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AUREA CATENA

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AUREA CATENA: El linaje alquímico
ALVARO REMIRO
La historia de la alquimia, tal como su sustancia, se encuentra
difuminada entre los velos mistéricos del máximo conocimiento,
sólo asequible a los más nobles; tomemos en cuenta que en un
inicio el conocimiento no se diferenciaba de la religión, y es a
través del inicio de la astrología que el hombre, al voltear los ojos
al cielo, comienza a intuir que hay un influjo sutil que relaciona lo
que está sucediendo arriba, con lo que está sucediendo abajo, es
decir, en su entorno; de esta observación, surge en él un intento
de controlar o comprender estos influjos, en busca de algo más
grande, que le supera y a lo que está sometido, mediante tres
vertientes: una que busca la conexión con lo trascendente, que es
la espiritualidad; otra que busca cuantificar el conocimiento para
prever acontecimientos relacionados con la vida cotidiana, como
los cambios estacionales y por último, una tercera que es el
intento de manejar los influjos sutiles a través de rituales, que
más tarde, se convierten en religión, a la que nos atrevemos a
calificar como una espiritualidad tóxica, pues al ser conocidos
estos procesos sólo por una élite con poder se “esclaviza” el
espíritu de los hombres.
La alquimia es un conocimiento elástico, que va trasladándose en
el espacio y el tiempo, y al encontrar un lugar de cultivo propio
para florecer lo hace, como aquel en el que no se imponen
fundamentalismos y se propicia la libertad del espíritu; y en la
medida que migra hacia lugares menos propicios, se retrotrae a su
veta esotérica para volver a manifestarse cuando las condiciones
cambien. En ambos espacios, el “aurea catena” del conocimiento
alquímico sigue nutriéndose y nutriendo la sociedad en la que se
encuentra.
Hay muchas teorías sobre el origen de la alquimia, incluso al iniciar
la más breve pesquisa, encontramos diferentes alquimias: la
china, la hindú, la persa o la egipcia, que para el caso que nos
ocupa, es la línea que intentaremos trazar, pues se trata de la que
fue trasmitida por los alquimistas musulmanes de Al-Ándalus,
quienes reconocen para su tradición un origen egipcio, a pesar de
que las referencias principales sean griegas. Es una idea
comúnmente aceptada que la trasmisión de la cultura greco latina
a Europa se realizó por medio del Al-Ándalus, pero no de manera
literal, sino a través de un proceso de crisol cultural
multireferencial, y su posterior regurgitamiento.
Si queremos establecer la ubicación temporal del surgimiento del
conocimiento en Egipto, tenemos que atender a lo que dice
Demetrio Santos español todavía en activo que es un personaje
muy poco conocido, profundo estudioso de textos clásicos de
astrología e historia hermética, cuando establece que a la muerte
de un paradigma, quedan vestigios dejando su conocimiento con
muy pocas referencias escritas, retomadas por el paradigma que
inicia, incluyendo el antiguo idioma como sagrado, lo que remite a
la creación de mitos o personajes; aquello que en un paradigma
que termina y era considerado científico o exotérico, para el nuevo
se retoma como mitológico o mítico, asimismo, cambian los usos
costumbres, pero el arquetipo permanece. Para Egipto esta figura
mítica, descansa en Thot, posteriormente llamado Hermes por los
griegos.
El mito de Hermes está referido en el “Kitab Al-uluf” (El libro de los
Miles), escrito por Albumazar que establece que existió un primer
Hermes anterior al Diluvio Universal quien previendo el cataclismo
recopiló todo el conocimiento, y ordenó tallar en piedra toda
técnica, herramienta, trabajo u oficio existente, para que
subsistiera a la hecatombe; después del diluvio, el mito revive a
través de dos interpretaciones arquetípicas: la babilónica y la
egipcia. Como dato curioso, cabe señalar que Albumazar haciendo
cálculos astrológicos, supone que el gran diluvio tuvo lugar
aproximadamente 5,000 antes de Cristo.
Ahora, definamos un paradigma, que es el conjunto de leyes,
instrumentos, valores morales y conceptos que comparte una
comunidad humana en una determinada época. Un paradigma
sería en definitiva una concepción del mundo.
Podemos imaginar, y nos acercaríamos bastante a la realidad, que
cuando un ser se gesta en el vientre materno viene provisto de un
“saco” en el que porta información útil proveída por sus
antepasados genéticos. Una vez nacido, el saco sigue llenándose
con la configuración del mundo que se le va transmitiendo en la
sociedad y época en que vive, es decir: se le proporciona un
paradigma del mundo.
A partir del primer conocimiento hermético surgen dos paradigmas
que se disputaban la hegemonía, el paradigma persa, también
llamado medo y previamente recogido por los sumerios, acadios y
babilonios, y el egipcio o kémico, que permanece en el mismo
lugar por miles de años a pesar de las invasiones que sufrieron.
Este es un tema de suma importancia en nuestro planteamiento,
ya que a pesar de que ambos paradigmas parten del mismo
objetivo que es sanar, se van desarrollando como sociedades de
manera diametralmente opuesta: los primeros desarrollan una
filosofía dualista por el continuo enfrentamiento en el que la vida
se aprecia como una eterna lucha sin tiempo u oportunidad para
interiorizar o profundizar; en cambio el paradigma egipcio fue
floreciendo en un sólo lugar contenido y acotado, que además
absorbía culturalmente a los pueblos que le invadían, de manera
que este factor de permanencia les permitió buscar una manera de
sanar desde un lugar profundo y trascendente.
Los medos eran un pueblo conquistador y expansivo, siempre
preocupado por ampliar sus territorios y mantener sus fronteras,
elaboraron formas de curar a través de técnicas rápidas,
sintomáticas, de poner parches para recuperar cuanto antes al
guerrero; estas ciencias se denominaron ciencias médicas.
Los egipcios eran una civilización muy antigua y como hemos
comentado, cerrada en sí misma. No tenían gran interés en
conquistar el mundo, sólo miraban su propio ombligo, ellos eran el
mundo, los demás eran todos unos bárbaros, sus conquistas se
daban en términos de intereses económicos diferenciando
claramente lo que eran sus colonias. Con su ciencia hacían lo
mismo, no tenían ningún interés en exportarla, la guardaban
celosamente dándole un tinte esotérico, enseñándola sólo de
forma iniciática, lo que hacía de los sacerdotes egipcios una casta
exclusiva de gran prestigio.
Las diferencias entre los dos paradigmas se constataban también
en otros ámbitos como las matemáticas, los medos las
desarrollaron de forma puramente aritmética, en cambio, los
egipcios se atrevían a jugar con los conceptos del cero y el infinito,
es decir, con conceptos fuera de lo concreto en el aspecto más
hasta abstracto de las matemáticas (de ahí derivaría más tarde la
escuela Pitagórica).
En su método, el paradigma medo tiende al análisis y el egipcio a
la síntesis, el analítico separa, disecciona y desmenuza para
observar al mundo, el que sintetiza une, fusiona y relaciona para
incluirse en el mundo. En la siguiente frase se refleja esto:
“Cuando un hombre sufre, el Universo entero se distorsiona”, en
esta visión unicista, todo parte del Uno que va subdividiéndose en
múltiples realidades a través de las diversas modulaciones o
manifestaciones de una misma cosa (materia prima) para
posteriormente regresar a su origen: la Unidad, de ahí deriva toda
una serie de conceptos científicos, místicos y filosóficos que
conforman lo que hoy en día conocemos como Corpus Hermético.
Dentro del concepto de Unidad, cada una de las partes, por
pertenecer al sistema es afectada por fenómenos que a éste
acontecen, y la inversa; y no se puede tratar a una persona en
términos de restituirla a la salud, sin observar sus relaciones con el
entorno (emociones) y con el cosmos (espiritualidad).
Hoy en día se considera al trabajo alquímico como la posibilidad de
transformar el plomo en oro, pero antiguamente la alquimia era un
conjunto de ideas filosóficas y científicas sobre cómo funciona el
universo, y estas reglas se aplicaban en el ámbito reflexivo y en
asuntos eminentemente prácticos como la agronomía, la medicina
y la preparación de remedios. Importantes alquimistas fueron
considerados también como grandes médicos por la historia y de
sus trabajos de laboratorio, en busca de la piedra filosofal iban
surgiendo resultados, como el caso de Al-Razi, que después
utilizaba estos resultados como eficaces remedios para las
enfermedades, cuyo uso se perpetuó durante siglos. La Kemicina o
medicina espagírica se fundamenta pues, en las estrictas leyes
herméticas originadas en el paradigma egipcio y son estas leyes
las que diferencian sus principios de los conceptos médicos y
farmacológicos al uso.
Para seguir la línea de trasmisión de lo que denominamos
Kemicina, Alquimia o conocimiento hermético, hemos de recordar
que no hay una línea sucesoria lineal, continua y separada del
entorno o de otras ciencias o paradigmas, sino que estas se
mezclan, se funden y se confunden, dándose el caso de que
autores como Avicena (o Ibn-Cina, considerado el padre de la
medicina moderna) en unos aspectos sea platonista y en otros
aristotelista, y en el aspecto práctico de la medicina, en unas
ocasiones se decante por el opositorum (curar con lo contrario) y
en otros, como en el tratamiento de temperamentos, se defina
claramente por la curación por lo similar. Para resumir de una
forma simplista la principal diferencia entre Platón y Aristóteles, es
que Platón es más metafísico que Aristóteles, cree que hay dos
mundos, el sensible y el inteligible, de los cuales el mundo sensible
(material) es consecuencia del de las ideas o inteligible Por otro
lado, Aristóteles defiende que sólo hay una realidad la material
aunque reconoce que es la esencia lo que define al ser, con lo que
concluimos que Platón sigue una línea más espiritual, y Aristóteles
un más material o científica.
Si recordamos el ritmo que sigue la historia de la alquimia, su
“aurea catena”, las tendencias filosófico – neoplatónicas –
pitagóricas – espiritualistas son las que prevalecen en las épocas
de heterodoxia que favorecen su florecimiento, y los momentos de
movimientos ortodoxos y el materialismo, de tintes aristotélicos
promueven su repliegue, cuando no, su persecución.
DEL ORIGEN DE LA ALQUIMIA.
Hemos dicho que el primer paso que da el pensamiento hermético
desde Egipto hacia Europa es hacia Grecia, a partir del siglo VII
antes de Cristo, momento cumbre del florecimiento filosófico
helénico. Dada la naturaleza de esta sociedad, comerciante y
navegante, confluyen en su capital, Atenas, diferentes corrientes
de pensamiento, entre ellas obviamente el pensamiento egipcio,
de donde identifican a Thot (arquetipo de la alquimia) con Hermes;
de esta fusión es de donde surge el hermetismo tal y como hoy lo
concebimos.
Los griegos como amantes de la filosofía tienen una enorme
apertura a todo tipo de conocimiento, por lo que crean importantes
escuelas pertenecientes a los dos paradigmas: la escuela médica
de Epidauro y la escuela kémica Asclepios, ambos personajes
míticos, ya que no se encuentra comprobada su existencia, sin
embargo, el segundo es citado en múltiples obras alquímicas como
el los Diálogos de Asclepios y…
Debido a este ambiente tolerante y receptivo, surgen también las
escuelas iniciáticas, es decir, a las que sólo pueden ingresar
aquellos dispuestos a conocer la Verdad; según Herodoto,
importante historiador griego,los máximos pensadores de la Grecia
antigua fueron a buscar el conocimiento directamente de los
sabios egipcios. Muchos de ellos fueron iniciados en los misterios
asegurando de esta manera la transmisión de su sabiduría al
mundo helénico. El primero de los sietesabios, es Tales de Mileto
(624-548) quien frecuenta a los sacerdotes, Plutarco declara que
Tales fue quien introdujo en Grecia la geometría egipcia, y con
Solón(a. 640-558), mide las pirámides. Este último, es quien habló
de los relatos acerca de la Atlántida, asunto que más tarde Platón
retomaría en sus obras “Timeo” y “Critias”. Tales exhorta a
Pitágoras a que se dirija a Egipto.
Según Jámblico (250-325 d.C.), Pitágoras estudió en los templos
egipcios durante veinticinco años. Después de su partida, se
instaló en Crotona, Italia, para fundar una escuela en la que
enseñaba siguiendo el estilo de las escuelas de Misterios de Egipto.
Diodoro de Sicilia indica que Orfeo viajó al país de la tierra
negrasiendo iniciado en los Misterios de Osiris, de vuelta a su país,
instituyó nuevos ritos, los Misterios Órficos (hacia el siglo VI a.C.).
El filósofo griego Demócrito de Abdera (a. 460-370), descubridor
del átomo, fue también iniciado en los templos egipcios y educado
por los geómetras del faraón.
Empédocles (484-424 a.C) es una figura de gran importancia para
el pensamiento kémico, pues es quien inicia la teoría de los cuatro
elementos como componentes básicos de todo lo manifestado en
el universo, tema que desarrollaremos en un capítulo posterior.
Regresemos ligeramente en el tiempo, para resaltar la historia de
un personaje fundamental para la alquimia, hacia el año 356 a.c.
en Macedonia, al norte de Grecia, nace Alejandro III de
Macedonia, más conocido como Alejandro Magno. La leyenda
cuenta que su padre, Filipo II, que provenía de un linaje solar
acudió a la isla de Samotracia, sede de los Misterios de los
Cabirios, adoradores de Hefestos y Dionisios, y ahí conoció a
Polixena, hija del difunto monarca Neptolemo I de Epiro, quien
también veneraba al Zeus-Amón, deidad del Sol, tras su
encuentro, se unieron en matrimonio, procreando así a un
descendiente más de el linaje de iniciados de la tradición
hermética. Sean o no ciertos los detalles de esta historia,
convienen al relato, pues más tarde, al ostentar el trono de su
padre, Alejandro expande el impero de manera colosal, y tomando
en cuenta que su educación había sido encargada a Aristóteles,
entendemos que uno de los temas que más respetaba, preservaba
y acogía en cada lugar conquistado era el conocimiento, en 332 ac.
funda la ciudad de Alejandría en Egipto, dónde se forma un crisol
cultural que, siguiendo los criterios de su fundador, Alejandro,
estimuló el contacto y la comunicación de diversas tradiciones y
paradigmas en búsqueda del la sabiduría. Durante muchos siglos
esta cosmopolita ciudad fue un foco universal de conocimiento al
que acudían sabios y eruditos de todo el mundo en busca de
ampliar y compartir su saber y filosofía, sobre todo a consultar su
famosa biblioteca del museion o museo, un templo dedicado a las
musas las inspiradoras de los artistas y los filósofos; este templo
era un centro para la investigación y la difusión de las ciencias
superiores con instalaciones hasta para 5,000 alumnos, disponía
de salas de todo tipo, la propia biblioteca e incluso un laboratorio.
El afán de búsqueda de conocimiento les llevo a incluir libros de
todas partes del mundo de cualquier cultura y en cualquier idioma,
cuando en la aduana del puerto aparecía un manuscrito, se
confiscaba, se llevaba a la biblioteca, se traducía y después era
repuesto a sus dueños. La biblioteca creció tanto que se convirtió
en la parte principal del museo, más de 100 poetas y filósofos se
dedicaron a su conservación y llegó a disponer de más de 900,000
manuscritos. Se hizo tan grande que tuvieron que hacer un anexo
en el Serapeo templo dedicado a Serapis a lo que se denominó la
biblioteca hija.
En este ambiente es que surgieron algunos de los filósofos y
científicos comoArquímedes o Euclides, quien desarrolló allí su
geometría; Hiparco de Nicea, Eratóstenes, Herófilo de Calcedonia,
Apolonio de Pérgamo, gran matemático; Herón de Alejandría,
autor de la obra “Autómata”, la primera obra que conocemos en el
mundo sobre los robots, etc.
Más tarde, ya en el siglo II, allí mismo trabajaron y estudiaron
Claudio Ptolomeo, uno de los astrónomos y geógrafos más
reconocidos de la historia, Aristarco de Samos (astrónomo y
matemático griego), Diofanto (matemático greco-egipcio),
Eratóstenes (matemático y astrónomo).
Este ambiente multireferencial y heterodoxo, como hemos dicho
antes, resulta propicio para el desarrollo de la alquimia, por lo que
en el siglo III a se empieza a gestar en las paredes de este lugar,
el corpus de la alquimia hermética, principalmente por la fusión de
los conocimientos egipcios y la influencia de la filosofía griega.
Es también en Alejandría donde nace y se desarrolla el
neoplatonismo, es decir, el resurgimiento de una visión que
explora y valida el mundo espiritual, con filósofos tan importantes,
como Filón el hebreo, Ammonio de Saccas, Plotino y Jamblico,
entre otros, quienes influyeron profundamente en la alquimia y
filosofía posteriores de Al Andalus.
Por otro lado, de la época anterior a Cristo conocemos nombres de
alquimistas legendarios procedentes de Alejandría, como Bolos de
Mendes (también conocido como Demócrito) a quien se le atribuye
el principio de Unidad de la materia prima, y María la hebrea, que
bien podrían ser escuelas o compiladores del conocimiento
alquímico, del que solo tenemos referencias de autores posteriores
como Zósimo de Panópolis, un recopilador del conocimiento
alquímico, que destaca por la clara descripción de las técnicas y
minuciosos dibujos de las herramientas que se empleaban.
Durante los tres primeros siglos después de Cristo se desarrolla el
llamado Corpus Herméticum, una serie de tratados filosóficos,
metafísicos y alquímicos, que ha llegado recopilada hasta nuestros
días.
El auge de la alquimia y las ciencias herméticas en siglo III fue tal,
que en el año 292 el emperador Diocleciano ordenó quemar
millares de libros relacionados con el tema, para evitar que alguien
pusiera en peligro la estabilidad monetaria que a duras penas se
había conseguido restaurar.
Este es el comienzo del declive, en la Alejandría del siglo IV los
cristianos eran ya una parte importante de la población y las
disputas entre las diversas sectas cristianas, y de estas con los
judíos, propiciaron el inminente cambio de paradigma. Cirilo, un
líder de los cristianos más ortodoxos veía la filosofía, lo que el
denomina paganismo, como un peligro para su religión, este
personaje forma parte de una facción cristiana que en el concilio
de Nicea proclamó la santa trinidad y la divinidad de Jesucristo,
dogma que contravenía completamente las tesis de otros
cristianos como los arrianos y los priscilianistas, que veían ahí una
contradicción con el concepto unicista de Dios, en el que todo
parte de Él y por lo tanto, lo creado no puede ser Dios, si no una
parte de la unidad, tesis que les acerca más a los postulados
neoplatónicos y alquímicos.
Toda esta crisis de paradigma se va a escenificar en la destrucción
del Serapeo la biblioteca hija en 392, y el posterior asesinato de
Hipatia (419) la última defensora del hermetismo a manos de los
seguidores de Cirilo. Posteriormente se enfrentó al patriarca de
Alejandría Nestorio, cercano a las influencias filosóficas platónicas
y aristotélicas, este enfrentamiento se propició partiendo del
postulado que Cirilo sostenía de que la virgen María era la madre
de Dios, y Nestorio refutaba afirmando que sólo era madre de la
parte humana de Dios, “puesto que Dios es el origen de todo,
nadie puede ser la madre de Dios”. Cirilo derrota a Nestorio en el
concilio de Éfeso y los nestorianos son declarados anatema por lo
que son perseguidos y tienen que huir.
Así, es que se inicia así una época de ortodoxia y acoso en torno a
los hermetistas que termina con la expulsión de los filósofos del
imperio romano mediante el edicto de Justiniano (533) y la
academia de Platón, que funcionaba desde 362 a. C. pasó a estar
bajo control estatal, consiguiendo así la extinción real de esta
escuela de pensamiento.
Los filósofos, como los nestorianos, tuvieron que exiliarse al
oriente y muchos se refugian en Harran donde son bien recibidos
por los Sabeos
IMPORTANCIA DEL MUNDO MUSULMÁN EN LA TRANSMISIÓN DE
LA ALQUIMIA
Aproximadamente en el año 610, Mahoma el también llamado
“último profeta” es contactado por el Arcángel Gabriel, quien le
dicta una serie de versos, que después serían compilados en el
Corán, entre sus postulados, encontramos que el conocimiento
tiene que ser buscado ahí donde se encuentre y sin duda, hay un
conocimiento cercano a Dios; de aquí surge una nueva religión: el
islam. La expansión de la corriente iniciada por Mahoma, se da
como la de Alejandro Magno, el inicio de la conquista mahometana
inicia en la Meca continuando con Siria, Damasco, Bagdad, la India
y Egipto. En esta tradición, se reconoce una saga de profetas en la
que se incluyen los judíos Elías, Isaías y Jesús siguiendo la
escuela bíblica, lo que se ve reflejado en el Corán, pues se
mencionan en varias ocasiones a Jesús y a la Virgen María.
El mensaje de Mahoma propicia (una vez más) un ambiente de
apertura, y con ello el florecimiento del conocimiento y la
comunicación con cristianos y judíos. Los musulmanes absorben
con gran pasión la sabiduría de otras consmogonías, incluyendo el
hermético, los habeos llegan a identificar a Thot con Idris y Enoch.
Esta transmisión del conocimiento egipcio se da principalmente en
Harran a través de los filósofos que habían sido expulsados de
Roma, y de los nestorianos que tuvieron una importante
participación en los califatos donde ejercían de maestros y médicos
personales de los califas, se sabe que ejercieron altos cargos en la
corte califal de Damasco. Uno de los documentos en los que se
refleja este fenómeno, es el famoso libro de alquimia “Los diálogos
de Khalid y Morienus” en el cual se detalla la filosofía hermética
en un diálogo entre el príncipe Khalid y un monje cristiano que le
va explicando los principios y procedimientos alquímicos. Durante
el siglo VII se traduce una gran cantidad de libros de siriaco al
árabe referentes a temas como las matemáticas y la filosofía, y es
ahí donde inicia la generación del conocimiento hermético
musulmán, partiendo del recuperado del Egipto ancestral. Los
volúmenes son comilados en enormes bibliotecas como la de
Bagdad o la de Damasco, que llega a albergar más de 800,000
ejemplares.
Como sucede con todas las religiones, del islam comienzan a
derivarse diferentes tendencias filosóficas que principalmente se
pueden dividir en sumitas y chiitas, los primeros son más
literalistas, es decir, que interpretan la letra tal cual se expresa en
el Corán; por su lado, los chiitas son más abiertos, defienden la
libertad del espíritu humano y la interpretación personal y
alegórica de las escrituras, observan que hay una posibilidad más
allá de lo conocido, lo que los conecta con los neoplatónicos y
mazdeistas, que derivará posteriormente en el movimiento Sufí;
postulan que si se comprenden las leyes del universo, surge la
posibilidad de comprender el símbolo, es decir, la fuerza interna,
subjetiva y oculta tras lo visible en lo exterior, es de este
postulado que se desarrolla la filosofía que trata de explicar las
leyes universales.
Entre los grandes filósofos surgidos de esta tradición, que
proliferaron entre los siglos VII y IX, tenemos a Ya’far al-Sádiq
(699-765) sexto de los imanes descendientes del profeta Mahoma,
(era su nieto, hijo de Fátima) que fue considerado un sabio y un
autentico santo. Desarrolló toda una línea de enseñanza iniciática
alquímica y de adivinación, y se considera el maestro de Jabir ibn
Hayan, conocido como Geber por los alquimistas latinos, y a su
vez considerado por los alquimistas musulmanes como el mayor
alquimista de la historia, el príncipe de los alquimistas; a partir del
conocimiento desarrollado por Geber, se crea el Corpus Geberiano,
sin embargo, no se cuenta con datos precisos sobre su existencia,
aún cuando todos los autores desde los más antiguos hacen
constantes referencias a él.
A mediados del siglo IX, surge la figura de Al Ibn-Sahl al-tabari,
quien alcanzó la cima de su gloria en el año 850, a él se atribuye
el libro “El Paraíso de la sabiduría” (Firdaws al-Hikmah), que
consta de 7 partes, en las que esboza la importancia de que el
médico atienda al paciente de una manera cercana, tomando en
cuenta las condiciones emocionales y conductuales que presenta.
También escribe el “Canon de Avicena”, que versa sobre temas
filosóficos y otras disciplinas tales como la astronomía, pero sienta
nuevas bases de la medicina, en el sentido de que incluye no sólo
las fuentes griegas de esta ciencia sino también las de origen
indio.
Al-Tabari tuvo un sucesor, más grande aún, en la figura del iraní
de Al-Razi (865-923) conocido en occidente con el nombre de
Razés y considerado “el más grande y más original médico
musulmán y uno de los autores más prolíficos”, se trataba de un
sabio filósofo, físico, médico que, como hemos mencionado en la
introducción a este capítulo, une la filosofía, la medicina y el
trabajo alquímico de laboratorio a la elaboración de remedios.
Ibn Masarra
Ibn Massarra es un personaje clave para la proliferación de la
alquimia en Al Andalus, a pesar de que no se le reconoce como
alquimista practico, su influencia en el pensamiento y filosofía
medieval, tanto musulmana como cristiana, es de radical
importancia para crear el ambiente que incitaba a su desarrollo.
Es de justicia reconocer que la península ibérica antes de la
propagación del Islam disponía de peculiaridades que la hacían
permeable a cierto tipo de pensamiento más unicista, dada la
influencia del paradigma celta, que algunos autores relacionan con
el priscilianismo; Prisciliano fue el gran líder de la heterodoxia
cristiana de occidente, como Arrio (256-336), lo fue en el oriente
(Alejandría), Prisciliano de Ávila que predica la pobreza, el
ascetismo, la libre interpretación alegórica de los textos, incluidos
los apócrifos, y permite que las mujeres participaran de las
lecturas de los textos, es acusado por los ortodoxos de la iglesia
de practicar la magia y la astrología cabalística, Osorio, en su texto
contra Prisciliano Communitorium de errore Priscillianistarum et
Origenistarum dice: “Prisciliano enseñó que los nombres de los
Patriarcas corresponden a las partes del alma, y de modo paralelo,
los signos del Zodíaco se corresponden con partes del cuerpo” Sus
seguidores trajeron su cuerpo desde Alemania hasta Galicia, lugar
donde había nacido, y ahí lo enterraron; muchos autores
reputados como Claudio Sánchez Albornoz y Miguel de Unamuno
estiman que el lugar corresponde a la hoy considerada tumba del
apóstol Santiago, donde se finaliza el camino iniciático de dicho
nombre, tan frecuentado por alquimistas de todos los tiempos. A
pesar de ser considerado hereje y condenado a muerte, su
mensaje había penetrado profundamente en toda la península
ibérica y en la Aquitania francesa, y sus discípulos continuaron su
obra siendo perseguidos durante siglos, lo que les llevo a la
clandestinidad, pero con la llegada de los suevos y vándalos
(pueblos germánicos) en la segunda mitad del siglo VIII, los
arrianos se hacen fuertes en la península, provocando que
continuamente surgieran movimientos “rebeldes” contra la
ortodoxia instaurada por parte de las jerarquías cristianas de
Hispania, entre estos rebeldes encontramos al arzobispo de Toledo
Elipando, quien postulaba que Jesucristo era sólo el “hijo adoptivo”
de Dios en su naturaleza humana, y a Félix el obispo de Urgel, que
al final, fueron condenados en el Concilio de Ratisbona solicitado
por Carlomagno para acabar con la herejía del adopcionismo, y
curiosamente se refugiaron en la España musulmana, donde
fueron bien recibidos gracias a la buena relación que había entre
Nestorianos y musulmanes, que, recordemos, habían traducido del
siriaco al árabe gran parte del corpus filosófico griego.
Prisciliano observa tres niveles de interpretación de los textos
sagrados:
La lectura literal, que define como una lectura al nivel del alma,
más científica o filosófica que es aquella que la razón del hombre
puede alcanzar, y el nivel espiritual donde Dios permite al hombre
participar de su propia naturaleza.
El segundo nivel de interpretación, es la interpretación simbólica
de los textos, que deduce la unidad indivisible de Dios y el
obedecerlo por amor y no por miedo al infierno o la búsqueda del
placer en el Paraíso (a lo que induce la lectura literal); esta
interpretación lleva al reconocimiento del libre albedrio del hombre
sin contradicción con la omnisciencia de Dios y la aceptación de
otras formas de fe como vías de acceso de un mismo Dios. Es
importante resaltar que estos principios serán coincidentes, como
veremos más tarde, con los preceptos de los Hermanos de la
Pureza y de las escuelas Sufís de Du´l Nun Al-Misri, Ibn Tufail e
Ibn Arabi, y que dan lugar a una alquimia espiritual o metafísica
en la que la transformación se da a nivel sutil y el lugar en el que
esto acontece, es dentro de sí mismo, en el alma, pasando por las
diversas estaciones espirituales en busca de la Unidad, de Dios.
Estas estaciones son coincidentes en el orden inverso con los
presupuestos alquimistas de las diversas modulaciones de la
materia prima o materia única, de lo que todo está echo, hasta la
aparente realidad material que observamos y a dan lugar a la
Teurgia tan ligada a alquimia en algunos autores como Jamlico,
Artefius, Cornelio Agripa, John Dee etc.
Volviendo a Muhammad Ibn Massarra (Córdoba, 883 – 931) fue
hijo de Abu Muhammad Abdalah un mercader cordobés aficionado
a la filosofía y la teología, que en sus frecuentes viajes de oriente
traía consigo información que recogía de los círculos esotéricos
chiitas e ismailitas.
Ibn Massarra joven dotado para el estudio, se aficionó pronto a
estos temas, cuando murió su padre tenía 16 o 17 años y era
considerado ya como un maestro y contaba con seguidores a pesar
de la discreción trasmitida por su padre para protegerle de los
musulmanes más ortodoxos; así, su fama creció y enseguida fue
acusado de panteísta por explicar las enseñanzas de Empédocles y
el origen único de la materia.
Presionado por la situación decide irse de peregrinación a la Meca
con dos de sus discípulos predilectos, exilio voluntario, en el que
Ibn Massara conformaría su pensamiento filosófico síntesis de la
espiritualidad de oriente y occidente. En este viaje recorre desde
Alejandría hasta Bagdag, pasando por Basora donde su espíritu
inquieto iría buscando la sabiduría. En Alejandria estuvo en
contacto con las doctrinas de Filón y Plotino que realizan un
sincretismo entre la filosofía y el judaísmo y el cristianismo
respectivamente; también en Egipto entra en contacto con la
escuela de Du´l Nun Al-Misri, alquimista, teúrgo, poeta y místico
Sufi que tendría gran influencia en el desarrollo de su ascética y
teúrgia, pero aunque muchos autores hablan de influencia directa
de Du´l Nun, lo más seguro es que contactó con Tustari su
sucesor, porque Du´l nun había muerto antes de nacer Ibn
Massarra. Llega a oriente en medio de la eclosión de Al Razi que
refutaba a Aristóteles y a los literalistas. Para Razhes “la filosofía
es la imitación de Dios dentro de los niveles en que le es posible a
la naturaleza humana… El alma es el movimiento que orienta a
cada ser a su fin. Es el proyecto de ser. Y si se desvía de esta
finalidad nunca será capaz de pretender la eternidad, no siendo
más que un proyecto abortado.”
Por otro lado, se considera casi seguro que en la ciudad de Basora
entró en contacto con la secta de los Hermanos de la Pureza.
Los Hermanos de la Pureza era un grupo de filósofos seguramente
chiíta o ismaili cuyo propósito era la búsqueda infatigable de la
verdad, viniese de donde viniese. Entre sus postulados
encontramos los siguientes:
“Todos los profetas anuncian la misma religión. La religión de
todos los profetas enseña el mismo camino y convoca a un mismo
fin: al perfeccionamiento del alma humana, a liberarla del mundo
de la generación y de la corrupción, y a colocarla en el camino que
la ha de llevar al mundo de la vida eterna”.
“Lo que disimula esta verdad asombrosa es que la mayoría de los
hombres confunden la religión (dîn) con la ley canónica (sharia)”.
“La sharia es, sin embargo, una cosa temporal, establecida para la
permanencia de la primera y por consiguiente, difiere según las
circunstancias de tiempo y de lugar”.
Su obra, la enciclopedia de los Hermanos de la Pureza, era una
reunión de libros de filosofía y ciencias de naturaleza heterodoxa,
con referencias griegas, egipcias, persas, hindúes, etc.… que a
pesar de ser perseguida, circuló profusamente y tuvo mucha
influencia en la filosofía de la edad media y de la alquimia; una de
sus copias se encontraba en la escuela de Maslama Al- Madriti uno
de los más influyentes alquimistas andalusíes
Este grupo se caracterizaba por una estructura atípica para los
cánones de la época, pues podían integrarse a él cualquier tipo de
personas, sin importar la raza o credo, siendo el único requisito ser
infatigables buscadores de la verdad. Existe un relato de un
andalusí estudiante de la tradición en Bagdad, de finales del siglo
X, en el que describe el foro que se daba cita en estas reuniones:
“no solamente musulmanes de todas las tendencias de la ortodoxia
y heterodoxia, sino infieles, seguidores de Zoroastro, materialistas,
ateos, judíos, cristianos, en una palabra. seguidores y creyentes
de todo tipo de religión”. Sigue describiendo cómo se
desarrollaban, diciendo que uno de los presentes tomaba la
palabra y expresaba en voz alta: “Estamos reunidos para dialogar.
Ustedes, musulmanes, no nos contradigan con argumentos
sacados de su libro o fundados sobre la autoridad de su profeta;
limitémonos todos a las pruebas fundadas sobre la razón humana”.
Los Hermanos de la Pureza no tardaron en ser perseguidos por los
ortodoxos fundamentalistas de turno y se tornaron en una
sociedad secreta, que hoy podríamos considerar como la primera
secta masónica, que tuvo una indudable influencia en su
organización esotérica y secreta por parte de los discípulos de Ibn
Massarra.
Con todas estas coincidencias, fue que este gran filósofo sintetizó
su original pensamiento, aprovechando un momento de apertura,
gracias a la política de comprensión y tolerancia que se crea con el
ascenso al trono de Abder Rahman III (912 a 961) sucedido por
Hakam II (961 a 976); estos califas cordobeses favorecen la
heterodoxia y el desarrollo de todas las ciencias y en especial de la
filosofía y de la alquimia. Una vez de vuelta en su tierra natal,
Massarra fundó discretamente su escuela en una ermita de la
sierra, conduciendo su magisterio de forma discipular e iniciática.
Hasta 1928 no se tenía referencia directa de su obra, sino por
aquellas que hacen los filósofos posteriores, principalmente de Ibn
Hazn e Ibn Arabí. Hoy se dispone de 2 de sus obras.
La influencia del massarrismo se observa durante toda la edad
media musulmana y cristiana, incluso posterior, como en ibn
Arabi, Roger Bacon, Arnaldo de Vilanova, o Raimundo Lulio.
Tenemos un claro ejemplo en “La divina comedia” de Dante, así
como en filósofos tan importantes como el judío lbn Gabirol, de
Málaga, (1020‑ 1058), que resumió en su libro “Fons vitae” (La
fuente de vida) el pensamiento de lbn Masarra; o Ibn Tufail
(maestro de Averroes) que en su obra “El filósofo autodidacta” nos
habla de las diferentes vías que todas llevan hacia Dios, la
literalista , la mística, la filosófica, la religiosa, y la natural.
Massarra postuló con relación a la transmisión del conocimiento
alquímico: “Hemos temido que las personas débiles de espíritu,
que han rechazado la autoridad de los profetas, prefiriendo la
autoridad de los necios y de los imbéciles, crean que estas
opiniones de [los filósofos] son precisamente las cosas que se
deben ocultar a los que no son iniciados, con lo cual se aumenta
su afición y su pasión por ellas. Hemos preferido hacer lucir ante
sus ojos algunos resplandores del secreto de los secretos, para
atraérnoslos al lado de la verdad y apartarlos del camino que
siguen. Sin embargo, los secretos que hemos confiado a estas
pocas páginas los hemos dejado cubiertos con un velo tenue, que
rápidamente lo descorrerán los iniciados, pero que será opaco y
hasta impenetrable para los que no merezcan traspasarlo.”
Ibn Massarra definió cuatro niveles de finalidad y de acceso a la
plenitud humana:
1. Existe una felicidad relativa, correspondiendo a la intención
fluctuante y momentánea del hombre.
2. Otro nivel, más elevado, es el de la armonía de la acción con la
naturaleza del individuo en su totalidad.
3. Por encima de los dos anteriores se encuentra la realización de
las exigencias de la perfección esencial del ser.
4. La felicidad suprema, que es la respuesta incondicional a la
llamada de la ley divina.
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