capacidad para apreciar las consecuencias razonablemente predecibles de rehusar el tratamiento: • ¿Qué podría pasarle si no acepta el tratamiento? • ¿Podría usted enfermar más o incluso morir? • Capacidad para tomar una decisión que no esté sustancialmente basada en las alteraciones cognoscitivas propias de los cuadros psicóticos o afectivos: • ¿Por qué ha tomado usted esa decisión? • ¿Cree que queremos hacerle daño? • ¿Piensa que usted es una mala persona? • ¿Cree que debe ser castigado? • ¿Se merece un tratamiento correcto? o, por el contrario, presenta grandes oscilaciones y con­ tradicciones)? ¿Puede compararlo con otros casos que conoce y comprobar cómo ha ido evolucionando su situación particular? • ¿Es capaz de expresar una decisión? • Aid to Capacity Evaluation. Diseñada por Etchells et al. (cua­ dro 4.1). Es otra de estas herramientas. Se basa en la valora­ ción de siete áreas relevantes y se pasa en un tiempo breve, por lo que resulta razonablemente práctico. Existen otros instrumentos con un grado de complejidad muy diverso. En este contexto debemos tener en cuenta algunas conside­ raciones prácticas, como son las propuestas de Simón Lorda (cuadro 4.2). Las herramientas actuales —y todas las que vayan sur­ giendo— son medios que complementan la historia de cada paciente; es decir, no son fines en sí mismos. No se puede incapacitar a un paciente por una puntuación baja. La herra­ mienta sirve para aproximarse a la situación de un caso con­ creto en un momento determinado que puede estar influido por situaciones externas (uso de medicamentos, dolor, miedo a tomar decisiones, falsas creencias sobre remedios inexis­ tentes, etc.), por lo que hay que procurar eliminar los factores coadyuvantes. Estas herramientas sirven para complementar la realidad del paciente, descartar posicionamientos irracionales booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 4 CUADRO 4.2 Propuestas de Simón Lorda a tener en cuenta en relación con la competencia 1. Conviene recordar que las personas, por el simple hecho de serlo, somos competentes mientras no se demuestre lo contrario. 2. El que pretenda certificar la incapacidad o competencia de una persona tiene que demostrarlo, carga con la prueba. 3. El paciente competente se cree que tiene conservadas de manera suficiente las capacidades comunicativa, emocional, psicológica y afectiva para tomar decisiones autónomas. 4. El paciente competente es autónomo para tomar decisiones, siempre y cuando no vulnere con ellas principios de rango mayor (puede rechazar un tratamiento), pero no puede exigirnos que se le haga un daño o prolongar un tratamiento inútil o peligroso para él. 5. Demostrar una incapacidad manifiesta supone que el paciente ha perdido la autonomía moral necesaria para tener en cuenta sus decisiones. 6. Evaluar la competencia de una persona es una tarea de gran responsabilidad moral. 7. El médico debe maximizar la competencia del paciente siempre que le sea posible y restituírsela con la mayor rapidez, si esto es posible. e incomprensibles y reafirmar la consistencia de una decisión basada en valores propios de la persona (negativa a seguir viviendo en determinadas condiciones), un aspecto penal que está perfectamente recogido en nuestro ordenamiento jurídico. En conclusión, la obtención de una impresión clínica con­ tinúa siendo el patrón más importante. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Voluntades anticipadas Países como Canadá y EE. UU. llevan décadas aplicando modelos en los que la persona pueda dejar constancia de sus voluntades de manera anticipada. En Europa se empezó a hacer más tarde, a partir del Convenio de Oviedo (1997), directriz a la que se van uniendo diversos países. El Boletín Oficial del Estado (BOE) de 15 de noviembre de 2002 publicaba la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, que en su artículo 11 regula las denominadas «instrucciones previas» por las que los ciudadanos pueden expresar sus voluntades para cuando no puedan decidir. Las VA son el resultado final de un proceso en el que la persona: a) reflexiona en torno al fenómeno de la muerte; b) planifica los cuidados que desea recibir o rechazar en el futuro, cuando no pueda ser capaz de decidir, y asegurar que recibirá esos cuidados, y c) la redacción de un documento de VA no libera al médico de un proceso de deliberación con los representantes del paciente cuando llegue el momento. En un documento de VA pueden y deben figurar los prin­ cipios vitales, las opciones personales y la jerarquía de valores que han dirigido la vida de la persona, de modo que se aporten criterios que orienten y ayuden a los que tienen que tomar decisiones. En este contexto adquiere sentido la aplicación o la retirada de determinados tratamientos, además de otras particularidades derivadas de la enfermedad que padezca una persona en concreto. Principios básicos de ética en atención geriátrica 31 Dos reflexiones para su aplicación en geriatría: 1. Una perspectiva comunitaria: morirse siempre se hace solo, pero no quiere decir que no podamos volver a pensar sobre el final de la vida desde una perspectiva comunitaria. Este es el encabezamiento del informe francés Penser solidairement la fin de la vie, de la Commission de réflexion sur la fin de vie en France. En su interior leemos lo siguiente: «Nuestro modelo liberal de elegir y de consentir nos enfrenta a nues­ tros límites. La tentación de querer escapar a esta trágica condición mejorando el derecho de cada uno a llegar a ser el dueño de su muerte, como si se tratase de una elección libre y autónoma, o mejorando la importancia de la vida a todo precio se ha convertido en un absoluto sobre el cual no cabe negociar nada». No podemos dejar a las personas en un ejercicio de enfrentamiento ante el hecho de morir. Esto no impide una revisión personal sobre lo que signi­ fica la empresa de vivir. Resulta muy oportuno capturar y actualizar la idea de límites. Los límites existen, aunque hace unos pocos años estaban más definidos y mejor aceptados que en la actualidad. 2. La perspectiva personal: la vejez como continuación de una empresa. La vejez puede y debe ser motivo de actualización. Laín Entralgo lo expone así: «Mi íntima necesidad de vivir la vejez como empresa personal me ha llevado con frecuencia a la configuración mental de un envejecimiento que fuese a la vez empresa, actividad planeada dentro de lo que más autén­ ticamente ha sido mi vida y, por tanto, como actividad mía, perteneciente a mi vocación, y por consiguiente a mí mismo, a mi persona», y continúa afirmando «la imaginación de lo que uno mismo puede seguir haciendo con fidelidad a su vocación, dentro de las posibilidades que la vejez le permite». La enseñanza de Laín quiere decir que las empresas, y la de vivir también, se llevan a cabo hasta el final. ¿Hay problemas para finalizar humanamente esta empre­ sa? Parece que sí hay varios. Daniel Callahan señala uno: la tensión existente en la moderna empresa médica. El hombre y la medicina tienen un problema muy grave, como es que las enfermedades del envejecimiento han tropezado con la realidad del envejecimiento humano y su declinar, algo integrado en todas las criaturas biológicas. Que la geriatría integre estas cuestiones en su práctica consiguiendo una apertura en las personas mayores sería algo a promover. Que las personas lo expresen en forma de relato y los médicos lo valoren sería de gran ayuda para todos. Calidad de vida Creemos importante conectar CV con salud y para ello trata­ remos, en primer lugar, sobre el segundo de estos conceptos. Actualmente, cuando hablamos de salud nos referimos a la experiencia de bienestar e integridad del cuerpo y de la mente. Se caracteriza por la ausencia de males de consideración y, por tanto, por la capacidad de una persona para perseguir sus metas vitales y desenvolverse adecuadamente en contextos sociales y laborales habituales. El concepto de CV nace como reacción antropológica a la anterior concepción de la vida como cantidad. En un principio se equiparó con «nivel de vida», pero con el tiempo evolucionó hacia una perspectiva booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 32 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada psicosocial en la que los aspectos subjetivos del bienestar y las expectativas tienen una relevancia especial. La CV inclu­ ye las dimensiones de salud física, estado psicológico, grado de independencia, aspectos biomédicos (disnea, dolor, etc.), aspectos individuales (control sobre la propia vida, satisfacción vital, etc.), y relaciones sociales y con el entorno. No se trata de algo subjetivo, de un sentimiento o experiencia personal relacionada solo con la salud, sino que está intensamente conectado con otros aspectos no médicos: los ingresos eco­ nómicos, la autoestima, las relaciones familiares, la libertad, las experiencias previas, el empleo y otras circunstancias de la vida, entre las que es imprescindible incluir los derechos humanos y el contexto en el que vive el individuo (cultura, valores, economía, etc.). En 1994, la Organización Mundial de la Salud definió la CV como una «percepción individual de la posición en la vida en el contexto de una cultura y de un sis­ tema de valores en el que se vive, y en relación con los objetivos, expectativas, metas e intereses». Es un concepto amplio que incluye salud física, estado psicológico, grado de independencia y relaciones sociales, y en el que influyen las características principales del entorno del sujeto. «Calidad de vida» no es sinónimo de «estado de salud», «estilo de vida», «satisfacción con la vida», «estado mental» ni «bienestar», sino que es un concepto multidimensional que debe tener en cuenta cómo es percibido el mismo por el individuo y otros aspectos de la vida. Se ponen, pues, de manifiesto la subjetividad del concepto, la multidimensionalidad y el carácter universal del mismo. Diferentes estudios han comprobado un empeoramiento de la CV con el envejecimiento, el deterioro funcional, la depre­ sión y la presencia de enfermedades crónicas. Para personas mayores cognitivamente normales, recomendamos dos cues­ tionarios: uno genérico sobre estado de salud, el 12 Item-Short Form Survey (SF-12) del Medical Outcomes Study, y el cues­ tionario para valorar el índice europeo de CV, EuroQol de cinco dimensiones (EQ-5D: movilidad, cuidado personal, actividades cotidianas, dolor/malestar y ansiedad/depresión). La CV es una de las variables de «resultado» más importan­ tes en el estudio de la eficacia de intervenciones en personas con demencia. Según progresa el deterioro psicofísico, la CV de los usuarios depende casi exclusivamente de la calidad de los cuidados y de si estos son dispensados por organizaciones que contemplan una intervención centrada en la persona o solo atienden a aspectos puramente «hosteleros». La evalua­ ción de la CV proporciona a los pacientes y a sus cuidadores un formato para expresar si la intervención ha supuesto un cambio importante en la vida del paciente (esto es, beneficios clínicamente significativos). Para pacientes con demencia, también recomendamos dos cuestionarios: uno genérico sobre estado de salud, el ya mencionado SF-12, y otro específico para el paciente con demencia; así, en estos momentos estamos vali­ dando una escala propia en Matia Fundazioa con las siguientes dimensiones o apartados: 1. Listado de Indicadores de BienEstar (LIBE). 2. Grado de satisfacción en rutinas básicas: alimentación, higiene y excreciones. 3. Patrón de participación en actividades placenteras (signi­ ficativas o no). PROFESIÓN MÉDICA La tradición médica hipocrática situó el acto médico en un lugar central de la profesión médica, al estar dirigido a pro­ mocionar la salud, curar las enfermedades y alargar la vida, de modo que lo que no fuera así iba contra la propia finalidad de la profesión médica. Fue la tesis dominante en la historia de la profesión hasta hace pocas décadas. A partir de 1980, las tesis de MacIntyre reforzaron, en alguna medida, esta posición: una profesión debe conocer cuáles son sus bienes internos y promocionarlos. Obviamente, los defensores de estas tesis ven como una amenaza para la profesión médica las provenientes del mercado. No era fácil continuar por ese camino, y la profe­ sión médica se vio envuelta en lo que se denominó «gestión de cuidados», o managed care, en la que el médico es, además, un gestor de recursos. El problema se encontraba en la doble fide­ lidad que se le asignaba al médico: por una parte, al paciente y, por otra, a una nueva competencia, como es la de gestionar o administrar unos recursos. El debate continúa alcanzando de lleno a las asociaciones médicas, como el American Board of Internal Medicine o el American College of Physicians, y surge la idea de que la profesión necesita un nuevo contrato con la sociedad (cuadro 4.3). La realidad sigue siendo compleja. La limitación de recur­ sos, la autonomía del paciente, las particularidades del cui­ dado médico a los ancianos, la influencia de los mercados, las iniciativas privadas que esperan obtener un beneficio y los diseños que desde la sanidad pública realizan los actuales gobiernos están presentes. Prescindir de todo esto es propio de una posición «angelical», pero no humana y práctica. Se impone una nueva concepción de profesión que no es la tradi­ cional hipocrática ni tampoco la que transforma al médico en gestor o que realiza nuevos contratos. Ha llegado la ocasión de que todas las partes implicadas en el problema se reconozcan como imprescindibles. Relación de la profesión médica con la distribución de recursos asistenciales Si las necesidades de salud común deberían estar satisfechas gracias a las mejoras continuas, y si las de salud individual y de cada comunidad autónoma continúan incrementándose, CUADRO 4.3 Las 10 responsabilidades de la profesión (de la profesionalidad) 1. Compromiso con la competencia profesional. 2. Compromiso de honestidad con los pacientes. 3. Compromiso con la confidencialidad del paciente. 4. Compromiso con el establecimiento de relaciones adecuadas con los pacientes. 5. Compromiso con una atención sanitaria de mayor calidad. 6. Compromiso con la mejora del acceso a la asistencia sanitaria. 7. Compromiso con la distribución de los recursos finitos. 8. Compromiso con el saber científico. 9. Compromiso con el mantenimiento de una confianza sólida gracias a la solución de los conflictos de interés. 10. Compromiso con las responsabilidades profesionales. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 4 probablemente se haya producido algo más que un aumen­ to de costes o una gestión poco eficiente de los recursos. Lo ha expresado Diego Gracia: «Buscamos desesperadamente no sufrir ningún fracaso, ni decepción, ni dolor ni tampoco envejecer, y menos morir. Pero es inútil; la salud y el bienestar, buscados obsesivamente, se convierten en tiranos y generan sus opuestos, enfermedad y malestar». Hemos construido un valor «salud» que no sabemos manejar bien y nos cuesta sos­ tenerlo. Nació con un aparente «defecto»: su vinculación con la idea de utilidad pública favoreció el consumo sanitario y el gasto ilimitado; cuando las circunstancias económicas no son favorables y los recursos disminuyen, nos cuestionamos la utilidad y, con ella, los derechos a recibir prestaciones. Callahan sostiene que la dicotomía entre «una sociedad que se plantea un progreso sanitario casi infinito, ilimitado, pero que cuenta inevitablemente con recursos finitos» es muy difícil. Sin pre­ tenderlo, hemos construido un modelo de salud que, además de generar bienestar, nos produce malestar o está a punto de hacerlo: • La idea de que la salud (valor muy importante) no tiene precio es una idea equivocada: solo los necios confunden valor y precio, y el precio sí nos da una idea del valor de las cosas. • Mi salud es un bien privado, por lo que la gestiono yo con los médicos, y la sanidad es un bien público y la administran los gestores. • Hay criterios economicistas y otros de justicia: ¿son contra­ puestos? No lo son tanto; no hay dos lógicas diferentes, dos objetivos diferentes, dos problemas distintos. Solo hay un mismo problema, con valores distintos, pero inseparables. En ocasiones será la justicia la que saldrá favorecida y, en otras ocasiones, el valor «eficiencia» (criterios económicos) saldrá fortalecido. • El Estado ofrece atención sanitaria a todas las personas desde el nacimiento hasta el final de sus vidas, pero no queda suficientemente claro que aquel tenga la obligación de alargar la vida de las personas (de intentar que los viejos lleguen a ser más viejos) y resulta cuestionable lo gravoso que resulta el último año de vida de las personas. Todo esto nos remite a una idea de justicia que es inseparable de la de eficiencia. Conill afirma que «la justicia exige eficiencia, pero una eficiencia requerida por la justicia, no una presunta eficiencia ajena a todo criterio de justicia […] Es decir, si la medicina gestionada se mueve solo por el afán de reducir costes, o si realmente es este un medio de lograr mayor justicia social y equidad en el ámbito sanitario». Actualmente estas cuestiones están abiertas, más que nunca, a un escrutinio público: son objeto de revisión y mejora y de discusión continuas. España ha adquirido un nivel general de salud muy acep­ table para sus ciudadanos. Seguir incrementando los costes de salud no nos asegura una mejora muy significativa en salud, en expectativas de vida o en los indicadores de salud. No resulta fácil justificar un continuado aumento en los costes de salud o sobre los medicamentos y las tecnologías financiados pública­ mente cuya función es, cuando menos, controvertida, y espe­ cialmente aquellos que no ofrezcan una sólida evidencia que avale su efectividad. Esta cuestión afecta al principio de justicia; no es solo cuestión de conocimiento científico o técnico. Principios básicos de ética en atención geriátrica 33 En época de crisis surge la inevitable cuestión sobre la limitación en las prestaciones. Sí parece guardar una lógica coherente pensar que el consumo de estos recursos públicos se justifica mejor cuando beneficia a toda la población sin dis­ tinción entre grupos (servicio de urgencias, atención prima­ ria) y no solo a algunos de ellos, a subgrupos de la población o a unas pocas personas. ¿Se cierra así el problema? Parece que no. La aplicación de lo anterior no asegura la atención o cobertura adecuada a determinados segmentos de la pobla­ ción, lo que nos impele a rectificar y readecuar la distribución de recursos para que ningún grupo quede excluido de una atención adecuada. Pensemos por un momento en aquellos que padecen enfermedades raras y precisan una atención. El principio de universalización no se discute; lo que sí es dis­ cutible es el contenido de este relativo a prestaciones sanitarias y bienes sociales. Limitación de recursos versus adecuación consensuada Existen experiencias previas. Holanda creó la comisión Dun­ ning en 1990 para responder a preguntas como «¿por qué debe­ mos limitar prestaciones?», «¿qué tipo de selección debemos hacer?» y «¿cómo vamos a llevar a cabo esta limitación?» en un país que pretendía dar garantías a todos. Bien pronto apa­ recieron las justificaciones: el envejecimiento de la población, la rapidez del cambio tecnológico o la influencia de algunos cambios culturales se presentaron como algunas de las causas. La comisión encontró que el concepto de salud era distinto según quien lo explicara: se entendía como la capacidad de funcionar con normalidad o como la ausencia de enfermedad o, desde una visión comunitaria de la salud, como la posibilidad para todo miembro de la comunidad de participar en la vida social. La comisión entendió que estos criterios podían colisio­ nar entre sí, que el enfoque de la comunidad debía prevalecer y que la asistencia era necesaria desde el punto de vista de la comunidad, que, por tanto, debía ser efectiva, eficiente, y que no podía dejarse a la responsabilidad individual. Un enfoque comunitario debía incluir: a) servicios que garantizaran la asistencia sanitaria a los miembros de la comu­ nidad que no pudieran cuidar de sí mismos, residencias asis­ tidas, asistencia a disminuidos mentales y asistencia geriátrica, y b) servicios de urgencia y cuidados intensivos: servicios des­ tinados a recuperar las capacidades perdidas de las personas para que se reintegraran en la sociedad. La comisión entendió que las listas de espera eran un problema relacionado con cues­ tiones de justicia y que aquellas debían estar sujetas a criterios médicos y hacerse públicas, así como que era preciso establecer un plazo crítico de espera. En 1992, el Parlamento sueco inició un debate sobre cuestiones similares y entendió que había unos criterios éticos que mantener: dignidad humana, solidaridad y relación coste-efectividad. Es imprescindible que el criterio económico sea tenido en cuenta a la hora de tomar decisiones, pero no es el único que debe considerarse. Otra aportación sue­ ca fue señalar lo que rechazaba: el beneficio del mayor número, el principio de la lotería (aunque se constató que una parte de la población lo consideraba correcto) o el principio de la demanda, que, a juicio de la comisión, era importante pero solo a modo de una guía que orientara las decisiones. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 34 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Responsabilidades intergeneracionales. Actualmente, hay dudas razonables de si vamos a ser capaces de legar a nuestros herederos una sociedad mejor (más justa, con instituciones más seguras, un medio natural más conservado, un modelo de bienestar y protección social, etc.). En definitiva, se impone una lectura intergeneracional: no vayamos a ser injustos con los que nos siguen; tenemos obligaciones con ellos. Riesgos. Callahan asegura que hemos ido diseñando de manera progresiva un sistema de salud que considera de alto riesgo: «La combinación entre una inflada noción de autodeter­ minación y el infinito modelo de innovación tecnológica se ha convertido en una resistencia a tomar en cuenta los costes como una aceptable base de decisión para la limitación de recursos». Algunas maneras de abordar esta cuestión son las siguientes: • Dejar esta opción a juicio de cada médico, sin aplicar nin­ gún criterio público ni general, algo que se presenta como un papel harto difícil de desempeñar. • Llevar a cabo una serie de recortes en las prestaciones a las personas mayores introduciendo un incremento progresivo en los costes. • Utilizar el criterio de tratamiento eficaz en exclusiva (no es obligatorio suministrar lo que no sea eficaz), con lo que solo tendremos en cuenta criterios científicos y abandonaremos otros valores que son considerados muy importantes por la sociedad. Edad y limitación de recursos. Tener en cuenta la edad. La edad siempre ha sido tenida en cuenta en una prescripción médica. La dosis de un medicamento no es la misma para un joven que para un anciano (se ajusta el tratamiento), como tampoco lo es un tratamiento agresivo en una persona de avanzada edad que en una joven. No existe una necesidad médica en «estado puro». Al pronunciar frases habituales como «no merece la pena realizar este tratamiento en una persona mayor», asociamos un juicio moral a otro técnico. No hacemos prescripciones para salvar órganos de forma separada del bienestar y del futuro de una persona; siempre hemos com­ prendido que hay situaciones de diversa prioridad para el uso de costosas tecnologías. Se puede pensar que esto es debido a un ageísmo ciego e injusto. En parte ha sido así, pero también nos perturba profundamente atender a personas mayores mediante tratamientos intensivos, agresivos, extenuantes y agotadores y que empeore significativamente el tiempo que les quede por vivir. La práctica geriátrica es cada vez mas exigente. FINES DE LA MEDICINA. LAS RECOMENDACIONES DEL HASTINGS CENTER Con demasiada frecuencia parece darse por supuesto que los fines de la medicina son obvios y se sobreentienden. Ha pasado una década desde que el proyecto internacional del Hastings Center reuniera en Nueva York a un nutrido grupo de expertos para reflexionar sobre los fines de la medicina actual. Estos son y no otros; ¡solo es necesario aplicarlos con sensatez! (cuadro 4.4). CUADRO 4.4 Los fines de la medicina, según el Hastings Center 1. Prevención de la enfermedad y las lesiones, y promoción y mantenimiento de la salud. 2. Alivio del dolor y el sufrimiento causados por la enfermedad. 3. La asistencia y la curación de los pacientes, y el cuidado de los que no pueden ser curados. 4. La evitación de la muerte prematura y velar por una muerte en paz. CONCLUSIONES En el futuro, la geriatría debería aspirar a: • Ser honorable, y el geriatra habría de dirigir su propia vida profesional, pero de forma receptiva con la sociedad. • Ser moderada y prudente (entendiendo la finitud de los seres humanos). • Ser asequible y económicamente sostenible (adaptándose a las diferentes realidades económicas). • Ser socialmente sensible y pluralista (en relación con diferentes culturas y en su interpretación de la salud y la enfermedad). • Ser justa y equitativa. • Respetar las opciones y la dignidad de las personas. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Appelbaum PS. Clinical practice. Assessment of patients’ competence to consent to treatment. N Engl J Med 2007;357:1834-40. Callahan D. End of life: a Philosophical or Management Problem? En: Callahan D, editor. The Roots of Bioethics Health, Progress, Technology, Death. New York: Oxford University Press; 2012. p. 75-86. Callahan D. Taming the Belloved Beast How medical Technology Cost are Destroying our Health Care System. Princeton: Princeton University Press; 2009. Conill J. Horizontes de economía ética. Madrid: Tecnos; 2004. Couceiro A. El problema ético de la asignación de recursos sanitarios. En: Gafo J, editor. El derecho a la asistencia sanitaria y la distribución de recursos. Madrid: Universidad Pontificia de Comillas; 1999. p. 136-45. Gracia D. Construyendo la salud. Claves de la Razón Práctica 2013;226:42-51. Gracia D. Cuestiones de Fundamentación de la Bioética. En: Feito Grande L, editor. Estudios de Bioética. Universidad Carlos III de Madrid/Dykinson: Madrid; 1997. p. 19-42. Gracia D. Voluntad de comprensión. La aventura intelectual de Pedro Laín Entralgo. Madrid: Triacastela; 2010. Los fines de la Medicina. El Establecimiento de unas nuevas Prioridades. Proyecto Internacional del Hastings Center. Barcelona: Fundación Grifols; 2004. Safranski R. ¿Cuánta verdad necesita el hombre? Contra las grandes verdades. Ensayo. Barcelona: Tusquets; 2013. Simón Lorda P. El Consentimiento Informado. Madrid: Triacastela; 2000. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 5 Anamnesis, exploración física y pruebas complementarias en el anciano Fernando Morales Martínez, Álvaro Martínez Montandón y Paulo Hernández Zamora INTRODUCCIÓN La evaluación clínica del anciano tiene particularidades que la hacen más dificultosa y que la convierten en todo un reto para el clínico. A pesar de ello, la historia clínica y el examen físico siguen siendo el fundamento de dicha atención, razón por la cual se les debe dedicar el esfuerzo que merecen. Las características del proceso de anamnesis en el adulto mayor difieren en varios aspectos del que se realiza en la persona más joven, y deberá enfrentarse haciendo uso de habilidades clínicas diversas. Se debe poner énfasis en un enfoque cuatridimensional del paciente mayor que incluye la valoración física (considerada en detalle en este capítulo), la mental (v. capítulo 39), la funcional (v. capítulo 38) y la valoración social. La paciencia y el trabajo conjunto con el paciente y sus familiares son parte de las habilidades para obtener la información de la manera más detallada. La exploración física requiere un conocimiento de las características del proceso de envejecimiento para distinguir lo patológico de los cambios fisiológicos asociados a la edad. De igual manera, las pruebas complementarias deben ser valoradas en el contexto clínico del paciente, interpretando los hallazgos según la historia clínica y el examen físico, si bien se ha de tener en cuenta que hay resultados que deben ser interpretados de forma diferente a como se hace en la población más joven. El presente capítulo trata sobre las técnicas de obtención de la información y exploración, y pone énfasis en la metodología cuatridimensional y la integralidad que debe regir el trabajo clínico geriátrico. VALORACIÓN MÉDICA Anamnesis En los pacientes ancianos, la obtención adecuada de la información necesaria constituye un reto por las limitaciones que pueden presentar. Pese a esto, no se debe cometer el error de dirigirse en primera instancia al acompañante, descalificando así, a priori, al paciente, muchas veces de forma injustificada. Hay que tener en mente dos consideraciones primordiales respecto a esto; en primer lugar, el paciente es quien está viviendo los síntomas, por lo que la evaluación y la descripción que haga de ellos es, valiosa. En segundo lugar, la información brindada por el acompañante siempre se debe considerar complementaria a la del paciente y no al revés (hay excepciones, como en el caso de un paciente con deterioro cognitivo). Con frecuencia, las descripciones del paciente y del acompañante difieren, y es tarea del médico evaluar qué credibilidad le da a cada uno de ellos. Cuando el acompañante no es el cuidador principal, se debe tener especial precaución con la información que facilita cuando esta contradice lo que el paciente relata. Respecto al paciente, es frecuente que tenga limitaciones de diversa índole, lo que puede plantear dificultades que habrá que enfrentar para poder obtener los datos necesarios. Entre las más frecuentes están las alteraciones sensoriales, con predominio de las visuales y auditivas. Para enfrentarlas, se deben utilizar recursos, como una habitación bien iluminada y silenciosa (el ruido del ambiente deteriora mucho la capacidad auditiva del paciente con presbiacusia, por lo que se debe eliminar toda fuente de ruido externo, incluyendo música ambiental); hablar despacio y con tono grave (la presbiacusia causa pérdida de agudeza auditiva, especialmente a frecuencias altas); colocarse frente al paciente de manera que este vea los labios del entrevistador; aumentar moderadamente el volumen de voz evitando gritar al tiempo que se aproxima al oído del paciente; y también se pueden utilizar amplificadores. Muchos pacientes presentan un desempeño psicomotor más lento, por lo que debemos ofrecerles el tiempo suficiente para que respondan. Otro aspecto importante es la idiosincrasia del adulto mayor. Muchas veces los pacientes describen los síntomas de manera vaga, incompleta e imprecisa. En estas situaciones, el clínico deberá guiar el interrogatorio con perseverancia y habilidad para ayudar al paciente a brindar datos más útiles. Ciertos pacientes ponen mucho énfasis en un síntoma irrelevante y omiten información sobre otro que para el médico es más importante. Ante estas situaciones es recomendable que el médico genere un acuerdo que compatibilice sus prioridades con las del paciente, pues de otra manera el anciano puede tener la sensación de que no se ha prestado atención a sus inquietudes. Algunas veces, por una cuestión cultural y educativa, el anciano piensa que algún síntoma es atribuible al proceso de envejecimiento, motivo por el cual no lo manifestará al médico. Por eso se hace recomendable una somera revisión por sistemas. Por temor y depresión, muchos pacientes omiten información. Por otra parte, hay otro espectro de pacientes con quejas diversas, a menudo sorprendentes, algunas veces exageradas, que piensan que con eso lograrán un mayor interés y preocupación por parte del médico. También suelen ser frecuentes los síntomas psicosomáticos. Se debe indagar con mayor profundidad sobre síntomas que pudieran ser importantes, por lo que otras fuentes de 35 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 36 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada información tales como familiares, amigos y cuidadores son, a menudo, indispensables para completar el interrogatorio. En muchos casos, el relato e interpretación de los síntomas es más claro a través de una tercera persona, y la relación triangular médico-paciente-familiar es fundamental para lograr una anamnesis adecuada. La información sobre el entorno familiar, la calidad de las relaciones interpersonales, la capacidad para el autocuidado, la ignorancia o negligencia de los cuidadores o la seguridad del ambiente del hogar procede casi siempre de este familiar. Antecedentes personales patológicos Es un apartado de especial importancia debido a la frecuencia de la pluripatología que se encuentra en este grupo poblacional. Debe incluir la evolución y tratamiento de enfermedades crónicas, los medicamentos utilizados y las hospitalizaciones previas. Debido a la frecuencia con que tanto el paciente como sus acompañantes tienen un desconocimiento importante respecto a esta información, muchas veces se puede recoger del expediente clínico o de epicrisis de hospitalizaciones anteriores. Antecedentes quirúrgicos y traumáticos Se debe preguntar por intervenciones quirúrgicas frecuentemente omitidas por el paciente, entre las que se encuentran las cesáreas, cirugías oculares y dermatológicas. Vacunación previa Se debe poner énfasis en difteria-tétanos, virus de la gripe y estreptococo. Alergias a alimentos y medicamentos Se debe hacer un esfuerzo por distinguir alergias de intolerancia. Medicamentos En cuanto a los medicamentos, se le ha de transmitir al paciente la importancia de traer a cada consulta todos los fármacos utilizados, incluyendo medicamentos naturales o alternativos, prescritos o no. El paciente debe conocer el régimen de tratamiento actual, y la importancia del cumplimiento de este. Debido a la mayor vulnerabilidad a los medicamentos, se debe indagar sobre efectos adversos que con frecuencia el paciente no comenta. Asimismo, se debe indagar sobre la respuesta terapéutica obtenida con el fin de valorar la conveniencia de continuar con dicho medicamento. Antecedentes personales no patológicos Se debe indagar sobre consumo de tabaco, ingesta de alcohol, uso de drogas ilícitas, exposición a sustancias tóxicas, estilo de vida (sedentarismo, ejercicio) y grado de estrés en la vida diaria. Historia nutricional Se indagará acerca de la dieta habitual, número de comidas al día, número de alimentos por comida y dietas prescritas. Se deben evaluar los factores que afectan al estado nutricional, tales como problemas funcionales que afecten a la indepen- dencia para comer y la capacidad para adquirir y preparar los alimentos, los cambios orgánicos asociados al envejecimiento, la presencia de patología oral, los problemas psíquicos, medicamentosos y socioeconómicos. Revisión por sistemas Debido a las dificultades ya señaladas en el momento de la entrevista, las omisiones muchas veces son frecuentes, por lo que esta revisión nos puede proporcionar datos de importancia: • Se preguntará sobre síntomas generales como fatiga, anorexia, pérdida de peso, insomnio o cambios recientes en el estado funcional: • Sistema respiratorio: disnea, tos o expectoración persistente. • Cardiovascular: ortopnea, edema, angina, claudicación, palpitaciones, mareo, síncope. • Digestivo: dificultad para masticar, disfagia, dolor abdominal, cambio en el hábito intestinal. • Genitourinario: frecuencia, urgencia, nicturia, incontinencia, hematuria, sangrado transvaginal y leucorrea. • Musculoesquelético: dolor focal o difuso, debilidad focal o difusa. • Neurológico: inestabilidad, caídas, trastornos sensitivos, síntomas focales transitorios, convulsiones, cefalea. • Sentidos especiales: alteraciones visuales, pérdida de audición, acúfenos. • Psicológico: depresión, ansiedad, paranoia, pérdida de memoria, confusión. Enfermedad actual Se debe aclarar el tiempo de evolución y las características de los síntomas predominantes, establecer cuál era el estado basal del paciente y desde qué momento existe un cambio en su funcionalidad. Se intentará establecer la asociación de los síntomas en distintos sistemas y con el uso de fármacos. Se debe tener muy claro que la presentación atípica de la enfermedad es la regla más que la excepción. Así, la presentación vaga de la enfermedad por medio de síntomas inespecíficos como caídas o confusión podrían indicar una enfermedad aguda, y cambios en el comportamiento, disminución del apetito, disminución de la funcionalidad pueden ser los primeros síntomas de un trastorno crónico. Ejemplos de esto son la ausencia de fiebre en procesos infecciosos, caídas como manifestación inicial de una arritmia o la pérdida de peso como única manifestación de un proceso neoplásico. En el adulto mayor, una gran cantidad de enfermedades pueden pasar desapercibidas durante años y producir un impacto significativo en la calidad de vida del paciente. Ejemplos de estas enfermedades «ocultas» en los ancianos pueden ser: depresión, incontinencia, Parkinson, alcoholismo, osteoporosis, pérdida de audición, demencia, problemas dentales o disfunción sexual. Los factores que contribuyen a que ciertas enfermedades sean infradiagnosticadas son los siguientes: la naturaleza insidiosa de la aparición de las enfermedades y los síntomas vagos asociados con estos problemas, así como la tendencia de los booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 5 Anamnesis, exploración física y pruebas complementarias en el anciano pacientes y los familiares a considerar erróneamente muchos de estos síntomas como parte «normal» del envejecimiento. El examen físico La interpretación de la exploración física debe incluir los hallazgos relacionados con el envejecimiento superpuestos con los cambios patológicos. Es sumamente importante dar a los signos y síntomas la importancia que tienen en el contexto de cada paciente anciano. Casi siempre vamos a encontrar múltiples problemas y es poco probable hallar una sola patología. La habilidad clínica de darle un valor adecuado a cada hallazgo es parte del arte de la práctica de la geriatría. La exploración debe ser completa, preferiblemente con el paciente en decúbito. Es necesario acomodarse a las circunstancias del paciente y hacerle sentir cómodo. También el médico puede dirigir la exploración en busca de determinados signos, guiado por la anamnesis, con el fin de tomar decisiones clínicas de forma oportuna. La heterogeneidad de la población geriátrica hace que existan hallazgos muy diversos, a diferencia de la población más joven, la cual tiende a ser más homogénea. La presentación atípica de la enfermedad debe tenerse siempre en cuenta. Es sumamente importante tener una idea del estado basal del paciente, su nivel de funcionalidad en actividades básicas e instrumentales de la vida diaria y su nivel de funcionamiento cognitivo. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Aspecto general Desde que el paciente se presenta en el consultorio se observan datos como: su condición general, si se presenta solo o acompañado, si camina solo, si viene en silla de ruedas, si usa algún aditamento, si aparenta estar aguda o crónicamente enfermo, su grado de vitalidad, su estado de ánimo, su interacción con el medio, su interacción con otras personas, su discurso, la presencia de conductas inadecuadas, su orientación temporoespacial, su grado de higiene corporal, la forma en que responde a nuestras preguntas y órdenes, la marcha, los cambios en la postura, la presencia de movimientos involuntarios, la facilidad o la dificultad para levantarse de la silla y pasar a la cama de exploración. La facies nos puede dar información relevante de múltiples patologías principalmente neurológicas, y la coloración de la piel y las mucosas nos puede informar sobre la presencia de anemia, ictericia y tabaquismo. La presencia de obesidad o desnutrición es muchas veces apreciable en la inspección. Antropometría y signos vitales • Peso: es importante que en cada cita médica sea medido, ya que el bajo peso es un indicador clave de malnutrición. La tendencia constante hacia la pérdida de peso entre el 5 y el 10% en un lapso de 3 meses o menos justifica su investigación y puede ser el resultado de múltiples patologías como tumoraciones, depresión, deterioro cognitivo, pobreza, aislamiento social, insuficiencia renal, hepatopatía, insuficiencia cardíaca, etc. Por otra parte, el aumento ponderal muy rápido debe inducir la búsqueda de edemas o ascitis. • Talla: la disminución se asocia a osteoporosis. • Índice de masa corporal: se asocia con el estado nutricional; no es un indicador de adiposidad o masa magra, por lo cual 37 debe interpretarse con cautela. El límite inferior deseable es 23; por debajo de este debe valorarse la intervención nutricional. Índices mayores de 28 indican sobrepeso y mayores de 30 obesidad. • Presión arterial: debe medirse en ambos brazos y se considera normal hasta 140 mmHg la sistólica y hasta 90 mmHg la diastólica. Debe considerarse tratamiento si los resultados son repetidamente elevados. Es menester considerar la posibilidad de hipertensión de bata blanca, para lo cual son valiosas las mediciones ambulatorias de la presión arterial, o seudohipertensión, por aumento de la rigidez de la pared de la arteria braquial. Los cambios posturales de la presión arterial pueden ser asintomáticos y presentarse en ausencia de deshidratación, así como exagerarse después de la ingesta de alimentos o asociarse al uso de fármacos (antihipertensivos, vasodilatadores, antidepresivos). • Frecuencia cardíaca: la presencia de un pulso irregular es frecuente en las personas adultas mayores. Debe evaluarse la presencia de arritmias; la bradicardia y la taquicardia deben ser valoradas y complementadas con un electrocardiograma. • Frecuencia respiratoria: valores mayores de 25 respiraciones por minuto obligan a descartar compromiso respiratorio (p. ej., enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma, neumonía) o descompensación de insuficiencia cardíaca. Piel Existen cambios fisiológicos en el envejecimiento, como: el adelgazamiento de la piel, la pérdida del tejido elástico, cambios pigmentarios, disminución de la actividad de las glándulas sebáceas, disminución de la velocidad de crecimiento del pelo, desaparición del tejido graso de la hipodermis —contribuye a la aparición de las arrugas—, y engrosamiento y opacidad de las uñas. Hay presencia de múltiples cambios asociados a la exposición solar. Es importante distinguir las lesiones neoplásicas del tipo carcinoma basocelular, epidermoide y melanoma, por su alta frecuencia. La xerosis, piel áspera y seca y con prurito, es otra lesión frecuente que puede deberse a condiciones crónicas, como enfermedad renal y hepática. Las equimosis superficiales causadas por rotura de pequeños vasos sanguíneos subcutáneos es otra lesión benigna de alta prevalencia. Las micosis en zonas de pliegues deben considerarse sobre todo en pacientes inmovilizados y con incontinencia. Mención especial merece la presencia de ulceraciones, tanto vasculares como neuropáticas en miembros inferiores, así como las úlceras por presión en pacientes con síndrome de inmovilización. Ojos La evaluación de la agudeza visual se puede realizar por medio de una tabla de Snellen, sin olvidar la frecuencia de analfabetismo en esta población. Se puede ver la presencia de ectropión o entropión a nivel del párpado, y deben valorarse los movimientos extraoculares. La utilización del oftalmoscopio suele verse dificultada por la miosis presente por la edad y la capacidad de colaboración limitada que con frecuencia tienen los pacientes, a pesar de lo cual se debe valorar el cristalino en busca de opacidades e intentar ver booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 38 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada alteraciones maculares sugestivas de degeneración macular (lo cual se puede complementar con el uso de una rejilla de Amsler), alteraciones en la papila que sugieran glaucoma y lesiones vasculares retinianas especialmente en diabéticos e hipertensos. Oídos La pérdida auditiva a altas frecuencias es un hallazgo prevalente. Los pacientes con dificultad para escuchar una conversación normal o susurros al oído requieren una evaluación adicional. Debe descartarse la presencia de tapones de cerumen. Boca La condición y ausencia de piezas dentales parcial o completa y la utilización de prótesis dentales debe consignarse. La boca es zona de lesiones neoplásicas, infecciosas o asociadas a enfermedades sistémicas en tejidos blandos, por lo que se deben explorar detenidamente sin omitir la región sublingual. La higiene oral es otro signo importante que hay que evaluar. Los trastornos asociados a la salivación tienen una elevada prevalencia en los ancianos. Cuello Se debe explorar el tamaño, la consistencia de la glándula tiroides y la presencia de nodulaciones. La auscultación nos da información sobre la presencia de soplos carotídeos sugestivos de estenosis a este nivel. La presencia de adenopatías puede asociarse a neoplasias. La palpación de las glándulas parótidas y submandibulares también se debe realizar. Tórax y pulmones Se observará la conformación de la columna dorsal en busca de la presencia de escoliosis o cifosis indicativa de osteoporosis. Los cambios en el patrón respiratorio, el aumento del diámetro anteroposterior del tórax y el uso de músculos accesorios son hallazgos patológicos asociados a la presencia de enfermedades respiratorias. En la auscultación, la presencia de ruidos agregados crepitantes y sibilancias nos obligan a determinar la presencia de enfermedad cardíaca o pulmonar, aunque incluso podrían presentarse en ausencia de enfermedad. Sistema cardiovascular La presencia de soplos es frecuente, sobre todo por enfermedad degenerativa a nivel de la válvula aórtica. Debe valorarse, en el contexto clínico, qué pacientes requieren evaluaciones adicionales. La valoración de la ingurgitación yugular y edemas nos puede dar información de la presencia de insuficiencia cardíaca. Cualquier alteración del ritmo cardíaco es de importancia y justifica su investigación. Debe registrarse la presencia o ausencia de pulsos periféricos y su calidad, como signos de enfermedad cardíaca o arterial periférica, explorando el índice brazo-tobillo como cribado de enfermedad arterial en pacientes con clínica de claudicación. Mamas La palpación de las mamas, incluyendo axilas, es un método importantísimo de cribado de cáncer de mama; la presencia de alguna masa debe estudiarse mediante ecografía o mamografía. Abdomen Es importante su exploración en busca de aumento de vísceras sólidas o la presencia de dolor. La presencia de una masa púlsatil nos puede hacer sospechar un aneurisma de aorta abdominal. La existencia de un soplo puede asociarse a este hallazgo o ser indicativo de una estrechez de la arteria renal u otra. Las hernias tanto a nivel inguinal como abdominal y en sitios de cicatriz quirúrgica previa son frecuentes. La palpación en la zona suprapúbica puede informarnos de la existencia de un globo vesical que nos indique la presencia de retención urinaria. El tacto rectal no se debe omitir, ya que nos da información de la presencia de masas o sangrado rectal, del tamaño y la consistencia de la próstata, así como de la presencia de nódulos en este órgano; valoramos la función anormal del esfínter anal, así como del estreñimiento importante o impactación fecal. Genitales En los hombres debe explorarse la piel del pene en presencia de lesiones infecciosas o neoplásicas; en los testículos es frecuente encontrar atrofia. Debe descartarse cualquier tumoración. En las mujeres debemos valorar la presencia de atrofia en el tejido vaginal, y se debe revisar la presencia de prolapsos, cistoceles o rectoceles, así como la incontinencia de esfuerzo. Sistema musculoesquelético El examen de las articulaciones nos ayuda a determinar la presencia de deformidad, déficit en el rango de movimiento, dolor, crepitación o signos de inflamación. La marcha, la postura y el equilibrio nos dan información relevante sobre trastornos musculares, osteoarticulares y neurológicos. Sistema neurológico • Estado mental: la valoración debe hacerse en el contexto de la anamnesis. Podríamos tener un paciente con un delírium o estado confusional agudo o con deterioro cognitivo crónico. Se debe valorar la respuesta verbal y física a los estímulos externos dolorosos, el estado de alerta del paciente y su capacidad de seguir instrucciones. Se debe valorar la orientación en tiempo, espacio y persona, la memoria a corto y largo plazo, las funciones visuoespaciales, el contenido del pensamiento, el comportamiento, y el estado de ánimo y afecto. • El examen de los nervios craneales y las pruebas de la función sensorial (sobre todo visual y agudeza olfativa, aunque rara vez se ha probado formalmente, sí disminuye con la edad). La exploración del reflejo nauseoso es apropiada, pero con un limitado valor en la predicción de alteración de la función del habla o la deglución. La movilidad de los músculos faciales nos da información sobre el compromiso del VII par craneal. La presencia de dolor neuropático facial se asocia con lesiones del V par craneal. Alteraciones en la movilidad de los músculos extraoculares se asocian con lesiones del III, IV y VI pares. La afectación del XII par influye en la movilidad de la lengua. Trastornos parasimpáticos se asocian a la afectación del IX y X pares craneales. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 5 Anamnesis, exploración física y pruebas complementarias en el anciano • En la exploración de la función muscular es importante poner atención a la simetría de los hallazgos que tienen mayores posibilidades de ser patológicos cuando son asimétricos. Las pruebas de cabecera de la fuerza deben ser normales en ancianos sanos. La presencia de debilidad debe considerarse patológica y se debe tener en mente el posible origen cerebrovascular. Los reflejos tendinosos profundos en el tobillo están ausentes en una «minoría significativa» de las personas de edad avanzada. La presencia de hiperreflexia o hiporreflexia debe valorarse en el contexto clínico. La presencia de atrofia muscular es señal de daño de los nervios, desuso o miopatías. Se debe valorar la presencia de fasciculaciones como signo de denervación. No se debe omitir la exploración del tono muscular buscando flacidez, espasticidad o rigidez extrapiramidal. El hallazgo de movimientos involuntarios, entre los que es muy frecuente el temblor, por lo general refleja patologías neurológicas relevantes. • Las pruebas cerebelosas nos ayudan a valorar la coordinación y fluidez de movimientos. Se debe buscar, como mínimo, disdiadococinesia y temblor de intención. • Existe una alta prevalencia de neuropatías sensitivas en adultos mayores, por lo que se debe valorar por lo menos dolor, tacto y vibración. La presencia de un nivel sensitivo en tronco nos puede hacer sospechar una mielopatía. La presencia de una polineuropatía periférica debe alertar hacia la posibilidad de una neuropatía autonómica concomitante, por lo que es conveniente incluir la exploración de reflejos perineales, cremastéricos y tono de esfínteres, e indagar sobre disfunción eréctil, estreñimiento y dificultad urinaria. Laboratorio © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Son pocos los cambios que en realidad se deben al envejecimiento, aunque es usual que en estados de enfermedad los resultados sean anómalos. Se debe interpretar de forma correcta una cifra anómala, la mayoría de las veces no como un cambio asociado a la vejez. Parámetros de laboratorio sin cambios • Hemoglobina y hematocrito. • Recuento plaquetario. • Recuento leucocitario. • Electrólitos (sodio, potasio, calcio, fósforo, cloro, bicarbonato). • Nitrógeno ureico sanguíneo. • Pruebas de función hepática. • Hormona estimulante de la tiroides. Parámetros de laboratorio que suelen ser anómalos • Velocidad de eritrosedimentación: elevaciones ligeras (1020 mm) pueden ser un cambio relacionado con la edad. • Glucosa: la tolerancia a la glucosa disminuye, los valores diagnósticos de diabetes mellitus no se alteran y los incrementos en enfermedad aguda son comunes. • Creatinina: debido a que la masa corporal magra y la producción diaria de creatinina endógena disminuyen, los valores altos o con elevación mínima pueden indicar dis- • • • • • • • 39 minución considerable de la función renal. Por eso, no se debe utilizar la creatinina aisladamente como indicador de función renal, sino utilizar la velocidad de filtración glomerular estimada mediante fórmulas que se han desarrollado con ese fin. Albúmina: los valores promedio se reducen (<0,5 g/ml) con la edad, sobre todo en pacientes con enfermedad aguda, pero por lo general indican desnutrición o fragilidad. Fosfatasa alcalina: los aumentos ligeros asintomáticos son frecuentes, se deben considerar sus isoenzimas; aumentos persistentes pueden indicar enfermedad ósea o hepática. Hierro sérico: capacidad de fijación del hierro y ferritina: los valores alterados no son un cambio asociado al envejecimiento y por lo general indican desnutrición, pérdida digestiva de sangre o ambas cosas. Antígeno prostático específico: puede elevarse en presencia de hiperplasia prostática benigna; valores ascendentes en el tiempo indican la consideración de estudios adicionales para valorar la existencia de cáncer prostático. Análisis de orina: la piuria y la bacteriuria asintomáticas son frecuentes y rara vez justifican tratamiento; la hematuria es anormal y precisa de evaluación ulterior. Radiografías torácicas: los cambios intersticiales son un hallazgo común relacionado con la edad; la disminución difusa de la densidad ósea por lo general indica osteoporosis avanzada. Electrocardiograma: los cambios inespecíficos en el segmento ST y la onda T, las extrasístoles auriculares y ventriculares de poca cuantía, además de diversos bloqueos, son frecuentes en los ancianos, y a pesar de que se deben evaluar junto con la clínica, es frecuente que no requieran intervención. VALORACIÓN FUNCIONAL Mantener la función de la persona mayor en el máximo nivel posible es el objetivo fundamental de la atención geriátrica, toda vez que mantener función equivale a prolongar la vida y mejorar su calidad. La valoración funcional es el proceso dirigido a recoger información sobre la capacidad del adulto mayor para realizar su actividad habitual y mantener su independencia en su medio. El diagnóstico del nivel funcional es el resultado final de los diversos esfuerzos de la valoración geriátrica, toda vez que se puede hablar de función física, psíquica y social. La función depende de las capacidades físicas, y del ambiente físico, social y psicológico; depende de la respuesta adecuada al tratamiento médico y en última instancia de la motivación del paciente. La valoración funcional debe realizarse como una evaluación inicial para identificar el nivel del paciente; se puede realizar en momentos de amenaza o detrimento en su situación de salud y repetirse periódicamente como un importante criterio de la evolución del estado de salud a través del tiempo. Los instrumentos de valoración funcional son útiles, pero debe tenerse en cuenta que la manera en que se hacen las preguntas es fundamental. Existen condiciones a las que se booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 40 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada debe poner especial atención; por ejemplo, se debe valorar el desempeño más que la capacidad. En la recogida de la información pueden existir discrepancias entre los informantes; por ejemplo, entre lo que dice el cuidador y el paciente. En esos casos se puede ampliar la información con preguntas abiertas. Se deben explorar las expectativas, las capacidades y la disposición para brindar atención de la familia, así como las preferencias y expectativas del paciente. Las actividades de la vida diaria se clasifican en actividades básicas (ABVD), instrumentales (AIVD) y avanzadas (AAVD). En las ABVD incluimos aquellas tareas que la persona debe realizar diariamente para su autocuidado (alimentación, vestido, marcha, uso del inodoro, baño, transferencias, continencia, arreglo personal, comunicación). El índice de Barthel para ABVD es una de las escalas más utilizadas para valorar las ABVD. Las AIVD hacen referencia a aquellas tareas en las que la persona interacciona con el medio para mantener su independencia (cocinar, comprar, uso del teléfono, escritura, lectura, lavado de ropa, administración de medicamentos, uso del dinero, capacidad para utilizar medios de transporte, capacidad para realizar tareas laborales). El índice de Lawton y Brody para AIVD es una de las escalas utilizadas para este fin. Conforme avanza el grado de deterioro funcional aumentan el riesgo de mortalidad, el número de ingresos hospitalarios, los días de estancia hospitalaria, las visitas médicas, el consumo de fármacos, el riesgo de institucionalización y la necesidad de recursos sociales. En el momento de explorar la esfera funcional se hace imprescindible interrogar acerca de la independencia o dependencia a la hora de comer, de vestirse, de realizar el aseo personal, la necesidad de pañales, sondas o colectores por incontinencia de esfínteres, sin olvidar conocer aspectos relacionados con la capacidad para la deambulación con o sin ayuda (humana o uso de aditamentos, en la cual se incluyen bastones, muletas, andadores, silla de ruedas), la habilidad para las transferencias y antecedentes de caídas. VALORACIÓN MENTAL Debe valorarse tanto la esfera cognitiva como la afectiva. Para llevar a cabo la evaluación mental contamos con la realización de la historia clínica, las exploraciones física y neurológica, exploraciones complementarias, la observación del comportamiento del paciente y la aplicación de pruebas complementarias. Se puede ampliar la información con el cuidador principal del paciente o familiar que le acompaña, quienes aportan información fundamental acerca de los cambios observados en la situación funcional, mental y social del anciano, cambios en el carácter y aparición de trastornos en el comportamiento. La importancia del deterioro cognitivo viene dada no solo por su elevada prevalencia, sino por la tendencia a la asociación con trastornos conductuales y por la mayor utilización de recursos asistenciales; durante su curso aparece alguno de los principales síndromes geriátricos (inmovilidad, incontinencias, caídas, úlceras por presión, etc.). Al conocer el grado de deterioro cognitivo podemos estimar la calidad de la información que aporta el paciente sobre sí mismo y su enfermedad y valorar su capacidad para comprender la información que recibe. En la anamnesis, la queja generalmente viene por parte del familiar y está relacionada con la pérdida de memoria o la aparición de algún tipo de trastorno del ánimo o de conducta, aunque no es extraño encontrar pacientes con deterioro cognitivo no detectado por sus familiares o en los cuales se considera el trastorno como parte de la edad; por esta razón se debe realizar siempre un cribado del estado mental. Desde el inicio de la entrevista podemos obtener mucha información: la forma de caminar y sentarse, el aseo personal, el tono de la voz, su comportamiento en la entrevista, su interacción con el medio y las personas. Es conveniente completar la entrevista hablando por separado con el paciente y con la familia para contrastar la información. Entre los aspectos sobre los que debemos interrogar están: el nivel de escolaridad, el trabajo realizado, la presencia de factores de riesgo cardiovascular, la historia familiar de pérdida de memoria, la presencia de antecedentes psiquiátricos, el consumo de medicamentos, la exposición a tóxicos, el uso de drogas ilícitas, el consumo de alcohol y tabaco, y la evolución de los síntomas en el tiempo. Se debe indagar sobre si hay compromiso en la habilidad para realizar actividades instrumentales. Se debe valorar el lenguaje, su capacidad de juicio y su capacidad de abstracción. Es muy relevante la presencia de trastornos de la conducta, su evolución, magnitud de las alteraciones y respuesta de los cuidadores a esos síntomas. Se puede objetivar el deterioro mediante una serie de pruebas que nos sirven como cribado. Siempre deben valorarse en el contexto clínico del paciente. Pueden existir limitaciones en el momento de su realización debido a barreras de tipo cultural y por deficiencias sensoriales. Las pruebas no deben considerarse diagnósticas por sí mismas. Entre las que podemos aplicar encontramos: el cuestionario de Pfeiffer, el Mini-Mental State Examination de Folstein y la prueba del reloj; son escalas validadas que consumen poco tiempo en su aplicación y mediante las cuales podemos objetivar la presencia de deterioro cognitivo, así como seguir la evolución de un paciente a través del tiempo. En relación con la esfera afectiva, debemos evaluar la presencia de depresión por ser un trastorno de alta prevalencia. El diagnóstico de depresión es eminentemente clínico; se debe poner énfasis en la entrevista sobre acontecimientos desencadenantes, y dejar al paciente que exprese sus preocupaciones, valorando también sus respuestas ante los duelos y cambios asociados al envejecimiento. Se deben observar con cuidado detalles como su discurso, la forma de caminar, la actitud, su aspecto, el aseo y el tono de voz. Es importante indagar sobre síntomas somáticos como pérdida de peso, dolor, molestias digestivas o deterioro en la capacidad funcional, que son más booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 5 Anamnesis, exploración física y pruebas complementarias en el anciano frecuentes en el adulto mayor que las manifestaciones clásicas de tristeza y astenia. El uso de instrumentos, como la escala de depresión geriátrica de Yesavage, que es específica para su aplicación en ancianos, nos sirve como medio de cribado, para evaluar la gravedad del cuadro y también para controlar la respuesta terapéutica. La ansiedad es otro de los principales síntomas afectivos y constituye un estado emocional de malestar y aprensión desproporcionada al estímulo que la desencadena. Tiene repercusiones sobre la calidad de vida y el rendimiento en funciones cognoscitivas, y agrava los cuadros depresivos y las molestias físicas. En el adulto mayor es más frecuente la ansiedad como síntoma que como enfermedad. Es difícil de detectar, dado que se puede presentar mediante síntomas localizados en cualquier órgano o sistema, planteando un amplio abanico de diagnósticos diferenciales. Los trastornos del sueño pueden ser otra forma de presentación tanto de la ansiedad como de la depresión, sobre los que siempre es importante indagar en todo anciano. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. VALORACIÓN SOCIAL Consiste en valorar la relación que existe entre el adulto mayor y el medio social en que se desenvuelve. Abarca las relaciones y actividades que establece con su entorno, y se mide por la magnitud y calidad de apoyo social y familiar, la participación en la comunidad y la posibilidad de mantener relaciones interpersonales satisfactorias. La determinación del riesgo social requiere identificar factores protectores y desprotectores. Los factores protectores son todas aquellas situaciones o condiciones en la vida de las personas que favorecen su calidad de vida; los factores desprotectores son aquellas situaciones que ya existen o pueden hacerse presentes en la dinámica de la vida de los pacientes y que afectan de forma negativa a su calidad de vida. Entre los factores que debemos indagar están: • Requerimientos de atención o supervisión en el uso de tratamiento médico. • Pérdida o limitación de la capacidad para ejercer actividades cotidianas y relaciones sociales, tanto en el ámbito domiciliario como comunitario. • Requerimientos de supervisión y cuidados directos o parciales. • Cansancio de un único cuidador a cargo de la atención directa del paciente anciano. • Carencia o limitadas redes familiares, filiales o comunitarias que puedan constituirse en un potencial de apoyo real. • Problemas del ambiente: condiciones de la vivienda, seguridad, barreras arquitectónicas, barreras geográficas. • Dependencia económica del paciente o la familia para la subsistencia diaria. • Historia de violencia intrafamiliar o relaciones disfuncionales en la familia. • Formas inadecuadas de interacción o comunicación entre el paciente y su grupo familiar. • Presencia de enfermedades mentales o trastornos de la conducta en el paciente o grupo familiar. 41 • Historia de consumo de drogas o farmacodependencia en el adulto mayor o familiar. • Actitudes negativas o erróneas ante el envejecimiento. • Codependencia afectiva de la persona mayor hacia su cuidador. • Identificación de cuidados ineficientes o carencias en la satisfacción de las necesidades del paciente. La presencia de factores de riesgo social constituye un fenómeno multicausal en el que intervienen diversos aspectos personales, ambientales, sociales y culturales, que se ven reflejados de forma particular en la salud y en la dinámica de vida de cada paciente. Su evaluación debe realizarse de manera integral, en relación con cada una de las áreas de la evaluación cuatridimensional. Se debe determinar el riesgo para intervenir con las acciones y recomendaciones necesarias para modificar o disminuir el impacto. La evaluación social es complicada en la medida en que no existen acuerdos respecto a los componentes de la salud social. Los instrumentos de medición más utilizados son: la escala OARS (Older Americans Resources and Services) de recursos sociales, la escala de Filadelfia (Philadelphia Geriatric Center Morale Scale) y la escala de sobrecarga del cuidador de Zarit. USO DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN EN LA ATENCIÓN GERIÁTRICA El manejo de la información médica en los pacientes adultos mayores puede ser difícil por aspectos tan diversos como el deterioro cognitivo, la necesidad de asistencia en las AVD, la inmovilidad y la comorbilidad. Esto implica un riesgo de atención de mala calidad. En este contexto, la utilización de tecnologías de la información en la atención sanitaria tiene el potencial para mejorar el acceso, la calidad, la eficiencia y la seguridad de la atención del paciente geriátrico. Es frecuente que la variedad de problemas agudos y crónicos de los pacientes geriátricos requiera el cuidado de diversos profesionales médicos en diversos entornos y niveles asistenciales. Numerosos estudios a escala mundial han recalcado los beneficios del uso de registros electrónicos de salud, en términos de un impacto positivo en los procesos clínicos, en los resultados de salud de los pacientes, así como en la productividad, eficiencia y costes de los prestadores de servicios. En Costa Rica, en los últimos 4 años se ha implementado el expediente digital único en salud, el cual integra información del paciente geriátrico como: datos del expediente médico del paciente en distintos niveles de atención, información de los tratamientos y fármacos utilizados, los antecedentes clínicos, exámenes de laboratorio e imágenes médicas. Toda esta información está disponible en cualquier establecimiento del sistema de medicina pública del país por medios electrónicos. La figura 5.1 muestra un ejemplo de historia clínica geriátrica utilizada en un hospital geriátrico costarricense para la evaluación cuatridimensional de sus pacientes a su ingreso. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 42 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 5.1 Historia clínica geriátrica. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 5 43 Anamnesis, exploración física y pruebas complementarias en el anciano Figura 5.1 (cont.) Historia clínica geriátrica. booksmedicos.org (Continúa) Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 44 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 5.1 (cont.) Historia clínica geriátrica. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 5 45 Anamnesis, exploración física y pruebas complementarias en el anciano Figura 5.1 (cont.) Historia clínica geriátrica. booksmedicos.org (Continúa) Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 46 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 5.1 (cont.) Historia clínica geriátrica. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 5 47 Anamnesis, exploración física y pruebas complementarias en el anciano Figura 5.1 (cont.) Historia clínica geriátrica. booksmedicos.org (Continúa) Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 48 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 5.1 (cont.) Historia clínica geriátrica. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 5 Anamnesis, exploración física y pruebas complementarias en el anciano BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA mayo 2013]; 6(13):1-21. Disponible en: http://consensus.nih. gov/1987/1987geriatricassessment065html.htm (consultado 11 de junio de 2018). Elsawy B, Higgins K. The Geriatric Assessment. Am Fam Physician. [revista en Internet] 2011; [acceso 15 de mayo 2013] 83(1):48-56. Disponible en: http://www.aafp.org/afp/2011/0101/ p48.html (consultado 11 de junio de 2018). Tinetti ME. Performance-oriented assessment of mobility problems in elderly patients. JAGS. 1986;34(2):119-26. Walker HK, Hall WD, Hurst JW, editors. Clinical Methods: The History, Physical, and Laboratory Examinations. 3.ª ed. Boston: Butterworths; 1990. [6 de mayo 2013]. Disponible en: http:// www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK709/ (consultado11 de junio de 2018). Woodhull-Mckneal A. Changes in posture and balance with age. Aging Clin 1992;4(3):219-25. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 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Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 6 Envejecimiento activo y participación social Iveris L. Martínez, Paulo H.M. Chaves, Adriana B. Aguilar y Martha B. Peláez INTRODUCCIÓN A lo largo del siglo XX se han elaborado varios modelos teóri­ cos con la intención de definir y describir la esencia del enve­ jecimiento activo y saludable. Durante las últimas dos décadas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desarrollado diversas publicaciones en las que no solo introduce el tema, sino que insta a los estados miembros a adoptar medidas sobre el envejecimiento saludable en cada país. En la Estrategia Glo­ bal y Plan de Acción para el Envejecimiento Saludable (2017), la OMS propone crear 5 años de acciones basadas en la evi­ dencia para maximizar la capacidad funcional de las personas y elaborar intervenciones de salud pública que promuevan el envejecimiento activo y saludable. En el informe mundial sobre el envejecimiento y la salud (2015) se enfatiza, de acuerdo con la definición de salud de la OMS, que la salud es un atributo fundamental e integral que permite a las personas mayores conseguir las cosas que consideran importantes. El informe subraya que la salud en la vejez se debe entender con un sentido dinámico, ya que los cambios tanto en la capacidad intrínseca de las personas como en su entorno tienen consecuencias a lo largo del curso de la vida. La OMS propone que los conceptos de envejecimiento activo y participación social estén también vinculados al concepto de resiliencia, que se entiende como «un proceso dinámico de adaptación positiva frente a la adversidad». El concep­ to de resiliencia, al igual que el concepto de envejecimiento saludable, se considera un proceso activado tanto por «ras­ gos internos, como la resistencia o la autonomía» como por «factores externos, como el apoyo social», que promueve la capacidad de enfrentar las situaciones difíciles a lo largo del curso de la vida. Así mismo, en dos estudios diferentes se ha constatado que las personas de edad avanzada tienden a usar conceptos que asocian éxito y salud con tres componentes: a) participación en actividades que tienen valor y significado para ellos; b) una actitud positiva y realista, y c) tanto seguridad como estabilidad en su entorno y en su red social de apoyo. El informe mundial sobre el envejecimiento y la salud reconoce «que los cambios que conducen al envejecimiento e influyen en él son complejos». El informe hace referencia a las contribuciones significativas de los doctores Rowe y Kahn en la MacArthur Foundation Research Network on Aging, que con­ tribuyen a llevar la discusión sobre el envejecimiento exitoso a una síntesis entre dimensiones de morbilidad, funcionalidad y participación social. Rowe y Kahn definen el envejecimiento exitoso como la habilidad de: a) reducir los factores de riesgo de enfermedad y la discapacidad relacionada con enfermedades; b) mantener un alto nivel de funcionamiento físico y mental, y c) participar en actividades sociales. Por lo tanto, el informe mundial explora los conceptos de envejecimiento activo y participación social con evidencias multidisciplinarias, y la estrategia y el plan de acción mundiales sobre el envejecimiento y la salud incorporan recomendaciones prácticas para lograr una estrecha relación entre los programas sociales comunita­ rios, es decir, los espacios en los que se vive el envejecimiento, y el sector salud en la promoción de un envejecimiento saludable y la participación social de los mayores. Por lo tanto, el concepto de envejecimiento saludable refleja una interacción estrecha entre las personas y su entorno. La interacción no es trivial. A medida que las personas envejecen se producen cambios fisiológicos y homeostáticos, además de cambios relacionados con la genética, con los estilos de vida y con el medio ambiente en que se vive. El entorno puede compensar (aminorar) o contribuir significativamente a los déficits funcionales producidos por el desgaste en la capacidad intrínseca del individuo. El entorno puede ser el factor deter­ minante que haga posible el mantenimiento de la capacidad funcional y en muchos casos la participación social. A continuación, se describen más detalladamente los bene­ ficios del envejecimiento activo y la participación social para la salud. En primer lugar, definimos los componentes de par­ ticipación y los métodos que se han usado para medirla. Poder definir la participación social del adulto mayor y entender el impacto potencial en la salud puede tener implicaciones importantes para la clínica y la prevención en geriatría. EVIDENCIAS DE IMPACTO EN LA SALUD La participación social ha sido ampliamente definida como actividad social, cantidad y calidad de apoyo social, tamaño de la red social y participación religiosa, entre otras configu­ raciones de actividades físicas y de ocio. La asociación entre las relaciones sociales y la salud en general (medida por la supervivencia) fue establecida hace tiempo y empezó a docu­ mentarse en el siglo XIX, a partir de la obra de Durkheim sobre el suicidio como fenómeno social ligado al grado de integración social. El espectro completo del impacto de la actividad social sobre varios aspectos de la salud y el bienes­ tar, y los mecanismos a través de los cuales las actividades sociales ejercen sus beneficios, todavía está por dilucidar. Se ha propuesto que la participación social puede ayudar a cons­ truir la capacidad intrínseca por medio de un efecto directo positivo sobre los hábitos saludables en enfermedades crónicas, reserva fisiológica y resiliencia psicosocial, lo cual se traduce 50 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 6 en un incremento de la capacidad intrínseca. Una mayor par­ ticipación social puede llevar a una mejora en el soporte y las redes sociales, lo cual puede favorecer la implementación de respuestas adaptativas que mitigan el impacto de las mismas en el bienestar. Se han desarrollado múltiples escalas que pueden capturar varios de los aspectos y subáreas de la participación social. Por regla general, la investigación sobre la participación social y la salud mide las redes sociales (cantidad reportada de relaciones sociales con otros), el apoyo social (ayuda real o anticipada, ya sea emocional, instrumental y/o monetaria) y la participación en actividades sociales (interacción con otros). Un número creciente de estudios está hallando evidencias de que la parti­ cipación social positiva puede constituir un factor protector en lo relativo a la salud en general, así como en el deterioro de las funciones físicas y cognitivas asociadas al envejecimiento. La participación social se ha asociado a resultados tan diversos como el pronóstico tras un infarto de miocardio, una mayor felicidad y un menor riesgo de depresión, así como a la super­ vivencia y a una tasa más baja de mortalidad. La literatura científica existente hasta el momento sugiere que las relaciones sociales (tanto dentro como fuera de la familia) pueden tener efectos positivos en la salud, aunque algunos intercambios sociales son, obviamente, estresantes y sus efectos pueden ser negativos. Es posible que el apoyo fuera de la familia sea incluso más protector del bienestar de lo que hasta el momento se pensaba, cuando se compara con el apoyo dentro de la fami­ lia por sí mismo. El tamaño de la red y la interacción social generan asociaciones notablemente negativas con los riesgos de discapacidad, mientras que la interacción social con amigos, no con familiares, está asociada a un riesgo reducido de dis­ capacidad. Los hallazgos de la MacArthur Foundation Research Network on Aging indican que aquellos con más relaciones sociales experimentan un deterioro funcional menor. Las redes sociales totales aparentan estar relacionadas con un menor riesgo de desarrollar actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD), dificultades en las actividades de la vida diaria (AVD) y más probabilidades de recuperación. La relación del apoyo social con la salud ha sido explicada desde la perspectiva psicológica social en términos de los efectos saludables del apoyo real y anticipado, incluido el emocional, especialmente en ausencia de interacciones negativas. Todo esto apunta a la necesidad que tienen los adultos mayores de fomentar un estilo de vida socialmente comprometido también fuera del ámbito familiar. Las actividades sociales, en particular, pueden conllevar el aumento del alcance de la red, lo cual a su vez incrementa el apoyo social real y percibido, al mismo tiempo que alivia el deterioro cognitivo. El énfasis en los resultados cognitivos es especialmente relevante ante el aumento de la cantidad abso­ luta y de la proporción de personas que padecen Alzheimer y otros tipos de demencia en el contexto actual de envejecimiento global. Hallazgos recientes hacen hincapié en los beneficios de un estilo de vida activo y socialmente integrado para protegerse de los avances de la demencia y del Alzheimer en etapas más avanzadas de la vida. Tanto la frecuencia como la diversidad de la participación en las actividades sociales se presentan como Envejecimiento activo y participación social 51 factores de protección contra el deterioro cognitivo. La parti­ cipación en «actividades de ocio» parece disminuir el riesgo de demencia en aquellos adultos mayores cuya participación es alta. Recientes hallazgos del Cardiovascular Health Cognition Study indican que hubo menos incidencia de demencia en las personas que participaron en numerosas actividades, aunque el efecto protector se mitigó en aquellas con tendencia genética al Alzheimer. Si bien parece que la realización de actividades alivia el deterioro funcional, la participación en las activida­ des disminuye con la edad. POTENCIAL PARA APLICACIONES CLÍNICAS Entender la relación entre actividad y salud, así como los facto­ res que contribuyen a una vejez activa y comprometida, puede constituir una herramienta importante en la atención primaria ofrecida a las poblaciones que envejecen (Cuadro 6.1). Ya sea de manera implícita o explícita, los geriatras y otros médicos que cuidan de personas mayores a menudo toman en con­ sideración el compromiso de sus pacientes con la familia y otros aspectos de actividad. Gracias a la historia clínica del paciente, los geriatras saben si este vive solo o no, y conocen su capacidad de seguir horarios para tomar medicamentos y realizar AIVD, la necesidad y la disponibilidad de la familia y/o cualquier otro tipo de apoyo para ayudar al paciente mayor a seguir las recomendaciones del médico, etc. Los geriatras también pueden evaluar el interés y el grado de participación en actividades de ocio como un indicio de la presencia de deterioro físico, deficiencias cognitivas y/o depresión que no se observan a simple vista durante una visita a la consulta médica. En otras palabras, las preguntas sobre la participación social brindan una cantidad de información de relevancia clínica que complementa la información proporcionada por la evaluación tradicional enfocada a detectar la presencia de enfermedades. La evaluación de la participación de los mayores en activi­ dades puede ser útil para revelar la presencia de enfermedades no reconocidas o afecciones de salud, así como cambios fun­ cionales de importancia clínica. Por ejemplo, las enfermedades subclínicas ocurren con frecuencia en los mayores y pueden afectar negativamente a las funciones físicas y cognitivas. En estas situaciones clínicas, los síntomas usuales no se presentan o son atípicos, lo cual dificulta aún más la detección de enfer­ medades existentes que puedan ser intervenidas mediante la evaluación clínica tradicional enfocada a los síntomas. En términos de cambios funcionales, por ejemplo, el seguimiento sistemático de la participación en actividades puede brindar información complementaria a otras evaluaciones funcionales en la detección de condiciones de discapacidad móvil pre­ clínica. Esto último ha sido propuesto como etapa temprana del proceso de discapacidad en adultos mayores, de particular importancia para las intervenciones preventivas relaciona­ das con la movilidad. El seguimiento de la participación en actividades también puede proporcionar información valiosa sobre la reducción de la movilidad vida-espacio de las personas mayores, un indicador de rendimiento actual de movilidad que es útil en la evaluación de la efectividad de las intervenciones orientadas a mejorar la movilidad. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 52 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada CUADRO 6.1 Participación social y envejecimiento saludable: aplicaciones destacadas en ámbitos clínicos Los médicos involucrados en el cuidado primario tienen un rol fundamental en la construcción de la capacidad intrínseca de sus pacientes: • La capacidad intrínseca se refiere a la combinación de las capacidades físicas, cognitivas y psicológicas de un individuo. • La interacción de la capacidad intrínseca con el entorno en el cual él/ella vive determina la habilidad de la participación social del individuo. La participación social es un concepto importante para el manejo del cuidado de las personas mayores en ámbitos clínicos: • La evaluación de la participación social puede orientar acerca de la presencia y progresión de enfermedad subyacente (y con frecuencia subclínica/atípica), de síndromes geriátricos y del proceso de fragilidad. • La participación social puede ofrecer oportunidades de intervención para el mejoramiento de la retroalimentación de la capacidad intrínseca y/o una directa mejoría del bienestar de los mayores. Se han desarrollado múltiples escalas que permiten una mejor comprensión de las diferentes subcategorías de la participación social: • Ejemplos relevantes en el ámbito clínico incluyen, pero no están limitados, a escalas que miden la cantidad y la calidad de los diferentes aspectos: redes sociales, aislamiento social (la escasez de contactos sociales entre el individuo y las redes sociales del individuo), sentimiento de soledad (el sentimiento subjetivo de estar solo o insatisfacción entre el deseo y la cantidad real y calidad de los contactos sociales), apoyo social (ayuda real o anticipada, ya sea emocional, instrumental, informativa y/o monetaria), la participación en actividades sociales (voluntariado, actividades religiosas, ocupación laboral, etc.). Muchas intervenciones han demostrado incrementar la participación social, reducir el aislamiento social, y el sentimiento de soledad, y mejorar el bienestar. Sin embargo, la efectividad de las intervenciones ha variado sustancialmente, lo que sugiere cautela cuando se pretenda generalizar los resultados generados en uno u otro contexto: • Algunas importantes características han sido vinculadas al éxito de las intervenciones. Estas incluyen una participación productiva de los participantes del estudio en las actividades que ellos perciben como significativas, y mayor flexibilidad de la intervención para ajustarse al entorno social y físico. Optimización de la promoción del envejecimiento saludable incluye esfuerzos que van más allá del ambiente clínico: • Los entornos físicos y sociales en la comunidad son influencias poderosas en el envejecimiento saludable. Por este motivo, es importante el establecimiento de puentes entre los ámbitos clínicos y comunitarios en relación con la optimización del mejoramiento de la capacidad intrínseca y las oportunidades de participacion social. El área de evaluación de los mayores también brinda una oportunidad importante para la aplicación del concepto de envejecimiento activo en medicina geriátrica clínica. Las amenazas simultáneas a la calidad de vida impuestas por enfermedades concomitantes prevalentes, el tiempo nece­ sario para observar los beneficios de salud, debido a que la evaluación se realiza en el contexto de unas condiciones que limitan la expectativa de vida, y la notable heterogeneidad de las condiciones de salud de los adultos mayores, entre otros factores, aumentan la complejidad del reto de tomar decisiones relacionadas con las evaluaciones en este grupo de la población. En este contexto, la apreciación de las propias metas activas de los pacientes podría mejorar la capacidad del geriatra de adaptar sus decisiones de forma individual y, de esta manera, minimizar la posibilidad de incurrir en una subevaluación o una sobreevaluación. Desafortunadamente, faltan herramien­ tas basadas en evidencias que conduzcan a la incorporación de perspectivas de envejecimiento activo en la toma de decisiones basada en evaluaciones. La participación en actividades físicas regulares es esencial para que se produzca un envejecimiento saludable y activo. Las medidas preventivas dirigidas al mantenimiento de la salud y de las funciones son más fáciles de implementar y tienen más éxito que las dirigidas a la rehabilitación de adultos mayores frágiles. De esta manera, el fundamento de iniciativas para el fomento de la salud relacionadas con la participación en acti­ vidades físicas es muy claro. Sin embargo, se conocen los retos a los que es preciso hacer frente para lograr que los adultos mayores participen en actividades físicas. En este contexto, los geriatras deben ser conscientes de que podrían aumentarse los niveles de actividad física si se utilizan estrategias no tra­ dicionales, como, por ejemplo, la participación en actividades sociales (v. Experience Corps en el siguiente apartado). Además de promover el aumento de los niveles de actividad física, se ha propuesto que la participación social puede tener beneficios de salud por vías psicosociales. Por supuesto, un adecuado asesoramiento en relación con la participación física y/o social requiere comprender qué papeles consideran importantes las personas mayores según sus propios conceptos de envejeci­ miento activo. A pesar de su atractivo, existen grandes obstáculos para alcanzar una aplicación más amplia del concepto de envejeci­ miento activo en el contexto de los cuidados primarios. Entre los retos actuales están, por un lado, el hecho de que no queda claro cuál es el mejor enfoque para la evaluación sistemática de los componentes del envejecimiento activo y sus factores determinantes y, por otro, la falta de herramientas basadas en la evidencia que consideren explícita y objetivamente el concepto de envejecimiento activo en la toma de decisiones médicas. No obstante, las lagunas existentes en este campo no deben desalentar a los geriatras en su intento de incorporar el concepto de envejecimiento activo en el ámbito clínico. También debe reconocerse que tanto la evaluación de los componentes multidimensionales del envejecimiento activo como el asesoramiento consecuente requieren tiempo, algo de lo que, por lo general, no se dispone, por lo que, incluso, pueden constituir un lujo en el contexto de los cuidados pri­ marios. En este sentido, se ha planteado que posiblemente sea más factible y/o efectivo que los médicos remitan a sus pacientes ancianos a programas y servicios de promoción comunitarios basados en la evidencia. De hecho, se ha pres­ booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 6 tado mucha atención a la importancia de la construcción de puentes explícitos entre el contexto médico y la comunidad, con el objetivo de extender las iniciativas de promoción de la salud que sean relevantes para el envejecimiento activo. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. INTERVENCIONES COMUNITARIAS QUE CONTRIBUYEN AL ENVEJECIMIENTO ACTIVO Y LA PARTICIPACIÓN SOCIAL Las limitaciones de los espacios clínicos, incluyendo limita­ ciones de tiempo y espacio, con frecuencia hacen difícil la realización de intervenciones óptimas para la promoción de la salud y la prevención. Además, los espacios clínicos no reflejan el ambiente en que se vive habitualmente. La comunidad tiene recursos que son instrumentales para mitigar las pérdidas intrínsecas del proceso de envejecimiento y, por lo tanto, facilitan que las personas se mantengan física y socialmente activas. Por ejemplo, las oportunidades para el voluntariado en la comunidad pueden ofrecer un sentido de pertenencia y de gratificación por retribución a la sociedad. Programas de ejercicios en centros comunitarios son más atractivos para las personas mayores porque ofrecen mejor acceso y oportunidad de socializar con pares en espacios amigables. Por lo tanto, espacios y programas comunitarios pueden ser claves para el mantenimiento y apoyo a la capacidad funcional de las perso­ nas mayores. Los entornos físicos y sociales en la comunidad son influencias poderosas en el envejecimiento saludable. Una de las estrategias claves propuesta por la OMS para alcanzar un envejecimiento activo y saludable es el desarrollo de entornos amigables con las personas mayores. Para que una comunidad, barrio o ciudad sean verdaderamente amigables con las personas mayores tiene que haber políticas, planes y accio­ nes en distintos sectores (salud, transporte, vivienda, trabajo, protección social, cuidados a largo plazo, etc.). Estos espacios amigables con las personas mayores tienen como objetivo común optimizar la capacidad funcional y, por lo tanto, la participación de las personas mayores. La Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores de la OMS ofrece múltiples ejemplos que pueden inspirar y conectar comunidades afines al trabajo local promoviendo el desarrollo de entornos propicios para las personas mayores. A continuación, se presentan tres programas creados en y para la comunidad. Estos programas se han seleccionado como ejemplo de intervenciones comunitarias con evidencia científica, que han logrado resultados positivos en la salud de personas mayores. Son: a) el programa de voluntariado: Experience Corps, que se orienta hacia la actividad cognitiva; b) el programa de actividad física: EnhanceFitness, enfocado ha­ cia el desarrollo y mantenimiento de la capacidad funcional, y c) los programas de autocuidado: Tomando Control de su Salud y Chronic Disease Self Management, orientados a la eficiencia propia y al cambio de comportamiento. Experience Corps, creado en 1993-1995 por la Dra. Linda Fried, geriatra, y Marc Freedman, se basa en evidencia cientí­ fica y en modelos de eficiencia de programas de voluntariado. En teoría, la intervención debía operar en tres niveles: individuos, Envejecimiento activo y participación social 53 escuelas y comunidad. La intervención era un programa de actividades «diarias» que ubicaba a personas mayores como voluntarios en escuelas primarias, desde preescolar hasta tercer grado, con un compromiso voluntario de alta intensidad (15 h o más a la semana). Estos individuos fueron organizados en equipos y cada equipo se ubicó en cada una de las escuelas primarias seleccionadas. Se brindó capacitación intensiva sobre los diversos roles seleccionados por los voluntarios, diseñados para tener un fuerte impacto sobre las necesidades no cubier­ tas de los niños que asistían a esas escuelas. La evaluación del impacto de Experience Corps ha hallado una mejoría en la función ejecutiva y en la memoria relativa a los controles correspondientes, especialmente en aquellos que presentaban problemas básicos de función ejecutiva, así como mejorías a corto plazo en funciones ejecutivas y en la actividad cortical prefrontal en las personas mayores con riesgo. El modelo intergeneracional ha sido adaptado y elaborado en otros países, sobre todo en Japón con Research of Productivity by Intergenerational Sympathy (REPRINTS). Este se orienta a establecer solidaridad entre las edades, para beneficio tanto de niños como de mayores, al ubicar a estos como voluntarios en escuelas primarias para leer historietas a aquellos. El pro­ grama exhorta a los adultos mayores a construir nuevas redes sociales. Es importante indicar que la evaluación del programa ha hallado una mejoría en las puntuaciones de redes sociales y en la salud general de los voluntarios (en comparación con los controles), así como una disminución del deterioro de la fortaleza del agarre de la mano. EnhanceFitness fue desarrollado por la Universidad de Was­ hington en 1997. Está basado en evidencia científica y probado en ambientes comunitarios con estudios clínicos con grupos de control. El estudio inicial seleccionó a 100 personas mayores para una prueba controlada aleatoria. Todos los miembros del grupo experimental recibieron un programa de ejercicios, el cual tuvo buena acogida: el 85% de los sujetos completaron el programa de 6 meses con un 90% de asistencia a las clases de ejercicios. Pasados 6 meses, el grupo había mejorado la puntuación significativamente en siete de las ocho subescalas del Short-Form 36 [SF-36] y mostraba menos síntomas depre­ sivos que los controles. En el año 2000 se realizó un estudio de cohorte retrospectivo para determinar si 1.114 individuos (de 65 años o más) que participaban en las cooperativas de salud de Puget Sound, en Seattle, eran comparables con miembros del grupo que no participaban en el programa y que fueron elegidos aleatoriamente como controles para cada participante, haciendo coincidir el sexo y la edad. Tras realizar los ajustes por las diferencias en edad, sexo, fecha de inscripción, índice de comorbilidad, coste de prerriesgo y niveles de utilización, el coste total de los cuidados de salud para los participantes fue el 94,1% (intervalo de confianza [IC] al 95%, 85,6-103,5) del de los controles. Para los participantes que asistieron al programa de ejercicios con una tasa promedio de asistencia de una visita o menos a la semana, los costes de seguimiento totales ajustados disminuyeron al 79,3% (IC 95%, 71,3-88,2) respecto a los de los controles. El programa se llevó a cabo en sitios comunitarios, como centros para mayores y cen­ tros comunitarios, y estuvo a cargo de líderes que seguían el booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 54 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada protocolo de EnhanceFitness. El programa se brinda una hora a la semana, tres veces por semana, y cada participante se somete a medi­ ciones rutinarias cada cuatro meses para documentar el avance y/o el mantenimiento de las funciones. El programa tiene una diseminación nacional con protocolos estándar, entrenamien­ to de líderes centralizado y controles de calidad uniformes. Centros comunitarios y parques municipales que promueven ambientes amigables para las personas mayores adoptan el pro­ grama con apoyo del Ministerio de Salud y Asuntos Sociales. Chronic Disease Self-Management y Tomando Control de su Salud, desarrollados por la Universidad de Stanford, se basan en la teoría de la autoeficacia y pone énfasis en la solución de pro­ blemas, la toma de decisiones y el aumento de la autonomía. La intervención dura seis semanas y reúne a un grupo pequeño de personas que padecen varias afecciones crónicas. Corre a cargo de instructores preparados que se guían por un manual alta­ mente estructurado. La evaluación demostró una mejora de los comportamientos (ejercicios, manejo de síntomas cognitivos, superación y comunicaciones con los médicos) y en el estado de salud, y una disminución del tiempo de hospitalización. Un estudio de cohortes «antes y después» para evaluar los resultados del programa en un contexto de «mundo real», que se llevó a cabo en colaboración con los hospitales y clínicas Kaiser Permanente, reprodujo los resultados de ensayos clínicos anteriores. Un año después de su participación en el programa, los sujetos mostraron mejorías estadísticamente significativas en diversos resultados de salud y una disminución de sus visitas a salas de emergencias, al igual que en el estudio original. En 2011, Stanford realizó un estudio CDSMP nacional en 32 sitios que brindaban el programa a ancianos en centros de mayores, centros comunitarios, servicios sociales y otras organizaciones comunitarias. Los resultados de este estudio son similares a los de los estudios controlados aleatorios originales, lo cual sugiere una adaptación exitosa al contexto del mundo real para los adultos mayores. Debido al gran impacto de las enfermedades crónicas sobre la salud de las personas mayores, existe un interés creciente en programas orientados especialmente a la función central del paciente para mantener su desempeño en la vida, con­ trolar las emociones negativas, como el miedo y la depresión, y aumentar la confianza en sí mismo (autoeficacia) para manejar problemas relacionados con enfermedades. Dado que tanto las pruebas aleatorias de eficacia como los estudios del «mundo real» sugieren que el programa es efectivo, los sistemas de salud deberían prestar más atención a las organizaciones comunita­ rias que brinden diversos programas basados en la evidencia para promover la eficacia propia entre la población de adultos mayores con múltiples afecciones crónicas. El programa ha sido implementado con efectividad en 24 países en más de 14 idiomas. Tomando Control de su Salud no es una simple traducción del programa en inglés. El programa se desarrolló de acuerdo con la investigación con pacientes y profesiona­ les del ámbito sanitario que asisten a personas hispanas con enfermedades crónicas. Más de 550 hispanos participaron en este estudio. Los participantes fueron seguidos durante un año después de haber realizado el curso. Se pudo observar que los sujetos que participaron en el curso Tomando Control de su Salud obtuvieron resultados similares a los de los participantes del estudio del CDSMP. IMPLICACIONES EN LA POLÍTICA DE SALUD PÚBLICA El estado actual del conocimiento del envejecimiento activo y de la participación social de los mayores tiene varias impli­ caciones en la política de salud pública. En primer lugar, no podemos descuidar temas relacionados con los determinantes de salud a lo largo del curso de la vida en la medida en que tra­ bajamos para disminuir la morbilidad y aumentar la actividad en la vejez. Esto requiere un número de cambios importantes: a) los programas de prevención basados en la evidencia se hacen accesibles a las personas en su entorno social mediante la búsqueda de actores locales capaces de disminuir las barreras a la participación (p. ej., uso de promotores de salud comuni­ tarios y utilización de locales accesibles y culturalmente amigos de los mayores); b) el modelo de medicina geriátrica basado en el equipo interdisciplinario incorpora al promotor de salud comunitario entrenado en modelos de prevención basados en la evidencia; c) se crean oportunidades para una interacción productiva entre el centro de salud, el servicio de geriatría y la comunidad, y d) se dedican fondos de investigación para traducir la ciencia de la salud en programas de prevención que puedan ser replicados en la comunidad con un alto grado de fidelidad y con resultados similares a los alcanzados en el contexto de la investigación. En segundo lugar, puesto que seguirán existiendo necesidades no satisfechas en los cen­ tros de atención primaria, se requerirá la colaboración inter­ profesional e intersectorial para reducir la brecha que existe en la satisfacción de los determinantes sociales de la salud. La promoción de comunidades amigables a las personas mayores se convierte en un modelo de acción intersectorial con resulta­ dos probados para la movilización de recursos y el desarrollo de espacios y programas que promueven el envejecimiento saludable, activo y la participación social de los mayores. En tercer lugar, si vamos a implementar políticas que fomenten una vejez activa, se debe tener en cuenta lo que obstaculiza y lo que favorece la participación. Por ejemplo, sabemos que el grado de participación, el tipo de actividad, la participación y sus beneficios varían en función del nivel socioeconómico, de la educación y de los antecedentes culturales. Las inves­ tigaciones también sugieren que es posible que, según el sexo, existan diferencias en el impacto de las redes sociales y de la actividad social sobre el bienestar, así como la probabilidad de participar en ciertos tipos de actividades, incluido el trabajo voluntario, aunque la diferencia en cuanto al sexo no es con­ cluyente. Todavía hay obstáculos importantes que afectan al voluntariado formal, como la pobreza y la mala salud, que pueden tener un impacto desproporcionado en ciertos sectores de la sociedad. Sin embargo, los adultos mayores están dis­ puestos y, de hecho, contribuyen y permanecen activos de varias maneras. La flexibilidad y los factores facilitadores, tales como el transporte adecuado y la disponibilidad de actividades, son claves para que este grupo de la población se mantenga comprometido. Además, si existen las condiciones adecuadas, booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 6 55 BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Berkman LF, Glass T, Brisette I, Seeman TE. From social integration to health: Durheim in the new millennium. Soc Sci 2000;51:84357. Carlson MC, Erickson KI, Kramer AF, et al. Evidence for neurocognitive plasticity in at-risk older adults: the experience corps program. J Gerontol A Biol Sci Med Sci 2009;64:1275-82. Fried LP, Carlson MC, Freedman M, et al. A social model for health promotion for an aging population: initial evidence on the Experience Corps model. J Urban Health 2004;81:64-78. Gardiner C, Geldenhuys G, Gott M. 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Una perspectiva antropológica que integrara hallazgos cualitativos y cuantitativos proporcionaría algunas respuestas a estas interrogantes. Si bien los estudios antropológicos han indicado que la vejez y las enfermedades se experimentan a través de perspectivas relativas a la cultura específica y al sexo, esta perspectiva rara vez se integra en la investigación y en la práctica de la salud pública. La perspectiva de las personas mayores sobre la salud y la vejez son importantes en, al menos, dos aspectos. En primer lugar, la autopercepción positiva de la vejez se relaciona con la longevidad, el estado funcional superior a lo largo del tiempo, la memoria mejorada, el estrés cardiovascular y los compor­ tamientos preventivos de salud, mientras que se ha observado que bajas expectativas de envejecimiento tienen un impacto negativo sobre la calidad de vida física y mental en términos de salud, sobre la depresión y sobre los comportamientos rela­ cionados con la salud. En segundo lugar, puede ayudarnos a identificar las actividades que sean tanto beneficiosas para la salud como significativas para las propias personas. Además, la percepción del valor de las actividades sociales y la partici­ pación en ellas pueden ser modificadas por normas culturales, por el bienestar físico y psicológico existente, así como por características sociodemográficas que podrían facilitar u obs­ taculizar la participación (incluidos el tamaño de la red exis­ tente, la responsabilidad de prestar servicios de cuidado y los recursos económicos). Envejecimiento activo y participación social booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 7 Estrategias de promoción y prevención en el anciano Enrique Vega García INTRODUCCIÓN La salud pública y la clínica debieron adaptar su cuerpo de conocimientos a la prolongación de la vida y al envejecimiento poblacional con una velocidad más rápida de la esperada, que, junto a otros determinantes sociales y económicos, así como la tecnología, la sociedad multigeneracional o la transición epi­ demiológica, han creado escenarios complejos que demandan una nueva visión de la salud/enfermedad y de nuevas formas para intervenir sobre ellas. Solo recientemente se han comenzado a considerar la lon­ gevidad y el envejecimiento como un triunfo, aunque también se ha hecho claro que el mismo, a menos que esta expansión se acompañe de mejores estándares de salud y calidad de vida, puede transformarse en un reto muy pesado para la socie­ dad contemporánea. Estrategias efectivas durante el curso de la vida, desde los momentos más tempranos hasta los más avanzados, y que hagan la vida más larga pero también más sa­ ludable, activa y productiva deben ser el objetivo. CONTEXTO DE LA PROMOCIÓN Y PREVENCIÓN EN LA SALUD PÚBLICA CONTEMPORÁNEA En la década de los ochenta del siglo xx, la promoción comenzó a ser realmente una protagonista en política de salud. Bajo el liderazgo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 1986 se proyectó en Ottawa una nueva estrategia «[…] para proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma. Para alcanzar un estado adecuado de bienestar físico, mental y social, un individuo o grupo debe ser capaz de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o adaptarse al medioambiente. La salud se percibe, pues, no como el objetivo, sino como la fuente de riqueza de la vida cotidiana […]». Esta evolución positiva del concepto convirtió a la promoción de la salud en una herramienta pode­ rosa en manos de la sociedad, de modo que sobrepasaba al sector sanitario. En ella, el concepto de salud entendida como bienestar trasciende la idea de formas de vida sanas, acentúa la importancia de los recursos sociales y personales, y le da la misma importancia que a las condiciones físicas. La promoción de la salud en su desarrollo conceptual se ha dimensionado para permitir a los estados y a las sociedades contemporáneas entender mejor la salud de las poblacio­ nes y encontrar fórmulas para modificarla positivamente. Actualmente es claro el papel de los determinantes sociales, del desarrollo o del entorno, o el de herramientas como la alfabetización en salud, la participación comunitaria o la po­ lítica pública en la generación de la salud. Esta manera de en­ focar la salud es un entorno muy favorable para entender las necesidades de las poblaciones mayores, y aquellos que tra­ bajen en la gerontología y la geriatría deberán apropiarse de estos conceptos e instrumentos. No solo ha evolucionado la promoción. La prevención moderna ha necesitado transformarse para atender estos nuevos contextos y, en su propio desarrollo, ha generado una interesante unidad de contrarios, que al solucionarla debe impulsarla a nuevos escalones de desarrollo. Pongamos algunos ejemplos: • Prevención: acción social o centrada en los individuos. Implica, de una parte, la aceptación de la generación social de salud y de sus determinantes, y, por otra, un mayor entendimiento de la expresión individual de factores genó­ micos o moleculares cuya traducción clínica puede llevar a una acción modelada de acuerdo a las necesidades y parti­ cularidades del individuo. Así, la prevención debe asumir lo mejor de la medicina social, pero sus acciones cada vez se centrarán más en la persona. Deberá buscar el impacto de acciones sociales en un contexto creciente de alfabetis­ mo, donde actores externos al sistema sanitario cada vez más eficaces generan mercadeo social, pero también podrá intervenir mucho antes de que los procesos fisiopatológicos comiencen en el individuo, usando, sobre bases científicas y éticas, los aportes de la medicina genómica y/o molecular. • Prevención: acto médico/sanitario o herramienta individuo/comunitaria. La indicación de una acción preventiva ha sido y es todavía subestimada por el médico y por el paciente; se ha pensado que sería importante convertirlo en un acto médico formal y que se recetara al paciente «hacer ejercicio» con el mismo convencimiento que se indica un medicamento. Sin embargo, hemos aprendido que no es suficiente una indicación formal ante la complejidad y la duración del manejo de problemas crónicos de salud. Se necesita una participación en la que el paciente tome prota­ gonismo. No obstante, para ello el paciente debe tener claro qué implica la indicación, así como voluntad y motivación para insertarla en su vida, además de recursos para generar y sostener el cambio. Desafortunadamente, es infrecuente encontrar estas respuestas en el personal sanitario. Esto hace cada vez más difícil considerar la prevención como un acto médico exclusivo, un programa o un servicio de salud. Los profesionales de la salud dedican cada vez menos tiempo efectivo a las acciones de prevención y, como respuesta, 56 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 7 Estrategias de promoción y prevención en el anciano cada vez existen más evidencias de la capacidad de com­ plementar las acciones sanitarias con procesos de soporte comunitario o de autocuidado. Herramientas cuidadosa­ mente diseñadas y validadas están mejorando la capacidad de gestionar de forma eficiente la cotidianidad de la salud y sus problemas. Transferir tecnología para diseñar estrategias preventivas individuales o colectivas puede parecer muy difícil en las personas mayores, pero se está consiguiendo, e infinidad de nuevas herramientas y figuras (consejeros, coach, promotores) están enseñando y dando soporte a las personas mayores y validando la importancia de hacer de la prevención un tema compartido. • Prevención de enfermedades: ¿qué es enfermedad? En los escenarios epidemiológicos actuales predominan procesos patológicos en los que se hacen mucho más comunes la etiología múltiple y la mayor complejidad fisiopatológica. A pesar de ello, se insiste en «empaquetar» las patologías en un concepto «clásico» de enfermedad, en etiquetarlas bajo un nombre y en tratar de desarrollar protocolos que estandaricen las intervenciones. Esto es cada vez menos realista, porque bajo denominaciones como «enfermedad de Alzheimer» o «diabetes» se reúne un incontable número de causas probables, mecanismos fisiopatológicos, síntomas y complicaciones. Además, es cada vez es más claro, a nivel tanto poblacional como individual, cómo los determinantes actúan no solo en la producción de factores de riesgo y procesos mórbidos, sino también en la diversidad de expre­ sión de esos procesos y cómo se hace necesario adecuar las intervenciones en salud a estas diferentes necesidades. • Prevención: intervenciones más caras, resultados ambiguos. Los que deciden en política y economía se acostum­ braron a oír que la prevención es más barata y a escuchar expresiones como «erradicar enfermedades» o «hacer desaparecer brotes mediante la prevención». Desafortuna­ damente, ambas cosas son poco realistas en la actualidad. A pesar de que estos objetivos siguen asociados a las enfer­ medades infecciosas, hoy en día aparecen nuevos escenarios en los que las acciones de prevención de las enfermedades crónicas y de los riesgos, al menos en un inicio, van a tener como resultado un incremento de la prevalencia de tales problemas. Aunque las intervenciones impidan o dis­ minuyan la mortalidad y las complicaciones precoces, no erradican la enfermedad y hacen que aumente la prevalencia de muchas de ellas. Habrá que estar preparados, entonces, para explicar por qué la prevención no erradica o por qué no es barata y, aún más, para exponer a los que toman las decisiones que las inversiones que hacen van a aumentar el número de hipertensos y de diabéticos, los cuales no van a morir y que, a pesar de la prevención a largo plazo, van a empeorar, por lo que requerirán otro tipo de soporte sanita­ jrio. Esto será parte del reto, porque no podremos renunciar a prevenir; no obstante, de hacerlo, la sostenibilidad de los sistemas de salud será económicamente muy compleja. • Prevenir temprano: ¿cuándo es tarde para prevenir? Las acciones preventivas siempre han estado relacionadas con grupos de edad específicos. Sin embargo, con la prolon­ gación de la vida y la evidencia científica acumulada, se 57 demuestra que las acciones y los resultados buscados no pueden limitarse a una etapa de la vida, pues los límites son cada vez más difusos y poco precisos. Solo una prevención con un abordaje de curso de vida puede brindar la respuesta necesaria. No obstante, los propios límites que imponen la práctica clínica o la salud poblacional dificultan su imple­ mentación. Todavía es muy es difícil pensar que un pedia­ tra o un especialista en adolescencia recomiende medidas para la prevención de la osteoporosis, o que un especialista en medicina interna o cardiología pida a su paciente que cuide la salud de sus rodillas, si realiza actividad física para darle salud al corazón. La ciencia ha generado información potente del impacto tardío de los problemas del desarrollo temprano. Deberá argumentarse mejor cuán eficaces pue­ den ser las intervenciones preventivas en momentos críticos del curso de la vida, y se habrá de reconocer que deberán ser conservadas en el tiempo y que ninguna intervención, por temprana que sea, garantiza resultados de por vida. La geriatría ha ido demostrando que acciones bien definidas y demostradas darán resultado aun en edades avanzadas. La salud pública tendrá que analizar con valentía el hecho de que en el planeta actualmente conviven generaciones que no nacieron ni crecieron saludables, y que incluso maduraron sin serlo, pero que tienen por delante aún 20 o 30 años de vida, generaciones en las que las acciones de prevención no son solo éticamente indiscutibles, sino que acumulan mucha evidencia de eficacia. NIVELES DE PREVENCIÓN Y SU TRADUCCIÓN EN LAS PERSONAS MAYORES La prevención en salud, vista como las «[…] medidas des­ tinadas no solamente a evitar la aparición de la enfermedad —tales como la reducción de factores de riesgo— sino también a detener su avance y atenuar sus consecuencias, una vez esta­ blecida» (OMS, 1998), no queda ajena a ese proceso. Las acciones preventivas en el contexto de la salud de las personas mayores no pueden aislarse. La prevención actual está matizada por nuevas necesidades, nuevos objetivos y metas, que van más allá de una especialidad médica o de la atención a un grupo poblacional específico. Aunque no medie una notable necesidad de variaciones conceptuales, estos factores aportan nuevos elementos que marcarán un nuevo escalón en su desarrollo y formarán parte del paradigma de una nueva salud pública. La geriatría y su cuerpo de conocimientos están conceptualmente muy preparados para entender y quizás para liderar muchos de estos procesos. La mayoría de los textos clásicos y de las organizaciones de salud gustan de clasificar las acciones preventivas en niveles: • Prevención primaria: es aquella que se dirige a evitar o reducir el efecto de factores que pueden producir un pro­ blema de salud. Se busca actuar en el período prepatogé­ nico del problema y el resultado esperado es disminuir la incidencia de enfermedades o accidentes. En EE. UU. y en otros países, se dan patrones genéticos asociados a riesgo de enfermedades y, en estos casos, la intervención puede anteceder con mucho a la aparición de factores de riesgo booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 58 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada clínico. Sin embargo, aún persiste un gran debate ético y de eficacia respecto a este tema. • Prevención secundaria: es la agrupación de acciones diri­ gidas a detectar e intervenir, lo más precozmente posible, en las enfermedades para evitar o posponer su desarrollo. Se actúa en el período patogénico subclínico. • Prevención terciaria: se define como las intervenciones de rehabilitación y soporte dirigidas a disminuir al máximo el impacto de la enfermedad y otros problemas de salud, para evitar complicaciones y discapacidad, y maximizar así la calidad de vida del paciente. En los últimos tiempos se han reconocido nuevos niveles: • Prevención primordial: es la que evita el surgimiento y la consolidación de patrones de vida social, económica y cul­ tural que contribuyen a elevar el riesgo de enfermedad. • Prevención cuaternaria: conjunto de actividades dedicadas a atenuar o evitar las consecuencias de las intervenciones innecesarias o excesivas del sistema sanitario. Todas las acciones de prevención en las personas mayores pueden limitarse a uno de estos tipos, pero la realidad es que resulta un ejercicio intelectual difícil, y quizás poco práctico, tratar de encasillar las acciones en estos niveles. La alta preva­ lencia de enfermedad subclínica, la pluripatología, la causalidad múltiple de las enfermedades y de los problemas geriátricos, además de un curso de vida largo con una historia clínica a veces prolija, hacen que las acciones preventivas tengan una estructura compleja y que tengan impacto en diferentes niveles. Es por ello por lo que a veces se proponen formas más prácticas de clasificar las acciones preventivas. Para los efec­ tos de un texto de esta naturaleza, las clasificaremos en tres categorías de actividades y en cada una de ellas revisaremos sus particularidades en cuanto a la salud de las poblaciones e individuos adultos mayores: • Promoción de salud: recoge las acciones destinadas a produ­ cir cambios en los estilos de vida para sostener y mejorar la salud de los individuos. Sus acciones están destinadas a las poblaciones y los individuos, incrementando su información y educación alrededor de estos temas de salud y bienestar. • Protección de la salud: también comúnmente, resume las acciones de prevención primaria orientadas a producir cambios en los ambientes físicos y sociales, y que limiten el acceso de los individuos a los factores de riesgo, mediante esfuerzos regulatorios o legales. • Servicios preventivos: son las acciones de prevención que se desarrollan en los ambientes clínicos y resumen las acciones del personal sanitario sobre los individuos. Esto incluye el consejo, los cribados de salud, las inmunizaciones y la quimioprofilaxis. PROMOCIÓN DE LA SALUD EN LA POBLACIÓN MAYOR Los que trabajamos en el área del envejecimiento somos cons­ cientes tanto de que la promoción de salud en esta área es incipiente como de lo lejos que estamos de nuestros objetivos. Sin embargo, no podemos negar resultados y avances impor­ tantes en la última década en política pública internacional y regional, así como a escala nacional de muchos países. Estos avances no solo se han producido en temas de reconocimiento, sino que también han conseguido introducir algunos cambios sustanciales en el manejo del envejecimiento y del bienestar. La salud no ha quedado fuera de este proceso; todo lo con­ trario: se ha reconocido como una prioridad absoluta en este grupo poblacional. La II Asamblea Mundial del Envejecimiento de Madrid, en su plan de acción internacional, reconoce: «Las actividades de promoción de la salud y el acceso universal de las personas de edad a los servicios de salud durante toda la vida son el pilar del envejecimiento con salud. Una perspectiva que tenga en cuenta la vida entera supone reconocer que las actividades dirigidas al fomento de la salud y a la prevención de las enfermedades deben concentrarse en mantener la inde­ pendencia, prevenir y demorar la aparición de enfermedades y discapacidades, y proporcionar atención médica, y mejorar el funcionamiento y la calidad de vida de las personas de edad que ya sufren discapacidades». En este mismo documento, más adelante se reconoce lo siguiente: «Para mantener y mejorar la salud hace falta algo más que medidas encaminadas especí­ ficamente a influir en la salud de los individuos. Los factores ambientales, económicos y sociales, como el entorno físico, la geografía, la educación, la ocupación, los ingresos, la condición social, el apoyo social, la cultura y el género, influyen nota­ blemente en la salud»; en ello coincide con las bases modernas de la promoción de la salud. En 1999, la OMS introdujo el concepto de envejecimiento activo, que define como «el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas enveje­ cen». El concepto promueve «un acercamiento al fenómeno del envejecimiento que tenga en cuenta el ciclo vital» y reconoce «que las personas mayores no son un grupo homogéneo y que la diversidad del individuo tiende a aumentar con la edad. Las intervenciones que crean ambientes de ayuda y que fomentan opciones saludables son importantes en todas las etapas de la vida». El envejecimiento activo como concepto se aplica tanto a los individuos como a los grupos de población. Deja claro que las personas desarrollan su potencial de bienestar físico, social y mental a lo largo de todo su ciclo vital y, de esa forma, logran participar en la sociedad de acuerdo con sus necesida­ des, deseos y capacidades. Sin embargo, corresponsabiliza a la sociedad de la provisión de protección, seguridad y cuidados adecuados cuando aquellas necesitan asistencia. Es indudable que el concepto fue innovador e integral y se convirtió en referencia obligada en el diseño de estrate­ gias de salud para las poblaciones mayores. Su integralidad está basada en la participación de los sujetos, tanto en el propio proceso como en la búsqueda como objetivo de la participación, la funcionalidad y la autonomía. Reconoce la interrelación y la interdependencia de factores culturales, asociados al sexo, a la genética, a los servicios sociales y de salud, que hacen posible el diseño de estrategias individuales y colectivas. El enfoque de ciclo de vida le da una connotación especial, porque reconoce la continuidad de los procesos de desarrollo y de envejecimiento, así como el impacto que tiene booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 7 Estrategias de promoción y prevención en el anciano en la vejez el proceso de salud y enfermedad desde el inicio de la vida misma. El concepto es claro cuando expresa que las «opciones saludables son importantes en todas las etapas de la vida» y, por ello, también en la vejez, aun a edades extremas. El envejecimiento activo como estrategia de promoción busca la esperanza de vida saludable y la calidad de vida para todas las personas a medida que envejecen. De él debe esperarse que cuanto más temprano empiece mejor, sin obviar que nunca es tarde para empezar. En realidad, cuando hablamos de «activo» hacemos referen­ cia a lograr la participación continua en las cuestiones sociales, económicas, culturales, espirituales y cívicas. En el concepto esto está situado en un escalón superior, ya que no se refiere únicamente a la capacidad para estar físicamente apto o estar saludable, sino que demuestra que la capacidad es solo un escalón que debe garantizar la oportunidad de las personas mayores a realizarse como individuos y como grupo social. La promoción de estilos de vida saludables durante el enve­ jecimiento y la vejez han ganado en importancia en la cultura de salud de las poblaciones, aunque todavía no alcanzan los mínimos deseados por las autoridades sanitarias. Todos ellos tienen en común: • Un efecto transversal importante en numerosas causas de morbilidad, fragilidad, discapacidad y mortalidad. • Un cúmulo de evidencias importantes que demuestran que su modificación logra efectos concretos y mesurables. • La búsqueda de una modificación importante en cualquier etapa del ciclo de vida con evidencias de que su efecto puede mantenerse a edades avanzadas de la misma. • Por último, el reconocimiento de que, a pesar de las evi­ dencias, no se logran todavía los niveles de transformación deseados sobre los estilos de vida. A continuación mencionaremos algunos de estos estilos de vida. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Actividad física Está demostrado que la actividad física moderada y sistemática puede retrasar el declive funcional y reducir el riesgo de enfer­ medades crónicas en mayores tanto sanos como enfermos. Se ha insistido, incluso, en que el impacto de la actividad física en personas mayores es mucho más evidente que en otras más jóvenes, porque las primeras están más expuestas a desa­ rrollar problemas asociados a la inactividad. Los beneficios que podrían obtenerse de un ejercicio físico razonable tienen considerablemente mayor importancia que los potenciales efectos adversos. No solo es eficaz, sino que también ha demos­ trado ser eficiente, como señaló un informe de los Centers for Diseases Control and Prevention (CDC) de EE. UU. en 1999. Las inversiones de 1 dólar para promover la actividad física moderada proporcionan ahorros de 3,2 dólares en gastos médicos. A pesar de los años y las evidencias, todavía no se logran los niveles deseados de actividad física. Existen barreras que impiden el adecuado desarrollo de programas de actividad física de las personas mayores. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) las ha clasificado como: • Impedimentos estructurales: asociados a falta de políticas y programas, así como de presión social o comunitaria en 59 la promoción de la actividad física. Ausencia de un enfoque integral hacia la promoción de la salud en las personas adultas mayores. • Impedimentos de investigación e información: aunque es poca la investigación sobre la actividad física en los adultos mayores en los países en vías de desarrollo, es importante todavía la ausencia de traducción de la evidencia científica actual en pautas para la práctica local. Aún resultan escasas la comercialización y la comunicación social sobre la acti­ vidad física y el envejecimiento. • Impedimentos en la atención primaria de salud y sistemas médicos: los médicos raramente prescriben actividad física a mayores, no reciben educación sobre cómo hacerlo y refieren no tener tiempo para ello en las consultas médicas. Algunos estudios afirman que solo el 50% de los médicos de atención primaria preguntan por la actividad física. El 30% de las personas mayores sedentarias reciben como consejo mejorar su actividad física, a pesar de que el 85% de ellos refieren que tomarían ese consejo si se lo diera su médico. • Impedimentos comunitarios: se refiere a la falta de ámbi­ tos seguros y de establecimientos para la actividad física. Además, existe una carencia de personas capacitadas para promover, dirigir y apoyar la actividad física. • Impedimentos de los individuos: existe temor a lesionarse o a agravar alguna enfermedad crónica. Se observa una falta de apoyo familiar y comunitario, de asesoría y de interven­ ciones nutricionales apropiadas, y además son muchas las barreras culturales asociadas al sexo. Mejorar los indicadores de práctica de actividad física para todas las edades, pero especialmente en las personas mayores, debería ser una meta estratégica para los sistemas de salud. Estado nutricional Probablemente sea el estilo de vida que peor evolución ha tenido en décadas. Incluso las actuales generaciones de adultos mayores han sufrido ambos extremos de la mala nutrición: por un lado, mala nutrición por defecto en edades tempranas de la vida, y, por otro, sobrepeso y obesidad en la madurez y la vejez. En las personas de edad avanzada, la nutrición incorrecta puede estar causada por el acceso limitado a los alimentos, las penurias socioeconómicas, la falta de conocimientos e información sobre nutrición, la incorrecta elección de los alimentos (p. ej., comidas ricas en grasas), las enfermedades y el uso de medicamentos, la pérdida de los dientes, el aislamiento social y las discapacidades cognitivas o físicas que inhiban la propia capacidad para comprar alimentos y prepararlos, las situaciones de emergencia y la falta de actividad física. El consumo excesivo de energía aumenta el riesgo de sufrir obesidad, enfermedades crónicas y discapacidades a medida que las personas envejecen. Existe una relación muy intrínseca entre actividad física y nutrición. La mayoría de los expertos reconocen la necesidad de integrar las estrategias de promoción en ambos aspectos, muy especialmente en el caso de las personas mayores. Está claro que los dos temas enfrentan similares tipos de barreras e impedimentos para producir los cambios necesarios. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 60 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Tabaquismo El consumo de tabaco es el factor de riesgo modificable más importante, también en ancianos. Es la causa de muerte pre­ matura evitable más relevante en muchos países. Al menos el 20% de todas las muertes que se producen en el mundo están relacionadas con el tabaquismo, y los individuos que mueren por causas asociadas al mismo pierden, como promedio, 15 años de esperanza de vida. Fumar no solo aumenta el riesgo de enfermedades como el cáncer de pulmón, sino que también se asocia a importantes pérdidas de la capacidad funcional. Por ejemplo, el tabaquismo acelera la tasa de reducción de la densidad ósea, de la fuerza muscular y de la función respiratoria. Además, tiene efectos que son acumulativos y de larga duración. El riesgo de con­ traer al menos una de las enfermedades asociadas al hábito de fumar aumenta con la duración y la cantidad de la exposición al humo del tabaco. El riesgo de accidente cerebrovascular se reduce después de 2 años de abstenerse de fumar cigarrillos y pasados 5 años llega a ser igual que para las personas que nunca han fumado. Los fumadores adultos mayores enfrentan mayores ries­ gos que los adultos jóvenes, al tener un mayor tiempo de exposición, un mayor deterioro funcional y enfermedades relacionadas con el tabaquismo. Según el estudio Salud, Bie­ nestar y Envejecimiento (SABE), el 70% de los hombres en Latinoamérica y el Caribe fumaron alguna vez, y el 25% todavía lo hacían en el momento del estudio. Por otra parte, algunos estudios demuestran que las personas mayores son pesimistas sobre su capacidad para abandonar el hábito tabáquico, por lo que su tendencia a dejar de fumar es menor, aunque cuando lo hacen tienen más éxito. La combinación de estrategias colectivas e individuales, de salud pública, económicas y sociales probablemente haya contribuido al éxito en algunos países, como en EE. UU. Allí existe una tendencia constante a la disminución, que va del 41 al 10% en la actualidad. ¿Cómo se logra la promoción actual? Ya hemos señalado cómo la promoción de salud excede con mucho al sector sanitario y cómo los cambios de estilos de vida necesitan cada vez más intervenciones individuales (que atañan al sujeto) y comunitarias. También se ha comenzado a tener mejores evidencias y argumentos científicos que validen el efecto de estos cambios y que evalúen no solo la efectividad, sino tam­ bién la eficiencia de dichas intervenciones. Especialmente en personas mayores se acumulan muchos resultados y evidencias que pueden ser utilizados por aquellos que decidan promover experiencias en esta área. PROTECCIÓN DE LA SALUD EN LAS POBLACIONES MAYORES En el momento en que se escribe este capítulo, el debate sobre el nivel de participación de los estados, gobiernos o sistemas legislativos en la mejora de la salud de las poblaciones, la pro­ moción de estilos de vida o control de riesgos está en pleno apogeo. Como se indicó, la protección de la salud resume las acciones, generalmente de prevención primaria, que buscan cambios en los ambientes físicos y sociales para limitar el acce­ so de los individuos a los factores de riesgo mediante esfuerzos regulatorios o legales. Algunos de estos han sido muy exitosos, aunque otros no tanto. Sus éxitos no dependen solamente de la regulación en sí misma, sino también de los métodos, de su comercialización o de los efectos que introducen los lobbies de interés. Por supuesto, no es objetivo en este texto profundizar sobre este tema, pero está claro que tiene un efecto importante sobre la protección en la salud de las personas mayores. Creo que el principal debate —y quizás sea uno de los resultados que comienzan a obtenerse— se centra en llevar la salud de las personas mayores a una base de derechos. Esta garantía deberá trabajarse con respecto tanto a un acceso universal a la salud y a servicios adaptados a las necesidades de este grupo como a las definiciones que el marco político del envejecimiento activo introdujo en la política pública. Pueden mencionarse muchos ejemplos de acciones de protección de la salud que atañen a las personas mayores. Es indudable que muchas de ellas no fueron específicamente diseñadas y aprobadas para este grupo, pero los adultos de edad avanzada se han beneficiado de forma importante de las mismas. Regulaciones, por ejemplo, que atañen a las personas con discapacidad son altamente beneficiosas para este grupo que acumula los mayores indicadores de prevalencia en este ámbito. Se hacen grandes esfuerzos en áreas como el abuso y el maltrato, un problema mayor de salud en este grupo, con particularidades importantes y en el que la participación social y gubernamental para proteger a las víctimas del problema es imperativa. La protección necesita llevar los temas de salud a la política pública para poder convertirlos en asuntos de legislación y de intervención de los gobiernos en el ámbito central o local. Uno de los ejemplos más positivos en los últimos años, en el que se ha logrado poner conceptos técnicos a disposición de estas estructuras de política pública, es la Iniciativa de la OMS sobre las Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores. Por supuesto, el objetivo central de esta iniciativa es promover el debate y la negociación social, de modo que genere cambios en las actitudes de las comunida­ des y sociedades respecto al tema, pero es indudable que en muchas de las experiencias se han producido avances en el sentido de que los órganos legislativos y ejecutivos tomen medidas en ámbitos relacionados con el ambiente, el transporte o la accesibilidad que permitan que sea una realidad «el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen». SERVICIOS PREVENTIVOS PARA PERSONAS MAYORES En este apartado se exponen las acciones preventivas que deberían emprender los servicios de salud, de forma general, especialmente en atención primaria. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 7 Estrategias de promoción y prevención en el anciano Es importante que se considere que, si bien no es imposible que los geriatras puedan ser proveedores de estos servicios, su situación dentro de las organizaciones de salud está, en general, en áreas mucho más especializadas. Si bien está claro que se puede hacer una acción de prevención aun en los ámbitos tecnológicamente más complejos, es en la atención primaria de salud donde se desarrolla por excelencia este trabajo. El médico de familia o general, el personal de enfermería o los equipos básicos de salud son responsables del contacto primario con el paciente, así como, normalmente, de proveer estos servicios. Tendrán que atender a personas de todos los grupos de edad y contarán con un tiempo, unas condiciones y unos recursos limitados, por lo que, en cualquier propues­ ta de organización de estos servicios preventivos, deberán priorizarse las acciones con un fuerte respaldo científico en cuanto a su efectividad, eficiencia y eficacia. Las medidas de prevención reflejan más claramente que otras acciones sanitarias las brechas asociadas a la inequidad y a otros determinantes de la salud, incluida la falta de garantía de derechos fundamentales, como el de la salud. No es un tema que solo afecte a los países menos desarrollados. Incluso en los de más alto desarrollo, las poblaciones en desventaja, especial­ mente las de adultos mayores, reflejan problemas de acceso y seguimiento de estos servicios. Las organizaciones sanitarias deben tener en cuenta estas limitaciones para encontrar res­ puestas a este problema. Actualmente, gracias a diversos resultados científicos, se sabe mucho acerca del impacto que las medidas específicas de prevención pueden tener en las personas mayores. Es verdad que los propios datos van modelando nuevas maneras y opor­ tunidades o removiendo algunas acciones que demuestran no ser tan útiles como se pensaba. Existe suficiente información para que, según la situación de salud de las poblaciones a las que atienden, las autoridades y los grupos de trabajo que emiten recomendaciones sobre prevención hagan propues­ tas específicas para las personas mayores. En este capítulo se intenta resumir los aspectos más consensuados sobre el tema. Se distinguen los siguientes componentes de los servicios preventivos: • Examen periódico de salud. • Asesoramiento en estilos de vida. • Inmunizaciones. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Examen periódico de salud A pesar de que existe mucho debate en contra y a favor de las evaluaciones periódicas de salud en individuos supues­ tamente sanos, la mayoría de los autores consideran adecuada la evaluación periódica de salud de las personas mayores de 65 años, al menos una vez al año. Como se recoge en otras partes de este texto, si bien el riesgo de mala salud y discapacidad se incrementa con la edad, ni una ni otra son consecuencias normales del envejecimiento. Se ha demostrado que una parte muy importante del deterioro funcional en la vejez se relaciona con factores de riesgo modi­ ficables, como la malnutrición, la inactividad o el tabaquismo. Es difícil obtener datos de forma espontánea de las perso­ nas mayores, porque asocian los síntomas o el deterioro de la 61 función al envejecimiento y no a las enfermedades. Los profe­ sionales de la salud sin preparación en medicina del envejeci­ miento tampoco preguntan, revisan, priorizan o intervienen en estos problemas. Es por ello por lo que adquiere un valor trascendental la revisión sistematizada de estas personas, en busca de factores de riesgo, enfermedades y problemas geriátricos en los que se pueda intervenir precozmente. La evaluación periódica de las personas mayores deberá ser especial en su diseño, así como en el análisis de sus resultados y, claro está, en la forma en que se generan intervenciones pos­ teriores. Sus componentes más importantes son la evaluación clínica y el cribado tanto de las enfermedades crónicas como de las condiciones geriátricas. Evaluación clínica La evaluación clínica requiere un tiempo y una estructura apropiados, por lo que frecuentemente se diseñan formatos o fichas específicas adaptadas a las recomendaciones de las autoridades de prevención en los diferentes países o regiones. Algunos elementos sobre los que existe consenso y que deben ser incluidos en esta evaluación son los siguientes: • Autopercepción de salud: la mayoría de los autores reco­ miendan incluirla al considerar que tiene una relación sólida con el estado objetivo del individuo y con el pro­ nóstico de acontecimientos adversos, como la muerte y la dependencia. Al paciente se le debe pedir que incluya la apreciación no solo de su estado físico, sino también del mental. Generalmente se usa la pregunta «¿Cómo considera su salud hoy?» y las posibles respuestas son «Buena», «Muy buena», «Moderada», «Mala» o «Muy mala». • Uso de medicamentos: una revisión detallada de los mis­ mos, incluidos los productos nutricionales y los naturales, es muy importante. Comprobar si existen indicaciones por más de un médico, polifarmacia, automedicación, reaccio­ nes adversas a medicamentos o abandono terapéutico es fundamental. • Cribado del dolor: toda persona adulta mayor debe tener un cribado del dolor persistente y ponderar su impacto en la función. El dolor ha de ser valorado cuantitativa y cuali­ tativamente, así como documentado en la historia clínica. Puede usarse la escala visual analógica y/o, en pacientes con deterioro cognitivo, escalas conductuales del dolor. • Evaluación del estado nutricional: la revisión sistematizada del mismo incluye un interrogatorio exhaustivo, para lo que se usan escalas e instrumentos validados, así como la antropometría, que cada vez considera más mediciones funcionales, como la fuerza prensora, entre otras. • Examen físico: incluye elementos especiales en la persona mayor, descritos en otras partes de este texto, y también la búsqueda específica de elementos asociados al resto de la evaluación. Sin embargo, al tratarse de un examen perió­ dico, se ha de hacer hincapié en la búsqueda de elemen­ tos de riesgo, como soplos carotídeos, pulsos periféricos, hipotensión ortostática o seudohipertensión. Deberá tener en cuenta la evaluación oral, el estado de los dientes y las encías, la presencia o ausencia de infecciones, y la búsqueda de carcinoma en fase precoz. En el paciente mayor es básico booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 62 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada el examen de los pies. El estado podológico es primordial en la funcionalidad y la vida de relación del individuo, por lo que debe ser periódicamente revisado por el médico o por personal de salud calificado. • Revisión del apoyo familiar y social: implica buscar ries­ gos, problemas y necesidades de apoyo y, a la vez, evaluar los recursos personales, familiares y comunitarios para enfrentar estos problemas y necesidades. Cribado de enfermedades crónicas no transmisibles La mayoría de las autoridades en temas de prevención han hecho recomendaciones en temas de detección y manejo preventivo de las enfermedades crónicas más frecuentes y en sus riesgos. En las directrices no siempre existe un consenso entre dichas autoridades, y solo desde hace relativamente poco tiempo en algunas de ellas se aprueban recomendaciones espe­ cíficas para las personas adultas mayores. En este apartado solo trataremos los aspectos más concretos y consensuados en relación con la prevención de las enfermedades crónicas más comunes: • Hipertensión: todavía no se cuenta con una evidencia clara para recomendar un intervalo de cribado óptimo. En general, se propone que se evalúe una vez cada 2 años cuando la presión arterial sea menor de 120/80 mmHg. Si la presión arterial sistólica está elevada, se deberá revaluar según los niveles de la misma: si es de 140-159 mmHg, en 6 meses; si es de 160-179 mmHg, en 2 meses, y si es igual o superior a 180 mmHg, en 1 mes. Aunque los criterios para el diagnóstico de hipertensión arterial son los mismos que los aplicados en el caso del adulto joven, especialmente la hipertensión sistólica en personas mayores de 50 años es un factor de riesgo importante de enfermedad cardiovascular, por lo que debe intervenirse. • Aneurisma de aorta abdominal: se recomienda su cribado al menos una vez en hombres fumadores o con antecedente de tabaquismo entre 65 y 75 años; en mujeres no se reco­ mienda. • Diabetes mellitus: el intervalo de cribado óptimo es des­ conocido. La American Diabetes Association, a través de una opinión de expertos, recomienda uno de 3 años. Una glucemia en ayunas y un test de tolerancia oral a la glucosa son apropiados como método de cribado, pero una prueba positiva debe ser confirmada por segunda vez. Se puede realizar el diagnóstico cuando los niveles de hemoglobina glucosilada son de más del 6,5% en dos ocasiones diferen­ tes (nivel de evidencia C). Deberá priorizarse el cribado en pacientes con una presión arterial sostenida mayor de 135/80 mmHg (nivel de evidencia A) o en aquellos con hipertensión o hiperlipidemia (nivel de evidencia B). • Hipercolesterolemia: puede ser apropiado el cribado en mayores de 60 años en quienes nunca se ha evaluado. No existen recomendaciones sobre el intervalo de tiempo reco­ mendado para el cribado o sobre la edad para detener el mismo. • Cáncer de mama: la mayoría de las autoridades sanitarias recomiendan realizar una mamografía y un examen clínico anual a todas las mujeres a partir de los 40 años y cada • • • • • 2 años entre los 50 y los 74 años. La evidencia disponible es insuficiente para recomendar la mamografía en mayores de 75 años. Existe un debate importante en torno a la falta de eficacia del autoexamen de mamas, pero, ante la imposi­ bilidad de solicitar una mamografía, puede ser de utilidad en mujeres mayores. Cáncer cervical: se aceptan intervalos de cribado con prue­ ba de Papanicolaou cada 2-3 años; en cuanto a la detención del mismo, los criterios son la existencia de histerectomía total y mujeres mayores de 70 años con tres resultados normales consecutivos o ningún resultado anómalo en los últimos 10 años. Cáncer de próstata: el cribado incluye tacto rectal y el antí­ geno prostático específico (PSA), y ha generado un gran debate entre las autoridades en los últimos años, porque no existe suficiente evidencia para hacer recomendaciones a favor o en contra del cribado del PSA y del examen digital rectal para reducir el riesgo de desarrollar cáncer de prós­ tata. En general, se piensa que el PSA no ofrece beneficios en hombres con una expectativa de vida de menos de 10 años o en los mayores de 70 años. Se recomienda que los hom­ bres dialoguen con sus médicos para tomar una decisión informada a partir de los 50 años. Los que opten por hacer las pruebas y tengan un PSA por debajo de 2,5 ng/ml puede que solo necesiten someterse a las pruebas cada 2 años. Algunos hombres pueden hacérselas con una periodicidad anual si sus niveles de PSA son mayores. Cáncer de colon: la mayoría de las recomendaciones aprue­ ban la colonoscopia cada 10 años después de los 50 años de edad y, como pruebas alternativas, el análisis inmunoquími­ co fecal anual, la sigmoidoscopia flexible cada 5-10 años y la colonografía por tomografía computarizada cada 5 años. Existen recomendaciones específicas para pacientes con alto riesgo. Debe replantearse en personas con expectativa de vida inferior a 10 años, en mayores de 80 años y en adultos mayores con muchas comorbilidades y una esperanza de vida limitada, especialmente si sus exámenes anteriores arrojaban resultados negativos. Enfermedad tiroidea: la evidencia es insuficiente para hacer recomendaciones a favor o en contra del cribado, aunque algunos autores lo consideran clínicamente prudente en pacientes mayores, especialmente en mujeres. Osteoporosis: se propone el cribado en mujeres de 65 años o más al menos una vez, pero la evidencia disponible es insuficiente para recomendar la repetición del mismo en aquellas con densidad ósea normal, así como para determi­ nar el intervalo en que debería hacerse. No existe evidencia suficiente para evaluar la relación riesgo-beneficio de su realización en hombres. Cribado de condiciones geriátricas Uno de los aspectos más importantes de la valoración geriátrica es su utilización como parte del cribado de salud, con el obje­ tivo de encontrar condiciones o problemas geriátricos que no han sido detectados, de modo que pueda intervenirse en ellos para posibilitar su modificación y evitar complicaciones en su desarrollo. Por supuesto, debe haber una relación ponderada booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 7 Estrategias de promoción y prevención en el anciano entre el nivel y la profundidad de la evaluación y el objetivo perseguido en ella. Como señalamos anteriormente, el cribado de salud puede ser realizado en los distintos niveles de atención, de diferentes maneras y por diversos actores. Su escenario por excelencia es la atención primaria de salud, cuyos profesionales cuentan con recursos y tiempo limitados para el desarrollo de este tipo de evaluación, que compite con las acciones dirigidas a otros grupos poblacionales. Es por ello por lo que, si que­ remos lograr un cribado efectivo de condiciones geriátricas, los métodos, las herramientas y los objetivos deben estar bien diseñados y encaminados a detectar de forma muy concreta, clara y sencilla los problemas en los que la intervención sea más efectiva. Ha de tenerse en cuenta que el tiempo que llevan, en conjunto, la evaluación clínica, el cribado de enfermedades crónicas y el de condiciones geriátricas excede con mucho el planificado en escenarios de primer nivel para estas actividades. Existe un sinnúmero de herramientas diseñadas para el cribado de condiciones geriátricas, la mayoría de la cuales son válidas, y algunas han sido revalidadas en diferentes lenguas, contextos y grupos poblacionales. Pueden definirse dos grandes grupos: 1. Las herramientas generales o transversales hacen un cribado rápido de varias condiciones geriátricas que son de elección en servicios de primer contacto y exámenes periódicos de salud. Estas son más sencillas, tienen una alta sensibilidad pero menor especificidad —aunque esta se incrementa con la comparación longitudinal— y detectan un deterioro que en la evaluación anterior no existía. Los aspectos que, en su mayoría, componen estas herramientas de cribado general son elementos de salud física, mental y social o socioeconómica, y se evalúan bajo un concepto de función. Algunos de los más frecuentes son la visión, la audición, el equilibrio, la marcha, la fragilidad, las caídas, la continencia, la memoria, el estado de ánimo, el sueño, el abuso y/o el maltrato, las redes sociales, la situación econó­ mica y el estado funcional. 2. En el segundo grupo están las herramientas específicas, diseñadas y validadas para el cribado de condiciones geriá­ tricas determinadas, como el Minimental State Examination de Folstein para las demencias o la escala de Yesavage para la depresión. Son muy usadas para el cribado en servicios más calificados, en consultas o en servicios de geriatría. Son instrumentos de mejor especificidad, pero, aunque son sencillos de realizar, la suma de varios de ellos conllevaría un tiempo prolongado que no sería eficiente en servicios preventivos de la atención primaria. Es bueno recordar que las actividades de cribado se pue­ den aplicar progresivamente, a través de herramientas de más sencillas a más complejas, que persigan, en primer lugar, la detección de problemas y, a partir de ello y adecuándose a la organización sanitaria específica, lograr seleccionar, ubicar y profundizar el estudio y el manejo de los problemas y los riesgos encontrados. Asesoramiento en estilos de vida El asesoramiento, o consejo, es una herramienta útil en el trabajo preventivo en todas las edades y muy en especial en 63 el caso de las personas mayores. Como se ha mencionado, a pesar de que la mayoría de las autoridades en prevención lo consideran muy valioso, su uso no está extendido y no cuen­ ta con un respaldo coherente en lo que se refiere a tiempo y recursos financieros. Por otra parte, se debate mucho sobre si son los médicos u otros profesionales de la salud los que deben desarrollarlo, para lo que requerirían entender su prioridad y recibir la formación necesaria para ello, o si las organizaciones de servicios deberían calificar a personal dedicado a dar este soporte a los individuos en riesgo, vinculándolo a otras estra­ tegias y programas comunitarios, como los de autocuidado de ayuda por pares. El consejo, especialmente el asociado al manejo de las enfermedades crónicas, no puede limitarse a explicaciones técnicas en lenguaje complejo o a recomendaciones poco exac­ tas para el manejo terapéutico o de cambios en los estilos de vida. En el caso de los mayores, las transformaciones buscadas, que necesitan sostenibilidad en el tiempo y ante diferentes condiciones y alternativas de vida, implican cambios en un modo de vida de larga duración que es considerado exitoso por algunas personas, si se tiene en cuenta la longevidad de tales individuos. No obstante, cada vez se acumulan más datos sobre la flexibilidad de las personas mayores para generar el cambio necesario para mejorar su salud, y sobre cómo muchos de estos servicios y programas, bien organizados y acompañados de otras estrategias, son cada vez más efectivos, incluso en los contextos más difíciles. El consejo puede ser muy beneficioso en: • Actividad física: la actividad física regular ha demostrado retrasar sustancialmente el inicio de las limitaciones fun­ cionales y de la pérdida de independencia. Además, mejora la calidad del sueño, la masa muscular y el apetito, así como reduce los síntomas de depresión y el uso de medicamentos. Deben explicarse su uso y sus contraindicaciones en función de las características del paciente, además de cómo prote­ gerse de los efectos adversos que también pueden existir. Incluso los pacientes con condiciones de riesgo pueden ejercitarse de forma segura, en niveles bajos, una vez que la evaluación y el tratamiento apropiado se han iniciado, y bajo estrecha supervisión. En general, se recomiendan tres tipos de ejercicio físico: el ejercicio aeróbico, los ejercicios de fortalecimiento, y los de equilibrio y flexibilidad. • Nutrición: no solo ha sido considerada como un determinan­ te de longevidad, sino también como un factor fundamental para la prevención y el manejo de muchos de los problemas de salud de este grupo poblacional. Sin embargo, generar los cambios es difícil, por lo arraigado de los hábitos y por su asociación a aspectos tanto culturales como económicos, sociales, psicológicos e, incluso, físicos, como la salud oral. El papel de los profesionales de la nutrición, que deben recibir formación en temas de gerontología la participación de otros actores familiares y/o comunitarios y la existencia de unos objetivos bien definidos y unas metas claras, asociadas a la enfermedad o a factores de riesgo, así como a otros aspec­ tos de la salud y del bienestar del individuo, como su edad y especialmente su esperanza de vida, serán básicos en la indicación y el asesoramiento. Por ejemplo, el abandono booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 64 • • • • • I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada absoluto del consumo de sal puede ser útil en el control de la presión arterial de una persona de 75 años, pero, si se asocia a una pérdida de apetito, a mala nutrición y a sarcopenia, el resultado de la salud del sujeto será mucho peor, por lo que deberán estudiarse otras alternativas. Cese del hábito tabáquico y del consumo de otras drogas ilícitas: ya se mencionó cómo, a pesar de los avances en este tema, todavía es muy activo y prevalente entre las personas mayores. Está claro que, pese a los logros de la promoción y protección de la salud, el trabajo individual y en pequeños grupos sigue siendo básico para dar el soporte adecuado al abandono del consumo de estas sustancias y a los efectos secundarios del mismo. Alcohol: su consumo suele ser poco estudiado entre las personas de edad. Se detecta poco la adicción y se trabaja menos en el consejo. Si se tienen 65 años o menos, se reco­ mienda no beber más de dos bebidas alcohólicas al día y, si se es mayor de 65 años, no tomar más de una bebida al día. Accidentes: su prevalencia es alta en personas mayores, pero se reporta poco y se subestima en las estadísticas de salud. Muchos de los accidentes se producen en el hogar. Los accidentes de tráfico no son infrecuentes, aunque en varios estudios se ha considerado que se sobrestiman en frecuencia o en gravedad. El consejo del personal sanitario es muy importante, sobre todo cuando es oportuna la retirada del carné de conducir por disminución de las capacidades físicas, mentales y funcionales del paciente. Medioambiente: los consejos en esta área, muy relacio­ nados con los accidentes y su prevención, alcanzan su máximo nivel, buscando un ambiente saludable y ami­ gable con las personas mayores. Está muy vinculado con el envejecimiento activo, mediante la garantía no solo de la salud, sino también de la protección y, por tanto, de la participación del individuo en la sociedad. En muchos casos es el entorno, y no las capacidades del individuo, el que crea las barreras que limitan el desempeño del mismo y la posibilidad de envejecer en la comunidad y sus hogares. El consejo de cómo adecuar el hogar a las necesidades que impone la vejez, pero sobre todo a las enfermedades y a la discapacidad, es prioritario. En muchos casos deberán buscarse alternativas multisectoriales y multidisciplinarias para obtener respuestas adecuadas, y la participación de la familia y de otros factores de la comunidad puede ser muy deseable. La iniciativa de comunidades y ciudades amigables con los mayores ha sido una práctica exitosa para alentar la optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad, a fin de contribuir a que la persona adulta mayor participe en igualdad de condiciones a medida que envejece (OMS, 2007). Salud sexual: es un tema usualmente escabroso que evitan el personal sanitario y los individuos mayores. Las causas son prejuicios, mitos, barreras culturales e incluso religiosas, después de vivir la mayor parte de su vida en sociedades en las que la sexualidad era entendida de otra manera. Por otra parte, también ha cambiado el contexto: el estado de salud en la vejez es mejor en la actualidad, se cuenta con nuevos medicamentos y la libertad social es mayor. Gracias a ello, cada vez más personas de edad mantienen actividad sexual hasta etapas tardías, por lo que crear oportunidades para hablar del tema, fomentar la actividad y favorecer que se desenvuelva de forma sana y segura debe ser cada vez más frecuente en los servicios preventivos para personas mayores. • Uso de medicamentos preventivos: no existe ningún caso en que se recomiende el uso de medicamentos como estrategia de prevención primaria en adultos mayores por encima de los 75 años. Así, por ejemplo, el empleo de ácido acetilsalicílico en la prevención primaria de enfermedad cardiovascularvascular no ha demostrado reducir la morta­ lidad, asociándose además a un mayor riesgo de sangrados. Sin embargo, sí ha demostrado beneficios en prevención secundaria e, incluso, actualmente en ella se consideran las terapias combinadas (ácido acetilsalicílico y clopidogrel). No se han encontrado beneficios del uso de estatinas en prevención primaria en mayores de 75 años sin factores de riesgo cardiovascular (diabetes o consumo de fármacos cardiovasculares), aunque es necesario identificar qué sub­ grupo de mayores es el que podría beneficiarse de estos tratamientos. Actualmente se recomienda que la prevención primaria con estatinas en esta población se base en una evaluación pormenorizada de riesgos y beneficios, así como en una discusión con el paciente. Inmunizaciones A pesar de que en torno a ellas existe debate, está claro que los adultos mayores envejecen cada vez más protegidos por pro­ gramas de vacunación que van siendo adquiridos a edades más tempranas. La gran mayoría de ellos mantienen su inmunidad en la vejez y no necesitan nuevas dosis. Sin embargo, en otros casos, las inmunizaciones en las personas adultas mayores han demostrado ser muy efectivas y se ha demostrado una disminución importante en la incidencia de enfermedades y muertes. Un tercer grupo de vacunas todavía no ha demos­ trado ser tan efectivo, y las recomendaciones de ellas por parte de la mayoría de las instituciones y sociedades científicas en esta población no son claras (p. ej., herpes zóster). La mayoría de las vacunas empleadas en mayores son menos inmunogénicas que en los más jóvenes, pero a pesar de ello son muy eficaces para reducir la morbimortalidad al actuar sobre poblaciones más expuestas, con mayor riesgo de eventos adversos tras las infecciones y con un sistema inmune caracterizado por la inmunosenescencia. Las recomendaciones más claras de las autoridades en temas preventivos coinciden en: • Vacuna contra la gripe: se recomienda una dosis una vez al año en todos los mayores de 65 años. Se aplica durante toda la temporada de la gripe. Se señala su importancia especial en personas que viven internas en instituciones de cuidados a largo plazo, así como en el personal sanitario que trabaja en ellas. • Vacuna contra el neumococo: se recomienda la adminis­ tración en una sola dosis de la vacuna trecevalente. • Vacuna contra el toxoide tetánico y diftérico: se ha de revi­ sar y administrar una dosis si hay una herida contaminada booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 7 Estrategias de promoción y prevención en el anciano y si la última dosis se recibió hace 10 años (o hace 5 años si la herida es grave). CONCLUSIONES Es mucha la evidencia acumulada del éxito de los programas de promoción de la salud y prevención de enfermedades en las personas mayores. No obstante, es preciso generar el suficiente interés y una necesaria adecuación de los procesos para que estos resultados se generalicen en las organizaciones de salud. Los avances que se logren para atender las necesidades de las personas mayores conseguirán mejorar la promoción y la prevención en la población general. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Leipzig RM, Whitlock EP, Wolff TA, et al. Reconsidering the approach to prevention recommendations for older adults. Ann Intern Med 2010;153:809-14. Mahmoud AN1, Gad MM, Elgendy AY. Efficacy and safety of aspirin for primary prevention of cardiovascular events: a meta-analysis and trial sequential analysis of randomized controlled trials. Eur Heart J 2019;40:607617. MMWR CDC. Use of selected clinical preventive Services among adults — United States, 2007-2010. MMWR 2012; 61(Suppl.;15 June). Mortensen, Falk, Mortensen MB, Falk E. Primary Prevention With Statins in the Elderly. J Am Coll Cardiol 2018 Jan 2;71(1):85-94. Satcher D. 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Real-Life Benefits of Statins for Cardiovascular Prevention in Elderly Subjects: A Population-Based Cohort Study. Am J Med. 2019 Jan 18; pii: S0002-9343(19)30062-2. doi: 10.1016/j.amjmed.2018.12.032. [Epub ahead of print]. Centers for Disease Control and Prevention. Administration on Aging, Agency for Healthcare Research and Quality, and Centers for Medicare and Medicaid Services. Enhancing Use of Clinical Preventive Services among Older Adults. Washington, DC: AARP; 2011. Kotwal AA, Schonberg MA. Cancer Screening in the Elderly: A Review of Breast, Colorectal, Lung, and Prostate Cancer Screening. Cancer J 2017;23:246-53. 65 booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 8 Condicionantes sociales como base de un envejecimiento exitoso, y envejecimiento rural en Latinoamérica Emiel Hoogendijk, Teresa Flores Ruano, Fernando Gómez Montes y Carmen Lucía Curcio Borrero CONDICIONANTES SOCIALES DEL ENVEJECIMIENTO EXITOSO ánimo, sentido del humor, autoestima, espiritualidad y religión, capacidad de afrontamiento, autoeficacia, autoaceptación, etc.) y sociales, en los cuales nos centramos en el presente capítulo. Envejecimiento exitoso: concepto y condicionantes Tradicionalmente, el propósito de la ciencia era favorecer la prolongación de la vida; sin embargo, en las últimas décadas la preocupación de la medicina, y en especial de la geriatría, se centra en la calidad de los años vividos y en el bienestar de los mayores, objetivo del envejecimiento exitoso. Más de medio siglo después de la introducción del término envejecimiento exitoso, no existe en la actualidad una definición estandarizada, por lo cual se han ido proponiendo múltiples enfoques. Aunque su origen data de 1950, fue en 1987 cuando alcanzó mayor popularidad con los autores John Rowe y Robert Kahn, quienes distinguieron entre «envejecimiento habitual» y «envejecimiento exitoso», y posteriormente describieron sus tres componentes principales: ausencia o baja probabilidad de enfermedad y discapacidad, buen funcionamiento físico y mental, y compromiso activo con la vida. A pesar de ser uno de los más conocidos y utilizados en la literatura, este modelo ha sido criticado por ser discriminatorio, al excluir gran parte de los ancianos, quienes con frecuencia padecen alguna enfermedad o discapacidad. Frente a esta visión biomédica, el enfoque psicosocial se basa en la satisfacción en la vida, participación, integración social y en los recursos psicológicos como elementos claves. Por otro lado, otros autores enfatizan la valoración subjetiva, tal y como defiende Robert J. Havighurst, quien considera que el éxito en la vejez es una cuestión de calidad de vida subjetiva. Con el tiempo, el enfoque de este término ha ido evolucionando y, aunque no existe una definición consensuada universal, es indiscutible que se trata de un concepto complejo y multidimensional que abarca la salud física, funcional, cognitiva, psicológica y social. Solo mediante la identificación de qué determinantes influyen en el envejecimiento será posible el desarrollo de estrategias que permitan alcanzarlo de forma exitosa. Como ya se ha comentado, interactúa una mezcla de diferentes dominios, incluyendo factores biomédicos (enfermedades médicas, estado mental y cognitivo, función física, fragilidad, sarcopenia y otros síndromes geriátricos, estilo de vida, antecedentes de caídas y síndrome de temor a caer, capacidad sensorial, trastornos del sueño, dolor, etc.), psicológicos (personalidad, optimismo, resiliencia, Condicionantes sociales que intervienen en el envejecimiento exitoso La figura 8.1, en la que más adelante se profundizará, recoge los principales factores socioeconómicos que han demostrado influir en el estado de salud. Es cierto que, puesto que no existe una única definición para el concepto de envejecimiento exitoso, los distintos estudios pueden diferir en los modelos o criterios utilizados. No obstante, un extenso campo de investigación respalda que mejores circunstancias socioeconómicas se asocian a modos de envejecimiento mejores y más saludables. Con el objetivo de sintetizar qué condicionantes se han visto implicados, se propone diferenciarlos en tres grupos: factores del individuo, redes y participación social, y características del entorno. Entre las características individuales destacan: educación, ingresos económicos, ocupación, estado civil, experiencias pasadas y condiciones de la niñez como nivel cultural y estatus social de los padres. El nivel educacional, ocupacional y los ingresos económicos se asocian positivamente con un envejecimiento más saludable, y concretamente el nivel educacional es uno de los indicadores sociales que más fuertemente se ha asociado al modo de envejecer. Esta relación ha sido analizada tanto en estudios transversales como longitudinales, demostrando que el efecto permanece con el paso del tiempo. Así mismo, se subraya la importancia de estos condicionantes durante la infancia y etapas tempranas de la vida, ya que se ha evidenciado un mejor estado de salud a largo plazo en sujetos con un mayor nivel educativo durante la niñez y con padres con mejor estatus social, económico, ocupacional y cultural. Por otro lado, si bien se ha descrito la influencia de las características del trabajo y las ventajas de un nivel ocupacional más elevado, no existe consenso general sobre el efecto de la jubilación sobre la salud. En cuanto al estado civil, los resultados son dispares e influenciados por el género. El divorcio y la viudedad, con la pérdida del apoyo del cónyuge y de las relaciones sociales que implica, se asocian a peor percepción del estado de salud. En general, tener pareja se ha asociado con efectos positivos; sin embargo, curiosamente, algunos artículos describen que, entre los hombres, los casados son los que autorrefieren mejor 66 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 8 Condicionantes sociales como base de un envejecimiento exitoso, y envejecimiento rural... 67 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Figura 8.1 Condicionantes sociales del envejecimiento exitoso y sus vías conectoras con el estado de salud. Los condicionantes sociales que influyen en el envejecimiento pueden agruparse en individuales, red y participación social, y factores del entorno. Todos ellos, de forma conjunta y en interacción, actúan a través de diferentes vías determinando el modo de envejecer de un individuo. salud, mientras que, en el caso de las mujeres, son las solteras las que relatan encontrarse mejor. No obstante, estos resultados podrían estar sesgados por el tipo de población estudiada. Por último, es esperable el impacto negativo de experiencias pasadas que hayan supuesto una situación de estrés psicosocial. Respecto a la red y participación social, se ha de resaltar la importancia de las relaciones interpersonales, el apoyo, el compromiso y la participación social. Mientras que el aislamiento se considera un factor de riesgo para la salud, numerosos estudios muestran que las conexiones sociales predicen el envejecimiento exitoso. En general, mayor número de vínculos, tanto dentro como fuera de la familia, se asocia de forma positiva a más apoyo social y, por tanto, mejores condiciones de salud. Se ha sugerido que las relaciones con amigos y fuera del ámbito familiar podrían tener incluso mayores beneficios al asociarse a un reducido riesgo de discapacidad. Todos los tipos de apoyo (monetario, instrumental, emocional, informativo y de evaluación, que implica ayuda en la toma de decisiones) son positivos. Por otra parte, también el compromiso y la participación en actividades sociales como voluntariado, comunitarias y de ocio, han mostrado ser favorables. En este contexto, se ha de mencionar el término envejecimiento activo, el cual se detalla en el capítulo 6, y aunque es un concepto distinto, aparece con frecuencia relacionado con los de envejecimiento exitoso o saludable. Hace referencia al valor de la participación social de los mayores, y es definido, según la Organización Mundial de la Salud, como «el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida, a medida que las personas envejecen». Por último, se han de considerar las características del entorno, pues desde el país hasta el domicilio particular tienen un papel crucial en el modo de envejecer. Las condiciones del país y la sociedad constituyen la base que determina la trayectoria de un individuo. Entre estas destacan la cultura, el desarrollo económico, las leyes, la política, así como la posible existencia de conflictos sociales. En los países más desfavorecidos, las probabilidades de envejecer con éxito son menores, lo que se explica por una mayor pobreza, bajo nivel de educación, desigualdades, déficit de apoyo y relaciones sociales, acúmulo de situaciones adversas de salud durante el curso de la vida y escaso acceso a recursos sociales y sanitarios tanto en la niñez como en la edad adulta. Los estudios relacionados con el envejecimiento exitoso son más limitados en este medio; no obstante, se ha visto que los condicionantes sociales que influyen son los mismos que en países más desarrollados, tal y como muestran los hallazgos al analizar comunidades africanas. De booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 68 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada la misma manera influye el área donde se reside. Mientras que las zonas urbanas permiten mayor acceso a recursos sociales y sanitarios, el envejecimiento en áreas rurales cuenta con unas características y peculiaridades tan diferentes del medio urbano que merecen detallarse en un apartado específico. En cuanto al ámbito residencial, parece que la institucionalización se asocia con una peor percepción del envejecimiento. Así se ha comprobado incluso en ancianos nonagenarios y centenarios, entre los que el envejecimiento exitoso fue más prevalente en los varones residentes en la comunidad que en las mujeres institucionalizadas. El domicilio, las condiciones de la vivienda y del vecindario, la accesibilidad a servicios de salud y recursos sociales, como centros de mayores, asociaciones e instalaciones deportivas, son también factores esenciales. Situaciones clínicas en los mayores asociadas a condicionantes sociales En la misma línea que lo desarrollado en el apartado anterior, se ha examinado la asociación entre el estado socioeconómico y diversas situaciones de salud en el anciano, lo cual refuerza la importancia de estos condicionantes en el modo de envejecer. Un nivel socioeconómico bajo se asocia con menor esperanza de vida y mayor mortalidad y morbilidad, incluso entre los sujetos de edades más avanzadas. En un reciente trabajo de Johan P. Mackenbach et al., realizado en 2017, se analizaron 17 países europeos, mostrando que en aquellos con más ingresos nacionales, mayor calidad de gobierno, más gasto en atención médica y mayores valores de autoexpresión, las desigualdades en mortalidad fueron menores. La situación socioeconómica también influye en el estado de salud mental y física. Mayor red y participación social se relaciona con tasas más bajas de deterioro cognitivo e incidencia de demencia, e influye sobre la memoria y velocidad de procesamiento, ayudando a compensar las pérdidas asociadas a la edad y en otros procesos patológicos. Por el contrario, el aislamiento, un entorno con acceso limitado a recursos, escasos ingresos familiares y bajo nivel educacional provocan efectos negativos en la capacidad cognitiva. Estas condiciones también suponen situaciones de estrés que se han asociado a síntomas depresivos y ansiedad. Por otro lado, estados socioeconómicos favorables se han vinculado a un aumento de la esperanza de vida libre de discapacidad, mientras que los adversos predisponen a la discapacidad. Asimismo, la posición socioeconómica también se ha relacionado con la fragilidad, demostrando que el bajo nivel educacional es uno de los indicadores más potente y estable. Conexión entre los condicionantes socioeconómicos y el estado de salud efecto conjunto de los condicionantes socioeconómicos sobre el envejecimiento. Dentro de este complejo entramado, se han de resaltar cinco vías principales que explican la conexión entre los condicionantes sociales y el estado de salud: 1. Acceso a recursos: una situación socioeconómica y un entorno más propicio favorecen el acceso a recursos sanitarios y sociales, con los beneficios que ello implica. Incluso en contextos donde los recursos son accesibles, un mayor nivel educativo del anciano y la familia, y el apoyo social, determinan mayor capacidad de solicitarlos con mejor conocimiento para usarlos y mayor conciencia de salud. 2. Comportamientos saludables: en general, un mayor nivel educativo y socioeconómico y la existencia de más vínculos y apoyo social predisponen a hábitos de vida más saludables, como mejores costumbres dietéticas, mayor realización de actividad física, menores conductas de riesgo y menor probabilidad de consumo de sustancias tóxicas como alcohol y tabaco. 3. Condiciones higiénico-sanitarias: mientras que estratos socioeconómicos más altos implican condiciones higiénicas óptimas, y por tanto saludables, los escenarios menos favorecidos pueden estar asociados a situaciones medioambientales insalubres, exposición a agentes nocivos y a trabajos más dificultosos y peligrosos. 4. Vías psicológicas: la educación y la integración social también operan a través de vías psicosociales, las cuales a su vez se asocian con variedad de resultados positivos funcionales y de salud. Destacan la autoeficacia, la autoestima y la capacidad de afrontamiento, la adaptación y la aceptación, modulando también las emociones, el estado de ánimo y el bienestar percibido. 5. Vías fisiológicas: el cúmulo de circunstancias adversas mantenidas predispone a situaciones de estrés crónico que contribuyen al envejecimiento acelerado y otros efectos adversos. Múltiples trabajos muestran que los sujetos con mejor soporte social tienen mejor respuesta cardiovascular al estrés, como menor aumento de la tensión arterial y de la variabilidad en el ritmo cardíaco, y se ha visto también que mujeres con mayor aislamiento social tienen mayores tasas de ateroesclerosis que las más integradas. Igualmente, la red social parece influir en los factores inflamatorios y neuroendocrinos; así, en sujetos con menor soporte social se han hallado mayores niveles de cortisol, adrenalina y noradrenalina. Por otro lado, múltiples estudios han corroborado la conexión entre las redes sociales y el sistema inmunitario, y se ha objetivado que el aislamiento y las pérdidas de apoyo social comprometen la inmunocompetencia. Implicaciones clínicas y en salud pública Paralelamente a la investigación sobre la relación entre el estado socioeconómico y de salud, multitud de teorías y trabajos han surgido mostrando el interés por justificar su nexo. En primer lugar, se debe señalar que aunque todos los condicionantes previamente referidos tienen consecuencias individuales, es la combinación de ellos la que determina su principal efecto. Por ello, cada vez más estudios analizan modelos de agrupaciones de factores en lugar de examinarlos por separado. Así mismo, estos condicionantes interactúan entre sí de tal manera que unos pueden influir sobre los otros. La figura 8.1 resume el Por lo ya expuesto, es incuestionable que los condicionantes sociales constituyen un pilar fundamental para lograr envejecer de forma exitosa, de lo cual se deducen los beneficios en términos de salud y función y, por tanto, económicos, de un plan de valoración y actuación adecuado a este respecto. La actuación en la vida temprana mediante la educación y la cobertura de necesidades, eliminando las desigualdades desde los primeros años, supone evidentemente el sostén principal que determinará el resto de la trayectoria de los individuos. Los aspectos sociales condicionan la manera en la que se envejece, booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 8 Condicionantes sociales como base de un envejecimiento exitoso, y envejecimiento rural... 69 por lo que debe aprovecharse el ámbito público y sanitario para promocionar la participación en actividades sociales y transmitirles sus beneficios tanto a los sujetos mayores como a la sociedad en general. Los planes políticos deberían incluir programas específicos y recursos que fomenten el apoyo, la participación e interacciones sociales en los ancianos, pues constituyen una inversión crucial para lograr el envejecimiento exitoso de la población. Latinoamérica, alrededor del 82% tiene menos de 5 años de educación formal. Esta situación de casi analfabetismo hace que la población campesina esté en franca desventaja, puesto que se ha insistido en que la baja escolaridad constituye un factor de riesgo para desarrollar enfermedades y dependencia, y además es un obstáculo para la realización de programas de prevención, lo que afecta tanto al conocimiento como a las actitudes frente a la enfermedad que se padece y la detección y control de los factores de riesgo. ENVEJECIMIENTO RURAL EN LATINOAMÉRICA Percepción del envejecimiento en áreas rurales El envejecimiento rural tiene varias características comunes, tanto en los países de altos como de bajos ingresos, y son las siguientes: • El promedio de ingresos en los ancianos del área rural es generalmente menor que el de los ancianos urbanos. • Los niveles educativos son más bajos comparados con su contraparte urbana. • Los ancianos en el área rural tienen mayores problemas de salud y en general más graves. Además, los problemas de salud mental son menos diagnosticados y no son fácilmente tratados. • Los servicios de atención en salud son escasos, menos accesibles y más costosos que en el área urbana. • El transporte público tanto intra- como interregional generalmente es más necesario, pero mucho menos disponible que en el área urbana. En el mundo rural, la percepción del envejecimiento está estrechamente relacionada con la discapacidad para trabajar. En el campo, la mayoría de los ancianos son productivos y mantienen un elevado nivel de actividad física hasta edades muy avanzadas y autoperciben la vejez cuando ya no se puede trabajar más. En un estudio reciente en ancianos indígenas ecuatorianos se encontró que el envejecimiento se asume como la incapacidad para trabajar, que origina inevitablemente la pérdida de identidad y autoestima, por lo que es aceptado como un proceso inevitable de deterioro que produce una disminución de su valor ante la comunidad y, por lo regular, produce sentimientos de tristeza y depresión. Por otro lado, en este mismo estudio, dos conceptos al envejecer son claves en el mundo indígena, la fe religiosa y la posibilidad de transmitir sus experiencias a las nuevas generaciones. Aspectos sociodemográficos del envejecimiento en áreas rurales Envejecimiento exitoso y estado de salud en áreas rurales Entre el 15 y el 48% de la población anciana en el mundo vive en áreas rurales. Aunque en el pasado las áreas rurales tenían porcentajes más altos de ancianos, esta tendencia parece estar cambiando en los últimos años, con una disminución progresiva. Mientras que en las zonas urbanas, en general, el porcentaje de mujeres ancianas es mayor que el de los hombres, en las zonas rurales es mayor la proporción de hombres. Además, alrededor del 10% de la población en este medio vive sola en hogares unipersonales. Actualmente, los ancianos rurales difieren del estereotipo idílico creado previamente. Comparado con los ancianos urbanos, aquellos tienen ingresos más bajos, son más pobres y tienen menos educación formal. Una característica importante es la disminución de los ingresos en las economías rurales tradicionales. Por ejemplo, en Latinoamérica, el 46% de la población rural es pobre comparada con el 30% de la población de zonas urbanas. Como se ha mencionado en el apartado anterior, la relación entre bajo ingreso y salud deficiente se halla claramente establecida. Esto, aunado a las precarias condiciones de producción y de cobertura de los servicios sociales y de salud, hace que la población campesina sea de alto riesgo. Además, las malas condiciones del medio ambiente en el que se vive o el estilo de vida en zonas deprimidas y pobres pueden ser deletéreos para la salud. Dentro de los grupos de riesgo, los ancianos representan un grupo poblacional sometido a gran cantidad de situaciones adversas, y los ancianos de zonas rurales presentan muchos más riesgos que los de áreas urbanas. Por tanto, si a la condición de viejos se le suma ser de una minoría procedente del área rural, su vulnerabilidad puede potenciarse. Los bajos niveles de escolaridad en los ancianos campesinos son constantes en todo el mundo. Por ejemplo, en De acuerdo con las características definidas para el envejecimiento exitoso, podría concluirse que solamente un porcentaje pequeño de ancianos rurales tiene los parámetros necesarios para vivir sin discapacidad y con una adecuada calidad de vida. El impacto de los niveles de pobreza y el bajo nivel educativo dificultan enormemente estas aspiraciones en este medio. Existen varios subgrupos de riesgo en áreas rurales: un 10% que tiene dificultades o dependencia en sus actividades de la vida diaria básicas, un 5% que vive solo, especialmente hombres sin redes de apoyo, un 15% con problemas visuales importantes por cataratas y un 10% con depresión grave. Es notable que en áreas rurales hay mayor prevalencia tanto de depresión como de demencia, mayor en hombres, así como de abuso de sustancias, especialmente alcohol. Al igual que en los ancianos urbanos, el promedio de enfer­ medades crónicas es de tres, y las más frecuentemente informadas son: enfermedad cardíaca, diabetes mellitus, hipertensión, depresión, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cáncer y artrosis. Múltiples estudios muestran que los ancianos rurales tienen mayor cantidad de discapacidades que los ancianos urbanos, especialmente de movilidad. La superposición de discapacidades muy graves (como la enfermedad cerebrovascular) y discapacidades progresivas (como la artrosis) tienen un impacto devastador en el área rural. En cuanto a la fragilidad, la prevalencia informada en áreas rurales está entre el 4 y el 16%, y de prefragilidad entre el 42 y el 45%. Los factores de riesgo relacionados con la fragilidad en áreas rurales son edad avanzada, género femenino, presencia de comorbilidades, dependencia en las actividades de la vida diaria tanto en su nivel básico como instrumental, presencia de depresión, deterioro cognitivo y una mala autopercepción de salud. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 70 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Por otro lado, algunos estudios han mostrado que entre el 11 y el 23% de los ancianos rurales tienen una ingesta nutricional inadecuada, puesto que siguen dietas con exceso de carbohidratos y con bajos niveles de calcio y hierro. Se ha observado que las mujeres campesinas consumen menores cantidades de las recomendadas en cuanto a proteínas, vitaminas A, C, E, B6 y B12, así como de algunos minerales como calcio, fósforo y magnesio. Además, de forma paradójica, el consumo de frutas y verduras es menor que en la ciudad. Se ha insinuado que estos problemas nutricionales pueden ser debidos a dificultades de transporte, situación económica o accesibilidad a alimentos, lo que obliga a seguir un cierto tipo de dieta según las condiciones de supervivencia en que se encuentre el anciano rural. Modelos sociosanitarios para ancianos rurales Los ancianos rurales tienen un mayor número de problemas relacionados con la asistencia sanitaria: por lo regular, tienen una baja accesibilidad a los servicios, grandes distancias para acceder a la atención, que a menudo es solamente de enfermería, precarias condiciones de las vías de acceso y dificultades en el transporte público, lo que, sumado a la falta de personal capacitado y la carencia de educación e información a la comunidad, los torna más vulnerables. En cuanto a recursos de salud, la gran desventaja del anciano rural es no contar con una estructura formal de ayuda durante los períodos de crisis, puesto que no se cuenta con servicios de urgencias cercanos, la posibilidad de atención profesional está restringida a tiempos muy cortos y el seguimiento se hace difícil ante las dificultades de accesibilidad a las zonas donde habitan; es decir, la atención sanitaria está francamente deteriorada, puesto que existen menos medios disponibles, se tiene menor accesibilidad a ellos, son más costosos y la calidad en ocasiones es deplorable. A pesar de que las minorías étnicas tienen acceso gratuito a los servicios de salud, la persistencia de ciertos aspectos de la mala calidad en la prestación de los servicios a los ancianos es frecuente; por ejemplo, el bajo nivel de competencia del personal para resolver problemas geriátricos, la falta de cumplimiento de protocolos de tratamiento basados en la evidencia, la escasez de medicamentos y la rotación constante del personal que atiende. Por otro lado, como ya se ha mencionado, las barreras geográficas impiden a estas poblaciones el acceso a los servicios de salud, debido a la distancia y a los medios y costes de transporte, así como al aislamiento geográfico en determinadas épocas del año. Además, si bien la atención es gratuita, el coste real de la atención, incluidos los gastos adicionales para transporte, alimentación, hospedaje, atención a la familia, medicamentos y pérdida de días laborales, plantea un reto a la prestación de los servicios de salud para los ancianos rurales. Asimismo, muchos estudios muestran que lo que realmente está sucediendo en el mundo rural en cuanto a los servicios sociales y de salud es que se han trasladado los esquemas y soluciones del mundo urbano al rural, lo que ha dado como resultado unos servicios que no cubren las demandas de los ancianos rurales, por no adaptarse a las características de estos. Los ancianos rurales comparten con los urbanos el hecho de que son ancianos, pero tienen características diferentes. Por citar solo algunas, es diferente el hábitat, diferentes las relacio- nes, de forma diversa se satisfacen las necesidades y, finalmente, también las necesidades son distintas. El anciano urbano es, generalmente, anónimo para el resto de los habitantes de la ciudad; el anciano rural tiene personalidad y es conocido por todos y cada uno de los habitantes de su pueblo. Los servicios proporcionados a los ancianos rurales deben tener en cuenta estas circunstancias y ofrecerse de manera que se satisfagan estas necesidades diferenciales, que no aparecen en los urbanos. En la figura 8.2 se muestra un esquema hipotético de los modelos sociosanitarios que requieren los ancianos en el área rural. Peculiaridades del proceso clínico en el medio rural Dificultades en los procesos diagnósticos La ausencia de disponibilidad de exámenes complementarios de laboratorio y pruebas de imagen en el momento en que se requieren es un obstáculo considerable en el manejo de problemas agudos de ancianos rurales. La inexistencia de un modelo integrador de abordaje de los problemas de los ancianos y el concepto de que para cada síntoma debe existir un examen y una solución o medicamento, hace que se dificulte enormemente llegar a diagnósticos precisos y solo se maneja la presunción diagnóstica, que conlleva riesgos de iatrogenia y polifarmacia en el anciano. Otras situaciones que dificultan los procesos diagnósticos en el área rural son los altos costes que deben asumir el paciente y la familia, puesto que la realización de algún examen siempre implica traslados a otros municipios y en ocasiones gastos de alojamiento y alimentación por las grandes distancias que se deben recorrer. Planes de tratamiento En los ancianos, la disponibilidad o no de recursos de atención sanitaria influye considerablemente en el estado de salud. La valoración de ancianos está dirigida a identificar problemas y discapacidades funcionales para ofrecer y organizar el tratamiento y el seguimiento. Sin embargo, es evidente que en las áreas rurales estos se establecen con base en otros parámetros diferentes a las necesidades reales del anciano; la capacidad socioeconómica, los recursos terapéuticos existentes en ese momento y otros factores como distancia de la vivienda o disponibilidad de cuidadores determinan los planes de tratamiento. Además, la inexistencia de equipos e infraestructura adecuada hace que no se pueda ofrecer un manejo integral a la situación del anciano rural. Un problema frecuente es que se lleva a cabo el diagnóstico, pero no hay opción de tratamiento en ese momento y se generan más problemas que cuando no se sabía que existía la enfermedad. Además, el bajo nivel educativo constituye un obstáculo constante para un plan de tratamiento exitoso. Problemas con el seguimiento El principal obstáculo en la instauración de modelos de atención al anciano en las áreas rurales es la irregularidad en cuanto a financiación, que dificulta su viabilidad a largo plazo, puesto que el vaivén de los presupuestos anuales para salud hace que los escasos ingresos se inviertan en otros grupos poblacionales tan vulnerables como ellos, como los niños o las mujeres embarazadas. El cuidado a largo plazo está basado en redes de apoyo primarias exclusivamente, sin posibilidad de tener otras booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 8 Condicionantes sociales como base de un envejecimiento exitoso, y envejecimiento rural... 71 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Figura 8.2 Modelos de atención sociosanitaria necesarios en el área rural. opciones de modelos de atención, lo que origina estrés y agobio cuando un anciano discapacitado requiere cuidado, puesto que la base de la subsistencia en el área rural viene dada por la productividad de todos los integrantes del núcleo familiar. Otro problema que dificulta el seguimiento es la migración ruralurbana, especialmente cuando se presentan discapacidades muy graves o por desplazamiento forzado. Además, se deben tener en cuenta las limitaciones en medios de transporte y sistemas de contacto por las grandes distancias y por las dificultades de comunicación en la mayoría de las áreas rurales. Como conclusión, dentro de los grupos de riesgo definidos, los ancianos representan un grupo poblacional sometido a gran cantidad de factores de riesgo. Si a la condición de viejos se le suma ser campesinos pobres, con mínimo nivel educativo, regular autopercepción de salud y gran cantidad de problemas de salud y con dificultades visuales, se puede concluir que lograr un envejecimiento exitoso o satisfactorio en ancianos campesinos es una proeza, y tal como se concluyó en la primera conferencia global sobre envejecimiento rural realizada en EE. UU. en el año 2000, se puede decir que el anciano rural... es un sobreviviente sorprendente. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Berkman LF, Glass T, Brissette I, et al. From social integration to health: Durkheim in the new millennium. Soc Sci Med. 2000;51(6):843-57. Carver LF, Buchanan D. Successful aging: considering non-biomedical constructs. Clin Interv Aging 2016;11(11):1623-30. Coward RT, Krout JA. Life Circumstances and Distinctive Features. Aging in Rural Settings. New York, New York: Springer; 1998. Curcio Borrero CL, Pineda Isaza A, Rojas AM, et al. 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Todos los derechos reservados. 9 Modificaciones farmacocinéticas y farmacodinámicas en el anciano Joaquín Jordán Bueso, María Jesús Garrido Cid e Iñaki Fernández de Trocóniz Fernández INTRODUCCIÓN Con frecuencia, durante el tratamiento terapéutico de personas mayores, observamos un aumento en la variabilidad interindividual de la acción de los fármacos. Esta alteración puede ser debida, en gran parte, a los cambios fisiológicos que acompañan al anciano durante el envejecimiento y que tienen como consecuencia modificaciones tanto en los procesos farmacocinéticos como en los farmacodinámicos. La farmacocinética estudia los procesos a los que un fármaco se somete desde el momento de su administración hasta su total eliminación del organismo. Su objetivo es establecer las pautas de dosificación más racionales de acuerdo con las características del paciente y, de esta forma, asegurar el éxito de un tratamiento farmacológico eficaz y seguro. Este objetivo se alcanza caracterizando cuantitativamente, a través de los correspondientes parámetros, aquellos procesos fisiológicos responsables de la incorporación del fármaco al organismo y de su disposición. La disciplina de la farmacocinética trata de establecer, fundamentalmente, las relaciones entre los procesos que afectan al medicamento y a la fisiología del paciente. Estos procesos objeto de estudio de la farmacocinética son la liberación, absorción, distribución, metabolismo y eliminación, denominados «procesos del sistema LADME». Las modificaciones farmacocinéticas pueden provocar alteraciones significativas en los niveles de concentración plasmática, tanto total (CP) como libre (Cu), de un fármaco, los cuales son, a su vez, responsables de la eficacia y de la seguridad del tratamiento. Muchas de las características relacionadas con el envejecimiento representan una alteración en la fisiología del paciente con respecto al individuo adulto sano. Esta alteración puede ocasionar cambios en los niveles del fármaco en el lugar de acción, con la consiguiente modificación en la respuesta. GENERALIDADES Para comprender las modificaciones en el comportamiento farmacocinético en el paciente anciano, es necesario tener presente la relación entre parámetros farmacocinéticos y propiedades fisiológicas, así como el impacto que esta relación tiene en las curvas de niveles de concentración plasmática. Desde una perspectiva farmacocinética, la edad avanzada se caracteriza por una pérdida progresiva de la funcionalidad en la mayoría de los órganos, en especial y de forma más acusada en la capacidad de excreción del riñón (no tanto en la actividad metabólica del hígado). Además, las patologías asociadas a la edad pueden tener un efecto adicional en el comportamiento farmacocinético debido a la politerapia que exige el tratamiento de las mismas. En este apartado se pretende revisar, de forma muy general, los principios de farmacocinética que, sin duda, permiten interpretar y anticipar las modificaciones en el comportamiento cinético de medicamentos en el anciano. En la figura 9.1 se representan las ecuaciones correspondientes a aquellos parámetros farmacocinéticos cuyos valores se utilizan para seleccionar la dosis a administrar y el intervalo de dosificación. Por ejemplo, en el apartado A puede observarse cómo la semivida biológica (t1/2) depende por igual del volumen aparente de distribución (V) y del aclaramiento total (CL), y cómo tanto el CL como la biodisponibilidad (F) afectan al área bajo la curva (AUC) de niveles de concentración del fármaco en plasma. Se aprecia también que, una vez alcanzado el estado de equilibrio estacionario tras un régimen de dosificación múltiple (apartado B), tanto las concentraciones máximas (Cmáx_ee) como los niveles mínimos (Cmín_ee) en el intervalo de dosificación se ven afectados por la velocidad de absorción (KA) y por t1/2. Sin embargo, la concentración media en el intervalo (Cee) únicamente depende del valor de CL, de F y del intervalo de dosificación (τ). Por otro lado, el tiempo para alcanzar el estado de equilibrio estacionario depende exclusivamente del valor de t1/2. La figura 9.2 permite explorar de una manera sencilla el impacto que, sobre un perfil de concentración en plasma, provocan los cambios en determinados parámetros farmacocinéticos. En el caso del panel izquierdo (A), puede observarse que un aumento en V y una disminución en la misma proporción en CL llevan a un incremento de t1/2. Por su lado, el cambio en V no modifica el valor de AUC, pero disminuye proporcionalmente el valor de la concentración inicial (C0). Sin embargo, un cambio en CL afecta al valor de AUC, tal y como se observa en la gráfica. En el panel central (B), al modificarse el valor de F, la curva de niveles plasmáticos se desplaza verticalmente. Una disminución en la velocidad de absorción representada por la constante de velocidad de primer orden (KA) viene reflejada por una reducción del valor de concentración máxima (Cmáx) y un incremento de tmáx o el tiempo al que se obtiene la Cmáx. Este cambio puede, incluso, provocar el fenómeno denominado «flip-flop», en el que la velocidad 72 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 9 Modificaciones farmacocinéticas y farmacodinámicas en el anciano 73 de caída de los niveles en plasma refleja la semivida biológica asociada al proceso de absorción y no al de eliminación. Por último, tal y como se aprecia en el panel derecho (C), cuando el fármaco es perfundido por vía intravenosa a velocidad constante, cambios en V no afectan al valor de Cee sino solo al tiempo necesario para que se alcance ese estado estacionario. Cambios en CL afectarán tanto al tiempo necesario para alcanzar el estado de equilibrio estacionario como al valor de concentración correspondiente. Ahora bien, ¿cómo se relacionan los parámetros farmacocinéticos comentados con la fisiología del paciente? A continuación se revisan las bases de la relación entre la cinética de principios activos y las características fisiológicas. Con respecto a la absorción, en lo relativo tanto a la velocidad (KA) como a la magnitud (F), resulta difícil encontrar pautas generales. Por ejemplo, en ocasiones la presencia de alimentos en el tracto intestinal o un cambio en la motilidad intestinal pueden afectar a la absorción, pero otras veces pueden no tener repercusión. Dietas, actividad física, hábitos, tratamientos concomitantes y la necesidad de cambios en la vía y el modo de administración son factores a tener en cuenta en el paciente anciano, ya que pueden influir en la absorción de los medicamentos. El volumen aparente de distribución de un fármaco afecta al nivel de concentración máximo en el plasma y al valor de su semivida biológica. La ecuación 1 permite establecer la relación entre V y determinados factores fisiológicos: © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. v = vp + v T × Figura 9.1 Expresiones farmacocinéticas básicas que hacen referencia a las diferentes vías de administración de un principio activo, en dosis única (A) o en dosis múltiples (B), y que confiere al organismo características de un único compartimento (modelo monocompartimental). AUC, área bajo la curva de niveles de concentración plasmática; C0, concentración plasmática inicial; Cee, concentración media en el estado de equilibrio estacionario; Cee, concentración plasmática en el estado de equilibrio estacionario; CL, aclaramiento total; Cmáx, máxima concentración plasmática; Cmáx_ee, Cmáx en el estado de equilibrio estacionario; Cmín_ee, Cmín en el estado de equilibrio estacionario; D, dosis de fármaco administrada; F, biodisponibilidad (= 1, para la administración intravenosa); k, constante de velocidad de eliminación de primer orden; K 0, velocidad de perfusión constante; KA, constante de velocidad de absorción de primer orden; t1/2, semivida biológica; tee, tiempo para alcanzar el estado de equilibrio estacionario; tmáx, tiempo al que se alcanza Cmáx; tmáx_ee, tiempo al que se alcanza Cmáx_ee tras la administración; V, volumen aparente de distribución; τ, intervalo de dosificación. fu fuT [1] donde VP, representa el volumen plasmático, y VT, el volumen de agua corporal en el que el fármaco es capaz de distribuirse. Para un individuo adulto de 70 kg de peso, el valor de VP es aproximadamente de 3 l, mientras que el de VT puede variar entre 0 y 39 l. Por otro lado, fu y fuT hacen referencia a la fracción de fármaco libre en plasma y en tejidos, respectivamente, y varían entre 0 y 1. La ecuación 1 resulta interesante porque permite interpretar e incluso anticipar cambios en V en función de diversas patologías y/o cambios fisiológicos, como, por ejemplo: 1) los cambios en la composición corporal (aumento de tejido graso) pueden afectar a VT (principalmente para fármacos liposolubles) y, por tanto, a V, con su consiguiente repercusión en Cmáx y t1/2, tal y como se refleja en el ejercicio teórico de simulación de la figura 9.2; 2) los cambios en los niveles de proteínas en plasma pueden afectar al valor de fu, en especial para el caso de fármacos muy unidos a proteínas plasmáticas, y 3) la coadministración de otros medicamentos puede ocasionar fenómenos de desplazamiento de un fármaco en relación con su unión a proteínas plasmáticas, modificando así el valor de fu y de V. En el paciente anciano, los tres casos comentados pueden darse incluso de manera simultánea. El aclaramiento es el parámetro farmacocinético más relevante. Este parámetro condiciona la exposición del paciente al medicamento a través del AUC de niveles plasmáticos, además de condicionar, junto con V, el valor de t1/2. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 74 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 9.2 Los perfiles de tiempo (en color verde oscuro) y de concentración (en verde claro) representan las siguientes alteraciones: A, un aumento del volumen aparente de distribución (V) y una disminución del aclaramiento total (CL); B, una reducción de la biodisponibilidad (F) y de la constante de velocidad de primer orden (KA), y C, un incremento del V y del CL, todos ellos comparados con un comportamiento farmacocinético de referencia representado por los perfiles en negro. El aclaramiento total es la suma de los distintos aclaramientos, el correspondiente al metabolismo (CLH), a la excreción biliar (CLbil) y a la excreción renal (CLR). La ecuación 2 relaciona CLH y las características fisiológicas del paciente: CLH = CLint × fu × φ CLint × fu + φ [2] donde φ se refiere al valor de la perfusión sanguínea en el hígado, y CL int, al aclaramiento intrínseco, que se define como la máxima capacidad del órgano para aclarar un volumen de sangre por unidad de tiempo en ausencia de todo tipo de limitaciones (perfusión y unión a proteínas plasmáticas). Así, cambios en la perfusión asociados a la edad pueden tener impacto en el aclaramiento, al igual que una disminución en la síntesis o actividad de ciertas enzimas hepáticas y/o la presencia de fármacos que compitan por la misma enzima metabolizadora. Los posibles cambios en fu comentados para el caso del parámetro V tienen igual significación para CLH. La ecuación 2 hace referencia al aclaramiento sanguíneo en el hígado, cuyos límites son 0 y el valor de la perfusión (90 l/h en un individuo adulto sano). La transformación del aclaramiento sanguíneo en plasmático (CLP,H), y viceversa, se realiza a través de la siguiente igualdad: CLH × CS = CLP,H × CP donde CS es la concentración de fármaco en sangre. Otro parámetro importante a considerar es la tasa de extracción hepática (EH), que se define como el cociente entre CLH y φ [EH = CLH/φ], y cuyos valores están comprendidos entre 0 y 1. Para fármacos con una EH baja (0,7), CLH será igual a φ. Además, teniendo en cuenta que el efecto de primer paso constituye una de las causas para una biodisponibilidad menor que el 100%, y que esta se define como 1 − EH, se observa que cambios en CLint, en fu y en φ pueden afectar también al valor de F. El aclaramiento renal (CLR) es el resultado de tres procesos: filtración, secreción y reabsorción tubular. Los dos primeros contribuyen a la excreción, mientras que el tercero dificulta la eliminación. La filtración glomerular es igual al producto de la tasa de filtración glomerular (TFG) y de la fracción de fármaco libre en plasma (TFG × fu). La secreción tubular es un proceso activo semejante a los procesos de metabolismo y, por tanto, se ve afectado por factores similares a CLH. La reabsorción tubular es un proceso importante que afecta a la forma no ionizada de fármacos liposolubles. La presencia de diuréticos y de cambios en el pH urinario puede afectar al proceso de reabsorción de determinados principios activos. Los posibles cambios en el comportamiento farmacocinético como consecuencia de la edad, que siempre implica ciertas patologías, tratamientos farmacológicos adicionales y cambios fisiológicos, deben ser valores con criterio y establecerse desde un profundo conocimiento del principio activo. Por ejemplo, un cambio en VT (debido a la pérdida de agua y al incremento del tejido graso) influirá si la distribución del fármaco es extensa. Por otro lado, cambios en f u solo afectarán si la unión a proteínas plasmáticas es muy alta. Cambios en la dotación enzimática afectarán al aclaramiento de fármacos que se eliminen en una proporción significativa por el hígado y asociados a una EH baja. Otro aspecto a tener en cuenta es la magnitud de la variabilidad entre pacientes. Así, cambios en la dotación enzimática, en la actividad y en booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 9 Modificaciones farmacocinéticas y farmacodinámicas en el anciano la expresión asociados al envejecimiento pueden permanecer enmascarados por la propia variabilidad entre pacientes de distinta edad. La eliminación de fármacos de carácter ácido o básico débil, con un determinado valor de pKA, suficientemente liposolubles y no ionizados, que se excreten principalmente por vía renal, se verá afectada por diuréticos y cambios en el pH urinario. El valor del aclaramiento de creatinina tendrá un impacto en el aclaramiento renal si es esta la vía de eliminación predominante. Por tanto, cada fármaco debe ser evaluado de manera individualizada de acuerdo a los criterios generales comentados en este apartado. A continuación, se analiza en detalle cada uno de los procesos del sistema LADME bajo la perspectiva concreta de la población anciana. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. ALTERACIONES EN LOS PROCESOS DE LIBERACIÓN Por «liberación de un fármaco» entendemos la salida del fármaco contenido en la especialidad farmacéutica administrada que lo vehiculiza, con el fin de que esté disponible en su lugar de absorción. De forma general, podemos afirmar que los factores que influyen en la liberación de los fármacos son propiedades ajenas al paciente. Entre ellas, las más importantes son las características de la forma farmacéutica. Por ello, la liberación del fármaco en el paciente anciano no difiere de la que se registra en las demás edades. No obstante, la fisiología del lugar de absorción puede afectar a la liberación, por ejemplo, movimientos peristálticos, dieta (en el caso de la administración oral), actividad física, flujo sanguíneo periférico o composición corporal (tras administración por vía subcutánea o intramuscular). Así, si el tránsito de los medicamentos a través del esófago está enlentecido, puede aumentar el riesgo de producción de úlcera en su mucosa y, en determinadas situaciones, se han descrito casos de aspiración que limitan seriamente la posibilidad de emplear esta vía. Para subsanar este problema, los fármacos deben ser administrados con suficiente cantidad de líquido, para que su paso se vea facilitado. También se ha descrito una disminución en el tiempo de vaciamiento gástrico, lo que puede provocar una degradación del principio activo (p. ej., en la administración de levodopa). Para evitar este inconveniente disponemos de especialidades farmacéuticas recubiertas de un material entérico que evita su degradación y los posibles daños que puedan causar las sustancias irritantes, como el ácido acetilsalicílico, en el revestimiento del estómago. No obstante, puede ocurrir que, en ancianos, este revestimiento protector no siempre se disuelva y, concretamente, el fármaco sea eliminado intacto en las heces. Por todo ello, en el momento de la prescripción, el geriatra debe tener en cuenta las diferentes presentaciones farmacéuticas existentes, y elegir aquellas que favorezcan la administración de los fármacos y la adherencia al tratamiento. Es frecuente que el anciano presente inconvenientes con el tamaño de los comprimidos, dificultad para la deglución, 75 así como para recordar la pauta de medicación, la forma y el color del envase, e inconvenientes con la polifarmacia o con pautas complicadas. ALTERACIONES EN LOS PROCESOS DE ABSORCIÓN La absorción es la verdadera entrada del fármaco en la circulación sistémica y engloba los procesos que rodean el paso de aquel desde el lugar de liberación hasta el torrente sanguíneo central. Esta se encuentra modulada tanto por factores propios de los fármacos (hidrosolubilidad, coeficiente de reparto y peso molecular, pKA) como por el lugar de absorción (superficie disponible, flujo de sangre, tiempo de contacto, pH del lugar de absorción y permeabilidad). En la evaluación de este proceso es importante tener en cuenta dos aspectos: la velocidad (KA) y la magnitud (F). Las alteraciones en el proceso de absorción que se establecen en el anciano dependen, en gran medida, de la vía de administración utilizada. Vía oral Los fármacos administrados por vía oral se absorben en el tracto gastrointestinal. La absorción comienza en la boca y el estómago, pero se efectúa principalmente en el intestino delgado. Para alcanzar la circulación general, el fármaco debe atravesar, primero, la pared intestinal y, luego, el hígado, donde puede ser metabolizado (efecto de primer paso caracterizado por la EH ya comentada antes), con lo que disminuiría la cantidad absorbida. La absorción de los fármacos puede verse modificada debido a las alteraciones fisiológicas del aparato digestivo asociadas al envejecimiento. Entre ellas adquieren especial relevancia: • Aclorhidria. Afecta a la absorción de fármacos con carácter ácido débil. Un ejemplo son los fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE). En la población anciana se ha descrito un retraso en el comienzo del efecto analgésico o antiinflamatorio en un porcentaje importante de pacientes. Otro ejemplo lo constituyen los antibióticos de carácter ácido, en los que este retraso en la absorción hace que aumente el tiempo necesario para alcanzar el valor de Cmáx. Si el antibiótico utilizado tiene un efecto bactericida dependiente de la concentración, su eficacia puede disminuir de forma significativa. Por el contrario, los fármacos de carácter básico débil tenderán a no estar ionizados y difundirán mejor a través de las membranas, por lo que aumentará su absorción. • Retraso del vaciamiento gástrico como consecuencia de la disminución de la motilidad y del tono muscular de la fibra muscular lisa gástrica. Dicho retraso da lugar a un aumento en la absorción de medicamentos ácidos (que, en todo caso, no llega a compensar el descenso que produce la aclorhidria) y a una disminución en la absorción de fármacos de carácter básico. Por tanto, la absorción de los antiácidos con sales de aluminio, de los analgésicos narcóticos, de los anticolinérgicos o de los medicamentos con efectos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 76 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada anticolinérgicos (p. ej., fenotiazinas, antiparkinsonianos, antidepresivos tricíclicos, etc.) resulta alterada. • Disminución de la motilidad intestinal debida a la atrofia de la mucosa intestinal producida durante el envejecimiento. Provoca una disminución de la absorción por vía oral, si bien este efecto puede ser compensado por un mayor tiempo de tránsito intestinal, lo que favorece la liberación y el paso a través de la membrana del intestino para aquellos fármacos con permeabilidad limitada. • Disminución del flujo sanguíneo esplácnico, el cual se asocia de forma paralela a una reducción de la absorción de fármacos. En un adulto de 30 años, el flujo esplácnico se sitúa alrededor de los 950 ml/min/m2, mientras que, en un anciano de 70 años, es de aproximadamente 650 ml/min/m2. • Reducción de la superficie de absorción. Esta se asocia a la atrofia de la mucosa gástrica o a una disminución de las vellosidades intestinales. Además, también se ha observado una reducción del número de células activas en la pared intestinal y, por tanto, una menor capacidad de absorción. • Alteración de los sistemas de transporte activo desde la luz intestinal hacia el torrente sanguíneo. Por otro lado, la coadministración de fármacos puede modificar sensiblemente la absorción de los mismos. Por ejemplo, la colestiramina disminuye la absorción de tiazidas, fenobarbital, anticoagulantes, tiroxina, digitálicos, ácido acetilsalicílico, paracetamol y penicilina, mientras que los antiácidos reducen la absorción de clorpromazina, tetraciclinas, cimetidina, isoniazida y penicilamina. No podemos obviar la mayor incidencia en la población anciana de enfermedades e intervenciones quirúrgicas, como las gastrectomías, la estenosis pilórica, la pancreatitis, la enteritis regional o la presencia de síndromes de malabsorción, vómitos, diarrea o estreñimiento, que afectan a los procesos de absorción (tabla 9.1). Vía intramuscular Las alteraciones farmacocinéticas asociadas a la administración de fármacos por vía intramuscular en pacientes ancianos están condicionadas, principalmente, por dos factores: la disminuTABLA 9.1 Variaciones farmacocinéticas asociadas al proceso de absorción en el paciente anciano Alteración fisiológica Consecuencia ↑ pH gástrico: reducción de la producción de ácido gástrico ↓ Velocidad de vaciamiento gástrico, motilidad gastrointestinal, flujo sanguíneo gastrointestinal y superficie de absorción ↑↓ Solubilidad ↓ Degradación gástrica de fármacos ácido-sensibles ↓ Velocidad de absorción de nutrientes ↓ Velocidad de absorción de fármacos poco solubles: vitaminas y minerales ↑ Biodisponibilidad de fármacos con lenta liberación y permeabilidad limitada ↑ Biodisponibilidad de fármacos de alta extracción hepática ción de la masa muscular y la reducción del gasto cardíaco. En la población anciana existe una marcada disminución de la masa muscular, lo cual condiciona seriamente esta vía de administración, debido a la posible aparición de lesiones nerviosas. Además, son menos las áreas en las que se puede realizar la inyección y existe una mayor sensación de dolor. La absorción también puede verse afectada por la aparición de enfermedades circulatorias que disminuyen el flujo sanguíneo, con lo que aquella se retrasaría o sería menor. Este es el caso de la reducción del gasto cardíaco en el anciano, que conlleva una disminución del flujo periférico. Vía transdérmica La vía de administración transdérmica presenta ventajas sobre la administración oral convencional. Esta vía permite una absorción lenta y continua durante muchas horas e incluso días. La vía transdérmica está limitada por la velocidad con la que el fármaco se mueve a través de la piel, por la biodisponibilidad reducida y, en general, por la baja probabilidad de que se produzcan efectos sistémicos, de ahí que solamente se administren por esta vía los fármacos que se utilizan diariamente en dosis relativamente bajas (p. ej., nitroglicerina, escopolamina, nicotina, clonidina, fentanilo y rivastigmina). En el anciano, la piel es más delgada, por lo que deben absorberse mayores cantidades de fármacos por esta vía. Además, en algunos pacientes aparecen irritaciones en la zona donde se coloca el parche. Dado que en la actualidad el número de medicamentos biológicos es cada vez mayor, y ante la imposibilidad de administrarlos en su mayoría por vía oral debido a su baja biodisponibilidad, es de prever que tanto la vía subcutánea como la intramuscular tengan cada vez más importancia, por lo que se hace necesario un estudio de las características fisiológicas y de su efecto en la biodisponibilidad. No hay que olvidar que en la absorción por estas vías, el sistema linfático, que puede verse modificado con la edad, tiene un papel relevante en la absorción. Vía rectal Es una vía de administración que se encuentra en franca regresión debido a los múltiples problemas que plantea. En los ancianos debe ser utilizada como una vía de recurso cuando no se pueda recurrir a otras, como en casos en los que la ingestión del medicamento resulte imposible a causa del vómito o porque el paciente esté inconsciente. Presenta varios problemas en su uso, de los que el más importante es la biodisponibilidad errática. Además, con frecuencia los ancianos padecen patologías anales, lo que hace que esta vía de administración sea incómoda, dolorosa y de difícil cumplimiento. No obstante, hay pacientes ancianos que la prefieren y, en ese caso, puede valorarse su utilización. ALTERACIONES EN LOS PROCESOS DE DISTRIBUCIÓN Una vez absorbido, el fármaco debe ser distribuido hasta los tejidos donde se localizan sus dianas para ejercer la acción deseada. La distribución es un factor clave en su eficacia porque, en definitiva, el efecto terapéutico de un fármaco depende, booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 9 Modificaciones farmacocinéticas y farmacodinámicas en el anciano de una manera fundamental, de la cantidad del mismo que alcanza el lugar en el que ejerce su mecanismo de acción y del tiempo que permanece en él. Los fármacos se distribuyen a través del organismo por el torrente sanguíneo en forma de fármaco libre o unido a proteínas plasmáticas, fundamentalmente a la albúmina y, en menor proporción, a la α1-glucoproteína ácida y a hematíes. Esta unión es reversible y normalmente saturable. Las modificaciones en la concentración de las proteínas séricas dan lugar a una alteración de la unión de los fármacos a estas. No obstante, en general, esto se establece para aquellos fármacos que se unen mucho a proteínas. En ancianos sanos hay un descenso moderado de la albúmina sérica y un aumento de la α1-glicoproteína ácida, lo que produce una discreta variación en el grado de unión del fármaco a proteínas plasmáticas. Así, la concentración de albúmina puede disminuir un 10-20%, de forma que en un paciente adulto de 30 años la media de concentración plasmática es de 4 g/100 ml, mientras que en mayores de 65 años esta se reduce a 3,6 g/100 ml. Si bien esta diferencia podría parecer pequeña, desde un punto de vista farmacológico, esto significa una menor disponibilidad para la fijación y el transporte del fármaco, de tal manera que fu (fracción libre), responsable directa del efecto farmacológico, puede verse incrementada en más de un 10%. Este aumento puede ser muy significativo para fármacos con estrecho margen terapéutico y alta fijación a la albúmina plasmática, como ocurre con muchos de los que se utilizan en geriatría (p. ej., barbitúricos, warfarina, teofilina, amitriptilina, nortriptilina). Esta alteración puede llevar, por tanto, a la producción de efectos adversos que no tendrían por qué aparecer en pacientes con concentraciones normales de albúmina. Otros fármacos con alta fijación a la albúmina plasmática son el ácido acetilsalicílico y otros salicilatos, la furosemida, el ácido nalidíxico, la cimetidina, la fenitoína, las sulfamidas y las benzodiazepinas. Es más, el valor de Cu puede aumentar más de un 50% en algunos fármacos (p. ej., acetazolamida, etomidato, valproato, salicilato, naproxeno). Este problema se agrava en ancianos con malnutrición (circunstancia que está presente hasta en el 20% de los que es­ tán hospitalizados) o con enfermedad aguda, en los que la disminución de la albúmina sérica es considerable, con lo que se potencian los efectos del fármaco por el aumento en su fracción libre, lo que puede producir síntomas de toxicidad (p. ej., fenitoína, valproato, carbamazepina y tiagabina). Así, la hipoalbuminemia incrementa los niveles libres de fármacos altamente unidos a proteínas, como es el caso de la quinidina, la warfarina, la rifampicina y el propranolol. El incremento de Cu puede también producir síntomas de toxicidad en los fármacos con margen terapéutico estrecho. Un ejemplo son los anticoagulantes orales, que ven aumentado el valor de Cu y producen un efecto anticoagulante brusco y potente que puede dar lugar a manifestaciones hemorrágicas de trascendencia poco previsible. También es el caso de los antidiabéticos orales, que, al ser desplazados de su anclaje a las proteínas, pueden producir cuadros hipoglucémicos, muchas veces de carácter grave. Por otro lado, en los ancianos se ha descrito un aumento en los niveles séricos de la α1-glicoproteína. Los fármacos que se 77 unen a esta proteína (p. ej., propranolol, lidocaína) incrementan su fijación y disminuyen su CP. Este hecho justifica que, en contra de lo previsto, con algunos fármacos sea necesario aumentar las dosis prescritas a los pacientes ancianos. Otro factor que influye en la fijación de los fármacos a las proteínas plasmáticas es la administración conjunta de dos o más fármacos. La afinidad por las proteínas plasmáticas difiere de unos fármacos a otros, y aquellos de mayor afinidad son capaces de desplazar de las proteínas a los que presentan una fijación más débil. Este hecho origina un aumento en la fracción libre del fármaco. Si bien es cierto que valores reducidos de proteínas plasmáticas pueden afectar a los niveles de concentración libre, es necesario establecer la relación entre fu y Cu desde una perspecti­ va más conservadora. Cambios significativos en fu darán lugar, con mucha probabilidad, a cambios en V y en CL (si la tasa de extracción hepática es baja), pero no tienen, necesariamente, que provocar una alteración en Cu. Para poder intuir modificaciones en Cu cuando varía el grado de unión a proteínas, es necesario tener en cuenta la magnitud del volumen aparente de distribución del fármaco, el valor de la tasa de extracción hepática y/o renal, y la vía y el modo de administración. La disminución del calibre de los vasos arteriales y, en consecuencia, de la cantidad de sangre que llega a la periferia corporal es otra de las alteraciones asociadas al envejecimiento que modifica la distribución de los fármacos. Además, la segunda, la reducción del flujo sanguíneo, es errática, ya que no es igual para todos los órganos. Así, se ha descrito que, de forma gradual, en el anciano, cada año de vida aparecen disminuciones de un 1,9% en el riñón, de un 1,5% en el hígado y de un 0,4% en el cerebro. En estos pacientes, es especialmente importante ser cuidadosos con los intervalos de dosificación de los fármacos y conviene vigilar de forma estrecha la aparición de síntomas o signos de toxicidad. En todo caso, siempre hay que valorar la posibilidad de establecer intervalos de administración más prolongados que los utilizados habitualmente en adultos jóvenes. El volumen de distribución de un fármaco (V) viene determinado por la cantidad de agua y de grasa corporal. En ancianos, el porcentaje de grasa corporal aumenta (más en mujeres que en hombres), con lo que disminuye el agua corporal total. Esto trae asociado una variación en V, que lógicamente estará aumentado para los fármacos liposolubles y disminuido para los hidrosolubles, lo que influirá en el valor de t1/2. Debido a que la mayoría de los medicamentos se dosifican en el anciano por miligramos de fármaco/kg de peso, puede aparecer un aumento en el riesgo de sobredosificación si no se realiza un ajuste de la dosis de acuerdo con la composición corporal. En el anciano, la cantidad de agua corporal total está disminuida en al menos un 15% y esto conlleva una reducción global del V de los medicamentos hidrosolubles. Los fármacos hidrofílicos (p. ej., digoxina, dipirona) que son distribuidos en el agua corporal o en la masa magra pueden tener altas concentraciones en la sangre de los ancianos cuando la dosis se basa en el peso corporal total o en la superficie corporal. Ejemplos de fármacos hidrosolubles que pueden estar afectados por estos cambios en el V son el ácido acetilsalicílico, la cimetidina, los aminoglucósidos (excepto la tobramicina), la isoniazida y la procainamida. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 78 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Además, en los ancianos la masa muscular disminuye (hasta un 30%) y la cantidad de tejido graso aumenta (25-40%), lo cual provoca una acumulación de los fármacos liposolubles en este último compartimento, de modo que permanecen en él mucho tiempo. Esto produce un efecto más rápido y, generalmente, más prolongado, lo que adquiere una importancia especial en el caso de los fármacos que actúan sobre el sistema nervioso central, que es muy rico en tejido graso. Estos fármacos alcanzan concentraciones terapéuticas en su lugar de acción y, como se acumulan en los tejidos grasos, son eliminados con lentitud y, en consecuencia, siguen circulando en la sangre varios días después de que el paciente haya dejado de tomarlos. Un ejemplo es el diazepam, que en el paciente anciano puede presentar una vida media de eliminación de 100 h, es decir, más del doble que en el adulto. Otros fármacos liposolubles que pueden causar problemas en este sentido son la amiodarona, la digitoxina, el propranolol, la rifampicina, el fenobarbital, la vitamina D, la lidocaína y el clorodiazepóxido (tabla 9.2). ALTERACIONES EN LOS PROCESOS DE METABOLISMO Los procesos de metabolismo engloban todas las reacciones que conducen a la conversión química o a la transformación de los fármacos en compuestos más fáciles de eliminar. Estas modificaciones pueden producir metabolitos activos (p. ej., ácido acetilsalicílico, o el diazepam), inactivos e incluso tóxicos (p. ej., isoniazida). De forma general, las modificaciones de los procesos farmacocinéticos asociadas al metabolismo de los fármacos están ligadas a alteraciones hepáticas. En el anciano, la capacidad del hígado de metabolizar fármacos no parece estar disminuida con la edad de una manera consistente, lo que hace necesario en muchos casos una titulación individual. Si no se tienen en cuenta estos aspectos, podría producirse un fenómeno de acumulación y, en consecuencia, la aparición de síntomas de toxicidad. La alteración más común asociada a la edad es la menor capacidad de metabolización hepática en las reacciones de fase I (oxidación, hidroxilación, hidrólisis, nitrorreducción, desalquilación, sulfoxidación) y, sobre todo, en aquellas realizadas por el sistema microsómico citocromo P450 (CYP450). Con la edad, a pesar de que la expresión de las enzimas del CYP450 no parece ser menor, sí se reduce el metabolismo global de muchos fármacos, lo que hace que esta vía metabólica disminuya entre un 30 y un 40%. Todo ello conduce a que la dosis de mantenimiento deba ser reducida en la misma proporción. Sin embargo, las reacciones que se agrupan en la fase II (glucuronación, sulfatación, metilación y acetilación) se ven menos alteradas por el envejecimiento. Por ello, los fármacos que son metabolizados por estos sistemas no tienen una semivida biológica más prolongada en ancianos. No obstante, algunos estudios demuestran que hay una proporción alta de acetiladores lentos en el anciano (50/50). Dado que durante el envejecimiento se han descrito alteraciones fisiológicas hepáticas, como son la disminución del flujo sanguíneo hepático (cercana al 40%), de la masa hepática —debido a una reducción del número de células hepáticas— y de la cantidad de enzimas microsomales oxidantes, habría que dosificar teniendo en cuenta que cualquier medicamento que es metabolizado en el hígado va a tener, en el anciano, un aclaramiento menor y, por tanto, una semivida de eliminación más o menos prolongada. Estas alteraciones son más marcadas entre los fármacos con metabolismo hepático prolongado, con los que debe tenerse sumo cuidado por el riesgo de toxicidad debida a la disminución del metabolismo hepático. La reducción del flujo sanguíneo en el hígado secundaria a la insuficiencia cardíaca también influye en la capacidad de metabolización de fármacos (tabla 9.3). La disminución de la función hepática puede contribuir al incremento de la semivida biológica de algunos opioides, por lo que debe tenerse en cuenta la posibilidad de su acumulación TABLA 9.3 Fármacos cuyo metabolismo hepático está afectado en el anciano METABOLISMO Clase Fase I Fase II Analgésicos Ibuprofeno Meperidina Tramadol Amitriptilina Citalopram Fluoxetina Nortriptilina Sertralina Venlafaxina Barbitúricos Carbamazepina Atorvastatina Propranolol Quinidina Fenitoína Alprazolam Clordiazepóxido Diazepam Flurazepam Zolpidem Paracetamol Antidepresivos TABLA 9.2 Alteraciones en los procesos de distribución Cambios fisiológicos Cambios farmacocinéticos ↓ Peso corporal y masa magra ↓ Vd de fármacos ↓ Agua corporal ↓ Volumen plasmático ↑ Grasa corporal ↓ Vd de fármacos liposolubles ↑ Semivida de fármacos lipófilos ↓ Albúmina plasmática ↑ Fracción libre de fármacos ácidos ↑ α-globulinas plasmáticas ↓ Fracción libre de fármacos básicos Antiepilépticos Cardiovasculares Hipnóticos, sedantes Vd, volumen de distribución. booksmedicos.org Valproato Procainamida Lorazepam Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 9 Modificaciones farmacocinéticas y farmacodinámicas en el anciano con la administración múltiple. La reducción de la función respiratoria, observada con frecuencia en el anciano, conlleva que estos pacientes sufran más depresión respiratoria que los adultos jóvenes. Si, además, tienen un cuadro obstructivo crónico, el riesgo se incrementará. Para prevenir la acumula­ ción, los opioides de elección en el anciano deben ser los de semivida biológica corta y de escasos metabolitos activos. Así, disponemos de la codeína y del propoxifeno dentro de los opioides débiles, así como de la morfina, la meperidina y el fentanilo. Cuando se van a utilizar opioides, es importante prevenir la aparición del estreñimiento, para lo que debe asociarse, desde el inicio del tratamiento, un laxante. Este síntoma es más frecuente en el anciano, producto de su poca movilidad, característica en esta etapa de la vida, de la presencia en él de enfermedades y de tratamientos coadyuvantes, y de una escasa ingestión de líquidos, entre otros factores. Si con el uso de opioides en estos pacientes aparece confusión, se deben descartar otras causas. En general, cuando se utilizan opioides en el anciano, es conveniente utilizar solo un tipo, administrar dosis bajas (aproximadamente la mitad que en el adulto), emplear la vía oral siempre que sea posible y administrar el fármaco a intervalos regulares, anticipándose al dolor. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. ALTERACIONES EN LOS PROCESOS DE EXCRECIÓN Desde un punto de vista farmacocinético, las alteraciones más importantes que se presentan en geriatría se deben a las modificaciones de los procesos de excreción. Entendemos por «excreción» la eliminación irreversible del fármaco de manera inalterada. La excreción de fármacos puede darse a través del sudor, de la saliva, de la bilis y del pulmón, pero se realiza preferentemente a través del riñón. Los riñones filtran los fármacos de la sangre y los excretan en la orina, donde se concentran en los túbulos renales y, en función de su grado de ionización, pueden ser de nuevo reabsorbidos o excretados. Durante el envejecimiento disminuye la función en el riñón, incluso en ausencia de una enfermedad renal evidente. Entre las alteraciones renales más importantes que modifican la eliminación de los fármacos se encuentran la disminución del flujo sanguíneo renal con respecto a la masa renal, la de la filtración glomerular y la de la secreción tubular. Además, debe tenerse en cuenta la susceptibilidad del riñón a presentar alteraciones renales debidas a deshidratación, insuficiencia cardíaca congestiva, hipotensión, retención urinaria, pielonefritis o nefropatía diabética (cuadro 9.1). La reducción del flujo renal, próxima al 2% anual, provoca una disminución tanto del filtrado glomerular (que se reduce 0,8 ml/año a partir de la cuarta década de la vida) como de la secreción y la reabsorción tubulares. Así, una persona de 65 años presenta una reducción del 30% del filtrado glomerular en comparación con un adulto joven. De forma similar, a los 85 años la excreción es tan solo la mitad de eficiente con respecto a la correspondiente a los 35 años. Estos hechos adquieren relevancia en la utilización de fármacos de margen terapéutico estrecho, como son los aminoglucósidos, el atenolol, la digoxina, el litio, la cimetidina, la clorpropamida y la procainamida (tabla 9.4). 79 CUADRO 9.1 Cambios en la función renal en un individuo mayor de 70 años • Reducción de la filtración glomerular y de la función tubular. • Disminución de la tasa de filtración glomerular en un 30%. • Disminución de la capacidad de concentración renal en un 20-30%. • Disminución de la capacidad de dilución. • Disminución de la percepción de sed. • Disminución de la formación de amonio en un 20%. • Disminución de la liberación de renina. • Disminución del flujo plasmático renal en un 30%. • Disminución de la depuración de creatinina en un 50%. TABLA 9.4 Fármacos cuya eliminación renal está afectada en pacientes ancianos Fármacos Antibióticos Aminoglucósidos Carbapenems Fluorquinolonas Penicilinas Sulfonamidas Tetraciclinas Vancomicina Antivirales Aciclovir Toxicidad potencial Pérdida de oído, necrosis tubular Convulsiones Estimulación del SNC Daño renal Ototoxicidad, nefrotoxicidad Confusión, convulsiones, daño renal Agentes cardiovasculares Atenolol Bradicardia, hipotensión Digoxina Bloqueo cardíaco, confusión Hidroclorotiazida IECA Daño renal Furosemida Telmisartán Agentes que actúan sobre el SNC Gabapentina Somnolencia, confusión Litio Sedación, convulsiones, confusión Pregabalina Confusión, visión borrosa, ataxia Risperidona Otros Alopurinol Cimetidina Glipizida Ranitidina Daño renal, dermatitis exfoliativa Hipoglucemia Desde un punto de vista práctico, consideraremos al anciano como una persona con una insuficiencia renal funcional y, por tanto, con una disminución potencial del aclaramiento de los fármacos que son eliminados a través de estos procesos. De forma general, en pacientes geriátricos hay una buena correlación entre el filtrado glomerular y la media aritmética de los aclaramientos de urea y creatinina. Gracias a ello disponemos de fórmulas para estimar el filtrado glomerular a partir de la concentración plasmática de creatinina y de otras variables ana- booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 80 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada líticas, demográficas y antropométricas. Las más utilizadas son la ecuación de Cockcroft-Gault y la fórmula abreviada derivada del estudio Modification of Diet in Renal Disease (MDRD). La ecuación de Cockcroft-Gault es, en realidad, una estimación del aclaramiento de creatinina (CLCr). En la fórmula clásica, algunos autores introducen un factor de corrección para contrarrestar el efecto de la secreción tubular de creatinina (Cr) y reflejar más el filtrado glomerular. En el paciente geriátrico, a pesar de que la depuración renal de creatinina disminuye un 50%, los valores de la creatinina sérica continúan cercanos a 1 mg/dl, debido a una reducción de la masa muscular, que hace que la producción de creatinina endógena sea menor. Si no se tiene presente este aspecto, pueden administrarse dosis excesivas de fármacos a pacientes que realmente presentan cierto grado de insuficiencia renal. (140 − edad) × peso corporal CLCr (ml / min) = Cr (mg / 100 ml) × 72 × 0,85 ( si es mujer ) Esta ecuación es adecuada para la corrección de las dosis en el anciano y para la reducción de la TFG es de 8 ml por década, de modo que es fundamental considerar el aclaramiento de creatinina antes de indicar los medicamentos. El punto de corte para predecir si se va a presentar un nivel plasmático potencialmente tóxico en una serie de fármacos es de 40 ml/min, calculado por la expresión de Cockcroft-Gault. De esta forma, si el paciente geriátrico tiene menos de 40 ml/min, se puede predecir una acción tóxica o reacción adversa a un medicamento (RAM) con un 90% de sensibilidad y un 83% de especificidad. Los fármacos para los cuales este cálculo es válido son el enalapril, la cefotaxima, la furosemida, la espironolactona, la hidroclorotiazida, la pentoxifilina, el piroxicam y el lorazepam. Su aplicación puede inducir a error en pacientes con obesidad de grado III o mórbida, cuando exista una marcada consunción muscular, en casos de insuficiencia renal muy avanzada (por el aumento de secreción de creatinina) y en pacientes cirróticos (por la baja producción de creatinina). La fórmula MDRD estima la TFG usando los niveles de creatinina en plasma y la edad, además de factores como la raza y el sexo. TFG estimada = 186 × ( creatinina en plasma) × edad−0,203 × 1,21( si es negro ) × 0,742 ( si es mujer ) −1,154 Dentro de las limitaciones para la elección de la fórmula MDRD estaría el hecho de que excluiría del diagnóstico de en­ fermedad renal crónica a un grupo de población, constituido mayoritariamente por hombres (75%), ancianos (>69 años) y con un alto riesgo cardiovascular. En población sana (TFG > 90 ml/min/1,73 m2) o en pacientes con nefropatía diabé­ tica incipiente que cursan con hiperfiltración, la fórmula MDRD subestima el valor real de la TFG. Los estudios comparativos entre las fórmulas CockcroftGault y MDRD para evaluar la precisión de cada una de ellas han mostrado resultados variables. No obstante, parece que la expresión de Cockcroft-Gault es menos precisa que la MDRD en población anciana y en pacientes obesos. CUADRO 9.2 Interacciones fármaco-nutriente Nutriente → fármaco • Efectos inespecíficos provocados por la presencia de alimentos en el tracto gastrointestinal. • Efecto de un componente concreto del alimento. • Efecto derivado de un desequilibrio (aumento o disminu­ ción) significativo de algún componente de la dieta. Fármaco → nutriente • Interacción directa entre un nutriente y el fármaco. • Efectos provocados por el fármaco en las funciones fisiológicas orgánicas. INTERACCIONES FÁRMACO-NUTRIENTE Las interacciones fármaco-nutriente (IFN) constituyen un problema significativo en la práctica clínica, ya que afectan negativamente a la seguridad, utilidad y eficacia del tratamiento farmacológico instaurado (cuadro 9.2). Una de las IFN más comunes es la interacción química que se produce en el estómago. Esta da origen a complejos inactivos o quelatos insolubles, debido a lo cual el destino de estos fármacos es su eliminación por las deposiciones sin que sean absorbidos. Los principales componentes químicos que causan este efecto son cationes como el calcio y el hierro. Por ejemplo, algunos antibióticos como la tetraciclina, el ciprofloxacino y la neomicina, si se administran con productos que contienen calcio o hierro, forman quelatos insolubles, lo que dificulta su absorción. En otros casos, los nutrientes pueden disminuir la absorción de fármacos, porque constituyen una barrera mecánica que impide que los mismos queden en contacto íntimo con la pared, donde se produce el proceso de absorción (p. ej., la azitromicina prácticamente no es absorbida si se administra junto con alimentos). Los nutrientes pueden modificar los procesos de liberación y disolución de los fármacos, debido a que modifican los fluidos gástricos. La presencia de alimentos en el estómago modifica el pH y, por tanto, las condiciones en las cuales el fármaco se libera. Es más, se puede ver alterado el tiempo del vaciado gástrico y con ello su absorción. En este caso, los fármacos sensibles al pH del estómago pueden ser destruidos. Toda alteración de la absorción impedirá que se alcancen los niveles plasmáticos necesarios para que se obtenga el efecto terapéutico previsto. Sin embargo, la presencia de nutrientes también puede incrementar la absorción de fármacos. La de la claritromicina aumenta en un 50% si se ingiere con alimentos. Esto es así porque la presencia de los mismos en el estómago disminuye el vaciamiento gástrico y la claritromicina es resistente al pH de aquel, lo que favorece que el proceso de absorción que ocurre en el intestino se lleve a cabo durante más tiempo. Se han descrito IFN en los procesos de metabolismo de fármacos. Por ejemplo, el jugo de pomelo contiene un flavonoide que inhibe el CYP450 y, consecuentemente, el metabolismo de algunos fármacos. Otro ejemplo es el de una dieta rica en proteínas, que aumenta el metabolismo oxidativo de algunos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 9 Modificaciones farmacocinéticas y farmacodinámicas en el anciano fármacos, al incrementar el contenido de CYP450 y el peso del hígado. Por el contrario, una dieta baja en proteínas pero rica en hidratos de carbono tiende a reducir el metabolismo al disminuir el contenido de CYP450. En cuanto a los procesos de eliminación, los nutrientes que modifican el pH de la orina o el intratubular alterarán la excreción renal de fármacos en función de las características de los mismos (pKA y liposolubilidad). Una dieta vegetariana con bajo contenido proteico puede aumentar el pH urinario de 5,5 a 7,5, con lo que incrementará la excreción de fármacos ácidos y la reabsorción de fármacos básicos. Finalmente, las IFN pueden provocar alteraciones farmacocinéticas. Este es el caso de alimentos con elevado contenido de vitamina K que antagonizan el efecto de los fármacos anticoagulantes y de los ricos en el precursor de noradrenalina tiramina (p. ej., quesos, salchichas, hígado, cerveza), los cuales pueden desencadenar peligrosas crisis hipertensivas si se consumen junto a inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO; tabla 9.5). © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. MODIFICACIONES DE LA FARMACODINAMIA EN EL ANCIANO El término «farmacodinamia » engloba los efectos que ejerce un fármaco sobre un organismo. La complejidad de dicho efecto viene marcada por la cascada de señalización que modula. Así, existen fármacos con cascadas sencillas, como es la unión de un antiácido al H+ de la secreción gástrica. Otros, en cambio, deben su efecto a la unión a proteínas que regulan la actividad enzimática de fosfatasas, que, a su vez, controlan los niveles de fosforilación de proteínas, que modulan la activación de factores de transcripción, los cuales van a regular los niveles de expresión de autacoides y, de este modo, inhibirán la reacción del sistema inmunitario. Estos dos ejemplos nos permiten entrever que las modificaciones farmacodinámicas en el anciano pueden resultar complejas y frecuentemente impredecibles. Este hecho se ve incrementado por las modificaciones asociadas al envejecimiento, como la disminución de la sensibilidad de los barorreceptores y quimiorreceptores, y la mayor permeabilidad de la barrera hematoencefálica. Por ello, en el paciente anciano, en determinadas ocasiones un fármaco puede presentar diferencias en su efecto, o acción farmacodinámica, independientemente de los cambios farmacocinéticos. En el paciente anciano, las modificaciones farmacodinámicas pueden ser clasificadas en tres grandes grupos: las que se deben a alteraciones propias del anciano, las que son propias de los medicamentos y una tercera que se asociaría a las interacciones entre fármacos. Todo ello conduce a que en el paciente anciano se haya observado una serie de prescripciones potencialmente inadecuadas, las cuales se analizan en el capítulo 10, apartado «Calidad de prescipción». Alteraciones propias del anciano En el paciente anciano se encuentran alterados parámetros homeostáticos que modifican no solo el número de dianas farmacológicas, sino también su afinidad por los fármacos y, de esta manera, la respuesta farmacodinámica. Este hecho no constituye una regla establecida y es frecuente encontrar que 81 TABLA 9.5 Interacciones fármaco-nutriente Fármaco Antibióticos Penicilina, eritromicina Tetraciclinas Nutriente Consecuencia Alimentos ácidos Inestabilidad por ↑ acidez ↓ Absorción Alimentos ricos en calcio Anticoagulantes Acenocumarol Alimentos ricos en vitamina K Interfiere en el efecto fármaco Antidepresivos IMAO Alimentos ricos Reacción tiramínica en tiramina: queso, vino Exceso de cafeína: chocolate, café, té Antihipertensivos Tiazida Regaliz natural, alimentos ricos en sodio Corticosteroides Prednisolona, Alimentos ricos hidrocortisona en sodio Laxantes Bisacodilo Leche Retención de agua Retención de agua, edema Pérdida de eficacia Irritación estomacal Reductores de potasio Espironolactona Alimentos ricos en Excesiva retención potasio, sustitutos de potasio de sal, glutamato y problemas monosódico cardíacos Teofilina, Alimentos ricos ↓ Velocidad de levodopa en proteína absorción y vitamina B6 un mismo fármaco modifique su efecto en función del fin para el que se ha administrado. Como ejemplos podemos citar los siguientes: • Receptores β-adrenérgicos. Los ancianos presentan una disminución de la respuesta al bloqueo o a la estimulación adrenérgica de los receptores β, sin mostrar una reducción del número de receptores. Este hecho quizás se deba al incremento plasmático de las catecolaminas asociado al en­ vejecimiento. De este modo, el efecto taquicardizante es menor y se produce una respuesta más pequeña al efecto antihipertensivo de los β-bloqueantes. Los pacientes ancia­ nos presentan resistencia al efecto cronotrópico de la isopre­ nalina. Curiosamente, los fármacos β-bloqueantes son igual­ mente eficaces en el anciano que en el adulto joven para el tratamiento de la insuficiencia cardíaca. • Receptores α-adrenérgicos. Conforme aumenta la edad, se produce una disminución de la sensibilidad de los receptores α2, mientras que la sensibilidad de los α1 no parece resultar afectada. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 82 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada • Canales del calcio. Se ha demostrado que en los canales del calcio se produce una mayor reducción de la presión arterial al ser antagonizados por fármacos antagonistas, si bien estos provocan un menor bloqueo del nodo auriculoventricular. • Benzodiazepinas. Con la edad, los pacientes se van haciendo más sensibles al efecto de las benzodiazepinas. Por ejemplo, las dosis de midazolam deben reducirse en un 30% con respecto a las habituales para lograr una sedación segura y eficaz. El efecto del triazolam también aumenta, debido más al incremento de sus niveles plasmáticos que a una mayor sensibilidad. Similares consideraciones farmacocinéticas y farmacodinámicas son aplicables a las benzodiazepinas de acción prolongada, como el clordiazepóxido, el diazepam y el flurazepam. • Receptores dopaminérgicos de tipo 2. Se observa un mayor número de receptores dopaminérgicos de tipo 2, hecho que predispone al paciente anciano al delirio producido por los fármacos dopaminérgicos o anticolinérgicos. Por otro lado, existe una pérdida de neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra, lo que determina una mayor probabilidad de que aparezcan efectos adversos extrapiramidales. • Anticolinérgicos. Durante el envejecimiento se ha descrito una mayor susceptibilidad a los fármacos anticolinérgicos, debido a que, al reducirse el número de neuronas colinérgicas, la actividad de la acetilcolina transferasa disminuye, la de la acetilcolinesterasa aumenta, y el número de receptores muscarínicos y nicotínicos disminuye. Este hecho se traduce en la presencia de efectos secundarios anticolinérgicos de muchos fármacos, como confusión mental. • Otros cambios son el aumento de sensibilidad a anticoagulantes, a opiáceos, a la depleción de volumen producida por diuréticos y a los efectos hipotensores de diuréticos, fenotiazinas y antidepresivos tricíclicos. Reacciones adversas a los medicamentos Se llama «reacción adversa a un medicamento» (RAM) a todo efecto farmacodinámico no deseado que se produce como consecuencia de la utilización de fármacos en dosis terapéuticas. Por lo general, en torno al 90% de las RAM que afectan a geriatría son de tipo A, es decir, son modificadas mediante la disminución de las dosis del fármaco correspondiente y, por tanto, hacen preciso un ajuste de dosis. Esto ha hecho que la prescripción de ciertos fármacos en el ámbito geriátrico esté reglada por criterios que han sido recogidos en diferentes herramientas o criterios (Beers, IPET, STOPP-START), tratados en el capítulo 10, apartado «Calidad de prescipción». El reconocimiento de las RAM a menudo es sencillo, debido a que a veces se producen síntomas atípicos o bien se manifiestan como un empeoramiento de la enfermedad subyacente. No obstante, una forma característica de presentación de las RAM en los pacientes ancianos son los síndromes geriátricos, como, por ejemplo, incontinencia urinaria, deterioro cognitivo, síndrome de inmovilidad, malnutrición, etc. (cuadro 9.3). Asimismo, se han descrito episodios adversos tras la retirada de fármacos. En estos casos, la manifestación clínica puede ser un empeoramiento de la enfermedad preexistente. Dentro de los fármacos que presentan este tipo de RAM se encuentran los antihipertensivos (especialmente los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina), los antiparkinsonianos (especialmente la levodopa/carbidopa), algunas benzodiazepinas y CUADRO 9.3 Reacciones adversas a un medicamento más frecuentes en un paciente anciano Cardiovasculares Hipotensión ortostática, desórdenes en el ritmo cardíaco y en la conducción. Hidroelectrolíticas Insuficiencia renal. Neurológicas Agitación, confusión, depresión, mareos, síndromes extrapiramidales. Demencia, delírium. Digestivas Estreñimiento, diarrea, vómitos. Renales Incapacidad de mantener un equilibrio electrolítico. Hiponatremia, síndrome de secreción inapropiada de hormona antidiurética, hiperpotasemia y deshidratación. los antidepresivos. Los fármacos antidepresivos de vida media corta (paroxetina, venlafaxina y duloxetina) pueden producir un síndrome de discontinuación, mientras que la sertralina y la agomelatina son más seguras en este sentido. Por todo ello, antes de iniciar un tratamiento farmacológico en un paciente anciano, es indispensable realizar una prueba para descartar la posibilidad de hipotensión postural, al menos en aquellos individuos mayores que vayan a recibir fármacos vasodilatadores, diuréticos o sustancias con efecto inotrópico negativo. Si se detectara hipotensión postural (una disminución de 20 mmHg en la presión sistólica entre una toma de la presión con el paciente acostado durante 5 min y otra 3 min después de levantarse), el geriatra debería emplear otro fármaco. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Arriola Riestra I, Santos Marino J, Martínez Rodríguez N, et al. Consideraciones farmacodinámicas y farmacocinéticas en los tratamientos habituales del paciente gerodontológico. Av Odontoestomatol 2009;25:29-34. Doménech Berrozpe J, Martínez Lanao J, Plá Delfina JM. Biofarmacia y Farmacocinética, I. Farmacocinética. Madrid: Editorial Síntesis; 1999. Doménech Berrozpe J, Martínez Lanao J, Plá Delfina JM. Biofarmacia y Farmacocinética, II. Biofarmacia. Madrid: Editorial Síntesis; 1999. EIDesoky ES. Pharmacokinetic-pharmacodynamic crisis in the elderly. Am J Ther 2007;14:488-98. Klotz U. Pharmacokinetics and drug metabolism in the elderly. Drug Metab Rev 2009;41:67-76. Mangoni AA, Jackson HD. Age-related changes in pharmacokinetics and pharmacodynamics: basic principles and practical applications. Br J Clin Pharmacol 2003;57:6-14. Burton ME, Shaw LM, Schentag JJ, Evan WE, editors. Applied Pharmacokinetics. Principles of Therapeutic Drug Monitoring. 4.ª ed. Vancouver, WA: Applied Therapeutics Inc; 2005. Pea F. Pharmacokinetics and drug metabolism of antibiotics in the elderly. Expert Opin Drug Metab Toxicol 2018;14:1087-100. Sergi G, De Rui M, Sarti S, et al. Polypharmacy in the elderly: can comprehensive geriatric assessment reduce inappropriate medication use? Drugs Aging 2011;28:509-18. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 10 Programas de farmacovigilancia en el anciano Olga Laosa Zafra, Joaquín Jordán Bueso y Noelia Tardáguila García INTRODUCCIÓN La prescripción farmacológica en el paciente anciano es un proceso complejo en el que intervienen numerosos factores, como la fragilidad, la presencia de enfermedades concomitantes, la polifarmacia, además de las modificaciones farmacocinéticas y farmacodinámicas descritas en el capítulo anterior. Todo ello nos deja entrever que el tratamiento farmacológico en la población mayor de 65 años constituye un problema importante en el ámbito de la salud pública. Si no se tiene en cuenta, es posible encontrar un incremento de la iatrogenia, reacciones adversas a los medicamentos (RAM), algunas de ellas graves y fatales, y la aparición de interacciones fármaco-fármaco (IFF). Todo esto unido al hecho de que en determinadas ocasiones es frecuente encontrar en sus prescripciones dosis e indicaciones inadecuadas, asociaciones, duplicidades y medicamentos sin valor terapéutico. Resultados de estudios de cohortes muestran que entre el 5 y el 40% de los ancianos reciben al menos un fármaco inapropiado; presentan un riesgo de desarrollar RAM aproximadamente dos veces mayor que el de los más jóvenes, y el 30% de los ingresos hospitalarios en las personas mayores están causados por RAM, que constituyen la quinta causa de muerte intrahospitalaria. REACCIONES ADVERSAS A MEDICAMENTOS EN EL PACIENTE ANCIANO Una RAM es todo efecto farmacodinámico no deseado, consecuencia de la utilización de un fármaco en dosis terapéuticas. Estudios de farmacovigilancia en hospitales han establecido una relación lineal entre la edad y la frecuencia de RAM, las cuales aumentan al 25% en sujetos mayores de 80 años hospitalizados. Además, los fármacos más comúnmente prescritos y los más fácilmente autoadministrados son causa de hospitalizaciones y fallecimientos. Por ejemplo, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) causan el 67% de las muertes por RAM, así como el 29% de los ingresos hospitalarios por dicho motivo. En el paciente anciano se agrupan varios de los factores de riesgo más importantes para presentar una RAM (cuadro 10.1). Entre ellos destacamos el hecho de padecer tres o más enfermedades (que se asocia con polifarmacia), los trastornos depresivos o las alteraciones cognitivas que conllevan una mala percepción de la propia salud, la presencia de alguna incapacidad o dependencia física y, finalmente, la estancia hospitalaria superior a 14 días o la hospitalización una vez o más durante el año previo. Las RAM más frecuentes en mayores son los síntomas extrapiramidales, la agitación psicomotriz, las alteraciones de la estabilidad y de la marcha, los cuadros confusionales, el estreñimiento, la hipotensión ortostática, las alteraciones en el ritmo y la conducción cardíaca, los efectos anticolinérgicos, la incontinencia urinaria y la depresión. Sin embargo, con relativa frecuencia los ancianos exhiben un patrón diferente, atípico e inespecífico, que consiste en la forma más frecuente de enfermedad iatrogénica en adultos mayores y uno de los factores predictivos más importantes de rehospitalización en unidades de cuidados intensivos. Además, la exacerbación de una enfermedad por un fármaco puede ser especialmente importante en los ancianos, debido a la mayor prevalencia de enfermedades y a la dificultad para diferenciar las RAM en este grupo de la población. Ejemplos de ello son: • Las benzodiazepinas, que en pacientes ancianos con enfermedades neurodegenerativas pueden llegar a aumentar la ansiedad en lugar de disminuirla. • Algunos fármacos antimicóticos se han relacionado con la aparición de forma súbita del síndrome neuroléptico maligno, el cual puede resultar fatal si no se retira la medicación causante. • El uso concomitante de varios fármacos serotoninérgicos (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina [ISRS] e inhibidores de la recaptación de serotonina [IRS], triptanos y determinados antibióticos) se asocian a la aparición del síndrome serotoninérgico (inquietud, alucinaciones, confusión, falta de coordinación, palpitaciones). • Diferentes fármacos psicotrópicos pueden asociarse a síntomas extrapiramidales, acatisia, parkinsonismo inducido por medicamentos o distonía, si bien este es más frecuente en pacientes jóvenes. • Varios grupos de fármacos (p. ej., antidepresivos, antihistamínicos, antiparkinsonianos, antipsicóticos y quinidina) presentan entre sus RAM los efectos anticolinérgicos (bradicardia, sequedad de boca, reducción de la sudoración, pupilas dilatadas, alucinaciones, delirio y en casos extremos hasta el coma). • Grupos de fármacos como diuréticos, bloqueantes α-adrenérgicos, antihipertensivos (nitratos, IECA o inhibidores de la fosfodiesterasa 5) pueden exacerbar las caídas y los síncopes, debido a una disminución de la respuesta del reflejo barorreceptor y de la elasticidad arterial. Las RAM descritas pueden presentarse desde los primeros días del tratamiento hasta años después. Todo ello hace que algunas de las RAM se confundan con nuevas patologías del paciente, lo que conduce a la prescripción de otro fármaco. Es lo que se 83 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 84 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada CUADRO 10.1 Factores de riesgo CUADRO 10.2 Reacciones adversas a Edad > 85 años. Depresión. Sexo femenino. Índice de masa corporal < 22 kg/m2. Polifarmacia (uso de cinco o más fármacos). Varias enfermedades. Estancia hospitalaria >14 días o más de un ingreso al año. Presencia de incapacidad, demencia. Insuficiencia renal. Cardiovasculares Hipotensión ortostática, desórdenes en el ritmo cardíaco y en la conducción. asociados a reacciones adversas a medicamentos en pacientes ancianos medicamentos más frecuentes en pacientes ancianos Hidroelectrolíticas Insuficiencia renal. Neurológicas Agitación, confusión, depresión, mareos, síndromes extrapiramidales. Demencia, delírium. Digestivas Estreñimiento, diarrea, vómitos. Renal Incapacidad de mantener un equilibrio electrolítico. Hiponatremia, síndrome de secreción inapropiada de hormona antidiurética, hiperpotasemia y deshidratación. Figura 10.1 La cascada de la prescripción. RAM, reacción adversa a medicamento. conoce como «prescripción en cascada» (fig. 10.1). Un ejemplo de esto sería el caso de los AINE, que provocan la inhibición de la síntesis de prostaglandinas a nivel renal y originan una disminución en la capacidad para diluir la orina, lo cual conduce a la retención de agua y, en menor proporción, de sodio. Como consecuencia de la instauración de un tratamiento con AINE, se puede poner de manifiesto o agravar una hipertensión. Este hecho puede conducir a pensar en una descompensación por otra causa y prescribir un fármaco antihipertensivo, como un diurético de la familia de las tiazidas, que a su vez puede provocar la aparición de una hiperuricemia, lo cual ocasiona la adición de un nuevo tratamiento antigotoso (cuadro 10.2). La probabilidad de desarrollar una RAM aumenta de forma exponencial conforme lo hace el número de fármacos usados. Cuando dos fármacos son prescritos simultáneamente, el potencial para que se presente una interacción es del 6%, cifra que aumenta al 50% cuando se administran cinco y al 100% cuando los medicamentos son ocho o más. Es importante resaltar que la edad, como factor independiente, no se relaciona con la presencia de RAM. POLIFARMACIA Los adultos mayores generalmente presentan múltiples enfermedades, por lo que suelen ser tratados con diversos fármacos, alcanzando una media de cinco a siete medicamentos y con esquemas farmacológicos complicados. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define «polifarmacia» como la situación en la que un paciente toma tres o más fármacos. La relevancia de la polifarmacia en la geriatría es tal que algunos autores la consideran como un síndrome geriátrico. El 11% de los ancianos que viven en la comunidad y el 30-40% de los atendidos en los diferentes niveles de atención geriátrica están polimedicados. Los ancianos polimedicados suelen ser dependientes en sus actividades de la vida diaria, con problemas genitourinarios, hospitalizaciones recientes y enfermedades cardiovasculares, habitualmente están institucionalizados y son principalmente mujeres. La polifarmacia es responsable del 10% de las hospitalizaciones en los ancianos. Pacientes mayores de 95 años que en el momento del alta hospitalaria sean tratados con más de seis medicamentos tendrán una mayor probabilidad de reingresar en los 12 meses siguientes. Todo ello ha conducido a que la polifarmacia sea englobada dentro de las variables predictoras de mortalidad tras 6 meses de una hospitalización en pacientes de edad avanzada. La incidencia de caídas y de otros efectos adversos aumenta sensiblemente con más de cuatro fármacos; además, la adherencia al tratamiento es inversamente proporcional al número de estos. Entre los factores de riesgo asociados a la polifarmacia se encuentran los siguientes: a) el nivel cultural, ya que los pacientes con nivel cultural bajo consumen un mayor número de fármacos (por automedicación) que aquellos con un mayor nivel de educación; b) el sexo, pues las mujeres son más propensas a consumir más medicamentos que los hombres; c) la atención por parte de varios médicos, lo que incrementa el riesgo de polifarmacia; d) el modo de vida, como vivir solo o en una residencia, y e) el riesgo de polifarmacia se incrementa durante una hospitalización prolongada. INTERACCIÓN FÁRMACO-FÁRMACO La administración conjunta de dos o más fármacos puede provocar la alteración del efecto de uno de ellos, hecho que se booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 10 Programas de farmacovigilancia en el anciano 85 TABLA 10.1 Interacciones más frecuentes entre plantas medicinales y fármacos Hierba medicinal Medicamento Posible consecuencia Ginkgo biloba Ácido acetilsalicílico Warfarina Diuréticos tiazídicos Paracetamol y ergotamina/cafeína Inhibidores de la proteasa, ciclosporina, teofilina, warfarina Digoxina Antidepresivos (ISRS) Sin interacciones específicas Warfarina Alcohol Antidepresivos tricíclicos Posible interacción con la absorción intestinal de fármacos Aumento del riesgo de sangrado Hierba de San Juan Serenoa repens Ginseng Yohimbina Cáscara sagrada Hipertensión Hematoma subdural Inducción de la isoenzima CYP3A4 con disminución de los niveles del fármaco Disminución del grado de absorción Letargia, incoherencia, síndrome serotoninérgico Cefalea Disminución del INR Incremento del aclaramiento Hipertensión Disminución de la biodisponibilidad © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. INR, cociente internacional normalizado; ISRS, inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina. Extraído de Comité Editorial de las Áreas 1, 2, 3 y 7 de Atención Primaria. Servicio Madrileño de Salud. Utilización de medicamentos en el anciano. Notas Farmacoter. 2008;15(8):29-36. conoce como «interacción fármaco-fármaco» (IFF). Según el mecanismo de producción, las IFF pueden ser: • Farmacocinéticas: son la gran mayoría. Se producen cuando se alteran las características farmacocinéticas (absorción, distribución, metabolismo y eliminación) de los fármacos administrados. Debido a este tipo de interacción, las concentraciones plasmáticas de los fármacos pueden incrementarse (toxicidad) o disminuir (falta de eficacia). Este tipo de interacciones son previsibles, aunque, en el paciente anciano, como consecuencia de los cambios fisiológicos a nivel de la farmacocinética, es difícil conocer a priori la magnitud del efecto. Un ejemplo de IFF es la inhibición competitiva de la secreción tubular de los fármacos aniónicos o catiónicos (la indometacina puede inhibir la eliminación renal del metotrexato, y la quinidina la de la digoxina). • Farmacodinámicas: son las relacionadas con alteraciones en los efectos de un fármaco. Son difíciles de clasificar, dada la gran variedad de mecanismos de acción que existen y a que muchos fármacos pueden ejercer su efecto a través de varios mecanismos de acción. El uso simultáneo de más de un fármaco con toxicidad similar puede incrementar esta toxicidad. Por ejemplo, el uso concomitante de fármacos anticolinérgicos, como los medicamentos contra el Parkinson, los antidepresivos tricíclicos (p. ej., amitriptilina, imipramina), los antipsicóticos (p. ej., tioridazina), los antiarrítmicos (p. ej., disopiramida) y los antihistamínicos de venta sin receta (p. ej., difenhidramina, clorfeniramina) puede causar (o empeorar, en caso de que ya existan) sequedad bucal, enfermedad de las encías, visión borrosa, estreñimiento, retención urinaria y delirio. Otras interacciones, no por ello menos importantes, a tener en cuenta en la población anciana son las que se producen entre fármacos y productos de herbolario o fármacos y alimentos: • Interacciones fármacos-productos de herbolario: el uso de productos de herbolario está cada vez más extendido entre la población. En general, el poco control en la regulación CUADRO 10.3 Normas a seguir para evitar interacciones fármaco-fármaco • Realizar una anamnesis farmacológica. • Evitar la politerapia. • Elegir fármacos con menos probabilidad de dar lugar a interacciones. • Revisar la totalidad del tratamiento. • Reducir al mínimo los cambios en el tratamiento. • Vigilar especialmente el uso de fármacos anticoagulantes, digitálicos, diuréticos, psicofármacos, antidiabéticos, macrólidos y AINE. de estos productos y la falta de conocimiento de sus efectos por parte de los consumidores hacen que sus RAM y las IFF sean frecuentes y, en ocasiones, con graves consecuencias (tabla 10.1). • Interacciones fármacos-alimentos: existen numerosas interacciones conocidas entre fármacos y alimentos, y la magnitud de la interacción depende, en la mayoría de los casos, de la capacidad de los segundos para modificar las características farmacocinéticas de los primeros. En el cuadro 10.3 se presentan las normas a seguir para evitar las IFF en el anciano. A la hora de prescribir fármacos a un paciente anciano se deben tener en cuenta las siguientes consideraciones: • Evitar la polifarmacia inapropiada según lo siguiente: • Tratar las patologías en orden de prioridad. • Usar medicamentos cuando sea estrictamente necesario para reducir el riesgo. • Evitar la utilización de fármacos potencialmente inadecuados (criterios STOPP-START [Screening Tool for Older Person’s potentially inappropiate Prescriptions/ Screening Tool to Alert doctors to the Right, i.e. appropiate, indicated Treatment]). • Simplificar el régimen terapéutico. Utilizar formas de dosificación adecuadas para el paciente. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 86 • • • • • • I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada • Evaluar regularmente el cumplimiento terapéutico y asegurarse de que existe antes de introducir un nuevo fármaco. • Preguntar a los pacientes si utilizan medicamentos sin necesidad de prescripción médica o hierbas medicinales. • Informar al paciente acerca de los alimentos que debe evitar. • Monitorizar la respuesta periódicamente y vigilar la aparición de RAM. • Revisar el tratamiento periódicamente. • Aconsejar la destrucción de los medicamentos que ya no se utilizan. Alerta ante la utilización de fármacos con rango terapéutico estrecho. Comenzar con dosis bajas del fármaco e ir incrementándolas hasta conseguir el efecto terapéutico. Recordar cuáles son los fármacos (y otras sustancias) con claro potencial inductor o inhibidor metabólico. Considerar los mecanismos de acción y las acciones farmacológicas de los fármacos concomitantes para evitar potenciaciones o antagonismos en los efectos. Considerar que muchos fármacos tienen otros puntos de acción, además del principal. Individualizar el tratamiento. FARMACOVIGILANCIA Todo tratamiento farmacológico debe ser utilizado de acuerdo con la relación beneficio/riesgo, la cual a menudo se desconoce en el paciente anciano. La farmacovigilancia es la actividad de salud pública cuyo objetivo es la identificación, evaluación y prevención de los riesgos del uso de los tratamientos farmacológicos una vez comercializados. Las actividades de detección y notificación de las sospechas de RAM de carácter grave (RAMG) se han convertido en un importante indicador en la evaluación de la calidad asistencial. Tanto la OMS como la European Medicines Agency (EMA) proponen la notificación espontánea de sospechas de RAM, complementada con programas específicos de farmacovigilancia activa, como la mejor forma de identificar lo antes posible los problemas de seguridad de los medicamentos e intentar minimizar sus efectos adversos en los pacientes. Los programas de farmacovigilancia basados en la notificación espontánea se enfrentan a los problemas debidos a la dificultad que representa el diagnóstico de las sospe­ chas de RAM unido a la infranotificación. Se estima que solo se comunican entre el 1 y el 10% de las sospechas de RAM que se producen. Es por esto por lo que métodos de farmacovigilancia activa podrían ser más eficaces que los sistemas de notificación espontánea al proporcionar una información de mejor calidad. Además, permiten una identificación más precoz, antes de que se agrave la situación clínica del paciente. Las aplicaciones de la historia médica electrónica (HMe) se están utilizando como herramientas para implementar programas para la detección y la notificación de las sospechas de RAM. Estos métodos varían para adaptarse a las características específicas de cada hospital o entorno clínico. Los más frecuentemente utilizados son los programas que emplean palabras o códigos centinela o «gatillo» (p. ej., la palabra «toxicidad») en las HMe de los pacientes y los sistemas de detección de sospechas de RAMG basados en las señales generadas por los sistemas de información de laboratorio (señales de laboratorio automatizadas [SLA]). Varios estudios han demostrado la eficacia de estos sistemas para detectar las sospechas de RAMG. CALIDAD DE PRESCRIPCIÓN La farmacovigilancia ha demostrado que en el paciente anciano existen «prescripciones potencialmente inadecuadas» (PPI) que presentan mayor potencial de riesgo o daño en relación con el beneficio que puedan aportar. De hecho, hasta el 80% de las RAM son resultado de una PPI. Además, las PPI también engloban el uso de fármacos con una mayor frecuencia o duración de la indicada, aquellos con un elevado riesgo de IFF, fármacos duplicados o de la misma clase, así como la no utilización de fármacos beneficiosos que sí están clínicamente indicados. En las últimas décadas se han elaborado recomendaciones consensuadas que intentan evitar la PPI de medicamentos a pacientes ancianos, si bien estos criterios no dejan de ser revisiones de amplias cohortes de pacientes, lejos aún de la evidencia aportada por los ensayos clínicos aleatorizados. A pesar de ello, son las herramientas de las que disponemos los médicos a la hora de prescribir y constituyen una excelente ayuda en la práctica, así como facilitan una mejoría en la prescripción farmacológica en ancianos. Entre los criterios más conocidos se encuentran: • Los criterios de Beers, que originariamente estaban constituidos por una lista de 30 fármacos que debían ser evitados en pacientes ancianos, independientemente de las patologías que presentaran. Revisiones posteriores de estos criterios han ido modificando el listado con fármacos que pueden ser inapropiados en función de la condición clínica y del diagnóstico del paciente mayor (tabla 10.2). Así, actualmente los criterios de Beers se clasifican según la gravedad y la justificación de la recomendación. En su actualización de 2012, la American Geriatrics Society (AGS) incluyó una lista de fármacos que deben utilizarse con «precaución» en el anciano. En nuestro medio, la utilidad de los criterios de Beers y de las posteriores actualizaciones se ve limitada por varios motivos: • Hasta el 50% de los fármacos que están incluidos en tales criterios no están presentes en los formularios de la mayoría de los países europeos. • Algunos de los fármacos incluidos en la lista de los criterios de Beers no están contraindicados de forma absoluta en ancianos. • No mencionan todas las prescripciones consideradas como inapropiadas en el anciano (cuadro 10.4). • Los criterios IPET (Improving Prescribing in the Elderly Tool) no han sido ampliamente difundidos fuera de Canadá. Se componen de los 14 errores de prescripción más frecuentes extraídos de una larga lista de prescripciones inadecuadas y están validados en un estudio prospectivo. En nuestro booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 10 TABLA 10.2 Selección de medicaciones potencialmente inadecuadas de los criterios de Beers Gravedad alta Independiente Amiodarona del Amitriptilina diagnóstico Anfetaminas (excepto metilfenidato) Anorexígenos Antihistamínicos y anticolinérgicos Antiespasmódicos Barbitúricos (excepto fenobarbital) BZD de vida media larga (clordiazepóxido, diazepam, quazepam, halazepam, clorazepato, clobazam, flurazepam) Clorpropamida Doxepina Fluoxetina Indometacina Ketorolaco Meperidina Metildopa Nitrofurantoína Relajantes musculares Tioridacina Ticlopidina En función del AINE/AAS (dosis > 325 diagnóstico mg): úlcera gastroduodenal, incontinencia de estrés ATC: arritmias BZD de vida media larga: depresión BZD vida media corta o intermedia/ATC: síncope o caídas Metoclopramida: enfermedad de Parkinson Gravedad baja Cimetidina Clonidina Digoxina (dosis > 0,125 mg/d excepto en arritmias) Dipiridamol Doxazosina Ergotamínicos Estrógenos orales Propoxifeno Sulfato ferroso (dosis > 325 mg/día) 87 CUADRO 10.4 Prescripciones inadecuadas no mencionadas en los criterios de Beers Diuréticos de asa para edemas maleolares sin insuficiencia cardíaca. Tiazidas en pacientes con gota. Antidepresivos tricíclicos en glaucoma. Neurolépticos usados como hipnóticos en ausencia de delírium o en pacientes que sufren caídas frecuentes. Anticolinérgicos para tratamiento de los efectos extrapiramidales de los neurolépticos. Inhibidores de la bomba de protones para la enfermedad péptica en dosis plenas durante más de 8 semanas. Teofilina como monoterapia en la EPOC. Antiinflamatorios no esteroideos en presencia de hipertensión arterial significativa, insuficiencia cardíaca o insuficiencia renal crónica. α-bloqueantes en hombres con incontinencia urinaria. β-bloqueantes en pacientes diabéticos con episodios frecuentes de hipoglucemia. Estrógenos en antecedentes de tromboembolismo venoso. Opiáceos en pacientes con antecedentes de estreñimiento sin uso simultáneo de laxantes. Adaptado de Delgado Silveira E, Muñoz García M, Montero Errasquín B, et al. Prescripción inapropiada de medicamentos en los pacientes mayores: los criterios STOPP/START. Rev Esp Geriatr Gerontol. 2009; 44: 273-9. TABLA 10.3 Fármacos inapropiados Olanzapina: obesidad Antagonistas del calcio/ATC/ anticolinérgicos: estreñimiento crónico AAS, ácido acetilsalicílico; AINE, antiinflamatorio no esteroideo; ATC, antidepresivos tricíclicos; BZD, benzodiazepina. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Programas de farmacovigilancia en el anciano medio han tenido poca difusión y, por otra parte, constituyen una lista de 14 fármacos a evitar que resulta escasa (tabla 10.3). El índice de medicación apropiada (MAI, Medication Appropriateness Index) es un instrumento que evalúa la magnitud de las PPI a partir de la revisión de los perfiles terapéuticos de los pacientes, según 10 criterios de uso apropiado basados en el coste de los tratamientos, en las instrucciones de utilización y en las dosificaciones incorrectas. El MAI no hace referencia explícita a determinados fármacos o grupos de fármacos que son problemáticos en el paciente anciano, sino que, analizando cada prescripción, y con los criterios mencionados, se les da un peso relativo para identificar las PPI. Los resultados logrados aplicando la metodología MAI son muy diferentes de los que se obtendrían a partir de los criterios de Beers (tabla 10.4). según los criterios IPET (Improving Prescribing in the Elderly Tool) Fármaco Enfermedad β-bloqueantes adrenérgicos Enfermedad pulmonar obstructiva crónica Enfermedad cardíaca congestiva Enfermedad cardíaca congestiva Bloqueantes de los canales del calcio (excepto amlodipino y felodipino) Diuréticos tiazídicos Benzodiazepinas de semivida de eliminación larga Antidepresivos tricíclicos Antidepresivos tricíclicos con metabolitos activos Metilfenidato AINE y AAS (> 1.300 mg/día) AINE Anticolinérgico Difenoxilato Gota Sedación, confusión Glaucoma Bloqueo cardíaco Depresión Úlcera péptica Hipertensión Artrosis Efectos adversos de antipsicóticos Diarrea AAS, ácido acetilsalicílico; AINE, antiinflamatorio no esteroideo. En el estudio sobre la calidad de la prescripción geriátrica Assessing Care of Vulnerable Elders (ACOVE) se acuñó la definición de «anciano vulnerable», referida a aquella persona de edad igual o superior a 65 años con alto riesgo de muerte booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 88 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada TABLA 10.4 Índice de medicación TABLA 10.5 Assessing Care of Vulnerable Criterio Descripción Criterio Descripción 1 Indicación del medicamento 1 2 3 Indicación correcta de tratamiento Educación del paciente Disponibilidad de un perfil terapéutico del paciente Evaluación de objetivos terapéuticos Revisión periódica del tratamiento Monitorización de tratamientos con anticoagulantes orales Monitorización de tratamientos diuréticos Evitar el uso de clorpropamida Evitar el uso de medicamentos con acción anticolinérgica Evitar el uso de barbitúricos Evitar el uso de meperidina Monitorización de la función renal y del potasio en aquellos pacientes en tratamiento con inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina (IECA) apropiada (MAI): criterios de uso apropiado y pesos relativos 2 3 4 5 6 7-8 9 10 Peso relativo 1 (indicado) 3 (no indicado) Efectividad del fármaco para 1 (efectivo) la indicación 3 (no efectivo) Dosificación correcta 1 (correcto) 3 (incorrecto) Duración del tratamiento 1 (aceptable) correcta 3 (inaceptable) Información al paciente 1 (correcto) correcta 3 (incorrecto) Información práctica al 1 (práctico) paciente correcta 3 (no práctico) Interacciones: fármaco-fármaco, 1 (insignificante) fármaco-enfermedad 3 (significante) Duplicidad terapéutica 1 (necesario) 3 (innecesario) Alternativa terapéutica 1 (más barato) coste-eficiente 3 (más caro) o declive funcional. Además, se desarrollaron sistemas con los que era posible identificar tanto a los pacientes como las condiciones de atención médica que afectan a los «ancianos vulnerables». El ACOVE constituye un método de prevención y gestión de las mismas que permite definir indicadores que dirigen la atención hacia aquellos medicamentos o grupos de medicamentos que tienen una importante incidencia de RAM (p. ej., diuréticos, anticolinérgicos), aquellos en los que existen alternativas más seguras (p. ej., meperidina, barbitúricos), los que presentan RAM de importante gravedad (p.ej., anticoagulantes orales) o en los que es imprescindible la monitorización de la función renal o del control electrolítico. Posteriormente se amplió a un total de 43 indicadores (tabla 10.5). Otras herramientas son el CRIME (CRIteria to assess appropriate Medication use among Elderly complex patients), que adapta las guías clínicas para realizar recomendaciones, agrupadas por patología, para pacientes de edad avanzada con deterioro cognitivo o funcional y diferentes síndromes geriátricos, y el TIMER (Tool to Improve Medication in the Ederly via Review), que se puede dividir en cuatro secciones: selección de medicación según la relación coste-efectividad, adherencia, seguridad de la medicación y evaluación de los objetivos terapéuticos. Debido a los problemas de las herramientas descritas anteriormente, la necesidad de desarrollar una herramienta validada y basada en la evidencia que sea de utilidad al médico a la hora de prescribir y esté adaptada a nuestro entorno dio lugar a la publicación de los criterios STOPP-START, clínicamente desarrollados por la European Union Geriatric Medicine Society. Estos criterios no han sido diseñados para reemplazar el juicio clínico, sino para mejorar la evaluación farmacoterapéutica de los pacientes. Elders (ACOVE): indicadores de calidad de la prescripción 4 5 6 7 8 9 10 11 12 Los criterios STOPP (Screening Tool of Older Person’s potentially inappropiate Prescriptions) constan de indicadores de PPI que contemplan IFF e interacciones fármaco-enfermedad, duplicidad terapéutica y medicamentos que incrementan el riesgo de deterioro cognitivo y de caídas en las personas mayores (cuadro 10.5). Los criterios START (Screening Tool to Alert doctors to Right Treatment) incorporan 24 indicadores, basados en la evidencia, que detectan omisiones de prescripción de medicamentos que podrían beneficiar a los pacientes mayores (cuadro 10.6). Estos criterios no fueron diseñados para capturar todas y cada una de las PPI. Este hecho los convertiría en una lista demasiado amplia y no funcional. Más bien el objetivo es incluir las situaciones más comunes y evitables en la clínica diaria al atender a pacientes ancianos. Por esta razón, ejemplos obvios como el sangrado en caso de uso de cumarina o las hipoglucemias asociadas al uso de insulina no se encuentran incluidos. Por otro lado, aunque estos criterios no son de aplicación en pacientes terminales u hospitalizados, pueden ser de gran utilidad para ayudar a detectar y controlar RAM. Por ello, dichos criterios no pueden sustituir, en ningún caso, el juicio clínico. El tratamiento farmacológico en ancianos debe individualizarse en la medida de lo posible, de acuerdo con las necesidades particulares del paciente. Es más, para todos los fármacos incluidos en estas herramientas disponemos de opciones de sustitución. Por ejemplo, el paracetamol puede ser utilizado en lugar del propoxifeno, y los nuevos fármacos hipnóticos y las sulfonilureas de segunda generación son más seguros que el fluracepam y que la clorpropamida, respectivamente. La morfina, la oxicodona y otros analgésicos narcóticos son mejores opciones que la meperidina en pacientes mayores. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 10 Programas de farmacovigilancia en el anciano 89 CUADRO 10.5 Criterios STOPPa © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. A Sistema cardiovascular 1. Digoxina en dosis superiores a 120 mg/día a largo plazo en presencia de insuficiencia renalb (aumento del riesgo de intoxicación). 2. Diuréticos de asa para los edemas maleolares aislados, sin signos clínicos de insuficiencia cardíaca (no hay evidencia de su eficacia; las medidas compresivas son normalmente más apropiadas). 3. Diuréticos de asa con monoterapia de primera línea en la hipertensión (existen alternativas más seguras y efectivas). 4. Diuréticos tiazídicos con antecedentes de gota (pueden exacerbar la gota). 5. β-bloqueantes no cardioselectivos en la EPOC (riesgo de broncoespasmo). 6. β-bloqueantes en combinación con verapamilo (riesgo de bloqueo cardíaco sintomático). 7. Uso de diltiazem o verapamilo en la insuficiencia cardíaca de grado III o IV de la NYHA (pueden empeorar la insuficiencia cardíaca). 8. Antagonistas del calcio en el estreñimiento crónico (pueden agravar el estreñimiento). 9. Uso de la combinación de AAS y warfarina sin antagonistas H2 (excepto cimetidina, por su interacción con los anticoagulantes) o IBP (alto riesgo de hemorragia digestiva). 10. Dipiridamol como monoterapia para la prevención cardiovascular secundaria (sin evidencia de eficacia). 11. AAS con antecedentes de enfermedad ulcerosa péptica sin antagonistas H2 o IBP (riesgo de hemorragia). 12. AAS en dosis superiores a 150 mg/día (aumento del riesgo de sangrado, sin evidencia de una mayor eficacia). 13. AAS sin antecedentes de cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular, enfermedad arterial periférica o un antecedente oclusivo arterial (no indicada). 14. AAS para tratar un mareo no claramente atribuible a enfermedad cerebrovascular (no indicada). 15. Warfarina para un primer episodio de trombosis venosa profunda no complicado durante más de 6 meses (no se ha demostrado un beneficio adicional). 16. AAS, clopidogrel, dipiridamol o warfarina con una enfermedad hemorrágica concurrente (alto riesgo de sangrado). B Sistema nervioso central y psicofármacos 1. ATC con demencia (riesgo de empeoramiento del deterioro cognitivo). 2. ATC con glaucoma (posible exacerbación del glaucoma). 3. ATC con trastornos de la conducción cardíaca (efectos proarrítmicos). 4. ATC con estreñimiento (probable empeoramiento del estreñimiento). 5. ATC con opiáceo o un antagonista del calcio (riesgo de estreñimiento grave). 6. ATC con prostatismo o con antecedentes de retención urinaria (riesgo de retención urinaria). 7. Uso prolongado (p. ej., más de 1 mes) de benzodiazepinas de vida media larga (p. ej., clordiazepóxido, flurazepam, nitrazepam, cloracepato) o benzodiazepinas con metabolitos de larga acción (p. ej., diazepam) (riesgo de sedación prolongada, confusión, trastornos del equilibrio, caídas). 8. Uso prolongado (p. ej., más de 1 mes) de neurolépticos como hipnóticos a largo plazo (riesgo de confusión, hipotensión, efectos extrapiramidales, caídas). 9. Uso prolongado de neurolépticos (p. ej., más de 1 mes) en el parkinsonismo (es probable que empeoren los síntomas extrapiramidales). 10. Fenotiacinas en pacientes con epilepsia (pueden bajar el umbral convulsivo). 11. Anticolinérgicos para tratar los efectos secundarios extrapiramidales de los neurolépticos (riesgo de toxicidad anticolinérgica). 12. ISRS con antecedentes de hiponatremia clínicamente significativa (hiponatremia inferior a 130 mmol/l no iatrogénica en los 2 meses anteriores). 13. Uso prolongado (más de 1 semana) de antihistamínicos de primera generación, como difenhidramina, clorfeniramina, ciclizina, prometazina (riesgo de sedación y efectos secundarios anticolinérgicos). C Sistema gastrointestinal 1. Difenoxilato, loperamida o fosfato de codeína para el tratamiento de la diarrea de causa desconocida (riesgo de retraso diagnóstico; pueden agravar un estreñimiento con diarrea por rebosamiento, precipitar un megacolon tóxico en la enfermedad inflamatoria intestinal o retrasar la curación de la gastroenteritis no diagnosticada). 2. Difenoxilato, loperamida o fosfato de codeína para el tratamiento de la gastroenteritis infecciosa grave, como, por ejemplo, con diarrea sanguinolenta, fiebre elevada o afectación sistémica grave (riesgo de exacerbación o prolongación de la infección). 3. Proclorperazina o metoclopramida con parkinsonismo (riesgo de agravamiento del parkinsonismo). 4. IBP para la enfermedad ulcerosa péptica en dosis terapéuticas plenas durante más de 8 semanas (está indicada la suspensión o el descanso de dosis más precoz para el tratamiento de mantenimiento/profiláctico de la enfermedad ulcerosa péptica, la esofagitis o la enfermedad por reflujo gastroesofágico). 5. Espasmolíticos anticolinérgicos en el estreñimiento crónico (riesgo de agravamiento del estreñimiento). D Sistema respiratorio 1. Teofilina como monoterapia en la EPOC (existen alternativas más seguras y efectivas, riesgo de efectos adversos por el estrecho índice terapéutico). 2. Corticosteroides sistémicos en lugar de inhalados para el tratamiento de mantenimiento en la EPOC moderada-grave (exposición innecesaria a los efectos secundarios a largo plazo de los corticoides sistémicos). 3. Ipratropio inhalado en el glaucoma (puede agravar este). E Sistema musculoesquelético 1. AINE con antecedentes de enfermedad ulcerosa péptica o hemorragia digestiva, salvo con uso simultáneo de antagonistas H2, IBP o misoprostol (riesgo de reaparición de la enfermedad ulcerosa). 2. AINE con hipertensión moderada-grave (moderada: 160-100 a 179-190 mmHg; grave: igual o superior a 180/110 mmHg) (riesgo de empeoramiento de la hipertensión). 3. AINE con insuficiencia cardíaca (riesgo de empeoramiento de la insuficiencia cardíaca). 4. Uso prolongado de AINE (más de 3 meses) para el alivio del dolor articular leve en la artrosis (son de elección los analgésicos sencillos, que normalmente son igual de eficaces para aliviar el dolor). (Continúa) booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 90 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada CUADRO 10.5 Criterios STOPPa (cont) 5. Warfarina y AINE juntos (riesgo de hemorragia digestiva). 6. AINE con insuficiencia renal crónicac (riesgo de deterioro de la función renal). 7. Corticosteroides a largo plazo (más de 3 meses) como monoterapia para la artritis reumatoide o la artrosis (riesgo de efectos secundarios sistémicos mayores de los corticoides). 8. AINE o colchicina a largo plazo para el tratamiento crónico de la gota cuando no existe contraindicación para el alopurinol (este es el fármaco profiláctico de primera línea en la gota). F Sistema urogenital 1. Fármacos antimuscarínicos vesicales con demencia (riesgo de mayor confusión y agitación). 2. Fármacos antimuscarínicos vesicales con glaucoma crónico (riesgo de exacerbación aguda del glaucoma). 3. Fármacos antimuscarínicos vesicales con estreñimiento crónico (riesgo de agravamiento del estreñimiento). 4. Fármacos antimuscarínicos vesicales con prostatismo crónico (riesgo de retención urinaria). 5. α-bloqueantes en hombres con incontinencia frecuente, como, por ejemplo, con uno o más episodios de incontinencia al día (riesgo de polaquiuria y de agravamiento de la incontinencia). 6. α-bloqueantes con sonda vesical permanente, como, por ejemplo, una sonda durante más de 2 meses (fármaco no indicado). G Sistema endocrino 1. Glibenclamida o clorpropamida en caso de diabetes mellitus de tipo 2 (riesgo de hipoglucemia prolongada). 2. β-bloqueantes en la diabetes mellitus con frecuentes episodios de hipoglucemia, como, por ejemplo, uno o más episodios al mes (riesgo de enmascaramiento de los síntomas de la hipoglucemia). 3. Estrógenos con antecedentes de cáncer de mama o tromboembolismo venoso (aumento del riesgo de recurrencia). 4. Estrógenos sin progestágenos en mujeres con útero intacto (riesgo de cáncer de endometrio). H Fármacos que afectan negativamente a los pacientes con tendencia a caerse (una o más caídas en los últimos 3 meses) 1. Benzodiazepinas (sedantes; pueden reducir el sensorio, deterioran el equilibrio). 2. Neurolépticos (pueden causar dispraxia de la marcha, parkinsonismo). 3. Antihistamínicos de primera generación (sedantes; pueden reducir el sensorio). 4. Vasodilatadores de los que se sabe que pueden causar hipotensión en aquellos pacientes con hipotensión postural persistente, como, por ejemplo, un descenso recurrente superior a 20 mmHg de la presión sistólica (riesgo de síncopes, caídas). 5. Opiáceos a largo plazo en pacientes con caídas recurrentes (riesgo de somnolencia, hipotensión postural, vértigo). I Analgésicos 1. Uso a largo plazo de opiáceos potentes, como, por ejemplo, morfina o fentanilo, como tratamiento de primera línea en el dolor leve o moderado (inobservancia de la escalera analgésica de la OMS). 2. Opiáceos regulares durante más de 2 semanas en pacientes con estreñimiento crónico sin uso simultáneo de laxantes (riesgo de estreñimiento grave). 3. Opiáceos a largo plazo en la demencia, salvo cuando están indicados en cuidados paliativos o para el manejo de un síndrome doloroso moderado/grave (riesgo de empeoramiento del deterioro cognitivo). J Clase de medicamento duplicada Cualquier prescripción regular de dos fármacos de la misma clase, como, por ejemplo, dos opiáceos o AINE: ISRS, diuréticos de asa, IECA simultáneos (debe optimizarse la monoterapia dentro de una sola clase antes de considerar el cambio a otra clase de fármaco). Están excluidas las prescripciones duplicadas de fármacos que los pacientes pueden precisar a demanda, como, por ejemplo, agonistas β2 inhalados (de larga y corta duración) para la EPOC o el asma, u opiáceos para el manejo del dolor irruptivo. STOPP, Screening Tool of Older People’s potentially inappropiate Prescriptions. Tasa de filtrado glomerular (IFG) estimada: < 50 ml/min. c Tasa de filtrado glomerular (IFG) estimada: 20-50 ml/min. AAS, ácido acetilsalicílico; AINE, antiinflamatorios no esteroideos; ATC, antidepresivos tricíclicos; EPOC, enfermedad pulmonar obstructiva crónica; IBP, inhibidor de la bomba de protones; IECA, inhibidor de la enzima conversora de la angiotensina; ISRS, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina; NYHA, New York Heart Association; OMS, Organización Mundial de la Salud. Extraído de Martín Aurioles E, Núñez Montenegro A, Montiel Luque A, et al. Medicamentos potencialmente inapropiados en nuestros mayores. Actualidad en Farmacología y Terapéutica. 2012; 10(1): 38-42. a b Desde la EMA se promueven medidas de mejora de la calidad de prescripción en ancianos. Así, se han elaborado guías clínicas que contemplan las diferencias en la administración, las peculiaridades y las características inherentes a este grupo de población. Un ejemplo es la guía europea para el tratamiento de la diabetes mellitus en personas mayores (European Diabetes Working Party for Older People 2011 clinical guidelines for type 2 diabetes mellitus). ADHESIÓN AL TRATAMIENTO La OMS define adhesión al tratamiento como «el grado en que el comportamiento de una persona se ajusta a tomar los medicamentos, sigue un régimen alimentario y ejecuta cambios del modo de vida que se corresponde con las recomendaciones acordadas de un prestador de asistencia sanitaria». De acuerdo con esto, para planificar un tratamiento eficaz y eficiente es preciso evaluar el comportamiento específico del paciente ante las indicaciones del médico. La adhesión se puede medir utilizando cualquiera de las definiciones orientadas al proceso o resultado-orientado: • Las definiciones orientadas a los resultados utilizan el resultado final del tratamiento, como la tasa de curación, como un indicador de éxito. • Los indicadores de procesos orientados hacen uso de las variables intermedias, como el mantenimiento o el recuento de pastillas para medir la adhesión. El grado en que estos resultados intermedios se corresponden con las cantidades booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 10 Programas de farmacovigilancia en el anciano 91 CUADRO 10.6 Criterios STARTa A Sistema cardiovascular 1. Warfarina en presencia de una fibrilación auricular crónica. 2. AAS en presencia de una fibrilación auricular crónica, cuando la warfarina esté contraindicada pero no lo esté el AAS. 3. AAS o clopidogrel con antecedentes bien documentados de enfermedad arteriosclerótica coronaria, cerebral o arterial periférica en pacientes en ritmo sinusal. 4. Tratamiento antihipertensivo cuando la presión arterial sistólica sea normalmente superior a 160 mmHg. 5. Estatinas con antecedentes bien documentados de enfermedad arteriosclerótica coronaria, cerebral o arterial periférica, cuando la situación funcional sea de independencia para las actividades básicas de la vida diaria, y la esperanza de vida, superior a 5 años. 6. IECA en la insuficiencia cardíaca crónica. 7. IECA tras un infarto agudo de miocardio. 8. β-bloqueantes en la angina crónica estable. B Sistema respiratorio 1. Agonista β2 o anticolinérgico inhalado pautado en el asma o la EPOC de leve a moderada. 2. Corticosteroide inhalado pautado en el asma o la EPOC de moderada a grave, cuando el FEV1 es inferior al 50%. 3. Oxigenoterapia domiciliaria continua en la insuficiencia respiratoria de tipo 1 (pO 2< 8 kPa [60 mmHg], pCO 2< 6,5 kPa [49 mmHg]) o de tipo 2 (pO2< 8 kPa [60 mmHg], pCO2 > 6,5 kPa [49 mmHg]) bien documentada. C Sistema nervioso central 1. Levodopa en la enfermedad de Parkinson idiopática con deterioro funcional evidente y consecuente discapacidad. 2. Antidepresivos en presencia de síntomas depresivos de moderados a graves durante al menos 3 meses. D Sistema gastrointestinal 1. Inhibidores de la bomba de protones en la enfermedad por reflujo gastroesofágico grave o la estenosis péptica que precise dilatación. 2. Suplementos de fibra en la diverticulosis sintomática crónica que cursa con estreñimiento. E Sistema musculoesquelético 1. Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad en la artritis reumatoide de moderada a grave activa de más de 12 semanas de duración. 2. Bisfosfonatos en pacientes que reciben corticosteroides orales en dosis de mantenimiento. 3. Suplementos de calcio y vitamina D en pacientes con osteoporosis conocida (evidencia radiológica o fractura por fragilidad previa o cifosis dorsal adquirida). F Sistema endocrino 1. Metformina en la diabetes mellitus de tipo 2 ± síndrome metabólico (en ausencia de insuficiencia renal)b. 2. IECA o ARA-2 en la diabetes con nefropatía, como, por ejemplo, proteinuria franca en el sistemático de orina o microalbuminuria (> 30 mg/24 h) ± insuficiencia renal en la bioquímica. 3. Antiagregantes plaquetarios en la diabetes mellitus si coexisten uno o más factores mayores de riesgo cardiovascular (hipertensión, hipercolesterolemia, consumo de tabaco). 4. Estatinas en la diabetes mellitus si coexisten uno o más factores mayores de riesgo cardiovascular. START, Screening Tool to Alert doctors to Right, i.e. appropiate, indicated Treatments. Versión española preparada por Cruz-Jentoft y Montero-Errasquín. b Tasa de filtrado glomerular (GFR) estimada < 50 ml/min. AAS, ácido acetilsalicílico; ARA-2, antagonista del receptor de la angiotensina -2; EPOC, enfermedad pulmonar obstructiva crónica; FEV1, volumen espiratorio forzado en el primer segundo; IECA, inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina. Extraído de Martín Aurioles E, Núñez Montenegro A, Montiel Luque A, et al. Medicamentos potencialmente inapropiados en nuestros mayores. Actualidad en Farmacología y Terapéutica. 2012; 10(1): 38-42. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. a reales de los fármacos prescritos ingeridos por el paciente es desconocido. La falta de adhesión es la relación entre el comportamiento del paciente, que puede estar condicionado por el consumo equivocado o por el cambio en el momento o en la frecuencia de las dosis, y la prescripción médica. Tanto la OMS como la Unión Europea consideran que la falta de adhesión a los tratamientos crónicos y sus consecuencias negativas clínicas y económicas son tema prioritario de salud pública. La adhesión al tratamiento se asienta sobre dos pilares fundamentales: por un lado, el empoderamiento del paciente que toma sus propias decisiones sobre la medicación y sobre los cuidados de su enfermedad de forma autónoma y, por otro, las decisiones del médico. Debemos tener en cuenta la siguiente máxima: «Los medicamentos solo funcionan si se toman según lo prescrito». El consumo diario medio por anciano oscila entre dos y tres medicamentos y más del 75% los consume de forma crónica. Si se considera la automedicación, el consumo asciende a más de cinco fármacos. Se sabe que aproximadamente el 50% de los pacientes de edad avanzada no realizan correctamente el tratamiento farmacológico y que el 90% toma dosis menores de las prescritas por su médico. Las consecuencias de la no adhesión son numerosas y potencialmente peligrosas. La no adhesión limita la eficacia de la medicación, lo que puede dar lugar a aumentos de dosis o a cambios innecesarios de tratamiento, que resultan perjudiciales para la salud del paciente (cuadro 10.7). La adhesión al tratamiento hay que tenerla en cuenta a la hora de evaluar las RAM, ya que con mucha frecuencia es el origen de la polifarmacia y de incrementos innecesarios de dosis. Todo ello conlleva una pérdida de función y de calidad de vida (tabla 10.6). La falta de adhesión al tratamiento se puede clasificar en: • Primaria: que incluye tanto no llevarse la prescripción de la consulta como el llevársela pero no retirarla de la farmacia. • Secundaria: que incluye tomar una dosis incorrecta o me­ dicarse a horas incorrectas, olvidarse de tomar una o varias dosis (o aumentar la frecuencia de las mismas) y sus­ booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 92 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada CUADRO 10.7 Consecuencias y causas CUADRO 10.8 Cuestionarios de Causas Número de prescriptores Deficiente relación médico-paciente Polifarmacia Complejidad de los regímenes Depresión Deterioro cognitivo Episodios adversos Deficiente alfabetización Diferente idioma Cuestionario de Morisky-Green Valorar si el paciente adopta actitudes correctas en relación con la terapéutica: 1. ¿Se olvida alguna vez de tomar los medicamentos? 2. ¿Toma los medicamentos a las horas indicadas? 3. Cuando se encuentra bien, ¿deja laguna vez de tomarlos? 4. Si alguna vez le sienta mal, ¿deja de tomar la medicación? Para considerar una buena adherencia, la respuesta de todas las preguntas debe ser adecuada (no, sí, no, no). de la no adhesión al tratamiento Consecuencias Mayor uso de los recursos médicos Más visitas a médicos y urgencias Aumento de los ingresos (10-33% de los ancianos ingresados en un hospital tiene antecedentes de no adhesión) Mayor tasa de institucionalización (el 25% de los ancianos ingresados en una residencia de ancianos lo están debido a su incapacidad para la autoadministración de medicamentos) Innecesarios tratamientos adicionales Pruebas de laboratorio adicionales Incremento de episodios adversos Falta de eficacia Aumento de los costes pender el tratamiento demasiado pronto, bien por dejar de tomarlo antes de la fecha recomendada por el médico o por no obtener una nueva prescripción. La adhesión al tratamiento puede ser evaluada por varios métodos, algunos de ellos más sencillos que otros. Estos métodos se dividen en: • Métodos directos: medir la concentración del fármaco o sus metabolitos en fluidos biológicos. Estos métodos son costosos y difíciles, por lo que su utilidad en la práctica habitual es limitada. • Métodos indirectos: recuento de comprimidos, dispositivos electrónicos en el recipiente, asistencia a las citas programadas, asistencia a la cita con enfermería de pacientes en programa de recetas de larga duración, y medida de la eficacia y de los episodios adversos del fármaco. • Métodos subjetivos: juicio médico y entrevista (nivel de conocimientos, cuestionario de Morisky-Green, cuestionario de Haynes-Sackett) (cuadro 10.8). Morisky-Green y de Haynes-Sackett para evaluar el grado de adhesión al tratamiento Cuestionario de Haynes-Sackett También denominado «cuestionario de cumplimiento autocomunicado», consiste en realizar al paciente la siguiente pregunta: «La mayoría de la gente tiene dificultad para tomar los comprimidos. ¿Tiene usted dificultad para tomar los suyos?». Si la respuesta es afirmativa, se solicita al paciente el número medio de comprimidos olvidados en un período de tiempo (p. ej., en los últimos 6 días o el último mes) y se determina el porcentaje con respecto al número de comprimidos indicados. Se considera buena adherencia en aquel paciente que declara haber tomado una cantidad de comprimidos mayor del 80% y menor del 110% de los prescritos. Se han descrito una gran cantidad de características potencialmente vinculadas a una baja adhesión al tratamiento, que se pueden agrupar en grandes dimensiones: • Factores relacionados con el paciente. Parámetros como la edad, el sexo o el nivel de instrucción del paciente parecen ser elementos muy relevantes. Sin embargo, la situación laboral del paciente influye de forma clara, de modo que las personas activas retiran menos medicación prescrita de las oficinas de farmacia que los pensionistas. El buen conocimiento previo sobre la enfermedad se considera un punto de partida para toda intervención. La presencia de problemas en la deglución es otra causa frecuente en el incumplimiento. Estos alcanzan valores cercanos al 25% en el rechazo al tratamiento y adquieren mayor relevancia si tenemos en cuenta que en torno al 15% de los pacientes institucionalizados presentan problemas en la ingesta de cápsulas/comprimidos. • Factores relacionados con la patología. Las enfermedades crónicas generan mayores problemas de adhesión que las TABLA 10.6 Reacciones adversas más comunes en los ancianos Fármaco Reacción adversa medicamentosa Efectos clínicos AINE Irritación gástrica, úlceras, neurotoxicidad Aminoglucósidos Anticolinérgicos Fallo renal Sequedad de boca, disminución de la motilidad, confusión, sedación Sedación, discinesia, hipotonía, hipotensión Hipoglucemia Disminución de la conducción cardíaca, alteración gastrointestinal Sedación, disminución de la motilidad Hemorragia digestiva, anemia, fallo renal. Pueden interferir en los antihipertensivos y disminuir su eficacia Incremento de la concentración de otros fármacos Estreñimiento, retención urinaria, caídas, confusión Antipsicóticos Hipoglucemiantes Digoxina Opiáceos Caídas, confusión Caídas, confusión Arritmias, náuseas, anorexia Confusión, estreñimiento booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 10 agudas, así como la ausencia de síntomas percibidos por el paciente conduce a peores tasas de cumplimiento. Se ha observado que existe una mejor aceptación del tratamiento cuanto mayor es la aceptación del proceso patológico por parte del paciente. En tercer lugar, y relacionado con el tratamiento, la mayor complejidad del mismo (número de fármacos, tomas diarias y duración) se corresponde con una peor adherencia terapéutica. Se evidencia una mayor dificultad en la fidelidad al tratamiento en aquellas terapias que implican cambios en el estilo de vida (p. ej., dieta, ejercicio) con respecto a las que solo suponen la toma de medicamentos. • Equipo asistencial. Es importante la confianza recíproca entre el profesional sanitario y el paciente, la continuidad asistencial y una adecuada accesibilidad al centro dispensador. La implicación activa del personal de enfermería en la detección de problemas de adherencia y en el refuerzo para que el paciente siga el plan terapéutico prescrito por el médico es también un elemento clave sobre el que hacer hincapié. El geriatra puede incrementar la adhesión al tratamiento si evita la aparición de RAM: por ejemplo, en el caso del uso de fármacos diuréticos, prescribiendo una pauta de administración en la que el efecto máximo no altere la actividad del paciente o, si se trata de fármacos asociados que presentan entre sus efectos secundarios el estreñimiento, aconsejando dietas ricas en fibras y una ingesta adecuada de líquidos. Asimismo, habrá que intervenir sobre las barreras que dificultan el cumplimiento terapéutico (problemas de visión, falta de destreza, deterioro cognitivo o dificultad para tragar). © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. CONCILIACIÓN DE LA MEDICACIÓN Un elevado porcentaje de los errores en la medicación se producen en procesos relacionados con la transición asis­ tencial y con cambios del médico responsable del paciente. Si estos errores se mantienen, pueden afectar a la efectividad del tratamiento y a la seguridad del paciente. Este hecho ha impuesto la necesidad de establecer métodos para minimizar dichos errores, como es la implantación de la conciliación de la medicación. La conciliación de la medicación es un proceso formal que consiste en valorar el listado completo y exacto de los medicamentos previamente tomados por el paciente junto con la prescripción farmacoterapéutica después de una transición asistencial, en el momento del ingreso en el hospital, tras un cambio del responsable médico o al proceder al alta hospitalaria. Los problemas de conciliación son una causa de falta de adhesión al tratamiento que puede ser considerada iatrogénica. La conciliación de la medicación es un valor añadido y un estándar de calidad que implica un cambio profundo que no solo abarca a la farmacoterapia, sino a toda la asistencia sanitaria. Dentro de las causas de errores de medicación más comunes se encuentran la participación de múltiples profesionales sanitarios en el tratamiento de un mismo paciente, la falta de registros únicos de salud uniformes y compartidos, y los Programas de farmacovigilancia en el anciano 93 derivados de la situación de urgencias, en la que la toma de decisiones está dirigida a solventar un cuadro agudo concreto. Con los programas de conciliación de la medicación se pretende disminuir el número de problemas relacionados con el tratamiento farmacológico en la transición de niveles asistenciales entre atención primaria y especializada apostando por una mayor seguridad en la población anciana, al mismo tiempo que se fomenta la sostenibilidad del sistema sanitario, al impulsar una selección más eficiente de la medicación y evitar costes derivados de errores de medicación y posibles RAM producidas por una prescripción inapropiada de la farmacoterapia. Se ha demostrado que el proceso de conciliación de la medicación es una estrategia efectiva para reducir los errores de medicación, los costes de los tratamientos y los ries­ gos potenciales para el paciente, siempre que se revisen los tratamientos farmacológicos en las primeras 24-48 h tras la transición al nuevo nivel asistencial. En la implementación de un programa de conciliación de medicación domiciliaria en el anciano polimedicado debe intervenir un equipo multidisciplinar, que realizará una entrevista clínica al paciente, elaborará el historial farmacoterapéutico y facilitará un cuadro diario de medicación. La conciliación de la medicación se debe llevar a cabo mediante un procedimiento normalizado y en un registro que permita trabajar sistemáticamente y que incluya lo siguiente: un listado completo de medicamentos, en el que se indique la dosis, la pauta y la última dosis administrada; un listado de hábitos de automedicación y medicamentos de venta sin receta para síntomas menores; uso de plantas medicinales y otros productos; antecedentes de alergias y tipo de reacción, de intolerancias medicamentosas o de interrupciones pre­vias del tratamiento por RAM, y adherencia al tratamiento cró­nico prescrito y cumplimiento del mismo. CONCLUSIONES Por todo lo expuesto en este capítulo, debemos hacer especial hincapié en que el ajuste posológico debe ser particularmente cuidadoso, teniendo en cuenta las modificaciones farmacodinámicas aquí reseñadas. El régimen de dosis debe simplificarse al máximo; si es posible se ha de intentar hacer coincidir la toma del medicamento con alguna actividad para reforzar su memoria. Es recomendable elegir una sola administración diaria y las prescripciones líquidas, que en general se toleran mejor que las sólidas. Finalmente, la ausencia de pacientes ancianos en los ensayos clínicos farmacológicos, especialmente en los relativos a enfermedades prevalentes en este grupo de edad, añade dificultad a la hora de aplicar estos conceptos. La prevalencia de la PPI encontrada dentro de la población mayor es lo suficientemente relevante como para implantar medidas que aborden el tema de forma integral para mejorar la calidad de la prescripción y los resultados de salud del paciente. Es indiscutible que son pocas las evidencias que existen sobre la utilidad de multitud de intervenciones terapéuticas en determinados grupos (sobre todo en ancianos frágiles), así como la omisión casi total de estudios que comprueben la efectividad y la seguridad no de prescribir sino de discontinuar el uso de fármacos. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 94 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Lavan AH, O’Mahony D, Gallagher P, Fordham R, Flanagan E, Dahly D, Byrne S, Petrovic M, Gudmundsson A, Samuelsson O, Cherubini A, J Cruz-Jentoft A, Soiza RL, Eustace JA. The effect of SENATOR (Software ENgine for the Assessment and optimisation of drug and non-drug Therapy in Older peRsons) on incident adverse drug reactions (ADRs) in an older hospital cohort - Trial Protocol. BMC Geriatr. 2019 Feb 13;19(1):40. doi: 10.1186/s12877-019-1047-9. PubMed PMID: 30760204; PubMed Central PMCID: PMC6375169. By the American Geriatrics Society 2015 Beers Criteria Update Expert Panel. American Geriatrics Society 2015 Updated Beers Criteria for Potentially Inappropriate Medication Use in Older Adults. J Am Geriatr Soc. 2015 Nov;63(11):2227-46. doi: 10.1111/jgs.13702. Epub 2015 Oct 8. PubMed PMID: 26446832. O’Mahony D, O’Sullivan D, Byrne S, O’Connor MN, Ryan C, Gallagher P. STOPP/START criteria for potentially inappropriate prescribing in older people: version 2. Age Ageing. 2015 Mar;44(2):213-8. doi: 10.1093/ageing/afu145. Epub 2014 Oct 16. Review. PubMed PMID: 25324330; PubMed Central PMCID: PMC4339726. Ramirez E, Carcas AJ, Borobia AM, et al. 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Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 11 Investigación y envejecimiento Mariam El Assar de la Fuente, Javier Angulo Frutos y Leocadio Rodríguez Mañas INTRODUCCIÓN La asunción progresiva del envejecimiento como un proceso complejo cargado de peculiaridades y el concepto de que la persona anciana no es simplemente un adulto con muchos años se han convertido en un tema de enorme interés no solo científico, sino también social, en el mundo desarrollado. Un tercer componente ha venido a sumarse a ellos: la importancia progresivamente creciente no solo de prolongar la vida, sino también de mejorar su calidad. Este hecho ha puesto el foco sobre el estudio de las causas, las consecuencias y los posibles abordajes de la discapacidad, el principal factor asociado a la pérdida de calidad de vida. Este cambio de paradigma ha modificado, y lo hará aún más en el futuro, los modelos de práctica profesional, incluida la investigación. A este respecto cabe hacer notar que los factores asociados a una mayor longevidad no tienen que ser necesariamente los mismos ligados a una menor tasa de discapacidad o fragilidad. Más aún, algunos datos apuntan justamente a lo contrario. Así, es conocido que las mujeres tienen una mayor expectativa de vida pero una mayor tasa de discapacidad. Potencialmente ligado a la complejidad de este fenómeno, aunque los estrógenos prolongan la supervivencia por su efecto antioxidante, también parecen asociarse, al mismo tiempo, a un mayor riesgo de fragilidad en mujeres posmenopáusicas. Cuando se trabaja con temas tan complejos como son el envejecimiento y sus consecuencias, los abordajes tradicionales fracasan por simplistas. Solo desde el enfoque multidisciplinario, colaborativo y complementario cabe responder a las preguntas de investigación relevantes para el envejecimiento y para los propios ancianos. Un mayor conocimiento de los mecanismos básicos (genéticos, moleculares y celulares), de las enfermedades crónicas y/o de los problemas de salud que son muy prevalentes en el anciano y de sus características epidemiológicas ofrece la posibilidad de llegar a comprender el proceso del envejecimiento y sus consecuencias. Además, este conocimiento abre el camino a potenciales intervenciones que incidan sobre el bienestar de las personas mayores, de forma que se posponga el desarrollo del deterioro funcional. El proceso del envejecimiento tiene sus peculiaridades, por lo que la investigación sobre el mismo también presenta sus propias características. Como objetivo, el fin último de esta investigación es conseguir un envejecimiento libre de incapacidades, una vejez autónoma e independiente. Es decir, el objetivo no es el aumento de la esperanza de vida ni la longevidad a toda costa, sino mejorar la salud de la población anciana, incluso para la investigación desarrollada en campos tan alejados de la práctica clínica como son la biología molecular y celular. Una de las principales características del proceso del envejecimiento es su heterogeneidad, que afecta a múltiples variables relevantes en la investigación gerontológica y geriátrica. Es, por tanto, esencial estudiar los procesos que condicionan una pérdida en la capacidad de adaptación y las noxas que la aceleran y/o modifican, partiendo de un terreno cambiante y con unas metas variables. Desde el punto de vista de la investigación, en los últimos años se están desarrollando en Europa iniciativas que tienen como objeto investigar el proceso del envejecimiento de la manera más eficiente y coordinada. Desde la Comisión Europea se está impulsando la presencia del envejecimiento en los programas de trabajo de salud, de ciencias de la vida y de ciencias socioeconómicas y humanidades, en especial, dentro del Programa de Cooperación del Séptimo Programa Marco. En el Marco del Tercer Programa Europeo de la Salud de la Unión Europea (UE: 2014-2020) figura una nueva acción conjunta: «Un enfoque integral para promover un envejecimiento libre de discapacidad en Europa: la iniciativa ADVANTAGE» que aborda prioridades específicas en el marco del Programa de salud de la UE como es el de la prevención de fragilidad. Además, se están apoyando otras iniciativas, como la red científica European Research Area in Ageing 2 o los proyectos de diseño de programas de investigación (Why We Age) o FUTURAGE. De manera similar, se han consolidado consorcios para estructurar la investigación sobre el envejecimiento, como Ambient Assisted Living o SHARE, como proyecto de la Estrategia Europea de Infraestructuras de Investigación. También se está poniendo en marcha la Joint Programming Initiative (JPI) «More Years Better Lives» sobre los retos del cambio demográfico, en especial del envejecimiento de la población. Más aún, entre las prioridades principales enunciadas en la Estrategia Europea HORIZON 2020, el envejecimiento de la población (salud, cambio demográfico y bienestar) y sus consecuencias han sido fijados como uno de los retos sociales que deben ser investigados en el futuro con el objeto de transformarlo en oportunidades sociales. En España, considerado uno de los países más envejecidos del mundo, la investigación sobre este tema no ha seguido los patrones habituales de los países de su entorno. No fue hasta el año 2006 cuando el Instituto de Salud Carlos III, del Ministerio de Sanidad y Consumo, aprobó y financió la Red Española de Envejecimiento y Fragilidad, integrada por grupos de excelencia en investigación básica, clínica y epidemiológica, 95 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 96 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada y que tiene como objetivos mejorar la cantidad y calidad de la investigación sobre el envejecimiento y la fragilidad en España. El 1 de enero de 2017, a través de la convocatoria de la Acción Estratégica en Salud (2013-2016), se incorporaron nuevas áreas temáticas y nuevos grupos al Consorcio Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) como el de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES). Teniendo en cuenta todo lo anteriormente mencionado, en este capítulo abordaremos las características de la investigación biomédica en materia de envejecimiento, concretamente los diferentes modelos de los que se dispone (cultivos celulares, modelos animales y modelos humanos) para tratar de entender las bases fisiológicas y fisiopatológicas del proceso del envejecimiento. MODELOS DE INVESTIGACIÓN EN ENVEJECIMIENTO Cultivos celulares Entre los modelos para el estudio del envejecimiento se encuentra el cultivo celular como el más asequible, pero el más susceptible de controversia. En los años sesenta del pasado siglo, Hayflick y Moorehead introdujeron el término senescencia celular. Este fenómeno consiste en que las células en cultivo se pueden multiplicar un número fijo de veces. Después de ello se mantienen vivas, pero son incapaces de proliferar nuevamente y pasan a un estado que se denomina «senescencia replicativa». Es decir, las células tenían una longevidad limitada, lo que llevó a proponer que ese fenómeno representaba el envejecimiento a nivel celular. Una de las preguntas clave en el estudio del envejecimiento a nivel celular radica en si existe una correlación entre la senescencia replicativa en cultivo y las vías o mecanismos subyacentes del envejecimiento celular in situ. Algunos estudios observaron la disminución de la expectativa de vida de fibroblastos procedentes de la piel en cultivo en función de la edad del donante. Sin embargo, no existen datos consistentes que confirmen la correlación inversa entre la edad del donante y la capacidad proliferativa de células en cultivo, por lo que la relevancia de estos modelos a la hora de estudiar el fenómeno del envejecimiento en el organismo entero es cuestionable. Ahora sabemos que este llamado «fenómeno de Hayflick» o «senescencia celular» es el resultado del acortamiento gradual de los telómeros. Estos son secuencias de ADN que se encuentran al final de los cromosomas eucarióticos en las células somáticas. Durante la replicación de la célula, los telómeros son protegidos por la enzima telomerasa. En ausencia de telomerasa, aquellos se van acortando en cada división celular (fig. 11.1). La reducción de la región distal de los telómeros está relacionada con el declive del ciclo proliferativo de las células in vitro. Existe mucho debate respecto a si este fenómeno ocurre in vivo y, más aún, si en los seres humanos tiene la relevancia observada en modelos animales, especialmente en roedores. Algunos estudios han descrito, en células endoteliales procedentes de las arterias torácica e ilíaca y de la aorta abdominal de cadáveres, un acortamiento de los telómeros en relación con la edad del paciente. También se ha observado un declive en la longitud telomérica con la edad en células progenitoras endoteliales de sujetos sanos. Por otro lado, la longitud de los telómeros es un predictor independiente de episodios cardio- Figura 11.1 Los cromosomas de las células eucariotas contienen en su extremo unas estructuras llamadas «telómeros». Durante la replicación de la célula, los telómeros son protegidos por la enzima telomerasa. En ausencia de esta, los telómeros se van acortando en cada división celular hasta un punto en el que una nueva división celular ya no es posible. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 11 vasculares, ya que su acortamiento es más pronunciado en arterias procedentes de pacientes ancianos con enfermedad coronaria. Sin embargo, estas observaciones conviven con otras recientes en las que no se ha podido observar una relación entre longitud telomérica y supervivencia a medio plazo en ancianos. Además, numerosas evidencias científicas han demostrado que el acortamiento de los telómeros no es el único mecanismo a través del cual una célula puede adquirir un fenotipo senescente, sino que también el estrés oxidativo y la activación de oncogenes pueden inducir un fenotipo indistinguible del descrito por Hayflick. Los resultados provenientes de cultivos celulares han ayudado a incrementar el conocimiento sobre los mecanismos básicos del envejecimiento y han impulsado la investigación de posibles intervenciones potenciales. Así, se ha determinado el mecanismo molecular de γ-tocotrienol en la prevención del envejecimiento celular, centrándose en su efecto antiapoptótico en la senescencia prematura inducida por el estrés en cultivos de fibroblastos diploides humanos. También se ha explorado el fenómeno de amplificación de los centrosomas asociado a la senescencia replicativa de fibroblastos procedentes de seres humanos. Sin embargo, el uso de cultivos celulares como modelos para el estudio del envejecimiento hizo que surgieran dudas sobre si este tipo de modelos representa con exactitud lo que ocurre dentro de un organismo. El cultivo celular requiere someterse de manera continua a proliferación celular, lo cual no ocurre en el organismo completo. Además, las necesidades metabólicas y las condiciones de crecimiento son diferentes. Otro punto a destacar es que las células en cultivo se comportan de modo diferente a lo observado en el organismo completo debido, en parte, a la pérdida de su interacción con la matriz extracelular presente en otras regiones del cuerpo (como las señales del sistema inmunitario y hormonal). Por otro lado, el trabajo con cultivos celulares tiene sus propias peculiaridades. Es imprescindible establecer las condiciones óptimas para cada tipo celular que se cultive, manteniendo un estado proliferativo activo. Otro aspecto importante es determinar el número de pases (veces que se subdivide el cultivo) que puede alcanzar un cultivo celular antes de que se convierta en senescente. El número de pases puede variar en función del tipo, de la edad, de la especie y del genotipo del donante. Asimismo, el uso de nutrientes o factores de crecimiento inadecuados y la elección de una densidad celular inapropiada pueden comprometer no solo la viabilidad celular, sino también la correcta interpretación de los resultados. Más aun, el ayuno, la hipoxia o la presen­ cia de células dañadas pueden detener la proliferación celular y dar lugar a una morfología similar a la de células senescentes. Sin embargo, a pesar de ello, las investigaciones obtenidas del estudio de cultivos celulares, en especial los fibroblastos, ha permitido la identificación de algunos biomarcadores del envejecimiento, como los elementos de las vías de señalización p53 y Rb, incluyendo el p16 INK4a y p21Cip1/Waf1 (codificados por Cdkn2a y Cdkn1a, respectivamente); el factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1); el factor de Investigación y envejecimiento 97 crecimiento epidérmico (EGF), y la galactosidasa β, entre otros. Modelos animales Gran parte del trabajo experimental necesario para elucidar los mecanismos biológicos y de comportamiento en el envejecimiento no se puede realizar directamente en el ser humano, por lo que el uso de modelos animales es, a menudo, la mejor estrategia alternativa. Desde las experiencias de William Harvey, que comparó el latido cardíaco en distintas especies, los datos obtenidos mediante experimentos en animales han sido un motor inagotable del avance científico. Según el Código de Núremberg, cualquier experimento hecho en seres humanos «debe ser diseñado y basado en los resultados de investigación animal». La Declaración de Helsinki, adoptada en 1964 por la XIII Asamblea Médica Mundial, cita también que la investigación médica en seres humanos «debe estar basada en pruebas de laboratorio adecuadamente realizadas y en experimentación con animales». Uno de los aspectos clave para el éxito de la investigación en modelos animales es la correcta elección del modelo. No existe uno que sea unánimemente considerado el mejor o el peor, ya que el valor específico del modelo solo se puede juzgar en el contexto específico de la investigación. Los criterios principales para evaluar la utilidad de un modelo potencial son la capacidad de llevar a cabo en el mismo la investigación que no sea posible en otro sistema primario de interés (p. ej., en seres humanos) y, por otro lado, la validación y la aplicabilidad de los resultados obtenidos en otras especies (seres humanos, generalmente). En realidad, los modelos más disponibles o los más «populares» no necesariamente son los mejores para llevar a cabo una investigación específica. La especie, la edad, el sexo y las propiedades genéticas del modelo seleccionado deben ser elegidos cuidadosamente. Teniendo en cuenta que el proceso fisiológico del envejecimiento ocurre de manera similar en muchas especies, se ha postulado que los mecanismos moleculares implicados son los mismos o, al menos, muy similares. Los datos obtenidos de la evidencia científica han indicado que existe homología molecular entre especies y apoyan la utilidad del uso de modelos animales para la investigación sobre el envejecimiento. De esta manera, ha sido posible la identificación de múltiples mecanismos fisiológicos/fisiopatológicos subyacentes en el proceso del envejecimiento y las enfermedades crónicas asociadas a él, así como la evaluación de posibles intervenciones específicas con potencial relevancia sobre el proceso del envejecimiento humano, pero sin olvidar que los modelos animales no intentan sino reproducir o analizar lo que ocurre en el original (el ser humano), que es en el que, en última instancia, se centra el interés. Extrapolar automáticamente lo que ocurre en el mo­ delo animal a lo que sucede en el ser humano es fuente frecuente de errores, algunos de los cuales ya han resultado trágicos (como el caso de la talidomida, que resultó ser teratogénica solo en seres humanos y produjo malformaciones graves en toda una generación de niños). Las levaduras, como organismos unicelulares, se han utilizado durante mucho tiempo como herramienta para booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 98 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada la identificación de genes y vías involucradas en procesos celulares básicos, como el ciclo celular, la respuesta al estrés y el envejecimiento. Su rápido ciclo celular, en comparación con otros sistemas, así como el conocimiento de sus procesos moleculares y la secuenciación de su genoma (unos 6.200 genes) han producido un avance en el conocimiento de algunos mecanismos moleculares relacionados con el envejecimiento y ha permitido la identificación de factores que modifican la longevidad en este organismo. Se han identificado y estudiado dos modelos de envejecimiento distintos en la levadura Saccharomyces cerevisiae: el replicativo y el cronológico. Los resultados obtenidos de los experimentos realizados en levaduras han permitido identificar diversos genes y vías implicados en ambos modelos de envejecimiento. Por ejemplo, varias vías sensibles a nutrientes afectan al envejecimiento cronológico en este organismo, de modo que su inactivación da lugar a un fenotipo de mayor longevidad. Este fenómeno se observó para la diana de rapamicina (TOR), la proteína quinasa A y la vía Sch9p, ya que la deleción de TOR1, RAS2, Sch9 o el tratamiento con rapamicina aumenta el envejecimiento cronológico en este organismo. Aun cuando la evidencia sugiere que algunos aspectos del envejecimiento son específicos para las levaduras, muchas características han sido conservadas evolutivamente en invertebrados y roedores. Otro de los organismos de elección para la investigación sobre las bases genéticas de la longevidad y del envejecimiento es el nematodo Caenorhabditis elegans, un modelo con un ciclo de vida corto (aproximadamente 14 días), cuyo desarrollo es rápido y fácil de mantener en el laboratorio. Además, se caracteriza por presentar una anatomía bien conocida y visible bajo microscopia, lo que permite la observación de los cambios asociados a la edad que ocurren en el organismo completo o en tejidos y órganos específicos, e incluso aquellos que se producen a nivel celular y molecular. Su estudio ha llevado a la identificación de al menos una centena de genes que, al ser mutados, incrementan la expectativa de vida y en muchos casos mantienen la vitalidad fisiológica. Uno de ellos es el que codifica para la sirtuina-2 (Sir-2; desacetilasa dependiente de dinucleótido de nicotinamida y adenina [NADH]), un gen presente en levaduras que originó el nombre de «sirtuinas». Aunque inicialmente la investigación en C. elegans se enfocó en la genética del envejecimiento y en mutaciones génicas que incrementan considerablemente la expectativa de vida del gusano, también se ha logrado identificar vías de señalización altamente conservadas y determinantes de la longevidad. Se ha demostrado que la vía de señalización de insulina y la restricción calórica regulan el envejecimiento en C. elegans. Asimismo, se ha observado que una reducción de la señalización de la insulina incrementa la expectativa de vida inicialmente en este modelo y se ha demostrado que esta vía evolutivamente conservada influye en la longevidad de moscas, ratones y seres humanos. La mosca de la fruta, Drosophila melanogaster, también ha sido considerada un excelente modelo para el estudio de los mecanismos moleculares subyacentes en procesos del envejecimiento, debido a su vida corta, a su fácil mantenimiento y a su bajo coste. La especie D. melanogaster permite el estudio continuo del envejecimiento del organismo y evita la influencia de células recientemente divididas, ya que la mayoría de sus células son posmitóticas. En este modelo, se han identificado ciertos genes con efecto sobre la longevidad y con capacidad de modular importantes factores de función metabólica, en particular aquellos relacionados con la energía en el organismo, como es el caso de la vía de señalización de la insulina. También numerosas investigaciones se han realizado sobre D. melanogaster para valorar el papel de las especies reactivas de oxígeno y el estado redox en el proceso del envejecimiento. Recientemente, Drosophila ha emergido como un sistema ideal para el estudio de la relación entre células madre y el proceso del envejecimiento gracias a la identificación de poblaciones de células madre adultas en el ovario, el testículo y el intestino, con un papel activo en el mantenimiento de la homeostasis tisular local (similar a lo que ocurre con células madre en mamíferos). Dentro de los modelos experimentales, los roedores, sin duda, son los más utilizados en la investigación biomédica, debido a su tamaño pequeño, su fácil manejo y su mantenimiento en cautiverio, así como por su corta expectativa de vida y reproducción temprana. Los ratones han sido considerados un modelo perfecto para el estudio del envejecimiento, no solo por las características ya mencionadas, sino también porque la manipulación genética en esta especie está muy establecida. De hecho, en el campo de la investigación gerontológica, el primer mamífero mutante con una longevidad alterada se generó en ratones. La investigación sobre el proceso del envejecimiento ha empleado ratones y ratas de manera extensiva para generar mutantes de vida corta y larga, así como para los estudios de restricción calórica y actividad física, entre otros. El uso de un modelo de ratón mutante denominado klotho, en el cual la interrupción de un solo gen da lugar a un fenotipo de envejecimiento prematuro similar a lo que sucede en el envejecimiento humano, ha sido muy útil para investigar los mecanismos moleculares que controlan el proceso del envejecimiento, y se ha planteado la posibilidad de que exista una hormona antiedad en los mamíferos. Más aún, los roedores han sido utilizados de manera reiterada para el estudio de los diferentes mecanismos fisiopatológicos implicados en el envejecimiento vascular. Los estudios de restricción calórica han demostrado un aumento en la longevidad máxima y media de ratas. Sin embargo, Kopchick et al. (2018) mostraron recientemente, basándose en el estudio de perfiles transcripcionales, una especificidad cepa y especie-dependiente en relación con el efecto de la restricción calórica. En este sentido, la respuesta a dicha intervención fue totalmente opuesta en el tejido adiposo blanco procedente de humanos que en el de ratones. Una desventaja del uso de estos modelos es que los roedores no desarrollan ateroesclerosis si siguen una dieta normal, por lo que no se pueden extrapolar los resultados obtenidos en estos modelos a la especie humana. Teniendo en cuenta que uno de los objetivos de la investigación en el campo del envejecimiento es lograr la extensión de la vida de los seres humanos, los estudios en las especies de vida corta no pueden proporcionar todos los indicios deseados. En un intento por dilucidar las diferencias en el proceso de envejecimiento entre especies de vida corta con respecto a booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 11 las de vida larga, se han realizado estudios en mamíferos con una expectativa de vida excepcionalmente larga en relación con su tamaño corporal; tal es el caso de la rata topo desnuda (Heterocephalus glaber), cuya longevidad se extiende hasta los 28 años, y el castor canadiense (Castor canadensis), que vive durante aproximadamente 23 años. Dado que la fisiología humana es compleja, se han requerido otros modelos que sean filogenéticamente más similares al humano, como es el caso de los primates, que tienen una homología genética del 92,5 al 95% con respecto a los seres humanos. Muchos de los cambios fisiológicos, morfológicos y de comportamiento asociados a la edad descritos en algunos primates (macaco Rhesus, o Macaca mulatta) son similares a los observados en ancianos. A modo de ejemplo, la osteopenia y la enfermedad articular degenerativa asociadas al envejecimiento se han descrito en el macaco Rhesus. Más aún, los cambios producidos en la composición corporal de los macacos Rhesus ocurren de manera paralela a lo observado en seres humanos: mientras que el contenido de grasa visceral aumenta, el de grasa magra disminuye con la edad. A pesar de que estos primates no desarrollan ateroesclerosis grave cuando siguen su dieta habitual, pueden padecer otras patologías cardíacas, como infarto agudo de miocardio, hipertrofia del músculo cardíaco, etc. El uso de los primates ha sido considerado como una valiosa aproximación para elucidar la naturaleza y las causas del proceso de envejecimiento humano, así como para evaluar potenciales intervenciones para retrasar o prevenir las patologías asociadas a él y, posiblemente, para extender la cantidad y la calidad de vida. Una de las ventajas del uso de modelos de primates es que están bien adaptados para la investigación de laboratorio, en lo que se refiere a crianza, nutrición y medicina Investigación y envejecimiento veterinaria. En cuanto a las desventajas, se encuentran la baja disponibilidad, el alto coste de mantenimiento, su heterogeneidad genética y el riesgo de transmisión de enfermedades entre especies, así como el tiempo y los recursos que implican su uso (tabla 11.1). Cabe mencionar que se han utilizado otros modelos animales en el estudio del envejecimiento, como el pez cebra, las abejas, los gatos y los caballos, entre otros. Más aún, en un estudio reciente a gran escala realizado por Hoffman et al. (2018) se ha sugerido al perro doméstico como un posible modelo traslacional ideal para el estudio de las múltiples facetas complejas de la morbilidad y mortalidad humana. Debe también reseñarse que, frente a una plétora de modelos animales de longevidad, son bien escasos los modelos de discapacidad y fragilidad, que solo se han hecho presentes muy recientemente (ratones con deleción del gen codificante para la citoquina antiinflamatoria IL-10 o para la isoforma cobre/zinc de la enzima superóxido-dismutasa). Estos modelos animales de fragilidad son de particular valor científico, ya que permiten el desarrollo de posibles estrategias terapéuticas para tratar y posiblemente prevenir la fragilidad y, por ende, retrasar la aparición de sus consecuencias. Por último, el uso de modelos animales en la investigación biomédica debe ir asociado al cumplimiento de los principios éticos internacionales y de bioseguridad para la investigación biomédica en animales. Investigación en seres humanos Investigación básica El envejecimiento vascular es un proceso complejo que combina los cambios que se producen en el sistema cardiovascular asociados al propio proceso fisiológico del envejecimiento, TABLA 11.1 Ventajas y desventajas del empleo de modelos animales en la investigación © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. del envejecimiento Modelos animales Ventajas Desventajas Caenorhabditis elegans Desarrollo y reproducción rápida Fácil crecimiento en el laboratorio Ciclo de vida corto (expectativa de vida máxima: 25 días) Genoma secuenciado Fácil manipulación genética Anatomía bien conocida y visible bajo microscopia Fácil mantenimiento Vías de señalización conservadas Bajo coste Facilidad de obtener mutantes Tamaño pequeño Dificultad para realizar estudios bioquímicos Evolución muy alejada de los mamíferos Muchas funciones fisiológicas no están conservadas (sistema inmunitario) Invertebrados inferiores Vida corta Evolución muy alejada de los mamíferos Homología genética del 60% respecto a los seres humanos Sistemas vascular y nervioso muy poco desarrollados No desarrollan ateroesclerosis Corta expectativa de vida Drosophila melanogaster Roedores Primates 99 Tamaño pequeño Fácil manejo y mantenimiento en cautiverio Corto ciclo biológico Reproducción temprana Bien adaptados para la investigación de laboratorio en lo que se refiere a crianza, nutrición y medicina veterinaria Homologías con los seres humanos booksmedicos.org Alto coste de mantenimiento Heterogeneidad genética Riesgo de transmisión de enfermedades entre especies Su uso implica elevado tiempo y recursos Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 100 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada así como la alta prevalencia de factores de riesgo cardiovascular. La principal causa de muerte y la segunda causa de discapacidad entre los mayores siguen siendo las enfermedades del aparato circulatorio. A pesar de ello, la mayoría de los esfuerzos realizados para dirimir los factores implicados en la génesis del daño vascular se han dirigido, hasta ahora, a los tradicionales factores de riesgo cardiovascular, a pesar de que solo expliquen el 30-40% de la enfermedad clínica presente en el anciano, o bien a identificar otros nuevos. Sin embargo, el factor que menos atención ha recibido en esta búsqueda es el considerado, según los estudios epidemiológicos, el principal factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular: el propio proceso del envejecimiento. Quizá una de las razones para esta falta de interés se deba a que habitualmente la edad se ve como un factor de riesgo inmodificable y, por tanto, no prevenible o intratable. Sin embargo, en la última década se han producido una serie de hallazgos sobre los cambios que se producen en el sistema vascular, en especial sobre la función endotelial, durante el envejecimiento, los cuales han modificado la visión del envejecimiento vascular, desde una postura que mantenía que este se producía de manera inevitable y a través de mecanismos inexorables, no modificables, hasta la postura actual, que defiende que el mejor conocimiento de estos mecanismos puede llevar a intervenir sobre ellos y, por tanto, a prevenirlos o tratarlos. A modo de ejemplo, los resultados obtenidos de la investigación básica en sangre periférica, en tejidos y en vasos sanguíneos procedentes de ancianos ayudaron a identificar diferentes mecanismos implicados en la disfunción endotelial asociada al envejecimiento, tales como la inflamación y el estrés oxidativo. Más aún, una mejor comprensión de los mecanismos de regulación transcripcional y postranscripcional de ciertos genes en respuesta a cambios en el potencial redox y situaciones de estrés celular puede ser de gran importancia en la descripción, la prevención y el tratamiento de los cambios en el sistema vascular asociados al proceso de envejecimiento. Esta mejor comprensión se puede conseguir a través del estudio de la expresión y de la actividad de estos genes en tejidos procedentes de ancianos, así como de las proteínas resultantes o relacionadas (enzimas, receptores, factores de transcripción). Debemos poner de manifiesto que la mayor parte de los estudios experimentales y trabajos publicados destinados a analizar la alteración vascular asociada al proceso de envejecimiento han sido realizados a partir de tejidos o cultivos animales. Este hecho no es irrelevante, especialmente si se tiene en consideración que las principales células que componen el tejido humano ofrecen características diferenciales respecto a las que conforman el mismo en animales, como han indicado estudios realizados utilizando cultivos de endotelio y músculo liso humanos. En estos cultivos se han objetivado patrones de crecimiento cualitativa y cuantitativamente diferentes a los de las células de origen animal. Asimismo, los hallazgos obtenidos de la investigación básica demostraron diferencias en función de la especie estudiada con respecto a los cambios que se producen en la estructura y la función arteriales, y su relación con la disfunción endotelial asociada al envejecimiento (tabla 11.2). De ahí la importancia de integrar enfoques que van desde las células senescentes in vitro hasta modelos animales y estudios en seres humanos. En algunos sujetos se ha observado que el retraso en la aparición de signos de envejecimiento conlleva un incremento en la expectativa de vida. Por esta razón se han realizado múltiples estudios para comparar individuos de 90 a 100 años de edad (nonagenarios y centenarios) y sus familias con los que presentan una expectativa de vida promedio menor. Los resultados obtenidos lograron identificar polimorfismos en genes que están asociados a la longevidad (APOE y FOXOA3). Sin embargo, estas asociaciones descritas en seres humanos solo eran responsables de un pequeño porcentaje de la variación en la longevidad. Es importante resaltar que los centenarios alcanzan esa edad extrema con aparición retardada o incluso libres de las enfermedades relacionadas con la edad y los síndromes geriátricos. Este grupo excepcional de individuos es una prueba clara que indica que el envejecimiento «saludable» y la enfermedad pueden ocurrir de manera separada, como fenotipos en el extremo de un continuum, que se alimenta por un conjunto de mecanismos moleculares y celulares comunes. Investigación clínica La investigación en ancianos tiene sus propias características. La mayoría de las personas mayores presentan enfermedades de alta prevalencia en edades avanzadas (hipertensión arterial, diabetes mellitus de tipo 2, etc.), lo que a veces supone una especial dificultad si pretendemos encontrar modelos de enfermedad puros en un grupo de edad en el que la norma es la comorbilidad. Sin embargo, este hecho supone, a la vez, un reto para los investigadores, que han de adaptar sus métodos a estas nuevas condiciones «experimentales», comprendiendo que, frente a la pretensión de que la realidad se adapte a sus métodos, son ellos los que deben adecuarse a las nuevas realidades, si es que pretenden conocerlas. Por ello no es razonable extrapolar los resultados de los estudios realizados en adultos jóvenes a los ancianos. Determinar cuál es la mejor forma de hacer investigación sobre el envejecimiento no es tarea fácil, y no existe un planteamiento que se considere unánimemente como el mejor. Un componente clave es la elección de una muestra de individuos que represente a la población objetivo o diana. Otro componente principal es la elección de variables que representen los fenómenos de interés. Habitualmente, las variables especificadas en el plan de estudio son sustitutas de dichos fenómenos. Como ilustración de las diferentes maneras que existen de realizar investigación epidemiológica y clínica en ancianos, nos vamos a centrar en los estudios de cohortes y en los ensayos clínicos, y analizaremos algunas de sus peculiaridades en este grupo de población. Estudios de cohortes Los estudios de cohortes implican efectuar un seguimiento de grupos de individuos a lo largo del tiempo. Los propósitos principales son descriptivos y analíticos. Un estudio de cohortes es la mejor manera de aproximarse a la incidencia de ciertos efectos o desenlaces y a la valoración de determina­ dos comportamientos o factores que influyen en su aparición. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 11 Investigación y envejecimiento 101 TABLA 11.2 Cambios en la estructura, función y composición arterial con el envejecimiento en función de la especie estudiada Parámetros Seres humanos >65 años Monos de 15-20 años Ratas de 24-30 meses Conejos de 3-6 años Aumento de la rigidez Aumento del colágeno Disminución de la elastina Disfunción endotelial Macrófagos Aumento local de ATII-ECA Desregulación de MMP Aumento de NADPH oxidasa Disminución de la longitud del telómero Ateroesclerosis + + + + + + + + + + + + + – + + ¿? + + + + + – + + + + + + + + – + ¿? ¿? ¿? ± – – – © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. ATII, angiotensina II; ECA, enzima conversora de la angiotensina; MMP, metaloproteinasa; NADPH, nicotinamida adenina dinucleótido fosfato; +, presente; –, ausente; ¿?, se desconoce. Los estudios de cohortes pueden ser prospectivos (concurrentes), retrospectivos (históricos) o mixtos, en función de la relación temporal entre la iniciación del estudio y la aparición de la enfermedad. En estos estudios hay que realizar un diseño, una ejecución y un análisis minucioso de cada una de sus fases. Hay que llevar a cabo una selección adecuada no sesgada de los sujetos. ¿Cuándo elegir un diseño de cohortes? En primer lugar, se trata de optar por el mejor diseño para describir con exactitud la incidencia y la historia natural de una enfermedad. La segunda razón es que los estudios de cohortes a menudo constituyen el único medio para establecer la secuencia temporal de las variables predictoras y de desenlace. En tercer lugar, representan el único modo de estudiar algunas enfermedades rápidamente mortales, y la cuarta ventaja es que permiten al investigador examinar numerosas variables de desenlace. A veces, las asociaciones observadas en los estudios de cohortes en ancianos pueden ser equívocas si se deben a los efectos de las llamadas «variables de confusión». Por tanto, para fortalecer las inferencias sobres las relaciones causa-efecto, se pueden medir todas las posibles variables de confusión y realizar un ajuste de acuerdo con sus efectos al llevar a cabo los análisis estadísticos. Al excluir a los individuos que se sabe que presentan el desenlace de interés, el investigador considera que las variables predictoras que se miden al principio del estudio no son influidas por el desenlace. Sin embargo, algunas enfermedades pueden estar presentes antes de que el médico o el paciente lo sepan (enfermedad subclínica). En estas circunstancias, algunas variables predictoras pueden resultar afectadas por el desenlace. Un problema muy habitual en los estudios de cohortes en ancianos es la atrición, o pérdida sustancial de un número de sujetos durante el seguimiento, bien por fallecimiento, por desplazamiento o por otras muchas razones. Como estrategia para evitar este problema se recomienda no hacer seguimientos prolongados, especialmente en poblaciones con baja expectativa de vida (muy ancianos o con altas tasas de discapacidad), evitar protocolos muy complejos que fatiguen al paciente y mantener las cohortes abiertas, «alimentándolas» periódicamente. Otras estrategias son mantener periódicamente el contacto con los sujetos de la cohorte, bien vía telefónica o bien a través de sus cuidadores principales y médicos de atención primaria, y vigilar con periodicidad anual el registro. Otro problema que habitualmente se esgrime es el de la dificultad de reclutamiento. El mismo es, en realidad, atribuible al investigador la mayor parte de las veces. Cuando se diseña un estudio para ancianos, no basta con cambiar la edad de los sujetos a incluir, sino que se debe incidir sobre aspectos que condicionan una baja tasa de reclutamiento, a la cabeza de las cuales se encuentran unos criterios de exclusión exhaustivos, más propios de poblaciones jóvenes, seguido de visitas extenuantes o monitorización demasiado frecuente. El estudio en personas mayores tiene sus propias reglas y no respetarlas condiciona inexorablemente el fracaso del proyecto. Ensayos clínicos «Las poblaciones infrarrepresentadas deberían tener acceso a participar en investigación». Es lo que se puede leer en uno de los puntos clave de la Declaración de Helsinki sobre las buenas prácticas en los ensayos clínicos, que data de 1964. «Las poblaciones vulnerables con necesidad de protección también deberían estar representadas» es otro de los focos. Sin embargo, en pleno siglo XXI, los ancianos siguen siendo excluidos de demasiados ensayos clínicos. Las personas mayores consumen el 33% de los medicamentos en Europa. Además, son ciudadanos con algunas características particulares, como la polifarmacia, la cronicidad de sus tratamientos o la mayor susceptibilidad a los efectos secundarios. La casi ausencia de este grupo de edad en los ensayos condiciona que se puedan llegar a prescribir fármacos a personas mayores sin conocer en profundidad su eficacia y los posibles efectos secundarios sobre este tipo de pacientes. En muchos casos, la evidencia procede de ensayos clínicos y metaanálisis en los que la representación de la población anciana es minoritaria o nula, a pesar de que se plantean para booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 102 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada evaluar la eficacia de fármacos u otras intervenciones que posteriormente van a ser aplicadas a este grupo de edad. Un estudio publicado en 1999 en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine puso de manifiesto que, de los 16.396 pacientes con cáncer englobados en distintos ensayos clínicos, solamente el 25% tenía 65 o más años, a pesar de que este grupo de pacientes representaba más del 60% de los casos de cáncer. Más aún, los de 70 años o más con cáncer representaron el 13% del total de pacientes incluidos en los ensayos clínicos. En el año 2000, solo el 3,45% de los 8.945 ensayos clínicos publicados y el 1,2% de los metaanálisis estaban diseñados para la población anciana. Otro estudio pu­blicado en 2001 reveló que las personas mayores están infrarre­ presentadas en los ensayos clínicos de síndromes corona­rios agudos (SCA), a pesar de que hasta el 60% de las muertes por infarto de miocardio (IM) se producen en pacientes con 75 años o más y que este grupo de edad experimenta más com­ plicaciones asociadas al IM (shock, insuficiencia cardíaca y rotura ventricular) que los pacientes jóvenes. El porcentaje de ancianos englobados en estos ensayos entre 1966 y 1990 representó el 2%. Este porcentaje alcanzó un 10% para los estudios pu­ blicados a partir de 1995. Pese a esta leve mejoría, la mitad de los ensayos de SCA publicados desde 1996 hasta 2000 fracasaron en incluir al menos a un paciente de 75 años o más. Desafortunadamente, los mayores de 80 años son, en general, excluidos de los ensayos clínicos aleatorizados únicamente por su edad. Este hecho incuestionable puede estar ligado de forma implícita a un riesgo de discriminación negativa al prescindir de tratamientos capaces de mejorar la calidad de vida de aquellos ancianos con un elevado riesgo. Por otro lado, la extrapolación indiscriminada de los resultados obtenidos de la población adulta a la anciana puede dar lugar a la prescripción de procedimientos o tratamientos cuyos riesgos superan los beneficios esperados. Aunque el análisis de datos agregados por grupos de edad entre los participantes en los grandes ensayos clínicos muestre que el efecto del tratamiento no varía significativamente con la edad, es muy importante adoptar precauciones a la hora de interpretar los resultados obtenidos. Muchos de los ensayos clínicos suelen expresar los resultados en términos de mortalidad. Esta variable pierde importancia conforme la edad del sujeto se aproxima a la expectativa media de vida, de modo que la posibilidad de disminuir la mortalidad es progresivamente menor. Sería más apropiado seleccionar otras variables, especialmente las relacionadas con la calidad de vida, como el alivio de los síntomas o el mantenimiento de la expectativa de vida libre de discapacidad. Existen múltiples razones por las cuales los ancianos están infrarrepresentados en los ensayos clínicos. En primer lugar, los propios pacientes y familiares suelen tener nociones negativas en relación con el beneficio de incluir a este grupo de suje­ tos en los ensayos clínicos. Más aún, muchos pacientes temen perder su capacidad de decisión al no poder elegir su propio tratamiento cuando participan en un ensayo clínico. Otra barrera que impide la participación de los ancianos en los ensayos clínicos es el coste y el transporte. Un gran número de ancianos tienen dificultad para trasladarse al sitio del estudio, por lo cual no pueden participar en él. En segundo lugar, existen barreras inherentes a los médicos. Algunos estudios resaltaron el temor médico a la posible toxicidad medicamentosa y a la interacción farmacológica con las diferentes comorbilidades altamente prevalentes en los ancianos. En realidad, los datos sobre toxicidad medicamentosa son limitados en mayores de 75 años y muy escasos en los pacientes mayores de 80 años. Más aún, algunos médicos excluyen a los pacientes basándose en su edad. Un estudio reveló que un 11% de los médicos manifestaron explícitamente que la edad de los sujetos es un elemento determinante para su exclu­ sión de un ensayo clínico. En tercer lugar, los ensayos clínicos suelen tener criterios estrictos de inclusión y de exclusión que frecuentemente afectan a los ancianos. A modo de ejemplo, se suele excluir a pacientes que presentan múltiples enfermedades y toman diversos medicamentos. El 50% de los oncólogos encuestados en un estudio consideraron a los pacientes ancianos no aptos, por su edad, para ser incluidos en el mismo. Además, algunos ensayos clínicos presentan un déficit claro de métodos para la evaluación del estado funcional de los ancianos y la falta de fondos de financiación dedicada a ese grupo de población. Para paliar este problema se ha puesto en marcha el estudio Increasing the Participation of the Elderly in Clinical Trials (PREDICT), con el objetivo de «ayudar a identificar, tratar y resolver los problemas relacionados con la exclusión de las personas mayores de los ensayos clínicos». Otra de las carencias en el ámbito de los ensayos clínicos en ancianos es la ausencia de unidades expertas en estos pacientes, lo que supone un grave problema en función del progresivo protagonismo que este grupo de edad está adquiriendo en la actividad de los sistemas de salud. Es imprescindible incluir a los ancianos en los ensayos clínicos. En caso contrario, el potencial impacto de los nuevos tratamientos sobre este grupo de población no será bien valorado y tendrá repercusiones graves y no esperadas. En Europa, con la finalidad de impulsar y canalizar la investigación de medicamentos en la población anciana, se está intentando poner en marcha una red de unidades de ensayos clínicos específicamente diseñadas para realizar ensayos (desde fase I en adelante) en población anciana, con protocolos normalizados de trabajo ajustados a sus necesidades. En España, concretamente en el Hospital Universitario de Getafe (Madrid), ya se ha puesto en marcha, a través de su Servicio de Geriatría, una unidad específica para la realización de ensayos clínicos en el ámbito de la geriatría englobada en el Centro de Investigación Clínica en el Anciano. CONCLUSIONES El envejecimiento es un proceso complejo que tiene sus propias peculiaridades. Para un mejor conocimiento de este proceso multifactorial es imprescindible integrar enfoques genuinos que van desde los cultivos celulares, pasando por los modelos animales, hasta la investigación en seres humanos y en poblaciones de esta especie. La identificación de los mecanismos determinantes del envejecimiento, de la discapacidad y de la booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 11 génesis e interacción de las enfermedades con ambos procesos permitirá generar nuevos marcadores de riesgo, diagnósticos y pronósticos, así como medios terapéuticos para promover el envejecimiento saludable y libre de discapacidad. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA 103 LeBrasseur NK, Tchkonia T, Kirkland JL. Cellular Senescence and the Biology of Aging, Disease, and Frailty. Nestle Nutr Inst Workshop Ser 2015;83:11-8. Lidzbarsky G, Gutman D, Shekhidem HA, Sharvit L, Atzmon G. Genomic Instabilities, Cellular Senescence, and Aging: In Vitro, In Vivo and Aging-Like Human Syndromes. Front Med (Lausanne) 2018;5:104. Ludovico P, Osiewacz HD, Costa V, et al. Cellular models of aging. Oxid Med Cell Longev 2012;2012:616128. Najjar SS, Scuteri A, Lakatta EG. Arterial aging: is it an immutable cardiovascular risk factor? Hypertension 2005;46:454-62. Sternberg H, Timiras PS. Studies of aging. Berlin: Springer-Verlag; 1999. Takahashi Y, Kuro OM, Ishikawa F. Aging mechanisms. Proc Natl Acad Sci USA 2000;97:12407-8. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Angulo J, El Assar M, Rodriguez-Manas L. Frailty and sarcopenia as the basis for the phenotypic manifestation of chronic diseases in older adults. Mol Aspects Med 2016;50:1-32. Denson AC, Mahipal A. Participation of the elderly in Clinical Trials: barrieres and solutions. Cancer Control 2014;21:209-14. Houben JM, Giltay EJ, Rius-Ottenheim N, et al. Telomere length and mortality in elderly men: the Zutphen Elderly Study. J Gerontol A Biol Sci Med Sci 2011;66(1):38-44. Hulley SB, Steven SR. Diseño de la investigación clínica, un enfoque epidemiológico. Barcelona: Doyma; 1993. Investigación y envejecimiento booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 12 El anciano en los ensayos clínicos Laura Pedraza Sepúlveda y Olga Laosa Zafra INTRODUCCIÓN El progreso de la medicina se basa en la investigación, que, en último término, debe incluir estudios en seres humanos de todos los grupos afectados por las diferentes condiciones que pueden tener impacto sobre su salud. La investigación médica está sujeta a normativa ética que sirve para proteger los derechos, la seguridad, la dignidad y el bienestar de los seres humanos que participan en los ensayos clínicos y para, en lo posible, obtener datos fiables y sólidos en los resultados. Algunas poblaciones en las que se realiza investiga­ ción son particularmente vulnerables y necesitan protección especial. La investigación médica en seres humanos debe con­ formarse con los principios científicos generalmente aceptados y apoyarse en un profundo conocimiento de la bibliografía científica, en otras fuentes de información pertinentes, así como en experimentos de laboratorio correctamente realizados en animales, cuando sea oportuno. En el diseño experimental, los ensayos clínicos controlados aleatorizados (ECA) son reconocidos como el patrón de refe­ rencia y, a partir de sus resultados, las agencias competentes proceden a autorizar o no los medicamentos según la evalua­ ción de toda la evidencia recogida por los interesados, con el fin de definir su relación beneficio/riesgo. Hasta hace poco tiempo, los ancianos, especialmente los frágiles y los de edad muy avanzada, han sido excluidos de los ECA generalmente sin justificación, a pesar de la importancia de la evidencia generada de su inclusión dada la carga de la enfermedad, la utilización de recursos sanitarios y de asistencia social de las personas mayores; de hecho, las personas mayores representan la mayoría de pacientes en muchas enfermedades. La infrarrepresentación de los ancianos en los ensayos clí­ nicos en el pasado ha sido puesta de manifiesto en multitud de revisiones sistemáticas de enfermedades, como la insuficiencia cardíaca, la hipertensión, la enfermedad coronaria, la artritis, la demencia, la enfermedad de Parkinson, la incontinencia urinaria o el cáncer, todas ellas de elevada prevalencia en población mayor. En artículos como los publicados por McMurdo et al. y Van Spall et al., entre otros, se observa que entre el 15 y el 38,5% de los ensayos clínicos excluyen de forma injustificada a las personas mayores de 65 años, y la edad es la segunda causa de exclusión (después de la incapacidad de dar su consentimiento informado). La mayoría de los fármacos estudiados en los ECA auto­ rizados por su relación riesgo/beneficio serán destinados a personas de edad avanzada con pluripatologías, polimedicados y probablemente frágiles. Incluso cuando los ECA incluyen a personas mayores, estas constituyen una población atípica dentro de este grupo de edad, ya que son individuos en situación ideal, sin comorbilidad ni tra­ tamientos concomitantes. Por tanto, los pocos datos disponibles en personas mayores suelen estar sesgados. En consecuencia, la evidencia en la que se basan las guías para mejorar el manejo de las enfermedades en estos pacientes a menudo es insuficiente, lo que genera incertidumbre sobre las ventajas y desventajas de los trata­ mientos. Esto a su vez da lugar a retrasos en la implementación de ciertas intervenciones potencialmente valiosas en esta población, que con frecuencia posee el mayor riesgo absoluto y, por tanto, sería la que obtendría un mayor beneficio de los tratamientos. Las razones para excluir a las personas mayores de los ECA son muy variadas y entre ellas destacan los problemas para la obten­ ción de consentimiento, la exigencia en los criterios de inclusión/ exclusión del protocolo con amplias restricciones respecto a la comorbilidad y medicación concomitante, la preocupación por la falta de cumplimiento y adherencia, la elevada tasa de abando­ no del tratamiento y el temor por la aparición de efectos adversos inaceptables. La mayoría de estas preocupaciones son infundadas y con las estrategias adecuadas se pueden solventar fácilmente. En ocasiones también se ha hablado de la inquietud ética que produce la experimentación en personas de edad avanzada, consideradas «vulnerables» por la sola razón de su edad. Esto es reflejo del paternalismo de los investigadores y los familiares más jóvenes, que pasan por alto el derecho de autonomía de las personas mayores para la toma de decisiones. De hecho, resulta más preocupante medicar a un paciente con un medicamento del que desconocemos la relación riesgo/beneficio. La mayoría de los ancianos, incluso los de edad más avanzada, tienen la capacidad de asentir y tomar una decisión informada acerca de la partici­ pación en un ensayo clínico, y los médicos tienen la obligación de promover activamente su inclusión. Todos los investigado­ res deberían tener cuidado de que su actitud, paternalista o no, no influya en las decisiones tomadas por los participantes, y los promotores, los organismos financiadores, legisladores y los co­ mités de ética deberían cuestionar los criterios de inclusión/ex­ clusión innecesariamente restrictivos y no justificados, incluido evitar los límites de edad arbitrarios, e incentivar la participación de estos sujetos en todos los ECA. Cada año, la esperanza y calidad de vida de los pacientes de edad avanzada se ve mejorada por el desarrollo de nuevos fármacos, así como por el uso inteligente de los ya existentes. Sin embargo, también cada año un significativo número de ancianos experimentan efectos adversos graves que podrían haberse previsto y evitado si se dispusiera de mayor evidencia. 104 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 12 La creciente preocupación por la promoción de evidencia en salud en los ancianos es compartida por todos los países de la Unión Europea; por este motivo, en 2011 se creó el «European Innovation Partnership-Active Healthy Aging» con el objetivo para el año 2020 de mejorar la salud y la calidad de vida de las personas mayores. Uno de los planes de actuación (Action Plan) se centra en la adherencia y el cumplimiento terapéuticos; además, la disposición de la Directiva de la Comisión Europea 536/2014 EC afirma que: «con el fin de mejorar los tratamientos disponibles para los grupos vulnerables, como las personas de salud delicada o de edad avanzada, las personas que padecen múltiples afecciones crónicas y las que sufren trastornos de salud mental, los medicamentos que puedan ser portadores de un valor clínico importante deben ser investigados de forma exhaustiva y adecuada por sus efectos en esos grupos específicos, también en lo que atañe a los requisitos correspondientes a sus características específicas y a la protección de la salud y bienestar de los sujetos de ensayo pertenecientes a dichos grupos». © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. DISEÑO DE ENSAYOS CLÍNICOS La elección óptima respecto al diseño de una investigación depen­ derá de la pregunta que se plantee. Las metodologías cualitativas y los estudios cuantitativos utilizados en los ensayos de corte transversal, de casos y controles o de cohortes, ayudan a generar valiosas hipótesis de investigación. Sin embargo, solo los estudios experimentales pueden proporcionar evidencia de causalidad, y el ECA es el método de investigación de elección para probar la eficacia y la seguridad de una intervención en el ámbito clínico. En un ECA, el investigador controla la exposición a una única variable, el riesgo o el tratamiento, mediante la asignación alea­ toria de los sujetos a un grupo (intervención) u otro (control, en ocasiones con placebo). Todos los sujetos incluidos en el ECA son utilizados posteriormente para analizar el resultado. Cuando ya existe una intervención eficaz, el empleo de placebo no es ético y la nueva intervención experimental deberá ser comparada con un control activo (el estándar de tratamiento). En casos excepcionales, cuando el tamaño del efecto del tratamiento en relación con el pronóstico esperado es considerable, la asigna­ ción aleatoria puede no ser necesaria y es posible utilizar con­ troles históricos (últimos pacientes de similares características). Los ECA de grupos paralelos suelen ser los de elección, de forma que el grupo control y el de intervención son tratados de forma simultánea. Así, la mitad de los sujetos reciben el tratamiento A (intervención) y la otra mitad el B (control). En los ECA de diseño cruzado, los sujetos intercambian los tra­ tamientos a mitad del estudio (la mitad de los sujetos reciben el tratamiento A seguido del B, y la otra mitad primero el B y luego el A, de forma que lo que se aleatoriza es la secuencia AB o BA); de esta forma, cada sujeto actúa como control de sí mismo asumiendo que no hay efecto período (los efectos de los tratamientos pueden ser diferentes en el primer período y en el segundo y generar un sesgo de interpretación de los resultados, por razones asociadas a la patología y no al efecto real de la intervención) ni el denominado «efecto de arrastre» (carry over) (el efecto de la primera intervención condiciona la respuesta de la segunda, debido a un efecto residual). El anciano en los ensayos clínicos 105 En un diseño factorial, varias (dos o más) intervenciones, cada una con su propio control, son evaluadas simultáneamente en un único estudio. Por ejemplo, un grupo recibe el tratamiento A; otro, el B; un tercer grupo, el tratamiento A combinado con B, y un grupo control no recibe ni A ni B. Tales diseños son utilizados con frecuencia en estudios para el tratamiento del cáncer y enfermedades cardiovasculares y probablemente se incremente su uso en otras enfermedades con múltiples opcio­ nes de tratamiento. Aunque suponen un método eficiente para probar tratamientos en combinación, puesto que consiguen dos o más comparaciones por un precio ligeramente superior al de una sola, las interacciones entre las intervenciones pueden com­ plicar el análisis de los resultados y su interpretación. La utilización de la aleatorización y del ciego de la interven­ ción disminuye la posibilidad de que se produzcan sesgos en los ensayos clínicos. La aleatorización incrementa la probabilidad (pero no lo asegura) de que los grupos serán similares (sola­ mente diferentes en cuanto a la intervención) distribuyendo los factores de confusión conocidos y desconocidos de forma similar entre los dos grupos (intervención y control). La aleatorización estratificada puede ser utilizada para asegurar que los grupos de características particulares o extremas (p. ej., los muy ancianos) son distribuidos de forma similar. En el diseño de aleatorización por conglomerados (clusters), se aleatorizan conglomerados de individuos (p. ej., los que están en una residencia o institucio­ nalizados) en lugar de sujetos individualmente. Estos diseños se están utilizando cada vez más en investigación clínica, especial­ mente cuando la posibilidad de cegar la intervención es difícil. El ciego significa que el sujeto o el investigador (simple ciego) o ambos (doble ciego) no conocen a qué grupo ha sido asignado el sujeto. Esto evita que las personas reciban un trato diferente (aparte de la propia intervención) en función de a qué grupo han sido asignados y ayuda a asegurar que las evaluaciones de resultados sean imparciales. Las autoridades reguladoras, como la European Medicines Agency (EMA), requieren resultados positivos (relación benefi­ cio-riesgo favorable) procedentes de ECA antes de que un medi­ camento o dispositivo médico obtenga la aprobación para su comercialización. Estos ECA deben ir precedidos por un amplio número de estudios preclínicos in vitro (en laboratorio) e in vivo (animales), que pueden incluir estudios en modelos no humanos de primates, modelos animales de envejecimiento o modelos transgénicos de enfermedad. Los ensayos clínicos se llevan a cabo a través de una serie ordenada de pasos, generalmente clasificada en fases I a IV. Recientemente se ha introducido el concepto de fase preliminar 0 para describir la etapa exploratoria, primera dosis en seres humanos, utilizando solo dosis subterapéuticas (microdosis) del fármaco en estudio, diseñadas para confirmar que este se comporta en el ser humano, en términos generales, según se predecía a partir de la fase preclínica. En los ensayos de fase I, el fármaco en estudio se prueba en un pequeño grupo de sujetos (20-80) en dosis única ascendente (SAD) y dosis múltiple ascendente (MAD) para evaluar un rango de dosis segura, el mejor método de administración, y la tolerancia y seguridad (farmacovigilancia). Los cambios en la farmacocinética y la farmacodinamia de muchos fármacos en las personas mayores, especialmente en las frágiles, pueden booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 106 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada tener un impacto significativo en la elección de la dosis y la frecuencia de dosificación. En los ECA de fase I, generalmente se recluta a voluntarios jóvenes sanos y, por tanto, se debe tener especial precaución en la extrapolación de los resultados a los ancianos. En el caso de que la indicación del fármaco sea común en las personas mayores, los ensayos de fase 1 pueden reclutar a voluntarios sanos o a personas de edad avanzada con dicha enfermedad, como sucede, por ejemplo, en los primeros estudios de inmunoterapia en la enfermedad de Alzheimer. En los ensayos de fase II, el fármaco en estudio es adminis­ trado a un grupo más amplio de sujetos (100-300), generalmente pacientes con la enfermedad en estudio, para evaluar la seguridad y los regímenes de dosificación (fase IIA), así como para llevar a cabo estudios preliminares de eficacia (fase IIB). Por lo general, estos estudios de «prueba de concepto» reclutan un grupo homo­ géneo de participantes jóvenes para maximizar la probabilidad de éxito y reducir al mínimo los efectos adversos relacionados con los cambios en la farmacocinética y la farmacodinamia, las patologías y las interacciones medicamentosas característicos de los pacientes mayores. La realización de estudios específicos en ancianos puede resultar de utilidad, ya que constituyen la mayor parte de la población de pacientes consumidora de fármacos y, por tanto, se ha pedido a las autoridades reguladoras que exijan la realización de estudios de fase II de nuevos fármacos en las personas mayores de 70 años, cuando sea pertinente. En los ensayos de fase III se evalúa la eficacia y la seguridad del fármaco en los ECA; por lo general, se requieren dos ensayos positivos para obtener la aprobación de las autoridades regula­ doras. Esto requiere el reclutamiento de hasta varios miles de pacientes de varios centros y los estudios suelen durar de 6 meses a varios años, en función de la indicación de los mismos. Es en esta etapa en la que los criterios de exclusión basados de forma arbitraria en la edad son especialmente difíciles de justificar. La asignación aleatoria estratificada por edad y el análisis prede­ terminado de subgrupos permitiría evidenciar los problemas específicos en la población de edad avanzada. Los ensayos de fase IV (poscomercialización) están dise­ ñados para proporcionar información adicional sobre los be­ neficios y riesgos del tratamiento en el uso a largo plazo en la práctica clínica. Los efectos adversos graves identificados en esta etapa tardía en pacientes de edad avanzada han dado lugar a la retirada o al uso restringido de importantes medicamentos. La naturaleza cuidadosamente controlada de los ECA puede dar lugar a una limitación a la hora de generalizar los resultados, dado que los sujetos seleccionados suelen ser grupos muy bien definidos. Debido a las largas listas de criterios de inclusión y exclusión, es posible excluir a sujetos con comorbilidad o con medicación concomitante, y la población resultante seleccionada puede terminar siendo poco representativa de los pacientes que habitualmente se encuentran en la práctica clínica. Ciertamente, los beneficios percibidos por la utilización de criterios de selección muy restrictivos son superados a menudo por la pérdida de la posibilidad de generalización y aplicabilidad clínica de los resultados y por una menor oportunidad para probar hipótesis en subgrupos (incluidos los efectos de la edad). Los estudios cualitativos contribuyen a menudo a explicar los resultados de los ensayos clínicos, de forma que las dos metodologías pueden complementarse entre sí de forma útil. Así, en un número creciente de estudios se están utilizando «meto­ dologías mixtas». ENSAYOS CLÍNICOS ALEATORIZADOS EN ANCIANOS EN LA AUTORIZACIÓN Y EL REGISTRO DE FÁRMACOS Los mayores de 65 años representan alrededor del 19% de la población en los países más industrializados y son responsables de casi un tercio del consumo global de fármacos. El envejeci­ miento afecta a la forma en que el cuerpo maneja los fármacos, por lo que estos pacientes, especialmente los más ancianos, son muy diferentes a otros más jóvenes respecto a la mayoría de los aspectos relacionados con los fármacos, tanto en su utilización como en su proceso de autorización. Los costes más importantes en el desarrollo de un medica­ mento son los previos a su comercialización. Según el infor­ me de Farmaindustria publicado en 2017, más de la mitad del presupuesto (el 88,2%) se destina al diseño, desarrollo y evaluación de ensayos clínicos de fases 1 y 2 (32,9%) y fase 3 (55,3%). El resto, a investigación básica, procesos de aproba­ ción y tareas de farmacovigilancia. El incremento de variabilidad debido a la inclusión de perso­ nas mayores de 70 años, frágiles, con pluripatologías, polimedi­ cados, con funcionalidad limitada, cambios cognitivos o psico­ sociales, entre otros, puede implicar un aumento considerable del tamaño de la muestra para conseguir el poder estadístico adecuado, ya que reduce la precisión de las estimaciones del estudio. Por esto, no es extraño que los que diseñan ensayos clí­ nicos sean reacios a incluir a pacientes ancianos en los estudios. El Reglamento Europeo (UE) No 536/2014 y el RD 1090/2015, de 4 de Diciembre, por el que se regulan los ensayos clínicos con medicamentos, los comités de ética de investigación con medica­ mentos y el Registro Español de estudios clínicos refieren que es necesario fomentar la investigación clínica de medicamentos des­ tinados al tratamiento de grupos de población como los ancianos, que tradicionalmente han estado poco representados en la inves­ tigación clínica, y uno de los requerimientos para su autorización por los comités de ética a nivel nacional es que el estudio incluya a los grupos de sujetos representativos de la población que se va a tratar o, de no ser así, la explicación y justificación. Sin embargo, aún no es obligatorio someter a todo tipo de fármaco que pueda ser utilizado en personas mayores a una prueba previa a la comercialización en los pacientes de edad comparable a la de la población en la que va a ser utilizado, pero sí es un requerimiento la justificación de la distribución por sexos y edad de los sujetos de ensayo y, si se excluye del ensayo a un grupo de género o edad específico, o este está infrarrepresentado en el ensayo clínico, la explicación de las razones y la justificación de estos criterios de exclusión. Como solución a este problema, en la literatura científica se proponen las siguientes opciones: • A la par de la legislación, los cambios deben aplicarse a los marcos normativos de control de licencias farmacéuticas y de dispositivos médicos. No debería existir la posibilidad de nuevas licencias, a menos que se presenten pruebas de su eficacia en la población con mayor frecuencia de prescrip­ booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 12 ción, como son, en muchos casos, las personas mayores con enfermedades, o solo autorizarse el uso del medicamento en la población estudiada. • El equipo de investigación debe contar con personal expe­ rimentado en el cuidado de las personas mayores y relación con sus familiares, no solo cuando se realice la entrevista, responda las dudas de los potenciales participantes y la firma del consentimiento informado, sino también a la hora de fijar la agenda de visitas, planificación y realización del ensayo. La participación de geriatras y de personal de enfermería con conocimientos especializados en el cuidado de las personas mayores es esencial para garantizar la representación y segui­ miento adecuado de los ancianos en los ECA. • Un enfoque ético de la investigación es que los beneficios obtenidos estén disponibles para todos los pacientes de for­ ma equitativa. Los comités de ética deben, por tanto, velar por que las personas mayores estén incluidas en ensayos clínicos de manera sistemática, de forma que no aprueben los protocolos de los estudios con criterios de exclusión simplemente por motivos de edad o por patologías conco­ mitantes de forma injustificada. • Los investigadores no especializados en geriatría deben velar por la inclusión de personas mayores como parte de sus criterios de ética y buenas prácticas. • Los clínicos que tratan a estas poblaciones deben informarse y colaborar en los proyectos de investigación en los que sus pacientes hayan consentido libremente y realizar sus segui­ mientos de la práctica clínica habitual en comunicación recíproca con los clínicos investigadores. La realización de ECA es primordial para promover la inves­ tigación en geriatría y obtener una importante cantidad de datos tanto epidemiológicos como de eficacia clínica de dis­ tintos procedimientos y así poder generar guías de tratamiento adecuadas en esta población. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. RECLUTAMIENTO El éxito de un ensayo clínico depende del reclutamiento y la adherencia de un número suficiente de pacientes válidos para el estudio. No hay evidencia consistente de que la edad influya en la tasa de reclutamiento de los ensayos, a pesar de que habi­ tualmente a los pacientes ancianos no se les da la información y el estímulo suficiente para participar. La comunicación con las personas mayores puede ser más difícil a causa de los déficits visuales y auditivos, de problemas del habla o de la existencia de deterioro cognitivo, que pueden estar presentes y prolongar las entrevistas y la obtención del consentimiento. Las personas de edad avanzada pueden necesitar más lugares y tiempo para ser reclutados para los ensayos, y es posible que se requieran investigadores cualificados y familiarizados con las necesidades de una población más anciana, es decir, geriatras y personal de enfermería especializado, con experiencia en trabajar con personas mayores y sus familiares. Además de esto, y en cuanto a los aspectos funcionales de la población anciana, hay que tener en cuenta el facilitar el acceso a la institución (sillas de ruedas, ascensores, pasamanos, etc.) y el transporte a los centros de investigación, ya que constituyen inconvenientes en este grupo de edad, y en muchos casos los individuos necesitan ser acompa­ El anciano en los ensayos clínicos 107 ñados por un cuidador. Una vez más, estos problemas suponen un tiempo adicional para el desarrollo de la investigación, un incremento de costes y una planificación más compleja. Los prejuicios contra el envejecimiento, la apatía de los clínicos y la inexperiencia en la investigación también pueden contribuir a la exclusión de los pacientes de mayor edad. Una encuesta a geriatras franceses mostró que casi todos consi­ deraban que los ECA que incluyen a sujetos muy ancianos eran científicamente necesarios, pero menos de la mitad de ellos participaban activamente en este tipo de estudios. Una encuesta a los profesionales relacionados con la salud en nueve países europeos reveló que las diferencias en las opiniones sobre la inclusión de las personas mayores en los ensayos clínicos parecen reflejar diferencias políticas y en los sistemas sanitarios entre los miembros antiguos y nuevos de la Unión Europea: los más recientes eran más propensos a pensar que estaba jus­ tificado tener límites de edad superiores basados en la comor­ bilidad y la polifarmacia, y algunos incluso creían que estaba justificado, debido a la menor esperanza de vida y a la mayor discapacidad física en las personas ancianas. La mayoría de ellos coincidieron en que la regulación de los ensayos clínicos necesitaba una modificación para fomentar el reclutamiento de personas mayores. ANCIANOS Y PARTICIPACIÓN EN ENSAYOS CLÍNICOS ALEATORIZADOS Los pacientes ancianos no buscan activamente participar en los ensayos clínicos, posiblemente debido a la falta de conoci­ mientos y porque, por lo general, dependen de los demás para ser informados. La inclusión de las personas institucionalizadas es especialmente difícil, dados los problemas particulares de la obtención del consentimiento, la pérdida de autonomía y la actitud negativa del personal, la confidencialidad y los dere­ chos de los residentes. El personal de la residencia interpreta su papel en la investigación de diversas maneras: como mediadores, protectores e informadores. Entender el modo de organización y la política de atención de la residencia, tanto dentro como entre esta y los profesionales de la salud, es esencial para que la participación en la investigación tenga éxito. En este sentido, cabe destacar la experiencia del Dementias & Neurodegenerative Diseases Research Network (DeNDRoN) del Reino Unido, que ha desarrollado un grupo de herramientas para promover la investigación en las residencias, a la vez que proporciona con­ sejos sencillos y prácticos para los investigadores, los residentes y sus familiares, y el personal de la residencia. La participación activa de las propias personas mayores en el diseño y el desarrollo de la investigación se está convirtiendo en un requerimiento político en algunos países. Actualmente, gracias a la promoción de centros de investigación exclusivos para esta población hemos tenido buena acogida con llamadas solicitando información para participar tanto de los sujetos como de sus familiares, por lo que consideramos que estas iniciativas a largo plazo serán muy favorables. Mientras que en un primer momento la curiosidad puede ser el motivo principal de los pacientes para participar en la investigación, los beneficios personales previstos, tales como mayor número de exámenes clínicos o el seguimiento más booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 108 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada estrecho y los beneficios sociales, tales como la participación en estudios internacionales y la posibilidad de algún beneficio a la sociedad, son los motivos más importantes para la pos­ terior participación y adherencia. Las principales razones para denegar la participación en la investigación clínica incluyen no querer ser objeto de experimentación y la errónea autopercep­ ción de no ser un candidato adecuado para la misma. Los participantes de mayor edad están más motivados que los jóvenes por sentimientos más altruistas y como agrade­ cimiento a aquellos que los tratan; de hecho, están menos preocupados por la compensación económica a cambio de la participación. Pueden ser más reacios debido a la asignación al azar y prefieren, en general, los estudios en los que todos los pacientes reciben el tratamiento activo, como parte de un diseño cruzado o una fase de extensión abierta después de una fase de control con placebo. Es importante conseguir un elevado grado de confianza en las personas que realizan la investigación. En la cuadro 12.1 se muestra una revisión sistemática de los factores que limitan la calidad, la cantidad y el progreso de los ECA (en todos los grupos de edad) identificados por muchos clínicos y las barreras para la participación basadas en el paciente. En el cuadro 12.2 se muestran las posibles inter­ CUADRO 12.1 Dificultades para la participación de ancianos en los ensayos clínicos aleatorizados Dependientes del médico Falta de tiempo. Falta de personal. Falta de una formación adecuada. Preocupación por el impacto en la relación médico-paciente. Interés por los pacientes. Pérdida de la autonomía profesional. Dificultad con el procedimiento de consentimiento. Falta de compensación y/o reconocimiento. Paternalismo y sobreprotección. Dependientes del paciente Procedimientos/citas adicionales para el paciente. Problemas adicionales de viaje y el gasto para el paciente. Preferencias del paciente por un tratamiento particular (o ningún tratamiento). Preocupación por la incertidumbre del tratamiento o ensayos. Preocupación por la información y el consentimiento. Problemas en el reclutamiento causados por el protocolo. Preocupación del médico sobre la información ofrecida a los pacientes. CUADRO 12.2 Posibles estrategias para mejorar la participación de las personas mayores en los ensayos clínicosReguladores y comités de ética Justificar los criterios de elegibilidad por el diseño del estudio. Requerimientos de representación en los estudios clínicos de la población para la cual se va a autorizar la medicación. Diseño del ensayo Simplificar los criterios de exclusión. Incluir al paciente en el brazo de preferencia. Aumentar el tamaño de la muestra. Contar con la participación del personal clínico en el diseño y desarrollo de la investigación. Simplificar los protocolos. Establecer unas exigencias mínimas de personal médico y de apoyo. Realizar la coordinación in situ por el personal clínico. Usar data manager y adecuados sistemas de seguimiento. Formar al personal investigador. Realizar ensayos en entornos clínicos bien establecidos. Proceder a una evaluación geriátrica integral. Existencia de variables que valoran la calidad de vida, y objetivos específicos para esta población. Escalas y métodos de medida específicos y validados en geriatría. Proceso de reclutamiento Reclutamiento por personal especializado (investigador principal, atención primaria, especialista, personal de enfermería). Reconocimiento y comprensión de la cultura de los distintos grupos étnicos. Publicidad en medios de masas. Estrategias en dos pasos: postal y teléfono. Divulgación a la comunidad, ferias de salud, conferencias, en los medios de comunicación. Reclutamiento personalizado y cara a cara. Comunicación inicial con un profesional de confianza para dar credibilidad al estudio. Hacer hincapié en los beneficios a los demás. Clarificar las expectativas en la primera visita. Asegurar el fácil acceso al centro de investigación. Proporcionar transporte y reembolsar los gastos de transporte y aparcamiento. Ofertar visitas a domicilio. Ofertar visitas telefónicas. Proporcionar tiempo suficiente para el estudio. Ampliar el período de reclutamiento. Desarrollo del ensayo (adherencia) Estar atento a posibles signos de abandono y resolver los problemas. Recordar el compromiso, reiterar motivaciones, enfatizar necesidad de datos completos. Minimizar la carga de los participantes. Dar apoyo. Conseguir el apoyo de familiares, amigos, médicos y profesionales de la salud. Establecer la mejor hora para llamar, incluido noches y fines de semana. Ser flexibles al hacerlo. Programar las visitas de estudio coincidiendo con otras citas (sobre todo en pacientes ambulatorios). Realizar un seguimiento y un contacto frecuentes. Individualizar el número de contactos o visitas (si se percibe como una carga). Realizar un recordatorio antes de la visita. Organizar visitas de evaluación domiciliaria. Ofrecer seguimiento telefónico, y por correo postal y electrónico, y pagar los gastos de envío. Proporcionar incentivos o expresar pequeñas muestras de aprecio. Regalar tarjetas para felicitar cumpleaños/Navidad/de agradecimiento/de enfermedad. Proporcionar boletines o informes sobre el estudio. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 12 venciones identificadas en el estudio PREDICT para mejorar el reclutamiento. Una revisión de la Cochrane encontró que entre las estra­ tegias eficaces para mejorar el reclutamiento estaban los recordatorios telefónicos a los no respondedores, el uso de sistemas opt-out (permitir envíos de comunicaciones a masas sin autorización expresa) en lugar de opt-in (prohibición de todo tipo de comunicación comercial no consentida), procedimientos para contactar con potenciales participantes en el ensayo y diseños abiertos en los que los participan­ tes saben qué tratamiento están recibiendo en el ensayo. Con la entrada en vigor del nuevo Reglamento Europeo General de Protección de Datos (RGPD) y Ley Orgánica Española 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales, la utilización de técni­ cas del tipo opt out plantean algunos problemas de índole ética. No está clara la utilidad de otras estrategias de mejora del reclutamiento, como pueden ser el uso de vídeos para proporcionar información sobre el ensayo a los potenciales participantes y mejorar la formación de los reclutadores. Una revisión previa de la literatura específica sobre las personas mayores ha identificado una serie de factores que modifican y aumentan su participación en estudios de investigación. Entre tales factores están la actitud positiva del personal hacia la investigación, el reconocimiento de motivos altruistas, la aprobación de otros miembros de la familia, los protocolos diseñados teniendo en cuenta al paciente y no a conveniencia del personal del estudio, y que sea un médico, en lugar de una enfermera, el encargado de informar. Según nuestra práctica clínica habitual, la utilización de los medios de comunicación en horarios específicos y la colaboración con los lugares que tienen mucha influencia en esta población (parroquias, cen­ tros de día, peluquerías, farmacias) para la distribución de información ayudan al conocimiento y reclutamiento de nues­ tros sujetos. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. CONSENTIMIENTO INFORMADO La búsqueda del consentimiento verdaderamente informado y libre es fundamental en toda investigación en seres humanos, pero la hipótesis de que la capacidad de toma de decisiones puede estar afectada en las personas mayores y un paternalismo protector equivocado frente «a los ancianos vulnerables» no deben actuar de barrera para su participación en los ensayos clínicos. De hecho, el participante en la investigación debe ser capaz de entender los aspectos relevantes que se le explican, y tener el tiempo suficiente para sopesar los beneficios y los riesgos de su decisión (sin coacción), y después comunicar su decisión al investigador. El consentimiento es más que obtener una firma en un formulario al comienzo del ensayo. Debe considerarse como un proceso continuo, que implica un diálogo abierto y permanen­ te entre los investigadores y los participantes, y la evaluación permanente de la capacidad de toma de decisiones. Se debe explicar también la posibilidad de retirarse en cual­ quier momento, sin tener que dar una explicación y sin que esto cambie el trato en su seguimiento de la práctica clínica habitual. El anciano en los ensayos clínicos 109 Lamentablemente, la carga burocrática y regulatoria a la que se ven sometidos los investigadores tiende a hacer menos eficaz el proceso de obtención del consentimiento, con hojas de información por escrito que abordan cues­ tiones legales, a menudo expresadas en un lenguaje cargado de tecnicismos y muy detallado difícil de entender por el participante, y que empaña las cuestiones básicas y ensom­ brece el propósito ético del proceso de obtención del con­ sentimiento informado. A pesar de ello, en estudios empíricos casi todas las perso­ nas de edad avanzada han demostrado tener la capacidad para otorgar el consentimiento al tratamiento médico utilizando diferentes estándares. Aunque las personas mayores pueden tener más dificultades para comprender la información que las más jóvenes, esta diferencia parece deberse más a la edu­ cación que a la edad en sí misma. Posiblemente requieran más tiempo para considerar su decisión y, además, dado que su participación habitualmente involucra a más personas, se resistan a dar su consentimiento antes de informar y discutirlo con un miembro de la familia. Se debe prestar especial atención a compensar las dificulta­ des de la comunicación, al analfabetismo, los déficits sensoriales y la mejora de la legibilidad de las hojas de información y for­ mularios de consentimiento. Las personas con deterioro cognitivo, los pacientes que reciben cuidados terminales y los institucionalizados supo­ nen desafíos particulares y requieren una consideración y un manejo especiales, pero, aun así, no se debe presuponer una falta de capacidad. Se han desarrollado herramientas sencillas y específicas para evaluar la capacidad de toma de decisiones informadas sobre la participación en la inves­ tigación clínica y se ha demostrado su utilidad; entre ellas están: el MacCAT-CR, que es actualmente el cuestionario más utilizado y el mejor validado; sin embargo, parece difícil de usar y consume mucho tiempo; el Three-item decisional capacity questionnaire y la University of Cali­ fornia, San Diego Brief Assessment of Capacity to Consent [UBACC], otra herramienta útil en la práctica habitual debido a su simplicidad, relevancia y aplicabilidad en pacientes mayores. Si un participante en un proyecto de investigación pros­ pectivo se considera incapaz para dar su consentimiento, se debe seguir la legislación vigente pertinente. Por lo general se permite la realización de la investigación con el asentimiento del sujeto y la firma de una persona responsable adecuada (habitualmente familiares del paciente), que proporciona el consentimiento por poderes, con la aprobación del comi­ té de ética, cuando el estudio tiene un potencial beneficio para el sujeto (investigación terapéutica) o cuando la inves­ tigación implica un riesgo y una carga mínimos y no puede llevarse a cabo con individuos con capacidad para consentir (investigación no terapéutica). En este sentido, las directivas anticipadas sobre investigación (research advance directives) o las decisiones anticipadas (advance decisions) documentan claramente el punto de vista de un individuo sobre su par­ ticipación en programas y estudios de investigación, pero, desafortunadamente, no se han adoptado con suficiente amplitud hasta la fecha. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 110 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada CONTINUIDAD OBJETIVOS Una vez incluido el sujeto en un ECA, es necesario mantener una buena comunicación de forma regular con los investiga­ dores, principalmente cara a cara o por teléfono, pero también mediante la utilización de boletines periódicos sobre el progre­ so del estudio y reuniones para conocer al personal implicado y a otros participantes, de forma que se promueva la continuidad del participante en el ECA. Regalos como calendarios relacio­ nados con el estudio, imanes para el frigorífico, bolígrafos y almohadillas también pueden ser útiles, aunque puede generar problemas éticos si son demasiado caros. Las sesiones de inicio no deben durar más de 1 o 2 horas, para evitar el cansancio, y se debe considerar separarlas en varias visitas en caso de que sean demasiado largas. Se ha de dar un tiempo para la interacción social y tomar un refresco para evitar que el contacto se vuelva demasiado impersonal. Hay que recordar que la mayoría de las personas mayores (y sus acompañantes o cuidadores) tienen otros compromisos, y el tiempo y el calendario de las visitas se deben ajustar a estos. El servicio de transporte es especialmente importante. La movilidad y los problemas cognitivos pueden hacer los traslados más difíciles, y la distancia desde el domicilio has­ ta el centro de investigación influye en el reclutamiento de las personas mayores de forma más importante que en los jóvenes. Un servicio contratado de taxi hacia y desde el centro de investigación tiene muchas ventajas. Los gastos de traslado de los participantes deben ser reembolsados. Es importante asegurar un aparcamiento cómodo. Debería considerarse la posibilidad de facilitar el acceso en sillas de ruedas al cen­ tro de investigación y a la consulta, y proporcionar áreas adecuadas de espera para los familiares y/o cuidadores. En algunos casos se puede considerar contratar acompañantes para que los familiares no tengan que pedir horas libres o disponer de ese tiempo. Las evaluaciones que puedan realizarse con fiabilidad por teléfono o en las casas de los sujetos son preferibles a las visitas al centro de investigación y tienen más probabili­ dades de garantizar que el sujeto está a gusto. En un ECA de Alzheimer, el reclutamiento y la continuidad de los pacientes fueron significativamente mejores cuando los pacientes fue­ ron evaluados en su domicilio en lugar de en los centros de investigación; los costes de estas visitas quedan compensados por los períodos de reclutamiento más cortos y las mejores tasas de continuidad. Sin embargo, es más difícil para los investigadores establecer el calendario de evaluaciones en el domicilio del paciente y conseguir que los familiares y los animales domésticos no interrumpan las sesiones. En este sentido, algunas iniciativas de la Comisión Europea y de la industria farmacéutica proponen Remote Descentralized clinical trials (RDCT) para mejorar la adherencia a los ensayos clínicos. El envío regular de la medicación del estudio puede reducir el número de visitas. La mayoría de los participantes aprecian un agradecimiento formal periódico y a la finalización del estudio y la información sobre los resultados finales de mismo. Existen cambios sustanciales en los ensayos clínicos en geriatría cuando se comparan con los ECA en otras subpoblaciones. Los objetivos a alcanzar deben ser modificados y adaptados a este grupo de edad. Por ejemplo, el objetivo de disminuir la mortalidad de causa cardiovascular es claro en la población adulta joven; sin embargo, puede no ser un parámetro tan relevante en la población anciana si el tratamiento no está equi­ librado por una mejora en la calidad de vida y en la relación coste-eficacia. La discapacidad (una característica común en el envejecimiento) y la fragilidad son parámetros más relevantes, ya que cualquier mejora de la fragilidad puede mejorar la calidad de vida, aspectos afectivos, cognitivos y sociales de la enfermedad. Asimismo, la valoración de los cuidadores y las sobrecargas tanto económicas como sociales son objetivos que deben tenerse en cuenta en esta población. RESULTADOS Además de los criterios de evaluación estándar de morbilidad y mortalidad, los ECA en personas mayores habitualmente deben considerar cuestiones que afectan de forma más amplia a la calidad de vida, sobre todo en términos de función, tanto cognitiva como social. Es de gran relevancia la utilización de escalas adaptadas para este grupo de edad que permitan evaluar adecuadamente la enfermedad con sus comorbili­ dades asociadas, el dolor, el estado nutricional, las funciones cognitivas y la calidad de vida. Las cuestiones metodológicas presentadas en el cuadro 12.3 resultan útiles en la selección CUADRO 12.3 Listado de control para elegir las variables de evaluación de resultados 1. ¿La información obtenida con el instrumento de medición responde a la pregunta formulada? 2. ¿La medida está validada en pacientes geriátricos? 3. ¿Es fiable? ¿Hay una variabilidad aceptable intraindividual e interindividual en sujetos de edad avanzada? 4. ¿Es suficientemente sensible para medir cambios clínicamente relevantes en pacientes ancianos frágiles? 5. ¿La escala de medición es lo suficientemente amplia para medir la variabilidad entre las personas reclutadas? 6. ¿Son aceptables los riesgos causados por la medición para el participante? 7. ¿Las variables son posibles en cuanto a los requerimientos cognitivos, auditivos, visuales, educativos, de movilidad y de función física? ¿Serán válidas y fiables? 8. ¿Son aceptables en cuanto a la carga emocional, física y psicológica, tanto para el participante como para su cuidador, el personal de enfermería, etc.)? 9. ¿Disponen el investigador, el paciente y el cuidador del tiempo necesario para cumplimentar las escalas de medición? ¿Se cuenta con un lugar tranquilo y bien iluminado? 10. ¿El investigador tiene la suficiente experiencia para administrar la escala? 11. ¿Ha probado el investigador este instrumento de medida en la población geriátrica? booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 12 de medidas de evaluación adecuadas para la investigación geriátrica. Grupos de expertos han tenido en cuenta las medidas de resultado adecuadas para los ensayos clínicos en personas mayores frágiles. Las herramientas de medición elegidas deben ser válidas (teniendo en cuenta la característica que se pre­ tende medir), fiables (registro de resultados coherentes en condiciones diferentes de medición) y sensibles (capaces de detectar el cambio). Otros factores que deben ser considera­ dos al seleccionar instrumentos de medida son si estos son autoadministrados o administrados por el investigador, si miden la capacidad (lo que se puede hacer, capacidad relativa a los diseños experimentales) o el rendimiento (lo que se hace relevante en estudios pragmáticos) y, quizás lo más importante, cuánto tiempo se tarda en cumplimentarlos. También debe prestarse atención a la legibilidad y al estilo de cuestionarios autoadministrados. La falta de validación de los instrumentos de medición para su utilización en poblaciones de edad avanzada es un proble­ ma. Las escalas deben adaptarse para ser utilizadas teniendo en cuenta la heterogeneidad que caracteriza a la población de edad avanzada, evitando efectos suelo y techo, y deben ser aceptadas por los sujetos del estudio. Incluso una medida aparentemente simple como la medición de la altura se convierte en un proble­ ma cuando la persona no puede permanecer erguida. Se debe tener en consideración la utilización de alternativas validadas (p. ej., la altura de las rodillas al suelo, incluso en aquellos que puedan estar de pie) para garantizar la homogeneidad en toda la población de estudio. Los instrumentos de medida utilizados en sujetos más jóvenes no pueden extrapolarse de forma fiable a pacientes de edad avanzada, debido a la mayor prevalencia de déficits de movilidad, sensoriales y de comunicación. Ideal­ mente se debería establecer la fiabilidad de cada medida en cada muestra de la población donde se vaya a utilizar. Todos los evaluadores deben estar capacitados para garantizar la coherencia (y fiabilidad interobservador e intraobservador) y ayudar a minimizar los sesgos. Las pruebas piloto de todas las medidas de resultado en la población de estudio garantizan que la opción final sea factible, se evalúe correctamente la pregunta formulada y se reduzca el número de sujetos que abandonan. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. CONCLUSIONES La creciente necesidad de contrarrestar el sesgo de edad en los ensayos clínicos por fin ha empezado a dar lugar a acciones. Los nuevos apoyos de las autoridades reguladoras pretenden El anciano en los ensayos clínicos 111 incrementar la participación de los mayores en los ensayos clí­ nicos, así como la participación de los profesionales implicados en el cuidado y tratamiento de los mayores. Todas estas acciones señalan que, dada la evidencia acu­ mulada del pasado y que se ha revisado en este capítulo, es importante que la participación en los ensayos clínicos sea tanto de las poblaciones de pacientes que van a recibir tra­ tamientos en la práctica clínica como del personal clínico tratante, y ser conscientes de la importancia social, legal y ética del incremento en cantidad y en calidad de la evidencia en los ancianos. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Denson AC, Mahipal A. Participation of the elderly population in clinical trials: barriers and solutions. Cancer Control 2014;21:209-14. Diener L, Hugonot-Diener L, Alvino S, et al. European Forum for Good Clinical Practice Geriatric Medicine Working Party. 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Clinical research must include more older people. BMJ 2013;346:f3899. Newman JC, Milman S, Hashmi SK, et al. Strategies and Challenges in Clinical Trials Targeting Human Aging. J Gerontol A Biol Sci Med Sci 2016;71:1424-34. PREDICT. Increasing the participation of the elderly in clinical trials. Literature review 2008. Disponible en: www.predicteu. org/Reports/PREDICT_WP1_Report.pdf (acceso 15 mayo 2013). Siu LL. Clinical trials in the elderly -a concept comes of age. N Engl J Med 2007;356:1575-6. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 13 Formación y docencia en geriatría Pedro Abizanda Soler y Carlos Alberto Cano Gutiérrez INTRODUCCIÓN El incremento exponencial esperado de los adultos mayores en los próximos años en todos los países del mundo hará que todos los médicos, bien de atención primaria, bien especializada (excepto los pediatras), atiendan con frecuencia a personas de avanzada edad. Actualmente, la atención sanitaria a los mayores de 65 años supone el 28% de la carga de trabajo en atención primaria, el 32% en cirugía, el 43% en especialidades médicas y el 48% de las hospitalizaciones. A pesar de ello, numerosas encuestas indican que los conocimientos de la mayoría de médi­ cos y cirujanos sobre la atención sanitaria a los ancianos y la medicina geriátrica son inadecuados, y que el número de geria­ tras es inferior al recomendado. Por ello, el Institute of Medicine (IOM), la American Geriatrics Society (AGS), la Association of American Colleges y el American Board of Medical Specialties recomiendan que todas las licenciaturas y certificaciones de profesionales de la salud, así como programas de especializa­ ción médicos y quirúrgicos, incluyan una demostración de las competencias en el cuidado de los ancianos. ENSEÑANZA DE LA GERIATRÍA EN EUROPA En 2015, Singler et al. publican una encuesta realizada en 31 países europeos, auspiciada por la European Union Geriatric Medicine Society (EUGMS), la European Academy for the Medicine of Aging (EAMA) y la European Union of Medical Specialists (UEMS). En ella se recoge que la geriatría está consi­ derada como especialidad médica en 19 países (61,3%) y como subespecialidad en 9 (29%). Sin embargo, y lamentablemente, en cinco países la medicina geriátrica no existe todavía en absoluto. En una encuesta previa realizada en 2008, la docencia pregrado en geriatría estaba presente en todas las facultades de medicina en solo 7 países, era obligatoria en 9 países y no existía en 6. La educación médica continuada (CME, continuing medical education) en geriatría estaba presente en 18 países, pero solo era obligatoria en 10. El contenido de la docencia estaba determinado por cada facultad de medicina en la mayoría de los casos. Aunque los autores reconocen que existe una urgente necesidad de mejora y de armonización de la enseñanza de la geriatría en Europa, constatan que, en comparación con la encuesta previa de 1990, el número de cátedras había aumentado un 45%, el de docencia pregrado un 23% y el de posgrado un 19%. A pesar de estas desigualdades entre países europeos, las sociedades científicas europeas sí están de acuerdo en que la educación en medicina geriátrica de alto nivel es necesaria tanto en el pregrado como en el posgrado para asegurar un adecuado manejo de la población anciana, y que es necesario un currículo unificado que determine los mínimos para con­ seguir este objetivo. ENSEÑANZA DE LA GERIATRÍA EN LOS ESTADOS UNIDOS Existe una creciente preocupación en este país sobre los pro­ gramas docentes para garantizar que los médicos estarán preparados para atender a una población muy envejecida. Sin embargo, los esfuerzos están siendo insuficientes. Se calcula que en 2030 harán falta 36.000 geriatras, aunque en 2012 solo había 7.356 certificados, 6.974 alopáticos y 382 osteopáticos. Actualmente, los programas académicos de medicina geriátri­ ca están organizados estructuralmente de varias maneras: depar­ tamentos, divisiones, secciones dentro de una división, unidades dentro de un departamento, y programas independientes. Las estructuras más frecuentes son las divisiones o secciones dentro de un departamento, aunque los mejores programas son los que están basados en un departamento. Hoy día, solo 11 facultades de medicina americanas tienen departamentos de geriatría; el primero en desarrollarse fue el del Mount Sinai en 1982. La media de equivalentes a tiempo completo de médicos geriatras en las facultades de medicina norteamericanas fue de 11,2 en 2010, con un rango entre 0 y 58, y se considera que para que un programa sea eficaz desde el punto de vista clínico, investigador y docente debe tener al menos 9 equivalentes a tiempo completo. El 51% de las facultades tenían menos de esos 9 equivalentes. Los perfiles de los geriatras docentes fueron profesor asistente 53%, profesor asociado 22%, profesor 20% y otros 5,1%, y su carga de trabajo se repartía en práctica clínica en un 37%, educación en un 33% e investigación en un16%, con una alta variabilidad entre centros. Con respecto a aspectos económicos, el 14% de los programas tenían un presupuesto inferior a 250.000 dólares, mientras que en el 63% superaba el millón de dólares. Los directores de programa han identificado el bajo reembolso por cuidados clínicos y el escaso número de pro­ fesores investigadores y fellows como los principales problemas. Algunas facultades emplean programas denominados senior mentors en su metodología docente de la geriatría. Consisten en asignar ancianos, habitualmente voluntarios y con buen estado de salud, a los alumnos en algún momento de su programa for­ mativo o durante todo el programa, para ayudarles a comprender los problemas de los mayores, adquirir determinadas habilidades o participar en las evaluaciones de las competencias. El 38% 112 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 13 Formación y docencia en geriatría 113 CUADRO 13.1 Competencias mínimas en Geriatría para estudiantes de Medicina Manejo farmacológico 1. Explicar el impacto en la elección de los fármacos y en la dosis de los mismos en ancianos, debido a los cambios en la función hepática y renal, en la composición corporal y en la sensibilidad del sistema nervioso central debidos al envejecimiento. 2. Identificar los fármacos que deben ser evitados o empleados con precaución en ancianos, explicando los potenciales problemas con cada uno de ellos, incluidos anticolinérgicos, psicoactivos, anticoagulantes, analgésicos, hipoglucemiantes y del aparato cardiovascular. 3. Documentar el tratamiento farmacológico completo de un anciano, incluidos fármacos prescritos, medicación a demanda, y productos dietéticos y de herboristería, sus dosis, frecuencia de administración, indicaciones, beneficios, efectos secundarios y valoración de la adherencia. Trastornos cognitivos y conductuales 4. Definir y diferenciar las presentaciones clínicas de delírium, demencia y depresión. 5. Realizar el diagnóstico diferencial y la evaluación inicial de un anciano con delírium, demencia o depresión. 6. Iniciar el proceso diagnóstico urgente del anciano con delírium para identificar la causa. 7. Realizar e interpretar una valoración cognitiva en un anciano con pérdida de memoria o función. 8. Realizar una evaluación y un plan de manejo no farmacológico en pacientes con demencia agitados o con delírium. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Capacidad de autocuidado 9. Valorar y describir las habilidades funcionales basales (actividades básicas e instrumentales de la vida diaria y sentidos), mediante historia clínica y exploración física. 10. Desarrollar un plan inicial de manejo para pacientes con pérdida funcional, incluidas adaptaciones e involucrando a un equipo interdisciplinar del que formen parte personal de enfermería, trabajo social y rehabilitación, un nutricionista y un farmacéutico. 11. Identificar y valorar los factores de riesgo para la seguridad en el domicilio del paciente, y realizar recomendaciones para su control. Caídas, equilibrio y trastornos de la marcha 12. Preguntar a todos los mayores de 65 años y a sus cuidadores sobre las caídas en el último año. Observar cómo se levanta el paciente de una silla y cómo camina o se desplaza. Recoger los datos y saber interpretarlos. 13. Construir el diagnóstico diferencial y un plan de evaluación en un anciano que se cae, a través de la historia clínica, de la exploración física y de la valoración funcional. Promoción y planificación de los cuidados de salud 14. Definir y diferenciar a los diferentes proveedores de salud y las directrices avanzadas del área. 15. Identificar con exactitud las situaciones clínicas en las que la expectativa de vida, el estado funcional, las preferencias del paciente o los resultados de salud deben primar sobre las recomendaciones de pruebas de cribado en ancianos. 16. Identificar con exactitud las situaciones clínicas en las que la expectativa de vida, el estado funcional, las preferencias del paciente o los resultados de salud deben primar sobre las recomendaciones de tratamientos en ancianos. Presentaciones atípicas de las enfermedades 17. Identificar al menos tres cambios fisiológicos asociados al envejecimiento para cada órgano o sistema, así como su impacto en el paciente, incluida su repercusión sobre la homeostasis. 18. Realizar un diagnóstico diferencial basado en el reconocimiento de las presentaciones comunes de las enfermedades habituales en ancianos, incluidos el síndrome coronario agudo, la deshidratación, las infecciones urinarias, el abdomen agudo y la neumonía. Cuidados paliativos 19. Valorar y realizar el manejo inicial del anciano con dolor o con otros síntomas. 20. Identificar las necesidades psicológicas, sociales y espirituales de los pacientes con enfermedad avanzada, así como las de sus familiares, y asociarlas a los diferentes profesionales del equipo interdisciplinar. 21. Presentar los cuidados paliativos como una opción terapéutica positiva y activa para los pacientes con enfermedad avanzada. Cuidados hospitalarios 22. Identificar los riesgos potenciales de la hospitalización para todos los ancianos, incluidos la inmovilidad, el delírium, la malnutrición, las úlceras por presión, las infecciones nosocomiales, los efectos secundarios de fármacos, pruebas diagnósticas y problemas perioperatorios, y determinar posibles estrategias preventivas. 23. Explicar los riesgos, las indicaciones, las alternativas y las contraindicaciones del sondaje vesical en ancianos. 24. Explicar los riesgos, las indicaciones, las alternativas y las contraindicaciones de las medidas de contención física en ancianos. 25. Comunicar los elementos clave de un plan de alta seguro que incluya una lista de fármacos y un plan de seguimiento, e indique una ubicación adecuada. 26. Realizar una exploración de áreas de la piel en riesgo de desarrollar úlceras por presión Adaptado de Leipzig RM. Keeping Granny Safe on July 1: A Consensus on Minimum Geriatrics Competencies for Graduating Medical Students. Acad Med. 2009; 84: 604-10. de las facultades emplean estos programas, y habitualmente participan en la adquisición de la habilidad de historiar, realizar un examen físico o como pacientes estandarizados. Aunque estos datos podrían parecer alentadores, la AGS critica que muchas facultades han sido incapaces de reclutar y retener suficientes geriatras para mantener incluso programas académicos modestos. Así mismo, destaca que la mayoría de los programas son eminentemente clínicos con poca inves­ tigación y docencia. La AGS estima que durante los años de formación clínica un estudiante debería recibir al menos 15 horas de clases, 4 semanas en bloque de rotación y 9 semanas de tiempo clínico longitudinal para adquirir un entrenamiento adecuado en competencias geriátricas. La publicación de las competencias mínimas (cuadro 13.1) ha supuesto un ben- booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 114 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada chmark o patrón de comparación que deberían alcanzar todas las facultades de medicina en sus programas de geriatría. El IOM recomienda, asimismo, que el entrenamiento pregrado en geriatría no solo se realice en hospitales, sino en todos los dispositivos asistenciales donde se atienda a personas mayores. Esto debería incluir residencias, centros de día y los propios hogares de los mayores. ENSEÑANZA DE LA GERIATRÍA EN LATINOAMÉRICA El envejecimiento poblacional en Latinoamérica es una reali­ dad, pero será en las próximas décadas cuando se afronte una verdadera problemática. El índice de envejecimiento de la región pasará de 36 ancianos por cada 100 menores de 15 años, a 150 para mediados de este siglo y a 240 para finales del mismo. La geriatría es una especialidad médica creciente en la región, y sus orígenes se remontan a la década de los setenta, cuando un grupo de médicos pioneros fueron capacitados en el Reino Unido y España, y muy especialmente en la escuela de la Cruz Roja de Madrid. Este semillero dio origen a la creación de escue­ las de geriatría en diferentes países, entre las que destacan las de México, Costa Rica, Chile y Colombia. Unos años más tarde, se empiezan a fortalecer estos grupos y a surgir otros con for­ maciones complementarias en otras materias y provenientes de Francia y Estados Unidos. El desarrollo de la geriatría en Brasil, aunque comparte sus principios con la formación en Europa, también tiene una clara influencia de la escuela japonesa. Existen, hoy día, 12 países en los que se puede hacer la especialidad (tabla 13.1), cada uno de ellos con particulari­ dades tanto en su duración como en la forma de acceder. En promedio, los programas duran 4 años y van desde los 3 hasta los 5 años; en algunos de ellos se accede de manera directa y en otros se tiene como prerrequisito que ser médico internista o médico de familia. La Academia Latinoamericana de Medicina del Adulto Mayor (ALMA) es la principal organización en América Latina dedicada a estimular y fomentar la excelencia en Geriatría en la formación académica y en los diferentes niveles de la atención de salud. Fue conformada por líderes académicos de la región y de España en el año 2001, y en la actualidad cuenta con una red de más de 100 docentes en 18 países. En una de sus publica­ ciones pone énfasis en la formación de pregrado en Geria­ tría, y destaca los siguientes objetivos: aprender a aprender, inte­ grar y ampliar el conocimiento, comunicarse, pensar críticamente y razonar, relacionarse con el equipo de salud y la sociedad, y responsabilizarse de su persona, su aprendizaje y su papel social. De igual manera se describen los contenidos necesarios para la capacitación en Medicina Geriátrica y carga horaria según el plan docente que se imparta, buscando con ello poten­ ciar la Geriatría desde sus bases. La formación en Geriatría, tanto a nivel de pregrado como de posgrado, es la principal herramienta para garantizar que el envejecimiento poblacional se acompañe de una adecuada asistencia, con la calidad que nuestros ancianos requieren y merecen. TABLA 13.1 Programas en Latinoamérica para la formación en Geriatría País Años de especialidad Argentina 4 años Brasil Entre 4 y 5 años Colombia Costa Rica Entre 4 y 5 años 5 años Cuba 5 años Chile 4 años México 4 años 4 años 4 años 2 años para internistas Otros especialistas por un programa de la Sociedad Argentina de Geriatría y Gerontología 2 años de Clínica Médica más 2 de Geriatría Medicina de Familia más 3 años de Geriatría 4 años directos 2 años para internistas 5 años. Se debe presentar tesis 3 años para médicos de familia 4 años directos 2 años para internistas 4 años directos 2 años para internistas 2 años para internistas o médicos de familia Variaciones en los programas 4 años directos 3 años 3 años Programa oficial Programa oficial Panamá Perú República Dominicana Uruguay Venezuela Formas de acceder ENSEÑANZA DE LA GERIATRÍA EN ESPAÑA La enseñanza de la Geriatría de manera reglada en España comienza en 1978 con el reconocimiento como especialidad médica según el decreto de 15 de julio, publicado en el Bole­ tín Oficial de Estado (BOE) núm. 2.025 de 29 de agosto. El 20 de enero de 1979 se reunió por primera vez la Comisión Nacional de la Especialidad de Geriatría, y también ese mis­ mo año se acreditaron las primeras plazas de formación de médico interno residente (MIR) especializada en geriatría y gerontología. Desde entonces hasta ahora se han ido acredi­ tando lenta pero progresivamente hospitales para la docencia de posgrado de la Geriatría, y en 2018 eran ya 33 las unidades docentes acreditadas en España, con una oferta anual de 65 pla­ zas aproximadamente. El programa oficial de la especialidad de Geriatría se encuentra publicado en el BOE número 223 de 15 de septiembre de 2008, en la Orden SCO/2603/2008 de 1 de septiembre (disponible en: http://www.boe.es/boe/dias/ 2008/09/15/pdfs/A37785-37790.pdf ). En el programa se describen la definición de la especialidad y campo de acción, el contenido y las rotaciones del período formativo de cuatro años, las actividades asistenciales, docentes e investigadoras a desarro­ llar por el residente y su programa de guardias necesario. Más recientemente se ha creado en España la especialidad de enfermería geriátrica. La orden que regula esta especiali­ booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 13 dad se publicó en el BOE 288, de 30 de noviembre de 2009, Orden SAS/3225/2009 de 13 de noviembre (disponible en: http://www.mecd.gob.es/dctm/ministerio/educacion/univer­ sidades/convocatorias/especialidades-enfermeria/2009-progformativo-enfermeria-geriatrica.pdf?documentId=0901­ e72b80098166). La aparición de esta nueva especialidad ha obligado a que las unidades docentes de geriatría y geronto­ logía cambien su denominación a unidades docentes multi­ profesionales de geriatría y gerontología, para poder asumir el control de la docencia tanto de MIR como de EIR (enfermera interna residente). Actualmente, las antiguas unidades docen­ tes están inmersas en la reacreditación a este nuevo modelo formativo. A nivel de pregrado, la asignatura de Geriatría se imparte de manera irregular en las diferentes facultades de medicina de España, tanto en lo que respecta al número de horas impartidas como al número de créditos asignados, al ratio teórico/prácti­ co, al curso de docencia y a la titulación de los docentes, aunque existe una tendencia creciente a contar con 3 a 6 créditos ECTS (European Credit Transfer System) y ser impartida por geriatras. CAMBIOS EN LA METODOLOGÍA DOCENTE: EDUCACIÓN BASADA EN COMPETENCIAS La educación basada en competencias se diferencia de la educación tradicional en que prepara a los alumnos para realizar tareas que acontecen en el contexto de la práctica Formación y docencia en geriatría 115 clínica habitual. En primer lugar define las actuaciones que se esperan de un médico en su puesto de trabajo, para pos­ teriormente diseñar el currículo académico que permita que los graduados aprendan a realizar esas actuaciones aplicando los conocimientos, habilidades y actitudes necesarios. Ante la carencia de estándares consensuados de actuaciones basadas en competencias en el campo de la geriatría para graduados en medicina, Leipzig et al. publicaron en 2009 el primer consenso de competencias mínimas en geriatría para estu­ diantes de Medicina graduados. Este consenso, auspiciado por la Association of American Medical Colleges (AAMC) y la John A. Hartford Foundation (JAHF), elaboró un listado de 26 competencias incluidas en ocho dominios, necesarias para que un médico residente de primer año de cualquier especialidad pueda atender adecuadamente a los pacientes mayores de 65 años (v. cuadro 13.1). Posteriormente, en 2014, Masud et al. publicaron un currículo europeo de pre­ grado en Medicina Geriátrica, basándose en metodología Delphi, en la que participaron 39 delegados de la EUMS de 27 países (cuadro 13.2). Estas competencias deberían ser la base de los programas de geriatría en las facultades de medicina, y están formuladas para que puedan ser evaluadas de manera objetiva. Así mismo, la AGS publicó en el año 2000 las competencias centrales necesarias para el cuidado de los pacientes ancianos, incluyendo las actitudes, habilidades y conocimientos necesarios. Diferentes facultades de medicina de EE. UU. han realizado otros cambios pedagógicos en su metodología docente de la © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. CUADRO 13.2 Currículo europeo pregrado en Medicina Geriátrica • Los licenciados deberán respetar a los pacientes independientemente de su edad. • Mantener un enfoque profesional hacia los mayores. • Tener en cuenta los varios mitos y estereotipos relacionados con los mayores. • Respetar la dignidad de las personas, independientemente de sus características. • Reconocer que los prejuicios contra la tercera edad pueden afectar a la prestación óptima de atención sanitaria a los mayores. • Reconocer la heterogeneidad de los mayores y que cada persona tiene que ser considerada como un individuo. • Comunicarse adecuadamente con los mayores. • Los licenciados deberán conocer y entender las estructuras y funciones normales y anómalas, incluida la historia natural de las enfermedades humanas, los mecanismos de defensa del cuerpo, la forma de presentarse las enfermedades y las respuestas a la enfermedad. • Las teorías bioquímicas, moleculares, celulares y genéticas del envejecimiento. • Los cambios anatómicos, histológicos y fisiológicos asociados al envejecimiento. • Las patologías asociadas al envejecimiento. • La presentación atípica (no específica) de las enfermedades. • Los principios de la medicina basada en la evidencia. • El uso de directrices en la atención de las personas mayores. • Los licenciados deberán conocer las dolencias comunes de los mayores. • Describir la fisiopatología, diagnóstico, evaluación, gestión y estrategias de prevención de los síndromes geriátricos comunes de los pacientes mayores, incluyendo: dolor crónico, demencia y delirio, malos tratos a mayores, caídas y trastornos motores, trastornos auditivos y visuales, desnutrición y sarcopenia, úlceras por presión, incontinencia urinaria y fecal. • Describir aspectos relevantes de la fisiopatología, diagnóstico, evaluación, gestión y estrategias de prevención de los problemas geriátricos comunes de los pacientes mayores, tales como: enfermedad cardiovascular (incluida insuficiencia cardíaca e hipertensión), enfermedad cerebrovascular e ictus, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y neumonía, depresión, diabetes, trastornos del balance de fluidos, osteoporosis e insuficiencia renal. • Los licenciados deberán poseer las habilidades especiales necesarias para llevar a cabo la historia clínica y efectuar la evaluación de un paciente mayor. • Obtener la historia clínica de un paciente mayor, incluyendo la información de una persona que lo represente. • Efectuar una valoración geriátrica utilizando un enfoque normalizado de las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria, cognición, modo de andar y equilibrio, audición, visión, humor y nutrición. (Continúa) booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 116 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada CUADRO 13.2 Currículo europeo pregrado en Medicina Geriátrica (cont.) • Los licenciados deberán conocer y entender los principios del tratamiento, incluyendo el uso efectivo y seguro de los medicamentos como base para recetar. • El efecto del envejecimiento sobre la farmacodinámica y la farmacocinética. • Cumplimiento con la medicación y los factores que afectan al mismo. • La práctica de recetar de forma segura y adecuada a los mayores, teniendo en cuenta la diversidad de fisiología, interacciones de medicamentos y múltiples patologías y reacciones medicamentosas adversas. • Detección y gestión de la infrautilización y abuso de medicamentos (incluido el uso inadecuado), así como de la polifarmacia en los mayores. • Integración de las preferencias y valores de los pacientes en la toma de decisiones sobre terapias medicamentosas. • Los licenciados deberán reconocer la importancia de las respuestas ante la enfermedad, proporcionando ayuda para la recuperación y reduciendo o gestionando disfunciones, discapacidades y limitaciones. • Definir el concepto de la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (ICF). • Definir el concepto de fragilidad en los mayores. • Definir, listar los componentes e interpretar la valoración geriátrica integral. • Reconocer el papel de los factores sociales y ambientales y la experiencia vital en la atención a pacientes mayores. • Reconocer el papel de los dispositivos de ayuda (p. ej., audífonos, ayudas para el baño, ayudas a la movilidad, andadores) para los mayores con limitaciones funcionales. • Los licenciados deberán conocer y entender los principales asuntos éticos y legales en el contexto internacional y nacional con el que se vayan a encontrar. • La toma de decisiones en pacientes con capacidad mental limitada a la hora de tomar decisiones, incluido el concepto del mejor interés y voluntad anticipada. • Conceptos éticos como base para tomar decisiones médicas, como el concepto de los cuatro principios de autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia. • Asuntos éticos y legales específicos de cada país relativos a: nutrición y alimentación artificiales, decisiones sobre reanimación cardiopulmonar, retirada o denegación de tratamiento médico, eutanasia y muerte asistida. • Los licenciados deberán conocer, entender y respetar el papel y el conocimiento experto de otros profesionales de atención sanitaria y social • Describir el papel de las profesiones implicadas en la atención a personas mayores, por ejemplo, auxiliares sanitarios, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, trabajadores sociales, farmacéuticos clínicos, dietistas, psicólogos, logopedas y trabajadores de apoyo espiritual. • Debatir la importancia y el papel del trabajo en equipos multidisciplinarios y reuniones sobre la atención a personas mayores. • Los licenciados deberán conocer la atención a pacientes mayores en diferentes ámbitos asistenciales. • Atención primaria y comunitaria. • Atención hospitalaria en situaciones de urgencia y emergencia. • Atención de rehabilitación de pacientes ambulatorios y hospitalizados. • Atención a largo plazo institucional y no institucional. • Atención paliativa y de enfermos terminales. • Los licenciados deberán conocer los aspectos específicos relevantes para la atención sanitaria y social de los mayores en su región/país. • La organización regional/nacional de la atención médica y social de pacientes mayores, incluyendo las transiciones entre centros de atención y la continuidad de la atención. • Definir los servicios importantes y relevantes y relacionar su aportación a la atención de los mayores en el contexto regional/nacional. • Definir la interacción entre servicios sanitarios y sociales en la prestación de atención a personas mayores a largo plazo y describir los servicios regionales disponibles. • Describir los aspectos específicos regionales/nacionales e internacionales de demografía, epidemiología y costes de la atención sanitaria relacionados con el envejecimiento. • Asuntos regionales/nacionales de minorías étnicas en el envejecimiento. • Describir ayudas financieras y subsidios específicos regionales/nacionales y públicos/privados. Adaptado de: Masud T, et al. Age Ageing. 2014; y Vilches-Moraga A, et al. Rev Esp Geriatr Gerontol. 2014. geriatría que incluyen el aprendizaje en grupos pequeños, el desarrollo de casos clínicos, prácticas en comunicación geriá­ trica, telemedicina, casos y docencia online, seminarios inter­ disciplinares, visitas domiciliarias y ancianos en la comunidad, ancianos sanos como profesorado y, por último, el aprendizaje basado en problemas y la evaluación de la competencia basada en exámenes clínicos objetivos y estructurados. ENSEÑANZA BASADA EN PROBLEMAS La enseñanza basada en problemas (EBP) es un nuevo enfoque de la docencia pregrado en Medicina que se implementó por primera vez en la McMaster University, en Hamilton, Onta­ rio (Canadá). Surgió como reacción a un sistema docente «anticuado» que adolecía de diversos problemas, como una sobrecarga de información, un sistema de aprendizaje basado exclusivamente en la memoria a corto plazo, una escasa aten­ ción a los resultados de los alumnos, un exceso de dependencia de los profesores durante el proceso de aprendizaje y una escasa atención hacia las habilidades de larga duración como el pen­ samiento crítico, el razonamiento, la resolución de problemas, la comunicación, el trabajo en equipo y el liderazgo. La EBP consiste, esencialmente, en el diseño de un sistema estratégico de aprendizaje que combina diferentes principios educacionales complementarios. Barrows y Tamblyn la definen como el aprendizaje que se genera desde el proceso de trabajo y cuyo fin es la comprensión y la resolución de un problema. El problema es lo primero que aparece en el proceso de aprendi­ zaje, antes de que se genere el conocimiento, y es este problema el punto gatillo que suscita la necesidad de conocimientos para booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 13 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. resolverlo. Normalmente los problemas integran conocimien­ tos de diferentes especialidades y disciplinas. Habitualmente, los problemas se presentan en grupos pequeños de alumnos, y el profesor funciona como presen­ tador y facilitador de los mismos. En general, un problema se resuelve en dos sesiones o tutorías de 2 horas de duración cada una aproximadamente, con un período libre entre am­ bas de 4 o 5 días, tiempo necesario para que el alumno reali­ ce el autoaprendizaje guiado, buscando y adquiriendo infor­ mación. En una primera tutoría se presenta el problema y se analiza de manera conjunta por todos los miembros del grupo. Deben generarse hipótesis empíricas de los diferentes aspectos del problema y deben formularse los objetivos del aprendizaje para poder identificar los conocimientos necesarios que el alumno debe adquirir para poder resolverlo. Por último, deben identificarse los recursos necesarios para adquirir esa información (libros, apuntes, información online, opiniones de expertos) y se asignan tareas concretas a los miembros del grupo. En la segunda tutoría se comparte y evalúa la nueva infor­ mación hallada y aprendida, y se reanaliza el problema global y cada una de sus partes a la luz de los nuevos conocimientos, comprobando o rechazando las hipótesis presentadas en la primera tutoría. Al final, los alumnos deben estar capacitados para resolver el problema. Todo el proceso de aprendizaje depende de la participación activa de los alumnos a través de dinámicas de «tormenta de ideas», en las que se estimula la discusión pedagógica, el aprendizaje colaborativo, la interacción social, el compartir recursos y la complementariedad de roles entre los miembros del grupo. Todos los alumnos aprenden y todos los alumnos enseñan. Esta metodología choca con la tradicional, basada en que el alumno solo recibe la formación que exclusivamente imparten los profesores. Por último, al final de la segunda tutoría y durante 10 o 15 minutos, los alumnos y el profesor deben discutir los facto­ res que han estimulado o inhibido al grupo para alcanzar los objetivos docentes, incluyendo el impacto que cada miembro ha ejercido sobre los demás para solucionar el problema. Esta metacognición, autocrítica o aprendizaje reflexivo permite al alumno ser consciente de sus fortalezas y debilidades, lo que favorece el pensamiento crítico. Programa docente en Geriatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de CastillaLa Mancha en Albacete: enseñanza basada en problemas Desde el año 2002, el Servicio de Geriatría del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete viene aplicando el sistema de la EBP a los alumnos de 5.° curso de la Facultad de Medicina de Albacete. Los alumnos son divididos en cuatro grupos de entre 15 y 25 alumnos según los cursos, y el programa docente se repite cuatro veces al año durante períodos de 7 semanas. En estas 7 semanas, los alumnos abordan 10 problemas y se les imparten dos seminarios Formación y docencia en geriatría 117 complementarios como parte más teórica y de adquisición de conocimientos, al tiempo que reciben un entrenamiento de 3 semanas en habilidades en geriatría rotando por la Unidad de Agudos, la Unidad de Recuperación Funcional, las Consultas Externas, la Unidad de Caídas y el Equipo de Continuidad Asistencial. En 2002, los profesores de la asignatura diseñamos los 10 problemas que podían resumir el «core» de conocimientos de la Geriatría basados en los grandes síndromes geriátricos y que se relacionan a continuación: • Problema 1: «Cipriano ha dejado de hacer sus actividades habituales». Aborda el problema del deterioro funcional y la metodología de trabajo en geriatría. • Problema 2: «Mi madre está perdiendo la memoria». Abor­ da el problema del deterioro cognitivo en el anciano. • Problema 3: «¿Por qué se cae tanto la abuela?». Aborda el problema de las caídas y las alteraciones del equilibrio y de la marcha en los mayores. • Problema 4: «Al abuelo se le ha ido la cabeza» Aborda el problema del delírium. • Problema 5: «¿Se va a quedar así mi padre?». Trata el pro­ blema del síndrome de inmovilidad y sus consecuencias. • Problema 6: «Manuela viene a revisión del programa del anciano». Presenta los problemas de la prevención y pro­ moción de la salud en los mayores. • Problema 7: «¿Qué puedo darle a mi padre para que coma mejor?». Aborda el problema de la malnutrición y la disfagia en los ancianos. • Problema 8: «Mi padre tiene fatiga». Presenta el problema del manejo de la insuficiencia cardíaca en ancianos, así como sus determinantes. • Problema 9: «Aquí le traigo a este anciano». Presenta los problemas bioéticos más comúnmente encontrados en la población anciana. • Problema 10: «Mi madre lleva diez días sin pegar ojo». Aborda el problema de los trastornos del sueño y la depre­ sión en los mayores. Dentro de estos 10 problemas, se imbricaron aspectos rele­ vantes globales de la medicina geriátrica como los cuidados paliativos, el trabajo en equipo interdisciplinar, los niveles asis­ tenciales, la atención residencial, la anamnesis y exploración en los mayores, los cambios fisiológicos en los sistemas, aspectos farmacológicos, el ejercicio y la calidad de vida, además de otros más específicos de enfermedades como los parkinsonis­ mos, la diabetes, la anemia, los ictus, la fractura de cadera, la artrosis, la osteoporosis, las infecciones y el cáncer, analizando sus peculiaridades en la población mayor. Estos 10 problemas se complementan con dos seminarios, uno de demografía, epidemiología y biología del envejecimiento, y otro sobre técni­ cas de valoración geriátrica. Normalmente, los problemas se resuelven en dos sesiones o tutorías. En una primera sesión, de una hora de duración, se presenta el problema, se discuten los conceptos relevantes, se planifica la búsqueda de información y se plantean las hipótesis de trabajo para su resolución mediante una metodología de «tormenta de ideas». Dos o tres días después, y una vez que el alumno ha realizado el autoaprendizaje, el tutor resuelve el booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 118 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 13.1 Algoritmo de abordaje del deterioro funcional y la metodología de trabajo en geriatría. problema en una sesión participativa con los alumnos de 2 horas de duración. Las figuras 13.1 a 13.10 presentan los algoritmos de reso­ lución de cada uno de los 10 problemas, los cuales sirven de guion para el desarrollo docente. Evaluación del aprendizaje por problemas en Albacete En el año 2005 se realizó una encuesta a los alumnos de 5.° curso de la Facultad de Medicina de la Universidad de CastillaLa Mancha (UCLM), en Albacete, antes y después de cursar la asignatura, para conocer los cambios en conocimientos y actitudes hacia la asignatura de Geriatría. El número total de encuestas obtenidas fue de 93. Como principales resultados, el 16,1% de los alumnos sabía qué era la Geriatría antes de comenzar la asignatura, frente al 93,2% que lo supo al concluirla, y solo el 2,2% creía que la Geriatría estaba entre una de sus tres primeras opciones en el MIR antes de la asignatura, frente al 15,5% después. Antes de comenzar la asignatura, la mayoría de los alumnos opinaba que el paciente que más se beneficia de un ingreso en geria­ tría es el anciano inmovilizado y dependiente para cuidados prolongados (38,5%) y, al concluirla, que era el anciano con discapacidad reciente potencialmente recuperable (59,8%). Los alumnos identificaron mejor después de la asignatura a los pacientes candidatos a un ingreso en la unidad de recuperación funcional: ictus en fase de recuperación (86,4 frente al 51,6%), fracturas de cadera en fase de recuperación (89,3 frente al booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 13 Formación y docencia en geriatría 119 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Figura 13.2 Algoritmo de abordaje del problema del deterioro cognitivo en el anciano. IACE, inhibidor de la acetilcolinesterasa; LCR, líquido cefalorraquídeo. 46,2%) y pérdida de funcionalidad tras una enfermedad aguda (78,6 frente al 67,7%). Al concluir la formación, los alumnos identificaron mejor el prototipo de anciano que se beneficia de las consultas externas de geriatría: deterioro cognitivo (90,3%), síndrome confusional agudo (77,5%), pérdida de función no explica­ da en anciano sano (94,2%), pérdida de función no explicada con deterioro previo (87,4%), anciano con caídas o tras­ torno del equilibrio (93,2%), y pluripatología y polifarmacia (73,8%). Sin embargo, los problemas en que más cambia­ ron de actitud los alumnos para remitirlos a la consulta de geriatría fueron el síndrome confusional agudo (77,7 frente al 37,6%), el trastorno depresivo de inicio (58,3 frente al 15,1%), la incontinencia urinaria en mayores de 65 años (43,1 frente al 14%) y el anciano con caídas o trastornos del equilibrio (93,2 frente al 40,9%). Los datos de nuestra encuesta no solo ponen de manifiesto un cambio importante en los conocimientos de la asignatura por parte de los alumnos después de ser impartida, lo que cabría esperar, sino también y más importante, un cambio en el conocimiento del proceso asistencial al paciente anciano. Tras la formación, los alumnos identifican de manera ade­ cuada a los pacientes que más se benefician de la atención geriátrica en los servicios de agudos, recuperación funcional y consultas externas. Dado que los tres factores que más influ­ yen en el desarrollo del deterioro funcional de los ancianos durante un ingreso hospitalario son la reserva fisiológica previa, la enfermedad causante y el proceso de atención a la enfermedad aguda, es fundamental que los alumnos de medicina conozcan no solo cómo diagnosticar y tratar las enfermedades, sino cuál es el mejor modelo asistencial para cada tipo de paciente. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 120 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 13.3 Algoritmo de abordaje del problema de las caídas y de las alteraciones del equilibrio y de la marcha en los mayores. EVALUACIÓN DE LA COMPETENCIA CLÍNICA Uno de los objetivos fundamentales de la formación médica es fomentar la adquisición y el desarrollo de las habilidades clínicas en los estudiantes. Desde hace mucho tiempo, los métodos tradicionales de formación médica ponen el énfasis en transmitir conocimientos médicos y enseñar el método clínico mediante un aprendizaje que incluye la técnica de la entrevista médica, el examen físico, el diagnóstico diferencial y la toma de decisiones. Sin embargo, la competencia profesional supone algo más que la adquisición de conocimientos y competencias aisladas. En ella son fundamentales, además, la integración del conocimiento y técnicas clínicas, la adecuación al contexto donde se proveen los cuidados, el manejo de la información, el trabajo en equipo, el conocimiento de los sistemas de salud y las relaciones médico-paciente. Por consiguiente, un clínico competente debe poseer la habilidad integradora de pensar, sentir y actuar como médico. El empleo de técnicas de aprendizaje y evaluación encaminadas a conseguir estos objetivos de formación, tanto en el pregrado como en el posgrado, lleva a la adquisición de habilidades clínicas significativamente superiores que, a su vez, permiten una actividad profesional de más alto nivel en los profesionales así formados. Las competencias que los médicos han de adquirir son muy diversas y, para evaluar cada una de ellas, los instrumentos han de ser necesariamente distintos y adecuados a cada aspecto a evaluar. Uno de los aspectos más criticados del sistema edu­ cativo han sido los exámenes clásicos, ya sean escritos, con preguntas de elección múltiple (PEM), preguntas de respues­ ta abierta y corta (PRAC), u orales. Cada una de estas mo­ dalidades de exámenes tiene ventajas e inconvenientes, pero booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 13 Formación y docencia en geriatría 121 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Figura 13.4 Algoritmo de abordaje del problema del delírium. CAM, Confusion Assessment Method; HELP, Hospital Elder Life Program; SARM, Staphylococcus aureus resistente a la meticilina. ni siquiera combinadas entre sí son adecuadas para medir el grado de formación en habilidades clínicas. Por ello, se ha hecho patente la necesidad de una «evaluación auténtica», que evalúe tanto el conocimiento como las conductas y habilidades más impor­ tantes. Desde hace años, la simulación es considerada un método muy útil en las ciencias médicas, tanto cuando se emplea en la enseñanza donde acelera el proceso de aprendizaje del estu­ diante y elimina muchas molestias que, durante su desarrollo, se producen a los pacientes y a la organización de los servicios de salud, como en la evaluación de los estudiantes. Para este fin se ha desarrollado la metodología OSCE (Objective and Standardized Clinical Exam) o ECOE en español (Examen Clínico Objetivo y Estructurado), descrita por Harden en 1975 en la Universidad de Dundee (v. vídeo 1). Consiste en un circuito de 5 a 15-20 estaciones o consultas en las que el estudiante debe responder a diferentes cuestiones de distintas áreas. Cada una de estas estaciones puede tener una duración controlada, des­ de 5 minutos, tiempo en el que el estudiante puede interpretar un electrocardiograma o identificar un soplo cardíaco, hasta 30 minutos donde debe realizar una historia clínica completa y un examen físico, un análisis de pruebas, concluir un diag­ nóstico y determinar un tratamiento. Se trata de reproducir «en laboratorio» situaciones controladas que rozan la realidad. La ventaja de este examen es su capacidad de testar muchas dimensiones de la competencia clínica (historia clínica, explo­ ración física, habilidades de comunicación y de relacionarse, resolver problemas, toma de decisiones, y tratamiento y manejo del paciente). Su valor ya ha sido demostrado en muchas publi­ caciones en cuanto a su fiabilidad, reproducibilidad y validez. Como objetivos básicos del examen ECOE, el examinando deberá ser capaz de: • Realizar una historia completa y un examen físico para un paciente dado: • Determinar los problemas presentes y los detalles más relevantes. • Determinar los antecedentes personales médico-qui­ rúrgicos, historia familiar, historia social, medicación y alergias. • Realizar una revisión por sistemas apropiada para detec­ tar algún otro problema de salud. • Mostrar sensibilidad y respeto durante el examen físico, explicando al paciente, en un lenguaje comprensible, las maniobras que se le van a realizar. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. Figura 13.5 Algoritmo de abordaje del problema del síndrome de inmovilidad y sus consecuencias. Figura 13.6 Algoritmo de abordaje de la prevención y promoción de la salud en los mayores. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 13 Formación y docencia en geriatría 123 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Figura 13.7 Algoritmo de abordaje del problema de la malnutrición y la disfagia en los ancianos. CONUT, Control Nutricional; MNA, Mini-Nutritional Assessment; MUST, Malnutrition Universal Screening Tool. • Mantener en todo momento respeto a la dignidad y priva­ cidad del paciente y establecer una relación confortable y adecuada con él. • Mostrar empatía, tacto y compasión, manteniendo un código de conducta ético y profesional. • Resumir al paciente la historia y el examen físico. • Presentar los hallazgos positivos y negativos de una manera sistemática. • Formular una lista de problemas y de diagnóstico dife­ rencial. La puesta en marcha y desarrollo de una ECOE exige una planificación previa cuidadosa y un importante trabajo en equipo, ya que intervienen un gran número de personas, tanto en la organización como en el desarrollo de esta, con roles diferentes y funcionando de manera simultánea. El primer paso es definir los objetivos de evaluación que vamos a establecer y el contenido del examen clínico: ¿qué queremos evaluar? De esa manera se establecen las bases para la vali­ dez de contenido de la prueba. Expertos en cada área deben escribir los casos con la colaboración de los responsables de la organización del examen y/o del entrenamiento de los pacientes estandarizados (PE). Los casos deben basarse en pacientes reales. Además de añadir autenticidad, utilizar casos cercanos tiene menos margen de error. Posteriormente, un comité debe revisar cada caso para evaluar la adecuación del problema. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 124 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 13.8 Algoritmo de abordaje del problema del manejo de la insuficiencia cardíaca en ancianos, así como sus determinantes. ARA-II, antagonista de los receptores de la angiotensina II; BNP, péptido natriurético cerebral; ECG, electrocardiograma; IECA, inhibidor de la enzima conversora de la angiotensina; Rx, radiografía; VMNI, ventilación mecánica no invasiva. Según las competencias que se quiera evaluar se utilizan diversos tipos de estaciones: • Estaciones tipo caso clínico con PE: evalúan la habilidad para realizar una historia clínica y/o exploración física, las habilidades de comunicación y todo lo relacionado con la relación médico-paciente. • Estaciones tipo taller de habilidades con modelos y/o mani­ quíes. • Estaciones con pruebas diagnósticas a interpretar en rela­ ción o no con los casos clínicos. Además, en otras estaciones pueden aportar al estudiante información adicional, tales como datos de laboratorio o radiografías. Los PE son personas entrenadas para simular de forma creíble y consistente una situación clínica con el propósito de evaluación y/o enseñanza. En la interacción con el exami­ nando, los PE presentan un caso en respuesta a las pregun­ tas del estudiante y se les realiza una exploración física. Los estudiantes interactúan con los PE de la misma manera que interactúan con los pacientes reales. Los PE representan una gran variedad de papeles: pacientes con problemas físicos, psicosociales, preocupaciones sexuales o combinaciones de esas quejas. En muchos casos, los pacientes rellenan una planilla evaluando las «conductas profesionales» de los estudiantes durante la entrevista. La competencia del alumno se comprueba mediante «planillas de evaluación» previamente fijadas para recoger datos sobre la historia clínica, el examen físico o las actitudes de los alumnos. Habitualmente se usan dos métodos para recoger los elementos de una conducta competente en una ECOE. El primero de ellos conlleva el uso de un esquema detallado (planilla de evaluación o checklist), y el segundo utiliza «escalas globales multipuntos», escalas de rango holístico que evalúan amplias cualidades, tales como el «grado en el que el candidato trata al paciente». Por ejemplo, la escala de Likert. La Facultad de Medicina de la UCLM ha puesto en mar­ cha, desde el año 2001, un programa de PE incluido en el booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 13 Formación y docencia en geriatría 125 Figura 13.9 Algoritmo de abordaje de los problemas bioéticos más comúnmente presentes en la población anciana. RCP, reanimación cardiopulmonar. aprendizaje de las competencias clínicas de los estudiantes de Medicina. La iniciativa para la implantación de este pro­ grama partió de la Unidad de Educación Médica y opera con el apoyo administrativo de esta unidad. Al finalizar cada curso del segundo ciclo de formación (de tercero a sexto cursos), la facultad lleva a cabo una evaluación de las competencias clínicas de forma sistemática. Este examen evalúa las habilidades y actitudes ante los pacientes que los estudiantes han alcanzado durante ese año de una manera objetiva y estructurada. La coordinación la realiza la res­ ponsable del programa, planificando y organizando tanto la búsqueda y entrenamiento de los PE como las reuniones con todos los miembros de la facultad implicados en la docencia clínica y preclínica. El guion de cada caso clínico lo realizan los profesores clínicos en cada área, en colaboración con la responsable del programa. Los casos son modificados con frecuencia para animar a los estudiantes y a los profesores en la búsqueda de múltiples diagnósticos diferenciales. El entrenamiento de los PE para cada situación clínica se realiza a través de booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 126 I El anciano como diana de una atención sanitaria especializada Figura 13.10 Algoritmo de abordaje del problema de los trastornos del sueño y la depresión en los mayores. varias entrevistas. En la primera, la responsable del progra­ ma presenta y explica el caso al PE. Después, una vez que el paciente lo aprende y lo ensaya con ella en las sesiones que sean precisas, se realiza un ensayo final con la presencia del profesor que ha elaborado el caso clínico, así como de las personas que posteriormente examinarán a los alumnos, en el caso de que dicha situación clínica se haya preparado para una evaluación. El número de ensayos necesarios para conseguir una buena simulación depende de las caracterís­ ticas de los casos clínicos y del PE. En resumen, el ECOE es el método de evaluación de las competencias clínicas que está mejor posicionado para evaluar habilidades clínicas, técnicas y prácticas y, además, puede hacerse de forma amplia y con un alto grado de fidelidad. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Abizanda Soler P, Romero Rizos L, Sánchez-Jurado PM, et al. Necesidad de la enseñanza de pregrado en geriatría: aportaciones de un nuevo modelo educativo. Rev Esp Geriatr Gerontol 2005;40:275-84. Ainsworth MA, Rogers LP, Markus JF, et al. 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Todos los derechos reservados. 14 Envejecimiento saludable Jeremy Walston INTRODUCCIÓN El termino «envejecimiento saludable» representa el objetivo de la mayoría de los adultos y de los miembros de su familia: envejecer bien y con buena salud. Los fenotipos del envejecimiento saludable en general son equiparables a los de una buena salud, también llamada salud robusta, sin o con escasa enfermedad crónica, buena función física y cognitiva, y la capacidad para mantener interacciones sociales importantes, con niveles elevados de energía y un estado de vida independiente. Aunque la presencia de algunas enfermedades crónicas y un ligero grado de deterioro funcional y cognitivo es casi inevitable en la edad avanzada, la prevención del declinar cognitivo y funcional, la fragilidad, la pérdida de función y la pérdida de independencia son objetivos importantes para conseguir una envejecimiento saludable. Durante las últimas décadas, nuevos conocimientos han ayudado a identificar factores ambientales y psicosociales específicos, aspectos sobre la biología del envejecimiento y elementos de declinar sensorial que influyen en gran manera en el desarrollo de la multimorbilidad así como en el declinar funcional y cognitivo que generalmente se asocian al envejecimiento no saludable. Debido al importante envejecimiento de la población en todo el planeta, así como a la pérdida potencial del bienestar asociado a la enfermedad crónica y el declinar cognitivo y funcional, la transmisión de esta importante información a clínicos, pacientes y familiares debería ser una prioridad de salud pública. La transmisión de la información sobre el envejecimiento saludable tiene un enorme potencial para promover cambios médicos, sociales y conductuales que pueden mejorar la posibilidad de vivir más años y con un envejecimiento saludable. La figura 14.1 muestra un modelo de las causas que contribuyen al desarrollo de un fenotipo de envejecimiento saludable y no saludable a lo largo del tiempo. Estos factores contribuyentes a menudo son modificables o tratables, lo que sugiere que el fenotipo de envejecimiento saludable se puede mantener hasta edades muy avanzadas con intervenciones apropiadas y estrategias preventivas adecuadas. En los apartados siguientes se presentan algunos detalles sobre estos potenciales factores y cómo impactan en el fenotipo del envejecimiento así como en los eventos adversos que acompañan al fenotipo de envejecimiento no saludable. GENÉTICA Aunque hay muchos factores que contribuyen al envejecimiento, se han detectado diferentes genes que contribuyen al envejecimiento saludable y la longevidad. Aunque de manera muy escasa en estudios poblacionales, se han identificado en el genoma diversos polimorfismos genéticos que influencian vías metabólicas fuertemente relacionadas con la longevidad excepcional. Estudios familiares sugieren que hasta un 20% de la longevidad extrema y del fenotipo de envejecimiento saludable que la acompaña puede deberse a factores genéticos. Diferentes estudios han involucrado a polimorfismos genéticos en FOXO3A y APOE. Así mismo, polimorfismos en los genes ACE, CTEP, ILS, KLOTHO, SIRT1 y TNF-α muestran una asociación significativa con la posibilidad de llegar a ser centenario, especialmente en hombres. Aunque no hay actualmente ninguna posibilidad en la práctica clínica habitual de actuar sobre estas vías regulatorias genéticas relacionadas con el metabolismo y la inflamación, se están realizando esfuerzos para modificar la biología influenciada por estos genes. BIOLOGÍA DEL ENVEJECIMIENTO Múltiples dominios de la biología del envejecimiento se han identificado recientemente como factores que influyen en el fenotipo de envejecimiento saludable tanto de una manera positiva como negativa, dependiendo de dónde se produzcan estos cambios. Una reciente revisión de estos dominios sugiere que cambios asociados al envejecimiento en la inestabilidad genómica, senescencia celular, cambios en la metilación del ADN y epigénetica, acortamiento de telómeros, cambios proteómicos y metabólicos, disfunción mitocondrial, disfunción en la autofagia y deterioro de las células madre pueden contribuir de alguna manera al fenotipo de envejecimiento saludable. Aunque se han propuesto diferentes soluciones homeopáticas antienvejecimiento, hasta ahora ningún fármaco disponible ha demostrado enlentecer el ritmo del envejecimiento biológico. Sin embargo, múltiples programas de investigación están actualmente enfocados a intervenciones sobre la senescencia celular, las células madre y la disfunción mitocondrial, para así poder mejorar la función, la cognición, la fragilidad y otras condiciones relacionadas con el envejecimiento no saludable. INFLUENCIAS DEL ENTORNO Y ESTILOS DE VIDA Los estilos de vida y las influencias del entorno son los factores mejor conocidos y más consistentes que influyen para alcanzar un envejecimiento saludable, y son los factores sobre los que hay una mayor posibilidad de realizar intervenciones individuales. Un buen ejemplo de cómo estas influencias pueden 128 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 14 Envejecimiento saludable 129 longevidad que sugiere que las actividades con un propósito como el ir caminando al trabajo, los trabajos físicos así como las tareas domésticas extenuantes pueden tener un papel importante para mantener una buena salud a medida que se envejece. Sin embargo, los estilos de vida sedentarios tienen un efecto opuesto, y se asocian al desarrollo de enfermedades crónicas y al declinar funcional y cognitivo con el envejecimiento. De hecho, la actividad física ha demostrado desempeñar un papel importante en la prevención del manejo del deterioro cognitivo. INFLUENCIAS PSICOSOCIALES © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Figura 14.1 Vía que muestra los factores que pueden influir en el envejecimiento saludable o no saludable, asociado al desarrollo de deterioro funcional y cognitivo, así como otros eventos adversos de salud frecuentemente encontrados en mayores. impactar sobre el envejecimiento saludable y la longevidad proviene de estudios observacionales llevados a cabo en todo el mundo, incluyendo Okinawa (Japón), Lomalinda (California), Cerdeña e Ikaria en Grecia. Comunidades de ancianos que viven en estas poblaciones comparten estilos de vida que incluyen nutrición de alta calidad basada en el consumo de vegetales y bajas cantidades de ingesta calórica, actividad física diaria con un objetivo, redes sociales y familiares fuertes, una razón de existencia y un compromiso espiritual. Afortunadamente, la mayoría de estos rasgos son sensibles a intervenciones en la mayoría de las personas en edades medias de la vida y pueden ser personalizados y modificados para ayudar a que un individuo consiga un fenotipo de envejecimiento saludable con menor carga de enfermedad crónica y menor deterioro funcional y cognitivo. Entre los principales factores modificables está el dominio nutricional. Los datos disponibles sugieren, de manera consistente, que una dieta basada en vegetales, similar a la dieta mediterránea, con bajas cantidades de carne y generosas cantidades de alimentos ricos en antioxidantes, fibra vegetal y con aceites derivados de vegetales como el aceite de oliva o el aceite de nueces, mejoran la salud, la cognición, la función y las trayectorias hacia la fragilidad a medida que los individuos envejecen. Aunque la dieta mediterránea no puede ser siempre reproducida de manera exacta, la evitación de la carne y de los carbohidratos simples en la dieta es un buen punto de inicio que puede originar rápidos beneficios debido al control del peso así como a la prevención de la hipertensión arterial y la diabetes. Es importante remarcar que los beneficios saludables parecen provenir de muchos de los componentes de estas dietas que promueven la longevidad más que de un único nutriente o vitamina. Los estilos de vida activos también han demostrado de manera amplia ser beneficiosos para mejorar las trayectorias de envejecimiento. Existe una gran evidencia de estudios de Como se ha mencionado antes, las conexiones sociales y espirituales tienen un papel importante en el desarrollo de un envejecimiento saludable y de la longevidad. La falta de soporte social y de conexiones, así como la soledad han demostrado tener consecuencias negativas sobre la salud en los ancianos. Así mismo los estresores psicológicos y las enfermedades mentales como la depresión también pueden desencadenar el desarrollo de enfermedades crónicas y la mortalidad precoz. El concepto de resiliencia (self-efficacy), relacionado con la capacidad cognitiva de automanejar condiciones y trabajar para mejorar los problemas médicos psicológicos o sociales, también está emergiendo como un importante protector frente a la enfermedad crónica, la hospitalización y la fragilidad. Debido a que esta resiliencia puede ser incorporada a los hábitos de vida individuales con entrenamiento, podría ser un método importante para mejorar la salud y el bienestar en grupos de mayores. SENTIDOS Cada vez es más evidente que un funcionamiento óptimo de los sistemas sensoriales, especialmente los sentidos de la vista y del oído, se asocia de manera importante con un envejecimiento satisfactorio a través de beneficios en la cognición y en la función. Evidencia reciente de estudios de cohortes en mayores demuestra una profunda relación entre la pérdida de audición y el desarrollo de deterioro cognitivo. De manera relevante, también hay evidencia de que el manejo activo de la pérdida de audición mediante el empleo de audífonos e implantes cocleares en ancianos puede mejorar el funcionamiento cognitivo y la función social. De igual manera, la privación sensorial visual se ha relacionado con declinares físicos y cognitivos durante el envejecimiento, y en particular con estados de enfermedad crónica como el cáncer. Muchas alteraciones visuales son candidatas a intervenciones que pueden mejorar la salud general y el bienestar de los mayores. ENFERMEDAD CRÓNICA Cada vez está más claro que los estados de enfermedad crónica aceleran profundamente muchos rasgos asociados al fenotipo de envejecimiento acelerado. La figura 14.2 muestra las probables asociaciones entre estos estados de enfermedad y condiciones que impactan en el envejecimiento saludable. Tanto los booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 130 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo Figura 14.2 Diagrama que muestra las condiciones de salud principales que desempeñan un papel importante en el desarrollo de otras enfermedades y, como consecuencia, causan deterioro funcional y/o cognitivo. clínicos como los pacientes pueden tener un papel importante para mejorar sus posibilidades de envejecer saludablemente mediante el reconocimiento de que muchas enfermedades contribuyen directamente a lo que se conoce como «envejecimiento» a través de su papel en la aceleración del declinar cognitivo y funcional asociado con el envejecimiento no saludable. Mediante un tratamiento más efectivo y estrategias preventivas para cuatro condiciones crónicas de salud claves, el declinar asociado al envejecimiento y la enfermedad crónica pueden atenuarse e incluso prevenirse. La hipertensión, la dislipemia, la diabetes mellitus tipo 2 y la obesidad emergen como los estados de salud que presentan mayor impacto para el desarrollo y aceleración del declinar funcional y cognitivo. La prevalencia de hipertensión aumenta con el envejecimiento, debido, en parte, a la rigidez y la calcificación de las paredes arteriales. Cambios adicionales asociados al envejecimiento en la activación del sistema nervioso simpático pueden tener también un papel importante. El resultado final de esta hipertensión de larga duración es el desarrollo de enfermedad macro- y microvascular y lesión de órgano diana, especialmente relevante para la enfermedad cardiovascular y vascular periférica. La hipertensión, así mismo, es el principal factor de riesgo para el desarrollo de insuficiencia cardíaca congestiva en mayores, que puede causar, además, un rápido declinar funcional y cognitivo. Un tratamiento más agresivo de la hipertensión se ha asociado con un menor riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca. Finalmente, la hipertensión emerge también como un factor de riesgo primario para el declinar funcional y cognitivo a través de infartos en los pequeños vasos cerebrales y a través de su contribución para la enfermedad vasculocerebral de sustancia blanca. El mantenimiento de la presión arterial sistólica a niveles por debajo de 140 pero no de 120 mmHg se ha demostrado que reduce el riesgo de declinar funcional. Las otras tres condiciones, obesidad, diabetes mellitus tipo 2 y dislipemia son condiciones metabólicas íntimamente relacionadas que pueden impactar de manera profunda en la mortalidad y en el envejecimiento saludable a través de la aceleración de otros estados crónicos de salud y del declinar funcional y cognitivo. Aunque las variantes genéticas pueden influir en el desarrollo de cualquiera de estas condiciones, el propio envejecimiento, niveles bajos de actividad y de ejercicio, y una excesiva ingesta calórica pueden conducir al desarrollo de estas tres condiciones. De manera similar a la hipertensión de larga duración, estas condiciones derivan asimismo en otros estados de enfermedad, como la enfermedad cardiovascular, la enfermedad vascular periférica y la enfermedad de pequeño vaso en el cerebro y en el riñón. Además, la obesidad está fuertemente relacionada con la artrosis de rodilla, que también es un importante acelerador del declinar funcional en mayores. Aunque el manejo específico de estas condiciones va más allá del objetivo de este capítulo, la adecuada prevención y manejo de estas puede retrasar o incluso prevenir muchos de los deterioros funcionales y cognitivos, así como comorbilidades observadas en los mayores que pierden su independencia. Este aspecto es importante para clínicos y pacientes, ya que deben ser conscientes de que la prevención de la enfermedad crónica y un adecuado manejo pueden ser un componente importante de cualquier estrategia para mantener la salud y la vitalidad durante el envejecimiento. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Kennedy BK, Berger SL, Brunet A, et al. Geroscience: linking aging to chronic disease. Cell 2014;159:709-13. Murabito JM, Yuan R, Lunetta KL. The search for longevity and healthy aging genes: insights from epidemiological studies and samples of long-lived individuals. J Gerontol A Biol Sci Med Sci 2012;67:470-9. Nersesian PV, Han HR, Yenokyan G, et al. Loneliness in middle age and biomarkers of systemic inflammation: Findings from Midlife in the United States. Soc Sci Med 2018;209:174-81. Odden MC, Peralta CA, Berlowitz DR, et al. Effect of Intensive Blood Pressure Control on Gait Speed and Mobility Limitation in Adults 75 Years or Older: A Randomized Clinical Trial. 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Es así como en España el 18,8% de la población tenía 65 años o más el 1 de enero de 2017, creciendo con mayor acele­ ración las personas mayores de 80 años y considerándose como uno de los países con mayor población de personas ancianas. En el resto del mundo, las personas mayores de 60 años repre­ sentan más del 11% de la población y se espera que aumenten un 22% para el 2050. En Colombia, la población envejece a un ritmo acelerado, lo que evidencia cómo en un siglo el país pasó de 4.355.470 habitantes a 42.090.502, de los que más del 6% (2.617.240) son mayores de 65 años, y por proyecciones logísticas se espera que para el año 2050 los mayores de 60 años representan el 23% del total de habitantes. Independiente de estas cifras epidemiológicas de gran rele­ vancia, la asistencia geriátrica es una realidad de alto impacto. En Latinoamérica en general y en Colombia en particular, la atención al anciano la realizan en su gran mayoría médicos de atención primaria. Cuando el nivel de complejidad aumenta y en especial cuando se requiere hospitalización, en algunos servicios de salud esta atención es proporcionada por médicos especialistas —dependiendo del motivo de consulta— o por médicos internistas en un alto porcentaje. En el Hospital Universitario San Ignacio (HUSI) de la ciudad de Bogotá, esta situación es diferente: se ha creado un modelo de atención al anciano, asistido por médicos geriatras, en un ser­ vicio que ha desarrollado varios niveles de asistencia, con gran énfasis en la unidad de agudos y en la atención domiciliaria. MODELOS DE ASISTENCIA Cada país tiene un modelo de atención en salud, unos más exitosos que otros y con mejores o peores resultados. En una reciente revisión del Journal of the American Geriatrics Society (JAGS) se hace referencia a la gran proliferación de progra­ mas, en especial en los últimos años, con mejoras en múltiples aspectos tales como calidad de vida, calidad de la atención e incluso en disminución de costes. Dichos modelos suelen ser muy explícitos en cuanto a los logros y resultados, pero muy escasos en la explicación de su implementación. Es por ello que se propone la utilización de una guía donde se incluyan varias características que permitan la sostenibilidad de estos programas y la comparabilidad entre ellos (tabla 15.1). El ideal del desarrollo de un nuevo modelo de asistencia es que pueda ser ampliamente específico como para que quienes decidan replicarlo tengan suficientes elementos para hacerlo, e incluso lograr realizar las adaptaciones locales y contextuali­ zarlo en el sistema de salud de cada lugar. Lo que a menudo se plantea es un modelo interdisciplinario en donde se incluyen enfermeras, nutricionistas, trabajadores sociales, farmacéu­ ticos, terapeutas de rehabilitación, médicos y otros profesio­ nales de la salud, como psicólogos, educadores, «gestores de casos», etc. Estos últimos tienen un papel fundamental en la comunicación o desplazamiento entre los diferentes niveles de asistencia y en la facilitación de trámites administrativos, y por ello en la mayoría de las propuestas se les incluye, pues han demostrado ser muy eficientes, mejoran la calidad de vida de los pacientes y disminuyen costes al sistema de salud. En una publicación de la Revista Española de Gerontología y Geriatría se hace referencia a los cuatro pilares que se requieren para una asistencia de calidad. El primero es el «conocimiento» de los modelos que existen y sus beneficios; el segundo es la «implementación», donde habría que agregar también la adap­ tación al sistema que lo adopte. El tercer pilar hace referencia a la «evaluación de resultados», en el cual es preciso destacar los beneficios hacia el anciano, incluyendo proyectos de inves­ tigación con sus propios resultados y, finalmente, realizar una «medicina centrada en el paciente», que es uno de los funda­ mentos de la medicina del siglo XXI en la asistencia médica en general y en la geriatría en particular. Modelo de atención basado en la persona Durante el siglo XX y muy especialmente al final del mismo, la asistencia en salud se ha dado por sistemas, hecho que dio lugar a que se desarrollaran múltiples especialidades, que basaban la atención en el problema o los problemas, olvidando otros elementos fundamentales a la hora de tomar decisiones, e incluso en un escenario de salud pública con población más envejecida y con varias enfermedades crónicas que podrían llevar al deterioro. Como alternativa a esas condiciones se presenta un nuevo mode­ lo de atención, denominado «atención basada en la persona» (ABP), y se define como un modelo que pretende contribuir a un necesario cambio en el enfoque de la intervención, situando en el centro de atención a la persona en su día a día, permitiendo 131 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 132 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo TABLA 15.1 Elementos y variables a incluir en la evaluación en los modelos de atención Variable Definición TABLA 15.2 Principios que rigen el modelo de atención basada en la persona Principio Definición Autonomía Características de las intervenciones Componente externo Componente interno Características de los participantes Proceso de implementación Componentes centrales o básicos Componentes adaptados a las características del modelo Contexto económico, político y social (características del sistema de salud) Estructura Redes de comunicación Usuarios principales Otras personas incluidas Actividades planeadas formales e informales Acciones previstas y no previstas Indicadores Son todos aquellos datos que nos permiten medir en el tiempo un concepto y compararlo con otros Condición inicial Contexto, circunstancias que hacen una oportunidad posible Habilidades y Descripción de todos los individuos experiencia que contribuyen y sus habilidades de los profesionales (formales e informales) implementadores y experiencias en implementación Retos Retos internos y externos del interpersonales funcionamiento del equipo Facilitadores y Circunstancias únicas, estructuras o barreras eventos que sirvieron de facilitadores o de barreras y cómo se fueron desarrollando Condiciones o ¿Qué ocurrió o fue descubierto que no eventos sorpresa fue anticipado? ¿Qué papel condicionó o tuvo en la implementación? Amenazas y ¿Qué condiciones o eventos generan requisitos para la inquietudes sobre la supervivencia de un sostenibilidad programa? ¿Cómo se están abordando, o no? ¿Qué otros recursos o actividades se necesitan para seguir adelante? su autonomía, potenciando su independencia y destacando el papel terapéutico de lo cotidiano y lo significativo para cada individuo. Este modelo pretende que la atención de la salud se enriquezca de la colaboración entre profesionales, pacientes y familias, cuando es necesario, para garantizar las decisiones del paciente y sus preferencias, y la educación y el soporte que estos necesitan para tomar decisiones y participar en su autocuidado. El modelo ABP, o basado en el individuo, persigue promover que quien recibe la atención sea capaz, mediante los apoyos pre­ cisos, de minimizar su situación de fragilidad, discapacidad o dependencia y al tiempo pueda ejercer al máximo su autonomía personal para seguir desarrollando y controlando su propio proyecto de vida. La Organización Mundial de la Salud define la ABP como «…la que se consigue cuando se pone a la persona como eje sobre el que gira el resto de las dimensiones relacionadas con la intervención basada en evidencia científica, la organización del servicio, el equipo y la interdisciplinariedad, y el ambiente». Capacidad del individuo de mantener control sobre su propia vida y de actuar con libertad Individualidad Todos somos iguales ante los derechos, pero a su vez somos únicos y diferentes del resto de personas Independencia Se trata de reconocer, estimular y potenciar las capacidades del individuo Integralidad Todos somos seres multidimensionales y estas dimensiones son cambiantes en el transcurrir vital Participación Todas las personas con incapacidad y dependencia tienen derecho a participar en las decisiones personales o comunitarias Inclusión Aquellos individuos que requieren de apoyo social también son miembros de la comunidad y tienen derechos como el resto de las personas Continuidad Las personas con fragilidad, discapacidad de la o dependencia deben tener acceso a atención los apoyos que sean necesarios para su intervención La «dignidad» es el eje fundamental de este modelo de aten­ ción, y para ello se basa en los principios en los que se rige, y que se enumeran en la tabla 15.2, y que por sí solos soportan la aceptación de este modelo. Si comparamos el modelo de atención basado en problemas o enfermedades y el de ABP, encontramos diferencias tangibles y particularidades de cada uno de ellos. En el primero hay un claro paternalismo del médico, con atención fraccionada o episódica, que tiene al hospital como eje central y con múlti­ ples servicios. En el modelo de ABP hay una aproximación multidisciplinaria, con clara corresponsabilidad de los miem­ bros del equipo, una atención continua y son los servicios los que se desplazan hacia a los usuarios. La creación de los diferentes niveles de asistencia no es una característica del modelo de ABP, pero sí una herramienta muy importante para poder intervenir en las personas, de acuerdo con sus necesidades, y suele tener unos criterios de inclusión y exclu­ sión que son de amplia aplicación en geriatría y que se resumen en la tabla 15.3, con una breve explicación de cada uno de ellos. Particularidades del modelo de salud en Colombia En Colombia, la salud es un derecho fundamental y, como tal, no puede ser negada en ningún escenario. El Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS) fue implantado por la denominada «Ley 100» en 1993. Actualmente tiene una cober­ tura prácticamente universal (99%) y un bajo porcentaje no cubierto, que puede ser subsidiado por diferentes vías. A dife­ rencia de los sistemas de salud de otros países, tiene una inter­ mediación entre los recursos, que son públicos en su totalidad, y la prestación de los servicios de salud que se ofrecen por las booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 15 Adaptación de un modelo de atención geriátrica a las particularidades de los diferentes entornos en salud TABLA 15.3 Niveles de asistencia en geriatría aplicados al modelo de atención basada en la persona Nivel Definición Unidad de agudos Es de tipo hospitalario y se suelen manejar estancias cortas Suele ser extrahospitalaria y su papel es la recuperación; también se denomina unidad de mediana estancia o de rehabilitación Es para intervención integral en problemas ortopédicos, especialmente fracturas de cadera Tiene un enfoque multidisciplinario e integral en la atención de personas con eventos cerebrovasculares También denominada de cuidados del paciente crónico con discapacidad Es un servicio ambulatorio con fines de rehabilitación Modelo de atención muy exitoso para aquellas personas que no pueden salir de su medio habitual Se trata de un servicio ambulatorio tradicional Unidad de recuperación funcional Unidad de ortogeriatría Unidad de ictus Unidad de larga estancia Hospital de día Atención domiciliaria Atención de consulta externa © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. empresas promotoras de salud (EPS), las cuales otorgan el plan de beneficios a sus afiliados y pueden ser públicas o privadas. La prestación de los servicios de salud se realiza a través de instituciones prestadoras de servicios de salud (IPS), que pue­ den asimismo ser públicas o privadas. Las EPS pueden y deben contratar con las IPS para ofrecer a sus afiliados los servicios de salud. Estas IPS se diferencian, según su complejidad, en ins­ tituciones de primer, segundo y tercer nivel. Las de primer nivel cuentan con consulta médica general, atención de programas de promoción de la salud y prevención de la enfermedad y 133 laboratorio clínico básico, y pueden tener o no servicios de urgencias. Las IPS de segundo nivel cuentan con los servicios del primer nivel y además con especialidades clínicas como ginecobstetricia, pediatría, medicina interna (pueden tener geriatría) y cirugía general; incluyen servicios de hospitaliza­ ción, de urgencias y de ayudas diagnósticas más complejas. En el tercer y último nivel, además de lo ya mencionado se pueden realizar procedimientos de mayor complejidad, tiene personal especializado y subespecializado en diferentes áreas de la medicina, y equipos y tecnologías de alta complejidad. DESARROLLO DEL MODELO EN EL HOSPITAL UNIVERSITARIO SAN IGNACIO En Colombia, la geriatría es una especialidad emergente, con pocos servicios disponibles a pesar de la alta demanda, aunque hoy en día las plazas para residencia han aumentado a 17 en cuatro centros, y es una especialidad de 4 años. El HUSI es un centro privado sin ánimo de lucro, de alta complejidad, que atiende servicios públicos del SGSSS, al cual puede acudir cualquier paciente al servicio de urgencias, puerta de entrada de la gran mayoría de los pacientes hos­ pitalizados. La Unidad de Geriatría inició su andadura el 1 de octubre de 1994, como una dependencia del departamento de medicina interna, desarrollándose en diferentes escenarios con énfasis en la unidad de agudos. Los niveles asistenciales se fueron incluyendo como parte de una extensión del servicio, buscando garantizar los cuidados continuos y de calidad, de acuerdo con las condiciones del individuo y sus problemáticas. En la actualidad cuenta con cinco de ellos, a saber: unidad de agudos, ortogeriatría, atención domiciliaria, hospital día y consulta externa, y se está desarrollando una unidad de media estancia o de rehabilitación y otra más de larga estancia o de cuidados crónicos, integradas al mismo hospital como un centro satélite. También cuenta con otra unidad asisten­ cial denominada «Intellectus», como centro de memoria y Figura 15.1 Niveles asistenciales en el Servicio de Geriatría del Hospital Universitario San Ignacio. HUSI, Hospital Universitario San Ignacio; UCI, Unidad de Cuidado Intensivo; UGA, Unidad Geriátrica de Agudos; ULE: Unidad de Larga Estancia; UME, Unidad de Media Estancia. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 134 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo cognición, en donde funciona el hospital de día y gran parte de la consulta externa especializada. Para atender estos servicios existen en la actualidad 13 geriatras y un psicogeriatra, entre otros profesionales (fig. 15.1). Una de las principales fortalezas de nuestro servicio, y que ha hecho posible su desarrollo, es su sostenibilidad financiera en el SGSSS, ya que ha pasado de ser económicamente deficitario a ser uno de los servicios autosos­ tenibles y productivos para el hospital. La creación del servicio de geriatría se ha visto positivamen­ te favorecida por decisiones administrativas, basadas en gestión del desarrollo del servicio y por la muestra de resultados en la integración al sistema nacional de salud. Dos de los niveles más destacados son la Unidad Geriátrica de Agudos (UGA) y la atención domiciliaria, como modelos exitosos que se des­ criben a continuación. La UGA del HUSI cuenta actualmente con 30 camas, pero en algunas circunstancias puede aumentar hasta cerca de 50 por mayor demanda en el ingreso de pacientes. La UGA está conectada con los demás niveles, en especial con atención domiciliaria y consulta externa. Para el ingreso a la UGA, el paciente debe cumplir con unos criterios de inclusión, lo cual nos ha permitido trabajar armónicamente con el servicio de medicina interna, en especial en el momento de ser recibido en el servicio de urgencias, de donde llega la gran mayoría de los pacientes. Los criterios de inclusión son: • Ser mayor de 80 años (se incluye a todos los pacientes). • Mayores de 70 años con al menos uno de los siguientes criterios: • Multimorbilidad y patologías crónicas incapacitantes. • Polifarmacia. • Alteraciones cognitivas. • Reingresos hospitalarios frecuentes. • Problemática social. • Síndromes geriátricos. Estos criterios no solo permiten diferenciar el perfil del paciente, sino que facilitan que otros servicios como el de medi­ cina interna puedan definir el grupo de personas que atienden: una población mucho más joven, con menor comorbilidad y con una edad promedio de 58 años; en cambio los atendidos por geriatría tienen un promedio de edad significativamente mayor —85 años—, pero además con un alto nivel de depen­ dencia (índice de Barthel promedio al ingreso 49,96/100), una alta frecuencia de deterioro cognoscitivo (68,23%) y un elevado nivel de comorbilidad (media de cinco enfermedades en el momento del ingreso), manteniendo un promedio de días de estancia hospitalaria muy bajo, pese a estas características (6,46 días), en comparación con medicina interna, en donde el promedio de estancia hospitalaria es de 13 días. La UGA está formada por un equipo interdisciplinario inte­ grado por cinco médicos geriatras, una enfermera y un grupo de auxiliares de enfermería, apoyadas por otros profesionales en nutrición, rehabilitación y trabajo social. La decisión de los gestores y directores del hospital para la creación de la unidad de agudos se basa no solo en indicadores, sino en la posibilidad de brindar a los pacientes un servicio más específico e integral, lo que permite el desarrollo puntual de cada unidad asistencial. Algunas de las diferencias se exponen en la tabla 15.4. Los pacientes atendidos por la UGA son en general com­ plejos y de alto coste para el sistema de salud, no por su edad, sino por sus comorbilidades y la dependencia que generan dichas situaciones. En un estudio reciente realizado por nuestro grupo en el que se incluyeron 1.599 pacientes, la edad promedio de los participantes fue de 85,34 años, con una estancia hospitalaria baja (6,46 días), unas cifras de malnutrición o riesgo de mal­ nutrición del 79%, una mortalidad esperada para el tipo de pacientes del 12,2%, con un reingreso hospitalario del 13,34% a los 30 días y un deterioro funcional hospitalario del 35,48%. Dado que los pacientes que ingresan a la UGA lo hacen mayoritariamente por una descompensación de su enfermedad de base o por una sobreinfección en un individuo crónicamen­ te deteriorado, el tratamiento suele ir específicamente dirigi­ do a esa causa y se le da salida muy pronto, tras estabilizarlo clínicamente, para terminar su tratamiento en casa, con un plan de atención domiciliaria en diferentes modalidades de acuerdo con su aseguradora, lo que incide notoriamente en la estancia hospitalaria. Nuestro modelo de atención hospitalaria es una buena alternativa para el HUSI por múltiples motivos que se enu­ meran a continuación: • La satisfacción de los pacientes y familiares es muy elevada medida por instrumentos estructurados. • La estancia hospitalaria es baja, con muy buena rotación de cama, también definido como giro cama. • El hecho de estar tratando a uno de los grupos de pacientes de mayor dificultad y mayores costes permite a la institución realizar evaluaciones más puntuales y definir planes de mejora más específicos. TABLA 15.4 Comparación de las características de pacientes atendidos por el servicio de medicina interna y por la unidad de geriatría Características Servicio de Medicina Interna Unidad de Geriatría Edad, años (promedio, DE) Estancia hospitalaria, días (media, DE) Mortalidad Comorbilidad (>3 enfermedades) Malnutrición Índice de Barthel (promedio al ingreso) 58,3 (16,8) 13 (12,0) 6,0% 23,4% 61% ND 85,34 (6,33) 6,46 (2,33) 12,2% 71,73% 80,27% 49,96% ND, no disponible. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 15 Adaptación de un modelo de atención geriátrica a las particularidades de los diferentes entornos en salud • El poder conectar a los pacientes con un programa de atención o seguimiento domiciliario o de consulta externa facilita la integración asistencial y favorece el modelo de atención basada en la persona. La atención domiciliaria está orientada a personas mayores que por diferentes razones no pueden acudir a la consulta externa y por tal motivo el médico especialista se desplaza a su domicilio. Este planteamiento es un clásico de los niveles asis­ tenciales en geriatría, y en Colombia suele ser dado por médicos de atención primaria. Lo novedoso de nuestro grupo es que hemos logrado que este servicio sea llevado a cabo por geriatría y en algunas oportunidades acompañado por psicogeriatría, para un grupo especial de pacientes, pasando de 200 a más de 500 pacientes por mes desde que se inició, 5 años atrás, cubrien­ do toda la ciudad, que cabe recordar tiene más de 8 millones de habitantes. El equipo está compuesto por un grupo de médicos (geriatras, psicogeriatras y psiquiatras), un «gestor de casos» o conector entre el sistema de salud, el paciente y nuestro grupo, una enfermera y personal administrativo. La atención domiciliaria es, en parte, el gran soporte financiero de nuestro servicio, y ello se debe a que facturamos mucho más por un paciente atendido en casa que por uno hospitalizado. La razón es que solo atendemos pacientes geriá­ tricos de alto coste para el sistema de salud, cuyos criterios se describen así y que, a su vez, algunos de ellos se definen como indicadores del programa: • Alto número (tres o más hospitalizaciones al año). • Frecuentes consultas al servicio de urgencias. • Elevado consumo de medicamentos. • Alta consulta a otros especialistas. • Edad superior a 70 años. • Multimorbilidad. • Presencia de trastorno neurocognoscitivo mayor (demencia). • Síntomas comportamentales, independientemente de la etiología. Es necesario que el paciente tenga un cuidador o persona responsable para poder incluirlo en el programa, y es visitado como mínimo una vez al mes y como máximo lo que su situa­ ción clínica requiera, por un médico geriatra, un psicogeriatra o ambos, dependiendo de las necesidades. El paciente o su cuidador mantienen contacto con la institución, donde un gestor de casos resuelve las dudas, lo orienta en las rutas de asistencia o lo refiere a su médico tratante. Desde el punto de vista logístico, se realizan reuniones pro­ gramadas con el equipo y con las empresas pagadoras del servicio, que hemos ya referido como EPS, las cuales evalúan todos los indicadores, tanto clínicos como financieros. En un reciente estudio realizado por el grupo, se evaluó a 80 de estos pacientes en seguimiento longitudinal; la edad promedio de estos pacientes era de 83,51 años y un 65,8% pertenecía a estratos socioeconómicos medio y bajo. El índice de Barthel promedio fue de 44,69. El promedio de medica­ mentos al momento del ingreso fue de 6,53 por persona, y el número promedio de enfermedades al ingreso fue de 5,93 por paciente. El número promedio de hospitalizaciones se redujo de 1,91 (desviación estándar [DE] 1,82, intervalo de 135 confianza [IC] 1,50-2,32) a 0,96 (DE 1,43, IC 0,66-1,26) con una diferencia estadísticamente significativa. Así mismo, el número promedio de consultas a los servicios de urgencias disminuyó de forma significativa de 2,20 (DE 1,91, IC 1,772,63) a 1,20 (DE 1,69, IC 0,82-1,58), y son estos dos últimos resultados los que han generado un ahorro importante en dinero para las EPS y para el sistema de salud. Los instrumentos que evaluaron la calidad del servicio y la aceptación del mismo fueron muy satisfactorios. Estos resultados han permitido despertar gran interés entre varias EPS, pero nuestra capacidad instalada y el número de médicos geriatras solo permite un crecimiento controlado y en la medida que los residentes de geriatría del programa se gradúan vamos ajustando la oferta de este servicio. En resumen, el modelo de atención en geriatría del HUSI es un ejemplo ante nuestro sistema de salud, de que esta especialidad no solo apunta a dar una muy buena asistencia de alta calidad, sino que demuestra que es eficiente y ahorra dinero al SGSSS. Nuestras metas a corto plazo se enfocan en el fortalecimiento de los servicios que prestamos, el desarrollo de otros niveles asistenciales, en especial rehabilitación y cuidados a largo plazo, y en la estructuración de un equipo de trabajo interdisciplinario que se acerque a las necesidades reales de nuestros pacientes y sus familias. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Chavarro-Carvajal D, Borda M, Núñez-Ordoñez N, et al. Factores asociados al estado nutricional en pacientes adultos mayores hospitalizados. Acta Med Colombiana 2018;43:69-73. Chodosh J, Weiner M. Implementing Models of Geriatric Care-Behind the Scenes. J Am Geriatr Soc 2018;66:364-6. Cruz V, Bernal L, Buitrago G, et al. 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Todos los derechos reservados. 16 Estrategia de prevención y manejo de la fragilidad del Sistema Nacional de Salud español Elena Andradas Aragonés y Marta Molina Olivas INTRODUCCIÓN El progresivo envejecimiento de la población es uno de los grandes logros de nuestra sociedad, pero también es un desafío, ya que está provocando importantes cambios e impondrá mayores exigencias económicas y sociales a todos los nive­ les y, en concreto, en el sistema sanitario. Actualmente, en nuestro país hay 8,2 millones de personas por encima de los 64 años, y para el año 2050, este grupo representará el 37% de la población. El envejecimiento de la población española, según estimaciones, condicionará, para el año 2060, un crecimiento del gasto sanitario de 1,6 puntos del producto interior bruto. España es uno de los países europeos con una esperanza de vida más elevada al nacimiento y, desde hace años, la tendencia temporal de la esperanza de vida al nacer en nuestro país es ascendente. Sin embargo, este aumento medio de años de vida no se asocia al 100% con una buena calidad de la misma. Los años de vida en buena salud también registran un progresivo aumento, pero este no es suficiente para superar la diferencia existente. Así, los hombres vivirán de media unos 12,5 años en mala salud, mientras que en el caso de las mujeres, esta cifra asciende a casi 20 años vividos en mala salud. Si nos centramos en la población a partir de 65 años, se confirma que no todos los años de esperanza de vida ganados se viven en salud. Esta situación es especialmente preocupante en el caso de las mujeres, en las que prácticamente la mitad de la esperanza de vida a los 65 años se vive con incapacidad. Otro dato que debemos considerar lo aportan las encuestas de salud en España. Así, por ejemplo, en 2017 el 56,5% de las mujeres y el 42,1%% de los hombres de 65 años o más declaraban limitaciones para poder realizar actividades de la vida diaria como cocinar, vestirse o ir a la compra. El envejecimiento de la población está llamado a convertirse en el próximo desafío global para la salud pública. El verdadero reto es mantener la autonomía y la independencia a medida que se envejece. Los servicios sanitarios tendrán que encontrar las estrategias más efectivas para responder a las necesidades de la población mayor. El objetivo de estas intervenciones debe ser aumentar la esperanza de vida en buena salud de las personas mayores. Y esto se consigue manteniendo unos niveles óptimos de funcionalidad y no meramente con una prevención de la enfermedad. En este contexto es en el que la fragilidad cobra impor­ tancia, ya que es potencialmente reversible. La fragilidad se puede detectar en fases de pérdida incipiente de funcionalidad y actuar sobre ella para evitar en lo posible cruzar el umbral de la discapacidad y frenar el avance hacia una situación de dependencia. La fragilidad es un factor de riesgo independiente de epi­ sodios adversos graves de salud y un poderoso predictor de discapacidad, hospitalización, caídas, pérdida de la movilidad y enfermedad cardiovascular. La prevalencia media de fragilidad estimada oscila entre el 7 y el 12% de los mayores de 65 años que viven en la comunidad, prevalencia que aumenta con la edad y alcanza el 25% en mayores de 84 años, con cifras siempre más elevadas en mujeres. La detección precoz de la fragilidad supone una verdadera ventana de oportunidad, ya que permite identificar a un sub­ grupo de personas mayores que conservan su autonomía de forma inestable y sobre los que se puede actuar. ESTRATEGIA DE PROMOCIÓN DE LA SALUD Y PREVENCIÓN EN EL SISTEMA NACIONAL DE SALUD Con el objetivo de ganar años de vida en buena salud y libres de discapacidad, en diciembre de 2013 se aprobó, en el Consejo Interterritorial de Salud (CISNS), la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el Sistema Nacional de Salud (SNS), por unanimidad de todas las comunidades autónomas (CC. AA.). Fue elaborada utilizando un método participativo a partir de la valoración de buenas prácticas en promoción y prevención facilitadas por las CC. AA. y las sociedades cientí­ ficas, así como las detectadas en la bibliografía. Esta estrategia es una oportunidad de integrar y coordinar los esfuerzos de promoción de la salud y prevención entre todos los niveles, sectores y actores implicados. También supone un nuevo impulso en la reorientación del SNS hacia la promoción y prevención, ya que la sociedad da un alto valor a la salud y demanda una respuesta conjunta, coordinada e integrada de intervenciones efectivas mantenida en el tiempo. En ella se aborda la promoción de la salud y de un estilo de vida saludable de una manera integral, poniendo énfasis en el trabajo intersectorial y por entornos, así como en la equidad. El enfoque integral que la caracteriza está referido a la conside­ ración conjunta de los factores determinantes de la salud para la prevención de las enfermedades crónicas que esta estrategia aborda (alimentación saludable, actividad física, consumo de riesgo de alcohol, consumo de tabaco, bienestar emocional y 136 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 16 Estrategia de prevención y manejo de la fragilidad del Sistema Nacional de Salud español seguridad frente a las lesiones), ya que estos interactúan pro­ duciendo un efecto superior a la suma del efecto individual de cada uno de ellos, y una actuación con mayor impacto requiere su abordaje conjunto. Desde su aprobación se está trabajando en el desarrollo progresivo de intervenciones dirigidas a ganar salud y prevenir enfermedades, lesiones y discapacidad, así como a avanzar en la acción intersectorial en salud, la acción local y la salud en todas las políticas. Dentro del plan de implementación, que se desarrollará hasta 2020, son varias las líneas de acción, centradas fundamentalmente en la promoción de un estilo de vida saludable de manera integral desde la atención primaria de salud y en el entorno comunitario local, así como en la pro­ moción de un envejecimiento saludable. Así, se ha desarrollado el consejo integral en estilos de vida saludable en atención primaria, vinculado a recursos comunitarios en población adul­ ta, y se está desplegado un amplio plan de acción local, en el que se cuenta con la colaboración de la Federación Española de Municipios y Provincias y la Red de Ciudades Saludables. Una de las actividades principales para la capacitación a la población ha sido el desarrollo de una web sobre promoción de estilos de vida saludable de ámbito nacional con información y recursos de capacitación a la población general: http://www. estilosdevidasaludable.mscbs.gob.es/. Su finalidad es proporcionar información útil y de calidad, ajustada a las diferentes necesidades de la ciudadanía sobre los factores priorizados en la estrategia. La página cuenta, además, con herramientas interactivas para conocer de qué situación se parte respecto a un factor, y facilita vídeos, tablas de pla­ nificación y otros materiales útiles para valorar qué cambios podrían ayudar a mejorar nuestro estilo de vida para hacerlo más saludable. Dentro de las líneas de implementación de esta estrategia tiene un lugar destacado la acción en prevención de fragilidad y caídas. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. PROGRAMA DE PREVENCIÓN DE FRAGILIDAD Y CAÍDAS EN LA PERSONA MAYOR EN EL SNS El Ministerio de Sanidad, las CC. AA. y las sociedades científi­ cas de medicina y enfermería de atención primaria, de familia y comunitaria, así como las de geriatría y gerontología, alcan­ zaron en 2014 un consenso para el SNS recogido en el «Docu­ mento de consenso sobre prevención de fragilidad y caídas». Esta iniciativa forma parte de la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el SNS y propone la detección precoz e intervención sobre la fragilidad y el riesgo elevado de caídas; todo ello, como herramienta para ganar salud y prevenir la discapacidad. El elemento nuclear de este programa consiste en realizar una detección precoz e intervención en fragilidad a toda la población mayor de 70 años, mediante una herramienta que permita detectar la limitación funcional incipiente, ofertando a la población detectada una intervención centrada en un pro­ grama de actividad física multicomponente. Además, se realiza 137 una valoración del riesgo de caídas de esta misma población, seguido de intervención en los casos de alto riesgo. El consenso alcanzado establece los componentes mínimos comunes a implantar en todo el SNS, basado en el algoritmo de actuación que se refleja en la figura 16.1. En primer lugar, y para determinar la inclusión en el pro­ grama, se realiza al paciente una valoración de las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) mediante el índice autorre­ ferido de Barthel. Esta valoración puede ser llevada a cabo por cualquiera de los miembros del equipo de atención primaria de manera oportunista. En caso de que la persona obtenga una puntuación mayor o igual a 90, se procederá a realizar el cribado de fragilidad. Si la puntuación obtenida es menor de 90 puntos, es decir, con resultado de dependencia para las ABVD moderada, grave o total, la persona no será incluida en el pro­ grama, ya que no se beneficiaría de la intervención ofertada. Cribado de fragilidad/limitación funcional Esta detección se realiza basándose en pruebas de ejecución o desempeño. La prueba que se utilizará de forma preferente será la short physical performance battery (SPPB), validada y nor­ malizada en nuestro medio para detectar fragilidad y con una elevada fiabilidad para predecir discapacidad. Otras opciones son la prueba «levántate y anda cronometrado» (TUG, test “get up and go”) o la prueba de velocidad de la marcha sobre 4 metros. Se plantea la posibilidad de asociar una escala de valoración de las actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD) para la evaluación comparativa en el tiempo, aunque no como medición aislada. Si el centro de salud no dispone de las condiciones de espacio físico para realizar una prueba de ejecución, se utilizará una escala autorreferida de fragilidad: cuestionarios FRAIL o SHARE. Valoración del riesgo de caídas Se realizará después de haber completado el cribado de fragili­ dad, y se basa en tres preguntas cortas: ¿ha sufrido alguna caída en el último año que haya precisado atención sanitaria?; ¿ha sufrido dos o más caídas al año?; ¿presenta algún trastorno de la marcha considerado significativo? Esta última pregunta se considerará positiva si la prueba de ejecución utilizada para el cribado de fragilidad resulta alterada. Intervención para prevenir el deterioro funcional Tras el cribado de fragilidad/limitación funcional basado en la prueba de ejecución, la persona quedará enmarcada en uno de los siguientes tipos: Personas autónomas no frágiles Son aquellas personas con un resultado no alterado en la prueba de ejecución (SPPB ≥ 10 puntos; como alternativa: TUG < 20 segundos o velocidad marcha ≥ 0,8 m/s). Se les realizará una valoración del nivel habitual de actividad física, seguida del consejo oportuno, basado en las recomenda­ ciones generales para su grupo de edad. También se realizará una valoración de la alimentación y consejo sobre alimentación saludable. Todo ello se englobará en una valoración y consejo integral sobre estilo de vida saludable, siguiendo el consenso booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 138 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo Figura 16.1 Algoritmo de actuación del programa de prevención de fragilidad y caídas en la persona mayor en el SNS * Preferentemente enmarcado en una valoración multidimensional (valoración geriátrica integral). ABVD, actividades básicas de la vida diaria; AIVD, actividades instrumentales de la vida diaria; AP, atención primaria; p, puntos; SPPB, short physical performance battery. sobre «consejo integral de estilos de vida saludable en atención primaria, vinculado a recursos comunitarios», desarrollado dentro de la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el SNS. Se realizará un nuevo cribado de fragilidad, con la misma herramienta utilizada con periodicidad anual. Personas mayores frágiles Aquellas personas con un resultado alterado en la prue­ ba de ejecución (SPPB < 10 puntos; como alternativa: TUG ≥ 20 s o velocidad marcha < 0,8 m/s) serán clasifi­ cadas como frágiles. Para abordar la fragilidad es necesario actuar sobre su principal factor de riesgo, la inactividad. Las intervenciones que se han centrado en la actividad física han demostrado su eficacia en retrasar e incluso revertir los síntomas tanto de la fragilidad como de la discapacidad. La actividad física también ha demostrado ser eficaz para mejorar el estado cognitivo y fomentar el bienestar emocional. Si, además, las intervenciones son grupales, se añade el beneficio de la promoción del bienes­ tar y de las redes sociales entre las personas mayores. El programa propone como intervención fundamental en fragilidad la realización de un programa de actividad física multicomponente que integre resistencia aeróbica, flexibilidad, equilibrio y fuerza muscular. Este programa se realizará en el medio comunitario, con los recursos de que disponga la zona (centros de mayores, polideportivos u otros centros deportivos, centros socioculturales, etc.), en forma de dos o tres sesiones grupales a la semana durante aproximadamente 6 meses. En el documento de consenso se presentan unas recomendaciones básicas para elaborar un programa multicomponente dirigido a la población frágil. Se programarán visitas de seguimiento a los 6 meses para la evaluación de resultados funcionales. Esta evaluación se realizará repitiendo la misma prueba utilizada para el cribado, y valorando el cambio de puntuación en el tiempo. Además, las personas clasificadas como frágiles deberían idealmente recibir una valoración multidimensional (valo­ booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 16 Estrategia de prevención y manejo de la fragilidad del Sistema Nacional de Salud español ración geriátrica integral), dentro de las acciones programa­ das del equipo de atención primaria, con las características y el alcance propios de cada realidad territorial. Así mismo, se considerará la derivación a atención hospitalaria (preferente­ mente geriatría, donde exista el recurso) en aquellas personas que reúnan alguno de los siguientes criterios: pérdida funcio­ nal reciente sin causa clínica evidente; deterioro cognitivo de reciente aparición; más de dos caídas en el último año que hayan precisado atención sanitaria o que coexistan con alte­ ración del equilibrio o la marcha, o situaciones detectadas en la valoración multidimensional que se consideren candidatas a manejo en atención hospitalaria especializada. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Intervención para la prevención de caídas Tras la valoración del riesgo de caídas, se calificará a la persona como de bajo o alto riesgo de caídas. Aquellas con respuesta negativa a las tres preguntas de cribado se considerarán como de bajo riesgo. Se les ofrecerá la misma valoración y consejo sobre actividad física habitual y alimentación saludable ofertadas a la población autónoma no frágil, englobadas en el consejo integral sobre estilos de vida saludable, y se realizará una nueva evaluación del riesgo de caídas al año. Aquellas con respuesta afirmativa a cualquiera de las tres preguntas de cribado se considerarán como de alto riesgo y se les realizará una intervención preventiva centrada en tres componentes: 1. Programa de actividad física de componentes múltiples (resistencia aeróbica, flexibilidad, equilibrio y fuerza mus­ cular), integrado con el programa para la prevención de la fragilidad. 2. Revisión de la medicación: centrada en la revisión de los fármacos que afectan negativamente a las personas con riesgo de caídas siguiendo los criterios STOPP/START. Los fármacos considerados son: benzodiazepinas, neurolépticos, antihistamínicos de primera generación (clorfeniramina, difenhidramina, hidroxizina, prometazina, etc.), vasodila­ tadores y opiáceos de consumo crónico. 3. Revisión de riesgos del hogar mediante lista de comproba­ ción referida, considerando una valoración del domicilio de forma oportunista aprovechando alguna visita al domicilio por personal del centro (enfermera, trabajador social, etc.). Además, las personas clasificadas como de alto riesgo de caídas podrían ser candidatas a una valoración multifactorial individualizada de los riesgos de caídas y de una intervención multicomponente individualizada centrada en los riesgos detectados, dentro de las acciones programadas del equipo de atención primaria, con las características y el alcance propios de cada realidad territorial. Se considerará la derivación a atención hospitalaria en aquellas personas que reúnan alguno de los criterios antes expuestos para la persona mayor frágil, y se hará una evalua­ ción anual de la intervención realizada. Capacitación de profesionales Para apoyar la implantación de este consenso, se ha desarrolla­ do un programa de capacitación para profesionales basado en 139 metodología on-line y acreditado para profesiones sanitarias. Se ha ofertado de manera gratuita a través de las CC. AA. y ha tenido una excelente acogida y valoración entre los parti­ cipantes. El «Curso sobre detección y manejo de fragilidad y caídas» está dirigido prioritariamente a los profesionales de los equipos de atención primaria que serán los encargados de implementar el consenso alcanzado. Consta de siete módulos, que se presen­ tan de manera amena a través de una reflexión previa, seguida de los contenidos teóricos que incluyen ejercicios interactivos, vídeos, ideas clave y casos prácticos. Hasta el momento se han completado cuatro ediciones, en las que se han formado más de 5.500 profesionales de todo el SNS. El consenso de prevención de fragilidad y caídas en el SNS se está implantando de manera progresiva en las diferentes CC. AA., adaptándolo a las necesidades y características de cada territorio. Para apoyar la implantación, se ha alcanzado un consenso para el registro en la historia clínica electrónica de los diferen­ tes elementos del programa de detección precoz, que será una de las herramientas de apoyo a la implementación. Además, se ha redactado la guía para desarrollar programas de actividad física multicomponente en recursos comunitarios y locales, con el objetivo de servir de apoyo para la implantación de la intervención indicada en la población frágil detectada desde los servicios de atención primaria y que se deriven al nivel comunitario. Todos estos recursos están disponibles en la página web del Ministerio de Sanidad. Aún es pronto para poder apreciar un cambio en la ten­ dencia de los indicadores de impacto, pero, con el trabajo desarrollado, se han sentado las bases para empezar a abordar la fragilidad en el SNS y trabajar para frenar el deterioro fun­ cional de la población mayor, contribuyendo a fomentar un envejecimiento activo y saludable. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Cadore EL, Rodríguez-Mañas L, Sinclair A, et al. Effects of different exercise interventions on risk of falls, gait ability, and balance in physically frail older adults: a systematic review. Rejuvenation Res 2013;16(2):105-14. Cabrero-García J, Muñoz-Mendoza CL, Cabañero-Martínez MJ, et al. Valores de referencia de la Short Physical Performance Battery para pacientes de 70 y más años en atención primaria de salud. Aten Primaria 2012;44(9):540-8. Consenso sobre prevención de fragilidad y caídas en el SNS. Registro en la Historia Clínica Electrónica de Atención Primaria. Madrid, 2018. Disponible en: http://www.mscbs.gob. es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/Estrategia/docs/ FragilidadyCaidas_Registro.pdf (acceso 15 abril 2019). Consenso sobre prevención de fragilidad y caídas en el SNS. Guía para desarrollar programas de actividad física multicomponente en recursos comunitarios y locales. Madrid, 2018. Disponible en: http://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ prevPromocion/Estrategia/docs/FragilidadyCaidas_GuiaAF.pdf (acceso 15 abril 2019). Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Consejo Integral en Estilo de Vida vinculado con recursos comunitarios en booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 140 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo población adulta. Madrid, 2015. Disponible en: http://www.mscbs. gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/Estrategia/ Consejo_integral_EstilosVida.htm (acceso 15 abril 2019). Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Documento de consenso sobre prevención de fragilidad y caídas en la persona mayor. Madrid, 2014. Disponible en: http://www.mscbs.gob. es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/Estrategia/ Fragilidadycaidas.htm (acceso 15 abril 2019). Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el SNS. Madrid, 2014. Disponible en: http://www.mscbs.gob.es/ profesionales/saludPublica/prevPromocion/Estrategia/ estrategiaPromocionyPrevencion.htm (acceso 15 abril 2019). Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Guía para la implementación local de la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el SNS. Madrid, 2015. Disponible en: http:// www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/ Estrategia/Implementacion_Local.htm (acceso 15 abril 2019). National Institute for Health and Care Excellence (NICE). Falls: assessment and prevention of falls in older people. (Clinical guideline; no. 161). London (UK): National Institute for Health and Care Excellence (NICE). 2013. Rodríguez Navarro V. Eficacia de un programa de intervención multifactorial para la prevención de caídas en los ancianos de la comunidad [tesis doctoral]. Córdoba: Universidad de Córdoba; 2012. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 17 Cuidados de salud y sociales para el anciano en Escocia Anne Hendry DEMOGRAFÍA Las proyecciones sobre la población escocesa son que crecerá un 7%, desde los 5,4 millones de habitantes en 2014 hasta los 5,7 millones en 2041, con un incremento del 27% en el número de personas mayores de 75 años en la próxima década y del 79% en los próximos 25 años. La esperanza de vida al nacimiento en Escocia es de 77,1 años para los hombres y de 81,1 años para las mujeres. La prevalencia de enfermedades crónicas es del 79% en mayores de 75 años, y la multimorbilidad es común, particularmente en comunidades con privación socioeconómica, asociándose habitualmente a trastornos de salud mental. Una quinta parte de la población escocesa vive en áreas rurales alejadas. Estos retos han promovido nuevas políticas y estrategias que conllevan cambios significativos en el diseño e implementación de cuidados de salud para los mayores. POLÍTICAS Desde 1999, el Parlamento escocés y el Gobierno de Escocia tienen un control legislativo completo de la atención sanitaria y social, a través de un gran paquete de financiación del Tesoro del Reino Unido, derivado de un retorno de impuestos y de contribuciones a la seguridad social de los trabajadores. El Servicio Nacional de Salud en Escocia provee acceso universal a las intervenciones en salud, prescripciones, atención primaria de salud y servicios hospitalarios y comunitarios sin copago. Los cuidados de enfermería en casa o en una vivienda tutelada están cubiertos para todas las personas de cualquier edad. La atención social está también disponible para cualquier persona con 65 años o más a la que se haya determinado que tiene esta necesidad. Las autoridades locales o municipales realizan una valoración para determinar las necesidades económicas a fin de cubrir los costes de los servicios sociales necesarios. La estrategia nacional domiciliaria para los mayores promueve el envejecimiento en el propio domicilio, reconociendo las importantes redes sociales y conexiones comunitarias que ayudan a los mayores a mantener su función física y cognitiva. También facilita el acceso a equipos, adaptaciones y tecnologías que ayuden a la vida independiente en el domicilio. ATENCIÓN SANITARIA Y SOCIAL INTEGRADA En 2011, la Christie Commission recomendó un mayor énfasis en la prevención, abordando las inequidades en salud, integrando los servicios sanitarios y sociales y con un mayor foco en los resultados de salud. En 2014, los organismos públicos Joint Working Scotland Bill establecieron el marco legislativo para integrar la atención sanitaria y la social. En toda Escocia, las comisiones de salud locales (Local Health Boards) y las autoridades de los gobiernos locales adoptaron uno de los dos modelos de convenio integrado ofertados: delegación de funciones y recursos entre las comisiones de salud y las autoridades locales en un convenio de agencia líder (Lead Agency arrangement), o delegación de funciones específicas y recursos a una comisión conjunta integrada (Integrated Joint Board) y un jefe contable oficial (Chief Accountable Officer). En ambos modelos, los profesionales líderes y los gestores, los proveedores de los sectores independientes y el voluntariado, y los representantes de los cuidadores y de los usuarios de servicios, contratan los servicios necesarios para mejorar la salud de la población local. Desde abril de 2016, treinta y un consorcios conjuntos integrados supervisan más del 60% del total de los recursos para la atención sanitaria y social de los adultos, incluida toda la financiación de recursos sociales, la atención primaria y comunitaria, la atención hospitalaria a los mayores, los cuidados paliativos, los cuidados ambulatorios y los cuidados intermedios en las transiciones entre el hospital y la atención primaria. Uno de los nueve resultados de bienestar y salud (Health and Wellbeing Outcomes) nacionales dice que «las personas, incluyendo aquellas con discapacidades o condiciones crónicas de salud, o aquellas que son frágiles, deben ser capaces de vivir todo lo que sea razonablemente posible de manera independiente y en su domicilio o en un ambiente parecido al hogar en su comunidad». REORGANIZACIÓN DE LOS CUIDADOS A LOS MAYORES El Reshaping Care for Older People: A Programme for Change 2011-2021 (Reorganización de los cuidados a los mayores: un programa para el cambio 2011-2021) introdujo un modelo de atención integrado. Esto supuso un giro ambicioso hacia un aumento en los cuidados en el domicilio y en ámbitos comu­ nitarios, apoyados por una mayor inversión en medidas preventivas y el uso de tecnologías para empoderar una mayor capacidad de elección y control. El programa buscó transformar la filosofía de los cuidados desde unos servicios reactivos para las personas mayores, a unos servicios preventivos, anticipatorios y coordinados en el domicilio, para los mayores y sus cuidadores. 141 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 142 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo Figura 17.1 Esquema de la reorganización de cuidados. Durante 4 años, desde abril de 2011, un cambio en la financiación de 300 millones de libras (aproximadamente el 1% del presupuesto para la atención sanitaria y social de los mayores) fue destinado para la reorganización de los cuidados. Los 31 consorcios (Local Partnerships) de salud, servicios sociales, medio residencial, voluntariado y del sector independiente trabajaron de manera conjunta para emplear estos fondos en mejorar el bienestar y la independencia de los mayores y sus cuidadores, reducir o retrasar la dependencia, mejorar los resultados personales y la experiencia y aumentar la resiliencia del sistema. Un equipo de soporte conjunto (Joint Improvement Team) ayudó a los consorcios a involucrarse en una red de mejora intersectorial para evaluar nuevos enfoques, diseminar las buenas prácticas, abordar los cambios y supervisar el progreso en un conjunto de medidas de mejora. Los 31 consorcios en Escocia implementaron un conjunto de intervenciones en los cuatro pilares de la vía de reorganización de los cuidados (Reshaping Care pathway) (fig. 17.1). Estas intervenciones incluían los cuidados preventivos y anticipatorios, los cuidados coordinados, el soporte en el domicilio, los cuidados intermedios para mejorar los resultados de salud en las transiciones, y la mejoría en la calidad de los cuidados en hospitales y centros residenciales. Los datos nacionales indican que los mayores en Escocia estuvieron alrededor de 2,8 millones de días más en sus casas en 2015/16, por encima de lo esperable a tenor de los hallazgos en análisis previos sobre cuidados y envejecimiento, con una reducción de 6.000 camas ocupadas en residencias y 1.600 camas hospitalarias ocupadas por hospitalizaciones urgentes. Las intervenciones en la reorganización de los cuidados se aplican en diferentes ámbitos a través de toda la vía de cuidados. Las principales aproximaciones se describen a continuación, y en el anexo 1 se presentan algunos ejemplos locales. Puede accederse a más información de los seminarios web (webinars) sobre las materias de los cuidados integrados en: https://integratedcarefoundation.org/ific-scotland-3. ENVEJECIMIENTO ACTIVO Y SALUDABLE Y PREVENCIÓN El impacto acumulado de las carencias, las desventajas y la discriminación en campos como la etnia, la discapacidad, las creencias, el sexo o la orientación sexual, así como la ausencia de oportunidades a lo largo de la vida, favorecen que exista un efecto booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 17 Cuidados de salud y sociales para el anciano en Escocia negativo sobre la salud y el bienestar en la edad avanzada. Por consiguiente, la preparación para la salud y el bienestar en esta etapa de la vida y las acciones destinadas a promover un envejecimiento activo y saludable deben comenzar en edades tempranas y continuar a lo largo de todo el ciclo vital. Una aproximación de ciclo vital estimula a mirar más allá del individuo para considerar de qué manera la compleja interrelación entre biología, comportamiento, psicología, entorno, riesgo social y factores protectores contribuyen a la salud y bienestar a lo largo de la vida. La política de envejecimiento activo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) contempla el envejecimiento activo como «un proceso de ciclo vital conformado por diferentes factores que, de manera aislada o actuando de manera conjunta, favorecen la salud, la participación y la seguridad en la edad avanzada». Los abordajes preventivos nacionales incluyen acciones como promover el uso del autobús gratuito a los mayores de 65 años para aumentar su participación, independencia y actividad; legislación y financiación para ayudar a los cuidadores de la familia a promover su bienestar y permitirles que continúen con su rol imprescindible de cuidador, y una plataforma nacional para informar a los ciudadanos sobre hábitos de vida saludables, bienestar mental, nutrición, ejercicio y prevención de caídas. El Plan nacional de envejecimiento activo y saludable (The national Active and Healthy Ageing Action Plan) se desarrolló para ayudar a las organizaciones de la salud y cuidados sociales a comprender las acciones que podían implementar para permitir a las personas vivir bien a medida que van envejeciendo. Hay acciones específicas que persiguen construir conexiones comunitarias para prevenir la soledad y el aislamiento social, promover un transporte accesible, la actividad física, el voluntariado y el trabajo intergeneracional. El plan se desarrolló en colaboración con los mayores a través de la Scottish Older People’s Assembly, que asegura que los mayores en Escocia tienen una voz colectiva, se unen para expresar visiones diferentes sobre aspectos presentes y del futuro, y transmiten sus experiencias, evidencias y opiniones al Sistema Nacional de Salud (National Health Service) y al Gobierno a varios niveles. Las guías de actividad física para los mayores, de los directores médicos del Reino Unido (UK Chief Medical Officers Physical Activity Guidelines for Older People) recomiendan que los mayores intenten estar activos a diario. A lo largo de una semana, la actividad debería incluir al menos 150 minutos de actividad de intensidad moderada, en períodos de al menos 10 mi­ nutos. Para aquellos que ya realizan habitualmente actividad física de moderada intensidad, se pueden lograr beneficios comparables mediante la combinación de actividad física moderada e intensa. Se aconseja también que los mayores realicen actividad física para mejorar la fuerza muscular al menos 2 días a la semana, y aquellos en riesgo de caídas deberían incorporar la actividad física para mejorar el equilibrio y la coordinación al menos 2 días a la semana. Todos los mayores deberían disminuir todo lo que puedan los períodos de tiempo prolongado en actitud sedentaria (sentados, tumbados). En Escocia, el programa The Active and Independent Living Programme (AILP) está destinado a crear un cambio cultural sobre cómo las personas mayores pueden acceder y recibir ayuda de profesionales de la salud para el autocuidado, prevención, 143 detección precoz, rehabilitación y servicios de capacitación. Un aspecto del programa es el uso del ADL LifeCurve™, una herramienta desarrollada por el ADL Research y el Newcastle University’s Institute for Ageing, para seguir de manera jerárquica el declinar funcional asociado al envejecimiento. El ADL LifeCurve™ está emergiendo como una herramienta intuitiva que puede ser usada por los individuos, los cuidadores o los familiares, para contribuir a la identificación de cambios tempranos en la función y el inicio de la fragilidad. ATENCIÓN PRIMARIA Cada paciente en Escocia dispone de un médico de familia o un médico generalista (General Practitioner, GP) de referencia, que trabajan en centros de salud con enfermeras. Son la puerta de entrada al sistema de salud, proveen continuidad asistencial longitudinal y permiten la coordinación de la atención. Cada paciente registrado con un GP dispone de un número de salud comunitaria (Community Health Index), un identificador único que se aplica a sus datos clínicos a través de todo el espectro que va desde atención primaria hasta atención hospitalaria, y la prescripción farmacológica. Este dato está conectado a nivel de paciente en todos los registros hospitalarios, prescripción por parte del GP, servicio de urgencias, consultas externas y episodios de ingreso psiquiátrico. Aunque no existe el cribado sistemático de la fragilidad en Escocia, diversas herramientas usan información rutinaria para identificar a los mayores con necesidades complejas. PACIENTES ESCOCESES EN RIESGO DE INGRESO Y REINGRESO HOSPITALARIO La SPARRA (Scottish Patients at Risk of Readmisson and Admission) es una herramienta que permite que datos de diferentes episodios de salud que están interconectados puedan ser usados para predecir el riesgo de una persona para un ingreso urgente o un reingreso hospitalario en el próximo año. Por ejemplo, los pacientes con una puntuación inferior al 50% en esta herramienta tienen una posibilidad del 50% de tener un ingreso hospitalario en los siguientes 12 meses. Los datos de predicción de riesgo ayudan a los profesionales de atención primaria a identificar a los mayores en riesgo elevado de readmisión hospitalaria. La puntuación se actualiza mensualmente y se usa como diana terapéutica para intervenciones precoces en atención primaria. La herramienta High Health Gain (elevada ganancia de salud) ha sido validada frente a los costes en atención sanitaria combinados, para identificar al 2% de la población que consume el 50% de los costes en hospitalización de agudos y en la prescripción farmacológica comunitaria y el 77% de los costes en estancias hospitalarias. El grupo que mayor coste en atención sanitaria produce son los mayores frágiles. Este dato está disponible para los GP y les ayuda a tomar medidas de intervención precoces. Existe un creciente interés en utilizar el índice de fragilidad electrónico (Electronic Frailty Index [eFI]), basado en el modelo de acumulación de déficits, disponible para los cuatro sistemas booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 144 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo de software que tienen los GP en el Reino Unido. El eFI es una herramienta de estratificación de riesgo que usa datos codificados de 36 déficits extraídos de la historia clínica electrónica de atención primaria para identificar el riesgo individual de fragilidad, expresado en forma de índice de fragilidad (número de déficits presentes/número de déficits evaluados). Los déficits incluyen condiciones clínicas codificadas, discapacidades, síntomas relevantes y datos anormales de laboratorio. El eFI asigna cuatro estados de riesgo desde fit a «muy frágil»: • Frágil leve: equivale a puntuaciones en la Clinical Frailty Scale (CFS) entre 4 y 5. • Frágil moderado: equivale a puntuaciones en la CFS de 6. • Muy frágil: equivale a puntuaciones en la CFS iguales o superiores a 7. Estas categorías se han validado frente a los ingresos urgentes en el hospital, días de camas de urgencias, ingresos en instituciones y mortalidad, resultados asociados con la fragilidad en mayores de 65 años. El eFI también ha sido validado frente a cansancio, un elemente destacado de la fragilidad. El indicador de necesidades relativas (Indicator of Relative Need [ioRN2]) es una familia de herramientas que emplea preguntas estandarizadas sobre función y comportamiento, para clasificar a las personas de acuerdo con la valoración de su función física, necesidades cognitivas y dependencia. Desarrollado en Escocia, estas herramientas sencillas tienen el apoyo de un paquete de entrenamiento, un paquete de recursos para el usuario, guía, y están disponibles como app para ser usadas en un dispositivo móvil. El ioRN2 se basa en información de una valoración holística y lo emplean profesionales de la salud, de los servicios sociales y personal auxiliar de ayuda a domicilio para comentar los objetivos y resultados de salud personales. Las preguntas se contestan rápidamente en unos 5 minutos por profesionales como enfermeras, terapeutas o trabajadores sociales con buen conocimiento de las personas. Una app calcula las puntuaciones en el indicador ioRN2, lo que facilita su uso. La herramienta puede usarse repetidas veces en el tiempo para detectar cambios tempranos en el estado funcional, para poner en movimiento una nueva revaluación de la persona, intervenciones dirigidas, intervenciones efectivas sobre la función o para rastrear cambios en la dependencia. La frecuencia de los registros puede ir acorde a la trayectoria. MANEJO DE LA FRAGILIDAD EN ATENCIÓN PRIMARIA En 2018, el Gobierno escocés introdujo un nuevo contrato para los GP. El contrato respalda las necesidades de los mayores con múltiples condiciones crónicas de salud o frágiles para que permanezcan en sus casas o lo más cerca posible de ellas siempre que sea posible. Los principios más importantes de este contrato son: • Atención más accesible para individuos y comunidades. • Atención holística identificando salud física y mental. • Continuidad asistencial basada en una relación terapéutica efectiva a largo plazo. • Atención coordinada con un amplio rango de proveedores de servicios. • Equipos de atención primaria amplios trabajando con criterios de excelencia. Fit for frailty, el documento creado de manera conjunta por la British Geriatrics Society, Age UK y el Royal College of General Practitioners aporta consejo y guía para la revisión holística y comprensiva de las necesidades médicas, funcionales, psicológicas y sociales basadas en los principios de la valoración geriátrica integral (VGI) que pueden ser aplicados en atención primaria. El recurso incluye los siguientes consejos: • Comprobar que se han considerado y reflejado todas las condiciones médicas reversibles. • Considerar la derivación a medicina geriátrica cuando la fragilidad se asocia con importante complejidad, incertidumbre diagnóstica o control de síntomas difícil. La psicogeriatría debería considerarse para aquellos mayores frágiles y problemas psiquiátricos complejos coexistentes, incluidos los trastornos conductuales difíciles en demencia. • Realizar revisiones personalizadas de la medicación para los mayores frágiles, teniendo en cuenta el número y el tipo de medicamentos, empleando siempre que se pueda criterios basados en la evidencia como los STOPP/START. • Emplear el juicio clínico y los objetivos personalizados a la hora de decidir cómo aplicar las guías clínicas de las enfermedades en el manejo de mayores frágiles. • Generar un plan de apoyo y cuidados personalizado y compartido, que recoja los objetivos de tratamiento, los planes de atención y los planes para atención urgente que se hayan determinado de antemano. Puede ser apropiado para algunos mayores incluir un plan de cuidados al final de la vida. • Valorar la capacidad mental si hay dudas acerca de la función cognitiva que pudiera influir en el plan de apoyo y cuidados. • Establecer sistemas para compartir la información de las historias clínicas de los mayores frágiles entre atención primaria, servicios de urgencias, servicios hospitalarios y servicios sociales. • Garantizar sistemas robustos que supervisen los planes de apoyo y soporte y los calendarios de revisión. • Desarrollar protocolos locales y protocolos de atención a los mayores frágiles, teniendo en cuenta las presentaciones agudas habituales de caídas, delírium y deterioro funcional agudo o inmovilidad. Se debe asegurar que los protocolos están preparados para funcionar a tiempo cuando se precisa atención urgente. • Reconocer que muchos mayores frágiles en situación aguda intercurrente («crisis») se manejarán mejor en el entorno de su domicilio, pero solo si los sistemas de apoyo son los adecuados para dar respuesta a todas las necesidades sociales y sanitarias. PLANES DE CUIDADOS En Escocia, el trabajo para incluir los resultados personales en la valoración social y sanitaria y en la práctica de la planificación de cuidados se ha desarrollado en un programa académico de investigación que duró 10 años en las universidades de York booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 17 Cuidados de salud y sociales para el anciano en Escocia y de Glasgow. Consideró tanto la inclusión de resultados en la valoración, planes de cuidados y revisiones como el uso de información en resultados con el propósito de adecuar el funcionamiento y conseguir mejoras. Los primeros esfuerzos consistieron en reorientar el diálogo sobre la clave de la atención, para descubrir cómo trabajar mejor de manera conjunta para conseguir los resultados identificados a través del proceso de decisión compartida. La implementación de una aproximación basada en resultados personales ha supuesto no solo el entrenamiento de los profesionales, sino también cambiar la manera de hablar entre las organizaciones, de tal manera que los resultados personales están basados en la supervisión, planificación de servicios, puesta en marcha, monitorización y funcionamiento. Los planes de cuidados anticipatorios (Anticipatory Care Plans [ACP]) ayudan a las personas a comprender su salud, a pensar en lo que realmente importa para ellos, a conocer cómo usar mejor los recursos, a hacer elecciones sobre sus cuidados en el futuro y a poder controlar mejor y manejar los cambios en su estado de salud y bienestar. Un estudio de los ACP en atención primaria en Nair, Escocia, sobre una cohorte de personas consideradas en alto riesgo de hospitalización, observó una reducción del 52% en el número de días de hospitalización en el grupo de personas en las que se introdujeron los ACP frente al grupo control. Los pacientes en el grupo ACP que fallecieron durante el seguimiento tuvieron una mayor probabilidad de hacerlo en su domicilio. Es importante que la información sobre los ACP se dirija a todo el abanico de profesionales que apoyan a las personas con condiciones crónicas de salud que se benefician de tener ACP. Esto se consigue completando un resumen de información clave (Key Information Summary [KIS]) en la historia clínica electrónica del GP que contiene un resumen de la información y deseos expresados en el ACP completo. Este puede ser compartido con otros profesionales de la atención sanitaria con el consentimiento de la persona, de tal manera que pueden tener acceso a él los proveedores de cuidados agudos y urgentes en momentos críticos, para tener información relevante a la toma de decisiones y a los límites terapéuticos. Una investigación posterior realizada en Lothian aportó evidencia de que un KIS que contiene la adecuada información basada en un abordaje ACP puede mejorar los resultados personales al reducir las hospitalizaciones un 30-35%, reducir en más de la mitad la probabilidad de morir en el hospital y hacerlo en el domicilio, ayudar en la coordinación y mejorar la calidad de vida. Además, el número de contactos con atención primaria puede reducirse de manera significativa, incluyendo una reducción de las citas con los GP en un 15-20%. El programa «Vivir bien en la Comunidad» (Living Well in Communities) ha ayudado a la diseminación y al aumento de los ACP en atención primaria en toda Escocia. Los sujetos diana de este abordaje son aquellos con múltiples condiciones complejas o frágiles. Aproximadamente el 5% de la población escocesa tiene un ACP en su lugar de residencia, que se corresponde con la cohorte con un alto riesgo de hospitalizaciones urgentes en el hospital. Todas las residencias en Escocia tienen incluido el plan nacional de cuidados anticipatorios con la esperanza de que los resúmenes estén completados en todos los 145 residentes y subidos al programa KIS por sus GP. El objetivo es informar del proceso de toma de decisiones y de las limitaciones terapéuticas, de tal manera que los servicios de urgencias y aquellos profesionales que no estén familiarizados con el paciente puedan tomar las decisiones correctas. La herramienta nacional ACP tiene recursos que incluyen una app interactiva con el paciente que recoge las citas y genera recordatorios para ayudar al sujeto a manejar su enfermedad. ADHERENCIA FARMACOLÓGICA APROPIADA La prescripción de múltiples medicamentos (polifarmacia) es un reto global creciente. La aplicación de guías de enfermedades aisladas a menudo aumenta la carga de fármacos en personas mayores con multimorbilidad, y más del 50% de las personas con más de 65 años toman cinco o más medicamentos. La prescripción de fármacos que son inapropiados o que ya no están indicados aumenta el riesgo de reacciones adversas a medicamentos, interacciones farmacológicas, hospitalizaciones, costes sanitarios, y puede exacerbar la fragilidad. Por ello, el control de la polifarmacia inapropiada es importante para prevenir y manejar la fragilidad. Escocia coordinó el proyecto «Estimulando el Manejo Innovador de la Polifarmacia y la Adherencia en los Ancianos» (Stimulating Innovation Management of Polypharmacy and Adherence in the Elderly [SIMPATHY]) cofinanciado por la Unión Europea. Este proyecto definió como «polifarmacia apropiada» aquella en la que los medicamentos se prescriben con el propósito de conseguir objetivos terapéuticos específicos acordados con el paciente; los objetivos terapéuticos se consiguen en ese momento o existe una posibilidad razonable de que se puedan conseguir en el futuro; los medicamentos se han optimizado para reducir las reacciones adversas a ellos, y el paciente está motivado y dispuesto a tomar los fárma­ cos como se han prescrito. La Joint Action ADVANTAGE de la Unión Europea (DGSanté) ha identificado la necesidad de investigar en estrategias efectivas para manejar la polifarmacia y en la evaluación robusta de los beneficios clínicos para los pacientes y el valor para el sistema. Estrategias de cambio comprensivas deberían planificarse para la sostenibilidad y deberían incluir una traslación del conocimiento y herramientas de apoyo adecuadas en los contextos locales, accesibles para profesionales y pacientes. En ausencia de evidencia definitiva, algunas guías sugieren priorizar a las personas frágiles o mayores de 75 años a las que se les prescriben diez o más fármacos, incluido uno de alto riesgo. Escocia introdujo una aproximación basada en la evidencia sobre la polifarmacia, apoyada por una guía sobre cómo realizar las revisiones de medicamentos en pacientes con múltiples morbilidades y/o fragilidad. Esto incluye: • Ayudas para la decisión clínica y tablas de eficacia de fármacos para el proceso de toma de decisiones informado. • Casos clínicos que ayuden a aprender cómo manejar a los pacientes con polifarmacia. • Indicadores enlazados con la práctica clínica de los GP que ayuden a identificar a los pacientes para priorizar la revisión; por ejemplo, aquellos con función renal alterada. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 146 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo • Guías sobre como suspender/retirar medicamentos que pueden causar daño al paciente. • Guías para los días con enfermedad (intercurrente) que pueden ser adaptadas a los pacientes. • Herramientas de apoyo a la decisión disponibles para pacientes en una app, para ayudarles a discutir con sus médicos sobre las opciones terapéuticas. • Una guía sobre lo que puede ser discutido como parte del proceso de revisión de medicamentos, y sobre las preguntas que el paciente puede querer formular para facilitar la toma de decisiones compartida. La implementación exitosa requiere un abordaje interdisciplinar ayudado por guías que detecten a las personas que precisan un abordaje más holístico en la prescripción y los cuidados farmacéuticos. Es necesario entrenar a los médicos de atención primaria en el manejo experto de la multimorbilidad y la complejidad clínica, y empoderar y apoyar a las personas a hacer elecciones informadas sobre los beneficios o los problemas de los fármacos, para mejorar la toma de decisiones compartida y la adherencia. Se espera que la revisión de la polifarmacia ofrezca beneficios directos a largo plazo debido a la reducción en el consumo y en el coste de las medicinas prescritas, y beneficios económicos indirectos derivados de un menor contacto con los profesionales sanitarios y menos hospitalizaciones no programadas debidas a reacciones adversas a medicamentos. MANEJO Y PREVENCIÓN DE LAS CAÍDAS El programa nacional de caídas tiene recursos para mejorar los cuidados y el apoyo a las personas que se caen o están en riesgo de caerse. Están disponibles en http://www.fallscommunity. scot.nhs.uk, e incluyen la Vía nacional para la prevención y manejo de las fracturas por fragilidad (Up and About national pathway for comprehensive, co-ordinated and person-centred Prevention and Management of Falls and Fragility Fractures). El programa emplea una aproximación en tres niveles: • Nivel 1: diálogo guiado para identificar a personas que se han caído, están en riesgo de caerse y se pueden beneficiar de apoyo y/o intervención. • Nivel 2: proceso de cribado de riesgo de caídas multifactorial para guiar el manejo individualizado. • Nivel 3: valoración por especialista para implementar la intervención individualizada. La herramienta de valoración multidimensional para las caídas se ha adaptado para que esté disponible para los equipos de atención primaria y que puedan desarrollar valoraciones comprensivas comunitarias e intervenciones individualizadas para la fragilidad. Los proyectos de caídas han probado acciones y herramientas en ámbitos particulares: • El servicio de ambulancias escocés colaborativo está mejorando las vías prehospitalarias de caídas y fragilidad, con el objetivo de reducir la tasa de transporte al hospital de mayores que se han caído o se han herido. En su lugar, el personal de las ambulancias remitirá a los pacientes a los servicios comunitarios para su valoración y posterior apoyo en su domicilio. • El Proyecto nacional en residencias (Up and About in Care Homes national project) trabajó con 35 instituciones en tres áreas de Escocia y redujo las caídas en un 50% en las residencias que participaron durante 18 meses. • El programa Go for Gold se ha diseñado para estimular a los profesionales de las residencias y a los residentes a involucrarse en programas regulares de actividad física. • El recurso Cuidados sobre la actividad física (Care About Physical Activity) ofrece apoyo para permitir escoger ser activas cada día a las personas que reciben cuidados. El proyecto se está desarrollando en 8 de las 31 áreas de Es­ cocia y puede implementarse en el domicilio, con las auxi­ liares de ayuda a domicilio, en centros de día o en las resi­ dencias. EL MANEJO DE LAS TRANSICIONES EN LA ATENCIÓN Cuando los mayores que combinan deterioro físico, cognitivo y funcional experimentan una reagudización en sus condiciones, precisan una valoración comprensiva urgente y el apoyo de diferentes profesionales de distintas agencias o proveedores. Tradicionalmente, muchos eran derivados a urgencias y hospitalizados, y estaban en riesgo de desarrollar complicaciones como infecciones, caídas, delírium y malnutrición. Habitualmente tenían estancias prolongadas, un mayor riesgo de reingreso y de institucionalización. Las estancias hospitalarias prolongadas una vez finalizados los tratamientos o la institucionalización prematura son dos resultados malos para las personas y el sistema. El marco de trabajo nacional escocés para los cuidados intermedios (Scotland’s national framework for intermediate care) describe los cuidados intermedios como un continuum de servicios comunitarios integrados destinados a la valoración, tratamiento, rehabilitación y apoyo a los mayores y adultos con condiciones crónicas de salud, en momentos de transición en su salud y en sus necesidades de soporte. Estos servicios ofrecen alternativas a la hospitalización urgente, apoyan las altas hospitalarias en su momento, promueven la recuperación y el retorno a la independencia y previenen la institucionalización prematura. Los cuidados intermedios están enfocados hacia la rehabilitación, recapacitación y recuperación en el domicilio, si esta es segura y apropiada. Algunas personas, particularmente las que viven solas o necesitan alternativas residenciales o adaptaciones mayores domiciliarias, pueden beneficiarse de un periodo de cuidados intermedios en una residencia o en un hospital de la comunidad para dar tiempo, y un entorno adecuado, a que la persona recobre la confianza y la independencia para evitar la institucionalización definitiva prematura. Al revés que el manejo crónico del caso, esta intervención es limitada en el tiempo y está realizada por un equipo multiprofesional y con la participación de varias agencias con la necesaria experiencia para manejar las necesidades complejas a través de procesos que permitan la continuidad de los cuidados, eviten la indefinición en los roles y mejoren la confianza en las relaciones y las oportunidades entre los profesionales de booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 17 Cuidados de salud y sociales para el anciano en Escocia rotar entre los equipos y los dispositivos. Los equipos adoptan un abordaje recuperador y de recapacitación en la provisión de servicios en el domicilio, diseñado para permitir recuperar la independencia. Esto mejora el autocuidado, el manejo en el domicilio, la movilidad, y aumenta la posibilidad de permanecer en el domicilio. El Institute for Research in Social Services revisó la evidencia de la efectividad de los servicios de recapacitación, y los elementos clave fueron: • La recapacitación es una alternativa efectiva y coste-efectiva a la institucionalización tradicional. • Las evaluaciones han demostrado mejoría en la salud y niveles más elevados de satisfacción. • La recapacitación funciona mejor cuando los profesionales están completamente entrenados, reciben apoyo constante, las visitas son flexibles en frecuencia y duración y se trabaja en equipos multidisciplinares. • La transferencia de la provisión de servicios desde las autoridades locales a los proveedores independientes debe ser llevada a cabo de manera cuidadosa para minimizar disrupciones a los usuarios. HOSPITALIZACIÓN A DOMICILIO Si se necesitan cuidados médicos y de enfermería más intensos, por ejemplo por una infección, hidratación o antibioterapia intravenosa, que normalmente hubieran requerido una hospitalización, se puede prestar apoyo por especialistas expertos en hospitalización a domicilio (H@H). Esto supone un episodio de atención aumentada, limitado en el tiempo, de días a semanas, que supone una alternativa a la hospitalización convencional. La atención es supervisada por un especialista o un GP con experiencia. La mayoría de los sistemas están desarrollando esta hospitalización domiciliaria especializada. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. HOSPITALES COMUNITARIOS Un hospital comunitario en Escocia es un dispositivo de salud típicamente con menos de 60 camas, aunque hay unos pocos con más de 60. Estos hospitales pueden ser la base de servicios comunitarios como: • Atención a ingresados agudos por parte del GP. • Atención a ancianos ingresados. • Rehabilitación. • Cuidados al final de la vida. • Consultas externas y tratamientos de heridas leves. • Diagnósticos. • Partos. Los hospitales comunitarios no disponen de departamentos de urgencias ni realizan cirugías complejas. Sin embargo, en áreas rurales algunos son designados como non-bypass hospitales comunitarios, que prestan atención las 24 horas del día durante 365 días al año a urgencias y accidentes, incluyendo la estabilización de pacientes antes de su derivación a servicios de urgencias de hospitales más grandes. Otras definiciones pueden consultarse en: http://community hospitalsresearch.org.uk/. 147 ATENCIÓN SANITARIA A LOS MAYORES EN LOS HOSPITALES DE AGUDOS La mayoría de los hospitales en Escocia tienen plantas dirigidas por especialistas en valoración comprensiva, manejo especializado interdisciplinario y rehabilitación de personas mayores. Healthcare Improvement Scotland (Mejoría de la salud en Escocia) ha desarrollado estándares de calidad nacionales para el manejo efectivo y basado en la evidencia de la atención sanitaria a los mayores frágiles y con necesidades complejas en el hospital. Los estándares se centran en una valoración inicial y en cuidados más complejos (rehabilitación, cuidados transicionales y planificación del alta), así como en la mejoría de la calidad y en la evaluación profunda. Los estándares ponen de manifiesto los siguientes puntos: • Los mayores hospitalizados tienen la oportunidad y son estimulados a discutir sus necesidades y preferencias, incluyendo las personas que desean que se encarguen de sus cuidados. • Los mayores hospitalizados deben ser tratados con dignidad y privacidad, particularmente en aspectos relacionados con la comunicación, la exploración física y las actividades de la vida diaria. • Los mayores hospitalizados deben estar involucrados en las decisiones sobre su atención y sus tratamientos. • Los mayores hospitalizados deben recibir una primera valoración al ingreso que identifique sus necesidades de salud actuales y cualquier circunstancia que les predisponga a aumentar el riesgo de presentar algún daño a su salud, así como dónde es más adecuado que reciban el tratamiento y la atención. • Los mayores frágiles deben tener rápido acceso a una VGI y a un manejo por un equipo especialista. • La atención farmacéutica contribuye a la seguridad en la prestación de cuidados a los mayores hospitalizados. • Los mayores hospitalizados deben tener su estado cognitivo valorado y documentado. • Los mayores hospitalizados que presentan un episodio de delírium deben recibir una valoración, tratamiento y manejo adecuados. • Los mayores hospitalizados y con diagnóstico confirmado o de sospecha de demencia deben recibir cuidados con alto nivel de calidad. • Los mayores hospitalizados con diagnóstico confirmado o de sospecha de depresión deben ser manejados y recibir las intervenciones necesarias para minimizar el declinar y contribuir a una rápida recuperación. • Los mayores hospitalizados deben recibir una valoración del riesgo de caídas en las primeras 24 horas, y se deben implementar las medidas necesarias para reducir riesgos. • Los mayores hospitalizados deben tener acceso a los servicios de rehabilitación en tiempo, y de manera accesible y centrada en la persona. THINK FRAILTY Para apoyar la consecución del estándar «acceso temprano a la VGI por un equipo especialista», Healthcare Improvement Scotland desarrolló la herramienta de cribado Think frailty booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 148 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo (piensa en la fragilidad). No se trata de una herramienta diagnóstica, pero sirve como una guía sencilla para identificar a personas que se pueden beneficiar de una VGI. Los criterios están basados en la presencia de (acrónimo FRAIL): • Funcional deterioro en el contexto de múltiples condiciones significativas (nuevas o preexistentes). • Residente en una institución. • Aguda o crónica confusión empleando la herramienta 4AT. • Inmovilidad o caídas en los últimos 3 meses. • Lista de seis o más fármacos (polifarmacia). La herramienta Think frailty ha sido ampliamente adoptada o adaptada casi en todos los hospitales de agudos en Escocia. Muchos hospitales han introducido nuevos roles profesionales como las «enfermeras de fragilidad», «enfermeras valoradoras en urgencias» o «enfermeras de atención aguda a ancianos». Su papel es coordinar la valoración, la recogida de datos de la historia y el trabajo multidisciplinar, para asegurar así que el especialista en medicina geriátrica y los profesionales implicados estén al alcance de los departamentos de urgencias para iniciar la VGI y derivar a los mayores frágiles al domicilio con el adecuado soporte o ingresarlos en las camas de atención especializada adecuadas. Un informe de Think frailty describe el impacto de cambiar las vías de atención sanitaria de cuatro de los hospitales involucrados en el programa de mejoría de la atención sanitaria aguda del Healthcare Improvement Scotland. Unos cuantos temas comunes apuntalan el éxito del trabajo: • Herramienta de cribado fácil de usar. • Equipo de trabajo. • Intervención precoz por parte de tomadores de decisiones sénior. • Comunicación. • Demostrar resultados y costes ahorrados. PREVENCIÓN DEL DECLINAR FUNCIONAL El concepto de «decondicionamiento» en mayores frágiles en el hospital se reconoce y se recoge en programas nacionales y locales y en campañas para implementar medidas preventivas tempranas al ingreso hospitalario, y así prevenir el deterioro asociado a la hospitalización. Es misión de todos animar al paciente a «sentarse, vestirse y moverse», ya sean médicos, enfermeras, profesionales de la salud, auxiliares, celadores o familiares. En 2005, el University Hospital of North Midlands comenzó su programa Sit up, Get Dressed, Keep Moving (sentarse, vestirse y moverse): campaña de prevención y alerta ante el síndrome de decondicionamiento. Los recursos habían sido avalados por la British Geriatrics Society y se pueden descargar. Desde entonces, esta campaña se ha ligado a otra campaña para acabar con la «parálisis del pijama» o PJparalysis, avalada por las supervisoras de enfermería a lo largo del Reino Unido y basada en una campaña nacional denominada #endPJparalysis, que pretende mejorar los últimos 1.000 días de los mayores frágiles. RECUPERACIÓN MEJORADA La prevención del decondicionamiento se alinea con el programa de recuperación mejorada (Enhanced Recovery), una aproximación basada en la evidencia que ayuda a las personas a recuperarse de manera más rápida después de una cirugía mayor. En el contexto de la fragilidad, este programa es especialmente relevante en las fracturas de cadera y en la rehabilitación ortogeriátrica, para las que existen estándares de calidad y auditorías nacionales en cada una de las cuatro regiones del Reino Unido. Han sido desarrolladas e implementadas de manera conjunta por traumatología, medicina de urgencias y la British Geriatrics Society. Los estándares nacionales en Escocia están apoyados por una auditoría nacional de la atención a pacientes que han tenido una fractura de cadera. La mayoría de los hospitales han introducido la figura del coordinador de altas, y publicaciones destinadas a coordinarse con los cuidados intermedios y los servicios comunitarios. Estos facultativos coordinan los planes de alta de los pacientes que tienen necesidades complejas de soporte. La clave para el éxito es establecer comunicaciones y relaciones efectivas con los equipos locales comunitarios, incluyendo trabajadores sociales, enfermeras de área, profesionales de la salud implicados, proveedores de servicios a domicilio, teleasistencia y provisión de ayudas técnicas en domicilio. Solo un número pequeño de mayores frágiles seguirán necesitando atención hospitalaria. Las guías nacionales se aplican a personas cuyas necesidades de cuidados a largo plazo no pueden ser satisfechas fuera del hospital y que requieren atención sanitaria compleja hospitalaria. INSTITUCIONALIZACIÓN A LARGO PLAZO El perfil de la atención residencial ha cambiado en las últimas décadas, en respuesta a políticas destinadas a promover los cuidados a largo plazo en el domicilio, ya que es lo que las personas quieren y da un valor añadido. La mayor disponibilidad de cuidados intermedios ha reducido las estancias hospitalarias y la dependencia de la hospitalización a largo plazo o la institucionalización. El número de camas de larga estancia geriátricas y psiquiátricas en Escocia se ha reducido en más de un 50% en los últimos 10 años, a pesar de un incremento en la población mayor de 80 años del 20%. Por el contrario, ha habido un incremento del 23% en el número de mayores de 65 años que han recibido al menos 10 horas de atención domici­ liaria semanal desde 2006. El número de mayores de 65 años en cuidados de larga estancia domiciliarios se ha mantenido más o menos estable en alrededor de 30.000 personas. La mayoría de estos cuidados domiciliarios son prestados por el sector independiente, y solo unos pocos son prestados por el sector público o el voluntariado. Los cuidados domiciliarios pueden consistir en cuidados de larga duración (estancia media alrededor de 17 meses), respiro durante unas pocas semanas para dar un descanso al cuidador, o cuidados intermedios de corta duración. Las tarifas de los cuidados domiciliarios se describen en el Contrato nacional de cuidados sociales (National Care Home Contract [NCHC]) que se negocia anualmente entre la Convention of Scottish Local Authorities [COSLA]) y Scottish Care que son los representantes del sector de cuidados domiciliarios independientes. Por ejemplo, en el año financiero 2015/16, si los pacientes tenían un capital (incluyendo ahorros y propiedades) inferior a 16.250 libras, la booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 17 Cuidados de salud y sociales para el anciano en Escocia atención domiciliaria era pagada al 100% por fondos públicos; entre 16.250 y 26.250 libras hubieran tenido que pagar una parte de su atención, y por encima de 26.250 libras se deberían pagar por completo su atención domiciliaria, a excepción de la atención personal y de enfermería que está cubierta por completo por los ayuntamientos. COMPLEJIDAD Y DEPENDENCIA Alrededor del 62% de los pacientes institucionalizados tienen demencia, y la dependencia ha ido aumentando. Por ello, muchos proveedores de cuidados sanitarios y sociales han establecido servicios de enlace especializados que proporcionan apoyo de enfermería especializada, fisioterapia, salud mental, atención dietética, farmacia y cuidados paliativos a los profesionales de las residencias en aspectos como nutrición, úlceras por presión, prescripción farmacológica, reducción de caídas, manejo de la demencia y del delírium y cuidados al final de la vida. ESTÁNDARES DE CALIDAD © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Los National Health and Care Standards son un nuevo conjunto de estándares de cuidados sociales y de salud construidos alrededor de cinco principios jerárquicos: compasión, atención sensible y apoyo, bienestar, inclusión y dignidad y respeto. Además, están basados en cinco titulares de resultados: • Siento que los cuidados de alta calidad son buenos para mí. • Estoy completamente involucrado en todas las decisiones relativas a mi atención. • Tengo plena confianza en las personas que me cuidan. • Tengo plena confianza en las organizaciones que me prestan atención y cuidados. • Siento que el entorno es de alta calidad si la organización provee estas premisas. Estos cinco estándares están apoyados por 146 principios basados en resultados que se usan en todas las inspecciones desde abril de 2018. Las inspecciones a las instituciones se realizan de manera conjunta por el Healthcare Improvement Scotland y los inspectores de salud. Los inspectores de salud, como cuerpo regulador, tienen potestad para escalar cualquier recomendación a los requerimientos y, si es necesario, para reforzar condiciones específicas, tramitar una orden de mejora o cancelar el registro de la residencia inspeccionada. CUIDADOS PALIATIVOS Los NHS Education for Scotland (NES) y el Scottish Social Services Council (SSSC) han desarrollado un nuevo marco educacional que describe los dominios claves que son integrales para los cuidados paliativos y al final de la vida en todos los dispositivos sanitarios y sociales de cuidados. El marco educacional adopta la definición de cuidados paliativos promulgada por la OMS y aplica los Principios PANEL (Participación, Responsabilidad, No discriminación e igualdad, Empoderamiento y Legalidad) que empoderan a las personas a conocer y reclamar sus derechos humanos. 149 El marco legal destaca los conocimientos y habilidades necesarias en cinco dominios: 1. Fundamentos de los cuidados paliativos, principios y filosofía de la aproximación a los cuidados paliativos. 2. Comunicación y conversación para apoyar la toma de decisiones compartida en momentos de distrés. 3. Manejo de las pérdidas, duelo y culpas. 4. Planificación de cuidados holística con la persona, familia y cuidadores para promover la elección y el control. 5. Cuidados en los últimos días de vida. La profundidad y amplitud de los conocimientos y de las habilidades se desarrollaron de manera progresiva y creciente en los cinco dominios, y se describen para cuatro diferentes niveles de rol/responsabilidad con respecto a los cuidados pa­ liativos y al final de la vida: 1. Nivel de información: lo que se requiere para todos los trabajadores sociales y sanitarios. 2. Nivel de habilidades: lo que se requiere para los que proveen cuidados y apoyo de manera habitual a personas en cuidados paliativos y al final de la vida, sus familias y cuidadores. 3. Nivel avanzado: el requerido para los coordinadores y gestores de los cuidados. 4. Nivel de experto: el requerido por aquellos que tienen un papel de expertos especialistas en cuidados paliativos y al final de la vida. DEMENCIA Escocia escogió la demencia como una prioridad en 2007. El Programa de desarrollo y habilidades del Grupo de Trabajo para Promover la Excelencia (Promoting Excellence workforce skills and development), que incluye el desarrollo de una gran serie de recursos educativos accesibles, ha sido usado por decenas de miles de profesionales de los servicios sanitarios y sociales. Promoting Excellence también se ha incluido en programas de enfermería. Las enfermeras escocesas consultoras en Alzheimer y demencia, así como los especialistas sanitarios en demencia implicados (Allied Health Professional Dementia Consultants) trabajan como líderes sénior estratégicos en el cambio, y han ayudado a más de 600 «campeones en demencia» (Dementia Champions) entrenados para mejorar los estándares en la atención hospitalaria. Según estimaciones, en 2014 hubo 16.712 nuevos pacientes diagnosticados de demencia en Escocia. En 2020, se estima que esta cifra aumentará un 17%. El diagnóstico de demencia se hace muchas veces en edades avanzadas, coexistiendo con otras enfermedades crónicas que limitan la expectativa de vida. La tercera estrategia en demencia publicada en 2017 adquirió un compromiso con las personas con demencia avanzada, que habitualmente sufren otras comorbilidades, para afrontar los cuidados al final de la vida. El Modelo 8 pilares del Alzheimer en Escocia (Alzheimer Scotland’s 8 Pillars Model) se centra en el papel del coordinador médico en demencia, un facultativo entrenado que lidera y coordina la atención sanitaria y el tratamiento de las personas en los servicios sociales y sanitarios de la comunidad. El documento tecnológico para las personas en Escocia con demencia (The Technology Charter for People in Scotland with booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 150 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo Dementia) pretende asegurar que cualquier persona diagnosticada de demencia, así como aquellas que la cuidan, conocen y tienen acceso a una serie de nuevas tecnologías diseñadas para facilitar que las personas con demencia puedan vivir de manera segura e independiente. TECNOLOGÍA El Programa atención facilitada por la tecnología (The Technology Enabled Care Programme) coordina la inversión en infraestructuras, aumenta el ritmo de implantación local y asegura el despliegue coste-efectivo de la tecnología en la atención sanitaria. Los objetivos globales incluyen aumentar la capacidad de elección y el control de los ciudadanos, así como incrementar el número de personas en Escocia que se benefician de usar tecnología familiar para ser independientes, estar seguros y con confianza en la gestión de su salud y bienestar. El objetivo es aumentar el número de abordajes que han sido contrastados mediante cuatro líneas de trabajo: 1. Expansión de la monitorización de la salud en el domicilio y en el móvil. 2. Expansión del uso de la videoconferencia. 3. Creación del marco de trabajo de una plataforma digital nacional. 4. Expansión de la teleasistencia CUIDADORES El 1 de abril de 2018, Escocia comenzó a implementar la Carers (Scotland) Act 2016 (Acción de Cuidadores 2016), para apoyar de manera más consistente y equitativa a las cerca de 788.000 personas en Escocia que cuidan de un familiar, amigo o vecino. El valor equivalente de esta ayuda se estima alrededor de los 10,8 billones de libras. El objetivo de esta acción es asegurar que los cuidadores puedan continuar con su rol si así lo desean, y que puedan hacerlo con buena salud y con una vida al margen de sus responsabilidades como cuidadores. La «carta de los cuidadores» (Carers Charter) del gobierno escocés especifica los derechos de los cuidadores: • Plan de apoyo o declaración: el Plan de apoyo al cuidador adulto (Adult Carer Support Plan [ACSP]) o la Declaración del cuidador joven (Young Carer Statement [YCS]), que presentan los resultados que el cuidador quiere conseguir y apoyan sus necesidades. Contendrá información sobre las circunstancias del cuidador, el rol del cuidador, el tipo y alcance de los cuidados, el impacto en el bienestar y la vida diaria y consideraciones para la planificación de cuidados futuros y urgentes, incluyendo las adaptaciones en el domicilio. • Información y consejo: las autoridades locales tienen la obligación de establecer un servicio de información y consejo a los cuidadores, con acceso a cualquiera de ellos. Debe incluir información sobre servicios de respiro y descansos breves. • Declaración de servicios de descanso breves: información que ayuda a los cuidadores a saber qué ayudas están disponibles localmente y a nivel nacional, para ayudarles a disponer de descansos de los cuidados que prestan y planificar los descansos futuros. • Alta hospitalaria: las juntas de salud (Health Boards) tienen la obligación de informar al cuidador y valorar sus puntos de vista, que deben ser tenidos en cuenta, de manera razonable y práctica, antes de que a una persona que recibe cuidados se le dé el alta hospitalaria. • Puntos de vista de los cuidadores: las autoridades locales y las juntas de salud tienen la obligación de involucrar a los cuidadores y a los representantes de los cuidadores en la planificación y evaluación de los servicios. TRABAJO INTERDISCIPLINAR El trabajo interdisciplinar debe ser la norma, involucrando equipos de diferentes profesionales que trabajan de manera conjunta para dar respuesta a las necesidades de los mayores con condiciones múltiples y complejas. Muchos equipos están probando nuevas aproximaciones que difuminan los roles profesionales, expanden las miras de la atención e introducen nuevos roles. Ejemplos de los roles principales son: • Médicos de atención primaria: médicos generalistas expertos y tomadores de decisiones sénior, que manejan el caso de manera global, aportan continuidad y coordinación a los cuidados complejos en el contexto de la familia y redes sociales, y llevan el liderazgo clínico en los equipos multidisciplinarios. • Geriatras: expertos especialistas en la valoración geriátrica integral y en el manejo de mayores frágiles en el hospital, consultas externas y atención ambulatoria, así como en la relación con atención primaria, la comunidad y los cuidados intermedios. Los síndromes geriátricos clásicos son su especialidad. • Enfermeras: aportan una valoración holística y revisión de las necesidades de cuidados, así como la implementación de los cuidados centrados en la persona y planes de apoyo con pacientes y cuidadores. Las enfermeras de distrito (district nurses) pueden trabajar con las enfermeras de práctica clínica (practice nurses), con las enfermeras de salud mental (mental health nurses), con las enfermeras especialistas (specialist nurses) y con las enfermeras en el sector terciario y en el sector independiente, dentro de un equipo de enfermería comunitaria integrado que desempeña un papel importante en la planificación, provisión, manejo, monitorización y revaluación de los cuidados de las personas con necesidades de salud más complejas y necesidades de cuidados en un abanico de dispositivos comunitarios. • Médicos expertos (advanced practitioners): tienen formación a nivel de «máster» y tienen competencias en un grado superior de la práctica clínica, caracterizado por una su­ perior capacidad para tomar decisiones incluyendo la valoración, diagnóstico y tratamiento de pacientes con pro­ blemas complejos multidimensionales. • Fisioterapeutas: realizan la valoración de la marcha, equilibrio, fuerza y flexibilidad, así como los programas de rehabilitación y de ejercicio. • Terapeutas ocupacionales: facilitan la independencia en las actividades de la vida diaria y valoran las necesidades de adaptaciones, equipamiento y tecnología para mantenerse independientes en el domicilio. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 17 Cuidados de salud y sociales para el anciano en Escocia • Dietistas/nutricionistas, logopedas, podólogos, optometristas, audiólogos y psicólogos clínicos pueden estar a menudo involucrados en las valoraciones y tratamientos realizados por los equipos multidisciplinarios. • Farmacéuticos: llevan a cabo la atención farmacéutica, la revisión de la medicación y los consejos sobre la prescripción para optimizar la polifarmacia de manera apropiada y reducir las reacciones adversas. • Trabajadores sociales: realizan la valoración, la revisión de los cuidados y necesidades de apoyo y determinan la elegibilidad para recibir cuidados personales subvencionados en el domicilio o en residencias. • Psicogeriatras o psiquiatras especialistas en mayores: expertos en el manejo del delírium o de los síntomas conductuales disruptivos de la demencia. • Auxiliares de ayuda en domicilio (home-care workers): ayudan en el baño, aseo, vestido, higiene, alimentación y supervisión de la medicación en el domicilio de los mayores. Con un entrenamiento especial, algunos pueden ofrecer «recapacitación» para promover la independencia. • Auxiliares de la salud (Healthcare assistants): prestan apoyo a los cuidados personales y a las tareas principales de los cuidados de enfermería; por ejemplo, nutrición, cuidados de la piel o manejo de las continencias, bajo la supervisión de las enfermeras. • Relaciones comunitarias (community connectors): proporcionan información, apoyo y consejo para el bienestar. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. ENSEÑANZA DE LA GERIATRÍA El programa de 5 años proporciona una capacitación en todos los aspectos de la Medicina Geriátrica combinada con Medicina Interna, y una capacitación de subespecialidad en ictus, rehabilitación, caídas, ortogeriatría y geriatría comunitaria. La formación subespecializada en la comunidad incluye la experiencia en equipos de apoyo al alta precoz, reuniones de coordinación con los equipos de rehabilitación comunitaria y prácticas de apoyo domiciliario de enfermería especializada y valoración de cuidados para pacientes candidatos a cuidados continuados en el Servicio Nacional de Salud. Los residentes en formación tienen también acceso a rotaciones en cuidados paliativos, psicogeriatría y clínicas de incontinencia. Tienen la oportunidad de trabajar en hospitales comunitarios pequeños con apoyo de GP especialistas, así como rotaciones en hospitales generales y docentes. Cada residente en formación tiene un director de programa formativo (Training Programme Director) además de su supervisor de formación (Educational Supervisor). Esto les permite comentar sus necesidades de formación y las rotaciones que quieren en lugares específicos. El director de programa formativo organiza las rotaciones de los residentes en los diferentes hospitales. Normalmente, los residentes están ubicados en hospitales durante 2 años y luego rotan, pero esto está sujeto a las necesidades de los residentes y de los servicios, aunque aquellos tienen la oportunidad de expresar sus preferencias. A los residentes se les anima a que sean docentes, y tienen oportunidades para realizar esta tarea además de supervisión 151 clínica. La auditoría es una parte inherente al programa, y los supervisores de formación y los servicios de apoyo a la efectividad clínica locales (local Clinical Effectiveness support services) prestan su ayuda. Se estimula a los residentes a que realicen investigación original, y cada residente tiene un mentor en investigación (research mentor) en su centro, así como acceso a un departamento universitario de medicina geriátrica como soporte y ayuda. El programa de apoyo a la formación (supporting educational programme) cubre el currículum durante un período de 3 años, 5 días de formación en Medicina Geriátrica y otros cinco en Medicina Interna anualmente. Un día, llamado «Día de la medicina basada en la evidencia» (Evidence Based Medicine Day), permite a los residentes examinar la evidencia en preguntas clínicas específicas y presentarlas a su grupo de revisores. SOCIEDADES PROFESIONALES La British Geriatrics Society es el cuerpo profesional de médicos especialistas, enfermeras, terapeutas y otros profesionales implicados en la atención a los mayores en el Reino Unido. La página web tiene recursos formativos on-line y guías de práctica clínica y modelos de cuidados para mayores. Incluyen recomendaciones sobre atención urgente para los mayores frágiles (the Silver Book) así como sobre valoración geriátrica integral. Los temas cubren la mayoría de los retos de la Geriatría: • Caídas y valoración y tratamiento de la salud ósea. • Cuidados al final de la vida. • Depresión. • Delírium. • Incontinencia urinaria. • Problemas de movilidad. • Capacidad mental, problemas legales y tutela. • Pérdida de peso y nutrición. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA ADVANTAGE. Disponible en: www.advantageja.eu. Baker A, Leak P, Ritchie LD, et al. Anticipatory Care Planning and Integration: a primary care pilot study aimed at reducing unplanned hospitalisation. Br J Gen Pract. 2012;62(595): e113-20. Barnett KS, Mercer M, Norbury G, et al. Epidemiology of multimorbidity for health care, research, and medical education: a cross-sectional study. Lancet. 2012;380(9836):37-43. doi: 1016/ S0140-6736 (12) 60240-2. British Geriatrics Society SilverBook campaign. Retrieved on May 27, 2018 Disponible en: http://www.bgs.org.uk/silverbook/ campaigns/silverbook. Más información disponible en: https:// personaloutcomescollaboration.org. 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Disponible en: https://www.gov. uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/ file/213741/dh_128146.pdf. Más información disponible en: Life curve: https://www.adlsmartcare.com/Products/ LifeCurve, y en: http://www.isdscotland.org/Health-Topics/ Health-and-Social-Community-Care/SPARRA/. Healthcare Improvement Scotland 2015. Care of older people in hospital standards. Retrieved on May 27, 2018 Disponible en: http://www.healthcareimprovementscotland.org/our_work/ person-centred_care/resources/opah_standards.aspx. Healthcare Improvement Scotland Standards of Care for Hip Fracture Care in Scotland. Accesible en: https://www.shfa.scot.nhs.uk/_docs/2018/ Scottish-standards-of-care-for-hip-fracture-patients-2018.pdf. Hendry A, Taylor A, Mercer S, Knight P. Improving outcomes through transformational health and social care integration: the Scottish Experience. Healthc Q. 2016;19:73-9. doi:10.12927/ hcq.2016.24703. Disponible en: https://www.longwoods.com/ content/24703. 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Joy Reid Nurse Consultant: Older People, NHS Fife Objetivo: Mejorar la experiencia del paciente al promover la independencia de los pacientes frágiles en todas las puertas de entrada al hospital (Victoria Hospital Kirkcaldy) al promover vías alternativas a la hospitalización convencional y prestarles apoyo lo más cerca posible a su domicilio empleando un abordaje centrado en el paciente. El equipo identifica precozmente el deterioro de los mayores y se asegura de que se identifican las vías apropiadas para los pacientes que precisan hospitalización. Contexto: Hospital general de distrito con 490 camas de hospitalización de agudos que atiende a una población aproximada de 366.000 personas. El Servicio de Urgencias (Medical Admissions Unit) tiene 37 camas y 7 áreas de valoración con camillas (trolley Assessment Area) que atienden entre 50 y 70 ingresos médicos de urgencias a diario (aproximadamente el 65% son mayores de 65 años). Intervención – Equipo de fragilidad en la puerta de entrada (Front door Frailty Team): equipo de valoración integrado (integrated Assessment Team), que funciona entre las 07:00 de la mañana y las 19:30 de la tarde, 7 días a la semana, apoyado por un geriatra y una enfermera consultora para mayores (Consultant Nurse for Older People). El equipo integrado de 153 especialistas (skilled integrated team) incluye a un fisioterapeuta jefe de equipo (Team Lead Physiotherapist), enfermeras especializadas en fragilidad (Frailty Advanced Nurse Practitioners), fisioterapeutas especializados (Specialist Physiotherapists), terapeutas ocupacionales especializados (Specialist Occupational Therapists) y médicos asistentes a la fragilidad (Assistant Frailty Practitioners), y comparte competencias en valoración geriátrica integral y en el uso de herramientas de cribado y de valoración de fragilidad. Dos veces al día el equipo se reúne con el staff del hospital y contacta con el staff comunitario para planificar los planes de cuidados y el plan de alta seguro y efectivo al domicilio o el ingreso en camas especializadas. Resultados: Mejoría de la adherencia a las vías de atención; mejoría de la experiencia con los cuidados; disminución del tiempo de hospitalización en camas de geriatría. Reducción del 19% en la estancia media global de los pacientes dados de alta de las camas de medicina geriátrica. ASSET (AGE SPECIALIST SERVICE EMERGENCY TEAM) EN LANARKSHIRE Claire Ritchie, AHP Consultant, NHS Lanarkshire El Servicio ASSET (Age Specialist Service Emergency Team) comenzó en North Lanarkshire en febrero de 2012 a valorar, diagnosticar, tratar y dar soporte a los mayores frágiles en sus propias casas como una alternativa válida y rápida al ingre- Figura 17.2 Fragilidad como puerta de entrada. H@H, hospitalización a domicilio; ICASS, Innovators Counselling and Advisory Service for Scotland; MOE: Medicine of the Elderly booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 154 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo so urgente en los hospitales. El equipo de hospitalización a domicilio (H@H) valora y trata a personas con una amplia variedad de enfermedades agudas, entre ellas infecciones, neumonía, insuficiencia cardíaca, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, delírium o caídas, y que precisan atención sanitaria urgente o un seguimiento urgente por especialistas. El servicio es usado mayoritariamente por mayores de 75 años, aunque puede atender a pacientes por debajo de esta edad si son frágiles o están internados en residencias. El equipo no atiende a pacientes con dolor torácico agudo, ictus, enfermedad tromboembólica venosa, o una patología aguda quirúrgica o traumatológica. Cuando los médicos de familia llaman al centro de respuesta de emergencias (Emergency Response Centre [ERC]), se ofrece la opción de H@H para proporcionar los cuidados de nivel hospitalario en el domicilio del paciente si son apropiados. La adhesión de un profesional paramédico en ambulancia complementa la mezcla de especialistas del equipo y facilita las derivaciones directas desde el SAS (Specialist Age Service). El equipo funciona entre las 8 de la mañana y las 6:30 de la tarde todos los días del año. El servicio atiende a 250 pacientes nuevos cada mes. Durante 56 meses, el servicio ha atendido al 74% de 6.434 pacientes, con una edad media de 81 años, para que permanecieran en el domicilio. Tres cuartas partes de las derivaciones se hacen desde atención primaria y el resto desde los servicios de urgencias o MAU (Medical Assessment Unit) hospitalarios. Un servicio de valoración comunitaria y de rehabilitación ligado al equipo presta apoyo al alta al domicilio en aquellos casos con menor carga aguda pero que tienen necesidades de rehabilitación y no necesitan el soporte más intenso de la H@H: • Estancia media en el equipo de H@H de 5,7 días. • Los costes tienen una comparación ventajosa con respecto a la hospitalización. • Se evitan costes de ambulancia por episodio. • Mortalidad del 5% y a los 30 días del 8%, esperable para una cohorte de frágiles. • Reducción del 11% en las tasas de visitas a urgencias en el período 2011-2013 en las localidades con el programa ASSET. • Reducción en las tasas de nuevas institucionalizaciones en las localidades con el programa ASSET. • Niveles elevados de satisfacción entre pacientes y cuidadores. • Cierre efectivo de 50 camas de hospitalización en las localidades ASSET iniciales, a medida que los equipos han aumentado su capacidad de trabajo. APOYO COMUNITARIO AUMENTADO (ENHANCED COMMUNITY SUPPORT) Douglas Lowdon, Consultant Geriatrician, Tayside Consiste en la valoración multidisciplinar extensa, rehabilitación y soporte en el domicilio, y en la promoción del alta hospitalaria en el momento indicado. El equipo incluye un farmacéutico, un profesional de la salud con implicación en el programa (Allied health professional), una enfermera, sector del voluntariado, trabajador social, médico de familia y geriatras. Se basa en reuniones regulares en atención primaria para identificar a los pacientes en riesgo de acudir a urgencias, para implementar la planificación de cuidados anticipatorios (anticipatory care planning) y revisión de la medicación. En un estudio piloto desarrollado en Winter en cuatro de las áreas sanitarias con mayor número de admisiones urgentes de pacientes mayores de 65 años, y todas ellas con un número importante de residencias en el área, se evaluó la efectividad del programa. La segunda fase amplió el Enhanced Community Support a toda la localidad. Los resultados de las evaluaciones locales son los siguientes: • Reducción en la estancia media en un 26%. • Reducción de los ingresos en un 12%. • Reducción en el número medio de camas ocupadas, 19 por noche. • Aumento en el número de planes de cuidados anticipa­ torios. • Mejoría de los cuidados coordinados y del trabajo en equipo multidisciplinar. • Mejoría de la satisfacción en pacientes y cuidadores. • Mejoría en el ánimo del staff y en la satisfacción con el trabajo. • Reducción en el número de nuevas institucionalizaciones. • Reducción aproximada de 1.700 días de hospitalización entre enero de 2014 y noviembre de 2016. Los seminarios web (webinars) que describen estos modelos de atención sanitaria están disponibles en las series de webinars sobre «los cuidados integrados importan»: https://integrated carefoundation.org/ific-scotland-3. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 18 Modelos de atención sanitaria al anciano basados en la fragilidad Laura Calcaterra y Matteo Cesari INTRODUCCIÓN El envejecimiento de la población es un fenómeno que está ocu­ rriendo en todo el mundo, desde las regiones más ricas a las más pobres. Como consecuencia de las bajas tasas de natalidad y del aumento en la expectativa de vida, las pirámides demográficas están cambiando debido a los mayores avances científicos y a las mejoras en la salud pública. Se espera que el número de mayores de 60 años se habrá duplicado en el año 2050 y triplicado en 2100, aumentando desde los actuales 962 millones (13% de la población global) a 2,1 billones en 2050 y 3,1 billones en 2100. Este grupo de sujetos está creciendo de manera más rápida que cualquier otro grupo poblacional más joven. Un ejemplo curioso, consecuencia de estos hechos, ocu­ rre en Japón, el país con la tasa de envejecimiento mayor del mundo. Desde el año 2000, el número de personas con edades entre 20 y 29 años ha ido cayendo de manera drástica y sos­ tenida desde 18,3 millones a 12,8 millones. La reducción de la población activa asociada al incremento en la edad de la población ha generado grandes retos para la sostenibilidad de la estructura social. El problema es particularmente evidente en zonas rurales y suburbanas, que actualmente parecen «ciu­ dades fantasma» porque han sido abandonadas por familias jóvenes que se han trasladado a los centros económicos y han dejado zonas solo habitadas por personas mayores con dis­ capacidades y dependencias. No es una sorpresa que el gobierno japonés haya comen­ zado a promocionar apartamentos de bajo coste y puestos de trabajo para atraer de nuevo a la gente joven a estas áreas y así revitalizar la estructura social. Otro problema que supone un reto para la sostenibilidad del sistema público de salud en Japón es la demencia. Se ha estimado que en 2025 uno de cada cinco japoneses mayores estará afectado por esta enfermedad. Para ayudar a este grupo de pacientes se han desarrollado estrategias comunitarias. Por ejemplo, para registrar el elevado número de personas con demencia desaparecidas, en algunas áreas se adhieren códigos QR a la ropa de los pacientes con demencia y problemas de vagabundeo, para facilitar su iden­ tificación si se pierden. También se ofrece entrenamiento específico a residentes para convertirse en «ayudantes de la demencia» y así ayudar a despertar la concienciación e identificar a los pacientes per­ didos con demencia en la ciudad. En otras palabras, Japón ha iniciado el desarrollo y la implementación de estrategias innovadoras para registrar los nuevos retos que trae consigo el envejecimiento poblacional y el aumento de las condiciones de salud relacionadas con el envejecimiento. Esta situación no ocurre solamente en Japón. Europa se es­­ tá enfrentando a problemas similares con aproximadamente 100 millones de personas mayores de 60 años. Incluso en el Áfri­ ca subsahariana, que tiene la población más joven del mundo, el número de personas mayores de 60 años aumentará desde 46 millones a 147 millones entre 2015 y 2050. Este escenario de cambio demográfico requiere modificaciones paralelas en los sistemas de atención sanitaria, para garantizar que los cuidados adecuados se ofrezcan a estas nuevas poblaciones de personas mayores y más complejas. De hecho, sin una revisión de los paradigmas antiguos, los sistemas de salud están en riesgo de colapsar, sobrepasados por la complejidad clínica y social de los pacientes para los que simplemente no está diseñada. En efecto, y a diferencia del pasado, la mayoría de los pacientes remitidos actualmente a los servicios clínicos se caracterizan por: a) con­ diciones clínicas crónicas múltiples que interactúan de manera sinérgica y b) aspectos sociales. Además, al impedirse la aplicación de la medicina basada en la evidencia y los paradigmas tradicio­ nales debido a la exclusión de los ancianos de los ensayos clínicos, que aún perdura, estas características hacen que la estructura de los dispositivos asistenciales intra- y extrahospitalarios sea inadecuada para el direccionamiento de las nuevas necesidades. Debido a la necesidad de rediseñar nuestros sistemas de salud o fundaciones libres de paradigmas obsoletos de la medi­ cina tradicional, como el concepto discutible de la enfermedad «única» o decisiones tomadas exclusivamente en función de la edad cronológica del individuo, se han propuesto nuevos modelos en los últimos años. Particularmente, ha resultado crucial el acercamiento a la biología de las personas mayores, distinguiendo aquellos que necesitan cuidados adaptados en lugar de los modelos tradicionales, centrando el foco de las intervenciones médicas en la persona en lugar de en la enfer­ medad. En este contexto hay que prestar especial atención al concepto emergente de fragilidad. FRAGILIDAD: DEFINICIÓN La fragilidad es una condición geriátrica de gran relevancia en nuestra envejecida sociedad. Puede definirse como un sín­ drome médico con múltiples causas y contribuyentes, carac­ terizado por una disminución de la reserva biológica, que tiene como consecuencia una reducción en la fuerza, la resis­ tencia y la función. La fragilidad aumenta la vulnerabilidad 155 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 156 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo de los individuos y los expone a un aumento del riesgo de resultados de salud negativos, que incluyen la hospitalización la dependencia y la muerte. Desafortunadamente, aunque existe un amplio acuerdo sobre las bases teóricas de la fragilidad, existe gran debate acerca de los instrumentos para medir esta condición. En los últimos años, se han desarrollado y valida­ do más de 60 instrumentos diferentes para determinar el estado de fragilidad. En ausencia de un patrón de referencia, esto está generando confusión y ambigüedad. Más aun, a menudo se pasa por alto y se infraestima el hecho de que estos instrumen­ tos son mayoritariamente herramientas de cribado. Aunque algunos de ellos se supone que describen un cierto «fenotipo de fragilidad», la detección de este aspecto clínico a menudo no sirve para nada si no se encaja en un adecuado marco de aten­ ción sanitaria. Hoy en día está ampliamente aceptado que los resultados de estas herramientas están integrados en el sentido común y en el sentido clínico de los geriatras para conseguir el objetivo final que es el de diseñar un plan de intervención multidisciplinar centrado y elaborado para cada persona. Un concepto que es importante recalcar es que fragilidad no es sinónimo de dependencia o multimorbilidad. La vulne­ rabilidad extrema de un individuo determinada por la pérdida de la homeostasis supera a la tradicional manera cronológica de definir a la persona mayor. Al mismo tiempo, el reconoci­ miento de la fragilidad como una condición de agotamiento biológico, automáticamente la convierte en una diana ideal para intervenciones preventivas. En efecto, la identificación de la fragilidad en una persona, independientemente de su edad, puede activar un modelo de atención específico, des­ tinado a detectar las causas de la vulnerabilidad, midiendo las reservas residuales y diseñando una intervención adaptada a cada persona. En última instancia, la identificación de la fragilidad permitirá fortalecer la biología de los individuos y maximizar su función. No es sorprendente que gran parte de la literatura especifica en fragilidad haya considerado esta condición como un estado prediscapacidad que es reversible y susceptible de intervenciones. Es un estado dinámico, ya que no sigue una trayectoria lineal ni fácilmente predecible, y ha modificado el abordaje geriátrico de la población, orientándose hacia la importancia de la prevención. La Unión Europea ha destacado repetidamente la importancia de detectar la fragilidad, dado que también es una causa de alto consumo de recursos públicos de salud. Más aún, la fragilidad tie­ ne hoy día un papel principal en muchas especialidades médicas diferentes de la geriatría, como la cardiología, la especialidad de enfermedades infecciosas, la oncología o la anestesiología. Estas especialidades están considerando cada vez más el desarrollo de su práctica hacia modelos multidisciplinares y multidimensiona­ les de cuidados para el manejo de una población de individuos frágiles entre sus pacientes cada vez mayor. NECESIDAD DE NUEVOS MODELOS Con el envejecimiento poblacional, hay un mayor riesgo de enfermedades crónicas y de dependencia, para el cual los modelos actuales de atención sanitaria no están preparados. Cuando a poblaciones geriátricas se aplican instrumentos que inicialmente fueron desarrollados para pacientes jóvenes, existe el riesgo de equivocar el perfil de riesgo de los mayores y excluir a pacientes de tratamientos efectivos o prescribir numerosos fármacos y procedimientos potencialmente dañinos. FRAGILIDAD Y VALORACIÓN GERIÁTRICA INTEGRAL En 2013, un consenso internacional informó que la fragilidad debe ser identificada de manera sistemática en los mayores de 70 años para promover una aproximación más holística a su atención y mejorar el diseño de planes de intervención. Estas recomendaciones se realizaron basándose en un cuerpo de evi­ dencia bien establecido que apoyaba el empleo de la valoración geriátrica integral (VGI) en el manejo de los mayores frágiles. La VGI es un proceso diagnóstico y de tratamiento multidis­ ciplinar que identifica las limitaciones médicas, psicosociales y funcionales de las personas mayores frágiles para realizar un plan de intervención. Desafortunadamente, la VGI tiene dos problemas principales: a) requiere tiempo, entrenamiento del personal e infraestruc­ turas adecuadas y b) existen pocos geriatras para poder realizar una implementación amplia y sistemática de este modelo. Este último problema solo puede ser resuelto adaptando un sistema universal dirigido a las nuevas necesidades de nuestra sociedad envejecida, promoviendo la educación en aspectos geriátricos. FRAGILIDAD Y LA RED INTER-RAI En este momento es necesario establecer la diferencia entre la VGI basada en herramientas de «primera generación» y las que se consideran herramientas más evolucionadas. La primera, que se desarrolló desde los orígenes de la medicina geriátrica, habitualmente emplea herramientas aisladas y realiza una aproximación a los individuos de una manera unidimensional. Herramientas como las actividades de la vida diaria (AVD), actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD) o el Mini­ mental State Examination (MMSE) son todavía importantes y relevantes. Sin embargo, sus resultados solo muestran un aspecto del complejo fenómeno de la fragilidad, en concreto en estos casos, la función física o cognitiva. En algún momento se adquirió conciencia de que la informa­ ción recogida durante la práctica clínica necesitaba estar mejor integrada, para presentar mejores resultados capaces de describir de manera holística al individuo. Al final de los años ochenta, el gobierno de los Estados Unidos solicitó a la National Academy of Sciences y al Institute of Medicine que examinara la calidad de las residencias e informara acerca de cómo podría mejorarse la regulación de estas residencias. Lo que en aquel momento se solicitó de manera empírica fue una valoración comprensiva objetiva y estandarizada de cada residente. La estandarización de la valoración debería mejorar la calidad de los cuidados que se ofrecen a los individuos, así como una mejor ubicación de los recursos en las residencias. El primer instrumento que se puso en práctica fue el Resident Assessment Instrument Minimum Data Set (RAI-MDS), una herramienta de valoración obligatoria para las personas institucionalizadas en Estados Unidos. Esa fue booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 18 Modelos de atención sanitaria al anciano basados en la fragilidad la primera herramienta de «segunda generación» de VGI. El sistema Inter-RAI se ha ido desarrollando con el tiempo. Pos­ teriormente, se crearon otros instrumentos para diferentes dis­ positivos, como la atención domiciliaria, los cuidados de agudos, la comunidad, los dispositivos de paliativos y salud mental, de acuerdo con el mismo modelo. La principal característica de estas herramientas es que los múltiples ítems recogidos por los profesionales de la salud interactúan entre ellos. La idea del Inter-RAI es que la unión de la información clínica precisa, en un formato común entre diferentes sectores y países, podría aumentar tanto el bienestar de las personas frágiles como la distribución eficiente y equi­ tativa de los recursos. En efecto, al combinar la información generada por la valoración de múltiples dominios, fue posible adoptar un abordaje más comprensivo de los individuos e identificar las condiciones y factores de riesgo ocultos en las evaluaciones unidimensionales. Los instrumentos Inter-RAI difundidos de manera más amplia para los mayores frágiles son el Inter-RAI Home Care Assessment (HC) y el Long Term Care Facilities (LTCF). Es evidente que el uso sistemático de estos instrumentos en diferentes dispositivos asistenciales implícitamente permite: a) el entrenamiento de los profesionales de la salud y de los cuidados sociales en la evalua­ ción comprensiva de los mayores, b) promover la difusión de la importancia de conceptos claves en la práctica geriátrica, c) facilitar la integración de los cuidados y un abordaje multidis­ ciplinar a los mayores y d) desarrollar auditorías económicas y de calidad de cuidados por las autoridades de salud pública con el objetivo de mejorar la ubicación de recursos y cuidados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. FRAGILIDAD EN EL REINO UNIDO En el Reino Unido, el índice de fragilidad electrónico (Elec­ tronic Frailty Index [eFI]) se diseñó en la universidad de Leeds bajo la coordinación de Andrew Clegg y se introdujo en la práctica clínica de atención primaria por ley en julio del 2017. Desde entonces, el instrumento está disponible para ser com­ pletado por cada médico de familia (General Practitioner, GP) en el Reino Unido. Permite la identificación proactiva de la fragilidad, mide el perfil de riesgo de los individuos, apoya las decisiones clínicas, y unos resultados anormales abren la puerta a intervenciones preventivas posteriores. Más concretamente, el eFI se basa en la computación de 36 déficits, que incluyen signos clínicos, síntomas, enfermedades y discapacidades observadas por el médico de familia durante su valoración rutinaria y registradas en la historia electrónica del paciente. La puntación global del eFI se calcula siguiendo el diseño de acumulación de déficits propuesto por Rockwood y Mitnitski, que es la relación entre el número de déficits que se tienen y 36 (el número considerado de déficits). Así, los médicos de familia pueden diferenciar a aquellos pacientes que están robustos de los que tienen fragilidad leve, moderada o grave. De esta forma, es posible estimar el riesgo individual de resultados de salud adversos, como institucionalización, hospitalización, estancias medias prolongadas o mortalidad. Una puntuación anormalmente alta requiere una posterior evaluación cuidadosa por el médico de familia, al que se le pide que realice una serie 157 de intervenciones basadas en la evidencia, como revisión de la medicación, evaluar la necesidad de un plan específico para la prevención de caídas, derivar al paciente a una evaluación clínica en un nivel secundario o valorar el ortostatismo. A pro­ pósito del eFI, el Dr. Clegg dijo que «la implementación del eFI como una parte de la práctica clínica habitual en atención primaria podría ayudar a mejorar la atención a los mayores frágiles a través de una aproximación holística a sus condiciones de salud, acelerar las derivaciones y la demanda de servicios a las autoridades locales y el voluntariado». El eFI nace de una base previamente establecida por la British Geriatrics Society (BGS), que lanzó las primeras reco­ mendaciones para el manejo de la fragilidad en mayores de la comunidad. Efectivamente, en 2014, la BGS publicó un documento titulado Fit for frailty. Su objetivo fue presentar los mensajes clave a los profesionales de los servicios sociales y sanitarios acerca de la condición de fragilidad y describir un escenario hipotético para identificar sujetos en riesgo aumen­ tado de discapacidad antes de que fuera demasiado tarde. El modelo propuesto se centró en una evaluación de cribado adoptando varias herramientas validadas para identificar al individuo que posteriormente sería candidato a ser examinado por un equipo multidisciplinario dentro de un modelo de atención basado en la VGI. Por razones de coste-efectividad evi­ dentes, no se apoyó el cribado sistemático de la población. En contraposición, la BGS propuso emplear los contactos de las personas mayores dentro del sistema de salud y social como una oportunidad para el cribado. Más allá de la activación del circuito que proponía la VGI cuando era necesaria, el proceso también asumió una perspectiva formativa para el sujeto que se introducía en el contexto novedoso de fragilidad. FRAGILIDAD EN LOS ESTADOS UNIDOS En los EE. UU., más concretamente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Saint Louis, el Dr. John Morley ideó y desarrolló la valoración geriátrica rápida (Rapid Geriatric Assessment [RGA]). El modelo fue inicialmente implemen­ tado en los dispositivos locales de atención primaria, para apoyar a los médicos de familia en la detección temprana de síndromes geriátricos. En este caso, el objetivo fue ligeramente diferente del de Toulouse. Aquí, la ausencia de geriatras fue el desencadenante, y los investigadores querían sembrar algún conocimiento geriátrico en un dispositivo sobrepasado por la cantidad de personas mayores. En otras palabras, dado que los geriatras son muy pocos para manejar el elevado número de personas mayores, entrenemos a los médicos de familia en los conceptos más importantes de la medicina geriátrica. Al menos démosles algunos consejos sobre los signos que son particularmente preocupantes al ser potenciales desa­ rrolladores de síndromes geriátricos y de la cascada de la dis­ capacidad. En solo 5 minutos se pueden cribar cuatro sín­ dromes geriátricos empleando la herramienta FRAIL, que consiste en cinco preguntas, la «F» de fatiga, la «R» de resis­ tencia, la «A» de aeróbico, la «I» de enfermedades (Illnesses) y la «L» de pérdida de peso (Lost weight). Una o dos respuestas positivas se caracterizan como prefrágil y tres o más como booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 158 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo frágil. Este cuestionario ha sido validado en Europa, Australia, Asia, EE. UU. y en México, y ha demostrado tener similar sensibilidad y especificidad al fenotipo de fragilidad físico de Fred y a la escala de multimorbilidad de Rockwood. Una escala similar denominada Frail-NH se implementó en residencias y demostró tener una buena capacidad predictiva de fragilidad. Otras herramientas que son parte del RGA son el SARC-F para sarcopenia, el SNAQ para anorexia y el Rapid Cognitive Screening. Una vez que se obtienen los resultados, el modelo está diseñado para proporcionar consejos inmediatos y recomendaciones para intervenciones de primer nivel. Por ejemplo, la detección de fatiga propone la investigación de apnea del sueño, hipotensión, depre­ sión, hipotiroidismo, déficit de vitamina B12 y anemia. LA FRAGILIDAD COMO UNA CONDICIÓN DE PREDISCAPACIDAD Y DIANA DE ESTRATEGIAS PREVENTIVAS CONTRA LA PÉRDIDA FUNCIONAL Como ya se ha mencionado, en la literatura específica la fra­ gilidad se ha considerado habitualmente una condición de prediscapacidad. Revertir las discapacidades y la dependencia una vez que se han establecido en las personas mayores es muy difícil. Por esta razón, muchos investigadores y clínicos han promovido una visión de la fragilidad como una disrupción biológica del individuo, susceptible aún de ser revertida cuando se adoptan medidas adecuadas. Por ello, en los últimos años se han desarrollado diferentes estrategias preventivas contra la fragilidad con el objetivo específico de actuar en la comunidad para: a) identificar a los individuos en riesgo de experimentar la cascada de la discapacidad y b) ofrecer intervenciones indi­ vidualizadas, basadas ampliamente en modificaciones de los estilos de vida para conseguir un envejecimiento saludable. Es importante recordar que el primer nivel para prevenir la discapacidad en los mayores es ser conscientes de ello. Hay una demanda creciente de servicios de atención sanitaria para mayores clínicamente complejos, una población en la que la aplicación de los algoritmos de decisiones estándar y la evidencia constituye un reto frecuente, por la falta de esta en los sistemas de atención sanitaria actuales, ya que están diseñados para pacientes más jóvenes con enfermedades agudas únicas. Por ello, hay una necesidad de cambiar los modelos de cuidado tradicionales cen­ trados en la enfermedad a unos abordajes individualizados más comprensivos de atención sanitaria, a medida que la proporción de población mayor aumente espectacularmente y el número de personas que necesiten cuidados de larga duración en países de todos los niveles de desarrollo se incremente. nario compuesto por geriatra, enfermeras, trabajadora social, neuropsicólogo, entrenador de actividades físicas y nutricionista evaluaban el riesgo de discapacidad individual en pacientes referidos por los médicos de atención primaria locales. Para instaurar este sistema que ayuda a los médicos de familia en el manejo de los individuos frágiles, Gérontôpole colaboró de manera cercana en su diseño con el Departamento de Medicina General de la Universidad de Toulouse y las autoridades regio­ nales de salud (Agentie Régionale de Santé-Midi-Pyrenées). El objetivo del servicio, que hoy día es implementado en numerosos hospitales universitarios a lo largo de todo el país, es crear una red de soporte a los médicos de familia en la que un equipo multidisciplinar coordinado por un geriatra profundiza en los marcadores iniciales de fragilidad, identifica los factores de riesgo más relevantes y las causas del aumento en la vulne­ rabilidad, prioriza las intervenciones preventivas y terapéuticas y provee un control objetivo de las modificaciones sucesivas en el estado de salud de las personas. De manera relevante, los médicos de familia desempeñan una papel activo en este proceso. Ellos derivan al paciente al centro, y son informados acerca de los resultados de la evaluación multidimensional, participando en el diseño del plan de intervención, para el cual su implicación y acuerdo son claramente relevantes. Es importante destacar que este modelo empezó desde cero, en un tiempo en el que la fragilidad no se discutía ampliamente como ocurre en hoy día. Por ello, uno de los primeros pasos en el proceso de desarrollo fue crear consciencia entre los médicos de familia de la existencia y complejidad de la fragilidad y con­ vencerles de la necesidad de colaborar en este nuevo campo. De aquí surgió la necesidad de: a) entrenar a los profesionales de la salud para identificar la fragilidad entre sus pacientes y b) desarrollar el Gérontôpole Frailty Screening Tool (GFST), para alimentar la nueva práctica con pacientes mayores no necesaria­ mente ingresados en unidades hospitalarias. Esta herramienta es un cuestionario sencillo que recuerda al médico de familia los elementos claves de la fragilidad. Además de servir como un instrumento para la activación del servicio, tiene también un papel pedagógico entre los profesionales de la salud acerca de la naturaleza de la fragilidad. Es también importante destacar que las derivaciones del paciente son siempre decididas por el médico de familia; el cuestionario está diseñado para originar una demanda, de tal manera que llame la atención del médico acerca de signos clínicos de fragilidad habitualmente olvidados. Aunque no existen datos longitudinales disponibles sobre la efectividad de esta plataforma sobre resultados relevantes de salud, el modelo actualmente está extendido a lo largo de toda Francia y ha generado una importante red clínica y de inves­ tigación en centros de cuidado, en el manejo de la fragilidad y estrategias de promoción y prevención contra la discapacidad. FRAGILIDAD EN FRANCIA En Francia, desde 2011 se ha activado un servicio preventivo específico para el manejo de personas mayores frágiles no dis­ capacitadas que viven en la comunidad. Encargado por el Minis­ terio Nacional de Salud, el Gérontopôle del Centro Hospitalario Universitario de Toulouse diseñó e implementó por primera vez una unidad de hospital de día donde un equipo multidiscipli­ INVESTIGACIÓN EN MODELOS DE SALUD CENTRADOS EN LA FRAGILIDAD Frail Clinic Con el objetivo de promover soluciones clínicas para la fragi­ lidad, la Comisión Europea (European Commission) reciente­ booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 18 Modelos de atención sanitaria al anciano basados en la fragilidad © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. mente ha financiado el proyecto FRAIL CLINIC. Los objetivos de este estudio son explorar la viabilidad de las herramientas de cribado de la fragilidad y la eficacia de la intervención geriátrica para prevenir eventos adversos en pacientes frágiles en dife­ rentes dispositivos clínicos y quirúrgicos. Con la ayuda de un equipo de geriatras, se valora la fragilidad a través de una VGI en el paciente. Una vez que la fragilidad se ha detectado, los profesionales de la salud que están al cargo del caso diseñan y acuerdan un plan de intervención. La intervención no solo está enfocada a identificar los problemas que presenta el paciente en ese momento, sino que tiene en cuenta lo que puede o podría pasar al paciente tras el alta hospitalaria. Esto significa identificar las debilidades específicas en las redes sociales que pueden potencialmente afectar a los resultados de salud a medio y largo plazo del plan de cuidados, y la planificación de un programa de seguimiento individualizado que incluya revaluaciones geriátricas programadas, cambios específicos y contactos con profesionales de atención primaria y servicios sociales. El objetivo general es evitar el declinar funcional futu­ ro y mejorar los resultados hospitalarios, como las tasas de hospitalización, la rehospitalización, los episodios de delírium, las infecciones nosocomiales, la estancia hospitalaria y las com­ plicaciones posquirúrgicas. Diferentes herramientas de cribado fueron evaluadas en el proyecto y exploradas para su validez y aplicabilidad. Por ejemplo, en los dispositivos quirúrgicos se ha visto que el porcentaje de pacientes frágiles variaba de acuerdo con el tipo de herramienta seleccionada. Sobre una muestra de 220 pacientes, el 15,5% fueron frágiles utilizando la herramienta FRAIL, el 30% empleando el indicador Tilburg, o el 5,2% empleando la escala de fragilidad clínica (Clinical Frailty Scale). Estos resultados tan heterogéneos concuerdan con los de otros informes y se explican ampliamente por el modesto acuerdo que existe entre estas herramientas. Cada una de ellas mide aspectos específicos de la fragilidad, pero no necesaria­ mente la complejidad completa. FRAIL CLINIC también parece demostrar que el fenotipo de fragilidad ampliamente empleado no es válido ni aplicable, especialmente porque varios de sus ítems no pueden ser fácil­ mente evaluados, como puede ser la movilidad en pacientes encamados. Por otro lado, la herramienta FRAIL fue amplia­ mente aceptada y fácil de implementar en estos dispositivos quirúrgicos para la identificación de pacientes que necesitan cuidados geriátricos especializados. Sunfrail SUNFRAIL (Reference Sites Network for Prevention and Care of Frailty and Chronic Condition) es otro proyecto europeo que comenzó en mayo de 2015 y que se ha completado en febrero de 2018. Su objetivo fue diseñar un modelo para la identifica­ ción, prevención y manejo de la fragilidad y la multimorbilidad en diferentes países europeos. Dadas las diferencias entre los sistemas de salud, el proyecto fue planificado para comparar la buena práctica clínica en el manejo de la fragilidad y de la multimorbilidad en Italia, Francia, España, Irlanda del Norte y Polonia. Los resultados de las encuestas se emplearon para recuperar las similitudes de los diferentes sistemas y así crear un modelo estandarizado y compartido. Para capturar ade­ 159 cuadamente la complejidad de la persona mayor que presenta fragilidad y multimorbilidad, los investigadores del SUNFRAIL decidieron: a) adoptar el modelo biopsicosocial propuesto por Gobbens y colaboradores y b) trabajar de manera cercana con los profesionales de atención primaria y los servicios sociales. Se elaboró un primer cuestionario autorreferido capaz de crear una alerta inicial en la propia persona en el momento en el que el paciente presentaba un primer contacto con el servicio público de salud. La herramienta de cribado, basada en nueve preguntas sencillas, fue capaz de detectar un posible perfil de fragilidad y solicitar una demanda de la necesidad de activar una vía específica de cuidados. En otras palabras, el médico de familia, que es el centro de la acción, recibe los resultados de la herramienta de cribado y puede decidir: a) refutar los resultados por falsos positivos, b) intervenir él mismo debido a los resultados positivos verdaderos sencillos de fragilidad o c) derivar al paciente a evaluación secundaria por especialista debido a hallazgos positivos de fragilidad más complejos. Para mejorar este sistema, el proyecto diseñó una herra­ mienta para el desarrollo de recursos humanos (Tool For Human Resources Development). Consiste en un programa de entrenamiento corto multidisciplinar sobre fragilidad y multimorbilidad, que capacita a los profesionales de la salud y de los servicios sociales a aplicar la herramienta de acuerdo con el modelo biopsicosocial. Por supuesto, el modelo SUNFRAIL debe ser adaptado a cada país de acuerdo a las necesidades y especificidades locales. Sin embargo, permite generar un marco de referencia en el que actuar en el manejo de las personas con multimorbilidad o fragilidad que viven en la comunidad. PERSPECTIVAS: EL MARCO DE TRABAJO DE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD EN CAPACIDAD INTRÍNSECA Y GUÍAS SOBRE LOS CUIDADOS INTEGRALES PARA LAS PERSONAS MAYORES (ICOPE) En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó su informe mundial sobre envejecimiento y salud. Este documento es una piedra angular para las autoridades de salud pública. El objetivo de la Agencia de Salud (Healthy Ageing) es ayudar a las personas a desarrollar y mantener la capacidad funcional para garantizar su bienestar personal. El informe introduce los con­ ceptos de capacidad funcional como «los atributos relacionados con la salud que permiten a las personas ser y hacer lo que ellos valoran» y capacidad intrínseca como «el compuesto de todas las capacidades mentales y físicas que una persona puede usar». Este nuevo marco de trabajo está ampliamente basado en la evidencia que se ha producido en los últimos años en el campo de la fragilidad y de la medicina geriátrica. Esta claramente descrito que las reservas biológicas de las personas, como la capacidad intrínseca, necesitan ser valoradas y mejoradas actuando sobre el entorno, por ejemplo, sobre dónde vive la persona o cómo vive, para reducir la carga de dependencia y reintroducir a las personas mayores en la socie­ dad activa. En este marco de trabajo, se introduce una visión positiva del envejecimiento, y se caracteriza a las personas booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 160 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo mayores no por los déficits que han acumulado a lo largo su vida, sino por las reservas que todavía tienen para mejorarlas, tanto para ellos mismos como para la sociedad. Es relevante que el nuevo modelo de la OMS está anclado en la necesidad de un abordaje holístico de la persona mayor, adoptan­ do una visión de ciclo vital y que evalúe de manera comprensiva sus funciones. Se identifica por ello también la necesidad de reorganizar los sistemas de salud de manera acorde a las nuevas necesidades que surgen del envejecimiento poblacional. Estas nuevas necesidades pueden ser abordadas de manera satisfactoria únicamente a través de una acción integrada y multidisciplinar que involucre a todas las disciplinas y especialidades. No es sor­ prendente que, de acuerdo con el Informe Mundial de Envejeci­ miento y Salud, la OMS haya publicado un segundo documento en octubre de 2017 dedicado especialmente a rediseñar el sistema. El documento se titula «Cuidados integrados para las personas mayores» (Integrated Care for Older People [ICOPE]). El programa ICOPE consiste en guías basadas en la evi­ dencia sobre intervenciones a nivel comunitario diseñadas para manejar efectivamente los declinares en la capacidad intrínseca. Presenta recomendaciones basadas en la evidencia para los profesionales de la salud en orden a: a) prevenir, enlente­ cer o revertir el declinar en las capacidades físicas y mentales de los mayores y b) lanzar intervenciones para ayudar a los cuidado­ res. Por ejemplo, el primer módulo presenta recomendaciones sobre cómo tratar con el declinar en las capacidades físicas, incluyendo la pérdida de movilidad, malnutrición y altera­ ciones visuales y auditivas, al mismo tiempo que el declinar en capacidades mentales como el deterioro cognitivo o los síntomas depresivos. Hay también guías, segundo módulo, para el manejo de los principales síndromes geriátricos como la incontinencia urinaria y las caídas. El tercer módulo está especialmente dedicado a cómo ayudar a los cuidadores. Todas las declaraciones tienen como objetivo final pro­ mover el envejecimiento saludable y prevenir la dependencia en los mayores. El documento también proporciona las bases de una valoración comprensiva de la capacidad intrínseca y no se limita a la evaluación de la tradicional historia clínica y examen físico, sino que precisa el análisis de los valores de la persona, sus prioridades y preferencias. Las guías ICOPE permitirán a los países mejorar la salud y el bienestar de sus poblaciones envejecidas, al facilitar la detección precoz de las complicaciones o de los cambios en el estado funcional, incluso antes de que sean clínicamente evidentes. En el futuro, las oficinas de la OMS, hoy en día más sensibles al tema del envejecimiento que antes, trabajarán de manera cer­ cana con los diferentes países para garantizar una adaptación específica en cada país a estas guías. La necesidad de identificar las necesidades de la población mayor y de evitar el colapso social y económico de los actuales sistemas de salud es sentido como una prioridad urgente. CONCLUSIONES En conclusión, el envejecimiento poblacional aumentará de manera espectacular tanto el número como la proporción de personas que necesiten cuidados a largo plazo en todo el mundo. Como se ha demostrado, se están empleando diferen­ tes modelos para promover un sistema de salud eficiente para los mayores. Es esencial que las autoridades de salud pública prioricen las intervenciones contra la fragilidad, después de haber evaluado cuidadosamente las necesidades de su pobla­ ción y los recursos disponibles. Es necesario federar a todos los prestadores de servicios que actúan sobre la complejidad de los mayores para promover el desarrollo de modelos basados en la valoración comprensiva de la persona, la multidisciplinariedad y los cuidados integrados. En último lugar, pero no menos importante, desde que el envejecimiento de las poblaciones es un fenómeno global, es importante identificar modelos que sean replicables y factibles, con evidentes adaptaciones locales, desde los países más ricos a las regiones del tercer mundo. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Bernabei R, Landi F, Onder G, et al. Second and third generation assessment instruments: the birth of standardization in geriatric care. J Gerontol A Biol Sci Med Sci 2008;63:308-13. Cesari M, Marzetti E, Thiem U, et al. 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Optimizar los resultados de la cirugía en el adulto mayor a través de la Medicina Geriátrica. 1.ª ed. Madrid: Sociedad Española de Medicina Geriátrica; 2017. p. 491-501. Tavassoli N, Guyonnet S, Abellan Van Kan G, et al. Description of 1,108 older patients referred by their physician to the “Geriatric Frailty Clinic (G.F.C) for Assessment of Frailty and Prevention of Disability” at the gerontopole. J Nutr Health Aging 2014;18:457-64. World report on ageing and health. Geneva: World Health Organization; 2015. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 19 Modelos de atención sanitaria al anciano en Latinoamérica Luis Miguel F. Gutiérrez Robledo y Carlos Alberto Cano Gutiérrez INTRODUCCIÓN Desde México al norte hasta la Patagonia chilena y argentina, América Latina comprende 20 países de habla hispana, portuguesa y francesa, amén de las islas del Caribe, con una población de más de 600 millones de habitantes donde los mayores de 65 años representan en promedio un 7%. La diversidad étnica y cultural es muy grande, mayor aún si incluyésemos en la lista al Caribe neerlandés y al anglófono, que para los fines de este texto no ha sido considerado. Desde la mitad del siglo pasado, la región ha experimentado un envejecimiento acelerado (fig. 19.1). Entre el 2025 y el 2030, la esperanza de vida en América Latina y el Caribe aumentará a 80,7 años para las mujeres y 74,9 años para los hombres. Comparativamente, las proyecciones para EE. UU. y Canadá serán de 83,3 años para las mujeres y 79,3 años para los hombres. Este aumento de la esperanza de vida obedece, sobre todo, al descenso de las tasas de fecundidad y a los excelentes resultados conseguidos en la reducción de las enfermedades mortales de la niñez y la mortalidad materna; en mucho menor grado se deriva de una menor mortalidad en las personas mayores. Ahora bien, aunque las personas en la región viven más tiempo, no son necesariamente más sanas. Las ganancias en longevidad en la región se deben, en efecto, más a una disminución de la mortalidad infantil, que comenzó en la década de 1930, que a una mejora en los niveles de vida como la que hemos visto en países industrializados. Como resultado, nuestros mayores, que siguen siendo víctimas de una mortalidad prematura, si sobreviven, entran en la vejez con más enfermedades crónicas, más discapacidad y menos recursos que las personas mayores en naciones más ricas. Por ejemplo, la proporción de personas mayores de 60 años en la región que tienen hipertensión, artritis, diabetes o antecedentes de accidente cerebrovascular o enfermedad cardíaca es comparable a la proporción vista en personas de 70 años o más en los EE. UU. y Canadá. En suma, las tendencias de cambio demográfico en la región han promovido un acelerado envejecimiento, pero sin un incremento significativo en paralelo con una longevidad saludable como la que se observa, en cambio, en Europa y Norteamérica. Esto se traduce en un ensanchamiento de la brecha entre esperanza de vida y esperanza de vida en salud, y a fin de cuentas en una expansión de la morbilidad. ESTADO DE SALUD DE LAS PERSONAS MAYORES EN AMÉRICA LATINA Desde la ejecución de la encuesta SABE en el año 2000 (encuesta de salud y bienestar de adultos mayores), una muestra representativa de más de 10.000 ancianos de 60 años o más residentes en siete ciudades principales de América Latina y el Caribe, sabemos de la elevada prevalencia de las condiciones crónicas (en particular la diabetes). Como en el mundo postindustrial, el número de enfermedades crónicas aumenta con la edad y es más alto entre las mujeres que entre los hombres. En promedio, los países muestran niveles de diabetes y obesidad que son más altos que los encontrados en los EE. UU. Existe evidencia que sugiere un estado de salud y funcional deteriorado en la región, pero con manifestaciones paradójicas, como la mayor probabilidad de sobrevivir de los hombres hispanos que de los blancos norteamericanos; en particular esto se ha demostrado en migrantes hispanos en los EE. UU., en México y en Costa Rica, lo que habla de una peculiar resiliencia, merecedora de un análisis en profundidad. Por otra parte, hay evidencia importante que apunta hacia desigualdades bastante fuertes (por educación e ingresos) en el interior de los países de la región, que determinan diferencias también profundas en el estado de salud. En esta región, las cohortes que llegaron a los 70 años de edad después del año 2000 son peculiares dado que en gran medida son el producto de intervenciones en salud pública que aumentaron la supervivencia infantil. Además, estuvieron expuestas a enfermedades infecciosas y desnutrición en etapas tempranas de la vida, lo que ahora contribuye a una mayor prevalencia de enfermedades crónicas y fragilidad. Hay clara evidencia que muestra que las condiciones de la infancia temprana afectan a la salud de los mayores. Tanto las enfermedades que se presentan en la infancia temprana como las cardiopatías y la fiebre reumática pueden ser la causa directa de la aparición de algunas enfermedades crónicas en etapas posteriores de la vida; los episodios recurrentes de enfermedades infecciosas durante la infancia temprana y los procesos inflamatorios prolongados en etapas posteriores de la vida pueden causar la aparición temprana de cardiopatías coronarias; y las condiciones socioeconómicas de la infancia temprana podrían tener efectos perjudiciales en la salud de una persona en los años posteriores de la vida. 161 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 162 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo Figura 19.1 Proporción de personas mayores en la población general en el año 2015 y proyección al 2050. (Fuente: elaboración propia). Tanto es así que el envejecimiento en América Latina y el Caribe no avanza por los caminos conocidos que ya han seguido países más desarrollados. El perfil de salud de la población mayor a futuro es más difícil de predecir debido a los factores descritos, que están asociados con un pasado demográfico que aún nos define y probablemente nos hace más vulnerables. Esto puede cambiar según el curso que tome la economía y, por ende, los determinantes económicos y sociales que modulan el envejecer en la región. En el futuro inmediato, el envejecimiento determinará las necesidades de salud, seguridad social y protección social, y debería determinar, en consecuencia, la manera como se satisfagan estas necesidades. A pesar de que las consecuencias de este fenómeno para la seguridad social y la salud pública son evidentes e inminentes, muchos países en la región aún carecen de una visión integral de la salud para las personas mayores. El conocimiento sobre sus necesidades de salud y atención no es uniforme, y la mayoría de los sistemas de salud carece de indicadores que permitan el seguimiento y análisis del fenómeno. La cobertura universal está en el discurso, pero en pocos países es efectiva y en menos aún incluye intervenciones específicamente geriátricas; la continuidad de la atención y el acceso a los servicios de salud es, en general, deficiente y, cuando hay acceso, pocos reciben servicios adecuados a sus necesidades. En este contexto, es necesario fomentar el desarrollo de servicios para intervenciones integradas de salud y elaborar una estrategia que permita a los sistemas de salud adaptarse a la nueva realidad demográfica y epidemiológica. En breve, el potencial envejecimiento saludable en la región estará determinado por la disponibilidad de políticas y programas orientados hacia las personas mayores que creen entornos habilitadores, para permitir que ellas y sus familias tengan una vida digna y de buena calidad. Este es el momento de actuar, y ahora la mayor parte de los países todavía tienen la oportunidad de hacerlo. Las condiciones están dadas: la población actual de personas mayores de la región creció en un contexto que ha generado una profunda desigualdad, que se refleja en las diferencias en esperanza de vida, longevidad y salud. Por ello, el reto estriba en desarrollar la capacidad de invertir en intervenciones dirigidas a reducir la inequidad tanto entre quienes ya han envejecido como entre los más jóvenes, para propiciar una longevidad saludable. Ahora bien, sabemos que la incidencia de enfermedades crónicas se incrementa tanto con el envejecimiento como con la desventaja social, y en consecuencia el número de visitas al médico, de medicinas consumidas y hospitalizaciones; todo ello tiene un gran impacto en el presupuesto de la persona mayor y de su familia, y en particular de los más pobres. Los costos de atención de salud para las personas de 65 años o más son varias veces mayores que los costos para las personas jóvenes en muchos países de la región, como es particularmente el caso de México, donde las enfermedades crónicas afectan de manera desproporcionada a las personas mayores y causan discapacidad y merma en la calidad de vida. Todos estos cambios exigen una nueva agenda de políticas de salud, con implicaciones tanto para la oferta como para la demanda. En cuanto a la oferta, el mayor desafío es cómo hacer frente al impacto fiscal del envejecimiento, es decir, cómo prever los fondos para financiar una mayor cantidad de servicios de salud más costosos. Por el lado de la demanda, el desafío consiste en establecer medidas efectivas de política para promover conductas saludables y otras medidas preventivas entre las personas mayores, pero también con una visión de curso de vida buscando promover una longevidad saludable entre las nuevas generaciones para así lograr contener los costos de los servicios y seguros de salud, medicamentos y procedimientos médicos. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 19 Modelos de atención sanitaria al anciano en Latinoamérica Ahora bien, cabe subrayar que, a pesar de estos desafíos, el mal estado de salud no es una consecuencia inevitable del envejecimiento. La mitigación del impacto adverso de los determinantes económicos y sociales e innovadoras políticas de prevención de enfermedades y discapacidades en los países desarrollados están conduciendo a una mejor salud y mayor calidad de vida al envejecer, que solo parcialmente resultan de una mejor cobertura y calidad de atención de salud al adulto mayor. Controlar factores de riesgo tales como la presión arterial alta, la obesidad y la diabetes, así como promover conductas saludables reduciendo el consumo de tabaco y alcohol y evitando un estilo de vida sedentario, ayuda a prevenir las consecuencias tempranas de las enfermedades crónicas. Las intervenciones de salud pública ayudan a frenar los crecientes costos de la atención de salud, al promover el uso de medidas de prevención efectivas para hacer realidad una vejez saludable. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. NECESIDAD DE UN NUEVO MODELO DE ATENCIÓN Las circunstancias económicas y sociales que rodean la vida de los adultos mayores, las mejoras de la salud y de la capacidad funcional que de ello resultan, así como las políticas públicas y privadas que afectan favorablemente al bienestar individual de las personas, se encuentran en constante evolución. Es esencial entender las complejidades de esta situación, así como la relación entre demografía, políticas, conducta social, economía y salud, para mejorar el diseño de las políticas y los servicios, médicos y sociales, que garanticen una mejor calidad de vida al envejecer. El modelo de prestación de servicios de salud que prevalece ahora no ha evolucionado a la par de los cambios en las necesidades epidemiológicas y de salud de la población. Sigue haciéndose hincapié en construir nuevos hospitales y adquirir nueva y costosa tecnología. La gestión de los procesos de atención se centra aún en la enfermedad y en las necesidades de atención por episodio. Sin embargo, la población de edad avanzada requiere un enfoque distinto, que implica cambiar de la atención de urgencia o intensiva, episódica y centrada en los hospitales y en la enfermedad a un enfoque centrado en la persona que posibilite la gestión de las enfermedades crónicas, la continuidad en la prestación de servicios en diferentes contextos y con diferentes proveedores, así como el reforzamiento del papel de los profesionales de atención primaria, en particular los médicos generales. La gestión de la multimorbilidad que determina la necesidad de combinaciones complejas de tratamientos para enfermedades crónicas constituye el mayor desafío. En muchos países de la región, más de la mitad de las personas mayores de 65 años padecen más de una de estas enfermedades y, a partir de los 75 años, muchas personas tendrán tres o más. Los sistemas de salud y asistencia social enfrentan dificultades para gestionar la diversidad y la singularidad de esta compleja combinación de enfermedades y necesidades de atención de manera eficaz, en cuanto a la manera de organizar equipos que la proporcionen, de identificar los parámetros de medición correctos o de dotar a los profesionales de la salud con las competencias que requieren 163 para lidiar con la cambiante estructura de la población y sus perfiles epidemiológicos. Un ejemplo sobresaliente de los problemas que enfrentan los sistemas de salud para responder de forma adecuada a la creciente complejidad del envejecimiento de la población es la demencia, la cual afecta a cada vez más personas en el mundo: en la actualidad se estima que la cifra es de 47 millones, pero se espera que hacia 2030 aumente a 76 millones. España y Francia tienen la mayor tasa de prevalencia: se estima que de un 6,3 a un 6,5% de la población de 60 años o más viven con demencia en Europa. En América Latina, las cifras de prevalencia no son menores. Para quien sufre este tipo de demencia, el panorama es bastante sombrío. Para empezar, hasta ahora este trastorno no tiene cura ni hay un tratamiento para modificarlo. Se han realizado numerosos ensayos clínicos y todos han fracasado rotundamente. Se tiene esperanza en que los procesos internacionales iniciados en la Cumbre del G-7 en Londres, en diciembre de 2013, y concluidos con la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la Acción Mundial contra la Demencia, rendirán algún fruto. Pero entre tanto es necesario establecer una respuesta a la necesidad de cuidados que este trastorno genera. Los padecimientos demenciales contribuyen significativamente a poner en evidencia la necesidad de desarrollar sistemas nacionales de cuidados. NECESIDAD DE EVOLUCIONAR EN LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN EN SALUD Una de las causas por las que a los sistemas de salud en la región se les dificulta abordar el envejecimiento de la población es, además de la carencia de indicadores específicos, la falta de comprensión y supervisión adecuadas de los procesos de atención y cuidado utilizando la información con la que se cuenta. En la era de la ciencia de datos, los sistemas de salud en América Latina aún gestionan de manera ineficiente la enorme cantidad de datos administrativos, clínicos, poblacionales y biológicos que rutinariamente se generan a partir de los millones de contactos que las personas tienen con el sistema de salud. Con frecuencia, estos contactos o no se registran o se registran en papel, sin compartirse en modo alguno. Para mejorar la atención y el cuidado proporcionado a las personas mayores y otros pacientes con necesidades complejas de atención, es necesario que estos datos se registren y se vinculen de manera tal que aporten una imagen de la calidad de la atención brindada a los pacientes, en especial los afectados por múltiples enfermedades crónicas. Es necesario y apremiante resolver los puntos débiles en la gobernanza de esta infraestructura de datos, generando nuevas y mejores mediciones de los resultados para supervisar la prestación del servicio, pero siempre velando porque los datos de salud personales se manejen con respeto a la privacidad. PRIORIDADES QUE ESTÁN YA A LA VISTA De la información presentada podemos concluir que, en primer lugar, es necesario enriquecer con datos específicos y mejorar la calidad de la información estadística sobre el estado de salud y la utilización de servicios de salud en el caso de las personas booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 164 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo mayores en la región. La mayoría de los países en la región no llevan a cabo estudios sobre la carga de la enfermedad, y es preciso mejorar también los datos epidemiológicos. México constituye una excepción a este respecto, pues cuenta con datos de carga de la enfermedad a nivel municipal y en específico para personas mayores a nivel estatal. En segundo lugar, pocos países han creado paquetes de beneficios que permitan a los adultos mayores acceder a mejores servicios de promoción, prevención y tratamiento de la salud. Iniciativas como el Seguro Popular en México o, particularmente, el Plan AUGE en Chile han mejorado el acceso del adulto mayor a intervenciones de alto costo, pero sigue siendo necesario promulgar políticas para mejorar la promoción y prevención de enfermedades y factores de riesgo específicos de las personas mayores. Hay también una ausencia de pólizas de seguros, inclusive dentro del sector privado, susceptibles de proteger a las personas mayores de los importantísimos gastos relacionados con los tratamientos. Las implicaciones de la creciente demanda de atención de salud asociada con el proceso de envejecimiento para los gastos nacionales de salud dependen de factores específicos, tales como el incremento de la promoción de la salud y prevención de afecciones crónicas, la reglamentación del uso de tecnología médica y de los mercados de seguros de salud, incentivos para incrementar la competencia de precios en el sector, y la velocidad a la cual los nuevos beneficios de salud sean incorporados a los programas públicos. Pero también depende de las prioridades del gobierno y de lo que las poblaciones estén dispuestas a pagar en términos fiscales. La realidad es que el gasto actual en salud tiende a reducirse en la región como porcentaje del producto interior bruto (PIB) desde los primeros años de la década de 2000, incluso en aquellos países que se encuentran en un estado avanzado de la transición demográfica, como es el caso de Uruguay. Esto sucedió en razón de la crisis económica a inicios de la década y llevó a una disminución de la cobertura de salud para los adultos mayores, ocasionó que una serie de organizaciones nacionales de mantenimiento de la salud quebraran, y llevó a Uruguay a buscar nuevos mecanismos para incrementar la protección de la salud y recortar los costos en salud. Esto generó también, por ejemplo, una reducción del gasto en salud del 20% en México entre 2013 y 2018. En lo que respecta a los costos de la atención de salud, todo depende de la combinación y el costo cambiante de los factores de producción utilizados para la prestación de los servicios de salud. Los cambios demográficos, y el envejecimiento en particular, no bastan para explicar los incrementos. Los profesionales de la salud, por ejemplo los médicos, sin excluir a los geriatras, contribuyen significativamente. Su formación es costosa y su capacidad para generar demanda es inmensa. La investigación y la tecnología médica son unos de los campos más vastos para la innovación, y las estructuras de las grandes industrias asociadas a la salud, como es el caso de la industria farmacéutica y de equipos médicos, son grandes y se agrupan en grandes cárteles. Dichas industrias no tienen dificultades para colocar nuevos productos en el mercado mundial y definir el precio de mercado de sus productos. En este escenario la contención de costos es difícil. El fondo del asunto es que la dimensión futura de la población de personas mayores es solo uno de los determinantes relevantes de los costos de los programas de salud relacionados con la edad. El estado de salud de las personas mayores (y por consiguiente de la población en su totalidad, puesto que toda persona que sobreviva envejecerá) constituye un factor de mayor peso, y el acceso que se acuerde para intervenciones de alta complejidad y costosa tecnología también. Las proyecciones demográficas son útiles, pero no bastan para evaluar el impacto fiscal a largo plazo del envejecimiento de la población. Además, se impone ya la necesidad de promover una mejor planificación de otros determinantes del gasto en salud (el efecto de los ingresos, el uso de la tecnología, la generosidad de los beneficios y la estructura de mercado del sector salud) para poder generar ahorros en los programas públicos y mejorar las políticas de atención de salud, para convertirlas en una política que garantice una atención de salud económicamente asequible para las personas mayores de hoy y de generaciones futuras. ATENCIÓN A LA DEPENDENCIA QUE GENERA NECESIDAD DE CUIDADOS A nivel global, el envejecimiento de la población ha generado una mayor necesidad de servicios de cuidados a largo plazo (CLP) para asistir a las personas mayores. Según el United States Department of Health and Human Services, «el cuidado a largo plazo constituye una gama de servicios y apoyos a la que se puede recurrir para satisfacer necesidades de cuidado personal. La mayoría de las veces el cuidado a largo plazo no se trata de asistencia médica, sino de asistencia con las tareas básicas de la vida diaria, en ocasiones llamadas activida­ des básicas de la vida diaria (ABVD)». Los cambios demográficos recientes ponen a los CLP en el centro de debates cruciales, como los de sostenibilidad fiscal, salud pública y la arquitectura de las redes de seguridad social. Los CLP pueden representar una carga importante para una economía, pues su costo constituye en promedio el 1,7% del PIB en 11 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Son dos las razones fundamentales por las que los CLP se convertirán en una cuestión cada vez más apremiante en América Latina en las próximas décadas. Primero, aunque hoy su población es más joven que el promedio mundial, América Latina está envejeciendo a un ritmo muy rápido. En segundo lugar, como hemos apuntado antes, existe evidencia que muestra que estas futuras poblaciones mayores serán más propensas a situaciones de dependencia que requerirán este abordaje. Entonces, es imperativo cuestionarse cómo puede prepararse la región para el advenimiento de estos cambios. Pues sin un plan de atención a la dependencia, las familias en América Latina tendrían que seguir asumiendo los costos de los CLP por sí mismas. Esto es algo que las familias pobres, vulnerables y la mayoría de las que perciben ingresos medios no pueden costear, por lo que es probable que se desarrolle la exigencia de una política específica a medida que la población sufra la carga de la dependencia. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 19 Modelos de atención sanitaria al anciano en Latinoamérica El cuidado formal constituye la alternativa al cuidado in­ formal que puede ofrecer la familia y los amigos, aunque la distinción entre cuidado formal e informal no es clara. Los posibles criterios para distinguir los dos tipos de cuidado son: si el cuidador recibe una remuneración a cambio del servicio; si el cuidador recibió capacitación formal; si la atención se proporciona a través de un programa de CLP, y si el cuidador y la persona dependiente tienen un vínculo personal preexistente. El acuerdo tradicional de que familiares, usualmente mujeres, proporcionen atención a personas con discapacidad se hace cada vez más difícil debido a los índices de fertilidad en descenso, hogares más pequeños, tasas de dependencia más elevadas, y la inserción masiva de las mujeres en el mercado laboral. Desde una perspectiva histórica, los acuerdos formales de CLP se desarrollaron como sustitutos del cuidado familiar, aunque las familias siguen siendo los principales proveedores de atención incluso en países donde estos sistemas se encuentran consolidados. No obstante, también los perfiles de dependencia que determinan las necesidades de los CLP se han hecho más complejos, y han roto con la posibilidad de sustituir el patrón de cuidado familiar observado hasta hace poco. Las tareas típicamente asociadas a los cuidados requieren de cierto nivel de competencia, inherente a la complejidad de las condiciones de salud y discapacidad más prevalentes; el mejor ejemplo es la demencia. Para las tareas que requieran poca habilidad, se puede esperar que el cuidado informal sustituya al formal, mientras que debemos asumir que los cuidadores informales no están bien preparados para realizar las tareas de asistencia más difíciles. Para cualquier persona, la necesidad de cuidados a largo plazo es incierta. Para proteger contra el riesgo de dependencia en la vejez, tendría que evaluarse la probabilidad de necesitar cuidados y la distribución de la duración de estos, además de diferenciar las necesidades por tipo de atención, gravedad de la afección y costos. En la actualidad, en la región, esto implica que una persona que no posee una póliza de seguro de dependencia (casi el 100%) debe ahorrar dinero suficiente para cubrir los costos de su cuidado en caso de necesitarlos. Esta constatación obliga a plantear la cuestión de cómo financiar los programas. La primera alternativa es a través de los impuestos generales, como ocurre en varios países donde no hay contribución específica a cambio del SCLP público. Esto sucede en el modelo del estado benefactor, que proporciona acceso universal a la salud y a otros servicios sociales; otros lo consideran un asunto de salud pública, y otros más lo clasifican como un medio de reducción de la pobreza, principalmente en países que utilizan modelos de redes de protección para brindar servicios sociales a aquellos con dificultades económicas, como es el caso mexicano. La segunda alternativa de financiamiento es capitalizar los CLP dentro de un marco de seguridad social. En este caso, un amplio segmento de la población paga contribuciones obligatorias al fondo, generalmente basadas en el empleo. La relación entre las diversas fuentes de cuidado (p. ej., formales/informales, familiar/de mercado, etc.) afecta directamente a las alternativas disponibles para el diseño del sistema de cuidados. Una mayor posibilidad de sustitución implica que los programas públicos puedan tener una estructura más flexible, e incluir la opción de cuidado familiar puede per- 165 mitir costos de cuidado más bajos. El ahorro de costos pue­ de ser especialmente grande si los familiares tienen un costo de oportunidad bajo en términos de oportunidades de mercado. Sabemos en general que las personas prefieren envejecer en sus hogares. Una inferencia posible, aunque no necesaria, sería que, en tal caso, la baja demanda para el cuidado formal se tradujese en una menor demanda de seguros como bienes intermedios. Por otra parte, las personas desestiman el ahorro y la atención a este riesgo para evitar que sus familiares los envíen a una institución de cuidados residencial. La universalidad debería ser una característica de ambos programas. Ello implica que es posible que los individuos de bajo riesgo implícitamente subvencionen a personas de riesgo alto. Así, los programas públicos de cuidados logran compartir el riesgo a lo largo de toda la población. La mayor parte de los países en la región cuentan con instituciones y políticas para adultos mayores, y algunos han tenido avances en ciertas reglamentaciones que abarcan aspectos relacionados con la dependencia con necesidad de cuidados. Sin embargo, prácticamente no existen políticas de estado sobre la necesidad de cuidados, y la reglamentación o la prestación directa por parte del sector público es heterogénea y escasa. Algunos países han progresado en intervenciones específicas, como la definición de criterios de calidad, que conduce a la autorización de establecimientos que brindan servicios de cuidado, y la definición de programas de control y evaluación como es el caso en Chile y Argentina. Uruguay ha definido ya un Plan Nacional de Cuidados que incluye CLP (en forma de asistentes personales a personas en situación de dependencia grave mayores de 80 años), aunque sus intervenciones dan prioridad aún al cuidado infantil. Actualmente, como la población mayor crece y la necesidad de cuidados se vuelve más frecuente, la demanda y la rentabilidad social de estos programas se incrementarán. El sector público debe involucrarse en el cuidado de las personas dependientes y formular las políticas pertinentes. Varios factores en el proceso de formulación de estas políticas pueden acelerar el desarrollo de los programas de CLP. El hecho de que la región está en una etapa temprana de su transición demográfica implica que la mayor parte de los costos de programas de CLP no serían inmediatos, y es probable que se produzca una capitalización política a corto plazo de estos programas. Ello abre un espacio de oportunidad para impulsar su desarrollo, lo que en buena medida es responsabilidad de la comunidad médica, y en particular de los especialistas en geriatría. La estructura de la intervención pública constituye en sí misma el tercer elemento central. La primera opción es que los programas subvencionen el financiamiento de un fondo de seguros o cubran los gastos a medida que se realizan. La segunda característica a decidir de la intervención pública es la combinación de los subsidios en especie y en efectivo que sea conveniente para los programas focalizados en la pobreza en países de América Latina y el Caribe. Los programas que conceden subsidios en efectivo parecen apropiados para alcanzar la doble meta de proporcionar atención y de aliviar la carga financiera en las familias pobres. Por otra parte, puede haber casos en los que las transferencias monetarias sean booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 166 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo insuficientes para brindar el cuidado adecuado, por ejemplo, si es demasiado complejo para ser proporcionado por parte de los familiares y prohibitivo para ellos. A pesar del hecho notorio de que América Latina está envejeciendo rápidamente, los análisis de política sobre las consecuencias de este proceso son limitados. Por otra parte, las cohortes actuales están envejeciendo en un contexto de menor nivel de vida que el de los adultos mayores en países avanzados, por lo que serán más propensos a la discapacidad a medida que envejecen. Estos factores implican que es probable que la demanda de cuidados crezca rápidamente en la región. En consecuencia, lo deseable sería avanzar siguiendo la tendencia de la mayoría de los países postindustriales, que han desarrollado programas de seguro social públicos. Ahora bien, mientras que la mayoría de los países europeos poseen regulaciones y leyes avanzadas que protegen a las personas dependientes y estimulan el envejecimiento saludable, en América Latina los sistemas nacionales de cuidados constituyen la excepción. Esto significa que, entretanto, las familias deben apoyarse en otro tipo de arreglos para brindar cuidado, y las experiencias existentes muestran que las familias de la región recurren muy poco al cuidado remunerado. Por lo tanto, la tarea recae, y seguirá recayendo, en los familiares, donde las mujeres son el recurso primario. En este texto, se presenta una aproximación al estudio de los programas médico-sociales relativos al envejecimiento en nuestra región. En él ofrecemos un marco general de naturaleza teórica en el que se identifican los elementos comunes para el análisis de estos mecanismos nacionales y nos introducimos en la dinámica del envejecimiento y sus consecuencias para la salud en la región. Comprender la naturaleza y evolución de las políticas para personas mayores es un ejercicio complejo, que puede complementarse con la lectura de la bibliografía. La agenda internacional, y en particular la estrategia y plan de acción para el envejecimiento saludable de la OMS, son elementos coadyuvantes para la instalación y el desarrollo de estos programas, sobre todo para el discurso que les da sustento, y un marco para su acción. Además, quienes ocupamos posiciones relacionadas con el diseño de estas acciones hemos sido testigos de la forma en que los derechos humanos se han convertido en una base conceptual sólida para abordar los problemas y necesidades de las personas mayores, así como para combatir su vulnerabilidad y fortalecer su capacidad de respuesta frente a la discriminación o los malos tratos. Desde nuestras instituciones hemos realizado crecientes esfuerzos para que la perspectiva de los derechos humanos se nutra de información y conocimientos que consoliden la postu­ ra de México, Colombia y los países de nuestra región en este sentido. A continuación, a título de ejemplo se presentan brevemente, los casos ilustrativos de Colombia y México. que el Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS) tiene una cobertura prácticamente universal (99%), situación que no ocurre en muchos países de Latinoamérica. La segunda condición es que, en el año 2015, la salud, bajo una ley estatutaria, pasó a ser un derecho fundamental, y como tal se garantizan muchos de los servicios que antes no se incluían, como por ejemplo los cuidados a largo plazo, pasando de la retórica a la realidad. No obstante, la política de atención integral en salud como un nuevo modelo solo sale a la luz pública en enero de 2016 y es así como estamos en pleno proceso de implementación. Los ejes de esta política se basan en cuatro pilares como son la atención primaria, el cuidado de la salud, la gestión integral del riesgo y el enfoque diferencial, teniendo en cuenta específicamente a la población anciana en cada uno de ellos. Modelo integral de atención en salud (MIAS) El modelo requiere implementar las herramientas necesarias para garantizar oportunidad, continuidad, integralidad, aceptabilidad y calidad en la atención en el SGSSS, poniendo como centro de partida y foco principal a las personas y su bienestar y desarrollo. Es así como propone intervenciones e intervenciones en promoción de la salud, cuidado, protección específica, detección temprana, tratamiento, rehabilitación y paliación a lo largo del curso de su vida, con oportunidad, aceptabilidad, pertinencia, accesibilidad, eficiencia, eficacia y efectividad. Rutas integrales de atención en salud (RIAS) Las RIAS son una herramienta que define a los agentes del sistema (aseguradores y prestadores del servicio) la atención que deben prestar, con base en guías de práctica clínica, basadas en la mejor evidencia. Ellas son la ruta de promoción y mantenimiento de la salud, la de los grupos de riesgo y la específica de atención, y en estas tres se incluye a los ancianos como grupo específico a intervenir (fig. 19.2). El modelo actual de salud en Colombia es muy adecuado para el desarrollo de atención geriátrica en lo que actualmente conocemos como la forma más adecuada de ver a los ancianos, en cualquier escenario. Las RIAS están en construcción y los geriatras estamos invitados a contribuir en esta tarea, buscando con nuestros aportes el mejor de los modelos para los adultos mayores de nuestro país. En un reciente estudio publicado en The Lancet, en el que se se incluyó a 137 países con ingresos medios y bajos y con diferentes sistemas de salud, y algunos de ellos con cobertura universal, como ocurre en Colombia, se hace un llamamiento a no tener solo esta cobertura, sino a buscar una buena calidad de la misma, pues la mala práctica puede incluso causar más muertes que el no tenerla. MODELO DE SALUD DE COLOMBIA DESARROLLO DEL SISTEMA DE ATENCIÓN GERIÁTRICA EN MÉXICO Colombia no tiene un modelo específico de atención en salud para el anciano, pero sí cuenta con dos condiciones puntuales que permiten pensar en su desarrollo. La primera de ellas es México comienza el desarrollo de un modelo específico de atención en salud para las personas mayores en 1999 a partir de la constitución del Comité Nacional de Atención al Enveje- booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 19 Modelos de atención sanitaria al anciano en Latinoamérica 167 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Figura 19.2 Rutas Integrales de Atención a la Salud (RIAS) (Fuente: Ministerio de Salud y Protección Social. Política de atención integral en salud. Bogotá, 2016). cimiento por acuerdo secretarial en agosto de ese año. Como resultado de su creación, la Secretaría de Salud publica en el año 2001 el primer programa de acción específico sobre el envejecimiento. Este primer plan conduce a la creación de una subdirección específicamente dedicada a la salud de las personas mayores en el Centro Nacional de Prevención de Enfermedades. El primer programa se orienta fundamentalmente a acciones de promoción de la salud y prevención. La permanencia de esta estructura y plan a través de los años ha favorecido su diversificación y enriquecimiento; en particular, a partir de la publicación del plan de acción sobre la salud de las personas mayores, incluido el envejecimiento activo y saludable de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el año 2009. Es de destacar el programa de vacunación universal contra la gripe y la neumonía y el establecimiento de la normatividad para la detección oportuna de condiciones específicas, en particular demencia y depresión. La institucionalidad de los programas de acción específica se ha visto fortalecida a partir de la creación de una institución única en su género en América Latina: el Instituto Nacional de Geriatría (INGER). En 2007, se integra, por mandato del secretario de salud, un grupo de trabajo multidisciplinario de especialistas en envejecimiento y salud que realizó un reporte técnico proponiendo la creación de un instituto dedicado a la investigación en salud y envejecimiento, a la formación óptima de profesionales y al desarrollo tecnológico de áreas específi­ cas para la atención geriátrica y gerontológica en México. Al año siguiente se creó, por decreto presidencial, la primera fase del Instituto de Geriatría. Conforme se completa su desarro­ llo institucional, en el año 2012 se le da el carácter de Institu­ to Nacional de Salud. Su misión es promover el envejecimiento saludable de la población mediante la producción de nuevos conocimientos, su aplicación y difusión; el desarrollo de recursos humanos especializados, y el impulso al desarrollo de servicios de salud en el conjunto del Sistema Nacional de Salud. El INGER reúne dos divisiones: enseñanza e investigación, y una plantilla de 70 profesionales incluyendo a 25 investigadores a tiempo completo. En paralelo, conforme aumenta la proporción de personas mayores en su población beneficiaria, los servicios de seguridad social en México reconocen la oportunidad de mejorar la atención médica en beneficio de los derechohabientes de edad avanzada. Por ello, primero la seguridad social de los trabajadores del estado, el ISSSTE, y seguidamente el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), desarrollan sus planes geriátricos institucionales con el objetivo de desarrollar la atención especializada del adulto mayor. En particular, el programa GeriatrIMSS fue creado en 2012 con el propósito de mejorar la calidad de los servicios institucionales y garantizar la instrucción de técnicas que han mostrado ser más eficaces, seguras y costo-efectivas en los cuidados del adulto mayor, con el fin de disminuir complicaciones y mejorar su calidad de vida y la de su familia, en particular durante la hospitalización. Estos programas persiguen favorecer el envejecimiento saludable, poner en marcha la atención integral del adulto mayor en unidades médicas a través de la capacitación en el área de geriatría a los diferentes profesionales de la salud que intervienen en la atención, con el objeto de transitar a una atención diferenciada de las personas mayores. Los programas se acompañan de acciones concretas, en particular la creación gradual de secciones de geriatría en los booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 168 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo hospitales generales y el incremento en las plazas de residencia de especialidad en Geriatría. Desde su creación han contribuido además con la redacción de numerosas guías de práctica clínica. Ello ha sido posible en parte gracias a la acción promotora del INGER, responsable del rediseño del programa de especialidad y la gestión de las plazas de residentes de especialidad, que condujo a cuadruplicar el número de egresados, aumentando de 25 a 100 por año entre 2009 y el presente. En la actualidad, en el país contamos con más de 700 geriatras certificados. En paralelo, y en acuerdo con la OPS, se viene avanzando en la implantación del Modelo de Atención Integral de salud (MAI). El modelo comprende las herramientas necesarias para garantizar oportunidad, continuidad, integralidad, aceptabilidad y calidad en la atención en el sistema, con un enfoque centrado en la persona. Es así como propone intervenciones e intervenciones en promoción de la salud, cuidado, protección específica, detección temprana, tratamiento, rehabilitación y paliación a lo largo del curso de la vida, con oportunidad, aceptabilidad, pertinencia, accesibilidad, eficiencia, eficacia y efectividad. En el año 2017 se crea la primera Unidad Médica de Alta Especialidad (UNEME) de enlace geriátrico en la ciudad de México, siguiendo el modelo de recursos creado por el INGER y la Secretaría de Salud bajo este modelo. Por otra parte, se advierte un avance significativo hacia la creación de un Sistema Nacional de Cuidados, conforme en ­agosto de 2018 el Consejo de Salubridad General, entidad responsable de la coordinación intersectorial en materia sanitaria, inició el proceso para el desarrollo de un Sistema Nacional de Cuidados, encomendando al INGER el diagnóstico de necesidades y la coordinación del grupo de trabajo que habrá de desarrollarlo. 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Por desgracia, o a lo mejor por suerte, los geriatras hemos tenido que evidenciar cada una de las bases que fundamentan nuestra especialidad. Hemos tenido que evidenciar la eficacia, efectividad y eficiencia de nuestros niveles asistenciales, de la valoración geriátrica, de las intervenciones sobre los síndromes geriátricos y del equipo multiprofesional; hemos tenido que evidenciar la relevancia de la función como elemento vertebrador de nuestra especialidad, de la fragilidad, del estado cognitivo, del ejercicio, de las intervenciones nutricionales, del control de la prescripción inapropiada y de la adecuación del manejo farmacológico de las enfermedades a las características de los mayores. Sin duda, esta constante lucha durante los últimos 30 años nos ha dado una fortaleza de argumentos que, hoy por hoy, es absolutamente irrefutable, y nos ha hecho construir un core de conocimientos que en la actualidad llamamos Medicina Geriátrica. Hoy ya conocemos que la biología del envejecimiento, los hábitos de vida y la carga de enfermedad crónica condicionan de manera inequívoca la necesidad de una atención sanitaria especializada a los mayores, y hemos sido capaces, con la inestimable ayuda de nuestros compañeros de las ciencias básicas, de identificar las vías que relacionan genética, epigenética, biología molecular y celular con el fenotipo clínico. Todos estos hechos innegables han hecho que organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Unión Europea (Joint action ADVANTAGE) y el propio Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad español hayan elaborado documentos que apoyan de manera incondicional la atención especializada a los mayores, basada en la función y no en la pluripatología, cronicidad o comorbilidad. Hoy en día, aunque algunos clínicos y políticos con intereses personales lo ignoren y rechacen, podemos afirmar que la Medicina Geriátrica es una especialidad médica imprescindible en el mundo. Sin embargo, y volviendo al comienzo de la introducción, se hace necesario que toda esta evidencia se aplique con excelencia en la práctica clínica habitual y además que se haga visible a la población general y científica. Los geriatras, además del cometido de prestar la atención sanitaria a los mayores, que ya hacemos, y además del cometido de investigar en envejecimiento, que también hacemos, tenemos la respon- sabilidad de comunicar y difundir estas evidencias. Tenemos la obligación de presentar la «Marca Medicina Geriátrica» como lo que es realmente, la mejor manera de atender desde atención especializada a una persona mayor. Y esta transmisión debemos hacerla en las facultades de medicina, con los residentes en formación, con nuestros compañeros de otras especialidades médicas, con los gestores sanitarios, con los políticos, con las organizaciones de usuarios, con las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y con la población en general. En este contexto, presentamos el desarrollo del Servicio de Geriatría de Albacete (España) durante sus primeros 25 años de existencia como modelo reproducible en otros lugares del mundo, así como la idea de cómo debería ser nuestro servicio «ideal», así como el Proyecto CAPACES, diseñado por nuestro servicio, que pretende sentar las bases de la «Marca Geriatría» para su difusión allá donde podamos llegar. La figura 20.1 presenta el acrónimo del Proyecto CAPACES. Sin embargo, sería injusto no reconocer que la diversidad de entornos, poblaciones, necesidades y recursos existentes puede modular el inicio y el futuro desarrollo de un servicio de geriatría. Los inicios son siempre difíciles, y en numerosas ocasiones los servicios de geriatría han comenzado su implementación partiendo de dispositivos asistenciales que no son los que mayor evidencia científica tienen, y han progresado posteriormente hasta alcanzar el mayor número de ellos. EL PROYECTO CAPACES Este proyecto nace para hacer visible y exportable como «marca» la actuación de los geriatras, sentar las bases de nuestra atención diaria, humanizar nuestra manera de atender a los mayores y marcar una hoja de ruta de líneas de mejora. Se compone de los siguientes elementos imprescindibles en la atención sanitaria a los mayores: cuidados especializados, autonomía de los mayores, participación, adaptación de recursos y humanización, coordinación e integración, evaluación mediante valoración geriátrica integral (VGI) y síndromes geriátricos como modelo de enfermar de los mayores. Cuidados especializados Es evidente que los servicios de geriatría prestamos una serie de cuidados que ninguna otra especialidad médica realiza, y este es nuestro primer elemento diferenciador. La atención basada en la VGI, en los niveles asistenciales, en el equipo multiprofesional, en los síndromes geriátricos, y fundamentalmente en 169 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 170 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo Figura 20.1 Acrónimo del Proyecto CAPACES. la función y la fragilidad, es inherente a nuestra especialidad y conlleva una formación específica: cuatro años en el caso de los médicos y dos en el de las enfermeras. La capacitación en áreas tan dispares como la biología del envejecimiento, el deterioro cognitivo, el delírium, la nutrición, la disfagia, el ejercicio, la recuperación funcional, la sarcopenia, el inmovilismo, las continencias, los cuidados paliativos o el manejo de fármacos en los mayores, imprescindibles entre otros aspectos para una adecuada atención sanitaria a los mayores, no es compartida por ninguna otra especialidad médica ni de enfermería. La especialización en los cuidados queda evidenciada en el proceso de atención sanitaria a los mayores hospitalizados que prestamos en el Servicio de Geriatría de Albacete (fig. 20.2). Los pacientes reciben al ingreso una VGI por el equipo multiprofesional (geriatra, enfermera y nutricionista), que desarrollan un plan de cuidados individualizado. Este incluye no solo el manejo clínico del paciente y la adecuación de intervenciones a su situación basal, sino que además identifica las necesidades de cada paciente para su inclusión en programas específicos que intenten evitar el deterioro funcional que inexorablemente conlleva la hospitalización en este grupo poblacional. En nuestro servicio, los pacientes pueden ser asignados a los programas de fisioterapia/rehabilitación, terapia ocupacional, ejercicio físico, prevención de delírium (Programa HELP), adecuación nutricional (dieta y textura), cuidados al final de la vida o investigación/ensayos clínicos. En el servicio se presta también información y formación a los cuidadores por parte de las enfermeras, mediante un programa denominado CUID-ARTE, cuyo objetivo es que durante el ingreso y al alta los familiares y cuidadores sean capaces de prestar con calidad los cuidados básicos (orientación, movilización, alimentación, eliminación y seguridad) a los mayores. Desde el ingreso se prepara el alta con la trabajadora social, identificando el mejor nivel asistencial cada día a cada paciente (seguir en la unidad geriátrica Figura 20.2 Proyecto CAPACES: Ruta del mayor ingresado. Cuidados, Autonomía, Participación, Adaptación, Coordinación e Integración, Evaluación con valoración geriátrica (VGI), Síndromes geriátricos. HD, hospital de día; URF, unidad de recuperación funcional. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 20 Cómo crear un servicio de geriatría: la experiencia de Albacete y el Proyecto CAPACES de agudos, pasar a la unidad de recuperación funcional o al hospital de día) y valorando la necesidad de seguimiento por el equipo de continuidad asistencial (ECA), en consultas externas o derivando al paciente a dispositivos de cuidados residenciales. Este proceso es único, y la especialidad de Medicina Geriátrica es la única que puede articularlo. dietista o trabajadora social tienen un alto grado de especialización en Medicina Geriátrica. Con respecto a los recursos materiales, todo el espacio dis­ pone de adaptaciones para los mayores en orden a facilitar su inte­ gración, como aseos adaptados o camas articuladas. Autonomía de los mayores Este elemento identifica claramente el modelo de atención sanitaria a los mayores basado en la medicina geriátrica. En nuestra área de salud, la atención hospitalaria y la atención primaria están integradas en una gerencia única (Gerencia de Atención Integrada o GAI de Albacete). Esto favorece la continuidad de cuidados de los pacientes mayores, al funcionar la atención sanitaria como un «proceso continuo» sin compartimentos estancos. Pero no contentos con esta medida, hemos establecido elementos de coordinación con los principales centros residenciales del Área de Salud a través de nuestro ECA, que visita las residen­ cias para evitar ingresos hospitalarios o derivaciones innece­ sarias. Así mismo nos coordinamos con organizaciones de ma­ yores. Este es el segundo elemento diferenciador en nuestro servicio de geriatría, en una doble vertiente. El principal objetivo de nuestra atención es recuperar, preservar o enlentecer la pérdida funcional secundaria al proceso de hospitalización, al propio envejecimiento, a la fragilidad, a los hábitos de vida o a las enfermedades o los fármacos prescritos, es decir, buscar en todo momento la autonomía de los mayores. La Medicina Geriátrica se basa en la función y no en la cronicidad, y su objetivo fundamental es prevenir, enlentecer o revertir la discapacidad y la dependencia. Pero no es menos cierto que nuestros cuidados deben respetar las decisiones de cómo quieren ser tratados los mayores. Solo ellos son responsables de su vida y su salud, y nuestra misión es apoyarles en la toma de decisiones sin infan­ tilizarlos, evitando el «ageísmo». En este sentido, hemos puesto en marcha las iniciativas HELP-AB para prevención del delírium y el programa de cuidados al final de la vida, en el que la toma de decisiones por parte de los propios mayores es crucial. Participación El Proyecto CAPACES se denomina «Hospital CON los mayores», ni «para» los mayores, ni «de» los mayores. No entendemos nuestro espacio sin su colaboración y participación activa. Para ello hemos diseñado algunos programas en los que la participación de los mayores es imprescindible. En el Programa HELPAB, mayores voluntarios de la organización Unión Democrática de Pensionistas (UDP) realizan el proceso de orientación a los pacientes ingresados. Igualmente, personas mayores participan en el Programa de «Música en el Servicio de Geriatría», que pretende humanizar la atención sanitaria en el hospital. Por último, todas nuestras intervenciones comunitarias cuentan con la participación de las asociaciones de mayores. Coordinación e integración Evaluación mediante valoración geriátrica integral La VGI es la herramienta diagnóstica sobre la que descansa la elaboración del plan terapéutico y de cuidados. En la Unidad de Agudos se realiza una valoración funcional, mental, social y nutricional a todos los pacientes con herramientas validadas, y enfermería realiza además una valoración de necesidades, de riesgo de caídas y de riesgo de úlceras por presión de manera estructurada. En consultas externas, además de una VGI completa, hemos desarrollado un «pasillo de marcha» que mide velocidad de marcha y la incorpora directamente a la historia clínica del paciente sin necesidad de que intervengan los profesionales sanitarios. Este dispositivo permite un cribado de fragilidad rápido, eficaz, autoadministrado y automatizado (fig. 20.3). Es conocido que la VGI por sí misma no tiene ningún valor, al igual que tampoco lo tiene el pasar escalas sin saber interpretarlas. Los que piensan que la medicina geriátrica no es más que una medicina interna con escalas, carecen de la formación Adaptación de recursos y humanización © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 171 Los recursos tanto humanos como materiales deben adaptarse a las características de los pacientes mayores, con altas tasas de fragilidad, discapacidad, dependencia, trastornos sensoriales, síndromes geriátricos, soledad o deterioro cognitivo. Es el hospital el que debe adaptarse a su principal usuario, el paciente mayor, y no al revés. Por eso, la eliminación de barreras y los entornos amigables son imprescindibles. En el área de los recursos humanos, la principal forma de adaptar los recursos es la especialización y la formación. En Albacete, todo el equipo médico está constituido por geriatras, y disponemos de programas de formación MIR (médico interno residente) y EIR (enfermera interna residente). Realizamos también formación en Medicina Geriátrica a médicos de familia, cardiólogos y farmacéuticos hospitalarios. Los profesionales que colaboran en el servicio como fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, especialistas en ejercicio físico, neuropsicólogo, nutricionista/ Figura 20.3 Pasillo de marcha automatizado autoimplementado para medir la velocidad de la marcha en consultas externas de Geriatría. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 172 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo necesaria para atender a personas mayores. Sin embargo, es imprescindible, tal como se refleja en la figura 20.2, que la VGI vaya seguida de intervenciones específicas que ayuden a prevenir o revertir el deterioro funcional, así como asignar recursos de manera equitativa y sostenible. Síndromes geriátricos como modelo de enfermar de los mayores En nuestro servicio estamos entrenados en el manejo de los síndromes geriátricos, como típica «atípica» manera de enfermar de los mayores. El deterioro funcional, deterioro cognitivo, fragilidad, sarcopenia, malnutrición y anorexia, disfagia, delírium, caídas, síndrome de inmovilidad, continencias, polifarmacia, alteraciones afectivas y aislamiento social son la base de nuestro programa formativo y de la atención sanitaria que prestamos. Por ello disponemos de programas específicos ante estos síndromes geriátricos: programa de ejercicio físico para la fragilidad, sarcopenia y deterioro funcional; programa nutricional para la malnutrición, anorexia y disfagia; unidad de caídas para las caídas; unidad de memoria para el diagnóstico y tratamiento de las demencias y trastornos afectivos; programa HELP-AB para la prevención del delírium en pacientes hospitalizados. CREACIÓN DE UN SERVICIO DE GERIATRÍA: LA EXPERIENCIA DE ALBACETE Los inicios Como en cualquier lugar del mundo, nuestro servicio se desarrolló en 1993 partiendo de una situación local específica, una unidad de media-larga estancia en un antiguo hospital antituberculoso, el Hospital Nuestra Señora de los Llanos, con 34 camas y una consulta. En aquel momento, la estancia media era superior a 35 días, la edad media de los pacientes cercana a los 50 años y se atendían menos de 100 consultas externas al año. La unidad la atendían dos facultativos. Tuvimos la suerte de comenzar dos geriatras (mínimo número para desarrollar un proyecto con visos de éxito), lo que nos permitió inicialmente fortalecer el nivel asistencial con mayor evidencia científica de su necesidad de implementación por su eficacia y coste-efectividad: la Unidad Geriátrica de Agudos. En un año elevamos la edad media a 80 años, disminuimos la estancia media a 12 días, aumentamos la consulta externa a 350 consultas al año y comenzamos a formar médicos de Medicina Familiar y Comunitaria con rotaciones obligatorias de un mes por nuestro servicio, que continúan en la actualidad. Posteriormente vinieron un pequeño hospital de día y un tercer geriatra, lo que nos permitió acreditarnos para la docencia posgrado. Este es un paso imprescindible para el desarrollo de un servicio completo, la docencia. Y al mismo tiempo, iniciamos la investigación, el otro pilar imprescindible para conseguir un servicio de geriatría completo. Sin investigación y docencia es imposible progresar. Desarrollo durante los primeros 25 años En 1997 nos trasladamos a un hospital nuevo, el Hospital Perpetuo Socorro, nuestra sede actual. Este cambio supuso un reajuste del servicio, ya que perdimos a los dos médicos no geriatras que estaban desde el inicio con nosotros, y por ello tuvimos que reducir nuestra encamación de agudos a 30 camas, aunque ganamos seis de la Unidad de Recuperación Funcional (URF). Este reajuste, al quedar conformado el servicio con solo especialistas en geriatría, permitió homogeneizar más la atención sanitaria. La estancia media de nuestros pacientes ya estaba alrededor de 7 días, y la edad media, cercana a los 85 años. Continuamos con un local de consultas y el pequeño hospital de día. En 2002 terminó la formación nuestra primera promoción de residentes de geriatría, lo que permitió ir incorporando nuevos facultativos al mismo tiempo que incrementábamos los niveles asistenciales, así como su capacidad. Desde 2002 a 2018 hemos pasado a contar con 10 geriatras en plantilla y otros 3 asociados, la Unidad Geriátrica de Agudos ha pasado a tener 40 camas manteniendo las 6 de la URF, y las consultas externas han pasado a cuatro locales. Hemos abierto una unidad de caídas con posturógrafo y GaitRite y una consulta de enfermería geriátrica. El hospital de día tiene dos camas y seis sillones, para realizar técnicas y tratamientos, siendo multidisciplinar para todo el hospital. Por último, hemos puesto en funcionamiento en 2016 el ECA, con un coche, un geriatra y una enfermera que realizan visitas domiciliarias a pacientes dados de alta de nuestra Unidad de Agudos bajo una estrategia de alta precoz, y a pacientes dados de alta del Servicio de Urgencias bajo una estrategia de evitación de ingresos. El ECA realiza también coordinación con diferentes residencias del área de salud que no disponen de geriatra. La figura 20.4 presenta la estructura actual del Servicio de Geriatría de Albacete a fecha de octubre de 2018. Durante estos años hemos implementado, además, diferen­ tes programas que nos identifican con la «Marca Geriatría»: • Unidad de Ensayos Clínicos e Investigación: con tres espacios, sala de entrevistas, sala de enfermería y sala de ejercicio; dispone de densitómetro (DXA), bioimpedanciometría, máquinas para medir fuerza y potencia muscular, congeladores, frigoríficos, centrífuga refrigerada, electrocardiógrafo, sillones de tratamiento, bombas y todo el material necesario para llevar a cabo ensayos. Dos enfermeras especialistas llevan la carga asistencial e investigadora. • Programa de ejercicio físico: un doctor en ciencias del deporte realiza ejercicio físico multicomponente todos los días a pacientes frágiles, con caídas o encamados. • Docencia pregrado a alumnos de 5.° y 6.° curso de la Facultad de Medicina de Albacete. • Programa de intervención nutricional: una dietista/nutricionista realiza valoración a todos los pacientes ingresados en la Unidad de Agudos y lleva a cabo las intervenciones nutricionales necesarias. • Programa de fisioterapia/terapia ocupacional: una fisioterapeuta y dos terapeutas ocupacionales realizan tratamientos a pacientes ingresados todos los días. • Programa «Acompaña» para la atención a los pacientes en situación de últimos días. • Programa «HELP-AB» para prevención del delírium en pacientes hospitalizados. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 20 Cómo crear un servicio de geriatría: la experiencia de Albacete y el Proyecto CAPACES 173 Figura 20.4 Estructura del Servicio de Geriatría de Albacete (octubre 2018). • Programa de valoración neuropsicológica en demencias. • Programa IDEAL de formación e información a familiares y cuidadores de pacientes con demencia. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. El futuro El objetivo futuro de nuestro servicio es adecuar la atención sanitaria especializada a los mayores de Albacete, y para ello es necesario ajustar las necesidades de profesionales de la salud que atienden a esta población diana y que previamente expusimos en el capítulo 2 del presente tratado: todos los mayores de 80 años, los mayores entre 65 y 79 años con discapacidad en acti­ vidades básicas de la vida diaria (ABVD), los mayores institu­ cionalizados, los mayores frágiles y los síndromes geriátricos. La figura 20.5 presenta el mapa sanitario de Castilla-La Mancha y de Albacete en 2018 con las diferentes GAI del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM). La provincia de Albacete, con una población total de 390.032 habitantes (73.511 mayores de 65 años; tasa de envejecimiento del 18,8%) según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2017 está integrada por cuatro GAI sanita­rias: Albacete capital, Hellín, Almansa y Villarobledo. Sin embargo, la población total atendida es mayor, al incluir también población de las provincias de Cuenca y Valencia por proximidad geográfica, zonas muy envejecidas al tratarse de núcleos rurales. Según datos recogidos del catálogo de hospitales del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM) en 2016, actualmente la población mayor de 65 años que atiende la GAI de Albacete es de 50.716 personas (el resto hasta 73.511 más los de las áreas de proximidad de Cuenca y Valencia son atendidas por las GAI de Hellín, Villarrobledo y Almansa). Incluyendo a las personas de 80 o más años, aquellos con discapacidad en ABVD entre 65 y 79 años (según los porcen- tajes por grupos etarios publicados por el INE 2011-2012 y asumiendo que los institucionalizados se encuentran dentro de esta población discapacitada al igual que los frágiles dependientes y los pacientes con síndromes geriátricos) y los frágiles independientes entre 65-79 años (cuyo porcentaje en la comunidad según datos del estudio FRADEA es del 7%), el número total de pacientes candidatos a un sistema de atención geriátrica sería de 24.141 (tabla 20.1). Pero, además, según previsiones poblacionales basadas en datos del INE 2023, y asumiendo porcentajes de fragilidad y dependencia similares a los actuales, las proyecciones arrojan un número de 28.709 para dicho año 2023 (tabla 20.2). Con estos datos poblacionales actuales y las proyecciones para dentro de 5 años, la figura 20.6 presenta cómo debería ser nuestro servicio con un horizonte 2025. Incluye la implementación progresiva de las unidades de ortogeriatría y de oncogeriatría junto con las interconsultas a otras especialidades médico-quirúrgicas, la inclusión de dos geriatras en Urgencias como interconsultores para cubrir todas las tardes de la semana, así como el aumento de los dispositivos en Hellín, consultas externas y residencias grandes, para garantizar la cobertura completa a toda la provincia de Albacete. Pudiera parecer una plantilla muy extensa, pero no lo es más que la de pediatras, anestesiólogos cirujanos, traumatólogos o internistas hoy en nuestra provincia, y debemos resaltar que los mayores van a ser los principales usuarios del Sistema de Salud. Este sistema de atención deberá ir coordinado con los Servicios Sociales, las organizaciones de mayores y el voluntariado, que podrán prestar servicios donde el Sistema de Salud no llegue. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 174 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo Figura 20.5 Mapa de Castilla-La Mancha 2018 con las diferentes gerencias de atención integrada (GAI) del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM). TABLA 20.1 Población de mayores de 65 años, diana de asistencia geriátrica especializada de la Gerencia de Atención Integrada (GAI) de Albacete (2016) Edad Total Hombres Mujeres 65-69 12.480 5.998 6.482 70-74 10.760 5.006 5.754 75-79 10.065 4.520 5.545 ≥80 17.411 6.903 10.508 ≥65 50.716 22.427 28.289 Edad de 80 años o más Edad de 65 a 79 años con discapacidad/frágiles/residencia/SG Paciente diana GAI Albacete Discapacidad para ABVD Frágiles independientes 2.080 (16,7%) 2.259 (21%) 3.059 (30,4%) 874 753 705 17.411 9.730 27.141 ABVD, actividades básicas de la vida diaria; GAI, gerencia de atención integrada; SG, síndromes geriátricos. TABLA 20.2 Estimaciones poblacionales (INE 2023) de la población diana de asistencia geriátrica especializada en el Área Sanitaria y en la Gerencia de Atención Integrada (GAI) de Albacete Edad Total Hombres Mujeres 65-69 20.247 9.940 10.307 70-74 17.299 8.340 8.959 75-79 14.578 6.628 7.950 ≥80 26.726 10.687 16.039 ≥65 78.850 (21%) 35.595 43.255 Edad de 80 años o más Edad de 65 a 79 años con discapacidad/frágiles/residencia /SG Paciente diana Área Sanitaria Albacete Paciente diana GAI de Albacete Discapacidad para ABVD Frágiles independientes 3.381 (16,7%) 3.632 (21%) 4.431 (30,4%) 1.180 956 710 26.726 14.290 41.016 28.709 ABVD, actividades básicas de la vida diaria; GAI, gerencia atención integrada; INE, Instituto Nacional de Estadística; SG, síndromes geriátricos. CONCLUSIONES Desde el Servicio de Geriatría de Albacete defendemos que la mejor manera de prestar una atención sanitaria de calidad, eficaz, eficiente y coste-efectiva es mediante modelos de servicios de geriatría completos en los hospitales generales, prestando una atención continuada, integrada con atención primaria y coordinada con los Servicios Sociales, organizaciones de mayores y voluntariado. La implementación de nuevos servicios debe ser sostenible pero progresiva, no intrusiva y ajustada a las características y necesidades poblacionales locales y a la idiosincrasia booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 20 Cómo crear un servicio de geriatría: la experiencia de Albacete y el Proyecto CAPACES 175 Figura 20.6 Proyecto geriatría provincia de Albacete horizonte 2025. local. Debe comenzarse por los niveles asistenciales que mayor coste-eficacia han demostrado, es decir, las unidades geriátricas de agudos y las unidades de rehabilitación funcional, para desde allí completar todos los niveles asistenciales. Es imprescindible que la atención sea especializada, es decir, implementada por geriatras y enfermeras especialistas, y en la que la docencia y la investigación desempeñen un papel primordial. Proyectos como el de Albacete, basados en el acrónimo CAPACES, pueden ayudar a implementar servicios de geriatría en otros lugares del mundo. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Abizanda P, Romero L, Sánchez-Jurado PM, et al. Age, frailty, disability, institutionalization, multimorbidity or comorbidity. Which are the main targets in older adults? J Nutr Health Aging 2014;18:622-7. Baztán JJ, Suárez-García FM, López-Arrieta J, et al. Effectiveness of acute geriatric units on functional decline, living at home, and case fatality among older patients admitted to hospital for acute medical disorders: metaanalysis. BMJ 2009;338:b50. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI). Documento de consenso sobre prevención de fragilidad y caídas en la persona mayor. Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el SNS. 2014. Disponible en: http://www.msssi.gob.es/profesionales/saludPublica/ prevPromocion/Estrategia/docs/FragilidadyCaidas_ personamayor.pdf. Morley JE, Vellas B, Abellan van Kan G, et al. Frailty consensus: a call to action. J Am Med Dir Assoc 2013;14:392-7. Rodríguez-Laso A, Caballero Mora MA, García Sánchez I, et al. State of the art report on the prevention and management of frailty. Joint Action ‘724099/ADVANTAGE’. 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Todos los derechos reservados. 21 Envejecimiento, enfermedad y cuidados en el anciano: una perspectiva económica Juan Oliva Moreno, Luz María Peña Longobardo y Beatriz Rodríguez Sánchez INTRODUCCIÓN Uno de los grandes hitos de la especie humana ha sido el incremento que ha experimentado su esperanza de vida en los dos siglos pasados. En dicho proceso, la transición epidemiológica ha cambiado sustancialmente el patrón de enfermedades que afectan a la población. Así, las caídas en las tasas de mortalidad y de natalidad, al menos en los países de rentas altas, han configurado un patrón demográfico difícilmente imaginable para nuestros antepasados. Sin embargo, en el momento de escribir estas líneas somos conscientes de que el envejecimiento demográfico va a suponer transformaciones profundas de nuestras sociedades en los próximos años, así como el abordaje de retos personales y comunitarios que no deben ser pospuestos ni relegados. En el campo de la organización de los cuidados sanitarios afloran cuestiones sobre cuál será el impacto de este fenómeno sobre la sostenibilidad financiera de los sistemas sanitarios y si ello comprometerá la solvencia, es decir, la capacidad de los sistemas para dar respuesta a las necesidades y a las demandas sociales de los ciudadanos. No obstante, más allá de los cuidados sanitarios, el continuo y progresivo envejecimiento de la población pone de manifiesto la importancia que otros recursos sociales (cuidados profesionales e informales) pueden tener para la sociedad. En este capítulo trataremos de revisar el conocimiento científico que existe sobre el impacto económico que ocasionan las enfermedades más frecuentes en la población anciana, sobre el impacto económico previsto del envejecimiento, sobre la relación existente entre el envejecimiento, la fragilidad y los costes, y, por último, sobre las evaluaciones económicas de diferentes intervenciones y programas enfocados a población mayor y frágil. El capítulo se cierra con unas breves conclusiones. IMPACTO ECONÓMICO DE LAS ENFERMEDADES Y LAS LESIONES Tipos de costes y perspectiva de análisis El concepto de coste nos traslada a la valoración monetaria de los recursos empleados en un tratamiento, intervención o programa. Ello nos llevaría a considerar los costes en los que se incurre y aquellos que se evitan al aplicar un conjunto de intervenciones sanitarias alternativas cuya finalidad sería resolver o prevenir (de manera primaria, secundaria, terciaria e incluso cuaternaria) un determinado problema de salud. Así, podemos distinguir entre varios tipos o partidas de coste (fig. 21.1). En primer lugar, se encontrarían los costes directos sanitarios. Dentro de esta partida estarían los costes derivados del uso de medicamentos, hospitalizaciones, consultas en atención primaria, consultas a especialistas, pruebas diagnósticas, etc. Es decir, las partidas comunes de gasto sanitario que tratan de reducir en lo posible el impacto en la salud de las personas que sufren o podrían sufrir una enfermedad. En segundo lugar, tendríamos los costes directos no sanitarios. Dentro de este grupo se encontrarían, entre otros, los costes de los cuidados prestados por servicios sociales (financiados pública o privadamente) o los costes de los cuidados prestados por personas no profesionales (llamados también cuidados informales) surgidos a consecuencia de una enfermedad o lesión. En tercer lugar, las enfermedades y las lesiones pueden ocasionar un fuerte impacto en la situación laboral de las personas que las soportan. Un problema de salud puede reducir la productividad laboral de una persona de manera transitoria o permanente. Toda vez que la productividad laboral es fuente de riqueza no solo para una persona, sino para la sociedad, una reducción de esta a consecuencia de un problema de salud es un coste que puede ser valorado. Por último, existe una última partida de costes denominados intangibles. Estos costes serían aquellos asociados al dolor y al sufrimiento que ocasiona un problema de salud. Esta partida rara vez se valora en los estudios en términos monetarios debido a la dificultad de su estimación, si bien se recomienda citar su existencia cuando se considere que son de importancia y acometer su valoración como resultado de salud (pérdida de calidad de vida, escalas de dolor, índices de dependencia, etc.). En cualquier análisis de impacto económico, incluyendo evaluaciones económicas y estudios de coste de la enfermedad, estarán presentes los costes sanitarios. El resto de partidas señaladas aparecerán o no dependiendo de la perspectiva adoptada en el análisis. Así, si la evaluación económica se realiza desde la perspectiva de la sociedad, todos los recursos empleados (sanitarios o no sanitarios) o perdidos (laborales) a consecuencia de una enfermedad deberían ser identificados, medidos y valorados en el análisis. En cambio, si la perspectiva empleada es la de un agente particular (financiador, proveedor, paciente), habrá que seleccionar las partidas de costes relevantes (las que ese agente ha de soportar). Por ejemplo, desde la perspectiva del proveedor del servicio (p. ej., un hospital), los cuidados prestados por la familia a una persona cuya autonomía se ve limitada a consecuencia de una enfermedad o el coste del transporte que realiza un paciente por sus propios medios desde su domicilio hasta el centro de salud no tendrían por qué incluirse. En cambio, estos últimos serán costes relevantes desde la óptica 176 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 21 Envejecimiento, enfermedad y cuidados en el anciano: una perspectiva económica 177 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Figura 21.1 Costes económicos en la evaluación económica de intervenciones sanitarias. Adaptado de: Zozaya et al. Guía Metodológica para estimar los costes asociados a la diabetes mellitus. Madrid: Instituto Max Weber; 2015. del paciente y su familia. Asimismo, desde la perspectiva del proveedor sanitario, los costes de los servicios sociales no serían contemplados. Sí, en cambio, desde la perspectiva del financiador público de dichos servicios. En la figura 21.1, extraída de la obra de Zozaya et al. (2015), pueden observarse los diferentes tipos de costes que se han de considerar, así como su relación con las posibles perspectivas a emplear. Coste de enfermedades que afectan mayoritariamente a personas mayores Las enfermedades crónicas son la principal causa de mortalidad y morbilidad en las personas mayores. De hecho, se estima que el 80% de la población anciana tiene al menos una enfermedad crónica. Dentro de estas enfermedades crónicas, las más limitantes funcionalmente en la población mayor de 65 años son la diabetes mellitus de tipo 2, la enfermedad cardiovascular, el cáncer, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), las enfermedades mentales, las enfermedades degenerativas como la demencia, así como enfermedades osteoarticulares como la osteoporosis o la artritis reumatoide. Debido al envejecimiento poblacional, a la longevidad y a un aumento de los comportamientos poco saludables (traducidos en incrementos del nivel de colesterol, obesidad o hipertensión), la prevalencia de personas mayores con alguna enfermedad booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 178 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo crónica ha crecido notablemente en las últimas décadas. De hecho, en 2016 se mostró que las enfermedades no comunicables, entre las que se encuentran las principales enfermedades crónicas, eran responsables del, aproximadamente, 82% de la carga de la enfermedad medida en años de vida ajustados por discapacidad. Estas cifras tienen su traducción directa en término de impacto económico, ya que, en materia de gasto sanitario, se estima que el 80% de los recursos se destinan al tratamiento y prevención de enfermedades crónicas, y la distribución del gasto está marcadamente concentrada en un pequeño porcentaje de la población, en su mayoría personas mayores (aproximadamente un 5% de la población consume cerca del 30% de los recursos). Existe un importante cuerpo de estudios que han tratado de estimar el impacto económico causado por estas enfermedades crónicas*. Para entender el orden de magnitud de este impacto señalaremos los resultados de algunos de ellos**. Por ejemplo, el coste de la enfermedad cardiovascular y el infarto cerebral en los EE.UU. alcanzó los 311.000 millones de dólares, de los que 181.000 millones se debieron a costes sanitarios y el resto hasta el montante final, 130.000 millones, a costes sociales. Una cifra menor, aunque creciente con los años, de 248.000 millones de dólares correspondería a la diabetes mellitus, de los cuales 178.000 millones se atribuyeron a los costes médicos. Por su parte, el cáncer supuso 247.000 millones de dólares, de los que 146.000 millones eran debidos a los costes sociales y 101.000 millones a costes sanitarios. Padecer EPOC tiene un impacto menor en el sistema estadounidense, ya que alcanza los 15.000 millones de dólares, aunque en este caso solo se consideran los costes sanitarios. En cuanto a las enfermedades mentales, los costes derivados de la depresión en EE.UU. se han estimado en 100.000 millones de dólares, de los que un 37% es atribuible a costes sanitarios y el resto a costes sociales. Los costes de la demencia en EE.UU. suponen 115.000 millones de dólares, incluyendo 84.000 millones (73%) de costes sanitarios y 31.000 millones (27%) como consecuencia de los cuidados informales. Si se trata de osteoporosis, su impacto en EE.UU. alcanza los 18.000 millones de dólares anuales, la mayor parte de estos atribuibles a costes derivados de fractura de cadera y otros costes sanitarios. El coste anual de la artritis reumatoide es ligeramente superior, 21.000 millones de dólares, de los cuales el 50% se debe a costes sociales y el 19% al cuidado informal. En Europa, el coste total anual de las enfermedades cardiovasculares alcanzó los 216.000 millones de euros, con los costes directos sanitarios representando el 62% de dicha cantidad, el cuidado informal el 17% y otros costes sociales el 21%. En el caso de la diabetes mellitus de tipo 2, se estimó que su coste directo, a nivel agregado europeo, alcanzaba los 31.000 millones de euros anuales, siendo el coste de hospitalización el de mayor relevancia *Cabe mencionar que, aunque las conclusiones se mantienen entre revisiones sistemáticas de costes de varias enfermedades crónicas, existen diferencias en la magnitud del impacto económico de las mismas entre los estudios debido a las partidas incluidas y a las diferencias en la organización de los cuidados (sanitarios, servicios sociales, familias) y de sus costes unitarios entre países. **Los costes de los distintos estudios han sido actualizados a precios del año 2015 para facilitar la comparabilidad entre enfermedades. (55%). En el caso del cáncer, el impacto económico que supone en la Unión Europea (27 países) alcanzó los 137.000 millones de euros, de los cuales el 40% son costes directos, el 18% se debe al cuidado informal y el 42% restante a pérdidas laborales. Por su parte, el coste de la demencia en 15 países de la Unión Europea se ha cifrado en 192.000 millones de euros, de los que el 56% (107.000 millones) se debe al cuidado informal. En general, la distribución de los costes por país es muy heterogénea y refleja el distinto grado de desarrollo de sus sistemas de cuidados de larga duración (países del norte de Europa) respecto a los países donde el cuidado informal tiene un mayor peso (sur de Europa). En cualquier caso, el peso del gasto sanitario respecto al coste total estimado supone apenas un 5% del total. También a nivel europeo, la osteoporosis implica un coste de 37.500 millones de euros, de los que el 66% se debe a los costes directos sanitarios y el 29%, a los cuidados informales. En el caso de la artritis, la estimación del impacto económico alcanza los 45.500 millones de euros, representando la mayor proporción de los costes totales el cuidado informal, el cual supone entre el 30 y el 45% del montante total en función del tratamiento recibido. Tomando en conjunto todas las enfermedades y lesiones, en la mayoría de los países de rentas altas, el gasto sanitario oscila entre un 7 y un 11% de su producto interior bruto (PIB), mientras que los sistemas de cuidados de larga duración representan entre un 1 y un 3%, si bien hay diferencias importantes entre países en función de su renta, así como de otros aspectos organizativos y culturales. Ello refleja, por una parte, el gran peso económico de estos sistemas, pero también el grado de prioridad que conceden los ciudadanos a sus cuidados a través de decisiones personales y colectivas. Otros trabajos científicos han tratado de estimar los costes invisibles de otros costes sociales ya mencionados, es decir, aquellos que no están asociados a un presupuesto. Así, algunos trabajos han estimado que las pérdidas laborales asociadas a todas las enfermedades y lesiones podrían suponer cifras cercanas al 4% del PIB y que el valor de los cuidados informales podría ser muy superior al coste de los cuidados sociales profesionales, en especial en aquellos países con menor desarrollo de sus sistemas de cuidados de larga duración. ¿ES EL ENVEJECIMIENTO UN COMPONENTE FUNDAMENTAL DEL CRECIMIENTO DE LOS COSTES? Tradicionalmente se ha considerado que el envejecimiento de la población se trasladaría a una gran demanda de servicios sanitarios que amenazaría la sostenibilidad de los sistemas sanitarios públicos o que generaría una gran dualidad, en caso de que predominara el aseguramiento privado. No obstante, durante las dos últimas décadas, los trabajos desarrollados en el campo de la economía de la salud han puesto en entredicho tales afirmaciones. El punto clave de estos estudios ha sido analizar si entre la edad y el consumo de recursos sanitarios existía una relación causa-efecto o era más bien una asociación entre dos variables, relacionadas entre sí, pero con otros determinantes más profundos. En este sentido, cabe relacionar estas investigaciones con las hipótesis de evolución de la salud de la booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 21 Envejecimiento, enfermedad y cuidados en el anciano: una perspectiva económica Figura 21.2 Escenarios de compresión/expansión de morbidependencia. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. población mayor en un contexto de incremento de la esperanza de vida (fig. 21.2), teniendo en cuenta que no es únicamente la dimensión de morbilidad la que debemos considerar, sino si esa morbilidad se traslada o no a discapacidad y esta progresa o no a dependencia, y cómo todo ello afecta a la capacidad funcional y a la calidad de vida de las personas ancianas pri­ mero y, por extensión, a sus costes sanitarios. En otras palabras, asumiendo la relación observada entre edad y gasto sanitario, el envejecimiento de la población presionará al alza, con más o menos intensidad, el gasto sanitario dependiendo de la calidad de vida y del estado funcional de la población mayor. 179 El marco conceptual que nos ayudará a explicar mejor estas ideas lo podemos encontrar resumido en la figura 21.3. Existen tres tipos de determinantes individuales: factores predisponentes, que reflejan la predisposición del individuo hacia el uso de recursos, en este caso sanitarios; los factores capacitantes, que se refieren a los recursos disponibles para satisfacer una necesidad sanitaria; y los factores de necesidad, que constituyen el motivo por el cual el individuo, debido a los factores anteriores, solicita atención sanitaria. Cabe destacar que, dentro de este marco, la edad se considera un factor predisponente, pero no de necesidad, lo que sugiere que el efecto sobre el gasto de una mayor longevidad o de un mayor número de sujetos en edades más avanzadas depende de la relación con los factores de necesidad subyacentes. Asimismo, y en relación con lo anterior, uno de los principales factores de necesidad es la discapacidad, que, a pesar de estar relacionada con el estado de salud, tiene un efecto diferente sobre el gasto sanitario. Dicho efecto depende también del tipo de cuidado, especialmente entre los cuidados de larga duración y los agudos. Es probable que el envejecimiento de la población afecte a la oferta futura de cuidado informal; sin embargo, la fuerza y dirección del efecto no están claras. Por otra parte, la mortalidad también se incluye como un factor de necesidad o, más concretamente, la proximidad de la muerte. También hay que tener en cuenta los factores sociales que son responsables del nivel de gasto sanitario colectivo y que afectan de manera directa e indirecta a través de su interacción Figura 21.3 Modelo conceptual de los gastos individuales sanitarios. Adaptado de: Meijer et al. The effect of population aging on health expenditure growth: a critical review. Eur J Ageing. 2013;10 (4):353-61. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 180 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo con los determinantes individuales. Así, una mayor expectativa de salud puede trasladarse a una mayor demanda de servicios sanitarios. O los efectos de una crisis económica, traducidos en una caída de rentas familiares y en la precarización del mercado laboral, pueden traducirse en efectos negativos de la salud a medio y largo plazo. Por el contrario, una mejora de la educación en salud en las etapas primaria y secundaria puede hacer que las personas en edad adulta sean más conscientes de la importancia de sus comportamientos cotidianos sobre su salud a largo plazo. Por tanto, los determinantes sociales influyen potencialmente en el efecto del envejecimiento de la población en el uso de recursos sanitarios y viceversa. Una vez considerado el marco anterior, podemos reseñar los resultados más relevantes de la literatura reciente sobre el tema. La idea fundamental es que la relación entre la edad y el gasto sanitario en realidad oculta otras relaciones más importantes: la del estado de salud y discapacidad, y la de la cercanía de la muerte (time to death). De este modo, la relación causa-efecto se traslada del mal estado de salud hacia el gasto sanitario. Ciertamente, a edades avanzadas, en términos medios, la prevalencia de enfermedades crónicas y la incidencia de eventos agudos son mayores que en edades jóvenes, pero la variable realmente relevante para explicar el mayor consumo de servicios sanitarios es el estado de salud y no la edad. Los trabajos seminales que trataron de contrastar esta hipótesis, en vez de comparar los costes agregados de las personas que fallecían y de los supervivientes, controlando por edad, incluyeron el tiempo hasta la muerte como variable clave para explicar el gasto sanitario. Estos trabajos identifican de manera consistente que el tiempo hasta la muerte, y no la edad, es la variable clave para explicar el gasto sanitario. Si lo expresamos en otros términos, una persona de 55 años y 12 meses de esperanza de vida tendrá un gasto sanitario similar a la de una persona 20 años mayor a la que reste el mismo tiempo de supervivencia. Partiendo de la idea anterior, otros trabajos han enriquecido los análisis previos considerando, además del tiempo de supervivencia, otras variables como la morbilidad (altamente explicativa), así como el tiempo desde el diagnóstico de algunas condiciones crónicas y deterioros relacionados con la edad (deterioro cognitivo, delírium, caídas y problemas de movilidad, por ejemplo). Estos factores explican los incrementos en el gasto sanitario, y reducen o hacen desaparecer el efecto explicativo de la edad per se. Más concretamente, la intensidad en el uso de servicios sanitarios es más pronunciada debido al número de deterioros sufridos y no tanto debido al número de comorbilidades. De igual modo, se ha estudiado el efecto del tiempo hasta la muerte para distintos componentes de gasto (hospitalario, atención primaria, medicamentos) y se han observado tendencias diferenciadas en función del tipo de servicio sanitario. Por otra parte, pese a la evidencia ya acumulada de que no es el envejecimiento el principal factor impulsor del gasto sanitario, apenas existen trabajos que hayan estudiado la relación entre este y las tendencias en el estado de salud y la discapacidad (v. fig. 21.2). Una excepción es el trabajo de Manton et al. (2006). Analizando los resultados de personas de 65 años o más aseguradas por el programa Medicare en EE.UU., entre los años 1982 y 2005, los autores señalan que el porcentaje de personas libres de discapacidad había pasado del 73,5 al 81,0%, es decir, 7,5 puntos porcentuales de diferencia. Además, tanto el porcentaje de personas mayores con problemas para realizar actividades básicas o instrumentales de la vida diaria como el porcentaje de personas ingresadas en residencia habían disminuido. Estas mejoras en el estado de salud se habían traducido en menores costes sanitarios anuales por persona en todas las categorías, salvo en el caso de las personas ingresadas en residencias. Por ejemplo, en el caso de las personas libres de discapacidad, el gasto anual por persona había pasado de 2.238 dólares en 1982 a 1.584 en 2004 (tomando como año base de valoración el 2004), es decir, una reducción de 654 dó­ lares; en el caso de personas con imposibilidad de realizar actividades instrumentales, había pasado de 5.190 en 1982 a 3.590 dólares anuales en 2004 (una reducción de 1.600 dólares); o en personas incapaces de realizar un elevado número de actividades básicas, el coste había pasado de 15.236 dólares en 1982 a 11.971 en 2004 (una reducción de 3.265 dólares). Otro elemento importante a reseñar es que las conclusiones alcanzadas para el gasto sanitario no son directamente extrapolables a los cuidados de larga duración. De hecho, un estudio holandés mostró que, mientras que la morbilidad no es un indicador de mayor coste de los cuidados de larga duración, la discapacidad sí lo es. Aquellos individuos clasificados como moderadamente discapacitados incurrieron en un coste de cuidados profesionales de 29 euros/mes más alto que los individuos sin discapacidad, mientras que la cifra ascendió a 176 euros en caso de sufrir una discapacidad grave. Dicho estudio también resalta la importancia del cuidado informal como factor protector frente a la institucionalización. Por último, debe señalarse que en las proyecciones sobre gasto sanitario realizadas por organismos internacionales, el efecto del envejecimiento en los países de rentas altas es claramente visible, pero también contenido. En último término, existen factores que presionan al alza los gastos sanitarios y son poco controlables por los gobiernos (variaciones en la salud derivadas de factores biológicos, culturales y sociales; factores demográficos, incluyendo el envejecimiento poblacional, pero no únicamente; presiones de demanda derivada de expectativas crecientes sobre el impacto de los servicios sanitarios frente a otros determinantes de la salud, etc.), pero también existen otros elementos en los que los gobiernos pueden influir (incentivos inapropiados para los proveedores de servicios; estructuras organizativas y de gestión inadecuadas; mecanismos normativos con margen de mejora; profundidad de la cartera de servicios; copagos; falta de información sobre efectividad y costes; ritmo de entrada y precios de las innovaciones sanitarias, etc.) y cuyo impacto sobre el gasto sanitario presente y futuro quizás sea mucho más relevante. ENVEJECIMIENTO, FRAGILIDAD Y COSTES Capital salud y fragilidad Uno de los modelos teóricos más influyentes en el campo de la economía de la salud es el desarrollado por Michael Grossman en el año 1972. Grossman concibe la salud como un tipo de capital humano, con muchas similitudes con la educación. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. 21 Envejecimiento, enfermedad y cuidados en el anciano: una perspectiva económica En este modelo, la salud es una variable stock o de capital. Ello supone que la salud es un bien sujeto a depreciación con el paso del tiempo, pero también que las personas (decisiones individuales) o las sociedades (decisiones colectivas) podemos invertir una parte de nuestro tiempo y de nuestros recursos en su reposición, mantenimiento e incluso mejora. De esta manera, la salud no se adquiere de manera pasiva, sino que se «produce» salud. La asistencia sanitaria sería uno de los determinantes que se demanda para mantener o mejorar el estado de salud, pero, obviamente, no el único. De hecho, podemos entender que la demanda de servicios sanitarios es una demanda derivada, puesto que no valoramos dichos servicios por sí mismos, sino como un elemento que ayuda a mantener o mejorar un bien final: la salud. Discutido y analizado hasta la saciedad en el campo económico, el modelo de capital salud de Grossman está muy cercano a los modelos de fragilidad que se dan en geriatría en varios aspectos. Uno de ellos reside en que la tasa de depreciación de salud se incrementa con el paso del tiempo, por lo que nosotros, o nuestras familias, debemos hacer inversiones en nuestro stock de salud en etapas tempranas (edad adulta, edad juvenil, etapa infantil, etc., o incluso en la etapa gestante) para llegar a la edad anciana con el mejor estado de salud posible (envejecimiento saludable). Asimismo, existe un nivel mínimo por debajo del cual no debe caer nuestro stock de salud puesto que, ante un shock negativo para nuestra salud, la capacidad de recuperación sería muy precaria y no revertiríamos al nivel de salud anterior. Esta concepción de umbral mínimo o stock de seguridad está fuertemente asociada al concepto de fragilidad y a su valor como factor de predicción de discapacidad y deterioro funcional. Asimismo, el carácter reversible de la fragilidad concuerda perfectamente con la noción de stock de capital salud de Grossman, donde las inversiones adecuadas de nuestro tiempo, esfuerzo, educación y servicios sanitarios, entre otros factores, pueden recuperar favorablemente un nivel de salud deteriorado. En los últimos años, economistas de la salud y expertos clínicos han dirigido su interés al estudio de la fragilidad tratando de averiguar cuál es el impacto económico asociado a ella e identificando intervenciones y programas dirigidos a la reversión de este síndrome, principalmente en la población anciana. De este modo, se trata de avanzar en nuestro conocimiento, pero especialmente en el de los planificadores sanitarios, sobre la relevancia de la fragilidad para la sostenibilidad financiera del sistema e identificar el tipo de intervenciones y programas que mejoren el stock de salud de la población mayor frágil o prefrágil, haciendo un uso eficiente de los recursos disponibles. Costes sanitarios asociados a la fragilidad La literatura especializada existente sobre los costes asociados a la fragilidad es incipiente. Si bien ya hace años que se publican artículos sobre el uso de recursos sanitarios asociados a la fragilidad, es mucho menos frecuente que se hayan valorado dichos recursos en unidades monetarias. Por otra parte, la consideración de otros costes sociales más allá de los sanitarios (cuidados profesionales e informales) es muy escasa, casi inexistente. Con todo, esta literatura es creciente y contamos ya con un número respetable de trabajos. 181 La conclusión general de la mayoría de estos estudios es que la fragilidad incrementa el gasto sanitario de las personas ancianas. No obstante, cabe señalar que, en primer lugar, el número y el perfil de personas incluidas en estos estudios son muy variables; existen varios trabajos con muestras pequeñas y otros que, en cambio, se centran en muestras más amplias. Asimismo, mientras algunos artículos analizan la situación de personas en el ámbito ambulatorio u hospitalario, otros estudian el caso de la población general. En segundo lugar, la magnitud de las variaciones en costes es considerable. Sin duda, a ello contribuyen cuestiones metodológicas (las partidas de costes incluidas o los costes unitarios de los recursos de cada país o centro), pero también aspectos organizativos de los diferentes sistemas sanitarios desde donde se realizan los trabajos. El listado de trabajos revisados abarca estudios publicados entre 2011 y 2018, si bien la mayoría se concentran en el trienio 2015-2017. Son trabajos realizados en Alemania, Australia, Canadá, España, EE.UU., Francia, Holanda, Irlanda y México. Con la excepción del estudio mexicano, en el resto de los trabajos se encuentran diferencias estadísticamente significativas entre el gasto sanitario de las personas ancianas frágiles o prefrágiles y las personas no frágiles. Por ejemplo, en el estudio español, basado en la cohorte poblacional FRADEA, el coste anual sanitario de las personas ancianas frá­ giles ascendía a 2.476 euros; el de las personas en estadio pre­ frágil, a 2.056 euros; y el de las personas no frágiles a 1.217 euros (año base de estimación 2013). Las diferencias de costes entre personas frágiles y prefrágiles frente a las no frágiles fueron estadísticamente significativas después de controlar por variables como la edad, el sexo y el índice de Charlson. En el estudio alemán, basado en la cohorte ESTHER, los costes medios trimestrales (año base 2009) de los participantes frá­ giles ascendían a 3.659 euros (4 o 5 síntomas) y 1.616 euros (3 sín­ tomas) frente a los 642 euros de los participantes no frágiles. Al igual que en el estudio español, las diferencias son estadísticamente significativas después de controlar por variables sociodemográficas y comorbilidad (diferencias de 1.917 euros entre frágiles [4 o 5 síntomas] y no frágiles, y de 680 euros entre frágiles [3 síntomas] y no frágiles). En otros estudios se ha encontrado que la fragilidad está asociada a mayores costes sanitarios en el período postoperatorio, mayor probabilidad de rehospitalización y mayores costes de cuidados de larga duración. En este último caso, un estudio irlandés centrado en pacientes con demencia o deterioro cognitivo identificó que el coste semestral por cuidados profesionales y sociales ascendía a 1.572 euros en el caso de pacientes no frágiles, a 2.469 euros en el caso de pacientes prefrágiles y a 3.161 euros en el caso de pacientes frágiles. Los autores concluyeron que los costes del cuidado informal estaban fuertemente asociados a la condición de fragilidad. Evaluación económica de intervenciones en personas mayores frágiles Como se ha mostrado en el epígrafe anterior, dado el considerable impacto económico que puede llegar a ocasionar la fragilidad en las personas mayores, en los últimos años ha habido un interés creciente en la implementación y evaluación booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 182 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo de programas e intervenciones que no solo mejoren el estado de salud de las personas mayores frágiles, sino que también permitan contribuir a la sostenibilidad financiera del sistema sanitario. Así, dentro de las evaluaciones efectuadas en este marco, cabe identificar las intervenciones realizadas en servicios de geriatría que aplican actuaciones integrales a los problemas médicos, mentales y funcionales de las personas mayores con fragilidad. Un segundo tipo de intervenciones son los programas de integración multidisciplinar realizados en el domicilio, donde se procuran cuidados médicos, de enfermería y fisioterapia. En tercer lugar, cabe señalar las intervenciones dirigidas a incrementar el nivel de actividad física de las personas ancianas prefrágiles o frágiles. Respecto al primer tipo de intervenciones, la bibliografía existente identifica programas efectivos, mientras que resalta la elevada incertidumbre en cuanto a su relación coste-efectividad. Así, varias intervenciones suponen un aumento de la probabilidad de sobrevivir durante los 12 meses siguientes a su aplicación frente al grupo de control, con lo que se reduce la probabilidad de ser admitido en un centro de día o residencia, si bien no se observan mejoras en materia de deterioro funcional. En términos generales, suponen ligeros incrementos del coste sanitario, en torno a los 300 euros. Sin embargo, las mejoras en término de años de vida ajustados por calidad (AVAC) son también reducidas. Por tanto, en términos de eficiencia, apuntan resultados favorables pero modestos. Estos resultados parecen ser mejores en el caso de pacientes ortogeriátricos con fragilidad, en los que la evaluación integral de los especialistas permite no solo ahorrar costes, sino también mejorar tanto la pérdida funcional como la mortalidad de los pacientes. Si consideramos el segundo tipo de intervenciones, los resultados de los estudios realizados son ambiguos en cuanto a la efectividad y la eficiencia de los programas. Por ejemplo, un estudio sueco concluye que este tipo de intervenciones supone una disminución en el número de horas de cuidado informal en los pacientes que lo precisan. Sin embargo, no supone ningún cambio en la calidad de vida ni en la utilización de recursos sanitarios. Por su parte, otros estudios demuestran que una intervención con similares características en po­ blación de ancianos holandeses supone un incremento en la utilización de servicios sanitarios, especialmente en atención primaria, y un efecto no significativo en la calidad de vida ni en la discapacidad. Por el contrario, otro estudio holandés concluye que este tipo de intervenciones puede generar ahorros anuales del orden de 760 euros por paciente, en términos medios, explicados fundamentalmente por la disminución de los costes relacionados con las hospitalizaciones e institucionalización. Además, los ancianos consiguieron revertir su declive funcional, mejorando su bienestar social. En términos de eficiencia, el ratio coste-efectividad incremental (RCEI) de la intervención frente al grupo control se estima en 3.418 euros por cada caso de éxito, por lo que los autores concluyen que la intervención multidisciplinar en este colectivo presentaba una buena relación coste-efectividad. Para el tercer tipo de intervenciones, la literatura existente parece apuntar a mejoras en la efectividad, aunque los resultados en términos de eficiencia son ambiguos frente a las alternativas evaluadas. Así, en algunos países este tipo de programas han supuesto ahorros en materia de costes sanitarios, o neutralidad en costes, y mejoras significativas del nivel de fragilidad, así como en los AVAC de los ancianos. Un ejemplo a señalar es el estudio MIDFRAIL, cuya intervención no solo supone un ahorro en costes en torno a los 428 euros por paciente, sino que además conlleva una mejoría en el estado de salud, medido tanto en la escala SPPB (Short Physical Performance Battery) como en términos de AVAC. En otros países, aunque también se ha demostrado mejor efectividad (en términos de mejora en el rendimiento de la movilidad, en la salud autopercibida y en la calidad de vida), la relación coste-efectividad ha sido menos brillante. En suma, las evaluaciones económicas de intervenciones en personas mayores frágiles son un campo incipiente donde los resultados de las intervenciones varían de manera importante. Si bien se han identificado intervenciones prometedoras, la validez externa de los trabajos no es clara, toda vez que los tipos de paciente, los medios disponibles y el entorno organizativo desde el cual se presta la atención son muy distintos entre los estudios. Ello supone que la traslación de experiencias de éxito en materia de efectividad y eficiencia de un medio a otro no deba realizarse literalmente, sino gestionando con inteligencia los medios físicos, profesionales y de apoyo familiar disponibles. CONCLUSIONES El envejecimiento demográfico está suponiendo diversas transformaciones a las que, como sociedad, tendremos que hacer frente en los próximos años. Desde el punto de vista económico y de la organización de los cuidados sanitarios y sociales, plantea importantes retos para la sostenibilidad financiera y la solvencia de los sistemas sanitario y de cuidados de larga duración. Por ello, a lo largo del capítulo se ha intentado dar respuesta a algunas de las principales conjeturas planteadas sobre la relación existente entre la edad y el gasto sanitario. Los trabajos más recientes concluyen que la variable clave para explicar el gasto sanitario reside en el tiempo hasta la muerte (time to death) y en el estado de salud, y no tanto en la edad. En el caso de los cuidados de larga duración (profesionales y familiares), será necesario ampliar el número de análisis antes de llegar a una conclusión sólida. A la luz de estas cuestiones, en los últimos años se ha abierto una agenda de investigación que profundiza en el análisis de la relación entre la fragilidad y el gasto sanitario. La literatura (aún incipiente) en este campo sugiere que la fragilidad añade un exceso de coste sanitario en población anciana estimado entre un 15 y un 20%. Asimismo, en los últimos años ha habi­ do un interés creciente en la implementación y evaluación de programas que mejoren el estado de salud en las personas mayores frágiles. Sin embargo, los resultados de estos trabajos han dado lugar a conclusiones muy dispares y poco concluyentes. Por ello, es necesario continuar investigando en el diseño e implementación de programas adecuados para la población anciana que incidan en su estado funcional y su calidad de booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 21 Envejecimiento, enfermedad y cuidados en el anciano: una perspectiva económica vida, y analizar el grado de eficiencia de estos. Ello es clave para conciliar el doble objetivo de que las personas mayores vivan más y mejor, gestionando al tiempo los recursos disponibles con criterios de eficiencia y equidad como garantía de avance en la solvencia de los sistemas de cuidados de la salud. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA en: https://ec.europa.eu/info/publications/economyfinance/2018-ageing-report-underlying-assumptions-andprojection-methodologies_en. Fried LP, Tangen CM, Walston J, et al. Cardiovascular Health Study Collaborative Research Group. Frailty in older adults: evidence for a phenotype. J Gerontol A Biol Sci Med Sci 2001;56(3):M146-56. García-Nogueras I, Aranda-Reneo I, Peña-Longobardo LM, et al. Use of Health Resources and Healthcare Costs associated with Frailty: The FRADEA Study. J Nutr Health Aging 2017;21:207. Grossman M. On the concept of health capital and the demand for health. Journal of Political Economy 1972;80(2):223-55. Manton KG, Gu X, Lamb VL. Change in chronic disability from 1982 to 2004/2005 as measured by long-term changes in function and health in the U.S. elderly population. Proc Natl Acad Sci USA 2006;103(48):18374-9. Zozaya N, Villoro R. Hidalgo Á, y el Grupo de Expertos GECOD. Guía metodológica para estimar los costes asociados a la diabetes mellitus. Madrid: Instituto Max Weber; 2015. Zweifel P, Felder S, Meiers M. Ageing of population and health care expenditure: a red herring? Health Econ 1999;8(6):485-96. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Busse R, Blümel M, Scheller-Kreinsen D, et al. Tackling chronic disease in Europe. Strategies, interventions and channels. Observatory Studies Series n° 20. World Health Organization 2010, on behalf of the European Observatory on Health Systems and Policies. de Meijer C, Wouterse B, Polder J, et al. The effect of population aging on health expenditure growth: a critical review. Eur J Ageing 2013;10(4):353-61. Ellis G, Gardner M, Tsiachristas A, et al. Comprehensive geriatric assessment for older adults admitted to hospital. Cochrane Database Syst Rev 2017;9. CD006211. European Commission. The 2018 Ageing Report: Underlying Assumptions and Projection Methodologies. 2017. Disponible 183 booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 22 Sistemas de clasificación de pacientes en la atención geriátrica Juan José Solano Jaurrieta INTRODUCCIÓN Habitualmente, los tratados de geriatría suelen incluir un apartado más o menos amplio destinado a aclarar aspectos de organización asistencial, ya que es indudable que estos tienen una influencia decisiva en la calidad de los servicios que ofrecemos. Sin embargo, no es frecuente que se traten con cierta profundidad los instrumentos que se utilizan para analizar los servicios sanitarios y tomar decisiones en el ámbito de la gestión. Considero un acierto el intento de los editores de acercar a los clínicos este tipo de instrumentos, que les permitirán una mejor interpretación de sus resultados comparados y un diálogo más fluido con los gestores sanitarios. En el centro de estos instrumentos se encuentran los sistemas de clasificación de pacientes (SCP), que vamos a describir a continuación. SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN DE PACIENTES Nuestra idea central, que impregnará todo el capítulo, es la siguiente: desde el punto de vista de la gestión sanitaria, obviar la repercusión funcional de la enfermedad en el anciano frágil puede conducir a errores o a equívocos. La capacidad predictiva de algunos SCP, como los grupos relacionados con el diagnóstico (GRD), se ve reducida de manera importante, hasta el punto de hacerlos poco útiles en este grupo de población, al menos para explicar la variabilidad en el consumo de recursos. Por el contrario, cuando se incorpora la situación funcional a los SCP (como los grupos de utilización de recursos [RUG, Resource Utilization Groups]) o a otros índices pronósticos clínicos (Acute Physiology and Chronic Health Evaluation II [APACHE II], índice de Charlson, etc.), la capacidad predictiva de los mismos mejora notablemente. SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN DE PACIENTES EN EL CONTEXTO SANITARIO En las dos últimas décadas, el incremento del gasto se ha constituido en motivo principal de preocupación en las sociedades occidentales y ha guiado los intentos de reforma sanitaria en los países de nuestro entorno. Entre los motivos aducidos para justificar dicho incremento se encuentran el envejecimiento poblacional, el desarrollo de sistemas de salud cuyo eje fundamental es la asistencia hospitalaria y la rápida generalización de las nuevas tecnologías, cuyo rendimiento, en términos pobla- cionales, no se encuentra suficientemente testado en muchos casos. Sea cual sea el énfasis que en cada país se haya hecho en cada uno de los factores del análisis causal, la mayor parte de las iniciativas se han dirigido a racionalizar la utilización de los recursos disponibles, con lo que se ha incrementado la efectividad global de la organización. Lógicamente, al haber centrado la problemática en el medio hospitalario, los primeros intentos de ordenación de los recursos se refieren a él y parten de una base teórica que se asienta sobre las siguientes evidencias: • Existe una gran variabilidad en la práctica clínica en lo que se refiere tanto a los medios diagnósticos empleados como a la utilización de tecnologías y medios de tratamiento, así como al consumo de estancias hospitalarias y de recursos de atención posthospitalarios. • Pacientes de características similares pueden ser tratados en centros de estructuras muy dispares y, por tanto, generar costes muy diferentes. • Los sistemas de pago que conllevan el reembolso directo de todo el gasto generado por cualquier paciente, independientemente del tipo de práctica realizada, no estimulan a los hospitales ni a los profesionales a seleccionar las medidas más efectivas posibles en cada paciente e incluso se desarrollan incentivos perversos de signo contrario. • Todo ello conduce a problemas de inflación de costes y a una excesiva provisión de algunos tipos de servicios (habitualmente los más tecnificados), asociada a la escasa provisión de otros. En ese momento, la solución pareció obvia. Se trataba de desarrollar un sistema de financiación que, en contra de lo que había sucedido hasta el momento, llevara a los centros hospitalarios a racionalizar los costes, incentivando a sus profesionales para seleccionar las alternativas de cuidado que produjeran los mejores resultados con la menor inversión posible, sin que por ello se resintiera la calidad final del proceso, alternativa viable según el análisis de la situación propuesto. El eje sobre el que parece girar todo este planteamiento es la selección de adecuados SCP que pretenden describir el producto de la actividad de una institución social y/o sanitaria de acuerdo a una serie de características, previamente consensuadas, de la población que esta atiende. Podríamos decir que, durante un período de tiempo concreto, esa institución admite una variedad de casos que pueden agruparse en clases de diferentes niveles de complejidad, en función de los parámetros previamente establecidos para su clasificación. Las proporciones relativas de los diferentes tipos 184 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 22 Sistemas de clasificación de pacientes en la atención geriátrica de casos que son tratados se definen colectivamente como su case-mix, o casuística. Aunque los criterios que pueden ser empleados para llevar a cabo la clasificación de estos casos son muy variados, el objetivo final de todos los sistemas de case-mix es la agrupación de pacientes que requieren niveles similares de recursos humanos y/o materiales. Llevados a su extremo, estos sistemas suponen que, para cada combinación de características de los pacientes, sería posible especificar un patrón de servicios óptimo, al que se asociaría una financiación apropiada. Ello puede afirmarse, ya que, aunque desde un punto de vista estricto cada paciente admitido en una institución es único, no es menos cierto que puede tener algunas características en común con otros que determinan el nivel de recursos que recibe o que debería recibir. El problema que se han planteado los distintos sistemas desarrollados hasta el momento es precisamente la definición de ese conjunto de características, que podría ser distinto, y de hecho parece lógico que lo sea, para los diferentes tipos de servicios. Una vez establecida la sistemática de agrupación, y al estudiar una población determinada, obtendremos una serie de grupos de diferente complejidad en lo que se refiere a su utilización de recursos y, por tanto, al coste de su atención. El case-mix index, o índice de complejidad, es un índice que representa el coste relativo de cuidado de un grupo en un sistema de clasificación concreto en comparación con el coste medio del conjunto de la muestra, al que se otorga el valor de 1. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. CARACTERÍSTICAS DE LOS SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN DE PACIENTES En primer lugar, los criterios que se utilicen para llevar a cabo las agrupaciones de casos deben tener un significado clínico, de modo que la base teórica sobre la que se asiente la clasificación sea reconocible y aceptable por los profesionales. Igualmente, la recogida de los datos de los que se derivan dichos criterios debe formar parte del estilo de práctica habitual del tipo de servicio o institución para el que se ha diseñado el sistema. En segundo lugar, dicho sistema debe tener unas adecuadas características de reproducibilidad, de modo que se haga posible su generalización. En tercer lugar, y en relación con el objetivo final, previamente señalado, de realizar agrupaciones de casos que reciban niveles de recursos similares, los grupos generados por la clasificación deben permitir la máxima explicación posible de la varianza de los costes de atención, medidos estos bien por parámetros directos (costes reales) o indirectos (estancia media, tiempos de personal, etc.). Para ello, los casos incluidos dentro de cada uno de esos grupos deben consumir niveles de recursos lo más semejantes posible (homogeneidad intragrupo), mientras que las diferencias entre los grupos respecto a este parámetro deben tender a ser máximas (heterogeneidad intergrupo), de modo que den lugar a clases mutuamente excluyentes para que así cada paciente tan solo pueda ser incluido en una de ellas. Por último, el número de clases generado de acuerdo a las premisas anteriores no debe ser excesivo para que el sistema pueda ser factible (cuadro 22.1). 185 CUADRO 22.1 Características generales de los sistemas de clasificación de pacientes Significado clínico. Reproducibilidad. Máxima explicación de la varianza en el consumo de recursos. Homogeneidad intragrupo. Heterogeneidad intergrupo. Factibilidad. UTILIDAD DE LOS SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN DE PACIENTES Independientemente de su desarrollo inicial como medios de apoyo de las estrategias de financiación prospectiva, utilización sustentada por la relación que este tipo de instrumentos establece entre la tipología de los pacientes y el coste generado por su cuidado, los sistemas de case-mix pueden ofrecer otras posibilidades de enorme interés para la ordenación objetiva de recursos, como su empleo en el establecimiento de criterios de admisión, en la comparación de servicios, en la evaluación de planes de cuidados y en el control de calidad. Así, ante una idéntica calidad del cuidado para cada clase de pacientes, la comparación «cruda» de resultados iría siempre en detrimento de los servicios que tratan a pacientes de mayor complejidad. Por tanto, si los más complejos generan una ma­ yor mortalidad, el servicio de mayor complejidad obtendría siempre peores resultados globales. Ello nos indica, sin lugar a dudas, que los índices de calidad clásicos deben ajustarse en función de la casuística para posibilitar la comparación (fig. 22.1). Figura 22.1 Diferencias en las tasas de incidencia de úlceras por presión en tres centros hipotéticos (A, B, C), tanto brutas (no ajustadas) como esperadas, en función de la complejidad (ajustadas). Podemos apreciar que la comparación de tasas no ajustadas beneficia al centro C, que maneja población de menor riesgo. Sin embargo, el análisis simultáneo de las tasas ajustadas demuestra que los mejores resultados corresponden al centro A, cuya incidencia real (no ajustada) es menor que la esperada en función de la complejidad (ajustada). Los datos están expresados en porcentajes. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 186 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo Sin embargo, si diferentes servicios o alternativas de tratamiento obtienen resultados ajustados distintos sobre pacientes del mismo tipo a un coste comparable, es lógico plantear que el sistema que obtiene mejores resultados constituye la ubicación óptima para esa clase concreta de pacientes y que la organización debe dirigir sus esfuerzos a la generalización de las estructuras de mayor efectividad. SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN DE PACIENTES EN EL MEDIO HOSPITALARIO La primera aproximación lógica a la categorización de pacientes en el medio hospitalario es su agrupación en función del diagnóstico que motiva su ingreso, la variable de mayor significado clínico entre las posibles. Por ello, estos son los sistemas de mayor implantación en la actualidad. Entre ellos están los GRD, las Patients Management Categories (PMC), el Severity of Illnes Index (SII) y el Disease Staging (DS) como los sistemas más representativos. Grupos relacionados con el diagnóstico Existen varias versiones de este sistema ya clásico de clasificación. No nos detendremos aquí en sus diferencias, sino que nos centraremos, simplemente, en sus características generales. La lógica de este sistema se basa en el establecimiento de grupos de isoconsumo; es decir, utiliza como variable dependiente para establecer las diferentes clases el coste real generado por cada paciente. La base para la clasificación de cada paciente es su informe de alta, que debe contener inexcusablemente lo que se conoce como «conjunto mínimo básico de datos» (CMBD) para permitir su codificación. Inicialmente, los GRD realizan una división en lo que se denominan «categorías diagnósticas mayores», que son mutuamente excluyentes, diseñadas por grupos de expertos, y están basadas en la afectación de un determinado órgano (p. ej., enfermedades y trastornos del riñón y del tracto urinario) o en la presencia de una determinada etiología para el trastorno que motiva el ingreso (p. ej., enfermedades infecciosas y parasitarias sistémicas o de localización no especificada). Una vez establecida la categoría diagnóstica mayor, se evalúan todas las características del paciente que puedan tener un efecto en el consumo de recursos hospitalarios. Ya que la realización de técnicas quirúrgicas indudablemente lo tiene, la mayor parte de las categorías diagnósticas mayores son divididas en grupos médicos y quirúrgicos, en función de la realización de la técnica (y no de la indicación teórica de la misma). Los pacientes quirúrgicos se definen aún más según el tipo de procedimiento quirúrgico que se ha llevado a cabo (si los procedimientos han sido varios, se seleccionará el de mayor jerarquía dentro de la clasificación), mientras que los médicos lo hacen en función del diagnóstico principal que motiva su ingreso. Cada una de las subclases así establecidas se divide posteriormente en función de la edad y de la presencia o ausencia de comorbilidades o complicaciones y, en algunos casos, de la situación al alta (exitus, traslado, alta voluntaria). El proceso da lugar a un número variable de grupos finales, mutuamente excluyentes, para cada versión del sistema. A pesar del indudable avance que este sistema de clasificación ha supuesto y de su amplia implantación, ha sido sometido a diversas críticas, muchas de las cuales no son ajenas al problema del envejecimiento poblacional. Los GRD se han mostrado adecuados para las especialidades quirúrgicas, pero lo son menos para las unidades médicas. En el caso de los servicios médicos, su ineficiencia se ha puesto en relación con la escasa atención prestada a las posibles variaciones en la gravedad de la enfermedad que motiva el ingreso, así como en la posible gravedad de las enfermedades asociadas al diagnóstico principal, mientras que en el caso de los servicios de rehabilitación se hace evidente que el diagnóstico médico, aisladamente, no es un indicador suficiente de las necesidades de tratamiento funcional. Patient Management Categories (PMC) La lógica del sistema se basa en la creación de agrupaciones de pacientes susceptibles de un enfoque homogéneo desde el punto de vista clínico, tanto diagnóstico como terapéutico, es decir, en el desarrollo de «grupos de isoactuación». Estos se construyen a partir del consenso de grupos de expertos, que alcanzan acuerdos relativos al proceso de cuidados hospitalarios deseables o ideales para un determinado tipo de pacientes, independientemente de la situación de hecho en un medio determinado. Se han concebido una serie de instrumentos para permitir, según esta sistemática, la identificación de la tipología de los pacientes tratados en una institución determinada, y me­ dir su severidad y la intensidad de recursos necesaria para su manejo: • Patient Management Categories. Se trata de un sistema informatizado de clasificación basado en el diagnóstico. Toma en consideración no solo el diagnóstico principal final sino también la sintomatología que inicialmente ha motivado la hospitalización, las enfermedades asociadas y las complicaciones surgidas durante el ingreso. • Patient Management Paths. Son especificaciones, igualmente informatizadas y diseñadas por grupos de expertos, relativas al tipo de servicios hospitalarios, tanto diagnósticos como terapéuticos, necesarios para el tratamiento efectivo de un paciente típico incluido en una determinada PMC. • Patient Severity Scale. Se trata de una escala que permite cuantificar la severidad de cada una de las condiciones clínicas presentes durante la hospitalización y que se relaciona con la estancia hospitalaria y la mortalidad esperada. • Relative Intensity Scores (RIS). El coste de los servicios que se especifican en cada uno de los Patient Management Paths puede relacionarse con el coste medio derivado de una determinada muestra poblacional, que se considera con un valor de 1, lo que origina un peso o una intensidad de cuidados relativa para cada PMC (superior a 1 si la necesidad de recursos es mayor que la media o inferior a 1 si es menor). De este modo, dicha intensidad es evaluada en función de la necesidad de recursos y no en función de los servicios que son realmente aportados a cada tipo de pa­ ciente. booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 22 Sistemas de clasificación de pacientes en la atención geriátrica Severity of Illness Index La lógica de este tipo de sistema se basa en el establecimiento de grupos de isoseveridad, que se relacionan con el consumo de recursos, y su desarrollo se lleva a cabo en respuesta a la creencia de que los GRD no tienen en cuenta la gran variabilidad en la gravedad de la enfermedad dentro de cada categoría diagnóstica. Utiliza seis parámetros (estadio del diagnóstico principal, grado de respuesta al tratamiento, complicaciones, afectación residual, dependencia de enfermería y procedimientos no quirúrgicos), para cada uno de los cuales se establecen cuatro grados de gravedad creciente. Esta clasificación se realiza para cada diagnóstico aplicable y, finalmente, se otorga una puntuación única por paciente en una escala de 1 a 4. Disease Staging Se desarrolla de acuerdo a la opinión de grupos de expertos, que definen puntos en el curso de cada enfermedad que, siendo clínicamente detectables, reflejan su gravedad en términos de mortalidad o incapacidad residual, por lo que posee significado pronóstico. Igualmente, su investigación se lleva a cabo por la creencia de que la medición de la gravedad de la enfermedad es necesaria para evaluar la eficiencia y calidad de los cuidados médicos, comprender la utilización de los servicios sanitarios y establecer sistemas de financiación de acuerdo a resultados. Las diferentes patologías se clasifican en cuatro estadios sucesivos, que son específicos para cada diagnóstico presente. En el caso de pluripatología, se determina el estadio de cada enfermedad, y existe un sistema para computar un estadio único final como índice de gravedad. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. CONSECUENCIAS DE LOS SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN DE PACIENTES EN LA ATENCIÓN ESPECIALIZADA AL ANCIANO Sin embargo, no podemos asumir que las certezas alcanzadas en relación con los problemas que afectan a la población general se mantengan en el caso de los ancianos, o al menos en algunas subpoblaciones de ancianos, que requieren consideraciones especiales. Intentaremos analizar las implicaciones de la implantación de los SCP como instrumento de gestión a la luz de esta circunstancia. Todas las consideraciones que podamos realizar al respecto a partir de este momento parten de una realidad incuestionable: la enfermedad en el anciano presenta una serie de características diferenciales que matizan el tipo de atención del que esta población puede obtener el máximo beneficio. Esta situación se reproduce más claramente ante la presencia de determinados diagnósticos que afectan de modo especial a la población anciana y que han sido descritos en los estudios realizados hasta el momento, al objeto de guiar los intentos de reforma sanitaria. Las mayores variaciones en la utilización de recursos, tanto hospitalarios como posthospitalarios, no explicadas por los SCP más conocidos, se dan en los pacientes que ingresan por accidentes cerebrovasculares agudos, fracturas de cadera, insuficiencia cardíaca, enfermedad pulmonar 187 obstructiva crónica, neumonía y enfermedad vascular periférica, los cuales son, precisamente, los diagnósticos principales más frecuentes en los servicios de geriatría. Pero ¿cuáles son las potenciales consecuencias para el anciano y para los servicios dirigidos a él de la puesta en marcha de SCP que no sean capaces de captar estas diferencias, estas peculiaridades derivadas del envejecimiento? Ante la puesta en marcha de estrategias de financiación prospectiva basadas en la aplicación de SCP que captan determinados factores de complejidad (como el diagnóstico principal, en el caso de los GRD), se corre el riesgo de discriminar a pacientes que, dentro de un mismo grupo de la clasificación, presentan factores de complejidad que no son considerados por esta (como la repercusión funcional de la enfermedad en el caso del anciano) y que, precisamente por las dificultades de su manejo, pueden ser derivados hacia servicios de menor complejidad, por creer que existen pocas posibilidades terapéuticas para los mismos. En cuanto a la situación de los servicios, aquellos que admitieran a pacientes con peor evolución previsible, que no se viera reflejada por la sistemática de la clasificación, saldrían perjudicados siempre en la comparación, ya que con la calidad del cuidado e, incluso, con la misma casuística sus resultados serían peores. El «éxito» siempre puede derivarse de la selección de los pacientes menos complejos, en lugar de conseguirse mediante la puesta en marcha de los mejores cuidados posibles. En segundo lugar, los SCP clásicos ofrecen una definición muy restrictiva de lo que es un episodio de cuidados, el cual, en ellos, es considerado como el período comprendido entre el ingreso y el alta hospitalaria, y localizado exclusivamente en las unidades generales de agudos, como si fuera un acontecimiento aislado dentro de la evolución de una enfermedad. De este modo, evidentemente, se rompe el principio de continuidad en los cuidados que debe presidir el sistema de atención al anciano y se potencian las altas hospitalarias precoces, dirigidas hacia aquellos niveles asistenciales de menor complejidad y más disponibles en cada momento, en lugar de hacia aquellos niveles, hospitalarios o no, sanitarios o no, de los que el paciente haya de obtener el mayor beneficio. Nuestra actuación se ve guiada por principios de rapidez de acción y disponibilidad, en lugar de por principios de necesidad y beneficio potencial. Sin embargo, no podemos centrar exclusivamente nuestras consideraciones en el ámbito hospitalario y aún menos en las unidades de agudos, ya que esta es una visión muy parcial del problema y necesariamente las decisiones tomadas en un sector repercuten en los restantes. Si, por la presión derivada de un sistema de organización, determinados tipos de pacientes son excluidos de un nivel asistencial concreto pero la necesidad persiste, esta se verá atendida en un espacio alternativo, que verá aumentada la complejidad de su población y, en consecuencia, su consumo de recursos, por lo que, aunque se haya producido un ahorro en el nivel que lleva a cabo la exclusión, el gasto global se verá aumentado (pensemos, por ejemplo, en la situación que se vive en la actualidad en las nursing homes de EE. UU., cuya población presenta cada vez mayores necesidades de cuidados como consecuencia de las altas hospitalarias pre- booksmedicos.org Descargado para Dr Alex Razuri Urtecho (alexrazuri@gmail.com) en Pontifical Xavierian University de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 21, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. 188 II Modelos de atención sanitaria al anciano en el mundo cipitadas). Así, el problema no se ha solucionado, sino que se ha desplazado de lugar, sin que se haya podido concluir nada, entre tanto, respecto a la alternativa de cuidado con mejor relación coste-efectividad desde una perspectiva científica. Este problema se pone de manifiesto especialmente cuando se generaliza un sistema de organización sin que se haya demostrado previamente que este no expone a los ben