El Rey del bullicio Había una vez, hace muchos, pero muchos años atrás un Rey a quien le encantaba vivir de fiesta, el disfrutaba del bullicio, de las reuniones sociales, de los paseos animados por la bella ciudad, pero nunca tenía tiempo para escuchar a nadie. Tan es así, que un día su mano derecha le dijo: Majestad quisiera dos días de licencia, pues me siento mal, el Rey que estaba escuchando como una plebeya tocaba el arpa, mientras disfrutaba de su te favorito junto a su esposa y su amada Hija, respondió, ve tranquilo. Al día siguiente, el Rey bastante enardecido por la ausencia de su más fiel sirviente, gritaba eufórico, ¡Rufus!, ¡RUFUSSSSS! ¿Dónde estás?, una doncella que pasaba, se acerco temerosa, SE…SE…SEÑOR, Rufus, está enfermo, ¿Cómo es eso posible?, Ve inmediatamente a su casa y lleva el mejor doctor de todo el reino, luego dame razón de él. Su esposa la Reina Sofía quien miraba desde el pasillo sonreía ante tal situación, pues ella mejor que nadie sabía lo que estaba sucediendo, mi amado… acaso os has olvidado, que fue el mismo Rufus quien te dijo de su enfermedad, (El Rey confundido pregunto ¿Qué has dicho?, su esposa lo miro con picardía y le explico todo con tranquilidad, mientras esto sucedía, desde las afueras del palacio, se escucharon varios estruendos, gritos de desesperación. La ciudad estaba siendo atacada por barbaros, hombres malvados, vestidos con pieles que hacían estremecer el alma de cualquier ser viviente, pues eran crueles como las mismas bestias cuyas pieles usaban. Los Duques, Lores y caballeros se enfrentaron valientemente a las bestias humanas, en esta terrible batalla el Conde de Baldemor perdió la vida. Se comunico inmediatamente lo sucedido al monarca, quien se encontraba jugando con su pequeña Pilar, en tanto que escuchaba su canción favorita, interpretada por una esclava enviada como obsequio, desde un reino vecino. A la noche siguiente se organizo un gran festín en el palacio, el reino entero estaba de fiesta, música, baile, fuegos artificiales, todo menos silencio hubo aquella fatídica noche. En tanto la fiesta se desarrollaba, intempestivamente la Viuda del Conde Baldemor se abrió paso entre la multitud hasta llegar al centro, donde comenzó a gritar: ¡BAAASSSTAAAA! El silencio no tardo en llegar, con los ojos coléricos, miro al Rey y dijo: Yo os maldigo, el Rey indignado dijo: Guardias, guardias, Sacadla, ¿por qué osas venir ante tu Rey y agraviarlo de esta manera? Viuda: he perdido lo que más amaba, no has respetado mi dolor, es justo que usted también lo haga, yo Luna viuda del Conde Baldemor, confino a su única hija Pilar a la torre más lejana del reino sin posibilidad de regresar, hasta que usted MILORD “Aprenda que el silencio dice más que las palabras y comience a escuchar, mas no simplemente oír,” recién ese día este hechizo se revertirá y su hija a casa volverá. Pasaron 20 años desde aquella noche, el Rey continúo con sus fiestas ya nada era lo mismo, su amada hija vivía en una torre alejada de todos, llamo a hechiceros de todo cuanto lugar existía, pero nada se podía hacer. Los años ya comenzaron a pesar en la vida del Rey y su desesperación crecía conforme los días pasaban. Un día el Rey desesperado, lleno de angustia y dolor corrió, y corrió por el espeso bosque hasta llegar a la playa, era tal el silencio, que el Monarca comenzó a Escuchar, si escuchar! Escucho el murmullo del viento, la plática de las hojas, e incluso pudo escuchar como el arcoíris abrazaba el mar, que sorpresa más grande se llevo al escuchar como el mar besaba las rocas, todo comenzó a tener sentido, el nunca había escuchado nada, nunca había respetado el dolor de nadie, el simplemente oía, sin poder oír, el hablaba sin escuchar e incluso ni siquiera se había escuchado a el mismo. SHUUU… SHUUU… se repetía a si mismo mientras se arrodillaba, Shuuu, calla alma mía, ya no llores, Shuuuu… calla corazón que necesito escuchar el silencio, pues él dice más que las palabras, tarde comprendió, que para poder ser un gran REY necesitaba del silencio, ya que es el mejor concejero, el mejor amigo y el mas devoto aliado. Al regresar al palacio grande fue su sorpresa al ver a su amada hija correr hacia el gritando PADRE, me has devuelta la vida, me has librado del hechizo. Juntos ingresaron al salón de fiestas, sin decir nada se miraron y guardaron silencio por un largo tiempo, desde ese día el reino tenía grandes fiestas, pero también momentos de silencios para escucharse y escuchar a los demás. Fin