AUREA CATENA: El linaje alquímico ALVARO REMIRO La historia de la alquimia, tal como su sustancia, se encuentra difuminada entre los velos mistéricos del máximo conocimiento, sólo asequible a los más nobles; tomemos en cuenta que en un inicio el conocimiento no se diferenciaba de la religión, y es a través del inicio de la astrología que el hombre, al voltear los ojos al cielo, comienza a intuir que hay un influjo sutil que relaciona lo que está sucediendo arriba, con lo que está sucediendo abajo, es decir, en su entorno; de esta observación, surge en él un intento de controlar o comprender estos influjos, en busca de algo más grande, que le supera y a lo que está sometido, mediante tres vertientes: una que busca la conexión con lo trascendente, que es la espiritualidad; otra que busca cuantificar el conocimiento para prever acontecimientos relacionados con la vida cotidiana, como los cambios estacionales y por último, una tercera que es el intento de manejar los influjos sutiles a través de rituales, que más tarde, se convierten en religión, a la que nos atrevemos a calificar como una espiritualidad tóxica, pues al ser conocidos estos procesos sólo por una élite con poder se “esclaviza” el espíritu de los hombres. La alquimia es un conocimiento elástico, que va trasladándose en el espacio y el tiempo, y al encontrar un lugar de cultivo propio para florecer lo hace, como aquel en el que no se imponen fundamentalismos y se propicia la libertad del espíritu; y en la medida que migra hacia lugares menos propicios, se retrotrae a su veta esotérica para volver a manifestarse cuando las condiciones cambien. En ambos espacios, el “aurea catena” del conocimiento alquímico sigue nutriéndose y nutriendo la sociedad en la que se encuentra. Hay muchas teorías sobre el origen de la alquimia, incluso al iniciar la más breve pesquisa, encontramos diferentes alquimias: la china, la hindú, la persa o la egipcia, que para el caso que nos ocupa, es la línea que intentaremos trazar, pues se trata de la que fue trasmitida por los alquimistas musulmanes de Al-Ándalus, quienes reconocen para su tradición un origen egipcio, a pesar de que las referencias principales sean griegas. Es una idea comúnmente aceptada que la trasmisión de la cultura greco latina a Europa se realizó por medio del Al-Ándalus, pero no de manera literal, sino a través de un proceso de crisol cultural multireferencial, y su posterior regurgitamiento. Si queremos establecer la ubicación temporal del surgimiento del conocimiento en Egipto, tenemos que atender a lo que dice Demetrio Santos español todavía en activo que es un personaje muy poco conocido, profundo estudioso de textos clásicos de astrología e historia hermética, cuando establece que a la muerte de un paradigma, quedan vestigios dejando su conocimiento con muy pocas referencias escritas, retomadas por el paradigma que inicia, incluyendo el antiguo idioma como sagrado, lo que remite a la creación de mitos o personajes; aquello que en un paradigma que termina y era considerado científico o exotérico, para el nuevo se retoma como mitológico o mítico, asimismo, cambian los usos costumbres, pero el arquetipo permanece. Para Egipto esta figura mítica, descansa en Thot, posteriormente llamado Hermes por los griegos. El mito de Hermes está referido en el “Kitab Al-uluf” (El libro de los Miles), escrito por Albumazar que establece que existió un primer Hermes anterior al Diluvio Universal quien previendo el cataclismo recopiló todo el conocimiento, y ordenó tallar en piedra toda técnica, herramienta, trabajo u oficio existente, para que subsistiera a la hecatombe; después del diluvio, el mito revive a través de dos interpretaciones arquetípicas: la babilónica y la egipcia. Como dato curioso, cabe señalar que Albumazar haciendo cálculos astrológicos, supone que el gran diluvio tuvo lugar aproximadamente 5,000 antes de Cristo. Ahora, definamos un paradigma, que es el conjunto de leyes, instrumentos, valores morales y conceptos que comparte una comunidad humana en una determinada época. Un paradigma sería en definitiva una concepción del mundo. Podemos imaginar, y nos acercaríamos bastante a la realidad, que cuando un ser se gesta en el vientre materno viene provisto de un “saco” en el que porta información útil proveída por sus antepasados genéticos. Una vez nacido, el saco sigue llenándose con la configuración del mundo que se le va transmitiendo en la sociedad y época en que vive, es decir: se le proporciona un paradigma del mundo. A partir del primer conocimiento hermético surgen dos paradigmas que se disputaban la hegemonía, el paradigma persa, también llamado medo y previamente recogido por los sumerios, acadios y babilonios, y el egipcio o kémico, que permanece en el mismo lugar por miles de años a pesar de las invasiones que sufrieron. Este es un tema de suma importancia en nuestro planteamiento, ya que a pesar de que ambos paradigmas parten del mismo objetivo que es sanar, se van desarrollando como sociedades de manera diametralmente opuesta: los primeros desarrollan una filosofía dualista por el continuo enfrentamiento en el que la vida se aprecia como una eterna lucha sin tiempo u oportunidad para interiorizar o profundizar; en cambio el paradigma egipcio fue floreciendo en un sólo lugar contenido y acotado, que además absorbía culturalmente a los pueblos que le invadían, de manera que este factor de permanencia les permitió buscar una manera de sanar desde un lugar profundo y trascendente. Los medos eran un pueblo conquistador y expansivo, siempre preocupado por ampliar sus territorios y mantener sus fronteras, elaboraron formas de curar a través de técnicas rápidas, sintomáticas, de poner parches para recuperar cuanto antes al guerrero; estas ciencias se denominaron ciencias médicas. Los egipcios eran una civilización muy antigua y como hemos comentado, cerrada en sí misma. No tenían gran interés en conquistar el mundo, sólo miraban su propio ombligo, ellos eran el mundo, los demás eran todos unos bárbaros, sus conquistas se daban en términos de intereses económicos diferenciando claramente lo que eran sus colonias. Con su ciencia hacían lo mismo, no tenían ningún interés en exportarla, la guardaban celosamente dándole un tinte esotérico, enseñándola sólo de forma iniciática, lo que hacía de los sacerdotes egipcios una casta exclusiva de gran prestigio. Las diferencias entre los dos paradigmas se constataban también en otros ámbitos como las matemáticas, los medos las desarrollaron de forma puramente aritmética, en cambio, los egipcios se atrevían a jugar con los conceptos del cero y el infinito, es decir, con conceptos fuera de lo concreto en el aspecto más hasta abstracto de las matemáticas (de ahí derivaría más tarde la escuela Pitagórica). En su método, el paradigma medo tiende al análisis y el egipcio a la síntesis, el analítico separa, disecciona y desmenuza para observar al mundo, el que sintetiza une, fusiona y relaciona para incluirse en el mundo. En la siguiente frase se refleja esto: “Cuando un hombre sufre, el Universo entero se distorsiona”, en esta visión unicista, todo parte del Uno que va subdividiéndose en múltiples realidades a través de las diversas modulaciones o manifestaciones de una misma cosa (materia prima) para posteriormente regresar a su origen: la Unidad, de ahí deriva toda una serie de conceptos científicos, místicos y filosóficos que conforman lo que hoy en día conocemos como Corpus Hermético. Dentro del concepto de Unidad, cada una de las partes, por pertenecer al sistema es afectada por fenómenos que a éste acontecen, y la inversa; y no se puede tratar a una persona en términos de restituirla a la salud, sin observar sus relaciones con el entorno (emociones) y con el cosmos (espiritualidad). Hoy en día se considera al trabajo alquímico como la posibilidad de transformar el plomo en oro, pero antiguamente la alquimia era un conjunto de ideas filosóficas y científicas sobre cómo funciona el universo, y estas reglas se aplicaban en el ámbito reflexivo y en asuntos eminentemente prácticos como la agronomía, la medicina y la preparación de remedios. Importantes alquimistas fueron considerados también como grandes médicos por la historia y de sus trabajos de laboratorio, en busca de la piedra filosofal iban surgiendo resultados, como el caso de Al-Razi, que después utilizaba estos resultados como eficaces remedios para las enfermedades, cuyo uso se perpetuó durante siglos. La Kemicina o medicina espagírica se fundamenta pues, en las estrictas leyes herméticas originadas en el paradigma egipcio y son estas leyes las que diferencian sus principios de los conceptos médicos y farmacológicos al uso. Para seguir la línea de trasmisión de lo que denominamos Kemicina, Alquimia o conocimiento hermético, hemos de recordar que no hay una línea sucesoria lineal, continua y separada del entorno o de otras ciencias o paradigmas, sino que estas se mezclan, se funden y se confunden, dándose el caso de que autores como Avicena (o Ibn-Cina, considerado el padre de la medicina moderna) en unos aspectos sea platonista y en otros aristotelista, y en el aspecto práctico de la medicina, en unas ocasiones se decante por el opositorum (curar con lo contrario) y en otros, como en el tratamiento de temperamentos, se defina claramente por la curación por lo similar. Para resumir de una forma simplista la principal diferencia entre Platón y Aristóteles, es que Platón es más metafísico que Aristóteles, cree que hay dos mundos, el sensible y el inteligible, de los cuales el mundo sensible (material) es consecuencia del de las ideas o inteligible Por otro lado, Aristóteles defiende que sólo hay una realidad la material aunque reconoce que es la esencia lo que define al ser, con lo que concluimos que Platón sigue una línea más espiritual, y Aristóteles un más material o científica. Si recordamos el ritmo que sigue la historia de la alquimia, su “aurea catena”, las tendencias filosófico – neoplatónicas – pitagóricas – espiritualistas son las que prevalecen en las épocas de heterodoxia que favorecen su florecimiento, y los momentos de movimientos ortodoxos y el materialismo, de tintes aristotélicos promueven su repliegue, cuando no, su persecución. DEL ORIGEN DE LA ALQUIMIA. Hemos dicho que el primer paso que da el pensamiento hermético desde Egipto hacia Europa es hacia Grecia, a partir del siglo VII antes de Cristo, momento cumbre del florecimiento filosófico helénico. Dada la naturaleza de esta sociedad, comerciante y navegante, confluyen en su capital, Atenas, diferentes corrientes de pensamiento, entre ellas obviamente el pensamiento egipcio, de donde identifican a Thot (arquetipo de la alquimia) con Hermes; de esta fusión es de donde surge el hermetismo tal y como hoy lo concebimos. Los griegos como amantes de la filosofía tienen una enorme apertura a todo tipo de conocimiento, por lo que crean importantes escuelas pertenecientes a los dos paradigmas: la escuela médica de Epidauro y la escuela kémica Asclepios, ambos personajes míticos, ya que no se encuentra comprobada su existencia, sin embargo, el segundo es citado en múltiples obras alquímicas como el los Diálogos de Asclepios y… Debido a este ambiente tolerante y receptivo, surgen también las escuelas iniciáticas, es decir, a las que sólo pueden ingresar aquellos dispuestos a conocer la Verdad; según Herodoto, importante historiador griego,los máximos pensadores de la Grecia antigua fueron a buscar el conocimiento directamente de los sabios egipcios. Muchos de ellos fueron iniciados en los misterios asegurando de esta manera la transmisión de su sabiduría al mundo helénico. El primero de los sietesabios, es Tales de Mileto (624-548) quien frecuenta a los sacerdotes, Plutarco declara que Tales fue quien introdujo en Grecia la geometría egipcia, y con Solón(a. 640-558), mide las pirámides. Este último, es quien habló de los relatos acerca de la Atlántida, asunto que más tarde Platón retomaría en sus obras “Timeo” y “Critias”. Tales exhorta a Pitágoras a que se dirija a Egipto. Según Jámblico (250-325 d.C.), Pitágoras estudió en los templos egipcios durante veinticinco años. Después de su partida, se instaló en Crotona, Italia, para fundar una escuela en la que enseñaba siguiendo el estilo de las escuelas de Misterios de Egipto. Diodoro de Sicilia indica que Orfeo viajó al país de la tierra negrasiendo iniciado en los Misterios de Osiris, de vuelta a su país, instituyó nuevos ritos, los Misterios Órficos (hacia el siglo VI a.C.). El filósofo griego Demócrito de Abdera (a. 460-370), descubridor del átomo, fue también iniciado en los templos egipcios y educado por los geómetras del faraón. Empédocles (484-424 a.C) es una figura de gran importancia para el pensamiento kémico, pues es quien inicia la teoría de los cuatro elementos como componentes básicos de todo lo manifestado en el universo, tema que desarrollaremos en un capítulo posterior. Regresemos ligeramente en el tiempo, para resaltar la historia de un personaje fundamental para la alquimia, hacia el año 356 a.c. en Macedonia, al norte de Grecia, nace Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno. La leyenda cuenta que su padre, Filipo II, que provenía de un linaje solar acudió a la isla de Samotracia, sede de los Misterios de los Cabirios, adoradores de Hefestos y Dionisios, y ahí conoció a Polixena, hija del difunto monarca Neptolemo I de Epiro, quien también veneraba al Zeus-Amón, deidad del Sol, tras su encuentro, se unieron en matrimonio, procreando así a un descendiente más de el linaje de iniciados de la tradición hermética. Sean o no ciertos los detalles de esta historia, convienen al relato, pues más tarde, al ostentar el trono de su padre, Alejandro expande el impero de manera colosal, y tomando en cuenta que su educación había sido encargada a Aristóteles, entendemos que uno de los temas que más respetaba, preservaba y acogía en cada lugar conquistado era el conocimiento, en 332 ac. funda la ciudad de Alejandría en Egipto, dónde se forma un crisol cultural que, siguiendo los criterios de su fundador, Alejandro, estimuló el contacto y la comunicación de diversas tradiciones y paradigmas en búsqueda del la sabiduría. Durante muchos siglos esta cosmopolita ciudad fue un foco universal de conocimiento al que acudían sabios y eruditos de todo el mundo en busca de ampliar y compartir su saber y filosofía, sobre todo a consultar su famosa biblioteca del museion o museo, un templo dedicado a las musas las inspiradoras de los artistas y los filósofos; este templo era un centro para la investigación y la difusión de las ciencias superiores con instalaciones hasta para 5,000 alumnos, disponía de salas de todo tipo, la propia biblioteca e incluso un laboratorio. El afán de búsqueda de conocimiento les llevo a incluir libros de todas partes del mundo de cualquier cultura y en cualquier idioma, cuando en la aduana del puerto aparecía un manuscrito, se confiscaba, se llevaba a la biblioteca, se traducía y después era repuesto a sus dueños. La biblioteca creció tanto que se convirtió en la parte principal del museo, más de 100 poetas y filósofos se dedicaron a su conservación y llegó a disponer de más de 900,000 manuscritos. Se hizo tan grande que tuvieron que hacer un anexo en el Serapeo templo dedicado a Serapis a lo que se denominó la biblioteca hija. En este ambiente es que surgieron algunos de los filósofos y científicos comoArquímedes o Euclides, quien desarrolló allí su geometría; Hiparco de Nicea, Eratóstenes, Herófilo de Calcedonia, Apolonio de Pérgamo, gran matemático; Herón de Alejandría, autor de la obra “Autómata”, la primera obra que conocemos en el mundo sobre los robots, etc. Más tarde, ya en el siglo II, allí mismo trabajaron y estudiaron Claudio Ptolomeo, uno de los astrónomos y geógrafos más reconocidos de la historia, Aristarco de Samos (astrónomo y matemático griego), Diofanto (matemático greco-egipcio), Eratóstenes (matemático y astrónomo). Este ambiente multireferencial y heterodoxo, como hemos dicho antes, resulta propicio para el desarrollo de la alquimia, por lo que en el siglo III a se empieza a gestar en las paredes de este lugar, el corpus de la alquimia hermética, principalmente por la fusión de los conocimientos egipcios y la influencia de la filosofía griega. Es también en Alejandría donde nace y se desarrolla el neoplatonismo, es decir, el resurgimiento de una visión que explora y valida el mundo espiritual, con filósofos tan importantes, como Filón el hebreo, Ammonio de Saccas, Plotino y Jamblico, entre otros, quienes influyeron profundamente en la alquimia y filosofía posteriores de Al Andalus. Por otro lado, de la época anterior a Cristo conocemos nombres de alquimistas legendarios procedentes de Alejandría, como Bolos de Mendes (también conocido como Demócrito) a quien se le atribuye el principio de Unidad de la materia prima, y María la hebrea, que bien podrían ser escuelas o compiladores del conocimiento alquímico, del que solo tenemos referencias de autores posteriores como Zósimo de Panópolis, un recopilador del conocimiento alquímico, que destaca por la clara descripción de las técnicas y minuciosos dibujos de las herramientas que se empleaban. Durante los tres primeros siglos después de Cristo se desarrolla el llamado Corpus Herméticum, una serie de tratados filosóficos, metafísicos y alquímicos, que ha llegado recopilada hasta nuestros días. El auge de la alquimia y las ciencias herméticas en siglo III fue tal, que en el año 292 el emperador Diocleciano ordenó quemar millares de libros relacionados con el tema, para evitar que alguien pusiera en peligro la estabilidad monetaria que a duras penas se había conseguido restaurar. Este es el comienzo del declive, en la Alejandría del siglo IV los cristianos eran ya una parte importante de la población y las disputas entre las diversas sectas cristianas, y de estas con los judíos, propiciaron el inminente cambio de paradigma. Cirilo, un líder de los cristianos más ortodoxos veía la filosofía, lo que el denomina paganismo, como un peligro para su religión, este personaje forma parte de una facción cristiana que en el concilio de Nicea proclamó la santa trinidad y la divinidad de Jesucristo, dogma que contravenía completamente las tesis de otros cristianos como los arrianos y los priscilianistas, que veían ahí una contradicción con el concepto unicista de Dios, en el que todo parte de Él y por lo tanto, lo creado no puede ser Dios, si no una parte de la unidad, tesis que les acerca más a los postulados neoplatónicos y alquímicos. Toda esta crisis de paradigma se va a escenificar en la destrucción del Serapeo la biblioteca hija en 392, y el posterior asesinato de Hipatia (419) la última defensora del hermetismo a manos de los seguidores de Cirilo. Posteriormente se enfrentó al patriarca de Alejandría Nestorio, cercano a las influencias filosóficas platónicas y aristotélicas, este enfrentamiento se propició partiendo del postulado que Cirilo sostenía de que la virgen María era la madre de Dios, y Nestorio refutaba afirmando que sólo era madre de la parte humana de Dios, “puesto que Dios es el origen de todo, nadie puede ser la madre de Dios”. Cirilo derrota a Nestorio en el concilio de Éfeso y los nestorianos son declarados anatema por lo que son perseguidos y tienen que huir. Así, es que se inicia así una época de ortodoxia y acoso en torno a los hermetistas que termina con la expulsión de los filósofos del imperio romano mediante el edicto de Justiniano (533) y la academia de Platón, que funcionaba desde 362 a. C. pasó a estar bajo control estatal, consiguiendo así la extinción real de esta escuela de pensamiento. Los filósofos, como los nestorianos, tuvieron que exiliarse al oriente y muchos se refugian en Harran donde son bien recibidos por los Sabeos IMPORTANCIA DEL MUNDO MUSULMÁN EN LA TRANSMISIÓN DE LA ALQUIMIA Aproximadamente en el año 610, Mahoma el también llamado “último profeta” es contactado por el Arcángel Gabriel, quien le dicta una serie de versos, que después serían compilados en el Corán, entre sus postulados, encontramos que el conocimiento tiene que ser buscado ahí donde se encuentre y sin duda, hay un conocimiento cercano a Dios; de aquí surge una nueva religión: el islam. La expansión de la corriente iniciada por Mahoma, se da como la de Alejandro Magno, el inicio de la conquista mahometana inicia en la Meca continuando con Siria, Damasco, Bagdad, la India y Egipto. En esta tradición, se reconoce una saga de profetas en la que se incluyen los judíos Elías, Isaías y Jesús siguiendo la escuela bíblica, lo que se ve reflejado en el Corán, pues se mencionan en varias ocasiones a Jesús y a la Virgen María. El mensaje de Mahoma propicia (una vez más) un ambiente de apertura, y con ello el florecimiento del conocimiento y la comunicación con cristianos y judíos. Los musulmanes absorben con gran pasión la sabiduría de otras consmogonías, incluyendo el hermético, los habeos llegan a identificar a Thot con Idris y Enoch. Esta transmisión del conocimiento egipcio se da principalmente en Harran a través de los filósofos que habían sido expulsados de Roma, y de los nestorianos que tuvieron una importante participación en los califatos donde ejercían de maestros y médicos personales de los califas, se sabe que ejercieron altos cargos en la corte califal de Damasco. Uno de los documentos en los que se refleja este fenómeno, es el famoso libro de alquimia “Los diálogos de Khalid y Morienus” en el cual se detalla la filosofía hermética en un diálogo entre el príncipe Khalid y un monje cristiano que le va explicando los principios y procedimientos alquímicos. Durante el siglo VII se traduce una gran cantidad de libros de siriaco al árabe referentes a temas como las matemáticas y la filosofía, y es ahí donde inicia la generación del conocimiento hermético musulmán, partiendo del recuperado del Egipto ancestral. Los volúmenes son comilados en enormes bibliotecas como la de Bagdad o la de Damasco, que llega a albergar más de 800,000 ejemplares. Como sucede con todas las religiones, del islam comienzan a derivarse diferentes tendencias filosóficas que principalmente se pueden dividir en sumitas y chiitas, los primeros son más literalistas, es decir, que interpretan la letra tal cual se expresa en el Corán; por su lado, los chiitas son más abiertos, defienden la libertad del espíritu humano y la interpretación personal y alegórica de las escrituras, observan que hay una posibilidad más allá de lo conocido, lo que los conecta con los neoplatónicos y mazdeistas, que derivará posteriormente en el movimiento Sufí; postulan que si se comprenden las leyes del universo, surge la posibilidad de comprender el símbolo, es decir, la fuerza interna, subjetiva y oculta tras lo visible en lo exterior, es de este postulado que se desarrolla la filosofía que trata de explicar las leyes universales. Entre los grandes filósofos surgidos de esta tradición, que proliferaron entre los siglos VII y IX, tenemos a Ya’far al-Sádiq (699-765) sexto de los imanes descendientes del profeta Mahoma, (era su nieto, hijo de Fátima) que fue considerado un sabio y un autentico santo. Desarrolló toda una línea de enseñanza iniciática alquímica y de adivinación, y se considera el maestro de Jabir ibn Hayan, conocido como Geber por los alquimistas latinos, y a su vez considerado por los alquimistas musulmanes como el mayor alquimista de la historia, el príncipe de los alquimistas; a partir del conocimiento desarrollado por Geber, se crea el Corpus Geberiano, sin embargo, no se cuenta con datos precisos sobre su existencia, aún cuando todos los autores desde los más antiguos hacen constantes referencias a él. A mediados del siglo IX, surge la figura de Al Ibn-Sahl al-tabari, quien alcanzó la cima de su gloria en el año 850, a él se atribuye el libro “El Paraíso de la sabiduría” (Firdaws al-Hikmah), que consta de 7 partes, en las que esboza la importancia de que el médico atienda al paciente de una manera cercana, tomando en cuenta las condiciones emocionales y conductuales que presenta. También escribe el “Canon de Avicena”, que versa sobre temas filosóficos y otras disciplinas tales como la astronomía, pero sienta nuevas bases de la medicina, en el sentido de que incluye no sólo las fuentes griegas de esta ciencia sino también las de origen indio. Al-Tabari tuvo un sucesor, más grande aún, en la figura del iraní de Al-Razi (865-923) conocido en occidente con el nombre de Razés y considerado “el más grande y más original médico musulmán y uno de los autores más prolíficos”, se trataba de un sabio filósofo, físico, médico que, como hemos mencionado en la introducción a este capítulo, une la filosofía, la medicina y el trabajo alquímico de laboratorio a la elaboración de remedios. Ibn Masarra Ibn Massarra es un personaje clave para la proliferación de la alquimia en Al Andalus, a pesar de que no se le reconoce como alquimista practico, su influencia en el pensamiento y filosofía medieval, tanto musulmana como cristiana, es de radical importancia para crear el ambiente que incitaba a su desarrollo. Es de justicia reconocer que la península ibérica antes de la propagación del Islam disponía de peculiaridades que la hacían permeable a cierto tipo de pensamiento más unicista, dada la influencia del paradigma celta, que algunos autores relacionan con el priscilianismo; Prisciliano fue el gran líder de la heterodoxia cristiana de occidente, como Arrio (256-336), lo fue en el oriente (Alejandría), Prisciliano de Ávila que predica la pobreza, el ascetismo, la libre interpretación alegórica de los textos, incluidos los apócrifos, y permite que las mujeres participaran de las lecturas de los textos, es acusado por los ortodoxos de la iglesia de practicar la magia y la astrología cabalística, Osorio, en su texto contra Prisciliano Communitorium de errore Priscillianistarum et Origenistarum dice: “Prisciliano enseñó que los nombres de los Patriarcas corresponden a las partes del alma, y de modo paralelo, los signos del Zodíaco se corresponden con partes del cuerpo” Sus seguidores trajeron su cuerpo desde Alemania hasta Galicia, lugar donde había nacido, y ahí lo enterraron; muchos autores reputados como Claudio Sánchez Albornoz y Miguel de Unamuno estiman que el lugar corresponde a la hoy considerada tumba del apóstol Santiago, donde se finaliza el camino iniciático de dicho nombre, tan frecuentado por alquimistas de todos los tiempos. A pesar de ser considerado hereje y condenado a muerte, su mensaje había penetrado profundamente en toda la península ibérica y en la Aquitania francesa, y sus discípulos continuaron su obra siendo perseguidos durante siglos, lo que les llevo a la clandestinidad, pero con la llegada de los suevos y vándalos (pueblos germánicos) en la segunda mitad del siglo VIII, los arrianos se hacen fuertes en la península, provocando que continuamente surgieran movimientos “rebeldes” contra la ortodoxia instaurada por parte de las jerarquías cristianas de Hispania, entre estos rebeldes encontramos al arzobispo de Toledo Elipando, quien postulaba que Jesucristo era sólo el “hijo adoptivo” de Dios en su naturaleza humana, y a Félix el obispo de Urgel, que al final, fueron condenados en el Concilio de Ratisbona solicitado por Carlomagno para acabar con la herejía del adopcionismo, y curiosamente se refugiaron en la España musulmana, donde fueron bien recibidos gracias a la buena relación que había entre Nestorianos y musulmanes, que, recordemos, habían traducido del siriaco al árabe gran parte del corpus filosófico griego. Prisciliano observa tres niveles de interpretación de los textos sagrados: La lectura literal, que define como una lectura al nivel del alma, más científica o filosófica que es aquella que la razón del hombre puede alcanzar, y el nivel espiritual donde Dios permite al hombre participar de su propia naturaleza. El segundo nivel de interpretación, es la interpretación simbólica de los textos, que deduce la unidad indivisible de Dios y el obedecerlo por amor y no por miedo al infierno o la búsqueda del placer en el Paraíso (a lo que induce la lectura literal); esta interpretación lleva al reconocimiento del libre albedrio del hombre sin contradicción con la omnisciencia de Dios y la aceptación de otras formas de fe como vías de acceso de un mismo Dios. Es importante resaltar que estos principios serán coincidentes, como veremos más tarde, con los preceptos de los Hermanos de la Pureza y de las escuelas Sufís de Du´l Nun Al-Misri, Ibn Tufail e Ibn Arabi, y que dan lugar a una alquimia espiritual o metafísica en la que la transformación se da a nivel sutil y el lugar en el que esto acontece, es dentro de sí mismo, en el alma, pasando por las diversas estaciones espirituales en busca de la Unidad, de Dios. Estas estaciones son coincidentes en el orden inverso con los presupuestos alquimistas de las diversas modulaciones de la materia prima o materia única, de lo que todo está echo, hasta la aparente realidad material que observamos y a dan lugar a la Teurgia tan ligada a alquimia en algunos autores como Jamlico, Artefius, Cornelio Agripa, John Dee etc. Volviendo a Muhammad Ibn Massarra (Córdoba, 883 – 931) fue hijo de Abu Muhammad Abdalah un mercader cordobés aficionado a la filosofía y la teología, que en sus frecuentes viajes de oriente traía consigo información que recogía de los círculos esotéricos chiitas e ismailitas. Ibn Massarra joven dotado para el estudio, se aficionó pronto a estos temas, cuando murió su padre tenía 16 o 17 años y era considerado ya como un maestro y contaba con seguidores a pesar de la discreción trasmitida por su padre para protegerle de los musulmanes más ortodoxos; así, su fama creció y enseguida fue acusado de panteísta por explicar las enseñanzas de Empédocles y el origen único de la materia. Presionado por la situación decide irse de peregrinación a la Meca con dos de sus discípulos predilectos, exilio voluntario, en el que Ibn Massara conformaría su pensamiento filosófico síntesis de la espiritualidad de oriente y occidente. En este viaje recorre desde Alejandría hasta Bagdag, pasando por Basora donde su espíritu inquieto iría buscando la sabiduría. En Alejandria estuvo en contacto con las doctrinas de Filón y Plotino que realizan un sincretismo entre la filosofía y el judaísmo y el cristianismo respectivamente; también en Egipto entra en contacto con la escuela de Du´l Nun Al-Misri, alquimista, teúrgo, poeta y místico Sufi que tendría gran influencia en el desarrollo de su ascética y teúrgia, pero aunque muchos autores hablan de influencia directa de Du´l Nun, lo más seguro es que contactó con Tustari su sucesor, porque Du´l nun había muerto antes de nacer Ibn Massarra. Llega a oriente en medio de la eclosión de Al Razi que refutaba a Aristóteles y a los literalistas. Para Razhes “la filosofía es la imitación de Dios dentro de los niveles en que le es posible a la naturaleza humana… El alma es el movimiento que orienta a cada ser a su fin. Es el proyecto de ser. Y si se desvía de esta finalidad nunca será capaz de pretender la eternidad, no siendo más que un proyecto abortado.” Por otro lado, se considera casi seguro que en la ciudad de Basora entró en contacto con la secta de los Hermanos de la Pureza. Los Hermanos de la Pureza era un grupo de filósofos seguramente chiíta o ismaili cuyo propósito era la búsqueda infatigable de la verdad, viniese de donde viniese. Entre sus postulados encontramos los siguientes: “Todos los profetas anuncian la misma religión. La religión de todos los profetas enseña el mismo camino y convoca a un mismo fin: al perfeccionamiento del alma humana, a liberarla del mundo de la generación y de la corrupción, y a colocarla en el camino que la ha de llevar al mundo de la vida eterna”. “Lo que disimula esta verdad asombrosa es que la mayoría de los hombres confunden la religión (dîn) con la ley canónica (sharia)”. “La sharia es, sin embargo, una cosa temporal, establecida para la permanencia de la primera y por consiguiente, difiere según las circunstancias de tiempo y de lugar”. Su obra, la enciclopedia de los Hermanos de la Pureza, era una reunión de libros de filosofía y ciencias de naturaleza heterodoxa, con referencias griegas, egipcias, persas, hindúes, etc.… que a pesar de ser perseguida, circuló profusamente y tuvo mucha influencia en la filosofía de la edad media y de la alquimia; una de sus copias se encontraba en la escuela de Maslama Al- Madriti uno de los más influyentes alquimistas andalusíes Este grupo se caracterizaba por una estructura atípica para los cánones de la época, pues podían integrarse a él cualquier tipo de personas, sin importar la raza o credo, siendo el único requisito ser infatigables buscadores de la verdad. Existe un relato de un andalusí estudiante de la tradición en Bagdad, de finales del siglo X, en el que describe el foro que se daba cita en estas reuniones: “no solamente musulmanes de todas las tendencias de la ortodoxia y heterodoxia, sino infieles, seguidores de Zoroastro, materialistas, ateos, judíos, cristianos, en una palabra. seguidores y creyentes de todo tipo de religión”. Sigue describiendo cómo se desarrollaban, diciendo que uno de los presentes tomaba la palabra y expresaba en voz alta: “Estamos reunidos para dialogar. Ustedes, musulmanes, no nos contradigan con argumentos sacados de su libro o fundados sobre la autoridad de su profeta; limitémonos todos a las pruebas fundadas sobre la razón humana”. Los Hermanos de la Pureza no tardaron en ser perseguidos por los ortodoxos fundamentalistas de turno y se tornaron en una sociedad secreta, que hoy podríamos considerar como la primera secta masónica, que tuvo una indudable influencia en su organización esotérica y secreta por parte de los discípulos de Ibn Massarra. Con todas estas coincidencias, fue que este gran filósofo sintetizó su original pensamiento, aprovechando un momento de apertura, gracias a la política de comprensión y tolerancia que se crea con el ascenso al trono de Abder Rahman III (912 a 961) sucedido por Hakam II (961 a 976); estos califas cordobeses favorecen la heterodoxia y el desarrollo de todas las ciencias y en especial de la filosofía y de la alquimia. Una vez de vuelta en su tierra natal, Massarra fundó discretamente su escuela en una ermita de la sierra, conduciendo su magisterio de forma discipular e iniciática. Hasta 1928 no se tenía referencia directa de su obra, sino por aquellas que hacen los filósofos posteriores, principalmente de Ibn Hazn e Ibn Arabí. Hoy se dispone de 2 de sus obras. La influencia del massarrismo se observa durante toda la edad media musulmana y cristiana, incluso posterior, como en ibn Arabi, Roger Bacon, Arnaldo de Vilanova, o Raimundo Lulio. Tenemos un claro ejemplo en “La divina comedia” de Dante, así como en filósofos tan importantes como el judío lbn Gabirol, de Málaga, (1020‑ 1058), que resumió en su libro “Fons vitae” (La fuente de vida) el pensamiento de lbn Masarra; o Ibn Tufail (maestro de Averroes) que en su obra “El filósofo autodidacta” nos habla de las diferentes vías que todas llevan hacia Dios, la literalista , la mística, la filosófica, la religiosa, y la natural. Massarra postuló con relación a la transmisión del conocimiento alquímico: “Hemos temido que las personas débiles de espíritu, que han rechazado la autoridad de los profetas, prefiriendo la autoridad de los necios y de los imbéciles, crean que estas opiniones de [los filósofos] son precisamente las cosas que se deben ocultar a los que no son iniciados, con lo cual se aumenta su afición y su pasión por ellas. Hemos preferido hacer lucir ante sus ojos algunos resplandores del secreto de los secretos, para atraérnoslos al lado de la verdad y apartarlos del camino que siguen. Sin embargo, los secretos que hemos confiado a estas pocas páginas los hemos dejado cubiertos con un velo tenue, que rápidamente lo descorrerán los iniciados, pero que será opaco y hasta impenetrable para los que no merezcan traspasarlo.” Ibn Massarra definió cuatro niveles de finalidad y de acceso a la plenitud humana: 1. Existe una felicidad relativa, correspondiendo a la intención fluctuante y momentánea del hombre. 2. Otro nivel, más elevado, es el de la armonía de la acción con la naturaleza del individuo en su totalidad. 3. Por encima de los dos anteriores se encuentra la realización de las exigencias de la perfección esencial del ser. 4. La felicidad suprema, que es la respuesta incondicional a la llamada de la ley divina.