Crítica sobre Friday Night Lights Friday Night Lights, que traducido al español sería algo parecido a ‘Las luces de la noche del Viernes’, es una serie que esconde en su interior, en cada capítulo, mucho más de lo que parece a simple vista. Emitida entre 2006 y 2011 (es decir, cinco temporadas completas) bajo la firma de Peter Berg, esta serie no ha gozado, a lo largo del lustro que estuvo en pantalla, de cotas de audiencia excesivamente altas entre el público estadounidense, sin embargo, sí ha recibido en numerosas ocasiones un merecido reconocimiento en forma de críticas positivas y de premios televisivos americanos. Tras esta breve introducción, voy a comentar mi experiencia personal con esta serie. Me la recomendaron hace un par de años, y en un primer momento, no me pareció un producto que fuese muy llamativo: es, básicamente, una serie sobre fútbol americano. Realizar una serie relacionada con el deporte entraña un grado importante de complejidad, y es difícil que llegue a ‘enganchar’. Sin embargo, como queda claro desde un primer momento, el fútbol es sólo una excusa, un motivo casi circunstancial, para hablar de la vida en general. Así, podríamos definir a Friday Night Lights como una serie que narra la vida en Dillon, un pequeño pueblo de Texas, donde todo gira alrededor del equipo de fútbol del instituto. Pero, por encima de todo, es una ‘serie de personajes’. El deporte es sólo una forma de mostrarnos la asfixiante presión que el pueblo en general ejerce sobre el equipo, narrado de una forma y con un estilo únicos, que hacen que no se decaiga en el aburrimiento: el tiempo destinado exclusivamente al fútbol americano es el justo y necesario, suficiente como para que sea el guía del producto televisivo, pero no tanto como para que haga perder el interés. A lo largo de las cinco temporadas se tocan varios temas, algunos relacionados con el deporte y otros completamente ajenos a este: cómo la presión afecta a entrenador y jugadores, racismo, dopaje, la forma en que el deporte puede llegar a apartar a alguien de sus seres queridos, la parte dura, que viene de la mano de un personaje que, tras una lesión, se ve obligado a pasar el resto de su vida en una silla de ruedas, el esfuerzo, las ganas de superarse a uno mismo para conseguir un sueño… Soy consciente de que, probablemente esta es una serie que suena a tópico, a instituto americano donde todos los chicos juegan al fútbol y donde todas las chicas son animadoras. Sin embargo, desde luego no es así, pues FNL nos muestra la vida de una forma increíblemente realista y cuidada, las preocupaciones y ambiciones, no sólo de aquellos relacionados con el equipo de fútbol, si no de muchos otros personajes, que indirectamente también se ven afectados. Quizás me excedo en los halagos, pero realmente puedo decir que es una serie sorprendente, completamente diferente a lo que uno se espera al principio, con un elenco fabuloso, sin grandes nombres, pero sí con grandes descubrimientos en el terreno de la interpretación, como Kyle Chandler, Connie Britton, Taylor Kitsch o Zach Gilford (en mi opinión, los cuatro actores que representan a los personajes más carismáticos de la serie). En definitiva, FNL es una serie que, pese a que por temática, parece juvenil e incluso sensacionalista, esconde una sobriedad y una madurez dignas de alabar. Como no podría ser de otro modo, la recomiendo fervientemente a cualquier persona. Aarón Cabado Vázquez