Subido por Alejandro Castro

Minimalismo Prescinde de lo que sobra en tu mente, tu vida y tu hogar (Spanish Edition) (Élodie-Joy Jaubert [Jaubert, Élodie-Joy]) (Z-Library)

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ÉLODIE-JOY JAUBERT
Minimalismo
Prescinde de lo que sobra
en tu mente, tu vida y tu hogar
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La edición original de esta obra ha sido publicada en lengua francesa por Leduc.s Editions con el título
original de L’Art du minimalisme, de Élodie-Joy Jaubert.
© Élodie-Joy Jaubert 2017
© Profit Editorial I., S.L., 2017
Amat Editorial es un sello editorial de Profit Editorial I., S.L.
Travessera de Gràcia, 18; 6o 2a; Barcelona-08021
Traducción: Esther Quirós
Diseño cubierta:Xicart
Maquetación: Eximpre SL
ISBN EPUB: 978-84-9735-967-2
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático,
ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico, mecánico, por fotocopia,
por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los
derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y
siguientes del Código Penal).
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún
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Referencias
SOBRE EL AUTOR
Élodie-Joy Jaubert
http://www.profiteditorial.com/autor/libros-para-vivir-mejor/elodie-joy-jaubert
FICHA LIBRO Y MATERIAL COMPLEMENTARIO:
http://www.profiteditorial.com/libros-para-vivir-mejor/minimalismo
OTROS LIBROS INTERÉS:
http://www.profiteditorial.com/libros-para-vivir-mejor/habilidades-personales
EDITORIAL AMAT:
http://www.profiteditorial.com/libros-para-vivir-mejor
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Índice
Introducción
1. Adelante, vamos a hablar
El minimalismo, ¿un nuevo estilo de vida?
¿Qué es un minimalista?
¿Existen varias formas de entender el minimalismo?
2. El peso de lo que poseemos
El precio verdadero de consumir
Las consecuencias de acumular
¿Por qué tendría que eliminar cosas de mi vida?
3. Psicoterapia breve
La necesidad de existir
La nostalgia del pasado
Las «buenas» excusas
El desapego
4. ¡Tienes todas las de ganar!
Recuperar nuestro verdadero valor
Limpiar menos
Tener más tiempo para nosotros y para los demás
Enriquecernos en el plano personal
Controlar nuestro consumo
Tener más dinero
Mejorar nuestra calidad de vida
Disfrutar de mejor salud
Sentirnos libres
Aligerar la mente
5. Pasa a la acción
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Por algún sitio hay que empezar
Poner orden no basta
¡Cuanto antes, mejor!
Tirar, dar, vender...
Los objetos olvidados
El síndrome de las cajas de almacenaje
¿Dónde dar y vender?
Empezar con orden
Amar tus cosas
27 Razones para deshacerse de cosas
6. Seis métodos para cambiar nuestra vida
1. El método Konmarie
Pregúntale a tu lado emocional
Busca un sitio para cada cosa
2. El método de dividir en tres
3. El método habitación por habitación
7. El método «cero residuos»
5. El método de las 5s
6. El método feng shui
8. ¿Tirar cosas? ¡Sigue la guía!
¿Qué revela tu armario?
Esa ropa que nunca usamos
El slow-relooking. ¡No sigas la moda!
El armario de mis sueños
¿Algunas ideas?
Simplificar los colores
Joyas, la regla de las tres
¿Zapatos a docenas?
Un bolso y los accesorios
¿Y debajo de la ropa?
La lista
Dar una vuelta por el cuarto de baño
El cuarto de baño no es una tienda
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¡Menos cuidados, pero mejores!
El pequeño armario minimalista
Un cajón mágico
¿Y el dormitorio?
El dormitorio ideal
Consejos para tener un dormitorio zen
Cita en la cocina
La vajilla
Los aparatos domésticos
Pasemos al salón
La televisión y otros aparatos eléctricos
En mi despacho
Documentos administrativos
La agenda
Los libros
Memorándum para un despacho minimalista
Limpieza cotidiana
9. ¡Sencillez!
En mi cuerpo
Las listas de la compra, ahorrar tiempo y dinero
Cuanto menos procesados, mejor
Comida ligera, cuerpo ligero
La dietética vfp (verduras, féculas, proteínas)
Una alimentación cero residuos
10. En mi entorno
Rebajas: o lo tomas o lo dejas
Las colecciones
Las herencias y los recuerdos
Los juguetes
Los regalos
El mundo digital
11. En mi cabeza
Aligerar los pensamientos
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¡Medita!
Librarse de las relaciones tóxicas
Vivir con gratitud y el momento presente
No todo el mundo quiere ser minimalista
Evitar discusiones
Nada de dogmatismos, ¡viva el equilibrio!
El Kakebo
12. La caja de las ideas minimalista
El proyecto 333: armario cápsula
El minsgame
El reto de las 24 horas y más... Sin compras
La prueba de la caja
Los deportes minimalistas
El kufu
La minicasa
La jubilación anticipada
Conclusión
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«La perfección humana radica en lo que se es,
no en lo que se tiene»
OSCAR WILDE
La limpieza del hogar, cuidar de nuestra casa, poner orden... ¡más bien son
trabajos pesados que placeres! ¿Por qué tenemos esa impresión de esclavitud,
de «rutinitis aguda» cuando toca limpiar, quitar el polvo, poner orden... por muy
agradable que sea el resultado final?
¿Conoces, lector, ese hartazgo, esa sensación de asfixiarse bajo los objetos, los
deberes del hogar, la gestión del tiempo? ¿Tienes la sensación de no encontrar
la paz interior? ¿Sí? Pues entonces, tranquilo: no estás solo.
La limpieza siempre me ha resultado una tarea pesada. No es que no me guste
vivir con orden y pulcritud, al contrario, pero confieso que al pasar varias horas
a la semana limpiando, quitando el polvo, poniendo las cosas en su sitio... tenía
la desagradable sensación de perder el tiempo, e incluso a veces de ser objeto
de algún tipo de injusticia.
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Entonces me quejaba, me enfadaba, pero seguía con mis costumbres de
consumir, de correr detrás del tiempo, de estresarme, de acumular, hasta que
un día, a raíz de una lectura inspiradora, de un artículo de un blog o un recorte
de periódico, oí hablar del «minimalismo».
¿Qué es? El minimalismo es un movimiento que aboga por deshacerse de cosas,
por el anticonsumo y el inconformismo. La idea principal es simplificar nuestra
vida para enriquecerla.
¿Te parece enigmático o incluso demasiado dogmático? ¡Tú no estás dispuesto a
vivir con un par de calcetines, un tazón y un libro! Sin embargo, sientes cierta
curiosidad, un deseo de cambiar algo en tu vida, ¿verdad?
Hasta ahora tal vez no estaba muy claro, pero puede que el minimalismo sea la
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clave que desencadene esa renovación tan esperada. Probablemente por eso
tienes hoy este libro entre las manos. Me alegro de que me hayas elegido para
que te acompañe en este recorrido. A través de mi experiencia y de mi propio
andar a tientas, desearía que vislumbraras un nuevo modo de vivir, otra forma
de pensar que te lleve a pasar a la acción. Pasos pequeños y otros más grandes
que cambiarán tu concepción de lo que es la verdadera riqueza.
Este recorrido te conducirá mucho más allá de un simple plan para desprenderse
de lo material. Te lo advierto: ¡corres el riesgo de que los cambios que se
producirán en ti te sorprendan! No tengas miedo, lo mejor está por llegar.
Así que: ¿lo intentamos?
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«Es feliz quien está contento con los bienes que se le ofrecen
hoy, cualesquiera que sean, y ama lo que tiene; es feliz aquel
para quien la razón es lo que da valor a todas las cosas de su
vida»
SÉNECA
El minimalismo, ¿un nuevo estilo de vida?
El minimalismo no es un planteamiento nuevo. La escritora Dominique Loreau
fue la primera en plantear, en Francia, esta perspectiva dirigida a disfrutar de
una vida más simple. Antes de ella, este estilo de vida fue defendido por los
clérigos, por los budistas, por algunos grandes pensadores como Gandhi,
Séneca, Oscar Wilde... En efecto, poseer menos cosas implica adoptar una
nueva manera de vivir, de organizarse y de consumir.
«Less is more!» («¡Menos es más!»), del arquitecto Mies van der Rohe, es una
de las definiciones más certeras. La idea principal es simplificar nuestra vida
para enriquecerla.
Lo que mueve al minimalista es el deseo de escapar, mediante la acción diaria,
del contexto de la crisis ecológica, económica y social, y, en el caso de algunas
personas, el minimalismo se convierte incluso en un compromiso ideológico.
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La ley Pareto
Según la ley Pareto, alrededor del 80% de los efectos son producto del
20% de las causas. Esto significa que el 80% de lo que conseguimos
deriva del 20% de los esfuerzos y del tiempo. Al minimalista le encanta
esta simbología y le gusta hacer referencia a ella en sus patrones de
consumo. Si solo el 20% de nuestras pertenencias son el fruto del 80% de
nuestras necesidades y de nuestra felicidad, entonces necesitamos mucho
menos para vivir cómodamente y estar satisfechos. La idea es pues definir
ese 20% de cosas útiles y agradables y deshacerse de todo lo que sobra.
¿Qué es un minimalista?
La persona minimalista aspira a librarse del pensamiento colectivo, del consumo
excesivo. Quiere minimizar todo lo que le hace perder tiempo inútilmente, le
distrae y le exige una energía extra. Entonces, para organizar su vida, elige solo
lo que es importante de cara a su bienestar y sus necesidades verdaderas. En
este mundo saturado de focos de ansiedad e inestabilidad, donde se
sobreestimulan las necesidades, adoptar una actitud minimalista supone decidir
retomar el control de tu entorno y tu destino. De este modo, el estrés y las
vicisitudes de la vida cotidiana —¡de la que forma parte la limpieza!— parecerán
aligerarse.
Se trata de mejorar nuestra calidad de vida centrándonos en el presente.
¿Existen varias formas de entender el minimalismo?
No hay una única manera de entender el minimalismo, pues depende de las
convicciones de cada cual.
Podemos distinguir cuatro categorías de minimalistas, unidas por el mismo
propósito pero cuyo enfoque puede parecer ligeramente distinto en un primer
momento:
1. El minimalista moderado, de estilo japonés
Ha elegido no consumir en exceso y rodearse solamente de cosas bonitas y
prácticas. De todas formas, podrá acabar sintiendo el impulso de consumir para
sustituir un objeto que no le procura felicidad o que, al usarlo, no le satisface del
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todo. No tendrá ningún reparo en tirar y deshacerse de objetos que le sobran o
que le apetece cambiar (siempre sin excesos y solo llevado por la naturaleza de
sus necesidades reales). Le gustan los interiores despejados, monocromos y
prácticos. Está comprometido con el consumo razonable, pero no es
necesariamente un ecologista convencido, incluso aunque su forma de consumir
lo vuelve respetuoso con su entorno. Es más sensible al impacto psicológico del
peso de las pertenencias, a los perjuicios que acarrea la acumulación de objetos
en su vida en conjunto. Aspira a una existencia simple, libre y feliz.
2. El minimalista ético
Es muy sensible a la ética y el medio ambiente. No quiere que su manera de
consumir perjudique su salud, ni la de los demás ni la de las generaciones
futuras. Para él, la estética puede contar, pero no es prioritaria. Tratará de todas
las maneras de comprar la mayor parte de los objetos reciclados. Tal vez le
cuesta un poco deshacerse de lo que ya posee. Le gusta hacer las cosas con sus
propias manos. A menudo es creativo. Su punto débil, en algunos casos, es que
tiende a olvidar la importancia de vivir en un espacio limpio y libre de objetos.
3. El minimalista hormiga
Quiere gastar lo menos posible. Quiere librarse de la modalidad de consumo
convencional, ahorrando todo lo que puede para permitirse viajes, experiencias
vitales o incluso el lujo de la jubilación anticipada. No se niega a que le regalen
cosas si eso le permite ahorrar. Al igual que el minimalista ético, debe estar
atento a no caer en la acumulación material al dejarse llevar por los bienes que
se le ofrecen, gratuitos, de los que realmente no tiene necesidad.
4. El minimalista «cero residuos»
Plantea un estilo de vida basado en un consumo que minimiza los residuos. Este
movimiento está encabezado por la escritora y conferenciante Bea Johnson, que
propone cinco reglas de consumo: rechazar, reducir, reutilizar, reciclar y hacer
compost, y que lógicamente se centra en un estilo de vida minimalista.
Aunque estas perspectivas en ocasiones son algo diferentes entre sí, ¡ninguna
es peor que otra, por supuesto! El minimalismo es un proyecto positivo en la
vida de una persona, cuyo desarrollo dependerá de las etapas, las aspiraciones,
las percepciones propias de cada uno. No hay niveles, no hay grados. Lo
importante es seguir nuestro propio camino, a nuestro ritmo, sin dejar de
fijarnos objetivos. Lo que importa no es saber qué camino se toma, sino cómo
se alcanza la meta que nos hemos propuesto.
La idea es siempre la de simplificar tu vida para ser más feliz, más libre y sin
acumular cosas.
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Depende de cada uno encontrar lo que le vaya mejor, sin ponerse una etiqueta.
Sobre todo porque una perspectiva minimalista tal vez dé lugar a otra o tal vez
pueden combinarse entre sí y evolucionar...
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El minimalismo aboga por los espacios vacíos y esenciales, ya que son vectores
de la paz interior y de una mente más clara. Las cosas que poseemos deben ser
armoniosas, útiles y estar bien calculadas.
Durante mucho tiempo fui del tipo de personas para las cuales acumular cosas
no constituía ningún problema. Incluso diría que cuanto más decorado, colorido
y cargado estaba un lugar, más cómodo me parecía y me gustaba la opulencia
que destilaba.
Cuando descubrí el minimalismo, me llamó la atención la belleza de la sobriedad
alegre y sin duda con clase. Nunca hasta entonces había pensado que fuera
posible disfrutar de una decoración tan sencilla y libre de objetos o muebles.
Pero siempre me ha gustado el orden, la serenidad contemplativa de un lugar
limpio. Y, sobre todo, ¡siempre he intentado escapar de las horas que hay que
dedicar a la limpieza!
Fue a raíz de una lectura inspiradora cuando empecé a pensar sobre todas estas
cuestiones:
¿No había acaso elegido, al rodearme de todos aquellos objetos, la obligación
de ocuparme de ellos? ¿Qué acabarían siendo todas aquellas cosas que me
pertenecían una vez pasaran de moda, se rompieran, se usaran o
simplemente ya no fueran de mi gusto? ¡Desechos!
¿Y si aquellos mismos objetos, antes de acabar en un futuro vertedero o de
contaminar un océano, no estaban ya estorbando mi vida y consumiendo mi
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energía?
Había oído hablar «del peso de lo que poseemos». ¿Qué tenía de cierto esta
expresión?
De repente, al mirar mis armarios, mis estantes, mis cajones rebosantes, sentí
por primera vez esa sensación de asfixia. Yo ya no controlaba todas aquellas
cosas, sino que eran ellas las que controlaban mi vida. Es cierto que muchas
hacían mi cotidianidad más agradable, pero otras socavaban mi energía por el
mero hecho de estar allí, en una cantidad demasiado grande, rodeándome y
afectando mi vida. Todo lo que tenemos no es solamente material, todo lo que
tenemos participa de nuestro ser y nos sigue, bajo una forma desmaterializada,
a lo largo de nuestras vidas.
¿Y si el hecho de no tener más que lo que nos resulta útil
y agradable nos hace más felices?
Los budistas se dieron cuenta de que la necesidad de poseer se debe al
temor a la pérdida, a la tristeza vinculada a la carencia. De acuerdo con su
filosofía, es importante aprender a distanciarse afectivamente de las cosas
que tienes para vivir más feliz. Tómate un tiempo para recordar los
mejores momentos de tu vida. ¿Eran instantes felices debidos únicamente
a la adquisición de objetos, o más bien eran momentos intensos,
compartidos con tus seres queridos?
El precio verdadero de consumir
La sociedad actual es el reino de lo material y del consumo. Por tanto, resulta
raro querer deshacerse de este pensamiento imperante que quiere que
consideremos lo que valemos en función de lo que poseemos.
Así que decidir ir contracorriente al principio puede resultar un poco difícil y
requerir algún esfuerzo. Habrá que hacer una toma de conciencia y formularse
algunas preguntas.
¿Cuántos objetos poseo? ¿Soy capaz de hacer una lista? ¿Tengo en casa cosas
que jamás utilizo? ¿Por qué guardo cosas, en cajas, en bolsas, en el desván o en
el sótano, que no veo ni uso nunca?
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Es una realidad social: solo usamos el 30% de las cosas que poseemos.
Tenemos un montón de aparatos, objetos duplicados o triplicados, prendas de
vestir, zapatos, joyas, adornos que podríamos no haber comprado, lo que habría
sido una fuente de ahorro y de bienestar.
Así pues, ¿acumular cosas es una cuestión de dinero o de estatus social? No,
porque pobres y ricos somos capaces de tener los armarios hechos un revoltijo.
¿La sociedad no ha hecho que acabemos asumiendo la idea de que ser
propietario da sentido a la existencia, da la impresión de que uno vale más, a
sus propios ojos y a los de los otros? Pero tener el coche más grande, el último
teléfono de moda, mayores símbolos externos de riqueza, etc., no es más que
una ilusión y una quimera, porque lo importante es vivir para «ser» y no para
«tener».
Las consecuencias de acumular
Consumimos, compramos, acumulamos…, pero ¿cuál es el efecto real de estos
hábitos que se nos antojan tan normales y racionales?
¿Nunca has tenido la sensación, al entrar en tu casa, de que «todo esto es
demasiado»? ¿Has experimentado alguna vez una sensación de asfixia al darte
cuenta de la magnitud de tus pertenencias, que se acumulan ante tus ojos o
están ocultas en los armarios? Si seleccionar entre todas las cosas que tienes te
parece una empresa sobrehumana, ahí está la prueba de que has dejado que
los objetos tomaran posesión de tu vida en perjuicio de tu bienestar.
Todos esos objetos suponen en tu día a día demasiada distracción y demasiado
desorden. Te llaman sin cesar al orden, pero… sí, mantener las cosas ordenadas
implica tiempo, dedicación, energía e incluso estrés.
Esos objetos pueden tener un significado, una carga emocional, pero ¿cuántas
de las cosas que te rodean te hacen sinceramente feliz?
Por costumbre, conservamos, dejándolos a la vista o escondiéndolos, tantos
objetos que nos olvidamos de que están ahí. Pero ninguno de ellos escapa a la
ley de la gran carga que suponen nuestras pertenencias, que nos acompaña allí
donde estemos.
Ordenar, clasificar, mantener… ¿Por qué cargar con tareas inútiles cuando hay
tantas otras cosas que hacer? ¿No ha llegado la hora de restarles importancia y
de independizarse de las cosas que poseemos? Vivir solo con aquello que
necesitamos es la única manera de que podamos disfrutar de las nuevas
experiencias.
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¿Por qué tendría que eliminar cosas de mi vida?
A menudo, no entendemos por qué, a pesar de nuestros esfuerzos, parece que
nada se mueva en nuestra vida. Queremos renovación, que las cosas cambien…
Desde la perspectiva del feng shui, esto ocurre porque las «energías están
bloqueadas», su circulación se ve entorpecida por la cantidad de cosas que
poseemos. Es el momento, pues, de imponernos límites, y es entonces cuando
interviene el minimalismo, que nos permite volver a pensar en nuestras
decisiones y desbloquear las energías estancadas.
Hacer una gran limpieza en la vida es, antes que nada, hacer limpieza en
nosotros mismos. Fregar, quitar el polvo, recoger no son actos anodinos; están
relacionados con nuestro ánimo, con nuestro estado emocional. La manera
como mantenemos nuestras cosas, nuestra vivienda y nuestro coche refleja
nuestro estado interior.
Por eso, vivir en un sitio depurado, rodeado de objetos útiles, bellos y
armoniosos mejora nuestra cotidianidad en el más amplio sentido del término.
Tiene un efecto positivo sobre nuestro amor propio y nuestra relación con el
mundo exterior.
Librarse de las cosas genera un sentimiento nuevo de libertad, fruto del alivio
mental y físico que genera el consumo voluntario, un consumo basado en
nuestras necesidades reales y no en las sugeridas o impuestas por la sociedad.
Encontrar tiempo que dedicar a uno mismo y a los demás es también uno de los
beneficios de eliminar lo material.
Liberar el espacio es crear sitio en nosotros y a nuestro alrededor. Las ideas se
clarifican, la vida se simplifica y enriquece. Es también hacerle sitio a otras
experiencias vitales y a placeres nuevos.
Cuando todo en nuestra vida encuentra su lugar exacto, nos hallamos en
consonancia con nosotros mismos. Recuperamos una armonía que nos parecía
inaccesible porque estábamos atrapados en las cosas que poseíamos.
La idea esencial del minimalismo es, pues, descubrir el desapego, para
encontrarnos frente a nosotros mismos y no alimentar más el miedo a la
pérdida, al robo, a la falta de autoestima… ¡Una vez que se pone en marcha,
este proceso se convierte en una verdadera terapia!
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¿Por qué cambiar los hábitos?
Los hábitos nos proporcionan seguridad y de alguna manera constituyen
un rechazo al cambio. Los cambios dan miedo, pero nos obligan a salir de
nuestra zona de confort. Una zona que, aunque no sea la mejor para
nosotros, tiene el efecto de proporcionarnos seguridad por su estabilidad.
Por suerte, la toma de conciencia unida a una férrea voluntad de afrontar
este cambio es el motor que nos hará ponernos en marcha. Decidir hacer
limpieza es permitir que todo nuestro yo interior se transforme. Es
regalarnos una nueva página en blanco. Es volver a partir de cero.
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Es fácil notar el efecto terapéutico de decidir deshacernos drásticamente de
algunas de nuestras pertenencias.
Estar abierto a este tipo de proceso supone afrontar nuestras zonas más oscuras
y a veces frágiles. Deshacerse de objetos puede tener un efecto tan decisivo
como psicoanalizarse. Pero si esto fuera tan fácil para ti, para mí y para los
demás, ¡todos seríamos minimalistas desde la cuna!
La educación que recibimos, la sociedad, nos han hecho esclavos de las cosas
que poseemos. Hasta tal punto que en ocasiones tememos el momento en que
debemos decidir separarnos de ellas. Se trata del miedo a la pérdida, el miedo al
vacío, el miedo a perder nuestra identidad.
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Las cosas que poseemos son los lazos que nos atan a nuestro pasado, a los
recuerdos… Son las huellas inmóviles que guardamos en un desván o que
exponemos en nuestra casa como se haría en un museo.
Deshacerse de los objetos que nos sobran es aceptar que nuestro pasado ha
desaparecido y que nuestro futuro es una quimera —ya que todavía no existe—.
Lo material no es más que una ilusión y, por si fuera poco, a menudo es una
fuente de inquietud. ¿Hay alguien que no se haya lamentado alguna vez de
haber roto o perdido alguna de sus cosas? ¿No es esta la peor alineación que
existe? ¿En verdad tenemos necesidad de cargar aún con más estrés sobre
nuestros hombros del que la vida nos puede causar? Paz, utilidad y serenidad,
¿no son acaso las únicas compensaciones que deberían darnos los objetos a
cambio de los buenos cuidados y el uso que les damos?
La necesidad de existir
Consumir, almacenar, acumular y acopiar cosas puede hacer que sintamos que
existimos. La sociedad ha querido que creyéramos que cuantas más cosas
tuviéramos más huella dejaríamos en los demás. El ser humano a menudo se
mueve por el ego… Ese ego que quiere afirmar su lugar en el mundo. Que sobre
todo aspira a que jamás lo olviden. Las cosas que poseemos se convierten
entonces en aquello que nos sucederá, y de este modo pensamos que nuestra
existencia perdurará. Pero, ¿es esto cierto?
¿Acaso la realidad no es que no somos nada y que no poseemos nada? ¿Por qué
no optamos mejor por dejar simplemente un legado de amor y alegría, de cosas
compartidas, de recuerdos de momentos intensos, algunas fotos, alguna obra si
uno es artista, una recopilación de recetas si uno es un buen cocinero antes que
un batiburrillo de muebles, libros y adornos que solo tienen valor a nuestros
ojos? Esos mismos objetos que exigirán tanto trabajo a los que a continuación
vendrán a clasificarlos, a recuperarlos, a repartirlos entre los miembros de una
familia, ¡que encima pueden acabar discutiéndose si todos quieren llevarse el
objeto más valioso!
¿Es la vida sinónimo de acumular objetos?
¿No puede tener un significado menos prosaico?
La nostalgia del pasado
¡Cuántos objetos acumulados en desvanes y sótanos! Dado que he visitado
muchas viviendas, he podido constatar con cierto embarazo el número
alarmante de antiguallas inservibles, estropeadas y olvidadas que muchas
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personas acumulan en sus casas. ¿Cómo olvidar el comentario de aquel hombre
que, mientras me contaba que estaba preparando su mudanza y que ya había
tirado muchas cosas, me enseñaba un sótano todavía abarrotado de cosas? ¿Por
qué esperar a tener que abandonar un lugar para empezar a poner orden, para
hacer una limpieza que tan sana sería a diario?
¿Qué nos impide liberar el espacio que hay a nuestro alrededor? ¿El miedo?
Miedo a creernos más pobres, miedo a la pérdida, miedo a renunciar a nuestro
pasado, o sea, a una parte de nosotros mismos… Siempre es lo mismo: nuestro
ego, nuestro miedo a no haber existido.
Librarse de nuestras cadenas supone, sin embargo, permitirse continuar
viviendo sin ninguna servidumbre. Es saber que todo lo que nos pertenece, todo
lo que nos es más querido, puede transportarse de inmediato en varias bolsas o
una maleta. Es concederse la más deliciosa de las independencias. Es ser el
propio artesano de nuestra felicidad.
Las «buenas» excusas
«¿Y si un día me hace falta?»
«¿Y si se me estropea el otro que tengo igual?»
«¿Y si alguien de mi familia lo necesita algún día?»
«¡Pero yo me siento bien en mi desorden!»
«¡Pero es que a mí no me gusta tirar las cosas!»
«Pero es que yo no tengo tiempo de poner orden…»
Estas son seguramente las excusas más esgrimidas para instalarse en la falta de
acción. Las excusas no sirven más que para decirnos que no a nosotros mismos.
Con los «¿Y si…?» y los «Pero» jamás te desharás de nada. Las excusas nunca
te conducirán a la vida que has soñado, esa en la que podrás moverte por un
espacio diáfano y ordenado, vacío y cómodo. Los «¿Y si…?» y los «Pero» son los
carteles de «Stop» de las mejores decisiones que deseamos tomar y que nos
hacen perder las grandes oportunidades de nuestra vida.
¿Cuántas personas se sienten ya vencidas por la magnitud de la tarea? En
efecto, deshacerse de cosas es, para muchos, una empresa gigantesca cuyo
final no se sabe si se verá algún día. Una tarea que parece tan dolorosa y que
exige tal entrega que incluso preferimos no dar ni el primer paso. Nunca te
sientas vencido de antemano. Los mayores cambios se llevan a cabo paso a
paso, incluso a veces tropezando. Debes fijarte un objetivo y atenerte a él; a tu
ritmo, pero sin detenerte. ¡Vale la pena hacerlo, créeme!
Cuidado
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En los hogares modestos, que por su situación han alimentado un miedo a
la pérdida especialmente intenso, costará trabajo deshacerse de cosas. Si
es tu caso, esa emoción no debe convertirse en una excusa para no actuar.
Debes demostrar el suficiente sentido común para no deshacerte de
objetos que luego puedas necesitar, pero sin cerrar los ojos ante la
acumulación de objetos superfluos.
El desapego
Tener un modo de vida que no se base en las cosas que poseemos supone estar
abierto al desapego, al cambio. El desapego nos permite dejar de cargar la
historia de las cosas que poseemos. Es elegir deshacernos de los fantasmas de
nuestros objetos, que nos acompañan allí donde vayamos, incluso aunque estén
guardados en el fondo de un cajón o en un sótano, porque todas esas
posesiones ocupan tanto sitio en nosotros como en el espacio que nos rodea. ¿Y
qué riesgo conlleva llegar a desembarazarnos de este o aquel objeto? Ninguno,
o muy pequeño… Para librarnos de los restos del pasado, para seguir adelante,
hay que abrirse al cambio, no aferrarse al miedo de la pérdida. Hay que abrir
nuestra conciencia a un nuevo modo de consumir y de gestionar lo que
compramos. Hay que pensar en opciones cuyo único objetivo sea
proporcionarnos felicidad, más dinero y más tiempo que dedicar a nosotros
mismos y a los demás.
Distanciarse permite librarnos de nuestra resistencia. Esa resistencia que nos
hace creer que, si tenemos menos cosas, no somos nada.
Nuestra riqueza es real
y existe desde el principio en nosotros.
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«Acaba con la complejidad de tu vida librándote de lo inútil
y las dificultades se acabarán por sí solas»
EDWIN WAY TEALE
Recuperar nuestro verdadero valor
Durante mucho tiempo creí que cuantas más cosas tuviera mayor sería mi lugar
en el mundo. Cuantas más cosas poseía, más rica me sentía. Me rodeaba de un
montón de objetos que en realidad no necesitaba, pero cuya presencia me
provocaba satisfacción.
Consumía, luego existía.
Nuestras propias posesiones nos poseen. Nuestra sociedad quiere que creamos
que el valor que tenemos como seres humanos está en consonancia con el
número de las cosas que poseemos. Vivir no acumulando más que lo que de
verdad nos gusta y lo que usamos cotidianamente nos permite redefinir nuestro
verdadero valor.
El minimalismo no pasa en absoluto por alto el placer, la comodidad, la belleza y
la salud. Cada uno de nosotros debemos conocer nuestras necesidades, para
aprovecharnos de lo mejor que tenemos y extraer la quintaesencia a las cosas,
sin caer en el exceso. El exceso es malo siempre, y esto también es válido
respecto a las cosas que tenemos. Nos han hecho creer que nuestra felicidad
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depende de nuestro poder adquisitivo, de nuestra capacidad de consumir en
exceso más allá de nuestras necesidades reales. Pero ¿acaso no seríamos más
ricos obteniendo bellas posesiones, en cantidades suficientes, provenientes de
nuestras experiencias vitales y del amor que decidimos entregar a quienes nos
rodean?
Limpiar menos
El instituto de estudios de mercado Ipsos y la empresa Mapa-Spontex han
llevado a cabo un estudio sobre las tareas domésticas. Los resultados confirman
que, de las personas entrevistadas, en el 47% de las parejas la única cuestión
que provoca discusiones es esta. Se trata, pues, de un problema recurrente en
nuestra sociedad, que causa muchas discusiones de pareja que, en algunos
casos, pueden llevar incluso al divorcio.
El minimalismo puede intervenir en favor de la paz de las parejas. Cuando
decidimos liberar nuestro espacio vital de algunas cosas, las tareas del hogar se
vuelven más llevaderas. Una encimera en la que no haya montones de objetos,
pequeños electrodomésticos, etc., ¡se limpiará más fácilmente! Y lo mismo
sucederá con las estanterías llenas de adornos: cuando estos desaparecen, ¡se
acaban las largas horas quitando el polvo! Se acabaron los productos del baño
que se acumulan alrededor del lavabo o la bañera. Hay que limpiarlos y hay que
moverlos para pasar la bayeta, y luego hay que volver a ponerlos en su sitio.
Cuando se poseen únicamente los productos necesarios, el tiempo de limpieza
se reduce a más de la mitad. Y no quedan más que nuevos espacios diáfanos,
limpios y armoniosos, que exigen el mínimo de mantenimiento. De este modo
volvemos a descubrir que cuidar de nuestras cosas puede no robarnos más de la
mitad de nuestro tiempo libre. Y por fin tenemos la posibilidad de ocuparnos
más de nosotros mismos, sin dejar de apreciar las cosas que tenemos, que
responden a necesidades reales: la comodidad, lo práctico, la belleza, la
cualidad. Se sabe que vivir en un lugar ordenado y limpio influye en nuestra
autoestima, en nuestro humor y en nuestra claridad mental. Y teniendo menos
cosas, al fin accedemos a cierto estilo de vida simplificado y con clase.
Cada cual deberá recordar que el más bello regalo que podemos hacernos a
nosotros mismos es reducir todos los focos de tensión y estrés de nuestra vida.
Por una vez podemos incluso reconciliarnos con la pereza, pues el minimalista
también sabe apreciar el arte de no hacer demasiado de todo porque es una
persona ordenada.
Tener más tiempo para nosotros y para los demás
28
Todos corremos detrás del tiempo. El tiempo es una de las riquezas más
complicadas de poseer. ¡Y podemos ganar mucho tiempo en nuestras vidas si
decidimos deshacernos de cosas inútiles que ocupan espacio! Librarnos de un
exceso de pertenencias da más espacio en la vida. Y quien dice más espacio,
dice más tiempo. Cuando dependemos de nuestros objetos, de nuestra forma de
consumir, olvidamos pronto que eso «se está comiendo» nuestras vidas.
¿Cuántas horas hemos perdido recorriendo tiendas de moda y comercios o
mirando páginas web buscando qué comprar? Y, después, ¿cuánto tiempo
hemos malgastado almacenando y cuidando nuestras nuevas pertenencias?
¿El deseo de querer comprar cada vez más cosas acaso no roza la neurosis? Ese
tiempo tan limitado que tenemos y respecto al cual a menudo nos quejamos
porque no nos basta de repente es mayor si salimos de la espiral del «vivo para
comprar, compro para existir».
En vez de comprar el enésimo par de zapatos o el enésimo adorno, ¿por qué no
decidimos invertir ese tiempo en hacer otra cosa? Algo más estimulante. ¿Por
qué, por ejemplo, no optamos por compartir un momento de nuestra vida con
otro ser querido o simplemente nos permitimos un descanso, un momento de
cocooning?
Comprar cada vez más, para a continuación hacer limpieza y deshacernos de las
pertenencias que no son indispensables para el día a día, es dilapidar nuestro
tiempo, nuestro dinero y nuestra energía.
29
Enriquecernos en el plano personal
Para algunas personas, vivir con menos, siguiendo la filosofía minimalista,
equivale a escasez y pobreza.
Es evidente que, en nuestra sociedad, cuanto menos poder adquisitivo se tiene,
más bajo es el lugar que uno ocupa en la escala social. Pese a todo, hay que
saber que ser minimalista no tiene nada que ver con ser pobre. Al contrario, la
forma de consumir del minimalismo puede ser una tabla de salvación para
todos, sea cual sea la clase social a la que se pertenezca.
Consumir menos y mejor supone optar por aquello que es lo más bueno.
Significa preferir la calidad a la cantidad, sin por ese motivo sentirse frustrado,
pues nuestras necesidades vitales están cubiertas: comodidad, calor,
alimentación, salud, placer, ocio y educación.
Es, también, tomar conciencia de que es la sociedad la que hace que aumenten
sin cesar nuestras necesidades. La publicidad, los medios de comunicación, a
veces incluso nuestras relaciones son los que nos crean siempre mayores
necesidades y el deseo de poseer objetos inútiles.
Esta toma de conciencia nos lleva a volver a nuestras necesidades primarias. Se
acabó preocuparse por el último bolso de moda o el último modelo de móvil con
la manzana.
Se trata de aprender a valorar de nuevo la vida en su más bella simplicidad. Se
trata de enriquecerse de una manera distinta, que nada tiene que ver con la
adquisición de bienes materiales. Se trata de aprender a hacer las cosas con
conciencia, para tener menos y hacer más.
Controlar nuestro consumo
A menudo consumimos y compramos como consecuencia de una situación de
estrés, de malestar emocional. ¿A cuántas mujeres, cuando tienen la moral por
los suelos, les entran ganas de ir de tiendas para «darse un caprichito»?
Ese capricho tendrá, es verdad, un efecto reconfortante y llenará un «vacío»
emocional, pero esperar encontrar la felicidad mediante la adquisición de un
bien material es una utopía. El consuelo buscado será muy breve y no traerá
consigo el deseado bienestar duradero. En realidad, esa alegría será apenas
pasajera y estará mezclada con el remordimiento por haber gastado demasiado
dinero…, hasta la siguiente vez en que resurgirá la misma necesidad imperiosa
de compensación.
30
Para cambiar este mecanismo de compensación o de recompensa a través del
objeto, es necesario que nos detengamos un momento y nos planteemos las
preguntas adecuadas, a fin de ver las cosas con perspectiva y comprender
mejor el proceso emocional implicado en esa necesidad compulsiva de comprar
más y más.
Las siguientes tres frases pueden ayudar en ese tipo de situación:
1. «Las cosas van bien. ¡Todo pasará!»: frase consoladora que hay que
repetirse como un mantra y que acabará por calmar el estrés emocional.
2. «¿De verdad necesito este nuevo objeto?»: esta pregunta, repetida varias
veces, tendrá un gran efecto sobre la toma de conciencia y el impulso de
compra. Tomarse el tiempo necesario para visualizar si el objeto en
cuestión se usará será también una manera de comprobar su verdadera
utilidad.
3. «¿No debería dar prioridad a una necesidad indispensable: pagar una
factura, cambiar las sábanas, llevar mis zapatos al zapatero, regalarme una
buena comida a base de productos de calidad, prever el gasto de un regalo
de cumpleaños…?»: cuando somos presa de la necesidad compulsiva de
compra, nos olvidamos de las prioridades. Tomarse un tiempo para pensar
puede reconducir la situación. No dudes en mirar tu lista de las cosas que
hay que cambiar, reparar, etc., de este modo, si el deseo de compra es
demasiado fuerte, al menos estará justificado.
Tener más dinero
Consumir con plena conciencia de lo que se hace, siguiendo nuestras propias
necesidades, y no las creadas por el entorno o la publicidad, es una vía hacia la
riqueza.
¡Cuánto dinero duerme en los armarios, garajes y desvanes! ¡Cuántos gastos
podrían haberse evitado y cuántas otras compras, más duraderas, de mayor
cualidad, podrían haberse efectuado!
Muchos pensamos que la acumulación de objetos nos convierte en personas
más ricas. Por desgracia, eso supone olvidar el hecho de que, una vez cruzado
el umbral de la tienda, un objeto pierde el 50% de su valor comercial. Son
pocos los objetos excepcionales que conservan su valor financiero. Por no hablar
de que, hoy día, gran cantidad de objetos han sido programados por la industria
para que duren mucho menos de lo que duraban en la época de nuestros
abuelos.
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Cuánto dinero malgastado, ¿no? Cuando elegimos no comprar ningún «producto
defectuoso», es cuando no nos falta de nada para ser ricos.
Decidir tener lo más resistente, lo más útil y lo más armonioso es una fuente
inconmensurable de serenidad y bienestar.
Practicar un consumo más racionalizado significa también ahorrar más. Cuando
lo que consumimos se limita a paliar las necesidades reales, y no aquellas
dictadas por lo que nos llega de fuera, enseguida nos rendimos a la evidencia:
nuestras necesidades se subsanan con gran facilidad. Como dice bellamente la
canción de Walt Disney: «Hace falta poco para ser feliz».
Mejorar nuestra calidad de vida
Al querer consumir en exceso, optamos por la cantidad en lugar de por la
calidad. Compramos un montón de baratijas, de objetos sin valor, de ropa de
gama baja, convencidos de que no podemos permitirnos comprar calidad. ¡Qué
lástima privarse de un objeto duradero, bonito y útil! Cuando nos acercamos al
planteamiento minimalista, nos damos cuenta de que las necesidades reales son
muy pocas, de que justo podemos gastar un poco más en los bienes materiales.
Se trata de una nueva manera de consumir, de la que debemos apropiarnos.
Hay que replantearse las cosas.
Tenemos que ser más rigurosos a la hora de comprar y darnos cuenta de las
consecuencias de la compra. Debemos dejar de conceder dinero y espacio a lo
superfluo y superficial.
Los objetos que duran son los únicos que nos hacen realmente felices. Nos
procuran sentimientos de satisfacción y autoestima incomparables. Nos
merecemos lo mejor, siempre y cuando eso provenga de la elección de paliar
una necesidad y no satisfacer un deseo del ego.
Los objetos armoniosos, resistentes y prácticos son los únicos capaces de dar
una verdadera sensación de abundancia. ¿Debemos tener más que lo que
necesitamos? No. Y precisamente porque no consumimos más de lo razonable
podemos permitirnos aquellas cosas que refuerzan nuestro bienestar, nos
ayudan a comprender el mundo y mejoran nuestra salud.
Disfrutar de mejor salud
Ser conscientes de nuestro modo de consumir y de nuestro deseo de adoptar un
estilo de vida minimalista nos hará prestar más atención a lo que beneficiará a
nuestra salud. La salud es nuestro bien más preciado, y va mucho más allá de
32
toda posesión material. Por eso es prioritario tener un estilo de vida sano, llevar
una alimentación más natural y tomar decisiones de consumo más respetuosas
con nuestro cuerpo y con el planeta.
Cuando decidimos consumir menos pero mejor, estamos eligiendo exponernos
menos a contaminaciones silenciosas y regresar a los valores sencillos: los
únicos que, de forma natural, fortalecerán nuestro sistema inmunitario. Por otra
parte, una vida sencilla traerá consigo una reducción significativa de estrés y
miedos, permitiéndonos alcanzar un estado de equilibrio y vitalidad.
Sentirnos libres
Antes de pasarme a un estilo de vida minimalista, yo tenía tendencia a envidiar
las cosas de los demás. «Ay, mira, ella tiene ese objeto que está tan de moda y
que yo no tengo. Ay, y todos esos cuadros en las paredes, todos esos zapatos,
esas joyas... ¡Qué suerte tiene! ¡Me encantaría tener las mismas cosas que ella
o incluso otras mejores!» Yo lo sabía, sabía que era mi ego, que se sentía
menospreciado y trataba por todos los medios de recobrarse. ¿Cuánto dinero
me he gastado solo para ser una poseedora más de los objetos más modernos,
objetos que no necesitaba en absoluto? El ego, la sociedad de consumo
añadieron a mi vida el sentimiento de nuevas necesidades, y esperaba que, una
vez cubiertas con los nuevos objetos, estos fueran la fuente de una nueva
felicidad y la razón de que los demás me consideraran de forma diferente.
¿Acaso las nuevas adquisiciones materiales me hicieron una persona diferente y
con mayores virtudes? No. Fui yo quien les otorgó esa importancia, esa
legitimidad extraña. Hoy sé que entonces despilfarré mucho dinero y mucha
energía en querer ser como los demás, en encajar socialmente.
Entender y asimilar el consumo razonado me ha permitido no envidiar los
interiores sobrecargados de las casas, los guardarropas rebosantes, los cajones
repletos de un número extraordinario de productos de maquillaje y de
tratamientos...
Al contrario, conformarse con tener exclusivamente aquello que en realidad
necesitamos hace que ya no envidiemos lo que tienen los demás, pero también,
y sobre todo, nos permite volver a experimentar un sentimiento profundo de
libertad. Acabamos incluso sintiendo cierta opresión frente a tantos objetos y
cierto disgusto respecto a su propietario: «Mientras que ella acumula todo eso,
yo soy muy feliz de volver a mi casa liberada de todas esas cosas, ¡lo que me da
una enorme sensación de libertad!».
Al dejar de percibir nuestros deseos como necesidades, podemos sentirnos más
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ricos y más libres que todas esas personas que antes nos impresionaban con su
exceso de bienes materiales. ¿No es fantástico imaginar que ya no envidiaremos
a nadie nunca más porque estamos satisfechos con lo que tenemos?
Aligerar la mente
Por último, tener menos cosas significa aligerar nuestra mente y nuestra mirada
que, hoy en día, se encuentran sobreestimuladas por los colores, los motivos
decorativos y las formas que nos saturan, incluso desde los envases de los
alimentos. Todo lo que nos rodea tiene un gancho visual. Pero la vista está
sobrecargada y aturde aún más a una mente ya hiperestimulada y cansada.
Esta sobreestimulación provoca un cansancio emocional pasivo, pero real. Esta
es la razón por la que el minimalista prefiere a menudo lo uniforme, lo
transparente, lo neutro, lo depurado... Librarse del exceso de estímulos visuales
favorece lo zen y aporta un toque más elegante, tanto en lo que respecta a
nuestra ropa como a nuestros muebles, ropa de cama, etc. La renuncia a ese
«estrés visual» nos permite descubrir otro mundo. Elegir tonos de una misma
gama de colores no tiene nada de austero; además, la superabundancia de
formas, colores, textos, etc., tiene un efecto negativo en nuestro estado de
ánimo. Sin buscar el dogmatismo, esta toma de conciencia es un paso más hacia
una mayor serenidad.
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«Hay que ser ligero como el pájaro
y no como la pluma»
PAUL VALÉRY
Por algún sitio hay que empezar
Después de la teoría, ¡ha llegado la hora de la práctica! Si queremos aligerar
nuestras vidas, ¿por dónde empezamos? La tarea parece demasiado grande,
demasiado pesada para nuestra frágil energía. Sin embargo, no lo dudes, lector,
incluso los más perezosos o los que están «demasiado ocupados» son capaces
de tal cambio.
Imagina desde este momento cómo sería tu hogar ideal. Siente tu alegría, tu
satisfacción. La sensación de renovación, de frescura que traerá a tu vida diaria.
Gracias a esta fuerza de voluntad, todo tu entorno y tu estado de ánimo
cambiarán. ¡Y esta metamorfosis se halla al alcance de todos! La voluntad
puede mover montañas. Y como por algún sitio hay que empezar, decide
comenzar tan pronto como te sea posible. Ponte en marcha hoy mismo. Buscar
mil excusas para posponer el hecho de pasar a la acción es una falta de respeto
hacia uno mismo. ¡Te mereces lo mejor! Y no mañana ni dentro de una
semana... No hay que sentirse abrumado por la culpabilidad que generan ideas
como «podría arreglar eso, esto debería regalarlo...». Decide empezar ahora.
Todos los objetos que se acumulan en nuestras casas no nos permiten disfrutar
de una vida serena. Para vivir mejor, hay que vivir tranquilo. Tener menos
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objetos significa pasar menos tiempo ordenando. Esto no supone solo poseer
menos cosas, sino sobre todo vivir plenamente. Optar por deshacerse de lo
superfluo es reencontrarse con la esencia de la vida.
Consejo
Fotografiar nuestros objetos
A fin de conocer y establecer la cantidad de cosas que poseemos, para
contabilizar el número exacto de nuestros objetos, se puede hacer algo
fácil y divertido: ¡fotografiarlos! Visualizar así todo lo que tenemos ayuda
a deshacerse de lo superfluo.
Poner orden no basta
Es esencial no confundir la acción de poner orden con el hecho de deshacerse
de las cosas. Para vivir mejor, más libres y sin sufrir el peso de nuestras
pertenencias, hay que aligerar nuestra vida material. Incluso una persona
ordenada, meticulosa, que vive en un lugar donde todo está perfectamente en
su sitio, escogido y clasificado, no seguirá en absoluto un modo de vida
minimalista mientras no convierta en una realidad el hábito de deshacerse de las
cosas.
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Incluso cuando están perfectamente ordenadas, nuestras cosas no se hallan
menos presentes. Por esta razón este libro no pretende explicar cómo doblar la
ropa o cómo conseguir «embutir» más cosas en un espacio reducido, eso sería ir
contra la filosofía minimalista, cuyo objetivo es liberar el espacio para que el
problema de poner orden no se plantee más.
A partir de hoy, decide hacer espacio a tu alrededor para liberar tu vida. No
olvides que lo importante no es saber cómo ordenar las cosas a fin de ganar
espacio, sino más bien tener menos cosas para recuperar el espacio en tu hogar
y en tu interior.
¡Cuanto antes, mejor!
La decisión de ponernos manos a la obra de una vez por todas y tan pronto
como sea posible transforma rápidamente nuestro entorno. Esta acción a corto
plazo sirve para canalizar nuestra energía y nuestra voluntad. Si alargamos la
tarea por un período dilatado, perdemos tanto el ímpetu como la motivación.
Debemos sentir la fuerza del deseo de cambio, tener ganas de verdad de que
las cosas se muevan en torno a nosotros para por fin verlo todo más claro y
emprender un nuevo estilo de vida. Es importante acordarnos de por qué
estamos haciéndolo.
Es como una tirita, ¡hay que quitarla de un solo tirón! El dolor dura un instante,
pero de inmediato te olvidas de él y es como si no hubiera existido.
Cuanto más rápido despejes tu casa de cosas superfluas, más fácil te resultará
ordenar y armonizar tu vida. Es eficaz y milagroso.
Pasa a la acción…
Fíjate un plazo de tiempo corto, a fin de llevar a cabo esta gran selección para
desprenderte de lo superfluo. Así tu energía y tu entusiasmo vibrarán con la
suficiente fuerza para resultar plenamente eficaces.
Tirar, dar, vender...
Ya lo sabes: poner orden es solo una solución parcial. Para aligerar tu vida
liberándola del exceso de cosas que hay en ella, antes que nada es necesario
deshacerse de todo lo superfluo.
A menudo resulta difícil desprenderse de los objetos. Por costumbre, por miedo
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a la pérdida, por miedo al vacío o también por sentimentalismo; tenemos
docenas de excusas. Pero el gesto de tirar o de dar algo te pondrá en marcha y
hará que experimentes tal sentimiento de renovación que no sucumbirás al
desánimo. Hay que cambiar nuestra forma de pensar. No te atrincheres en el
pretexto de que no quieres correr el riesgo de «desaprovechar» el objeto.
Pasa a la acción…
Lo importante es deshacerse de las cosas que no contribuyen a tu bienestar
diariamente o determinadas veces al año. ¡No tienes que pasarte el resto de tu vida
poniendo orden, quitando el polvo y almacenando!
Un objeto que no se utiliza ya está «desaprovechado». Un objeto fabricado de
manera industrial ya es un desecho. Convencerse de lo contrario es un disparate.
Un día, no hay duda, terminará en un vertedero. Si no usas a menudo un objeto o no
te hace feliz, es que está de más en tu vida. Vivir con desapego significa aceptar la
fugacidad de la vida y afrontarla. Sin hacer de ello una regla de consumo, porque el
objetivo del minimalismo es que cada uno encuentre la manera adecuada de
consumir para no tener que desperdiciar, tirar, dar o vender nada. Por encima de
todo, se trata de una «puesta al día», y esta puesta al día pasa inevitablemente por el
gesto de desprenderse.
Los objetos olvidados
Cuando empezamos la gran selección, enseguida nos topamos con objetos
olvidados. Todos guardamos en casa cosas inútiles, que están ahí desde hace
meses o años: «¡Vaya, mira lo que tengo!», «Ay, no sabía que tenía uno ya. Si
lo hubiera sabido, no habría comprado otro...», «¡Oh, cómo me alegro de
haberlo encontrado!».
Cuidado
Un objeto olvidado rara vez es algo que te hace feliz. Si fuera el caso, lo
habrías usado en cientos de ocasiones. Sin embargo, la realidad es que se
te había olvidado... Como reza el refrán: «Ojos que no ven, corazón que
no siente». No hay que confundir la nostalgia con el uso real del objeto.
La nostalgia no puede sustituir al presente, que es el único momento de
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nuestra vida que realmente importa.
Pasa a la acción…
Hay que cambiar nuestra visión de la vida para cambiar nuestro futuro, así que
debemos mantenernos alerta respecto a nuestras emociones. Hay muchas razones
para tirar o dar un objeto que no se ha utilizado durante todo un año. Abrir los ojos
a esta realidad y hacer el gesto de desprenderse es también poner orden en nuestro
pasado. Los objetos olvidados, las pertenencias del pasado son una energía inmóvil
que bloquea la existencia presente. Vivir en los recuerdos supone un obstáculo para
esa renovación que queremos en nuestro presente. Ir aprendiendo poco a poco a
desprenderse de las cosas es aceptar que se marchen. Si nos duele, eso es una
prueba de que nuestras pertenencias son un foco de sufrimiento. No te convenzas
de que esos viejos objetos te hacen más feliz, porque si fuera realmente así, ¿crees
que te habrías olvidado de ellos? Cuando una cosa nos gusta, usarla y verla nos
hace sentirnos bien, y entonces forma parte de manera natural de nuestra
cotidianidad.
El síndrome de las cajas de almacenaje
No cometas el mismo error que yo... Cuando me lancé a mi gran tarea de
seleccionar para desechar, enseguida busqué todo tipo de sistemas de
almacenaje, todo tipo de cajas especiales, que a algunos pueden parecerles muy
ingeniosas, pero que no son más que otros objetos que ocupan sitio. Hoy me
arrepiento de muchas de aquellas compras, porque cuanto más practicamos el
estilo de vida minimalista, más llegamos a ser capaces de deshacernos de cosas
que en el pasado se nos antojaban indispensables. Ese es el momento en que
nos topamos con un montón de cajas de almacenaje de todos los tamaños...
vacías. Por supuesto, las cosas muy ordenadas y organizadas dan gran
satisfacción y crean un espacio más armonioso. Así que no estoy diciendo que
no haya que aprovechar este tipo de solución, sino que debemos ser cautos y
no gastarnos cientos de euros rápidamente en el plan de poner orden, pues
corremos el riesgo de arrepentirnos enseguida de la inversión hecha.
Pasa a la acción…
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Recuerda que ordenar en exceso también es una manera de continuar otorgando
demasiado espacio a las cosas de las que deberíamos desprendernos y que de nuevo
seguirán sobrando en tu vida. Es una excusa que sirve para no asumir decisiones.
No pasa nada por tener los estantes y los armarios vacíos. El problema es gastar
dinero en sistemas de almacenaje innecesarios. Con el espacio donde almacenamos
las cosas cada vez más organizado, todos acabamos por convencernos de que
nuestras pertenencias están en el lugar que les corresponde. Para no cometer los
mismos errores, tómate el tiempo necesario a fin de comprender que eso solo es la
materialización de nuestros miedos y de nuestra incapacidad de decidir.
¿Dónde dar y vender?
Cuando decidimos hacer una gran limpieza, a veces cuesta saber cómo
deshacernos de todo lo que queremos tirar. Podemos sentirnos mal al constatar
la cantidad de muebles, ropa, elementos de decoración, equipos de oficina o
productos de consumo que tenemos y no necesitamos.
Si no quieres tirar, hay muchas opciones para dar o vender las cosas de las
cuales quieres librarte:
Infórmate sobre los días de recogida de muebles y todo tipo de aparatos, e
intenta hacer la gran limpieza de vaciado en esos días, a fin de no terminar
rodeado de bolsas de basura y otras lindezas similares durante varias
jornadas.
Ponte en contacto con el ayuntamiento para conocer las asociaciones que
pueden estar interesadas en tus donaciones y que harán el esfuerzo de
desplazarse hasta tu casa para recoger lo que quieras darles. Te
sorprenderás de cuántas hay.
Ponte en contacto con tiendas de segunda mano que estén cerca de tu casa
para vender la ropa o las pequeñas cosas de marca. También puedes vender
algunos artículos en páginas web como Videdressing, eBay o Leboncoin. Aun
así ten en cuenta que esta solución implica hacer fotos, poner un anuncio,
etc.; deberás juzgar por ti mismo si la relación tiempo/ganancia vale la pena.
Para optimizar tus ventas, fija un precio razonable o a la baja, saca fotos
bonitas y asegúrate de que se te pueda localizar fácilmente (no te olvides de
indicar tu número de teléfono).
Trata de vender tus joyas de oro y plata en alguna joyería.
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Ofrece los productos alimenticios que te sobren a asociaciones conocidas
como Cáritas o la Cruz Roja.
Piensa también en asociaciones que aceptan muebles, vajillas, objetos de
decoración, etc. Suelen desplazarse algunos días para recoger las cosas que
les dan.
¿Hay algún lugar de culto cerca de tu casa? Son también centros que a
menudo están muy interesados en las donaciones de ropa, libros, juguetes,
etc.
Ofrece el material de oficina y escolar a colegios, centros vacacionales o
guarderías.
Empezar con orden
Cuanto menos cosas tenemos, más fácil es mantener la casa ordenada. Aun así,
los minimalistas tienen una regla básica: nunca dejes la vivienda desordenada o
sucia.
Si quieres salir de casa sintiéndote bien contigo mismo, es condición sine qua
non dejar las cosas recogidas, los cojines colocados en su sitio, los baños
limpios, la cama hecha, el aspirador pasado, etc. Sí, eso te robará algunos
minutos, pero la satisfacción y la tranquilidad que ganarás a cambio será una
excelente recompensa. Es un ritual que hay que adoptar: ya salgas de compras
o de vacaciones, dejar tu espacio limpio y ordenado siempre marcará la
diferencia en tu estado emocional.
Consejo
Para optimizar los usos y el espacio
Al minimalista le encanta optimizar los usos de los objetos que posee. En
efecto, cuanto más «multiusos» sea un objeto, más práctico resultará, y
nos ahorraremos adquirir otros productos diferentes.
Estas son algunas ideas para la multifuncionalidad:
Usar la mesa de comedor como escritorio.
Emplear un taburete de mesita de noche, pero también de taburete en
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caso de tener visitas.
Las sillas tipo balancín pueden servir como sillas de oficina, de comedor
o de salón, para sentarse en ellas cómodamente.
Un sofá cama sirve de cama y de sofá.
Lo importante es optimizar el uso de los objetos, al igual que
optimizamos el espacio. Para ello, el objeto debe estar en el lugar
adecuado o en las condiciones necesarias para cumplir otra función. Por
ejemplo, si tu mesa de comedor sirve de escritorio, no comas en una de
sus esquinas sin haber retirado primero todo el material de trabajo. Antes
de usarla como mesa de comedor, pon en su sitio los materiales de
oficina. Lo mismo vale cuando utilices el sofá como cama: pasada la
noche y tras haber aireado la estancia, ciérralo de nuevo para que cumpla
su verdadera función de sofá.
Cuanto más definidas estén la identidad y la función de un espacio, mejor
comprenderás que ese espacio no debe verse invadido por objetos que no
tienen que ver con su funcionalidad. ¡Entonces te costará más acabar
desbordado!
Amar tus cosas
Tengo, por ejemplo, una amigo minimalista que dedica a cada uno de sus
objetos amor y verdadero respeto. Me explicó cómo el hecho de amar sus cosas,
de hablar con ellas, de manejarlas con cuidado le procura alegría y satisfacción
permanentes.
Mostrarse agradecido y contento con todo lo que uno tiene hace que nos
sintamos plenos. Al minimalista le gusta «acoger» un mueble o una prenda de
vestir tanto con los gestos como con las palabras. Del mismo modo, cuando se
deshace de un objeto, le da las gracias por haber formado parte de su vida y
por su utilidad. Reconocer que nuestras pertenencias no son solo materiales
inertes no significa estar loco. Al contrario, darse cuenta de que portan consigo
una energía y una historia supone otorgarles nuestra consideración y nuestro
agradecimiento, y ello mejora nuestra vida cotidiana.
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27 Razones para deshacerse de cosas
1. Almacenas menos y tienes que hacer menos mantenimiento.
2. Encuentras fácilmente cada cosa en su sitio.
3. Utilizas todo lo que tienes.
4. No posees más que lo que te hace feliz.
5. Tu día a día se simplifica.
6. Tienes la mente y las ideas más claras.
7. Gastas mejor tu dinero y eres más rico.
8. Empiezas una nueva vida.
9. Dispones de más tiempo.
10. No vives bajo influencias.
11. No envidias a nadie.
12. Estás más feliz.
13. Vives más zen.
14. Te sientes libre.
15. Eliges el agradecimiento.
16. Afirmas tu personalidad.
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17. Aumenta tu orgullo personal.
18. Estás más a gusto con los demás.
19. Respetas más la naturaleza y el ecosistema.
20. Tienes mejor salud.
21. Eres más productivo.
22. Te vuelves más positivo.
23. Aprovechas el presente.
24. Tienes más energía.
25. Estás rodeado de cosas positivas.
26. Ya no temes el futuro.
27. Realizas tus sueños.
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«Deshazte de los objetos inútiles. Casi sin que te des cuenta,
a menudo saturan tanto tu espacio como tu cabeza»
DOMINIQUE GLODEUX
1. El método Konmarie
«Conserva solo aquello que te procura felicidad en el instante
presente»
MARIE KONDO
Marie Kondo, la papisa del orden, nos explica en su superventas La magia del
orden (Aguilar, 2011) su método para optimizar el proceso de deshacernos de
cosas. Para ella es fundamental no ir pieza por pieza. A fin de asegurarnos que
hacemos las cosas de manera radical y lógica, nos inicia en la estrategia de las
familias de objetos. La clave es ordenar nuestra clasificación por tipos de objetos
y reagruparlos todos en el centro de una habitación. A continuación, los
seleccionamos en función de su efecto positivo en el plano emocional.
Yo misma he comprobado lo efectivo que es este método. Cuando nos
enfrentamos a ordenar una habitación, no nos damos cuenta de lo que ocupan
nuestras pertenencias. Es bastante probable que, igual que yo, tengas ropa en
diferentes sitios y también productos para el cuidado personal, adornos y libros
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dispersos por toda la casa. La forma más eficaz para saber la cantidad de
objetos que componen una categoría es agruparlos todos juntos en un solo
lugar. Solo así lograremos identificar aquellos que son superfluos y
visualizaremos el exceso que nos invaden.
Pasa a la acción…
Visualización
Tómate el tiempo para visualizarte en el entorno que deseas crear.
Imagina tu alegría y tu sensación de ligereza, de renovación, una vez que hayas
elegido pasar a la acción.
Mantente motivado, ten en mente la razón de esta decisión.
Aborda los objetos por familias
Para ayudarte, enumeramos las distintas familias de objetos en el orden que debes
seguir para empezar con la gran limpieza:
Ropa.
Libros.
Documentos administrativos.
Productos de higiene.
Utensilios de cocina.
Objetos de decoración.
Recuerdos.
Fotos.
Otros.
Pregúntale a tu lado emocional
Una vez entendido el orden de actuación, ve recogiendo por toda la casa los
objetos y todas las pertenencias que formen parte de la categoría seleccionada.
Ponlo todo en el mismo sitio, en el suelo de una habitación. Después sopesa
cada objeto, sujetándolo entre las manos mientras te preguntas: «¿Me hace
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verdaderamente feliz? ¿Aporta alegría a mi vida diaria?». Y si el objeto no hace
que sientas esa alegría evidente, deshazte de él (tíralo, regálalo o véndelo).
Busca un sitio para cada cosa
Una vez que hayas acabado de desechar todo lo que no usas, hay que buscar
un sitio para cada cosa. Elige un solo lugar donde guardar todo el material de
oficina, otro para los productos del botiquín, otro para los de la manicura, otro
para los documentos administrativos, etc. Así las cosas estarán siempre
ordenadas y sobre todo serán accesibles. Ya no hará falta buscar las tijeras por
toda la casa, porque les habrás dado un lugar lógico y permanente.
Consejo
Seleccionar las fotografías
¿Las fotos digitales se acumulan a una velocidad vertiginosa en tu disco
duro? Elimina, poco a poco, todas las que no son interesantes, las feas,
borrosas, triples, etc., y guarda solo las mejores.
2. El método de dividir en tres
Este método para hacer limpieza consiste en dividir en tres todas tus
pertenencias. Primero tienes que agrupar en un sitio toda una categoría de
objetos (ropa, libros, vajilla, papeles, bibelots, productos para el cuidado
personal, juguetes, etc.) y luego debes dividirlos en tres montones: uno para
tirar, otro para dar o vender y otro para quedártelo.
Pasa a la acción…
Montón número 1: objetos rotos, usados, estropeados, pasados de moda, etc.
Montón número 2: objetos duplicados; feos; en buenas condiciones, pero no
utilizados nunca o muy poco utilizados; los errores de compra; los regalos que
jamás te han servido; etc.
Montón número 3: las cosas que preferimos, que son a menudo prácticas, usadas,
estéticas y nos proporcionan un placer real.
—Tira el montón número 1 sin miramientos.
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—Tira, da o vende los objetos pertenecientes al montón número 2.
—Guárdate los objetos del montón número 3.
¡Sí! ¡Estos tres montones son la piedra angular para hacer una buena selección de
todo aquello de lo que quieres deshacerte!
3. El método habitación por habitación
Cuando tenemos una casa grande, a menudo parece muy complicado, o
completamente desalentador, embarcarse en la tarea de clasificar los objetos de
toda la vivienda, así que se puede optar por hacerlo habitación por habitación.
Aunque no sea el método más rápido y efectivo, sigue siendo una buena opción.
Pasa a la acción…
Fíjate el objetivo de despejar y ordenar una habitación detrás de otra. Tu meta es
reducir las pertenencias de una habitación determinada, lo que incluye tanto los
muebles como los objetos y las cosas que guardas en ellos. Para ello, hazte siempre
las mismas preguntas:
«¿Este objeto me es realmente útil?».
«¿Podría vivir sin él?».
«¿No tenerlo afectaría negativamente mi vida?».
De este modo, enseguida conseguirás identificar las cosas útiles y esenciales de tu
vida y aquellas que puedes tirar, dar o vender. Este método tiene la ventaja de ser
motivador y permite establecer objetivos fácilmente alcanzables.
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«Vivir con menos no resta valor a tu vida, la mejora»
BEA JOHNSON
Este método fue creado por Bea Johnson, una francesa que vive en Estados
Unidos, conferenciante y autora del éxito Zéro déchet (J’ai lu, 2015). En su libro,
promueve y comparte la experiencia de su familia y nos explica su método para
empezar a consumir de un modo razonable, que aspira a «cero residuos». Nos
incita a abrir los ojos respecto a nuestro estilo de vida y a las compras que
hacemos, que tienen un impacto mucho mayor de lo que podamos suponer en
nuestra salud y el medio ambiente.
De esta voluntad de generar menos residuos, surge un nuevo estilo de vida, que
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coincide en muchos puntos con la perspectiva minimalista. Este modo tiene
como objetivo que nos centremos en nuestras necesidades reales y afrontemos
las consecuencias de nuestras elecciones.
Pasa a la acción…
Bea Johnson ha establecido cinco etapas para transformar nuestra vida
deshaciéndonos de todas las cosas que nos sobran:
1. Rechazar todo lo que no necesitamos: folletos de publicidad, bibelots, productos
promocionales gratuitos, bolsas de plástico, regalos que no tienen ninguna
utilidad, etc.
2. Reducir nuestras necesidades. Vivir una vida sencilla mediante la eliminación de
cosas superfluas. Para ello, a la hora de decidir de qué cosas desprendernos, Bea
Johnson nos invita a formularnos las preguntas adecuadas:
¿Todavía funciona?
¿Está obsoleto?
¿Lo usaré de forma regular?
¿Tengo más?
¿Hace que la salud de mi familia peligre?
¿Lo guardo porque me sentiré culpable si lo tiro?
¿Lo guardo porque todo el mundo tiene uno?
¿Merece que dedique tiempo limpiándolo?
¿Podría usar el espacio que ocupa para otra cosa?
3. Reutilizar. Cuando se nos da la opción, hay que preferir comprar cosas usadas,
sustituye todos los objetos desechables por equivalentes reutilizables, no dudes en
crearte un kit para hacer la compra a fin de evitar residuos (usa bolsas de tela,
frascos, etc.) y opta por los alimentos vendidos a peso en lugar de por los
envasados.
4. y 5. Reciclar y hacer compost. Clasificar los residuos es un gesto ecosostenible.
Es esencial sentir que ello nos concierne, entender el valor de esta clasificación
y llevarla a la práctica enseguida en nuestra cotidianidad (utiliza cubos de
basura, cubos para el cartón, el vidrio, el compost...).
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Lo que más me gusta del enfoque minimalista de Bea Johnson es que no es menos
sensible a la comodidad y a la estética. Esto se advierte en las múltiples entrevistas
televisivas que concede, donde descubrimos los depurados interiores de su casa.
Sus cinco reglas son una buena manera de embarcarse en un proyecto minimalista,
al mismo tiempo que constituyen un modo de vida más comprometido con el medio
ambiente.
5. El método de las 5s
Creado en Japón, el método de las 5S es una técnica de gestión empresarial que
tiene por objeto la mejora continua en las tareas en las empresas.
Este método se basa en cinco acciones: Seiri, Seiton, Seiso, Seiketsu, Shitsuke.
¡Te presento a las 5 S! Es interesante destacar que este enfoque, inicialmente
previsto para el mundo empresarial, fue rápidamente adoptado por la filosofía
minimalista. En efecto, la sucesión de estas cinco prácticas constituye una hoja
de ruta perfecta para pasar a la acción y desencadenar una toma de conciencia
y luego un cambio efectivo.
En la práctica, se trata de seguir estos cinco principios:
Seiri (almacenaje): eliminar lo superfluo.
Seiton (orden): colocar las cosas.
Seiso (limpieza): (hacer) relucir las cosas.
Seiketsu (estandarización): estandarizar las reglas.
Shitsuke (mantener la disciplina): seguir y progresar.
Pasa a la acción…
Es decir, las 5S representan las cinco acciones que llevamos a cabo al ordenar
nuestras cosas:
Clasificar (seleccionar y tirar).
Ordenar (lo que conservas).
Limpiar.
Organizar.
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Ser disciplinado (¡y mantener el nuevo orden!).
La lógica de la 5S es bastante simple. Por tanto, en este mismo instante puedes
intentarlo y ¡enseguida comprobarás su efecto positivo!
6. El método feng shui
El feng shui es una «ciencia china milenaria cuyo principio es vivir en armonía
con nuestra casa, nuestra familia y nuestro entorno». «Adaptando o
modificando nuestro hábitat, fiel reflejo de lo que somos, nuestra vida puede
transformarse positivamente» (Bruno Lecourt, Le grand livre du feng shui,
Leduc, 2016).
El propósito de esta filosofía china es mejorar nuestra vida favoreciendo la
circulación de la energía en nuestro hábitat. La idea central del feng shui es que
la libre circulación de la energía, no viéndose obstaculizada por el desorden,
tiene efectos positivos en nuestras vidas, nuestras emociones y nuestra salud.
Este arte aspira a la armonía global. Limpiar, ordenar, hacer espacio alrededor
de uno mismo, deshacerse de las pertenencias estropeadas, rotas, polvorientas,
etc., garantizará un interior en armonía. En este punto es donde el feng shui es
una puerta de entrada a un estilo de vida minimalista. El método propone hacer
una gran limpieza, para aligerar nuestras vidas de cosas superfluas, para
renovar el campo de energía de nuestra vivienda, pero también para cambiar
positivamente nuestro propio campo vibratorio.
Pasa a la acción…
¡Estas son las cuatro etapas para iniciar ese cambio!
1. La clasificación
Empieza seleccionando y descartando cosas. Deshazte de todos los objetos que
puedan obstaculizar el fluir de la energía positiva.
Esos objetos (incluidos las prendas de vestir, los muebles, los periódicos, la
vajilla…) son los que evocan el pasado, y a menudo están polvorientos, rotos,
desgastados o duplicados, son feos, etc. No dejes de deshacerte de todas las cosas
superfluas que bloquean, sin que lo sepas, tu energía vital: tira, da, vende.
Formúlate las preguntas adecuadas, no te atrincheres en el «¿Y si...?» ¡y haz sitio!
2. La limpieza
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Una vez que las pertenencias que constituían un obstáculo para el buen fluir de la
energía vital han abandonado tu casa, es el momento de abordar la limpieza de
todos los bienes que te son útiles y agradables. Es importante mantenerlos en buen
estado, eliminar el polvo, las manchas de grasa, las migas. Lavar, limpiar y hacer
relucir todos los rincones de tu casa. Esta gran limpieza limpiará también tu vida,
tus emociones, tu cansancio.
3. El almacenamiento
Asigna un lugar a cada cosa. Disfruta reorganizando tus armarios y cajones. Vuelve
a encontrar satisfacción en un espacio diáfano y perfectamente ordenado.
4. La disposición
El feng shui aconseja una organización del espacio que favorezca la buena
circulación de la energía. Por ejemplo: tener sobre todo muebles de ángulos
redondeados, suavizar una esquina de una habitación con una planta, elegir colores
claros para apaciguar la mente, no recargar una habitación con demasiados adornos,
bibelots o muebles excesivamente grandes... Para conocer todas los detalles y si el
tema te interesa, puedes preguntar a los profesionales o procurarte libros sobre el
feng shui.
El feng shui se centra bastante en la lógica de armonizar y si uno presta atención a
la etapa de la disposición de los elementos puede parecer un método complejo. Sin
embargo, sus beneficios han sido reconocidos, ya que provoca cambios reales en
las vidas de quienes lo practican. Personalmente, me gusta entresacar alguna
información relevante del feng shui, pero sin aplicar todas las reglas al pie de la
letra.
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Cuidado
Siempre habrá un momento en que te arrepentirás de haberte
desembarazado de algún objeto. Es una reacción humana que a menudo
se produce al principio de adoptar un estilo de vida minimalista. Es como
si todo se pusiera de acuerdo para que un objeto que no se había utilizado
durante un año, o incluso más, de repente se nos vuelva indispensable...
justo ahora que ya no lo tenemos. Es necesario superar esa frustración,
que suele experimentar casi todo el mundo cuando empieza a aplicar el
minimalismo, pues es perniciosa y nos ata a nuestros miedos.
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«Todas las cosas que un hombre tiene le poseen a él más que
él a ellas»
SIGRID UNDSET
Ahora ya conoces todos los sistemas para tirar cosas que constituyen el primer
paso para adoptar un estilo de vida minimalista. Depende de ti determinar cuál
seguirás, sabiendo que todos ellos pueden combinarse, intercambiarse y/o
completarse. Cada persona deberá hacerlos suyos, adaptarlos y combinarlos. Lo
más importante es mantener tu objetivo en mente y lograr tus propósitos.
Recuerda: lo que importa no es el modo de llegar a la meta, sino que estés
motivado.
Para ello, ahora te propongo un pequeño recorrido por tu hogar y algunos
consejos para acompañar este gran cambio.
¿Qué revela tu armario?
Esa ropa que nunca usamos
¿Quién no conoce esa frustrante sensación de encontrarse frente al armario
lleno de ropa y no saber qué ponerse? Por lo visto, somos muchos los que no
usamos más que el 30% de nuestro vestuario. Qué despilfarro, ¿verdad?
Mantener y acumular el 70% de la ropa supone, en primer lugar, admitir que el
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70% de Las prendas que tenemos no nos hacen completamente felices y son un
estorbo en nuestras vidas. ¿Por qué no decidir de una vez por todas tener el
armario de nuestros sueños? Uno donde solo haya la ropa que nos gusta y con
la que nos sentimos muy bien. Cuando la ropa que llevamos nos gusta, ni
siquiera pensamos en ella. Está tan en sintonía con nuestra personalidad,
nuestras necesidades y nuestro estilo que no constituye ninguna preocupación.
Esas prendas son nosotros y nosotros somos esas prendas.
El slow-relooking. ¡No sigas la moda!
¿Te apetece cambiar de imagen? Pero ¿por qué no tienes un poco más de
confianza? El minimalismo posee la extraordinaria capacidad de permitirnos
hacer frente a nuestro propio estilo y volver a conectar con nuestra verdadera
personalidad.
Querer parecerse a esta o aquella persona, a esta o aquella estrella..., querer
adecuarse a las tendencias nos hace correr a buscar lo que realmente nos sienta
bien. Seamos honestos: ya sabemos «un poco» qué tipo de ropa nos sienta
mejor. A menudo son las prendas con las que nos encontramos cómodos,
aquellas que van con nuestro temperamento y hacen simplemente que nos
sintamos bien, como puede ocurrir, por ejemplo, poniéndonos unas zapatillas de
deporte. ¿Que no son un par de zapatos Stiletto o los últimos tejanos pitillo de
moda? ¿Y qué? ¡Afírmate en tu estilo! Sentirse bien consigo mismo, sentirse
elegante, es sobre todo un estado de ánimo. Este ánimo no hará más que
florecer si llevas la ropa con la que te sientes a gusto y gracias a la cual ya no
tienes que preocuparte de tu aspecto. Vestir solo la ropa que nos gusta aumenta
la autoestima.
El armario de mis sueños
Piensa en tu estilo. Anota en un folio los vestidos que te encanta ponerte.
¿Cuáles son los colores que te sientan bien? ¿Cuáles son las prendas por las que
te han felicitado en repetidas ocasiones? Concéntrate en tus mejores bazas, así
sabrás escoger mejor la ropa que realza tus virtudes. Con esta lista en la mano y
una nueva visión de lo que te sienta bien y te gusta, sopesa de nuevo la ropa
que te queda. Si todavía tienes algunas prendas de las que desprenderte, hazlo,
no vaciles más. Tendrás todo el tiempo del mundo para, con precisión y
economía, crear tu nuevo guardarropa.
¿Algunas ideas?
Otoño-invierno
un abrigo de entretiempo / un abrigo grueso / dos pantalones / un pantalón
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para estar por casa / una falda / un vestido /tres jerséis / tres rebecas / siete
partes de arriba / una bata / un suéter grande muy grueso / dos pijamas / un
camisón /doce piezas de ropa interior / diez pares de calcetines / unas botas
forradas / unos botines / unas zapatillas de deporte / unas zapatillas de estar
por casa / un bolso / una bufanda / un fular /unos guantes / un cinturón
grueso…
Primavera-verano
un abrigo de entretiempo / una chaqueta ligera / dos fulares / dos pantalones
cortos o bermudas / dos vestidos / dos pantalones ligeros / siete partes de
arriba / tres camisetas / tres rebecas / dos jerséis / unas bailarinas / unos
zapatos de entretiempo / unas zapatillas deportivas de lona / unas sandalias /
un traje de baño / unas gafas de sol / un bolso / un cinturón estrecho…
Consejos
No quites enseguida las etiquetas de las prendas que compres y así
tendrás tiempo para reflexionar.
Elige materiales que sean fáciles de planchar o que no necesiten ser
planchados.
Armoniza tus perchas.
Simplificar los colores
El minimalismo se propone crear mayor armonía alrededor y, por efecto dominó,
en la propia persona. Tener prendas que nos encantan pero que son difíciles de
combinar es una fuente de estrés inútil. El equilibrio y un planteamiento
prudente a la hora de tomar decisiones nos darán seguridad. Tener clara la
armonía visual que queremos para nuestro vestuario es una fuente de alegría
increíble. Es crear nuestra identidad de color. Gracias a esta armonía visual,
nuestra imagen será sólida, reconocible y tranquilizadora para nosotros mismos
y para los demás.
Para ello, decide los colores que prefieres y que sueles llevar a gusto. Elige
cuatro (incluidos el blanco y el negro) que te permitirán combinar
armónicamente toda tu ropa. A muchas personas minimalistas les gusta el
negro, el blanco, el gris y el azul marino. Si estos no son en absoluto los tonos
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que te serenan y que te dan una sensación de paz, elige otros que te gusten
más. Solo ten en cuenta que esos cuatro colores base sean fáciles de armonizar
entre sí. Lo importante es crear una identidad de color. ¡Eso por no hablar de lo
práctico que resulta a la hora de poner la lavadora!
Los colores y su significado
Blanco: pureza y espiritualidad
Rojo: pasión y dinamismo
Naranja: alegría de vivir y energía
Amarillo: convivencia y socialización
Verde: equilibrio y renovación
Azul: calma y reflexión
Violeta: concentración y espiritualidad
Rosa: sensualidad y sensibilidad
Marrón: arraigo y fuerza serena
Joyas, la regla de las tres
Llevar joyas que nos gustan y a las que hemos tomado cariño nos da algún tipo
de seguridad, nos hace felices. La sociedad nos induce a creer que un joyero
rebosante es signo de riqueza. Sin embargo, poseer joyas valiosas es una fuente
de estrés, ¿verdad? El miedo a que nos las roben o a perderlas siempre está
presente. ¿Una joya solo se valora por su precio? ¡Cuánto dinero gastado en
joyas caras, o incluso en bisutería, que podría invertirse en otra cosa! ¿Por qué
conceder tanta importancia a las aleaciones, a las piedras...? Una vez más, ¿cuál
es nuestra escala de valores?
Es normal apreciar las joyas por lo que tienen de decorativo, de femenino y de
elegante. ¡Ni hablar de privarse de una verdadera fuente de satisfacción! Pero
¿acaso lo más importante no es usarlas? Tener una infinidad de joyas
durmiendo en una caja es una pérdida de espacio y de dinero, y no hace honor
a nuestras pertenencias. Sería más sensato optar solo por las joyas que nos
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acompañan día a día, que son parte de nuestra personalidad. Los elementos
decorativos que nos caracterizan proyectan nuestra imagen en los demás. Si
elegimos no tener más que las joyas que nos gustan, seguramente estemos
optando por la mejor solución y la más reconfortante.
Pero como para algunas personas este planteamiento de tener solo unas pocas
joyas puede ser demasiado radical, propongo adoptar la regla de las tres. Tener
tres pares de pendientes, de collares, de anillos... nos permite variar, pero sin
caer en la servidumbre de las posesiones. Además, hay que considerar que la
mayoría de las joyas pierden el 50% de su valor una vez cruzado el umbral de la
tienda. Es frustrante, pero es una realidad. Por experiencia sé que es muy difícil
revender las joyas que poseemos. De modo que sí a la reventa de una o más
joyas certificadas..., pero saber deshacerse de nuestras posesiones es también
aceptar que las cosas tienen el valor que se les da. Hay que ser generosos y
generosas; no dudes en regalar las joyas que te sobran. La alegría que generará
este regalo valdrá con mucho los euros que habrías recuperado al tratar de
venderlas.
Cuidado con lo que compras
Cada vez nos topamos con más y más joyas de gama baja. De hecho, a
menudo causan un efecto muy agradable y resultan asequibles, incluso
para los presupuestos reducidos. Pero hay que estar atento porque las
aleaciones utilizadas no son seguras para la salud. Elige siempre joyas de
oro, plata o chapadas para tener la certeza de que no contaminas tu
organismo con micro-partículas o provocas reacciones alérgicas.
Descubre las piedras semipreciosas, con la litoterapia, por ejemplo, que
también es una solución natural y saludable para sustituir las piedras
falsas y los falsos diamantes, sin dejar de movernos en una franja de
precios razonable.
¿Zapatos a docenas?
Un atuendo acaba de completarse con la elección de los zapatos y de algunos
accesorios (bufandas, fulares, guantes, bolsos...). Los zapatos bien conservados
y limpios reflejan el cuidado que una persona pone en su atuendo. Este es un
tipo de detalle sobre el que vale la pena no transigir. Hace unos pocos años, los
zapatos se cuidaban con esmero. Los elegíamos cómodos, sobrios y sobre todo
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con un tono y una forma fáciles de combinar con la mayor parte de la ropa. Hoy
en día, la sociedad no nos enseña a respetar nuestras pertenencias ni a
cuidarlas para que duren. ¿Por qué tanta gente prefiere comprarse zapatos
nuevos antes que llevar los viejos a un zapatero? Los objetos-basura no
deberían tener cabida en nuestras casas. Aprendamos una nueva forma de
consumir. Optemos por una mayor calidad. Cuando a uno le gustan los zapatos,
decide cuidarlos, y si necesitan una puesta a punto, pues enseguida se solventa
la situación poniéndolos en manos de un profesional. Por el contrario, si los
zapatos que tenemos ya no nos gustan, son de baja calidad o están totalmente
pasados..., entonces habrá que cambiarlos por otros.
¿Acumulas decenas de zapatos? ¿De todos los colores y todas las formas? Es el
momento de actuar. ¿Cuántos pares necesitamos de verdad? Haz un balance de
tus necesidades reales, dependiendo de tu trabajo, de tu forma de moverte o
incluso de si haces ejercicio. Piensa también en los cambios de estación.
Normalmente, un par de cada tipo es más que suficiente. Quédate solo con los
que prefieres. Deben ser cómodos, bonitos y sobre todo de uno o dos colores
que combinen muy fácilmente con toda tu ropa. Lo más fácil siempre será optar
por colores únicos y sobrios. Así, seguro que sorteas el mal gusto.
¿Eres totalmente adicto a los zapatos, pero de verdad deseas reducir
drásticamente el número de pares que tienes?
Darse cuenta de que docenas o incluso cientos de zapatos saturan tu espacio y
tu vida es sano. Sin embargo, si quedarte con un par de cada tipo te parece
demasiado drástico, puedes aplicar el método de dividir en tres montones tu
colección. Con ello harás un gran esfuerzo minimalista y notarás la sensación de
renovación y el espacio que este simple gesto te procurará. Para evitar volver a
caer en la acumulación de cosas, compra siempre un nuevo par sabiendo cuáles
son tus verdaderas necesidades y a fin de sustituir un par que ya no uses. Por el
contrario, evita las compras que solo servirían para acumular y que anularían
todos sus esfuerzos.
Un bolso y los accesorios
Bolsas, guantes, bufandas, fulares, cinturones..., ¡también hay que seleccionar
los accesorios! Elige un buen par de guantes, un bolso práctico y de calidad, un
fular bonito, una bufanda suave y que caliente y que combine fácilmente con tus
trajes y tu abrigo. Ten presente siempre como línea directriz armonizar tu
vestuario. Así evitarás el mal gusto y te asegurarás de combinar bien los colores
entre sí. No tener que preocuparse de lo que combina o no es un verdadero
ahorro de tiempo y proporciona paz al espíritu. El estilo está al alcance de
cualquiera si entendemos que demasiada variedad creará una disonancia visual.
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No trates de convencerte de que necesitas tres paraguas o de que te hacen falta
ocho bufandas y dos pares de guantes. No te escondas detrás de la dificultad de
tomar decisiones... Recuerda: quien vive ligero, vive sereno. Una cosa de cada
categoría es más que suficiente para satisfacer tu comodidad y felicidad. La idea
es que no te falte nada, pero que únicamente tengas lo que te resulta útil y
necesario y elimines lo superfluo.
El bolso es indiscutiblemente el accesorio principal en el cual se deben aunar lo
estético y lo práctico. Para establecer bien su tamaño, forma y color, quizá se
requiera un poco de tiempo y reflexión. Tenemos que valorar nuestras
necesidades diarias y lo que necesitamos llevar, para no equivocarnos con el
modelo. Aprovecha las rebajas para comprarte un bolso de calidad. ¡No te
arrepentirás! Y respecto a los demás accesorios, elige siempre en función de la
estética y de la funcionalidad, pero también de la discreción y la ergonomía,
para ahorrar espacio. Por ejemplo, es mejor un paraguas plegable y un tarjetero
muy fino en vez de un monedero grande...
¿El bolso perfecto?
Esta es una lista no exhaustiva de lo que puede contener un bolso minimalista:
una pluma / un tarjetero / un billetero / un talonario de cheques / el documento
de identidad / el permiso de conducir / un aceite esencial / un kit de manicura
pequeño / un pañuelo de tela / un teléfono móvil / un bálsamo labial / gafas de
sol o graduadas.
¿Y debajo de la ropa?
Se trate de lencería fina o de las bragas más cómodas, acuérdate de que la ropa
interior también es mejor que esté en consonancia con el vestuario. ¿No es el
colmo de la elegancia vivir con los colores a juego, incluso en tu intimidad? La
mente y los ojos encuentran en ello un sorprendente reposo.
No te permitas usar ropa interior incómoda, desgastada, agujerada, manchada...
Solo utiliza aquella que hace que te sientas bien. Esto te procurará una
verdadera satisfacción y un bienestar real.
Cuidado con los materiales
Los materiales sintéticos están muy presentes en la ropa interior y, como
su nombre indica, no son tejidos naturales respetuosos con la flora
vaginal; a veces favorecen las infecciones por hongos, cistitis y otras
lindezas. Para respetar tu cuerpo, elige siempre ropa interior hecha con
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fibras naturales, como el algodón o la seda.
La lista
Cuando se es adicto a las compras y a ir de tiendas, revisar tu modo de
consumir supone un ahorro de tiempo y de dinero, y es una verdadera terapia
para desintoxicarte de la necesidad frenética de comprar un trapito más. No, ir
de compras no debe ser «un pasatiempo».
El minimalismo es la solución para no pasar las horas recorriendo las tiendas de
moda, no volver a entrar «solo para mirar» o intentar a cualquier precio
comprar algo únicamente porque hay promociones. Es un error creer que
podemos hallar la felicidad mediante la compra compulsiva, cuando esta no es
más que una fuga de uno mismo, una necesidad de seguridad. Cada cual debe
tomarse el tiempo necesario para descubrir dónde está el verdadero problema, a
fin de analizar nuestras carencias.
Hoy en día, se pueden hacer las cosas de manera diferente. Redactar una lista
de nuestras necesidades es una salvaguarda para que no nos sobrepasen los
deseos y poder asumir una nueva racionalidad. Para ello, redacta la lista de las
prendas que desearías tener, a fin de crear el vestuario minimalista de tus
sueños. Debe englobarlo todo, incluidos los accesorios, los zapatos y la ropa
interior. Anota los colores, los materiales, las formas y los cortes que prefieres.
Después tacha lo que ya tienes. Así podrás determinar exactamente lo que
necesitas comprar. Si tienes un vestido pero deseas sustituirlo, escríbelo en la
lista. Esta debe ser tu referencia para conocer tus necesidades concretas. De
esta manera, te garantizas optimizar tus adquisiciones, tus búsquedas y sobre
todo no ceder más a la compra compulsiva.
Dar una vuelta por el cuarto de baño
El cuarto de baño no es una tienda
¿Necesitamos muchos armarios y estantes en un cuarto de baño? En realidad,
no. ¡Qué espacio desperdiciado cuando se acumulan todo tipo de productos
para el cuidado personal! ¿De dónde nos viene ese consumo frenético, esa idea
(¡falsa!) de que cuanto más equipado está un baño, al modo de los anaqueles
de una tienda, mayor será nuestra higiene? Tener un montón de productos
cosméticos, farmacéuticos y de maquillaje es tener miedo. Además de
sobrecargar el cuerpo de toxinas y productos petroquímicos. Eso no es estar
tranquilo. Descubrir la libertad de ser tú, gracias al minimalismo, es romper la
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cadena de la dependencia del marketing publicitario, que nos hace creer que sin
tal o cual gel, tratamiento, etc., estamos sucios y condenados a ser feos y a
envejecer. Tener los estantes y armarios rebosantes de productos no nos hace
ni más guapa ni más guapo. Es una fantasía imaginar que, sin nuestros
cosméticos, no somos nada.
Permitámonos la libertad de tener solo los productos de cuidado personal que
sean respetuosos con nuestra salud y que se limiten a cubrir nuestras
necesidades. ¿Que hay más agradable que los productos de calidad que hacen
que nos sintamos bien? Se acabaron las cremas, los pintalabios, los champús
que se acumulan al fondo de un armario, de un cajón o incluso como
«decoración» alrededor de la bañera. ¿Cuántos tratamientos a medio usar o,
peor, caducados se llenan de polvo en nuestras estanterías? Elegir «el»
tratamiento, «el» jabón y «el» champú adecuados no requiere demasiado
esfuerzo. Al contrario, afirmar nuestras decisiones es afirmar nuestra
personalidad. Es recuperar nuestra libertad.
¡Menos cuidados, pero mejores!
Igual que en el caso del armario, contemplar un estante en el que solo hay lo
esencial es maravillosamente relajante. De esta manera nos demostramos que
podemos ser quienes somos y, aún mejor, que podemos serlo dando muestras
de nuestra sobriedad y simplicidad. ¡Que no nos aturdan más los medios de
comunicación, que se aprovechan de los temores de nuestro ego y nos crean
nuevas necesidades a diario! Como muy bien dice Bea Johnson, la promotora de
«cero residuos», la belleza no puede comprarse: no podemos encontrar
embotellado lo que forma parte de nosotros». Si los tratamientos milagrosos
para la belleza eterna existieran, las estrellas del espectáculo, que pueden
pagarse los cosméticos más caros, ¡no venderían más su alma a la cirugía
estética!
Frente a la cosmética industrial, repleta de componentes químicos nocivos, los
cosméticos orgánicos y naturales son los únicos capaces de cuidar de nuestra
salud con resultados óptimos. ¡Volvemos a la sencillez preconizada por el
minimalismo! Los tratamientos naturales, de composición simple, no serán
menos eficaces. Usar cosméticos que no nos perjudican nos garantizará calidad
y eficacia duraderas.
Para ello, establece tus necesidades diarias en términos de higiene. Determina lo
que puedes retirar de tu rutina y todo lo que puedes sustituir por tratamientos
más naturales, ¡y hazlo! No esperes a acabarte los productos que, lo sabes,
afectan tu salud y ya no están en consonancia con tus nuevos valores. Eso no
será tirar el dinero, por la sencilla razón de que el dinero ya está gastado, así
que ya está perdido. Ten en cuenta que, a partir de ahora, empiezas un nuevo
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ciclo gracias a los nuevos conocimientos adquiridos. No podemos elegir seguir
envenenándonos voluntariamente por unos pocos euros.
El pequeño armario minimalista
Descubramos juntos los tratamientos minimalistas y sustituye algunos de los
productos que usas de forma habitual:
Gel de ducha: jabón
El gel de ducha es un despropósito del marketing. El jabón bueno ha sido
sustituido por un producto muy contaminante para la tierra y las capas freáticas.
Sobre todo cuando se sabe que el jabón se utiliza con la misma facilidad, hace
espuma y limpia exactamente igual. Sustituir el gel de ducha por un jabón
orgánico de calidad y/o de primera saponificación en frío será la decisión más
sabia. Para que el jabón dure más tiempo, se puede comprar una jabonera con
listones, así se secará entre un uso y otro.
Sérum: gel de áloe vera
El gel de áloe vera es una panacea como hidratante, calmante y regenerador de
la piel. Es totalmente natural (proviene de una planta que se parece a un
cactus) y tiene un pequeño efecto tensor, perfecto para sustituir el contorno de
ojos.
Crema: crema orgánica o aceite vegetal de primer prensado en frío
Una crema orgánica que se adapte a tu tipo de piel es una alternativa perfecta a
tu crema convencional. Hay que tener en cuenta que existen también aceites
vegetales orgánicos, obtenidos del primer prensado en frío, que obran
maravillas en todo tipo de piel. Sí, bien elegido, el aceite no es comedogénico,
es decir, que no obstruye los poros de la piel y, por tanto, no crea espinillas o
puntos negros. Al contrario, la nutre en profundidad, aportando sus virtudes,
porque no ha sufrido ningún proceso industrial ni se le ha añadido petroquímica.
Consejo
El aceite vegetal debe aplicarse diariamente en la cara sobre la piel un
poco humedecida. Así, el aceite permitirá que las partículas de agua
penetren en tu piel y te hidraten bien. Para humedecer la cara, se puede
usar agua del grifo o, mejor aún, un agua de flores. Y para un cuidado
todavía más específico y cómodo, ponte en la palma de la mano dos
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nueces de gel de áloe vera y dos o tres gotas del aceite vegetal de tu
elección, mezcla los dos ingredientes con el dedo, aplícate la mezcla en el
rostro y masajea hasta su completa absorción.
Limpieza: aceite vegetal de primer prensado en frío
El mejor desmaquillador del mundo es el aceite vegetal. ¿Sabías que en
cualquier buen desmaquillador la parte grasa es lo que limpia? Así pues, ¡para la
limpieza de cutis no hay nada más efectivo que el aceite! Escoge siempre un
aceite vegetal orgánico y de primer prensado en frío. Se puede optar por el
aceite de coco, el de oliva, el de semillas de uva, el de sésamo, el de aguacate
(que encontrarás en los estantes de aceites alimenticios orgánicos)... ¡Incluso
acaba con el maquillaje resistente al agua! Después lávate la cara con agua y un
jabón suave para eliminarlo todo y purificar la piel en profundidad.
Tónico: agua de flores
El agua de flores es completamente natural y un tónico perfecto. Las hay para
todo tipo de pieles. Elige una orgánica para obtener mayor eficacia.
Crema corporal: crema orgánica o aceite vegetal de primer prensado en frío
Sustituye tu crema por otra orgánica o, mejor aún, por un aceite vegetal que
nutrirá tu piel en profundidad. Recomiendo el aceite de coco, por ejemplo, que
tiene una textura de «mantequilla» y que, si te gusta, aporta una aroma natural
muy agradable.
Tratamiento de granos: loción con vinagre orgánico
Mezclar en una botella de espray limpia y desinfectada, 1/3 de vinagre de sidra
orgánico con 2/3 de agua de manantial o mineral (¡no uses agua del grifo!).
Esta loción puede aplicarse localmente sobre los granos o como loción
tonificante antimperfecciones. Hay que mantener la mezcla en un lugar fresco.
Desodorante: bicarbonato de sodio
¡Esta es una solución eficaz, natural y económica para poner fin al mal olor de la
transpiración! El bicarbonato es tan eficaz como un desodorante. Basta con
guardarlo en un bonito frasco de vidrio y aplicarlo con la mano debajo de la
axila, masajeando.
Champú: champú orgánico sin silicona ni sulfatos
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Los champús convencionales son perjudiciales para la fibra capilar y para la
salud y, por añadidura, contaminan. Es importante elegir champús orgánicos sin
sulfatos (el lauril sulfoacetato de sodio [SLSA], que es totalmente biodegradable,
no debe confundirse con el SLES, que puede ser muy irritante) y sin silicona.
Mascarilla capilar: baño de aceite
No es necesario gastarse dinero en mascarillas para el cuidado del cabello. Los
baños de aceite bastan para cuidar y fortalecer el pelo. Aplícate un aceite
vegetal de primer prensado en frío treinta minutos antes de lavarte el pelo con
champú. Se aconsejan los de coco, de sésamo, de oliva... Cuidado con las
cantidades: úsalo con moderación, el pelo no debe chorrear aceite. Para retirar
por completo el aceite, puedes lavarte dos veces el pelo. El cabello enseguida
está más fuerte, brillante y nutrido. En el caso del cabello fino o muy fino, es
preferible la aplicación de una crema/leche de coco o de yogur natural, que lo
apelmaza menos.
Por supuesto, ninguna de estas propuestas es obligatoria. Si los cuidados
personales que te aplicas te hacen feliz, sigue usándolos. O acaba con los
productos que te queden y decide luego si optas por cambiar a tratamientos
más naturales. Como siempre, se trata de vivir de acuerdo con nuestras
convicciones, en paz con nosotros mismos.
Un cajón mágico
Cortaúñas, lima, tijeras, caja de tiritas, secador de pelo..., son pequeños objetos
que necesitamos para nuestro cuidado personal. Sin embargo, todos tendemos
a acumularlos en demasía. ¿De nuevo esa mala costumbre de tener varias
unidades de todo? Bueno, eso también puede cambiar. Usa un cajón o un
neceser específico para este pequeño equipo, y así encontrarás lo que buscas
rápidamente cuando te haga falta, ¡y no caerás en la tentación de añadir nada
innecesario!
¿Y el dormitorio?
Si hay un lugar de la casa que evoca el bienestar y el descanso, ¡sin duda es
nuestro dormitorio! Y la cama debe ser la pieza central. El desorden,
demasiados objetos y la acumulación de muebles son obstáculos que impiden la
relajación. Por eso no hay que transigir en cuanto a vaciar esta pieza.
La elección de los colores e incluso de la ropa de cama es importante. Nuestra
habitación es un remanso de paz. Un lugar donde es agradable retirarse para
aislarse del alboroto exterior. Debe desprender buenas vibraciones para
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perpetuar el amor y la paz de espíritu. No en vano los entrenadores personales y
terapeutas conyugales afirman que una pareja nunca debe discutir en el
dormitorio. Al contrario: hay que preservarlo para que puedan revitalizar
adecuadamente en él el sueño y el amor.
El dormitorio ideal
¿Cómo es el dormitorio ideal? Una cama, mesitas de noche con cajones, una
iluminación suave, una pequeña alfombra mullida, una silla, un armario
completamente cerrado…, y no hace falta nada más.
Para que sea confortable, elige materiales naturales como la madera. Opta por
colores pastel, que traslucen calma y serenidad (blanco, gris, azul, malva...) y
evita los tonos fuertes como el amarillo, el rojo o el naranja, que son demasiado
vivos y perturban el sueño. Escoge una iluminación tenue e indirecta.
En el feng shui se aconseja reducir el mobiliario del dormitorio al mínimo
posible. La cama debe hallarse en un lugar armónico, con la cabecera contra
una pared, evitando colocarla bajo una ventana. Si es posible, es mejor optar
por muebles de ángulos redondeados, menos agresivos que los rectos, y se
desaconseja colocar cuadros pesados y estantes por encima de la cama.
Del mismo modo, si necesitas almacenar cosas, asegúrate de que sean las
mínimas posibles, y sobre todo de que están guardadas en los cajones y los
armarios cerrados. La idea es favorecer el reposo de la vista y de la mente.
¡La mesita de noche no debe estar saturada! Bastará con una pequeña lámpara.
Los libros que se acumulan pueden guardarse en la librería, la crema de manos
puede quedarse en el baño y los demás pequeños objetos personales hallarán
su lugar en el cajón de la mesita o en una caja reservada a tal efecto que se
habrá colocado cerca.
Ya lo sabes: el dormitorio debe diferenciarse realmente de las demás estancias.
Todo en él debe emanar suavidad y paz. Por eso hay que evitar llevarse al
dormitorio trabajo, un ordenador... o una televisión.
Consejo
¿Vives en un espacio reducido? ¿Solo puedes tener el escritorio en el
dormitorio o la cocina está cerca de tu cama?
Un espacio pequeño puede mejorar visualmente si usamos un modo de
almacenamiento cerrado. En lugar de estantes, es mejor optar por
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armarios o una cómoda, muebles con cajones...; en fin, cualquier cosa que
ayude a evitar los estímulos visuales. Así tu espacio será más diáfano,
ordenado y parecerá más grande. Si no consigues guardar todas tus cosas
de este modo, es que todavía tienes demasiadas. ¡Una razón más para
deshacerte de lo superfluo!
Consejos para tener un dormitorio zen
La elección de la ropa de cama: decídete por los colores suaves y los tejidos
naturales que no sean agresivos con tu piel, que durante la noche está en pleno
proceso de eliminación de toxinas: el algodón y la seda son los más
recomendables.
Ventilar: hay que ventilar regularmente la habitación y, por tanto, la ropa de
cama, en pos de una mejor higiene y un sueño de buena calidad.
Limpieza: no permitas que el polvo se acumule en la lámpara de tu mesita de
noche o en el borde de la cabecera de tu cama.
Piensa bien la iluminación: en un dormitorio, la iluminación debe ser tenue.
Destierra las bombillas «luz de día» y las luces demasiado potentes.
Consejo
Hay lámparas de sal, que emiten una luz anaranjada muy suave que evoca
el ambiente dentro del vientre materno; es una pequeña inversión que
encontrará todo su sentido en tu dormitorio. Estos son detalles, pero
gracias a estas simples acciones disfrutarás de noches más tranquilas.
Limitar los cuadros y las imágenes en las paredes: son también reclamos
visuales de los que no debe abusarse. Cada persona debe buscar la justa
medida en términos de decoración para no acabar con las paredes
sobrecargadas. No te olvides de que los colores influyen en nuestro estado de
ánimo. En el dormitorio, las imágenes con tonos demasiado vivos no son
adecuadas. Si no logras desprenderte de ellas, repártelas por el salón o la
cocina, pero siempre con «moderación». Las paredes poco decoradas siempre
proporcionan más serenidad. Además, una sola imagen grande y bonita puede
bastar para sustituir una docena de pinturas de todos los colores y tamaños.
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Algunos incluso prefieren tener las paredes desnudas. Por supuesto, depende
del gusto de cada uno, lo importante es que siempre se hagan las cosas de
acuerdo con nuestra personalidad.
Cita en la cocina
Este es un lugar de la vivienda que a menudo acaba llenándose de cosas y
¡puede muy fácilmente terminar siendo caótico! Es frecuente que se acumulen
multitud de objetos heterogéneos: todo tipo de utensilios, papeles,
medicamentos, bolígrafos, libros..., por no hablar de un exceso de alimentos a
veces caducados.
La cocina minimalista pretende ser un sitio donde reine lo práctico, lo estético, el
espacio y la higiene. Un todo armonizado: un lugar donde nos apetezca pasar el
tiempo cocinando.
Los utensilios, la vajilla e incluso los cubiertos no quedan excluidos de lo práctico
y del placer visual. Estantes llenos de migas, sobrecargados, donde se apilan los
alimentos caducados; una nevera que no está limpia y donde se mezclan
numerosos restos, tarros abiertos y olvidados con huellas de grasa... ¡Todo esto
es una fuente de confusión mental y de estrés!
Incluso en la cocina, la mente puede cansarse innecesariamente debido al
revoltijo de objetos antiestéticos, aparatosos y de colores discordantes.
¡Qué agradable es disfrutar de una superficie de trabajo (aunque sea pequeña)
limpia y despejada! ¡Qué alegría da abrir los armarios ventilados y ordenados!
Poseer solo lo necesario para alimentarse saludablemente es en verdad muy
satisfactorio. Al alejarnos de lo superfluo, por fin disponemos de un área de
almacenamiento para cuanto debe estar en una cocina. Vuelve a colocar las
cosas en el lugar que les corresponde. No hay que mezclar libros, bolígrafos,
llaves y otros trastos con la comida.
En la filosofía del feng shui, la cocina se asocia a la salud, los alimentos, la
riqueza y la convivencia. Trata de crear una zona donde resulte fácil moverse
porque cada cosa está en su sitio, ya que los aparatos y utensilios inútiles
obstaculizan el buen fluir de la energía.
La vajilla
Elegir bien una vajilla es importante. Una de calidad y sobria realza el valor de
cualquier plato. Una vajilla de un solo tono dará aún más relevancia a tus
comidas.
Dominique Loreau, autora de L’art de la frugalité et de la volupté (Marabout,
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2013), nos explica el placer de tener una vajilla de piezas pequeñas. Hoy día
nuestros platos enormes ocupan mucho espacio en nuestros armarios y nos
incitan a comer más de lo que realmente necesitamos. Comer en recipientes
más pequeños aumenta el disfrute visual y sensorial y hace que nos saciemos
más rápido.
¿Qué necesidad tenemos de disponer de platos de todos los tamaños, cuando
un plato ligeramente hondo, como puede ser el de la sopa, puede usarse para
todo tipo de comida? ¿Has disfrutado ya del placer de comer en un bol? Tiene
algo simbólico. El hecho de poder tomar con ambas manos un bol mediano que
contiene nuestra comida resulta satisfactorio. La forma redonda añade suavidad
a la comida que ofrecemos a nuestro cuerpo.
Puedo asegurarte por experiencia que a menudo acumulamos demasiada vajilla.
Cuando me deshice de las tazas, los platos, los cubiertos o los cuencos que me
sobraban tuve una auténtica revelación. ¡Cuánto espacio recuperado!
Del mismo modo, es esencial deshacerse de toda la vajilla y de los recipientes
de plástico. El plástico es un material contaminante que jamás procurará el
mismo placer sensorial y visual que el cristal, la cerámica, la porcelana o la
madera. Es muy importante tenerlo en cuenta, sobre todo cuando sabemos que
en contacto con el calor el plástico desprende unas micropartículas cancerígenas
que contaminan los alimentos.
En el feng shui se recomienda guardar todos los objetos afilados en los cajones,
a fin de evitar «cortar» la energía. Y si queremos propiciar la prosperidad, hay
que resolver enseguida las fugas de agua de los grifos.
¡El plástico no es maravilloso!
Sustituye los boles de plástico por otros de cristal o porcelana.
Sustituye tu cepillo para el pelo de plástico por otro hecho de materiales
naturales: madera y cerdas vegetales.
Sustituye tu cesto de la ropa de plástico por una cesta de mimbre.
Sustituye el soporte de plástico de tu cepillo de dientes por uno de vidrio
o incluso de cerámica o madera.
A partir de ahora, cuando tengas que remplazar algún objeto, dedica un
poco de tiempo a encontrar un sustituto que no sea de plástico, a fin de
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erradicar este material de tu vida.
De acuerdo, el plástico es mucho más barato que los demás materiales,
pero es sumamente contaminante. Cuando decidimos librarnos del
plástico, descubrimos otro motivo de alegría: los materiales genuinos y
naturales son más agradables al tacto y la vista, y nos conectan con la
vida, con el ser humano y la tierra. Y ya que son más caros, sin duda te lo
pensarás dos veces antes de comprar algo.
¡Es una buena manera de rodearse de cosas bonitas y de ahorrar!
Los aparatos domésticos
Licuadora, exprimidor, prensa, máquina para las crepes, colador, utensilios para
la raclette y la fondue, la máquina de los gofres...; la lista puede ser larga. En la
cocina, ¡los aparatos eléctricos enseguida se vuelven muy invasivos!
Al tratar de facilitarnos las tareas, no tenemos en cuenta el espacio de
almacenamiento ni el tiempo dedicado a la limpieza de estos utensilios. Es bien
sabido que, la mayoría de veces, nos rendimos ante estos aparatos, que al
principio nos parecen indispensables, pero que acabamos relegando en el fondo
del armario.
No hay que bajar la guardia. Una vez más, la sociedad de consumo nos crea
todo tipo de nuevas necesidades. Sin embargo, una sartén de buena calidad
también puede servir para preparar las crepes. ¿Realmente necesitamos todo el
servicio de una fondue de chocolate para fundir chocolate? Ese voluminoso
exprimidor eléctrico, ¿no podría sustituirse por uno manual que apenas ocupa
sitio? ¿Nos hacen falta varias tijeras de cocina, varias cucharas de madera,
varios cucharones y todos esos cuchillos que ya no cortan? Claro que no.
Tómate el tiempo para hacer un balance de lo que realmente te resulta útil a
diario. Determina exactamente qué debes guardar y de qué puedes
desprenderte.
Despejar la cocina no solo da satisfacción, sino también ganas de cocinar mejor,
de disfrutar más de nuestras comidas. Un nuevo comienzo es posible.
Pasemos al salón
Lugar de convivencia por excelencia, es conveniente que desprenda un
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ambiente cálido y confortable. Sin embargo, este espacio a menudo se
encuentra sobrecargado. Al tratar de crear cierta «atmósfera», enseguida
acabamos exagerando demasiado la decoración.
Bastará con dar prioridad a los asientos cómodos, una iluminación bien pensada,
las texturas genuinas y los colores suaves. Como el dormitorio, el salón es una
habitación que debe tener un aspecto relajante. El desorden, una decoración
sobrecargada, los cuadros y bibelots no aportarán esa serenidad buscada.
En el feng shui, se nos aconseja preferir los muebles y los colores claros, que
agrandarán del espacio. Algunas plantas de interior, bien elegidas, pueden
realzar la estancia y suavizar los rincones. No dudes en optar por materiales de
calidad agradables al tacto, porque el aspecto sensorial también influye mucho
en nuestra comodidad.
Disfruta combinando cortinas, cojines, mantas, alfombras... A tu personalidad le
vendrá bien reflejarse en el salón, mientras este se mantenga en la línea
depurada del minimalismo.
Consejo de decoración
Pocos elementos pero elegidos cuidadosamente resultarán siempre más
agradables a la vista que una caterva de bibelots de todo tipo. Lo poco
ayuda a valorar y dar realce a cualquier objeto. ¡Evita estar sujeto al
dictado de la moda, también en la decoración y acumular todo tipo de
trastos que se llenan de polvo y al final no sirven de nada!
La televisión y otros aparatos eléctricos
Una pantalla, cables que cuelgan, una videoconsola, un lector de DVD,
altavoces, un ordenador, etc., son fuentes de fuerzas magnéticas a las que
estamos acostumbrados.
Pero todo minimalista que se precie se mantiene alejado de la televisión. ¿Por
qué? Pues porque es un objeto visual muy engorroso (las pantallas son cada vez
más grandes), una fuente de consumo excesivo, dada la matraca continua de
anuncios, y, además, nos hace perder mucho tiempo.
Sin embargo, ¿hay una regla absoluta? No. Cada uno es libre de hallar o no
diversión delante de la pantalla del televisor, igual que ante una videoconsola o
un ordenador. Se trata más bien de darnos cuenta de lo que cada uno queremos
73
de cara a enriquecer nuestra vida. Seleccionar los programas y ponernos
algunas reglas, si sabemos que tenemos tendencia a quedarnos atrapados
fácilmente un buen rato delante de una pantalla, bastará para obtener más
beneficios que desventajas.
Cuidado
Estos objetos eléctricos emiten ondas electromagnéticas que interfieren en
nuestra energía vital. Por eso es importante mantenerse lejos de ellos por
la noche y durante las comidas, para preservar el sueño y la digestión.
En mi despacho
Lugar de creación, de concentración y, por tanto, de tranquilidad, el despacho
debe pensarse de modo que la mente no se vea atraída por demasiados
elementos de distracción. Se desaconseja un exceso de gadgets, artículos de
decoración, cuadros en la pared… No siempre nos damos cuenta, pero estos
focos de entretenimiento visual producen falta de atención y torpezas, pues la
mente no se centra totalmente en su tarea principal.
En esta habitación también debe ser fácil almacenar y archivar. Opta por las
carpetas, los clasificadores colgantes o incluso los archivadores. Hay que tener
cuidado de no tener más que bolígrafos que funcionan, en una cantidad
razonable, y lápices afilados. Parece un detalle sin importancia, pero es algo que
también contribuirá a una mayor calidad de tu trabajo.
Documentos administrativos
Si existe una tarea engorrosa que debemos gestionar con astucia, ¡es sin duda
la de ordenar los documentos administrativos! Estamos inundados de papeleo
administrativo, que siempre debe guardarse para no arriesgarnos a tener algún
contratiempo.
Por mi parte, cuando me embarqué en hacer la gran selección, estaba
preocupada sobre todo por cómo iba a deshacerme de todos los papeles que
contenían información muy personal: cuentas de bancos, seguros, etc. Debo
admitir que, incluso desde un enfoque minimalista, dadas las circunstancias la
mejor inversión que pude hacer fue comprar... una trituradora.
Por unas pocas decenas de euros, ¡me beneficié de la magia destructiva de una
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magnífica trituradora! De este modo, no hay riesgo de robo de identidad o de
cualquier otro tipo. Es un método eficaz y al mismo tiempo muy tranquilizador.
Hoy, en retrospectiva, creo que es una inversión juiciosa, especialmente si
también pueden usarla nuestra familia, nuestros amigos o nuestros vecinos.
Un gasto que podrás ahorrarte si por suerte tienes una chimenea. En tal caso,
será fácil quemar los papeles que vayas a tirar. Y para aquellos que no tienen
chimenea, es muy recomendable la opción de «sesión de corte» con tijeras,
involucrando a los niños en ello. Una experiencia lúdica..., pero ¡que dependerá
de la cantidad de papel que haya que destruir!
¿Qué documentos debemos guardar?
Afortunadamente, para salir del marasmo que supone seleccionar los
documentos administrativos, en internet podemos encontrar información
que nos recuerda cuánto tiempo es obligatorio conservar determinados
papeles. Aquí enumeramos lo relativo a los principales documentos.
El plazo de conservación de un documento dependerá del periodo durante
el cual puedes reclamar una obligación contractual, por ejemplo una
deuda; o lo contrario, que te la puedan reclamar a ti. Es decir, que
dependerá de si el documento sirve aún para hacer valer un derecho por
no haber prescrito el plazo legal para reclamarlo o, simplemente, para
probar un hecho.
Es recomendable conservar la documentación ordenada y clasificada por
temas.
A la hora de tirar, si tienes razones de peso para guardar algún documento
en particular, sigue tu instinto y hazlo. Por supuesto, si el documento es
una prueba de reclamación pendiente, consérvalo hasta que finalice. A
continuación te ofrezco unos consejos útiles para administrar mejor los
documentos.
Familia
Los documentos de identificación de la familia hay que conservarlos toda
la vida. En estos papeles se incluyen el Documento Nacional de
Identidad, el pasaporte, el libro de familia, escrituras de donación y
capitulaciones matrimoniales, declaración de herederos y último
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testamento.
Vivienda
– Los documentos relativos a la construcción de la vivienda es
conveniente mantenerlos mientras se mantenga la titularidad.
– El contrato de alquiler, inventario, estado de la vivienda en el momento
de la entrada y la prueba de pago de la fianza conviene guardarlos
durante 15 años.
– Las facturas y pruebas de pago de gas, electricidad, agua, teléfono
móvil o fijo y televisión de pago consérvalas durante 5 años.
– Los justificantes del pago de la renta: 15 años
– La escritura de compra de un inmueble o de un terreno: toda la vida
– Los documentos de gestión de la comunidad: 3 meses o bien 1 año
– El contrato de préstamo hipotecario y prueba de pago: 21 años
Seguros
– Contratos de seguros no de vida (multirriesgo de hogar, responsabilidad
civil familiar, profesional, etc.) y prueba de pago de las primas: 15 años
– Póliza de seguro de vida, del seguro de decesos y prueba de pago de las
primas: toda la vida.
Trabajo y Seguridad Social
– Títulos y diplomas: toda la vida.
– Contrato de trabajo: toda la vida.
– Certificado o informe de vida laboral: hasta la remisión del siguiente
– Tarjeta de afiliación a la Seguridad Social: toda la vida
– Carné de afiliación a la Seguridad Social: toda la vida.
Bancos
– Extractos de cuentas: hasta comprobar que son correctos.
– Comprobantes de cajeros automáticos y de tarjetas de crédito y débito:
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Hasta verificar la exactitud del cargo que aparece en tu extracto de
cuenta mensual.
– Contratos de crédito y pruebas de desembolso: 15 años
Hacienda
– Copia de la declaración de la renta. Cuando se realizan deducciones por
vivienda o amortizaciones de inmuebles, conviene guardar las
declaraciones más tiempo, incluso de por vida.
– Justificantes y pruebas de pago de todos los impuestos y de las tasas: 4
años desde que finaliza el plazo voluntario de pago
Fuente: Para informarte acerca de los documentos administrativos que
hay
que
guardarse
puedes
consultar:
http://www.hola.com/actualidad/200811146814/guia/conservacion/documentos/
A continuación, respecto al sistema de archivo, te aconsejo que uses
archivadores, que son bastante prácticos. Una carpeta archivadora para
clasificar y manejar los documentos que aún están usándose es también una
buena solución.
La agenda
Organizar y reducir nuestras obligaciones ayuda a que nos centremos en cosas
más importantes, aquellas que realmente nos interesan mucho. El mundo actual
nos convence de que una vida plena es una vida a cien por hora. Correr de aquí
para allá, no encontrar tiempo para uno mismo, consagrarse a las tareas
cotidianas, satisfacer las necesidades de los demás, las invitaciones... Somos
muchos los que nos decimos «voy a tope», y sin embargo... ¿Quién toma las
decisiones? ¿Quién acepta las invitaciones a regañadientes? ¿Quién dice que sí
pensando que no? ¿Quién se compromete con demasiadas citas? ¿Quién acepta
salir del trabajo tarde?
¿Quién es feliz y da lo mejor de sí mismo cuando se siente presionado y
forzado?
Elegir tener una vida minimalista es entregarse en cuerpo y alma a simplificar la
existencia en todos sus aspectos, y aligerar la agenda es uno de ellos. Retomar
las riendas de nuestra vida es estar en perfecta armonía con nuestros
verdaderos deseos y aspiraciones. Es decidir no hacerse trampas a uno mismo.
Salvo excepciones, somos los dueños de nuestras vidas. Saber rechazar una
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invitación, simplemente porque necesitamos descansar, no es egoísmo, es solo
«respetarnos». El tiempo es nuestro bien más preciado. Tenemos el tiempo de
la vida contado. Ese tiempo que se nos escapa si no decidimos organizar
nuestra existencia de acuerdo con nuestro concepto de la felicidad y nuestras
convicciones.
¡Ay! Siempre habrá gente que juzgue con dureza las decisiones que tomamos,
simplemente porque la sociedad nos convence de que hay que «gustar a los
demás». Hay tan pocas personas que mantienen esa conexión con sus
necesidades reales, que esa libertad que los demás se toman les dará miedo y
los enfrentará de nuevo con su incapacidad para deshacerse de sus propias
cadenas.
Sin embargo, gustarse a uno mismo es prioritario, porque únicamente de esa
manera saldrá a relucir una personalidad electrizante y atractiva, y seremos
capaces de hacer el bien a nuestro alrededor.
¿Cómo gestionar tu agenda?
Sustituye el «Tengo que...» por «Elijo…». Una vez hecho esto, somos nosotros
mismos quienes debemos gestionar mejor nuestra agenda. Para ello, nada
mejor que una buena logística y tomar notas. Tener una agenda de calidad,
práctica y con recambios es sin duda una de las mejores opciones.
No te ahogues en un montón de cuadernos, notas, papeles arrancados o Post-it:
reagrupa tus citas, tu lista de tareas, tu lista de la compra, tus ideas, tus
aspiraciones en una misma agenda. Hay de todo tipo y tamaños. Por mi parte,
yo opté por la muy convencional y, sin embargo, estupenda marca Filofax®.
Pero también se pueden encontrar hoy día otras agendas con recambios.
Los libros
El libro es un objeto muy delicado para muchos de nosotros. De hecho, es algo
precioso a los ojos de quien lo lee. Salvo excepciones, nos hemos gastado
dinero en él y es el resultado de un deseo, de una reflexión momentánea, de un
viaje fugaz. El libro es material, los sujetamos con las manos, puede
acompañarnos un poco a cualquier parte, define nuestra intelectualidad,
nuestras aspiraciones y nuestra personalidad.
Pero si, por todo ello, nos sentimos tributarios de nuestros libros, nos volvemos
sus cautivos, dado el lugar físico que ocupan en nuestras vidas. Estarás de
acuerdo en que una de las cosas que acumulamos sin reflexionar demasiado son
los libros. Si ya has tenido que mover una estantería con libros o hacer una
mudanza, sabes muy bien que se trata de pertenencias voluminosas y pesadas.
El peso de los libros es real, tanto física como moralmente.
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Por ello, aprender a vivir ligeros es también aprender a desprenderse de los
libros. A algunos no les costará nada trasladar sus lecturas a una tableta digital
o a un lector de libros electrónico, lo que supone ganar mucho sitio y es una
innovación de consumo auténtica. Pero a muchas personas, como me ocurre a
mí, les gusta tocar y oler el libro de papel, y les resulta impensable pasarse al
sistema digital.
Justo por estos rebeldes de la tecnología moderna hay que insistir en la
importancia de deshacerse de un exceso de libros. Para ello, podemos
formularnos varias preguntas:
«¿Este libro ha cambiado algunas cosas en mi vida y ha influido en mi
evolución personal?».
«¿Es este un libro con un valor sentimental verdadero (y no imaginado)?».
«¿He releído este libro este año?».
«Si mi casa sufriera un incendio, ¿volvería a comprar inmediatamente este
libro?».
«Si guardo este libro en una caja durante meses, ¿podría llegar a olvidarlo?».
Qué hacer con los libros de los que nos desprendemos
Donarlos a una biblioteca.
Contactar con el ayuntamiento y preguntar si existe una asociación que
podría estar interesada en ellos.
Regalarlos a las personas cercanas que sabrán hacer un buen uso de
ellos.
Llevarlos a un mercadillo.
¿Cómo administrar la compra de libros cuando
te gusta leer?
Prefiere los libros de la biblioteca. Nunca dejes de leer o comprar un libro si eso
te hace feliz por un rato. Léelo, y si no se trata de uno de los libros «raros» que
cambian toda una vida, déjalo proseguir su viaje permitiendo que otros lo lean y
lo disfruten. De este modo habrás saboreado la lectura (o no), pero no te verás
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en la obligación de acumular ese ejemplar.
Decide tener solamente una estantería o un número determinado de libros, que
no sea demasiado excesivo, y mantente en tu decisión.
Toma notas. Anota el título y el autor de cada una de tus lecturas. Copia las
frases, las ideas que te parecen más relevantes para quedarte solo con lo
esencial de la obra, y deshazte luego del libro.
Consejo
Diviértete clasificando tus libros por colores. Creará un efecto más
original y armonioso en tus estanterías. ¿Y los periódicos? Una vez
leídos, llévalos a una sala de espera; algunas personas se pondrán muy
contentas.
Memorándum para un despacho minimalista
Un espacio de trabajo despejado = un espíritu relajado. Ten cuidado de no dejar
nada por ahí tirado en tu espacio de trabajo. Incluso los bolígrafos pueden ser
accesibles fácilmente si se guardan en un cajón. Todo lo se quede por en medio,
debe clasificarse, tirarse o guardarse.
Basura pequeña, basura bella. Ten un recipiente para la basura de pequeño
tamaño; así los desperdicios no se acumularán.
La bandeja clasificadora nos hace felices. Si tienes papeles que despachar con
rapidez, opta por una bandeja clasificadora. También las hay para cajones.
¡Adiós a los Post-it! ¡Ya está bien de pegar un Post-it en cada esquina! Tu
agenda basta para anotar todas tus prioridades o puedes usar las alarmas de tu
teléfono móvil para acordarte de ciertas obligaciones.
Limpieza cotidiana
¿Algún día terminaremos de deshacernos de todas las cosas prescindibles que
tenemos en casa? ¡No! Incluso teniendo un espíritu minimalista, enseguida
acumulamos objetos sin querer.
Por ello es conveniente dar una vuelta a diario por nuestra vivienda para echar a
los intrusos que acaban de colarse en ella (folletos, revistas antiguas, billetes de
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metro, adornos, regalos, bolígrafos que no funcionan, viejos calendarios,
medicamentos que ya no necesitamos, un calcetín desparejado, cupones de
descuento pasados, botellas vacías...). Esta pequeña limpieza diaria repercutirá
positivamente en tu estado de ánimo y tu energía.
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«Mis gustos son sencillos, me contento
con lo mejor»
OSCAR WILDE
En mi cuerpo
Consumir menos es sobre todo consumir mejor. Esta conducta cobra pleno
sentido principalmente en la cocina. ¿No ha quedado probado en la actualidad
que nuestra dieta tiene un efecto directo en nuestra salud? Al elegir alimentos
sencillos, naturales y sin procesar nos aseguramos que lo que comemos
conserva sus cualidades nutricionales.
Se trata de volver a la sensatez de la naturaleza. De entender y adaptarse al
ritmo de las estaciones del año, sin dejar de disfrutar de la variedad de sabores
y colores.
En la sociedad actual no sabemos demasiado cómo comer bien. Hace algunas
décadas, el arte culinario formaba parte de los valores que se transmitían de
generación en generación. Por desgracia, esa tradición ha sido sustituida hoy día
por una alimentación rápida, la cultura de la comida rápida, con la que ganamos
algunos minutos al día, pero perdemos años de vida, al provocarnos antes de
tiempo enfermedades y procesos degenerativos.
Lo que hace que queramos realizar algunos esfuerzos para vivir más y mejor,
82
¿verdad? Nunca nos cansaremos de repetirlo: la salud marca completamente la
diferencia en la vida. ¡Cuando la salud va bien, todo va bien!
En la cocina, la sencillez será un aliado importante de la salud. Los alimentos
saludables y sin procesar son el primer pilar; el segundo es el equilibrio
alimentario.
Las listas de la compra, ahorrar tiempo y dinero
Estamos hablando de 20 a 30 kilos de comida desperdiciada por hogar al año.
Antes, cuando oía en los medios de comunicación denunciar el despilfarro
creciente que se hacía de los alimentos en los hogares, he de reconocer que me
sentía aludida. Es extraño, pues aunque no estaba tirando mis 30 kilos de
alimentos al año, mentiría si dijera que nunca se me han echado a perder las
frutas, las verduras o la carne, simplemente porque había comprado demasiadas
cosas y/o había organizado mal mi menú semanal.
A partir de esta constatación, no solo dejé de desperdiciar alimentos, sino sobre
todo reduje en gran medida mi presupuesto para las comidas y, por tanto,
ahorré dinero. Y es que ¡muchos pocos hacen un mucho!
Y me resultó muy fácil hacerlo: fue suficiente con adoptar la costumbre de hacer
una lista de la compra.
Sí, hacer listas de la compra es la solución milagrosa que mejorará de manera
duradera tu forma de consumir. ¿Cuántas cosas has comprado solo «por si
acaso», pues no tenías ni idea de lo que realmente había en tu nevera o
armarios? ¿No crees que eso es el resultado de una pereza fuera de lugar? Te
propongo que dediques un tiempo para elaborar una lista de la compra muy
detallada; te servirá para darte cuenta de todo lo que puedes necesitar, tanto
respecto a la comida como a productos para el hogar. Imprímela y el día de la
compra bastará con que, con esa lista en la mano, eches una ojeada a armarios,
nevera, congelador y marques lo que falta. Un pequeño consejo para no tener
que imprimir todas las semanas una nueva lista: usa un bolígrafo de color
diferente semanalmente. Así podrás utilizar tu lista durante un mes cambiando
de color (azul, negro, rojo, verde), y luego simplemente la tiras e imprimes otra
nueva.
Por cierto, no olvides diferenciar bien entre las categorías de la lista: verduras,
frutas, productos lácteos, proteínas animales, cereales, productos para el hogar,
etc.; pasarás mucho menos tiempo de estantería en estantería.
Además de la lista de la compra, algunas personas elaborann menús semanales,
lo que también es una manera de saber exactamente tus necesidades reales, de
ahorrar tiempo y dinero.
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Cuanto menos procesados, mejor
Elegir tener una vida más simple significa reducir el ritmo. Hoy en día, la mayor
parte de las compras que hacemos vienen dictadas por las grandes superficies,
que ofrecen siempre más y siempre demasiado. Tomarse el tiempo para pensar
bien lo que vamos a darle a nuestro cuerpo nos permite conectar con nuestras
verdaderas necesidades fisiológicas. La salud es nuestro bien más preciado, por
tanto, hay que dedicarle toda nuestra atención y una parte de nuestro
presupuesto.
En primer lugar, es mejor que compres los alimentos o productos de temporada
en el mercado. Si por situación geográfica u horario no puedes, hay otras
formas de acceder a productos hortícolas, por ejemplo, existen asociaciones que
los ofrecen. De hecho, cada vez más agricultores y empresarios unen sus
esfuerzos para permitir que un mayor número de personas retomen un tipo de
alimentación sana, utilizando pequeñas redes respetuosas y comprometidas.
Si, a pesar de todo, sigues comprando en una gran superficie, la mejor opción
son siempre los alimentos menos procesados y menos envasados. Cuanto más
envasado está un producto, mayor cantidad de aditivos, conservantes,
potenciadores del sabor, sustancias cancerígenas y perjudiciales, etc., lleva.
Aunque parece obvio, es esencial para la salud y el disfrute volver a
acostumbrar «nuestro paladar a los sabores» (en palabras de Joyeux, un
oncólogo francés). Si es fácil habituarse a los sabores procesados, muy
potenciados por el azúcar, la grasa y el exceso de sal, también es muy simple y
satisfactorio redescubrir y disfrutar de los sabores sanos y más naturales.
Comida ligera, cuerpo ligero
¿Cómo comer menos y mejor? La solución: siendo conscientes de la importancia
de la masticación. Tomarse el tiempo de masticar bien es un método al alcance
de todos, que no solo hace que el organismo asimile mejor los nutrientes, sino
que también estabiliza nuestro peso ideal, al comer de forma natural menos y
mejor. Al masticar despacio, al principio nos «sentimos animales». ¡Podemos
tener la impresión de habernos convertido en rumiantes! Cuánto nos ha
condicionado la sociedad para que comamos «rápido» y lo «engullamos todo»…
Hubo un tiempo en que las personas que comían despacio y se tomaban todo el
tiempo del mundo para masticar solían ponerme nerviosa. Y luego, al final, yo
también me permití darme tiempo para masticar bien lo que comía. Los efectos
positivos no se hicieron esperar.
¿Por qué es tan importante? Masticar bien hace que comamos menos, que
asimilemos mejor los nutrientes, ayuda a adelgazar y preservar los dientes (pues
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la saliva tiene propiedades antibacterianas). Es también una gimnasia facial fácil
para luchar de forma efectiva y natural contra las arrugas y la flacidez del rostro.
Por último, al comer lentamente se evita la hinchazón desagradable, se favorece
la digestión y, por tanto, un vientre más liso... ¡Qué error sería privarnos de ello!
La dietética vfp
(verduras, féculas, proteínas)
Hoy en día nos inundan los «regímenes» alimentarios que nos llegan a través de
las revistas, los libros o la televisión. Es como si ya no estuviéramos conectados
con nuestro cuerpo y sus necesidades primigenias. La glotonería, las adicciones,
el placer y el aburrimiento han sustituido esta sabiduría innata.
Recuperemos el sabor de las cosas sencillas, las únicas que pueden
proporcionarnos buena salud y niveles óptimos de energía. ¿Y qué hay más
sencillo que la preparación de platos a base de verduras, féculas y una parte de
proteínas?
Si nos centramos en estos tres aportes esenciales, gozaremos del equilibrio
alimentario y podremos preparar platos rápidos y nutritivos. Recordemos que la
mayor parte de nuestro plato debe estar siempre compuesta de verduras.
Ejemplos de platos VFP:
Arroz integral, puerros estofados, caballa.
Quinua, trío de pimientos, pechuga de pollo.
Patatas, brócolis al vapor, gambitas.
Arroz integral, empanada de tofu, ensalada de tomates.
Boniatos, huevos escalfados, calabacines.
Crepes de trigo sarraceno, queso de oveja, ensalada verde.
Pasta integral, ensalada mixta, humus.
Consejo
Para hacer más sabroso un plato sencillo, se puede añadir: hierbas
aromáticas, cebolla, ajo, especias, sal y un generoso chorrito de aceite de
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oliva virgen extra.
Preservar el sabor, el aroma y el color de los alimentos que consumimos supone
también preservar los nutrientes y las vitaminas. Disfruta de las verduras
crudas, cocinadas al vapor o rehogadas a fuego muy lento... Estos tipos de
cocción no acaban con los preciados nutrientes. Así, conservaremos todos sus
beneficios y disfrutaremos más de los placeres gustativos.
Cuidado: comer cosas sencillas y saludables lo más a menudo posible no
significa abrazar un ascetismo radical. Es natural permitirse platos más
originales durante el fin de semana, en las comidas familiares o incluso en otras
ocasiones.
Acostumbrarse de nuevo a no comer platos complicados o procesados significa
recuperar el equilibrio entre los momentos en que comemos porque necesitamos
energía y cuidar de nuestra salud y aquellos en los que nos permitimos el placer
de los menús más elaborados con motivo de un evento o fiesta, por ejemplo.
Consejo
Con cada cambio de estación, acábate la comida que tengas en los
armarios para empezar de cero.
Una alimentación cero residuos
La alimentación está significativamente relacionada con nuestra forma de
consumir y, por tanto, con los residuos que producimos. Seleccionar los
alimentos crudos y no procesados supone dar prioridad a los productos con
menos envasados. Generar menos residuos es bueno para nuestro planeta, pero
también para nuestra salud. Es un hecho probado: sabemos que las cajas, los
plásticos y el aluminio de los envases contienen micropartículas peligrosas para
nuestra salud, y además contaminan los alimentos. Optar por una alimentación
cero residuos es pues encaminarnos a la salud.
Estos son algunos consejos para reducir los residuos:
Sustituir las bolsas de plástico por bolsas reutilizables y/o de tela.
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Preferiblemente, comprar alimentos a peso, en bolsas de papel reciclables o
tarros de cristal.
Cambiar los recipientes de plástico por tarros de cristal.
Instalar un filtro en el grifo del fregadero para evitar comprar agua
embotellada.
Usar las peladuras de las verduras y frutas para hacer compost, clasificar los
residuos y tirarlos a la basura adecuada, etc.
Cuando adoptamos una alimentación basada en menos productos procesados
que genera menos residuos, sentimos un placer nuevo, que es estético. Yo
misma me quedé sorprendida por ello, pero consumir alimentos que no están
metidos en cartones, cubiertos por imágenes a cada cual más llamativa, es
verdaderamente relajante para los ojos y la mente. Sobre todo resulta más
notorio a la hora de elegir y reconocer los productos de un vistazo. Es mucho
más bonito tener un tarro de cristal con arroz, otro con lentejas y un tercero con
semillas oleaginosas. ¡Haz la prueba!
Todos estos sencillos gestos nos proporcionan una nueva satisfacción y armonía.
Cuando se hacen las cosas bien, tenemos la conciencia tranquila. Esto puede
parecer sorprendente, pero se siente cierto orgullo. Es nuestra autoestima, que
ha sido alimentada.
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«El que acumula riquezas tiene mucho
que perder»
LAO-TSE
Rebajas: o lo tomas o lo dejas
Cuando hemos decidido controlar nuestro consumo, ¡la llegada de las rebajas
nos da que pensar! Es cierto que podemos ver lo negativo y lo positivo de ello.
Veámoslo todo junto.
Durante la temporada de las rebajas los precios bajan. De hecho, hay muchas
más tentaciones que nos resultan accesibles y que definiremos como «una
buena compra». Hacer una «buena compra» se convertirá en nuestra nueva
coartada para gastar, para abrirle la puerta a las compras descontroladas e
imprudentes. ¡Un paso más hacia el consumo excesivo orquestado a partir de
una debilidad emocional que va en contra de la convicción minimalista de no
comprar lo que realmente no necesitamos!
Por eso es conveniente prepararse para las rebajas, que no son necesariamente
la bestia negra de las resoluciones que acabamos de tomar. De hecho, tener la
posibilidad de comprar por menos dinero un objeto de buena calidad es muy
satisfactorio y económico.
Solo hace falta que exista una verdadera necesidad de la compra o las compras
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en cuestión. Mientras no te apartes de la idea de cuál es el objetivo primordial
del deseo de compra —es decir, la necesidad real—, puedes aprovechar
dignamente el período de rebajas.
Sustituir, pero nunca añadir
Con demasiada frecuencia, tras haber hecho la gran selección para
deshacernos de cosas, nos encontramos con mucho espacio libre para
almacenar y tendemos a comprar nuevos objetos para llenar los vacíos.
De ahí la necesidad de estar atentos para no sucumbir al efecto bumerán.
Ya que se trata de un caso recurrente, el desafío que gusta a los
minimalistas es este: ¡sustituir, pero nunca añadir!
Fijarse como único objetivo cambiar las cosas existentes por otras hace
que reflexionemos más sobre la pertinencia de lo que compramos, para
evitar acumular.
Este es el secreto para lograrlo: la clave de unas rebajas exitosas es siempre
llevar en el bolso una lista, actualizada, de nuestras necesidades. Si, por
ejemplo, tu aspirador necesita un sustituto, pero puede esperar a las siguientes
rebajas, anótalo en la lista. Lo mismo vale para esta o aquella prenda, material
de cocina y oficina... Cuidado: una vez tachados los objetos de la lista, tendrás
que poner freno a las compras, ¡incluso aunque el período de rebajas no haya
acabado! Bueno, eso si, como yo misma, sabes que cuanto más nos sentimos
arrastrados a las tiendas con descuentos, mayores son las «buenas» razones y
la tentación de comprar cosas innecesarias y gastar demasiado dinero. Ser
precavido(a) y organizado(a) para no arrepentirte de ninguna compra inútil
supone tener la posibilidad de convertirte de nuevo en dueño de tu forma de
consumir, sin dejar de realizar buenas compras.
Cuidado
Hay que estar atentos para no convertir nuestras estanterías en depósitos
donde almacenar un número infinito de productos duplicados o
triplicados… o de prendas XXL, simplemente porque eran gangas.
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Las colecciones
La idea principal de una existencia minimalista es vivir solamente con lo esencial
y útil. Para ello, hemos tomado la decisión de no acumular objetos que no se
utilicen en el día a día. Así pues, los coleccionistas se hallan en las antípodas del
planteamiento minimalista. De todas formas, para algunos coleccionar sigue
siendo motivo de felicidad.
Pero coleccionar no está en línea con la filosofía minimalista, que aboga por
deshacerse de los objetos y por no tenerles apego. A menudo, los coleccionistas
ponen su alma y su corazón en este tipo de acumulación, y muchos acaban
dependiendo de los objetos que coleccionan, tanto emocional como
económicamente. El estilo de vida minimalista nos enseña el desapego para que
no midamos nuestra felicidad en términos de lo que poseemos.
Según la revista Psychologies, el psicólogo Henry Codet dedicó una tesis al
síndrome del coleccionista. Codet señala cuatro rasgos psicológicos del
coleccionista: el deseo de posesión, la necesidad de actividad espontánea, la
fuerza de superarse y la tendencia a clasificar. Síndrome que se originaría en la
infancia y que se refuerza de adulto por un factor complementario: la pasión.
Aquí está la clave. Si eres un o una coleccionista contumaz, tendrás que elegir
entre varias cosas: entre la libertad de una vida libre de objetos y una manía
absorbente que aporta alguna satisfacción. Es una problemática muy personal
que no me permite convencerte. Según la lógica minimalista, deberías renunciar
a tus colecciones. Una forma de vida simplificada se funda por encima de todo
en la búsqueda de una felicidad libre. Corresponde a cada cual aprender a
conocerse y saber qué le hace más feliz.
Algunas preguntas pueden ayudar a tomar esta decisión:
«¿Por qué estoy haciendo esta colección?».
«¿De dónde saqué esta idea?».
«¿Creo que es dinero bien empleado?».
«Si tuviera que escapar de mi casa corriendo con mis bienes más preciados,
¿mi colección formaría parte de mis prioridades?».
«¿Estos objetos son útiles para mí?».
«¿Estos objetos me hacen libre y feliz?».
«¿Qué es lo que temo?».
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Las herencias y los recuerdos
¡Otro buen tema para la reflexión! ¿Por qué dar tanto
valor sentimental a nuestros bienes? El ser humano está condicionado para
acumular y entregar su alma a los bienes materiales. Queremos dejar huella a
fin de que no se olviden de nosotros demasiado rápido... Pero, de hecho,
cuando la casa de una familia debe vaciarse, eso ya por sí solo exige de las
personas que se han quedado muchísimo tiempo, muchísima energía y, con
frecuencia, se añade gran estrés y dolor a una situación ya difícil.
Conocer nuestras necesidades reales significa haber asimilado el lugar que los
objetos ocupan en nuestras vidas para entender que todo eso no es más que
una fantasía del ego. Es comprender que una pieza de mobiliario, un florero o
un cuadro no resultarán determinantes respecto a la huella que dejemos. Pues,
no hay que olvidarlo, en este mundo todo es temporal.
Guardar un recuerdo material de un ser querido puede ser una elección, pero no
hay por qué acumular. Los japoneses, que honran durante mucho tiempo a sus
muertos, prefieren quedarse como recuerdo solo una bella fotografía, un retrato
de la persona fallecida, a veces una joya. Su forma de no olvidar no reside tanto
en lo material como en el corazón. Por eso continúan comunicándose con la
persona desaparecida a través de la meditación o la oración.
Si queremos a alguien, jamás lo olvidaremos. El recuerdo de los momentos
compartidos juntos es lo más valioso y no los objetos que quedan atrás. ¿Por
qué las herencias se convierten en una especie de sacerdocio para los que se
quedan? ¿No es una forma de egoísmo que hacemos perdurar? De nuevo el
minimalismo nos permite reencontrarnos con los valores reales de la vida. No
poseer más que lo que realmente necesitamos, sin excesos, sin desván, sótano
y armarios rebosantes de caos y antiguallas, no es solo una forma de respeto
hacia uno mismo, sino también un gesto de amor hacia los demás. Ser
conscientes de ello aliviará a aquellos que nos sobrevivan del peso de una
enorme gestión material, además de su dolor. Si quieres dejar un legado, mejor
que sean recuerdos, logros, tiempo entregado a los demás y, ¿por qué no?,
dinero en efectivo, en lugar de kilos de objetos personales. Vivir con poco es
vivir más ligero y, también, morir ligero. Eso permite a los que se quedan mirar
hacia delante sin sentirse paralizados por los vestigios del pasado.
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Consejo
Reserva una caja para tus recuerdos (¡no demasiado grande ni demasiado
pesada!), donde puedes guardar cosas que te resulten valiosas. Una caja
de recuerdos es mucho más manejable que un desván rebosante.
Los juguetes
¿Cómo hacer que nuestros hijos lleven un estilo de vida minimalista? Al igual
que los adultos, los niños son el blanco de los anuncios y el consumo. Los
fabricantes saben cómo crear el deseo entre los más jóvenes, siempre tocando
la fibra sensible de los padres, que, «si son buenos padres de familia» (según el
fabricante), querrán comprar todo lo que pueda hacer feliz a su progenie. Todo
esto está muy perfeccionado y raras son las familias que escapan a ello. Sin
embargo, sin caer en un enfoque rígido y dogmático, el adulto puede animar a
los niños a reflexionar sobre el valor de las cosas y sus necesidades reales. Si
sabemos que en un hogar solo se usan el 20% de los juguetes, entendemos que
muchos de ellos podrían hacer felices a otros niños menos favorecidos. Tomarse
el tiempo para jugar, salir, hacer manualidades, deporte o incluso cocinar darán
lugar a momentos compartidos tan significativos para un niño como las cubetas
rebosantes de juguetes. Retomar los placeres simples, que no exigen que se
compre el último gadget de moda, forma parte de toda educación. Del mismo
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modo, el padre puede velar para dar prioridad a las actividades culturales que
supongan una verdadera realización emocional e intelectual en los más jóvenes
(una salida a un museo, una exposición, un parque, una granja de animales, un
acuario, una obra de teatro o de títeres, etc.). Se trata también de hablar y
proponer al niño que haga una selección, explicándole que no necesita todos
esos juguetes y que se sentirá muy feliz al regalarlos a los que no tienen nada.
Por supuesto, en algunos, los cambios requerirán un poco más de esfuerzo y
disponibilidad, pero ¡valdrá la pena!
Los regalos
Los cumpleaños, la Navidad y otros momentos festivos son ocasiones para
recibir regalos. La tradición, la generosidad, las ganas de agradecer o de
contentar nos llevan a las personas a hacer regalos y ello hace que con
frecuencia recibamos todo tipo de cosas, artilugios y artefactos que nunca
tendrán utilidad alguna. ¿No es triste que se tire tanto dinero por la ventana?
Cuando decidimos consumir de forma racional, es especialmente frustrante que
nuestros esfuerzos se vean obstaculizados por esos gestos que pretenden ser
generosos. Le sigue un sentimiento de culpabilidad, de no saber negarse y luego
de no atreverse a desprenderse de tales regalos.
Pero puedes tratar de salir de estas situaciones delicadas. De ti depende
transmitir con «dulzura» a tu entorno tus convicciones y tu nueva manera de
consumir. Por supuesto que no todo el mundo comprenderá esta visión, así que
tienes que estar preparado para oír algún comentario mordaz.
Sin embargo, no des el brazo a torcer. Respetarse a uno mismo significa no
dejar que otros obstaculicen nuestra felicidad. Si el hecho de tener una vida con
menos posesiones materiales te hace feliz, dilo alto y fuerte, sin sentirte
culpable. Todo lo que no has escogido tener constituirá siempre una energía
bloqueada en tu entorno. No deberías dejarte abrumar por los demás solo por
contentarlos.
Aquí doy algunas pistas para gestionar adecuadamente los regalos:
Hacer regalos comestibles.
Proponer no hacer más que un regalo por persona en las fiestas.
Optar por regalos que equivalgan a experiencias (un restaurante, un curso de
cocina, una salida a un parque de atracciones...).
Hacer listas para orientar mejor a las personas de nuestro entorno sobre las
compras que serán de verdad útiles.
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Pedir listas de deseos a las personas de nuestro entorno para estar seguros
de complacerlas.
Hacer regalos «caseros». Serán apreciados de acuerdo con el tiempo y el
amor puestos a la hora de crearlos.
Para deshacerte de un regalo, puedes donarlo a una asociación, a una
organización humanitaria o venderlo a fin de regalarte algo más adecuado. Y
esto, ¡sin culpabilidad y sin pensar demasiado!
El mundo digital
El hecho de aligerar nuestra vida no solo incumbe a las posesiones físicas. Hoy
día, cada vez más cosas están desmaterializadas y somos muchos los que
tenemos ordenadores, portátiles y tabletas. La sociedad nos ha hecho
dependientes de la tecnología. Razón de más para reducir el ritmo y
reconsiderar nuestras prioridades. Para esto, debemos poner en práctica
algunas acciones cotidianas. Nuestras mensajerías electrónicas se llenan de
cientos de miles de correos de todo tipo, nuestras redes sociales están
inundadas de información que no nos interesa y nosotros acogemos en ellas a
«amigos» que no lo son. Para muchos de nosotros se trata realmente de una
vida paralela. Por tanto, seleccionar entre nuestros «amigos» de las redes
sociales, tirar a la papelera los correos electrónicos inútiles, clasificar nuestras
fotos, darnos de baja en las listas de correos, etc., serán acciones beneficiosas
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desde una perspectiva minimalista. Cada uno debe hallar el equilibro entre su
día a día y esta vida digital, a fin de vivir de acuerdo con sus aspiraciones y
encontrar ese tiempo que tan difícil es de conseguir.
Consejo
Todos los días, fíjate el objetivo de eliminar de diez a veinte correos
electrónicos de tu mensajería.
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«Cuidar de uno mismo, ser amigo de uno mismo, respetarse:
este es nuestro primer deber»
DOMINIQUE LOREAU
Aligerar los pensamientos
Decidir aligerar nuestra cotidianidad supone mejorar, y esto vale para todas las
áreas de nuestra vida. Supone dar prioridad a la calidad sobre la cantidad, en
nuestra casa, en las relaciones con los demás, en el trabajo, en la
alimentación... Supone alcanzar los medios para vivir como soñamos de acuerdo
con nuestros valores y no con los que dicta la sociedad. En esta misma lógica,
es importante no pasar por alto el efecto de nuestros pensamientos. De hecho,
nuestra mente está sobrecargada por tantas cosas materiales, pero también por
el estrés, por el molinete permanente de nuestro espíritu, que es una fuente de
contaminación mental sin igual. Hace que desaprovechemos la vida. El estrés es
un azote para nuestra salud y nuestra alegría de vivir. Es el origen de
enfermedades y de procesos degenerativos. Cada uno debe tomar el control de
esta rueda de pensamientos. En nuestra ecología mental, deberíamos optar por
no permitir que madurasen más que los pensamientos de paz, amor e imágenes
de la belleza y el arte.
¡Medita!
La meditación cumple la función de limpiar nuestro ánimo. Si nos paramos unos
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minutos, nuestra concentración en general mejorará, combatiremos de forma
duradera la ansiedad y la depresión, aliviaremos los dolores, estimularemos
nuestra materia gris y fortaleceremos nuestro sistema inmunitario.
Encuentra el momento adecuado e instálate en un lugar tranquilo. Adopta una
postura cómoda: sentado(a) en posición de loto o tumbado. Puedes mantener
los ojos cerrados o entornados. Sin embargo, el objetivo no es dormirse; si
sientes que el sueño te vence, será mejor abrirlos y fijar la vista en un punto en
el espacio. Luego concéntrate en tu respiración y deja que el vacío se asiente.
Si, por el contrario, el flujo de pensamientos es más fuerte, bastará con
acogerlos, y dejarlos pasar y alejarse. Al principio, la meditación puede
acompañarse con una música suave o una grabación de relajación guiada. El
tiempo de relajación depende de cada uno y puede variar de cinco minutos a
media hora o más para los más entregados. Este momento de descanso mental
te hará recobrar la paz, la armonía dentro y alrededor de ti.
Librarse de las relaciones tóxicas
Entre nuestros conocidos, familiares y amigos (reales o virtuales), puede haber
personas «tóxicas». Una relación tóxica desprende una energía negativa que
socavará nuestro bienestar mental y físico. Es perjudicial mantener el contacto
con las personas que no desean nuestro bien o que están ahí por interés.
Mejorar tu vida es también mejorar las relaciones con los demás para ser más
feliz. Una relación sana debe aportar muchas más cosas positivas que negativas.
Una persona que nos respeta y nos desea el bien nos permite que seamos
nosotros mismos sin fingimientos. No se nos juzga y esta relación refuerza la
confianza en nosotros mismos. Tristeza, frustración, ansiedad, malestar,
depresión, culpa…; el contacto con una persona malintencionada puede ser muy
destructivo. De ahí la importancia de tomar cartas en el asunto y escoger
nuestras relaciones con total conciencia.
¡No seas más víctima de tu miedo a no gustar! No puedes ser amigo de todo el
mundo, pero eso no te resta ningún valor. En lugar de desperdiciar la energía
con personas que no te aportan nada, decide rodearte solo de relaciones que te
inspiren, estimulen y sean totalmente satisfactorias. Toma el toro por los
cuernos y rompe los lazos con esas personas que impiden que te realices, y
asegúrate de mantener tus relaciones buenas, aquellas queridas y que te
favorecen.
Para nutrir tus relaciones buenas, los cuatro acuerdos toltecas de Miguel Ruiz
constituyen una generosa fuente de inspiración. Son estos:
1. Sé impecable con tus palabras.
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2. Pase lo que pase, no hagas de ello un asunto personal.
3. No hagas suposiciones.
4. Haz siempre lo máximo que puedas.
Vivir con gratitud y el momento presente
Estar centrado en el presente requiere un poco de práctica. Hoy día nuestras
vidas van demasiado rápidas. Estamos permanentemente preocupados, siempre
pensando en lo que sucederá a continuación, o incluso hacemos varias cosas a
la vez. Ello se debe sobre todo a que nuestra existencia diaria está
sobreestimulada por la información, las redes sociales, la televisión, los juegos,
las citas, los imperativos. Con el teléfono móvil, con los correos electrónicos se
espera de nosotros una disponibilidad permanente, respuestas al instante.
Permitirse reducir el ritmo es dar un paso consciente y voluntario, pues muchos
de nosotros nos sentimos presionados por las exigencias del entorno. El
minimalista tiene muchas ganas de librarse de una vida con demasiadas cosas y
de disfrutar plenamente de lo que posee. Decidir disfrutar más del momento
presente también significa elegir vivir con mayor intensidad. Entonces hay que
cultivar el desapego, la moderación como un nuevo estilo de vida. Solo cuenta el
presente. El pasado se ha ido y el futuro es apenas la esperanza de creer que el
presente podrá perdurar. De ahí la importancia de saborear cada instante con
una actitud de agradecimiento y receptiva.
Pon toda tu atención y tu corazón en lo que estás viviendo, mira con nuevos
ojos cada momento. Alegrarte y alimentarte de la gratitud te ayudará a
concretar esa sensación de plenitud, la sensación de estar en el lugar correcto
en el momento adecuado. Aprovecha plenamente la utilidad de cada cosa y
cada instante. «Gracias» es la palabra que debe reaparecer en todos los
momentos de tu vida.
Consejo
En un cuaderno pensado a tal efecto, todas las noches, antes de dormir,
dedica un tiempo a anotar las cosas positivas de la jornada empezando
cada oración con un «Gracias»… Este simple gesto será un hábito muy
satisfactorio y aumentará tu alegría cotidiana.
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No todo el mundo quiere ser minimalista
Cuando hemos decidido adoptar un nuevo estilo de vida y de consumo,
tendemos a creer que todos «deben» adoptarlo. Sí, el mundo sería muy
diferente si los seres humanos no consumieran a ultranza todos los recursos de
la tierra. Sí, al desprendernos de lo superfluo, nuestro entorno se transforma. Es
un estado de ánimo que evoluciona, nos hace más felices y libres. Sin embargo,
el minimalismo será, para algunas personas, una fuente de enorme ansiedad y
estrés paralizante.
Y eso tú no puedes cambiarlo. Tratar de imponerlo te llevará a conflictos sin fin.
Cada uno es libre de elegir su modo de vida. Tal vez serás una inspiración para
aquellos que, en un primer momento, no creían que tal cambio fuera posible.
Quizá llegará un día en que tendrán ganas de ordenar un cajón, los armarios, el
desván, después de haber disfrutado de una conversación sobre el tema... o
quizá no. Debes aceptar esta diferencia sin que ensombrezca tu propio proceso.
Sé inspirador(a) y tolerante.
Evitar discusiones
¿Y si el problema es con el cónyuge? En esa situación, la cercanía es tal que
habrá que «bajar el tono». Es cierto que amar a alguien que está en las
antípodas de nuestras convicciones y nuestro deseo de cambio es bastante
complicado. Lo más importante será comunicarnos bien. No dudes en animar al
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otro a expresar sus puntos de vista sobre la sociedad de consumo, a fin de
entender lo que piensa. Muéstrale lo mucho que vivir con menos puede mejorar
la cotidianidad, liberar la mente, etc. Incítale a que se plantee nuevas cuestiones
y tal vez a vislumbrar la posibilidad de cambiar las cosas por su parte. Pero,
sobre todo, ¡nunca te pongas a ordenar las cosas ni selecciones en su lugar!
Haced cosas juntos, encontrar puntos de encuentro, haced mutuas concesiones,
para que ni uno ni otro os sintáis agraviados. Estos serán los primeros pasos
hacia el cambio.
Nada de dogmatismos, ¡viva el equilibrio!
El dogmatismo es a menudo sinónimo de rigidez y, por tanto, de estrés y
sufrimiento. Al querer hacer las cosas de manera demasiado abarcadora,
podemos quemarnos las alas. Por eso lo más importante siempre es encontrar el
equilibrio. Tu equilibrio nunca será el de otro. La felicidad que hallamos en
nosotros mismos gracias a un consumo racional, gracias a haber decidido no
tener más que lo que nos resulta útil y agradable no debe ser una fuente de
ansiedad. ¡Siempre habrá alguien más minimalista que tú! Céntrate solo en tu
proceso personal. Conócete mejor para no pasar de una dependencia a otra. Las
cosas no se cambian de la noche a la mañana.
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«La riqueza de cada uno
se mide por lo que sabe dejar de lado»
HENRY DAVID THOREAU
El Kakebo
Esta es una costumbre que viene de Japón. El kakebo es un cuaderno para
aumentar tu capacidad de ahorro mediante la buena gestión de tus cuentas.
Los japoneses lo actualizan todos los días. La idea es apuntar en él todos los
gastos de la casa y añadir notas de tipo más personal como el «diario».
También hay que indicar los gastos previstos, las domiciliaciones fijas, el
presupuesto para los cumpleaños, las salidas... El kakebo no solo ayuda a
mejorar la gestión de tu presupuesto y a ahorrar, sino también a saber cómo
gastas el dinero. En nuestros días, con el uso generalizado de la tarjeta de
crédito, el dinero y los gastos se han desmaterializado totalmente; de este
modo, se nos olvida el verdadero valor del dinero. Por eso es bastante más
recomendable retirar efectivo y darnos cuenta de lo que gastamos en realidad.
Tocar y contar los billetes y las monedas nos hace más conscientes de un gasto
determinado que pulsar un código en una pequeña máquina electrónica.
Para llevar un kakebo, puedes usar un cuaderno o una agenda.
101
El proyecto 333: armario cápsula
Este proyecto es en realidad un juego que consiste en seleccionar 33 piezas de
ropa que llevaremos durante 3 meses. De ahí la cifra 333. Entre estas 33 piezas,
se incluyen: ropa, zapatos, bolsos, joyas, accesorios... Y no se incluyen: la
alianza, ropa interior, pijama, ropa deportiva o de otras actividades específicas.
Cualquier cosa que no figure en la selección de las 33 piezas se meterá en una
caja y se guardará lejos de nuestra vista. La idea es ser consciente de que en un
tiempo normal, compramos y acumulamos por encima de nuestras necesidades
reales. Esto también ayuda a recuperar el placer de llevar la ropa que en verdad
preferimos y no perder horas preguntándonos qué nos ponemos hoy. A partir de
entonces, podemos seguir estableciendo un número definido de trajes, sin duda
con la flexibilidad de comprar todavía nuevas prendas para sustituir (y no para
añadir indefinidamente) las que ya no nos apetece llevar más.
El minsgame
Este es otro juego que ha causado furor en el hermoso mundo del minimalismo
y ha sido creado por el autor del blog The Minimalists. Consiste en hacer una
gran selección escalonada en treinta días, desprendiéndonos del mismo número
de objetos que la cifra de la jornada.
Por ejemplo: el primer día, nos deshacemos de una cosa, el segundo de dos, el
decimoquinto día, de quince, y así sucesivamente hasta las treinta cosas el
último día del mes, el 30. Por supuesto, en las primeras jornadas la tarea resulta
bastante fácil, pero, a medida que pasan los días, se complica más. Además, el
juego consiste también en que hay que sacar de casa todas esas cosas, no solo
ponerlas a un lado, pues eso sería hacer trampa.
El reto de las 24 horas y más... Sin compras
Pasar una jornada sin comprar nada supone para algunos un verdadero desafío.
De ahí surge el reto de 24 horas sin compras, que en el caso de muchos
minimalistas fácilmente puede llegar a diez, quince días o incluso un mes.
En la actualidad es muy fácil comprar, ya que incluso podemos hacerlo sin salir
de nuestras casas, directamente en páginas web de venta online. Aceptar el
desafío de 24 horas o más sin comprar nada es una buena manera de fijarse un
nuevo objetivo que, una vez logrado, nos llenará de satisfacción y orgullo.
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La prueba de la caja
A veces, cuando decidimos deshacernos de algunas de nuestras pertenencias,
nos cuesta mucho diferenciar entre lo que deseamos guardar y lo que realmente
nos es útil. A menudo, el hecho de elegir resulta muy complicado y nos frena a
la hora de tirar cosas.
Para estos objetos de los que nos cuesta más desprendernos, hay una solución
intermedia: meterlos en cajas. La idea es poner en una caja estas cosas que
hacen que dudemos y guardarlas lejos de nuestra vista. Es probable que luego
nos demos cuenta de que podemos pasar más de un mes sin ni siquiera pensar
ni usar esos objetos que hemos ocultado. Los minimalistas llaman a esto «la
prueba de la caja», ya que ratificará la decisión de guardar o no los objetos en
cuestión.
Los deportes minimalistas
Al minimalista le gustan sobre todo los deportes que no exigen acumular
materiales demasiado engorrosos. De este modo, prefiere el deporte que puede
practicarse en un gimnasio, que le permite no solo realizar un ejercicio intenso,
sino además socializar.
En cuanto a los ejercicios fáciles que puedes hacer en casa, te proporcionarán
bienestar los rituales sencillos pero completos, como los del yoga o el programa
de ejercicios conocido como los Cinco Tibetanos. Fuera de casa, disfruta de los
beneficios de la marcha rápida, reconocida por sus efectos igual de probados
que numerosos deportes más intensivos. Volver a conectarnos con nuestro
cuerpo, mantenerlo en forma y tonificar los músculos nos permite hacernos más
fuertes física y emocionalmente.
El kufu
Este es también un concepto japonés muy inspirador. El kufu es el arte de hacer
cosas con los medios que tenemos al alcance. Es demostrar imaginación y
creatividad para conseguir nuestros fines, sin recurrir por ello a un consumo
suplementario.
El mundo de hoy nos ha convertido en personas perezosas, que dependemos de
lo que compramos para satisfacer nuestras necesidades; sin embargo, el ser
humano, desde los albores del tiempo, siempre ha sobrevivido gracias a su
ingenio. Por supuesto, esto requiere un poco más de esfuerzo físico y cerebral,
pero la satisfacción que uno obtiene es tan jubilosa que vale la pena probar. Sin
103
exagerar, no es menos gratificante que demostrarse que uno es capaz de
ingeniárselas por sí mismo.
La minicasa
Esta es la casa minimalista soñada. Espacio optimizado, nido mullido, pequeño
cascarón funcional...; es perfecta para aquellos que prefieren disfrutar más de la
vida exterior. Su reducido tamaño permite consumir menos y exige también
menos mantenimiento. En el mejor de los casos, es bioclimática y se ha
proyectado con materiales duraderos.
La opción de tener menos metros cuadrados, reduciendo así nuestro espacio
vital significa ser dueño de una vivienda adaptada a nuestras necesidades
reales. Las minicasas son para aquellos que ya no deseen vivir esclavos de un
trabajo que no sirve más que para pagar las deudas y un elevado préstamo
inmobiliario. Gracias a este tipo de casas, no aumentan los gastos que nos
separan de nuestros sueños. Hay que comprender que tener un espacio más
pequeño es abrirse a una mayor felicidad. De hecho, algunas personas
sensibilizadas con su estilo de vida y su consumo que han puesto en práctica
este proyecto de las minicasas afirman que toda su vida se ha transformado y
mejorado. Hoy día, ¡volver a la «cabaña» de nuestra infancia es posible!
La jubilación anticipada
Money Mustache es un anglosajón ¡que se dio el gusto de jubilarse a los treinta
años! En su blog (http://www.mrmoneymustache.com) explica cómo todos,
nosotros también, podemos permitirnos la jubilación anticipada si adoptamos
desde hoy mismo una vida más austera.
Su argumento es haber sabido vivir al día gastando un 50% menos de lo que se
gasta en los hogares normales, a fin de pasar a continuación una gran parte de
su existencia disfrutando de su mujer y su familia a tiempo completo.
Esto es lo que dice: «Empieza por deshacerte de tus deudas más grandes. Vive
cerca de tu lugar de trabajo. No pidas dinero prestado para comprar un coche y
no compres más cosas estúpidas. Usa la bicicleta siempre que te sea posible.
Cancela tu contrato de televisión. Deja de despilfarrar dinero en el presupuesto
para las comidas. Ofrece a tus hijos la oportunidad de crecer sin crearse
montones de necesidades. Usa un teléfono móvil de bajo coste. Aprende a
disfrutar de la alegría de la vida usando más tu propio cuerpo para que las cosas
progresen. Aprende a apreciar lo que tienes y conviértete en una optimista
práctico».
104
¿No es todo un reto para vivir de manera diferente, sin seguir las imposiciones
de la sociedad? Qué estupendo ejemplo el de Mustache. Hoy día, muchísimas
personas envidian su vida de jubilado a los treinta. ¡También esta es la magia de
elegir una vida minimalista!
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«La mayor riqueza de los hombres es vivir con poco, y estar
satisfechos. Pues lo poco nunca falta»
SÉNECA
Optar por una forma de vida más simple es, sobre todo, elegir el lujo verdadero,
la auténtica felicidad. Vivimos en un mundo de superabundancia y, sin embargo,
muchos nunca estamos satisfechos y siempre queremos más. Recuperar los
placeres sencillos y acoger el presente con alegría es un gran paso hacia la
realización personal.
¿Puedes vivir solo con las cosas que realmente te importan, sin excesos ni
acumulación? ¡Claro que sí! De ti depende volver a conectar con tus necesidades
reales y no con las que la sociedad nos dicta. Eres tú quien debe establecer
límites a tus pertenencias.
¿A qué se parecen hoy tus armarios, tu coche, tu bolso, tus estanterías, tu vida
diaria? Escoger una nueva perspectiva, el minimalismo, significa permitir que el
orden y la simplicidad que te rodean influyan positivamente en tu vida.
Por supuesto, cualquier cambio es difícil y la sociedad continuará alimentando
tus deseos de consumir. Pero difícil no significa imposible. Solo cuenta la toma
de conciencia, que será el estárter de tu paso a la acción.
No estar preocupado constantemente por tus cosas, tener menos deseos y, en
consecuencia, menos necesidad de dinero, todo eso puede ayudarte a recuperar
una vida más armoniosa, a reencontrarte con el tiempo, contigo mismo y con los
demás. Cuando la luz entra en tus cosas, también entra en ti. Convertirse en
una persona luminosa hace que el mundo sea más bonito.
Todas las cosas que tienes deben procurarte emociones, alegría y satisfacción.
Debes desprenderte de todo aquello que no te genere una energía positiva, ya
que es un obstáculo para las nuevas experiencias.
Si tuvieras que salir precipitadamente de tu casa, ¿qué te llevarías contigo?
106
¿Qué es lo que realmente importa? Al empezar a hacernos las preguntas
adecuadas es cuando comprendemos que es el momento de actuar si no
queremos cargar con el peso de las cosas que poseemos y deseamos darnos la
oportunidad de cambiar de vida.
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Índice
Más información
Portadilla
Créditos
Referencias
Índice
Introducción
1. Adelante, vamos a hablar
2
3
4
5
6
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13
El minimalismo, ¿un nuevo estilo de vida?
¿Qué es un minimalista?
¿Existen varias formas de entender el minimalismo?
2. El peso de lo que poseemos
13
14
14
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El precio verdadero de consumir
Las consecuencias de acumular
¿Por qué tendría que eliminar cosas de mi vida?
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19
20
3. Psicoterapia breve
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La necesidad de existir
La nostalgia del pasado
Las «buenas» excusas
El desapego
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24
25
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4. ¡Tienes todas las de ganar!
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Recuperar nuestro verdadero valor
Limpiar menos
Tener más tiempo para nosotros y para los demás
Enriquecernos en el plano personal
Controlar nuestro consumo
Tener más dinero
Mejorar nuestra calidad de vida
Disfrutar de mejor salud
Sentirnos libres
Aligerar la mente
5. Pasa a la acción
27
28
28
30
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32
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108
Por algún sitio hay que empezar
Poner orden no basta
¡Cuanto antes, mejor!
Tirar, dar, vender...
Los objetos olvidados
El síndrome de las cajas de almacenaje
¿Dónde dar y vender?
Empezar con orden
Amar tus cosas
27 Razones para deshacerse de cosas
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37
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6. Seis métodos para cambiar nuestra vida
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1. El método Konmarie
Pregúntale a tu lado emocional
Busca un sitio para cada cosa
2. El método de dividir en tres
3. El método habitación por habitación
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7. El método "cero residuos"
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5. El método de las 5s
6. El método feng shui
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8. ¿Tirar cosas? ¡Sigue la guía!
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¿Qué revela tu armario?
Esa ropa que nunca usamos
El slow-relooking. ¡No sigas la moda!
El armario de mis sueños
¿Algunas ideas?
Simplificar los colores
Joyas, la regla de las tres
¿Zapatos a docenas?
Un bolso y los accesorios
¿Y debajo de la ropa?
La lista
Dar una vuelta por el cuarto de baño
El cuarto de baño no es una tienda
¡Menos cuidados, pero mejores!
El pequeño armario minimalista
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Un cajón mágico
¿Y el dormitorio?
El dormitorio ideal
Consejos para tener un dormitorio zen
Cita en la cocina
La vajilla
Los aparatos domésticos
Pasemos al salón
La televisión y otros aparatos eléctricos
En mi despacho
Documentos administrativos
La agenda
Los libros
Memorándum para un despacho minimalista
Limpieza cotidiana
9. ¡Sencillez!
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En mi cuerpo
Las listas de la compra, ahorrar tiempo y dinero
Cuanto menos procesados, mejor
Comida ligera, cuerpo ligero
La dietética vfp(verduras, féculas, proteínas)
Una alimentación cero residuos
10. En mi entorno
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Rebajas: o lo tomas o lo dejas
Las colecciones
Las herencias y los recuerdos
Los juguetes
Los regalos
El mundo digital
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11. En mi cabeza
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Aligerar los pensamientos
¡Medita!
Librarse de las relaciones tóxicas
Vivir con gratitud y el momento presente
No todo el mundo quiere ser minimalista
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Evitar discusiones
Nada de dogmatismos, ¡viva el equilibrio!
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12. La caja de las ideas minimalistas
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El Kakebo
El proyecto 333: armario cápsula
El minsgame
El reto de las 24 horas y más... Sin compras
La prueba de la caja
Los deportes minimalistas
El kufu
La minicasa
La jubilación anticipada
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103
103
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104
Conclusión
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