Subido por David González

Ensayo sobre Revelación

Anuncio
David Domínguez González
La Revelación: Autocomunicación de Dios al hombre
Teología Fundamental
Roberto Salazar Galicia
Introducción
La Revelación es, sin duda, un tema central en la Teología Fundamental, ya que no
se trata sólo de conceptos teóricos, sino de la manera en cómo Dios ha querido
comunicarse a la humanidad. En esta autocomunicación, Dios se da a conocer, no
solo a través de la creación, sino de manera plena y definitiva en Jesucristo. Asi
pues, la revelación es para la Iglesia Católica, el medio por el cual Dios se acerca
al ser humano para invitarlo a participar otra vez de su vida divina. Asi pues, en este
breve ensayo, abordaremos la Revelación, como parte medular en la fe cristiana.
Revelación de Dios
Partiendo de la convicción de que es Dios quien ha querido revelarse al hombre,
creemos también que lo ha hecho con una finalidad. De tal manera, hemos creido
que Dios se digno hablar a la humanidad para restaurar el diálogo y la amistad con
Él, pues, cuando el hombre, por su pecado, perdió su amistad con Dios quedó
condenado a la muerte y ya no gozaba de la vida plena que Él le había participado.
Y asi, Dios, que es amor, decidió enviar a su Hijo Jesucristo, quien es el cúlmen de
la Revelación para ser el camino que nos devuelve al Padre. Sobre esto el Concilio
Vaticano II en la Constitución Dogmática Dei Verbum nos dice:
Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres
testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino
de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a
nuestros primeros padres ya desde el principio. Después de su caída alentó
en ellos la esperanza de la salvación, con la promesa de la redención, y tuvo
incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los
que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras. En su
tiempo llamó a Abraham para hacerlo padre de un gran pueblo, al que luego
instruyó por los Patriarcas, por Moisés y por los Profetas para que lo
reconocieran Dios único, vivo y verdadero, Padre providente y justo juez, y
para que esperaran al Salvador prometido, y de esta forma, a través de los
siglos, fue preparando el camino del Evangelio.1
Nótese, pues, como el evento de la Revelación no es para nada un evento
aislado de la humanidad sino un manifestarse a través de los siglos de manera
contínua, progresiva y amorosa a los hombres, con el fin de guiarlos hacia la
salvación. Vemos también, que son varios los hombres que Dios fue llamando para
realizar su proyecto salvífico, desde Abraham hasta los profetas, significando con
esto, que la obra de la redención, será posible con la participación del hombre. Pues,
si algo hemos de tener presente, es que la Revelación es por el amor de Dios a los
hombres, eso es algo indiscutible.
Ahora bien, tengamos presente que en esta historia de salvación, en la
medida que cada personaje fue obediente a la voluntad de Dios, las promesas se
cumplieron, llegando asi, hasta la persona de Jesucristo. Y asi, apartir de Él la
Revelación se fue completando cada vez mejor con cada acción de Jesús, quien
vino, en concreto, a traer el Reino de los Cielos; mostrándolo mediante sus palabras
y obras, y llevándolo al punto máximo con la entrega de su vida en la cruz y dándole
el cumplimiento perfecto con su resurrección.
Esta verdad que la Iglesia cree y profesa es, sin duda, el eje que guía la
doctrina y traza para el cristiano el camino del verdadero seguimiento de Jesucristo,
en quien se haya la plenitud de la Revelación. En Jesús Dios reveló todo lo que de
Él, como hombres, necesitabamos y podiamos conocer; recuperando asi, en
Jesucristo, la dignidad que el pecado nos arrebató y que nos alejaba de la mistad
con Él.
Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Dei Verbum [sobre la Divina Revelación], 18 de
noviembre de 1965, cap. 1, n. 3.
1
Dios ha querido darnos a su hijo para que en Él seamos sus hijos, para que
seamos divinizados por Él. Sin duda, la Revelación es totalmente cristocéntrica y
sólo a la luz de la persona de Jesús podremos llegar a comprender el designio
salvador de Dios. Por esta razón, la Iglesia enseña sabiamente que el caminar del
pueblo de Israel y todos los acontecimientos que atravesaron forman parte del
designio salvador de Dios. Esto nos anima a afirmar, entonces, que la Revelación,
es Dios manifestándose a lo largo del tiempo y del espacio hasta llegar a Jesucristo,
con la finalidad de salvar al hombre caído. Veamos lo que la fides et ratio dice:
En la base de toda la reflexión que la Iglesia lleva a cabo está la conciencia
de ser depositaria de un mensaje que tiene su origen en Dios mismo (cf. 2
Co 4, 1-2). El conocimiento que ella propone al hombre no proviene de su
propia especulación, aunque fuese la más alta, sino del hecho de haber
acogido en la fe la palabra de Dios (cf. 1 Ts 2, 13). En el origen de nuestro
ser como creyentes hay un encuentro, único en su género, en el que se
manifiesta un misterio oculto en los siglos (cf. 1 Co 2, 7; Rm 16, 25-26), pero
ahora revelado. « Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a sí
mismo y manifestar el misterio de su voluntad (cf. Ef 1, 9): por Cristo, la
Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar
hasta el Padre y participar de la naturaleza divina ».5 Ésta es una iniciativa
totalmente gratuita, que viene de Dios para alcanzar a la humanidad y
salvarla. Dios, como fuente de amor, desea darse a conocer, y el
conocimiento que el hombre tiene de Él culmina cualquier otro conocimiento
verdadero sobre el sentido de la propia existencia que su mente es capaz de
alcanzar.2
Asi pues, hemos de asimilar que la Revelación de Dios está inserta en el
tiempo y en la historia de manera progresiva y haciéndose concreta en la persona
de Jesús. Es vital para el cristiano, comprender que la plenitud de los tiempos está
en Dios y que gracias a la encarnación de Jesús se nos anticipa lo que vendrá, pues
2
Juan Pablo II, Fides et Ratio [encíclica], (Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 1998), cap. 1, n. 7.
creemos que en el tiempo Dios llevó acabo tanto la creación como la salvación.
Leamos que dice la Dei Verbum:
Así pues, la historia es el lugar donde podemos constatar la acción de Dios
en favor de la humanidad. Él se nos manifiesta en lo que para nosotros es
más familiar y fácil de verificar, porque pertenece a nuestro contexto
cotidiano, sin el cual no llegaríamos a comprendernos. La encarnación del
Hijo de Dios permite ver realizada la síntesis definitiva que la mente humana,
partiendo de sí misma, ni tan siquiera hubiera podido imaginar: el Eterno
entra en el tiempo, el Todo se esconde en la parte y Dios asume el rostro del
hombre. La verdad expresada en la revelación de Cristo no puede encerrarse
en un restringido ámbito territorial y cultural, sino que se abre a todo hombre
y mujer que quiera acogerla como palabra definitivamente válida para dar
sentido a la existencia.3
Ahora bien, pues, que aunque el hombre es capaz de Dios, la Revelación
está llena de misterio y el conocimiento que tengamos de Dios y de la compresnión
de la Revelación a la luz de Jesús siempre estarán condicionados por los límites
propios de nuestro entendimiento, por tal motivo, la fe es el elemento fundamental
para llegar a comprender de mejor manera el misterio del Dios que sale al encuentro
del ser humano. Pues, por la fe damos asentimiento a lo que Dios nos ha revelado,
por la fe reconocemos la divinidad y la suprema sabiduria de Dios y aceptamos con
libertad la verdad dada en Jesús.
Es, pues, la fe, el elemento principal que nos ayuda a comprender que lo
revelado es verdadero porque tiene como fundamento y garantía al mismo Dios, en
el cual, por definición, no cabe la mentira ni otro tipo de mala intención.
Conclusión
si el hombre es capaz de Dios, aunquesea de manera limitada según su naturaleza
¿Qué es lo que sigue para el una vez recibida la Revelación, cuál ha de ser la actitud
de éste frente a la verdad de Dios? Al contemplar la historia, y viendo a quienes nos
3
Ibid., n. 12
precedieron con la fe de ser liberados podemos considerar, al menos, tres actitudes
que el hombre puede tomar frente a la realidad de la Revelación:
La primera es reflexionar el dato revelado mediante un acto de fe que le
permita al creyente mirar la historia como el escenario donde Dios llevará acabo su
obra de redención en Jesucristo, quien ha venido a salvarnos de la muerte eterna.
Haciéndolo mediante el seguimiento libre y voluntario del mismo hombre quien,
creyéndole a Dios, hace una elección fundamental y trascendente que le da la
certeza de recibir lo que espera y que Dios le ha prometido.
La segunda actitud, es comprender la Revelación a la luz de la razón, pues,
no hay que olvidar que por la naturaleza racional propia del hombre, es que Dios se
reveló, ya que esto suponé lógicamente, que Dios, conociéndonos, sabía de
antemano que eramos capaces de recibir mediante eventos situados en nuestro
tiempo, contexto, cultura y condición; la verdad de sí, la cual nos descubre, al mismo
tiempo, la propia verdad de nuestra existencia. Asimismo, la razón también nos
ayuda a escapar de las tendencias fideistas y mitologizantes que de Dios se pueden
hacer.
Finalmente, la tercera actitud y la más provechosa, a mi parecer, es hacer de
la Revelación parte de la propia vida intelectual y de fe, es decir, no dejar de
estudiarla las Sagradas Escrituras, mismas que caminan en paralelo con la
Tradición y guiados siempre por el Magisterio, pues, son ellos los elegidos de Dios
y asistidos por el Espíritu Santo para instruir con veracidad los misterios de Dios,
quien sigue hablando a los hombres en todo tiempo.
Descargar